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DERECHO
Derecho subjetivo se define como una facultad que tiene las personas de solicitar
la protección de un derecho o interés jurídicamente protegido
PERSONA HUMANA
c) Causa: es la fuente de la que ella emana. Son los hechos o actos jurídicos que
le dan origen.
Matilde Zavala expresa: …mientras que el hombre es una realidad ontológica (un
"ente" biosíquico y espiritual);
Persona es, dentro del derecho, una categoría jurídica (el ente, humano o no, que
goza de capacidad de derecho) […] El hombre existe en la naturaleza, persona
solamente en el derecho. (Zavala de González, 1983, p. 4). Es decir que, cuando
hablamos de “persona”, hacemos alusión a una categoría jurídica, a una calidad
que contiene en sí misma la aptitud de ser portadora de derechos.
Así las cosas, se puede deducir que la palabra persona hace referencia a la
personalidad jurídica –la investidura jurídica de la que goza el sujeto–, a la aptitud,
la disposición potencial para tener derechos, para adquirirlos, para ser sujeto
activo o pasivo de las relaciones jurídicas. Hombre hace referencia al sustrato o
soporte biológico de las personas humanas, que, para estar protegido, necesita de
esa personalidad jurídica. Por último, la expresión sujeto de derecho alude a las
personas cuando están interactuando en interferencia intersubjetiva, por ejemplo
cuando le están dando vida a un contrato. Gráficamente, es la persona en
movimiento.
Como vemos el nuevo ordenamiento jurídico se distingue del código civil de Vélez
Sarsfield ya que en el art. 30 definía a la persona como todo ente susceptible de
adquirir derechos y contraer obligaciones. Clasificándolas también el mismo
articulado en personas físicas y personas jurídicas. La primera hacía referencia a
todos los entes que presentasen signos característicos de humanidad, sin
distinción de cualidades o accidentes, son personas de existencia visible. Y definía
a la persona de existencia ideal por descarte refiriéndose a ella como todo ente
susceptible de adquirir derechos y contraer obligaciones que no son personas de
existencia visibles son personas jurídicas.
Definición
Los derechos personalísimos son los que recaen sobre ciertos aspectos o
manifestaciones de la personalidad del hombre para proteger su libre
desenvolvimiento: derecho al honor, a la intimidad, a la libertad, a la integridad
física, etc. Estos derechos subjetivos no sólo tienen reconocimiento expreso en el
Código Civil y Comercial; el derecho supranacional de derechos humanos
constitucionalizado (art. 75 inc. 22 CN) establece las bases fundacionales del
régimen de los derechos personalísimos, toda vez que la dignidad personal como
sus emanaciones (intimidad, imagen, identidad, honor y derechos sobre el propio
cuerpo) son reconocidos de manera explícita en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y en otros instrumentos supranacionales.
Caracteres
Absolutos,
Extra Patrimoniales,
Irrenunciables,
No transmisibles.
Son absolutos porque se dan contra todos, erga omnes, ya que todos y cada uno
de los miembros que constituyen la comunidad jurídicamente organizada están
obligados a respetar la persona de los demás. Decimos que son relativamente
disponibles por las partes pues, de conformidad al art. 55 del Código Civil y
Comercial, se puede disponer de los derechos personalísimos bajo ciertas
condiciones: que medie consentimiento por el titular de los derechos, que éste no
sea contrario a la ley, la moral o las buenas costumbres. Asimismo, prevé que el
consentimiento no se presume, es decir que debe otorgarse en forma clara, ya sea
expresa, tácita, o incluso por vía de silencio, y “es de interpretación restrictiva, y
libremente revocable”
Derecho a la imagen:
Que se trate del ejercicio regular del derecho de informar sobre acontecimientos
de interés general. En caso de personas fallecidas pueden prestar el
consentimiento sus herederos o el designado por el causante en una disposición
de última voluntad. Si hay desacuerdo entre herederos de un mismo grado,
resuelve el juez. Pasados veinte años desde la muerte, la reproducción no
ofensiva es libre. 13 12 Art. 11 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.
Art. 53 del CCCN. 17 El derecho a la propia imagen es el derecho personalísimo
que protege la imagen -entendida ésta en sentido amplio- de una persona física,
ya que permite a su titular oponerse a que su imagen o su voz sean reproducidas,
captadas o publicadas por cualquier medio, sin su consentimiento. Este derecho
goza de amparo constitucional, ya sea como un aspecto del derecho a la
privacidad (art. 19 CN) o bien como un derecho autónomo implícito en el art. 33 de
la CN, a lo que se suma su recepción por vía del art. 75 inc 22, que otorga rango
constitucional a diversos instrumentos internacionales, entre los que se encuentra
el Pacto de San José de Costa Rica (art. 11). Este derecho se vulnera con la mera
captación de la imagen o la voz sin el consentimiento del sujeto, aun cuando no se
infiera una lesión a la privacidad. Se señala que tiene un contenido positivo y uno
negativo. Desde su faz negativa o de exclusión, el derecho a la imagen confiere la
facultad de oponerse y prohibir a terceros su captación y divulgación; desde su faz
positiva, permite a su titular ceder su uso y explotación incluso a título oneroso
(Rivera y Medina, 2014). En relación al alcance de lo que debe interpretarse por
“imagen”, tal como hemos señalado, el concepto es amplio y por ende, la
protección legal comprende distintas formas de reproducción de la imagen, como
dibujos, caricaturas, pinturas y cualquiera sea la vía de difusión, por ejemplo
filmaciones, reproducciones televisivas, entre otras (Tagle, 2002). La regla es la
exigibilidad del consentimiento a fin de “captar” o “reproducir” de cualquier forma la
imagen o la voz de una persona (carácter disponible de este derecho). Dicha
conformidad no se presume, es de interpretación restrictiva y libremente revocable
(art. 55). Sin embargo, el precepto precedente señala tres excepciones a la
exigencia del consentimiento: a) “Que la persona participe en actos públicos”, es
decir, inauguraciones, desfiles, cortejos fúnebres de hombres célebres,
ceremoniales oficiales, etc. b) “Que exista un interés científico, cultural o
educacional prioritario”, siempre que no resulte ofensiva y que se tomen las
precauciones suficientes para evitar un daño innecesario. Por ejemplo: evitar la
identificación de la persona en ilustraciones en revistas médicas. c) Que se trate
de informar sobre acontecimientos de interés general, es decir, que haya un
interés colectivo en la información, ya sea porque la imagen se vincula a la
actividad profesional o pública del sujeto o presenta cierta relevancia pública o
cuando su difusión se hace para verificar o refutar aspectos de la vida privada que,
voluntariamente, la persona involucrada ha expuesto al público. 14 Art. 53 del
CCCN. 15 Art. 53 del CCCN. 18 En el caso de las personas fallecidas, dispone la
norma que el consentimiento puede ser prestado por sus herederos o por quien
hubiera sido designado por el causante del efecto en una disposición de última
voluntad. En caso de desacuerdo entre los herederos, lo resolverá la autoridad
judicial. Ahora bien, pasados veinte años desde la muerte, la reproducción es libre
en tanto no resulte ofensiva. De tal modo, si aún antes de transcurrido tal lapso
legal no existiese ninguna de las personas que por ley deben prestar su
consentimiento, podría reproducirse la imagen.
Derecho a la identidad: este derecho implica que “cada persona sea ella misma”,
que pueda distinguirse sobre la base de sus atributos y sus propias cualidades
personales que hacen a esa determinada persona distinta de las otras. Este
derecho comprende tanto la identidad biológica como la identidad de género
(regulada por ley 26.743 “De identidad de género”).
el derecho a la vida,
la integridad física,
al propio cuerpo,
a la salud,
despojos mortal.
Derecho a disponer sobre el propio cuerpo: en primer lugar es dable señalar que
el cuerpo humano no es una cosa en sentido jurídico, en tanto no constituye un
objeto material susceptible de apreciación pecuniaria.
Así, el art. 17 del CCCN establece que: Los derechos sobre el cuerpo humano o
sobre sus partes no tiene un valor comercial, sino afectivo, terapéutico, científico,
humanitario o social y sólo pueden ser disponibles por su titular siempre que se
respete alguno de esos valores y según lo dispongan las leyes especiales. Este
derecho de disponer del cuerpo humano se vincula con el anterior, es decir, con el
derecho a la integridad física que procura determinar las atribuciones que se
tienen sobre el propio cuerpo, sus límites y la tutela legal que posibilite su efectivo
ejercicio frente a la oposición, atentado o amenaza de agresión, ya sea
proveniente de terceros o del Estado.
La regla es que no están autorizados aquellos actos que causen una disminución
permanente en la integridad del propio cuerpo o sean contrarios a la ley, la moral o
las buenas costumbres. Sin embargo, el art. 56 del CCCN prevé excepciones a tal
principio, las que tienen lugar cuando se trata de actos enderezados al
mejoramiento o preservación de la salud de la persona titular, como ser una
intervención quirúrgica; o, “excepcionalmente”, para el mejoramiento o
preservación de la salud de otra persona distinta a la del titular, la que tiene lugar
cuando se dispone la ablación de un órgano (que se rige por la ley 24.193,
modificada por ley 26.066) a los fines de ser trasplantado. Asimismo, están
prohibidas las prácticas destinadas a la modificación de la constitución genética de
la descendencia, salvo aquéllas que tiendan a prevenir enfermedades genéticas o
la predisposición a ellas (art. 57 CCCN). Por otro lado, se prevé la regulación de
las investigaciones biomédicas en seres humanos que procuran un beneficio para
el paciente sobre el cual se realizan, a la par que pueden aprovechar en general a
la ciencia médica. Estas investigaciones deben cumplir con los recaudos legales
que establece el art. 58 CCCN, teniendo una especial trascendencia el previsto en
el punto “f”, que alude al ineludible acuerdo que debe prestar la persona objeto de
la intervención, quien siempre deberá estar debidamente informada en relación a
los riesgos para su vida. 16 Art. 17 del CCCN.
La persona, en tanto tal, posee ciertos atributos que son sus cualidades
esenciales. Éstas son inherentes y consideradas a priori de la persona, es decir
que comienzan con su existencia. Estos atributos de la persona humana son:
capacidad, nombre, estado y domicilio. A toda persona individual le es inherente la
capacidad, cualidad que la distingue como sujeto potencial de derechos y deberes;
el nombre que la individualiza, el estado que la sitúa en el medio familiar en el que
se desenvuelve y el domicilio que la sitúa jurídicamente en un lugar determinado.
Caracteres
Son únicos: una misma persona no puede poseer más de un atributo de cada
clase en un momento determinado. Así, la persona humana no puede ser capaz e
incapaz a la vez de adquirir un derecho, no puede tener más estados civiles
familiares del mismo orden, por ejemplo soltero-casado.
Son indisponibles: no pueden ser transferidos, pues están fuera del comercio.
Noción
Naturaleza jurídica
Régimen legal
El prenombre
Apellido de los cónyuges. Por otro lado, en relación al apellido de los cónyuges,
el art. 67 dispone: Cualquiera de los cónyuges puede optar por usar el apellido del
otro, con la preposición “de” o sin ella. La persona divorciada o cuyo matrimonio
ha sido declarado nulo no puede usar el apellido del otro cónyuge, excepto que,
por motivos razonables, el juez la autorice a conservarlo.
El cónyuge viudo puede seguir usando el apellido del otro cónyuge mientras no
contraiga nuevas nupcias, ni constituya unión convivencia. Como se advierte, en
materia de apellido y matrimonio, el Código posibilita a que cualquiera de ellos
pueda utilizar el apellido del otro con o sin la preposición “de”. Ahora bien, en el
caso de persona divorciada y nulidad del matrimonio, la regla es la prohibición de
empleo del apellido y, sólo de mediar razonables motivos, el juez puede acordar
su conservación. En cuanto al viudo, éste puede seguir usando el apellido del otro
cónyuge mientras no contraiga nuevas nupcias ni constituya unión convivencia.
Cambio del prenombre y del apellido Los arts. 69 y 70 del Código Civil y
Comercial receptan la posibilidad del cambio del prenombre y del apellido sólo de
mediar, a criterio del juez, justos motivos. Al respecto, formula una enunciación de
justos motivos:
. Así, para lograr el cambio del nombre y/o del prenombre, es precisa la
intervención del Poder Judicial y esa es la regla, con excepción de los dos
supuestos contemplados en el último párrafo del art. 69. En tales casos no se
requiere la intervención judicial y se consideran justos motivos cuando se pretende
“el cambio del prenombre por razón de identidad de género y el cambio de
prenombre y apellido por haber sido víctima de desaparición forzada, apropiación
ilegal o alteración o supresión del estado civil o de la identidad”
El cambio de nombre tramitará “por el proceso más abreviado que prevea la ley
local, con intervención del Ministerio Público”, debiendo “publicarse en el diario
oficial una vez por mes en el lapso de dos meses”, a fin de que presenten las
oposiciones y se soliciten informes respecto de “las medidas precautorias que
existieren con relación al interesado”. Una vez inscripta en el Registro de Estado
Civil y Capacidad de las Personas, será oponible a terceros. 18 Art. 67 del CCCN.
