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La Estrategia de Hitler 1939-1945 2
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La Estrategia de Hitler 1939-1945 3
La Esquina de la Historia
Atenas Editores Asociados 1998-2017
www.thegermanarmy.org
Titulo original
La Estrategia de Hitler 1939-1945
© Atenas Editores Asociados 1998-2017
© Gustavo Urueña A
© F. H. Hinsley
Mas informacion
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Diseño de la coleccion:
Atenas Editores Asociados
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Prologo.................................................................................9
Capitulo I ........................................................................... 15
La Marina de Guerra Alemana, el Pacto Ruso, el Problema
Britanico y el Comienzo de las Hostilidades ..................... 15
Capitulo II.......................................................................... 61
La primera Fase ................................................................. 61
Capitulo III ........................................................................87
La Invasion de Noruega y la Caida de Francia..................87
Capitulo IV........................................................................117
La Invasion de Inglaterra .................................................117
Capitulo V ........................................................................149
Los meses cruciales, Septiembre a Diciembre 1940 .......149
Capitulo VI....................................................................... 193
La Decision de atacar Rusia ............................................ 193
Capitulo VII ..................................................................... 217
Africa del Norte, el Mediterraneo y los Balcanes 1941.... 217
Capitulo VIII.................................................................... 241
La Batalla del Atlantico en 1941 ...................................... 241
Capitulo IX.......................................................................259
Las Negociaciones Germano-Japonesas en 1941............259
Capitulo X ........................................................................279
1942..................................................................................279
Capitulo XI...................................................................... 309
El fin de la Flota Alemana de superficie Enero 1943 ..... 309
Capitulo XII ..................................................................... 321
La Estrategia de Hitler en derrota................................... 321
Anexos ............................................................................. 341
Protocolo de Hossbach .................................................... 341
Mapas Operativos............................................................355
Indice ............................................................................... 361
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Prologo
Este libro habla de la estrategia de Hitler. He tenido en
cuenta la diferencia que existe entre la estrategia y las ope-
raciones, y es mi intención referirme sólo a la primera de
estas dos esferas militares. Por dicho motivo, apenas hago
mención de la parte que le correspondió a Hitler en la eje-
cución de las operaciones, o sea, en la realización práctica
de sus planes; el interés principal se concentra en la prepa-
ración de sus planes estratégicos durante la guerra.
En la exposición de las pruebas me limito, en lo posible, al
uso de los documentos que son de actualidad. Estoy seguro
que se reconocerá un cierto mérito en la forma de enfocar
el tema desde este punto de vista, siempre que los docu-
mentos se basten por si mismos, sin el apoyo de conclusio-
nes que, aunque dignas de toda confianza, son menos au-
ténticas; espero, en este aspecto, haber conseguido mi pro-
pósito.
Es por este motivo que me ha sido dado prestar atención
más detallada a los temas navales, puesto que los docu-
mentos más importantes y completos que podemos con-
sultar en la actualidad son los archivos de la antigua mari-
na de guerra alemana. Sin embargo, no me he limitado en
mi exposición a los testimonios de los archivos navales. Al
contrario, siempre que ha sido necesario hacer resaltar
uno de los aspectos de la estrategia de Hitler, he consul-
tado otros documentos militares que tratan de otros aspec-
tos de la guerra y que fueron puestos a mi disposición. To-
dos los documentos presentados ante el Tribunal de Nu-
renberg han sido estudiados desde este punto de vista y
son precisamente éstos los que constituyen la parte princi-
pal de mi material de consulta, sin contar otras series de
documentos de los cuales la índole del tema a tratar me
obligaba a echar mano. En la nota siguiente doy cuenta
más detallada de mis referencias. Se podrá objetar que, al
enfocar principalmente el problema naval, el tema tratado
será un tanto arbitrario e incompleto; sin embargo, pres-
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Capitulo I
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12 D. N., 189-C.
13 D. N. (C. and A.), Statement VIL
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22 D. N., 1874-PS.
