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EL PENSAMIENTO SOLIDARIO: UNA ALTERNATIVA ECONÓMICA, POLITICA


Y SOCIAL

Álvaro Correa López


Los crecientes niveles de desempleo, subempleo, informalidad, marginalidad,
pobreza y violencia que se registran en Colombia, especialmente en sus grandes
ciudades, incluida Medellín, es un claro síntoma de que el modelo económico y
social que ha estado vigente en las dos últimas décadas se encuentra en crisis.
Situación similar se presenta en otros países de América Latina por lo cual en
muchos de ellos se viene planteando desde hace algunos años la necesidad de
abandonar el modelo promovido por el consenso de Washington de 1990.

1. UN PENSAMIENTO ALTERNATIVO Y CONTESTATARIO


Entre las alternativas que se han planteado para afrontar la crisis del modelo
predominante al comenzar el siglo XXI, se destaca la Economía solidaria,
propuesta originada en Chile en la década de 1980 por pensadores y tratadistas
como Luis Razeto, Antonio Elizalde, Manfred Max-Neef y otros a partir de
manifestaciones empresariales informales denominadas por los autores como
organizaciones económicas populares. Posteriormente pensadores de otros
países como Argentina, Brasil, Uruguay y Colombia, continuarían desarrollando las
doctrinas y teorías de contenido solidario.
Lo anterior es un aspecto importante que casi siempre se olvida y es que la teoría
económica de la economía solidaria fue planteada a partir de microempresas
solidarias y famiempresas que tuvieron una activa presencia en la sociedad
chilena entre las décadas de 1970 y1990.
La teoría sobre la economía solidaria se encuentra en un proceso de precisión,
construcción y desarrollo, pues abarca un amplio campo de diversas expresiones
empresariales fundamentadas, en diverso grado, en la solidaridad, la
asociatividad, la ayuda mutua, la cooperación y la autogestión.
El pensamiento solidario se fundamenta entre otros, en los siguientes aspectos:

 La necesidad de superar un cooperativismo predominantemente dogmático, no


alternativo y poco autogestionario.
 La urgencia de enfrentar los efectos de la globalización de la pobreza.
2

 La ausencia de modelos para un desarrollo alternativo, con un marcado


contenido social.
 La integración de los conceptos de economía y solidaridad, aspecto importante
por cuanto la economía tradicional no incluía la solidaridad.
 Una nueva racionalidad económica, que conlleva una otra visión de la ciencia
económica, a partir de la reformulación de leyes y principios de la economía
capitalista.
 Reformulación de los conceptos de empresa y de los factores económicos,
especialmente a partir del descubrimiento de un nuevo factor, el factor
Comunidad.
 La valoración de la autogestión como el principio rector de la economía
solidaria.
 La ausencia de pretensiones dominantes y totalitarias, a diferencia de las
propuestas tradicionales capitalistas y socialistas. Es decir, en la visión
solidaria pueden coexistir en un mercado abierto las economías capitalista,
estatizada y solidaria.

2. MARCO CONCEPTUAL DE LA ECONOMÍA POPULAR


Al abordar el pensamiento solidario como una alternativa para Colombia, debemos
reconocer que en nuestro medio además de los tradicionales sectores solidarios
como el cooperativismo, el mutualismo y otros reconocidos por la legislación
colombiana, hay que tener en cuenta un amplio sector empresarial popular, que se
fundamenta en los principio rectores del pensamiento solidario y que genera más
del 60% de las fuentes de trabajo y aporta un 30% del Producto Interno Bruto.
La activa presencia de la Economía popular en Medellín se puso en evidencia en
reciente investigación que llevamos a cabo con el apoyo de la Fundación
Universitaria María Cano. 1
La economía popular, inapropiadamente denominada informal, al igual que la
economía tradicional conlleva un aspecto macro representado por el conjunto de
empresas y actividades económicas y sociales que, con categorías y principios
comunes, participan en el proceso de producción, distribución, consumo y
acumulación.
Del contenido macro de la economía popular se deducen también sus
posibilidades y realidades de ser una activa promotora de procesos de desarrollo

