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REMEDIACION DE SUELOS PRIMER

UNIDAD.

Esta asignatura trata del último de los tres parámetros de la biosfera, después del
agua y del aire: el suelo. Tal y como ha quedado de manifiesto, no son elementos
independientes, sino que existe una relación entre ellos, de manera que ninguno
puede ser alterado negativamente sin repercutir en los demás.

El suelo constituye el sustento en el que el hombre habita y desempeña su


actividad y es el soporte biológico de los seres vivos que en él se desarrollan.
Además, establece un equilibrio con su entorno y, por tanto, evoluciona en el
tiempo y en el espacio. Sin embargo, en muchas ocasiones, las actividades
antrópicas degradan con facilidad y rapidez el suelo, exigiendo casi siempre una
recuperación posterior difícil, lenta y cara.

La problemática que vivimos hoy día responde a la visión equivocada durante


años que se ha tenido del suelo (y del resto de factores ambientales) como un
medio con una capacidad de carga ilimitada, es decir, capaz de absorber todo
efecto consecuencia de un determinado aspecto ambiental.

Tras unos primeros capítulos destinados a conocer las características y


particularidades del suelo, la última parte de la asignatura de Contaminación de
Suelos se centra en las causas principales de la contaminación que afectan a este
medio, e incide en las medidas preventivas y correctivas a llevar a cabo para
devolver el suelo a un estado próximo al original.

OBJETIVO RESUMEN DEL APORTACIÓN Y RESULTADO


CAPÍTULO
PARTICULAR CAPÍTULO CONSEGUIDO

Conocimiento del estudio del suelo


Edafología desde el punto de vista de su origen,
constitución y cualidades
Dar a conocer algunos
conceptos básicos sobre
Capítulo 1
el origen de los suelos y
maneras de clasificarlos Factores que condicionan los
cambios en los materiales originales
Factores y
y cómo la roca se transforma en
procesos
suelo por la acción del clima,
formadores
organismos, relieve y paso del
tiempo
Conocimiento de los diferentes
Clasificación y
sistemas de clasificación de suelos,
cartografía de los
haciendo especial énfasis en la Soil
suelos
Taxonomy System

Constituyentes
Mineralogía y composición química
Dar a conocer los inorgánicos del
de los suelos
factores que determinan suelo
Capítulo 2
la geoquímica de los Constituyentes
suelos Estudio de la influencia de la materia
orgánicos del
orgánica en la formación de un suelo
suelo

Particularidades en relación a la
Propiedades
textura, estructura, porosidad,
físicas
consistencia, etc., de un suelo
Proporcionar una visión Propiedades Intercambio iónico y grado de acidez
del suelo como medio fisicoquímicas y basicidad de un suelo
Capítulo 3
idóneo para el desarrollo
de organismos vivos Propiedades Estudio de la salinidad de un suelo
químicas desde un punto de vista químico

Propiedades Análisis del suelo como un conjunto


biológicas de hábitats para los seres vivos

Capítulo 1 .- El estudio del suelo

OBJETIVO

Dar a conocer algunos conceptos básicos sobre el origen de los suelos y maneras
de clasificarlos.

1.1 Definición de suelo

El suelo es un medio poroso heterogéneo muy complejo, cuyas propiedades


físicas, químicas y biológicas interactúan entre sí ejerciendo una gran influencia
sobre la hidrología y disponibilidad de nutrientes. Su composición fisico-química es
la que le confiere su carácter complejo; los procesos de cambios a los que está
sometido son los que lo definen como un cuerpo dinámico. Estos cambios pueden
ser reversibles o irreversibles y pueden determinar que un suelo sea o no fértil.

El suelo es una interfase activa de la litosfera con la atmósfera y la


biosfera, que tiende a un equilibrio con su entorno y que, por tanto,
evoluciona en el espacio y en el tiempo.

El suelo puede plantearse como un sistema abierto, con entradas y salidas de


materia y energía. En este sentido, podemos considerar que está constituido por
tres fases:
- Fase sólida: está formada principalmente por partículas minerales provenientes
del fraccionamiento de rocas y por componentes orgánicos procedentes de los
restos de plantas y animales que se integran. Ambos están en contacto, dejando
una serie de espacios vacíos (poros, cámaras, galerías, grietas u otros) que
determinan la porosidad del suelo.

- Fase líquida: está formada por agua, la cual queda retenida en parte de los
poros del suelo. Puede llevar iones y sustancias en solución o suspensión.

- Fase gaseosa: es la atmósfera del suelo, localizada en aquellos poros que no


están llenos de agua. Permite la oxigenación del suelo.

El espacio intersticial entre las partículas sólidas se denomina espacio


poroso y puede estar ocupado por aire o bien por una solución de
agua y sales disueltas.

El espacio poroso total varía de acuerdo con el tipo de suelo, que resulta ser algo
menor en suelos arenosos y algo mayor en suelos arcillosos (aunque pudiera
parecer no intuitivo). La porosidad ocupada por el aire y por el agua son
inversamente proporcionales y están sujetas a fluctuaciones rápidas, dependiendo
de las condiciones de humedad del suelo.

Estos poros se pueden dividir en dos grupos: macroporos y microporos. Los


macroporos son los que permitirán la percolación del agua a través del perfil del
suelo, teniendo que estar la mayor parte del tiempo completamente aireado; los
microporos son aquellos que por su menor diámetro retendrán el agua que
quedará disponible para los vegetales.

Un suelo en apropiadas condiciones es aquel que posee 50% de sólidos, 25% de


líquidos y 25% de aire. Se considera a un suelo saturado cuando la mayor parte
de sus macroporos se encuentran llenos de agua.

En la figura 1.1 se ilustra la composición porcentual del suelo.


Figura 1.1: Composición porcentual del suelo.

Otra definición del suelo es aquella que atiende a su origen y considera que no es
más que la respuesta de la litosfera a la acción conjunta de la atmósfera y la
hidrosfera (Felipó & Garau, 1986, 7). La acción del clima y de la vegetación sobre
las rocas determinan su génesis y tranformación a lo largo del tiempo; el relieve es
un factor genético que también condiciona su formación y evolución.

La formación de un suelo a partir de la roca es un proceso largo y


complejo que concierne a la rama de las ciencias del suelo
denominada edafogénesis.

Una de las propiedades que diferencian los suelos de las rocas es su incremento
en la porosidad, de tal modo que existen más posibilidades de almacenar agua y
ponerla a disposición de la vegetación.

Del mismo modo, a diferencia de las rocas, la incorporación de materia orgánica al


suelo, entre otras propiedades, le conferirá la posibilidad de formar agregados
organo-minerales. Tales estructuras (que no poseen las rocas), retienen
eficientemente los nutrientes y los ponen a disposición de las plantas. Por tanto,
un suelo es un mejor medio para el desarrollo vegetal que las rocas, permitiendo a
su vez ser un hábitat para las biocenosis edáficas.

Una mala gestión del suelo puede hacer que éste se degrade en poco tiempo. En
efecto, la erosión, la salinización, la contaminación, el deterioro de las propiedades
físicas o la disminución de la fertilidad, son causas comunes de la degradación de
un suelo.

En la tabla 1.1 se proporciona una relación del vocabulario empleado en el estudio


del suelo y que será necesario conocer para seguir sin dificultades el resto de la
asignatura.
Corte vertical del suelo que permite su estudio desde su superficie hasta el
Perfil
material originario. Está constituido por uno o varios horizontes.

Cada una de las capas de un mismo suelo que se disponen horizontal o


Horizonte
subhorizontalmente y tienen características y propiedades diferentes.

Volumen más pequeño del suelo que puede ser reconocido a nivel individual
como un suelo. Figura tridimensional con dimensiones laterales suficientes
Pedión
como para permitir el estudio de las formas de los horizontes y de las
intercalaciones que puedan existir.

Isopedión Conjunto de pediones contiguos que constituyen un polipedión.

Agrupación de pediones idénticos o de isopediones. Es una unidad de paisaje


Polipedión
edáfico y una unidad cartográfica en los mapas de suelos a gran escala.

Pediones que ocupan una superficie no representable a escala de mapa de


Inclusión
suelos y que se consideran como impurezas dentro de un polipedión.

Horizonte
Horizonte identificable mediante la observación.
morfológico

Horizonte resultante de la acción de los principales procesos que determinan


la diferenciación del perfil: la alteración del perfil, la incorporación de materia
Horizonte
orgánica y las translocaciones de material dentro del suelo. Estos horizontes
Genético
informan sobre el proceso formador del perfil y de la posición dentro del
pedión. Su clasificación se hace en base a criterios cualitativos.

Horizonte caracterizado en base a diferentes criterios cuantitativos


Horizonte de
mesurables. Se caracteriza en base a pruebas de campo y de laboratorio. Son
diagnóstico
utilizados en la clasificación taxonómica de un suelo.

Epipedión Horizonte de diagnóstico formado en superficie.

Endopedión Horizonte de diagnóstico subsuperficial.

Sequum Secuencia de horizontes.

Parte superior y más trasformada de un pedión, donde la actividad biológica y


Solum
los procesos edafogénicos han tenido un efecto más intensos.

Material
Material mineral a partir del cual se ha originado un suelo. Es el estado original
originario o roca
del suelo.
madre

Proceso de transformación total o parcial de las rocas y minerales de una roca,


sedimentos, depósito o suelo, al entrar éstos en contacto con la atmósfera, por
Meteorización aflorar o estar muy cerca de la superficie. El proceso vendrá condicionado por
la naturaleza del material, las condiciones climatológicas y la actividad
biológica.

Aporte de materiales a un horizonte del suelo tras haber sido movilizados y


Iluviación
transportados desde otro horizonte.

Pérdida de materiales en un horizonte del suelo tras haber sido movilizados y


Eluviación
transportados a otro horizonte.

Tabla 1.1. Vocabulario específico empleado en el estudio del suelo.


1.2 La edafología

En un principio, el estudio del suelo se desarrolló a través de dos caminos con


poca relación entre ellos; por un lado, el referido a la química de los suelos
agrícolas, que consideraba al suelo como un medio para el crecimiento de las
plantas y, por otro lado, el dedicado a la meteorización de las rocas y la
agrogeología, centrado en la caracterización y distribución espacial de los suelos.

De esta manera, el suelo era considerado por los botánicos como un simple
soporte para el crecimiento de los vegetales; para los químicos como un sustrato
inerte, capaz de almacenar solamente los elementos nutritivos necesarios para el
cultivo y, finalmente, los geólogos lo entendían como una formación superficial
producida por la alteración de las rocas.

El suelo no se consideró como una entidad natural hasta el año 1883, fecha en la
que el ruso V.V. Dukuchaev, formado en una escuela naturalista de gran tradición,
fue el primero en citar como factores causales de los procesos de génesis y
diferenciación de los suelos, la composición química y mineralógica de la roca
parental, los organismos (plantas y animales) vivos o muertos, el clima y la
morfología del lugar.

A partir de este momento ya se puede hablar de una verdadera Ciencia del Suelo.
Esta ciencia, también denominada edafología o pedología, estudia los suelos en
sus aspectos físicos, químicos, biológicos, mineralógicos, morfológicos y
evolutivos, con el objetivo de clasificar los diferentes tipos de suelos y determinar
sus características y distribución en los diferentes continentes.

La Edafología es la ciencia que se ocupa del estudio del suelo desde el


punto de vista de su origen, constitución y cualidades.

Para realizar un estudio del suelo, éste debe hacerse en toda su amplitud, desde
las capas más profundas a partir del material originario, hasta las más
superficiales, que son las que reciben los materiales que se incorporan
externamente al suelo.

Los aspectos y los ámbitos de estudio a considerar en cada fase se muestran en


la tabla 1.2.

FASES ASPECTOS ÁMBITO DE ESTUDIO

Distribución de partículas
Textura
SÓLIDA minerales según tamaño

Componentes inorgánicos Meteorización


Procesos de transporte

Mineralogía

Superfície específica

Composición
Componentes orgánicos
Procesos de transformación y de
transporte de estos componentes

Estructura: forma de agregarse las


partículas y espacios de huecos
Organización
Densidad del suelo

INTERFASE
Interacción suelo-agua Reacciones de superficie
SÓLIDO-LÍQUIDO

Estados energéticos del agua

Agua del suelo Movimientos del agua


LÍQUIDA
Régimen de humedad

Exceso de agua Procesos de hidromorfismo

Composición de la fase gaseosa

GASEOSA Aireación del suelo Humedad del aire

Flujo de aire

Tabla 1.2. Fases del suelo y sus principales aspectos asociados.


Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Esta labor se realiza caracterizando la naturaleza y el grado de meteorización1 de


sus componentes, lo cual implica evaluar una serie de parámetros:

- La medida de la fracción mineral que da lugar al concepto de granulometría o


textura.

- La agrupación espacial de las partículas individuales que tiene como


consecuencia la formación de agregados, es decir, la estructura del suelo.

- La consistencia, etc.

Un corte vertical del suelo permite apreciar las distintas capas u horizontes que lo
componen (figura 1.2).
Figura 1.2: Corte vertical en el suelo o perfil.

1 Como meteorización se entiende la alteración llevada a cabo por los agentes atmosféricos.

1.3 Los horizontes del suelo

Tal y como se ha comentado en la tabla 1.1 el pedión1 es el volumen más


pequeño de suelo que puede ser reconocido como un suelo individual. Éste se
encuentra constituido por una serie de capas, más o menos diferenciadas,
denominadas horizontes (figura 1.3).

Figura 1.3: Representación esquemática de un pedión y nomenclatura de los principales


horizontes.
Los horizontes se determinan atendiendo a los siguientes aspectos:

- A las diferencias de color.

- A propiedades morfológicas:

- Textura.

- Estructura.

- Elementos gruesos.

- A propiedades asociadas:

- Consistencia: compacidad, plasticidad, friabilidad y dureza.

Por lo general, la diferenciación de horizontes se va asentando a medida que


progresa la evolución del suelo (figura 1.4).

Figura 1.4: Secuencia de formación de un suelo. Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Hay que remarcar que no existe un único sistema de clasificación de suelos y que
cada uno posee una nomenclatura específica donde se reflejan sus características
y propiedades. Por ejemplo, tal y como se verá a continuación, la taxonomía
americana de la Soil Taxonomy System, además de los horizontes principales, se
basa en la definición precisa de los horizontes de diagnóstico del suelo,
sustentada en las propiedades fisicoquímicas y morfológicas de los mismos, sin
tener demasiado en cuenta los procesos de edafogénesis, a diferencia de lo que
ocurre en la sistemática europea.
1 En la sistemática americana se habla de pedión como figura tridimensional, mientras que en la
europea se considera el concepto de perfil, como una sección vertical del suelo de dos
dimensiones.
1.3.1 Horizontes genéticos

El análisis de los horizontes es la base de las clasificaciones de suelos, ya que las


distintas capas (horizontes) se forman como producto de la evolución o génesis
que los suelos siguen a lo largo del tiempo. Consecuencia de ello, se habla de
horizontes genéticos y se clasifican como:

- horizontes principales;

- horizontes de transición; y,

- discontinuidades litológicas.

Entendemos por horizontes principales cada una de las capas, que con entidad
propia, se forma al evolucionar los procesos edafogenéticos. Se designan por
medio de letras mayúsculas, A,E,B,C, que identifican niveles diferentes a lo largo
del suelo.