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IV El Pacto Ruso-Germano
Una posibilidad, de cuya existencia e importancia no pue-
de haber la menor duda, fue la de concertar un pacto con
Rusia. Las negociaciones ruso-germanas comenzaron a
principios del mes de abril de 1939. Continuaron durante
todo aquel período en el cual, Hitler, mientras iba perdien-
do la confianza en la posible neutralidad de la Gran Breta-
ña, reunía los medios necesarios que. le permitieran lan-
zarse a la acción en 1939.
24Véase D. N. 126-C, Proceedings, párt. 2, pág. 148, referente a
una carta del 2 de agosto con instrucciones a los submarinos
destinados al Atlántico, «por vía de precaución», si no variaba
la intención de atacar a Polonia.
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Capitulo II
La primera Fase
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57 D. N., 856-D.
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cisiones.
Se enfrentaba con dos alternativas después de haberse es-
fumado su esperanza de un ataque contra Polonia sin in-
tervención de las potencias occidentales y desaparecer
también la posibilidad de que las potencias aliadas acepta-
ran el fait accompli de la derrota de Polonia: podía mante-
nerse a la defensiva, negándose a la intervención de Ale-
mania en las fronteras del Oeste a no ser que se viese obli-
gado a ello: o podía lanzarse al ataque a través de las mis-
mas. Mientras disfrutaba de libertad de acción eit el con-
tinente, su plan había sido avanzar hacia el Este antes de
volverse hacia el Oeste; desde el cambio de actitud por par-
te de Inglaterra, dudó sobre la conveniencia de atacar pri-
mero en el Este o en el Oeste; las circunstancias le resolvie-
ron finalmente el dilema. En el Este, Polonia había sido li-
quidada, y contaba con el pacto ruso; en el Oeste, los ene-
migos estaban en pie de guerra con Alemania. Y estas mis-
mas circunstancias le persuadieron a decidirse por un
nuevo ataque en lugar de una política defensiva. Era
cierto que, a pesar de todo, se había visto «embarcado en
una guerra contra Inglaterra por culpa de Polonia», pero
las potencias occidentales, que habían sido incapaces de
ayudar a Polonia, parecían igualmente no estar preparadas
para sostener una guerra total, en tanto que el pacto ruso,
que le había impulsado a creer que no se lanzarían a la
guerra.
le persuadía ahora de que no sería difícil derrotarlas. Lo
que había sido considerado como la mejor condición pre-
via para el logro del éxito, aislar Polonia, avanzar en direc-
ción Este y atacar el Oeste en una fecha posterior, se había
demostrado que era imposible. El segundo método, un
acuerdo con el Oeste hasta estar preparado para atacar a
su vez a las potencias occidentales, había redundado igual-
mente en un fracaso. Pero incluso en este caso las
condiciones continuaban siendo buenas para atacarlos y
«asestarles golpes aniquiladoíes», sobre todo si actuaban
sin la menor vacilación ni retraso.
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Capitulo III
64 D. N., 1796-PS.
65 D. N., 2329-PS.
66 D. N., 52-L., Subsección titulada «Fecha del Ataquen.
67 D. N., 440-PS.
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que nada tienen que ver con la misión que se les ha confia-
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HÜl, cap. X.
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Capitulo IV
La Invasion de Inglaterra
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Norte-Oeste
El Plan Norte-Oeste, como sería conocido hasta julio de 1940,
planteaba una invasión por sorpresa a pequeña escala en las zo-
nas de Yarmouth y Lowestoft, con tres o cuatro divisiones de in-
fantería y aerotransportadas seguidas por una segunda oleada
que incluiría divisiones panzer y motorizadas. No solo las zonas
de desembarco eran distintas de las definitivamente escogidas,
también los puntos de embarque diferían: fundamentalmente se
contaba con poder utilizar puertos en el mar del Norte y el Bálti-
co, dado que en el momento de gestación del Plan Norte-Oeste
no se contaba aún con la bases en los Países Bajos y Francia que
proporcionaría la campaña de mayo y de junio de 1940 (Caso
Amarillo).
