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1.

La regulación jurídica del


proceso.
1.1. Derecho Procesal. Definición. Contenido.
Concepto
El Derecho Procesal puede ser definido como el conjunto de principios y normas jurídicas
que regulan la actividad judicial del estado y de los particulares en la realización indirecta
del derecho.
Ante la violación del orden jurídico, cabe la posibilidad de composición de la controversia
con o sin la intervención de los órganos judiciales. Así, el orden jurídico puede
recomponerse directa y espontáneamente, sin necesidad de intervención de los órganos
judiciales. O caso contrario, puede requerirse la intervención de los órganos estatales a fin
de lograr su cumplimiento coactivo. (Realización oficial indirecta).
Destacamos que hay ciertas situaciones en donde la intervención de los órganos judiciales
se torna indispensable para recomponer el jurídico quebrantado. Es el caso cuando se
trata de materia no disponible por exclusiva voluntad de las partes, así por ejemplo, en los
delitos de acción pública, o en materia de divorcio, en donde es necesaria la intervención
del juez, es decir no existe el divorcio sin sentencia que así lo declare.
Su objeto de estudio se compone del análisis de principios que hacen a los sistemas
procesales: bilateralidad, inmediación, lealtad y buena fe procesal, como así también del
derecho positivo contenido en las leyes: Constitución Nacional y Provincial, Códigos de
fondo y forma.
El estudio de esta disciplina puede realizarse desde un punto de vista estático y dinámico.
El primero comprende el análisis de las reglas contenidas en las Constituciones (Nacional y
Provincial), leyes orgánicas del poder judicial y acordadas de los Tribunales Superiores. La
faz dinámica se ocupa de la actividad que desarrollan los sujetos procesales en el trámite
judicial y que varía según la materia y el sistema. 2
Por otra parte, puede conocerse esta ciencia por su aspecto subjetivo-objetivo. El primero
analiza la actuación de los sujetos según su posición en la Litis, precisando sus deberes,
facultades y cargas. El objetivo atiende a cuestiones formales (circunstancias de lugar,
tiempo y modo).
A los efectos de precisar claramente la conceptualización de esta disciplina, sólo basta con
delimitar el contenido del derecho procesal. En ello existe acuerdo doctrinario en asignarle
el siguiente:
1- Estudio de las reglas de organización y atribución de competencia del poder judicial
(estructura de los órganos judiciales, poderes y deberes de sus integrantes, garantías e
incompatibilidades de jueces y auxiliares, reglas de jurisdicción y competencia,
organización del Ministerio Público).
2- Análisis del régimen jurídico aplicable a los sujetos procesales. Facultades, deberes y
cargas del juez, las partes, sus representantes y apoderados, como así también de terceros
participantes y extraños al pleito.
3- Estudio de los requisitos y formalidades que deben reunir los actos procesales
(circunstancias del actuar, tiempo y modo de la actuación judicial, orden y etapas del
trámite procesal).
Caracteres
Los más distintivos son: es público, realizador, secundario y autónomo.
Público, en virtud de la regla de la oficialidad. Es ejercido por el Poder Judicial y persigue
fines públicos. Esto resulta inmutable aunque se esté resolviendo sobre derechos
disponibles de interés exclusivo de las partes.
Realizador, porque está dirigido a la efectiva realización del derecho de fondo. Por regla
general, el derecho procesal positivo se encuentra en los códigos procesales pero en
algunos casos está contenido en la ley sustancial. Ej. el trámite de separación personal o
de divorcio por presentación conjunta se regula en los art. 215 y 236 C.C.
Secundario, por cuanto el derecho sustancial o de fondo preexiste cronológicamente al
procesal, aunque es claro que ambos sirven recíprocamente y que uno no puede existir sin
el otro.
Autónomo porque vive con independencia del derecho sustantivo y se rige por sus
propias reglas fundamentales. Son normas medio porque sirven para la aplicación o
realización de las normas
3
objetivas materiales; también son normas instrumentales porque mediante ellas se realiza
el derecho objetivo en los casos concretos.

1.2. El derecho procesal civil, penal, laboral y


de familia. Objeto de conocimiento y
diferencia.
El Estado, en virtud de los artículos 75 inc. 12 y 121 C.N. (Constitución Nacional Argentina)
se arroga para sí la facultad de dictar las normas de procedimiento y de esta forma
conocer y resolver conflictos de naturaleza civil, penal y laboral, entre otros.
La doctrina moderna considera que la jurisdicción es única, y la función que cumple es
exclusiva, de interés general, cualquiera sea la rama a la que se refiere, toda vez que al
proceso se le asigna un fin de interés público en cualquiera de ellas (penal, civil, laboral,
etc.).
Bajo este punto de vista, se individualizan principios y reglas comunes a cualquier rama del
derecho y que son válidas a la hora de dictar y aplicar las leyes procesales. Así por ejemplo,
el principio de bilateralidad, inmediación, celeridad, economía, concentración, buena fe y
lealtad procesal.
Asimismo, en cada fuero incide la vigencia de ciertos principios esenciales. En el proceso
civil, por ejemplo, se impone el principio de colaboración o solidaridad para con el juez o
con el trámite, de claridad en la formulación de las pretensiones, veracidad y el de
información patrimonial.
Otro tanto ocurre en el proceso penal con principios como el de legalidad, de inocencia, de
juicio previo, libertad ambulatoria, etc.
El objeto de estudio del derecho procesal penal es el proceso originado a partir de la
hipótesis de violación o infracción al derecho penal. La actividad que se cumple está
encaminada a la declaración de certeza del delito y a la imposición de una pena o a la
declaración de certeza de peligrosidad social y a la aplicación de medidas de seguridad.
También persigue la declaración de certeza de responsabilidades civiles conexas al delito y
la inflicción de las consiguientes sanciones.
El trámite se inicia con la investigación penal preparatoria a cargo del fiscal o
excepcionalmente del juez quienes cuentan con amplias facultades en orden la
consecución de pruebas para fundar la acusación. Esta primera etapa es prevalentemente
inquisitiva. La segunda y trascendente etapa es de trámite oral y tiene lugar ante un
tribunal de juicio que actúa en forma 4
unipersonal o colegiada y es quien dictará sentencia definitiva. El carácter
prevalentemente inquisitivo de la primera etapa muta radicalmente en la etapa de juicio,
donde rigen los principios acusatorios del sistema penal que determinan la limitación de
las facultades del tribunal, quien carece de iniciativa probatoria (corre por exclusiva cuenta
de las partes), con excepción de la prueba de inspección judicial.
El derecho procesal civil sirve como instrumento para restablecer el orden jurídico
alterado y por su intermedio, se procura una resolución jurisdiccional que declare un
derecho que lo constituya o que imponga una condena de dar, hacer o de no hacer.
Generalmente se resuelven conflictos de carácter patrimonial entre personas de derecho
privado.
El derecho civil se realiza en base a sistemas prevalentemente dispositivos, escritos,
formales y de doble instancia. Es dispositivo porque el impulso del trámite, la fijación de la
plataforma fáctica y la aportación de pruebas está reservada a las partes, el órgano
jurisdiccional provee al trámite y su función principal es la de resolver respetando la regla
de la congruencia. El juez es también quien determina el derecho aplicable, pero como se
trata de derechos de naturaleza patrimonial, las partes tienen amplias facultades de
disposición sobre el contenido sustancial y procesal de la relación. El juez es un sujeto
pasivo y espectador.
Estas características hacen que los trámites sean largos y tediosos, que se prolonguen en
el tiempo y que excepcionalmente el juez tome contacto con el expediente o con las
partes antes de dictar sentencia. Por ello, en la actualidad se proponen modificaciones que
lleven a sistemas más ágiles y menos formales con instancias oralizadas y que aseguren el
contacto directo entre el juez, las partes y los órganos de prueba.
El proceso civil presenta grandes y evidentes diferencias con el penal. La orientación del
primero está dada por la búsqueda de la verdad formal, mientras que la verdad real o
histórica es el norte del proceso penal.
La diferencia sustancial radica en que el derecho penal realiza un derecho subjetivo del
estado para imponer penas y medidas de seguridad con fuerte compromiso del orden
público. En tanto que el proceso civil se usa con el fin de restablecer los derechos
subjetivos conculcados y procura generalmente un resarcimiento económico o una
declaración para el logro de efectos jurídicos o la satisfacción de derechos (procesos
puramente declarativos de condena, constitutivos o ejecutivos).
El proceso de familia, por su parte, presenta reglas específicas, atento a los sujetos
involucrados en los conflictos de esta naturaleza, tales como la de reserva, secreto o
confidencialidad de las actuaciones. También se impone la regla de la inmediación y el
principio de personalidad que permite la efectividad de la función conciliadora de los
jueces y funcionarios. 5
En la actualidad, atento las características diferenciadas de las cuestiones familiares, se
otorga competencia exclusiva a los tribunales de familia con una ley propia de
organización y funcionamiento y un fuero independiente. En general estos tribunales son
competentes para entender en cuestiones familiares no patrimoniales, tales como
separación personal, divorcio vincular, alimentos, régimen de visitas, etc.
El trámite establecido es el de proceso oral con instancia única, similar al proceso por
audiencias en los que se otorga protagonismo a los magistrados, quienes ofician como
activos operadores. Como característica particular se impone el impulso procesal de oficio,
se presentan instancias conciliatorias, se impone la búsqueda de la verdad jurídica objetiva
que se acentúa por el principio sustancial de la verdad biológica sustentada por el Código
Civil. El juez no sólo tiene facultades en cuanto al impulso del trámite y proposición de
pruebas, sino que sus decisiones no están limitadas por las reglas de la congruencia.
En lo atinente al derecho procesal laboral, se impone como regla propia, además de las
generales ínsitas en todo procedimiento oral, las del in dubio pro operario, inversión de la
carga de la prueba, y la fijación de las reglas de la competencia a partir del domicilio del
trabajador requirente. En la provincia de Córdoba se encuentra regulado en la Ley Nº 7987
que establece el impulso procesal de oficio con dos etapas. La primera ante el juez de
conciliación por medio de un procedimiento documental y actuado. La etapa de juicio, de
característica informal y organizada, procura la búsqueda de la verdad real, pudiendo
incluso el tribunal resolver más allá del monto reclamado. En el trámite el Juez actúa como
director del procedimiento y se le reconocen amplias facultades. Rige la regla de la
gratuidad ya que es el estado quien anticipa los gastos para el trabajador y se provee
asistencia técnica gratuita.
1.3. La Norma Procesal.
Definición
Las normas procesales integran, junto con las sustanciales, lo que se denomina “normas
jurídicas generales”, éstas son aquellas que imponen pautas de conductas en forma de
hipótesis generales y abstractas que deben cumplir los particulares y a las que adecuan su
actuar en la vida cotidiana. También establecen sanciones para el caso de su
incumplimiento. 6
Las sustanciales son aquellas normas contenidas en los códigos de fondo que establecen
reglas de conducta y tienden habitualmente a la recomposición del orden jurídico, ya sea
ordenando la reparación o estableciendo conminaciones de responsabilidad y punibilidad.
En tanto, que las procesales son aquellas que señalan los caminos para la realización
jurisdiccional indirecta del orden jurídico lesionado. Es la que organiza la magistratura
estableciendo las distintas categorías de magistrados y funcionarios, las facultades,
deberes, potestades y cargas de las personas físicas que la integran. Fija la competencia de
los tribunales y determina la actuación de los órganos jurisdiccionales, de las partes, de sus
auxiliares y de los terceros durante el desarrollo del proceso. Asimismo se ocupa de los
requisitos y efectos de los actos procesales y del orden en que deben ser cumplidos.
Caracteres:
1. Pública: regula la actividad que realizan los órganos públicos y en su cumplimiento está
interesado el orden público.
2. Secundaria: en relación con la norma sustancial.
3. Realizadora: no dice qué resolver sino cómo resolverlo.
4. General y abstracta: se dirige a todos los ciudadanos y regula situaciones jurídicas
generales, no casos particulares.
5. Vinculante: su vigencia es imperativa para los sujetos procesales.
6. Autárquica y coactiva: su aceptación y cumplimiento refleja la voluntad general, no
depende de la anuencia de las partes.
Fuentes:
De acuerdo al lugar en que se encuentran las normas procesales, las fuentes se clasifican
en directas o inmediatas e indirectas o mediatas.
Las fuentes directas: son las que tienen valor vinculante y obligatorio para los sujetos
procesales: Constitución Nacional (arts. 31, 75 inc. 12, art. 5), Constitución Provincial, los
tratados internacionales, interprovinciales (art. 125 C.N.), leyes nacionales y provinciales,
Reglamentos del Poder Ejecutivo y Acordadas del Tribunal Superior de Justicia.
7
Son fuentes indirectas: aquellas que sólo sirven para la aplicación e interpretación del
derecho mas su uso no es obligatorio. En tal sentido puede citarse a la jurisprudencia, la
doctrina o la costumbre.
Por otro lado están las fuentes de producción o históricas que se utilizan para la
investigación y para identificar momentos en la vida de los pueblos o concepciones jurídico
políticas existentes a lo largo de la historia. Tienen escasa incidencia.

Eficacia en el tiempo y en el espacio


Las disposiciones de la ley procesal deben ser observadas por todas las personas que por
cualquier motivo intervienen en el proceso judicial.
Con relación a la aplicación de la ley procesal en el espacio, rige la regla de la ley del lugar
y el principio de territorialidad. Este último determina que las leyes procesales son de
competencia exclusiva de las provincias por ello su vigencia está limitada al territorio en
que fueron dictadas. En consecuencia, coexisten dentro de la Nación tantos
ordenamientos procesales en materia civil, penal, laboral, etc., como autonomías
provinciales (art. 5, 75, inc. 12 y 121 de la C.N).
No obstante lo expuesto, existe un fuero federal con alcance nacional y asiento y vigencia
en todo el país. Tiene competencia en cuestiones que le han sido asignadas por la
Constitución en razón de la materia, las cosas y el territorio.
La vigencia temporal de la norma procesal no ofrece inconvenientes en relación con
procesos futuros, ellos se resuelven por la nueva ley. Tampoco si ellos se encuentran
terminados, que valen tal como lo ordenó la ley antigua. El problema se suscita cuando el
pleito está pendiente de solución y se dicta una ley nueva. En estos casos, lo primero que
se debe observar es si la ley nueva es derogatoria en forma total o parcial de la anterior. La
solución que se ha brindado está dada por la aplicación inmediata de la nueva normativa,
pero sólo para actos futuros ya que para los anteriores a su entrada en vigencia no se
puede aplicar como consecuencia del principio de la irretroactividad de la ley procesal.
Deben tenerse en cuenta los artículos 2 y 3 del C.C.
Asimismo, es común que las nuevas leyes establezcan “períodos de vacancia”, es decir
espacios de tiempo de no vigencia de la nueva ley, con el objeto de realizar los ajustes
necesarios y dar oportunidad a los distintos operadores de conocer el sentido y dinámica
del nuevo ordenamiento. 8
En caso de procedimientos en trámite, debe observarse la etapa procesal en que se
encuentran. Los actos que han concluido lo serán bajo el imperio de la primera ley,
mientras que aquellos que están pendientes de cumplimiento lo serán por la nueva
norma.
Por último, hay supuestos en que la ley antigua se aplica a procesos en trámite, ello se
denomina ultractividad de la ley derogada, tal sucede cuando existen actividades
procesales que han comenzado a cumplirse y sobreviene el dictado de una nueva ley que
la regula en forma diferente. Ello hace que la norma pese a estar derogada, se aplique en
respeto de los derechos adquiridos y por efecto del principio de comienzo de ejecución.
Ambas reglas entroncan en los principios de igualdad ante la ley e inviolabilidad del
derecho de defensa en juicio.
Interpretación e integración
Interpretar es aclarar dudas acerca de la voluntad manifiesta de las normas,
desentrañándolas del texto legal conforme a un proceso lógico de significación jurídica.
Puede atenerse a lo lingüístico, o hacerse de manera sistemática. Puede ser jurisprudencial
o doctrinal. Los jueces no pueden limitarse a lo estrictamente gramatical, sino que deben
tener en cuenta la connotación jurídica que los vocablos a interpretar tengan y cómo se
traslada ello a la decisión definitiva.
En materia procesal civil, los jueces pueden efectuar interpretaciones cuando la ley así lo
requiera (art. 15 C.C.). En materia penal, no existe delito sin que haya una ley que así lo
disponga, por ello los principios de interpretación son más estrictos y no cabe la
integración del sistema normativo penal sustancial.
La interpretación se diferencia de la integración, porque la primera se lleva a cabo ante la
oscuridad, contradicciones o deficiencias de la propia ley, mientras que cuando ésta
contiene omisiones o se dan situaciones no previstas o reguladas expresamente (lagunas),
se recurre a la integración judicial. Se utilizan a estos fines: a) la analogía, que permite
construir una norma que tenga consecuencias idénticas a la de otra u otras con fines
semejantes; y b) la diferencia, que integra constituyendo una norma que tenga
consecuencias opuestas a la de otra u otra con fines semejantes. 9
Hipótesis práctica1
1 A los efectos de una visión práctica de los desarrollos conceptuales de cada Unidad, al final de cada
una se introduce una pregunta reflexiva o planteo hipotético vinculado a los temas de mayor dificultad o
trascendencia.
Laguna, interpretación, competencia material, juez natural.
El artículo 2 de la Ley Provincial nº 9.182 que regula la integración de los juicios por
jurados populares establece: “Competencia. Establécese que las Cámaras con competencia
en lo Criminal deberán integrarse obligatoriamente con jurados populares, cuando se
encuentren avocadas al juzgamiento de los delitos comprendidos en el fuero penal
económico y anticorrupción administrativa previsto en el artículo 7º de la Ley Nº 9181 y
también de los delitos de homicidio agravado (artículo 80), delitos contra la integridad
sexual de la que resultare la muerte de la persona ofendida (artículo 124), secuestro
extorsivo seguido de muerte (artículo 142, bis, in fine), homicidio con motivo u ocasión de
tortura (artículo 144, Tercero, Inciso 2º) y homicidio con motivo u ocasión de robo (artículo
165), todos ellos del Código Penal de la Nación”.
En las actuaciones caratuladas: “Frachetti, Oscar Salvador p.s.a Homicidio Calificado en
grado de Tentativa, etc.”, que se tramitaron por ante la Cámara en lo Criminal y
Correccional de 1º Nominación de la ciudad de Río Cuarto, ésta interpretó que en caso de
Tentativa de Homicidio Calificado por el vínculo (art. 80, inc. 1º, C.P.) se presenta una
hipótesis de laguna legal y resolvió que en esos casos el Tribunal de juicio no debe
integrarse con jurados populares ya que la razón de dicha integración está dada por la
mayor escala penal a que se encuentra sometido el sujeto activo, situación que no se
presenta en caso que el hecho no se consume por circunstancias ajenas a su voluntad
(arts. 42 y 44 C.P.). (C. C. y C. 1º Nominación, Río Cuarto, Auto Interlocutorio nº 157,
06/07/2006, Frachetti, Oscar Salvador p.s.a Homicidio Calificado en grado de Tentativa,
etc.)”.
Contra este último decisorio, interpusieron sendos recursos de casación el apoderado de
la querellante particular y el Sr. Fiscal de Cámara, en tanto entienden que en la resolución
atacada, se inobservó la normativa procesal concerniente a la integración del Tribunal de
Juicio, ya que por imperio del art. 56 de la ley 9182, el art. 34 de la ley de rito provincial
fue derogado y en su virtud corresponde que en la presente causa el Tribunal que juzgue
al imputado debe integrarse con jurados populares. El Tribunal Superior de Justicia
resolvió hacer lugar a los recursos de casación interpuestos y en consecuencia, declarar la
nulidad absoluta de los decisorios que, para el juzgamiento del imputado dispusieran el
ejercicio de la jurisdicción de la sala unipersonal de la Cámara del Crimen. 10
1. La ley nº 9182 en su art. 2, establece que las Cámaras con competencia en lo Criminal
deberán integrarse obligatoriamente con jurados populares, cuando se encuentren
avocadas al juzgamiento de los delitos “...comprendidos en el fuero penal económico y
anticorrupción administrativa previsto en el artículo 7° de la ley N° 9182 y también de los
delitos de homicidio agravado (artículo 80), delitos contra la integridad sexual de la que
resultare la muerte de la persona ofendida (artículo 124), secuestro extorsivo seguido de
muerte (artículo 142 bis, in fine), homicidio con motivo u ocasión de tortura (artículo 144,
Tercero, inciso 2°) y homicidio con motivo u ocasión de robo (artículo 165), todos ellos del
Código Penal de la Nación.”.
2. El legislador provincial, mediante tal regulación, ha previsto una específica regla de
competencia material, en tanto la ley establece un ámbito de actuación predeterminado
con precisión, dentro del cual únicamente el tribunal integrado conforme a la misma, es el
que ejerce la potestad jurisdiccional en materia penal para el juzgamiento de tales delitos.
El tribunal así constituido es al que la ley le asigna dicha competencia de manera exclusiva
e indeclinable. De tal modo, éste pasa a ser el juez natural del caso (art. 18 C.N) y la
inobservancia de esta integración especial se encuentra conminada con nulidad absoluta
(art. 40 a 42 del CPP).
3. La inclusión de un caso concreto dentro de esa competencia material, torna inaplicable
la regla que estatuye el ejercicio unipersonal de la jurisdicción, en tanto esta modalidad
cabe sólo dentro de la competencia que corresponde a la Cámara en lo Criminal para
actuar en colegio -esto es con sus tres jueces- o en Salas integradas individualmente por
cada uno de los magistrados (CPP, 34 y 34 bis).
4. El elenco de delitos mencionados por el art. 2 de la ley nº 9182 no integra la
competencia material de la Cámara en colegio conformado sólo con jueces, sino de este
tribunal integrado con los jurados, modalidad de ejercicio de la jurisdicción inmodificable
aún por la escasa complejidad del caso que debe juzgarse, ya que la ley no admite
excepciones.
5. Para descartar la inclusión del caso dentro de la ley nº 9182, el tribunal ha puesto
énfasis en que existe una suerte de vacío legal que resuelve desplazando la aplicación de
aquélla cuando se trata de delitos tentados ajenos a la competencia del Fuero Penal
Económico y Anticorrupción. Así entiende que este otro grupo de delitos tienen en común
“la trascendente gravedad del evento criminoso a raíz de la muerte de la víctima” y su
consecuente mayor peso punitivo. De modo que cuando el resultado no está presente,
como es en el caso en que se trata de una tentativa de homicidio y la escala penal se
atenúa, se encuentra excluido del juzgamiento por el tribunal conformado también con
jurados. 11
6. Esta argumentación crea un vacío legal inexistente, como corolario de no reparar en la
naturaleza de la regla del art. 2 de la ley nº 9182 y aislarla de su conexión con el principio
general contenido en el ordenamiento procesal general como también del propio régimen
de la ley especial.
7. Si se trata de una disposición que estatuye la competencia material como se ha visto,
entonces cabe destacar que para discernirla no corresponde distinguir entre delitos
consumados y tentados. Precisamente, el ordenamiento general equipara ambos
supuestos a los fines de atribuir competencia a los órganos jurisdiccionales a intervenir,
disponiendo, en lo que aquí interesa que “se tendrán en cuenta todas las penas
establecidas por la ley para el delito consumado...” (CPP, 40), esto es sin reducir las
magnitudes conforme a la disminución de las escalas de la tentativa idónea o inidónea o
de la complicidad secundaria para la participación criminal.
8. Confluye en el mismo sentido la ley nº 9182. Por un lado, no efectúa distinción alguna
entre delitos consumados y tentados, situación de la que no cabe colegir un vacío sino
precisamente que tal distinción no es relevante para separarse del principio general en
materia de competencia material sentado en la legislación general. Por otro lado, consagra
como principio que en caso de conflicto relativo a la aplicación de la mencionada norma,
deberá interpretarse y resolverse en beneficio de la aplicación de esta ley especial (art.
54).
TSJ Sala Penal Cba., Sent. nº 11, 26/02/2007. Trib. de origen: Cám. 1 del Crimen Rio IV
“Frachetti, Oscar Salvador, p.s.a. de homicidio calificado por el vínculo, etc. -Recurso de
Casación-”. 12
2. El Proceso Judicial.
2.1. El proceso judicial.
Definición
El proceso judicial es una serie gradual, progresiva y concatenada de actos jurídicos
procesales cumplidos por órganos predispuestos por el Estado y por los particulares que
intervienen en él, en forma voluntaria o coactiva, en ejercicio de las facultades y en
cumplimiento de las cargas dispuestas por la ley para la actuación del derecho sustantivo,
el restablecimiento del orden jurídico alterado y la realización del valor justicia.
Caracteres y elementos:
El proceso es público, autónomo, complejo y teleológico.
Público, ya que sus fines responden a un interés que excede del privado y su trámite
debe llevarse a cabo conforme a los mandatos de la ley adjetiva de naturaleza pública y
ante órganos jurisdiccionales del Estado.
Complejo, porque en su desarrollo actúan diferentes sujetos procesales con diversas
atribuciones y por ello, susceptibles de generar múltiples relaciones jurídico-procesales.
Autónomo, en relación con el derecho sustantivo.
Teleológico, por cuanto se dirige al cumplimiento de fines individuales o sociales.

En cuanto a los elementos del proceso, la doctrina distingue tres esenciales: el objetivo, el
subjetivo y el teleológico.
El elemento objetivo hace a la “...serie gradual, progresiva y concatenada de actos...”.
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Gradual porque los actos se realizan conforme a un orden determinado previamente
por la ley.
Progresiva ya que se van cumpliendo en forma paulatina y tienden a un fin.
La culminación de un acto supone el inicio de otro y además estos están estructurados
en etapas cuyo comienzo y fin están eslabonados, es decir, concatenados. El proceso
avanza y se desarrolla sobre la base de impulsos que provienen del actor, del demandado
y del propio tribunal, tendiendo a un fin, la resolución definitiva del juicio a través de la
sentencia.
El elemento subjetivo está representado por las personas que intervienen en el trámite
procesal. Pueden ser sujetos necesarios o eventuales. Los primeros indefectiblemente
deben estar presentes en la relación jurídico-procesal. En el proceso civil son protagonistas
el actor, el demandado y el juez. En el proceso penal debe existir un órgano requirente
(Ministerio Público Fiscal), un órgano judicial y el imputado.

Cada uno de los sujetos ejerce poderes de raigambre constitucional. El actor tiene a su
cargo el poder de poner en movimiento el proceso como expresión del derecho
constitucional de peticionar ante las autoridades. El juez ejerce el poder de jurisdicción y el
demandado ejerce el legítimo derecho de defensa. Asimismo, todos ellos precisan
condiciones subjetivas de actuación. El juez y el ministerio público deben ser designados
conforme preceptos constitucionales y estructurados de acuerdo a leyes orgánicas. Los
particulares deben contar con capacidad y legitimación reconocida y pueden intervenir a
través de sus apoderados o representantes.
Por último, los sujetos eventuales comprenden los auxiliares del tribunal y el personal
subalterno que colabora con el oficio judicial en calidad de secretarios letrados,
prosecretarios, jefes de despacho y demás auxiliares. También comprende a
patrocinantes, testigos, peritos, etc.
El elemento teleológico atiende a las expectativas colectivas de la sociedad y a los
intereses individuales de las partes. En el primer sentido, el fin principal de cualquier
proceso, sea de naturaleza civil, penal o familiar, se identifica con la obtención de una
sentencia justa, ya que al dictarla se restablece el orden jurídico alterado y la realización
del valor justicia. Desde el punto de vista individual el fin consiste en la obtención de una
sentencia favorable o desestimatoria.
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De todas formas, el propósito fundamental de cualquier proceso está dado por la tutela
general en la realización del derecho objetivo sustancial en casos concretos con el fin de
obtener la armonía y la paz social.
Naturaleza jurídica
Para dilucidar cuál es la esencia del proceso judicial habrá que atender a la naturaleza
jurídica del mismo. En tal sentido se ha desarrollado una escuela privatista y otra científica
pública. Se enrolan dentro de la primera, las teorías contractualistas y la teoría del
cuasicontrato, mientras que integran la escuela científica pública las teorías de la relación
jurídica, de la situación jurídica y de la institución jurídica.
a) Teoría contractualista: es la más antigua. Según ella, la esencia del proceso está en un
convenio que celebraban actor y demandado y que luego plasmaban en una fórmula que
presentaban al magistrado. Posteriormente, el magistrado se pronunciaba sobre el
contenido de la fórmula y no sobre los derechos primitivamente alegados por las partes.
Las principales críticas apuntan a señalar que frecuentemente el demandado no concurre
al proceso (rebeldía) o es llevado contra su voluntad (imputado en el proceso penal). Sólo
tiene valor histórico.
b) Teoría cuasicontractualista: intenta purgar los defectos de que adolecía la tesis previa.
Justifica cómo el proceso tiene efectiva vigencia incluso en ausencia o sin el
consentimiento de ambas partes a partir de una operación de descarte. La fuente de las
obligaciones eran el contrato, el cuasicontrato, el delito y el cuasidelito. Atento que el
proceso no tenía naturaleza de contrato, delito o cuasidelito, sólo quedaba la chance de
entenderlo como cuasicontrato.
c) Teoría de la relación jurídica: como primera manifestación de las escuelas científicas y
públicas del derecho procesal aparece esta tesis cuyo principal exponente fue Von Bullow
y sostiene que la fuente de los derechos y obligaciones de las partes deriva de la propia
ley. La relación entre los sujetos es netamente procesal y autónoma con respecto a la
relación sustancial que puede no existir sin que por ello la procesal pierda su objeto. La
vinculación procesal nace y muere con el proceso, es pública, compleja, autónoma y
teleológica. Pública porque se desarrolla ante un juez que es un sujeto público que tiene la
obligación de proveer al trámite y resolver incluso ante silencio de la ley; compleja en
cuanto la relación se produce entre varios sujetos y abarca múltiples derechos y
obligaciones; autónoma en relación con el derecho sustancial y teleológica ya que persigue
fines preeminentemente públicos. Se le critica porque habla de derechos y obligaciones
dejando de lado las facultades de los sujetos 15
procesales, por ello es preferible conceptualizar como facultades y deberes.
d) Teoría de la situación jurídica: tesis esgrimida por James Goldschmidt, quien parte de
negar la existencia de una relación jurídica. En el proceso no hay relación sino una
situación jurídica que se define como un complejo de meras posibilidades de obrar,
expectativas y cargas. La confianza de llegar a una sentencia favorable y la posibilidad de
llegar a ella mediante el cumplimiento de un acto procesal constituyen los llamados
derechos procesales. Al ser expectativas representan situaciones jurídicas, estados de una
persona desde el punto de vista de la sentencia que se opera conforme a la ley. Esta teoría
aportó la distinción entre derecho, carga y deber pero hace perder la noción de la unidad
del proceso. El fin del proceso no es el beneficio de una de parte sino la actuación del
derecho o el restablecimiento del orden jurídico alterado por la violación de una norma o
por último, la justicia.
e) Teoría de la institución jurídica procesal: enunciada por Guasp, quien define al proceso
como una organización jurídica que está como tal, al servicio de una institución o idea
común objetiva representada por la paz social y la justicia a la que adhieren los distintos
sujetos. Hay en esta tesis dos ideas centrales, la idea objetiva común y la voluntad de los
particulares que adhieren. Se le critica haber colocado a los sujetos en una relación de
subordinación cuando en realidad ambas partes tienen igualdad de posibilidades.
Objeto y contenido
Objeto del proceso es la actividad del juez por la cual ante la pretensión del actor y la
contrapretensión del demandado, aplicando las reglas de la sana crítica racional y de la
lógica formal, se analizan los hechos afirmados por el actor y contradichos por el
demandado a la luz de las pruebas rendidas, llegando a una sentencia definitiva.
El contenido del proceso está dado por las pretensiones o declaraciones de voluntad cuyo
acogimiento se intenta obtener. El actor al ejercer la acción, y el demandado al contestar o
interponer excepciones, formulan una declaración de voluntad de tipo imperativo
amparada por la ley y exigiendo al juez que se pronuncie sobre la existencia o inexistencia
de una obligación determinada. Luego el juez aplica el derecho acogiendo una y
restableciendo el orden jurídico alterado.
En el desarrollo del contenido procesal, Claria Olmedo distingue diferentes categorías y
situaciones jurídicas: 16
a) Atribución facultativa: facultad que compete al actor para accionar en el campo del proceso
civil y obtener una satisfacción.
b) Atribución impuesta: exigencia legal que tiene el juez frente al proceso, ya que dicho
funcionario tiene la obligación de pronunciarse ante el simple requerimiento de la parte.
c) Sujeción impuesta: situación que requiere la actuación del sujeto por razones que atienden
al interés público (v.gr. posición de testigo que tiene la carga pública de comparecer, declarar y
decir la verdad).
d) Sujeción facultativa: tiene como significación satisfacerse a sí mismo para prevenir un
perjuicio futuro. En ella se encuentra la carga procesal, que es un imperativo del propio
interés. Es una situación jurídica instituida en la ley, consistente en el requerimiento de una
conducta de realización facultativa normalmente establecida en interés del propio sujeto y
cuya omisión trae aparejada una consecuencia desfavorable para él. Ante el incumplimiento
de la carga no existe sanción, sino tan solo importará para el remiso posicionarse en un plano
desfavorable (ej. la falta de contestación de la demanda o falta de ofrecimiento de prueba no
tienen una sanción jurídica, pero traen aparejado perjuicio para la parte que deje de hacerlo).
Se diferencia de la carga pública porque en esta puede haber coacción sobre el sujeto,
mientras que en la carga procesal sólo se realiza una conminación o advertencia de que se
puede perjudicar.
En el proceso penal y en aquellos en que rige el impulso procesal de oficio la existencia y rigor
de la carga procesal se diluye porque ella sería una forma de manifestación sui generis
emparentada con la negligencia. (Claria Olmedo, Jorge, Derecho procesal, Depalma, Bs. As., t.
I, 1982, p. 170.)
2.2. Presupuestos procesales y sentenciales.
Son presupuestos procesales aquellos que determinan el nacimiento válido del proceso, su
desenvolvimiento y normal culminación con la sentencia. Son requisitos previos al proceso
sin los cuales no puede ser iniciado válidamente.
Se distinguen de los presupuestos sustanciales porque éstos hacen a las pretensiones de
las partes. Para demandar no es necesaria la existencia de un derecho sustantivo real,
basta con la creencia que se tiene ese derecho, por ello, la falta de un presupuesto
procesal no afecta el derecho sustancial 17
expuesto en la pretensión. Estos presupuestos deben ser examinados antes de resolverse
sobre el fondo dado que la falta de cualquiera de ellos invalida el pronunciamiento.
Entre los presupuestos procesales, la doctrina mayoritaria acepta la siguiente clasificación:
a) Competencia del Tribunal: se funda en los límites territoriales, materiales y funcionales
establecidos por la ley para que el juez ejerza su jurisdicción. La competencia territorial se
divide entre jurisdicción nacional y provincial y dentro de cada una de ellas la competencia
encuentra fundamento en la división del trabajo, en la especialización y en la necesidad de
que el juzgador se encuentre lo más cerca posible del lugar de los hechos.
b) Capacidad procesal de las partes: es una capacidad de hecho o de obrar y se relaciona
con la aptitud para poder realizar eficazmente los actos procesales de parte. Es el requisito
en virtud del cual debe mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente
actúan en el proceso y las personas a las cuales la ley habilita para requerir (actor) y
contradecir (demandado) respecto de la materia sobre la cual versa el proceso. En el
supuesto de incapacidades como la de los menores, dementes, sordomudos o ausentes, la
ley autoriza que concurran a juicio con sus representantes. No debes olvidarse que en la
materia rige la máxima por la cual la capacidad es la regla y la incapacidad la excepción.
c) Observancia de los requisitos de forma: todo planteo debe efectuarse respetando las
formalidades establecidas por la ley a tal efecto (art. 175 y 176 C.P.C.; arts. 315 y 316
C.P.P.).
Por su parte, son presupuestos sentenciales las condiciones que hacen que el juez pueda
dictar válidamente sentencia. Se requiere la realización de un procedimiento previo y
completo, por su forma y grado, para lograr el pronunciamiento de la resolución final.
Éste tampoco debe encontrarse impedido por la existencia de obstáculos a su promoción:
así, por ejemplo la existencia de privilegios constitucionales, la omisión de acusación o de
denuncia en delitos de instancia privada, la ausencia de dictamen del asesor de menores o
incapaces cuando éste ha sido impuesto por ley.
El trámite debe haberse desarrollado con sujeción a las formas esenciales establecidas en
la ley (idioma y documentación) y hallarse en un estado tal que permita el
pronunciamiento de una sentencia válida por haberse cumplido las etapas que son
inevitablemente previas y necesarias 18
(introducción de las cuestiones, prueba y discusión en el proceso escrito; debate en el
proceso oral).
Desde otro punto de vista, los presupuestos sentenciales se identifican con las
pretensiones sustanciales del actor y el demandado en el proceso civil y del imputado en el
proceso penal. Son los requisitos necesarios para que el juez pueda proveer al fondo de la
cuestión.
Los presupuestos sentenciales en una resolución favorable al actor son:

a) existencia real de la relación jurídica sustancial pretendida;


b) prueba en legal forma de la situación de hecho relevante que sirvió de causa;
c) exigibilidad del derecho que no se encuentra sometido a plazo o condición suspensiva;
d) petición adecuada al derecho que se tenga, porque puede tenerse el derecho y haberse
probado, pero si se ha pedido cosa distinta se obtendrá sentencia desfavorable;
e) haber enunciado en la demanda los hechos esenciales que sirven de causa jurídica a las
pretensiones, ya que su falta ocasiona el fracaso en la sentencia. Aunque se tenga el
derecho, el juez debe basar su decisión en tales hechos.
Por su parte, constituyen presupuestos de la sentencia favorable al demandado: alegar
las excepciones cuando así lo exija le ley y acreditarlas, también podría esgrimirse la simple
ausencia de alguno de los presupuestos del éxito de la demanda.

Esta posición vincula los presupuestos sentenciales con la cuestión de fondo, con la calidad
e idoneidad para actuar como actor o demandado, con la capacidad de ambos, con el
interés sustancial en la obtención de la sentencia y con la existencia de una petición
presentada en forma clara y concreta que no haya sido impugnada por objeciones como la
cosa juzgada o la Litis pendencia.
En relación con las sentencias penales, son presupuestos:
a) adecuada imputación en la acusación fiscal al iniciar el enjuiciamiento;
b) prueba diligenciada en legal forma y referida a la existencia de los hechos delictuosos
que se investigan;
c) que esos hechos sean precisamente los imputados al tiempo de la promoción de la
acción; 19
d) que no haya causas de justificación, inculpabilidad, inimputabilidad o que excluyan la
responsabilidad penal.
Los presupuestos sentenciales en cualquier materia se dirigen al fondo de la cuestión y
obstan al dictado de una sentencia favorable a las pretensiones de los sujetos. Mientras la
ausencia de presupuestos procesales impide que el juicio pueda tramitarse válidamente,
los requisitos sentenciales atacan a la pretensión e impiden que las partes obtengan una
resolución favorable a sus pretensiones. Para obtener sentencia favorable es indispensable
tener derecho, pero también es necesario demostrarlo y probarlo.
2.3. Etapas en el procedimiento civil, penal,
de familia y laboral.
Si bien el proceso judicial es un fenómeno único, en la vida jurisdiccional se manifiesta a
través de diversos procedimientos que se estructuran de manera diferente teniendo en
cuenta: el derecho de fondo que se pretende realizar, el sistema procesal elegido y la
necesidad de imponer determinada forma organizativa a los tribunales. En tal sentido, en
el proceso civil, que se rige por el sistema dispositivo, las etapas están estructuradas en
forma precisa y determinada, mientras que aquellos procesos que optan por la oralidad en
instancia única (penal, laboral y familiar), las etapas no se distinguen con tanta nitidez.
Etapas en el procedimiento civil
En el fuero civil, el proceso tipo por excelencia es el juicio declarativo ordinario, este tiene
por objeto que una pretensión inicialmente incierta sea conocida a fondo por el tribunal
que entiende en la causa mediante la recepción de la prueba pertinente y luego dicte
sentencia de mérito, decidiendo en forma definitiva la cuestión. Es la vía de mayor
amplitud para resolver contiendas o conflictos y se caracteriza por el efecto de cosa
juzgada material que suscita la resolución final.
Palacio define al proceso civil de conocimiento u ordinario como aquel que tiene por
objeto una pretensión tendiente a que el órgano judicial dilucide y declare, mediante la
aplicación de las normas pertinentes a los hechos planteados y (eventualmente)
discutidos, el contenido y alcance de la situación jurídica existente entre las partes. 20
El juicio ordinario por lo general y sin perjuicio de ciertas excepciones, consta de cuatro
etapas esenciales: la introductoria, la probatoria, la discusoria y la decisoria. También hay
etapas eventuales que pueden plantearse o no: medidas preparatorias, cautelares,
impugnativas y de ejecución de sentencia. Cada acto procesal se debe llevar a cabo de una
manera lógica, no se cumple en cualquier momento, sino que lleva una ilación,
agrupándose en etapas o fases de desarrollo que tienen, cada una, una finalidad propia
que contribuye al fin último.
a) Etapa Introductoria
En esta etapa las partes hacen conocer al órgano jurisdiccional la existencia del conflicto a
través de sus respectivas versiones acerca de la cuestión, quedando delimitada la
plataforma fáctica del juicio.
El actor deduce demanda en la cual efectúa las afirmaciones de hechos jurídicamente
relevantes y sobre la base de las cuales solicitará la tutela del derecho que invoca. Luego,
el demandado debe contestar la demanda ejerciendo de esta forma su derecho de
defensa, en el plazo de diez días (art. 493 C.P.C.). Ésta debe versar sobre cada uno de los
puntos de la demanda, negando o reconociéndolos, debe realizarse con claridad porque
en caso de ambigüedad puede constituirse en una presunción de reconocimiento de los
hechos afirmados en la demanda (art. 192 C.P.C.). También es la única oportunidad en que
el demandado puede oponer excepciones dilatorias en forma de previo y especial
pronunciamiento y reconvenir.
Concluida esta etapa, si se ha producido controversia respecto de los hechos afirmados
por cada una de las partes, se abrirá una segunda etapa.
b) Etapa probatoria
Es el momento en el cual cada una de las partes deberá demostrar la veracidad de sus
afirmaciones, introduciendo en la causa elementos de convicción tendientes a probar
hechos invocados en la demanda y su contestación. Puede presentarse como no esencial si
los hechos no fueran controvertidos.
Se inicia con el decreto de apertura a prueba y comprende recepción de audiencias,
peritajes, inspecciones oculares, diligenciamiento de oficios, etc. En ella participan todos
los sujetos procesales y en especial los órganos de prueba (testigos, peritos, intérpretes,
etc.).
Esta fase se encuentra dominada por plazos perentorios fatales (art. 49, inc. 4 C.P.C.). 21
Por último, según dispone el art. 498, el plazo ordinario de prueba asciende a cuarenta
días pero el juez podrá designar uno menor que se podrá prorrogar hasta completar aquel,
sin necesidad de causa justificada. Existe un plazo extraordinario mayor a cuarenta días
reservado para casos especiales cuando la prueba deba rendirse fuera de la provincia, ya
sea dentro de la República o en el extranjero (art. 499 C.P.C.). La etapa probatoria
concluye con el decreto que ordena correr traslados para alegar.
c) Etapa discusoria
Es una etapa de plena discusión entre las partes representada por los alegatos. Cada parte
aportará los elementos que estime necesarios para convencer al juez de que le asiste la
razón. También se interpretará la ley y se acompañarán los argumentos jurídicos,
doctrinarios y jurisprudenciales que avalen su posición y en su caso, destacarán también la
ausencia de elementos probatorios corroborantes de los hechos afirmados por la
contraria. Se debate sobre la totalidad de lo sustanciado durante el procedimiento.
En el proceso ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de ley por su orden
(art. 497 y 505 C.P.C.) por seis días sucesivamente a cada litigante, reservándose los
escritos en secretaría hasta el decreto de autos. Esto significa que los alegatos de cada
parte no son públicos y no se agregan al expediente hasta que se ordene el llamamiento
de autos para definitiva. Sólo se deja una constancia de su presentación mediante una
certificación puesta por el secretario.
d) Etapa decisoria
Comienza con el decreto de autos y concluye con la sentencia (art. 506 y 121, inc. 3 C.P.C.).
A partir de este momento concluye la actividad de las partes y es el juez quien asume el
expediente para pronunciarse sobre la controversia, declarando los hechos y aplicando el
derecho.
Desde que el decreto de autos queda firme hasta el momento que se dicta sentencia, el
juez puede ordenar las llamadas medidas para mejor proveer que tienen como finalidad
aclarar o completar algún aspecto de los hechos que no surja con nitidez de la prueba
incorporada (art. 325 C.P.C.).
La sentencia es el modo normal de conclusión del proceso, es un acto formal, de
características documentales y que es propio de la jurisdicción. Esta decisión final debe
responder al principio de congruencia, plenitud y vastedad. El juez debe resolver sobre la
base de los hechos fijados en los escritos de la etapa introductiva, teniendo en cuenta los
que efectivamente 22
han sido acreditados por las partes y deberá contener decisión expresa sobre cada uno de
los puntos sometidos a su decisión (arts. 326 a 331 C.P.C.). De la misma manera, la
Constitución de la Provincia de Córdoba en su artículo 155 exige que toda resolución
contenga fundamentación lógica y legal.
De las cuatro etapas referidas, son esenciales la introductoria de las cuestiones y la
resolutoria, las otras dos son importantes pero no esenciales. Si la cuestión debatida es de
puro derecho, no habrá hechos controvertidos y por ende no habrá etapa probatoria, en
tanto no hay hechos que probar. Del mismo modo, en ciertos tipos de procedimientos
como el abreviado, la etapa discusoria está ausente (art. 514 C.P.C.).
Al margen de las cuatro etapas mencionadas que en el juicio ordinario son esenciales,
existen otras tantas que tienen carácter de eventuales, tales como:
1) etapa de medidas preparatorias;
2) etapa de cautelares anteriores a la demanda;
3) etapa de ejecución de sentencia y
4) etapa impugnativa.
1) Dentro de la primera etapa encontramos las medidas preparatorias propiamente dichas,
que están previstas con el fin de obtener datos que resultan de conocimiento
indispensable para que el actor en el futuro pueda plantear correctamente su demanda.
Configuran casos de excepción, son de interpretación restrictiva e implican para quien las
propone la carga de demandar o de concretar la pretensión dentro de los treinta días de
su realización bajo apercibimiento de caducidad. Se encuentran previstas en el artículo
485 de nuestro código de rito y entre ellas puede mencionarse a la declaración jurada del
futuro demandado sobre hechos relativos a su personalidad y sin cuyo conocimiento no
sea posible promover el juicio (inc. 1); la exhibición de la cosa mueble que fuere objeto del
pleito (inc. 2), o de algún testamento cuando el solicitante se crea heredero, coheredero,
legatario o albacea (inc. 3); se nombre tutor o curador para el juicio de que se trate (inc.
7); se practique mensura del inmueble objeto de la demanda (inc. 8); entre otros.
Un artículo después se encuentran reguladas las medidas de prueba anticipada que
también integran esta primera etapa eventual, ya que pueden recepcionarse previo a la
interposición de la demanda. Su finalidad es la de preservar elementos de prueba cuando
quien pretenda demandar o quien con fundamento prevea ser demandado, tuviere
motivos para temer que la producción de las pruebas que se indican pudiere resultar 23
imposible o muy dificultosa en el período respectivo. Las pruebas a las que hace mención
son: la declaración de testigos de muy avanzada edad, gravemente enfermos o próximos a
ausentarse del país; el reconocimiento judicial y dictamen pericial para hacer constatar la
existencia de documentos o el estado, calidad o condición de personas, cosas o lugares y el
pedido de informes o copias a entes privados, a reparticiones públicas o registros
notariales.
2) Una segunda etapa eventual se integra por la posibilidad de ordenar medidas cautelares
antes de la promoción de la demanda (arts. 466 C.P.C. y 231 C.C.).
3) La etapa ejecutoria también tiene el carácter de eventual y tiene lugar a solicitud de
parte interesada cuando el demandado no se hubiere avenido a cumplir voluntariamente
la sentencia condenatoria. La resolución debe encontrarse firme y haber pasado en
autoridad de cosa.
4) Por último, cuando alguna de las partes o ambas se sientan perjudicadas por lo resuelto
en sentencia, dará comienzo la etapa impugnativa que les permite interponer recursos
ordinarios o extraordinarios para lograr la revocación o anulación de la sentencia.
Etapas en el proceso penal
En este proceso se distinguen dos etapas bien diferenciadas: la investigación penal
preparatoria y el juicio plenario.
1. La investigación penal preparatoria se encuentra prevista en el Libro Segundo, Título I
(Procedimiento), Capítulo I (Disposiciones generales) del C.P.P. El artículo 301 establece
que la investigación penal preparatoria procede cuando se trate de delitos de acción
pública, en cuyo caso la titularidad de la misma recae en cabeza del Fiscal de Instrucción,
salvo que el imputado goce de algún privilegio de índole constitucional, en cuyo caso
estará a cargo del Juez de Instrucción (art. 340 C.P.P.). En el caso de delitos de instancia
privada, la investigación también corresponde al Fiscal de Instrucción, pero la investigación
no procede de oficio sino a instancia de la víctima, de su tutor, guardador o representantes
legales, salvo cuando el delito fuere cometido contra un menor que no tenga padres, tutor
ni guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o guardador. (arts. 72 C.P.
y 6 C.P.P.).

