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Guía para la elaboración de mi marco teórico

1 Los elementos del marco teórico1

1.1 Sobre principios educativos y marcos teóricos


Un principio educativo es una idea o máxima para regir nuestra práctica educativa, un dedo
que nos marca el camino que debemos seguir a la hora de nuestra práctica docente. En ese
sentido, un principio educativo también podría ser denominado principio metodológico, ya que
marca la estrategia metodológica a seguir para llegar a los fines que me propongo con la
educación, el puente entre los planeamientos globales y su aplicación en un proceso formativo.
El marco teórico de cada cual es el conjunto de principios educativos que guían nuestra
práctica docente. Un mapa en el que los principios se encuentran relacionados entre sí dando
una visión ordenada, completa y compleja de nuestros planteamientos sobre la educación.
Además debe ser comprensible para el resto y, sobre todo, sernos útil como guía en nuestra
práctica educativa.
Nuestro marco teórico refleja las líneas generales de dónde realizar nuestra labor, cuándo,
quiénes van a ser nuestr@s destinatari@s, qué contenidos vamos a trabajar y cómo lo vamos
a hacer. De este modo estos principios marcan cómo va a ser nuestra práctica en varios
aspectos:
 Definen quiénes van a ser los agentes del proceso de enseñanza - aprendizaje. Por
ejemplo, podemos decidir centrarnos en formar a formadoras/es, ya que serán
multiplicadores de los contenidos que trabajemos con ellos; o, por el contrario, nuestra
elección se pude dirigir hacia niñ@s excluidos, por entender que es una edad clave para
trabajar el desarrollo de unas habilidades sociales básicas, y una franja de población que
no tiene acceso a los recursos que necesita por su situación de exclusión.
 Marcan los objetivos y contenidos del proceso formativo. De este modo podremos
priorizar los objetivos actitudinales si entendemos la educación en valores como un eje
básico de nuestra visión sobre en qué debe centrarse la educación. Y estos objetivos
definirán una serie de contenidos que, a su vez, también estarán determinados por los
principios educativos.
Pero no sólo en ese sentido influye nuestro marco teórico, sino que también nos definirá
quiénes deben fijar esos objetivos, ¿l@s formadores/as?, ¿el grupo?, ¿la institución?,
¿tod@s al alimón?...
 Obviamente del marco teórico también se deduce el papel del sistema de evaluación en
nuestra práctica docente en, al menos, dos aspectos.
Por un lado para ver hasta dónde es necesario evaluar. Por ejemplo, si pretendemos que la
educación sea una palanca de cambio social, tendremos que realizar evaluaciones de
impacto. Sin embargo, si lo que queremos es que el proceso de enseñanza-aprendizaje
sirva para transmitir una serie de conocimientos bastará con evaluar aprendizajes en las
personas con las que trabajamos.
El marco teórico también define la evaluación en cuanto a quiénes evalúan, del mismo
modo que lo hacía respecto a quiénes definen los objetivos.

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Gran parte de las ideas vertidas en este apartado están tomadas de las sesiones que dio Lars Bonell en
el curso de Formación de formadoras/es de 2005.

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 La consecución de los objetivos se realizará a través de un método. Si uno de nuestros
principios educativos es el aprendizaje dialógico, nuestro método tendrá que venir
impregnado en este sentido.
 Y el método se plasmará en unas técnicas y recursos, que también estarán determinados
por nuestro marco teórico. Así, siguiendo con el ejemplo del aprendizaje dialógico,
usaremos técnicas que integren el trabajo cooperativo y la inteligencia colectiva,
fomentando el trabajo grupal y no únicamente el individual.
 Por último, para la realización de todo ello requerimos una serie de habilidades
docentes. Unas habilidades que también determinan los recursos, técnicas y método que
utilizaremos. De este modo, tendremos que analizar qué habilidades necesitamos para
desarrollar el método y las técnicas acordes con nuestros principios educativos, y si las
tenemos o no.