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II La cuestion rusa
Otra consideración que le condujo a adoptar esta actitud
fue su interés en querer atacar a Rusia. Hacía ya mucho
tiempo había sido su intención dar este paso cuando se
presentara la oportunidad para ello y la esperanza de que
la Gran Bretaña se rendiría cuando Francia fuese, derro-
tada, le había animado en la creencia de que podría volver-
se contra Rusia en un futuro próximo. Cuando la Gran Bre-
taña reveló su inquebrantable deseo de resistencia, y todo
daba a entender que, más pronto o más tarde, habría que
pensar nuevamente en ejecutar el plan «Sea Lion», sus in-
tereses se volvieron hacia Rusia, aunque sin adquirir for-
mas concretas. Cuando el plan «Sea Lion», al igual que su
anterior esperanza de la rendición británica, se esfumo, la
posibilidad de una campaña en el Este, favorecida por todo
este conjunto de circunstancias, surgió vivamente en su
mente por otras muchas razones.
A pesar de apreciar sus ventajas tácticas, Hitler jamás se
había logrado reconciliar con el Pacto ruso; ni tampoco se
había congraciado nunca con las ventajas que Rusia había
obtenido del mismo. Hasta el verano de 1940, cuando con-
siguió su decisión favorable en el Oeste, lo había considera-
do como una necesidad militar para evitar todo lo que pu-
diese despertar el recelo por parte de Rusia; y ésta se había
aprovechado bien pronto de la situación. En el mes de oc-
tubre del año 1939, los Estados Bálticos se vieron obliga-
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cho; pero Raeder admitió más tarde que una orden pareci-
da debió haber sido dada 125; el Estado Mayor Naval sospe-
chaba la fecha aproximada en que fueron dadas dichas ór-
denes 126, y, el propio Raeder, durante una conferencia
celebrada con Hitler el 26 de septiembre, fue testimonio
de que, inmediatamente después de haber sido aplazada la
operación «Sea Lion», Hitler recobró su interés por un ata-
que contra Rusia. En esta fecha, durante una conversación
con Hitler, uno de sus argumentos en favor de un avance
alemán hasta Suez y Siria a través de Turquía fue que «el
problema ruso aparecerá entonces con una claridad muy
diferente... y es dudoso si un ataque contra Rusia en el
Norte continuará siendo necesario».
La situación había cambiado, no obstante, desde que Hi-
tler, en el período hasta mediados de julio, había tomado
en consideración un ataque en un futuro inmediato. En
aquella ocasión había partido del supuesto de que la Gran
Bretaña aceptaría pronto llegar a un acuerdo y que pronto
se vería con las manos libres para volverse hacia Rusia, co-
mo siempre había sido su intención, y en las condiciones
que eligiese él mismo. Pero una vez fracasada la operación
«Sea Lion», era evidente que esta suposición había sido
errónea y que la guerra contra la Gran Bretaña iba a conti-
nuar. Por este motivo, su interés por la campaña contra
124 Declaraciones del general Warlimont en 1945, D. N., 3031-
PS, y D. N. (C. and A.), Supplement E, pág. 1635-7.
125 D. N., 66-C.
126 D. N., 170-C, id. 86.
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128D. N., 62 C.
129Grave error estrategico de Hitler haberse aliado con el Japon
y con Italia, eso solo le trajo problemas.
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cha?