La finalidad de la investigación penal preparatoria (art. 302 C.P.P.) es impedir que el delito
cometido produzca consecuencias ulteriores y reunir las pruebas útiles para dar base a la
acusación (art. 355 C.P.P.) o determinar el sobreseimiento (art. 350 C.P.P.). 24
Tiene por objeto comprobar si ha existido un hecho delictuoso, establecer las
circunstancias que califiquen el hecho, lo agraven, atenúen o justifiquen, o influyen en la
punibilidad, individualizar a sus autores, cómplices e instigadores, verificar la edad,
educación, costumbres, condiciones de vida, medios de subsistencia y antecedentes del
imputado y comprobar la extensión del daño causado (art. 303 C.P.P.).
El Fiscal de Instrucción carece de potestades jurisdiccionales, por ello, ante la necesidad de
ejercicio de alguna de ellas como el allanamiento de morada, la intervención de
comunicaciones o la disposición de embargos, debe requerir necesariamente la orden del
juez de instrucción.
2. La segunda etapa es la fase del juicio oral y público. Se desarrolla en base a una
acusación que delimita los extremos fácticos de la imputación delictiva y tiene por objeto
la plena discusión entre las partes y la decisión definitiva acerca del fundamento de las
pretensiones que se han hecho valer (la penal y eventualmente, la civil).

Esta fase es esencial, plenamente contradictoria, pública y puede subdividirse en tres


momentos:
a) el preparatorio del debate: es escrito y en él se ofrecen las pruebas, se interponen las
excepciones a que hubiera lugar y se establece la fecha de la primera audiencia de debate.
b) el debate propiamente dicho: se desarrolla oralmente, se produce la prueba (recepción
de testimonios, prueba pericial, etc.) y las partes intervinientes alegan, también en forma
verbal.
c) la sentencia: fase culminante en la cual el tribunal de juicio aplicando los principios de la
sana crítica racional resuelve las cuestiones planteadas y aplica la ley penal sustantiva.
El juicio común se desarrolla ante tribunales colegiados o en salas unipersonales si se
tratare de cuestiones que no resulten complejas y siempre que el imputado no requiera la
constitución íntegra del tribunal.
El proceso penal prevé algunas etapas eventuales como son:
la fase impugnativa (oposiciones, recursos ordinarios y extraordinarios)
y la fase ejecutiva,

llevada adelante por el juez de ejecución penal, quien brega por el respeto de las garantías
constitucionales en el trato otorgado a los condenados y a las personas sometidas a
medidas de seguridad, controla el cumplimiento por parte del imputado de las
instrucciones e imposiciones establecidas en los casos de suspensión del juicio a prueba,
libertad condicional y condena 25
de ejecución condicional, conoce de los incidentes que se susciten durante la ejecución de
la pena y de las peticiones que presentaran los condenados a penas privativas de la
libertad (art. 35 bis C.P.P.).
Etapas en el proceso laboral
El proceso laboral presenta dos fases esenciales y bien definidas: la de instrucción-
conciliación y la de juicio.
La primera de ellas se lleva a cabo por ante el juez de conciliación que cumple las
funciones de un juez instructor. Ante él se traba la Litis en la audiencia de conciliación y
recibe y despacha la prueba con excepción de la confesional, testimonial e inspección
ocular, que deben ser diligenciadas por ante el tribunal de juicio.
El trámite del proceso se lleva adelante con impulso procesal de oficio, esto es, promovida
la demanda por el actor, el trámite continúa sin requerimiento de parte.
El juez tiene competencia para resolver cuestiones incidentales que se planteen durante el
desarrollo de la etapa de instrucción en las que opera como tribunal de alzada la Cámara
del Trabajo.
El juez de conciliación también tiene competencia para ordenar medidas cautelares.
La segunda y principal etapa es la del juicio oral, público y continuo que se desarrolla ante
la Cámara del Trabajo, ésta presenta una estructura colegiada aunque también puede
entender en salas unipersonales.
Esta fase comprende lo que se denomina “audiencia de vista de causa” en la que se
recepcionan las pruebas oralizadas y los alegatos. El tribunal resuelve en forma definitiva
sobre las pretensiones vertidas por las partes.
Las etapas eventuales que pueden señalarse son las de ejecución de sentencia y la
impugnativa.
También existe en ciertos casos una etapa prejurisdiccional administrativa que se
desarrolla por ante el Ministerio de Trabajo.
La etapa impugnativa se abre con la admisión del recurso de casación que debe ser
interpuesto ante el tribunal que dictó sentencia.
La etapa ejecutiva representa una excepción al principio de oficialidad ya que debe
desarrollarse a instancia de parte, ante el juez de conciliación y se rige por las normas del
C.P.C. que actúa como ley supletoria. 26
Etapas en el proceso familiar
En la ciudad de Córdoba, el proceso de familia se encuentra instrumentado por ley nº 7676
que prevé una etapa prejurisdiccional previa y de tránsito obligatorio para cierto tipo de
asuntos. Ella tiene lugar ante un funcionario especial, el asesor de familia, cuya función
primordial es la de avenir a las partes para lograr un acuerdo. Esta fase previa puede
también ser cumplida en los centros de mediación públicos o privados, por tal motivo, los
sujetos involucrados en el conflicto familiar podrán acudir a la utilización de esta técnica y
en ese caso, la ley tiene por cumplida la etapa prejurisdiccional.
El juicio común presenta dos grandes momentos que se cumplen ante órganos diferentes:
el juez y la Cámara de Familia.
Fracasada la etapa prejurisdiccional se abre una etapa intrajurisdiccional conciliatoria, que
se desarrolla ante el juez de familia. Ella abarca los actos de demanda, reconvención y sus
respectivas contestaciones, todo lo que se cumple en un solo acto conocido como la
audiencia establecida por el art. 60 de la ley del fuero. También comprende el
ofrecimiento y diligenciamiento de la prueba, salvo la prueba oralizada que es recibida por
la Cámara de Familia.
La segunda etapa o audiencia de vista de causa se desarrolla ante la cámara de familia. Se
trata de un acto oralizado donde se reciben las pruebas de testigos, se interrogan a las
partes y es posible requerir a los peritos aclaraciones o ampliaciones de sus informes.
Luego se pasa al momento crítico de la prueba que se cumple en los alegatos de las partes
y por último, el tribunal pasa a deliberar y dicta sentencia. 27
3. Reglas constitucionales
del proceso.
3.1 Bases constitucionales.
El artículo 1 de la C.N. establece que la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma
representativa, republicana y federal. Ello permite inferir además de la forma jurídica que
asume el Estado, su organización y los denominados derechos fundamentales de los
individuos.
Por su parte, el artículo 5 impone a cada Provincia el deber de organizar su administración
de justicia respetando las reglas de la Constitución Nacional. En virtud de lo expuesto,
coexisten en nuestro sistema judicial dos órdenes que corresponden uno al nacional
federal y otro al de cada provincia.
Consecuentemente, la Constitución Nacional es la fuente primaria de realización del
derecho, ubicada en la cúspide de la cual descienden todas las demás normas realizadoras.
Las provincias están obligadas a conformar sus constituciones locales y demás normas
jurídicas que dictaren a esa ley suprema y a su vez, la Constitución de cada provincia es la
ley suprema frente a las otras normas que dictaren las autoridades del gobierno provincial
o de los distintos municipios o comunas. En tal sentido establece el artículo 28 de la C.N.:
“las declaraciones, derechos y garantías proclamados por la Constitución no pueden ser
alterados por las leyes que reglamente su ejercicio”.
Atento lo expuesto, se observa que la construcción del modelo refleja un escalonamiento
jerárquico entre las diferentes normas que la integran y es allí donde detectamos las
normas realizadoras procesales que sirven a las sustanciales y permiten abrir las puertas
de los tribunales para obtener el respeto del derecho de fondo. De este modo se consagra
el acceso a la justicia o derecho a la jurisdicción. 28
Independencia del Poder Judicial
La Constitución sienta principios de neto corte procesal a los cuales deben acomodarse las
leyes nacionales y provinciales y que los jueces tienen el deber de respetar aun cuando
contraríen disposiciones expresas de las leyes. Ello da origen a la facultad del juez para
declarar la inconstitucionalidad de una ley en un caso concreto. Esto es lo que se conoce
como el control de constitucionalidad de las leyes, que se fundamenta en el art. 31 C.N.
Cualquier juez, ya sea de la Nación o de las provincias, ejerce ese control ante la
vulneración de un derecho individual o de incidencia colectiva.
De acuerdo al régimen republicano de gobierno, el Poder Judicial es independiente de los
demás poderes del estado.
Esa independencia es fundamental para asegurar la imparcialidad del tribunal en
cumplimiento de la función jurisdiccional y significa que los órganos de la justicia no
pueden estar subordinados a ninguna autoridad del Poder Ejecutivo o del Legislativo.
Permanece ajeno a los vaivenes de la política, con autonomía de criterio a la hora de
resolver. La única sujeción admisible es la ley misma, no habiendo ataduras de índole
moral o material a ninguna autoridad.
Hacen a la imparcialidad del Poder Judicial los siguientes artículos de nuestra Carta Magna:
art. 109, “en ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales...”;
art. 110, “los jueces conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta, y recibirán
por sus servicios una compensación que determinará la ley y que no podrá ser disminuida
en manera alguna, mientras permanecieren en sus funciones”. También su forma de
designación a través de un Consejo de la Magistratura que debe convocar a concurso
público y que luego efectúa una propuesta en ternas vinculantes para la designación de los
magistrados de los tribunales federales inferiores, quienes luego son nombrados por el
presidente de la Nación con acuerdo del Senado, coadyuva a la independencia (art. 114,
incs. 1 y 2). En la provincia de Córdoba la designación de los jueces y representantes del
Ministerio Público recae también, en el Consejo de la Magistratura.
Juicio previo
Reza el artículo 18 de la Constitución Nacional en su primera parte: “Ningún habitante de
la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del
proceso...”. 29
Desglosando la anterior concepción se puede comenzar estableciendo que cuando se hace
referencia a penado, significa condena. Refiere a una imposición establecida por sentencia,
siendo comprensiva tanto de la condena criminal como de la civil.
El término juicio previo alude al proceso o a la sentencia, como resultado final de un
proceso. No es equivalente a proceso sino que comprende un juicio lógico integrado por
tres elementos: tesis, demanda de acusador o actor, antítesis, contestación del imputado
o demandado y síntesis, la resolución contenida en la sentencia del juzgador, que debe
referirse al hecho del proceso y fundarse en el derecho.
Por último, la mención a ley anterior al hecho del proceso, implica que el juicio debe ser
previo a la sanción, no al hecho que motiva el proceso, pero éste debe fundarse en una ley
que sí tiene que ser anterior al hecho del proceso. El desarrollo lógico y cronológico es el
siguiente:
1) ley que prevé y sanciona el hecho;
2) el hecho captado por la ley y que provoca el proceso;
3) el proceso que contenga la imputación o atribución responsable de ese hecho y la
audiencia del perseguido;
4) la sentencia condenatoria conclusiva del proceso;
5) la ejecución de la pena impuesta en esa sentencia, si es firme.
El principio constitucional de juicio previo tiene honda repercusión en el proceso penal por
vigencia del aforismo nulla poena, nullum crimen sine lege praevia, que exige para
condenar la adecuación del hecho criminal con el tipo legal. Encierra tres subprincipios, el
de reserva penal, el de indispensabilidad del proceso previo y el del estado de inocencia.
Juez natural
El artículo 18 referido también contiene el principio del juez natural al establecer que
ningún habitante de la Nación puede: “... ser juzgado por comisiones especiales o sacado
de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa...”.
Juez natural es el juez u órgano jurisdiccional designado por la ley anteriormente al hecho
que provoca el proceso.
No son jueces naturales y por lo tanto están prohibidos, los siguientes:
Jueces ex post facto, creados con posterioridad al hecho. Para cada perseguido
judicialmente sólo deber haber un tribunal con
30
competencia determinada de antemano, objetiva e imparcialmente.
Jueces ad hoc, creados para juzgar determinados hecho o casos.
Comisiones especiales: tribunales extraordinarios que sin ser competentes por no formar
parte del Poder Judicial del Estado, intervienen o deciden en un proceso dado. Son creados
de manera inconstitucional.

Lo que se impone es un tribunal permanente, en el que aunque se sustituyan los jueces


que lo personifican, sigue siendo juez natural (ej. jubilación del juez) y un tribunal
competente, que al contrario de la comisión especial, aplique el principio de generalidad.
La función jurisdiccional debe ser ejercida por magistrados instituidos previamente por la
ley para juzgar una clase de asuntos o una categoría de personas.
Inviolabilidad del derecho de defensa en juicio
Idéntica norma constitucional establece que es inviolable la defensa en juicio de la
persona y de los derechos, entendida como la potestad que tienen el demandante y el
demandado de defender sus derechos en el proceso, en cualquier momento del desarrollo
de este. Implica la posibilidad de todo particular que intervenga en un proceso, ya sea
como actor, acusador o demandado de ser escuchado, de contradecir y de ofrecer prueba.
El vocablo juicio tiene una significación objetiva referida al camino o trámite para la
realización de la justicia y no capta solamente lo que es el juicio en sentido estricto, sino
que se refiere a todo el proceso, asegurando a cada una de las partes la posibilidad de
postular sus respectivas pretensiones. Presupone el proceso regular y legal, en el cual no
se puede condenar a quien no ha sido oído y como contrapartida, prohíbe la declaración
en contra de sí mismo.
La Corte Suprema de Justicia ha sentado que “la garantía de la defensa en juicio requiere,
por sobre todas las cosas, que no se prive a nadie, arbitrariamente, de la adecuada y
oportuna tutela de los derechos que pudieren asistirle”. (Fallos, 267:228)
La defensa en juicio comprende la defensa técnica y la material. La material supone
reconocerle al justiciable el derecho de participar en la invocación o defensa de sus
intereses, mientras que la técnica importa establecer la exigencia legal de un patrocinio
letrado obligatorio y asegurarlo para el caso de carencia de recursos. 31
Esta garantía se encuentra presente en cualquier tipo de proceso y comprende diferentes
subprincipios:
el de la intervención en juicio,
el de audiencia ante el tribunal,
el de prueba de las cuestiones planteadas,
el de asistencia técnica
y el de igualdad de oportunidades.

La intervención en juicio, importa la irrestrictible oportunidad de todo sujeto de derecho


para comparecer ante el tribunal y hacer valer sus derechos como pretendiente activo o
pasivo, directamente o por representación legítima, ya sea como actor, acusador,
demandado o perseguido.
La audiencia ante el tribunal funciona como impedimento para ser condenado sin ser oído
previamente.
La prueba de las cuestiones planteadas hace a la posibilidad de las partes de acreditar los
extremos fácticos que el tribunal habrá de asumir en el proceso para la aplicación del
derecho y fijación de los hechos.
La asistencia técnica implica la facultad de las partes para hacerse asesorar durante el
juicio por abogados y para el caso de pruebas específicamente reguladas, por peritos
controladores. Esta asistencia debe ser dejada a la elección de las partes interesadas. En el
proceso penal la asistencia técnica es obligatoria y en el caso que el imputado no eligiere
un abogado de su confianza, el Estado le nombrará un defensor oficial.
Por último, el subprincipio de igualdad de oportunidades se refiere al equilibrio con
respecto a las oportunidades que deben tener las partes para hacer valer sus derechos y
garantías. Siempre que se otorga una oportunidad a una parte, hay una análoga para la
otra.
La garantía de igualdad está contemplada en el art. 16 de la C.N. y alude a la igualdad
racial, de rango social, laboral y principalmente, igualdad en el aspecto de la justicia.
Si bien la ley predica que todos los hombres son iguales ante la ley, no se desconoce que
existen diferencias de persona a persona, ya sea de orden físico o moral, por ello, es la
propia ley que debe garantizar no excluirse o prohibirse a unos lo que se concede o
garantiza a otros en las mismas condiciones. 32
Se trata de la igualdad de los iguales en iguales circunstancias. Procesalmente implica que
debe atribuirse a cada una de las partes idénticas posibilidades de actuación en el proceso.
Algunas instituciones que abrevan en este principio son el beneficio de litigar sin gastos, la
asistencia técnica para los carentes de recursos, etc.
3.2. Tipos o sistemas procesales.
Los sistemas procesales son los distintos modos de desenvolverse en el proceso,
examinado desde el punto de vista externo, y que tienen estrecha vinculación con los
principios formativos del proceso y la teoría de los actos jurídicos procesales.
Sistema es una estructura orgánica diseñada por la ley teniendo en cuenta ciertos
principios o ideas rectoras que le imprimen caracteres que lo definen.
Tratándose el proceso de una institución jurídica única, los sistemas o tipos procesales son
los modos de regular ese fenómeno y adecuarlo al criterio jurídico-político imperante y a
la naturaleza de las distintas cuestiones. De esto resulta que el proceso es único pero los
procedimientos son múltiples, adoptando diferentes fisonomías o tipos.
La clasificación de los procedimientos depende de criterios políticos relativos a la relación
de los particulares entre sí y de éstos con el Estado, la forma de satisfacer el interés
público, etc. También depende de criterios jurídicos relativos a la manera de garantizar el
ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, como el derecho de defensa o el
ejercicio de los poderes de los órganos judiciales. Por último, entran en consideración
criterios económicos, relativos a la posibilidad de abaratar costos y reducir el tiempo
necesario para la obtención de una decisión final firme.
Caracteres:
a) Relatividad: significa que no hay tipos absolutos, sino prevalentes;
b) Neutralidad a los juicios de valor: los tipos procesales no son buenos ni malos, ni justos,
ni injustos en tanto se trata de formas metódicas con cierto grado de abstracción. Entre
dos sistemas no podemos decir que uno sea mejor que otro, sino que uno sirve mejor que
el otro para determinados actos procesales.
c) Intercambiabilidad: en un ordenamiento pueden existir dos tipos antagónicos,
dependiendo del legislador, quien puede cambiarlos, transferirlos o hacerlos coexistir. 33
Tipo dispositivo
Se substancian pretensiones que no comprometen el orden público, sino sólo el interés
particular.
Las partes son protagonistas.
El juez es mero espectador hasta el momento de la decisión.
El impulso del proceso queda en manos de las partes, que tienen la facultad de fijar la
cuestión fáctica y el poder de renunciar a ciertos actos del proceso.
Las partes fijan los términos exactos del litigio a resolver (la petición deducida por el
actor marca el límite de lo que el juez puede otorgar en la sentencia).
Las partes son las que aportan el material probatorio necesario para corroborar sus
afirmaciones.

Tipo inquisitivo
Está involucrado el orden público.
El juez es protagonista desde el principio.
El juez tiene los poderes de actuar por si e investigar. Una vez que nació el proceso, el
tribunal debe seguirlo de oficio.
Los hechos son todos aquellos que el juez considere útiles.
El juez puede ordenar de oficio la producción e investigación de las pruebas.

Ningún sistema se manifiesta de manera pura, sino que se presentan combinaciones con
una mayor o menor tendencia hacia lo dispositivo o inquisitivo, dependiendo de las formas
de organización y la evolución sociocultural.
Sistema acusatorio
Separa las funciones del Estado en materia penal e instituye junto al juez al ministerio
público.
34
El juez deja de ser el protagonista de la búsqueda de la verdad y deriva esa
responsabilidad al ministerio público (órgano requirente).
Las partes se posicionan en un plano de igualdad y se diferencian del juez, quien debe
ser imparcial e independiente.
El debate se realiza en forma pública y oral, regido por pautas éticas y comprende las
etapas de afirmación, reacción, confirmación y alegación.
El órgano jurisdiccional no puede impulsar la acción, sólo la proyecta y le está vedado
suplir la inactividad de los contendientes, ni siquiera en el aspecto probatorio.
La separación entre el juez (imparcial) y el acusador (investigador) es el elemento más
importante.

Sistema oral o escrito


El proceso oral es aquel en que los actos procesales se cumplen prevalentemente
mediante el uso de la palabra por sobre la escritura, en estos casos, el tribunal solamente
puede tener en cuenta el material procesal enunciado oralmente en la audiencia.
En cambio, el trámite será escrito cuando el tribunal solamente pueda tener en cuenta el
material procesal suministrado bajo la formalidad o recogido en actas. El tipo escrito
supone que toda la actividad procesal sea trasladada, sin excepción, a la expresión gráfica
de la escritura que sirve además de vehículo de expresión, de medio de conservación y
comunicación de la materia procesal.
No existen tipos orales o escritos puros ya que en una u otra secuencia aparece el dominio
de la palabra o de la escritura, por lo que puede hablarse de prevalencia oral o escrita, lo
cual no excluye la existencia de actos escritos u orales en uno u otro sistema.
En la provincia de Córdoba, el proceso civil es escrito y se rige por reglas absolutamente
formales, mientras que la oralidad es propia de otras ramas como la penal, laboral o de
familia.
Ventajas del sistema oral:
Inmediación: comunicación directa entre el juez, las partes y los órganos de prueba.
35
Favorece la recepción de la concentración procesal en la unidad del debate oral. La
concentración supone la reunión de la mayor cantidad de actividad procesal en el menor
número de actos posibles.
Acelera los trámites judiciales al dotarlos de sencillez en las formas procesales y favorece
el acortamiento de los tiempos del proceso.

Ventajas del sistema escrito:


Facilita el estudio y la reflexión de los jueces.
Aleja peligros de la improvisación y la ligereza.
Favorece la publicidad y la permanencia porque las actuaciones quedan fijas y
permanentes, por ello en cualquier momento pueden ser reconstruidas y examinadas.

Dado que los sistemas no pueden encontrarse en estado puro y atento que el interés
social reclama soluciones rápidas y económicas, es que en la actualidad se requiere de un
sistema que conjugue la oralidad y la escritura y así extraiga de uno y otro aquellos
elementos valiosos para que sean aprovechados en la actividad procesal.
Sistema de instancia única o plural
La doble instancia supone la existencia de dos órganos jurisdiccionales que actúan con un
orden de prelación y jerárquico en momentos diferentes.
El superior tiene el poder-deber de revisar, por vía de recursos ordinarios, la apreciación
de los hechos y la aplicación del derecho efectuada por un juez de primer grado en su
resolución.
El juez de primera instancia es competente desde la presentación de la demanda hasta la
resolución de mérito o sentencia, luego alguna o ambas partes pueden interponer un
recurso ordinario que abre la competencia del tribunal de segunda instancia.
En nuestro país, por lo general, el trámite de doble instancia domina en los procesos
civiles, en tanto que la instancia única se identifica con el trámite oral propio del proceso
penal, familiar y laboral. En la doble instancia, el juez de primera instancia actúa de
manera unipersonal, mientras que el tribunal de alzada lo hace de manera colegiada.
Cuando el trámite es oral el tribunal se integra con tres miembros aunque en la actualidad
se admite en casos excepcionales, la integración con salas unipersonales. 36
Las ventajas del sistema de doble instancia se encuentran en las mayores garantías que
ofrece el número de los componentes del tribunal de alzada y por el superior criterio y
experiencia de estos. Además de ello, la revisión permite que las partes aporten, en ciertas
circunstancias, nuevos elementos de prueba omitidos en la primera instancia.
Por su parte, los defensores de la oralidad en única instancia argumentan en su favor la
agilidad y la vigencia de la inmediación.
3.3. Principios o reglas que gobiernan el
proceso.
Los principios del proceso son los presupuestos políticos que determinan la existencia
funcional de un ordenamiento procesal cualquiera.
Debido al diferente predicamento entre uno u otro principio, merece especial atención
individualizar a cada uno de ellos y definir su contenido, de tal modo que de su
conformación surgirá cada sistema procesal.
La adopción de un principio y el descarte de otros por parte del legislador, responde a
razones de política procesal. Cada código procesal puede ser definido en virtud de sus
directivas y orientaciones fundamentales, las cuales se concretan en los principios
procesales.
Publicidad
En virtud de este principio, los actos procesales deben ser pasibles de conocimiento
incluso por quienes no participan del proceso como partes, funcionarios o auxiliares.
Reconoce su fundamento en la conveniencia de acordar a la opinión pública un medio
para controlar la conducta de magistrados y litigantes, a más de cumplir una función
educativa.
Establece el art. 68 del C.P.C.: “el expediente será de conocimiento público, salvo que la ley
disponga lo contrario, o que el tribunal lo decida por razones de seguridad, de moral o en
protección de alguna de las partes”.
Podrán consultarlo en la oficina las partes o todos los que tuvieran algún interés en la
exhibición.
En general la publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso, así en las
audiencias, en la discusión de las pruebas, en la motivación del fallo y en su publicación. 37
En el proceso penal la publicidad del expediente queda restringida a las partes interesadas
y existe un período preliminar el cual es secreto, con el fin de resguardar y evitar que por
el conocimiento de la investigación que se está realizando, el imputado u otros
interesados puedan entorpecer la investigación (art. 312 C.P.P.).
En cambio, la etapa del debate se asienta en la publicidad plena, sin que esto afecte a que
el tribunal restrinja el acceso a la sala por razones de moralidad, seguridad o de orden
público (ej. juicios con menores imputados o por delitos contra la integridad sexual).
En el fuero de familia, el principio de publicidad se presenta en su antítesis, bajo la
denominación del llamado principio de reserva, secreto o confidencialidad, que encuentra
sustento en preceptos constitucionales como los vinculados a la protección de las acciones
privadas de los hombres, a la intimidad que dispensa la Constitución Provincial y a la tutela
privatista consagrada en el art. 1071 C.C.
Oralidad
Es uno de los principios que tienden a consolidarse cada vez más en la mayoría de los
procedimientos, aunque por regla general pertenece al proceso penal, donde los actos
procesales se realizan a viva voz, dejándose algunas constancias escritas, no permitiéndose
el uso de memoriales, salvo excepciones. Beneficia la rapidez y la comunicación entre el
tribunal, las partes y las pruebas ofrecidas.
Inmediación
Implica la directa, personal y pública comunicación del juez con las partes, sus letrados y el
material probatorio.
Este principio tiene plena vigencia en los procesos orales, más no tanta en los escritos. En
el proceso penal, por ejemplo, el principio de inmediación aparece nítidamente en la
oportunidad de la audiencia de debate en la que los integrantes del tribunal, del ministerio
público, imputados y sus defensores y órganos de prueba están en contacto directo.
Existe contacto directo, sin intermediarios, entre las cosas y las personas del proceso y el
juez, que debe ser el mismo que luego dicta sentencia.
El artículo 41 in fine del Código Penal de la Nación establece que el juez deberá tomar
conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de las circunstancias del hecho en
la medida requerida para cada caso. 38
Tanto en materia penal como en laboral, el interés público en la realización del derecho
impone la inmediación como una directriz insoslayable.
Autoridad
Es un principio que podría definirse como “nuevo” en la evolución del derecho procesal. El
mismo refleja la incidencia que tiene el juez en el proceso, considerado como poder del
Estado político. El juez tiene un complejo de poderes-deberes limitados por la ley para
administrar justicia y es entendido como director y conductor del proceso con incidencia
en la formación del material de cognición y en la vigilancia de la conducta de los
justiciables.
Esta figura de juez director deriva del principio de publicidad del proceso en el que el
Estado es también un sujeto interesado en su resolución.
No obstante lo expuesto, la mayoría de los códigos procesales civiles del país aún
sostienen la figura del juez neutral derivada de una concepción liberal-individualista. El
juez es un mero espectador de la contienda judicial y no interviene en el proceso en forma
activa, cuya iniciativa, impulso, conducción y disposición es un atributo del justiciable. El
juez no actúa de oficio sino a petición de parte (principio de rogación).
Bilateralidad o contradicción
Es un principio que encuentra raigambre constitucional en el legítimo derecho de defensa
en juicio. La bilateralidad o contradicción hace alusión a la idea de que toda decisión
judicial debe ser tomada, previo a que se haya dado igual oportunidad a todas las partes
de ser oídas. Implica la posibilidad de alegar y probar, aunque no interesa al derecho que
la parte efectivamente se pronuncie, basta con que se le haya otorgado una razonable
oportunidad de defenderse o de cumplir con la carga procesal de expresarse, de ofrecer,
producir y controlar la prueba (art. 210 C.P.C.).
Los actos de comunicación procesal van desde la simple notificación, hasta el traslado o
vista para contestar la demanda.
En nuestra legislación se advierten numerosas disposiciones que imponen la noticia de las
partes, como el art. 142 C.P.C.: “las providencias y resoluciones judiciales no obligan si no
son notificadas con arreglo a la ley” y otras normas que prevén sanciones por la violación
del principio (teoría de las nulidades procesales -art. 76 a 78), (recursos de apelación o
casación por violación de las formas o solemnidades -arts. 362 y 383, inc.1). 39
También existen excepciones a la obligación de comunicación, como por ejemplo, las
medidas cautelares, que pueden ordenarse sin ser notificadas aunque ello no implica
derogación del principio, sino que tan solo que se difiere el contradictorio por la especial
naturaleza del acto.
Formalismo
Formas son las exteriorizaciones que deben presentar ciertos actos procesales, tanto del
tribunal como de las partes. Son la manera como se exterioriza un determinado acto.
Este principio postula que la actividad que se cumple en el proceso debe llevarse a cabo de
acuerdo a ciertas condiciones de lugar, tiempo y modo.
Tradicionalmente el principio ha presentado dos formulaciones opuestas: el de libertad de
formas y el de legalidad.
El de libertad de formas postula que el proceso debe desarrollarse sin formas
preordenadas o predeterminadas, pudiendo las partes cumplir la actividad según sea lo
más adecuado para ellas.
El sistema de legalidad establece que la ley señala rígidamente las condiciones que debe
reunir un acto procesal. Las partes no pueden convenir los requisitos y el juez no tiene
facultades para arbitrar otras modalidades que las fijadas por la ley.
Las formas procesales son establecidas como garantía del justiciable y se basan en el
principio de seguridad jurídica.
El apego riguroso al sistema de legalidad degeneró antiguamente en lo que se denomina
“formalismo”, que eleva la forma en un ritual excesivo y que trata principalmente de
fórmulas abstractas.
En la actualidad, vinculado al tema del juez director, se postula un sistema de adecuación
de las formas, de adaptabilidad y de elasticidad o flexibilidad. El juez cuenta con un
margen de discrecionalidad que debe ejercer prudentemente a fin de procurar la
seguridad jurídica.
Economía procesal
Este principio comprende dos aspectos fundamentales: la reducción de gastos y la
reducción de esfuerzos o de actividad.
Su adopción supone procedimientos que no resulten altamente costosos y que no se
extiendan excesivamente en el tiempo. 40
La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del proceso. Ello implica
que el costo del juicio no sea un obstáculo que impida a las partes su inicio. Los
procedimientos generan gastos y ellos no pueden evitarse, pero sí pueden ser postergados
atendiendo a ciertas circunstancias o aun, por razones de política procesal, resolverse su
eximición por el contenido social de la cuestión que se presenta. Los gastos de un juicio no
pueden ser un obstáculo para el acceso a la justicia de las personas menos pudientes.
Existen dos reglas que colaboran con la economía procesal, ellas son la regla de la
eventualidad y la de la concentración.
La eventualidad es un principio derivado de la economía y que se refiere al ejercicio de
ciertas facultades de las partes, concretamente, supone la simultaneidad en el ejercicio de
una facultad, que puede ser de alegación o de impugnación.
Se aprovecha la oportunidad que la ley acuerda para la acumulación eventual de las
actividades de ataque y de defensa. Por ejemplo, el art. 183 del C.P.C. prevé que la
oposición de excepciones dilatorias, deben deducirse simultáneamente.
La concentración, por su parte, procura reunir la mayor cantidad posible de actividad
procesal en el menor número de actos procesales. Importa reducir la cantidad de actos
procesales con un criterio de razonabilidad (el proceso oral favorece la concentración).
Apunta a evitar la prolongación de los procesos en el tiempo (duración razonable del
mismo).
Son ejemplos de concentración los art. 507 y 508 del C.P.C. El primero de ellos establece
que la prueba deberá ofrecerse con la demanda bajo pena de caducidad. El art. 508 regula
la contestación de la demanda en el juicio abreviado y establece que el demandado
deberá en el lapso de seis días comparecer, contestar la demanda y, en su caso, oponer
excepciones o deducir reconvención, como así también deberá ofrecer toda la prueba de
que haya de valerse.
Adquisición procesal
Este principio predica que los resultados de la actividad procesal cumplida por las partes
en el proceso se incorporan a él de manera que los actos cumplidos benefician o
perjudican a cualquiera, pudiendo el juzgador valorarlo independientemente del sujeto
que lo haya aportado. 41
Los actos incorporados al proceso son adquiridos por éste, se despersonalizan y desde
entonces, las partes no tienen disposición libre sobre ellos.
Moralidad
El principio de moralidad se encuentra presente y debe regir todas las etapas del proceso.
A través del mismo no se trata de dar contenido jurídico a deberes morales, sino que se
busca asumir un imperativo ético en las distintas figuras procesales.
Este principio puede conceptualizarse como el conjunto de reglas de conducta, presididas
por el imperativo ético, a que deben ajustar su comportamiento procesal todos los sujetos
procesales (el juez, las partes y demás participantes).
Es comprensivo de otros subprincipios que lo enriquecen, a saber: la lealtad, la probidad y
la buena fe procesal. Sin embargo, estas reglas que gobiernan el proceso deben conjugarse
con el legítimo derecho de defensa en juicio. Es decir, existen actitudes como la reticencia,
la intemperancia, la agresividad, la obstrucción o la ambigüedad que hacen a la
inmoralidad y poca lealtad, no obstante, el juzgador deberá precisar los límites de estas
conductas para no afectar tampoco la inviolabilidad de la defensa en juicio.
En los códigos de forma no se encuentran previstos estos principios sino que se establecen
expresamente las sanciones por los desvíos.
El art. 45 del C.P.C. de la Nación impone a la parte o a su letrado una multa, cuando la
conducta sea declarada maliciosa o temeraria. En igual sentido se expresa el C.P.C. de la
provincia de Córdoba en sus artículos 83 y 84 cuando las partes no actúen en el proceso
con probidad y buena fe.
3.3.1. El acceso a la justicia y el abuso del proceso. La
duración razonable del proceso.
El acceso a la justicia
En virtud del art. 49 de la Constitución de la Provincia de Córdoba, el estado debe prestar
el servicio público de justicia a los interesados que la requieran para la satisfacción de sus
pretensiones.
No obstante ello, existen restricciones de carácter patrimonial que a veces condicionan la
actuación en el proceso por lo que tanto la Constitución como el C.P.C. de la Provincia,
para evitar esta desigualdad, han creado el 42
instituto del beneficio de litigar sin gastos, como una forma de permitir a las personas
carentes de recursos el acceso a la justicia (art. 101 C.P.C.).
En igual sentido, también se ha reglamentado el servicio de asistencia jurídica gratuita a
cargo de asesores letrados de los distintos fueros.
El derecho a la jurisdicción presenta un doble enfoque, por un lado significa que el Estado
debe brindar el servicio público de justicia a los particulares que lo requieran, para obtener
la satisfacción de sus pretensiones. Por el otro, su vigencia importa que todo sujeto al que
se le imponga una modificación de su situación jurídica existente o una atribución de
responsabilidad, tiene el derecho de acceder al proceso judicial.
La Constitución de Córdoba incorpora de modo explícito garantías de acceso a la justicia
como son la acción de amparo (art. 48 y 52), el acceso a la justicia propiamente dicho (art.
49) y el derecho de protección de intereses difusos o comunes (arts. 53).
En la Carta Magna Nacional también se encuentra expresamente prevista la acción de
amparo (art. 43). Por su parte, el artículo 42 consagra garantías para los usuarios y
consumidores de bienes y servicios, estableciendo la obligación de las autoridades de
proveer a su protección y a la educación de los habitantes.
El acceso a la justicia implica que el individuo pueda requerir la realización del derecho y la
solución de los conflictos a través de una administración específica. Sin embargo, el acceso
a veces se ve impedido por la existencia de obstáculos como la desigualdad, la prolongada
duración de los juicios en el tiempo o el alto costo de los procedimientos.
La desigualdad, por lo general, toca a personas de clases sociales más desvalidas, quienes
tienen una sensación generalizada de desamparo y desconfianza en el sistema de justicia,
ello no hace más que promover la solución de los conflictos acudiendo a vías de hecho.
Por su parte, cuando un proceso excede los límites razonables de duración, se convierte en
un serio obstáculo para el acceso a la justicia porque se plasma en una sentencia tardía,
dejando paso al aforismo: “cuando la justicia llega tarde deja de ser justa”. El trámite
excesivo, el aumento de la litigiosidad en todos los fueros, el congestionamiento, la mora y
la demora no hacen más que obstaculizar irremediablemente el acceso a la justicia por
razones temporales.
Por último, el inicio y desarrollo del pleito tiene un alto costo de tramitación. Así, gastos y
honorarios profesionales se transforman en un impedimento cuando el costo supera los
límites de lo razonable en orden al valor del asunto que se ventila. 43
Litigar supone solvencia económica porque el Estado grava las actuaciones judiciales con
tasas y aportes, a los que se debe sumar el costo de envío de cartas documentos,
confección de actas notariales, despacho de cédulas, etc., por lo que en causas de poco
monto, litigar es antieconómico.
El abuso del proceso
El artículo 1071 del Código Civil regula el instituto del abuso del derecho, que también
encuentra recepción en los cuerpos normativos procesales a partir del principio de
moralidad y sus derivados, el de lealtad y el de buena fe procesal.
Las normas de derecho procesal delimitan y asignan los poderes de actuación de los
sujetos procesales con el objeto de realizar el derecho sustancial y hacer justicia. Los
sujetos del proceso deberían intervenir en el trámite observando la finalidad última del
proceso, sin embargo, en muchas ocasiones las estructuras procesales se utilizan para
obtener ilegalmente más de lo que la ley concede o de lo que la ley no concede, dando
lugar al abuso procesal.
Para que éste se configure deben reunirse ciertas condiciones, a saber:
a) que se ejercite una prerrogativa-facultad o potestad procesal;
b) que se observe una desviación del fin con que esa facultad, prerrogativa o potestad que
fue conferida por la ley;
c) que dicha conducta no se encuentre prohibida por ninguna norma procesal.
El acto abusivo puede provenir de cualquiera de las partes, incluso del propio juez, quien
podría incurrir en un exceso de formas que impidiera el acceso a la justicia. Asimismo, el
acto además debe generar un daño, graficado como una dilación o un retardo injustificado
que produce el acto, durante el curso del proceso o cuando se exige la aplicación a
ultranza de una norma procesal en desmedro del derecho de defensa incurriendo de este
modo en un exceso ritual manifiesto.
Duración razonable del proceso
Para hablar de la duración razonable del proceso es útil tomar como base el Código
Procesal Penal que expresamente establece en su artículo 1, bajo el título “garantías
constitucionales”, que el proceso no podrá durar más de 44
dos años, salvo las excepciones previstas en el art. 337 de idéntico cuerpo normativo.
En igual sentido se expresa la Constitución de la Provincia de Córdoba en su artículo 39,
cuando reza: “...todo proceso debe concluir en un término razonable...”
El Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia no establece expresamente un plazo de
duración del proceso, aunque si comprende ciertos plazos fatales como los del juicio
abreviado, los plazos para oponer excepciones en el juicio ejecutivo, los plazos para
recusar o interponer recursos o el artículo 121 que establece los plazos para el dictado de
las resoluciones judiciales, junto con el artículo siguiente que permite recusar con causa al
juez que no hubiera resuelto en ese plazo.
En los fueros de familia y laboral, las leyes organizativas responden a pautas modernas y
sus resultados demostrados estadísticamente reflejan que en la tramitación de los pleitos
se observa mayor eficiencia y se cumplen razonablemente con los plazos.
3.4. Reglas procesales. Impulsión y
preclusión.
Impulsión
Impulsar es hacer avanzar el proceso a través de las distintas etapas. Este principio
caracteriza al sistema dispositivo con el que se encuentra íntimamente vinculado, ya que
implica que el estímulo de la función jurisdiccional corresponde a las partes, que son las
encargadas de empujar el proceso.
La impulsión inicial en el proceso civil corresponde al actor, toda vez que el juez no puede
actuar de oficio, igual sucede en los procesos de familia y laboral. En el proceso penal debe
distinguirse entre delitos de acción pública, delitos dependientes de instancia privada y
acciones privadas. En el primer caso la acción será ejercida por el Ministerio Público de
oficio (art. 5 C.P.P. y art. 71 C.P.). Cuando dependa de instancia privada solo podrá iniciarla
el ofendido por el delito, sus representantes legales, tutor o guardador (art. 6 C.P.P. y 72
C.P.). Por último, en caso de delitos de acción privada, la impulsión inicial corresponde a
toda persona con capacidad civil que se pretenda ofendida y se lleva a cabo mediante
querella (art. 8, 424 y ss del C.P.P. y 73 C.P.). 45
La impulsión de mantenimiento en el proceso civil, también corresponde a las partes y en
el caso que estas no cumplan actividades para que el proceso avance, se produce su
muerte por inactividad en lo que se denomina perención de instancia. En el fuero penal,
también pueden impulsar el proceso el ministerio público, el imputado o el mismo órgano
jurisdiccional.
También debe distinguirse el impulso privado propio del trámite civil del impulso oficial
característico de los procedimientos que involucran alguna razón de orden público. En este
último, el impulso se manifiesta como el poder-deber del juez para realizar, con
independencia de la actuación de las partes, todos los actos procesales que integran la
trama hasta la finalización del trámite que culmina con el dictado de la sentencia.
Preclusión
Regla procesal que parte de considerar al proceso dividido en etapas que se desarrollan en
forma sucesiva, siendo que el tránsito de una a otra implica la superación y conclusión de
la anterior, por lo que la preclusión impide el retroceso a la fase agotada. También impide
la realización de la actividad cumplida. Ejemplo: si el proceso se encuentra en el momento
de la discusión no puede retrotraerse a la etapa de la prueba (salvo supuestos
excepcionales consagrados en la ley).
Por efecto de la preclusión se genera la pérdida de un derecho por el incumplimiento de
una carga procesal.
Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser cumplida en un
momento determinado, de otro modo, la actividad no sería susceptible de producir
efectos útiles.
La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones procesales de
nulidad o de inadmisibilidad. Se aplica la primera cuando el acto procesal se cumple en
inobservancia a la preclusión (ej. se formula una liquidación final apartándose de lo
establecido en la sentencia, por lo que se vulnera la cosa juzgada). Por su parte, la sanción
procesal de inadmisibilidad se aplicará cuando se intente producir un acto procesal una
vez vencido el plazo fijado por la ley para ello o cuando se hubiere declarado la pérdida del
derecho a petición de parte.
Hipótesis práctica
A. Juez natural y preclusión procesal, competencia material, improrrogabilidad. 46
El caso: La defensa del encartado deduce recurso de casación pretendiendo que se anule
el decisorio por el cual la Cámara en lo Criminal dispuso, para el juzgamiento del imputado
del delito de Exacciones Ilegales, la integración con los jurados populares previstos en la
ley 9182, alegando que atento a que inicialmente la asignación de la jurisdicción por parte
de dicho tribunal había recaído sobre una de sus salas unipersonales y ello había sido
consentido por las partes, precluyó la oportunidad para que el a quo procediera a la
mentada reclasificación. El Tribunal resolvió rechazar el recurso de casación deducido.
1. Se encuentra indiscutido que el delito por el cual el encartado será juzgado (exacciones
ilegales –art. 266 del CP–) es uno de aquellos previstos en el art. 7 de la ley N° 9181 –del
Fuero Penal Económico y Anticorrupción Administrativa– que, por estar incluido en el
catálogo mencionado en el art. 2 de la ley N° 9182, su juzgamiento le compete a la Cámara
del Crimen integrada con los jurados populares previstos en la última norma mencionada.
2. Si bien el hecho atribuido habría acaecido el 18/12/04 y lo medular de la mencionada
ley N° 9182 entró en vigencia el 01/01/05, tal como lo destaca el recurrente, al suceso en
cuestión le cabe la aplicación de la misma atento que por imperio de su art. 57, dicha
normativa resulta aplicable a “todas las causas penales comprendidas en la misma que se
eleven a las Cámaras con competencia en lo Criminal a las que corresponda su
juzgamiento a partir de esa fecha [01/01/05]”. Empero, la resistencia a la intervención del
tribunal con jurados está dada por la primigenia asignación de la jurisdicción a una Sala
Unipersonal.
3. La doctrina ha expuesto que el orden en que deben cumplirse los distintos actos
procesales no es caprichoso, sino que constituye “una regla por la cual se impide el
discrecional desenvolvimiento de la actividad procesal cuando media estabilización en el
proceso”.
4. De este modo, se ha concebido el principio de progresividad, en relación al “orden
preclusivo” en que deben desarrollarse los actos procesales, tendiendo a una sola
dirección: el avance del proceso hacia la sentencia que ponga fin a la controversia.
5. Cada una de las etapas que, en forma progresiva, se presentan en los procesos penales,
constituyen un presupuesto necesario de la que sigue, en forma tal que no es posible
eliminar una de ellas sin afectar la validez de las que le suceden.
6. Su desarrollo está programado como un recorrido que va avanzando hacia un final que
es el dictado de una sentencia que resuelve definitivamente sobre la afirmación de la
supuesta comisión de un delito y sus consecuencias jurídicas, sin que lo transitado
válidamente pueda serlo 47
de nuevo: la etapa cumplida es etapa superada, y no puede volverse a ella, salvo el caso de
nulidad.
7. Esta noción debe distinguirse claramente del giro “preclusión” como sanción procesal
que consiste en la “pérdida del poder jurídico para cumplir un acto procesal por ser éste
incompatible con una situación anterior generada por la actividad del sujeto que pretende
efectuarlo”.
8. No debe perderse de vista que la preclusión no puede conllevar el efecto de “legitimar
situaciones inconciliables con el orden público. Concluir en lo contrario importaría
desnaturalizar el proceso judicial hasta el punto de convertirlo en un medio apto para
convalidar las transgresiones a las normas imperativas”.
9. En relación a la competencia de los órganos jurisdiccionales, debe recordarse que esta
Sala, en casos que guardaban similitud con lo aquí discutido y analizando lo dispuesto en el
art. 2 de la ley provincial N° 9182 (que regula la integración de la Cámara del Crimen con
ocho jurados populares para el juzgamiento de determinados casos), ha sostenido que “el
legislador provincial, mediante tal regulación, ha previsto una específica regla de
competencia material, en tanto la ley establece un ámbito de actuación predeterminado
con precisión, dentro del cual únicamente el tribunal integrado conforme a la misma, es el
que ejerce la potestad jurisdiccional en materia penal para el juzgamiento de tales
delitos”.
10. El tribunal así constituido es al que la ley le asigna dicha competencia de manera
exclusiva e indeclinable. De tal modo, éste pasa a ser el juez natural del caso (art. 18; CN.)
y la inobservancia de esta integración especial se encuentra conminada con nulidad
absoluta (art. 40 a 42 del CPP).
11. “La incompetencia por la materia, por tratarse de una cuestión de orden público, debe
declararse de oficio 'en cualquier estado del proceso' (CPP, art. 41), aun cuando no haya
sido objeto de agravio ... Ello así por cuanto no se trata de una cuestión disponible por las
partes que intervienen, quienes no pueden 'prorrogar' la competencia material”.
12. El quejoso pretende valerse de un error inicial del a quo –puesto de manifiesto en el
decisorio que asignara la jurisdicción a una de sus salas unipersonales–, para alterar la
competencia material que al tribunal conformado conforme a la ley 9182 le corresponde,
pretendiendo vulnerar así, bajo el argumento del instituto de la “preclusión” y “actos
válidos cumplidos”, el juez natural del caso (art. 18, CN).
13. El que la circunstancia que las partes (en autos, acusador público, imputado y su
defensa) hayan consentido esa originaria asignación de la jurisdicción, en nada modifica lo
aquí sostenido si se repara en que, como 48
se dijo, la competencia por razón de la materia resulta ser una cuestión de orden público
que no puede ser prorrogada por las partes.
14. La retrogradación perjudicial o el atentado a la progresividad procesal que el
presentante denuncia, no es tal si se piensa que todo lo relativo a la asignación de la
jurisdicción (clasificación y “reclasificación”) ocurrió dentro de la primera fase de la etapa
del juicio: la de los actos preliminares del juicio, cuando aún ni siquiera se había resuelto
en el sentido de admitir o rechazar la prueba ofrecida por el fiscal y la defensa.
15. Ante tal estado de situación, recurrir al argumento de la preclusión para alterar la
composición del órgano jurisdiccional competente para el juzgamiento del encartado,
equivale a pretender una “sobredimensión del instituto de la preclusión procesal al
hacerlo extensivo a un ámbito que no hace a su finalidad”.
16. Lejos de afectar derechos de las partes, cuando el a quo advirtió el error en que había
incurrido inicialmente y procedió a enmendarlo, no hizo más que desarrollar una correcta
labor preventiva de posibles nulidades, cuestión que resulta aconsejable extremar cuando
está en juego la garantía del juez natural (art. 18 de la CN).
Tribunal Superior de Justicia Cba., Sent. nº 226, 03/09/2008., Trib. de origen: Cám. 3ª del
Crimen Cba., “Policano, Eduardo Omar p.s.a. Exacciones ilegales -Recurso de casación-”.
B. Tipo procesal dispositivo
El caso: El juez de primera instancia dispuso intimar a los guardadores de la menor para
que cumplan con el régimen de comunicación -o de visitas- dispuesto, bajo apercibimiento
de astreintes y otras medidas. Dicha decisión fue apelada. La Cámara dejó sin efecto el
régimen de visitas y de comunicación establecido.
1. Debe atenderse al “interés superior del niño”, ineludible pauta interpretativa de
jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22, CN; art. 3.1, Convención sobre los Derechos del
Niño) que condiciona de un modo absoluto cualquier decisión judicial que pueda afectar el
estado de bienestar general -en su sentido más amplio: psicofísico, espiritual, moral,
material, etc.- al que tiene derecho todo ser humano durante su niñez.
2. En materia familiar el principio procesal dispositivo -propio de las cuestiones
patrimoniales- debe ceder ante el orden público, y que el “interés superior del niño”
trasciende el interés particular de las partes -apelante y apelado-; pues, una interpretación
distinta implicaría relegar garantías constitucionales dando prioridad a lo que sería un
verdadero 49
exceso ritual, con los inevitables perjuicios para el menor derivados de no tomarse una
decisión a tiempo.
3. En la adopción simple, los derechos y deberes resultantes del vínculo de sangre del
adoptado no quedan extinguidos por la adopción, con excepción de la patria potestad, que
se transfiere al adoptante y, en consecuencia, aunque el derecho de visita se funde en el
parentesco -lo que haría considerar que tal derecho subsiste por no haberse extinguido-
como el deber alimentario en la relación paterno filial se funda más inmediata y
estrictamente en la patria potestad, y ésta se ha transferido al adoptante, cabe señalar
que el progenitor biológico ha perdido también el derecho de visita al no mediar ya con su
hijo obligación alimentaria, pudiendo ostentar a lo sumo interés legítimo que será tutelado
en la medida que, según el prudente criterio judicial, coincida con el interés del adoptado.
4. Aunque los padres por naturaleza no hubieran incurrido en un motivo de pérdida de la
patria potestad, su pretensión de visita al hijo adoptado por otro ha de contemplarse
restrictivamente por ser aconsejable evitar las perturbaciones que para la formación del
menor puedan derivar del choque de sentimientos entre dos padres.
5. La sentencia de adopción simple pone fin al derecho de visita de los padres biológicos,
sin perjuicio de que excepcionalmente los jueces puedan autorizar un régimen de
comunicación a favor de los padres de sangre, sólo en la medida en que ello no resulte
perjudicial para el menor adoptado.
Cám. Civ. y Com. del Noroeste de Chubut 15/12/2004 “B., C., A. y R, L. M c/ E, M. H. s/ Inc.
de Casación de régimen de visitas en autos: E., M. H. s/ Sumario”.
C. Principio inquisitivo, principio dispositivo.
El caso: La fallida a través de su apoderado interpone recurso de revisión contra la
sentencia dictada por la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso
Administrativo, objetando que ésta no hizo extensiva su resolución a otro crédito que no
había sido materia de apelación pero que también se encontraría prescripto.
1. Aun siendo cierto que en el juicio universal de concurso predomina el principio
inquisitivo por encima del principio dispositivo en función del interés general que en este
tipo de procesos se encuentra comprometido, de lo que a su vez se deriva que el juez
cuenta con significativas atribuciones investigativas en orden a la determinación del
verdadero pasivo del deudor fallido (Ley 19.551, arts. 34, 297 y concs.), con todo, la
prevalencia de aquel principio y la amplitud de estas potestades no son absolutas y por el
contrario ceden en numerosas situaciones en razón de 50
otros principios que se les oponen y las restringen a sus justos límites. Esto es
precisamente lo que ocurre cuando la decisión adoptada por el juez de primer grado
respecto de un incidente de revisión es apelada únicamente por el concursado y éste
limita expresamente su impugnación a sólo algunos de los varios extremos contenidos en
la providencia dejando fuera del recurso los restantes capítulos. En tal situación y por
imperio del art.353 del C. de P.C. a la sazón vigente, Ley 1419 (Conf. art. 356, Ley 8465), los
poderes del Tribunal de Grado quedarán circunscriptos exclusivamente a los extremos del
proceso sobre los que verse la apelación, la que ceñirá ya contará su competencia, y no se
podrán extender sobre las materias que no han sido motivo de agravio (“tantum
devolutum quantum apellatum”). En esta circunstancia el principio dispositivo recobra
entonces su imperio y limita los poderes de las Cámaras a la medida del recurso de
apelación del litigante que se ha agraviado del pronunciamiento del primer juez, con
debilitamiento del principio inquisitivo que con carácter de regla general rige en el proceso
de concurso.
2. La fallida sólo se agravió porque el primer juez no consideró prescriptos los créditos
individualizados en la impugnación deducida en aquella oportunidad, e inversamente
consintió la subsistencia de las acciones correspondientes a las restantes acreencias
invocadas por la pretensora en su demanda de verificación, razón por la cual la
competencia de la Cámara quedó restringida únicamente a aquel extremo de la causa y no
le correspondía pronunciarse acerca de estos otros créditos que no merecieron ningún
agravio de la apelante.
3. Resulta de lo expuesto que la concursada objetó por prescripción sólo algunos de los
derechos creditorios hechos valer por la pretensora y luego reeditó la objeción, así
limitada, a través del recurso de apelación que interpuso contra la sentencia de primera
instancia. Y recién después de obtenido fallo favorable del Tribunal de Alzada que declaró
prescriptas las deudas objetadas, pretende impugnarlo en revisión por no haber incluido
entre las obligaciones prescriptas una acreencia cuya prescripción él mismo nos e encargó
de denunciar en la apelación. En una palabra, pretende reprochar a la Cámara el haber
incurrido en una omisión cuya verdadera causa radica en su propia conducta, en cuanto no
destacó en oportunidad de expresar agravios que también ese crédito era pasible de
prescripción.
Tribunal Superior de Justicia Cba., Auto Interlocutorio nº 14, 12/03/2002. Trib. de origen:
Cám. de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de la ciudad de
San Francisco, “D.N.R.P. Incidente de Revisión en autos: Ganaderos Unidos S.R.L. – Quiebra
Pedida por acreedor – Recurso de Revisión.
D. Sanciones procesales, probidad y buena fe procesal. 51
El caso: La parte demandada interpuso recurso de casación contra la resolución dictada
por una Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial, por el motivo previsto en el inc. 1°,
art. 383 C.P.C. El Tribunal Superior de Justicia admitió la casación, resolvió sin reenvío, y
rechazó la aplicación de la sanción prevista en el art. 83 CPC.
1. El art. 83 del C.P.C. establece como conditio sine qua non, para la procedencia de la
sanción disciplinaria, que la parte haya desarrollado una conducta manifiestamente
maliciosa, temeraria o perturbadora. No basta simplemente el no acogimiento de lo
peticionado, sino que para que la sanción resulte aplicable se requiere una actitud que
evidencie de un modo “manifiesto” la violación del principio de probidad y buena fe.
2. La sola falta de razón no es motivo de temeridad, pues de lo contrario todo litigante que
perdiera el pleito sería pasible de la sanción; no lo es tampoco el error ni la negligencia.
3. El discurso de un pronunciamiento que imponga la sanción del art. 83 CPC, ya sea a la
parte o a su letrado, debe contar con una fundamentación suficiente que explicite de un
modo claro y contundente en dónde se verifica la violación a los principios de lealtad y
buena fe y cómo se manifiesta la inconducta subjetiva reprochable.
4. No basta para aplicar la sanción prevista en el art. 83 CPC que simplemente se
argumente sobre la improcedencia o falta de razón en la impugnación impetrada, sino que
debe motivarse sobre la inconducta procesal y puntualizarse fundadamente el deliberado
propósito del sujeto de obstruir el desenvolvimiento del proceso o la irrazonabilidad y falta
absoluta de fundamento en la conducta desplegada; requerirlo de otra manera, en esta
clase de cuestiones, no solo deviene natural de la misma exigencia constitucional (arg. art.
155 C.P.) sino, y ello en menor medida así se impone en la condición de sujeto moral del
afectado por la sanción la cual impone un trato no humillante en cualquier situación.
5. Siendo la materia jurídica de naturaleza siempre discutible, es posible, que puedan
haber estrategias profesionales aunque convergentes en el resultado, sean en su tránsito
divergentes; por lo cual es que a la hora de hacer aplicación del art. 83 CPC; se impone una
mayor exigencia argumentativa de la razones que a ella la justifican; puesto que en verdad
los idearios profesionales han podido ser diferentes a los que, como causa ejemplar el
tribunal toma por suficientes.
6. Conceptualmente el art. 83 CPC hace referencia a la falta de cumplimiento de la
probidad profesional. No ser probo en lo profesional no sólo es significativo de una
ausencia de comportamiento ético concreto en el tópico, sino también, y posiblemente
esto en verdad cale en la propia estimativa profesional de los letrados, igualmente
indicador de falta de conocimiento de la misma ciencia del derecho; motivo por el cual,
frente a 52
tan drástica consideración, no se puede esperar menos que quien la sostenga, con lo que
los argumentos que dan razón de ello.
Tribunal Superior de Justicia, Sala Civ. y Com., Cba. Auto Interlocutorio nº 70, 22/05/2006.
Trib. de origen: Cám. 8ª Civ. y Com. Cba. “Prima S.A. c. Obra Social del Personal de Luz y
Fuerza - Ordinario - Recurso de Casación”.
E. Oralidad, publicidad e inmediación.
El caso: El Tribunal Oral en lo Criminal condenó al imputado a la pena de dos años y seis
meses de prisión y costas, por considerarlo autor del delito de lesiones graves, calificado
por haber sido cometido con un arma de fuego (artículos 41 bis y 90 del C.P.). Contra ese
pronunciamiento la defensa interpuso recurso de casación alegando vicios in procedendo.
Sostuvo que se aplicó de manera irracional el artículo 391 del CPPN al no haberse
garantizado al imputado, al menos en alguna etapa del proceso, el derecho de controlar
las declaraciones. Al ser denegado y posteriormente declarada inadmisible la apelación
extraordinaria, se interpone la queja. La Corte resolvió hacer lugar a la queja, declarar
procedente el recurso extraordinario y dejar sin efecto la sentencia apelada.
1. Resultaba más que razonable que la defensa reclamara la posibilidad de interrogar ante
los jueces del debate, al menos, a los testigos, toda vez que tales testimonios constituían la
base principal de la acusación. En efecto, la sentencia de condena parte de la base de que
éstos, además del acusado, fueron los únicos que estuvieron efectivamente presentes
durante el incidente, y de los fundamentos expresados en la decisión se deriva claramente
que fueron los dichos de los mencionados los que dieron verdadero sustento al rechazo de
los descargos ensayados por el imputado.
2. En tales condiciones, el tribunal de juicio fundó la sentencia de condena en prueba de
cargo decisiva que la defensa no tuvo oportunidad adecuada de controlar, en desmedro
del derecho consagrado por los arts. 8.2.f, de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y 14.3.e, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
3. Resulta inaceptable la afirmación del a quo relativa a que “la defensa no ha demostrado
que, excluida las declaraciones testimoniales cuya incorporación por lectura ha sido puesta
en crisis, la restante prueba colectada impida alcanzar certidumbre acerca de la forma en
que sucedieron los hechos y respecto de la participación penalmente responsable de
incoado”.
4. En efecto, en un caso como el presente, en que prácticamente toda la prueba de cargo
de alguna significación fue incorporada por lectura, una 53
exigencia semejante carece de todo sustento. Pero, en cualquier caso, y a riesgo de
desnaturalizar el derecho en cuestión, no es posible partir del presupuesto -implícito en el
razonamiento del a quo- de que del interrogatorio de los testigos llevado adelante por la
defensa durante el debate no podría surgir elemento alguno que corroborara la versión
del imputado, y que dicho interrogatorio resulta ex ante inidóneo para lograr, al menos,
echar alguna sombra de duda sobre un cuadro probatorio –suficiente.
5. La circunstancia señalada por el a quo con relación a que la incorporación por lectura de
las declaraciones se produjo en el marco del art. 391 del CPPN, en razón de que -
resultaron infructuosas las numerosas diligencias para lograr su comparecencia a la
audiencia- no basta para subsanar la lesión al derecho de defensa producida durante el
debate. El hecho de que el Estado haya realizado todos los esfuerzos posibles para hallar al
testigo y para satisfacer la pretensión de la defensa de interrogarlo, carece de toda
relevancia, pues lo que se encuentra en discusión es otra cosa: si la base probatoria
obtenida sin control de la defensa es legítima como tal.
6. La invocación de la imposibilidad de hacer comparecer al testigo no basta para subsanar
la lesión al debido proceso que significa que, finalmente, la parte no haya tenido siquiera
la posibilidad de controlar dicha prueba. Desde este punto de vista, lo decisivo no es la
legitimidad del procedimiento de incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas
condiciones, bien puede resultar admisible, sino que lo que se debe garantizar es que al
utilizar tales declaraciones como prueba se respete el derecho de defensa del acusado.
7. El derecho de examinación exige que el imputado haya tenido una oportunidad
adecuada y apropiada para desafiar y cuestionar a un testigo o cualquiera que hubiera
hecho declaraciones en su contra. En este sentido, de acuerdo con los criterios
interpretativos establecidos por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, “testigo de
cargo” es toda declaración de una persona en que se funda una acusación o una decisión
judicial condenatoria, o como lo expresara la Comisión Europea de Derechos Humanos,
“todo tipo de pruebas verbales”.
8. Cabe indicar que los criterios interpretativos precedentemente mencionados han sido
adoptados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Castillo Petruzzi
c. Perú” (CIDH, sentencia del 30 de mayo de 1999). Aun cuando no es posible dejar de
señalar que las violaciones a garantías básicas que estaban en discusión en dicho caso eran
de una gravedad difícilmente comparable con el sub lite, con relación a lo que aquí
interesa, la Corte Interamericana consideró relevante la circunstancia de que la defensa no
hubiera podido contrainterrogar a los 54
testigos ni durante la instrucción ni con posterioridad e indicó: “Tal como lo ha señalado la
Corte Europea, dentro de las prerrogativas”.
9. La palmaria lesión al derecho de defensa producida en el caso por la incorporación por
lectura de testimonios de cargo torna inoficioso el examen de los restantes agravios de la
recurrente, invocados desde la perspectiva de las exigencias constitucionales de oralidad,
publicidad e inmediación del debate.
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Bs. As., causa nº 1524C 12/12/2006 Trib. de
origen: Trib. Oral en lo Criminal nº 8 “Recurso de hecho deducido por la defensa de Aníbal
Leonel Benítez en la causa Benítez, Aníbal Leonel s/ lesiones graves”.

