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4.2. FILARIASIS
La filariasis es endémica en regiones tropicales
de Asia, África, América Central y del Sur,
poniendo en riesgo a más de 1 100 millones de
personas, con 120 millones de personas
afectadas en 83 países, más del 60% de los
cuales residen en el sureste de Asia. En estas
áreas endémicas del mundo, por ejemplo,
Malaipea en Indonesia, hasta un 54% de la
población puede que tenga microfilarias en su
sangre. El humano es el reservorio o fuente de
infección primaria para todas las filariasis
humanas, por lo que es una antroponosis. El
mecanismo de transmisión se efectúa exclusivamente por medio de hospedadores
intermediarios, los cuales varían dependiendo del parásito.
DIAGNÓSTICO Y ESPECIES
GRUPO LINFÁTICO
Wuchereria bancrofti se encuentra en África del norte y central, sudeste de Asia, India islas
del Pacífico y norte de Sudamérica. Vive en los conductos linfáticos de los humanos, de
donde, por drenaje, pasa a sus extremidades inferiores, causando una de las patologías más
debilitantes y desfigurantes.2 La hembra produce microfilarias que penetran en el torrente
sanguíneo entre 10 pm y 2 am. Este fenómeno se denomina periodicidad nocturna y
corresponde con la hora de máxima actividad de los mosquitos que sirven como
transmisores, tales como Aedes, Anopheles, Culex o Mansonia. Al infectarse la persona,
generalmente sufre inflamaciones y dolores en los ganglios. La repetida exposición al
parásito en zonas endémicas termina por provocar una infección grave con inflamaciones
notorias que evolucionan hasta convertirse en linfedemas y fibrosis con una fase final
denominada «elefantiasis» de las extremidades inferiores y los genitales. La larva L1 es la
forma infectiva para el mosco, transformándola luego en L3 haciéndola infectiva para el
humano yendo al conducto linfático, produciendo la inflamación del ganglio.
Brugia malayi es similar a la anterior, pero la enfermedad es menos severa y puede afectar
las extremidades superiores. Se encuentra en Japón, Corea, China, Cochinchina e India.
GRUPO CUTÁNEO
Loa loa se encuentra en África y es transmitida por tábanos del género Chrysops. Los
gusanos adultos viven en los tejidos subcutáneos donde producen durante períodos de 2 a
3 días las llamadas "hinchazones fugitivas", de 30 mm de diámetro.
GRUPO VISCERAL
Dirofilaria immitis es un parásito del perro que causa la dirofilariasis canina; afecta diversas
zonas subtropicales y tropicales, especialmente en Estados Unidos la cuenca del río Misisipi
o en Argentina en el Delta del río Paraná.
TRATAMIENTO
La profilaxis o prevención de estas parasitosis se basa en evitar la picadura del insecto vector
empleando repelentes e insecticidas, cubriéndose el cuerpo con ropa, protegiendo las casas
con mallas metálicas y destruyendo, si es posible, las zonas de reproducción del insecto. El
peligro de que los viajeros sean infectados por cualquiera de las filarias es real pero de
importancia relativa, pues suelen ser parasitosis ligeras.
Así pues, los avances en los métodos de tratamiento y de control de la transmisión junto con
la mejora en las técnicas de diagnóstico de la infección apuntan a una posible erradicación
en el tiempo de estas parasitosis. Habiendo establecido la Organización Mundial de la Salud
dos objetivos claves para su eliminación: detener la propagación de la infección por filariasis
en todos los países endémicos, y aliviar y prevenir el sufrimiento y discapacidad de los
individuos afectados.
PREVENCIÓN
La profilaxis se fundamenta principalmente en el control del reservorio (el humano infectado).
El control de los vectores es posible, aunque por lo general, difícil. El control de sus criaderos
y el rociamiento de insecticidas y plaguicidas continúan siendo la principal metodología para
combatir las enfermedades transmitidas por mosquitos, como la filariasis y la malaria.
4.3. PALUDISMO
El paludismo es causado por parásitos del género Plasmodium que se transmiten al ser
humano por la picadura de mosquitos hembra infectados del género Anopheles, los llamados
vectores del paludismo. Hay cinco especies de parásitos causantes del paludismo en el ser
humano, si bien dos de ellas - Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax - son las más
peligrosas.
SÍNTOMAS
Los niños con enfermedad grave suelen manifestar uno o más de los siguientes síntomas:
anemia grave, sufrimiento respiratorio relacionado con la acidosis metabólica o paludismo
cerebral. En el adulto también es frecuente la afectación multiorgánica. En las zonas donde
el paludismo es endémico, las personas pueden adquirir una inmunidad parcial, lo que
posibilita la aparición de infecciones asintomáticas.
TRANSMISIÓN
Los mosquitos Anopheles hembra ponen sus huevos en el agua. Tras eclosionar los huevos,
las larvas se desarrollan hasta alcanzar el estado de mosquito adulto. Los mosquitos hembra
buscan alimentarse de sangre para nutrir sus huevos. Cada especie muestra preferencias
con respecto a su hábitat acuático; por ejemplo, algunos prefieren las acumulaciones de
agua dulce superficial, como los charcos y las huellas dejadas por los cascos de los
animales, que se encuentran en abundancia durante la temporada de lluvias en los países
tropicales.