1
Arango Jaramillo Mario y Arbeláez John, La Economía Popular: Alternativa empresarial exitosa. Un caso
especial: la segunda colonización antioqueño, Fundación Universitaria María Cano, Medellín, 2010.
3

económico y social, como se puede observar en diferentes sectores de la ciudad


de Medellín.
Pero donde se ve con más dinámica la fortaleza de la economía popular es en la
realidad micro, en el vasto, variado y complejo mundo empresarial donde hace
presencia.
A pesar de su peso económico (aporta más del 30% del Producto Interno Bruto) y
de su caudalosa presencia social (genera más del 60% de la fuerza laboral) aún
no tiene un pleno reconocimiento por parte del Establecimiento y vastos sectores
de ella, no tienen tampoco un reconocimiento legal a su especial racionalidad
económica, como si lo tienen, por ejemplo, el cooperativismo y el mutualismo. Esa
falta de reconocimiento institucional llevó al teórico Manfred Max-Neef a
denominar la economía popular como la “economía invisible”.

3. ES NECESARIO SUPERAR FIJACIONES DOGMÁTICAS


En contra de la economía popular conspiran las concepciones teóricas
tradicionales, que se han convertido en auténticas fijaciones inamovibles para
diferentes sectores de la intelectualidad, el empresariado y el Estado. Así, por
ejemplo, para algunos economistas las empresas populares como las
famiempresas y las microempresas continúan siendo un simple medio de
rebusque, transitorio, de proletarios desempleados o de clases medias en
procesos de pauperización.
Para los estamentos estatales la economía popular, identificada con el concepto
de “informalidad”, constituye un problema que hay que erradicar, especialmente
porque se ubica al margen de los circuitos tributarios, además de constituir una
competencia desleal frente a la economía formal, que tributa. Y para ello se
esgrimen diversos pretextos: protección de la salud, campañas de seguridad,
defensa del menor, protección del medio ambiente, defensa del espacio público…
Para abordar objetivamente el análisis de la Economía solidaria popular, debemos
abandonar el complejo de superioridad con que frecuentemente los
cooperativistas asumimos nuestras propuestas, considerándolas como las únicas
válidas hacia la cooperación, la solidaridad y la asociatividad.
Es conveniente recordar la inexistencia de verdades absolutas, y más en el campo
de las ciencias sociales. Hay que despojarse de dogmatismos y aclimatar el libre
pensamiento en los campos de la teoría y de la praxis empresarial de los
estamentos populares.
Además, hay que abrirle un nuevo contexto legal a las empresas de economía
popular, que no obstaculice su surgimiento y desarrollo. Como por ejemplo,
4

eliminar diferentes tipos de tributación y otros costos originados en las Cámaras


de Comercio.
También el mundo empresarial tradicional, capitalista, debe abandonar su
complejo de superioridad, que lo lleva a subestimar las expresiones empresariales
que no encuadran en sus modelos, únicos válidos para alcanzar el éxito.
Por último la academia debe abrirle espacio a la investigación y análisis de este
mundo empresarial, que por su aparente transitoriedad no es objeto de estudio.
Y hoy más que nunca, cuando ya avanza el siglo XXI, los teóricos y defensores
del modelo empresarial capitalista están en la obligación moral de hacerle una
reingeniería total a sus propuestas, especialmente con motivo de la bancarrota
iniciada en los Estados Unidos en 2008.
Si la empresa estatal salió mal librada y entró en crisis en ciertos medios como
resultado del derrumbe del modelo soviético a partir de 1989, la empresa
capitalista no se encuentra hoy en una situación mejor, como se ha puesto en
evidencia con las crisis económica mundial iniciada en 2008, que colocó al borde
de la bancarrota a las más representativas empresas y bancos de los Estados
Unidos, que lograron subsistir gracias a la intervención financiera del Estado.