19 Art. 69 del CCCN. 20 Art. 69 del CCCN. 21 Art. 69 del CCCN. 22 Art. 70 del
CCCN. 23 Art. 70 del CCCN.
Acciones de protección
b) aquel cuyo nombre es indebidamente usado por otro, para que cese en ese
uso;
La acción de supresión del nombre: debe mediar un uso indebido por parte del
demandado del nombre de otra persona para individualizar una cosa o un
personaje de fantasía y dicho uso provocar un perjuicio material o moral. El efecto
de la sentencia es el cese de dicho uso indebido.
Domicilio
Noción. Caracteres
Domicilio, en sentido jurídico, es el lugar que la ley considera como centro o sede
legal de la persona. Como veremos seguidamente existen distintas clases de
domicilio, el domicilio general y el especial. El domicilio general es el atributo,
cualidad o propiedad inherente a la persona que representa su indispensable
asiento o sede legal para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de sus
obligaciones (Tagle, 2002).
Este domicilio general puede ser legal, es decir instituido por la ley, o real, que es
la efectiva residencia de la persona en un cierto lugar con ánimo de permanecer
allí.
Clases de domicilio.
Distinciones
General u ordinario
Especial.
real o voluntario
legal o forzoso.
Por su parte, el domicilio especial sólo produce efectos en relación a una o varias
relaciones jurídicas determinadas, puede ser convencional, procesal, conyugal,
comercial, entre otros.
Como el lugar donde la ley presume, (Art 74cccn) sin admitir prueba en contra,
que una persona reside de manera permanente para el ejercicio de sus derechos
y el cumplimiento de sus obligaciones.
c) los transeúntes o las personas de ejercicio ambulante, como los que no tienen
domicilio conocido, lo tienen en el lugar de su residencia actual;
DOMICILIO ESPECIAL
Por último y en relación al domicilio especial, cabe poner de relieve que éste no es
un atributo de la persona, sólo lo es el general en todas sus clasificaciones.
b) puede ser múltiple, porque la persona puede tener varios domicilios especiales;
Importancia y efectos
Cambio de domicilio.
El domicilio real puede modificarse de un lugar a otro sin que dicha facultad pueda
ser coartada por contrato ni por disposición de última voluntad. Dicho cambio se
verifica instantáneamente por el hecho de trasladar la residencia de un lugar a otro
con ánimo de permanecer en ella (art. 77).
El domicilio real es mutable, siendo necesario que concurran los dos elementos ya
referidos: corpus, es decir efectivo cambio de domicilio, y animus, intención de
establecerse en el nuevo lugar.
CAPACIDAD
Noción.
Clases. Caracteres
Buteler caseres la definía siguiendo el código derogado pero por tal no deja de
ampliar y ayudar a entenderla como la aptitud de cada clase de persona para
ejercer por sí o por otro actos que no le son expresamente prohibidos.
a) las reglas que gobiernan la capacidad son de orden público y no pueden ser
modificadas por voluntad de los particulares;
Capacidad de Derecho.
Definición
Así, la capacidad de derecho se define como la aptitud de que goza toda persona
humana para ser titular de derechos y deberes jurídicos. Esta aptitud se vincula
muy directamente con la personalidad humana; por ello, todas las personas son
capaces de derecho y no puede concebirse una incapacidad de derecho absoluta,
es decir, que comprenda todos los derechos y obligaciones, porque sería contrario
al orden natural.
d) los cónyuges, bajo el régimen de comunidad, entre sí. Los albaceas que no son
herederos no pueden celebrar contrato de compraventa sobre los bienes de las
testamentarias que estén a su cargo.28
Ley aplicable Ley territorial La ley del domicilio de la persona del incapaz.
Estado civil
a) las normas que regulan el estado de las personas son de orden público; no
pueden ser modificadas por la voluntad de los interesados;
Efectos
En primer lugar cabe distinguir entre persona y vida humana. Tal como señalamos
anteriormente, la noción de persona es una categoría jurídica, pues se trata de ser
portador de derechos, mientras que la vida humana es un suceso de la
naturaleza, es su asiento natural.
Esto sin duda alguna fue tomada del Pacto de San José donde establece esta
postura de considerar a la persona desde la concepción y tiene derecho a que se
respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del
momento de la concepción.
Lo propio puede afirmarse sobre la Convención de los Derechos del Niño, que, en
su art. 1°, establece que “niño” es todo ser humano menor de dieciocho años de
edad. Con respecto al comienzo de la vida, la Convención nada aclara, pero sí lo
hace la ley 23.849 –la de ratificación del Tratado– en su art. 2, el cual declara que,
con relación al artículo 1º de la Convención sobre los Derechos del Niño, la
República Argentina entiendo por niño a todo ser humano desde el momento de la
concepción y hasta los 18 años. Repárese que lo que goza de jerarquía
constitucional es el texto de la Convención junto a la ley de ratificación porque,
como bien lo señala el art. 75 inc 22 de la carta magna, cada Tratado adquiere
jerarquía constitucional “en las condiciones de su vigencia”, incluyendo así a la
ratificación como una unidad que debe ser considerada de ese modo a la hora de
valorar las disposiciones con jerarquía constitucional.
La determinación del tiempo de duración del embarazo tiene sentido a los fines de
establecer la época en que ha ocurrido, en cada caso, la concepción. Según
sostuvimos anteriormente, esta definición resulta relevante porque allí es donde
comienza la existencia de la vida humana y, por tanto, desde entonces puede
asignarse a ella la calidad de persona, con la consecuente adquisición de
derechos.
En definitiva, sin contar el día del parto, se cuentan trescientos días hacia atrás y
luego ciento ochenta días, también hacia atrás. En el período de ciento veinte días
que hay entre uno y otro término, la ley presume que se ha producido la
concepción.
En una palabra, se presume, salvo prueba en contrario, que la concepción se
produjo en los primeros ciento veinte días de los trescientos del emb0arazo, sin
contar la fecha de parto.
El artículo 19, en su versión original del Proyecto de Código Civil de 2012, decía:
El primero de ellos tiene que ver con el estado actual de las técnicas de
reproducción humana asistida. De acuerdo con ellas, no existe posibilidad de
desarrollo de un embrión fuera del cuerpo de la mujer.
Ahora bien, tal como quedó el texto definitivo del artículo 19, no quedan dudas de
que el Código Civil y Comercial tutela la vida humana desde el momento mismo de
la concepción. El tema es que el término “concepción” ha dado lugar a distintas
teorías que conviven.
Así por un lado, se sostiene que el ser humano comienza con la unión de los
gametos masculino y femenino, es decir, del óvulo y del espermatozoide que se
conoce como fecundación del cigoto. A partir de allí, se configura una realidad
genética distinta de las dos que le dieron origen, es decir, que se produce una
combinación de cromosomas claramente diferenciable de las de sus progenitores.
Así, para esta postura el término concepción, supone fecundación.
Por otro lado, otra tesitura entiende que el cigoto necesito anidar en el útero de la
mujer para que se produzca el inicio de la vida humana. Los sostenedores de esta
doctrina distinguen el embrión reimplantaría del embrión propiamente dicho,
fundando tal distinción en el momento en que tiene lugar la anidación en la pared
del útero y produciéndose ésta en el día catorce contando a partir de la entrada
del gameto masculino en el femenino. En consecuencia, la anidación resulta de
trascendental importancia jurídica, pues antes de ella no hay vida humana.
La divergencia entre una y otra posición se aprecia en los cambios que sufrió el
dispositivo antes de la versión definitiva y que son un reflejo de las discordancias
en la comunidad jurídica argentina.
La mayoría de la doctrina se inscribe en la posición que considera persona a la
vida humana a partir de la fecundación, sin perjuicio de admitir que no ocurre lo
mismo en la doctrina y la jurisprudencia internacional.
Jurisprudencia.
Así, en autos “Artavia Murillo y otros ("Fecundación in Vitro") vs. Costa Rica”, la
CIDH, luego de repasar las dos interpretaciones del término concepción, señaló
que “la prueba científica concuerda en diferenciar dos momentos complementarios
y esenciales en el desarrollo embrionario: la fecundación y la implantación y que
sólo al cumplirse el segundo momento se cierra el ciclo que permite entender que
existe concepción”35. El Alto Tribunal internacional admite que, si bien al ser
fecundado el óvulo se da paso a una célula diferente y con la información genética
suficiente para el posible desarrollo de un "ser humano", lo cierto es que, si dicho
embrión no se implanta en el cuerpo de la mujer, sus posibilidades de desarrollo
son nulas.
Por todo lo anterior, la Corte concluyó (por mayoría) que la interpretación histórica
y sistemática de los antecedentes existentes en el Sistema Interamericano
confirma que no es procedente otorgar el estatus de persona al embrión,
quedando claro en cuál de las dos posiciones se enrola el Tribunal Internacional
en este decisorio.
Sin embargo, el Estado involucrado no fue Argentina sino Costa Rica y, por ende,
se viene sosteniendo que no se desprende de la Convención Americana que sus
fallos tengan obligatoriedad erga omnes más allá del expediente en el que fueron
dictadas, por lo que no es vinculante para la República Argentina.
En una palabra, si el niño nace con vida, mantiene o conserva esos derechos que
adquirió desde la concepción, de manera tal que su nacimiento lo único que hace
es perfeccionar o consolidar esa personalidad que ya poseía.
Medio de prueba Los artículos 96, 97 y 98 del código unificado regulan en
materia de prueba del nacimiento y de la muerte.
En primer lugar, es dable señalar que, prueba por excelencia del nacimiento, así
como sus circunstancias de tiempo, lugar, sexo, nombre y filiación de las personas
nacidas, es la partida del Registro Civil.
Ahora bien, para el supuesto en que no hubiera partida del Registro, porque no
hay registro público o bien porque falta o es nulo el asiento, y quisiera demostrarse
el hecho del nacimiento, se podrá acreditar por cualquier otro medio de prueba, ya
sea una información pericial, testimonios de los médicos o expertos, entre otros.
Ahora bien, esta presunción admite prueba en contrario, es decir que, si alguien
alegara que el niño nació muerto, debe cargar con la prueba de tal extremo.
Ausencia de la persona
Definición El Código Civil y Comercial contempla en seis artículos (79 a 84) las
normas sustantivas y procedimentales correspondientes a la simple ausencia y al
procedimiento previsto a los fines de obtener tal declaración. El fin último de esta
regulación es la protección del patrimonio del ausente, pues lo que se pretende es
la designación de un curador especial a los bienes para que estos puedan ser
administrados en debida forma mientras dure el estado de ausencia.
a) El Ministerio Público
b) Toda persona que tenga interés legítimo respecto de los bienes del
ausente.
La solicitud de la declaración deberá incoarse ante el juez el domicilio del ausente;
si éste no lo tuvo en el país o no es conocido, es competente el juez del lugar
donde existen bienes, y si hubiere bienes en distintas jurisdicciones, el que haya
prevenido; todo ello conforme lo prevé el art. 80
Una vez oído el defensor y producida la prueba correspondiente, que tendrá por
fin acreditar la desaparición del ausente y que podrá rendirse por cualquier medio,
si concurren los extremos legales, el juez estará en condiciones de dictar la
sentencia de declaración de ausencia simple y designar al curador.
Efectos
Régimen legal.
Casos y términos
Deberá citarse al ausente por edictos que se publicarán una vez por mes
durante seis meses, publicación que deberá disponerse en el Boletín Oficial y en
otro que resulte de importancia.
Así las cosas, pasados los seis meses –tiempo en que se publican los edictos–,
recibida la prueba que acredite que la búsqueda del ausente dio resultado
negativo y oído el defensor, el juez debe declarar el fallecimiento presuntivo si
están acreditados los extremos legales, fijar el día presuntivo del fallecimiento y
disponer la inscripción de la sentencia en el Registro Civil.
Por su parte, el art. 90 dispone qué día debe fijare como el presuntivo del
fallecimiento.
Efectos de la declaración
La conclusión del pre notación se encuentra regulada en el art. 92. Éste prevé
que elpre notación queda sin efecto transcurridos cinco años desde la fecha
presuntiva del fallecimiento u ochenta años desde el nacimiento de la persona.
Desde ese momento puede disponerse libremente de los bienes, es decir que los
herederos y legatarios pasan a tener el dominio pleno.
Efectos sobre el matrimonio: según el art. 435 inc “b”, la declaración de ausencia
con presunción de fallecimiento es una causal de disolución del matrimonio, por lo
que el otro cónyuge podrá contraer nuevo matrimonio.
Capacidad de la persona
Noción. Clases
Esta capacidad está expresamente prevista en el art. 23 del código único, que
establece “Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí
misma sus derechos, excepto las limitaciones expresamente previstas en este
Código y en una sentencia judicial.”2
Comparación. Caracteres
La incapacidad
Noción. Clasificación
La incapacidad de derecho
Definición. Caracteres
En lo que toca a prohibiciones con relación a ciertos actos, podemos citar el art.
