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a importancia de la agricultura en la actualidad

¿Sigue siendo tan importante la agricultura hoy en día como siempre lo ha sido? Las estadísticas de
la FAO revelan que en los albores del nuevo milenio 2 570 millones de personas dependen de la
agricultura, la caza, la pesca o la silvicultura para su subsistencia, incluidas las que se dedican
activamente a esas tareas y sus familiares a cargo sin trabajo. Representan el 42 por ciento de la
humanidad. La agricultura impulsa la economía de la mayoría de los países en desarrollo. En los
países industrializados, tan sólo las exportaciones agrícolas ascendieron aproximadamente a 290
000 millones de dólares EE.UU. en 2001. Históricamente, muy pocos países han experimentado un
rápido crecimiento económico y una reducción de la pobreza que no hayan estado precedidos o
acompañados del crecimiento agrícola.

En las estadísticas comerciales se considera la agricultura únicamente como una actividad


económica. La agricultura como forma de vida, patrimonio, identidad cultural, pacto ancestral con la
naturaleza, no tiene un valor monetario.

Entre otras importantes contribuciones no monetarias de la agricultura cabe citar el hábitat y el


paisaje, la conservación del suelo, la ordenación de las cuencas hidrográficas, la retención de
carbono y la conservación de la biodiversidad. El agroturismo cuenta con numerosos adeptos en
muchos países desarrollados y en desarrollo, ahora que los habitantes de la ciudad buscan una
escapada pacífica y demuestran un interés nuevo en los lugares de donde proceden sus alimentos.

Pero quizás la aportación más significativa de la agricultura sea que, para más de 850 millones de
personas subnutridas, la mayoría de ellas en las zonas rurales, constituye un medio para salir del
hambre. Sólo cuentan con un acceso seguro a los alimentos si los producen ellos mismos o tienen
dinero para comprarlos. El sector que ofrece más posibilidades de ganar dinero en las zonas rurales
es un sector floreciente de la alimentación y la agricultura.

En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, celebrada en Roma en 1996, y después en la Cumbre


Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, celebrada en 2002, los dirigentes mundiales se
comprometieron a reducir a la mitad el número de personas hambrientas para el año 2015. Al
suscribir los "Objetivos de desarrollo del milenio de las Naciones Unidas", los dirigentes se
comprometieron a reducir la pobreza extrema y el hambre a la mitad para el año 2015 y a garantizar
la sostenibilidad del medio ambiente.

Muchas iniciativas internacionales y redes de la sociedad civil, como la Alianza Internacional contra
el Hambre, sirven de foro para que personas de diferentes culturas se reúnan y planeen medidas
para reducir el hambre. La campaña TeleFood de la FAO sensibiliza acerca del hambre mediante
manifestaciones culturales, como por ejemplo conciertos. El Día Mundial de la Alimentación brinda
una oportunidad a escala local, nacional e internacional para impulsar el diálogo y aumentar la
solidaridad

La ingeniosidad humana y cultural, una visión adecuada, las asociaciones y el apoyo -incluidos el de
la FAO y el de la comunidad internacional- pueden sin duda generar progresos en la consecución de
la seguridad alimentaria para todos.

De la biotecnología y la sabiduría
Cuando para la solución de un problema se aplican por igual la ciencia moderna y la cultura
tradicional, pueden conseguirse resultados impresionantes y duraderos.

Pongamos como ejemplo el caso de la oca, un tubérculo que constituye un alimento tradicional
y básico de 10 millones de personas que viven en los Andes. En el decenio de 1980, un
estudiante postgraduado de la Universidad Nacional de San Marcos de Lima (Perú), sirviéndose
de la biotecnología del cultivo de meristemas -tejido vegetal formado por células que se
multiplican activamente- y gracias a una pequeña beca de investigación, se propuso eliminar un
virus congénito que reducía el rendimiento del cultivo. Tomó un trozo de meristema y reprodujo
una planta entera sin virus. El rendimiento de los cultivos se duplicó.