Si jamás había contado con un resultado más decisivo de
la ocupación de Gibraltar, el Estado Mayor Naval contribu-
yó en otra forma a reducir sus esperanzas. En un memo-
rándum fechado el 14 de noviembre de 1940, informó que
«la ocupación de Gibraltar y el control del Mediterráneo
occidental, aunque muy importante, no eran suficientes de
por sí». Como resultado del ataque italiano contra Grecia,
continuaba el argumento, la posición estratégica en el Me-
diterráneo oriental y el prestigio británico en los Balcanes
y el Cercano Oriente habían mejorado inmensamente. Las
posibles consecuencias eran que «el Mediterráneo oriental
no seguiría el curso que había planeado Alemania», que la
Gran Bretaña tomaría la iniciativa «con efectos adversos
en el Mediterráneo oriental y en África, y en todas las bata-
llas futuras», y que la posición británica sería tan fuerte,
que «ya no será posible echar del Mediterráneo a la flota
británica». El Estado Mayor Naval estaba convencido de
que era de una importancia decisiva impedir este desarro-
llo; un ejemplo de lo que esto podía representar lo había si-
do el ataque conjunto de la flota y las fuerzas aéreas britá-
nicas contra la marina de guerra italiana en Tárente el 11 y
12 'de noviembre. Exponía el argumento de que la ame-
naza procedente de la Gran Bretaña y de los Estados Uni-
dos «no sólo nos obliga a crear una Unión Europea, sino
también a luchar en África como el objetivo estratégico
más adelantado de Alemania», y, por consiguiente, aconse-
jaba una pronta ofensiva contra las regiones de Alejandría
y el canal de Suez. Italia, por sí sola, «jamás será capaz de
llevar a cabo la campaña de Egipto». «Los jefes alemanes
responsables de la dirección de la guerra... deben tener en
cuenta el hecho de que por parte de las fuerzas armadas
italianas no se puede contar con actividades especiales de
operaciones o con una ayuda substancial.» Deben com-
prender igualmente que «Alemania no debe limitarse a ser
un espectador desinteresado en el Mediterráneo oriental,
teniendo en cuenta la íntima relación existente entre las
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II La justificacion de Hitler
Su anterior disposición a efectuar el ataque para su propia
protección se había basado en la suposición de que podría
efectuar el ataque cuando él considerase llegado el mo-
mento oportuno, una vez hubiese terminado en el Oeste.
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181 D. N., 33-C. Raeder era presionado en este sentido por el jefe
de las operaciones navales, que el 18 de febrero insistió «en la
ocupación de Malta, incluso antes cíe «Bai'barosá». (Véase D.
N 170-C, id. 121.)
182 D. N., 872-PS.
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dió Grecia, a pesar de que hacía tan poco tiempo que se ha-
bía dejado convencer por las dificultades que. entrañaba la
conquista de Malta, ordenó inmediatamente la conquista
de Creta.
A pesar del retraso, debido a la rebelión yugoslava, la ope-
ración griega terminó con un éxito completo. El 6 de abril,
las tropas alemanas entraban en Yugoslavia y Grecia. La
resistencia griega cedió el 21 de abril; la evacuación inglesa
del país empezó el 22 de abril; los alemanes entraron en
Atenas el 27 de abril. La invasión de Creta por el aire em-
pezó el 20 de mayo; el 27 de mayo, cuando empezó la eva-
cuación inglesa, había terminado virtualmente toda resis-
tencia.
Los éxitos de Hitler en Grecia y Creta siguieron estrecha-
mente ligados a un cambio total de la situación en el norte
de África, donde Rommel había empezado, a fines de mar-
zo, una ofensiva que le llevó hasta la frontera de Egipto a
mediados de abril. Fue también acompañada por graves
pérdidas inglesas en el mar, pérdidas valiosas que facilita-
ron la labor alemana durante la batalla de Creta, así como
por desórdenes en el Irak.
En todos los aspectos, la situación en el Mediterráneo
oriental se había modificado radicalmente en favor de Ale-
mania entre principios de abril y finales de mayo. Sí el ob-
jetivo de Hitler al invadir Grecia y ocupar Creta hubiese si-
do expulsar a Inglaterra de dicha área, éste hubiera sido el
momento para un ulterior esfuerzo.
Raeder había considerado el avance por tierras . griegas
como el factor capaz de facilitar una oportunidad para ase-
gurar el control del Mediterráneo oriental, tan a menudo
esperado. El 4 de febrero de 1941 reconoció que la flota in-
glesa era todavía capaz de mantener su supremacía des-
pués de la ocupación alemana de Grecia. Pero el 18 de mar-
zo pidió, y obtuvo de Hitler, la confirmación de que Alema-
nia no se detendría ante la ocupación total de Grecia, in-
cluso si los griegos trataban de llegar a un acuerdo tan
pronto como las tropas alemanas empezaran la invasión;
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Manifestó, además:
«Si América declara la guerra como consecuencia de la en-
trada en la misma del Japón, demostrará esto que América
había tenido ya la intención de entrar en la contienda más
pronto o más tarde... A pesar de que era preferible evitarlo,
la participación de América en la guerra no era en modo
alguno decisiva y no haría peligrar la victoria final de los
países dignatarios del Pacto de los Tres... El momentaneo
alivio que experimentaría la Gran Bretaña por la entrada
de América en la guerra, sería anulado inmediatamente
por la participación del Japón en la misma. En todo caso,
aun cuando los americanos entraran en la guerra, no dis-
ponían de medios militares... América no osaría mandar
su flota naval más allá de Hawai... En el Atlántico no hay
misiones que cumplir, excepto para Inglaterra. Un desem-
barco en Europa es imposible, y África está demasiado le-
jos... En un ataque aéreo, Alemania siempre gozaría de
superioridad... y, si en contra de todos los pronósticos, los
americanos eran lo bastante imprudentes para enviar su
flota naval más allá de Hawai, representaría esto la mayor
oportunidad que se les podría ofrecer a las potencias del
Eje para terminar la guerra rápidamente.»