120, que prevé los actos prohibidos del tutor; el art. 1646 inc. “b”, que establece
que no pueden hacer transacciones “los padres, tutores o curadores respecto de
las cuentas de su gestión, ni siquiera con autorización judicial”4.
La incapacidad de ejercicio
Definición. Caracteres
También son considerados incapaces de obrar las personas mayores de edad que
no cuenten con madurez suficiente, pues el artículo utiliza la conjunción copulativa
“y”, requiriéndose ambos requisitos para que alguien sea considerado capaz.
c. La persona incapaz por sentencia judicial. Este supuesto implica que, mediante
sentencia, se puede restringir la capacidad para determinados actos, debiendo
partirse siempre del presupuesto de la capacidad, y que sus limitaciones son de
carácter excepcional. Cuando la persona se encuentre absolutamente
imposibilitada de interaccionar y expresar su voluntad, el sentenciaste puede
declarar la incapacidad y designar un curador. Por último, comprende a los
inhabilitados por prodigalidad (aquellos que no administran determinadamente sus
bienes o dinero), a quienes se les designará un apoyo para el otorgamiento de
actos de disposición ente vivos y en los demás actos que determine la sentencia.
Definición
Es decir que todas las personas, desde su nacimiento hasta que cumplen
dieciocho años, son “menores de edad”, especificando la denominación de
“adolescente” a la persona menor de edad que ha cumplido la edad de trece años.
De tal modo, el Código Único parte del principio de capacidad y dispone que las
restricciones a la capacidad son excepcionales, establece las facultades judiciales
para la determinación de esas restricciones así como los sistemas de apoyo, la
obligación del juez de oír y valorar las opiniones de las personas interesadas así
como el deber de darle la debida intervención en el proceso, la revisión de la
sentencia en un plazo máximo de tres años ello también acorde a la Ley de Salud
Mental, entre otras modificaciones importantes que introduce en materia de
capacidad.
En primer lugar, debemos sentar la regla según la cual la persona menor de edad
ejerce sus derechos a través de sus representantes legales, que son los padres,
tutor o curador (sobre este tema volveremos al tratar el instituto de la
representación).
Sin embargo, la persona menor de edad que cuenta con edad y grado de madurez
suficiente puede ejercer por sí los actos que le son permitidos por el ordenamiento
jurídico, salvo que hubiere conflicto de intereses con sus representantes legales,
en los que ejercerán sus derechos mediante asistencia letrada.
Alguno de los derechos que pueden ejercer los menores de edad sin necesidad de
que intervengan sus representantes legales son:
e) El hijo menor de edad puede reclamar a sus progenitores por sus propios
intereses sin previa autorización judicial, si cuenta con la edad y grado de madurez
suficiente y asistencia letrada (art. 679).
a) Tratamientos no invasivos
Por el contrario, en los casos del menor sin título habilitante debe tenerse en
cuenta las prohibiciones de la ley 26.390 de Prohibición de Trabajo Infantil y
Protección del Trabajo Adolescente. Así, cabe destacar que la ley laboral prohíbe
trabajar a los menores de 16 años; luego de esa edad, sólo pueden hacerlo, hasta
los 18, si cuentan con autorización de los padres, tal como lo prevé el art. 32 de la
ley 20.744.
Por último, es dable destacar que los bienes adquiridos por el menor con su
trabajo constituyen un patrimonio especial que queda bajo su libre administración
y disposición, mientras que los bienes del patrimonio general siguen bajo la
administración del representante legal.
Restricciones a la capacidad
Así, dispone:
Estas reglas generales que se agrupan en la norma rigen todo lo referido a las
restricciones al ejercicio de la capacidad jurídica de las personas, y son producto
especialmente de la aprobación de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad (ley 26.378) y de la Ley Nacional de Salud Mental (ley
26.557).
De la lectura del art. 32 del Código se advierte que, a partir de los trece años se
puede restringir judicialmente la capacidad de una persona cuando ésta padece
una adicción o alteración mental permanente o prolongada de entidad suficiente –
elemento biológico- y se estime que de no restringirle la capacidad pueda
ocasionar un daño a su persona o a sus bienes – elemento jurídico; o
excepcionalmente declarar la incapacidad “cuando la persona se encuentre
absolutamente imposibilitada de interaccionar con su entorno y expresar su
voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema de apoyos
resulte ineficaz”11.
El o los apoyos que se designen no tienen por misión sustituir la voluntad del
sujeto, sino todo lo contrario; “promueven la libertad, la autonomía, “la
comunicación, la comprensión y la manifestación de la voluntad de la persona
para el ejercicio de sus derechos”
El artículo 33 del Código Civil y Comercial establece quiénes son las personas
legitimadas y, en primer lugar, autoriza al propio interesado a iniciar la acción. De
ser éste quien lo solicite, deberá presentarse con abogado; de no hacerlo, se le
deberá nombrar un asesor que lo represente.
Asimismo, están legitimados los parientes dentro del cuarto grado, sea que se
trate de un parentesco por naturaleza, por métodos de reproducción humana
asistida o por adopción, en línea recta o colateral y, si fueran por afinidad, sólo
hasta el segundo grado.
El dictamen deberá ser valorado por el juez junto con los otros elementos traídos
al proceso, quedando a cargo del juzgador la consideración de la incapacidad en
la medida en que ésta impida al sujeto dirigir su persona o administrar sus bienes.
Sentencia. Alcances
La sentencia que limite o restrinja la capacidad debe señalar los actos y funciones
que la persona no puede realizar por sí misma y, a fin de que tome las decisiones
pertinentes, le designará los apoyos que considere necesarios e indicará la
modalidad de actuación, es decir, si la función debe ser cumplida por dos o más
personas, si la actuación debe ser conjunta o indistinta, o si la validez de los actos
jurídicos requieren del asentimiento otorgado por el apoyo.
Registración de la sentencia
Una vez que las restricciones sean dejadas sin efecto, o bien modificadas por una
nueva sentencia dictada, se deberá ordenar la inmediata cancelación o inscripción
registral, respectivamente.
Revisión
El plazo de los tres años es un plazo máximo; es posible instar su revisión con
anterioridad si las circunstancias del caso así lo aconsejan.
Cese de la incapacidad
El juez competente para declarar el cese de las restricciones será el mismo que en
su momento las había impuesto.
Inhabilitados
De conformidad al art. 48 del Código Civil y Comercial, podrán ser inhabilitados los
pródigos, es decir aquellos a quienes, por la mala gestión de sus bienes, en el
sentido de dilapidar, malgastar, expongan el patrimonio familiar a que se vea
menoscabado.
El mencionado artículo define a la persona del pródigo como aquélla que padece
una alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que, en
relación a su edad y medio social, implica desventajas considerables para su
integración familiar, social, educacional o laboral.
Lo que la ley pretende es justamente proteger al grupo familiar –es decir a las
personas del cónyuge, conviviente, hijos menores de edad o con discapacidad–
de la pérdida del patrimonio, legitimando a promover la inhabilitación al cónyuge,
conviviente, ascendientes y descendientes.
Procedimiento de la declaración
Por último, es dable poner de resalto que deben aplicarse supletoriamente las
normas previstas sobre incapacidad o capacidad restringida en la medida en que
no sean incompatibles.
Efectos de la declaración
La figura del apoyo es necesaria a fin de evitar que el inhabilitado realice actos de
otorgamiento que puedan perjudicar la integridad del patrimonio y perjudicar así a
las personas del cónyuge, conviviente e hijos menores o con discapacidad.
Cese de la inhabilitación
El artículo 100 del Código Civil y Comercial establece que las personas incapaces
ejercen, por medio de sus representantes, los derechos que no pueden ejercer por
sí.
Recordamos que estos incapaces a los que refiere el precepto son única y
exclusivamente los incapaces de obrar o de hecho, quienes no podrán obrar por sí
mismos, pero sí a través del instituto de la representación.
El artículo 101 del código unificado nos dice quiénes son los representantes
legales de los incapaces y comprende tres instituciones: la responsabilidad
parental, la tutela y la curatela.
Son representantes:
e) El curador de las personas incapaces en los términos del art. 32 del código
unificado.
Persona Jurídica
Persona jurídica
Noción
Según Buteler Cáceres (2000), las personas de existencia ideal son abstracciones
que se originan en la realidad social y representan la posibilidad de los hombres
de unir sus esfuerzos en pos de un fin común; por ello, estos entes se encuentran
provistos de personalidad jurídica y están dotados de capacidad para adquirir
derechos y contraer obligaciones.
Importancia actual
La realidad social muestra que el hombre no se relaciona con sus semejantes sólo
en forma individual, sino que forma parte de agrupaciones concretas de todo tipo,
aunando esfuerzos para obtener finalidades compartidas, cuyas actividades
benefician no sólo a los partícipes del grupo, sino también a la sociedad en
general.
Naturaleza jurídica
c. Las teorías realistas: éstas reconocen que el sujeto creado por sus miembros
conforma un ente diferente. Estas teorías a su vez presentan diferentes posturas:
iii). Las que se basan en los intereses: y sostienen que las personas jurídicas
poseen un interés distinto al de los miembros que las componen, entonces este
ente representa la configuración jurídica legal de ese interés
Comienzo de la existencia
La regla general, de acuerdo al art. 142 del código unificado, es que la existencia
de la persona jurídica privada comienza siempre desde su constitución, siendo la
autorización legal para funcionar la excepción a dicha regla.
De este modo, para que se reconozca la existencia del ente ideal, es necesario
que el contrato constitutivo se inscriba en el Registro de Personas Jurídicas; a
partir de allí, los actos realizados se tendrán como realizados por la sociedad.
El art. 169 del Código Civil y Comercial dispone que el acto constitutivo de la
asociación civil debe ser otorgado por instrumento público e inscripto en el registro
correspondiente una vez otorgada la autorización estatal para funcionar. Hasta la
inscripción, se aplican las normas de la simple asociación.
Por su parte, el art. 187 del mismo cuerpo legal establece que la simple asociación
se debe constituir por instrumento público o por instrumento privado con firma
certificada por escribano público. Al nombre debe agregársele, antepuesto o
pospuesto, el aditamento “simple asociación” o “asociación simple”.
Y el art. 195 estatuye que el acto constitutivo de la fundación debe ser suscripto
por el o los fundadores o apoderado con poder especial, si se lo hace por acto
entre vivos, o por el autorizado por el juez del sucesorio, si es por disposición de
última voluntad. El instrumento debe ser presentado ante la autoridad de contralor
para su aprobación.
Clasificación
Definición. Caracteres
Clases
En el inciso “b” del artículo 146, se clasifican los estados extranjeros, las
organizaciones que tengan su personería jurídica reconocida por el derecho
internacional público y “toda otra persona jurídica constituida en el extranjero cuyo
carácter público resulte de su derecho aplicable”. La alusión a los estados
extranjeros debe entenderse comprensiva de los estados provincial y municipal,
organizaciones internacionales, supranacionales o regionales, como la
Organización de las Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos, la
Cruz Roja Internacional, la Organización Mundial de la Salud.
Noción. Caracteres
La Ley 26.994 (ley que aprueba la reforma del Código Civil y Comercial) sustituye
el texto del art. 1 de la Ley 19.550 (Ley de Sociedades) por el siguiente: “Habrá
sociedad si una o más personas en forma organizada conforme a uno de los tipos
previstos en esta ley, se obligan a realizar aportes para aplicarlos a la producción
o intercambio de bienes o servicios, participando de los beneficios y soportando
las pérdidas. La sociedad unipersonal sólo se podrá constituir como sociedad
anónima. La sociedad unipersonal no puede constituirse por una sociedad
unipersonal”22.
Por otro lado, el artículo 149 del código único señala que la participación del
Estado en una persona jurídica privada no transforma la calidad de ésta, la que
sigue siendo privada sin importar el grado de participación del Estado y sin
perjuicio de que se prevea un régimen especial en materia de derechos y
obligaciones. Esta norma se aplica no sólo a las sociedades, sino a todo tipo de
personas jurídicas de carácter privado.
Asociaciones civiles
Definición
Las asociaciones civiles son un tipo de personas jurídicas privadas (inc. “b” del art.
148) a través de las cuales se puede realizar múltiples actividades.
Otro de los presupuestos de las asociaciones civiles es que deben evitar el lucro,
lo que las distingue de las sociedades comerciales. Esta ausencia de fin de lucro
no significa que no puedan realizar actos dirigidos a obtener ganancias que sirvan
para seguir cumpliendo con su finalidad específica.
De tal modo, el artículo 168 del CCCN prevé “No puede perseguir el lucro como fin
principal, ni puede tener por fin el lucro para sus miembros o terceros”, es decir, el
fin de obtener réditos económicos no debe ser el principal objetivo de la asociación
civil.