En superficie se encuentra el horizonte A, debajo el horizonte E, el siguiente


horizonte al profundizar es el horizonte B, y junto a la roca, el horizonte C. Esta
secuencia puede tener variaciones debido a procesos geomorfológicos y de
alteración (erosión, decapitación, arrastre, colmatación) que modifican el
desarrollo normal del suelo.

En la tabla 1.3 se muestran los horizontes genéticos principales y algunas de sus


características.

Horizonte orgánico de un suelo orgánico. Formado por acumulación in situ de materia


H orgánica en superficie, en un medio saturado de agua durante períodos prolongados.
Horizontes de turberas.

Horizonte orgánico de un suelo mineral. Formado en la parte superior del suelo en


O condiciones predominantemente anaerobias. Contiene un 20% o más de carbono orgánico.
Horizonte típico de suelos de bosque.

Horizonte mineral oscurecido por aportes de materia orgánica. Formado en la parte


superior del suelo o debajo de un horizonte O. La presencia de materia orgánica hace que su
A
color sea oscuro, por aportes de hojas, raíces u otras partes de las plantas. También se
designa como horizonte A cualquier horizonte en superficie afectado por laboreo y pastoreo.

Horizonte mineral empobrecido por eluviación. Presenta un color claro debido a la pérdida
de una o más de las siguientes sustancias: materia orgánica, hierro, arcilla o aluminio. Presenta
E
un enriquecimiento relativo de limo y arena. Si existe, se halla debajo de un O o de un A y
encima de un B. Horizonte de algunos suelos ácidos.
Horizonte mineral formado en el interior del suelo. Se caracteriza por presentar una
acumulación de elementos minerales, con distintos grados de transformación en función del
B
desarrollo que tenga el suelo.Existen horizontes B de alteración o de acumulación de distintos
componentes: yeso, arcilla.

Horizonte mineral poco afectado por procesos edafogénicos. Material de características


C próximas a las del material originario, pero más blando y fácilmente alterable. Generalmente no
está consolidado. Puede ser una capa de gravas.

R Roca consolidada subyacente. Material originario, roca dura y poco alterable.

Horizonte con gran acumulación de carbonato cálcico o carbonatos cálcico y


K
magnésico.

Horizonte con elevado contenido de yeso. Su color blanquecino se debe al componente


Y
mayoritario: el yeso.

Tabla 1.3. Horizontes genéticos principales y sus características.


Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

La letra mayúscula que designa el horizonte principal puede llevar como subíndice
otra letra minúscula que designa el proceso que ha tenido lugar para originarse el
horizonte. Por ejemplo Bt, representa acumulación de arcilla por movilización
dentro del perfil (translocación), o Bw, representa síntesis de arcilla por
neoformación. Además de estos subíndices, también pueden llevar otros
numéricos que marcan una secuencia en la posición del horizonte dentro del
suelo, (Bt1, Bt2,..).

En la tabla 1.4 se muestra el proceso edafogénico dominante en un horizonte


genético, nomenclatura, criterio para la determinación del proceso y algunos
ejemplos.

PROCESO NOMENCLATURA CRITERIO EJEMPLO

Horizonte superficial que sea sometido a


Laboreo p Ap
labranza

Hay un desarrollo de estructuras y de color


Meteorización w Bw
diferentes al material originario
Acumulación de Horizontes debidos a fenómenos de
t Bt
arcilla iluviada traslocación. Se aplica al B y al C

Iluviación de
Horizonte subsuperficial muy rico en arcilla
arcilla muy pl Btpl
iluviada
marcada

Acumulación
Acumulaciones de carbonato cálcico
secundaria de k Bk
(CaCO3)
carbonatos

Acumulaciones de nódulos (con forma


Acumulación en
n arriñonada y tamaño centimétrico), Bkn
forma de nódulos
generalmente de carbonatos

Cementación M Cementado en más de un 90% Bkm

Acumulación
secundaria de y Acumulación de formas de yeso By
yeso

Colores grises, moteados, derivados de


Gleificación g Ag, Bg, Cg
condiciones anaerobias. Capa freática

Acumulaciones
secundarias de q Recubrimientos blancos de ópalo Cq
sílice

Posible en suelos drenados que contenían


Oxidación de
j sulfuros. Suele presentarse en condiciones Bj
sulfuros
de acidez extrema

Horizonte
permanentemente f Zonas boreales
helado

Suelos enterrados b Superposición de suelos Ab

Grado de a
descomposición
e Se aplica a un horizonte O Oa
de la materia
orgánica i
- Alta

- Media

- Baja
Tabla 1.4. Proceso edafogénico dominante en un horizonte genético, nomenclatura
(en minúscula) que lo indica, criterio para la determinación de dicho
proceso y ejemplo de denominación del horizonte genético.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Los horizontes de transición se designan por la combinación de las letras


mayúsculas, sin subíndices. Representan capas que tienen propiedades
intermedias. Delante figura la letra del horizonte más característico. Por ejemplo,
AB indica mayor acumulación de materia orgánica que de alteración o
acumulación mineral. Es decir, hay un cierto predominio de las características de
A sobre las de B. Si los horizontes estuvieran claramente identificados, pero no se
pudieran separar por estar como inclusiones uno en el otro, se designan entonces
con dos letras mayúsculas separadas por una barra: A/B, B/C, A/C, tal y como se
ilustra en la figura 1.5.

Figura 1.5: Representación esquemática de polipedión, pedión, perfil y horizontes genéticos


(horizontes B/A y B/C: horizontes de transición).

Las discontinuidades litológicas se expresan anteponiendo a la letra del


horizonte un número arábigo de forma secuencial. Por ejemplo, A, 2C y 3C,
representan cambios bruscos en la litología del material original que forma el
suelo.

1.3.2 Horizontes de diagnóstico

Dadas las dificultades que presenta la aplicación de los horizontes genéticos por
su carácter cualitativo, el Soil Taxonomy System desarrolló lo que se conoce como
horizontes de diagnostico. Con éstos se persigue definir los horizontes
morfométricamente, en base a datos de campo y de laboratorio. La medición de
muchos parámetros que pueden cuantificarse, asegura la comparación entre los
distintos componentes del suelo, y permite diferenciar las unidades con mayor
precisión.

Existen horizontes de diagnóstico de superficie o epipediones y de profundidad o


endopediones. Los primeros se caracterizan por presentar un color oscuro
consecuencia de la acumulación de materia orgánica, o tener condiciones de
eluviación superficial. Algunos ejemplos son el epipedión móllico, úmbrico,
antrópico, entre otros.

En la tabla 1.5 se muestra una clasificación de los epipediones y algunas de sus


características principales.

EPIPEDIONES

Horizonte de color oscuro, rico en humus, con una saturación de bases alta (>50%) y
Móllico
con buena estructura. Suelo típico de praderas.

Morfológicamente es parecido al móllico, pero con una saturación de bases menor


Úmbrico
(<50%).

Horizonte que ha adquirido unas características parecidas al móllico por la


Antrópico intervención del hombre. A causa del estercolado tiene un contenido en fósforo muy
elevado.

Horizonte de origen antrópico, formado por acumulación de los materiales de las


Plaggen
camas del ganado a lo largo de varios años.

Con poca materia orgánica, en general de colores claros y poco espesor para ser
Óchrico
móllico, estructura moderada, a veces duro o muy duro en seco.

Hístico Horizonte orgánico formado en condiciones de humedad muy alta. Típico de turberas.

Horizonte de color oscuro, con un alto contenido en materia orgánica. Típico de suelos
Melánico
volcánicos.

Tabla 1.5. Horizontes de diagnóstico del suelo: epipediones.


Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

En cuanto a los endopediones, su origen está en la alteración del material original,


en la trasformación de compuestos originados en los horizontes superficiales
(epipedones) o en la acumulación y/o traslocación1 de sustancias móviles, que
identifican los procesos de alteración que han tenido lugar para la formación del
suelo. Algunos ejemplos son los endopediones cámbico, cálcico, argílico, nátrico,
sálico, entre otros.

En la tabla 1.6 se muestra una clasificación de los endopediones y algunas de sus


características principales.

ENDOPEDIONES

Horizonte de alteración. En suelos normalmente poco evolucionados. Corresponde


Cámbico
a un B estructural.

Cálcico Horizonte de acumulación de carbonatos cálcico y/o magnésico: Bk, Ck.

Petrocálcico Horizonte cálcico cementado: Bkm, Ckm.

Horizonte de acumulación de carbonatos cálcico (CaCO 3) o cálcico y magnésico


Hipercálcico
(CaCO3 y MgCO3), muy generalizado en todo el horizonte (>60%): K.

Argílico Horizonte iluvial en el cual se ha acumulado arcilla por traslocación: Bt.

Horizonte fuertemente eluviado. De color blaquecino, debido a la arena y limo


Álbico
residuales: E.

Glósico Horizonte con lenguas de álbico en un remanente de argílico, kándico o nátrico.

Gypsico Horizonte de acumulación de yeso: Bwy, By.

Petrogypsico Horizonte gypsico cimentado: Bym, Ym.

Nátrico Horizonte con iluviación de arcilla sódica.

Sálico Horizonte con sales más solubles que el yeso.

Horizonte de acumulación iluvial de materiales amorfos, materia orgánica, aluminio


Espódico
con o sin hierro, activos.

Horizonte con poco espesor, rojo oscuro, cementado por hierro, hierro y
Plácico
magnaneso o por un complejo de materia orgánica y hierro.

Kándico
Horizonte enriquecido en arcilla, no es necesario que la arcilla se identifique como
iluvial.

Horizonte franco, franco arenoso o franco limoso, de densidad aparente muy alta,
Fragipán duro en estado seco y frágil en estado húmedo, a menudo con moteado.
Estructura laminar, red poligonal con zonas blanquecinas.

Horizonte extremadamente alterado, formado especialmente por óxidos de hierro y


Óxico aluminio hidratados, arcillas 1:1 y minerales muy poco meteorizables. Zonas
tropicales y ecuatoriales.

Horizonte iluvial, formado bajo una capa cultivada, con gran cantidad de limo,
Ágrico
arcilla y humus iluviados por los poros grandes de la capa labrada.

Horizonte con humus iluvial, no asociado al aluminio ni al sodio. Baja saturación de


Sómbrico
bases (<50%).

Horizonte formado en condiciones de anaerobiosis acentuada. Extremadamente


Sulfúrico ácido, formado por oxidación de materiales sulfurosos. Con motas de jarosita. Muy
tóxico para la mayoria de las plantas.

Duripán Horizonte cimentado por sílice: Regiones volcánicas.

Tabla 1.6. Horizontes de diagnóstico del suelo: endopediones.


Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Para concluir, en la figura 1.6 se proporciona un ejemplo de clasificación de un


perfil
Figura 1.6: Ejemplo de clasificación de un perfil.

En resumen, atendiendo a su origen, el suelo no es más que la respuesta de la


litosfera a la acción conjunta de la atmósfera y la hidrosfera. Al ser un sistema
abierto, el suelo se forma y transforma a lo largo del tiempo como resultado de una
serie de procesos formadores donde la acción de unos y otros dependerá, a su
vez, de un conjunto de factores formadores, tal y como se verá a continuación.
1 Transporte de partículas por las aguas de lluvia al perfil del suelo.

1.4 Factores formadores

La siguiente pregunta que cabría plantearse sería qué factores condicionan los
cambios en los materiales originales hasta formar el suelo.

Lógicamente, el material originario jugará un papel importante, pero además de la


roca, habrá que considerar la actividad biótica y antrópica dado que el suelo
también se ha formado a partir de unos restos vegetales y animales. A su vez, el
clima condiciona la formación del suelo en una región (árida o húmeda) y, tal y
como se verá, existe una estrecha relación entre el suelo y la posición que ocupa
en un paisaje.

Por último, los cambios que se producen en el material para pasar de roca a suelo
necesitan para desarrollarse que transcurra un tiempo determinado.

Así pues, el suelo puede considerarse como una combinación de cinco factores
formadores (Jenny, 1940):

S=f (cl, o, r, p,t)

donde:

S= suelo

cl= clima

o= actividad biótica y antrópica

r= geomerofología

p= material originario

t= tiempo

De la ecuación se desprenden dos aspectos muy importantes:

- La misma combinación de factores producirá idéntico tipo de suelo,


independientemente de la ubicación geográfica en la que se localice.

- La combinación de los factores formadores condiciona las propiedades del suelo,


tales como la porosidad, pH, contenido en arcillas, entre otras.

En la figura 1.7 se ilustran los factores formadores del suelo.


Figura 1.7: Factores formadores del suelo.

Los factores formadores actúan de forma simultánea. En ocasiones es posible


determinar la acción concreta de cada uno de ellos. En ciertos suelos puede
predominar un factor sobre el resto, en otros pueden darse diferentes
interrelaciones entre ellos.

1.4.1 El clima

El clima desempeña un papel decisivo en la formación del suelo, dado que regula
el aporte de agua al mismo, así como su temperatura. La precipitación condiciona
el movimiento de las sustancias en el suelo y la temperatura, por medio de la
radiación del sol, aporta la energía al sistema.

Estos factores son determinantes en los tres procesos básicos de formación del
suelo:

- aporte, alteración y pérdidas del material geológico;

- aporte, alteración y pérdidas del material biológico; y,

- reorganización de ambos materiales por mezcla, agregación, translocación y


diferenciación.

La intensidad de percolación nos va a indicar si en un suelo se produce suficiente


exceso de agua como para producir el lavado y la translocación de materiales, o si
por el contrario, el agua queda retenida sin que apenas se desplace hacia los
horizontes profundos.
La intensidad de la alteración, la clase de procesos que se presentan, el tipo
de horizontes que se forman y el espesor del suelo, van a ser muy diferentes
según que los suelos sean percolantes o subpercolantes.

Por otra parte, el clima también influye directamente en otros factores formadores,
como es el factor biótico y el relieve. En este contexto, tanto la humedad como la
temperatura ejercen una marcada influencia sobre las poblaciones de los
microorganismos, pues determinan los estados óptimos de actividad de las
distintas especies. Asimismo, en ambientes donde la humedad es elevada, la
acción sobre los materiales es provocar su disolución con la formación de nuevos
minerales. En ambientes secos, el proceso predominante es la fragmentación del
material sin la aparición de nuevos minerales.

Por ejemplo, un suelo arcilloso se verá favorecido por las precipitaciones y el


aumento de temperatura, dado que ambos factores favorecen la alteración.
Asimismo, condicionará los tipos de mineral que podamos encontrar en dicha
fracción arcillosa.

Análogamente, existe una estrecha relación entre los factores climáticos y el


contenido en materia orgánica de un suelo y su grado de evolución. Por lo general,
la cobertura vegetal y sus aportes al suelo aumentan con las precipitaciones, y con
ello el porcentaje de materia orgánica; por el contrario, al aumentar la temperatura
disminuye el contenido en materia orgánica.

Al igual que en los elementos, las acciones del clima también quedan reflejadas en
muchas de las propiedades del suelo. La capacidad de cambio (cantidad de iones
adsorbidos en las superficies de los materiales del suelo) aumenta
proporcionalmente a las precipitaciones, e incluso, los iones fijados en las
posiciones de cambio también muestran una dependencia.

