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Lección 8 “LA DESOBEDIENCIA DEL HOMBRE”

1“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol
del huerto? 2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer:
No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros
ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;
y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella.”
(Génesis 3:1-6)
En este estudio nos enfocaremos en el versículo 6: “Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;
y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella.
La conversación o trabajo de la serpiente con la mujer ha terminado, quedo concluido;
ella se encuentra sola y fascinada con la propuesta de la serpiente, creyó las palabras
del maligno, ahora su corazón se encuentra infectada con la incredulidad, su ser interno
se encuentra con una inclinación maligna, está disminuida o derribada su fe en el
mandato establecido por Dios:” Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol
del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás;
porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:16-17). La mujer
una vez encontrada ante la gran decisión de su vida, resolvió poner su mirada en sí
misma, con la ilusión y esperanza de ser como Dios; determinó seguir sus propios
pensamientos, no seguir sometida al mandato divino, por eso puede apreciarse a la
mujer frente al “árbol prohibido” convertido ahora en el centro de atención, viendo,
observando y pensando diferente, no ve peligro alguno, considera aquel árbol como
clave de su felicidad y por su ambición se sentía atraída hacia él, concluyó que era
bueno, atractivo y codiciable.

1.- “y vio la mujer que el árbol era bueno para comer”. La mujer con ojos seducidos fijó
sus ojos con toda atención en el fruto prohibido, lo miró con un nuevo parecer. Pues ya
no estaba satisfecha con la porción que Dios le había dado. Miró ansiosamente al árbol
cuyo fruto era sabroso o delicioso al paladar y bueno para satisfacer las necesidades de
su cuerpo: bueno para comer. Bueno (heb. Towb) mejor y agradable. Ella vio que no
tenía nada de malo en sí mismo. era positivo, útil y provechoso para satisfacer las
necesidades y deseos más básicos del cuerpo humano.

2.- y que era agradable a los ojos. Agradable (heb. tahavá) significa deseable, atractivo
e interesante y hermoso a la vista. Era una delicia a los ojos. Con su belleza encantaba
o seducía a los ojos y despertaba los sentidos como el apetito de comerlo. Su belleza
atraía como un imán. Los rabinos judíos enseñan que los ojos y los oídos son las
ventanas del alma, y lo que dejamos entrar crece en el corazón, hasta que se cometa la
acción.

3.- y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría. Codiciable (heb. chamad) agradable y
deseable. Era sumamente deseable para llegar a ser intelectual, conseguir sabiduría. La
mujer veía que la sabiduría estaba allí al alcance de su mano. Veía que era un fruto
poderoso capaz de desarrollar sus capacidades intelectuales y de controlar el destino de
sus vidas sin depender de Dios. Esto fue lo prometido por la serpiente.

Las tres declaraciones mencionadas se presentan tan pronto como Dios es sacado del
corazón. El paso que da es automático e inmediato, esa es la razón por la que ella no
pensó en las terribles consecuencias de la muerte.
4.- y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella.
En esta parte del texto se ve el desarrollo de la acción de desobediencia del hombre a
Dios. La mujer no dudó, así que ella dio rienda suelta a sus deseos y apetitos físicos
tomando en sus manos el fruto de aquel árbol prohibido y comió. Ella asumió su tarea.
El mandato de Dios fue quebrantado por la mujer, después ella se convierte en generosa
y seductora al dar a su hombre de comer del fruto tan recomendado, y él comió en total
complicidad. Su querida mujer la convenció fácilmente. Siendo él la cabeza, debió
reaccionar enérgicamente ante la perspectiva de desobediencia a Dios, debió protestar
y luego rogar a Dios junto con ella y pedir perdón por ella, después de todo ella no era
la cabeza representativa de la raza humana, el hombre sí lo era, pero no lo hizo. Por
tanto, el hombre la siguió en la desobediencia, pues, obedeció de forma libre, voluntaria
y dócilmente las insinuaciones de su mujer. La serpiente logró su objetivo al llegar hasta
el hombre. Así que ambos desobedecieron al Creador. Esto nos muestra que nadie peca
a solas en la vida, el pecado es contagioso y contamina a otros.

Ambos prefirieron no tomar en cuenta a Dios el Creador, más bien prefirieron obedecer
a la serpiente, desde ese entonces el tentador tomó el lugar de Dios y se convirtió en el
dios de ellos, y ellos como sus hijos. Y la mentira de la serpiente tomó el lugar de la
verdad divina.

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