Requisitos de formación
El contenido del acto constitutivo está precisado en el art. 170 del Código, el que
estatuye que debe contener la identificación de los constituyentes, el nombre de la
asociación con el aditamento “Asociación Civil” antepuesto o pospuesto, el objeto,
domicilio social, el plazo de duración, las causales de disolución, las
contribuciones que conforman el patrimonio inicial de la asociación, el régimen de
administración y representación, entre otros recaudos que establece.
Simples asociaciones
Las simples asociaciones también son personas jurídicas privadas (art. 148, inc.
“c”), que no requieren autorización estatal alguna para funcionar.
La forma por la que se constituyen estos entes ideales puede ser por instrumento
público o por instrumento privado con firma certificada por escribano público,
debiendo consignarse el aditamento “simple asociación” o “asociación civil”.
Las simples asociaciones comienzan su existencia como personas jurídicas a
partir de la fecha del acto constitutivo, es decir que, una vez otorgada la escritura
pública o el instrumento privado con firmas certificadas, estos sujetos de derechos
goza de personalidad jurídica.
Están reguladas en los arts. 187 a 192 del Código Civil y Comercial y se prevé
que, en cuanto a su constitución, gobierno, administración, socios, órgano de
fiscalización y funcionamiento, se rigen por lo dispuesto para las asociaciones
civiles, es decir remite a los arts. 168 a 186.
Fundaciones
Noción. Caracteres
Las fundaciones son personas jurídicas con propósito de bien común, sin fines de
lucro, que se constituyen con el aporte patrimonial de una o más personas,
destinado a hacer posibles sus fines. Estos entes carecen de miembros, sólo
tiene órganos de conducción y beneficiarios; por ello, para su nacimiento no se
requiere de una unión de un grupo de personas físicas, sino solamente la
existencia de un sujeto de derecho que es la persona del fundador, quien se
convierte en un extraño cuando la fundación obtiene la autorización para
funcionar. (Rivera y Medina, 2014, p. 464).
Modo de constitución
Este acto constitutivo que crea la fundación debe ser otorgado por el o los
fundadores o apoderado con poder especial, si se hace por acto entre vivos o por
el autorizado por el juez del sucesorio si es por disposición de última voluntad y
debe contener:
Noción
Hemos señalado que la persona jurídica tiene personalidad jurídica y que, por
ende, posee atributos: el nombre para individualizarse, el domicilio para
determinar la ley aplicable y la jurisdicción donde puede demandar o ser
demandada, la capacidad siempre de derecho y limitada al objeto para el que se
constituyó y el patrimonio, a los fines del cumplimiento de sus fines.
Nombre.
Régimen legal
El nombre o razón social es un atributo de las personas jurídicas, toda vez que es
necesario a los fines de su individualización y designación que permita
distinguirlas.
De acuerdo a lo normado en el art. 151 del Código, el nombre debe reunir los
siguientes requisitos:
b) cumplir con los recaudos de veracidad, novedad y aptitud distintiva, ello así a
los fines de que se distingan entre las personas jurídicas.
En primer lugar, cabe distinguir entre domicilio y sede social. El término “domicilio”
remite a la indicación genérica de la ciudad, localidad o región donde se ha
constituido la sociedad, mientras que el término “sede” alude al lugar geográfico
concreto (dirección) donde se ha instalado la persona jurídica. Por ejemplo,
Córdoba capital es el domicilio y Bv. San Juan 710 es la sede.
Por otro lado, el precepto establece que la persona jurídica que posee muchos
establecimientos o sucursales tiene su domicilio especial en el lugar de dichos
establecimientos, pero sólo para la ejecución de las obligaciones allí contraídas.
Por último, prevé que, para el caso que se quiera cambiar el domicilio, debe
modificarse el estatuto, y, si se quiere cambiar la sede, puede ser resuelto por el
órgano de administración.
Patrimonio
Es por ello que el artículo 154 del código de fondo estatuye: “la persona jurídica
debe tener un patrimonio”.
Representación
Noción. Régimen legal Las personas jurídicas desarrollan su actividad por medio
de personas físicas que actúan en su nombre y por su cuenta, de modo tal que su
gestión es atribuida a la misma entidad. Así, las personas jurídicas actúan a
través de sus órganos, es decir aquellas personas autorizadas a manifestar la
voluntad del ente y a desarrollar la actividad jurídica necesaria para la consecución
de sus fines. El artículo 159 establece una pauta general a la cual debe
adecuarse la conducta de los administradores sociales, disponiendo que los
administradores deben obrar con lealtad con la persona que les encarga la función
de administrar sus intereses y con diligencia, es decir con idoneidad, con aptitud
profesional para el exitoso desenvolvimiento de la clase de actividad que
constituye el objeto social.
El deber de obrar con lealtad tiene por fundamento la obligación de fidelidad del
mandatario (art. 1324 CCCN), que se extiende a todos los casos de
representación de intereses ajenos, y el deber de buena fe (art. 9 CCCN). El
administrador se debe conducir con la corrección de un hombre honrado, en
defensa de los intereses cuya administración se le ha confiado, por encima de
cualquier otra consideración, evitando obtener un beneficio particular a expensas
de la persona jurídica. Tiene prohibido contratar con ésta, salvo que se trate de
contratos referidos a su actividad ordinaria y en las mismas condiciones en que el
ente lo hubiera hecho con terceros. Deberá abstenerse de intervenir en la toma de
decisiones en las que tenga un interés contrario a la persona jurídica y no podrá
competir con ella. (Roitman, 2006).
Responsabilidad civil
Responderán ilimitadamente con todo su patrimonio por los daños que produzcan
a la persona jurídica, pues quien causa un daño debe repararlo, y solidariamente
entre los administradores que faltaren a sus obligaciones de lealtad y diligencia en
los casos de administración plural. Para que surja la responsabilidad, es necesario
que hayan ocasionado un daño causado ya sea por dolo o culpa, en el ejercicio o
con ocasión de sus funciones.
El objeto
Puesto que las relaciones jurídicas y los derechos subjetivos que ellas contienen
son de diferente naturaleza, el objeto variará según la clase de relación y de
derecho subjetivo de que se trate.
Así, en las relaciones que tienen por contenido los derechos personalísimos o los
derechos humanos, el objeto está dado por las diversas manifestaciones o
proyecciones que integran la personalidad de la persona física, como su honor,
libertad, integridad física o espiritual; en las que tienen por contenido los derechos
subjetivos potestativos, el objeto está dado por el conjunto de deberes y
prerrogativas de los padres para la educación y pleno desarrollo de la
personalidad de sus hijos. En las que tienen por contenido los derechos reales, el
objeto es la cosa, objeto material susceptible de valor, sobre las que se ejercen las
facultades o prerrogativas del titular.
Por otro lado, en las relaciones jurídicas que recaen sobre derechos personales o
de crédito, el objeto se proyecta sobre la conducta del deudor, denominada
prestación y por último, en los derechos intelectuales el objeto es la obra científica,
literaria o artística, la expresión de ideas, procedimientos, es decir, el producto del
intelecto humano. En una palabra, objeto de las relaciones jurídicas puede ser:
cosas, hechos u objetos inmateriales
Se explica allí que, para este fin, no es determinante si son materiales (cosas) o
inmateriales, porque lo que interesa es que tengan valor, y este elemento es
económico y no afectivo. Así, la noción de bien está estrechamente vinculada al
enfoque económico y, por lo tanto, no podría aplicarse a los bienes ambientales, o
al cuerpo, o partes del cadáver.
En relación a las cosas, se las define como los objetos materiales susceptibles de
tener un valor. Desde el punto de vista físico, cosa es todo lo que existe; no sólo
los objetos que pueden ser propiedad del hombre, sino también todo lo que en la
naturaleza escapa a esta apropiación exclusiva: el mar, el aire, el sol, etc. Desde
el punto de vista jurídico, esta noción se ha circunscripto para no abarcar toda la
materialidad ni la utilidad, y por ello “debemos limitar la extensión de esta palabra
a todo lo que tiene un valor entre los bienes de los particulares”.
El artículo 16 del código único prevé que los derechos individuales pueden recaer
sobre bienes susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se llaman
cosas y las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las
fuerzas naturales susceptibles de ser puestas al servicio del hombre.
Distintas clasificaciones
a) muebles e inmuebles;
Así por ejemplo, la distinción entre muebles e inmuebles tiene importancia desde
diferentes aspectos:
Mientras que el contrato de mutuo, por ejemplo, sólo puede recaer sobre cosas
fungibles, pues el mutuario, al término del contrato, no estará obligado a devolver
lo mismo que recibió sino igual cantidad de cosas de la misma calidad y especie
(art. 1525).
Criterios de distinción
Inmuebles y muebles. Distintas clases Los artículos 225 y 226 del Código Civil y
Comercial determinan qué debe entenderse por inmuebles y el art. 227, por
muebles.
Son inmuebles por accesión: las cosas muebles que se encuentran inmovilizadas
por su adhesión física al suelo con carácter de perdurabilidad, como son todas las
clases de construcciones, casas, edificios, obras de infraestructuras en general.
Las cosas muebles que se incorporan de manera permanente a todas estas
construcciones, como las estufas de una casa, las ventanas de un edificio, las
barandas, etc. son también inmuebles por accesión, mientras permanezcan en
esa condición (Rivera y Medina, 2014).
El precepto mencionado (art. 226) establece la regla general de que “los muebles
forman un todo con el inmueble y no pueden ser objeto de un derecho separado
sin la voluntad”, por lo que, celebrado un negocio jurídico sobre el inmueble, todo
lo que esté en él, adherido e inmovilizado con carácter perdurable, forma parte de
la contratación, salvo acuerdo en contrario.
Ahora bien, no se consideran inmuebles por accesión las cosas que se adhieren
transitoriamente al suelo (una carpa), ni las afectadas a la explotación del
inmueble o a la actividad del propietario, como ser las semillas puestas
intencionalmente por el dueño del inmueble, o los utensilios o máquinas de
labranza, los animales puestos para el cultivo, entre otros.
.Art. 227: “Cosas muebles. Son cosas muebles las que pueden desplazarse por sí
mismas o por una fuerza externa”.
Este concepto engloba las cosas que pueden transportarse fácilmente de un lugar
a otro, movidas ya por una influencia extraña, como son los automóviles, o por sí
mismas, como son los animales que se denominan semovientes.
Cosas divisibles. Son cosas divisibles las que pueden ser divididas en porciones
reales sin ser destruidas, cada una de las cuales forma un todo homogéneo y
análogo tanto a las otras partes como a la cosa misma. Las cosas no pueden ser
divididas si su fraccionamiento convierte en antieconómico su uso y
aprovechamiento. En materia de inmuebles, la reglamentación del fraccionamiento
parcelario corresponde a las autoridades locales.6
Así las cosas, para que una cosa sea divisible deben darse los siguientes
presupuestos:
Ahora bien, las cosas no podrán ser divididas, aunque se den todos los requisitos
desarrollados anteriormente, si su división convierte en antieconómico su uso.
Esto puede ocurrir con una colección de monedas, por ejemplo, o con la división
de la tierra en parcelas que impidan su adecuado aprovechamiento (en tal caso,
ello dependerá de las características del suelo, pues puede influir, para determinar
si es divisible o no, cuán fértil sea la tierra o la extensión del terreno o el clima).
Es por ello que, en materia de inmuebles, la reglamentación del fraccionamiento
parcelario les corresponde a las autoridades locales, pues es un problema de
política económica agraria.
El artículo 229 dispone: “Cosas principales. Son cosas principales las que
pueden existir por sí mismas”7. Por su parte el art. 230 prevé:
Así, son cosas principales las que tienen una existencia propia e independiente de
cualquier otra (por ejemplo un auto); y accesorias las que jurídicamente carecen
de existencia propia por depender de otras, por ello siguen la suerte de la
principal.
La calidad de accesorias de las cosas puede manifestarse:
a) Las cosas que se extinguen con el uso que de ellas se haga, como los
alimentos. b) Las que dejan de existir para su propietario, como el dinero.
Art. 232: “Cosas fungibles. Son cosas fungibles aquellas en que todo individuo de
la especie equivale a otro individuo de la misma especie, y pueden sustituirse por
otras de la misma calidad y en igual cantidad”.
Por el contrario, no son fungibles aquellas cosas que tienen características que las
hacen únicas y, por ende, no pueden ser sustituidas por otras de características
exactamente idénticas, como ser un caballo de carrera, puesto que éste tiene
particularidades.
Frutos y productos
Frutos y productos. Frutos son los objetos que un bien produce, de modo
renovable, sin que se altere o disminuya su sustancia. Frutos naturales son las
producciones espontáneas de la naturaleza. Frutos industriales son los que se
producen por la industria del hombre o la cultura de la tierra. Frutos civiles son las
rentas que la cosa produce. Las remuneraciones del trabajo se asimilan a los
frutos civiles. Productos son los objetos no renovables que separados o sacados
de la cosa alteran o disminuyen su sustancia. Los frutos naturales o industriales y
los productos forman un todo con la cosa, si no son separados.