4. CATEGORÍAS COHESIONADORAS DE LA ECONOMÍA POPULAR


En toda sociedad o colectivo humano juegan un papel fundamental las llamadas
categorías sociales, que son la expresión teórica de relaciones sociales y de
producción entre individuos. Y tienen un carácter histórico, pues son el resultado
de un proceso económico y social.
La llamada economía popular está determinada por categorías económicas y
sociales que le dan cohesión y un perfil característico, tales como la familia, la
comunidad y el trabajo. Estas categorías, que están presentes también en la
Economía solidaria, aparecen con diversos grados de intensidad, en el mundo
empresarial popular, de acuerdo a sus diferentes expresiones.

4.1. LA FAMILIA: DINAMIZADORA DE LA ECONOMÍA POPULAR


A lo largo de su dilatada historia, desde la familia por grupos hasta la familia
monogámica, la institución familiar ha jugado diversas funciones, además de la
reproducción de la especie, la de ser una organización productora de bienes y
servicios.
5

Gracias a la conquista de la filosofía por los seres humanos, estos pudieron


desligarse de la influencia de los dioses y dar rienda suelta a su imaginación, para
crear sus propias fantasías y utopías en la tierra habitada por los hombres reales.
En ese reflexionar sobre la sociedad, surgió en Grecia la ciencia económica,
conocida como oikonomia, término acuñado por los griegos que se deriva de las
palabras oikos, que significaba hogar, la residencia de la familia, y nomos, que
significaba norma. La economía era pues para los griegos el arte de administrar en
forma ordenada y eficiente los recursos materiales y humanos de que disponía el
hogar. El filósofo ateniense Aristóteles (384-332 a. de C.), considerado por algunos
como el padre de la economía, dejó importantes textos sobre el tema económico y
en especial sobre la economía doméstica o economía familiar 2, la cual es objeto
de elogios, porque consolida los lazos familiares y los valores humanos, en tanto
que censura la economía puramente comercial, llamada por Aristóteles
crematística, porque genera malas costumbres, entre ellas la usura y la avidez
desenfrenada por el dinero.
En las formaciones económicas precapitalistas, la familia jugó un papel esencial
como unidad productora de bienes de consumo, no sólo para sus miembros, sino
también para el intercambio. Pero a medida que se fue imponiendo el modo de
producción capitalista, la familia iría perdiendo protagonismo económico y social.
Sin embargo en la actualidad con la crisis de la economía formal tradicional, de
nuevo la familia gana protagonismo como fuerza, como categoría cohesionadora y
dinamizadora de empresas de un nuevo tipo.
Observamos que en Medellín la familia está presente en diferentes formas, en
diversas manifestaciones empresariales de la economía popular:

 Como la fuerza motriz en la llamada famiempresa, entendiendo como tal la


pequeña unidad empresarial fundamentada en los miembros de la familia.
 Como una fuerza cohesionadora en las llamadas empresas de familia, que por
su capital y volumen de operaciones superan el nivel de las llamadas
famiempresas. En las empresas de familia, al lado de los trabajadores
asalariados trabaja también el núcleo familiar propietario de la unidad
empresarial, imprimiéndole un especial perfil.
 En las demás actividades de la economía popular, como en las
microempresas, en las empresas unipersonales y aún entre los vendedores
callejeros, la familia siempre está presente, como un punto de apoyo, una
referencia o una fuerza motivadora e inspiradora.