1. Jurisdicción y
Competencia.
1.1. Jurisdicción. Caracteres. Límites.
Elementos. Momentos de su ejercicio.
Definición
Jurisdicción es la función pública de administrar justicia emanada de la soberanía del
Estado y ejercida por un órgano especial. Tiene por fin la declaración o realización del
derecho y la tutela de la libertad individual y del orden jurídico, mediante la aplicación de
la ley en los casos concretos, para obtener la armonía y paz social.
Es el poder-deber que tiene el Estado de aplicar justicia al caso concreto y nace desde el
momento en que la sociedad decide realizar indirectamente el derecho en su actuación
coactiva, eliminando la actuación directa de sus componentes. El Estado, como
representante del grupo asume esa función, la que es puesta en actividad por medio de los
órganos predispuestos, en nuestro caso, conforme al sistema representativo de gobierno y
a la base del juez natural. Se desarrolla mediante un trámite regular y legal.
Si bien nadie más puede ejercer la potestad del Estado de administrar justicia, este tiene la
obligación de intervenir cada vez que le es solicitado en la forma prevista por la ley,
mediante el ejercicio de la acción procesal.
En sentido amplio, la función jurisdiccional comprende la creación y constitución de los
órganos encargados de administrar justicia, la determinación de sus facultades y la fijación
de las reglas para la tramitación de los juicios.
En un sentido restringido, se refiere al poder o facultad conferida a ciertos órganos para
administrar justicia en los casos que les son presentados.
La jurisdicción es un poder que puede asimilarse a los poderes de acción y de excepción.
Estos últimos implican poner en actividad poderes que 2
exhiben pretensiones subjetivas de las partes y se manifiestan como simples o meras
facultades o eventualmente, como cargas procesales. La jurisdicción, en cambio, se
presenta como el poder de actuación de un órgano público con un criterio objetivo de
justicia.
La jurisdicción es ejercida por el estado de manera monopólica y en consecuencia, se
prohíbe la justicia por mano propia. La autodefensa es permitida en contadas excepciones
que la misma ley señala y precisa.
El derecho procesal, el proceso y la función jurisdiccional son instrumentos para la
realización indirecta y coactiva del derecho sustancial. El ejercicio de la función
jurisdiccional requiere la existencia de un caso concreto que se presenta a la manera de un
conflicto de intereses. La sentencia es el acto jurisdiccional por excelencia, ya que pone fin
al pleito. La jurisdicción se manifiesta a lo largo de todo el proceso mediante el dictado de
decretos, autos o providencias en general. Comprende desde el acto inicial de simple
admisión de la demanda hasta la sentencia definitiva.
Por último, cabe destacar que el fin de la función jurisdiccional es el de proteger el orden
jurídico preestablecido, por ello, al existir algún quiebre de ese orden sustantivo-formal, es
misión del órgano judicial la de restablecerlo por medio del proceso judicial.
Caracteres
La jurisdicción es pública, única, exclusiva y excluyente, indelegable e inderogable.
Pública, por su naturaleza. Es una potestad del Estado cumplida por órganos públicos y
en consecuencia también es pública la naturaleza del acto jurisdiccional. Tanto el órgano
como la actividad tienen carácter público, aunque fueren privados los conflictos o
situaciones sometidas a juzgamiento.
Única, porque la jurisdicción es una sola. La Constitución de la Provincia de Córdoba en
su artículo 153 dispone que el ejercicio de la función judicial corresponde exclusivamente
al Poder Judicial de la Provincia. Como poder o función del poder no puede ser dividida, sin
embargo, atendiendo a razones de división del trabajo, extensión del territorio, naturaleza
de las cuestiones y necesidad de especialización, existe lo que se denominan reglas de
competencia, que imponen a determinados tribunales la obligación de entender en ciertas
cuestiones por razones prácticas vinculadas al territorio, el grado y la materia a elucidar.
3
Exclusiva y excluyente, exclusiva porque solamente el Estado está habilitado para
ejercerla legítimamente a través de sus tribunales como representantes del órgano
jurisdiccional. Es excluyente ya que rechaza cualquier interferencia de particulares y de los
demás poderes respecto del ejercicio de la función jurisdiccional.
Indelegable, toda vez que el juez en el que el Estado ha delegado la facultad de
administrar justicia no puede despojarse de su ejercicio, para dejar que otras personas lo
asuman en el caso concreto y ejerzan las funciones de juez. No obstante ello, no se impide
la delegación en ciertos casos para la comisión de medidas específicas por diferentes
razones (art. 291 C.P.C.).
Inderogable, porque no puede ser atribuida a otros órganos. Se trata de un poder-deber
que proviene de la soberanía del Estado y por ende no puede ser modificado por voluntad
de los justiciables. En casos especiales la ley otorga a los particulares un reducido ámbito
para elegir otros métodos para la resolución de su conflicto (ejemplos: arbitraje,
conciliación, mediación, etc.).

Límites
Para el ejercicio de la jurisdicción, o sea para la actuación del órgano jurisdiccional, deben
darse los siguientes requisitos: Límite territorial, caso concreto, ley anterior y excitación
extraña.
Límite territorial: la primera delimitación de la jurisdicción está dada por una cuestión
geográfica ya que la soberanía del Estado se ejerce dentro de su límite territorial, por
ende, la jurisdicción es ejercida solamente dentro de los límites de su territorio.
Comprende a todas las personas físicas o jurídicas que habiten o se hallen instaladas en
nuestro territorio. También comprende todas las cosas muebles o inmuebles que se
encuentren situadas dentro del país.
Caso concreto: el juez no resuelve en abstracto, no aplica la ley a un caso hipotético
elaborado por la imaginación. Esa es tarea de la ciencia del derecho y del legislador. El
órgano jurisdiccional requiere de la existencia de un caso de la vida real donde se
encuentren relacionadas personas físicas o jurídicas, con un verdadero conflicto de
intereses. Ese conflicto de intereses implica un hecho histórico, circunstancias de modo,
tiempo, lugar y personas y un derecho sustantivo que luego se aplica al primero, dando
lugar a una sentencia definitiva.
4
Por ese motivo la sentencia es una norma individual, porque sus efectos sólo alcanzan a las
personas que intervinieron en el proceso como interesados.
Ley anterior: el juez no crea derecho, lo interpreta y aplica. Por ese motivo el conflicto se
tiene que haber generado en situaciones de hecho contempladas por una norma vigente
al tiempo de su producción, es decir, conductas reguladas previamente por el derecho.

En materia penal y en virtud del principio de legalidad, el juez jamás podrá juzgar como
delictiva a una conducta no tipificada en la ley previamente, ya que no se admite la
analogía. En materia civil, la analogía si está permitida y autoriza asimilar una conducta no
regulada específicamente con una norma jurídica que contemple una conducta cuyos
elementos relevantes sean similares la juzgada.
Excitación extraña: en materia civil, el juez no actúa de oficio, se hace indispensable que
el titular del interés solicite su actuación de acuerdo con las previsiones del orden jurídico.
La demanda del actor producirá esa excitación y fijará además los límites fácticos que
serán impuestos al juzgador de modo tal que toda extensión efectuada por este será
invalida.

En materia penal, corresponde al Ministerio Público ya no la facultad, sino la potestad de