Ahora bien, normalmente, a pesar de que tod@s tenemos unos principios educativos por los
que nos guiamos, éstos suelen estar en una nebulosa de indeterminación, una nebulosa de
ideas sueltas, textos interesantes, papelitos con apuntes, técnicas exitosas y fallidas...
Esta indeterminación conllevavarios problemas, como la dificultad para reflexionar sobre los
principios (¿por qué estos y no otros?) y para poder interconectarlos en un marco más
completo. Impide tener un cuadro sobre la educación que pueda ir evolucionando y mejorando
con el tiempo de forma más sencilla. La indeterminación dificulta también una comunicación
clara sobre cómo trabajamos (lo cual es más importante de lo que parece), y entorpece
nuestra mejora como formadoras/es. O, simplemente, supone dificultad para poderme
responder a la pregunta de qué es lo que quiero y por qué camino voy a intentar conseguirlo,
pregunta fundamental en una práctica educativa que se plantee cambios de impacto a
cualquier nivel.
Es por eso que se hace muy necesaria la plasmación elaborada de ese marco teórico que
tod@s llevamos dentro.

1.2 Sobre las fuentes de los principios educativos


Los principios educativos no nos caen de un guindo, no nacemos con ellos puestos, sino que
los vamos elaborando a lo largo de nuestra vida. Podríamos reconocer cuatro fuentes básicas
de principios:
 Práctica. Nuestra labor docente nos enseña en muchas ocasiones quées lo que funciona y
qué es lo que no funciona, qué estrategia es más adecuada para un determinado tipo de
grupo, cuáles son las dificultades mayores en el proceso de enseñanza-aprendizaje y, por
lo tanto, sobre qué aspectos tenemos que hacer más hincapié... Esuna de nuestras fuentes
principales de principios y de su justificación. Y es también una fuente indispensable, ya
que no se puede teorizar con calidad sobre la educación sin partir y llegar a la práctica.
En definitiva, estamos hablando de sistematizar nuestra práctica, de teorizar sobre ella.
En las fuentes prácticas se entrelazaría lo racional con lo intuitivo; lo que tenemos
comprobadísimo que funciona con lo que, de alguna manera, sabemos que sale bien,
aunque no tengamos claro el porqué.
 Ciencia. No somos las primeras personas que nos enfrentamos al proceso de enseñanza-
aprendizaje ni las primeras en teorizar sobre ello. De este modo, sería absurdo despreciar
todo el trabajo ya realizado con anterioridad y no contemplarlo en nuestro marco teórico.
Así que es conveniente leer y estudiar las distintas teorías sobre aprendizaje que se han
venido elaborando a lo largo de la historia y conocer los planteamientos de las principales
escuelas educativas. ¡Para ser un/a formador/a cada vez mejor hay que leer mucho!

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 Política. Al vivir en sociedad, necesariamente, hacemos política todos los días y
constantemente, tanto por acción como por omisión. Y esta práctica política bebe de una
forma de ver la sociedad y de entender hacia dónde debería ir. En ese sentido, nuestra
práctica educativa también es política y esto influye en nuestros principios.
Al igual que nuestros actos en la sociedad, nuestra práctica educativa no es “apolítica”,
básicamente porque es imposible que lo sea, ya que estamos definiendo continuamente
con nuestros actos el modelo de sociedad que queremos.
 Emocional. No sólo actuamos desde la razón, sino que también lo hacemos desde los
sentimientos y negar esto sería negarnos en parte. De este modo hay estrategias
metodológicas que las elegimos por lo bonitas que resultan o por el buen rollo que generan
simplemente.
Probablemente, las fuentes emocionales son las más difíciles de rastrear y de plasmar,
pero también es importante que aparezcan.
En la práctica las fuentes se entrelazan y un mismo principio puede tener como origen todas
ellas. Por ejemplo, un principio como “la educación en espacios naturales” se puede
fundamentar en que yo he experimentado que, en contacto con la naturaleza, los procesos de
aprendizaje son más potentes. Además, esto se fundamenta en lo que ya teorizaron los
movimientos de renovación pedagógica, entro otros. Pero, por otro lado, el contacto con la
naturaleza es una apuesta política mía, ya que quiero educar personas que se relacionen de
manera armónica con su entorno. Por último, también hay una fuente emocional, por el mero
disfrute que me supone y que genera en el resto del grupo de enseñanza-aprendizaje.