Por otra parte al aumentar las precipitaciones se producirá una progresiva


acidificación, la cual irá acompañada de la correspondiente desaturación del
complejo de cambio (los hidrogeniones van sustituyendo al Ca, Mg, Na y K).

1.4.2 La actividad biótica y antrópica

La influencia de los organismos en la formación del suelo incluye la acción de la


vegetación, la microflora, la fauna y el hombre.

La acción de los organismos se manifiesta principalmente en un aporte de materia


orgánica al suelo, descomponiéndola y participando en la formación de humus.
Además, también influyen en la mezcla de materiales, en las propiedades físicas
(al mejorar la estructura y favorecer la porosidad) y sobre el suministro de
nutrientes disponibles del suelo.
Figura 1.8: Aspecto de una montaña utilizada como cantera.

El hombre puede influir de forma drástica sobre la formación de los suelos.

La vegetación tiene un papel fundamental en los procesos de formación del suelo


(edafogénicos) de forma directa e indirecta:

- Influencia directa: debido a su intervención en la meteorización y por el aporte de


materia orgánica al suelo, cuyo material originario carecía inicialmente de ella.

- Influencia indirecta: tiene un efecto pantalla frente a la radiación solar, el agua de


lluvia, la infiltración, la escorrentía y la erosión.

Por último, las acciones del hombre sobre la formación de los suelos pueden tener
repercusiones tanto beneficiosas como totalmente destructivas. Algunos ejemplos
son la fertilización, el estercolado, el laboreo, las puestas en regadío,
deforestaciones, drenajes, excavaciones, nivelaciones, construcciones, etc.

Figura 1.9: Ejemplo de un desmonte para la construcción de una carretera.


1.4.3 El material originario

El suelo se encuentra situado encima de rocas y es el resultado de la


transformación (meteorización, disgregación,...) de una o de diferentes de ellas,
que reciben el nombre de roca madre o material originario. Bajo el concepto de
material originario puede considerarse, también, un suelo anterior que comienza a
evolucionar bajo unas nuevas condiciones del medio. El material originario
representa en definitiva el estado inicial del sistema, que puede ser, por tanto, una
roca consolidada, un depósito no consolidado o un suelo preexistente.

La roca madre influye en el suelo en aspectos como el color, textura, estructura,


etc. Tal influencia dependerá de la susceptibilidad de la roca a meteorizarse, de
sus características físicas, del régimen de humedad y de la edad del suelo.

Los parámetros de la roca que inciden en la formación y evolución de los suelos


son variados, pero pueden destacarse:

- Composición mineralógica. Aquellas rocas que contengan abundantes


minerales inestables evolucionarán fácil y rápidamente para formar suelos,
mientras que aquellas otras, como las arenas maduras, que sólo contienen
minerales muy estables, como el cuarzo, apenas si llegan a edafizarse aunque
estén expuestas durante largo tiempo a la meteorización.

- Permeabilidad. Regula la penetración y circulación del aire y del agua, lo que va


a condicionar de un modo decisivo la fragmentación, alteración y traslocación de
los materiales.

- Granulometría. De los dos apartados anteriores se desprende el importante


papel que el tamaño de las partículas de los constituyentes de la roca va a
representar para la edafización de estos materiales.

Los materiales de granulometría grosera, los arenosos, van a presentar una gran
estabilidad frente a la alteración. Cuanto mayor sea el tamaño del grano menos
representará la superficie frente al volumen total del grano y, por tanto, menos
superficie de ataque presentará a la agresión del medio.

Por otro lado, la granulometría gruesa da lugar a materiales muy porosos, lo


suficientemente grandes como para detener la rápida circulación del agua (al ser
grandes los granos dejan al empaquetarse huecos de tamaño también grande).
Figura 1.10: El material originario es aquel sobre el que se forma el suelo.

1.4.4 La geomorfología

Es habitual que se establezca una relación entre diferentes tipos de suelos y


ciertas posiciones en el paisaje, variando de un área geográfica a otra. La
evolución del suelo se refleja en sus diferentes características y su interpretación
está íntimamente ligada a la posición que ocupa en el paisaje y respecto a los
suelos próximos. Por eso es básico el estudio de las formas del terreno y de los
depósitos superficiales.

Las principales formas del relieve a considerar son tres: los interfluvios o divisoria
de aguas, las vertientes o laderas y los fondos.

En general, la pendiente es un factor contrario al desarrollo del suelo, dado que


favorece el transporte de material. La inclinación de la vertiente constituirá, por
tanto, un factor determinante del desarrollo del suelo. Otros factores
geomorfológicos serán: la orientación de la vertiente, la posición del pedión a lo
largo de la vertiente y la presencia y las características de una posible capa
freática.
Figura 1.11: Principales formas de relieve.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

A raíz del estudio de la relación del suelo con el paisaje se han establecido dos
términos edafológicos: la catena y la toposecuencia. La catena es una secuencia
de suelos desarrollados a partir de un material originario parecido, bajo unas
condiciones climáticas parecidas, pero que, a causa de que ocupan diferentes
posiciones en el paisaje, presentan características diferentes. Con carácter menos
restrictivo la toposecuencia hace referencia a la misma idea pero el material
originario no tiene porqué ser el mismo (figura 1.12).

Figura 1.12: Toposecuencia de un estudio de suelos en una zona de la comarca del Segrià
(Lleida).

1.4.5 El tiempo

El paso del tiempo incide en la formación del suelo dado su condición de sistema
dinámico. Los cambios que sufren algunas de sus propiedades pueden verse a
corto plazo -horas- (la temperatura de superficie, contenido de humedad, etc.), a
medio plazo -meses- (salinidad, pérdida de materiales por erosión, contenido de
nutrientes, etc.) o a largo plazo -años- (procesos de meteorización, diferenciación
de horizontes, translocación de componentes, etc.). El tiempo como factor
formador del suelo afecta a las propiedades que varían a largo plazo.
La edad del suelo expresa el tiempo durante el cual han actuado los procesos
formadores. El momento cero, a partir del cual se determina la edad de un suelo,
coincide con el de formación de la superficie geomórfica sobre la que se desarrolla
el suelo, ya sea esta una roca o un suelo preexistente que empieza a evolucionar
bajo unas nuevas condiciones del medio, etc. Por tanto, la edad de un suelo no
será la del material originario, sino el tiempo empleado por este último en dar lugar
al suelo.

En la mayoría de los casos, el número de años necesario para la formación de un


suelo supera con mucho al de la vida de un hombre; por ejemplo, el tiempo
estimado para la obtención de algunas formaciones edáficas se muestra en la
tabla 1.7.

CARÁCTER ÁCUICO < 10 AÑOS

Horizonte A Desde 1 a 1000 años

Horizonte de acumulación > de 1000 años

Horizonte de alteración > de 1000 años

Vertisol Entre 3000 y 18000 años

Ultisol 106 años

Tabla 1.7. Tiempo estimado para la obtención de algunas formaciones edáficas.

1.5 Procesos formadores

En el apartado anterior se describió cómo la roca se transforma en suelo por la


acción del clima, organismos, relieve y paso del tiempo. La acción conjunta de los
factores formadores condiciona la evolución del suelo: las vías empleadas para
esta evolución se denominan procesos formadores. De procesos formadores
hay muchos y pueden clasificarse según diferentes criterios. Los más significativos
son:
INCORPORACIONES AL SUELO DE:

- Agua.

- Oxígeno.

- Materia orgánica.

- Sales disueltas.

- Polvo.

- Materiales procedentes de la erosión, etc.

TRANSFORMACIONES DENTRO DEL SUELO:

- Meteorización.

- Formación de la estructura.

- Descomposición, degradación y mineralización de la materia orgánica.

- Cementación.

- Sodificación, etc.

TRANSLOCACIONES DENTRO DEL SUELO


(CAMBIOS DE POSICIÓN EN SENTIDO VERTICAL DE
MATERIALES)

- Eluviación (migración de sustancias).

- Iluviación (acumulación de sustancias).

- Translocación de arcilla.

- Translocación de hierro, aluminio y materia orgánica.

- Translocación de yeso o de caliza.

- Acumulación de sales solubles (salinización), etc.

PÉRDIDAS DESDE LA SUPERFICIE DEL SUELO

- Material del suelo (erosión).

- Agua y gases.

- Calor, etc.
PÉRDIDAS POR LA PARTE INFERIOR DEL SUELO

- Agua.

- Pérdidas por lavado (disolución) de sales, yeso, bases, etc.

A continuación se analizarán los procesos que se desarrollan durante esta


transformación, haciendo un especial énfasis en la meteorización como proceso
inicial en la formación del suelo (figura 1.13).

Figura 1.13: Etapas de formación de un suelo.


Fuente: http://edafologia.ugr.es/introeda/tema01/procgen.htm [Leído: 15 de mayo de 2007].

La formación del suelo tiene lugar como consecuencia de la actuación de los cinco
factores formadores, ya descritos, y en ella se pueden distinguir dos etapas: la
inicial, que representa la diferenciación de los constituyentes del suelo, y una
etapa final, en la que los constituyentes se reorganizan y evolucionan para formar
el suelo.

La etapa inicial comienza con la fragmentación de las rocas originales


(meteorización física) y también de los restos de los organismos que poco a poco
han ido colonizando el material. La desagregación del material facilitará la
circulación del aire y del agua, y también favorecerá la actividad biótica
(meteorización biológica), todo lo cual conducirá a la subsiguiente alteración
química del material (meteorización química).

Los minerales de las rocas originales, dependiendo de la estabilidad, se alteran en


mayor o menor medida, apareciendo en el suelo más o menos transformados. Los
iones liberados en la alteración mineral pasarán a la solución del suelo formando
geles o se recombinarán para dar lugar a nuevos minerales.

Por otra parte, los vegetales y animales sufren al morir unas intensas
transformaciones químicas, desarrollándose un nuevo material orgánico que
evoluciona para alcanzar un equilibrio en las condiciones edáficas, llamado
humus. Durante estos procesos de transformación del material orgánico se
desprenderán compuestos sencillos que irán a engrosar la solución del suelo y
también se pueden desprender como consecuencia de estas reacciones
determinados gases, además de agua; sin embargo, el agua y los gases del suelo
proceden fundamentalmente de la atmósfera.

En la etapa final, todos los constituyentes formados o liberados en la etapa inicial


(minerales, humus, geles, gases, agua y soluciones) sufren una serie de procesos
de mezcla y diferenciaciones que si evolucionan in situ conducen a la formación
del suelo, mientras que si son arrastrados a otros lugares, dan lugar a los
sedimentos (los cuales pueden edafizarse posteriormente para dar suelos).

1.6 Clasificación y cartografía de suelos

1.6.1 La clasificación de los suelos

La necesidad de ordenar el uso del territorio ha puesto de actualidad el interés por


conocer los suelos sobre los cuales se instalan las diferentes actividades humanas
y, por tanto, se está impulsado el conocimiento de los sistemas de clasificación y
evaluación.

Hoy por hoy no existe un sistema único a la hora de clasificar los suelos. Las
razones o criterios que nos mueven a realizar una clasificación edáfica pueden ser
diversos. También el propio objeto de estudio, el suelo, puede agruparse de más
de una manera; por tanto, un mismo suelo podrá presentar diversas
clasificaciones, todas ellas igual de validas pero de diferente interés según el
ámbito en que se empleen.
Figura 1.14: Nivel y número de taxones establecidos para los principales sistemas de clasificación
de suelos vigentes.
Fuente: Porta (1987).

A escala mundial existen más de 60 sistemas diferentes de clasificación de suelos


en uso. De ellos, destacar el sistema, cuyo empleo parece estar imponiéndose a
los demás: la clasificación norteamericana Soil Taxonomy System.

1.6.1.1 La clasificación Soil Taxonomy System

Los criterios más significativos, muchos de ellos novedosos, de los que se vale
esta clasificación de suelos son:

- Considera en los criterios de evaluación propiedades observadas tanto


cualitativas y cuantitativas.

- Se da prioridad a las propiedades del suelo que inciden en el crecimiento de las


plantas.

- Clasifica suelos y no procesos formadores, por lo que sólo requiere conocer las
propiedades y características del suelo y no su génesis.

- Utiliza como unidad de clasificación el horizonte de diagnóstico.

- Considera otros muchos criterios de clasificación, destacando de entre ellos los


regímenes de humedad y de temperatura.

- Los taxones quedan definidos de forma que sean mutuamente excluyentes.


- La terminología empleada, una vez aprendida la mecánica de su uso, es
autoexplicativa, clara y no requiere traducción a los distintos idiomas.

El resultado es una vasta obra de clasificación taxonómica que, para clasificar los
suelos mundiales, comprende seis niveles jerárquicos, de homogeneidad creciente
entre los suelos incluidos en cada unos de ellos: 10 ordenes de suelos, 47
subórdenes, 185 grupos, 970 subgrupos, 4.500 familias y 13.000 series.

CATEGORÍAS TAXONÓMICAS

Establecida basándose en la morfología de los suelos y en buena parte a su


Orden
génesis.

Son subdivisiones de los ORDENES hechas sobre todo basándose en la


Suborden homogeneidad genética de los suelos dentro de un mismo ORDEN. En buena parte
se establecen basándose en su humedad, medio climático y vegetación.

Grandes
Son divisiones del suborden en función de los horizontes de diagnóstico.
grupos

Son divisiones del GRAN GRUPO que se hacen para diferenciar aquellos
Subgrupo subgrupos que tienen características que son integradas con otros GRANDES
GRUPOS. Cada SUBGRUPO tiene un concepto central (Typic).

Esta categoría permite agrupar suelos que tienen en común características


Familia importantes para el crecimiento de las plantas, tales como textura, pH, temperatura
del suelo, profundidad o composición mineral.

Se definen como la colección de suelos individuales, esencialmente uniformes en


Serie
diferentes características y en la ordenación de los horizontes.

Subdivisión de la SERIE de suelos que incluye suelos que presentan desviaciones


Fase importantes en los horizontes de superficie, tales como textura, erosión, pendiente,
pedregosidad, contenido en sales solubles.

Tabla 1.8. Características de los taxones establecidos por la Soil Taxonomy System.

Entisoles Suelos sin endopediones de diagnóstico (suelos muy poco edificados).

Suelos muy poco desarrollados, con horizontes edafogenéticos de alteración o


Inceptisoles concentración, pero sin acumulación o materiales traslocados que no sean de
carbonatos o sílice.
Suelos con endopediones de acumulación de arcilla y saturación de bases de
Alfisoles
media a alta.

Aridisoles Suelos de zonas áridas o bien salinas, con horizontes edafogenéticos.

Mollisoles Suelos con un epipedión móllico.

Suelos con un contenido elevado de arcillas expandibles; durante los períodos


Vertisoles
secos se desarrollan grietas profundas y amplias.

Suelos con acumulación de materiales amorfos basado en hierro, aluminio y


Espodosoles
humus en el endopedión (suelos ácidos de clima húmedo).

Suelos de zonas subtropicales con endopediones de acumulación de arcilla y con


Ultisoles
una saturación de bases inferior al 35%.

Suelos de zonas tropicales con horizontes edafogenéticos que son mezclas


Oxisoles principalmente de caolinita, óxidos hidratados y cuarzo, y que tienen una débil
cantidad de minerales meteorizados.

Histisoles Suelos orgánicos.