Los frutos y los productos son cosas que produce la cosa, pero entre ambas
categorías existen diferencias sustanciales: a) los frutos se producen y reproducen
en forma periódica y regular; los productos no se reproducen; b) la extracción de
los frutos no altera ni disminuye la sustancia de la cosa, que continúa siendo la
misma; la extracción de los productos, por el contrario, trae como consecuencia la
extinción paulatina de la cosa (Tagle, 2002, p. 67).
Por ejemplo, una vaca produce leche como fruto y carne como producto. La
norma clasifica los frutos en:
Frutos naturales: son los que la cosa produce espontáneamente, como las crías
de ganado, la leche de los animales. Frutos industriales: son los que se producen
por la industria del hombre o de la cultura de la tierra, como ser la soja o el trigo
que se obtienen de una cosecha. Frutos civiles: las rentas de una cosa, como el
alquiler de un inmueble.
Por último, debe señalarse que los frutos naturales e industriales y los productos
no son accesorios de la cosa, sino que forman un todo con ella mientras estén
unidos, pero, una vez separados, adquieren existencia propia e independiente y
deben ser considerados cosas principales.
El patrimonio
Definición. Caracteres
Por otro lado, los patrimonios especiales son conjuntos de bienes que están
afectados a un fin determinado y sujetos a un especial régimen legal. En cuanto a
sus caracteres, podemos decir:
Vivienda
Definición
Legitimados
a) Por actos entre vivos. En este caso se requiere ser titular dominical o, si hay
condominio, la solicitud debe ser efectuada por todos los cotitulares.
b) Mortis causa. Se prevé que la constitución puede hacerse por actos de última
voluntad y, aunque el Código no lo diga, el único acto por el que podría hacerse la
afectación es a través de testamento. En este caso, el juez debe ordenar la
inscripción a pedido de cualquiera de los beneficiarios, del Ministerio Público o de
oficio en el caso de que hubiere incapaces o personas con capacidad restringida.
Beneficiarios
Según el art. 246 del CCCN, son beneficiarios del régimen las siguientes
personas: a) El constituyente b) Su cónyuge c) Su conviviente d) Los
ascendientes o descendientes del constituyente e) En caso de que el
constituyente no tenga cónyuge, conviviente, ascendientes, ni descendientes,
pueden ser beneficiarios los parientes colaterales del constituyente siempre que
convivan con él.
El hecho jurídico
Los hechos jurídicos son todos los acontecimientos que, según el ordenamiento
jurídico, producen el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas (art. 257 CCCN).
Cuando nos referimos a los hechos jurídicos como causa eficiente, debe
entenderse que el suceso o acontecimiento está previsto de antemano por la ley,
para que, según las circunstancias y siempre que se reúnan los requisitos que
impone una determinada norma, produzca efectos jurídicos. Por ejemplo, el
nacimiento con vida es causa eficiente porque, luego de que se produce, el ser
humano adquiere automáticamente, con carácter definitivo e irrevocable, la
personalidad jurídica.
El artículo 258 del código único define al simple acto lícito “como la acción
voluntaria no prohibida por la ley, de la que resulta alguna adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”
; Mientras que el art. 259 del mismo cuerpo legal brinda el concepto de acto
jurídico y refiere que “es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.”
Así las cosas, la principal diferencia entre ambos es que el simple acto lícito no
tiene por fin inmediato crear, modificar o extinguir relaciones o situaciones
jurídicas, sino que, por el contrario, carece de este fin inmediato y sus efectos
jurídicos se darán prescindiendo de la voluntad del agente y por la simple
circunstancia de haberse colocado en la situación prevista por la norma como
supuesto de hecho. Por ejemplo, el que hace reparaciones urgentes en la
propiedad de un amigo ausente no tiene en miras (o sea, no tiene por fin
inmediato) entablar una relación jurídica (el arreglo de una casa), sino
simplemente prevenir un perjuicio patrimonial al amigo ausente. La ley es
entonces la que establece, más allá de la intención de esta persona, que el
beneficiado por esa reparación debe indemnizar al amigo benefactor y dentro de la
medida del beneficio que obtuvo por los gastos hechos por su amigo.
Por su parte, los actos jurídicos tienen por fin inmediato adquirir, modificar,
extinguir relaciones o situaciones jurídicas. Es decir que el acto jurídico es el acto
de autonomía privada mediante el cual simplemente se persigue un fin práctico
autorizado por el ordenamiento.
Ahora bien, ¿para qué determinar la distinción entre actos jurídicos y simples
actos lícitos? Ello así, por el régimen aplicable. En efecto, si estamos frente a una
categoría como la de los simples actos lícitos, que producirá efectos por designio legal y
con independencia del querer del sujeto, no serían aplicables las normas del Código en
materia de elementos, vicios e ineficacia de los actos jurídicos, quedando cada acto
regido por lo que se disponga en cada hipótesis. Esto nos lleva a señalar otra
distinción entre el acto jurídico y el simple acto lícito: el primero siempre es
voluntario, mientras que el segundo es indiferente que lo sea, requiriéndose
cuanto mucho que el sujeto cuente con discernimiento. (Rivera y Medina, 2014).
Hechos jurídicos
Definición. Importancia
El discernimiento. Definición
Respecto a la privación de razón, ésta puede ser de dos clases según la falta de
razón refleje alguna clase de patología más o menos permanente o bien un
oscurecimiento del intelecto temporal o accidental y sólo relacionado con el acto
en cuestión; circunstancias que incidirán en los extremos a acreditar en un
eventual juicio y, todo ello, debiendo tener en cuenta los alcances concretos de la
inhabilidad del sujeto en caso de que hubiera sido objeto de una declaración
(Rivera y Medina, 2014).
La intención. Definición
La libertad. Definición
Elemento externo
Así, por ejemplo, en diversas normas, la ley hace prevalecer la buena fe, la
confianza o la responsabilidad a fin de proteger al destinatario de la declaración.
Ello sucede en la adopción del error reconocible (arts. 265 y 266), en la
preeminencia de la buena fe en el ejercicio de los derechos –como en la ejecución
e interpretación de las relaciones jurídicas (arts. 9, 10) –, así como en el no
amparo del dolo recíproco (art. 272) ni de la simulación dirigida a perjudicar
terceros (Arts. 333 y 334). (Rivera y Medina, 2015).
d) La última parte del artículo alude a “hechos materiales”; aquí salimos, sin
embargo, del campo de las declaraciones para pasar al de la mera manifestación,
con lo cual se ingresa al terreno de la exteriorización tácita de la voluntad (Rivera y
Medina, 2014, p. 602).
Por otro lado y en continuidad con el punto “d”, tenemos la manifestación tácita o
indirecta de la voluntad, que, a diferencia de la positiva, no tiene por fin dar a
conocer la voluntad de manera directa, sino que ésta se infiere del
comportamiento del sujeto. El artículo 264, prevé: “Manifestación tácita de la
voluntad. La manifestación tácita de la voluntad resulta de los actos por los cuales
se la puede conocer con certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la
convención exigen una manifestación expresa”. 24 Debemos señalar que, para
que exista manifestación tácita de la voluntad, hay tres condiciones que deben
darse: a) que se trate de actos por los que se puede conocer con certidumbre la
existencia de la voluntad, es decir que se pueda inferir la existencia de una
voluntad en determinado sentido; b) que no se exija una expresión positiva y c)
que no haya una declaración expresa contraria. Ejemplos de este tipo de
manifestación son la remisión de deuda del acreedor que devuelve a su deudor el
pagaré sin protesta o reserva, la adquisición por parte de quien ha recibido
mercadería y la consume, llevar materiales al lugar de una obra para realizarla.
Conocemos el viejo adagio que dice “el que calla, otorga”. Este adagio no tiene
vigencia dentro del orden jurídico, donde la regla es que el silencio es un signo
negativo: el que calla ni afirma ni niega. El silencio sólo excepcionalmente puede
constituir un modo de manifestación o declaración de la voluntad tácita.
El error. Noción
Finalmente, el error puede ser excusable o inexcusable, según haya habido culpa
o no del agente en el yerro (Rivera y Medina, 2014).
El error de hecho, tal como ya referimos, es la falsa noción que recae sobre los
elementos o circunstancias fácticas vinculadas al negocio o a la relación jurídica
de que se trate. Éste puede recaer en el contenido o presupuesto del acto, así
como en la identidad de las personas, en la naturaleza o características de las
cosas o los hechos materiales constitutivos de la conducta.
El error de hecho que vicia la voluntad debe ser espontáneo y esencial, ello de
acuerdo lo prescribe el art. 265 del código único, que prevé “Error de hecho. El
error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la nulidad del acto. Si el acto es
bilateral o unilateral recepticio, el error debe, además, ser reconocible por el
destinatario para causar la nulidad”. 27
Así las cosas, para que el error de hecho pueda ser invocado por quien lo ha
sufrido, debe tratarse de un error esencial, espontáneo y además reconocible.
El error es esencial si recae sobre la naturaleza del acto, sobre un bien o un hecho
diverso o de distinta especie que el que se pretendió designar, o una calidad,
extensión o suma diversa a la querida; sobre la cualidad sustancial del bien que
haya sido determinante de la voluntad jurídica según la apreciación común o las
circunstancias del caso; sobre los motivos personales relevantes que hayan sido
incorporados expresa o tácitamente; sobre la persona con la cual se celebró o a la
cual se refiere el acto si ella fue determinante para su celebración (art. 267 del
CCCN); en una palabra, sobre los aspectos primordiales del acto.
Hemos puesto de relieve anteriormente que hay distintas clases de error. Así,
tenemos por un lado la gran distinción entre error de hecho y error de derecho; tal
como señalamos, el primero recae sobre los elementos o circunstancias fácticas
vinculadas al negocio o a la relación jurídica de que se trate, sobre el dato de
hecho, contenido o presupuesto del acto, sobre la identidad de las personas;
mientras que el error de derecho consiste en desconocer la existencia o contenido
de una norma jurídica o interpretar su significado de una manera distinta a la real o
hacer una aplicación inexacta.
Ahora bien, dentro del error de hecho caben dos categorías: error esencial y error
accidental.
El error esencial, regulado en el art. 267 del Código Civil y Comercial, es el que
afecta los aspectos primordiales del acto. El precepto contempla distintos
supuestos.
a) Error en la naturaleza del acto: es aquel que recae sobre la especie jurídica del
acto que se celebra, produciéndose una divergencia o falta de concordancia entre
la declaración o comportamiento de una de las partes y la representación de lo
declarado o actuado. Por ejemplo, cuando alguien presta algo a quien entiende
que se lo están regalando.
b) Error sobre el objeto: este error se produce cuando el sujeto cree celebrar un
negocio jurídico respecto de un determinado objeto o de un determinado hecho y,
en realidad, se trata de una cosa o hecho distinto. Puede afectar la individualidad
de la cosa, por ejemplo: creo estar comprando un terreno en un determinado lugar
y lo estoy comprando en otro; en su especie: por ejemplo, en una venta de granos,
el vendedor ha entendido que se trata de cebada y el comprador de trigo; error
sobre la cantidad, extensión o suma, este error de cantidad no debe consistir en
un mero error en el cálculo.
d) Error en la causa: se trata del error que recae sobre el elemento moral, es decir,
el motivo interno que ha inclinado a ejecutar el acto. Al pertenecer al fuero interno
de cada sujeto, los motivos sólo pueden llevar a una anulación cuando surjan
expresa o implícitamente del acto, ya que, de lo contrario, se estaría perjudicando
a la otra parte, que no tiene forma de conocer lo que pensaba el otro. Así, quien
compra un automóvil creyendo por error que el suyo no tiene arreglo no podría,
una vez advertido de la realidad de las cosas, demandar la nulidad del acto, ya
que se trata de motivos ajenos al vendedor.
e) Error en la persona: el error sobre la persona es aquel que recae sobre alguno
de los sujetos o partes del negocio, ya sea respecto de la identidad de uno de
ellos o de sus cualidades. Este error es causa de nulidad solamente cuando la
consideración de la persona ha sido causa determinante para su celebración,
como la donación hecha a una persona a quien se toma por otra, o en las
obligaciones intuitae personae; pero no es causa de nulidad cuando la persona del
contratante es indiferente, como en el caso de un prestamista, vendedor o locador.
Por otro lado, el art. 270 del Código prevé el error en la declaración y el error en la
transmisión. El primero consiste en que lo querido queda desvirtuado en su
manifestación externa por distracción, apresuramiento o inadvertencia. Esta
categoría tiene dos variantes: la primera, cuando hay una divergencia entre la
voluntad interna y la declaración, que puede darse al haber escrito algo incorrecto
(lapsus calami) o empleado palabras no queridas (lapsus linguae), por ejemplo, si
escribo “compro” cuando, en realidad, quiero decir “vendo”. La segunda variante
se da cuando ni siquiera tenía la intención de manifestar algo, por ejemplo: si
alguien ingresa a una sala de remate y levanta la mano para saludar, y se
interpreta que está ofertando.