excitar la jurisdicción, de promover la acción penal ante la hipótesis de comisión de un
delito de acción pública. Su actuación se funda en los principios de oficialidad y de
legalidad. Una vez excitada la jurisdicción, su ejercicio es ineludible para el órgano
jurisdiccional o el Ministerio Público en el caso del C.P.P. de la Provincia de Córdoba. Tiene
carácter imperativo y debe continuar hasta la decisión que pone fin al conflicto, que
resuelve acerca de las pretensiones esgrimidas por las partes o acerca de la existencia o no
del delito y de la participación o no del imputado en él.
Elementos
Tradicionalmente, la jurisdicción se descomponía en los siguientes elementos:
I. Notio: facultad conferida al órgano jurisdiccional para conocer una determinada
cuestión litigiosa. Se trata de un poder que habitualmente ejercita el juez en materia civil,
familiar o laboral cuando le es presentado el caso. Ello no sucede en el procedimiento
penal, ya que 5
esta facultad de conocimiento puede ocurrir antes del juicio propiamente dicho, durante
la investigación penal preparatoria.
II. Vocatio: facultad o poder de llamar a las partes para que comparezcan o prosigan el
juicio. En materia civil y familiar, el juez convocará al demandado para que dentro del
plazo fijado por el tribunal asuma su calidad. Ello importa una carga procesal, por lo que
en caso de no hacerlo, la ley le atribuye al juez la facultad de ordenar la prosecución del
juicio en rebeldía. En el proceso penal, la rebeldía es un estado de hecho en que se coloca
el imputado en relación con la causa que se le sigue en su contra. El prevenido debe
intervenir ya que su participación importa una carga pública. La declaración de rebeldía
trae aparejada la orden de detención del imputado y el consiguiente pedido de captura.
Sobre el proceso, la declaración de rebeldía no suspende el curso de la investigación, pero
si fuere declarada durante el juicio, este se suspende en relación al rebelde y continua
para los demás imputados presentes. Cuando el rebelde comparezca, la causa continuará
según su estado (arts. 86 a 90 C.P.P).
III. Coertio: facultad para utilizar la fuerza pública a fin de hacer cumplir las resoluciones
que se dicten con motivo del proceso y durante este. En todas las leyes de forma se prevén
medidas para asegurar los fines del proceso tales como el traslado por la fuerza pública
para los testigos que no comparecieren voluntariamente, la posibilidad de ordenar el
allanamiento de un domicilio en búsqueda de medidas probatorias en el fuero penal o
para el secuestro de bienes o ejecución de alguna cautelar en materia civil.
IV. Iudicium: es el poder-deber de resolver el litigio. Se exterioriza en la sentencia que
pone fin al pleito y su efecto especial y trascendente es que adquiere autoridad de cosa
juzgada.
V. Executio: facultad para hacer cumplir la sentencia. La sentencia puede cumplirse de
manera espontánea, pero si no es así, y dicha resolución se encontrara firme y
ejecutoriada, puede concederse su ejecución previo requerimiento de parte, de acuerdo a
los trámites establecidos y aún con el empleo de la fuerza pública. En el proceso penal, la
ejecución es dispuesta de oficio por el tribunal.
En la actualidad estas cinco categorías se limitan a cuatro pero en esencia siguen
cumpliendo la misma función.
I. Poder de decisión: se puede dividir en dos aspectos, uno formal o extrínseco y otro
material o intrínseco.
Desde el primer punto de vista, se tienen en cuenta la forma en que se expresa el órgano
jurisdiccional en su facultad de juzgar. Ella se manifiesta 6
a través de diferentes pronunciamientos como sentencias, autos interlocutorios, decretos,
etc.
El aspecto material o intrínseco se refiere al contenido del poder de decisión y se resume
en el acto de autoridad dado por el juez y que comprende un juicio y un mandato. El juez
tiene el deber de emitir el juicio conforme a derecho, para lo cual debe explicitar los
fundamentos que le han llevado a resolver en un sentido determinado con
fundamentación lógica y legal. La motivación es un deber de la jurisdicción impuesto por la
ley como garantía para los justiciables (art. 155 Const. Cba.).
II. Poder de ejecución: facultad del órgano jurisdiccional para producir actos coactivos
tendientes a la realización práctica del interés tutelado sobre el cual ha recaído una
afirmación jurisdiccional de existencia. En materia civil solamente puede ser ejercido a
instancia de parte porque satisface su interés (ej. inscripción del pronunciamiento final en
un registro). En materia penal, los actos de ejecución se realizan de manera compulsiva (ej.
secuestro, requisa personal, etc.).
III. Poder de coerción: facultad conferida al juez para imponer sanciones a los sujetos que
con su conducta obstaculicen la tarea de administrar justicia. También comprende la
facultad de emplear la fuerza para el cumplimiento de las resoluciones judiciales. Alcanza
facultades propias de la coertio y executio.
IV. Poder de instrumentación: posibilidad de dar el carácter de instrumento público a las
actuaciones que se realizan con la intervención del Tribunal. Comprende la facultad que
tiene el mismo tribunal de conservar documentos y el deber de custodia.
Momentos de su ejercicio
Pueden distinguirse tres momentos distintos:
a) Momento cognoscitivo: se inicia con la demanda, continúa con la contestación y
producción de las pruebas y finaliza con los alegatos de las partes.
b) Momento resolutivo: luego de fijado el hecho y de la subsunción del mismo en el
derecho, el juez resuelve acerca de las pretensiones esgrimidas.
c) Momento ejecutivo: tiene carácter eventual cuando el condenado no acata lo resuelto
de manera voluntaria. En ese caso el juez ejercita su imperium (poder de coerción) para
hacer cumplir lo resuelto. 7
1.2. Competencia.
Definición y caracteres
La competencia es la medida de la jurisdicción, toda vez que si ésta es el género, la
competencia es una especie dentro de aquella. La jurisdicción por ser única no puede
medirse, cada juez la tiene íntegramente, pues la jurisdicción es una potestad relacionada
con la soberanía del Estado. La competencia responde a exigencias técnico-jurídicas de
política procesal, a cuestiones de orden práctico tendientes a delimitar la actuación de un
determinado tribunal, que no es más que el resultante de un fraccionamiento del órgano
jurisdiccional. Es la facultad que cada juez tiene para ejercer la jurisdicción en
determinados asuntos y dentro de cierto territorio.
Sus caracteres son: debe estar prevista legalmente, es de orden público, es indelegable y
es improrrogable.
Debe estar fijada previamente por ley: el justiciable debe saber de antemano que existe
un órgano jurisdiccional con competencia atribuida en la ley para conocer del asunto que
le aqueja.
Orden público: los particulares no pueden disponer de la regla de la competencia ni
modificarla en cuanto a su distribución.
Indelegable: los actos atribuidos al juez deben ser cumplidos indefectiblemente por él,
salvo excepciones en que puede encomendarse a otros órganos (art. 291 C.P.C.).
Improrrogable: la competencia no es prorrogable, la distribución pertenece a la ley y las
partes no podrán conferir otras competencias ya sea por razón de la materia, grado o valor
a otro órgano jurisdiccional. La competencia es prorrogable solamente cuando en el caso
concreto no prima el interés público y las partes, mediante un convenio escrito, hayan
elegido otro juez para que conozca el conflicto (expresa), o cuando una de las partes
realice actos que impliquen renunciar a la competencia del juez determinado por ley y la
otra no se oponga, ejemplo: interponer demanda ante un juez incompetente y que el
demandado no se oponga (tácita).
8
Fundamentos
El legislador ha considerado diferentes factores para fundamentar el reparto de la
competencia, entre ellos podemos mencionar a los siguientes:
a) Criterio institucional: existe un doble orden judicial fijado por la Constitución. Ello da
lugar a la justicia ordinaria de cada provincia y a la justicia nacional, federal de excepción
distribuida en todo el país. La primera existe en virtud de la reserva efectuada por las
provincias de organizar su Poder Judicial (art. 1 y 5 C.N.). La federal de excepción se
fundamenta en los artículos 116, 117 y 75, inciso 12 de la C.N.
b) Especialización y naturaleza de las causas: las diversas ramas del derecho se hacen
cada día más complejas por la mayor cantidad de situaciones que el ordenamiento jurídico
tiende a resolver y por las modificaciones sociales, económicas o laborales, ello permite
concluir que sería inconcebible que un magistrado tuviera que conocer todas las ramas del
derecho y resolver con serenidad y justicia en cada una de ellas. A través de la
competencia, a cada magistrado se facilita la tarea de comprender cuál es la naturaleza de
la cuestión a resolver, el objeto del litigio, el estado civil de las personas, el valor
económico de la pretensión. Esto es lo que se denomina competencia material y permite
dividir la jurisdicción en civil, comercial, familia, penal, laboral, etc.
c) Territorio: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda los conflictos suscitados
en un extenso ámbito territorial o densamente poblado. Surge la competencia territorial
por la que se distribuyen zonalmente las causas de una misma materia entre diversos
tribunales. Esta distribución persigue la aproximación del tribunal a la persona, cosa o
hecho que debe considerarse como el centro del despliegue jurisdiccional en la
correspondiente causa. En razón del territorio, la competencia puede distribuirse por el
lugar de la cosa, el domicilio del demandado, el lugar de cumplimiento del contrato o el
lugar del contrato.
d) Funcional: este criterio se funda en la conveniencia de establecer la diversificación del
órgano jurisdiccional para el ejercicio de la función cognoscitiva y la ejecutiva. En los
sistemas que admiten más de una instancia, el criterio funcional se manifiesta en la
existencia de tribunales de mérito y tribunales de alzada. Se trata de la competencia por
razón del grado y en el fuero de familia permite distinguir entre los jueces de familia y la
Cámara de juicio; en el fuero laboral entre el juez de conciliación y la Cámara de juicio; en
el fuero civil entre el juez de primera instancia y la Cámara en lo Civil.
e) Turno: entre jueces de una misma circunscripción judicial que atienden la misma
materia y dentro del mismo grado, existe además otra división del trabajo en virtud de la
cual se distribuyen las causas que ingresan. Existen 9
dos métodos: la recepción de causas dentro de un período limitado de tiempo (utilizado
en materia penal, cada fiscalía de instrucción se encuentra de turno una semana); y la
recepción de un número determinado de causas (se utiliza en materia civil).
1.2.1. Competencia provincial. Criterios para su
determinación. Excepciones. Prórroga, fuero de atracción y
conexidad.
De acuerdo al régimen de Estado Federal instituido en los artículos 5 y 75, inciso 12 de la
C.N., nuestro Estado se caracteriza por la coexistencia de dos órbitas judiciales: la de las
provincias y la de la Nación.
El Poder Judicial provincial se encarga de todas las cuestiones relacionadas con el derecho
común ocurridas dentro de sus respectivos territorios, a excepción de las materias
expresamente delegas a la Nación, cuyo conocimiento compete a la Justicia Nacional.
La competencia material es el límite que la ley impone al juez para que pueda resolver sólo
ciertos asuntos relacionados con la rama del derecho aplicable. Divide en razón de las
diversas naturalezas de las causas y por el criterio de especialización.
En la Provincia de Córdoba en razón de la materia, la competencia se divide en los
siguientes fueros: Civil y Comercial, Concursos y Sociedades, Penal, Laboral, Familia y
Contencioso Administrativo.
Fuero Civil y Comercial: en materia civil en la Provincia de Córdoba, establece el artículo 5
del Código ritual que la competencia se determinará por la naturaleza de las pretensiones
deducidas en la demanda y no por las defensas opuestas por el demandado.
Se organiza en doble instancia, la primera corresponde a juzgados unipersonales que
resuelven en primer grado. Sus resoluciones son recurribles ante la Cámara de Apelaciones
del mismo fuero, que son órganos colegiados integrados por tres vocales. La resolución
dictada en segunda instancia solamente admite recurso extraordinario (casación, revisión
o inconstitucionalidad ante el Tribunal Superior de Justicia).
Fuero de concursos y sociedades: entiende exclusivamente en causas vinculadas al
concurso de acreedores, la quiebra y la constitución de sociedades comerciales. Está
organizado como el fuero civil y comercial.
Fuero penal: entiende en materia de delitos y es de instancia única. Se estructura en dos
etapas: la primera es la investigación penal preparatoria a cargo de Fiscales de Instrucción
o jueces de instrucción, 10
cuando el imputado tuviere algún privilegio constitucional. Esta etapa concluye con el
archivo de las actuaciones cuando el Fiscal no pudiere proceder o cuando el hecho
investigado no encuadre en figura penal alguna (art. 334 C.P.P.); con el sobreseimiento del
imputado (art. 350 C.P.P.), cuando:
1. El hecho investigado no se hubiere cometido o no lo hubiere sido por el imputado;
2. Cuando el hecho no encuadre en figura penal;
3. Cuando medie una causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una excusa
absolutoria;
4. Cuando la pretensión penal se haya extinguido;
5. Cuando habiendo vencido todos los términos de la investigación penal preparatoria y
sus prórrogas, no hubiere suficiente fundamento para elevar la causa a juicio y no fuese
razonable objetivamente prever la incorporación de nuevas pruebas.
Por último, la investigación penal preparatoria también puede concluir con el
requerimiento fiscal de elevación a juicio siempre que existieren elementos de convicción
suficiente para sostener como probable la participación punible del imputado en el hecho
intimado (art. 355 C.P.P.).
La segunda etapa es la del juicio propiamente dicho y se lleva a cabo en una audiencia oral
y pública ante la Cámara del Crimen, colegiada con tres vocales, quienes tiene a su cargo el
juzgamiento en definitiva y el dictado de la sentencia absolutoria o condenatoria. Contra
dicha sentencia solamente caben los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de
Justicia.
Dentro del fuero penal también se encuentran: los Juzgados Correccionales que juzgan en
única instancia en los delitos de acción pública dolosos que estuvieren reprimidos con
prisión no mayor de tres años o pena no privativa de la libertad; delitos culposos
cualquiera sea la pena y delitos de acción privada (art. 37); los Juzgados de Menores
Corrección que entienden en causas en las que haya menores que cometen delitos; los
Juzgados de Ejecución Penal que tienen la competencia que establece el artículo 35 bis del
C.P.P. y que fuera detallada ut-supra en el módulo I, punto 2.3. Por último, el fuero penal
económico que está destinado a investigar delitos de los denominados “de cuello blanco”
que tienen trascendencia económica y son de gran complejidad.
Fuero laboral: entiende en materia de contrato de trabajo y está organizado en instancia
única. También se estructura en dos etapas, la primera ante el juez de conciliación que no
dicta sentencia y la segunda, ante la Cámara del Trabajo que lleva adelante el juicio y dicta
sentencia 11
solo recurrible ante el Tribunal Superior de Justicia mediante recursos extraordinarios.
Fuero de familia: de instancia única que entiende en los conflictos de familia y se integra
con asesorías que intervienen en una etapa prejurisdiccional con el fin de alcanzar el
avenimiento de las partes, ejercen representación promiscua de los menores y patrocinan
a las partes carentes de recursos, le siguen los jueces de familia que tienen función
conciliadora y homologan los acuerdos celebrados sin dictar sentencia. Finalmente, si se
hace necesario el juicio, este se sustancia ante las Cámaras de Familia constituidas por tres
vocales, quienes resuelven en definitiva.
Fuero contencioso administrativo: de instancia única en todas las causas salvo en aquellas
en que la provincia sea parte. En caso de instancia única se sustancia ante la Cámara
mediante un procedimiento escrito que concluye en una sentencia recurrible mediante
recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de Justicia. En caso de doble instancia, la
primera se sustancia ante la Cámara y la segunda ante el Tribunal Superior mediante
recurso ordinario.
En la provincia de Córdoba, el máximo órgano del Poder Judicial es el Tribunal Superior de
Justicia cuya competencia y funciones se encuentran reguladas en la Constitución. Puede
entender por razón del fuero en todas las causas que lleguen ante él sin perjuicio de que la
labor se reparta en diversas salas establecidas con un criterio de especialización. A este
máximo tribunal integrado por siete miembros se llega por vía de recurso o por vía
originaria. Su competencia está establecida expresamente en el artículo 165 de la
Constitución Provincial que reza:
1) Conoce y resuelve originaria y exclusivamente, en pleno:
a. De las acciones declarativas de inconstitucionalidad de las leyes, decretos, reglamentos,
resoluciones, Cartas Orgánicas y ordenanzas, que estatuyan sobre materia regida por la
Constitución, y se controviertan en caso concreto por parte interesada.
b. De las cuestiones de competencia entre poderes públicos de la Provincia y en las que se
susciten entre los tribunales inferiores, salvo que estos tengan otro superior común.
c. De los conflictos internos de las Municipalidades, de una Municipalidad con otra, o de
estas con autoridades de la Provincia.
d. De las acciones por responsabilidad civil promovidas contra magistrados y funcionarios
del Poder Judicial, con motivo del ejercicio de sus funciones, sin necesidad de remoción
previa. 12
2) Conoce y resuelve, en pleno, de los recursos extraordinarios de inconstitucionalidad.
3) Conoce y resuelve, por intermedio de sus salas, de los recursos extraordinarios que las
leyes de procedimiento acuerden.
4) Conoce y resuelve de la recusación de sus Vocales y en las quejas por denegación o
retardo de justicia de acuerdo con las normas procesales.
Desplazamiento de la competencia: por regla general, la competencia es de orden público
e improrrogable, sin embargo, existen supuestos excepcionales que permiten que le pleito
se radique ante un tribunal distinto al que tenía que intervenir. Los desplazamientos
encuentran motivo algunas veces en la voluntad de las partes intervinientes, en una
disposición de la ley, por circunstancias de conexidad o por efecto del fuero de atracción.
Prórroga
Esta forma de desplazamiento transmite la competencia a un juez que en principio
resultaba incompetente.
Son prorrogables las cuestiones claramente patrimoniales y en relación al territorio, sin
embargo, no son prorrogables la competencia en razón del grado y la materia.
La prórroga de competencia se encuentra expresamente regulada en los artículos 2, 3 y 4
del C.P.C.
Conexidad
Por razones de economía procesal, cuando entre dos o más asuntos haya alguna conexión,
la ley determina que sea un mismo juez el que intervenga.
Existen causas de interés público y privado en la acumulación. Las primeras porque
tienden a evitar el dictado de sentencia contradictorias entre asuntos relacionados. Las
razones de interés privado se vinculan con la economía procesal y el ahorro de costos y
esfuerzos.
La conexión puede existir por razones subjetivas, objetivas o causales y será competente
para entender el juez que entienda sobre la materia principal o el que intervino primero
en el tiempo. 13
En materia civil se encuentra una amplia casuística en el artículo 7 del C.P.C, mientras que
en el fuero penal, la conexidad está regulada en los artículos 47, 48 y 49 del C.P.P.
Fuero de atracción
Tiene aplicación en los procesos universales como los juicios de sucesión y concursos o
quiebras. El desplazamiento se justifica en la necesidad de tratar en forma conjunta y
simultánea todas las pretensiones deducidas contra el caudal común. De esta forma se
otorga certeza al derecho que se declara en acciones independientes pero que se
encuentran vinculadas.
En materia de sucesiones, el fuero de atracción está contemplado en el artículo 3284 del
Código Civil, siendo por ello, una norma procesal en un código de fondo y por tanto, con
alcance nacional, aunque solamente alcanza a las pretensiones con contenido patrimonial,
toda vez que las acciones personales deberán tramitarse por ante el juez de familia.
Al imponerse por razones de orden público por el hecho de que pueden verse afectadas
muchas personas, por lo general indeterminadas, el fuero de atracción es improrrogable e
irrenunciable y en consecuencia debe ser aplicado de oficio por el tribunal.
Una vez concluido el juicio sucesorio o finiquitada la quiebra o el concurso, el fuero de
atracción también finaliza.
1.2.2. Competencia federal. Fundamento. Principios
generales. Criterios para su determinación. Prórroga.
Definición
Facultad reconocida a los órganos que integran el Poder Judicial de la Nación para ejercer
sus funciones en los casos, respecto de las personas y en los lugares especialmente
determinados por la Constitución Nacional. Se establece especialmente en las provincias
respecto de las materias que éstas delegaron a la Nación.
Los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional establecen los asuntos que incumben a
la competencia federal. 14
Caracteres
a) limitada: la C.N. establece taxativamente sus límites, no hay ley, interpretación ni
voluntad de parte que pueda extenderlos a otros casos.
b) privativa: a contrario sensu, en las causas asignadas a la justicia federal resulta excluida
la justicia provincial que no puede entender en dichas cuestiones y debe declarar su
incompetencia de oficio en cualquier estado del proceso. En casos de competencia
concurrente entre Nación y provincias, la ley nº 927 sustrajo del fuero federal este tipo de
causas (en casos en que el fuero federal proceda por distinta vecindad o nacionalidad de
las partes, cuando la cuantía del asunto no exceda de un determinado monto, así como los
juicios universales).
También se admite la prórroga de competencia cuando el demandado extranjero o vecino
de otra provincia no opone la excepción pertinente, entendiéndose por ello que renuncia
al fuero federal.
c) improrrogable: la competencia material es improrrogable, no así en razón de las
personas.
d) contenciosa: nunca procede de oficio y solamente se ejerce la judicatura cuando es
solicitado a instancia de parte.
Criterios para su determinación
A fin de elucidar si una causa corresponde ser resuelta por los tribunales locales de cada
provincia o si corresponde al Poder Judicial de la Nación se establecen tres criterios
diferenciadores: el territorio, la materia y las personas.
En razón del territorio, la competencia nacional corresponde cuando se hayan afectado
derechos federales o intereses nacionales en aquellos lugares que sean de propiedad del
Estado Nacional, adquiridos a las provincias o cesión de estas, con el objeto de instalar allí
establecimientos de utilidad nacional (ej. Universidad Nacional de Córdoba). El solo hecho
que se trate de un lugar propiedad del Estado Nacional no le atribuye toda la potestad
legislativa, administrativa y judicial en forma exclusiva y excluyente, esta sólo corresponde
a la Justicia Nacional cuando se haya interferido directa o indirectamente en la satisfacción
del servicio de interés público que requiere el establecimiento nacional (ej. Municipios y
provincias conservan la facultad de controlar las normas de tránsito dentro de la órbita
territorial de su competencia sobre rutas nacionales). 15
En razón de la materia, está relacionada al conocimiento de los litigios que impliquen
aplicación de la legislación federal. Dentro del país existen leyes federales, leyes comunes
y leyes provinciales.
La legislación federal se integra por la Constitución Nacional, los tratados con las naciones
extrajeras o con los organismos internaciones de carácter público y las leyes dictadas por
el Congreso que regulan la actividad propia de la Nación y sus organismos descentralizados
(ej. Convención Americana sobre Derechos Humanos, decretos del Ministerio de Economía
de la Nación, resoluciones del Banco Central de la República).
La legislación común es aquella dictada por el Congreso de la Nación, haciendo uso de las
facultades que las provincias le delegaron en virtud del artículo 75, inciso 12 de la C.N. y
comprende materias sustantivas de nuestro ordenamiento jurídico. Pueden ser aplicadas
por los tribunales federales y por los tribunales de provincia.
La legislación provincial es dictada por cada provincia, con validez espacial circunscripta al
ámbito territorial de la provincia que la dictó. Comprende todas las facultades no
delegadas (ejs. Códigos de procedimiento civil, penal, laboral, etc.).
Por último, en razón de las personas, la competencia federal se arroga teniendo en cuenta
la cualidad especial de las personas que son parte en la controversia (ej. Si en el pleito
intervienen ministros o embajadores extranjeros) o por la presencia del Estado Nacional
en el juicio, si existiese un interés federal en disputa.
Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
1. Competencia originaria y exclusiva:
1.1 Asuntos que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos
de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos,
contra un Estado o ciudadano extranjero.
1.2 Causas concernientes a embajadores y otros ministros diplomáticos extranjeros,
personas que compongan la delegación e individuos de sus familias.
1.3 Causas que versen sobre privilegios y exenciones de los cónsules extranjeros en su
carácter público, es decir, por hechos o actos cumplidos en el ejercicio de sus funciones
propias, siempre que en ellas cuestione su responsabilidad civil o penal. 16
2. Competencia derivada:
2.1 Competencia por apelación extraordinaria: prevista por ley 48, artículo 14, ley 4.055,
artículo 6 y recursos directos deducidos con motivo de la denegatoria del recurso
extraordinario. Esta vía permite elevar a la Corte Suprema un litigio sobre el cual haya
recaído sentencia definitiva emanada de un tribunal superior de justicia de la provincia
donde se tramitó el pleito. Esta competencia atiende al control judicial de la
constitucionalidad de las normas para el cual la Corte Suprema es el máximo y último
tribunal que puede decidir acerca de ella en el caso concreto. No obstante ello, todos los
tribunales pueden ejercer el control de constitucionalidad en el caso concreto. Esta vía del
recurso extraordinario tiene como finalidad mantener la supremacía de los preceptos
constitucionales asegurando una uniforme interpretación de ellos.
2.2 Competencia por apelación ordinaria: Se trata de un recurso contra las sentencias
definitivas de las Cámaras Nacionales de Apelaciones, pronunciadas en los siguientes
casos:
- Causas en que la Nación es parte, en la medida que superen un monto determinado.
- Causas por extradición de criminales reclamados por países extranjeros.
- Causas suscitadas por apresamiento o embargos marítimos en tiempos de guerra, sobre
salvamento militar y sobre nacionalidad del buque, legitimidad de su patente o regularidad
de sus papeles.
- Recurso de apelación que prevé el artículo 4 de la ley 4055 contra las sentencias dictadas
en material federal por la Cámara de Casación penal en los recursos de revisión deducidos
con arreglo a lo dispuesto por el artículo 479 del C.P.P. de la Nación.
- Recursos contra sentencias definitivas de la Cámara Federal de la Seguridad Social.
- Recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria de los recursos mencionados
precedentemente. 17
Hipótesis práctica.
A. Jurisdicción, competencia ordinaria y federal.
El caso: Entre el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 19 y el Juzgado de
Garantías N° 1 del Departamento Judicial de Mercedes, provincia de Buenos Aires, se
suscitó contienda negativa de competencia en la causa donde se investigan tres
homicidios. El magistrado nacional, que conoció primero en las actuaciones a raíz del
hallazgo en esta ciudad de dos automóviles utilizados por las víctimas, uno de ellos
quemado, se declaró incompetente para seguir conociendo en la causa. Fundó su
resolución en la investigación practicada por la fiscal, que logró determinar que la
secuencia de la captura, privación de libertad y posterior muerte de las víctimas, habría
ocurrido en jurisdicción bonaerense, descartando que existieran puntos de conexión entre
esta causa y la seguida ante el Juzgado Federal de Zárate-Campana. El juez local no aceptó
el planteo. Sostuvo en este sentido, que la declinatoria resultaba prematura, por cuanto
carecía de la calificación jurídica de los hechos que la motivaron. Asimismo, consideró que
la conducta analizada podría encuadrar en el delito previsto en el artículo 142 bis del
Código Penal, que según la jurisprudencia, debe tramitar en primer lugar ante la justicia
federal. La Corte resolvió, por mayoría, que deberá entender en la causa el Juzgado de
Garantías del Departamento Judicial de Mercedes, lugar donde se desprende habrían
ocurrido los homicidios.
1. Es doctrina del Tribunal que cualquiera sea el vínculo de conexión final que pueda existir
entre hechos que se presentan prima facie como independientes, ellos deben ser
investigados por los jueces del lugar en que aparecen cometidos, en tanto la distribución
de competencias judiciales entre las provincias, o entre ellas y la Nación, escapa a las
regulaciones locales y no puede ser alterada por razones de mero orden y economía
procesal que inspiran las reglas de acumulación por conexidad -que sólo son aplicables
entre jueces nacionales. Máxime cuando aún no es manifiesta la conveniencia de que las
investigaciones sean apreciadas y juzgadas en su conjunto y que no se divida entre los
distintos fueros. (Del voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y
Argibay).
2. Más allá de la relación que pueda existir entre algunos sujetos involucrados en estas
actuaciones y los investigados en la causa por infracción a la ley 23.737 y al artículo 866 del
Código Aduanero, en trámite ante el Juzgado Federal de Campana, lo cierto es que en
autos se investiga únicamente la desaparición y posterior muerte de tres personas. (Del
voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay). 18
3. Es doctrina del Tribunal que cuando pudo haber existido privación ilegítima de la
libertad en más de una jurisdicción y en alguna de ellas se cometió además otro delito, es
a los tribunales de esta última a los que corresponde entender en la causa. (Del voto en
mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).
4. Por aplicación de tales principios, y habida cuenta que de las constancias de la causa
surge que la privación de la libertad de los nombrados habría tenido principio de ejecución
en Quilmes, provincia de Buenos Aires, y que de los peritajes realizados sobre sus cuerpos
sin vida encontrados en la localidad de General Rodríguez, se desprende que los
homicidios habrían ocurrido allí, corresponde al magistrado provincial con jurisdicción en
esa localidad continuar con la investigación. (Del voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti,
Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay)
5. La ausencia, en la causa, de elementos que permitan determinar al menos prima facie el
móvil criminal de la privación ilegítima de libertad y homicidio calificado -pero que sí
señalan una comunidad de intereses entre ellos en vinculación a la manipulación de
drogas farmacéuticas- y, por otra parte, los fuertes indicios que pueden extraerse del
proceso en trámite ante la justicia federal de Campana por infracción a la ley 23.737, no
permiten descartar que aquellos delitos fueron cometidos en un contexto directamente
relacionado con el tráfico de estupefacientes, de competencia exclusiva del fuero de
excepción. (Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al dictamen del
Procurador Fiscal).
6. La intervención de la justicia de excepción cuando su jurisdicción surge ratione materiae
es improrrogable, privativa y excluyente de los tribunales provinciales, sin que el
consentimiento ni el silencio de las partes sean hábiles para derogar esos principios, y la
incompetencia de la justicia ordinaria, sobre esa base, puede promoverse en cualquier
estado del proceso. (Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al
dictamen del Procurador Fiscal)
7. Por ello, y establecida la competencia de la justicia de excepción, más allá del lugar
donde ocurrieron los homicidios y fueron hallados los cuerpos, considero que corresponde
a la justicia federal de Campana, que se encuentra ya abocada a la causa en que se
investigan infracciones a la ley 23.737, continuar con esta investigación, aunque no haya
sido parte en la contienda. Ello en razón de que estos hechos, como ya se dijo, habrían
ocurrido dentro de un mismo contexto delictivo, por lo que deben ser investigados por un
único magistrado en pro de una mayor, más efectiva y eficaz administración de justicia.
(Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador
Fiscal)
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Bs. As., 21/10/2008 “Forza, Sebastián y otros”. 19
B. Competencia, inmediación, debido proceso.
El caso: entre el Juzgado de Menores de 3ª Nominación de Córdoba y el Juzgado Civil,
Comercial y Laboral de la IV Circunscripción Judicial de la ciudad de Pasos de los Libres,
Provincia de Corrientes, se trabó un conflicto negativo de competencia, por cuanto,
iniciadas las presentes actuaciones ante los tribunales de Corrientes, los pretensos
guardadores judiciales con fines de adopción iniciaron la acción de guarda del niño, quien
se encontraba en situación de desamparo. Razones familiares y laborales llevaron a los
accionantes a mudarse junto con el incapaz y sus hijos biológicos a la localidad de
Salsipuedes, Provincia de Córdoba, otorgándoseles, el 22 de diciembre del 2006, la guarda
con miras de adopción. Seis meses después, la guardadora compareció ante el Juzgado de
Menores informando que el menor debió ser internado a raíz de una crisis de
esquizofrenia y que, por razones de seguridad física y psicofísica de todo el grupo familiar
resolvieron junto a su marido renunciar a la adopción del niño. La Suprema Corte de
Justicia de la Nación resolvió, de conformidad con lo dictaminado por la señora
Procuradora Fiscal y por el señor defensor oficial, declarar competente para conocer en las
actuaciones al Juzgado de Menores de 3ª Nominación de la ciudad de Córdoba.
1. En el sub examen, ante la existencia de la internación de larga data del menor, resulta
imperioso extremar la salvaguarda del principio de inmediatez en resguardo de los
derechos fundamentales del niño, en procura de su eficaz protección.
2. Por tratarse de un menor de edad, le asisten todos los derechos y garantías reconocidos
por Naciones Unidas en la Convención sobre los Derechos del Niño, instrumento que
posee jerarquía constitucional de acuerdo al art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional, y
en la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Ley
26.061, B.O. 26 de octubre de 2005). Entre ellos, el art. 23 de la Convención de Derechos
del Niño destaca para “el niño mental o físicamente impedido el disfrute de una vida plena
y decente en condiciones que aseguren su dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí
mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad” y reconoce su derecho a
“recibir cuidados especiales y alentando y asegurando con sujeción a los recursos
disponibles la prestación al niño que reúna las condiciones requeridas y a los responsables
de su cuidado de la asistencia que se solicite y que sea adecuada al estado del niño y a las
circunstancias de sus padres”.
3. El respeto de la regla del debido proceso debe ser observado con mayor razón en el
caso de personas sometidas a tratamientos de internación psiquiátrica coactiva debido al
estado de vulnerabilidad, fragilidad, impotencia y abandono en el que se encuentran
frecuentemente estas personas. 20
4. El juez del lugar donde se encuentra el centro de internación es quien debe adoptar las
medidas urgentes necesarias para dar legalidad y controlar las condiciones en que el
tratamiento de internación se desarrolla. Sin perjuicio de ello, mientras se dirime la
cuestión de competencia, el tribunal que esté conociendo en el caso -aún si resolviere
inhibirse- debe seguir interviniendo en la causa a fin de no dejar a la persona en un estado
de desamparo.
5. Corresponde al juez de la jurisdicción territorial donde se encuentran residiendo
efectivamente los menores conocer en las actuaciones sobre protección de personas (art.
235 del Código Procesal y Comercial de la Nación, y art. 90, inc. 6, del Código Civil) ya que
la eficiencia de la actividad tutelar, torna aconsejable una mayor inmediación del juez de la
causa con la situación de éstos.
CSJN, 28/05/2008. “G., O. H. y A. S. B. v. S., M. E.”.
C. Competencia originaria, exclusiva y excluyente.
El caso: El querellante particular interpone recurso de apelación en contra de la sentencia
del Juez de Control que resolvió sobreseer totalmente a las imputadas por supuestas
coautoras de los delitos de turbación de la posesión y hurto simple (arts. 181 incs. 2 y 3,
162 y 55 del CP) que se les atribuye por no haber existido ilícito penal alguno en virtud de
lo prescripto por el art. 350 inc. 1, primer supuesto, del CPP. La Cámara resolvió no
avocarse al conocimiento de la presente causa.
1. Esta cámara de acusación sostuvo en reciente precedente (Auto Nº 107 de fecha
26/06/07 in re “Denuncia formulada por Mariela Victoria Ramallo – Conflicto de
competencia”) que, en virtud del principio del Juez Natural (art. 18 de la CN) y del
ordenamiento vigente en consonancia con aquél (art. 43, 45 y 50 del CPP), ni de la
inhibición del fiscal de instrucción al que originariamente le corresponde intervenir en
razón del territorio, ni de las consecuencias que de ello se deriven, puede devenir
constitucional o procesalmente consecuente el desplazamiento de la competencia
territorial que le corresponda en forma originaria, exclusiva y excluyente al juez de control
respectivo.
2. Tal criterio es aplicable a la presente causa en la que, por aplicación de las reglas de
competencia referidas supra en el punto “II” de estos Considerandos, las apelaciones
interpuestas han sido ya resueltas por la Cámara del Crimen de Villa Dolores, competente
para las apelaciones de la 7ª Circunscripción Judicial. La contingencia de que se hayan
inhibido los dos únicos fiscales de instrucción de esa circunscripción y que, por ello, la
Fiscalía General de la Provincia haya designado para intervenir en la causa a un fiscal de
otra región, no provoca la pérdida de competencia del juez de 21
control y la cámara de acusación a los que originariamente les corresponde intervenir por
razón del lugar en donde ocurrió el hecho.
3. Afirmar lo contrario implicaría que también quedase desplazada la competencia de la
cámara del crimen que –eventualmente- debería realizar el juicio y, entonces, si
finalmente se diera la potencial circunstancia de que el hecho investigado en esta causa
llegue a juicio, éste tendría que ser realizado por alguna de las cámaras del crimen de la
ciudad de Córdoba por la exclusiva razón de que el Fiscal General designó para continuar
interviniendo a una fiscalía de la 1ª Circunscripción. En tal supuesto, la Cámara del Crimen
de Cruz del Eje no realizaría el juicio sólo porque los dos fiscales de instrucción de la 7ª
Circunscripción se inhibieron, lo que sería un absurdo, dado que la jurisdicción –como
potestad para actuar en concreto la ley- le es otorgada tanto a la cámara del crimen, como
al tribunal que debe intervenir como cámara de apelación de lo resuelto por el juez de
control, no sólo por la Constitución Provincial, sino también por el Código Procesal Penal y
el acuerdo reglamentario mencionado.
4. Asimismo -y sin perjuicio de que lo expuesto es razón suficiente per se para que esta
Cámara de Acusación no se avoque al conocimiento de la presente causa-, las razones
tenidas en cuenta por el Tribunal Superior de Justicia en el punto IV –2º párrafo- del
acuerdo referido, que procuran disminuir en la mayor medida posible la afectación de la
defensa del imputado y las dificultades de traslado de las partes, encuentran abono en la
postura aquí sostenida. Debe tenerse en cuenta que tanto los imputados cuanto la parte
querellante particular han debido seguir el derrotero de esta causa por cuatro ciudades
diferentes (Cruz del Eje, Cosquín, Villa Dolores, Villa Carlos Paz), con las consiguientes
complicaciones que ello acarrea (traslados, fijación de domicilio legal, etc.) a lo que, si la
causa quedase radicada en esta ciudad, deberían sumar una nueva (ubicada a más de 170
Km. del lugar del hecho). Por lo tanto, la correcta administración del servicio de justicia
indica que continúe interviniendo en estas actuaciones con funciones de cámara de
acusación la Cámara del Crimen de Villa Dolores, como ya lo ha hecho en etapas anteriores
de este mismo proceso.
Cám. Acusación Cba., A. 190 del 19/09/2007. Trib. de origen: Juzg. de Control, Menores y
Faltas de Carlos Paz “Aveta, Susana Mabel y otra p.ss.aa. Turbación de la posesión”.
D. Prórroga de competencia
El caso: Un Juzgado Nacional en lo Comercial y la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales
de Bs. As., discreparon respecto a quién resultaba competente para entender en una
acción de cobro de sumas de dinero 22
promovida por el vendedor contra su agente corredor. Tal conflicto de competencia debió
ser dirimido por la CSJN al no existir un superior común a ambos órganos en conflicto
conforme a lo dispuesto en el decreto ley 1285/58, texto según ley 21.708. La CSJN declaró
la competencia del primero en razón de la materia y el territorio.
1. El juez natural para intervenir en los conflictos entre particulares es el Poder Judicial de
la Nación. Sin embargo, la legislación nacional ha admitido que los justiciables sometan la
solución de sus diferendos a árbitros o amigables componedores y ha dado virtualidad a
tales decisiones para, ulteriormente, solicitar su ejecución o cumplimiento ante los
órganos de justicia.
2. La prórroga de jurisdicción, debe surgir del contrato que relacione a las partes en litigio
y ello requiere una manifestación concreta, clara y expresa del consentimiento de las
partes en favor del arbitraje.
3. Si bien el corredor ha intervenido en la celebración de los contratos de compraventa en
calidad de representante de la actora, la cláusula compromisoria, contenida en los boletos
de compraventa, claramente está referida a la intervención del órgano arbitral para la
solución de diferendos que surjan entre vendedor y comprador, pero no entre el corredor
y su comitente enajenante.
4. Cualquiera sea la figura jurídica que relacione a las partes de la acción, cuenta corriente
mercantil, cuenta de gestión simple, la del mandato o gestión de corretaje o comisión, lo
que es indudablemente cierto es que la cláusula compromisoria inserta en el contrato,
sólo obliga a las partes que realizan la compraventa de cereales, pero no puede
relacionarse con la relación jurídica particular establecida entre el vendedor y su
mandatario, gestor, comisionista o corredor.
Corte Suprema de Justicia de la Nación, causa n° 1651. XXXIX.- 11/05/2004 “Basf Argentina
S.A. c. Papdevielle Key y Cía. S.A. s. Competencia”.
E. Competencia, fuero de atracción
El caso: Se plantea un conflicto negativo de competencia entre el Juzgado en lo Civil,
Comercial, Conciliación y Familia de 2ª Nominación de la Sexta Circunscripción Judicial con
sede en la ciudad de Villa Dolores, y el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial
de 34º Nominación de esta ciudad de Córdoba, con relación a la determinación del
tribunal que debe seguir entendiendo en una acción de filiación, siendo que existe un
juicio sucesorio respecto del sindicado como progenitor. El T.S.J. declaró que debe
entender el Juzgado en lo Civil y Comercial de 34º Nominación de esta Ciudad, donde se
tramita el juicio sucesorio. 23
1. El objetivo que persigue el art. 3284 del Código Civil al establecer en materia sucesoria
el fuero de atracción, es la concentración en un mismo magistrado que entiende en el
principal de todos los juicios seguidos contra los causantes, dada la conveniencia de que
un mismo juez intervenga en todas las cuestiones que puedan afectar la universalidad del
patrimonio. A la luz de este cardinal, es dable destacar que se trata de un instituto de
orden público, ya que contempla no sólo el interés particular sino también el interés
general para la mayoría y más rápida administración de justicia
2. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido que las acciones de estado de
familia, de las que resulte o pueda derivar una pretensión de reconocimiento de un
llamado a la herencia –entre las que se hallan comprendidas las acciones de filiación-
están sometidas al fuero de atracción de la sucesión por estar alcanzadas por las
disposiciones del inc. 1 del art. 3284 citado, en cuanto dispone que deben tramitar ante el
juez del sucesorio las demandas concernientes a los bienes hereditarios, hasta la partición
inclusive, cuando son interpuestas por alguno de los sucesores universales contra sus
coherederos. Ello así, pues justamente la acción de filiación tiene por objeto determinar el
estado filial de una persona y consecuentemente, la vocación hereditaria de ésta respecto
de la sucesión.
3. Nuestra doctrina y jurisprudencia, en forma casi unánime, reconocen que quien
peticiona la herencia, en última instancia lo que discute es la entrega de parte o de todos
los bienes hereditarios, y en consecuencia, sea o no reconocido heredero, atento lo que
surge del inc. 1, no puede discutirse que debe someterse tal reclamo al juez del sucesorio,
sea por la vía del juicio de petición en sí o por el de filiación, que en cierto modo la
comprende.
4. Las acciones de estado o de familia de las que resulte o pueda derivar una pretensión
del reconocimiento de un llamado a la herencia –entre las que se hallan comprendidas las
acciones de filiación– están sometidas al fuero de atracción de la sucesión, por estar
alcanzadas por las disposiciones del inc. 1 del art. 3284 del Código Civil.
Tribunal Superior de Justicia, Cba., Auto Interlocutorio nº 21 del 14/04/2008, "G. B. A. c/
Suc. J. M. C. – Filiación - Cuestión de competencia". 24
2. Organización Judicial.
2.1. Organización judicial.
En nuestro país, las provincias conservan todo el poder no delegado al gobierno federal y,
por consiguiente, administran justicia conformando la denominada jurisdicción ordinaria,
por oposición a la federal, conocida como de excepción.
Toda organización judicial responde a las siguientes reglas:
a) Normatividad: Sólo es posible concebir una organización judicial desde el punto de vista
normativo. La organización del Poder Judicial se halla instrumentada por reglas de
naturaleza procesal que integran el orden público.
b) Jerarquía: Existe una relación de subordinación manifestada en un grado de
dependencia del juez inferior al juez superior, en lo atinente al aspecto funcional (control
de legalidad y de legitimidad), que resulta delimitado por las normas adjetivas.
c) Sedentariedad: El tribunal tiene su asiento en un determinado lugar geográfico. Existen
sedes en que funciona el poder judicial y cada una tiene su ámbito espacial en que habrá
de administrar justicia.
d) Permanente: Se estructura sobre la base del criterio funcional, independientemente del
sujeto que tiene a su cargo prestarla, lo cual resulta contingente.
En la provincia de Córdoba, la organización judicial se estructura basándose en el siguiente
esquema: Tribunal Superior, Cámaras de Apelación, Cámaras de juicio, Jueces de primera
instancia, Jueces penales, de familia y conciliación, Jueces de paz y otros funcionarios
judiciales y auxiliares de la justicia.
Tribunal Superior de Justicia: es la cabeza del Poder Judicial, está estructurado en forma
colegiada con siete miembros y tiene una competencia limitada y acotada material y
funcionalmente. Su competencia ya fue explicitada en el punto 4.3. al cual me remito. 25
Además de ello, tiene funciones de control y vigilancia de los demás miembros del Poder
judicial, conocidas como funciones de superintendencia y, por último, su presidente ejerce
la representación del Poder Judicial.
Cámaras de apelación: órganos colegiados que tienen competencia para conocer de los
recursos que se interpongan contra las resoluciones de los jueces letrados de primera
instancia por lo que constituye un tribunal de segunda instancia. Además conoce de las
recusaciones de sus propios miembros, con exclusión del recusado, y entiende en la
recusación con causa de los jueces de primera instancia y de los funcionarios del
Ministerio Público. Por último, conoce de los recursos de retardada justicia contra los
jueces. Funcionan principalmente en casos de procedimientos escritos.
Cámaras de juicio: Son las Cámaras del crimen, de familia y del trabajo. Son órganos
colegiados que tienen por fin decidir sobre la pretensión esgrimida y dictar sentencia.
Las Cámaras del crimen son aquellas ante las que se lleva a cabo el juicio plenario que
habrá de resolver sobre si existe certeza de que el acusado es penalmente responsable del
delito que se le atribuye y eventualmente imponerle una pena. Pueden funcionar a través
de salas unipersonales (art. 34 C.P.P.).
Las Cámaras de familia intervienen en el juicio oral de instancia única para el denominado
juicio común y actúa únicamente a través de un tribunal colegiado.
La Cámara del trabajo constituye el órgano de sentencia que actúa luego que el juez de
conciliación concluye con la instrucción de la causa. Se encuentra autorizada para actuar
de manera unipersonal y también conoce y resuelve las apelaciones deducidas en contra
de las resoluciones dictadas por los jueces de conciliación.
Jueces de primera instancia: son el primer escalón en la justicia, conocen el objeto
litigioso en toda su extensión, convocan a las partes, dirigen el proceso, reciben las
pruebas y deciden sobre las pretensiones hechas vales en juicio por ellas.
Jueces penales, de familia y de conciliación: el juez de instrucción lleva adelante la
investigación penal preparatoria cuando el imputado goce de privilegios constitucionales,
juzga como tribunal de única instancia en los casos del juicio abreviado previsto en el
artículo 356 del C.P.P., ejerce control jurisdiccional y resuelve las oposiciones planteadas
por el imputado o su defensa en contra de las resoluciones del Fiscal de Instrucción como
juez de garantías. 26
El juez de familia puede intervenir como juez instructor o como tribunal de sentencia. En el
primer caso lo hace en cuestiones que deben tramitarse como juicio común, tales como
divorcio, adopción o filiación. Como tribunal de sentencia actúa en juicios especiales como
medidas cautelares, guarda, tenencia o cuota alimentaria.
Los jueces de conciliación actúan como jueces instructores en el caso de los procesos de
conocimientos y son jueces de sentencia para las cuestiones incidentales. En el primer
caso, conocen de las actuaciones que se practiquen para entablar y contestar la demanda
y operan la conciliación previa propia del proceso laboral. Además, cuentan con
atribuciones para resolver las cuestiones incidentales, el despacho de las medidas
precautorias y en la ejecución de sentencia.
Jueces de paz: los jueces de paz son nombrados por el Poder Ejecutivo con acuerdo del
Poder Legislativo y durante el período de su ejercicio sólo pueden ser removidos por el
Tribunal Superior de Justicia si concurren las causales del artículo 154 de la Constitución
Provincial. El procedimiento ante ellos es verbal, sumarísimo, gratuito y de características
arbitrales. Ostentan una escasa competencia y actúan como delegados del Estado como
amigable componedor.
Otros funcionarios judiciales y auxiliares de la justicia: Dentro de las personas que
colaboran de manera directa con el juez se encuentra el secretario que es el jefe de
oficina, prepara el despacho, vigila a los empleados, lleva los libros reglamentarios,
entrega bienes, expedientes y documentos a las personas que la ley autorice, entre otras
funciones.
El prosecretario, que colabora de manera directa con el secretario, cumple las tareas que
éste le indique y lo reemplaza en sus funciones. Firma cédulas de notificación, citaciones,
oficios, cargos de escritos y mantiene actualizados los ficheros de jurisprudencia.
También integran la organización judicial los oficiales de justicia que ejecutan
mandamientos de embargo, secuestro o desalojo. Los notificadotes y ujieres, que
practican las notificaciones dentro y fuera del radio respectivo y demás oficinas
administrativas que colaboran con la justicia, como la Dirección de Superintendencia, la
Dirección de Administración o la Dirección de Servicios Judiciales. 27
2.2. El juez o tribunal.
Definición
El juez o tribunal es uno de los sujetos esenciales en el proceso, sin el juez no puede haber
un proceso propiamente dicho. Cumple la función jurisdiccional del Estado y se encuentra
compuesto por un juez o un conjunto impar de jueces.
El tribunal tiene a su cargo la administración de justicia y concurre con los otros órganos
del Estado al cumplimiento integral de la función judicial. Es un presupuesto procesal
esencial, que tiene la potestad de juzgar y cumple la función realizadora del derecho.
Los poderes otorgados al juez son los de dirección formal y material del proceso,
disciplinarios y ordenatorios, de iniciativa probatoria y de decisión. Su deber fundamental
consiste en administrar justicia legalmente, no pudiendo dejar de juzgar bajo pretexto de
silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes.
Caracteres
a) Público: el tribunal es un órgano público creado para la administración de justicia. Su
representación física es un magistrado o funcionario del Estado.
b) Permanente: en virtud del artículo 18 de la C.N. el tribunal reviste el carácter de
permanente, prohibiéndose la constitución de comisiones especiales designadas para
resolver jurisdiccionalmente un caso determinado. Los jueces no son permanentes sino
inamovibles en el cargo salvo renuncia, fallecimiento, jubilación o remoción.
c) Sedentario: no existen los tribunales ambulantes. Cada uno desempeña sus funciones
en un ámbito territorial determinado establecido como sede.
d) Letrado: el juez debe tener título de abogado, además de otros requisitos que la
Constitución establece. Los jueces de paz no necesitan ser abogados.
e) Normativo: Solamente la ley puede crear, modificar o extinguir un ordenamiento
jurisdiccional. Fuera de la ley no puede haber organización judicial. 28
Poderes y atribuciones
Los poderes y facultades que se otorgan a los jueces tienen íntima vinculación con las
facultades, deberes y cargas que se conceden a las partes en el proceso civil o al imputado
en el proceso penal.
El poder característico de la función judicial es el estrictamente jurisdiccional. La
exteriorización de ésta, por excelencia, es la decisoria que se realiza por medio del dictado
de decretos, autos interlocutorios y sentencias. La sentencia es el acto jurisdiccional de
mayor trascendencia y condensa la potestad del juez de resolver en forma definitiva sobre
las pretensiones esgrimidas por las partes.
Además pueden corregir errores materiales, aclarar conceptos oscuros o suplir cualquier
omisión en que hubieren incurrido en su sentencia. Tienen facultades ordenatorias que se
ejercen a lo largo del juicio y que se manifiestan por el proveimiento que efectúan los
tribunales a las peticiones de las partes o a las necesidades en el trámite o en casos
excepcionales, oficiosamente.
También tienen facultades instructorias con el fin de facilitar su tarea tendiente a
esclarecer la verdad y ella solo puede ejercerse en la medida que no se quiebre la igualdad
de las partes.
Por último, tienen facultades disciplinarias que pueden ejercer a lo largo del trámite y que,
generalmente, se manifiestan con la imposición de multas u otras sanciones a los litigantes
que violenten las reglas de la lealtad y buena fe procesal.
Deberes y garantías:
Es deber fundamental y primario de los jueces, el de administrar justicia cada vez que tal
actividad les sea requerida en un caso concreto. Se trata de un poder-deber propio de la
jurisdicción que impone al juez pronunciarse sobre las pretensiones hechas valer en juicio.
Por otra parte, entre los deberes formales, cabe destacar que los magistrados y
funcionarios judiciales tienen el deber de prestar juramento antes de asumir sus
funciones, están obligados a concurrir a sus despachos en los horarios de atención al
público y deben resolver las causas dentro de los plazos fatales que las leyes procesales
establezcan con fundamentación lógica y legal.
En cuanto a las garantías funcionales, vale destacar la inamovilidad de sus cargos mientras
dure su buena conducta y la intangibilidad de sus remuneraciones. 29
Sistemas de designación:
Estos sistemas son variados y responden a motivaciones políticas y jurídicas, aunque todos
en mayor o menor medida, pretenden hacer del sistema elegido el más seguro para
proveer al imperativo de imparcialidad de la administración de justicia. Entre ellos su
puede distinguir a los siguientes:
a) Por elección popular: sólo podría funcionar en sociedades de gran cultura cívica para
evitar riesgos que afecten la garantía de imparcialidad necesaria.
b) Por designación del máximo tribunal: conforme a un sistema de promoción y concursos
o designación efectuada por el tribunal jerárquicamente superior.
c) Por designación efectuada por los poderes públicos: utilizando métodos que tengan en
cuenta la capacidad, idoneidad, condiciones morales y antigüedad en la función judicial o
en el ejercicio profesional.
Modos de designación en la justicia nacional:
1. Miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: designados por el Presidente
de la Nación con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión
pública convocada al efecto (art. 99, inc. 4, párr. 1, C.N.). Para ser miembro de este
máximo tribunal se requiere cumplimentar con los requisitos establecidos en el artículo
111 de la Carta Magna.
2. Jueces de tribunales inferiores: son designados por el Presidente de la Nación sobre la
base de una propuesta en terna vinculante emitida (previo concurso público) por el
Consejo de la Magistratura, mediante acuerdo del Senado. El Consejo de la Magistratura
es un órgano consagrado en la reforma constitucional como una entidad integrada de
modo de procurar equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes
de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de matrícula
nacional, como así también de personas del ámbito académico y científico (art. 114, C.N.).
Modos de designación en la justicia provincial:
Por ley nº 8802 del año 1999 se crea el Consejo de la Magistratura que asiste al Poder
Ejecutivo en la tarea de selección de los jueces y magistrados. La designación comienza
con una convocatoria pública y 30
abierta para que los aspirantes se inscriban y así accedan a la evaluación prevista
consistente en oposición escrita, oral y de antecedentes.
Sobre la base del resultado, el Consejo confecciona un orden de mérito que es remitido al
Poder Ejecutivo y que este no puede alterar.
Remoción:
La remoción implica la separación del cargo. En el ámbito nacional los jueces sólo pueden
ser separados de sus cargos mediante el procedimiento del juicio político (arts. 53, 110 y
115 C.N.) que puede iniciarse por mal desempeño o delito en el ejercicio de la función o
por crímenes comunes.
El juicio político contra un miembro de la Corte requiere de acusación de la Cámara de
diputados que debe declarar por mayoría de dos terceras partes de sus miembros que hay
lugar a la formación de causa. Efectuada la acusación, el juicio es realizado por el Senado y
se requiere para la declaración de culpabilidad el voto de dos tercios de los miembros
presentes. Su fallo tiene el efecto de destituir al acusado, quien quedará sujeto a
acusación, juicio y castigo conforme a las leyes y ante los tribunales ordinarios si fuere el
caso.
Respecto de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación, la facultad de decidir la
apertura del procedimiento y de ordenar, en su caso, la suspensión, corresponde al
Consejo de la Magistratura y el juicio se realiza por un jurado integrado por legisladores,
magistrados y abogados. Su fallo es irrecurrible.
En el ámbito de la provincia de Córdoba, los miembros del Tribunal Superior de Justicia
sólo pueden ser separados de sus cargos mediante juicio político, en tanto para los
magistrados y funcionarios del Poder Judicial y el Ministerio Público no removibles por
juicio político, la ley 7956 ha regulado un procedimiento denominado “juri de
enjuiciamiento” que tiene como único efecto la destitución del acusado. Esta ley
determina como causales de destitución las siguientes:
a) Mal desempeño;
b) Negligencia grave;
c) Desconocimiento inexcusable del derecho;
d) Supuesta comisión de delito. En el caso de delitos culposos, cuando tenga incidencia
funcional;
e) Inhabilitación física o psíquica; 31
f) Morosidad. Salvo prueba en contrario, se presumirá configurada esta causal en caso de
omisión reiterada de pronunciamiento, requerimiento, dictamen u opinión, según
correspondiere, dentro de los plazos fatales establecidos por las leyes. El Fiscal General
llevará un registro y promoverá automáticamente el procedimiento cuando se verifique la
tercera omisión o en caso de inobservancia inexcusable del término establecido en el
artículo 47 de la Constitución de la Provincia con arreglo a lo dispuesto por la ley
respectiva.
El jurado está compuesto por un vocal del Tribunal Superior de Justicia y cuatro senadores,
letrados si los hubiere, dos por la mayoría y dos por la minoría. Contra la resolución no
procederá recurso alguno, salvo el de aclaratoria que podrá interponerse dentro de las
cuarenta y ocho horas.
Inhibición y recusación
La recusación del juez es el medio por el que se exterioriza la voluntad de parte legítima
del proceso para que un juez determinado se separe de su conocimiento por sospecharse,
por algún motivo, de su imparcialidad. Es una garantía de imparcialidad y un respaldo a la
debida consideración de la magistratura.
La inhibición es el medio que permite que el juez, al concurrir alguna de las circunstancias
anteriores, se aparte espontáneamente del conocimiento de la causa.
La recusación puede realizarse con o sin causa, en este último caso, se admite como
garantía para el litigante, pues le permite ejercer ese derecho cuando existiendo una
causal legal, le resulta dificultosa o imposible la prueba de los hechos, o se pueda afectar
la dignidad de la magistratura. Atento que este recurso ha sido utilizado de manera
abusiva para entorpecer los trámites, la jurisprudencia ha limitado el recurso de la
recusación sin causa a casos excepcionales y de interpretación restrictiva.
Recusación sin causa: en el proceso civil, las partes podrán recusar sin expresión de
causa al juez, al entablar o contestar la demanda u oponer excepciones dentro de los tres
días de notificado el llamamiento de autos para definitiva o el decreto de avocamiento. A
uno de los miembros de la Cámara y del Tribunal Superior de Justicia, dentro de los tres
días de llegados los autos ante el superior, de notificado el decreto a estudio o el de
integración del tribunal.

Las partes podrán ejercer una sola vez este derecho y cuando sean varios los actores o los
demandados, únicamente uno de ellos 32
podrá hacer uso de este derecho. No procede en las cuestiones incidentales ni en la
ejecución de sentencia (art. 19 C.P.C.). Tampoco procede en los procesos concursales (art.
18, inc. 1º), en las diligencias preparatorias de los juicios, en las que tienen por objeto
asegurar el resultado del juicio, en la ejecución de diligencias comisionadas, a menos que
fuesen probatorias y en las diligencias para la ejecución de la sentencia, a no ser por
causas nacidas con posterioridad a ella (art. 24 C.P.C.).
Recusación con causa: el fundamento de este instituto se encuentra en la extensión de
la independencia del poder judicial a la persona del juez. Por razones de economía y de
seguridad jurídica, se establecen límites temporales para deducir incidente de recusación
con causa. Cuando la causa de recusación fuese anterior a la iniciación del pleito, deberá
ser propuesta en el primer escrito que se presente. Cuando fuese posterior o anterior no
conocida, se propondrá dentro de los tres días de haber llegado a conocimiento de la parte
(art. 22 C.P.C.).