Tabla Denominación y características de los órdenes de suelos según la clasificación Soil


1.9. Taxonomy System.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Respecto a la nomenclatura, el nombre de cada unidad de clasificación es una


combinación de sílabas que hacen referencia a los criterios de clasificación
utilizados. Por ejemplo:

Mollisol Orden

Aquoll Suborden

Argiaquoll Gran grupo

Typic Argiaquoll Subgrupo


Así todos los mollisoles pertenecen en su nombre al radical "oll", que los identifica.
Los radicales de los diferentes ordenes se muestran en la tabla 1.10.

Entisol ENT

Inceptisol EPT

Alfisol AL

Aridisol ID

Mollisol OLL

Vertisol VERT

Espodosol OD

Ultisol UL

Oxisol OX

Histisol HIS

Tabla 1.10. Radicales de los diferentes órdenes.

En la tabla 1.11 se ofrece un ejemplo de clasificación de suelos en el que


aparecen los subórdenes y grupos de un orden.

ORDEN SUBORDEN GRUPO

Naturargids

Durargids

Aridisoles Argids Natrargids

Paeargids

Haplargids
Salorthids

Paleorthids

Durorthids
Orthids
Gypsiorthids

Calciorthids

Camborthids

Tabla Ejemplo de clasificación Soil Taxonomy. Subórdenes y grupos del orden aridisoles: en
1.11. total 2 subórdenes y 11 grupos. Obsérvese las secuencias de la nomenclatura.
Figura 1.15: Cuadro resumen de la clasificación de un suelo (ejemplo extraído del estudio de
suelos de una zona de la comarca del Segrià, en la provincia de Lleida).

Otros sistemas de clasificación de suelos mencionables son: las unidades de


suelos de la FAO, la clasificación clásica de Kubiena y la clasificación del CPCS.

1.6.2 La cartografía de suelos

Como consecuencia de las clasificaciones edáficas, puede llevarse a cabo la


cartografía de suelos que proporciona información sobre los distintos suelos de un
territorio y su distribución. Un mapa básico de suelos puede derivarse a múltiples
mapas aplicados a distintos usos del territorio, como por ejemplo:

- Mapa de clases texturales.

- Mapa de niveles de pH.

- Mapa de capacidad de retención de agua de los suelos.

- Mapa de fertilidad de suelos.

- Mapa de niveles de salinidad.

- Mapa de adaptabilidad de especies cultivadas.

- Mapa con fines catastrales.

- Mapa de áreas degradadas.

- Mapa de aplicación de residuos urbanos e industriales según riesgo


contaminante. etc.

En la actualidad los mapas de suelos pueden presentarse también en soporte


magnético, tras la digitalización del documento base.

1.7 La distribución edáfica mundial

La tabla 1.12 muestra, de una forma orientativa, la distribución mundial de las


categorías de los suelos del mundo (basada en la clasificación de suelos de Soil
Taxonomy System).

CATEGORÍA DE SUELO SUPERFICIE (x103 ha) %

Aridisoles 2.504.274 19

Alfisoles 1.713.450 13
Inceptisoles 1.186.235 9

Mollisoles 1.054.432 8

Oxisoles 1.054.432 8

Suelos de montaña 2.636.078 20

Otras categorías 3.031.489 23

TOTAL 13.180.390 100


Tabla Superficies que ocupan las categorías de suelos del mundo -al nivel de orden-, de
1.12. acuerdo con la clasificación de Soil Taxonomy System.
Fuente: Porta (1987).

La categoría de los aridisoles se localiza principalmente en las zonas áridas de


África (desierto del Sahara, Etiopía, Somalia), en la parte central de Asia (Irak,
Irán, Península de Arabia, Pakistán, Asia Menor) y en el norte de la parte central
de América (norte de México y sur de los Estados Unidos).

Los alfisoles están muy distribuidos por todo el planeta y podemos encontrarlos en
numerosos lugares del mundo; abundan principalmente en el norte de Europa y
Asia y en las regiones mediterráneas.

La categoría de los inceptisoles también se presenta en numerosos lugares,


aunque estos suelos muestran características morfológicas muy diversas,
resultado de haberse desarrollado en condiciones muy variadas; se encuentran en
extensas superficies de todo el mundo.

Los mollisoles principalmente se localizan en las praderas de la parte central de


América del Norte, en las estepas del centro de Asia y en la desembocadura del
río de la Plata.

Los ultisoles y los oxisoles son típicos de ciertas zonas y ocupan la mayor parte de
las zonas tropicales y subtropicales.

Capítulo 2 .- Características geoquímicas de los suelos

OBJETIVO

Dar a conocer los factores que determinan la geoquímica de los


suelos.

2.1 Introducción

Los suelos naturales representan un entorno microscópico y macroscópico


caracterizado por dinámicas físicas, químicas y biológicas. Los minerales,
derivados de las rocas, aparecen en diferentes estados de evolución dependiendo
de cómo les ha afectado el proceso de alteración, transporte y sedimentación. Su
naturaleza también dependerá del tipo de roca madre.

Sin embargo, a pesar de la aparente gran variedad de combinaciones, la


abundancia en la corteza terrestre de los elementos mostrados en la tabla 2.1
limita sensiblemente dichas combinaciones.

ELEMENTO PESO (%) EN ROCAS PESO (%) EN SUELOS

Aluminio (Al) 8,23 7,2

Calcio (Ca) 4,14 2,4

Hierro (Fe) 5,63 2,6

Magnesio (Mg) 2,33 0,9

Oxígeno (O) 46,40 49,0

Potasio (K) 2,09 1,5

Silicio (Si) 28,15 31,0

Sodio (Na) 2,36 1,2

Total 99,33 95,8

Tabla 2.1. Abundancia de elementos químicos en rocas y suelos.

Se pueden extraer dos conclusiones a partir de la tabla anterior:

a) Esta estructura de elementos es tan remarcable que determina el orden de las


evoluciones geológicas en la corteza terrestre.

b) La composición de suelos sigue a la de las rocas en general, salvo en el caso


del carbono (C) y el Nitrógeno (N), que casi no aparecen en rocas pero sí en
relativa cantidad en suelos.

La figura 2.1 muestra la estructura típica de un suelo en forma de terrazas,


también denominado suelo laterítico.
Figura 2.1: Estructura típica de un suelo en forma de terrazas.

Existen dos factores que determinan la geoquímica de los suelos:

- Mineralogía y composición química de los suelos.

- Materia orgánica en ellos contenida.

2.2 Constituyentes inorgánicos del suelo

La alteración de las rocas situadas en la capa superficial de la Tierra, de


composición mineralógica y características diversas, provoca la disgregación o
fragmentación (meteorización física) y la transformación de los minerales que
contienen (meteorización química). Los procesos de alteración (físicos, químicos y
biológicos) actúan de forma simultánea, facilitando la formación de un conjunto de
materiales de diferente naturaleza, medida y hasta procedencia (ya que el agua y
el aire pueden transportar algunos materiales a grandes distancias de su lugar de
origen).

Estos procesos de alteración son los responsables de que los materiales de tipo
inorgánico que podemos encontrar en la fase sólida del suelo sean,
principalmente, silicatos, óxidos e hidróxidos metálicos; en algunos casos hay
aluminosilicatos amorfos, en otros carbonatos o sulfatos y, más raramente,
cloruros, fosfatos o sulfuros.

En la tabla 2.2 se muestran los minerales más comunes que se pueden encontrar
en los suelos. El grupo de los silicatos recibe también el nombre de minerales
primarios, ya que derivan directamente de la roca madre y no se han formado
como resultado de los procesos químicos que suelen acompañar a la erosión, a
diferencia de los minerales no silicatados, formados como resultado de la
alteración de los suelos.
MINERALES SILICATADOS

Alumino-silicatos amorfos Alófana, imogolita.

Ciclosilicatos Berilo, turmalina, axinita.

Piroxenos: Diópsido, enstatita, hiperstena.


Inosilicatos
Anfiboles: Tremolita, hornblenda.

Minerales de arcilla.
Filosilicatos
Micas.

Nesosilicatos Olivino, zircón, granate.

Sorosilicatos Epidota.

Cuarzo.

Tectosilicatos Feldespatos.

Feldespatoides.

MINERALES NO SILICATADOS

Óxidos e hidróxidos Geotita, hematita, gibbsita, bohemita, rutilo.

Carbonatos Calcita, magnesita, dolomita, aragonita.

Cloruros Halita, cloruro cálcico.

Fosfatos Apatita, vivianita, variscita, estrengita.

Sulfatos Yeso, tenardita, mirabilita, epsomita.

Sulfuros Pirita, marcasita.

Tabla 2.2. Constituyentes inorgánicos del suelo.

Los diversos minerales se presentan en una proporción u otra dependiendo de la


incidencia de dos factores:

- El tipo de material a partir del cual se ha desarrollado el suelo.

- Los procesos edafogénicos participantes.

Es importante conocer la mineralogía de los constituyentes del suelo para poder


interpretar aspectos de la génesis del mismo, ya que permite inferir cuál ha sido la
evolución de ese suelo hasta ese momento y el camino evolutivo más probable
que seguirá en un futuro; además, la mineralogía indica el contenido de minerales
alterables que pueden liberar nutrientes, por lo que también nos informa sobre el
grado de fertilidad del suelo.
El tamaño de las partículas de cada horizonte está relacionado con el grado de
meteorización de los minerales, de modo que existe una cierta relación entre las
fracciones granulométricas y la naturaleza mineralógica de los componentes, tal y
como se muestra en la tabla 2.3.

FRACCIÓN DIÁMETRO NATURALEZA PROBABLE DE LA


GRANULOMÉTRICA APARENTE (MM) FRACCIÓN GRANULOMÉTRICA

Elementos gruesos >2000 Fragmentos/trozos de roca.

Cuarzo.

Arena gruesa 200-2000 Micas.

Otros minerales poco alterables.

Material calcáreo.

Concreciones ferroginosas.

Cuarzo.
Arena fina 20-200
Micas.

Feldespatos.

Otros minerales poco alterables.

Agregados arcillosos.

Óxidos e hidróxidos de hierro y aluminio.

Aluminosilicatos amorfos.

Limo 2-20 Calcario activo.

Cuarzo.

Fragmentos de micas.

Feldespatos.

Minerales arcillosos.

Óxidos e hidróxidos de hierro y aluminio.

Arcilla <2 Aluminosilicatos amorfos.

Calcáreo activo.

Cuarzo.
Tabla Relación entre la naturaleza de los constituyentes inorgánicos y la fracción
2.3. granulométrica del suelo.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

2.2.1 Minerales silicatados

Los silicatos forman una extensa familia, no en vano constituyen el 95% en peso
de los materiales presentes en la corteza terrestre.

La clase de los silicatos es la más rica en especies minerales. En todos ellos, la


estructura cristalina se caracteriza por un poliedro de coordinación que es un
tetraedro regular. Cada átomo de silicio se coordina con 4 átomos de oxígeno
formando la unidad estructural [SiO4]. Los enlaces covalentes que presenta son de
alta energía, lo que explica su estabilidad.

En la figura 2.2 se ilustra el tetraedro fundamental.

Figura 2.2: Representación espacial del tetraedro [SiO 4].

En función de los diferentes grados de polimerización de estas estructuras, en el


cuadro siguiente se hace una breve clasificación de los mismos.

Los nesosilicatos están formados por unidades tetraédricas aisladas. Tienen como fórmula
empírica: (SiO4)4-.

Los sorosilicatos resultan de la interacción de dos tetraedros que comparten un átomo de oxígeno:
(Si2O7)6-.

Los ciclosilicatos son estructuras cíclicas que resultan de la asociación de 3, 4 ó 6 tetraedros,


compartiendo cada uno de ellos dos oxígenos: (Si3O9)6-.

Los inosilicatos están formados por asociaciones lineales polimerizadas generadas por la
compartición de 2 oxígenos, según dos criterios:
En cadenas sencillas: grupo de los piroxenos: (Si2O6)4-.

En cadenas dobles: grupo de los amfíboles: (Si4O11)6-.

Los filosilicatos están formados por asociaciones bidimensionales de tetraedros que comparten 3
oxígenos de un mismo plano, normalmente en disposición pseudo-hexagonal y, más raramente,
pseudo-tetragonal: (Si2O5)2-.

Los tectosilicatos son edificios tridimensionales que comparten totalmente los vértices oxigenados
del tetraedro elemental: (SiO2).

La carga aniónica de las estructuras posibles se compensa con una serie de cationes como Al 3+,
Fe3+, Ca2+, Mg2+, K+, Na+, de modo que se foma una red cristalina que puede llegar a incorporar al
retículo grupos aniónicos complementarios como OH-, F-, Cl-, etc.

2.2.1.1 Minerales de arcilla del suelo

El término "arcilla" se utiliza en mineralogía para designar a un conjunto de


minerales que poseen un tamaño de partícula pequeño y que pertenecen a un
grupo determinado de silicatos: los filosilicatos, cuya carga aniónica queda
compensada por el aluminio. Desde un punto de vista químico, son
aluminosilicatos hidratados con estructura en láminas, con espaciamientos y
contenidos en los espacios interlaminares característicos para cada tipo de
mineral.

Las arcillas son minerales de gran importancia para el suelo.

Las unidades principales en la formación de los minerales de arcilla son las


siguientes:

- Disposiciones bidimensionales de tetraedros (poliedros de coordinación) de


silicio-oxígeno, Si(O,OH)4. Esta capa se denomina tetraédrica o de silicio y se
simboliza con una T.

- Disposiciones bidimensionales de octaedros de aluminio o magnesio con


oxígeno-hidroxilos. Esta capa recibe distintas denominaciones: capa octaédrica,
capa gibsítica o de aluminio Al2(OH)6 y capa brucítica o de magnesio Mg3(OH)6.
Los filosilicatos generados son de tipo dioctaédrico en el caso del aluminio y
trioctaédrico en el caso del magnesio. Se simboliza con una O.
Figura 2.3: Estructuras básicas en la formación de minerales de arcilla.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Puesto que las capas tetraédricas y octaédricas presentan simetría análoga y


dimensiones casi idénticas, pueden compartir átomos de oxígeno. La unión de
capas de tetraedros y de octaedros de distintas formas da lugar a los diferentes
minerales:

- Una capa de tetraedros unida a una de octaedros caracteriza a los minerales 1:1
o O-T.

- Una capa octaédrica unida a uno y otro lado a sendas capas tetraédricas da por
resultado una estructura 2:1 o T-O-T.

Estas uniones de dos o tres capas forman una lámina o paquete, cuya
composición, estructura y contenidos interlaminares varían en función del tipo de
arcilla. El conjunto de un paquete y su material interlaminar se denomina unidad
estructural.

Las arcillas poseen carga eléctrica, negativa en la mayoría de los casos (si bien
las arcillas de estructuras 1:1 tienen carácter anfótero, es decir, pueden presentar
ambas cargas). La cantidad de carga y su distribución espacial dependerá del tipo
de arcilla. El proceso de formación de una arcilla es el que determina su carga
eléctrica. Este proceso implica un crecimiento en la distancia entre las capas que
constituyen la arcilla.