Por último, es dable señalar que el error de hecho esencial y reconocible es el que
justifica la nulidad del acto y por ende pueden ser invocados por quien lo ha
sufrido a fin de que se deje sin efecto el acto celebrado, pues se ha viciado la
voluntad o, más precisamente, el elemento interno “intención”.
Ahora bien, si la otra persona afectada por el acto acepta realizarlo en la manera
en que la entendió el otro, el error en la práctica desaparece y el negocio deviene
exactamente lo que la víctima del yerro pensaba celebrar desde un principio. Así
las cosas, desaparecido el error, desaparece la causa que da origen a la anulación
y el consecuente derecho a reclamarla por parte de quien antes se veía afectado,
todo ello de conformidad al art. 269 del código único.
Por otro lado, está el error accidental, que es el que recae sobre las cualidades no
sustanciales de las cosas o sobre los motivos no determinantes del acto, por lo
que no acarrea la nulidad. El artículo 268 del Código Civil y Comercial prevé
“Error de cálculo. El error de cálculo no da lugar a la nulidad del acto, sino
solamente a su rectificación, excepto que sea determinante del consentimiento”.
Requisitos
El régimen legal aplicable al dolo como vicio que afecta la intención en los actos
voluntarios está contenido en los arts. 271 a 275 del Código Civil y Comercial. El
art. 271 expresa:
Para que el dolo provoque la invalidez del negocio jurídico, será imprescindible
que concurran las siguientes circunstancias: a) Que el dolo haya sido esencial, es
decir grave, determinante de la voluntad. b) Que haya ocasionado un daño
importante. c) Que no haya habido dolo recíproco, es decir de ambas partes.
El artículo 272 del Código prevé “Dolo esencial. El dolo es esencial y causa la
nulidad del acto si es grave, es determinante de la voluntad, causa un daño
importante y no ha habido dolo por ambas partes”30.
Que sea grave: la gravedad del dolo alude a la entidad del engaño, astucia o
ardid. La conducta o maniobra empleada debe ser apta para inducir a engaño a
una persona que pone la diligencia necesaria en los asuntos, calidad que ha de
ser evaluada en función de las circunstancias y condiciones personales del sujeto
engañado. Debe ser determinante de la voluntad: ello es así cuando, de no haber
mediado el engaño, el sujeto no hubiere celebrado el negocio jurídico. Ésta es la
principal diferencia con el dolo incidental que seguidamente veremos. Debe
probar un daño importante: el artículo no sólo requiere que la víctima haya sufrido
un daño, sino que éste haya sido de relevancia, con cierta significación para la
persona que lo sufre, pero no sólo de significación económica, pues puede
tratarse de un daño moral. (Tagle, 2002).
Ausencia de dolo de ambas partes: quien obra con dolo no puede pretender que
se anule el acto alegando el cometido en su perjuicio por la otra parte. Ello así,
pues se trata de una exigencia negativa, cuyo fundamento radica en la regla de
que nadie puede alegar la propia torpeza. Además, se trata de un deber moral
que deben presidir las relaciones entre las personas, por ello “quien juega sucio no
tiene derecho a exigir juego limpio” (Rivera y Medina, 2014, p. 626).
Por su parte, el dolo incidental es aquel en el que le faltan uno o más requisitos
que exige el art. 272 para que el dolo sea apto para actuar como vicio. El dolo
incidental no afecta la celebración del acto, sino sus condiciones. Es decir, la parte
que lo sufre lo habría celebrado aun de no haber mediado el engaño, aunque en
condiciones distintas; por ende, no es causa de invalidez del acto, aunque quien lo
comete debe resarcir los daños causados de conformidad al art. 275 del Código
Civil y Comercial.
Finalmente, debemos señalar que el dolo esencial y el dolo incidental pueden ser
directos, si es cometido por una de las partes del acto jurídico, su dependiente o
representante; o indirecto, si proviene de la conducta de un tercero ajeno a la
relación de que se trata para beneficiar a alguna de las partes. Una y otra clase de
dolo afecta la validez del acto.-
La violencia. Noción
Por otro lado, tenemos la violencia moral o intimidación, que consiste en inspirar
temor por medio de amenazas para infundir miedo, alterando el ánimo y la libertad
de obrar para que el amenazado ceda en perjuicio de sus propios intereses.
Estas amenazas deben ser graves, es decir, deben tener aptitud para crear el
temor racionalmente fundado, lo que se valorará de acuerdo a la situación del
amenazado y las demás circunstancias del caso (art. 276 del CCCN). La gravedad
se valorará teniendo en cuenta los bienes jurídicos –que pueden ser de naturaleza
patrimonial o no; la vida, la salud, la honra, la reputación, la intimidad, etc.– del
propio amenazado, así como de cualquier otro sujeto en tanto y en cuanto se
demuestren aptos para alterar la conducta del afectado. Asimismo, el mal
amenazado ha de ser inminente, no necesariamente presente o actual, pero sí de
realización en un lapso más o menos próximo, de modo que no pueda evitarse a
tiempo ni reclamarse el auxilio de la autoridad pública para impedir la amenaza o
defenderse de ella.
Tanto la fuerza irresistible como las amenazas pueden provenir de una de las
partes del acto o de un tercero (art. 277 del CCCN) y el autor debe reparar los
daños (art. 278 del CCCN).
Acto jurídico
Definición. Caracteres
El artículo 259 del Código Civil y Comercial define al acto jurídico en los siguientes
términos: “El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”.
2) Acto lícito: el acto jurídico debe ser conforme a los preceptos del derecho, pues
no podría concebirse que el ordenamiento tutelara actos contrarios al
ordenamiento mismo. De modo que, cuando aparece en sus elementos lo
contrario a la ley, al orden público o a las buenas costumbres, la ilicitud se
comunica a todo el acto que, en consecuencia, es inválido.
Elementos esenciales
En relación al sujeto:
Ahora bien, la validez del acto jurídico en relación a los sujetos depende de dos
requisitos: a) la capacidad; b) la voluntariedad.
OBJETO
En cuanto al objeto del acto jurídico, el art. 279 del Código Civil y Comercial
dispone que:
El objeto del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido por la ley,
contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de los
derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que por un
motivo especial se haya prohibido que lo sea. 5
De tal modo, los requisitos del objeto de los actos jurídicos son:
a) Posibilidad: el objeto del acto jurídico no debe ser imposible, requisito que se
predica no sólo de los hechos sino también de los bienes. La imposibilidad para
causar la nulidad del acto debe ser: originaria, es decir, debe estar presente desde
que el acto se celebró, sin perjuicio del supuesto de convalidación previsto para
los actos jurídicos sujetos a plazo o condición suspensiva (art. 280); absoluta, el
objeto debe ser imposible para todos y no sólo para el sujeto obligado. Si la
imposibilidad es parcial, el acto no es necesariamente nulo; quien pretendió
adquirir un derecho sobre un objeto parcialmente imposible puede dejar sin efecto
el contrato o demandar la parte que existiese (art. 1130) (Rivera y Medina, 2014).
c) Licitud: cuando la conducta que constituye el objeto del negocio está prohibida,
el acto tiene un objeto ilícito.
Por otro lado, los hechos lesivos de la dignidad humana, quedan comprendidos
entre otros supuestos, los actos cuyo objeto lesione la intimidad personal o
familiar, la honra, la reputación, es decir, cualquier derecho personalísimo.
Finalmente, el precepto mencionado prevé “un bien que por un motivo especial se
haya prohibido que sea”, hace referencia por ejemplo a las cosas muebles que no
pueden hipotecarse o los inmuebles que no pueden prendarse. Este recaudo,
supone falta de idoneidad del objeto, es decir, imposibilidad jurídica. Asimismo,
están comprendidos en este supuesto, aquellos bienes cuya comercialización está
prohibida, armas, algunos medicamentos, estupefacientes, etc. (Rivera y Medina,
2014, p. 644).
Por último, debe señalarse que, si el objeto del acto jurídico no cumpliere los
recaudos señalados, podrá ser declarado nulo. La nulidad absoluta o relativa,
como ya veremos, dependerá de qué tipo de interés se vea afectado, pues, si se
afecta el interés general, será absoluta, y relativa si es particular.
Como se advierte, para el Código no sólo se entiende por causa el fin inmediato
que ha sido determinante de la voluntad, esto es, sin el cual el acto no se hubiera
realizado, sino que también se reconoce la misma jerarquía a los motivos –móviles
indirectos o remotos– en tanto hubieran sido incorporados al acto por las partes y
hubieran sido esenciales para su celebración.
Así, el Código toma en cuenta la causa en tanto fin inmediato autorizado por el
ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad, como así también
los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto
en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes (Benavente,
2014).
Por otro lado, el mencionado artículo establece que el acto es válido aunque la
causa sea falsa si se funda en otra verdadera. De tal forma, la falsedad de la
causa no provoca por sí misma la invalidez del negocio sino que invierte la carga
de la prueba. Acreditado que la causa es falsa, quien pretende mantener el acto
deberá probar que el negocio tiene causa y que ella es lícita.
En relación al acto abstracto previsto en el art. 283 del CCCN, debemos señalar
que es aquél en el cual la causa no está presente o visible y, en principio, no
influye en su validez o eficacia, pero no significa que no la haya.
No se trata de que el acto abstracto no tenga causa fin, sino de que lo relativo a
ella no obsta al éxito de un reclamo del acreedor fundado en un título suficiente, lo
que será debatido con posterioridad e independientemente de aquel reclamo.
Se cita como ejemplo el caso del firmante de un título circulatorio comercial, como
un cheque, pagaré o una acción de sociedad anónima, especialmente cuando son
al portador, cuya negociación se efectúa en instrumentos en los que no consta la
causa y su circulación va a tener eficacia con prescindencia de la causa (Marino,
2015).
Como veremos más adelante, hay supuestos en que la ley establece el modo en
que debe manifestarse la voluntad para la trascendencia jurídica del acto, mientras
que en otras circunstancias se admite que los particulares elijan libremente el
modo en que han de expresar su voluntad.
Elementos accidentales
Concepto
El artículo en comentario define la condición como la cláusula por la que las partes
subordinan su plena eficacia o resolución a un hecho futuro e incierto. De este
concepto surgen los caracteres de la condición: a) debe ser un hecho futuro, b)
incierto.
Clases de condición
Por su parte, el art. 344 del CCCN prevé las condiciones prohibidas, disponiendo
la nulidad del acto jurídico cuando se haya establecido el acto sujeto a un hecho
imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres, prohibido por el
ordenamiento jurídico o que dependa exclusivamente de la voluntad del obligado.
Finalmente, la norma prevé que se tendrán por no escritas las condiciones que
afecten de modo grave las libertades de la persona, como la de elegir domicilio o
religión, o decidir sobre su estado civil; debiendo entender que el dispositivo es
meramente enunciativo y por lo tanto comprensivo de otros casuismos que
impliquen afectar las libertades individuales.
Efectos
De acuerdo al art. 346 del CCCN, la regla general es que, cumplida la condición,
sea ésta suspensiva o resolutoria, produce efectos hacia el futuro, lo que implica
que el acto jurídico bajo la modalidad suspensiva cobrará eficacia el día del
suceso previsto como condición; en el caso del negocio jurídico bajo condición
resolutoria, producido el acontecimiento, se extinguirán los efectos a partir de ese
momento.
La excepción es que las partes libremente modifiquen dicho efecto hacia el futuro,
dándole a la condición –suspensiva o resolutoria– efectos retroactivos.
El plazo es “la fijación en el tiempo del momento a partir del cual el acto jurídico
comenzará a producir efectos, o dejará de producirlos” (Bustamante Alsina, 2005,
p. 228).
El plazo es la modalidad de los actos jurídicos por la cual las partes subordinan, a
un acontecimiento que es futuro pero que fatalmente se ha de producir, la
exigibilidad o la aniquilación de los derechos. El hecho previsto como plazo debe
reunir los siguientes caracteres: a) ha de ser un hecho futuro, b) ha de ser un
hecho fatal.
Especies
b) El plazo cierto es aquél en el cual el día, mes y año del vencimiento están
predefinidos de antemano; es incierto cuando el día del vencimiento se ignora y no
se sabe cuándo ocurrirá (por ejemplo: te pagaré cuando Pedro muera; en algún
momento Pedro morirá y por lo tanto el hecho va a ocurrir, pero no se sabe
cuándo).
Efectos
El plazo, al igual que la condición, opera sus efectos hacia el futuro a partir de su
vencimiento, por lo que deja subsistentes las consecuencias ya producidas.
Caducidad de plazo
El artículo 353 del CCCN establece los distintos supuestos en que, aun estando
pendiente de cumplimiento el plazo, la ley determina su decaimiento, es decir que
el deudor no puede invocar la pendencia del plazo. Los distintos casos son:
Concepto y caracteres
En relación a los caracteres del cargo, es dable señalar: a) es una obligación que
grava a una de las partes interesadas; b) es una obligación accesoria a la
adquisición de un derecho, es decir que está anexado al derecho al cual accede,
de manera tal que no es posible adquirir el derecho sin asumir el cargo que
importa y, por ende, actúa como un límite al beneficio del adquirente del derecho y
c) es excepcional, es decir que no deriva ordinariamente del acto jurídico
realizado, sino que es la voluntad del enajenante quien dispone la vinculación
entre el derecho principal y el cargo (Llambías, 2004).