El tribunal competente para entender en la recusación es el superior inmediato al


recusado: del juez de primera instancia y funcionarios del Ministerio Público, la Cámara; de
los vocales del Tribunal Superior y de la Cámara, los restantes miembros.
Causales de recusación
Si bien la jurisprudencia analiza las causales de recusación en sentido restrictivo para
evitar el uso inadecuado del instituto, el análisis debería realizarse en el sentido inverso y
otorgar a las causas de recusación un criterio amplio que atienda en principio al interés
particular de contar con un juez imparcial y que con posterioridad atienda al abuso en su
utilización. Por ello, los listados contenidos en los códigos adjetivos deberían interpretarse
con carácter enunciativo y no taxativo.
En general, las causales son similares en todas las ramas del ordenamiento por lo que sólo
consideraremos algunas de ellas y nos remitiremos al estudio de las restantes. En el C.P.C.
se encuentran previstas en el artículo 17; en el C.P.P. están reguladas en el artículo 60; en
la ley procesal del trabajo en el artículo 12
Son causales de recusación:
1. El parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad en línea recta y colateral hasta el
segundo grado.
2. Interés del juez en el pleito. 33
3. Sociedad, salvo el caso de sociedad por acciones o cooperativas.
4. Pleito pendiente.
5. Crédito o deuda.
6. Denuncia o querella. Haber sido el juez denunciante o acusador o haber sido acusado o
denunciado por la parte.
7. Prejuzgamiento. Haber anticipado el juez opinión sobre el litigio en cualquier carácter.
8. Beneficio de importancia que haya recibido el juez o sus parientes de alguno de los
litigantes.
9. Amistad o enemistad manifiesta.
10. Haber producido en el procedimiento nulidad que haya sido declarada judicialmente.
11. Haber dado lugar a la queja por retardada justicia.
2.3. El Ministerio Público Fiscal.
Definición
Es el órgano estatal encargado de hacer valer ante el órgano jurisdiccional la
representación y defensa de los intereses públicos y sociales del Estado.
En nuestro país, la Constitución de la Provincia de Córdoba (art. 171), el Ministerio Público
fue incluido como órgano perteneciente al Poder Judicial; en el orden Nacional (Art. 120)
el Ministerio Público es un órgano EXTRAPODER.
Los funcionarios que integran el Ministerio Público carecen de facultades de decisión, las
que se reservan al órgano jurisdiccional. Los ordenamientos procesales penales les
acuerdan, en diverso grado, facultades de instrucción.
En el proceso civil, los funcionarios del Ministerio Público aparecen en ocasiones como
representantes de parte y en otras desempeñando funciones de vigilancia.
El Ministerio Público se divide en Ministerio Público Fiscal y Pupilar. Dentro del primero de
ellos se encuentra el que actúa ante los tribunales penales, civiles y de familia. El pupilar se
encarga de la defensa de los incapaces y de los que se hallen en inferioridad de
condiciones. 34
Su intervención en el proceso reviste un carácter formal, no sustancial, en tanto se lo
considera un representante de la ley, no de un particular ni de la sociedad. Defiende el
interés público y por ende, su actuación es imparcial.
Su organización se asienta en el principio de unidad orgánica y su actuación; en los de
legalidad, imparcialidad, unidad de actuación y dependencia jerárquica.
a) Unidad orgánica: el Ministerio Público es único, a pesar de que para el ejercicio de sus
funciones se efectúen dentro de él una división del trabajo.
b) Legalidad: como defensor de la legalidad, su actuación es reglada y no se admite la
discrecionalidad.
c) Imparcialidad: su actuación tiene carácter objetivo y formal. Su función es hacer
prevalecer con imparcialidad la ley. De allí que puede pedir la absolución o la condena del
imputado.
d) Unidad de actuación: el dictamen o resolución de un miembro del ministerio público lo
representa a todo.
e) Subordinación jerárquica: implica que un inferior debe obedecer las órdenes de su
inmediato superior. Esta subordinación no existe en los oficios del Poder Judicial. En la
provincia de Córdoba se encuentra regulado en la ley orgánica del Ministerio Público nº
7826 que en sus artículos 11 a 13 establece las características de la subordinación
jerárquica.
En el orden penal, el Ministerio Público es el titular de la función requirente y actúa bajo
las reglas de la oficiosidad y del principio de legalidad. Cumple la función de excitar y
requerir a los jueces a fin de que se obtenga una decisión adecuada a una pretensión
jurídico-penal. Es el encargado del ejercicio de la acción penal que constituye una función
pública que forma parte de la función judicial en sentido amplio.
En el ámbito civil y comercial, el Ministerio Público Fiscal interviene en todos los procesos
que rocen al orden público y su intervención cesa cuando se encuentre desinteresado el
orden social.
En los procesos de familia, su actuación responde al interés comunitario que se proyecta
desde el estado en la tutela de ciertas instituciones que deben ser protegidas en su
realización jurisdiccional. 35
El Ministerio Público Fiscal en la provincia de Córdoba
El Ministerio Público está compuesto por un fiscal general, dos fiscales adjuntos y los
fiscales de cámara, en lo correccional, de instrucción, en lo civil y comercial, de familia, de
menores y en lo electoral.
El fiscal general tiene a su cargo la misión de fijar las políticas de persecución penal e
instruir a los fiscales inferiores sobre el cumplimiento de sus funciones.
Las funciones del Ministerio Público están explicitadas en el artículo 172 de la Constitución
Provincial y ellas son:
1. Preparar y promover la acción judicial en defensa del interés público y los derechos de
las personas.
2. Custodiar la jurisdicción y competencia de los tribunales provinciales y la normal
prestación del servicio de justicia y procurar ante aquellos la satisfacción del interés social.
3. Promover y ejercitar la acción penal pública ante los tribunales competentes, sin
perjuicio de los derechos que las leyes acuerden a los particulares.
4. Dirigir la Policía Judicial.
El artículo 10 de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal establece cuáles son sus
atribuciones, entre las que se puede destacar:
a) Interesarse en cualquier proceso judicial al sólo efecto de observar la normal prestación
del servicio, denunciando las irregularidades que observare.
b) Concurrir a los lugares de detención cuando lo estime conveniente.
c) Requerir el auxilio de las autoridades provinciales y de la fuerza pública.
d) Impartir órdenes e instrucciones generales y particulares a los integrantes de la Policía
Judicial.
e) Impartir instrucciones a los inferiores jerárquicos.
Por su parte, compete a los fiscales civiles y comerciales: 1) deducir toda acción fiscal que
interese al orden público, con excepción de los asuntos encomendados a otros
funcionarios; si el proceso ya se hubiese iniciado y se encontrare comprometido el orden
público, se corre vista al Fiscal a los fines que se expida mediante dictamen. Así, cuando se
solicita el beneficio de litigar sin gastos, se corre vista al fiscal en protección de los
intereses del 36
fisco y de otros organismos (caja de abogados) y 2) intervenir en los conflictos de
competencia, en los juicios concursales, en los procesos sucesorios, actos de jurisdicción
voluntaria, en lo relativo al estado civil de las personas cuando no le corresponda
intervenir al Fiscal de Familia.
En lo que corresponde al ministerio pupilar, el constituyente local ha hecho caso omiso a
su referencia por lo que ha sido la ley 7982, conocida como de Asistencia Jurídica Gratuita,
la que ha salvado el olvido del legislador. Así, se instituyen Asesores Letrados en lo civil y
comercial, penal, de familia, de menores y de trabajo.
Los asesores letrados en lo penal defienden a los imputados que no hayan designado
abogado, representan y defienden los intereses de los imputados no individualizados y
también pueden intervenir como querellante particular cuando la víctima careciere de
recursos.
Los asesores letrados en lo civil y comercial, representan en juicio a los incapaces en
cuanto interese a su persona y sus bienes, ejerce la representación y defensa en juicio de
los que hubiesen sido declarados rebeldes, en los casos que el código determine, defiende
a los pobres o carenciados en los términos de la ley de Asistencia Jurídica Gratuita, lo que
importa que brindará asesoramiento jurídico, dará consejos y esgrimirá la defensa técnica
que a su juicio requiera la causa. Presentará escritos, ofrecerá prueba, etc. Cuenta con las
mismas atribuciones y sujeciones que las partes, con la salvedad de que al Ministerio
Pupilar no se le impondrán costas por las actuaciones que promueva o por los recursos
que entable en cumplimiento de sus funciones (art. 137 C.P.C.).
En el fuero de familia, pueden ejercer el patrocinio de la parte que por razones de pobreza
no puede contratar abogado, requiriéndose para ello un trámite sumario de conocimiento.
También cumple una función específica y conciliadora de las partes en una etapa
prejurisdiccional que en algunos casos es obligatoria.
En el fuero del trabajo, también cumple funciones específicas como “procurador del
trabajo” y actúa en defensa o patrocinio de la parte obrera.
Ministerio Público Nacional
El artículo 120 de la Constitución Nacional instituye: “el Ministerio Público es un órgano
independiente con autonomía funcional y autarquía financiera, que tiene por función
promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad, de los intereses generales
de la sociedad, en coordinación con las demás autoridades de la República. 37
Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la Nación y
los demás miembros que la ley establece. Sus miembros gozan de inmunidades funcionales
e intangibilidad de remuneraciones”.
En el orden nacional, el Ministerio Público comprende tanto al fiscal como al pupilar, no
forma parte del Poder Judicial, ni se encuentra subordinado al Ejecutivo. Se trata de un
órgano extrapoder de característica bicéfalo porque por una parte está el procurador
general de la Nación y por otra el defensor general de la Nación.
Funciones de los integrantes del Ministerio Público Fiscal:
a) Promueve la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y de los intereses
generales de la sociedad.
b) Representa y defiende el interés público en todas las causas y asuntos que conforme a
la ley se requiera.
c) Promueve y ejerce la acción pública en las causas criminales y correccionales, salvo
cuando fuese necesario instancia o requerimiento de parte.
d) Promueve la acción civil en los casos previstos por la ley.
e) Interviene en los procesos de nulidad de matrimonio y divorcio, filiación, venias
supletorias, declaraciones de pobreza.
f) Vela por la observancia de la Constitución Nacional, las leyes de la República y por el
efectivo cumplimiento del debido proceso legal.
g) Vela por la defensa de los derechos humanos en los establecimientos carcelarios,
judiciales, de policía y de internación psiquiátrica.
Deberes y atribuciones del defensor general de la Nación:
Es la cabeza del Ministerio Público de la Defensa y tiene las siguientes atribuciones:
a) Ejerce ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, las facultades del Ministerio
Público de la Defensa.
b) Delega sus funciones en los defensores oficiales ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación.
c) Imparte instrucciones generales o particulares a los integrantes del Ministerio Público
de la Defensa para la adopción de todas las 38
medidas necesarias y conducentes al ejercicio de las funciones y atribuciones que las leyes
le confieren.
d) Promueve y ejecuta políticas para facilitar el acceso a la justicia de los sectores
discriminados.
e) Asegura la debida asistencia de cada una de las partes con intereses contrapuestos,
designando diversos defensores cuando así lo exija la naturaleza de las pretensiones de las
partes.
Pueden distinguirse en la función, los defensores públicos de Menores e Incapaces y los
defensores públicos oficiales.
Los defensores públicos de Menores e Incapaces aseguran en las instancias y fueros en
que actúen, la representación promiscua del artículo 59 C.C., por consiguiente, entablan
en defensa de los menores e incapaces las acciones y recursos pertinentes, ya sea en
forma autónoma o junto con sus representantes necesarios, v.gr. padres, tutores o
curadores.
Los defensores públicos oficiales tienen como función la de proveer lo necesario para la
defensa de la persona y los derechos de los justiciables en las causas penales y en otros
fueros cuando aquellos fueren pobres o estuvieren ausentes.
Hipótesis Práctica.
A. Independencia del Poder Judicial, intangibilidad de remuneraciones.
El caso: la demanda interpuso recurso contra la decisión de la Cámara Federal de
Apelaciones de la Seguridad Social que hizo lugar a la acción de amparo entablada por un
magistrado de San Juan persiguiendo la no a aplicación del impuesto a las ganancias en los
haberes jubilatorios del accionante. La CSJN, integrada por conjueces y por mayoría,
confirmó la sentencia recurrida. La decisión se fundó en el principio constitucional de la
intangibilidad de las remuneraciones de los jueces, en su vigencia en el ámbito de la
justicia provincial y su aplicación a los magistrados que se encuentran en situación de
retiro. Así, el Máximo Tribunal ratificó su postura histórica de que las remuneraciones de
los jueces federales no pueden ser rebajadas por ningún concepto.
1. La vigencia del principio de intangibilidad no podría ser desconocida en el ámbito
provincial según lo estableció la Corte en Fallos: 311:460 y 316:2747. En concordancia con
ello, la ley del impuesto a las ganancias eximía de tal tributo tanto a los magistrados
nacionales como a los de provincia -así como los haberes jubilatorios y pensiones
correspondientes a 39
dichas funciones- colocando a unos y otros jueces en un pie de igualdad (Artículo 20, incs.
p y r de la Ley Nº 20.628, t.o. en 1986 y sus modificaciones). Del mismo modo, cuando la
Ley Nº 24.631 - Artículo 1 inc. a- derogó tales normas exentivas, lo hizo sin distinguir entre
la situación de la judicatura nacional y las provinciales. Establecida por la jurisprudencia
del Tribunal la invalidez de la referida derogación, por resultar ésta incompatible con el
principio instituido por el Artículo 110 de la Constitución Nacional, y como tal principio no
puede ser desconocido en los ámbitos provinciales, debe afirmarse que esa derogación,
inaplicable respecto de los integrantes del Poder Judicial de la Nación, también lo es con
relación a las judicaturas de las provincias. En efecto, los jueces locales son, como los
nacionales y federales, jueces de la Constitución, motivo por el cual cumplen, como los
demás, idéntico ministerio y, por lo tanto, se hallan sujetos a parejas responsabilidades y
deberes, y han de contar, a tal efecto, con similares garantías.
2. No se opone a lo concluido el Artículo 200 de la Constitución de San Juan, en cuanto
prescribe que las retribuciones de los magistrados y representantes del Ministerio Público
de la provincia “serán establecidas por ley y no pueden ser disminuidas con descuentos
que no sean los que aquélla dispusiera con fines de previsión o de carácter general”, pues,
obviamente, de acuerdo con su texto literal, dicha norma sólo se refiere a disminuciones
que pudieran efectuar las propias leyes locales. Sin abrir opinión sobre la validez que ello
tendría, si ocurriese, cabe observar que la parte recurrente no ha planteado a lo largo del
pleito -ni en su recurso extraordinario- la posibilidad de que tal limitación pudiera dar
fundamento a aplicar válidamente a los magistrados locales -ni a los jubilados como tales-
un impuesto establecido por una ley federal.
3. La independencia del Poder Judicial obliga a concluir que la intangibilidad de los
emolumentos de los magistrados es extensible al haber de los jueces jubilados, desde que
la posible disminución de los derechos previsionales generaría intranquilidad en el
ejercicio funcional o presión para motivar el abandono de sus cargos de quienes, con ese
grado de incertidumbre, tuvieran que administrar justicia (Voto de los conjueces Dres.
Juan Carlos Poclava Lafuente y Jorge Ferro).
4. El monto del haber que le corresponde a un juez jubilado forma parte de la expectativa
de todo magistrado en actividad, quien ya sea por un hecho fortuito (incapacidad
sobreviniente) o por el transcurso del tiempo (cumplimiento de la edad requerida para el
retiro o jubilación), cuenta con tal régimen y haber para el ejercicio independiente y
sereno de su función, que es precisamente lo que persigue la garantía constitucional de
incolumidad de las remuneraciones. Tal garantía no se vería salvaguardada si los
magistrados viesen frustrada su expectativa a obtener en el futuro una jubilación que les
permita mantener similar nivel de vida al que tienen 40
en actividad. (Voto de los conjueces Dres. Juan Carlos Poclava Lafuente y Jorge Ferro).
5. La protección que el legislador ha dispensado al régimen de jubilaciones de los
magistrados no se sustenta en bases discriminatorias o de privilegio, sino en principios que
preservan las instituciones republicanas, con la finalidad de asegurar la independencia
funcional de los jueces. Ello para evitar que los otros poderes del Estado –administrativo o
legislativo - dominen su voluntad con la amenaza de reducir su salario, de hacerlos cesar
en sus cargos o de jubilarlos, y que esa situación favorezca un ámbito proclive a
componendas contrarias a la independencia de criterio necesaria para la función
jurisdiccional (Voto del conjuez Dr. Don Alberto Manuel García Lema).
6. La preservación de la intangibilidad de las remuneraciones como garantía de
funcionamiento del sistema judicial no debe encontrarse hoy eludiendo el pago del
Impuesto a las Ganancias sino: a) asegurando una participación presupuestaria adecuada
del Poder Judicial en el presupuesto general; b) defendiendo la autarquía judicial; c)
garantizando mecanismos que permitan dar sustentabilidad en el tiempo al poder
adquisitivo de las remuneraciones de los magistrados a partir de criterios objetivos, ajenos
a la injerencia de otros poderes (éste y no otro es el sentido de la reivindicación de la
cláusula constitucional federal norteamericana que prevé la movilidad de la retribución de
los jueces según la autorizada opinión de Alexander Hamilton en El Federalista, LXXIX); y,
d) permitiendo que, llegado el caso, por vía judicial se corrijan aquellas situaciones que
generen un “ostensible deterioro temporalmente dilatado” en las remuneraciones de los
magistrados (Del voto en disidencia del conjuez Horacio Daniel Rosatti).
7. El Artículo 110 no puede ser interpretado como una norma especial o de excepción con
relación al principio del Artículo 16, estando los jueces obligados a pagar todos aquellos
impuestos que, por su carácter general, no expresen un ánimo hostil o persecutorio contra
su noble actividad (Del voto en disidencia del conjuez Horacio Daniel Rosatti).
8. La independencia del Poder Judicial, inserta en las entrañas del sistema republicano de
gobierno, sin la cual éste no sobrevive, lo es frente a los poderes políticos y en el esquema
constitucional vigente requiere su respeto en tres momentos trascendentes: en la
designación de los magistrados (independencia selectiva); en su desempeño y
funcionamiento (independencia de ejercicio o funcional) y en su remoción (independencia
sancionatoria), no se encuentra perjudicada, toda vez que, por lo antes expuesto, con el
pago de sus impuestos al igual que el resto de la población no se afecta institucional ni
individualmente a los jueces (Del voto en disidencia del conjuez Héctor Oscar Méndez). 41
9. No ha de verse en la garantía de intangibilidad del Artículo 110 de la Constitución
Nacional una excepción o limitación a la de igualdad consagrada por el Artículo 16, sino
que por el contrario ambas disposiciones deben ser interpretadas en forma armónica y de
acuerdo al contenido de las demás, cuidando que la inteligencia de sus cláusulas no altere
el equilibro del conjunto (Fallos: 296:432; 324:3219 cit.), ni su finalidad. Bajo esas reglas de
hermenéutica, no es prudente asignar -como se lo hizo en las instancias inferiores- a la
garantía que consagra la intangibilidad de las remuneraciones de los magistrados, una
extensión tal que desconozca las facultades que los Artículos 4, 17 y 75 inc. 2 de la Ley
Fundamental confieren al Congreso de la Nación, para hacer imponer con carácter general
y no discriminatorio contribuciones equitativas y proporcionales a la población (Del voto
en disidencia del conjuez Héctor Oscar Méndez).
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte. G. 196. XXXV 11/04/2006 Trib. de origen:
Cám. Fed. Seg. Social – Sala I “Gutiérrez, Oscar Eduardo c. ANSeS”.
B. Remoción de jueces
El caso: contra la decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de la Nación que
rechazó el planteo de nulidad del dictamen de la Comisión de Acusación y de la acusación
formulada por el Consejo de la Magistratura al juez de la Cámara Federal de Apelaciones
de Salta, este magistrado dedujo el recurso extraordinario cuya denegación dio origen a la
queja pertinente. Que para decidir del modo indicado, el Jurado de Enjuiciamiento
consideró que el alcance del término “renuncia” a la que se refiere el art. 5° del
“Reglamento Procesal” de dicho Cuerpo debe ser interpretado como renuncia aceptada
por el órgano competente. El juez recurrente centró sus agravios en la consideración de
que, a su juicio, la renuncia presentada implica la conclusión de la atribución constitucional
y legal del jurado de Enjuiciamiento, pues dicho acto pone fin al interés público de
examinar las cuestiones que el Consejo de la Magistratura propuso al Jurado, en tanto la
necesidad de alejarlo de la función jurisdiccional ya se cumplió, único efecto que produce
una decisión condenatoria del Cuerpo cuya decisión aquí se recurre. La CSJN admitió la
queja y suspendió el procedimiento de remoción.
1. La Convención Nacional Constituyente de 1994 modificó el procedimiento de remoción
de los magistrados judiciales prevista en el texto constitucional de 1853/1860, en cuanto,
el nuevo art. 115, dispone que los jueces inferiores de la Nación serán removidos por las
causales expresadas en el art. 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por
legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal y expresamente aclara que su
fallo, que será irrecurrible, no tendrá más efectos que destituir al acusado. Pero la parte
condenada quedará no 42
obstante sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales
ordinarios. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).
2. Desde la última reforma constitucional existen dos procedimientos para remover a los
jueces, según se trate de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación o de
los tribunales inferiores, con algunas características comunes y otras claramente
diferentes. Entre las primeras, las causales de remoción -previstas en el art. 53-, entre las
segundas, pueden mencionarse el procedimiento, el órgano encargado de llevarlo
adelante y los efectos de la decisión. Sobre este último aspecto, vale la pena destacar que,
mientras el fallo del Senado tiene por efectos destituir al acusado y aun declararle incapaz
de ocupar ningún empleo de honor, de confianza o a sueldo de la Nación (art. 60), la única
consecuencia de lo decidido por el jurado de enjuiciamiento es separar al magistrado de su
cargo, tal como indica el art. 115 CN. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).
3. El proceso de remoción se trata de un juicio de responsabilidad política con sujeción a
las reglas del debido proceso legal, lo que equivale a decir que en lo sustancial el juicio es
político, pero en lo formal se trata de un proceso orientado a administrar justicia, es decir,
a dar a cada uno su derecho, sea a la acusación en cuanto le asista el de obtener la
remoción del magistrado, sea a éste, en cuanto le asista el de permanecer en sus
funciones. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).
4. En el régimen constitucional argentino, el propósito del juicio político no es el castigo
del funcionario, sino la mera separación del magistrado para la protección de los intereses
públicos contra el riesgo u ofensa, derivados del abuso del poder oficial, descuido del
deber o conducta incompatible con la dignidad del cargo. De tal manera que se lo
denomina “juicio político” porque no es un juicio penal, sino de responsabilidad, dirigido a
aquellos ciudadanos investidos con la alta misión del gobierno, en su más cabal expresión.
(Del dictamen del Procurador General de la Nación).
5. El art. 9 bis del Reglamento para la Justicia Nacional (texto agregado por acordada del
29/12/62) establece que los magistrados presentarán la renuncia a su cargo directamente
ante el Poder Ejecutivo, debiendo dar cuenta de dicha presentación -en su caso- a la Corte
Suprema, por intermedio de la cámara respectiva. Hasta tanto la renuncia no les sea
formalmente aceptada, estarán sujetos a las disposiciones legales y reglamentarias
concernientes a la función judicial y, en particular, a las que se refieran a la
incompatibilidad con toda actividad política y al desempeño de cargos dependientes de
uno de los poderes políticos, salvo los autorizados expresamente por el reglamento. (Del
dictamen del Procurador General de la Nación). 43
6. Para que el procedimiento del juicio político se ponga en movimiento es indispensable
que él se refiera y aplique a uno de los funcionarios enumerados por el art. 45 de la
Constitución y que se encuentre actualmente en el desempeño y posesión de la función
pública. Y se comprende esta última exigencia, porque si el efecto de la sentencia del
Senado es simplemente el de destituir al acusado, no se ve cómo ésta podría realizarse
respecto de un funcionario que ha dejado de serlo por terminación de su mandato, por
renuncia presentada antes de iniciado el procedimiento del juicio político o por
derrocamiento generado en una revolución triunfante. (Del dictamen del Procurador
General de la Nación).
7. No existiría utilidad práctica ni razón doctrinaria que justifique el procedimiento de
remoción respecto de quien no tiene el ejercicio de la función, ni puede por consiguiente
ser destituido de ella, circunstancia que, por cierto, no impide que el magistrado quede
sujeto a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios, tal
como expresamente dispone el tantas veces citado art. 115 de la Ley Fundamental. La
renuncia presentada por un juez produce que, en cierta medida, el proceso de remoción
carezca de sentido, pues con la voluntad de aquél de alejarse de su cargo el propósito del
instituto estaría cumplido y no existirían obstáculos para una investigación judicial para
determinar la existencia de delitos. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).
8. La renuncia es un derecho ínsito previsto en el nombramiento, como lógica
consecuencia de la relación de empleo, pues si así no fuera, el magistrado aparecería
compelido a continuar en la función pública contra su voluntad, lo que implicaría un
agravio a su esfera de libertad, sin que el ordenamiento positivo condicione o limite de
algún modo el ejercicio de tal derecho. El hecho que el art. 9° bis del Reglamento para la
Justicia Nacional establezca que mientras la renuncia no sea formalmente aceptada, el
juez estará sujeto a las disposiciones legales y reglamentarias a la función judicial, dicha
norma -y los efectos de la falta de aceptación de la renuncia presentada- no se proyecta al
proceso de enjuiciamiento de magistrados, porque, además de que este instituto se rige
por normas propias, ya estaría cumplida su finalidad con la voluntad de dimitir expresada
por aquél. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).
9. La renuncia implica no sólo una manifestación de voluntad, sino también la petición de
una decisión dirigida a quien deba decidir sobre la suerte de la misma, mediante la forma
expresa de su aceptación o rechazo. El silencio en la resolución de la solicitud, bien puede
dar pábulo a una fundada crítica con base en que esa indiferencia al requirente afecta la
garantía constitucional que emana del art. 14 de la Constitución Nacional de peticionar a
las autoridades. El derecho de petición no se agota con el hecho de que el ciudadano
pueda pedir, sino que exige una respuesta. Frente al derecho de petición se encuentra la
obligación de responder. 44
10. La necesidad de una respuesta concreta y en tiempo prudente respecto de la renuncia
de un magistrado, encuentra su fundamento en un criterio de certeza jurídica, pues
sembrar la incertidumbre o alentar la indefinición no es atributo que competa el ejercicio
racional de facultades o atribuciones de ninguno de los poderes del Estado.
11. La decisión del Poder Ejecutivo, se vislumbra como de absoluta e impostergable
trascendencia. Así, se aportaría claridad a la situación de un magistrado sometido a juicio
político, quien tiene derecho a saber su posición frente a un proceso de tal significación y,
en caso de admitirse la renuncia, facilitaría ser sometido prontamente a los jueces
naturales que correspondan, para lograr el total y acabado esclarecimiento de los cargos
que se le imputan. Una dilación innecesaria, producto de la indefinición del Poder
Ejecutivo, no hace sino provocar un evidente dispendio económico procesal, al propiciarse
con el silencio la prosecución de un juicio (el que promueve el Jurado de Enjuiciamiento),
para llegar, en definitiva, al mismo resultado, es decir, la separación en el cargo del juez de
aceptarse la renuncia.
12. Si se aceptara que el Poder Ejecutivo puede manejar los tiempos de renuncia de un
juez de la Nación a su albedrío, se aceptaría convertir una facultad propia y no discrecional
(como es la aceptación o no de la misma) en una herramienta política de injerencia de un
poder sobre el otro.
13. La renuncia para tener eficacia debe ser aceptada, pero también considero que una
decisión al respecto no puede ser demorada injustificadamente. De ello queda claro que la
renuncia no produce por su sola manifestación, el cese en el cargo, antes bien habrá de
complementarse con la aceptación de parte del Poder Ejecutivo. No pueden ser
consideradas aisladas una de la otra, pues ambas hacen al ejercicio de la magistratura.
14. El objetivo primario del Jurado de Enjuiciamiento consiste en analizar la conducta del
magistrado en su desempeño como tal, no le corresponde, entonces, realizar otras
actividades que, en definitiva, hacen a la esfera de decisión del enjuiciado (renunciar a su
cargo, emplazar la decisión del Poder Ejecutivo sobre la aceptación o rechazo de la
misma).
15. No puede soslayar los graves perjuicios que origina la falta de aceptación por parte del
Poder Ejecutivo Nacional de la renuncia de un magistrado judicial, pues la falta de
definición de su situación institucional, su continuidad o vacancia entorpecen, sin lugar a
dudas, el adecuado funcionamiento del servicio de justicia, llegándose al extremo de que,
si se aceptara que el Poder Ejecutivo pudiera disponer, a su libre albedrío, de los tiempos
de renuncia de un juez de la Nación, se llegaría al extremo de convertir una facultad que
naturalmente le es propia en una herramienta 45
política de injerencia de un poder del Estado sobre otro. (Voto de los Doctores Leal de
Ibarra y Gallegos Fedriani)
16. El sometimiento a juicio a un juez de la Nación no constituye un perjuicio de imposible
reparación ulterior que posibilite hacer excepción a la regla según la cual las resoluciones
cuya consecuencia sea la obligación de seguir bajo tal sometimiento no revisten,
regularmente, la calidad de sentencias definitivas a los fines del recurso extraordinario;
máxime, cuando no se observa circunstancia alguna que justifique hacer excepción al
principio enunciado, por lo que la invocación de estar en juego garantías constitucionales
no permite superar el óbice que significa la ausencia de definitividad de la resolución
impugnada. (Del voto del Doctor Boggiano)
17. La facultad del Poder Ejecutivo de aceptar o rechazar la renuncia de un magistrado
sometido al procedimiento del juicio político integra el ámbito de cuestiones políticas no
justiciables y, en tal sentido, la no aceptación de aquélla importa un acto de apreciación
institucional que tiene relación directa con los fines constitucionales que motivaron la
inclusión del procedimiento de remoción. (Voto del Doctor Maqueda).
18. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de no aceptar la renuncia solicitada por un
juez, ha sido dictada en el marco de las facultades atribuidas constitucionalmente a dicho
órgano, con aplicación razonable de distintas normas en vigencia y sin que se pueda
apreciar la más mínima violación de las garantías de defensa en juicio y del debido
proceso. La decisión del Poder Ejecutivo de no aceptar la renuncia es una cuestión política
ajena a la jurisdicción del Jurado de Enjuiciamiento y, que por otra parte, no ha sido
cuestionada en forma directa por el recurrente. (Voto del Doctor Maqueda).
19. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de denegar el recurso
extraordinario interpuesto fue adoptada sin haber dado cumplimiento, en forma previa,
con el traslado que determina el art. 257, segundo párrafo, del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, omisión que obsta a un pronunciamiento del Tribunal en la
medida en que la adecuada notificación de las distintas etapas fundamentales del proceso
-máxime tratándose del recurso extraordinario federal- tiene por objeto brindar a los
litigantes la oportunidad de ejercer sus defensas con la amplitud que exige el debido
proceso y plantear las cuestiones que crean conducentes para la correcta solución del
litigio, lo que no ha ocurrido en el sub examine y justifica suspender la tramitación de la
queja y devolver la causa al tribunal a quo a fin de que se sustancie el trámite omitido (Del
voto en disidencia del Doctor Vázquez).
Corte Suprema de Justicia de la Nación, 10/02/2004 “Lona, Ricardo s/ pedido de
enjuiciamiento”. 46
C. Recusación con causa.
El caso: la Cámara en lo Criminal rechazó la recusación con causa interpuesta por los
defensores del imputado. Contra dicha resolución, la defensa interpuso recurso de
casación invocando el motivo formal (art. 468, CPPP) y planteó la inconstitucionalidad del
art. 68 in fine. El Tribunal resolvió hacer lugar al recurso de casación deducido.
1. A través de la recusación y excusación de magistrados y funcionarios, la ley pone a
resguardo la garantía del juez imparcial o de la objetividad del integrante del Ministerio
Público en el caso concreto. Para que proceda el apartamiento del magistrado o
funcionario, hemos negado que haya de requerirse certeza sobre el trato inequitativo;
basta la sospecha del mismo, en función de la sí efectiva acreditación de la circunstancia
objetiva contemplada por el legislador.
2. La CSJN expresó que “la garantía de imparcialidad del juez es uno de los pilares en que
se apoya nuestro sistema de enjuiciamiento... Puede ser definida como la ausencia de
prejuicios o intereses de éste frente al caso que debe decidir, tanto en relación a las partes
como a la materia...”.
3. El Alto Tribunal ha tomado razón de las directrices emanadas de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, afirmando que “la imparcialidad supone que el tribunal o juez no
tiene opiniones preconcebidas sobre el caso sub judice. De la misma manera, recordó que
“esta garantía ha sido interpretada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
señalándose que en materia de imparcialidad judicial lo decisivo es establecer si, desde el
punto de vista de las circunstancias externas (objetivas), existen elementos que autoricen
a abrigar dudas con relación a la imparcialidad con que debe desempeñarse el juez, con
prescindencia de qué es lo que pensaba en su fuero interno”.
4. La suficiencia de la sospecha para hacer operativa la exclusión no ofrece mayores
dificultades cuando se trata de las causales expresamente delineadas en la ley. Así, v.gr.,
ante la mera constatación del parentesco, de la emisión de un pronunciamiento previo o
de la existencia de un litigio pendiente con alguna de las partes, procederá el
apartamiento.
5. La cuestión adquiere complejidad, en cambio, si la hipótesis que se examina es la
contenida en el inc. 12 del art. 60 del Código Procesal Penal, que impone la recusación o
inhibición cuando -en defecto de las causales anteriores- “mediaren otras circunstancias
que, por su gravedad, afectaren su imparcialidad”, fórmula que provee una significativa
apertura al sistema y así permite “superar las lagunas axiológicas que el propio
ordenamiento procesal contiene en su catálogo”.
6. En el ámbito de dicha causal genérica, a falta de una expresa previsión de la situación
objetiva que genere desconfianza, habrá de efectuarse una 47
cuidadosa ponderación a los efectos de establecer si dicha circunstancia, objetivamente
considerada, permite sostener una sospecha razonable acerca del riesgo de parcialidad del
juez o funcionario. Y será entonces la valoración en abstracto de la situación y no su
efectiva incidencia en el devenir del proceso lo que impondrá la exclusión. Es que aguardar
una concreta y tangible afectación a raíz de la actuación interesada resta eficacia a la
garantía constitucional y por ello la sola acreditación de extremos objetivos que den base a
razonables conjeturas sobre el proceder del magistrado resulta suficiente para relevarlo de
intervenir en dicha causa.
7. Pues bien, al examinar las constancias de la causa, advierto que si bien la defensa invocó
dos incisos del artículo 60 al formular la recusación, lo hizo como cauce alternativo de un
mismo contenido: el temor de parcialidad en razón de ya haberse expedido los
magistrados objetados con relación a la existencia del abuso sexual que se atribuye al
imputado.
8. En efecto, esta única razón fue objeto de un doble encuadre: de manera principal, se la
incluyó en el primer inciso del artículo 60, a título de prejuzgamiento. A ello respondió la a
quo, con acierto, indicando que no se trataba de “el mismo proceso”, ni de otra situación
contemplada en dicha hipótesis.
9. Subsidiariamente, se invocó la causal del inciso 12°, como fórmula abierta que permita
encauzar situaciones no contenidas a otras hipótesis. Sin embargo, al analizar su
procedencia, el Tribunal mutó el motivo y en lugar de expedirse acerca de la misma
sospecha objetiva de parcialidad por la intervención anterior en el proceso, en el ámbito
más genérico del inciso 12°, le asignó un cariz de “violencia moral”.
10. Sin dudas, la violencia moral -de neto corte subjetivo- admite holgada recepción en
dicha previsión legal, pero en modo alguno agota su alcance, toda vez que, como ya he
referido, el inciso 12° constituye una herramienta de importante amplitud que permite
albergar toda situación que merezca ser atendida a la luz de la garantía del juez imparcial y
que no tenga expresa cabida en el elenco provisto por los incisos anteriores.
11. Por ello, más allá de las consideraciones vertidas por la a quo acerca de la
improcedencia de la recusación por violencia moral, lo cierto es que no fue tal el motivo
alegado por los recusantes. Y la respuesta negativa, en consecuencia, queda sólo fundada
en la inadecuación del motivo esgrimido respecto del inciso 1° del artículo 60 -lo que es
correcto- pero deviene indebidamente motivada en cuanto a su improcedencia en virtud
de la cláusula abierta del inciso 12°, la que ha sido infundadamente estrechada a una
causal subjetiva.
12. El defecto apuntado nulifica el decisorio, en cuanto omite dar tratamiento a un
extremo decisivo de la pretensión incoada (art. 413, inc. 48
4, CPP), y ello ameritaría el reenvío de los presentes para que se dicte un nuevo
pronunciamiento sobre el punto. Empero, estimo que razones de economía procesal,
entre las que computa el tiempo que ya ha insumido la incidencia de marras, aconsejan
que sea esta Sala la que dirima definitivamente la cuestión.
13. El caso exhibe particulares aristas que ameritan ser consideradas. Se juzga aquí la
conducta del imputado, a quien se le atribuye la autoría de un presunto abuso sexual en
perjuicio de una mujer, fruto del cual ésta habría quedado embarazada y dado a luz a una
niña a la que habría dado muerte apenas nacida, encontrándose al cometer el hecho en un
estado psíquico de inimputabilidad cuya génesis habría tenido -entre otras variables- la
victimización sexual a la que habría sido sometida a manos del imputado; la que fue
juzgada y absuelta, sentencia que en la actualidad se encuentra impugnada en casación.
14. Dada esta estrecha vinculación entre uno y otro proceso, resulta razonable suponer
que los magistrados que intervinieron en el primero tuvieron contacto con un importante
caudal probatorio que versaba tanto acerca de la existencia del abuso sexual, como de la
autoría del mismo, extremos éstos que requieren ser definidos -en el juicio ahora seguido
en contra del imputado- por jueces de los que no pueda siquiera sospecharse que se
hayan formado opinión alguna acerca de lo que deben decidir.
15. Este contacto previo con prueba íntimamente conexa a los aspectos a debatir en el
presente proceso, provoca la necesidad de apartar a los magistrados intervinientes en el
juzgamiento de la mujer, a los fines de aventar toda sospecha relativa a una idea
preconcebida sobre la responsabilidad del imputado por el abuso sexual de aquélla.
16. En suma, estimo que un acabado respeto por la garantía de la imparcialidad objetiva
aconseja razonablemente renovar el Tribunal para asegurar al imputado que su conducta
será juzgada por magistrados completamente ajenos a cualquier conjetura que pudiere
formularse sobre su parcialidad.
Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba., Sent. nº 174 del 03/07/2008. Trib. de origen:
Cám. en lo Criminal Villa Dolores, “Benavidez, Arturo José Luis p.s.a. Abuso sexual simple,
etc. - Recurso de casación”. 49
3. Clasificación de los
procesos.
3.1. Estructura del proceso civil.
El proceso civil presenta una estructura dialéctica, se inicia por actos de postulación en los
que se plasman la pretensión esgrimida por el actor que se integra con la contestación de
la demanda u otra actitud que puede asumir el demandado frente a ella y se desarrolla en
etapas posteriores, de prueba, de discusión y de sentencia.
Clasificación.
De acuerdo al criterio utilizado, el proceso civil puede clasificarse:
1. Por la naturaleza del órgano;
2. Por la existencia de conflicto;
3. Por el fin perseguido;
4. Por la estructura;
5. Por la naturaleza de la pretensión.
1. Por la naturaleza del órgano:
Esta clasificación considera al sujeto que va a dirimir el conflicto y por ello puede
diferenciarse entre el procedimiento judicial público del procedimiento arbitral realizado
ante jueces privados.
Proceso judicial hace referencia al que se desarrolla ante el órgano jurisdiccional o
tribunales públicos y constituye el proceso por excelencia. Se realiza ante un juez investido
por el Estado de la potestad de administrar justicia con todas las facultades que le son
inherentes. Su fundamento constitucional deriva de los principios de juez natural y debido
proceso.
Proceso arbitral, a diferencia del proceso judicial, es aquel que se lleva adelante ante un
árbitro que recibe el mandato de las partes o de la ley, con el fin de dirimir la contienda,
respetando las garantías
50
de imparcialidad y ecuanimidad. El órgano jurisdiccional se sustituye por un juez privado
elegido por las partes. El límite está dado por los puntos propuestos por las partes y por
tanto carece de coertio y de executio. Sólo puede conocer y llamar a las partes para que
comparezcan y se defiendan y dicta sentencia que se denomina “laudo arbitral”. Para que
éste tenga posibilidades de ser ejecutado, debe ser inscripto en los libros de un juzgado
ordinario ante el que se llevaran a cabo los trámites de ejecución de sentencia.

2. Por la naturaleza de la pretensión


Existen procesos universales y singulares. Los primeros tienden a la distribución del
patrimonio de una persona por causa de muerte o falencia.
En estos juicios resulta de aplicación el denominado “fuero de atracción” por lo que todas
las actuaciones personales que tengan terceros contra el causante de la sucesión o el
fallido, se acumulan por ante el juez que entiende en la sucesión o la quiebra. Los procesos
universales regulados en nuestro derecho son el juicio sucesorio, el proceso concursal (art.
22, ley nº 24.552) y el juicio de quiebra (art. 136, ley 24.552).
Se denominan procesos singulares a aquellos en los que existen partes individuales en
conflicto. Tanto actor como demandado se encuentran en una posición doble, igual y
contradictoria y deben contar con capacidad procesal. Doble, porque deben existir dos
partes con poderes de acción y excepción respectivamente. Iguales, en cuanto a
oportunidades para defenderse y probar y contradictoria porque ante la pretensión del
actor se esgrime una pretensión negativa u opuesta del demandado.
3. Por la existencia o no de conflicto
Se distingue entre procedimientos contenciosos y de jurisdicción voluntaria.
Son procesos contenciosos aquellos que tienden a la obtención de un pronunciamiento
que dirima un conflicto u oposición de intereses, suscitado entre dos o más personas
identificados como partes.

Ante la pretensión del actor, el demandado puede tomar la postura de comparecer y


contestar la demanda, en cuyo caso se da la plena vigencia del contradictorio ya que podrá
ofrecer y producir pruebas y discutir las pretensiones hechas valer por el actor. Caso
contrario y de no comparecer, el demandado es declarado rebelde y el proceso continuará
su curso teniéndoselo por notificado de las resoluciones dictadas en el futuro. 51
Por el contrario, se consideran actos de jurisdicción voluntaria a aquellos que tiene por
objeto integrar, constituir o dar eficacia a ciertos estados o relaciones jurídicas privadas
frente a la sociedad. En ellos participa un miembro del Ministerio Público Fiscal para
garantizar el contradictorio. Últimamente y para descongestionar la actividad del Poder
Judicial, se ha sostenido que sería conveniente que estos procesos se tramitasen en sede
administrativa.

4. Atendiendo al fin perseguido:


Esta clasificación atiende al resultado del proceso y permite clasificarlo en declarativos,
ejecutivos y cautelares.
Son juicios declarativos aquellos que tiene por objeto una pretensión inicialmente
incierta y que busca lograr que el tribunal que conoce el problema reciba la prueba y dicte
la sentencia decidiendo sobre el fondo de la cuestión, en definitiva, se pretende la
declaración de un derecho.

Dentro de los juicios declarativos se encuentran el juicio ordinario y el abreviado (art. 411
C.P.C.). La sentencia que se dicte en estos procesos produce el efecto de cosa juzgada
material, es decir, una vez firme y ejecutoriada goza de inmutabilidad y no puede ser
modificada. En este tipo de procesos, las partes tienen la posibilidad de discutir y alegar
abiertamente sus pretensiones como así también de ofrecer y diligenciar todas las
medidas de pruebas pertinentes.
Son juicios ejecutivos aquellos en los cuales preexistiendo un derecho cierto o
presumiblemente cierto, se procura su efectivización para satisfacer el interés del titular.
Se procura la efectivización coactiva de un derecho reconocido en una sentencia o en un
título de ejecución.
Por último, los procedimientos cautelares son aquellos instituidos para garantizar los
derechos del actor o evitar que ellos se tornen ilusorios durante la tramitación del proceso
principal, ente la demanda y la sentencia. Se tramitan inaudita parte.

5. Por su estructura:
Los juicios contenciosos declarativos y ejecutivos por su estructura, se subclasifican en
especiales y generales, atendiendo a las formas procesales asignadas para su trámite. 52
Cuando la ley procesal no prevé un trámite especial, el juicio se lleva adelante por el
procedimiento general o de conocimiento amplio. Esta regla general está expresamente
instituida en los artículos 420 y 423 del C.P.C., mientras que el artículo 418 de idéntico
cuerpo normativo contempla los casos de aplicación del trámite abreviado.
Son juicios declarativos generales:
a) Juicio ordinario: pueden plantearse y decidirse en forma definitiva la totalidad de las
cuestiones jurídicas derivadas de un conflicto entre partes. Es la forma más común de
tramitación de una Litis. La sentencia produce el efecto de cosa juzgada material por lo
que no podrá realizarse otro juicio entre las mismas partes, con el mismo objeto y por la
misma causa.
b) Juicio abreviado: se reserva para cuestiones de menor cuantía económica con un
trámite más escueto. Toda demanda cuya cuantía no exceda de doscientos cincuenta Jus,
con excepción de las que persigan la condenación de daños y perjuicios que siempre se
sustanciarán por el trámite ordinario. También comprende los juicios por consignación de
alquileres, la acción declarativa de certeza, el pedido de alimentos y Litis expensas, los
incidentes y todos los casos para los cuales la ley sustantiva establece el juicio sumario u
otra expresión equivalente (art. 418 C.P.C.). La sentencia produce el efecto de cosa
juzgada material.
Juicios declarativos especiales: son aquellos que la ley establece para determinadas
relaciones de derecho (art. 412 C.P.C.). Entre ellos se encuentran el juicio de división de
condominio, el de mensura y deslinde, el desalojo. Son juicios sometidos a
particularidades procesales y trámites específicos.
Juicio ejecutivo general: es el procedimiento que permite a través de una sustanciación ágil
obtener la realización del crédito plasmado en el título, título ejecutivo que goza de una
presunción de autenticidad, siempre que contenga ciertas condiciones indispensables
como la de contener una obligación de pagar una suma de dinero, que la cantidad sea
líquida o fácilmente liquidable por una simple operación aritmética sobre la base que el
mismo título suministre y que resulte exigible, o sea de plazo vencido, no sujeta a
condición. Produce el efecto de cosa juzgada formal por lo que tanto actor como
demandado podrán entablar demanda en juicio declarativo (art. 529 y 557), aunque no
pueden volver a discutirse las defensas que hayan sido motivo de pronunciamiento.
Juicio ejecutivo especial: Son pretensiones de naturaleza ejecutiva que están contenidas en
documentos a los que la ley les asigna una forma particular de sustanciación. Comprende
los juicios de ejecución prendaria, hipotecaria, ejecución de sentencia, ejecuciones
fiscales, cobro de multa y 53
costas liquidadas, cobro de honorarios regulados judicialmente (art. 801 C.P.C.).
3.2. Derecho procesal civil actual. Modernas
tendencias.
En búsqueda de superar el excesivo formalismo del proceso escrito y dispositivo, en la
actualidad se intenta encontrar una propuesta superadora y alentadora para tornar el
deficiente proceso civil en una herramienta ágil y útil para la solución de conflictos.
Entre los mayores problemas que se presentan en la actualidad se pueden destacar el
excesivo formalismo, la falta de inmediación, la utilización abusiva de instituciones que
prolongan innecesariamente los trámites como son los incidentes o las recusaciones, la
falta de infraestructura y escasez de recursos humanos y económicos del poder judicial y
por último, la imposibilidad de acceso a la justicia de un grupo de justiciables por las
desigualdades económicas y culturales.
En pos de superar estos viejos problemas, las tendencias actuales implican un paso hacia la
oralidad con participación activa del juez que pasa de ser un mero espectador, a
transformarse en un verdadero director del proceso. Juntamente con ello, se intenta
instaurar el denominado proceso por audiencias.
En este proceso, se pasa de un trámite completamente escrito como el que existe en la
actualidad, a uno eminentemente mixto que comprenda un escrito inicial y luego una
audiencia de prueba y otra de debate con el dictado de la sentencia al final de esta última.
Ambas audiencias se realizan de manera oral. En la primera de ellas o audiencia
preliminar, todos los sujetos procesales se reúnen luego de que ellos hubieren aportado
los hechos y el derecho por escrito. El procedimiento se completa con la audiencia de vista
de causa en la que se lleva a cabo el debate oral de las cuestiones oportunamente
introducidas. Luego se cierra el trámite al que sólo resta agregarle el dictado de sentencia.
54
3.3. Estructura del proceso penal.
El proceso penal es una serie de actos cumplidos por los órganos públicos determinados
por la ley y por los particulares obligados o autorizados a actuar.
Se estructura sobre la base de dos momentos:
El primero de ellos denominado investigación penal preparatoria es llevado adelante
por el Fiscal de Instrucción y excepcionalmente por el Juez de Instrucción (arts. 301 y 339
C.P.P.). Culmina con la requisitoria fiscal de elevación a juicio siempre que hubiere
elementos de convicción suficientes para sostener como probable la participación punible
del imputado en el hecho intimado (art. 354 C.P.P.).
El segundo momento es el que se lleva adelante con el juicio plenario, oral, público y
contradictorio que se realiza ante el tribunal de sentencia. La Cámara del Crimen que
conoce en forma unipersonal o colegiada. El tribunal de juicio resuelve en forma definitiva.