En la práctica, los átomos de Si, Al y Mg raramente se hallan en las condiciones


ideales requeridas para alcanzar la constitución estructural teórica. Por este
motivo, otros átomos de tamaño semejante al del elemento que ocupa un lugar en
la red cristalina, si se hallan en una alta concentración en el medio, pueden entrar
en esta red cristalina, dando lugar a lo que se conoce como sustitución
isomórfica. Los casos más frecuentes son la sustitución del Si4+ por Al3+ en la
capa tetraédrica, o del Al3+ por Fe2+ o del Mg2+ por K+ y Li+, entre otros, dentro las
octaédricas. La sustitución normalmente afecta a un ión de menor valencia que
entra en el lugar de otro de mayor valencia, dando lugar a una carga negativa que
aparece, sobre todo, en las superficies de las capas tetraédricas.

Los grupos de minerales arcillosos de más interés son: caolinitas, esmectitas,


vermiculitas, arcillas micáceas y cloritas.

CAOLINITAS

Son filosilicatos de tipo 1:1 dioctaédricos, es decir, resultantes de la unión de una capa T y una
capa O gipsítica. Como que no presentan una sustitución isomorfa, las unidades estructurales de la
caolinita son prácticamente neutras y el espaciado interlaminar, muy pequeño, permanece vacío
(ya que las diferentes unidades estructurales están unidas con puentes de hidrógeno). La
capacidad de intercambio catiónico (CIC) es baja, entre 3 y 10 meq/100 g de arcilla. Los suelos con
caolinitas tienen una baja actividad químico-física, una baja capacidad de intercambio, son poco
fértiles y con un límite líquido bajo. Especies importantes: caolinita y halloysita.

ESMECTITAS

Son filosilicatos de tipo 2:1, di y trioctaédrico. Pueden presentar sustituciones isomorfas en láminas
T y O, y compensan su carga con cationes de tipo Ca 2+, Mg2+, Na+ y K+ más o menos hidratados e
intercambiables. Su capacidad de intercambio catiónico (CIC) es elevada (del orden de 60 a 120
meq/100 g de arcilla), y tienen también una capacidad de retención de agua, por lo cual se las
denomina arcillas expandibles. Los suelos con esmectitas son sometidos a fluctuaciones
volumétricas en función del contenido hídrico. Son generalmente fértiles, debido a su elevada CIC
y su riqueza en bases. Tienen un límite líquido alto. Especies importantes: montmorillonita,
hectorita y saponita.

VERMICULITAS

Son filosilicatos de tipo 2:1, di y trioctaédrico. Pueden presentar sustituciones isomorfas en láminas
T y O. La ausencia de potasio interlaminar difícilmente intercambiable, les proporciona una mayor
CIC, 100-150 meq/100g. Las vermiculitas son frecuentes en suelos fuertemente alterados, siendo
posible su evolución a materiales amorfos y posteriormente a mica o caolinita.

ARCILLAS MICÁCEAS

Son filosilicatos de tipo 2:1, di y trioctaédrico. Es una arcilla no expansionable con sustituciones
isomórficas del Si2+ por el Al3+ en las capas tetraédricas y, ocasionalmente, del Al3+ por Mg2+ en las
capas octaédricas. La CIC es del orden de 10 a 40 meq/100 g. La ilita es la especie más frecuente.
CLORITAS

Son filosilicatos de tipo 2:1 ó T-O-T. Existen cloritas de tipos di, di-tri y trioctaédricas, atendiendo a
la naturaleza de las dos capas octaédricas que integran su particular unidad estructural. Las
sustituciones isomórficas pueden ser muy variadas en ambas láminas. Su CIC está entre 10 y 40
meq/100 g. Especies de cloritas: donbasita, sudoita y camosita.

Otras estructuras derivadas de las arcillas, que también tienen interés en el


estudio de la mineralogía del suelo son: las arcillas interestratificadas y las
pirofilitas o minerales fibrosos.

2.2.1.2 Las micas

Las micas son minerales del suelo similares a las arcillas. También son filosilicatos
y se caracterizan por tener unidades estructurales tipo 2:1 o T-O-T, tri y
dioctaédricas, con un grado de sustitución isomorfa en capas tetraédricas
importante y una organización en el espacio estratificada. Tienen, sin embargo,
una baja capacidad de intercambio catiónico (CIC). Las dos especies más típicas
son la moscovita y la biotita

2.2.1.3 Los alumino-silicatos amorfos y paracristalinos

Los alumino-silicatos amorfos y paracristalinos son un conjunto de materiales


definible como un gel mixto aluminosílico, procedente de la hidratación de vidrios
volcánicos e interacción rápida de los minerales primarios. Se conocen con el
nombre de alófana.

A diferencia de las arcillas, se trata de un material no cristalino que cuenta con una
distribución muy restringida entre las rocas y que está asociado a ciertos depósitos
arcillosos y a rocas volcánicas alteradas. Se trata de un producto de alteración de
determinados silicatos. La alófana tiene una CIC elevada, del orden de 100-200
meq/100 g.

2.2.2 Minerales no silicatados

Además de los minerales silicatados, existen otros componentes inorgánicos, de


importante significación en el suelo, denominados minerales no silicatados:

- En suelos de medios áridos y semiáridos se presentan carbonatos (CO 32-) y


sulfatos (SO42-) en cantidades importantes, especialmente la calcita y el yeso.

- Los cloruros (Cl-), principalmente la halita, los sulfatos sódicos (Na2SO4), tenarlita
y mirabilita y el sulfato magnésico (MgSO4) o la epsomita, están presentes en
suelos que sufren salinidad.
- Los fosfatos (PO43-) y nitratos (NO32-) tienen una presencia muy escasa en el
suelo. Suelen ser incorporados al suelo en forma de abonos.

- Los óxidos e hidróxidos de hierro son también importantes y participan en la


coloración del suelo. Los óxidos e hidróxidos de aluminio y de otros minerales, sin
embargo, están poco presentes y tienen escasa importancia.

2.2.2.1 Los carbonatos

Los carbonatos son minerales poco estables, característicos de zonas áridas y


semiáridas. Presentan un grupo CO32- que reacciona fácilmente con los iones
ácidos. Esta reacción es característica de los carbonatos, por lo que se utiliza en
las pruebas de campo para identificarlos en el suelo (al depositar con un
cuentagotas unas gotas de ácido sobre la estructura carbonatada, se observa la
aparición de unas burbujitas de CO2 que delatan la presencia de los carbonatos):

Los carbonatos son incoloros, blancos o poco coloreados, por lo que los suelos en
los que abundan presentan colores claros (figura 2.4). Se dividen en tres grupos
estructurales:

- El grupo de la calcita o carbonato cálcico, CaCO3, y la magnesita o carbonato


magnésico, MgCO3.

- El grupo de la dolomita o carbonato doble de calcio y magnesio, CaMg (CO 3)2.

- El grupo de la aragonita, que es un polimorfo de la calcita.


Figura 2.4: Manchas de carbonatos en un endopedión (Bkm).

2.2.2.2 Los sulfatos

Los sulfatos presentan el grupo aniónico SO42- y tienen como especies más
características en suelos el yeso (CaSO4.2H2O) y la anhidrita (CaSO4),
pudiéndose transformar la una en la otra mediante procesos de hidratación o de
deshidratación.

La característica más destacable del yeso es su relativa alta solubilidad en agua


pura (2,6 g/l), por lo que en las zonas húmedas queda disuelto y se elimina con el
agua de percolación. En ocasiones puede ir acompañado por la celestina (SrSO 4).

El resto de sulfatos son muy conocidos por ocasionar la salinización de los suelos:
el sulfato sódico en forma de tenardita (Na2SO4) o de mirabilita (Na2SO4.10H2O) y
el sulfato magnésico o epsomita (MgSO4.7H2O). El sulfato magnésico es el doble
o el triple de tóxico que el sulfato sódico.

En casos muy concretos podemos encontrar otros sulfatos en el suelo, como los
sulfatos de hierro (Fe2(SO4)3) y de aluminio (Al2(SO4)3), causantes de una acidez
extrema y muy desfavorable, o la jarosita (K Fe3(SO4)2(OH)6).

Figura 2.5: Eflorescencias salinas en un epipedión ochrico.


Figura 2.6: Detalle de eflorescencias salinas.

2.2.2.3 Los cloruros

Los cloruros son minerales muy solubles, desfavorables para las plantas si están
en cantidades importantes, lo cual es frecuente en suelos con problemas de
salinidad. Los minerales presentes en el suelo son el cloruro cálcico (CaCl 2) y la
halita (NaCl) con una solubilidad altísima (264 g/l). En general, los cloruros tienen
una dinámica y una movilidad muy alta, por lo que pueden concentrarse en la
superficie del terreno, dando lugar a eflorescencias blanquecinas, tan
características de suelos salinos.

EJEMPLO

Los agricultores experimentados, antes de comprar un terreno en una zona susceptible de tener
problemas de salinidad, siguen el siguiente criterio: esperar hasta el verano para ver el aspecto de
la capa superficial del suelo. La razón estriba en que, cuando hace calor (y gracias a la movilidad
de estos compuestos), el agua (y con ella las sales y cloruros) asciende por capilaridad por los
poros, tiñendo de manchas blancas las capas superficiales del suelo. En invierno, en cambio, este
fenómeno es mucho más difícil de apreciar.

El problema que ocasiona la halita (NaCl) es debido a la actividad del ión sodio
(Na+), capaz de ocupar un buen porcentaje de los lugares de intercambio
catiónico, provocando una serie condiciones que son desfavorables para las
raíces, como una pérdida de estructura del suelo, una disminución de la
conductividad hidráulica, etc.

2.2.2.4 Los fosfatos

Los fosfatos son compuestos minoritarios en los suelos. Suelen ser bastante
insolubles y su estructura es el resultado de la agrupación aniónica del ión PO43-,
con cationes (sodio en medio alcalino, calcio en medio básico y hierro o aluminio
en medio ácido). Entre los fosfatos destacan:
- La apatita (Ca5(PO4)3(F, Cl, OH)): solución sólida con aniones (como cloruro,
fluoruro o hidroxilo); es la fuente más importante de fósforo en el suelo.

- En suelos ácidos los fosfatos se presentan como vivianita (Fe 3(PO4)2.8H2O),


variscita (AlPO4.2H2O) y estrengita (FePO4.2H2O).

2.2.2.5 Los óxidos e hidróxidos

Los procesos de meteorización producen una liberación de aluminio, hierro,


manganeso, titanio y silicio. Esto conduce a la neoformación en el suelo de óxidos
anhidros, hidróxidos y oxihidróxidos (cristalinos, paracristalinos o amorfos).
Pertenecen a este grupo los siguientes:

- Óxidos cristalinos: los más importantes son la goetita -responsable del color ocre
del suelo junto con la limonita- y la hematita -responsable del color rojo del suelo-.
Otros óxidos de menor importancia son la limonita y la magnetita.

- Óxidos e hidróxidos de hierro (amorfos o cristalinos): se localizan en suelos que


proceden de rocas que contenían estos compuestos; su presencia también puede
ser el resultado de la meteorización de minerales ferromagnesianos (como la
biotita, los amfíboles y los piroxenos).

- Óxidos e hidróxidos de aluminio: los más frecuentes son la gibsita y la bohemita.


Abundan en suelos tropicales húmedos, pero son poco relevantes en la península
ibérica.

- Otros óxidos e hidróxidos: los de manganeso -pirolusita-, de color negro, o los de


titanio -rutilo, anatasa, brookita-.

El SiO2, constituye una excepción, ya que mineralógicamente, por su estructura,


se incluye en la clase de los silicatos (tectosilicatos).

2.3 Constituyentes orgánicos del suelo

La materia orgánica en el suelo puede tener diversas procedencias, entre las que
cabe destacar:

a) Restos y residuos de plantas y animales: biomasa incorporada de forma natural


procedente de cualquier ecosistema, materiales de origen orgánico aportados por
el hombre a los agrosistemas (estiércol, restos de cosechas) o productos
resultantes de síntesis industriales (productos fitosanitarios).

b) Descomposición de los tejidos orgánicos por acción mecánica de la fauna y los


microorganismos.
c) Reorganización de algunos productos de la degradación, con síntesis
microbiana de nuevos componentes orgánicos.

Cuando esta biomasa finaliza su ciclo vital, los restos se van depositando en la
superficie o en el interior del suelo y se van descomponiendo lentamente. Los
microorganismos del suelo aportan sus excreciones y su propia biomasa. Si el
suelo está cultivado, también existirán aportes de materia orgánica procedentes
del abonado.

El término "materia orgánica" se utiliza para designar tanto a la materia


orgánica fresca o restos vegetales recientemente incorporados como
al humus o materia orgánica transformada.

2.3.1 Localización de la materia orgánica en el suelo

La materia orgánica está localizada en los epipediones de un perfil. Su cantidad es


muy variable en función del tipo de biomasa vegetal que contenga pero, en
cualquier caso, a medida que se profundiza en el perfil el contenido orgánico va
disminuyendo.

Los suelos con un mayor contenido de materia orgánica (>20%) son los de zonas
húmedas (de alta montaña, por ejemplo), mientras que los suelos de zonas áridas
tienen cantidades mucho menores (hasta <0,5%, en casos extremos). En los
suelos agrícolas el cultivo continuado aumenta la tasa de mineralización e
incrementa el déficit de materia orgánica, que en suelos de zonas del
mediterráneo se sitúa entre el 1 y el 3%.

Figura 2.7: La mayor concentración de materia orgánica se da en los epipediones.


2.3.2 Composición de la materia orgánica del suelo

Al hilo de lo anterior, en el estudio de la composición de la materia organica del


suelo hay que tener presente la clasificación proporcionada por el cuadro
siguiente.

MATERIA ORGÁNICA FRESCA O MATERIA ORGÁNICA NO HUMIFICADA

- Biomasa vegetal y animal senescente.

- Biomasa microbiana.

MATERIA ORGÁNICA TRANSFORMADA EN HUMUS

- Sustancias no húmicas:

- * Materiales orgánicos sencillos: azúcares y aminoácidos.

- * Materiales orgánicos de elevado peso molecular: polisacáridos y proteínas.

- Sustancias húmicas (humus en sentido estricto).

2.3.2.1 La materia orgánica fresca

La materia orgánica fresca representa del 5 al 20% del total de la materia orgánica
del suelo. Su presencia disminuye a medida que se profundiza en el perfil,
pasando a su vez el humus a ser la fracción dominante. La biodegradabilidad de la
materia orgánica fresca y su transformación en humus varía mucho en función del
tipo de cada uno de sus principios constituyentes (glúcidos, compuestos
nitrogenados y compuestos lipídicos).

2.3.2.2 El humus

El humus, en sentido amplio, está compuesto por una mezcla de materiales


orgánicos:

- Sustancias no húmicas. Materia lábil, en proceso de descomposición y


humificación. Se consideran los azúcares, aminoácidos, polisacáridos, proteínas,
etc.

- Sustancias húmicas (humus en sentido estricto).


El humus, así definido, contribuye enormemente a aumentar la fertilidad y
estabilidad estructural de los suelos, gracias a su capacidad para adsorber
nutrientes y agregar partículas.

La heterogeneidad de sus componentes, la formación de complejos con la materia


mineral (complejos arcillo-húmicos y complejos órgano-metálicos) y su naturaleza
polimérica, hacen que su estudio sea bastante difícil.