Las medidas que se tomaron después fueron tan importantes como el adelanto científico. En
lugar de intentar vender su variedad de "superoca" a los agricultores pobres de los Andes, el
investigador reflexionó sobre la naturaleza y los usos de la oca en su contexto cultural. Había
conseguido suprimir el virus de una variedad, pero cada zona agroecológica tenía su propia
variedad, adaptada y seleccionada a lo largo de milenios para aclimatarse a la altitud, el clima y
el suelo de su zona y para resistir a las enfermedades y plagas locales. Lo que es más, cada
variedad se acomodaba a las necesidades y los gustos de la comunidad que la cultivaba.

Una variedad única de "superoca" no prosperaría en cualquier sitio. La acertada solución del
investigador consistió en recoger variedades de zonas diferentes, desarrollar versiones sin virus
en el laboratorio y devolver cada una de esas variedades a su lugar de origen. Dado que
normalmente las familias campesinas no vendían ese cultivo sino que lo destinaban a su
consumo o lo intercambiaban con vecinos de la zona, esta estrategia supuso una forma concreta
y económica de reducir la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria.

El profundo impacto de la papa en la cultura


La papa fue el primer cultivo de raíz que se convirtió en alimento básico de una civilización: los
incas. Aunque los incas también producían maíz, algodón y lana de llama, y contaban con
sofisticados sistemas de riego, elaboración de alimentos y tecnologías de almacenamiento,
dependían de la capacidad de la papa para darse en todas las zonas cultivables de la dura región
de los altiplanos andinos en América del Sur.

Un campo de raíces alimenta a más personas que un campo de trigo de dimensiones


equivalentes. Aunque las raíces son nutritivas, aportan menos proteínas y más almidón que los
cereales. Al ser más voluminosas, también resultan más caras de transportar. Así pues, estos
cultivos tienden a ser alimentos locales que consume la población pobre.

Esas características iban a cambiar la dieta alimentaria y la historia europeas profundamente.


Los españoles llevaron la planta de la papa a Europa en el siglo XVI y su uso está documentado
en la Europa meridional en los dos siglos siguientes. No obstante, fue tan sólo en el siglo XVIII
cuando, gracias a la demografía y a la ciencia, se logró llevar este humilde tubérculo a las mesas
de la Europa septentrional. Más o menos en el mismo momento en que la presión demográfica
estaba causando un aumento de la demanda de alimentos, los criadores de ganado
desarrollaron por fin variedades de papa de madurez temprana, que se daban bien en las
condiciones de crecimiento de las zonas septentrionales.

En opinión del escritor alemán Günter Grass, la papa, gracias a que puede cultivarse de forma
rápida y barata, liberó a las masas del hambre, permitió que la clase obrera creciera más robusta
y que más personas que trabajaban en las granjas pudieran incorporarse a las fábricas del siglo
XIX. Las fábricas supusieron el desarrollo de una fuerte clase trabajadora que, a su juicio,
democratizó Europa.

Por otro lado, el impacto cultural de la papa en Irlanda generó controversia cuando se convirtió
en un alimento básico en el siglo XVIII. Si bien se elogiaba este cultivo por proteger a los pobres
del hambre, los críticos argumentaron que también había empobrecido a los irlandeses haciendo
aumentar la población de tres a ocho millones en menos de un siglo, lo que provocó un descenso
de los salarios. Algunos incluso criticaron a la papa como "mero" alimento, primitivo y carente de
toda resonancia cultural, frente al trigo, que debía cosecharse, trillarse, molerse, amasarse y
hornearse para obtener una hogaza de pan, con todas sus connotaciones de civilización y
simbolismo religioso.

Irónicamente, cuando en 1845 el añublo destruyó la cosecha de papa en Irlanda -causando


hambruna porque la gente dependía de un único cultivo para su supervivencia- los científicos
tuvieron que acabar volviéndose hacia los Andes para encontrar una variedad resistente a la
enfermedad.