Desde luego, los principios educativos no son algo ajeno al contexto en el que me muevo, ya
que las fuentes prácticas y políticas dependen del grupo con el que convivo. Pero no sólo
estas, sino que las emocionales también, ya que, en buena parte, también son factores
aprendidos. Por último, se puede decir lo mismo de las fuentes científicas. De este modo el
marco teórico que realicemos aquí debería ser distinto del que hiciésemos en la selva
amazónica, en Calcuta o en una aldea nigeriana.
Pero eso no quiere decir que tenga que ser totalmente distinto, ya que hay factores que se
repetirán en distintos contextos y otros que “los llevamos puestos”, que son intrínsecos a
nuestra persona.
Además de con el contexto, los principios también evolucionan con el tiempo, ya que las
fuentes siguen (o deberían seguir) manando a lo largo de nuestra vida como formadoras/es y,
necesariamente, eso tiene que conllevar que nuestro marco teórico vaya cambiando.
El cambio podrá ser de ajuste, cuando el marco se vaya haciendo más complejo y rico; o
sistémico, cuando lo que ocurra sea que se nos caigan principios que creíamos sólidos y
tengamos que remplazarlos por otros, reconfigurando con ello las relaciones que conformaban
nuestro marco teórico.
En todo caso una buena idea puede ser hacer marcos teóricos flexibles que nos permitan una
construcción y revisión más o menos permanente.

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2 Cómo plasmar todo esto en un marco teórico2

2.1 Planteamiento de contexto


Hay una serie de preguntas que sería conveniente que nos respondiésemos para poder encarar
con mayores probabilidades de éxito el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sobre ellas vamos
a trabajar en este apartado. Todas deberían ser miradas desde la perspectiva de que las
sociedades educan moviéndose siempre entre dos polos: la necesidad de reproducir el sistema
social, y la de mejorar y evolucionar a través de cambios.
Pero, antes de empezar con las preguntas, queremos hacer una aclaración: podríamos haber
incluido las respuestas (o el intento de responder) a ellas, pero no lo hemos hecho. Y no lo
hemos hecho porque entonces, en lugar de una guía para la elaboración de marcoS teóricoS
sería una guía para la elaboración de un determinado marco teórico, el nuestro.
Y una última cosa antes de empezar. Probablemente sientas que te sobrepasa la labor de
responder a todas estas cuestiones. Es cierto que contestarlas de manera reflexiva y
sistemática es un arduo trabajo, pero probablemente no sea necesario responder a todas, ni
hacerlo con un grado de profundización demasiado alto, aunque sí sería deseable. Además,
tampoco hay que asustarse tanto, ya que cuando estamos ejerciendo como formadoras/es
estamos respondiendo, seamos conscientes o no, a todas ellas (aunque tal vez eso asuste
más).
Bueno, empecemos ya con las preguntas:
 ¿Cómo es la sociedad? Obviamente responder a esta pregunta no es ni trivial ni sencillo,
pero sí necesario para determinar qué aspectos queremos mejorar con nuestra práctica
educativa, cuáles modificar y eliminar, y cuáles introducir.
Para acotar la respuesta podríamos centrarnos en los tres aspectos básicos de la práctica
educativa: el cognitivo (lo que conoce la sociedad), el procedimental (lo que sabe hacer) y
el actitudinal (el marco de valores que la rigen). Probablemente este último aspecto sea el
más determinante de los tres para definir una organización social.
Y todo ello entendiendo que las sociedades (y las personas) nos movemos impulsadas por
nuestras necesidades (de afecto, seguridad, participación, ocio, supervivencia,
entendimiento, creación, identidad y libertad) y nuestras emociones.
Es decir, que no se trata de hacer un análisis superprofundo de la sociedad, sino de
escoger los elementos clave sobre los que consideramos fundamental y posible incidir
desde los procesos de enseñanza-aprendizaje. Esto nos llevará probablemente a un análisis
más cualitativo que cuantitativo.
 ¿Para qué educa la sociedad? Esta pregunta está íntimamente relacionada con la
anterior, ya que la sociedad es fruto, en buena medida, de los objetivos para los que educa
(entendiendo la educación en un sentido amplio que engloba la educación formal, la no
formal y la informal).
Pero la sociedad no sólo es consecuencia del proceso educativo (nuevamente en el sentido
más amplio), sino también de factores intrínsecos al ser humano determinados por el
código genético. Además, la sociedad puede educar hacia metas que no se alcancen nunca
(o todavía) y que no describan cómo es la sociedad actual.
Volviendo a la tensión que nombrábamos al principio (reproducción del sistema social
frente a evolución) sería interesante afinar la pregunta de para qué educa la sociedad en:

2
Algunas de las ideas aquí reflejadas se han tomado de los capítulos “Fuentes educativas” de Rafael
Lamata y “Guía síntesis para la construcción del propio marco teórico” de Rosa Domínguez en “La
construcción de procesos formativos en educación no formal” coordinado por Rafael Lamata y Rosa
Domínguez, editorial Narcea, 2003.