Los procesos de humificación hacen que los compuestos orgánicos resultantes


sean más estables que los iniciales en el suelo en el que se encuentran. En la
humificación pueden acaecer reacciones químicas (oxidación, condensación y
polimerización) y procesos biológicos y de síntesis microbiana, generándose
compuestos de bajo y alto peso molecular que no se dan en las células vivas y
que son constituyentes típicos del suelo.

En la figura 2.8 se ilustra un esquema del proceso de humificación.

Figura 2.8: Esquema del proceso de humificación.

Las sustancias húmicas se caracterizan por no presentar características físicas y


químicas específicas, tales como una composición química determinada o un
punto de fusión concreto. Son de color oscuro, con carga negativa, de carácter
ácido, predominantemente aromáticas y de elevado peso molecular. Son
compuestos relativamente oxidados.
Para conocer las propiedades químicas de las sustancias húmicas primero hay
que fraccionarlas; para realizar este fraccionamiento se utiliza la diferencia de
solubilidad de las sustancias húmicas al mezclarlas con ácidos y bases. Las
técnicas de extracción no han permitido aislar una sustancia húmica pura.
Experimentalmente se han establecido tres fracciones:

- Ácidos húmicos.

- Ácidos fúlvicos.

- Humina.

Estas tres fracciones son mezclas de compuestos químicos policondensados, que


se diferencian por sus propiedades y por su comportamiento frente a diversos
reactivos.

La definición de estos compuestos húmicos se basa, por tanto, en características


relativas a los métodos de obtención:

ÁCIDOS HÚMICOS

Son extraíbles con reactivos alcalinos y pueden precipitar en forma de flóculos al reaccionar con
ácidos. Están formados por grandes moléculas complejas con grupos aromáticos, unidas a
estructuras orgánicas (aminoácidos, péptidos, ácidos alifáticos, aminoazúcares, etc). Su color va
del pardo al negro. Pueden ser de tres tipos: ácidos húmicos pardos, ácidos húmicos grises y
ácidos himatomelánicos.

ÁCIDOS FÚLVICOS

Son extraíbles con reactivos alcalinos pero no precipitan con ácidos después de su extracción. Su
tamaño molecular es inferior a 2000. Su composición química, no específica, depende de factores
tales como la categoría de suelo, la vegetación de la que proceden o el método de extracción.

HUMINA

Son un conjunto de compuestos humificados no extraíbles y difíciles de aislar. La humina puede


presentarse de muy diversas formas:

- humina microbiana (formada por cuerpos microbianos y por compuestos alifáticos que derivan de
ellos);
- humina heredada (próxima a la materia orgánica fresca);

- humina neoformada (resulta de procesos de inmovilización por los cationes, no es extraíble con
reactivos alcalinos); y,

- humina estabilizada (producto de la evolución lenta de los ácidos húmicos lo que provoca la
polimerización de los núcleos aromáticos y un descenso de su solubilidad en los reactivos de
extracción).

2.3.3 Mineralización de la materia orgánica

La mineralización consiste en la transformación de un elemento desde su forma


orgánica a una inorgánica, como resultado de la actividad de los microorganismos.

La tasa de mineralización se expresa en porcentaje de carbono orgánico total que


mineraliza en un período de tiempo determinado. Por ejemplo, en el campo de las
arcillas de interés cerámico, los compuestos orgánicos que presentan una
mineralización microbiana intermedia son la hemicelulosa y la celulosa; y los que
muestran una mineralización lenta son: la lignina, los compuestos fenólicos, las
grasas y ceras.

La mineralización consiste en la transformación de un elemento desde una


forma orgánica a una inorgánica, como resultado de la actividad de los
microorganismos.

En general, se puede concluir que las moléculas que presentan más dificultad a la
mineralización (ligninas, compuestos fenólicos, etc.) son aquellas que presentan
una estructura muy ramificada, frente a una estructura lineal.

Hay que tener en cuenta que no todas las moléculas orgánicas sufren
mineralización por parte de los organismos saprófitos, existiendo compuestos que
por su estructura son de descomposición difícil, como es el caso de la lignina.

2.3.4 Los complejos organominerales

Los complejos organominerales son el resultado de la unión de compuesto


orgánicos y compuestos minerales. Son componentes habituales del suelo y
deben ser estudiados con la misma relevancia que las estructuras de procedencia.
Los complejos organominerales pueden tener muy diferente naturaleza y
estabilidad:

COMPLEJOS ARCILLO-HÚMICOS
Compuestos por una parte de humus y otra de minerales de arcilla, el resultado son estructuras
con un tamaño relativamente grande, caracterizadas por su insolubilidad.

Tienen importancia en la formación de la estructura del suelo (donde el humus actua como
cemento en la formación de microagregados) y en la estabilización de la materia orgánica.

COMPLEJOS ORGANOMETÁLICOS

Son el resultado de las uniones de cationes al gran número de grupos funcionales de la materia
organica; dichas uniones se dan con diversos grados de energía. Son de tamaño relativamente
pequeño.

Tienen importancia en procesos de traslocación, así como de inmovilización de minerales


altamente contaminantes.

Capítulo 3 .- Propiedades del suelo

OBJETIVO

Proporcionar una visión del suelo como medio idóneo para el desarrollo de
organismos vivos.

3.1 Propiedades físicas

Las propiedades físicas del suelo están condicionadas por la masa total del
mismo. Son una función de sus componentes tanto en lo que se refiere al tamaño
como a su naturaleza: por ello, una de las propiedades más influyentes es la
distribución por tamaños de las partículas edáficas.

Estas partículas se unen para crear edificios cuya forma, tamaño y consistencia
modifica el comportamiento de las partículas aisladas. Todo ello crea un
entramado sólido que deja un gran espacio poroso que puede ser ocupado por
aire o agua, lo que permite el suministro de estos indispensables elementos a las
plantas.

Cada uno de estos aspectos merece una consideración individual, aunque la


interrelación entre todos ellos es evidente; sólo hay una característica
independiente: la distribución por tamaños de los componentes del suelo y su
naturaleza, que son función del material original y de los restantes factores
formadores del suelo.

3.1.1 Textura

La fracción mineral se puede estudiar en función de los tamaños de sus partículas;


éstos pueden ir desde fragmentos de roca de más de un metro, hasta partículas
menores de un micrómetro. Basándose en este aspecto, la textura es una
expresión sintética de las características del suelo, dependientes del tamaño de
las partículas.

En la tabla 3.1 se muestra una clasificación de los elementos del suelo según su
tamaño.

TIERRA FINA
ELEMENTOS GRUESOS (DIÁMETRO>2mm)
(DIÁMETRO <2mm)

Bloques Más de 25 cm

Cantos 6 a 25 cm Arena
Clasificación según sistema
Grava gruesa 2 a 6 cm Limo
USDA o ISSS
Grava media 0,6 a 2 cm Arcilla

Gravilla 0,2 a 0,6 cm

Tabla 3.1. Clasificación de los elementos del suelo según su tamaño.1

La granulometría expresa las proporciones relativas de las distintas partículas


minerales inferiores a 2 mm -tierra fina-, agrupadas, tras la destrucción de los
agregados, por clases de tamaños en fracciones granulométricas.

Para separar las distintas fracciones granulométricas, arcilla, limo y arena, se hace
necesario establecer primero los límites entre cada una de ellas. Puesto que no
hay ninguna división natural y limpia entre medidas, se han de adoptar criterios un
tanto arbitrarios que dependen de los objetivos perseguidos, de ahí que se hayan
propuesto y se utilicen diversos valores numéricos. Los más comunes en
edafología son los adoptados por la International Society of Soil Science (ISSS) y
los del United States Department of Agriculture (USDA). Las distintas fracciones
granulométricas establecidas se proporcionan en la tabla 3.2.

FRACCIONES
GRANULOMETRÍA DENOMINACIÓN
Denominación Diámetros aparentes ( m)
Arena USDA 50< <2000

USDA simple Limo USDA 2< <50

Arcilla <2

Arena ISSS 20< <2000

ISSS simple Limo ISSS 2< <20

Arcilla  <2

FRACCIONES
GRANULOMETRÍA
DENOMINACIÓN Diámetros aparentes (
Denominación
m)

Arena muy gruesa USDA 1000< <2000

Arena gruesa USDA sentido


500<  <1000
estricto

Arena media USDA 250<  <500

USDA completa
Arena fina USDA sentido estricto 100< <250

Arena muy fina USDA 50<  <100

Limo USDA 2<  <50

Arcilla  <2

FRACCIÓN
GRANULOMETRÍA DENOMINACIÓN
Denominación Diámetros aparentes ( m)

ISSS completa Arena gruesa ISSS 200< <2000


Arena fina ISSS 20<  <2000

Limo ISSS 2<  <20

Arcilla  <2

Tabla 3.2. Diferentes clasificaciones posibles de la tierra fina.

1El umbral de 2 mm se debe a que las partículas de diámetros superiores no presentan fenómenos
de capilaridad.

3.1.1.1 Análisis granulométrico

El análisis granulométrico de un horizonte se hace a nivel de campo mediante el


tacto, para lo cual se requiere un cierto entrenamiento. Posteriormente, se realiza
en el laboratorio de forma precisa. Consiste en un proceso de segregación de
partículas individuales agrupadas en fracciones.

Las operaciones que se llevan a cabo en este análisis se ilustran en la figura 3.1.

Figura 3.1: Operaciones a seguir en el análisis granulométrico.


La agrupación de las partículas en función de la medida y los resultados,
expresados en porcentaje en peso, de las tres fracciones (arcilla, limo y arena),
permite establecer diferentes clases texturales del suelo, que se refieren a las
proporciones de arena, limo y arcilla de cada una de las escalas de medidas.

Estas clases texturales se determinan mediante el empleo de triángulos texturales


o diagramas triángulares como el mostrado en la figura 3.2.

Figura 3.2: Triángulo de textura genérico. La concurrencia en un punto de los diferentes


porcentajes de las fracciones granulométricas (arena, limo y arcilla) determinarán la clase textural.

Cada muestra de suelo viene definida por un punto del interior del triangulo, dicho
punto se obtiene trazando una paralela al lado anterior desde la escala que señala
el contenido en la correspondiente fracción; con sólo dos líneas queda definido el
punto representativo, porque la tercera componente es función de las primeras al
tener que ser 100 la suma de todas ellas.

El triángulo se divide en una serie de áreas que corresponden a las diversas


clases texturales, que representan grupos de texturas con aptitudes o propiedades
análogas. Las clases suelen asociarse en cuatro grupos principales que
corresponden a las texturas arcillosas, limosas, arenosas y francas o equilibradas;
según exista un componente dominante o una proporción adecuada de todos
ellos.

En las figuras 3.3 y 3.4 se ilustran las clases texturales según criterio de la USDA
y de la ISSS, respectivamente.
Figura 3.3: Clases texturales según criterio USDA. (Ar=Arenoso, L=Limoso, a=arcilloso y
F=Franco). Por ejemplo: F-a: suelo franco-arcilloso. Ar-F: suelo arenoso-franco. F-a-L: suelo
franco-arcillo-limoso.

Figura 3.4: Clases texturales según criterio ISSS.

Al establecer los nombres de las clases texturales se ha querido dejar patente que
la acción de ciertas fracciones es más acentuada que la de otras, a igualdad de
porcentaje, para determinar las propiedades del suelo y el comportamiento del
agua y las plantas.
En este sentido, la fracción arcilla resulta mucho más determinante del
comportamiento de un horizonte y en consecuencia del suelo y de la respuesta de
las plantas que las restantes fracciones, y así se pone de manifiesto en la
denominación de la clase textural. Debe haber unas tres veces más arena que
arcilla para que el suelo tenga unas propiedades condicionadas por la arena.

El comportamiento del suelo será la respuesta a la acción combinada de las


distintas fracciones, que interaccionan entre ellas y con la materia orgánica. La
distinta significación de las diferentes fracciones granulométricas se debe al
tamaño, número y superficie específica de sus partículas.

La superficie específica -relación entre la superficie de una partícula respecto a


su volumen o a su masa- es importante al determinar la forma en que los suelos
reaccionan. La cantidad de superficie varía de forma inversamente proporcional al
tamaño de las partículas.

En la tabla 3.3 se muestran algunas propiedades de los suelos en función de su


clase textural.

ARENOSA FRANCA1 ARCILLOSA

Permeabilidad alta media baja

Superficie específica baja media alta

Temperatura (en primavera) cálida templada fría

Almacenamiento de nutrientes baja media alta

Cantidad de agua retenida baja media alta

Fuerza de retención baja media alta

1 Textura con composición de arena, arcilla y limo compensada. No tiene un perfil exacto, pero es
el que ofrece las mejores condiciones para el crecimiento de las plantas.

Tabla 3.3. Propiedades texturales.


Los elementos gruesos presentan poca actividad, su superficie específica es baja
y suelen ser resistentes a la meteorización. No obstante, estos materiales de gran
tamaño inciden sobre el comportamiento del suelo y el crecimiento de las plantas,
sobre todo cuando su proporción es grande. Esto es frecuente en condiciones
áridas y semiáridas y en zonas de montaña, donde haya una mayor facilidad para
la fragmentación (meteorización física), que para transformaciones químicas. Un
predominio de elementos gruesos en un suelo hace que éste actúe como un tamiz
frente al agua, a la que no es capaz de retener, y por otro lado, presente escasas
posibilidades para el suministro de nutrientes.

3.1.2 Estructura

La estructura del suelo es el resultado de la organización espacial de las partículas


elementales, arena, limo y arcilla, en unidades compuestas de medida más
grande, llamadas agregados.

Estas unidades estructurales están separadas las unas de las otras por superficies
fragmentables y hacen que el suelo tenga un comportamiento diferente al que
tendría si una misma proporción de partículas elementales se encontrara
individualizada. La estructura es el resultado de interacciones físico-químicas entre
las arcillas y los grupos funcionales de materia orgánica.

Los agregados se definen como unidades estructurales del suelo, no debidas a


procesos artificiales, tales como las labores -pues en tal caso se trataría de
terrones- sino a naturales, resultando de la agrupación de las diferentes partículas,
como consecuencia de su floculación y posterior cementación, y cuya
característica es su estabilidad frente al agua.

La determinación y forma de los agregados resulta bien conocida y se realiza de


forma visual sobre el terreno (figura 3.5).
Figura 3.5: Estructuras más comunes de los suelos1.

Uno de los aspectos importantes referentes a la formación de agregados es la


"estabilidad" que presentan éstos en el tiempo o qué tan resistentes son los
agregados a fuerzas externas. Se sabe que la materia orgánica y los organismos
del suelo influencian directamente la estabilidad de los agregados. A mayor
actividad de organismos y mayor contenido de materia orgánica, los agregados
tienden a ser más estables.

La agregación de un suelo condiciona el espacio poroso y, por tanto, la aireación,


la capacidad de infiltración, la permeabilidad, así como la circulación del agua. La
estructura condiciona también la erosionabilidad; por ejemplo, si un suelo presenta
una estructura que reduce la infiltración del agua, incrementa la escorrentía en su
superfice y, por tanto, las posibilidades de que se erosione. En los suelos
agrícolas, la estructura de los horizontes superficiales determina la fertilidad del
suelo.

Figura 3.6: La formación de agregados en un suelo determinará su estructura.