En el libro tercero del C.P.P., además del juicio común se regulan los procedimientos
especiales que comprenden el juicio correccional, el juicio abreviado y el juicio por delitos
de acción privada.
El juicio abreviado regulado en el artículo 415 de dicho cuerpo normativo está previsto
para casos en que el imputado confiese circunstanciada y llanamente su culpabilidad,
ocasión en que podrá omitirse la recepción de la prueba tendiente a acreditarla, siempre
que estuvieren de acuerdo el Tribunal, el Fiscal y los defensores. El fundamento de dudosa
constitucionalidad que se da al juicio abreviado, se encuentra en buscar una solución que
otorgue al justiciable una salida rápida y justa a su conflicto, aunque al fundarse en las
pruebas recogidas durante la investigación penal preparatoria, se afecta sensiblemente su
legítimo derecho de defensa en juicio. El verdadero motivo del juicio abreviado es el
descongestionamiento del Estado en su tarea de administrar justicia, reduciendo el juicio
oral y público a una audiencia en la que el imputado confiesa el hecho y el tribunal le
aplica una pena previamente acordada con el fiscal y el defensor.
El proceso de menores se rige por idénticas normas del C.P.P., con algunas salvedades
como por ejemplo la no aplicación de las normas relativas a la prisión preventiva y la
audiencia de debate a puertas cerradas para preservar la intimidad de los menores. 55
Los juicios por delitos de acción privada se denominan “querella” y se refiere a las acciones
de calumnias e injurias. Prevé en su procedimiento una audiencia de conciliación.
3.4. Estructura del proceso laboral y de
familia.
En el proceso de familia, las normas procesales se encuentran en la ley procesal provincial
y algunas en el Código Civil.
Existe lo que se denomina juicio común que es de trámite oral y reservado, de única
instancia, con tribunal colegiado e impulso procesal de oficio. Por esta forma de
sustanciación se resuelven en general los asuntos referidos a divorcio, separación personal
y nulidad de matrimonio, filiación y adopción. Es un procedimiento mixto que prevé el
impulso procesal de oficio y potestades jurisdiccionales para proponer y diligenciar
pruebas.
También se prevén para diversas materias juicios especiales más breves para cuestiones
menores tales como la determinación de la guarda de menores no sometidos a patronato,
fijación de régimen de visitas o cuotas alimentarias y autorizaciones en general. El
conocimiento y resolución de estos juicios especiales están atribuidos al juez de familia
quien también es el juez de sentencia. Sus resoluciones son apelables ante la Cámara de
Familia.
El ordenamiento procesal laboral comprende la regulación de los conflictos individuales
de trabajo derivados de la relación de contrato de trabajo, las acciones emergentes de la
ley nacional de accidentes y enfermedades del trabajo y acciones de cobros de aportes y
contribuciones de fondos sindicales. Este procedimiento de trámite común se resuelve en
forma de juicio con trámite de juicio oral, público y continuo en instancia única.
También la ley del fuero laboral prevé procedimientos especiales como un trámite
ejecutivo para el cobro de deudas plasmadas en títulos ejecutivos que provengan de una
relación laboral o para el cobro de costas judiciales (art. 68, ley nº 7987). Asimismo, prevé
el juicio de desalojo cuando se pretenda obtener el lanzamiento de un trabajador de la
vivienda proporcionada por el patrón (art. 77). 56
6.5. Medios alternativos para la resolución
de conflictos.
Arbitraje
El arbitraje es un modo de solucionar con equidad, sabiduría y humanidad una
controversia sin ataduras jurídicas rígidas. Con este proceso se intenta arribar a una
solución efectiva en una leal paridad, sin recurrir a la tramitación formal, en busca de una
amigable composición.
A pesar de ser un procedimiento útil, tiene poco uso por la concepción tradicionalista de
soberanía estatal en la resolución de conflictos, la deficiente legislación en la materia y la
desconfianza y desconocimiento de los abogados y sus clientes sobre ella.
El arbitraje puede ser voluntario o forzoso. El primero de ellos está regulado en los
artículos 601 y 602 del C.P.C., mientras que el forzoso está previsto un artículo después y
comprende los juicios declarativos generales entre ascendientes y descendientes o entre
hermanos y todas las cuestiones que deban decidirse por árbitros conforme la legislación
de fondo.
Árbitro es la persona elegida por las partes de un litigio para que decida la cuestión
suscitada entre ellas, sustrayendo de ese modo el asunto del tribunal de derecho al que
hubiese correspondido. Se consagra de ese modo una excepción al proceso ordinario
porque la decisión de recurrir al arbitraje debe ser tomada por todos los interesados. Los
árbitros serán uno o tres, nombrados de común acuerdo por los interesados.
Compromiso arbitral es el acto por el cual, en cumplimiento de una cláusula
compromisoria, de una manifestación de voluntad posterior a ella o de una disposición de
la ley, las partes someten a la decisión arbitral las cuestiones concretas que en él se
determinen, fijándose los árbitros, las normas de procedimiento y las condiciones e
impugnaciones del laudo.
Cláusula compromisoria es el acuerdo en virtud del cual las partes se comprometen a
someter cualquier controversia que se suscite en relación con el acto jurídico que
celebran, a un juicio arbitral.
El procedimiento arbitral está establecido en los artículos 624 a 629 del C.P.C. y el fallo de
los árbitros recibe la denominación de laudo arbitral que se diferencia de la sentencia
judicial porque en ésta, el órgano jurisdiccional está obligado a fallar, mientras que el
laudo puede no ser pronunciado puesto que los árbitros carecen de la potestad otorgada
por la constitución a los jueces. 57
Mediación
La ley nº 24.573 de Mediación y Conciliación impone para todo proceso judicial nacional,
una instancia de conciliación obligatoria y consecuente con ella, modifica disposiciones del
Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación.
El artículo 1 establece el objetivo de la mediación que responde a la intención de proveer a
las partes de una instancia que les permita, sin importantes erogaciones, alcanzar una
solución extrajudicial para la cuestión entre ellas suscitada.
El régimen de mediación, si tiene éxito, estimulará un cambio de mentalidad hacia la
elección de sistemas que, aunque no se impongan de manera obligatoria, permitan
encausar los diferendos sin necesidad de iniciar trámite judicial alguno, salvo, por
supuesto, que no se logre el avenimiento buscado.
Por lo pronto, el C.P.C. de la Nación no admite una demanda que no sea acompañada del
certificado en el que conste la realización de la mediación.
Hipótesis práctica.
A. Juicio abreviado.
El caso: La Cámara en lo Criminal declaró al imputado, en lo que aquí interesa, autor
responsable de los delitos de abuso sexual sin acceso carnal agravado reiterado y abuso
sexual con acceso carnal agravado reiterado, en concurso real; y corrupción de menores
agravada, en concurso ideal con los hechos anteriores y le impuso una pena de diez años
de prisión. El imputado presenta un escrito en el que manifiesta su voluntad de recurrir en
casación la sentencia antes aludida. El defensor del encartado presenta recurso de
casación, canalizando su pretensión a través del motivo sustancial de tal vía impugnativa
(art. 468 inc. 1° del C.P.P.). La queja gira en torno a denunciar la errónea aplicación al caso
de las agravantes, en tanto entienden que siendo el imputado padre adoptivo de la menor
víctima, no puede el mismo ser considerado como ascendiente de aquélla a la hora de
agravar su conducta. Posteriormente, el encartado presenta un escrito al que titula
“Ampliación fundamentos casación” en el que formula diversas críticas al fallo en cuestión;
refiere que la confesión que realizó en el debate (bajo la modalidad del juicio abreviado)
no fue un relato pormenorizado y sólo reconoció “...la responsabilidad sin decir cómo se
relacionaron los hechos...”. careciendo de toda validez la autoincriminación 58
que no esté acompañada de un relato expreso y pormenorizado de los hechos. Considera
también que en su caso hubo coacción psicológica en aceptar el procedimiento de juicio
abreviado ya que al momento de efectivizarse, se encontraba en prisión preventiva y la
experiencia de otros reclusos evidenciaba que aquellos que no aceptaron el juicio
abreviado, sus condenas aumentaron en más del cincuenta por ciento. El TSJ resolvió
rechazar el recurso de casación.
1. En la sentencia de marras, se le achaca al encartado una serie de ataques contra la
integridad sexual de su hija adoptiva, consignándose expresamente en la relación de los
hechos dicho vínculo. Si bien es cierto que desde la doctrina se ha considerado que el
vínculo derivado de la adopción no ingresa en la categoría de ascendientes a la que se
refieren los arts. 119, cuarto párrafo, letra b. y 125, tercer párrafo del C.P., no menos
cierto es que mayoritariamente se ha entendido que el adoptante es respecto del
adoptado una persona encargada de su guarda, motivo por el cual, en tales supuestos,
resultan de aplicación las agravantes reguladas en los dispositivos legales mencionados, no
ya por el vínculo parental sino por esa relación derivada de la guarda.
2. Se ha acreditado que el imputado tenía la guarda de la víctima, siendo además un
requisito legal exigido por el art. 316 del C.C. para la concesión de la adopción, situación
que se mantuvo durante la ocurrencia de los hechos, cuyo relato da claras muestras de
que ocurrieron encontrándose el imputado a cargo de tal guarda. Por tales razones,
evidenciándose que la aplicación de las agravantes obedeció a la calidad de guardador en
relación a su hija adoptiva (relación de la cual fue debidamente informado).
3. La presentación que bajo el rótulo “Ampliación de los fundamentos de la casación”
efectuara el imputado ante este Tribunal Superior, cuando ya había transcurrido
prácticamente un año del plazo para interponer recurso de casación, resulta claramente
extemporánea. No obstante ello, a fin de satisfacer las expectativas del acusado,
corresponde señalar que esta Sala, en diversos precedentes ha entendido que en aquellos
casos en los que, como en el presente, el debate se desarrolló bajo las modalidades del
juicio abreviado (art. 415 del C.P.P.), en principio, no se puede objetar a través del recurso
de casación el fallo alegando un reproche de carácter formal, si no se acusa una
inobservancia de los requisitos que vulneren la base misma del consenso propio de tal tipo
de procedimiento.
4. El imputado haber aceptado el juicio abreviado encontrándose coaccionado
psicológicamente puesto que hallándose bajo prisión preventiva, de la experiencia de
otros reclusos surgía que aquellos que no aceptaron en su momento el procedimiento
previsto en el art. 415 del C.P.P., recibieron condenas que “aumentaron en más del
cincuenta por ciento” y en la presente, “se hablaba que de no aceptar dicho trámite, la 59
pena que se le impondría en el juicio oral, en lugar de ser de 10 años de prisión, sería de
15”.
5. La coacción psicológica que dice haber sufrido el imputado no encuentra respaldo en
elemento probatorio alguno. Del acta del debate surge que éste, al ser intimado por los
hechos atribuidos reconoció los mismos “como le fueron intimados”; que en virtud de la
confesión lisa y llana su defensor solicitó se imprimiera a la causa el trámite previsto por el
art. 415 del C.P.P. (sin que en ningún momento aludiera a tal coacción que estaría
sufriendo su defendido); que acto seguido el Tribunal informó al imputado el alcance y
sentido establecido por la ley a lo solicitado, oportunidad en la que el mismo manifestó
tener conocimiento y estar de acuerdo con ello; que en base a tal acuerdo de las partes, el
Tribunal dispuso hacer lugar a lo solicitado y que al momento de concedérsele al
encartado la última palabra (art. 402, octavo párr. C.P.P), el mismo “imploró clemencia por
la clase de persona que es”.
6. Por lo demás, la supuesta experiencia de los restantes reclusos como el rumor en
cuanto a que el imputado sería condenado a una pena de quince años de prisión, no es
más que eso: una afirmación del encartado no acreditado por elemento convictivo alguno,
motivo por el cual se descarta violación alguna a las bases del consenso del juicio
abreviado llevado a cabo en la presente.
Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba. Sent. nº 17, 28/02/2008. Trib. de origen:
Cám. 2 del Crimen Cba. "García, Héctor p.s.a. abuso sexual con acceso carnal agravado
continuado -Recurso de Casación".

CONSEJO DE LA MAGISTRATURA
Ley 26.855
Leyes Nº 24.937, 11.672, 19.362, 17.928, 23.853, 24.156 y 26.376.
Modificaciones.
Sancionada: Mayo 8 de 2013
Promulgada: Mayo 24 de 2013
El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc.
sancionan con fuerza de
Ley:
ARTICULO 1° — Sustitúyese el artículo 1° de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 1°.- El Consejo de la Magistratura es un órgano permanente del Poder Judicial
de
la Nación que ejerce la competencia prevista en el artículo 114 de la Constitución
Nacional
de acuerdo a la forma representativa, republicana y federal que la Nación Argentina
adopta
para su gobierno, para lo cual deberá observar especialmente los principios de
publicidad
de los actos de gobierno, transparencia en la gestión, control público de las decisiones y
elección de sus integrantes a través de mecanismos no discriminatorios que favorezcan
la
participación popular.
Tiene a su cargo seleccionar mediante concursos públicos postulantes a las
magistraturas
inferiores a través de la emisión de propuestas en ternas vinculantes, administrar los
recursos que le corresponden de conformidad con la ley 11.672 permanente de
presupuesto
de la Nación, con la ley 24.156 de administración financiera y de los sistemas de control
del
sector público nacional y con la ley 23.853 de autarquía judicial; y sus leyes
complementarias, modificatorias y vinculantes, y ejecutar el presupuesto que la ley le
asigne a su servicio administrativo financiero, aplicar sanciones disciplinarias sobre
magistrados, decidir la apertura del procedimiento de remoción, ordenar la suspensión
y
formular la acusación correspondiente y dictar los reglamentos relacionados con la
organización judicial.
ARTICULO 2° — Sustitúyese el artículo 2° de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 2°.- Composición. El Consejo estará integrado por diecinueve (19) miembros,
de
acuerdo con la siguiente composición:
1. Tres (3) jueces del Poder Judicial de la Nación, elegidos por el pueblo de la Nación
por
medio de sufragio universal. Corresponderán dos (2) representantes a la lista que
resulte
ganadora por simple mayoría y uno (1) a la que resulte en segundo lugar.
2. Tres (3) representantes de los abogados de la matrícula federal, elegidos por el
pueblo de
la Nación por medio de sufragio universal. Corresponderán dos (2) representantes a la
lista
que resulte ganadora por simple mayoría y uno (1) a la que resulte en segundo lugar.
3. Seis (6) representantes de los ámbitos académico o científico, de amplia y reconocida
trayectoria en alguna de las disciplinas universitarias reconocidas oficialmente,
elegidos
por el pueblo de la Nación por medio de sufragio universal. Corresponderán cuatro (4)
representantes a la lista que resulte ganadora por simple mayoría y dos (2) a la que
resulte
en segundo lugar.
4. Seis (6) legisladores. A tal efecto, los presidentes de la Cámara de Senadores y de la
Cámara de Diputados, a propuesta de los bloques parlamentarios de los partidos
políticos,
designarán tres (3) legisladores por cada una de ellas, correspondiendo dos (2) a la
mayoría y uno (1) a la primera minoría.
5. Un (1) representante del Poder Ejecutivo.
Los miembros del Consejo prestarán juramento en el acto de su incorporación de
desempeñar debidamente el cargo por ante el presidente de la Corte Suprema de
Justicia
de la Nación.
Por cada miembro titular se elegirá un suplente, mediante igual procedimiento, para
reemplazarlo en caso de renuncia, remoción o fallecimiento.
ARTICULO 3° — Sustitúyese el artículo 3° de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 3°.- Duración. Los miembros del Consejo de la Magistratura durarán cuatro
(4)
años en sus cargos, pudiendo ser reelectos con intervalo de un período. Los miembros
del
Consejo elegidos por su calidad institucional de académicos y científicos, jueces en
actividad, legisladores o abogados de la matrícula federal, cesarán en sus cargos si se
alterasen las calidades en función de las cuales fueron seleccionados, debiendo ser
reemplazados por sus suplentes o por los nuevos representantes que se designen
conforme
los mecanismos dispuestos por la presente ley para completar el mandato respectivo. A
tal
fin, este reemplazo no se contará como período a los efectos de la reelección.
ARTICULO 4° — Incorpórase como artículo 3° bis de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, el siguiente:
Artículo 3° bis.- Procedimiento. Para elegir a los consejeros de la magistratura
representantes del ámbito académico y científico, de los jueces y de los abogados de la
matrícula federal, las elecciones se realizarán en forma conjunta y simultánea con las
elecciones nacionales en las cuales se elija presidente. La elección será por una lista de
precandidatos postulados por agrupaciones políticas nacionales que postulen fórmulas
de
precandidatos presidenciales, mediante elecciones primarias abiertas, simultáneas y
obligatorias. No podrán constituirse agrupaciones políticas al único efecto de postular
candidaturas al Consejo de la Magistratura. No podrán oficializarse candidaturas a más
de
un cargo y por más de una agrupación política.
Las precandidaturas y, en su caso, candidaturas, a consejeros de la magistratura
integrarán
una única lista con cuatro (4) representantes titulares y dos (2) suplentes de los
académicos, dos (2) representantes titulares y un (1) suplente de los jueces y dos (2)
representantes titulares y un (1) suplente de los abogados de la matrícula federal. La
lista
conformará un cuerpo de boleta que irá adherida a la derecha de las candidaturas
legislativas de la agrupación por la que son postulados, que a este efecto manifestará la
voluntad de adhesión a través de la autorización expresa del apoderado nacional ante el
juzgado federal electoral de la Capital Federal. Tanto el registro de candidatos como el
pedido de oficialización de listas de candidatos a consejeros del Consejo de la
Magistratura
se realizará ante esa misma sede judicial.
Se aplicarán para la elección de integrantes del Consejo de la Magistratura, del ámbito
académico y científico, de los jueces y de los abogados de la matrícula federal, las
normas
del Código Electoral Nacional, las leyes 23.298, 26.215, 24.012 y 26.571, en todo aquello
que no esté previsto en la presente ley y no se oponga a la misma.
ARTICULO 5° — Sustitúyese el artículo 4° de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 4°.- Requisitos. Para ser miembro del Consejo de la Magistratura se requerirá
contar con las condiciones mínimas exigidas para ser diputado. No podrán ser
consejeros
las personas que hubieran desempeñado cargo o función pública jerárquica durante la
última dictadura cívico-militar o respecto de quienes se verifiquen condiciones éticas
opuestas al respeto por las instituciones democráticas y los derechos humanos.
ARTICULO 6° — Sustitúyese el artículo 7° de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 7°.- Atribuciones del plenario. El Consejo de la Magistratura reunido en sesión
plenaria, tendrá las siguientes atribuciones:
1. Dictar su reglamento general.
2. Dictar los reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le atribuye
la
Constitución Nacional y esta ley a fin de garantizar una eficaz prestación del servicio de
administración de justicia. A tal fin, entre otras condiciones, deberá garantizar:
a. Celeridad en la convocatoria a nuevos concursos al producirse las respectivas
vacantes.
b. Agilidad y eficiencia en la tramitación de los concursos.
c. Contralor sobre el acceso igualitario y por concurso a la carrera judicial, tanto para
empleados como para funcionarios.
d. Igualdad de trato y no discriminación en los concursos para acceder a cargos de
magistrados entre quienes acrediten antecedentes relevantes en el ejercicio de la
profesión
o la actividad académica o científica y aquellos que provengan del ámbito judicial.
e. Capacitación permanente.
3. Designar entre sus miembros a su presidente y a su vicepresidente.
4. Designar a los integrantes de cada comisión por mayoría absoluta de los miembros
presentes.
5. Reglamentar el procedimiento de los concursos públicos de antecedentes y oposición
en
los términos de la presente ley, debiendo establecer mecanismos que contemplen los
puntos a) al e) del inciso 2 del presente artículo.
6. Por mayoría absoluta de la totalidad de sus miembros podrá instruir a la Comisión
de
Selección de Magistrados y Escuela Judicial que proceda a la convocatoria a concursos
con
anterioridad a la producción de vacantes, orientados por fuero e instancia judiciales.
Entre
quienes aprueben el concurso previo se confeccionará una nómina, cuya vigencia será
de
cinco (5) años. Dentro de dicho plazo, en función de las vacantes que se produzcan, el
plenario establecerá la cantidad de ternas que deberán cubrirse con los postulantes
incluidos en la nómina, por riguroso orden de mérito. Una vez conformadas dichas
ternas,
la vigencia de la nómina caducará.
7. Aprobar los concursos y remitir al Poder Ejecutivo las ternas vinculantes de
candidatos a
magistrados, por mayoría absoluta del total de los miembros.
8. Organizar el funcionamiento de la Escuela Judicial, dictar su reglamento, aprobar
sus
programas de estudio, establecer el valor de los cursos realizados como antecedentes
para
los concursos previstos para designar magistrados y funcionarios de conformidad con
lo
establecido en el artículo 13 tercer párrafo de la presente ley, y planificar los cursos de
capacitación para magistrados, funcionarios y empleados del Poder Judicial para la
eficaz
prestación del servicio de administración de justicia, todo ello en coordinación con la
Comisión de Selección de Magistrados y Escuela Judicial.
9. Dictar los reglamentos para la designación de jueces subrogantes y designar jueces
subrogantes en los casos de licencia o suspensión del titular y en casos de vacancia para
los
tribunales inferiores de acuerdo a la normativa legal vigente.
10. Tomar conocimiento del anteproyecto de presupuesto anual del Poder Judicial que
le
remita el presidente y realizar las observaciones que estime pertinentes para su
consideración por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, debiendo atender a
criterios
de transparencia y eficiencia en la gestión de los recursos públicos.
11. Designar al administrador general del Poder Judicial de la Nación, al secretario
general
del Consejo y al secretario del Cuerpo de Auditores del Poder Judicial, a propuesta de
su
presidente, así como a los titulares de los organismos auxiliares que se crearen, y
disponer
su remoción por mayoría absoluta del total de los miembros.
12. Dictar las reglas de funcionamiento de la Secretaría General, de la Oficina de
Administración y Financiera, del Cuerpo de Auditores del Poder Judicial y de los demás
organismos auxiliares cuya creación disponga el Consejo.
13. Fijar las dotaciones de personal del Consejo de la Magistratura, adjudicar la
cantidad
de cargos y categorías que el funcionamiento requiera, fijar el procedimiento para la
habilitación y cobertura de nuevos cargos, habilitar dichos cargos y fijar la
redistribución o
traslado de los agentes.
14. Llevar adelante la administración del personal del Consejo de la Magistratura,
incluida
la capacitación, el ingreso y promoción, y la fijación de la escala salarial.
15. Decidir la apertura del procedimiento de remoción de jueces titulares, subrogantes y
jubilados convocados de acuerdo al artículo 16 de la ley 24.018 previo dictamen de la
Comisión de Disciplina y Acusación, formular la acusación correspondiente ante el
Jurado
de Enjuiciamiento, y ordenar, en su caso, la suspensión del magistrado. A tales fines se
requerirá una mayoría absoluta del total de los miembros. Esta decisión no será
susceptible de acción o recurso judicial o administrativo alguno. La decisión de abrir un
procedimiento de remoción no podrá extenderse por un plazo mayor de tres (3) años
contados a partir del momento en que se presente la denuncia contra el magistrado.
Cumplido el plazo indicado sin haberse tratado el expediente por la comisión, éste
pasará
al plenario para su inmediata consideración.
16. Aplicar las sanciones a los jueces titulares, subrogantes y jubilados convocados de
acuerdo al artículo 16 de la ley 24.018 a propuesta de la Comisión de Disciplina y
Acusación. Las decisiones deberán adoptarse con el voto de la mayoría absoluta de los
miembros presentes. El Consejo de la Magistratura de la Nación ejerce la potestad
disciplinaria sobre los funcionarios y empleados del Poder Judicial de la Nación, de
acuerdo a las leyes y reglamentos vigentes.
La decisión de abrir un proceso disciplinario no podrá extenderse por un plazo mayor
de
tres (3) años contados a partir del momento en que se presente la denuncia contra el
magistrado. Cumplido el plazo indicado sin haberse tratado el expediente por la
comisión,
éste pasará al plenario para su inmediata consideración.
17. Reponer en sus cargos a los jueces titulares, subrogantes y jubilados convocados de
acuerdo al artículo 16 de la ley 24.018 suspendidos que, sometidos al Jurado de
Enjuiciamiento, no hubieran resultado removidos por decisión del tribunal o por falta
de
resolución dentro del plazo constitucional. Dicha reposición deberá tener lugar dentro
de
los cinco (5) días siguientes de la fecha de finalización del enjuiciamiento, o del término
del
plazo previsto en el artículo 115, tercer párrafo de la Constitución Nacional.
18. Remover a los miembros representantes de los jueces, abogados de la matrícula
federal
y del ámbito académico y científico de sus cargos, por el voto de las tres cuartas partes
del
total de los miembros del cuerpo, mediante un procedimiento que asegure el derecho
de
defensa del acusado, cuando incurrieran en mal desempeño o en la comisión de un
delito,
durante el ejercicio de sus funciones. Por igual mayoría podrá recomendar la remoción
de
los representantes del Congreso o del Poder Ejecutivo, a cada una de las Cámaras o al
presidente de la Nación, según corresponda. En ninguno de estos procedimientos, el
acusado podrá votar.
ARTICULO 7° — Sustitúyese el artículo 9° de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 9°.- Quórum y decisiones. El quórum para sesionar será de diez (10) miembros
y
adoptará sus decisiones por mayoría absoluta de sus miembros presentes, salvo cuando
por esta ley se requieran mayorías especiales.
ARTICULO 8° — Sustitúyese el artículo 12 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 12.- Comisiones. Autoridades. Reuniones. El Consejo de la Magistratura se
dividirá en cuatro (4) comisiones, integradas de la siguiente manera:
1 De Selección de Magistrados y Escuela Judicial: dos (2) representantes de los jueces,
tres
(3) representantes de los legisladores, dos (2) representantes de los abogados, el
representante del Poder Ejecutivo y tres (3) representantes del ámbito académico y
científico.
2 De Disciplina y Acusación: dos (2) representantes de los jueces, tres (3)
representantes
de los legisladores, dos (2) representantes de los abogados, tres (3) representantes del
ámbito académico y científico y el representante del Poder Ejecutivo.
3 De Administración y Financiera: dos (2) representantes de los jueces, dos (2)
representantes de los legisladores, un (1) representante de los abogados, el
representante
del Poder Ejecutivo y tres (3) representantes del ámbito académico y científico.
4 De Reglamentación: dos (2) representantes de los jueces, tres (3) representantes de
los
legisladores, un (1) representante de los abogados y tres (3) representantes del ámbito
académico y científico.
Las reuniones de comisión serán públicas. Cada comisión fijará sus días de labor y
elegirá
entre sus miembros un presidente que durará un (1) año en sus funciones, el que podrá
ser
reelegido en una oportunidad.
ARTICULO 9° — Sustitúyese el artículo 13 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 13.- Comisión de Selección de Magistrados y Escuela Judicial. Es de su
competencia llamar a concurso público de oposición y antecedentes para cubrir las
vacantes de magistrados judiciales, sustanciar los concursos, designar jurados, evaluar
antecedentes e idoneidad de aspirantes, confeccionar las propuestas de ternas
elevándolas
al plenario del Consejo y ejercer las demás funciones que le establecen esta ley y el
reglamento que se dicte en consecuencia.
Asimismo, será la encargada de dirigir la Escuela Judicial a fin de atender a la
formación y
el perfeccionamiento de los funcionarios y los aspirantes a la magistratura.
Aquellos cursos o carreras de posgrado, correspondan o no a la Escuela Judicial del
Consejo de la Magistratura, que cuenten con la aprobación del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos serán considerados como antecedentes especialmente relevantes
en
los concursos para la designación de magistrados y en la promoción de quienes forman
parte de la carrera judicial.
A) Concurso. La selección se hará de acuerdo con la reglamentación que apruebe el
plenario del Consejo por mayoría absoluta del total de sus miembros, de conformidad
con
las siguientes pautas:
1. Los postulantes serán seleccionados mediante concurso público de oposición y
antecedentes. Cuando se produzca una vacante, la comisión convocará a concurso
dando a
publicidad las fechas de los exámenes y la integración del jurado que evaluará y
calificará
las pruebas de oposición de los aspirantes, poniendo en conocimiento de los
interesados
que dicho concurso estará destinado a cubrir todas las vacancias que se produzcan
durante
la sustanciación del concurso y hasta la decisión del plenario, siempre y cuando se trate
de
la misma competencia territorial, de materia y grado. Alternativamente, cuando el
plenario
se lo encomiende, deberá convocar a concurso previo a la producción de la o las
vacantes,
de conformidad con lo establecido por el artículo 7°, inciso 6, de la presente ley y la
reglamentación que en consecuencia se dicte. La comisión podrá tramitar un concurso
múltiple cuando exista más de una vacante para la misma función, sede y especialidad,
en
cuyo caso las ternas quedarán confeccionadas con una cantidad total de tres (3)
candidatos
distintos por cada cargo vacante concursado.
2. Previamente se determinarán los criterios y mecanismos de calificación de los
exámenes
y de evaluación de los antecedentes, debiendo garantizar igualdad de trato y no
discriminación entre quienes acrediten antecedentes relevantes en el ejercicio de la
profesión o la actividad académica o científica y aquellos que provengan del ámbito
judicial;
3. Las bases de la prueba de oposición serán las mismas para todos los postulantes. La
prueba de oposición escrita deberá versar sobre temas directamente vinculados a la
función que se pretenda cubrir y evaluará tanto la formación teórica como la práctica.
B) Requisitos. Para ser postulante se requerirá ser abogado y las demás condiciones
exigidas para ser miembro del Consejo de la Magistratura. No podrán ser postulantes
las
personas que hubieran desempeñado cargo o función pública jerárquica durante la
última
dictadura cívico-militar o respecto de quienes se verifiquen condiciones éticas opuestas
al
respeto por las instituciones democráticas y los derechos humanos.
La nómina de aspirantes deberá darse a publicidad para permitir las impugnaciones
que
correspondieran respecto a la idoneidad de los candidatos.
C) Procedimiento. El Consejo —a propuesta de la comisión— elaborará periódicamente
listas de jurados para cada especialidad. Dichas listas deberán estar integradas por
profesores de cada especialidad y de áreas generales de la formación jurídica
designados
por concurso en universidades nacionales públicas.
El jurado quedará conformado en cada caso por los cuatro (4) miembros de dichas
listas de
especialistas que resulten sorteados por la comisión. El sorteo deberá efectuarse
públicamente por mecanismos que garanticen la transparencia del acto. Los miembros,
funcionarios y empleados del Consejo no podrán ser jurados.
El jurado tomará el examen y calificará las pruebas de oposición de los postulantes,
elevando las notas a la comisión, la que calificará los antecedentes obrantes en la sede
del
Consejo. De todo ello, se correrá vista a los postulantes, quienes podrán formular
impugnaciones dentro de los cinco (5) días, debiendo la comisión expedirse en un plazo
de
veinte (20) días hábiles.
En base a los elementos reunidos y a la entrevista con los postulantes, la comisión
determinará la terna y el orden de prelación que será elevado al plenario junto con la
nómina de los postulantes que participarán de la entrevista personal.
La entrevista con el plenario será pública y tendrá por objeto evaluar la idoneidad,
aptitud
funcional y vocación democrática del concursante.
El plenario podrá revisar de oficio las calificaciones de los exámenes escritos, de los
antecedentes, impugnaciones y dictámenes.
Toda modificación a las decisiones de la comisión deberá ser suficientemente fundada.
El plenario deberá adoptar su decisión por mayoría absoluta del total de sus miembros
y la
misma será irrecurrible.
La duración total del procedimiento no podrá exceder de noventa (90) días hábiles
contados a partir de la prueba de oposición. El plazo sólo podrá prorrogarse por treinta
(30) días hábiles más, mediante resolución fundada del plenario, en el caso de que
existieren impugnaciones.
El rechazo por el Senado del pliego del candidato propuesto por el Poder Ejecutivo
importará la convocatoria automática a un nuevo concurso para cubrir la vacante de
que se
trate.
D) Publicidad. Este requisito se cumplimentará con la publicación por tres (3) días en
el
Boletín Oficial, en tres (3) diarios de circulación nacional y en dos (2) diarios de
circulación
local —según la jurisdicción de la vacante a concursar— en cuatro (4) medios de
comunicación audiovisual nacional y en dos (2) medios de comunicación audiovisual
local
—según la jurisdicción de la vacante a concursar— en la que se indicará con claridad, el
llamado a concurso, las vacantes a concursar y todos los datos correspondientes,
individualizando los sitios en donde pueda consultarse la información in extenso, a lo
que
se agregará la obligación de comunicar a los colegios de abogados, a las universidades
nacionales y a las asociaciones de magistrados y abogados, nacionales y de la
jurisdicción
de la vacante a concursar. El Consejo deberá mantener actualizada, a través de sus
órganos
de documentación y comunicación, la información referente a las convocatorias, y
permitir
el acceso a formularios para la inscripción de los postulantes en la página web que
deberá
tener a tal fin, de modo de posibilitar a todos los aspirantes de la República conocer y
acceder a la información con antelación suficiente.
E) Subrogancias. Es de la competencia de la comisión proponer la designación de
magistrados subrogantes nacionales y federales, de acuerdo a la normativa legal vigente
y
elevar dicha propuesta al plenario para su consideración.
ARTICULO 10. — Sustitúyese el artículo 14 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 14. — Comisión de Disciplina y Acusación. Es de su competencia proponer al
plenario del Consejo sanciones disciplinarias a los jueces titulares, subrogantes y
jubilados
convocados de acuerdo al artículo 16 de la ley 24.018 así como también proponer la
acusación de éstos a los efectos de su remoción.
A) Sanciones disciplinarias. Las faltas disciplinarias de los magistrados, por cuestiones
vinculadas a la eficaz prestación del servicio de justicia, podrán ser sancionadas con
advertencia, apercibimiento y multa de hasta un cincuenta por ciento (50%) de sus
haberes.
Constituyen faltas disciplinarias:
1. La infracción a las normas legales y reglamentarias vigentes en materia de
incompatibilidades y prohibiciones, establecidas para la magistratura judicial.
2. Las faltas a la consideración y el respeto debido a otros magistrados, funcionarios y
empleados judiciales.
3. El trato incorrecto a abogados, peritos, auxiliares de la justicia o litigantes.
4. Los actos ofensivos al decoro de la función judicial, el respeto a las instituciones
democráticas y los derechos humanos o que comprometan la dignidad del cargo.
5. El incumplimiento reiterado de las normas procesales y reglamentarias.
6. La inasistencia reiterada a la sede del tribunal o el incumplimiento reiterado en su
juzgado del horario de atención al público.
7. La falta o negligencia en el cumplimiento de sus deberes, así como de las obligaciones
establecidas en el Reglamento para la Justicia Nacional.
B) Ejercicio de la potestad disciplinaria. El Consejo podrá proceder de oficio o ante
denuncia que le efectúen otros órganos del Poder Judicial, magistrados, funcionarios o
particulares que acrediten un interés legítimo. Queda asegurada la garantía de
independencia de los jueces en materia del contenido de las sentencias.
C) Recursos. Las sanciones disciplinarias que aplique el Consejo de la Magistratura
serán
apelables en sede judicial por ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El
recurso se
interpondrá y fundará por escrito ante el Consejo, dentro de los cinco (5) días
siguientes al
de la notificación de la resolución, debiéndose ofrecer la prueba y acompañar la
documental de que intentare valerse el recurrente. El Consejo, tomando en cuenta los
argumentos del recurrente, fundará la elevación dentro del plazo de cinco (5) días,
contados a partir de la fecha de presentación, y lo elevará, dentro de los cinco (5) días
siguientes, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien deberá resolver en el
plazo
de ciento veinte (120) días.
D) Acusación. Cuando sean los tribunales superiores los que advirtieran la presunta
comisión de ilícitos o la existencia manifiesta de desconocimiento del derecho aplicable
por
parte de jueces titulares, subrogantes y jubilados convocados de acuerdo al artículo 16
de la
ley 24.018, remitirán en forma inmediata la denuncia o una información sumaria al
Consejo de la Magistratura, a los fines contemplados en el artículo 114, inciso 5 de la
Constitución Nacional.
El Consejo de la Magistratura deberá comunicar en forma inmediata al Poder Ejecutivo
la
decisión de abrir un proceso de remoción contra un magistrado.
ARTICULO 11. — Sustitúyese el artículo 15 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 15.- Comisión de Reglamentación. Es de su competencia:
a) Analizar y emitir dictamen sobre los proyectos de reglamentos que le sean remitidos
por
la presidencia del Consejo, el plenario y las comisiones;
b) Elaborar los proyectos de reglamentos que le sean encomendados por los órganos
enunciados por el inciso precedente;
c) Propiciar ante el plenario, mediante dictamen y a través de la presidencia, las
modificaciones que requieran las normas reglamentarias vigentes, para su
perfeccionamiento, actualización, refundición y reordenación;
d) Emitir dictámenes a requerimiento de la presidencia, del plenario, de las otras
comisiones o de cualquiera de sus miembros, en los casos en que se planteen conflictos
de
interpretación derivados de la aplicación de reglamentos.
ARTICULO 12. — Sustitúyese el artículo 16 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 16.- Comisión de Administración y Financiera. Es de su competencia fiscalizar
y
aprobar la gestión de la Oficina de Administración y Financiera del Poder Judicial,
realizar
auditorías, efectuar el control de legalidad e informar periódicamente sobre ello al
plenario
del Consejo.
ARTICULO 13. — Sustitúyese el artículo 17 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 17.- Administrador general del Poder Judicial. La Oficina de Administración y
Financiera del Poder Judicial estará a cargo del administrador general del Poder
Judicial.
ARTICULO 14. — Sustitúyese el artículo 18 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 18.- Funciones. La Oficina de Administración y Financiera del Poder Judicial
tendrá a su cargo las siguientes funciones:
a) Elaborar el anteproyecto de presupuesto anual del Poder Judicial de conformidad
con lo
dispuesto en la ley 23.853 de autarquía judicial y la ley 24.156 de administración
financiera
y elevarlo a consideración de su presidente, todo ello de conformidad con lo establecido
en
el artículo 1° de la ley 24.937 y sus modificatorias.
b) Ejecutar el presupuesto anual del Poder Judicial.
c) Dirigir la oficina de habilitación y efectuar la liquidación y pago de haberes.
d) Dirigir la oficina de arquitectura judicial.
e) Llevar el registro de estadística e informática judicial.
f) Proponer a la Comisión de Administración y Financiera lo referente a la adquisición,
construcción y venta de bienes inmuebles y disponer lo necesario respecto de bienes
muebles, aplicando normas de procedimiento que aseguren la libre e igualitaria
concurrencia de los oferentes.
g) Llevar el inventario de bienes muebles e inmuebles y el registro de destino de los
mismos.
h) Realizar contrataciones para la administración del Poder Judicial coordinando con
los
diversos tribunales los requerimientos de insumos y necesidades de todo tipo aplicando
normas de procedimiento que aseguren la libre e igualitaria concurrencia de los
oferentes.
i) Proponer los reglamentos internos necesarios para su funcionamiento, los
reglamentos
para la administración financiera del Poder Judicial y los demás que sean convenientes
para lograr la eficaz administración de los servicios de justicia, incluyendo la supresión,
modificación o unificación de las oficinas arriba enumeradas.
j) Ejercer las demás funciones que establezcan los reglamentos internos.
ARTICULO 15. — Sustitúyese el artículo 21 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 21.- Competencia. El juzgamiento de los jueces titulares, subrogantes y
jubilados
convocados de acuerdo al artículo 16 de la ley 24.018 de los tribunales inferiores de la
Nación estará a cargo del Jurado de Enjuiciamiento de los Magistrados según lo
prescripto
por el artículo 115 de la Constitución Nacional.
ARTICULO 16. — Sustitúyese el artículo 24 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 24.- Remoción. Los miembros del Jurado de Enjuiciamiento, representantes
de
los jueces y de los abogados de la matrícula federal podrán ser removidos de sus cargos
por
el voto de las tres cuartas partes del total de los miembros del cuerpo, mediante un
procedimiento que asegure el derecho de defensa del acusado, cuando incurrieran en
mal
desempeño o en la comisión de un delito, durante el ejercicio de sus funciones.
Por igual mayoría podrá recomendar la remoción de los representantes del Congreso, a
cada una de las Cámaras, según corresponda. En ninguno de estos procedimientos, el
acusado podrá votar.
ARTICULO 17. — Sustitúyese el artículo 30 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 30.- Vigencia de normas. Las disposiciones reglamentarias vinculadas con el
Poder Judicial, continuarán en vigencia mientras no sean modificadas por el Consejo
de la
Magistratura dentro del ámbito de su competencia. Las facultades concernientes a la
superintendencia general sobre los distintos órganos judiciales continuarán siendo
ejercidas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y las cámaras nacionales de
apelaciones, según lo dispuesto en las normas legales y reglamentarias vigentes; con
excepción del Consejo de la Magistratura de la Nación que ejercerá su propia
superintendencia.
Los reglamentos vinculados al Poder Judicial y las facultades de superintendencia
deberán
garantizar un eficaz servicio de justicia, considerando los siguientes principios:
a) Fijación de horarios mínimos de jornada laboral para magistrados, funcionarios y
empleados.
b) Limitación de licencia por vacaciones a los períodos establecidos en las ferias
judiciales
de verano e invierno; que podrán ser exceptuadas con carácter excepcional por razones
de
salud o de servicio.
c) Criterio amplio de habilitación de días y horas de funcionamiento del Poder Judicial
tendiente a garantizar la tutela judicial efectiva.
d) Desempeño ético en el ejercicio de la función que resguarde los principios de
reserva,
derecho a la intimidad de las partes e imparcialidad.
e) Incompatibilidad del ejercicio de la docencia en el horario de trabajo.
f) Presencia efectiva de los magistrados y funcionarios en los actos procesales que las
leyes
de fondo y de forma establezcan.
g) Celeridad en la respuesta jurisdiccional.
h) Trato digno e igualitario a los justiciables, letrados y auxiliares de la justicia.
i) Transparencia en la gestión.
j) Publicidad de los actos.
k) Establecimiento de mecanismos de control de gestión.
ARTICULO 18. — Sustitúyese el artículo 33 de la ley 24.937 (t.o. 1999) y sus
modificatorias, por el siguiente:
Artículo 33.- Elecciones. El acto eleccionario de los integrantes del Consejo de la
Magistratura previsto en el artículo 3° bis de la presente, se celebrará de manera
conjunta
y simultánea con las elecciones nacionales para cargos legislativos, en la primera
oportunidad de aplicación de esta ley. Los integrantes del Consejo de la Magistratura
que
resulten electos mediante este procedimiento durarán excepcionalmente dos (2) años
en
sus cargos y se incorporarán al cuerpo sin perjuicio de la permanencia de quienes
ejerzan
mandato vigente, en cuyo caso la cantidad total de miembros podrá excepcionalmente
exceder el número de 19 consejeros.
La oficialización de listas de candidatos a consejeros del Consejo de la Magistratura
para
las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, y para las elecciones
generales, podrá hacerse en esta oportunidad, por cualquier partido, confederación o
alianza de orden nacional. A los fines de la adhesión de los cuerpos de boleta de la
categoría de consejeros del Consejo de la Magistratura con la de legisladores nacionales
en
cada distrito, se requiere la comprobación de la existencia de que en al menos 18 de los
24
distritos, la mencionada adhesión se realiza exclusivamente con agrupaciones de
idéntica
denominación. En el resto de los distritos, podrá adherirse mediando vínculo jurídico
entre
las categorías de las listas oficializadas. La adhesión de los cuerpos de boleta del resto
de
las categorías podrá realizarse mediando vínculo jurídico.
ARTICULO 19. — Sustitúyese el artículo 5° de la ley Nº 11.672 (t.o. 2005), por el
siguiente:
Artículo 5°.- Autorízase al presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación para
reasignar los créditos de su presupuesto jurisdiccional debiendo comunicar al jefe de
Gabinete de Ministros las modificaciones que se dispusieran. Tales modificaciones sólo
podrán realizarse, en estricta observancia de los principios de transparencia en la
gestión y
eficiencia en la utilización de los recursos, dentro del respectivo total de créditos
autorizados, sin originar aumentos automáticos para ejercicios futuros ni incrementos
de
las remuneraciones individuales, sobreasignaciones u otros conceptos análogos de
gastos
en personal o compensaciones o reintegros en favor del mismo, excepto cuando el jefe
de
Gabinete de Ministros le otorgue un refuerzo presupuestario para financiar mejoras
salariales o para creación de cargos por un período menor de doce (12) meses.
Tendrá la libre disponibilidad de los créditos que le asigne la ley de presupuesto, sin
más
restricciones que las que la propia ley determine en forma expresa.
El jefe de Gabinete de Ministros, junto con el proyecto de presupuesto de la
administración
nacional, enviará al Honorable Congreso de la Nación el anteproyecto preparado por el
Consejo de la Magistratura de la Nación, acompañando los antecedentes respectivos
cuando las estimaciones efectuadas por dicho organismo no coincidan con las del
proyecto
general. Todo ello de conformidad con lo establecido en el artículo 1° de la ley 24.937 y
sus
modificatorias.
ARTICULO 20. — Sustitúyese el artículo 23 de la ley 17.928 y sus modificatorias, por el
siguiente:
Artículo 23.- Autorízase a la Corte Suprema de Justicia de la Nación para cubrir los
cargos
de secretarios y de personal auxiliar de los tribunales nacionales mediante la
redistribución
o traslado de los agentes que se desempeñan en cualquiera de los fueros y
circunscripciones de la justicia nacional, debiendo extremar los recaudos para disponer
las
medidas que resulten más eficientes en la aplicación de los recursos humanos y más
respetuosas de la dignidad del trabajador. Todo ello de conformidad con lo establecido
en
el artículo 1° de la ley 24.937 y sus modificatorias.
ARTICULO 21. — Sustitúyese el artículo 3° de la ley 19.362, por el siguiente:
Artículo 3°.- La Corte Suprema de Justicia de la Nación fijará las dotaciones de
personal de
los distintos tribunales y organismos que integran el Poder Judicial de la Nación
adjudicando la cantidad de cargos y categorías que su funcionamiento requiera,
debiendo
extremar los recaudos para disponer las medidas que resulten más eficientes en la
aplicación de los recursos humanos y más respetuosas de la dignidad del trabajador.
Todo
ello de conformidad con lo establecido en el artículo 1° de la ley 24.937 y sus
modificatorias.
ARTICULO 22. — Sustitúyese el artículo 1° de la ley 23.853 y sus modificatorias, por el
siguiente:
Artículo 1°.- La Corte Suprema de Justicia de la Nación preparará el Presupuesto de
Gastos
y Recursos del Poder Judicial, debiendo observar los principios de transparencia en la
gestión y eficiencia en el uso de los recursos, el que será remitido al Poder Ejecutivo
nacional para su incorporación al proyecto de presupuesto general de la administración
nacional que se presenta anualmente ante el Honorable Congreso. Todo ello de
conformidad con lo establecido en el artículo 1° de la ley 24.937 y sus modificatorias.
ARTICULO 23. — Sustitúyese el artículo 5° de la ley 23.853 y sus modificatorias, por el
siguiente:
Artículo 5°.- Facúltase a la Corte Suprema de Justicia de la Nación a disponer las
reestructuraciones y compensaciones que considere necesarias, dentro de la suma total
correspondiente al Poder Judicial de la Nación en el presupuesto general de la
administración nacional, a cuyo fin deberá observar los principios de transparencia en
la
gestión y eficiencia en el uso de los recursos.
Asimismo, queda facultada para requerir anticipos de fondos con arreglo a lo dispuesto
por
el artículo 12 de la ley 16.432, incorporado a la ley 11.672 (t.o. 2005).
Todos los gastos que demanden la creación de juzgados o la ampliación de los
existentes
serán atendidos con cargo a Rentas Generales, o a los excedentes.
El Poder Legislativo solicitará informes al Ministerio de Economía y al Poder Judicial
de la
Nación sobre las posibilidades financieras para hacerse cargo de las erogaciones que
generen esas creaciones o ampliaciones, en forma previa a sancionar las normas y con
el
objeto de otorgar —si correspondiere— los refuerzos presupuestarios pertinentes. Todo
ello de conformidad con lo establecido en el artículo 1° de la ley 24.937 y sus
modificatorias.
ARTICULO 24. — Sustitúyese el artículo 7° de la ley 23.853 y sus modificatorias, por el
siguiente:
Artículo 7°.- Las remuneraciones de magistrados, funcionarios y empleados del Poder
Judicial de la Nación serán establecidas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
debiendo velar por el equilibrio entre el uso eficiente de los recursos y el respeto a la
dignidad del trabajador. Todo ello de conformidad con lo establecido en el artículo 1°
de la
ley 24.937 y sus modificatorias.
ARTICULO 25. — Sustitúyese el artículo 8° de la ley 23.853 y sus modificatorias, por el
siguiente:
Artículo 8°.- A los fines establecidos en la presente ley y bajo el estricto respeto a los
principios de transparencia en la gestión y eficiencia en el uso de los recursos, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación tendrá amplias facultades para establecer aranceles y
fijar sus montos y actualizaciones; disponer de su patrimonio y determinar el régimen
de
percepción, administración y contralor de sus recursos y su ejecución, debiendo remitir
mensualmente a la Contaduría General de la Nación el movimiento contable que
registre.
Todo ello de conformidad con lo establecido en el artículo 1° de la ley 24.937 y sus
modificatorias.
ARTICULO 26. — Sustitúyese el artículo 10 de la ley 23.853 y sus modificatorias, por el
siguiente:
Artículo 10.- El Poder Ejecutivo nacional juntamente con la Corte Suprema de Justicia
de
la Nación reglamentará la presente ley en los aspectos concernientes a la
administración
financiero-presupuestaria, de conformidad con los principios de transparencia en la
gestión y uso eficiente de los recursos. Todo ello de conformidad con lo establecido en
el
artículo 1° de la ley 24.937 y sus modificatorias.
ARTICULO 27. — Sustitúyense los párrafos 5° y 6° del artículo 117 de la ley 24.156 y sus
modificatorias, por el siguiente:
La Corte Suprema de Justicia de la Nación dispondrá sobre la modalidad y alcances de
la
puesta en práctica del sistema instituido en esta ley con relación al Poder Judicial de la
Nación, debiendo velar por el respeto de los principios de transparencia en la gestión y
uso
eficiente de los recursos. A los efectos del control externo posterior se ajustará al
artículo
85 de la Constitución Nacional. Todo ello de conformidad con lo establecido en el
artículo
1° de la ley 24.937 y sus modificatorias.
ARTICULO 28. — Sustitúyese el artículo 1° de la ley 26.376, por el siguiente:
Artículo 1°.- En caso de recusación, excusación, licencia, vacancia u otro impedimento
de
los jueces de primera instancia, nacionales o federales, el Consejo de la Magistratura
procederá a la designación de un subrogante de acuerdo al siguiente orden:
a) Con un juez de igual competencia de la misma jurisdicción, teniendo prelación el
juez de
la nominación inmediata siguiente en aquellos lugares donde tengan asiento más de un
juzgado de igual competencia;
b) Por sorteo, entre la lista de conjueces confeccionada por el Poder Ejecutivo nacional,
de
acuerdo a lo dispuesto por el artículo 3° de la presente ley.
Disposiciones Transitorias
ARTICULO 29. — Las modificaciones al régimen de mayorías previsto en la presente
ley,
así como la nueva composición de las comisiones, entrarán en vigor una vez que se
haga
efectiva la modificación de la integración del cuerpo prevista en el artículo 2°, de
acuerdo
con el mecanismo electoral establecido en los artículos 3° bis y concordantes.
ARTICULO 30. — La promulgación de la presente ley importa la convocatoria a
elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias para la elección de candidatos
a
Consejero de la Magistratura por los estamentos previstos en el artículo 3° bis de la
misma,
debiéndose adaptar el cumplimiento de las etapas electorales esenciales al calendario
en
curso.
ARTICULO 31. — La presente ley entrará en vigencia desde el día de su publicación. A
partir de la fecha de la entrada en vigencia de la presente ley quedarán sin efecto todas
las
disposiciones legales y reglamentarias que se opongan a su cumplimiento y que
importen
un detrimento de la administración del Poder Judicial por el Consejo de la
Magistratura de
la Nación, según el alcance de la presente ley.
ARTICULO 32. — Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS
AIRES,
A LOS OCHO DIAS DEL MES DE MAYO DEL AÑO DOS MIL TRECE.
— REGISTRADA BAJO EL Nº 26.855 —
AMADO BOUDOU. — JULIAN A. DOMINGUEZ. — Gervasio Bozzano. — Juan H.
Estrada.