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¿qué reproduce de sí misma la sociedad mediante el proceso educativo? y ¿qué quiere
cambiar?
 ¿Cómo educa la sociedad? ¿qué mecanismos utiliza?, ¿qué métodos de aprendizaje?,
¿cuáles son más eficientes? Con estas preguntas esbozamos ya fuentes prácticas y
científicas de las que podremos obtener parte de nuestros principios educativos.
Estas preguntas, además, se antojan fundamentales para poder conocer a qué estrategias
de aprendizaje está acostumbrado el grupo con el que voy a trabajar.
 ¿Qué importancia tiene la educación en la sociedad? En este caso sí nos referimos ya
a la educación más reglada, la formal y la no formal. Es interesante saber qué valor da la
sociedad a lo que realizamos en nuestra práctica docente, el peso que tiene la formación
entre otras actividades.
Pero no sólo eso, también es necesario ponderar qué capacidad de cambio tienen la
educación formal y no formal frente a la informal. ¿Qué tiene más peso en el proceso
educativo de un/a adolescente?, ¿lo que trabaja en el instituto, las actividades en las que
participa en un centro de juventud o los aprendizajes que le generan los medios de
comunicación de masas y la televisión?
 ¿Quién (o quiénes) controla(n) el proceso educativo? ¿Dónde se toman las
decisiones?, ¿qué es “estar educad@” en esta sociedad?, ¿quién lo determina?, ¿qué es la
“calidad educativa” para quienes controlan el proceso?. Y, dentro de todo eso, ¿qué
capacidad de decisión tengo?
Pero además, dentro del margen de maniobra que me queda, me puedo preguntar qué es
lo que quiero controlar yo del proceso educativo y qué parte dejo en manos del grupo o de
otros agentes (familia, instituciones...). O, dicho de otra forma, ¿cuál quiero que sea mi
relación con el grupo y por qué?
 ¿Para qué sirve la educación? En otro orden de preguntas me puedo cuestionar qué
utilidad tiene la educación, qué cosas puedo llegar a conseguir con ella y cuáles no. En
definitiva, qué límites y qué potencialidades posee en el entorno social en el que nos
encontramos insert@s.

2.2 Centrándonos en lo personal


¿Cuál es nuestro papel como educadoras/es en la sociedad? Aunque esta cuestión ya ha
aparecido, de una forma u otra, en las preguntas de la sección anterior, puede ser muy
interesante afrontarla en solitario y responder con ella preguntas que ya nos hemos planteado
para la sociedad, pero esta vez en primera persona.
¡Ojo!, la primera cuestión no es qué es lo que queremos hacer, hacia donde querríamos
dirigirnos; sino qué estamos haciendo ahora en el contexto en el que realizamos nuestra
práctica docente. La idea es analizar nuestra forma de hacer y estar en la educación en la
actualidad para mejorarla.
Así las preguntas serían:
 ¿Para qué educamos en la actualidad?
 ¿Cómo educamos?
 ¿Qué importancia tiene nuestra labor para la sociedad?
 ¿Quién (o quiénes) controla(n) nuestra práctica educativa?
 ¿Qué límites y potencialidades tiene lo que hacemos?

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Y de ahí se puede saltar y contrastar hacia lo que queremos hacer, lo que empieza a dibujar ya
un primer esbozo de marco teórico. Vamos, responder a la pregunta de por qué y para qué
somos educadoras/es. ¿Cuáles son nuestros fines educativos? ¿Qué entendemos por
educación?, ¿transmisión de ideas y/o valores, un medio político para transformar la sociedad,
una herramienta para dotar de capacidades a los sectores sociales más excluidos...?
Y estas preguntas pueden abrir otras como: ¿qué es ser educador y qué es ser aprendiz?
Un paso necesario a continuación sería ver cuál es la estrategia metodológica más
adecuada a los fines que persigo, responder a cómo debería educar. Aquí estaríamos
entrando ya de lleno en el campo de los principios metodológicos. Para elaborarlos podríamos
partir del siguiente punto, de realizar una lluvia de principios de la cual escoger sólo la crem
de la crem.