La transmisión es más intensa en lugares donde los mosquitos tienen una vida relativamente
larga que permite que el parásito tenga tiempo para completar su desarrollo en el interior de
su organismo, y cuando el vector prefiere picar al ser humano antes que a otros animales.
Por ejemplo, la larga vida y la marcada preferencia por los humanos que presentan las
especies que actúan como vectores en África son la principal causa de que más del 90% de
los casos de paludismo se registren en ese continente.
La inmunidad humana es otro factor importante, especialmente entre los adultos residentes
en zonas que reúnen condiciones de transmisión moderada a intensa. La inmunidad se
desarrolla a lo largo de años de exposición y, a pesar de que nunca proporciona una
protección completa, reduce el riesgo de que la infección cause enfermedad grave.
Es por ello que la mayoría de las muertes registradas en África corresponden a niños
pequeños, mientras que en zonas con menos transmisión y menor inmunidad se encuentran
en riesgo todos los grupos de edad.
PREVENCIÓN
4.4. ONCOCERCOSIS
SIGNOS Y SÍNTOMAS
La oncocercosis es una enfermedad de la piel y los ojos. Los síntomas están provocados
por las microfilarias, que se desplazan por el cuerpo humano en el tejido subcutáneo y dan
lugar a respuestas inflamatorias intensas cuando mueren. Las personas infectadas pueden
presentar síntomas como prurito intenso y diversas afecciones cutáneas desfigurantes.
Algunas personas infectadas desarrollan lesiones oculares que pueden producir
discapacidad visual y ceguera permanente. En la mayoría de los casos se forman nódulos
subcutáneos alrededor de los gusanos adultos.
La oncocercosis se produce principalmente en las zonas tropicales. Más del 99% de las
personas infectadas viven en 31 países del África subsahariana: Angola, Benin, Burkina
Faso, Burundi, Camerún, Chad, Côte d’Ivoire, Etiopía, Gabón, Ghana, Guinea, Guinea-
Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenya, Liberia, Malawi, Malí, Mozambique, Níger, Nigeria,
República Centroafricana, República del Congo, República Democrática del Congo,
República Unida de Tanzania, Rwanda, Senegal, Sierra Leona, Sudán, Sudán del Sur, Togo
y Uganda. La oncocercosis también se transmite en el Yemen y las Américas.
La mayoría de las infecciones humanas se deben al contacto directo o indirecto con sangre
u órganos de animales infectados. La transmisión a través de la manipulación de tejidos
animales se puede producir durante el sacrificio o el despiece, la asistencia al parto de los
animales, la realización de procedimientos veterinarios o la eliminación de animales o fetos
muertos. Por tanto hay profesiones, como los pastores, granjeros, matarifes y veterinarios,
que corren mayor riesgo de contraer la infección.
El virus infecta al ser humano por inoculación (por ejemplo, a través de una herida con un
instrumento cortante contaminado o del contacto con una solución de continuidad de la piel)
o por inhalación de aerosoles producidos durante el sacrificio de los animales infectados.
Algunos datos indican que el ser humano se puede infectar a través de la ingestión de leche
no pasteurizada o no hervida de animales infectados.
Aunque la mayoría de los casos humanos son relativamente leves, un pequeño porcentaje
de pacientes sufre una forma mucho más grave de la enfermedad, generalmente consistente
en la aparición de uno o más de los tres síndromes siguientes: enfermedad ocular (0,5-2%
de los casos), meningoencefalitis (menos del 1%) o fiebre hemorrágica (menos del 1%).
DIAGNÓSTICO
Debido a que los síntomas de la FVR son variados e inespecíficos, el diagnóstico clínico
suele ser complejo, sobre todo al principio de la evolución de la enfermedad. Es difícil
distinguir la FVR de otras fiebres hemorrágicas de origen vírico y de muchas otras
enfermedades que causan fiebre, como el paludismo, la shigelosis, la fiebre tifoidea y la
fiebre amarilla.
Las pruebas que permiten realizar un diagnóstico definitivo solo están disponibles en los
laboratorios de referencia. Las muestras que se envíen a estos laboratorios pueden ser
peligrosas y se deben manipular con extremo cuidado. La infección por el VFVR solo se
puede diagnosticar de forma concluyente en el laboratorio mediante las siguientes pruebas:
Puesto que la mayoría de los casos de FVR son relativamente leves y de corta duración,
estos pacientes no necesitan tratamiento específico. En los casos más graves, lo más
frecuente es un tratamiento sintomático general.
Se ha desarrollado una vacuna inactivada para uso humano cuya comercialización no está
autorizada. Solo se ha utilizado de forma experimental para proteger al personal veterinario
y de laboratorio con alto riesgo de exposición a la FVR. Se están investigando otras vacunas
experimentales.