2
Aristóteles, Política, Libro Primero, capítulos XII y XIII, Ediciones Altaya, Barcelona, 1993.
6

La comunidad: categoría potencializadora de la economía popular


Cuando se afirma que la persona humana es un ser social por naturaleza,
estamos destacando que el hombre para desarrollarse plenamente necesita vivir
en comunidad.
La comunidad es el colectivo de personas o familias que comparten un espacio
determinado y están interrelacionadas entre sí, de tal manera que pueden
intervenir como una unidad en las actividades económicas, sociales y culturales y
en la defensa de sus valores y derechos. Y la comunidad, gracias a la comunión
de intereses, llega a regular la vida de sus miembros.
La comunidad es una categoría social que ha estado presente a lo largo de todo el
discurrir del hombre, aún antes de su reconocimiento como homo sapiens. Con
razón el investigador social y filósofo norteamericano contemporáneo, John
Zerzan, señala que la costumbre de compartir los alimentos se ha venido
considerando desde hace tiempos como característica integral de las primeras
sociedades humanas, lo cual constituyó el factor clave para demarcar el comienzo
de una evolución exclusiva, desde hace no menos de dos millones de años,
gracias a la cooperación y a una vida en comunidad, sin división de trabajo. Desde
la época de los cazadores-recolectores, estos rechazaban la agresión y la
competición dentro del grupo, pues compartían libremente sus recursos y
valoraban el igualitarismo y la autonomía personal en beneficio de la comunidad
cooperativa.3
Por su parte, el pensador ruso Pedro Kropotkin (1842-1921), uno de los más
sobresalientes doctrinantes sobre el papel jugado por la ayuda mutua en el
progreso humano, recuerda que en Europa después de la desintegración de los
clanes primitivos que unían las tribus, éstas sobrevivirían a través de una nueva
estructura social, la comuna aldeana, que las uniría durante más de quince siglos,
gracias a que se fundamentaba en la ayuda mutua y en el disfrute en común de la
tierra, logrando sobrevivir al largo y opresivo periodo feudal. 4
Igualmente, señala Kropotkin que la ciudad medioeval europea desarrolló una
intensa vida comunitaria, gracias a las guildas de artesanos, las corporaciones de
comerciantes y las hermandades, lo cual hizo posible “que dentro de sus muros
nadie se moría de hambre”.5

3
John Zerzan, Futuro Primitivo, en su obra Malestar en el tiempo, pp. 51 y ss., Ediciones Ikuzager, Vitoria,
España, 2001.
4
Pedro Kropotkin, El apoyo mutuo, un factor de evolución, pp. 135 y ss., Ediciones Madre Tierra, Carvajal,
Cali, 1989.
5
Ibídem, pp. 165 y 55.
7

Sin embargo, a partir del surgimiento de las relaciones capitalistas en el siglo XVI,
y del afianzamiento del llamado Estado-nación, se iniciaría un proceso acelerado
de disolución de las comunidades rurales y de las ciudades-estados de la Edad
Media.
Igualmente, con la conformación durante el mismo periodo de los imperios
coloniales, por parte de las potencias europeas, se iniciaría un lento
resquebrajamiento de la vida comunitaria de los pueblos de América, África, Asia y
Oceanía.
Sin embargo, en países como Colombia, el imperio español promovió la
conformación de instituciones coloniales con un marcado contenido comunitario,
como la encomienda, los resguardos indígenas, las mitas y formas de propiedades
colectivas como los ejidos y las sabanas comunales, a través de las cuales
sobrevivirían rasgos de la vida comunitaria indígena.
Igualmente, la presencia forzada de los esclavos negros africanos en nuestro país,
daría origen también a sólidas comunidades negras, especialmente las
conformadas por los negros cimarrones, es decir por aquellos que huían de la
esclavitud y para sobrevivir en las selvas se reintegraban en comunidades
llamadas palenques, muchas de las cuales aún subsisten en las regiones pacífica
y caribeña, como el famoso palenque de San Basilio cerca de Cartagena.
Ese poderoso ancestro comunitario de nuestra población campesina, indígena y
negra, aún palpita en las diferentes expresiones de la llamada economía popular.
O mejor aún, la economía popular rescata y proyecta en otra dimensión el valor de
la categoría comunidad y su contenido solidario y cohesionador.
Frente al deterioro de las comunidades tradicionales en las grandes ciudades, de
lo cual Medellín es un buen ejemplo, la última de las cuales fue el barrio, cuando
éste estaba conformado por familias con orígenes comunes o relacionadas desde
tiempo atrás, la persona humana se ve afectada por la soledad y el aislamiento,
pues ya no hay vida vecinal. Lo anterior provoca un sinnúmero de psicopatías que
afectan a hombres y mujeres en las ciudades, y sobre lo cual se han hecho
numerosas investigaciones.
Una respuesta no programada frente a la situación anterior, ha sido el surgimiento
y desarrollo en los últimos veinte años de las diferentes expresiones de la
economía popular. La empresa de economía popular en alguna medida
recompone las comunidades desaparecidas. Es una nueva forma de comunidad
que integra personas y familias.
Así encontramos las famiempresas, las microempresas y las empresas de familia
de Medellín, especialmente de aquellas originarias de pueblos y zonas rurales,
que han transformando sus organizaciones empresariales en autenticas
8

