Quienes hoy somos padres crecimos en la misma casa, tuvimos los
mismos vecinos y, por lo general, debimos compartir todo: habitación, baño, libros, lonchera medio desbaratada, ropa usada (heredada de los mayores) y zapatos remontados… y por eso agradecíamos cualquier cosa que nos compraban.
Sin embargo, hoy en día a los niños se les da todo y mucho de lo
que no necesitan ni se merecen. Parece que por darles a los hijos lo que no tuvimos, les dejamos de dar lo que si tuvimos: muchas exigencias y pocos privilegios. Y por esta razón vivíamos soñando con “ser grandes” para poder gozar de ciertas prerrogativas como tener habitación privada o estrenar ropa y zapatos nuevos (porque del segundo en adelante todo era heredado de los mayores).
Los hijos de la generación postguerra (nacidos en los 8o en
adelante) tienen miles de derechos y privilegios pero pocas obligaciones. Además aun cuando sean mayores de edad, profesionales, tengan auto propio (pagado por sus padres) y cuanto aparato exista (iphone, ipad, computadora, etc.) considera que es nuestro deber ayudarles, solucionarles y complacerlos en todo, a pesar de que ellos no tiene ninguna obligación en el hogar.
Parece que nosotros dejamos de ser padres para ser benefactores,
bogados defensores, choferes y sirvientes adhonorem de los hijos. Sin embargo por lo general, muchos de ellos no viven más agradecidos sino más inconformes, no son más responsables sino más recostados, no colaboran más sino que demandan más y tampoco son más amorosos sino, a menudo más insolentes con sus padres.
A pesar de que no siempre todo tiempo pasado fue mejor, si hay
mucho que rescatar de tiempos pasados, comenzando por el hecho que hasta los años 8o eran los adultos , no los niños, los que tenían más privilegios y también los que mandaban la familia. Si no queremos vivir defraudados, es hora de que le demos más responsabilidades, menos privilegios y bastantes exigencias a nuestros hijos.
Si no queremos vivir sintiéndonos defraudados y criando hijos
malagradecidos es hora de que les demos más responsabilidades menos privilegios y bastantes exigencias. Recordemos que las personas más felices son las que valoran lo que tienen y agradecen lo que reciben… porque han luchado por merecerlo.