2.3 Lluvia de principios


Como partimos de esos principios que están todavía en forma de nebulosa, es interesante salir
a por una buena lluvia de principios, una lluvia que, aunque no nos deje ver claro por su
densidad, nos permita quedar lo suficientemente empapad@s como para asegurar que las
gotas que queremos ya estén embebidas en los tejidos de nuestra ropa.
Este chaparrón lo podremos encontrar rastreando entre la distintas fuentes de principios que
hemos comentado anteriormente (prácticas, científicas, políticas y emocionales), tanto
nuestras como l@s formadoras/es que nos rodean.

2.4 Elaboración del mapa conceptual de nuestros principios


Por fin llegamos al formato “penúltimo” (ya hemos visto que no hay un formato último ni
definitivo) de nuestro marco teórico, a su elaboración. Tenemos delante esa cascada de
principios y ahora hay que darles forma. Podemos seguir los siguientes pasos:
 Agrupamiento. Un primer ejercicio de reducción del número de principios que tenemos
consiste en agruparlos en categorías similares que nos permitan tener una visión más
sencilla del conjunto.
 Jerarquización. Después podríamos descartar los principios feotes en los que no nos
reconocemos y quedarnos con los que nos sientan mejor. Dentro de estos últimos, será
conveniente escoger los tres o cuatro más importantes. Éstos serán sobre los que se
nucleen y organicen el resto.
O dicho de otra forma, mojarnos, posicionarnos, dejando al descubierto nuestra visión de la
educación.
 Explicación. Para dejar las cosas claras es conveniente explicar en qué consisten esos
principios. A qué me refiero cuando hablo de aprendizaje dialógico, por poner sólo un
ejemplo.
 Justificación. Pero no sólo basta con explicarlos, también hay que justificarlos en base a
mis fuentes prácticas, científicas, políticas y/o emocionales. ¿Por qué estos y no otros?,
¿por qué considero que son nucleares y que de ellos puedo enganchar el resto?
 Relación. Por último, hay que relacionar entre sí estos principios nucleares. En esta
relación entrarán también en juego los principios que nos sentaban bien, pero que no
escogimos al final entre los básicos.
Así, al final resultará un mapa conceptual complejo y completo de nuestra visión de la
educación, nuestro marco teórico.

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3 Consideración final

Antes de terminar merece la pena un último apunte. El marco teórico que acabamos de
realizar no es un absoluto sobre el que trabajar, no es el mapa del tesoro que hay que seguir a
pies juntillas; sino que es un polo de tensión que debe entrelazarse con el contexto concreto
con el que nos encontraremos en nuestra práctica educativa. Es decir, las necesidades del
grupo, los requerimientos de la entidad que nos contrata, las limitaciones de los recursos
disponibles...
Trabajar únicamente bajo la guía de nuestro marco teórico nos impediría adaptarnos a la
realidad concreta que nos rodea y haría que realizásemos educación-ficción. Del mismo modo,
adaptarnos totalmente a la realidad, olvidando nuestro marco teórico, es como meternos en el
océano sin brújula, es decir, no llegar a donde queremos (o al menos intentarlo), sino donde el
viento nos envíe.
De este modo debemos saber gestionar la tensión entre estos dos polos no descuidando
ninguno de ellos. Un par de claves que puedo trabajar para manejar esta dicotomía son:
 Generar condiciones para poder trabajar desde mis planteamientos. Es decir,
favorecer que el contexto en el que nos desenvolvemos se vaya pareciendo más a las
condiciones para trabajar con más plenitud desde nuestro marco teórico. Vamos, recrear la
realidad hacia unos parámetros que consideremos más adecuados.
 Analizar qué estrategias actuales, no coincidentes con mis planteamientos, me
pueden generar situaciones para trabajar en el futuro desde mi marco teórico. Es
decir, ver si me interesa dar un paso hacia atrás que me sirva para coger impulso y pegar
luego un buen brinco hacia adelante. Esto sólo es posible si tengo una estrategia a largo
plazo, si sé dónde quiero ir, si tengo un marco teórico explícito.

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