comunidades, que se proyectan sobre sus miembros y núcleos familiares, lo cual


les imprime una especial dinámica.
Así, en la mayoría de las empresas populares se hace presente, casi siempre en
forma intensiva, el Factor Comunidad, que es el característico de las empresas
solidarias altamente desarrolladas. Ese factor “C”, dinamiza los cinco tradicionales
factores económicos reconocidos en todas las empresas: capital, trabajo, gestión,
medios de trabajo y tecnología. Todos esos factores se vuelven más eficientes
gracias a la presencia de un intenso “factor C”. 6
En concordancia con lo anterior, se puede señalar un aspecto que le da fortaleza a
las empresas populares de Medellín y es el de que al ser poco intensivas en el
factor Capital, les permite adecuarse más rápidamente a las exigencias y cambios
abruptos del mercado en el cual desarrollan su actividad.
Pero igualmente, otros sectores de la economía popular con actividades
individuales como los venteros callejeros, han desarrollado entre ellos estrechos
nexos que los integran, dándoles características de comunidades.
También, se observa una intensa vida comunitaria entre los miembros de centros
comerciales y de servicios populares, que comparten desde actividades laborales
hasta las más variadas formas de recreación y esparcimiento.
Hay que destacar también que las empresas de economía popular solventes, han
contribuido decididamente a la promoción de cooperativas y fundaciones, al igual
que de diversas actividades de interés social y comunitario, como acontece con
los grupos mercantiles originarios en municipios como El Santuario, Marinilla y
Granada.
La pérdida de la tradicional vida comunitaria en las grandes ciudades, con el
desarrollo de la economía de tipo capitalista, ha provocado el que algunos grupos
humanos, especialmente de jóvenes desempleados o frustrados en sus
aspiraciones, conformen toda suerte de bandas y organizaciones delincuenciales
o de las barras bravas de aficionados al fútbol, que desencadenan irracionales
violencias.

El trabajo, categoría organizadora de la economía popular


El concepto de trabajo tiene desde los puntos de vista social, económico y
empresarial varias connotaciones. El trabajo representa para la persona humana
la actividad que lo realiza plenamente como un ser libre y racional. A través del
trabajo desarrolla sus capacidades intelectuales, la imaginación y creatividad y sus

6
La Teoría del factor “C” ha sido desarrollada por el investigador chileno Luís Razeto en varias de sus obras.
9

habilidades y destrezas que le permiten la satisfacción de sus aspiraciones y


necesidades espirituales, materiales, individuales y grupales.
Gracias al trabajo, hombres y mujeres han establecido relaciones de ayuda mutua,
cooperación y solidaridad, que hacen posible una satisfactoria vida en comunidad.
Con razón decía Federico Engels que “el trabajo ha creado al propio hombre”. 7
Debido a la importancia del trabajo en la vida social y económica, los tratadistas
de la ciencia económica le han prestado la mayor atención. Así, por ejemplo,
Adam Smith, el padre de la economía burguesa en su obra cumbre La riqueza de
las naciones le dedica los diez primeros capítulos al tema del trabajo 8 y Carlos
Marx, el padre de la economía socialista, en su también obra cumbre El Capital,
crítica de la economía política, en el primer tomo le dedica ocho capítulos al tema
del trabajo.9
Y a partir de estos dos autores, sus discípulos y contradictores seguirían
ocupándose del tema del trabajo, debido a su importancia para la llamada
Economía Política o macroeconomía. Pero el tema del trabajo también ocupa un
sitio de primer orden en la microeconomía, es decir en el mundo empresarial, por
lo cual todas las escuelas que se han ocupado de las ciencias administrativas
fundamentan sus teorías en interpretaciones y motivaciones en torno del factor
trabajo: A. Marshall, J.A. Schumpeter, F. Taylor, H. Ford, H. Fayol…
En la economía popular, el factor trabajo se transforma en una categoría
económica y social, porque para ella es el más importante de los cinco factores,
por el contenido marcadamente autogestionario que tiene la economía popular, y
en las empresas autogestionarias el trabajador y su trabajo son los que le
imprimen su sello característico, porque el trabajador además de su trabajo, aporta
capital (ahorros), gestión (autogestión), medios materiales (equipamiento) y
tecnología (sus conocimientos, destrezas).

