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Le Diable
Le Diable
inicialmente, que tengo poco que decir. Pero creo que no es así. Creo que intentar hacer
taxonomías de la identidad, tanto de género como de preferencia sexual, limita las posibilidad de
Sé –y esto es algo que he sentido desde hace un buen tiempo– que soy la casa de varios
seres. En mí habitan existencias diversas, seres que no son del todo, que a veces solo viven en un
pensamiento, a veces viven dos, tres días. Algunos son más sólidos y han permanecido dentro de
mí durante años. Son los seres que soy; las múltiples caras mi existencia.
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La verdad me queda difícil –fuera de los contextos de formularios y hojas de vida–
identificarme con cosas concretas e inamovibles. He encontrado un estado que celebro en esa
indefinición constante que, más allá de ser una indefinición, podría ser un devenir, un estado en el
que “todo cambia y nada es”. Lo celebro y siento plenitud y, fundamentalmente, siento algo
algo inacabado y a la vez completo. He ido resolviendo y entendiendo esto de la dignidad desde
el amor a todos los seres que me habitan –o habito– y la rabia con muchos de ellos, que al fin y
al cabo creo que está bien, no todo es armonía, o de pronto, la armonía deriva de ese balance
entre lo que consideramos “bueno y malo”. Pero, sobre todo, he ido construyendo mi dignidad
Pero es difícil. Y es difícil porque una de esas voces que soy me recuerda que debería
identificarme con algo un poco más estructurado y menos volátil. Pero también es bonito darse
cuenta que quizá sea esa voz la que me impulsó a escribir esto. En medio de esa búsqueda tan
arraigada de esta voz particular por identificarse, creo que le pareció que escribir podría traer
luces al asunto… y el asunto es lo queer. Mejor dicho, el asunto es qué tengo yo para decir sobre
lo queer, mucho más, si desde el comienzo del texto afirmé ser cisgénero y heterosexual.
Tal vez sea inesperado, pero la respuesta que encontré es que quería hablar de mi relación
actual. Hablar un poco de la persona que amo en este momento, la persona con la que
persona con la que estoy. Y esa frase creo que es suficiente para mostrar lo poderoso que son las
relaciones: “la persona con la que estoy”. Es curioso que después del verbo no haya predicado y,
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Estar con este ser me ha propiciado el encuentro con mi mundo femenino y masculino de
maneras que no conocía antes, y no precisamente porque no los conociera, sino más bien, porque
hemos logrados que ese dualismo que habita en cada uno de nosotros se encuentre y converse.
encuentren, bailen, lloren y se rían. A veces nos veo y veo un monstruo híbrido hecho de
Para mí lo queer implica, ante todo, un encuentro. Sin el encuentro no hay posibilidad de
hegemónicos de la sexualidad y el género. En ese sentido, creo que una sexualidad divergente
también se puede construir desde el encuentro amoroso. Creo que las relaciones desde el amor
no son normativas y que amarse es en realidad un acto político que entraña una resistencia mucho
patriarcal tiene como base la idea de que “el hombre es medio para el hombre” y, como
consecuencia, las relaciones se construyen siguiendo ese paradigma. Por eso vemos personas que
buscan a otras para alcanzar cosas; lo vemos en matrimonios arreglados, claro, pero también en
relaciones donde el interés nocivo está un poco más velado, pero está.
completamente de lo que impone el sistema y el contexto. Pero aún así, siento que amo a esta
persona y que este amor me ha dado una posibilidad de explorarme y conocerme de manera
profunda y abierta frente a otro y creo que, de ese mismo modo, yo he sido su espejo. Nos hemos
estado observando. Y en esa observación he sentido como se diluyen los contornos y me doy
cuenta que somos lo mismo, a pesar de tener un sexo biológico diferente y, a pesar, de haber
construido una identidad –supuestamente– opuesta. Por eso, le agradeceré siempre el permitirme
usar todas mis máscaras y, al mismo tiempo, permitirme estar sin máscara y sin cuerpo.
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Creo que amar tiene algo que ver con descomponer eso que nos han –y nos hemos–
obligado a creer que somos y, de golpe, cuando lo logramos, vemos que cada individuo es “plural
como el universo”, como dice Pessoa. Y no sé, creo que quizá eso tiene que ver con lo queer.
Siento que amar, dentro de los tiempos y los espacios que nos impone el sistema actual –que más
acto en el que se borran los términos y los conceptos para definir al otro, porque el otro es todo,
lo infinito, lo indescriptible, y bueno, de lo infinito hacemos parte todxs sin excepción. Por eso
creo que amar puede considerarse, entre muchas otras cosas, un acto queer.
Metztli