JUSTICIA
Ley 26.861
Ingreso democrático e igualitario de personal al Poder Judicial de la Nación y
al Ministerio Público de la Nación.
Sancionada: Mayo 29 de 2013
Promulgada: Mayo 31 de 2013
El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc.
sancionan con fuerza de Ley:
CAPITULO I
Disposiciones generales
ARTICULO 1° — Objeto. La presente ley tiene por objeto regular el ingreso
democrático e
igualitario de personal al Poder Judicial de la Nación y al Ministerio Público de la
Nación,
mediante el procedimiento de concurso público.
ARTICULO 2° — Disposiciones generales. El ingreso de personal a las jurisdicciones
mencionadas en el artículo 1° se rige por las disposiciones de la presente ley y las
reglamentaciones que en virtud de ella se dicten.
En aquellos casos en que se requiera la designación de personal en forma permanente,
interina, transitoria o por contrato con relación de dependencia en planta transitoria,
corresponderá a la autoridad de aplicación de la presente su designación, de acuerdo a
los
procedimientos establecidos en esta ley.
ARTICULO 3° — Alcance. Las disposiciones de la presente ley se aplican a los
concursos
que se realicen para acceder a los cargos letrados, de empleados y personal de
maestranza
y oficios del Poder Judicial de la Nación y del Ministerio Público de la Nación, con el
límite
impuesto por el artículo 113 de la Constitución Nacional respecto de los funcionarios y
empleados de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, exceptuando también de la
presente ley a los funcionarios y empleados que dependen directamente de la
estructura
central de gobierno y administración de la Procuración General de la Nación, de la
Defensoría General de la Nación y del Consejo de la Magistratura.
ARTICULO 4° — Cargos en los cuales se puede ingresar. Sólo se podrá ingresar al
Poder
Judicial de la Nación y al Ministerio Público de la Nación como empleado y personal de
maestranza y oficios en el cargo de menor jerarquía y como funcionario en los cargos
letrados, mediante el sistema de concursos que se encuentra regulado en la presente
ley.
Los demás cargos de los escalafones correspondientes al Poder Judicial de la Nación y
al
Ministerio Público de la Nación, continuarán siendo asignados de acuerdo con la
normativa vigente, sin perjuicio de las previsiones del artículo 37 de la presente ley.
ARTICULO 5° — Designación directa. Excepción. Excepcionalmente se podrá ingresar
por designación directa en los cargos de relator de Cámara y secretario privado de
primera
instancia, pero tales agentes no podrán ser promovidos a planta permanente en forma
definitiva.
Asimismo, el titular de la dependencia podrá designar en forma directa dos (2) cargos
letrados, en las mismas condiciones que lo establecido en el párrafo anterior.
ARTICULO 6° — Requisitos para ingresar como personal de maestranza y oficios. Para
el
personal de maestranza y oficios se requiere ser mayor de edad, poseer estudios
primarios
completos, tener idoneidad y aptitud psicotécnica para dicho cargo, acreditada
mediante el
procedimiento de concurso público, sin perjuicio de otros requisitos que puedan
exigirse a
aquellos que deban desempeñar tareas para las cuales sean necesarios conocimientos
especiales.
ARTICULO 7° — Requisitos para ingresar como empleado. Para ingresar como
empleado
se requiere ser mayor de edad, tener estudios secundarios completos y acreditar
idoneidad
para dicho cargo, verificada a través de concurso público. Debe contarse asimismo con
aptitud psicotécnica para el cargo, sin perjuicio de otros requisitos que puedan exigirse
a
aquellos que deban desempeñar tareas para las cuales sean necesarios conocimientos
técnicos especiales.
ARTICULO 8° — Requisitos para ingresar en los cargos letrados. Para los cargos
letrados
se requiere ser argentino o residente permanente en el país, mayor de edad y abogado
graduado en universidad nacional pública o privada oficialmente reconocida o
extranjera
con título debidamente homologado por el Ministerio de Educación; tener la idoneidad
requerida para el ejercicio de las funciones, verificada a través de concurso público de
antecedentes y oposición, así como aptitud psicotécnica para su desempeño.
ARTICULO 9° — Cupo para discapacitados. El cuatro por ciento (4%), como mínimo,
de
los cargos a cubrir, debe ser ocupado por personas con discapacidad que reúnan los
requisitos necesarios para el cargo.
ARTICULO 10. — Autoridad de aplicación. Los concursos para el ingreso al Poder
Judicial de la Nación en los cargos referidos, se deben realizar en la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, y los de ingreso al Ministerio Público de la Nación se deben
efectuar
en la Procuración General de la Nación o en la Defensoría General de la Nación, según
corresponda.
ARTICULO 11. — Integración. En cada caso, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación y
el Ministerio Público de la Nación, en el ámbito de sus respectivas competencias,
dispondrán la integración de los órganos encargados de sustanciar los concursos.
Se deberán establecer concursos regionales con alcance en todas las jurisdicciones, a
efectos de garantizar la participación de todos los ciudadanos del país.
ARTICULO 12. — Concursos. La sustanciación de los concursos se debe realizar de
acuerdo con lo que establezca la autoridad de aplicación, respetando los principios de
publicidad, concurrencia, igualdad y transparencia. La autoridad de aplicación debe
establecer un programa de examen, identificar el material, publicar sus contenidos vía
web
juntamente con el llamado a concurso, tomar los exámenes y efectuar las evaluaciones
pertinentes, conforme a la normativa aplicable.
ARTICULO 13. — Formulario de inscripción. El postulante debe presentar el
formulario
de inscripción a la autoridad de aplicación, personalmente o vía internet, en el mes de
marzo de cada año, haciendo constar su preferencia en razón de la materia de cada
fuero, y
de la especialidad por oficio, si la tuviera.
ARTICULO 14. — Requisitos generales. En el formulario de inscripción los
postulantes
deben detallar:
a) Apellido y nombre completos;
b) Domicilio real y constituido a los efectos del trámite, en la ciudad donde se
encuentra el
asiento de la dependencia para la cual concursa, número de teléfono y correo
electrónico;
c) Lugar y fecha de nacimiento;
d) Nacionalidad;
e) Estado civil, en su caso, nombre del cónyuge o conviviente y de los hijos, si los
hubiere;
f) Fotocopia del documento de identidad;
g) Antecedentes académicos, laborales y profesionales, con la documentación que lo
acredite, en caso de corresponder; de presentarse publicaciones, éstas deben tener
vinculación con la especialidad de que se trate;
h) Fotocopia del título que posea, debiendo exhibirse el original, que se restituye en el
acto,
previo cotejo por secretaría, de lo que se deja constancia en la copia agregada a la
presentación;
i) Los postulantes a cargos letrados que se desempeñen o se hubieren desempeñado en
el
Poder Judicial de la Nación o en el Ministerio Público de la Nación deberán consignar
los
datos de su legajo personal; quienes se hubieran desempeñado en el Poder Judicial o en
el
Ministerio Público de las provincias o en órganos jurisdiccionales de la administración
pública, deberán agregar un certificado que consigne:
1. Fecha de ingreso y egreso si la hubiera.
2. Cargos desempeñados.
3. Licencias extraordinarias concedidas en los últimos dos (2) años.
4. Sanciones disciplinarias aplicadas con indicación de fecha y motivo.
j) En el caso de abogados matriculados, deberán acompañar el certificado del respectivo
colegio profesional, del cual surja la antigüedad y estado de la matrícula y si fueron
objeto
de sanciones disciplinarias en el ejercicio de la profesión.
ARTICULO 15. — Constancia de inscripción. De la presentación del formulario en
tiempo
y forma se le extenderá al postulante una constancia de inscripción, que consignará
fecha y
hora de recepción, como también el detalle de los documentos adjuntados.
ARTICULO 16. — Lista provisoria. Vencido el plazo para la inscripción, la autoridad
de
aplicación procederá a conformar una lista provisoria con todos los inscriptos, la que
debe
publicarse en el organismo encargado de sustanciar el concurso y en su sitio de
internet.
ARTICULO 17. — Impedimentos para el ingreso. No puede ingresar al Poder Judicial
de
la Nación ni al Ministerio Público de la Nación quien no cumpla con los requisitos
establecidos en el artículo 14 de la presente ley ni aquel postulante que a la fecha de
presentación del formulario:
a) Hubiera sido condenado por delitos dolosos en los últimos cinco (5) años;
b) Hubiera sido condenado por delitos contra la administración pública previstos en el
Código Penal;
c) Estuviera inhabilitado judicialmente para ejercer cargos públicos;
d) Hubiese sido hallado responsable, por sentencia condenatoria firme de participar de
cualquier forma en los supuestos contemplados en el artículo 36 de la Constitución
Nacional y en el título X del Libro Segundo del Código Penal, aun cuando se lo hubiera
beneficiado con indulto o condonación de la pena.
ARTICULO 18. — Acta. Lista definitiva de inscriptos. Dentro de los cinco (5) días
posteriores al cierre de la inscripción, el funcionario encargado debe labrar un acta y
luego
una lista en la que se hará constar en forma definitiva las inscripciones registradas que
hubieran cumplido con los requisitos exigidos en la presente ley.
CAPITULO II
Del ingreso de los empleados y del personal de maestranza y oficios
ARTICULO 19. — El ingreso al Poder Judicial de la Nación y al Ministerio Público de
la
Nación para desempeñarse como personal de maestranza y oficios en el cargo de menor
jerarquía, además de los requisitos mencionados en el artículo 14, exigirá la realización
de
una entrevista personal y una prueba de capacitación en su oficio o actividad y
posterior
sorteo público, con arreglo a las previsiones de los artículos siguientes del presente
capítulo en cuanto sean aplicables.
ARTICULO 20. — El ingreso al Poder Judicial de la Nación y al Ministerio Público de
la
Nación para desempeñarse como empleado en el cargo de menor jerarquía se hará a
través
del examen y posterior sorteo público, conforme las previsiones de los artículos
siguientes
del presente capítulo.
ARTICULO 21. — Examen. Conformada la lista definitiva de inscriptos prevista en el
artículo 18 de la presente ley, se debe fijar fecha para que los postulantes rindan un
examen escrito, a realizarse dentro de los siguientes treinta (30) días, bajo el sistema de
opción múltiple, el cual comprenderá distintas evaluaciones eliminatorias, a
desarrollarse
en el siguiente orden:
a) Evaluación de conocimientos teóricos;
b) Evaluación de conocimientos en informática;
c) Evaluación psicofísica.
ARTICULO 22. — Causales de eliminación. Los aspirantes estarán sujetos a
eliminación
por las siguientes causas:
a) Reprobar los exámenes;
b) No asistir o presentar una tardanza injustificada;
c) Ausentarse del examen.
En los casos de fuerza mayor que configuren alguna de estas causas, los aspirantes
deberán
presentar ante la oficina y en el plazo que la autoridad de aplicación determine, un
escrito
con la justificación y la documentación que acredite fehacientemente tal situación,
quedando a consideración de dicha oficina la validez de la misma.
ARTICULO 23. — Régimen de calificaciones. Las evaluaciones se deben calificar de
cero
(0) a cien (100). Para acceder al cargo se requiere un puntaje mínimo de sesenta (60)
puntos en cada una de las pruebas. En el examen psicofísico se aportará una
ponderación
cualitativa del aspirante, ingresando solamente en la nómina de aspirantes aquellos que
obtuvieron una aptitud laboral satisfactoria.
ARTICULO 24. — Lista de postulantes. Sorteo. La autoridad de aplicación elaborará
una
lista con aquellos postulantes que hayan aprobado las evaluaciones exigidas en la
presente
ley.
En la lista deberá detallarse el nombre y apellido de los postulantes, documento
nacional
de identidad y publicarse en la página de internet y en la cartelera de la Corte Suprema
de
Justicia de la Nación, de la Procuración General de la Nación o de la Defensoría
General de
la Nación, según corresponda. Asimismo, debe publicarse por cinco (5) días, en tres (3)
diarios de amplia difusión del lugar en que se sustancie el concurso.
Las futuras vacantes se cubrirán mediante sorteo de todos los integrantes de la lista,
que se
realizará a través de la Lotería Nacional S.E., en la forma, día y horario que establezca
la
autoridad de aplicación, a medida que se vayan produciendo.
Quien haya sido sorteado en un cargo interino o no permanente, se mantendrá en el
listado
sólo para los sorteos de cargos efectivos o permanentes.
Cuando ninguno de los postulantes apruebe el examen la autoridad de aplicación debe
declarar desierto el concurso y convocar inmediatamente a un nuevo concurso,
debiendo
disponerse extraordinariamente de un nuevo plazo para la inscripción de postulantes.
ARTICULO 25. — Recursos. Dentro del plazo de cinco (5) días hábiles de la
publicación
de la lista de postulantes a la que se refiere el artículo anterior, los concursantes podrán
plantear la reconsideración de la calificación obtenida en el examen rendido invocando
las
razones que estimen correspondan. Dicho recurso será resuelto por la autoridad de
aplicación.
ARTICULO 26. — Nombramientos. Los nombramientos que se realicen
(permanentes o
no permanentes) para cubrir las vacantes que se produjeren en cualquiera de los
cargos, se
harán teniendo en cuenta el sorteo previsto en el artículo 24, debiendo sortearse
primero
entre los postulantes que no hubieren sido designados el año anterior.
Producida la vacante, el postulante seleccionado será notificado en el domicilio
constituido
en su formulario de ingreso para que comparezca y acepte el cargo. Si dentro de los diez
(10) días contados desde su notificación no compareciere, se lo tendrá por desistido,
excluyéndoselo de la lista para llamar a nuevo sorteo.
ARTICULO 27. — Vigencia de las listas. Las listas a las que refiere el artículo 24
tendrán
vigencia por el plazo de dos (2) años.
CAPITULO III
Del ingreso a los cargos letrados
ARTICULO 28. — Examen. Conformada la lista definitiva a que refiere el artículo 18
de la
presente ley, se fijará fecha para un examen anónimo y escrito, dentro de los siguientes
treinta (30) días.
El examen consistirá en la elaboración de una solución a un problema jurídico, en el
que se
examinará el grado de conocimiento específico en el área de derecho que requiera el
cargo
para el que concursa y la normativa constitucional.
ARTICULO 29. — Régimen de calificaciones. La prueba de oposición se calificará de
cero
(0) a setenta (70) puntos. Para ser incluidos en la lista de postulantes se requiere haber
obtenido un puntaje mínimo de cuarenta (40) puntos. Sólo respecto de aquellos
postulantes que hubieran alcanzado el puntaje mínimo se evaluarán los antecedentes.
ARTICULO 30. — Calificación y puntaje de los antecedentes. La calificación y puntaje
de
los antecedentes de los postulantes para cubrir las vacantes que se produzcan en los
cargos
letrados, será como máximo de treinta (30) puntos, de acuerdo con el siguiente criterio:
a) Hasta diez (10) puntos por los antecedentes vinculados con la especialidad de que se
trate en el desempeño profesional cumplido en el Poder Judicial, en el Ministerio
Público,
en funciones públicas o en el ejercicio de la abogacía;
b) Hasta cinco (5) puntos por la obtención de títulos de posgrado;
c) Hasta tres (3) puntos por la aprobación de cursos de posgrado no incluidos en los
estudios necesarios para la obtención de los títulos previstos en el inciso anterior, y por
participación y asistencia a congresos, jornadas y seminarios; se computarán
especialmente los estudios o participaciones que tengan pertinencia con la función que
se
concursa;
d) Hasta siete (7) puntos por el ejercicio de la docencia en la especialidad propia del
cargo
para el que se concursa o en el ámbito de las disciplinas básicas de la ciencia del
derecho;
e) Hasta tres (3) puntos, por las publicaciones, en cuya apreciación se debe considerar
su
valor y originalidad;
f) Hasta dos (2) puntos por todos aquellos antecedentes relevantes a juicio de la
autoridad
examinadora.
No se calificarán los antecedentes que no hayan sido invocados en la solicitud de
inscripción.
ARTICULO 31. — Listas de postulantes. Orden de mérito. Una vez calificadas las
evaluaciones y valorados los antecedentes, se confeccionará una lista con el orden de
mérito definitivo, la que será notificada a cada uno de sus integrantes para cubrir las
futuras vacantes que se produjeren.
En la lista general deberá detallarse el nombre y apellido de cada uno de los
postulantes,
documento nacional de identidad, así como la calificación merecida en las evaluaciones
debiendo publicarse durante el plazo de cinco (5) días en la página de internet y en la
cartelera de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la Procuración General de la
Nación
o la Defensoría General de la Nación, según corresponda.
Cuando ninguno de los postulantes hubiera aprobado el examen, la autoridad
competente
deberá declarar desierto el concurso, convocando inmediatamente a un nuevo
concurso.
ARTICULO 32. — Recursos. Dentro del plazo de cinco (5) días hábiles de haber sido
notificados, los concursantes podrán plantear la reconsideración de la calificación
obtenida
en la prueba de oposición y en la evaluación de antecedentes invocando las razones que
estimen correspondan. Dicho recurso será resuelto por la autoridad de aplicación.
ARTICULO 33. — Nombramientos. Los nombramientos que se realicen
(permanentes o
no permanentes) para cubrir las vacantes que se produjeren en cualquiera de los cargos
se
harán teniendo en cuenta el orden de mérito de la lista definitiva.
El titular, o quien se encontrare a cargo de la dependencia respectiva, podrá seleccionar
al
postulante dentro de los veinte (20) primeros del orden de mérito. En caso de que el
listado sea menor, podrá seleccionar al postulante entre los aprobados.
El listado será adecuado a medida que se vayan designando postulantes, siempre sobre
la
base del orden de mérito, de modo que el titular o quien se encontrare a cargo de la
dependencia pueda elegir invariablemente entre veinte (20). El orden para que los
titulares
o quienes se encuentren a cargo de las dependencias elijan estará dado por las fechas en
las
que se vayan generando las vacantes.
Cuando se genere una vacante efectiva o permanente que está siendo cubierta en forma
interina o no permanente, será designado en ese cargo quien se encuentre cubriendo
dicho
lugar.
El postulante seleccionado será notificado en el último domicilio denunciado, para que
comparezca y acepte el cargo. Si dentro de los diez (10) días contados desde su
notificación
no compareciere, se lo tendrá por desistido, excluyéndoselo de la lista.
ARTICULO 34. — Vigencia de las listas. Las listas a las que refiere el artículo 31
tendrán
vigencia por el plazo de dos (2) años. Los postulantes se mantendrán en esas listas
durante
el mencionado plazo o hasta su designación en un cargo permanente si ello sucediera
primero.
Quien se encuentre ocupando un cargo interino o no permanente, se mantendrá en la
lista
sólo para los cargos efectivos o permanentes.
ARTICULO 35. — Del examen psicotécnico. Previo al nombramiento, los postulantes
deberán acreditar poseer aptitud psicotécnica para el cargo, mediante el examen que
indique la autoridad competente.
CAPITULO IV
Disposiciones transitorias
ARTICULO 36. — Vigencia. A partir de la entrada en vigencia de la presente ley sólo
se
podrán efectuar nuevos nombramientos en el Poder Judicial de la Nación y en el
Ministerio Público de la Nación, en los cargos comprendidos en la misma, de acuerdo
con
el procedimiento previsto en esta ley.
De manera excepcional, desde la entrada en vigencia de la presente ley y hasta la
primera
conformación de las listas contempladas en los artículos 24 y 31, los cargos podrán ser
cubiertos en forma transitoria. Los agentes que resulten designados de acuerdo a lo
establecido en el párrafo anterior no podrán ser promovidos a planta permanente sin
que
ello obste a que los mismos concursen para su nombramiento en las mismas
condiciones
de los demás postulantes.
ARTICULO 37. — Derechos adquiridos. La aplicación de la presente ley no afectará
las
categorías alcanzadas y los derechos y beneficios del personal contratado inherentes a
su
condición de integrantes del Poder Judicial de la Nación y del Ministerio Público de la
Nación, quienes permanecerán en sus cargos de acuerdo con la regulación previa,
pudiendo solicitar su pase a planta permanente conforme a la normativa vigente
aplicable
a cada caso.
ARTICULO 38. — Invitación a las provincias. Invítase a las provincias y a la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires a adherir a los términos de la presente ley.
ARTICULO 39. — Reglamentación. La autoridad de aplicación dictará las normas
aclaratorias y complementarias de la presente ley.
ARTICULO 40. — Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS
AIRES,
EL DIA VEINTINUEVE DE MAYO DEL AÑO DOS MIL TRECE.
— REGISTRADO BAJO EL N° 26.861 —
BEATRIZ ROJKES de ALPEROVICH. — JULIAN A. DOMINGUEZ. — Gervasio
Bozzano.
— Juan H. Estrada.__
1. El poder de acción
1.1. La acción procesal: definición y
caracteres.
Ferreyra De la Rua sostiene que el concepto más abarcativo de acción que es que la
presenta como “el poder de presentar y mantener ante el órgano jurisdiccional una
pretensión fundada en hechos jurídicamente relevantes con el fin de obtener una decisión
concreta y en su caso conseguir la ejecución de la misma hasta su agotamiento”.
De tal modo, se manifiesta con la solicitud de actuación dirigida a los órganos
jurisdiccionales, a través del empleo de instrumentos técnicos adecuados (demanda,
requisitoria fiscal); pero no se agota en un mero peticionar sino que además requiere su
mantenimiento hasta la finalización del trámite por el dictado de la sentencia y su
ejecución.
Ello se ve claramente en el proceso civil, que por su carácter dispositivo requiere el
impulso inicial y también el posterior o de mantenimiento por parte del interesado;
distinto es en el proceso de familia o laboral, por ej., donde el impulso inicial es formulado
por el actor (demanda laboral o de familia) pero posteriormente, es el juez quien mantiene
vivo y da impulso al procedimiento hasta su efectiva finalización. En efecto, en estos
fueros el impulso procesal es de oficio (art. 41 Ley 7676 y 17 Ley 7987).
En materia penal, en razón del interés público involucrado, la acción es ejercida por
órganos del estado, esto es el Ministerio Público Fiscal, quien promueve las actuaciones y
ordena las medidas necesarias de investigación y de prueba. Ello, más allá de la figura del
Querellante Particular (art. 91 y 7 del CPP Cba.), que acuerda la posibilidad al ofendido de
constituirse al lado del órgano estatal, en una suerte de litisconsorte, pero que no excluye
ni limita en lo más mínimo los poderes y dirección del proceso que efectúa el Fiscal.
Ahora bien, este poder con fundamento constitucional que significa la acción procesal, se
hace necesario atribuirle un contenido (pretensión) y a la vez efectuar un deslinde en
relación a otros institutos procesales que resultan correlativos y complementarios: la
pretensión y la demanda, que representan respectivamente su contenido y su vía de
realización. 2
Así, acción-pretensión-demanda, son instituciones correlativas y que se vinculan en forma
recíproca para explicar el fenómeno judicial, que no puede ser entendido de modo integral
sino con la conjunción de tales conceptos: advierte que la demanda consiste
materialmente en un acto procesal formal y documental cuya presentación al juez implica
el ejercicio de la acción y que resulta ser el continente de un contenido necesario: la
pretensión.
En el ámbito penal, en cambio, el acto de promoción efectiva se configura en principio con
el requerimiento que formula el Ministerio Público Fiscal, quien ejercita en nombre del
Estado una pretensión penal (art. 341 y 355 CPPCba).
En cuanto a caracteres de la acción procesal, señalamos:
Autónoma: existe con independencia del derecho material invocado que sirve de
fundamento a la pretensión planteada. Prueba de ello es que puede promoverse
efectivamente el poder de acción, tramitarse íntegramente un juicio y la sentencia resultar
en definitiva desestimatoria de la pretensión deducida en juicio.
Pública: se dirige a un órgano público y persigue fines de idéntica naturaleza con
independencia del fundamento sustancial, que sirve de base a la pretensión esgrimida. Es
así que puede tener basamento en pretensiones públicas de derecho penal o privadas que
hacen al derecho privado común.
Realizadora: del derecho sustantivo del fondo.

La pretensión: Definición. Elementos.


Como lo adelantáramos, es el contenido de la acción procesal. Expresa Clariá que se trata
de un contenido inomitible e irreemplazable, sin el cual la acción sería vacua y por ende
ineficaz, esta pretensión jurídica debe mostrar su fundamento en la posibilidad de estar
efectivamente fundada en derecho. Si esa posibilidad faltara, no habría sobre qué decidir.
Por ello, debe admitirse la existencia de un vínculo entre la acción y el ordenamiento
jurídico.
Devis Echandia define a la pretensión como “el efecto jurídico concreto que el
demandante persigue con el proceso, efecto al cual se quiere vincular al demandado”.
Pero la pretensión no sólo tiene como efecto someter a su voluntad al demandado: la
sujeción de éste y la obligación emanan de la sentencia. 3
El objeto de la pretensión es lo que se pide en la demanda. El objeto litigioso no se
confunde con la pretensión, sino que es el objeto de ésta, pues sobre un mismo objeto
litigioso pueden existir pretensiones diversas o análogas, pero con distinto fundamento o
causa. De allí que el objeto de la pretensión no se identifica con el objeto del derecho
material que el actor declara tener.
Elementos:
Elemento subjetivo:

La pretensión consta de tres sujetos:


El actor que la formula
El demandado frente a quien se formula y
La persona ante quien se formula.

Los dos primeros son los sujetos activos y pasivos de la pretensión y el tercer sujeto es el
órgano destinatario de esa pretensión que tiene el deber de satisfacerla.
Elemento objetivo:
Objeto de la pretensión: está constituido por el determinado efecto jurídico que con
ella se persigue y que puede ser visto desde dos aspectos: inmediato, esto es la clase de
pronunciamiento que se reclama (condena, declaración, ejecución, etc.); o mediato, es
decir el bien sobre el cual debe recaer el pronunciamiento (cosa mueble o inmueble cuya
restitución se solicita, suma de dinero, relación jurídica cuya existencia o inexistencia debe
declararse, etc.)
La causa, fundamento, título o razón: es la concreta situación de hecho a la cual el
actor asigna una determinada consecuencia jurídica. La pretensión está individualizada por
los hechos afirmados, no por el derecho que se invoca en la demanda. Se trata del
conjunto de hechos que constituyen el relato histórico de las circunstancias de donde se
cree deducir lo que se pretende y a la afirmación de su conformidad con el derecho en
virtud de determinadas normas subjetivas. Se trata de la causa pretendida de la demanda,
es la razón aparente que sirve de fundamento a la pretensión.
La actividad que la pretensión involucra: y que se desenvuelve en las dimensiones de
lugar, tiempo y forma
4
que coincidirán, necesariamente con las del proceso en que la pretensión se haga valer.

Teoría de la identificación de las pretensiones: definición,


postulados básicos. Acumulación objetiva en los diferentes
tipos de procesos.
El concepto de la pretensión interviene en el estudio de los siguientes institutos
procesales: la demanda, la cosa juzgada y la Litis pendencia, la excepción, congruencia de
procesos y peticiones en una misma demanda.
Para la determinación de la cosa juzgada y de la Litis pendencia se hace preciso cuando
dos pretensiones son idénticas, es decir son una misma.
La teoría encarna el análisis de tres elementos: sujetos, objetos y causas, y entiende que si
confrontadas dos pretensiones, éstas tienen iguales sujetos, objetos y causas (triple
identidad) serán idénticas.
Identidad de sujetos

Para que dos pretensiones sean idénticas es menester que involucren los mismos sujetos
activo y pasivo (se excluye el órgano jurisdiccional). Este análisis mira la cualidad jurídica
en que dichos sujetos han intervenido en cada caso, no siendo suficiente que se trate
físicamente de las mismas personas: Pedro puede demandar a Juan a nombre propio a raíz
de un contrato y a la vez demandarlo como representante legal de su hijo menor en razón
del mismo contrato en tanto los involucra a ambos.
Identidad de objeto

Debe tratarse del mismo objeto (inmediato y mediato) de la pretensión. Si el objeto


inmediato es la condena, el mediato resulta de la naturaleza de la prestación que se
demande y será necesario distinguir según se trate de obligaciones de dar, hacer o no
hacer.
No habrá identidad si el objeto de una pretensión puede concebirse inmediatamente del
objeto de la otra.
En materia penal la identidad debe darse respecto del hecho, del acontecimiento histórico
fijado en el primer proceso y que dio lugar a la persecución.
Identidad de causa

Como el objeto de la pretensión puede ser debido por diversas razones, se hace necesario
que haya identidad de causa: deberá identificarse la fuente del objeto de la pretensión. En
muchos casos la misma coincide con la 5
fuente de la obligación material: tal es el caso de la locación, la compraventa, etc. pero en
el ámbito de las pretensiones reales se advierte una distinción importante: en la
reivindicación la causa inmediata es el dominio, pero el hecho constitutivo de éste puede
variar según que derive de una compraventa, una donación o que haya sido adquirido por
prescripción. En este sentido advierte Alsina que respecto a la pretensión procesal, lo que
está en juego es el dominio mismo y no el modo de adquisición y por eso no varía la acción
por el hecho de que se invoque una causa mediata distinta, y así, rechazada la
reivindicación por no haberse acreditado el dominio que se dijo adquirido por donación,
no podría intentarse nuevamente alegando que el dominio se adquirió por prescripción,
pues ya en el primer caso se declaró que el reivindicante no era propietario.
Postulados básicos o condiciones para el ejercicio de la acción
La pretensión procesal debe reunir determinados requisitos:
I- REQUISITOS DE ADMISIBILIDAD
1. Extrínsecos:
a- Procesales: este grupo se refiere a los requisitos previstos para los sujetos, el objeto, la
causa y la falta de concurrencia de Litis pendencia o cosa juzgada.
Respecto de los sujetos
o Tribunal: debe tener capacidad tanto sustancial como procesal. La sustancial se refiere
a la observancia de las normas constitucionales y de las legales que sean su consecuencia
para la válida constitución del tribunal (juez natural), designación del juez o de los jueces,
etc. La procesal se refiere a la competencia, el territorio, el grado y el turno, salvo la
posibilidad de prórroga (en general en materia de competencia territorial).
o Partes: deben tener capacidad para ser parte (aptitud para ser titular de derechos y
deberes procesales) y a la vez capacidad procesal (aptitud para realizar personalmente, o
por medio de un mandatario convencional, actos procesales válidos). Los defectos en esas
capacidades autorizan a oponer la excepción dilatoria de “falta de personería”.
6
Respecto del objeto
o Idoneidad: el objeto debe resultar idóneo con relación al tipo de proceso en el cual la
pretensión se ha deducido (no resulta idóneo cuestionar la existencia de un contrato de
compra y venta como fuente de una obligación caratular en un juicio ejecutivo).

Carga menciona con exactitud la “cosa demandada” y formular la “petición en términos


claros y precisos”. No deben surgir dudas acerca de lo que se pide pues la oscuridad, la
deficiencia en la exposición atenta contra el derecho de defensa, lo que conduce al
rechazo in limine de la demanda o la interposición de la excepción de “defecto legal” por
parte de quien tiene derecho de defenderse.
Respecto de la causa

La pretensión debe estar fundad en hechos de los cuales surja, prima facie, su carácter de
jurídicos, es decir, hechos contemplados por el derecho.
Respecto a la actividad
o Lugar: la pretensión debe deducirse ante el tribunal competente por razón de la
materia.
o Tiempo: existen limitaciones de naturaleza sustancial y procesal respecto de las
distintas pretensiones. Existen derechos que no pueden ser ejercidos transcurrido cierto
transcurso del tiempo (prescripción). A la vez la demanda debe interponerse en días y
horas hábiles, en el horario de atención al público de los tribunales.
o Forma: los códigos procesales establecen formas para la presentación de la demanda y
de la contestación, las cuales deben ser observadas bajo sanción de inadmisibilidad.

b- Extrínsecos Fiscales: la falta de pago de la tasa de justicia y aportes debidos por los
profesionales trae aparejado, en la práctica, la no admisión de la demanda en el ámbito
civil y comercial, a pesar de que el CPCCba. en su art. 86 dispone que antes de efectuar
algún rechazo por este motivo, los tribunales deben emplazar a la parte para que lo haga.
2. Intrínsecos
a- Sujetos: además de la amplitud genérica APRA ser parte y capacidad procesal, se
requiere que los intervinientes como parte del proceso sean 7
quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal calidad. Se trata de la
amplitud jurídica denominada legitimación para obrar o legitimación procesal y que se
entiende como aquel requisito en cuya virtud debe mediar una coincidencia entre las
personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas a las cuales la ley habilita
especialmente para pretender y contradecir al respecto de la materia sobre la cual versa el
proceso. La pauta para determinar esta legitimación está dada por la titularidad, activa o
pasiva, de la relación jurídica sustancial controvertida en el proceso.
b- Objeto: que el objeto de la pretensión sea jurídicamente posible: no lo será aquella
pretensión tendiente a obtener el pago de una deuda de juego, pues se trata de una
pretensión que versa sobre un objeto acerca del cual se encuentra vedada cualquier
decisión judicial.
c- Interés: los adagios “si interés no hay acción” y “el interés es la medida de las acciones”
no son caprichosos; el interés es la base genética del proceso, el presupuesto para el
ejercicio del derecho de acción.
II- REQUISITOS DE FUNDABILIDAD
Una vez admitida la demanda y desarrollado el proceso, el juez estará en condiciones de
pronunciarlas sobre el mérito de la pretensión, es decir sobre si ésta es o no fundada. Para
esa tarea el juez fija el hecho y aplica el derecho, pudiendo prescindir de las normas
invocadas por las partes y suplir las omisiones de fundamentación en que hubiesen
incurrido. Sin embargo las partes son las encargadas mediante la institución de la carga
procesal de probar mediante la aportación de pruebas los hechos controvertidos.
Acumulación objetiva de las pretensiones
Expresa Palacio que por proceso acumulativo se entiende aquel que sirve para la
satisfacción de dos o más pretensiones. La acumulación tiene dos fundamentos:
Evitar el desgaste jurisdiccional y el ahorro de tiempo.
Evitar la eventualidad de dos pronunciamientos contradictorios en razón de tratarse de
pretensiones conexas.

En el ámbito penal, la acumulación produce un desplazamiento de competencia.


Para la acumulación objetiva originaria, las pretensiones se proponen conjuntamente
desde el comienzo del proceso. Permite reunir en una 8
misma demanda distintas pretensiones que el actor tenga contra el demandado en la
medida que:
o No se excluyan entre sí, es decir una contradiga a la otra.
o Correspondan a la competencia del mismo juez, es decir, competencia material: no
puede acumularse una pretensión civil, con una laboral o comercial.
o Pueden sustanciarse por los mismos trámites, por razones de orden procesal, no es
posible acumular una pretensión ordinaria con una ejecutiva, pues los trámites son
distintos, los plazos también.

Los requisitos exigidos para que proceda la acumulación difieren de los del ámbito penal,
en donde la acumulación produce el desplazamiento de la competencia del tribunal en
cuanto su fundamente atiende a otras razones, como la necesidad de que se produzca
aunque no la acumulación de procesos, si la acumulación d penas y esta se resuelva en la
misma sentencia, atendiendo el interés del estado en la investigación y el interés del
individuo en el ejercicio de su derecho de defensa.
1.2. Medidas preparatorias en el proceso
civil y penal. Definición, contenido y
manifestaciones.
Las medidas preparatorias se limitan a los trámites requeridos para salvar
jurisdiccionalmente los obstáculos que impiden presentar válida y derechamente la
demanda. Esta instancia preparatoria implica ya el ejercicio del poder de acción.
Las medidas preparatorias están reguladas en el art. 485 del CPC Cba, el que dispone:
“1- El juicio ordinario podrá prepararse por la persona que pretenda iniciarlo, solicitando
que:
2- La persona contra quien se dirija la demanda, preste declaración jurada sobre hechos
relativos a su personalidad y sin cuyo conocimiento no sea posible promover el juicio.
3- Se exhiba la cosa mueble que fuere objeto del pleito y se deposite a la orden del tribunal,
en poder del mismo tenedor o de un tercero. 9
4- Se exhiba algún testamento, cuando el solicitante se crea heredero, coheredero,
legatario o albacea y a quien fuere necesario para comenzar la demanda.
5- El vendedor o el comprador, en caso de evicción, exhiba los títulos u otros documentos
relativos a la cosa vendida.
6- El socio, comunero o quien tena en su poder los documentos o cuentas de la sociedad o
comunidad, los presente o exhiba.
7- El tutor, curador o administrador de bienes, presente las cuentas de su administración
8- Se nombre tutor o curador para el juicio de que se trate
9- Se practique mensura del inmueble objeto de la demanda
10- La persona que pueda ser demandada por reivindicación u otra acción sobre cosa
determinada que exija conocer si la ocupa y el carácter en que lo hace, exprese si reconoce
tenerla en su poder y a qué título la tiene.
11- Si el eventual demandado tuviere que ausentarse del país, constituya domicilio dentro
del plazo que el tribunal fije, bajo apercibimiento de rebeldía.
Se cite para el reconocimiento de la obligación de rendir cuentas.
Salvo los casos de los inc. 8 y 10, no podrán invocarse las diligencias decretadas si no se
dedujere la demanda dentro de los treinta días de su realización. En relación al inc. 1, si el
reconocimiento fuere ficto el plazo correrá desde que hubiere quedado firme la declaración
que lo declare”
1.3. El ejercicio de la acción en el
procedimiento civil, penal, laboral y de
familia. Requisitos, contenido, efectos.
Alsina define a la demanda, en su acepción estricta, como “el acto procesal por el cual el
actor ejercita la acción solicitando al tribuna la protección, la declaración o la constitución
de una situación jurídica”.
Palacio, define a la demanda como un acto que se funde con la pretensión del actor, de
modo simultáneo, “es la petición encaminada a lograr la iniciación de un proceso, a cuyo
efecto quien la formula ejerce y agota el derecho de acción que le compete”. 10
En definitiva, es un acto procesal, un acto jurídico voluntario. A la vez es un acto formal
que debe cumplir una serie de requisitos mínimos establecidos por las leyes procesales:
ser escrito y firmado. De esta manera constituye un documento que tiene la siguiente
importancia:
Es el acto inicial que da origen a la relación procesal e influye en su desarrollo.
Abre la instancia y a partir de su admisión se cuenta el plazo para la perención de la
instancia.
Pone en ejercicio a la jurisdicción y, con ella, a los poderes del juez, pero al mismo
tiempo los limita en tanto aquél no puede pronunciarse sobre peticiones que no estén
deducidas en la demanda.
Establece lo relativo a la prueba.

Contenido y requisitos
Contiene las afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes que justifiquen la
pretensión del actor. En su esencia la demanda constituye un silogismo: la premisa mayor
es la norma jurídica invocada, la menor, la relación de los hechos y la conclusión, es el
resultado al que arriba el actor entre ambas premisas y se exterioriza en la petición.
Posee sujetos (actor y demandado), objeto (que conste en la petición), causa (fundamento
de la pretensión expuesta) y finalidad (fin perseguido por el actor). El contenido de la
demanda es la petición, de allí que cuando la pretensión no existe, es imposible, ilícita o
inmoral, la demanda debe ser rechazada in limine, de oficio por el tribunal.
Nuestro CPCCba establece en su artículo 175 que la demanda se deducirá por escrito y
expresará:
El nombre, domicilio real, edad, estado civil del demandante; tipo número de
documento de identidad.
El nombre y domicilio del demandado
La cosa que se demande designada con exactitud. Si se reclamase el pago de una suma
de dinero, deberá establecerse el importe pretendido, cuando lo fuese posible, inclusive
respecto de aquellas obligaciones cuyo monto depende del prudente arbitrio judicial.
Los hechos y el derecho en que se funde la acción.
11
La petición en términos claros y precisos.