1. PRINCIPIOS QUE INSPIRAN LA ECONOMÍA POPULAR


A pesar de la diversidad de manifestaciones empresariales de la economía
popular, algunos principios fundamentales le son comunes a todas, aunque con
variada intensidad, habida cuenta de la activa presencia en ellas de categorías
económicas y sociales como la familia, la comunidad y el trabajo. Entre tales
principios se destacan la solidaridad y la autogestión. Aunque esta última no está
presente en forma intensa en todos los sectores de la economía popular, sí se
hace sentir en la mayoría.
7
Federico Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, en Carlos Marx y Federico
Engels, Obras Escogidas, T. II, p. 77, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1955.
8
Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, Alianza Editorial, Madrid, 1996.
9
Carlos Marx, El Capital, critica de la economía política, tomo I, Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 1981.
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La autogestión
De acuerdo a reciente investigación realizada en Medellín bajo mi dirección, se
deduce que las empresas de economía popular son autogestionarias o tienen un
elevado porcentaje de autogestión, porque sus propietarios son simultáneamente
propietarios, trabajadores y gestores. Así haya trabajadores asalariados, los
propietarios son trabajadores y administradores.
La autogestión, que es el principio rector de las empresas de economía solidaria,
lo es también en las empresas de economía popular.
Y ese es quizás uno de los principios que le da mayor fortaleza y que se
constituye en fuente de creatividad empresarial y en motivo de satisfacción y
realización individual, que determina que quien maneja su propio negocio,
difícilmente vuelve a vender su fuerza de trabajo.

Una clara vocación solidaria


Uno de los rasgos característicos de la economía popular es el de su marcada
vocación solidaria, como se concluye de las encuestas y entrevistas realizadas en
Medellín en la investigación ya mencionada.
Lo anterior es apenas lógico si se tiene en cuenta que la inmensa mayoría de
sectores marginales y populares de Medellín y el Valle de Aburrá, tiene un muy
cercano ancestro campesino, como resultado de los desplazamientos violentos
que se han registrado en nuestro departamento a partir de finales de la década de
1940.
La solidaridad, la ayuda mutua y la cooperación son valores y principios
característicos de las comunidades campesinas, pues el proceso industrial y
urbano destruye el tejido comunitario. Afortunadamente la economía popular
recupera esos principios en sus diferentes expresiones empresariales.
La marcada vocación solidaria de las diferentes expresiones de la economía
popular está determinada por la ausencia o debilidad, de una relación obrero-
patronal, que es generadora de tensiones y conflictos.

2. RECOMPOSICIÓN DEL TEJIDO SOCIAL DE MEDELLÍN


- El conflicto Estado-Economía popular-
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Con el surgimiento e incremento acelerado de la economía popular, que se fue