Ribbentrop estaba convencido de que «en este caso, la flo-
ta naval japonesa cumplirá de un modo terminante con su
misión».
Durante esta conferencia, Ribbentrop se limitó a exponer
los puntos de vista que Hitler había expresado en ocasio-
nes anteriores y que el propio Hitler confirmó en unas di-
rectrices el siguiente 5 de marzo 204. Firmadas por Keitel
como jefe del O.K.W., estas directrices representaban la
confirmación autorizada de la política de Hitler con respec-
to a la colaboración con el Japón.
«Debe ser nuestra aspiración inducir al Japón, lo antes po-
sible, a tomar nuevas medidas militares en el Lejano
Oriente. Poderosas fuerzas británicas se encontrarán
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mentos.
Deseaba que Matsuoka se llevara consigo al Japón los si-
guientes puntos. Alemania ha ganado ya la guerra... Pero
la entrada del Japón en la misma serviría para apresurar el
fin de las hostilidades. Esto está, sin duda alguna, más en
interés del Japón que de Alemania ya que le ofrece una
oportunidad única, que tal vez no vuelva a presentarse, de
conseguir los objetivos nacionales del Japón, una opor-
tunidad que le permitirá jugar un papel predominante en
el Lejano Oriente.
Pero admitió, al igual que Hitler que, con respecto a los Es-
tados Unidos, «era necesario, desde luego, correr un cierto
riesgo».
Lo más sobresaliente en este aspecto de las negociaciones
con el Japón, es la actitud de Hitler en aceptar los riesgos y
en perseguir fines confusos e incompatibles. Por un lado,
deseaba mantener a los Estados Unidos lejos de la guerra;
y sus propios esfuerzos en el Atlántico durante el año 1941,
son un testimonio por demás evidente de su deseo en este
sentido. Por otro lado, su deseo más imperativo era termi-
nar la guerra con la Gran Bretaña, «debilitar la posición de
Inglaterra», tal como declaró Ribbentrop ante el Tribunal
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Noruega.
Con fecha 18 de marzo de 1941, había ordenado ya reforzar
la artillería costera en Noruega, transferir algunas unida-
des aéreas adicionales a dicha zona y organizar un disposi-
tivo especial para la defensa de Narvik. El mismo día deci-
dió mandar al Tirpiz a Trondheim antes de que hubiera si-
do terminado. El 19 de julio de 1941 anunció que «en el
Norte y en el Oeste las tres armas de las Fuerzas Armadas
debían tener en cuenta posibles ataques ingleses contra las
islas del Canal y la costa de Noruega». Las medidas orde-
nadas en marzo, sin embargo, fueron una reacción directa
de la incursión británica contra las islas Lofoten del 4 de
marzo; el anuncio de julio fue simplemente una precau-
ción ordinaria relacionada con el ataque a Rusia. No fue
hasta otoño de 1941 que Hitler empezó a sentir serias preo-
cupaciones por Noruega; pero entonces fueron tan graves
cuanto más inexplicables.
El 17 de septiembre sugirió que el crucero de batalla
Schranhorst y el Gneisenau, entonces en Brest, debían
trasladarse a Noruega «con objeto de defender la zona nor-
te». A Raeder le disgustó esta decisión; el 13 de noviembre,
al asentir que el Tirpiz no fuera mandado al Atlántico «de-
bido a ser más necesaria su presencia en la zona norte»,
propuso que el acorazado de bolsillo Admiral Scheer y los
cruceros de batalla anclados en Brest fueran mandados al
Atlántico para destruir mercantes enemigos. Hitler se negó
a esta demanda. En su lugar, ordenó a Raeder que intenta-
ra el cruce del Canal por los cruceros; pensó que conven-
dría asimismo mandar el Scheer a Noruega. La razón de
esta actitud era su creencia de que «el punto vital en la ac-
tualidad es el mar de Noruega».