Efectos
La excepción a dicha regla está dada por aquellos casos en que el cargo se
hubiere estipulado como condición suspensiva o resolutoria.
En el primer caso, el incumplimiento del cargo impedirá que se puedan cumplir los
efectos normales del acto jurídico hasta tanto no se cumpla con el cargo; y en el
segundo, si el adquirente del derecho principal no cumple con la obligación que le
fue impuesta como accesoria, se le cancelará el derecho adquirido.
La regla es que el cargo sea transmisible a los sucesores del obligado, ya sea por
actos entre vivos o por causa de muerte; consecuentemente, el sucesor resulta
obligado a cumplir el cargo aún no ejecutado.
Sin embargo, no es transmisible si sólo puede ser ejecutado el cargo por quien se
obligó inicialmente a cumplirlo. Es decir que el cargo es intransmisible cuando es
inherente al obligado, ya que se han tenido en cuenta sus calidades personales.
En efecto, en el caso de que el deudor fallezca y no hubiere cumplido el cargo, la
adquisición del derecho queda revocada, volviendo los bienes al titular originario o
a sus herederos. Ello significa que los cargos intransmisibles son siempre
resolutorios, habiéndose efectuado la enajenación del derecho principal bajo la
condición resolutoria de no cumplirse el cargo (Llambías, 2004).
Forma y prueba de los actos jurídicos
Definición y distinción
Tal como hemos señalado anteriormente, la forma como elemento esencial del
acto jurídico alude al modo de exteriorización de la voluntad. Es la manera como
se exterioriza la voluntad del sujeto respecto del objeto, en orden a la consecución
del fin jurídico propuesto.
En materia de prueba en los contratos, el art. 1019 del CCCN, por ejemplo,
establece que los contratos pueden ser probados por todos los medios aptos para
llegar a una razonable convicción según las reglas de la sana crítica racional.
Desde el punto de vista de la forma, los actos jurídicos se dividen entre actos
jurídicos formales o de forma impuesta –legal o convencional–, aquellos que en
virtud de la ley o de la voluntad de las partes deben ser otorgados para
determinadas solemnidades, y los actos jurídicos no formales o de forma libre, que
pueden realizarse bajo cualquiera de las formalidades idóneas para exteriorizar la
voluntad.
A su vez, los actos jurídicos de forma impuesta se dividen en: actos formales de
solemnidad absoluta, actos formales de solemnidad relativa y actos formales no
solemnes.
Los actos formales de solemnidad absoluta son aquellos cuya eficacia depende
del estricto cumplimiento de las formalidades legalmente impuestas, de modo que
la inobservancia de la forma prescripta acarrea la nulidad del acto, privándolo de
todo efecto jurídico. Por ejemplo, el matrimonio (art. 406 CCCN), la donación de
inmuebles (art. 1522 CCCN), el testamento (art. 2462 CCCN).
Por otro lado, los actos formales de solemnidad relativa son aquellos en los que la
eficacia del acto depende del cumplimiento de una formalidad determinada cuya
inobservancia, si bien priva al acto de sus efectos propios, no impide que produzca
otros efectos jurídicos previstos en la ley, como sucede por ejemplo con la
transmisión de la propiedad de cosas inmuebles. La regla es que los contratos que
tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos reales sobre
inmuebles deben ser otorgados por escritura pública (art. 1017 CCCN). Ahora
bien, si la compraventa se realiza mediante boleto privado de compraventa (art.
1170), no es que el contrato será nulo, sino que se generará en la persona del
vendedor una obligación de hacer: la de otorgar la escritura pública (art. 1018). Lo
mismo acontece con las convenciones matrimoniales (art. 448), la constitución de
renta vitalicia (art. 1601), entre otros.
Los actos formales no solemnes: son los que pueden ser otorgados bajo cualquier
formalidad, aunque la prueba de su celebración depende del cumplimiento de la
formalidad exigida por la ley. Por ejemplo, la forma escrita se requiere para
acreditar el pacto de retroventa (art. 1163 CCCN), el pacto de preferencia (art.
1165 CCCN), el contrato por tiempo indeterminado (art. 1183 CCCN), entre otros.
Los actos no formales son aquellos en los que las partes pueden elegir libremente
el modo en el que han de expresar su voluntad, rigiendo el principio de libertad de
formas, pues se trata de actos con forma libre y es lo que prevé el art. 284 del
CCCN.-
Forma impuesta. El acto que no se otorga en la forma exigida por la ley no queda
concluido como tal mientras no se haya otorgado el instrumento previsto, peo vale
como acto en el que las partes se ha obligado a cumplir con la expresada
formalidad, excepto que ella se exija bajo sanción de nulidad.
Ahora, para el supuesto en que la forma sea exigida como condición del
nacimiento del acto, la misma no podrá ni ser suplida ni ser sometida a una
obligación posterior, y ese acto carecerá de efectos por una causa imputable al
momento de su nacimiento, que es lo que se conoce como acto formal de
solemnidad absoluta. Expresión escrita: modalidades
De tal modo, la expresión escrita puede tener lugar por instrumentos públicos o
por instrumentos particulares firmados o no firmados. La excepción está dada
cuando determinada instrumentación sea impuesta, ya sea legalmente o por
voluntad de las partes.
Forma impuesta. El acto que no se otorga en la forma exigida por la ley no queda
concluido como tal mientras no se haya otorgado el instrumento previsto, peo vale
como acto en el que las partes se ha obligado a cumplir con la expresada
formalidad, excepto que ella se exija bajo sanción de nulidad.
Ahora, para el supuesto en que la forma sea exigida como condición del
nacimiento del acto, la misma no podrá ni ser suplida ni ser sometida a una
obligación posterior, y ese acto carecerá de efectos por una causa imputable al
momento de su nacimiento, que es lo que se conoce como acto formal de
solemnidad absoluta. Expresión escrita: modalidades
Definición y fundamento
La buena fe es un principio general del derecho (art. 9 del CCCN) que veda el
ejercicio abusivo de los derechos y sustenta nuestro ordenamiento jurídico
positivo. Como derivación de este principio, se impone a los sujetos el deber de
actuar de manera leal, recta, honesta, con una actitud de cooperación y
generación de confianza en las propias declaraciones.
De este modo, los vicios de los actos jurídicos son defectos, imperfecciones o
anomalías susceptibles de provocar la ineficacia del negocio, por atentar contra la
licitud, la buena fe o perjudicar los intereses de terceros.
A diferencia de los vicios de los actos voluntarios, que son los que afectan la
voluntad de alguno de los otorgantes del acto y pueden presentarse tanto en los
simples actos voluntarios lícitos como en el acto jurídico, los vicios de los actos
jurídicos sólo pueden presentarse, como su nombre indica, en los actos jurídicos.
No atacan la voluntad de los sujetos, sino que conciernen a la causa de
celebración del negocio, pues éste, pese a realizarse en forma adecuada y
regular, se utiliza para obtener una finalidad ilícita, por resultar contraria al orden
jurídico, al orden público o a las buenas costumbres, o bien por carecer de causa
suficiente para justificar la tutela del derecho. (Tagle, 2002).
La lesión
Presupuestos de procedencia
El elemento objetivo
Además, se exige que esa ventaja excesiva se obtenga sin justificación, lo que
implica efectuar una indagación acerca de la causa fin del negocio, pues, si quien
celebró el negocio pretendió efectuar una liberalidad, dicho acto jurídico escapará
a la teoría de la lesión.
El elemento subjetivo
Por otro lado, en lo atinente al elemento subjetivo, deben coexistir dos
presupuestos que incluso aparecen en sujetos distintos: la necesidad, debilidad
síquica o inexperiencia en el lesionado, y el aprovechamiento de esa situación de
inferioridad por parte del lesionante o sujeto activo.
Prueba. Presunción
El artículo 332 del Código establece una presunción iuris tantum de la explotación
en caso de “notable desproporción”. Es decir que, probada la notable
desproporción de las prestaciones, se genera una presunción iuris tantum sobre la
existencia del vicio, es decir que quedan acreditados o presumidos los dos
elementos subjetivos que figuran en el articulado, el aprovechamiento y la
situación de inferioridad de la víctima. La carga de la prueba para sostener la
ausencia de esos requisitos incumbe al que sostenga lo contrario.
El vicio de lesión subjetiva origina en cabeza del lesionado o sus herederos dos
acciones. Ninguna otra persona puede ejercer esta acción; ello resulta así del art.
332 del Código Civil y Comercial. Es decir que los sucesores singulares no pueden
accionar por acto entre vivos, porque la acción es de carácter personalísima. La
intransmisibilidad se funda en que la parte lesionada es la única que puede saber
si se dan las circunstancias subjetivas necesarias para la configuración del vicio
de lesión.
Así, los legitimados activos tendrán la posibilidad de entablar, tanto por vía de
acción como de excepción, la nulidad (“nulidad relativa” en los términos de los
arts. 386 y 388 del Código Civil y Comercial, que más adelante veremos) como la
modificación del acto lesivo, es decir, un reajuste equitativo del convenio. Si el
lesionado opta por esta segunda opción, el litigio queda “trabado” en ese aspecto
y el demandado no puede reconvenir por nulidad.
Prescripción
La simulación
Definición. Elementos
El vicio de simulación, se encuentra definido en el art. 333 del Código Civil y
Comercial, que dispone:
Así, se define la simulación como el acto que, por acuerdo de partes, se celebra
exteriorizando una declaración recepticia no verdadera para engañar a terceros,
sea que ésta carezca de todo contenido, o bien, que esconda uno verdadero
diferente al declarado. (López Mesa, 2008).
Es decir, hay simulación cuando los contratantes crean, con su declaración, sólo la
apariencia exterior de un contrato del que no quieren los efectos, o cuando crean
la apariencia exterior de un contrato diverso del querido por ellos.
Clases de simulación
La simulación absoluta tiene lugar cuando se celebra un acto jurídico que nada
tiene de real; el acto es completamente ficticio, irreal. Es decir, las partes no
quieren en realidad celebrar ningún negocio jurídico, sino que quieren modificar la
apariencia de una disminución del activo o un amento ficticio del pasivo de una de
las partes, en perjuicio de los acreedores; aunque a veces puede ser una
simulación lícita.
Por otro lado, la simulación se clasifica en lícita e ilícita, que tendrá que ver con la
causa determinante que dio origen al acto.
Tal como hemos explicado, la simulación importa necesariamente un acuerdo
entre quienes celebran el negocio jurídico, consistente en el concierto para
producir una declaración de voluntad diferente de la voluntad real, y ello obedece
a una razón determinante que se conoce como causa simulandi.
La simulación ilícita se verifica cuando el negocio jurídico tiene como fin perjudicar
a terceros o quebrantar el ordenamiento jurídico, hipótesis, ésta última, en que se
habla de “fraude a la ley”. Este tipo de simulación causa la nulidad –relativa– del
acto ostensible.
Por último, la simulación puede ser total o parcial. Es total cuando abarca
íntegramente al negocio, viciándolo en su esencia; y es parcial cuando sólo recae
sobre una parte del acto, sin que sea necesario que destruya los aspectos reales
del acto.
El artículo 335 del Código Civil y Comercial regula esta cuestión. Así prevé:
Acción entre las partes. Contradocumento. Los que otorgan un acto simulado
ilícito o que perjudica a terceros no pueden ejercer acción alguna el uno contra el
otro sobre la simulación, excepto que las partes no puedan obtener beneficio
alguno de las resultas del ejercicio de la acción de simulación. La simulación
alegada por las partes debe probarse mediante el respectivo contradocumento.
Puede prescindirse de él, cuando la parte justifica las razones por las cuales no
existe o no puede ser presentado y median circunstancias que hacen inequívoca
la simulación. 28
El principio general es que los simuladores del negocio jurídico carecen de toda
acción entre ellos.
Ello es así, toda vez que las partes se pusieron de acuerdo en eludir una
prohibición legal o perjudicar a terceros, por lo que pierden, en principio, el
derecho de impugnar el acto por el vicio de simulación.
El contradocumento
El artículo 336 del código único establece “Acción de terceros. Los terceros cuyos
derechos o intereses legítimos son afectados por el acto simulado pueden
demandar su nulidad. Pueden acreditar la simulación por cualquier medio de
prueba.”
En primer lugar, debe señalarse que la acción de simulación no procede contra los
acreedores adquirentes de buena fe que hubiesen ejecutado los bienes
simuladamente enajenados.
Efectos
Todo tercero que se ha visto perjudicado por la simulación tiene derecho a ser
resarcido del daño sufrido.