posicionando en las vías y espacios públicos, las autoridades municipales de
Medellín, bajo la presión de los comerciantes formales y de grupos de opinión
pública que soñaban con la conservación de la “Tacita de plata”, se fue
imponiendo una agresiva política por parte de la administración municipal,
orientada al despeje del espacio público, a la erradicación de los vendedores
callejeros o a su reducción con un claro manejo clientelista.
Resulta deprimente el espectáculo que ofrecen autoridades municipales al
desalojar sin consideración alguna del “espacio público” a vendedores callejeros,
que no sólo se autogeneran sus fuentes de trabajo, sino que distribuyen con
eficiencia productos y mercancías que requieren los transeúntes y que son en alta
proporción de producción nacional, por parte de famiempresas y microempresas.
La defensa del llamado espacio público es no sólo una política arrogante, que
pretende irracionalmente copiar modelos de algunas ciudades de países
desarrollados, sino que va en contravía de lo que ha sido el espacio público a lo
largo de la historia de las comunidades prehispánicas y de los pueblos de la
antigüedad, hasta la de las ciudades y poblados colombianos de buena parte del
siglo XX, en los cuales las vías y plazas públicas eran no sólo espacios abiertos
para la movilización de personas y animales, sino puntos de encuentro entre
comerciantes y compradores.
Basta recordar los mercados semanales de las plazas o parques principales de
nuestras ciudades, que les daban un especial encanto y colorido, a más de ser el
principal medio para la comercialización de la producción campesina, hasta que
llegaron los llamados alcaldes “progresistas”, que los erradicaron y trasladaron a
sitios marginales, motivados en ocasiones por los jugosos contratos de
construcción de mercados “cubiertos” o plazas de mercado. No olvidemos que la
calle ha sido tradicionalmente el más atractivo punto de encuentro de ciudadanos
a través del comercio. Y tampoco olvidemos la vocación hacia el comercio de
buena parte de la población antioqueña.
Por lo anterior pienso que, teniendo en cuanta las nuevas circunstancias, como el
intenso tráfico vehicular y las elevadas densidades poblacionales, debe
recuperarse el espacio público para que cumpla su tradicional función social y de
nuevo sea un factor de desarrollo económico y social, al fomentar la economía
popular, la mayor generadora de fuentes de trabajo.
En lugar de hacer tantos y costosos esfuerzos, que en su mayoría resultarán
frustrantes, para conquistar lejanos mercados internacionales, intentemos algo
más cercano y más productivo en lo social y en los económico: conquistar un
mercado interno de más de 30 millones de colombianos indigentes, pobres y de
clase media baja, hoy marginados del consumo masivo y con una nula o poca
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capacidad adquisitiva. Además, nos ahorraríamos costosos fletes y elevadas


inversiones en infraestructura, proclives a la corrupción administrativa (carreteras,
autopistas, puentes, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, etc.) orientadas a una
utópica apertura. Es oportuno recordar que la conquista de un mercado interno, a
partir de la década de 1980, fue el fenómeno que le permitió a la República
Popular China dar el gran salto que hoy la ubica como la segunda potencia
económica mundial. En veinte años conquistó un mercado interno de más de 400
millones de consumidores.
Los nuevos mercados están muy cerca, pero es necesario hacer una verdadera
apertura, hacia adentro, flexibilizando las rígidas normas que impiden el
establecimiento de un auténtico mercado interno basado en la economía popular,
que genera más del 60% de las fuentes de trabajo y más del 30% del Producto
Interno Bruto, sin recibir ninguna exención tributaria ni créditos de fomento, ni
subsidios, pues para ellos no existen programas especiales de fomento.

4.2. Conflicto y violencia en la Universidad de Antioquia

Los sucesos violentos acaecidos en el mes de septiembre de 2010 en los predios


de la Universidad de Antioquia de Medellín, que conllevaron a una toma de los
mismos por la fuerza pública, han puesto de manifiesto la complejidad de
conflictos que afronta la ciudad y la incapacidad de las partes enfrentadas para
encontrar una solución concertada a la problemática que allí se vive, que al igual
que en el resto de la ciudad, involucra a la Economía Popular.
Lo sucedido en la Universidad de Antioquia denota la distancia existente entre el
discurso que se maneja por parte de las autoridades académicas y la forma de
solucionar los conflictos, en lo cual se procede frecuentemente con actuaciones
irracionales.
Así por ejemplo, resulta paradójico que en la institución de educación superior más
emblemática de Antioquia, reconocida como su Alma Mater, se actúe por parte del
Establecimiento con brigadas de asalto y se utilice como una de las justificaciones
el denominado “comodín del narcotráfico”, en este caso en la modalidad conocida
como “microtráfico”.
Aunque el conflicto en la Universidad de Antioquia tiene muchos aspectos, hay
uno que llama la atención y se refiere a la prohibición a los estudiantes para que
ejerzan actividades relacionadas con la Economía Popular al interior de los
predios universitarios. El 15 de octubre de 2010 un diario de Medellín tituló como
algo grave: “Retornaron las ventas a la U de A” y se acompañó el titular con una
foto de ventas informales.
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De una crónica relativamente extensa sobre el tema, quiero destacar las