Si ésta era su opinión antes de la entrada de los america-
nos en la guerra, su temor por Noruega se convirtió en una
obsesión cuando dicho desembarco tuvo lugar. Sin otra
justificación, al parecer, que la anterior incursión en las
Lofoten, estaba convencido de que Noruega sería atacada
en un futuro próximo.
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Azores, Madera o las islas del Cabo Verde; pues era toda-
vía su convicción, que, debido a que Alemania debía ocu-
par estas islas antes de ocupar Gibraltar, los Estados Uni-
dos y la Gran Bretaña no podrían atacar el continente afri-
cano sin antes ocupar las islas atlánticas. Cuando Raeder
objetó que «no podemos permitirnos apartar de su actual
cometido un número considerable de submarinos con este
solo objeto», Hitler abandonó su idea. Este incidente tal
vez sirva para dar cuenta del pesimismo con que Hitler
contemplaba ya la amenaza de un ataque al África occiden-
tal. Una gran parte de su aparente ansiedad por Noruega
era debida, para-dójicamente, al hecho de que la defensa
de Noruega era algo en la cual podía intervenir. Por el con-
trario, no podía hacer nada para defender el África occi-
dental; y lo sabía muy bien.
Raeder se había negado siempre a aceptar este punto de
vista. El 12 de diciembre de 1941, aun cuando convencido
de que la acción enemiga no era todavía inminente, presio-
nó en favor de la ocupación de Dakar, «que sería de valor
para la batalla del Atlántico», y anunció que «el Alto Man-
do Naval, ahora como siempre, abogaba en favor de la con-
solidación de la posición francesa en el África occidental».
Pero esta proposición, lógica antes de iniciar el ataque a
Rusia, había perdido todo contacto con la realidad después
del fracaso de la campaña rusa, y más aún después de la
entrada de los americanos en la contienda. A su debido
tiempo él mismo lo comprendió también. Fue él quien
primero se refirió a esta circunstancia el 26 de agosto de
1942. Recordó a Ilitler que la ocupación de Gibraltar «si-
gue siendo el más preciado de los objetivos», pero añadió,
«para el futuro». Más importante todavía, aun cuando «se-
guía considerado un posible intento de los anglosajones
para ocupar el África occidental, y poner pie en ella con
ayuda de los franceses, con una grave amenaza sobre el es-
fuerzo de guerra alemán», implicaba que él, lo mismo que
Hitler, había llegado finalmente a la conclusión de que na-
da podía hacerse para evitarlo.
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peorar.
Por consiguiente, incluso si la flota de superficie no hubie-
se sido estacionada en Noruega, las operaciones contra las
rutas comerciales hubiéranse visto limitadas, aparte de los
mayores riesgos implicados después de la entrada de los
Estados Unidos en la guerra.
En otro aspecto, sin embargo, el temor de Hitler por No-
ruega aumentó su interés por la flota de superficie y le in-
dujo a suscribir ideas que favorecían a la flota, y que eran
del beneplácito de Raeder. El 13 de noviembre de 1941
Raeder tenía todavía sus dudas sobre si debían proseguir
los trabajos en el portaaviones Graf Zeppelin, puesto
que calculaba que éste no estaría terminado hasta fines de
1944, aun en las más favorables circunstancias. Sin
embargo, Hitler expresó su deseo de proseguir los trabajos
y estaba seguro de que la aviación podría utilizar el porta-
aviones en un futuro próximo. El 12 de marzo de 1942,
Raeder pidió que las obras fueran aceleradas y que las
fuerzas aéreas en Noruega fueran reforzadas. Una reciente
salida del Tirpitz contra un convoy ártico, en el que escapó
justamente de ser torpedeado por aviones torpederos,
le convenció de la debilidad de sus fuerzas en relación
con la flota inglesa, del peligro, en particular, reportado
por los aviones torpederos enemigos, y de la necesidad de
disponer de portaaviones y bases aéreas para apoyar las
operaciones alemanas si se quería que éstas tuvieran éxito,
así como también para defender a Noruega.