Prescripción
Los arts. 2562 y 2563 incisos “b” y “c” del Código Civil y Comercial disponen que el
plazo de prescripción es de dos años; en la simulación entre partes se computa
desde que, requerida una de ellas, se negó a dejar sin efecto el acto simulado; en
la simulación ejercida por tercero, desde que conoció o pudo conocer el vicio del
acto jurídico.
El fraude
Noción
El concepto de fraude a los acreedores hace referencia a los actos otorgados por
el deudor, que tienen como nota común una afectación de su patrimonio de tal
magnitud que provoca o agrava su insolvencia, impidiendo así la satisfacción de
los créditos concedidos con anterioridad a aquéllos y con evidente perjuicio para
los mismos. Es decir que el fraude a los acreedores es la provocación o
agravación de la insolvencia del deudor mediante actos u omisiones del deudor en
perjuicio de sus acreedores, sustrayendo bienes de su patrimonio.
Seguidamente veremos cuándo procede esta acción, es decir contra qué tipo de
actos, cuáles son los requisitos de procedencia y quiénes pueden solicitar la
declaración de inoponibilidad
Titulares de la acción
Actos revocables
En principio, todos los actos que signifiquen un perjuicio para los acreedores son
revocables, sea que produzcan un empobrecimiento del deudor o impidan su
enriquecimiento.
En definitiva, todos los actos que causan perjuicio a los acreedores al determinar o
incrementar su insolvencia, ya sea porque importan la salida de un bien de su
patrimonio o impiden el ingreso al mismo de algún derecho, son revocables.
Sin embargo, esta regla tiene sus excepciones. Hay consenso en la doctrina en
que no pueden atacarse, por los acreedores, los actos que implican una renuncia
a derechos personalísimos, tales como pedir la revocación de una donación por
una causa de ingratitud del donatario, una causa de indignidad para suceder, la
renuncia a ejercer acción de resarcimiento por daño moral, etc.
Requisitos de procedencia
El artículo 339 del código unificado establece las condiciones generales para la
procedencia de la acción de inoponibilidad. Dispone:
Requisitos.
La razón de ser de este primer recaudo es que los acreedores de fecha posterior
al acto del deudor no podrían invocar fraude en su perjuicio, pues, cuando llegaron
a constituirse en acreedores, sea por contrato, sea por disposición de la ley, los
bienes habían salido del patrimonio del deudor y, por ende, no conformaban parte
de su garantía patrimonial.
El segundo requisito supone que entre el acto que se ataca y la insolvencia del
deudor haya una relación de causalidad. Este recaudo se explica porque lo que
Distinto será el supuesto del tercero que contrató a título gratuito, en cuyo caso no
interesa la buena o mala fe del adquirente, pues se prefiere el interés de los
acreedores por sobre el del adquirente y, por ende, sólo habrá que acreditar que el
acto fue a título gratuito.
Por otra parte, la acción contra el subadquirente procede en los casos en que en
el tercero haya adquirido a título gratuito o bien haya obrado de mala fe, es decir,
con conocimiento de la insolvencia del deudor, al tiempo de celebrar el acto.
Por último, señalamos que, al igual que sucede con la simulación, tanto el tercero
contratante como el subadquirente de mala fe responden solidariamente por los
daños ocasionados al acreedor que interpuso la acción en los siguientes
supuestos:
a) cuando la cosa fue enajenada a un adquirente de buena fe y a título oneroso
contra quien –como ya se señaló– no procede la acción y, por ende, el acreedor
no puede ejecutar el bien y satisfacer su acreencia;
Como consecuencia de ello, si, después de ejecutados los bienes materia del acto
fraudulento y satisfecho el crédito del acreedor que ejerció la acción, quedara un
remanente, como el acto jurídico es válido entre quienes lo celebraron, aquél
pertenece al tercer adquirente.
Extinción
Prescripción
Por último, cabe referir al término de la prescripción, la que, según los arts. 2562
inc. “f” y 2563 inc. “f” del Código, es de dos años, contados desde que se conoció
o pudo conocer el vicio del acto.
De esta manera, se advierte que cuando nos referimos a la ineficacia de los actos
jurídicos hacemos referencia a un concepto con significado amplio, que
comprende a todos aquellos supuestos en los cuales el negocio jurídico carece de
fuerza o eficacia para producir los efectos normales, propios, que las partes
tuvieron en cuenta al tiempo de su celebración, ya sea por un vicio existente al
momento de la celebración del acto, referido a la estructura del acto jurídico
(ineficacia estructural) o por circunstancias extrínsecas aparecidas con
posterioridad a su celebración (ineficacia funcional). Así las cosas, la ineficacia
como noción genérica, comprende por un lado la invalidez de los actos jurídicos,
es decir la nulidad o ineficacia estructural y también la de inoponibilidad o
ineficacia funcional, que es la que priva al acto de efectos sólo respecto de
determinadas personas.
Acto indirecto. Un acto jurídico celebrado para obtener un resultado que es propio
de los efectos de otro acto, es válido si no se otorga para eludir una prohibición de
la ley o para perjudicar a un tercero. 33
Es dable resaltar que la finalidad del negocio indirecto siempre debe ser lícita,
pues, si el negocio está dirigido a eludir normas imperativas (es decir, cuando se
lo emplea para lograr, a través de una vía oblicua, fines que no se pueden obtener
directamente), el acto constituirá un fraude a la ley.
Nulidad
Definición y fundamento
Desde esta perspectiva, un acto jurídico está afectado de nulidad cuando la ley, en
virtud de causas existentes desde el origen mismo del acto, le priva de los efectos
que regularmente debía producir.
En otras palabras, la nulidad es una sanción legal que priva de sus efectos
normales a un acto jurídico en virtud de una causa originaria, es decir, existente en
el momento de su celebración, y es también una ineficacia absoluta en tanto, a
diferencia de la inoponibilidad, el acto jurídico inválido es completamente ineficaz
no sólo respecto de terceros sino también entre las mismas partes que lo
celebraron.
Actos de nulidad absoluta y actos de nulidad relativa (arts. 387 y 388 del CCCN);
En esta línea, en los supuestos de nulidades absolutas, el vicio que afecta al acto
jurídico que se reputa inválido lesiona un interés general, es decir que se
encuentra de por medio el orden público (a diferencia de los casos de nulidades
relativas, en los cuales se afecta un interés particular, individual de los sujetos que
forman parte del negocio jurídico).
Así, la nulidad absoluta ha sido establecida por el legislador en defensa del orden
público, para proteger el orden social y las buenas costumbres y, al contrario, la
nulidad es relativa cuando sólo se está afectando el interés particular de algunos
de los contratantes.
Por otro lado, cabe señalar que el acto afectado por una nulidad absoluta no es
confirmable, en tanto, por estar de por medio un interés de carácter general, es la
misma sociedad la interesada en su invalidez, por lo que el acto podrá llevarse a
cabo nuevamente sin el vicio que afecta al anterior y sin que sea posible su
confirmación. En cambio, si se trata de una nulidad relativa, al estar en juego un
interés de carácter particular, el vicio del que adolece el acto jurídico sí puede ser
confirmado; ello es consagrado en el art. 388 del CCCN.
En esta línea, cabe tener en cuenta el art. 389 del Código, que dispone:
En efecto, la condición para que un acto jurídico pueda ser sólo parcialmente nulo,
es que sus diversas disposiciones, o mejor dicho, los diversos actos de disposición
que él encierra, sean separables.
En los casos en que pueda declararse sólo la nulidad de alguna disposición y por
lo tanto subsista la eficacia del acto jurídico, el magistrado debe integrar el acto de
acuerdo a la naturaleza y los intereses que puedan considerarse perseguidos por
las partes.
Cabe estudiar ahora los efectos que la acción de nulidad produce tanto respecto
de las partes que intervienen en el negocio jurídico, como de los terceros.
En primer lugar, el efecto propio que se deriva del análisis que hemos efectuado
se centra en la idea de que un acto jurídico, al ser declarado nulo, no podrá
producir los efectos normales que se tuvieron en cuenta al momento de celebrarlo.
Es decir, tiene como consecuencia privarlo de sus efectos como si nunca hubiere
existido.
Ahora bien, con respecto a los efectos que la nulidad del negocio jurídico genera
en relación a las partes contratantes, es preciso diferenciar si nos hallamos en
supuestos en los cuales el acto defectuoso tuvo principio de ejecución o no.
Así, si el acto no fue ejecutado, una vez dictada la sentencia que declare su
nulidad, las partes no podrán exigir o demandar su cumplimiento. En cambio, si el
acto jurídico tuvo principio de ejecución o se ejecutó en su totalidad, al declararse
su invalidez corresponde la aplicación del art. 390 del Código; las partes deben
restituirse mutuamente lo obtenido en virtud del acto anulado, a fin de volver las
cosas al estado anterior al del acto inválido.
Por otro lado, debemos señalar que una o ambas partes del acto nulo por
sentencia pueden haber sufrido daños como resultado de la invalidez del acto
jurídico; daños materiales y aun morales que es preciso reparar para lograr que la
situación jurídica de las partes retorne al estado anterior a la celebración del acto.
En esta línea, el art. 391 del Código expresa: “Hechos simples. Los actos jurídicos
nulos, aunque no produzcan los efectos de los actos válidos, dan lugar en su caso
a las consecuencias de los hechos en general y a las reparaciones que
correspondan.” 35
Desde esta perspectiva, analizando los efectos con miras al futuro, por más que el
acto sea declarado nulo y, con ello, se impida la producción de los efectos propios
que se tuvieron en cuenta al momento de celebrarlo, en función de la norma
transcripta se considera el negocio jurídico anulado como un acto ilícito o hecho
jurídico en general. Es por ello que corresponde indemnizar los daños y perjuicios
que hayan ocasionado, en tanto se genera la obligación de reparar el daño
causado.
Cabe precisar que, para que funcione tal protección de los subadquirentes de
buena fe y a título oneroso, es necesario que se cumplan ciertos recaudos: a)
debe ser invocada por un subadquirente, b) ha de referirse a derechos reales o
personales sobre inmuebles o muebles registrables, c) título oneroso y d) buena
fe.
Ahora bien, el artículo 393 del Código Civil y Comercial recepta la confirmación y
dispone:
En relación a los requisitos para que proceda la confirmación, decimos que debe
tratarse de actos inválidos por vicios que causan nulidad relativa, pues en ella sólo
se encuentran afectados intereses particulares; no así en los actos con vicios de
nulidad absoluta, que son inconfirmables pues está de por medio el interés
general.
a) Basta la voluntad de la persona facultada para confirmar, sin que sea necesaria
la conformidad de la otra, por lo que, una vez manifestada la voluntad de
confirmar, es irrevocable y no puede argumentarse la falta de aceptación de la otra
parte.
d) El sujeto debe estar legitimado para confirmar: están facultados para confirmar
los actos jurídicos los mismos sujetos que se encuentran legitimados para solicitar
la nulidad relativa (art. 388 del CCCN) (Rivera y Medina, 2014).
c) que el acto nulo reúna los requisitos de forma y sustancia de otro acto (requisito
objetivo);
d) que las partes hubieran querido al otro acto de haber previsto la nulidad
(requisito subjetivo).
Forma
Por otro lado, la confirmación también puede ser tácita. De acuerdo al art. 394 del
Código Civil y Comercial: “La confirmación tácita resulta del cumplimiento total o
parcial del acto nulo realizado con conocimiento de la causa de nulidad o de otro
acto del que se deriva la voluntad inequívoca de sanear el vicio del acto.”38
Así las cosas, la confirmación tácita es la que resulta de otros actos y hechos de
los cuales se derive la voluntad inequívoca de sanear el vicio del acto. Por
ejemplo, el pago voluntario total o parcial, o la ejecución voluntaria de un convenio
prestando el consentimiento.
Para que opere este tipo de confirmación, se requiere: a) que la causa o causas
de la nulidad hayan cesado; b) que no concurra en el acto de confirmación tácita
ninguna otra causal que pueda producir su nulidad; c) que la parte confirmante
tenga pleno conocimiento del vicio del que adolecía el acto; d) que tenga,
inequívocamente, intención de repararlo.
Efectos
Efecto retroactivo. La confirmación del acto entre vivos originalmente nulo tiene
efecto retroactivo a la fecha en que se celebró. La confirmación de disposiciones
de última voluntad opera desde la muerte del causante. La retroactividad de la
confirmación no perjudica los derechos de terceros de buena fe.39
Por otro lado, en las disposiciones de última voluntad, la confirmación opera desde
la muerte del causante, pues es la fecha a partir del cual tales disposiciones
adquieren eficacia.
La inoponibilidad
Definición. Efectos
Efectos
Así, el tercero interesado puede recurrir a la justicia para hacer cesar los efectos
propios del acto que lo perjudica, sea por vía de acción o de excepción. La acción
de inoponibilidad es prescriptible. Por ejemplo, en el caso de la declaración de
inoponibilidad en el fraude, la acción prescribe a los dos años desde que se
conoció o pudo conocer el vicio del acto, por lo que, intentada la acción después
de ese plazo, se podrá interponer la defensa de prescripción.