La interdependencia de los recursos genéticos sigue siendo muy fuerte en todas las regiones y
países del mundo. El diálogo entre las diferentes culturas es necesario para mantener,
intercambiar y utilizar estos recursos y la información conexa con vistas a conseguir la seguridad
alimentaria y una agricultura sostenible, tanto hoy como en el futuro.
mportancia de la Agricultura
Desde tiempos ancestrales, gracias a la agricultura, pero sobre todo, a
través del dominio de las técnicas de cultivo del suelo para la obtención
controlada de vegetales, se encontró la solución para el abastecimiento
regular de los seres humanos, y con ello, la reducción de la mortalidad de
los mismos. De este modo, gracias al progreso social y económico que
supuso el suministro de alimentación, y posteriormente, el desarrollo del
comercio, se consiguió, por consiguiente, el impulso necesario para
el crecimiento económico de los países.
Por ello, como sostiene la OCDE, la agricultura es considerada como una
de las actividades económicas, sociales y ambientales más esenciales para
el ser humano. Como es conocido por todos, en primer lugar, la agricultura
nos provee de bienes naturales en forma de alimento, o de materias primas
para la industria textil; pero no sólo cumple estas funciones primarias. Las
actividades agrícolas además, tienen consecuencias ambientales, pues
construyen el paisaje y aportan ventajas medioambientales en la
conservación del suelo, preservando la biodiversidad y procurando una
gestión sostenible de los recursos naturales. Asimismo, supone unas de
las actividades económicas esenciales para el desarrollo económico de las
naciones, ya que fomentan el desarrollo económico y social de numerosas
zonas rurales.
La agricultura es, por tanto, una parte fundamental del sector económico
primario junto con la ganadería, y es una base importante para el
crecimiento de la economía de los países. En la actualidad millones de
personas se sustentan gracias a la agricultura, tal y como indican los últimos
informes elaborados por la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, fomentando la seguridad alimentaria e
impulsando las economías de los países en vías de desarrollo.
Así, las políticas agrícolas, en todos sus ámbitos (nacional, regional o
internacional) se han convertido en herramientas imprescindibles para el
desarrollo de los países en general, aunque, sobre todo, para los países
menos desarrollados; pues son los medios más eficaces para la reducción
de la pobreza en estas áreas, siendo una fuente primaria de alimentos y de
empleo para la población de las mismas.

De hecho, como se muestra a través del esfuerzo implementado por estas


políticas de manera integral, la importancia de la agricultura, podemos
concluir, no reside en una de sus funciones en particular, sino que radica en
el desarrollo y condicionamiento en sus tres vertientes, ambiental,
económico y social, de manera que éstas son interdependientes entre sí.
Agricultura tradicional
Si bien es cierto que la agricultura tradicional se diferencia ampliamente según el ámbito
ecológico y la sociedad donde se desarrolla, también es cierto que, independientemente de
su paisaje y sus condicionamientos, podemos definir unas líneas comunes que la precisan.
Una de sus principales características es el atraso técnico y tecnológico, que implica
una economía de subsistencia y se dedica al gasto familiar gran parte de lo cultivado en la
tierra. La creación de vías de comunicación, y el consiguiente acceso a los mercados, permite
una progresiva reducción de la superficie de cultivo, al poder obtener productos más baratos
que los que se cultivan. Además, el conocimiento de otras técnicas de cultivo favorece la
asunción de una tecnología mucho más avanzada.
Este tipo de agricultura lo practica en la actualidad más de 1/5 de la humanidad, y supone
gran parte de la superficie agrícola del mundo. En general, la encontramos en los países
subdesarrollados y con problemas de superpoblación. La revolución verde trató de superar
estos problemas, pero provocó un cambio drástico en la dieta. Además, frecuentemente,
destruyó los sistemas tradicionales de cultivo y provocó algunas crisis ecológicas.
El incremento de la producción agraria ha llegado a cubrir las necesidades calóricas de la
población en los países del Tercer Mundo, hasta en las regiones más pobladas, pero sólo en
términos estadísticos, ya que no siempre los alimentos están bien repartidos, ni son los que
tradicionalmente se consumen. Por el contrario, se ha reducido la variedad de los alimentos.
Los factores fundamentales de este progreso son: la intensificación de la productividad en
las tierras de cultivo y el recurso a una abundante mano de obra, barata. Sin embargo, ha sido
la desaparición paulatina de los modos de producción agrícola tradicionales los que han
supuesto la aparición de las grandes desigualdades, y del hambre crónica para gran parte de
la población del Tercer Mundo. La irrupción de la agricultura capitalista ha generado
un proletariado agrícola y rural de campesinos sin tierra, o con explotaciones minifundistas.
Los principales tipos de agricultura tradicional son:

 Los pueblos de cazadores-recolectores


 La agricultura itinerante o cíclica
 El arrozal asiático

Características comunes
Todos los pueblos que practican este tipo de agricultura tienen un policultivo de subsistencia
que les proporciona todos los alimentos que consumen. En este tipo de agricultura es
fundamental la integración de la ganadería, que ocupa las tierras que quedan en barbecho.
En este modelo la propiedad del suelo, normalmente, es comunal, ya que todos participan
en la roza del bosque. Pero, también, hay propiedad privada, bien sea esta de la explotación,
que se trabaja temporalmente, o de la producción.
Esta es una agricultura que no proporciona excedentes, por lo que está en franco retroceso
ante el empuje de la agricultura capitalista. Sin embargo, exceptuando algunos casos, la
agricultura tradicional está afectada por la técnica y las modernizaciones propugnadas por
la revolución verde. La agricultura de secano comienza a reducir los barbechos: con la
utilización de abonos, los ciclos de cultivos y los regadíos. La introducción de cultivos
comerciales debilita el sistema tradicional, comprometiendo el equilibrio biológico del suelo y
Agricultura tradicional: tecnica de la
agricultura tradivcional
Agricultura tradicional: Sistema de producción basado en conocimientos y prácticas
indígenas, que han sido desarrollados a través de muchas generaciones.

Agricultura tradicional: Es la practicada antiguamente en los países del Primer Mundo y la


común hoy en amplias zonas del Tercer Mundo. Tiene mucho de ecológico, pero no es
"agricultura ecológica" porque le falta la conciencia actual científica de la ecología. Las
peculiares facultades de percepción -"intuitivas"- de los pueblos antiguos se fueron
perdiendo, y los conocimientos sobre el funcionamiento de la Naturaleza obtenidos gracias
a ellos, tuvieron que mantenerse fijados mediante las tradiciones. Luego nació la conciencia
racional, que poseen actualmente muchas personas y que encarna el método de observación
científico. Lo antes dicho se refiere a tendencias generales en la humanidad, porque a lo
largo de la Historia ha habido -y las hay- personas con restos de esa capacidad intuitiva o
con una conciencia más avanzada que sus vecinos, y sus indicaciones han sido convertidas
por los demás agricultores en recetas, es decir tradiciones. Incluso podría decirse que
la agricultura convencional es tradicional en el sentido de que quien la practica sigue las
recetas de los brujos de bata blanca.

 English version
7 métodos de agricultura
sustentable para combatir
la hambruna del futuro
Frente a la escasez de comida, aprender las técnicas para mantener un
cultivo sano y suficiente serán habilidades básicas en el futuro.

MAR 24, 2013


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Está previsto que la población mundial alcanzará los 9.2 mil millones de
personas para el 2050. Si en 2012 la Organización Mundial de Alimentos
y Agricultura (The Food and Agricultural Organisation, FAO, por sus
siglas en inglés) estimó que una de cada ocho personas se van a dormir
con hambre, esta situación sólo puede agravarse en las condiciones
actuales. Y esto no es lo único de lo que nuestros nietos tendrán que
preocuparse.