declaraciones dadas por el Secretario General de la Universidad Luquegui Gil
Neira, especialmente la frase: “Nosotros necesitamos estudiantes, no estudiantes
vendedores.”. Palabras extrañas en una ciudad que se ha caracterizado por la
vocación mercantil de sus habitantes y una activa presencia de la Economía
Popular. Palabras insólitas si se tiene en cuenta que la mayoría de los estudiantes
del claustro universitario pertenecen a bajos estratos sociales en los cuales más
del 70% de la población devenga sus ingresos de la economía informal. Y
palabras paradójicas, cuando la Universidad pregona la difusión de la llamada
cultura “E”, orientada a promover el empresarismo. Además el emprendimiento en
una ciudad como Medellín es equivalente, en la realidad, a la Economía Popular,
inapropiadamente llamada informal. La Universidad de Antioquia no está ubicada
ni en Oslo ni en Toronto, se encuentra en Medellín.
En relación con el anterior problema ocho organizaciones estudiantiles de la
Universidad emitieron un comunicado en el que llaman a una combativa, pero
pacifica, desobediencia estudiantil, el cual expresa:

Los estudiantes venteros ambulantes no ilegales, con el apoyo de organizaciones


estudiantiles, nos declaramos en desobediencia estudiantil en defensa de nuestro
derecho al trabajo, principio defendido por la Corte Constitucional.
Aunque las directivas de la Universidad ofrecieron proporcionar sólidas alternativas
a las ventas informales para aquellos que no tenemos otra forma de sostener
nuestra estadía en la academia, hasta el momento lo que se nos ha ofrecido es
represión, persecución y amenaza de procesos disciplinarios, solo por intentar
apaciguar las penurias del desempleo.
Se ha argumentado que hemos ocupado espacios comunes (subrayado nuestro),
con lo cual se desconoce que también hacemos parte del común, y que además
somos estudiantes que utilizamos también el espacio en actividades académicas.
Inclusive hemos sido groseramente acusados de ser auspiciadores de la
delincuencia, incluyendo en un mismo paquete a los expendedores de droga y los
vendedores informales sin que se haya presentado prueba alguna.

4.3. Protagonismo de la Economía Popular

Uno de los papeles trascendentales que ha jugado la economía popular en


Medellín y que está llamada a jugarlo en el futuro, es la de ser un factor que
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contribuya a la recomposición del deteriorado tejido social de la ciudad, gracias a


su capacidad de ser:

 Una alternativa empresarial exitosa, fundamentada en los principios de la


Economía Solidaria.
 Un proyecto de vida familiar sin patrón, es decir sus integrantes son dueños de
su propio destino.
 Generadora de desarrollo social y económico, es decir no sólo da origen a
fuentes de trabajo y satisfacción de necesidades de sus propietarios-
trabajadores, sino que ofrece al mercado bienes y servicios.
 Una forma de hacer economía abierta e incluyente
 Un modelo empresarial integrador, generador de armonía social, por la
ausencia de una relación obrero-patronal, en la mayoría de sus expresiones
 Un eficiente camino hacia la democratización de las fases del proceso
económico: producción, distribución, consumo y acumulación
 Un camino para la recuperación de zonas urbanas deprimidas, un claro
ejemplo de lo cual es del antiguo y deprimido sector de Guayaquil recuperado
por la economía popular liderada por comerciantes de Marinilla, Santuario y
Granada sin ninguna intervención del Estado y en ocasiones en contra del
propio Estado.
 Un dinamizador del sector de la Economía Solidaria incluido el más tradicional
e institucionalizado, el cooperativismo, que puede encontrar en la economía
popular un amplio campo de acción para ampliarse, revitalizarse e inclusive
refundarse, gracias a la presencia de un dinámico sector empresarial
autogestionario y de un pensamiento solidario.
 Una propuesta socialista, que se aparta del socialismo estatizado y
burocrático, por su contenido eminentemente democrático y autogestionario.

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