La formación de agregados requiere la floculación de las arcillas y su posterior


estabilización o cementación. A nivel microscópico, la estructura de un suelo
presenta: esqueleto -compuesto de arena y limo- y cemento, que recubre a los
agregados en una especie de "red". El cemento está constituido por arcilla -que
además de una elevada superficie específica presenta una importante cantidad de
cargas eléctricas en superficie-, materia orgánica y óxidos e hidróxidos de hierro y
aluminio de naturaleza amorfa, que dan lugar a compuestos coloidades. La sola
floculación de las arcillas no es suficiente para la formación de la estructura
(figura 3.7).
Figura 3.7: Representación a nivel microscópico de la estructura de un suelo.

En el estudio de la estructura hay que considerar:

- Superficie de debilidad: grado de desarrollo de la estructura.

- Forma de los agregados: tipo de estructura.

- Tamaño: clase de estructura.

- Dureza y friabilidad de los agregados.

- Persistencia: estabilidad de los agregados.

- Mecanismos de formación de agregados.

- Espacio de huecos (porosidad): distribución y conexiones.

La estructura controla una serie de propiedades y comportamientos del suelo, de


los cuales en la tabla 3.4 se muestran los más significativos.

PROPIEDAD AFECTADA EFECTOS POSITIVOS

Características de la Una buena estructura evita el sellado del suelo por formación de
superficie del suelo costra. Facilita la emergencia de plantas y la infiltración del agua.

El aumento de la infiltración:
Infiltración del agua en el
suelo
Disminuye la escorrentía y con ello el riesgo de erosión.
Aumenta las reservas en agua del suelo.

Un horizonte bien estructurado:

Permite una buena circulación del aire, agua y nutrientes.

Espacio de huecos Favorece el desarrollo de microorganismos aerobios.

Favorece la actividad de la fauna del suelo.

Es más penetrable por las raíces beneficiando el crecimiento de la


planta.

La baja compacidad de un horizonte:

Favorece el laboreo.
Compacidad
Hace disminuir la densidad aparente.

Favorece el crecimiento de las raíces.

Un suelo bien estructurado es más resistente a la erosión que las


Erosionabilidad
partículas sueltas de arena, limo y arcilla y la materia orgánica.

Tabla 3.4. Efectos positivos de una buena estructura en determinadas propiedades del suelo.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Los mecanismos implicados en la formación de unidades estructurales vienen


controlados por una serie de factores de tipo biológico, químico y físico, tal y como
se indica en la tabla 3.5.

FACTOR EFECTO

Recubrimiento de la superficie del suelo.

Aporte de materia orgánica.


Sistema de cultivo
Ciclo biogeoquímico.

Las raíces (densidad, profundidad, y velocidad de crecimiento)


ensanchan huecos preexistentes y desecan el suelo.

Unen las partículas por mecanismos de adsorción, segregando


Microorganismos productos mucilaginosos, envolviendo partículas.

Intervienen en la estabilización de la materia orgánica.


Remueven el suelo ingiriendo grandes cantidades de materia,
que al ser deyectadas, mejoran su estructura al favorecer la
Lombrices mezcla de materia mineral y componentes orgánicos.

Abren canales que facilitan el movimiento del agua y el paso de


las raíces y la restante fauna hacia horizontes más profundos.

En suelos con arcillas expansibles los procesos de expansión-


Mineralogía de arcillas retracción favorecen la formación de agregados. En el caso de
una fragmentación en superficie se habla de autoacolchado.

Tipo y frecuencia de las


Compactación por el peso de la maquinaria. Cambios
labores de cultivo. Estado de
estacionales en las características estructurales. Protección frente
humedad del suelo al
a la acción erosionante de la lluvia y del viento.
cultivarlo.

Técnicas de riego y calidad Riego a manta por surcos, por aspersión, localizado. Riesgos de
del agua de riego. salinización y de alcalinización.

Tráfico Tractores: ruedas neumáticas o cadenas.

CONDICIONES AMBIENTALES:

La desecación favorece la aparición de grietas por retracción, en


horizontes subsuperficiales ricos en arcilla y pobres en materia
Humectación-desecación orgánica pueden formarse prismas. En suelos con arcillas
expansibles se favorece la fragmentación de los agregados al
secarse. En superficie puede formarse un autoacolchado.

Con suelo húmedo: Un enfriamiento lento seguido de congelación


resulta beneficioso para la estructuración. Un enfriamiento y
Hielo-deshielo congelación rápidos destruye los agregados y aparece en
superficie una masa pulverulenta.

Con suelo seco: El efecto es mucho menor.

Condiciones metereológicas
Cambios estacionales en las características estructurales.
a lo largo del año.

Rotura de agregados por impactos de las gotas de lluvia.


Características de la lluvia.
Formación de costra superficial.

Tabla 3.5.
Factores que inciden en la formación estructural de un suelo.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

1 Las estructuras granulares y en bloques están generalmente asociadas a los horizontes A y B,


respectivamente. Las estructuras laminares son típicas en suelos compactados. Fuente: adaptado
de Soils, An Introduction, 2002. 5ta Edición. Michael J. Singer y Donald N. Munns.

3.1.3 Porosidad

El volumen total de una muestra no alterada de suelo, V t se puede descomponer


en los siguientes volúmenes:

Vt=Va+Vw+Vs

donde:

a=volumen de poros ocupados por aire.


Vw= volumen de poros ocupados por agua.
Vs= volumen de sólidos.

Análogamente, la masa total de una muestra de suelo, Mt se puede descomponer


según:

Mt=Ma+Mw+Ms

donde:

Ma=masa del espacio ocupado por aire (normalmente se asume nula).


Mw= masa del espacio ocupado por agua.
Ms= masa del espacio ocupado por los sólidos.

De estas dos relaciones se definen una serie de propiedades, entre las que
destacan la densidad aparente y la densidad real o específica.

3.1.3.1 Densidad aparente

La densidad aparente ( a) se define como la masa del espacio ocupado por los
sólidos por unidad de volumen. Se mide en g·cm-3 y se define como:

donde:
Vt= volumen total de muestra de suelo.
Ms= masa del espacio ocupado por los sólidos.

Tal y como se puede observar en la fórmula, la densidad aparente se define como


la masa de una unidad de volumen de suelo (seco a 105 °C). Por lo tanto, la masa
de agua (Mw) es eliminada del cálculo.

La densidad aparente de los suelos es función del espacio poroso del suelo. A
menor espacio poroso, la densidad aparente aumenta. Es por esta razón que
generalmente la densidad aparente es una de las propiedades físicas más
utilizadas en la determinación de compactación de los suelos. Sin embargo, esta
propiedad no debe ser considerada como el único parámetro, o el más apropiado
para la determinación de la compactación.

Los valores de densidad aparente varían de acuerdo al tipo de suelo y del manejo
a que estén expuestos. Valores entre 0,1 y 0,7 g·cm -3 son comunes para suelos
orgánicos. En suelos minerales, los valores de densidad aparente aumentan
desde 0,6-0,8 g·cm-3 (suelos de cenizas volcánicas o Andosols) hasta 2,3 g·cm -3
en suelos compactados y derivados de materiales glaciares.

En resumen, a un descenso de la densidad aparente:

- Se incrementa la infiltración y disminuye el aguia de escorrentía.

- Aumenta la capacidad del suelo para retener agua.

- Aumenta la aireación.

- Se facilita la penetración de las raíces.

- Aumenta la conductividad hidráulica.

3.1.3.2 Densidad de las partículas o específica

La densidad específica ( s) se define como la densidad media de la fase sólida o


densidad de las partículas, es decir, el peso de los sólidos del suelo respecto al
volumen que ocupan, sin considerar ningún espacio poroso. Se mide en g·cm -3 y
se define como:

donde:
Vs= volumen de sólidos.
Ms= masa del espacio ocupado por los sólidos.

El valor más común, y generalmente asumido para la densidad de partículas, es


de 2,65 g·cm-3, que corresponde a la densidad del cuarzo (uno de los
componentes minerales del suelo más comunes).

3.1.3.3 Porosidad total

La porosidad total ( ) de un suelo se define como el volumen total de poros


contenido en un volumen conocido de suelo.

donde:

Vp= volumen total de huecos (Va+Vw).


Vt= volumen total de muestra de suelo.

La porosidad total de una muestra de suelo es función de la distribución del


tamaño de las partículas partículas (textura) y el arreglo espacial de estas
partículas conformando agregados (estructura).

3.1.4 Permeabilidad

Una característica asociada a la porosidad es la permeabilidad o facilidad que


tiene el suelo para dejarse penetrar por los fluidos. No sólo los valores absolutos
de porosidad bastan para estimar la permeabilidad del suelo, sino también algunos
otros factores como la geometría del sistema poroso. Así, una estructura hojosa
deja una gran porosidad, pero dificulta notablemente la circulación del agua.

La permeabilidad se indica por la velocidad de circulación del agua de gravedad o


conductividad hidráulica (K), y es tanto más elevada cuanto la porosidad no capilar
sea más grande. Esto se explica fácilmente si recordamos que el agua de
gravedad circula a través de los macroporos del suelo, es decir, de los huecos no
capilares del mismo.

CONDUCTIVIDAD HIDRÁULICA
CARACTERÍSTICA DEL SUELO
K (cm/h)

K<0,04 Fuertemente impermeable


0,04<K<0,2 Poco permeable

0,2<K<2 Permeable

2<K<5 Muy permeable

K>5 Excesivamente permeable

Tabla 3.6. Permeabilidad del suelo en función de valores de la conductividad hidráulica.

Sobre la permeabilidad influyen tres factores primordiales del suelo: la textura, la


estructura y el contenido en materia orgánica.

Los suelos con estructuras estables son en general permeables, mientras que los
suelos con estructuras inestables o degradadas, son poco permeables, sobre todo
cuando la composición física del suelo, su granulometría, esta mal equilibrada. Los
suelos arenosos pueden presentar también, en ciertos casos, una permeabilidad
reducida, debido a la colmatación de los poros grandes por partículas de limo y
por la ausencia casi total de materia orgánica.

En los suelos muy porosos, la permeabilidad se reduce, pues se comportan como


esponjas, reteniendo una gran cantidad de agua por influencia de sus fuerzas de
unión. En la mayoría de los suelos la permeabilidad depende de la estructura, tal y
como se ha visto, y de todos los factores que la condicionan.

Si tenemos un suelo seco y agrietado, en principio, la permeabilidad es enorme;


con el paso del agua, los coloides se hinchan y van cerrando las grietas y poros,
disminuyendo notablemente la permeabilidad.

3.1.5 Consistencia

La resistencia mecánica de un suelo a la deformación y a fluir bajo la acción de


fuerzas mecánicas depende de su contenido de humedad. La consistencia
expresa el estado físico de un suelo a un contenido dado de humedad. Se debe a
las fuerzas de cohesión y es consecuencia de la estructuración.

La consistencia incluye propiedades tales como:

- Compacidad: Hace referencia a que las partículas estén próximas y fuertemente


unidas unas con otras.

- Dureza: Es la consistencia en seco y expresa la fragilidad de un agregado.


- Friabilidad: Es la consistencia en húmedo y expresa la resistencia que ofrece el
material bajo una determinada presión.

- Plasticidad: Expresa la facilidad del material para ser moldeado.

- Adhesividad: Es el resultado de la tensión superficial y expresa la capacidad


para adherirse a las superficies.

Un suelo cuando está seco es un sólido, al añadirle agua puede sufrir un proceso
de expansión. A medida que el contenido de agua aumenta pasa a estado
semisólido, luego a estado plástico y finalmente a estado líquido.

3.1.6 Propiedades térmicas

Las condiciones de temperatura y humedad del suelo determinan lo que se ha


dado en llamar el clima del suelo. La temperatura es, en cada momento, el
resultado de las aportaciones caloríficas, la principal de las cuales es la energía
solar. Puesto que la radiación solar es intermitente por el efecto día-noche y
variable a lo largo del año, la temperatura del suelo sufrirá de importantes
fluctuaciones.

La temperatura del suelo tiene importancia por su influencia sobre la germinación


y crecimiento de las plantas, sobre la actividad microbiana y por incidir en
procesos tan importantes como la humificación, la mineralización o la fijación de
nitrógeno atmosférico. Además, regula la evaporación del agua y, por
consiguiente, el aprovechamiento de las lluvias; en climas con déficit de agua, la
orientación de los cultivos puede afectar profundamente a su rendimiento.

Se mide mediante termómetros situados a 50 cm de profundidad

3.1.7 Dinámica del agua en el suelo

El ciclo del agua en el suelo hace referencia a la aportación, perdida y variación de


la reserva, como parte del ciclo hidrológico del agua en la biosfera. El suelo es el
principal suministrador de agua para las plantas, por su capacidad para
almacenarla e ir cediéndola a medida que se requiere. El agua que entra en el
suelo circula por el espacio de huecos y pasa a ocupar total o parcialmente los
poros, donde puede quedar retenida.

El agua, una vez en el terreno, puede atravesar la superficie en un proceso


denominado infiltración, que permite aumentar la reserva. El agua que no puede
infiltrarse forma charcos si el terreno es plano, o se pierde circulando vertiente
abajo en forma de escorrentía superficial. El agua infiltrada circula dentro del suelo
más o menos rápidamente en función de la conductividad hidraúlica o la
permeabilidad de los diferentes horizontes; una parte de esta agua puede
perderse por movimientos verticales descendentes, y otra parte lateralmente, en
forma de escorrentía subsuperficial.

En suelos con regímenes de humedad altos, el agua puede atraversar todo el


perfil y perderse por el drenaje del terreno. También pueden darse suelos
saturados de agua, a causa de la presencia de una capa freática a una
determinada profundidad.

Tan importante como el contenido de agua de un suelo es su disponibilidad para la


planta, hecho que ha obligado a introducir el concepto de energia potencial del
agua del suelo. En el suelo intervienen una serie de fuerzas que actuan sobre el
agua determinando su potencial, éstas son:

- Las fuerzas gravitacionales, que explican el movimiento descendiente.

- Las fuerzas matriciales, constituidas por las fuerzas de adsorción superficial


directa de las moléculas sólidas, las fuerzas de capilaridad y las fuerzas osmóticas
(por uniones osmóticas del agua a las dobles capas difusas), explican la retención
de agua en el suelo.

- La evaporación y la absorción de las raíces que hacen que el movimiento del


agua sea ascendente.

El comportamiento y la disponibilidad del agua son el resultado de todos los


campos de fuerza que actuan.

Figura 3.8: Suelo con capa freática próxima a la superficie (horizonte genético Bg).

En suelos salinos, las fuerzas osmóticas tienen mucha importancia, reteniendo el


agua en el suelo e impidiendo su absorción por las raíces. En suelos no salinos y
no saturados las disponibilidades de agua dependerán sobre todo del potencial
matricial.
La medida de la cantidad de agua que contiene una masa o volumen de suelo se
realiza mediante:

- Métodos gravimétricos: secando la muestra en la estufa a una temperatura de


105ºC, hasta peso constante.

- Métodos indirectos: la medición con sonda de neutrones, la medida por


reflectometría de dominios magnéticos de tiempo o la medición por absorción de
rayos gamma.

El potencial total del agua en el suelo se determina mediante el psicrómetro de


termopar, el piezómetro o el tensiómetro.

