Los procedimientos concursales son mecanismos de naturaleza
excepcional previstos en el ordenamiento jurídico, a efectos de hacer frente a aquellas situaciones en las que el patrimonio de un determinado sujeto de derecho resulta insuficiente para satisfacer a plenitud al íntegro de sus acreedores. Al configurarse el estado de crisis en el deudor como consecuencia de la referida incapacidad patrimonial, se da lugar a la apertura de los procedimientos concursales.
El objetivo principal de estudio del derecho concursal es la situación de crisis que
afecta a los sujetos intervinientes en relaciones de índole económico - patrimonial y los medios para afrontarla.
La Ley ha reducido los procedimientos concursales a los siguientes:
a. Procedimiento Concursal Ordinario: Puede ser iniciado por el deudor o por algún acreedor. En caso fuera iniciado por el deudor, deberá concurrir alguno de los siguientes requisitos: Más de un tercio de sus obligaciones se encuentren vencidas e impagas por un periodo mayor a treinta (30) días. Que tenga pérdidas acumuladas, deducidas las reservas, mayores a la tercera parte del capital social pagado. Para que el procedimiento sea iniciado por uno o varios acreedores, los créditos de éstos deberán estar vencidos y no pagados dentro de los treinta (30) días siguientes a su vencimiento, y en conjunto superar las cincuenta (50) Unidades Impositivas Tributarias. Cabe mencionar que los acreedores garantizados no podrán solicitar el inicio del procedimiento, salvo que la ejecución de garantía hubiere sido infructuosa. b. Procedimiento Concursal Preventivo: Puede ser iniciado sólo por el deudor, siempre y cuando éste no se encuentre en algunos de los supuestos que da inicio a un Procedimiento Concursal Ordinario. En suma, busca anticiparse a un estado de insolvencia, al encontrarse el sujeto en un estado de cesación de pagos, al poder afrontar parcialmente sus obligaciones pecuniarias. El Procedimiento concursal preventivo se orienta básicamente a prevenir la problemática de la crisis patrimonial de un deudor, a diferencia del procedimiento concursal ordinario que está destinado a enfrentar y revertir (de ser ello posible) una crisis manifiesta. En ese sentido, puede concebirse como un mecanismo de reestructuración de obligaciones ante la imposibilidad inmediata de pago o de dificultad de honramiento futuro de deudas, anterior al estado de insuficiencia patrimonial o cesación de pagos definitivo, que son problemas que se buscan resolver a través del procedimiento concursal ordinario. Es un procedimiento que se inicia a instancia del deudor, y ha sido establecido con el objeto de facilitar la adopción de acuerdos de reprogramación de pagos que permitan la recuperación de empresas deudoras económicamente viables. a tal efecto, la normativa concursal ha optado por transferir a los acreedores la facultad de pronunciarse sobre la propuesta de refinanciamiento de pasivos formulada por el deudor, de forma tal que la decisión que se adopte al respecto obliga al deudor y a todos sus acreedores que en forma obligatoria han sido vinculados al concurso por mandato legal. Según el tratamiento normativo otorgado, dicho procedimiento prevé un trámite rápido y de costos menores que los de un procedimiento concursal ordinario, en la medida que el mismo se sustenta básicamente en acuerdos de reprogramación de pasivos acordados por el deudor y sus acreedores, sin que ello afecte la competencia de la Junta General de Accionistas o del titular, en todo lo referente a la administración de la empresa. El Procedimiento concursal preventivo tiene etapas claramente identificadas y diferenciadas: una etapa preconcursal y una etapa concursal. La primera de ellas se inicia con la solicitud de acogimiento al procedimiento, continúa con el pronunciamiento que emite la autoridad concursal sobre la admisión a trámite de dicha solicitud y culmina con la publicidad de la admisión. La segunda se inicia con la mencionada publicación, continúa con la presentación de las solicitudes de reconocimiento de créditos de los acreedores y culmina con la aprobación del Acuerdo Global de Refinanciación. Cada una de estas etapas del procedimiento preventivo admite la intervención de determinados sujetos, quienes se encuentran legitimados para ello en función a sus intereses y a la naturaleza de cada etapa procesal. En la primera etapa, la intervención está reservada únicamente al deudor que solicitó acogerse al procedimiento concursal preventivo y a la autoridad concursal. En la segunda etapa, la intervención se extiende a aquellos acreedores que ejercen sus derechos a participar en el procedimiento solicitando el reconocimiento de sus créditos para integrar la Junta de Acreedores.