Hitler había llegado a la misma conclusión; ordenó que
fuera reforzada la aviación en apoyo de la flota; asimismo
ordenó que el portaaviones fuera rápidamente terminado.
El 13 de abril, sin embargo, fue evidente que no podría
estar dispuesto para operar antes del invierno de 1943, y el
13 de mayo se decidió la rápida conversión de cuatro gran-
des buques mercantes en portaaviones auxiliares. «El Füh-
rer considera descartado que las grandes unidades de su-
perficie operen sin la protección de la aviación.» La con-
versión del Seidlitz fue asimismo estudiada, pero Raeder
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Anexos
Protocolo de Hossbach
Politica racial y territorial de Hitler
BERLIN, Noviembre 10 de 1937
Acta de La Conferencia realizada en la Cancillería del
Reich. Berlín, Noviembre 5 de 1937. De 4:15 a 8:30 p.m.
Los presentes:
El Fuhrer y Canciller del Reich,
Mariscal de Campo von Blomberg, Ministro de Guerra
Coronel General Baron von Fritsch, Comandante en Jefe
del Ejército
Admirante Dr. H.C. Raeder, Comandante en Jefe de la Na-
val
Coronel General Göring, Comandante en Jefe de Lutwaffe
Baron von Neurath, Ministro de Asuntos Exteriores
Coronel Hossbach
El Fuhrer comenzó diciendo que la importancia del tema a
tratar en la presente conferencia era tal que en otros países
hubiera requerido la reunión de todo el Gabinete de Go-
bierno, pero que en su caso había descartado este hecho,
basado precisamente en la importancia del mismo. La
exposición que el Fuhrer hizo del tema, fue fruto de una
completa deliberación y de sus experiencias durante los
cuatro años y medio en el poder. Su deseo era exponer a
los presentes las ideas básicas relacionadas con los requeri-
mientos y oportunidades existentes para el desarrollo de la
posición alemana en el campo de los asuntos internacio-
nales, y pidió a los asistentes que su exposición fuera con-
siderada, en su eventual muerte, como su testamento y
última voluntad para proteger los intereses a largo plazo
de la política alemana.
A continuación el Fuhrer expuso que en un principio el
principal objetivo de la política alemana era asegurar y
preservar la comunidad racial, para subsecuentemente au-
mentar su tamaño; lo que hizo de este objetivo una
cuestión de espacio.
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Autarquia
Lograda unicamente bajo estricto liderazgo del Estado Na-
cional Socialista. Asumiendo lo anterior, se pueden esta-
blecer los siguientes posibles resultados:
A. En el campo de la materia prima, imponer la autarquía
parcial.
1) Con respecto al carbon, debido a que puede ser consid-
erado material prima, la autarquía es posible.
2) En lo concerniente a los minerales, la posición es mucho
más díficil. Los requerimientos de hierro, al igual que los
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CASO 1:
Período 1943-1945. Después de esta fecha solo un cambio
para lo peor puede ser esperado por nosotros. El equipo
del ejército, la marina, la luftwaffe, como también la for-
macion del cuerpo de oficiales ha sido casi completado. El
equipo y armamento son modernos; pues de esperarse un
poco más se correría el riesgo de que se volvieran obsole-
tos. En particular, el secreto de las “Armas Especiales” no
podrá ser mantenido para siempre. El reclutamiento de
reservas esta limitado a la actual composición de la
población por edades; adicionales retiros de grupos de
edades mayores sin entrenar no son posibles.
Nuestra fortaleza relativa disminuirá en relación al rearm-
amiento que será llevado a cabo por el resto del mundo. Si
no actuamos en el período entre 1943-1945, en cualquiera
de estos años podrá producirse la crisis alimentaria como
consecuencia de la falta de reservas. Alcanzar el nivel de
reservas internacionales necesarias no es posible, convir-
tiéndose este en el punto más débil del régimen.