3.1.8 Dinámica de la atmósfera del suelo

El aire del suelo tiene una composición que difiere un tanto de la composición del
aire atmosférico. Así, mientras el contenido en nitrógeno es el mismo, en el suelo
existe una concentración más alta de CO2 y más pequeña de O2, que en el caso
atmosférico (tabla 3.7).

AIRE ATMOSFÉRICO (%) AIRE DEL SUELO (%)

O2 21 15-20

N2 78 78-80

CO2 0,003 0,2-5

Vapor de H2O Variable Saturado

Otros gases 1 Variable

Tabla 3.7. Diferencias de composición entre el aire atmosférico y el aire edáfico.

La concentración total de CO2 y O2 en el suelo no es constante y se puede


considerar que hay una cierta compensación entre la concentración de los dos
gases:

% CO2 + % O2 = 21% de la composición del aire del suelo.


La existencia de O2 es fundamental para la respiración de las raíces, de manera
que su ausencia provoca asfixia radicular. Si el suelo es, por tanto, consumidor de
O2, es paralelamente productor de CO2 debido a su actividad biológica.

El volumen de aire del suelo dependerá de aspectos como las condiciones de


humedad del suelo -los poros ocupados por agua restan volumen al aire del suelo-
, la textura y la estructura; también presenta variaciones estacionales.

En el suelo, el oxígeno será utilizado por parte de los microorganismos del mismo,
así como por las raíces de los vegetales, para oxidar la materia orgánica en CO2 y
obtener energía. Este proceso de oxidación, además de comportar una ganancia
de oxígeno, trae consigo una transferencia de electrones; por lo tanto, en el suelo
se ha de hablar de la existencia de procesos redox o de oxidación-reducción. La
cuantificación de estos procesos se lleva a cabo mediante el parámetro potencial
redox de un suelo, que se expresa en milivoltios (mV).

En los suelos bien aireados sus constituyentes se encontraran en sus formas


oxidadas, mientras que en suelos hidromorfos, con los poros prácticamente llenos
de agua, con poca o sin renovación, la demanda biológica de oxígeno puede ser
tal que éste se agote: los microorganismos anaeróbicos se verán favorecidos
frente a los aeróbicos, y predominarán en estos casos las formas reducidas.

3.2 Propiedades fisicoquímicas

Las propiedades fisicoquímicas son las que afectan a los fenomenos de superficie,
especialmente a la interfase sólido-líquido.

Si en el apartado anterior se comentó uno de los grandes pilares que sustentan la


vida sobre la Tierra, como es la retención de agua por el suelo, y que permite a las
plantas superar los periodos interpluviales, ahora se entrará en detalle en un
segundo pilar: el intercambio iónico del suelo y la capacidad para retener los
iones que se producen en los procesos de alteración, preservándolos del lavado
hasta que la planta los necesita.

Relacionado con la presencia y distribución de los diferentes iones está la


reacción del suelo. Es uno de los factores esenciales en la distribución de las
diferentes especies vegetales sobre el planeta, pues cada una tiene unas
preferencias determinadas en cuanto al valor del pH del suelo sobre el que
habitan, así como unos hábitos nutritivos específicos cuya satisfacción por el suelo
está muy condicionada por el pH.

Por último, no se pueden olvidar las condiciones óxido-reductoras del suelo, tanto
en lo referente al potencial de oxidación del sistema suelo como en la relación
existente entre éste y el pH, que regulan la movilidad y biodisponibilidad de
muchos micronutrientes
3.2.1 El intercambio iónico

El intercambio iónico es el máximo responsable de los procesos químicos que


ocurren en el suelo. Tiene lugar al entrar en contacto la fase sólida (coloidal) del
suelo con una solución acuosa, donde las especies catiónicas presentes en la fase
líquida pueden ser captadas por la sólida, liberándose a la vez otros cationes que
inicialmente se encontraban asociados. Por parte del suelo afecta a las partículas
de carga eléctrica: arcillas, materia orgánica y algunos coloides amorfos; al
conjunto de estas partículas se le denomina complejo de intercambio.

Puesto que el suelo es la resultante de una gran heterogeneidad de componentes,


el fenómeno de intercambio sólo puede considerarse como un proceso global y
complejo de naturaleza físico-química. Para ello el fenómeno se contempla como
un proceso de adsorción física superficial -aunque sea desde el punto de vista
teórico inexacto-. La adsorción es la relación -no reacción- de materia, ya sean
átomos, moléculas o iones, en las superficies de los sólidos (interfase sólido-
líquido), relación que explica que las concentraciones de las sustancias disueltas
sean diferentes en las proximidades de las partículas que en la fase líquida.

En el suelo, el intercambio catiónico tiene más importancia que el aniónico,


teniendo en cuenta que la fase coloidal que interviene en el intercambio es, desde
el punto de vista eléctrico, predominantemente de carga negativa -formadas
fundamentalmente por las ya mencionadas sustituciones isomorfas que tienen
lugar en los minerales arcillas-. La superficie del coloide cargada (carga negativa)
y los iones de la solución acuosa de signo contrario (carga positiva) constituyen lo
que se ha dado en llamar una doble capa eléctrica difusa.

El intercambio iónico se mide generalmente mediante el parámetro Capacidad de


Intercambio Catiónico (CIC), que viene expresado en centimoles de carga
positiva (de la fase coloidal) por kilogramo: cmol/kg (unidad SI), o en meq/100 g.
Su determinación es hasta el momento no del todo satisfactoria a causa de
problemas analíticos aún por resolver.

En la tabla 3.8 se muestra la Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC) de los


principales componentes del complejo de intercambio del suelo.

COMPONENTE CIC

Arena 0

Mica 0

Limo Escasa
Caolinita 1-10

Halloysita 2H2O 5-10

Ilita 10-40

Clorita 10-40

Halloysita 4H2O 40-50

Alófana 10-150

Esmectita 80-150

Vermiculita 120-150

Materia orgánica 100-300

Tabla 3.8. CIC (cmol/kg) de los principales componentes del complejo de intercambio del suelo.
Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

En conjunto, la CIC de las arcillas puede cifrarse entre 1-150 meq/100 g. Para el
caso de la materia orgánica, la disparidad de valores de CIC se debe al distinto
grado de descomposición-humificación que puede presentar. La existencia en el
terreno de alófana -aluminosilicatos amorfos- también proporciona una importante
CIC. En menor importancia también existe intercambio aniónico.

Los fenómenos de intercambio tienen una gran importancia, dado que afectan al
movimiento y la retención de cationes en el suelo, la nutrición de las plantas, la
dinámica de los elementos contaminantes y el poder de reciclaje natural del suelo.

3.2.2 Reacción y pH del suelo

La reacción de un horizonte de un suelo hace referencia al grado de acidez o


basicidad del horizonte y se expresa generalmente mediante un valor de pH. Por
tanto, la expresión designa la concentración de iones hidronio (H3O+) que puede
dar éste en una solución acuosa en equilibrio:

pH = - log [H3O+]
La escala de pH va de 0 a 14, si bien en los medios edáficos los valores que se
obtienen van de 3 a 11. El valor 7 es el indicador de neutralidad, por encima de
este valor se pasa al intervalo de basicidad y en los casos extremos (por encima
de 8,5) se habla de alcalinidad. Los suelos que presentan un pH alcalino indican
condiciones en que hay un predominio del sodio de intercambio. Los valores de
pH normales en un suelo se situan entre 4,4 y 8,4.

La acidez del suelo es una propiedad importante por su repercusión en


determinados procesos y en la evolución del suelo. Las propiedades físicas del
suelo se ven afectadas tanto en condiciones de acidez como de alcalinidad; en
ambos casos extremos se puede provocar una dispersión de coloides con
destrucción de la estructura. La solubilización y precipitación, así como la
movilización y disponibilidad de elementos nutritivos o tóxicos, son condicionados
por el pH del medio.

El pH también afecta a la actividad biológica del suelo, por ejemplo, la acidez


favorece la proliferación de los hongos frente a las bacterias, lo que afectará a la
fijación del nitrógeno y a la evolución de la materia orgánica (tabla 3.9).

PROPIEDADES AFECTADAS

Estructura.

Porosidad y aireación.
Físicas
Circulación del agua.

Dispersión-floculación de los coloides y iluviación de los mismos.

Etc.

Meteorización química.

Disponidad de nutrientes.

Movilidad de metales tóxicos.


Químicas
Descomposición de la materia orgánica.

Adsorción de aniones.

Etc.

Movilidad y adsorción de nutrientes.


Biológicas
Humificación.
Población bacteriana.

Fijación de nitrogeno.

Etc.

Tabla 3.9. Propiedades afectadas por el pH del suelo.


Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

Aunque el pH mide la concentración de iones H3O+, no son éstos la causa de la


limitación de crecimiento de las plantas en los suelos ácidos, sino la movilización
que en estas condiciones se producen, de metales que pueden ser tóxicos, como
es el caso del aluminio intercambiable o los ácidos orgánicos que integran el
humus.

La acidificación del suelo suele ir asociada principalmente a factores climáticos, y


en segundo término a factores biológicos, litológicos, agronómicos, etc. Las
posibilidades de cambiar bruscamente el pH del suelo son escasas dado su poder
tamponador. Este poder es mayor a medida que crece la capacidad de
intercambio catiónico del suelo.

En la tabla 3.10 se muestran los valores del pH óptimo y tolerable de algunos


cultivos.

ESPECIE CULTIVADA ÓPTIMO TOLERANCIA

Alfalfa 6,5-7,5 6,0-8,0

Algodón 5,2-6,0 4,8-7,5

Arroz 5,0-7,0 4,0-8,0

Cacao 6,0-7,0 4,5-8,0

Guisante 6,0-7,0 5.5-8.0

Maiz 5,5-7,0 5,0-8,0

Olivo 7,0 7,0-8,5


Tomate 6,0-6,7 6,0-8,2

Trigo 6,0-7,0 5,8-8,5

Vid 5,6-7,0 6,0-8,0

Tabla 3.10. pH óptimo y pH tolerable de algunos cultivos.


Fuente: Porta, López-Acevedo & Roquero (1994).

3.3 Propiedades químicas

Son las que dependen de la parte más íntima del suelo como es su propia
composición química.

En apartados anteriores se han visto aspectos importantes desde el punto de vista


de la génesis del suelo, como es la alteración mineral y la formación de nuevas
especies, así como lo relativo a la destrucción de la materia orgánica fresca y la
formación de las sustancias húmicas.

Tan sólo queda considerar unos compuestos que perteneciendo a la fase sólida
del suelo, pueden pasar fácilmente a la fase líquida por ser extraordinariamente
solubles, es lo que consideramos las sales solubles del suelo, que incluyen a
aquellas cuya solubilidad es más alta que la del yeso. Nos estamos refiriendo a la
salinidad del suelo

3.3.1 Salinidad del suelo

En el suelo pueden darse una serie de componentes salinos, caracterizados por


su elevada solubilidad en el agua, como son:

- Los cloruros de sodio o de magnesio y en mucha menor proporción, el de calcio


o de potasio.

- Los sulfatos sódicos y magnésicos.

- En algunos casos bicarbonatos, carbonatos y nitratos.

La acumulación de estas sales solubles produce el fenómeno de salinización del


suelo y el hecho de que el suelo las tenga salinidad. Los suelos en los que se
produce esta acumulación de sales -más solubles que el yeso-, suficiente para
interferir en el crecimiento de la mayoría de cultivos y otras plantas no
especializadas, se denominan suelos salinos.
El exceso de sales obliga a la planta a invertir el flujo hídrico normal (suelo-planta-
atmósfera) para intentar contrarestar la acción agresiva por dilución, lo cual
provoca la sequedad fisiológica. Otros efectos de las sales en la planta pueden ser
la competencia entre determinados nutrientes, toxicidad, etc. Las sales pueden
afectar también a la estructura del suelo, al modificar la composición catiónica del
complejo de intercambio. En definitiva, el grado y tipo de salinidad condiciona toda
una serie de propiedades del suelo y también los rendimientos de cultivo.

Teniendo en cuenta que las sales son buenas conductoras de la corriente


eléctrica, la salinidad de los suelos se mide mediante la conductividad eléctrica
(CEs) de un extracto de pasta saturada.

MEDIDA DE LA SALINIDAD DEL SUELO MEDIANTE EL MÉTODO DE LA


CONDUCTIVIDAD ELÉCTRICA DEL EXTRACTO DE PASTA SATURADA

Mide la salinidad de una muestra en condiciones de saturación de agua.

Para preparar el extracto se añade agua destilada a una muestra seca y tamizada, hasta conseguir
que se forme una pasta, con suficiente agua para poder considerar que está saturada, y sin que
aparezcan dos fases por exceso de agua. Se deja equilibrar la pasta y después se extrae el líquido
mediante vacío.

La CEs (conductividad eléctrica del extracto de pasta saturada) es proporcional a la concentración


de sales en la solución y es función de la temperatura.

Se mide con el conductímetro, y las lecturas se refieren a 25ºC (los valores tomados a otras
temperaturas deberán ser corregidos). Las unidades de medida en el sistema internacional son:
dS/m (deciSiemens por metro) a 25ºC; también sa ha venido expresando como mmho/cm (milimho
por centímetro), donde: 1 mmho/cm = 1 dS/m.

3.4 Propiedades biológicas

El suelo constituye también un conjunto de hábitats para los seres vivos. Muchos
microorganismos y animales realizan todo su ciclo vital en el suelo, del cual
obtienen todo lo necesario. Para los vegetales superiores constituye un soporte
donde desarrollar sus raíces y encontrar los nutrientes necesarios para su
metabolismo.

Por su tamaño, los organismos del suelo pueden pertenecer a :

- La macrofauna (de 6 a 200 mm).

- La mesofauna (de 200-6.000 m).

- Los microorganismos (<200 m).


La gran diversidad de los organismos que viven en el suelo indica la existencia de
numerosos nichos ecológicos ocupados por diferentes seres vivos, cada uno de
los cuales, realiza unas funciones muy concretas (descomposición de la materia
orgánica, etc.). No obstante, muchos factores ambientales (temperatura,
humedad, pH, potencial redox, entre otros) actuan como limitantes de la actividad
biológica, cosa que hace que el crecimiento de las poblaciones microbianas no
sea constante ni muy elevado.

Los organismos edáficos tienen además efectos positivos para las propiedades
físicas del suelo, ya que favorecen su estructuración, pueden descomponer
sustancias orgánicas tóxicas, etc.

3.5 Otras propiedades del suelo

3.5.1 La profundidad

Las clasificaciones encaminadas a evaluar la potencialidad agrícola del suelo


utilizan como uno de los criterios importantes la profundidad efectiva del suelo -
aquella que puede ser explorada por las raíces-.

3.5.2 El color

El interés por describir y estudiar el color del suelo reside en el hecho de que es
una propiedad que suministra información cualitativa indirecta sobre las
características y el comportamiento de éste. Existen para su estudio diferentes
clasificaciones, la más empleada es el código Munsell, que define un espacio
tridimensional de color, las coordenadas del cual son:

- El matiz: longitud de onda dominante de la radiación reflejada por el suelo o


color espectral dominante.

- El brillo: o grado de claridad o oscuridad relativa del color, comparado con el


blanco absoluto.

- El croma: o saturación cromática que expresa la pureza relativa del color. Una
pureza baja del color supone una dominancia

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