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HAY QUE DAR MENOS Y EXIGIR MÁS

Por: ÁNGELA MARULANDA

Quienes hoy somos padres crecimos en la misma casa, tuvimos los


mismos vecinos y, por lo general, debimos compartir todo:
habitación, baño, libros, lonchera medio desbaratada, ropa usada
(heredada de los mayores) y zapatos remontados… y por eso
agradecíamos cualquier cosa que nos compraban.

Sin embargo, hoy en día a los niños se les da todo y mucho de lo


que no necesitan ni se merecen. Parece que por darles a los hijos lo
que no tuvimos, les dejamos de dar lo que si tuvimos: muchas
exigencias y pocos privilegios. Y por esta razón vivíamos soñando
con “ser grandes” para poder gozar de ciertas prerrogativas como
tener habitación privada o estrenar ropa y zapatos nuevos (porque
del segundo en adelante todo era heredado de los mayores).

Los hijos de la generación postguerra (nacidos en los 8o en


adelante) tienen miles de derechos y privilegios pero pocas
obligaciones. Además aun cuando sean mayores de edad,
profesionales, tengan auto propio (pagado por sus padres) y cuanto
aparato exista (iphone, ipad, computadora, etc.) considera que es
nuestro deber ayudarles, solucionarles y complacerlos en todo, a
pesar de que ellos no tiene ninguna obligación en el hogar.

Parece que nosotros dejamos de ser padres para ser benefactores,


bogados defensores, choferes y sirvientes adhonorem de los hijos.
Sin embargo por lo general, muchos de ellos no viven más
agradecidos sino más inconformes, no son más responsables sino
más recostados, no colaboran más sino que demandan más y
tampoco son más amorosos sino, a menudo más insolentes con sus
padres.

A pesar de que no siempre todo tiempo pasado fue mejor, si hay


mucho que rescatar de tiempos pasados, comenzando por el hecho
que hasta los años 8o eran los adultos , no los niños, los que tenían
más privilegios y también los que mandaban la familia.
Si no queremos vivir defraudados, es hora de que le demos más
responsabilidades, menos privilegios y bastantes exigencias a
nuestros hijos.

Si no queremos vivir sintiéndonos defraudados y criando hijos


malagradecidos es hora de que les demos más responsabilidades
menos privilegios y bastantes exigencias. Recordemos que las
personas más felices son las que valoran lo que tienen y agradecen
lo que reciben… porque han luchado por merecerlo.

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