Factores como el aumento de los costos en la producción de alimentos, el


cambio climático, así como la ineficiente distribución de los sistemas
alimentarios y restricciones en el uso de suelo para la agricultura (casi 3/4
de la tierra para cultivo ya se están utilizando, y lo demás no se utiliza por
su baja producción o por encontrarse en reservas ecológicas) nos hacen
preguntarnos de qué modo podríamos promover estilos de vida que desde
hoy nos ayuden a prever las condiciones futuras y evitar una crisis
alimentaria.

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Una opción es el cultivo sustentable. Desarrollar junto con los agricultores
nuevas técnicas para producir comida sin agravar los costos al medio
ambiente es una opción. En sí misma, producir menos carne ayudaría a
reducir el impacto ambiental (al utilizar el grano para consumo del ganado
en otras formas de alimentación humana, así como invertir con mejor
eficiencia el agua y la tierra destinadas a su manutención): hoy en día
producir un kilo de carne cuesta en promedio unos 10 kg de alimento y
15,000 litros de agua.

En un nivel doméstico la batalla también está puesta. A continuación


ponemos algunas formas en que puedes contribuir a reducir el problema
de la alimentación mediante la implementación de la agricultura
doméstica:

Siete sencillos métodos de agricultura doméstica sustentable


1. Administración del agua
La calidad de la tierra puede mejorarse con un drenado eficiente de la
misma. Una incorrecta administración del agua afecta no sólo la calidad
del suelo, sino a los ríos y a la vida silvestre que dependen de ella. Además
del drenado de la tierra para que esta no se pudra, los granjeros deben tratar
de cultivar solamente productos propios de la región, pues será más
sencillo que tales alimentos se adapten al clima local. Implementar un
sistema de recolección y almacenamiento de agua de lluvia es necesario
para irrigar la tierra sin utilizar los mantos freáticos.

2. Mantenimiento de la tierra
Métodos tradicionales como el arado aseguran que la tierra tenga
movimiento y que puedan aprovechar el aire. Los fertilizantes naturales
como el estiércol o los cultivos de cobertura, así como el uso de cenizas
de carbón natural también pueden mejorar la calidad de la tierra, y por
ende, la calidad del cultivo.

3. Limpiar la tierra a mano


En grandes extensiones esto ha dejado de ser posible, pero eliminar la
cizaña y los hierbajos utilizando químicos será contraproducente. Lo
mejor es cortar y pacer la tierra antes de que la hierba mala aparezca y se
reproduzca.

4. Variedades de cultivo
No es recomendable plantar siempre el mismo tiempo de semilla. Utilizar
distintas variedades de la misma especie asegura que la diferencia genética
produzca cultivos más fuertes. Las semillas transgénicas tratan de sustituir
este proceso que las semillas realizan por sí mismas a través del tiempo;
cabe decir que es mejor utilizar semillas no transgénicas.

5. Venta de cultivos locales


Empacar, transportar y almacenar cultivos también genera un consumo
innecesario de energía. Utilizar semillas locales no sólo reduce la huella
de carbono sino que permite que los beneficios económicos del cultivo
permanezcan en la comunidad.

6. Atraer animales que no dañen el cultivo


Antes de la aparición de los pesticidas, el hombre atraía a los depredadores
de aquellos animales que diezman el cultivo. Algunos granjeros
construyen refugios para pájaros y murciélagos que se alimentan de
insectos; incluso compran mariquitas (catarinas en algunos países) para
alimentarse de las plagas.

7. Rotación de cultivo
Otra técnica milenaria para mantener la calidad del suelo y permitir que
los nutrientes vuelvan a estar disponibles para las siguientes siembras.
También puede ayudar a deshacerse de enfermedades o plagas que
afectaran a los cultivos anteriores.

[EcoStreet]

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