Además el mundo estaba esperando nuestro ataque, por lo
cual reforzó las medidas de respuesta necesarias. Fue
mientras el resto del mundo preparaba sus defensas (sich
abriegele) que nos vimos obligados a tomar la ofensiva.
Nadie sabe aún cual será la situación para 1943-1945. Solo
una cosa es cierta, no podemos esperar más.
Por un lado estaba la gran Wehrmacht, la necesidad de
mantenerlo en el presente nivel y el envejecimiento tanto
del movimiento como de sus líderes. Por el otro, las predic-
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CASO 2:
Si conflictos internos se desarrollan en Francia, hasta tal
punto que la crisis doméstica absorba por completo su
Ejercito y por ende su capacidad de ataque a Alemania, en-
tonces el tiempo para actuar en contra de los Checoslova-
cos habra llegado.
CASO 3:
Si Francia se encuentra tan envuelta en una guerra contra
otro estado, de tal manera que no pueda proceder contra
Alemania.
Para el mejoramiento de nuestra posición político-militar
nuestro primer objetivo, en el evento de vernos envueltos
en una guerra, debe ser derrotar simultáneamente a Che-
coslovaquia y Austria con el objetivo de evitar cualquier
amenaza proveniente del Este en contra nuestra. Si Checo-
losvaquia se encuentra en conflicto con Francia, es poco
problable que nos declaren la guerra el mismo día la de-
claren a Francia. Entre los Checoslovacos, el deseo de ir a
la guerra incrementará en proporción a cualquier debilita-
miento en nuestro flanco, por lo cual cualquier amenaza
de su parte se verá materializada en un ataque hacia Sile-
sia, ya sea desde el norte o desde el oeste.
Si los Checoslovacos fueran derrotados y una frontera Ale-
mana-Hungara común fuera desarrollada, sería más prob-
able que la actitud de Polonia, frente a un enfrentamiento
entre Francia y Alemania, fuera neutral. Nuestrsos acuer-
dos con Polonia solo mantendrán su fuerza en tanto que la
fortaleza de Alemania permanezca. Es importante tener en
cuenta que si se produjeran retrocesos en el frente Ale-
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Mapas Operativos
Operaciones en Polonia
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Indice
Prologo.................................................................................9
Capitulo I ........................................................................... 15
La Marina de Guerra Alemana, el Pacto Ruso, el Problema
Britanico y el Comienzo de las Hostilidades ..................... 15
I La Flota naval alemana en el año 1939....................... 15
II Las razones de su falta de preparacion .................... 20
¿A qué se debe que la marina de guerra alemana no
estuviese preparada? ............................................... 20
III La politica exterior britanica y la decision de Hitler
de atacar Polonia.......................................................... 29
IV El Pacto Ruso-Germano .......................................... 34
V El dilema de Hitler en el Oeste ..................................45
Capitulo II.......................................................................... 61
La primera Fase ................................................................. 61
I Los intentos de Hitler para aislar la Campaña de Polo-
nia.................................................................................. 61
II Las proposiciones de Raeder al fallar este intento .. 70
III La actitud de Hitler frente a las proposiciones de la
Flota; sus propios planes para un ataque inmediato a
Francia...........................................................................73
Capitulo III ........................................................................87
La Invasion de Noruega y la Caida de Francia..................87
I El forzado aplazamiento del ataque a Francia ...........87
II Oposicion al plan frances, las cosnecuencias del apla-
zamiento y la oposicion a la actitud de Hitler con respec-
to a la guerra................................................................. 93
III La invasion de Dinamarca y Noruega....................102
IV Un juicio critico de la estrategia de Hitler hasta la cai-
da de Francia ............................................................... 110
Capitulo IV........................................................................117
La Invasion de Inglaterra .................................................117
I La aversion de Hitler a adoptar el plan de invasion..117
II Su decision de llevar a cabo la invasion .................. 122
III El fracaso del Plan.................................................. 132
IV La explicacion de la actitud de Hitler..................... 137
Capitulo V ........................................................................149
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Mapas Operativos............................................................355
Operaciones en Polonia...............................................355
Operacion «Caso Amarillo» ........................................357
Mapa Operacion Barbarroja .......................................359
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