Para una mejor comprensión, exponemos a continuación el siguiente modelo de demanda


ordinaria por daños y perjuicios:
Señor Juez: ..., abogado, CPACF,... con domicilio legal en patrocinado por el Dr. ... con igual
domicilio legal a V.S. digo:
1. PERSONERIA: actúo por... según poder general cuya fotocopia adjunto y que juro está
vigente en su totalidad bajo los términos de la fotocopia.
2. Domicilio actora: el domicilio real de la actora es en esta ciudad, en...
3. Antecedentes instrumentales: individualizo en este mismo Juzgado y Secretaría los juicios
que, sobre desalojo por un lado, y sobre cobro ejecutivo por otro lado, sigue contra la
demandada. Integran el juicio de cobro ejecutivo y el presente también, los fiadores solidarios
principales pagadores. A los efectos del presente juicio oportunamente se tendrán a la vista
para sentenciar, esos expedientes y la documentación que forma parte de los mismos, contrato
de locación, carta documental, demanda, contestaciones, sentencia, etc.
4. Demandados: son demandados solidarios en este proceso por restitución de dinero y daños
de rescisión, la locataria... domiciliada en... de esta ciudad;... y...
5. Monto de este juicio: el monto estimativo del presente juicio se establece en la suma de...
pesos ($...) o lo que en más o en menos resulte de la prueba que se rinda, más intereses, costas,
costos, hasta el momento de su efectivo pago. La estimación se funda en lo siguiente: a) Valor
locativo real de mercado a la fecha del inmueble dado en locación a ..., pesos ... y meses
faltantes de contrato ... (...), total: $ ... b) Impuestos y tasas adeudadas y sus intereses y multas
estimativos a la fecha $ ... Total, en más o en menos, son ... pesos en las condiciones y con las
sujeciones arriba descriptas (sobre monto actual sin accesorios de tasas e impuestos, ver
fotocopia que agrego de carta documental también referida).
6. HECHOS Y DERECHO: el contrato de locación vencía el... pero queda rescindido en... por culpa
de la demandada por falta de pago según surge de los otros dos juicios de este mismo Juzgado
y Secretaría. La locataria y sus fiadores solidarios principales pagadores responden del daño
causado por la rescisión con causa (daño emergente y lucro cesante) hasta el fin del contrato;
además de tener que restituir montos de impuestos y tasas a su cargo que como se aprecia y
sostengo no se han pagado. Sin perjuicio de otras deudas posteriores por esos conceptos,
daños en el inmueble, etc., que serán materia de otro juicio. Dispone el art. 1579 CCRA que si el
locatario no paga los alquileres es pasible de desalojo y debe indemnizar los daños y perjuicios
causados. Este es el caso. La responsabilidad se extiende a los demandados fiadores principales
pagadores conforme a los términos del contrato de locación, ver cláusula... La jurisprudencia
ha estimado prudente establecer el monto de los daños por permanencia indebida o por los
meses no utilizados, en el monto de los alquileres reales multiplicados por el lapso
comprendido. Esos parámetros ha tomado mi cliente.
7. PRUEBA: a) instrumental la individualizada y toda la actuación de ambos juicios
individualizados que se requerirán de V.S. por oficio, se certificará, testimoniará, 12
etc., conforme a las exigencias de este proceso; b) confesión de los demandados y
sometimiento de reconocimientos de sus respectivas firmas; caso de negativa desde ya pido
prueba pericial caligráfica; c) prueba pericial de arquitecto para que dictamine sobre el valor
locativo de mercado del inmueble objeto del juicio habida cuenta de sus características, objeto
y bondades; d) reconocimiento judicial; e) oficios a Correo Argentino para autenticidad,
remisión y recepción de la carta documental agregada al juicio de desalojo cuya fotocopia obra
en autos; a Aguas Argentinas y Municipalidad para que informe sobre montos, pagos y no
pagos de tasas e impuestos de la unidad objeto del juicio a partir de las cuotas de ...
debiéndose informar sobre intereses y multas. Diligenciará el oficio el suscripto. Designo como
consultor técnico al Arq. ..., con domicilio en... Otro oficio: al Registro de la Propiedad para que
informe sobre la titularidad del dominio del bien objeto de la locación rescindida.
PETITORIO: 1) se me tenga por parte, presentado, domiciliado; 2) por ofrecida prueba e
individualizados los documentos; 3) en el carácter invocado iniciada esta acción; 4) Se dé
traslado a la demanda bajo apercibimiento; 5) se tengan presentes las reservas; 6) en su hora
se haga lugar a la acción en todas sus partes y se condene solidariamente a los demandados al
pago de lo reclamado, con más intereses y costas o a lo que en más o en menos resulte de la
prueba que se rinda en autos, con costas. SERA JUSTICIA.
Efectos de la demanda
Sustanciales: aquellos que se relacionan con la validez y vigencia de las normas
positivas de fondo:
o Interrupción de la prescripción: surge del art. 3986 del CC que la presentación de la
demanda tiene por efecto la interrupción del curso de la prescripción adquisitiva contra el
poseedor y de la prescripción liberatoria contra el deudor.
o Caducidad de ciertos derechos: son casos especiales regulados por el derecho de fondo,
y que implican caducidad de derechos, casos relacionados con el derecho de familia
(acción de nulidad de matrimonio).
o Extinción de las opciones del actor: la presentación de la demanda produce efectos
respecto de diversas opciones que puede realizar el actor desde que, elegida una, ya no le
es posible solicitar la otra prevista en la misma norma. Se trata de obligaciones
alternativas, en las cuales se obliga a optar 8arts. 635, 641, 646 y 648 CC).
o Incapacidad de derecho para la compra de cosas litigiosas: la interposición de la
demanda produce el efecto previsto en el art. 1361 del CC que establece la prohibición
queresa para los abogados, jueces, fiscales, defensor de menores, procurador,
13
escribanos y tasadores de adquirir, aun en remate, los bienes mencionados en la
demanda, los que adquieren la calidad de litigiosos.
Procesales: se relacionan con normas establecidas en la ley procesal específica que
regula el proceso:
o Apertura de instancia: la demanda es el acto mediante el cual se pone en ejercicio el
poder de acción, medio por el cual queda abierto el juicio pues provoca la excitación de la
jurisdicción, referida al acceso al primer grado de instrucción del proceso y de
conocimiento de sus actos por el juez. Para el actor aparece la carga procesal del impulso
procesal para evitar la perención de la instancia.
o Estado de litispendencia: con la interposición de la demanda, aun antes de su
notificación, se produce el estado de litispendencia, el que será perfeccionado con la
respectiva notificación.
o Competencia del juez respecto del actor: el actor al interponer la demanda, hace una
elección que puede implicar una prórroga de competencia en razón del territorio.
o Objeto litigioso: salvo excepciones, el actor no podrá modificar el objeto de la
demanda. El demandado, mientras no reconvenga, deberá limitarse a contestar sobre el
objeto litigioso, sin poder variarlo. Además establece un límite a los poderes del juez en la
sentencia, quien deberá pronunciarse sobre éste, manteniendo el principio de
congruencia.
o Confesión: interpuesta la demanda, los hechos expuestos por el actor pueden implicar
confesión de su parte, respecto de aquellos acontecimientos lícitos no contrapuestos a la
prueba rendida.

Hipótesis práctica.
El caso: el peticionante de las medidas preparatorias apeló la resolución del juez de
primera instancia que denegó el pedido de devolución de la documental acompañada en
sustento de las medidas solicitadas fundado en la oposición del futuro demandado (que
compareció espontáneamente). La Cámara revocó la resolución y ordenó la restitución de
la documental requerida por el oferente. 14
1. En el sistema de la ley procesal las medidas preliminares y prueba anticipada (art. 485 y
486 C.P.C.) tienen un régimen recursivo muy estricto conforme al cual sólo es apelable la
resolución denegatoria de la diligencia. Esto es así no solo porque lo establece la norma
específica que regula el régimen impugnativo de las medidas (art. 487 C.P.C.), sino por
aplicación del régimen legal de los recursos (ausencia de gravamen irreparable). Sin
embargo ello no obsta la interposición del recurso de reposición, impugnación ésta que
constituye el instrumento apto para cuestionar resoluciones que hayan sido dictadas sin
sustanciación y no causen gravamen irreparable.
2. La decisión de resguardar la documental a despecho de la voluntad del oferente, antes
de imprimir trámite a las medidas peticionadas, en principio, debe considerarse una
resolución respecto de las cual solo cabe el recurso de reposición. Sin embargo, las
particular situación planteada, donde la decisión adoptada respecto de la documental, lo
ha sido luego de oír al enunciado como futuro demandado, nos inclina a admitir la
apelabilidad habida cuenta que la decisión es susceptible de ocasionar gravamen
irreparable, máxime si se repara en que ha mediado imposición de costas.
3. Las diligencias preliminares no contienen una acción extraída del derecho sustancial
dirigida contra persona alguna, sino que entrañan una pretensión fundada en normas
adjetivas que autorizan el diligenciamiento de aquellas sólo en los supuestos
excepcionales mencionados. Es decir que la solicitud de medidas preliminares es una
petición de tipo procesal, cuya admisibilidad depende del juicio del tribunal como director
del proceso y que sólo incumbe a la eventual contraria en la medida que el rito le otorga la
posibilidad de oponerse mediante la reposición en contra del decreto que haya admitido el
pedido.
4. La denegatoria a la restitución de la documental adoptada por el tribunal, ponderando
la oposición del futuro adversario a la entrega de los originales adjuntados por el
peticionante, importó admitir una suerte de sustanciación incidental con intervención de
un tercero que ninguna injerencia puede tener en la fase previa a que el tribunal decrete la
diligencias.
5. Si ponderamos que las diligencias preliminares no constituyen una demanda
introductiva del proceso y que la citación de la contraria no significa que constituya un
conflicto de intereses, debemos concluir que la oposición de esta última antes de que el
tribunal despache las medidas peticionadas, era inviable.
6. El peticionante de las diligencias preliminares es soberano en orden a delimitar aquellos
actos procesales que quiera realizar con anterioridad a la demanda tendientes a asegurar
la eficacia o evitar la frustración de las 15
etapas introductoria y probatoria. Ergo es el único habilitado para decidir acerca de las
medidas que solicita tendientes a la preparación del futuro proceso de conocimiento
(medidas preparatorias) o a la conservación de las pruebas (prueba anticipada) sin que el
futuro contradictor ni el propio Jugador puedan limitarlo en tal libertad.
Cám. 2ª Civ. y Com. Cba. A. 119 10/04/2008 “Bernal Cornejo, Gabriel Esteban c/ Chali,
Jorge Alberto – Otras acciones societarias – Medidas preparatorias”. 16
2. Excepción procesal.
2.1. Definición. Contenido. Caracteres.
Ejercicio.
Se identifica con el derecho de defensa atribuido a toda persona que es demandada o
sindicada como autor de un delito y se ejerce en las oportunidades fijadas por la ley ritual.
Se presenta, precisamente, como una facultad o atribución de concurrir ante el juez para
contradecir la acción, en sentido amplio.
El poder de excepción como tal corresponde exclusivamente al demandado o al
perseguido penalmente y se ejerce en el ámbito del proceso. Por ello, cierta parte de la
doctrina entiende ver en el poder de excepción “un diverso aspecto del derecho de
acción”.
Según Clariá Olmedo, en una acepción genérica, la excepción “es un poder, es toda
defensa que el demandado opone a la pretensión del actor esgrimiendo hechos
modificativos, impeditivos o extintivos”.
Por su parte, Couture atribuye a la excepción un significado más amplio, expresando que
“es el poder jurídico de que se halla investido el demandado para oponerse a la acción
promovida en su contra”.
Este poder genérico de defensa también se manifiesta en el proceso penal y le asiste muy
especialmente al imputado. En efecto, el sujeto perseguido penalmente como
consecuencia del ejercicio de la acción y aún antes, esto es durante la investigación fiscal
preparatoria, se encuentra mundo del poder de plantear pretensiones con fundamento
opuesto o diverso al de la imputación, postulando se lo absuelva o se dé una declaración
de menor responsabilidad. También puede pretenderse la eliminación, la paralización o el
cierre de proceso, por no ser viable el ejercicio de la acción o mediar algún impedimento
para resolver sobre el fondo.
Por ello se nos presenta la acción con el poder de atacar y la excepción como la expresión
del derecho a oponerse.
La excepción encuentra fundamento específico en el art. 18 CN que expresa “es inviolable
la defensa en juicio de la persona y de los derechos”, abarcando dicho derecho la garantía
del debido proceso, que no se agota con el mero ejercicio de la jurisdicción sino que,
además, requiere de otros aditamentos que se actúan durante el trámite, comprensivo del
derecho de audiencia y de prueba. En este sentido, la doctrina ha señalado que “la
garantía de defensa en juicio consiste, en último término, en no ser privado 17
de la vida, libertad o propiedad sin la garantía que supone la tramitación de un proceso
desenvuelto en la forma que establece la ley”.
El poder de excepción, al igual que la acción, constituye un poder de carácter abstracto
pero con contenido determinado que denominamos “pretensión”. Es así que el contenido
del poder de excepción está constituido por la afirmación de hechos con relevancia
jurídica opuestos a la pretensión del actor, que respecto de aquel presentan similitudes y
diferencias.
De tal modo, la acción o la postulación del actor debe ser ineludiblemente formulada: en
cambio, la pretensión del demandado, puede consistir en afirmaciones de hechos
opuestos con relevancia jurídica o estos hechos pueden estar representados por simples
actitudes omisivas. Estas situaciones también configuran la pretensión del demandado y
establecen el vínculo entre el poder de excepción y las normas del derecho sustancial. Es
así que quien se defiende y ejerce el derecho de excepción en sentido amplio, lo hace
conforme al plexo jurídico sustancial, que regulan los códigos de fondo, v.gr. el Civil, Penal,
de Comercial, etcétera. No es posible realizar oposición para satisfacer aspiraciones ajenas
al orden jurídico.
Determinado el origen constitucional del poder de excepción, como su necesaria
vinculación con el derecho sustancial, cabe señalar, las vías procesales para su ejercicio
que se especifican en los códigos formales.
Técnicamente y utilizando un acepción restringida, el vocablo “excepción” se refiere a
ciertos tipos de defensas regladas por la ley procesal y en otros casos, por la sustancial.
Nos estamos refiriendo al concepto de excepción en sentido estricto que reconocen
identidad conceptual y nominación expresa en el sistema jurídico.
La oposición de excepciones, en sentido estricto, importa para el demandado una
posibilidad de introducir objeciones fundadas en la falta de algún presupuesto procesal, o
dirigidas a poner de manifiesto alguna obstancia sustancial. Tal sucede con las
posibilidades previstas en los códigos de fondo, para resistir la pretensión jurídica contra él
ejercida que se viabiliza a través de modos reglados por la ley sustancial (v.gr. los medios
extintivos de las obligaciones consagrados en el art. 724 C.C., la prescripción liberatoria,
etc.). Así podrá el demandado alegar ante un reclamo de carácter patrimonial, el haber
pagado o que la obligación se encuentra prescripta.
Por otro lado, se señala que el ejercicio del poder de excepción en sentido estricto se
manifiesta en diferentes oportunidades, ya sea que se ejercite en el proceso civil o en el
proceso penal. Sin embargo, en forma coincidente, sea cual fuere el tipo de proceso, la ley
señala la secuencia o tiempo en que debe ser puesto en acto. 18
En cuanto al órgano a quien corresponde este poder, se identifica con el sujeto
posicionado en la faz pasiva de la relación jurídica procesal.
La realización o desenvolvimiento del poder de excepción, exige de su titular que ostente
capacidad procesal.
En el proceso penal, en cambio, el titular del poder de excepción es cualquier persona que
debe soportar la persecución penal.
2.2. Oposición a la pretensión. Formas en el
procedimiento civil.
Contingencias resultantes de la conducta del demandado en la contestación de la
demanda.
Contestación de la demanda. Definición.
Notificada la demanda, nace para el demandado la “carga” de contestarla. El demandado
debe realizar este acto procesal dentro del plazo legal según el tipo de procedimiento de
que se trate si no desea ser declarado rebelde; se trata de un plazo improrrogable pero no
perentorio, de allí que una vez finalizado no precluye la oportunidad, salvo que el actor
acuse rebeldía y el juez la declare, a partir de esa declaración firme de rebeldía, precluye
para el demandado la facultad de contestar.
La doctrina mayoritariamente entiende que la contestación de la demanda constituye un
acto jurídico procesal que importa el ejercicio del derecho de defensa. Palacio define a la
contestación de la demanda como “el acto mediante el cual el demandado alega, en el
proceso ordinario, aquellas defensas que no deban ser opuestas como de previo y especial
pronunciamiento, y en los procesos sumario y sumarísimo (se refiere al CPC de la nación),
toda clase de defensas que intente hacer valer contra la pretensión procesal”.
La contestación de la demanda, consiste en un acto que exterioriza el ejercicio del derecho
de excepción procesal y, como tal, se dirige al juzgador, al estado, de allí que se entienda al
traslado de la demanda como una interrogación que el juez hace al demandado acerca de
su deseo de ejercer su respectivo poder de excepción, y con él, su derecho de defensa.
Se la ha definido como un “acto procesal mediante el cual quien ha sido demandado
(convenido) opone a la pretensión del actor la propia pretensión de sentencia declarativa
de certeza negativa: desestimación de la demanda”. 19
Ante la notificación de la demanda, el demandado puede:
No comparecer, por lo que a pedido del actor puede incurrir en rebeldía.
Comparecer, pudiendo luego de ello:

a- Oponer excepciones previas.


b- No contestar el traslado de la demanda o hacerlo de modo no correcto.
c- Allanarse, lo que implica aceptar la demanda en todos sus términos; el allanamiento
también puede ser parcial, es decir, acepta alguno de los hechos.
d- Niega cada uno de los hechos.
e- Reconoce algunos hechos y niega otros.
f- Reconoce hechos pero les niega trascendencia en el derecho pretendido.
g- Reconoce hechos pero alega otros impeditivos o extintivos de la relación jurídica como
la prescripción o el pago.
h- Responde con afirmaciones que se oponen o resultan negativas a las efectuadas por el
actor.
i- Reconviene, es decir, contrademanda.
En nuestro CPCCba se encuentra contemplada en el art. 192, el que expresamente señala
que “en la contestación, el demandado deberá confesar o negar categóricamente los
hechos afirmados en la demanda, bajo pena de que su silencio o respuestas evasivas
puedan ser tomadas como confesión.
La negativa general no satisface tal exigencia.
Deberá también reconocer o negar categóricamente la autenticidad de los documentos
acompañados que se le atribuyan y la recepción de las cartas y telegramas a él dirigidos
que se acompañen, bajo pena de tenerlos por reconocidos o recibidos, según el caso”.
Manifestación sobre los hechos: confesión o negación categórica: El demandado debe
efectuar sus manifestaciones sobre cada uno de los hechos expresados en la demanda, de
una manera rotunda y terminante, sin vacilaciones ni reservas. Esas manifestaciones
pueden consistir en afirmaciones, aserciones o confesión. Reconocido un hecho por el
20
demandado se excluye respecto de él la prueba, puesto que desaparece respecto de ese
hecho el carácter controvertido.

Si la manifestación consiste en una negación u oposición estamos ante la expresión amplia


de la defensa, que se exterioriza como la oposición al progreso de la pretensión del actor.
La negación debe serlo de cada uno de los hechos en particular, o de un conjunto de
hechos que constituyan una unidad. La negativa general, lo dice el art. 192, no satisface la
exigencia y produce al demandado el perjuicio señalado para el caso de silencio o
respuestas evasivas.
El perjuicio consiste en crear una presunción en contra del demandado, en tanto supone
confesión de los hechos sobre los que guardó silencio, vaciló o incluyó en una negación
genérica. Estas situaciones pueden ser tomadas por el juez como confesión, lo que
dependerá de los demás elementos de valoración en el momento de dictar sentencia.
Ahora bien, es distinta esta situación de la que se presenta en el caso de reconocimiento
de firma o absolución de posiciones, para los cuales la ley establece, de manera definitiva,
que si el demandado no comparece o contesta evasivamente, se lo tendrá por confeso.
Manifestación sobre los documentos: el demandado tiene la carga de manifestar acerca
de ellos, debiendo distinguirse entre documentos privados y públicos.
Respecto a los primeros, si se le atribuyen deberá expresar si son auténticos; en
cuanto a la firma y al contenido. El código prevé la pericial caligráfica e subsidio en caso de
no reconocimiento del documento.
Respecto a los públicos; habrá que distinguir si se trata de falsedad material, en cuyo
caso habrá que plantear el incidente de redargución de falsedad, lo que implica un ataque
directo al oficial público interviniente; si se trata de falsedad ideológica (respecto de los
dichos de los intervinientes acerca de los hechos no presenciados por el oficial público)
bastará el procedimiento seguido para los instrumentos privados.

Defensas y excepciones no previas


El demandado puede reconocer el hecho y el derecho invocados, pero alegar un hecho
impeditivo o extintivo de la relación sustancial. Es con la contestación de la demanda
cuando el demandado puede oponer todas aquellas excepciones que no han sido
calificadas por la ley procesal como 21
de previo y especial pronunciamiento, debido que para su constatación se requiere la
apertura a prueba de la causa.
Dentro de estas llamadas defensas están la de espera, compensación, falsedad o
inhabilidad de título, nulidad, inconstitucionalidad, pago, novación, remisión de deuda, etc.
De tal modo, queda trabada la Litis, es decir, se integra y perfecciona la relación jurídica
procesal. Se pierde el derecho a oponer la prescripción y se establece de modo definitivo
el aspecto fáctico del debate, respecto del cual recaerá la prueba y la sentencia; es decir,
fija las pautas del objeto litigioso.
Reconvención
Alsina dice que se trata de “una demanda que introduce el demandado en su
contestación, y constituye un caso de pluralidad de Litis en un proceso entre las mismas
partes”. Pluralidad de Litis en tanto se trata de pretensiones distintas, la reconvenida
puede o no tener relación con la planteada por el actor.
Es una contestación, que además de negar los hechos, el demandado asume una posición
de ataque hacia el actor. Es una acción que puede ejercerse de modo independiente, pero
que se admite en el presente proceso por cuestiones de economía procesal, y por la cual el
demandado asume el carácter de sujeto activo.
Produce los mismos efectos procesales y sustanciales que la demanda. Se traba una nueva
Litis a resolverse en la sentencia definitiva, conjuntamente con la demanda, pero en forma
independiente al resultado de ésta.
2.3. La defensa en el proceso penal.
La excepción en materia penal, por las características de orden público que el proceso
penal involucra, determina que en la mayoría de los casos el imputado penal tiene el
deber legal de comparecer o en otros hasta puede ser detenido a tal efecto, o inclusive su
ausencia puede determinar la paralización del proceso. Estas circunstancias determinan
que no pueda asignarse la categoría de carga procesal, Standard indiscutible en el proceso
civil, son que según las contingencias del caso concreto podrá manifestarse como un poder
y a la vez como un deber.
En este enfoque, el primer deber esencial del imputado es el de comparecer ante el
llamado del juez, aunque el incumplimiento de ese 22
deber no da lugar a sanciones procesales ni disciplinarias; no puede dar origen a caducidad
alguna, puesto que la defensa es inviolable y no hay juicio en rebeldía del imputado, sin
perjuicio de los efectos que pueda producir.
El segundo deber se manifiesta en la sujeción a medidas coercitivas. Tiene el deber de
someterse a ellas, no obstante su simple condición de sospechoso.
Por otra parte, también el imputado es titular de poderes que inciden sobre el contenido
formal del proceso y que responden a intereses tutelados jurídicamente.
En este sentido le compete el derecho de defensa, concepto que abarca tanto la defensa
material como la formal. Constituyen expresión de estos poderes el de presentarse a
declarar, el de abstenerse de declarar, el de elegir defensores y hablar con ellos, el de
proponer pruebas, el de interponer excepciones durante la investigación preparatoria,
dirigir preguntas a los tetaos durante el debate, por intermedio de su abogado, el de
hablar por última vez, antes de cierre del debate y el de recurrir. Ello amén del poder que
se manifiesta en el derecho a la libertad personal que se ejerce conforme las disposiciones
adjetivas fijadas al efecto, como garantía del imputado.
Sin embargo, es posible señalar que la excepción penal sigue la tendencia civilista,
marcándose cada vez más nítidamente la diferencia entre defensas y excepciones. En este
sentido encontramos la regulación específica de las denominadas excepciones que
reconocen articulación como de previo y especial pronunciamiento (art. 17 C.P.P.Cba).
El contenido del poder de excepción en este sector jurídico se manifiesta con similar
alcance al atribuido en el proceso civil, esto es en sentido amplio o restringido, en este
último caso con la oposición de específicas excepciones.
En la primera modalidad, podrá expresarse desde la simple negativa que formule el
imputado de haber cometido el hecho antijurídico o la participación que se le adjudica en
éste, o también podrá invocar circunstancias que atenúen o excluyan su responsabilidad
penal.
En cuanto a las excepciones en sentido estricto que consagra nuestro CPP, el mismo
permite articular cuestiones previas que impiden la decisión sobre el fondo y también
cuestiones perentorias.
Las excepciones que pueden oponerse en forma de previo son por regla general, la
incompetencia de jurisdicción, falta de acción y extinción de la pretensión penal. 23
La primera constituye un argumento susceptible de fundar la oposición al haberse violado
las normas procesales que delimitan el ámbito territorial de la actuación del fiscal de
instrucción.
La falta de acción alude a la inexistencia de la pretensión punitiva en el sujeto que ejercita
la acción penal lo cual determina la absolución del imputado. Es el caso de cuando el
ejercicio de la acción se verifica por quien no se encuentra autorizado para ello (por ej., un
fiscal de instrucción intenta promover una acción privada -art. 73 del C.P.-, cuyo ejercicio
está reservado exclusivamente al ofendido penal).
Las causas extintivas se encuentran contenidas en la ley penal de fondo. Pueden consistir
en hechos naturales como la muerte, o en el transcurso del tiempo (prescripción) o en
actos de realización oficial directa (amnistía) o en determinadas conductas (pago de la
multa).
El efecto que produce el acogimiento de una excepción dilatoria es el archivo del proceso y
la libertad del imputado, sin perjuicio de que se declaren las nulidades que correspondan.
El proceso continuará tan luego se salve el obstáculo formal al ejercicio de la acción (art.
23 CPPCba).
En cambio si la excepción que se plantea es perentoria, dado el efecto extintivo de esas
defensas, determinará el dictado del sobreseimiento del imputado y se ordenará ponerlo
en libertad si estuviera detenido (art. 22 CPPCba).
2.4. Oposición a la pretensión en el proceso
laboral y de familia.
Las excepciones en el proceso de familia responden a la misma sistemática del proceso
civil y son tratadas como incidentes y resueltas por el juez de familia, con apelación por
ante la cámara.
La ley del fuero establece la oportunidad para su planteamiento y rige al respecto el
principio de eventualidad y la regla de la preclusión para las que no sean allí introducidas.
Opera como ley supletoria el CPCCba.
En el proceso laboral, las excepciones encuentran un trato especial en el art. 38 de la ley
7987. El mandato especifica qué defensas pueden deducirse como de artículo previo
aunque presentan ribetes particulares.
De este modo, el juez debe relevar y ordenar subsanación de cualquier deficiencia de la
que adolezca la demanda o el trámite en general. Así, 24
debe verificar la legitimación procesal de las partes; si la demanda adoleciera de algún
defecto, el juez tiene el deber de indicar cuál es la deficiencia y ordenar en el plazo que
determine su subsanación, bajo apercibimiento de tenerle por desistido.
2.5. Las excepciones en sentido estricto en
los distintos fueros.
Incompetencia: Se trata de un reclamo por falta de presupuesto de competencia,
constituyendo un impedimento procesal. Cuando la competencia es prorrogable, la
cuestión debe oponerla el interesado en el plazo legal, la falta oportuna de planteamiento
de la excepción de competencia comporta sumisión tácita a la jurisdicción del juez
interviniente. La incompetencia absoluta debe ser declarada de oficio por el juez, sin
perjuicio de que la parte lo pida.
Falta de personería: tanto en el actor como en el demandado sólo puede fundarse en
que la parte carece de capacidad civil para estar en juicio, o en que la representación
invocada no existe o es insuficiente. Tal es el caso del actor que es menor de edad y no
está suficiente o debidamente representado o cuando el mandato adolece de defectos de
forma o la demanda se dirige a una persona distinta de la indicada en el poder.
Litis Pendencia: Se origina cuando existe otro proceso pendiente entre las mismas
partes, en virtud de la misma causa y por el mismo Objeto (triple identidad). La excepción,
además de evitar un desgaste jurisdiccional innecesario, se funda en la necesidad de
impedir el pronunciamiento de fallos contradictorios.

Palacio señala los requisitos para que prospere la excepción:


o Existencia de triple identidad
o Que el primer trámite ante otro tribunal competente (en el mismo). No procederá si en
el proceso invocado para fundarla recayó declaración de incompetencia firme, o se ha
operado la caducidad de instancia.
o Que el traslado de la demanda del primer proceso haya sido notificada.
o Que ambos procesos sean susceptibles de sustanciarse por los mismos trámites.
o Que las partes actúen con la misma calidad en ambos procesos.
25
Defecto legal: Tiende a lograr el cumplimiento de las formalidades prescriptas para la
interposición de la demanda, de modo de permitir el eficaz ejercicio del derecho de
defensa. Existe defecto legal cuando la demanda es oscura, lo que impide conocer o
comprender lo que se demande, o no se precisa la cosa demandada.

Esta circunstancia vulnera el ejercicio del derecho de defensa, pues es imposible


defenderse de lo que no se conoce.
Arraigo: Consiste en una garantía que reclama el demandado al actor que no tiene
domicilio ni bienes en la República, para que afiance su pedido, en virtud de las eventuales
responsabilidades del juicio.
Cosa juzgada: Es el reclamo por la que se pretende que una cuestión sobre la que recayó
decisión jurisdiccional firme no sea nuevamente planteada entre las mismas partes y por la
misma causa. Firme es la resolución jurisdiccional que no admite recurso o impugnación
alguna.

Los requisitos son la triple identidad de sujeto, objeto y causa.


Transacción: es un medio de extinción de las obligaciones y un medio anormal de
terminación del proceso. Tiene el efecto de cosa juzgada respecto de los derechos
transigidos, esto es, los dudosos y litigiosos, aunque también admite renuncia de
derechos.
Conciliación: es como la transacción un acuerdo de partes, pero en general, a diferencia
de aquella, está prevista sólo para cuestiones de hecho dudosas, que no impliquen la
renuncia de los derechos protegidos por el orden público –derechos no disponibles
(laboral, familia).
Desistimiento del derecho: es un acto unilateral por el cual se renuncia al derecho que
se pretendía hacer valer mediante el proceso. Al ser unilateral, no requiere conformidad
de la otra parte, pero el juez debe examinar si el derecho renunciado es disponible.
Pago, es el cumplimiento de la prestación que constituya el objeto de la obligación, sea
de hacer o de dar. Constituye una forma típica de extinguir las obligaciones, el abono de
una suma de dinero debida. El efecto más importante del pago es la liberación del deudor
la extinción de la obligación, haciendo ilusorio, entonces, el derecho que se reclame en
juicio.
Novación: Como una de la formas de extinción de las obligaciones, consistente en la
transformación de una en otra, supone una obligación anterior que le sirve de causa y que
es, la que con sus accesorias queda extinguida. Puede referirse al cambio en el objeto o en
las personas obligadas: al del anterior deudor por otro o al del acreedor precedente por
uno distinto.
26
Renuncia: dimisión o dejación voluntaria de una cosa que se posee o de un derecho
que se tiene, está referida a toda clase de bienes, de derechos públicos o privados o de
acciones procesales. Si no tiene, si no hay voluntad no tiene razón de ser el proceso.
Prescripción: Establece el art. 3947 del CC: “los derechos reales y personales se
adquieren y se pierden por la prescripción. Es un medio de adquirir un derecho o de
liberarse de una obligación por el transcurso del tiempo”. Esta disposición hace referencia
a dos tipos de prescripciones: la adquisitiva y la liberatoria, pudiendo ambas oponerse. El
efecto sustancial de la prescripción es el de extinguir la acción (la pretensión) pero no el
derecho (la obligación prescripta se transforma en obligación natural).

Nuestro CC prescribe que debe oponerse al contestar la demanda o en la primera


presentación en el juicio que haga quien intente oponerla.
2.6. Rebeldía.
En materia civil la noción de rebeldía atiende al silencio del demandado, a su conducta
omisiva planteada mediante respuestas evasivas o negativa genérica y que procesalmente
implican ausencia de contestación de la demanda.
Las consecuencias de esta conducta pueden consistir, según las distintas legislaciones, en:
Tener al demandado por confeso en cuanto a los hechos de la demanda y por aceptado
el derecho expuesto por el actor. Mediante este sistema se le impone al demandado el
ejercicio del poder de excepción, con lo que rompe la igualdad sustancial. Nuestro código
de procedimiento civil, soluciona este inconveniente.
Tener al demandado por confeso en cuanto a los hechos de la demanda, entendiendo
esta confesión como presunción que será valorada en conjunto con las otras pruebas
reunidas. Ese sistema considera que el silencio del demandado genera una presunción en
su contra, pero al actor le cabe la carga de probar sus afirmaciones, si no lo hace la sola
presunción no es suficiente para condenar al demandado.

Será el juez el encargado de decidir en base a los elementos de prueba introducidos al


proceso.
- Establece el art. 192 CPCCba.: Considerar la actitud omisiva como negación de los hechos
y el derecho expuestos por el actor.
¿Y quiénes pueden ser declarados rebeldes? 27
Establece el art. 110 del CPCCba.: “será declarado rebelde:
o El demandado que no hubiere comparecido a estar a derecho en el plazo que se le
hubiere acordado.
o La parte que habiendo comparecido a juicio no constituyera domicilio en el radio que
corresponda.
o La parte que actuando por apoderado o representante, fuere emplazado de acuerdo con
los art. 96 o 97 (renuncia, muerte o incapacidad del apoderado), y no compareciere en el
plazo otorgado.
o La parte que revocando el poder que hubiere otorgado no compareciere por sí o por
apoderado.

La rebeldía será declarada por decreto, a petición de parte, salvo disposición en contrario.”
Hipótesis Práctica.
Fecha: 16/07/1982
Materia: Civil y Comercial
Carátula: Sucesión de José M. Martinoli c/ Municipalidad de Córdoba (daños y perjuicios).
Cám. Civ. y Com. de 7ª Nom. (Córdoba)
Citar este artículo con el código: 3108
EXCEPCIÓN DE LITIS PENDENTIA - Fundamentos - Requisitos para su procedencia –
EXCEPCIÓN DE DEFECTO LEGAL - Requisito para su procedencia.
Sumario
1. La Litis pendentia, en nuestro sistema procesal, se funda en la posibilidad jurídica de
que en dos procesos se juzgue una misma situación de hecho y derecho, lo que puede
llegar a provocar el dictado de sentencias contradictorias, dejando librado al prudente
criterio del juzgador, según las constancias acompañadas, para que determine la
posibilidad del dictado de fallos contradictorios. Debe tratarse de dos procesos en los
cuales concurren las tres identidades clásicas de sujeto, objeto y causa, en los que por
razones de conexidad dan la posibilidad del 28
dictado de sentencia contradictorias, lo que hay que evitar para la seguridad jurídica de las
partes.
2. Si la pretensión concreta de los actores, formulada en la demanda contenciosa
administrativa sustanciada ante el Excmo. Tribunal Superior de Justicia, es la declaración
de inconstitucionalidad de una ordenanza y que se deje sin efecto un Decreto expedido
por la Comuna de esta Capital, haciéndose la reserva de los daños y perjuicios y de la
acción de expropiación, en tanto en el sub-lite se acciona por daños y perjuicios, resulta
evidente que no existe identidad de objeto entre la pretensión del juicio tramitado ante el
Excmo. Tribunal Superior de Justicia y el presente.
3. Las exigencias del efectivo cumplimiento de las formalidades prescriptas por el art. 155
del C.P.C. que deben tenerse en cuenta al interponer una demanda, tienden a permitir a la
contraria el eficaz ejercicio del derecho de defensa.
4. Para la procedencia de la excepción de defecto legal, es necesario que la demanda no
sea lo suficientemente clara y precisa, colocando a la demandada en una situación que le
impida o dificulte la refutación de la misma o la producción de las pruebas pertinentes,
tratando de asegurar que la demandada sepa lo que se solicita y que el Juez condicione el
fallo a la acción deducida.
5. Si en el sub-examen los actores no determinaron en forma clara y concreta cada uno de
los rubros indemnizatorios, lo que, indudablemente, imposibilitó a la contraparte refutar y
probar los hechos controvertidos, resulta procedente la excepción de defecto legal
planteada. 29
3. Sujetos del proceso.
3.1. Sujetos Procesales: esenciales y
eventuales. Atribuciones y sujeciones.
El título de sujetos necesarios o esenciales y eventuales, se trata en forma directa con el
concepto lógico de proceso, es decir, son necesarios para la existencia de un proceso dos
partes que debaten en perfecto pie de igualdad ante un tercero que reviste el carácter de
autoridad y que es como ya se ha dicho imparcial e independiente.
Son necesarios y esenciales
o la parte actora, o quien acusa,
o el demandado o ante quien se acusa o imputado en el proceso penal;
o y ante quien ese acusa o ante quien se dirime la cuestión, el tribunal.

Son esenciales estos tres sujetos.


Son sujetos principales o esenciales los sujetos que no pueden dejar de intervenir en
determinado proceso para que éste sea válido, aunque esta intervención tenga
cumplimiento por representación oficial, como ocurre en los casos de rebeldía. Lo
característico de estos sujetos esenciales es que la ausencia o falta de intervención de uno
de ellos, a lo menos potencial, implica carencia o defecto de un presupuesto procesal. De
aquí que la primera parte del procedimiento judicial deba dirigirse a la integración de
todos ellos para no incurrir en invalidez de toda la actividad posterior, y se den las
condiciones para dictar la sentencia sobre el fondo.
Deben intervenir necesariamente en el proceso otras personas, aunque no sean sujetos
procesales. Se trata de colaboradores esenciales del juez y de las partes, como lo son el
secretario, el defensor penal y los asistentes letrados de las partes privadas. Junto con
estos colaboradores, lo esencial de los sujetos integrados que podría significarse como el
trípode subjetivo integrado por el Tribunal y las dos partes iniciales: demandante o
acusador, y demandado o imputado.
No obstante lo expuesto, también nos encontramos en el escenario procesal otros sujetos
intervinientes, que serían los eventuales, como los testigos o el querellante particular o
actor civil en sede penal. 30
Los sujetos eventuales o secundarios son aquellos que pueden ingresar en el proceso,
pero que éste se puede desplegar sin su presencia. Su presencia no resulta indispensable
para el válido cumplimiento del trámite procesal y del pronunciamiento sobre el fondo.
De tal modo, si bien sigue siendo cierto que el proceso, continuará siendo válido aun sin la
presencia de estos sujetos eventuales, cuando su intervención está autorizada por la ley
en los casos específicos y se han cumplido las condiciones establecidas, no puede ser
evitada ni restringida por el tribunal porque se así ocurriera se caerá en nulidad.
En efecto, si una parte pide la citación de un tercero conforme a lo previsto por la ley civil,
el tribunal debe proveer a la citación observando todos los recaudos legales para asegurar
su regular intervención a los fines de que pueda ser alcanzado por los efectos de la cosa
juzgada. Lo mismo puede ocurrir con la llamada intervención espontánea. En ambos casos
la nulidad no ha de tener más extensión que la referida a esa intervención.
Estos sujetos eventuales aparecen mejor definidos en el proceso penal. Atento el carácter
accesorio de la acción civil cuando es ejercida en el proceso penal, los sujetos que se
introducen exclusivamente con motivo de la cuestión emergente del supuesto hecho
delictuoso son considerados eventuales. Tal es el caso del actor civil y el tercero civilmente
demandado. También resulta ser eventual o secundario el querellante particular cuando
se autoriza su intervención en los procesos penales por delitos perseguibles por acción
pública.
3.2. Sujetos en el proceso civil, familiar y
laboral: las partes: definición, legitimación
procesal y sustancial, diferencias.
Legitimación individual y colectiva (intereses
difusos). Sustitución y sucesión procesal.
Cargas procesales.
El concepto de parte viene determinado por la titularidad de las pretensiones y
prestaciones conflictivas que, faltando la realidad del conflicto, se reducen a la pretensión
estrictamente procesal. Puede tratarse de un individuo físico o una persona jurídica. 31
El carácter de parte debe ser esencialmente de carácter formal, con total independencia
de la relación material debatida.
Según Chiovenda, parte es la que demanda en nombre propio (o en cuyo nombre se
demanda) una actuación de la ley y aquél frente al cual ésta es demandada.
En el marco de los sujetos procesales sólo es parte el titular de la pretensión (quien
demanda y aquél contra quien se demanda) y no quien lo hace por otro, de allí que no es
parte procesal el abogado patrocinante ni el apoderado o representante de la parte
propiamente dicha.
El concepto formal de parte es evidente en el plano procesal.
En lo que hace a caracteres, le son propios los siguientes:
Son duales: siempre son dos, actor y demandado, siempre hay alguien que pretende
(actor) y otro contra quien se pretende (demandado). Las partes siempre son dos por más
que en cada polo existe más de una persona.
Son antagónicas: siempre se encuentran enfrentadas, una pretende y la otra se resiste a
esa pretensión, de lo contrario “no hay proceso si las partes inicialmente están de acuerdo
entre ellas”.
Son iguales: la igualdad deriva de la manda constitucional de declaración de igualdad
ante la ley.

Legitimación procesal y sustancial. Definición. Diferencias


Generalmente existe una confusión entre los conceptos de legitimación y capacidad,
denominándose generalmente a la capacidad procesal como legitimatio ad procesum.
En cuanto a la legitimatio ad causam, surge el derecho sustantivo, planteando el
interrogante de si su estudio es propio de la materia procesal. La legitimatio ad causam es
presupuesto del acto a sentenciar, pues el ejercicio de la acción es independiente de la
titularidad del derecho.
Devis Echandia afirma que puede ser parte en el proceso quien no lo sea en la relación
sustancial…porque puede demandarse sin derecho o sin legitimación en la causa e interés
sustancial y que influyen en la suerte de las pretensiones y en el contenido de la sentencia,
pero no presupuestos de la acción ni de la calidad de parte. 32
Se deduce la conveniencia de definir a la legitimación como: “la titularidad de la
pretensión sin titularidad del derecho”
La legitimación es en realidad un presupuesto de la sentencia que acogerá o no la
pretensión, en cuanto se haya confirmado dicha titularidad, lo cual no significa que si
quien pretendió no tuvo derecho y, por ende, se le rechazó en sentencia su pretensión, no
haya sido “parte”, calidad que revistió durante todo el proceso.
La legitimación ad causam es la condición especial que exige la ley para ser parte. Esta
legitimación resulta de la imputación normativa sustancial mediante la cual se establece si
cualquiera de las partes, o ambas, son quienes hubieron de demandar o ser demandadas
útilmente, por ello: “como se puede apreciar, no se trata aquí de investigar si el actor o el
demandado tienen capacidad jurídica para ser parte procesal, sino si uno o los dos son las
personas ante las cuales cabe emitir útilmente la sentencia”
Legitimación ad processum
Es la “capacidad para comparecer en juicio, o sea para realizar actos procesales con
efectos jurídicos en nombre de o representado a otro”
Se trata de capacidad procesal, lo cual resulta independiente de la legitimación. Se puede
actuar, efectivamente como parte sin estar legitimado, legitimación que surge resuelta al
momento de sentenciar.
Legitimación individual y colectiva (intereses difusos)
La legitimación para actuar en el proceso y para ejercer determinadas funciones o cargos
puede manifestarse en forma individual o colectiva, es decir, representada la parte que
pretende por personas individuales, reclamando derechos adquiridos o intereses
subjetivos.
En el nuevo proceso colectivo se protegen derechos o intereses difusos. Son aquellos
derechos colectivos, que pertenecen a toda la comunidad, son los derechos que tiene un
grupo humano determinado o indeterminado de personas, de vivir en el ambiente sano y
libre de peligros que afecten a su calidad de vida, la calidad del medio donde habitan o
comparten la calidad de vida de la generaciones futuras. Sobre todo en lo referido a los
derechos ambientales y los que tienden a proteger el medio ambiente, a evitar el llamado
daño ambiental, lo referido a la utilización racional de los recursos naturales, la
preservación del patrimonio cultural y de la diversidad biológica, a la información y
educación ambientales.
Este derecho colectivo a reclamar tiene rango constitucional, incorporado en los art. 41, 42
y 43 C.N. 33
La acción de amparo, por ejemplo, puede ser interpuesta por el defensor del pueblo y las
asociaciones que propendan a la protección de los derechos del ambiente, a la
competencia, al usuario y al consumidor contra cualquier forma de discriminación, y lo
referido a los derechos de incidencia colectiva.
De tal modo, los legitimados en el proceso son:
El afectado: cualquiera que se sienta afectado por una contaminación ambiental.
El defensor del pueblo: organismo que defiende y representa en juicio los intereses de la
comunidad.
Asociaciones con fines protectorios no lucrativos.

Sucesión procesal
Existe sucesión procesal cuando “el sujeto que ocupa efectivamente una de las posiciones
procesales originarias es reemplazado por otro u otros, a consecuencia de un acto entre
vivos o por causa de muerte que transmite los derechos litigiosos –con consiguiente
pérdida de legitimación- y convierte al reemplazante en el nuevo legitimado para obtener
una sentencia de mérito.
En efecto, se enumeran los siguientes casos de sucesión procesal:
La sucesión de una parte por sus herederos mortis causae. Es a título universal.
La sucesión de una parte que muere por el legatario del derecho litigioso o del bien
objeto del proceso. Es una sucesión mortis causae a título particular.
La sucesión de una parte por el cesionario mediante actos entre vivos. La sucesión
procesal se produce por convención entre quien es parte y un tercero, a quien se le ceden
y transfieren los derechos litigiosos o el objeto mismo del litigio mediante venta, donación,
permuta, dación en pago, etc. Ahora bien, si la parte contraria no acepta la sustitución,
tradente y cesionario continúan como partes litisconsorciales.
La sucesión de una persona jurídica extinguida por quienes reciben los derechos o
asumen sus obligaciones discutidas en el proceso.
34
La sustitución procesal
Es el fenómeno que se produce cuando la parte procesal es reemplazada por un tercero al
cual la ley legitima a intervenir en el proceso a los fines de ejercitar un derecho o asumir
una obligación de garantía o contractual.
Estos terceros no son los “representantes” que actúan en nombre de la parte, ni tampoco
son los sucesores ni a título universal ni particular, los cuales se manifiestan en el
fenómeno de la sucesión procesal.
Es un reemplazo mediante sustitución (no continúa a la parte, sino que la sustituye), como
ocurre en el caso de la acción subrogatoria o en la citación en garantía, en los cuales el
tercero se trata en rigor de un nuevo legitimado, con poderes propios en el proceso.
Cargas procesales
Goldschmidt afirma que “sólo existe en el proceso “cargas”, es decir situaciones de
necesidad de realizar determinado acto para evitar que sobrevenga un perjuicio procesal.
Se trata de imperativos de propio interés. Las cargas procesales se hallan en una estrecha
relación con las posibilidades procesales, puesto que toda posibilidad impone a las partes
la carga de ser diligente para evitar su pérdida. El que puede, debe: la ocasión obliga (es
decir grava) y la más grave culpa frente a sí mismo, es la de haber perdido la ocasión”
Las partes ingresan al proceso a los fines de debatir conforme a determinadas reglas
conocidas de antemano y a las cuales se someten.
Alvarado Velloso señala que la carga “es un imperativo que la parte tiene respecto de sí
misma”
Y nadie puede compelerla a que la cumpla, no se trata de una obligación, pues la
obligación supone que otro sujeto tiene un derecho correlativo con esa obligación y que
por ende puede exigir su cumplimiento.
El incumplimiento de la carga no genera una sanción, sino la consecuencia de preclusión y
un efecto contrario a su situación procesal. 35
3.3. Sujetos en el proceso penal.
El Tribunal
Es uno de los sujetos esenciales del proceso penal. En esta materia se debate entre un
órgano técnico (jueces de derecho), o el cumplimiento de un mandato constitucional que
es el de la institución del jurado.
El juez técnico evalúa los hechos y resuelve conforme a las reglas de la sana crítica
racional. Funda su decisión legalmente.
En el juicio por jurados, el tribunal está compuesto por ciudadanos no letrados en derecho
que resuelven la existencia del hecho conforme a su íntima convicción, solamente
expresan la inocencia o culpabilidad del imputado.
Ahora bien, nuestro CPPCba., en su art. 369 establece que si el máximo de la escala penal
prevista para el o los delitos contenidos en la acusación fuere de quince años de pena
privativa de la libertad o superior, el tribunal –a pedido del ministerio público, del
querellante o del imputado-, dispondrá su integración con dos jurados”
Así, junto al jurado existe el juez técnico en derecho, cuya función consiste en dirigir el
proceso, proceso que es observado por el jurado previa decisión.
Luego de la decisión y tras la deliberación (secreta y reservada) el jurado emite su decisión
acerca de la inocencia o culpabilidad del acusado, y será recién el juez técnico quien
aplicará la ley penal mediante el pronunciamiento de la condena fundada en derecho.
Acusador fiscal
Comprende la función procesal del ministerio público en el proceso penal, en el cual la
acción penal es asumida por el Estado en forma exclusiva.
El ministerio público tiene a su cargo el ejercicio de la acción penal, y para ello, la fiscalía
ejerce dos grandes actividades:
Por un lado, practica la investigación penal preparatoria
Por otro, el ejercicio de la acción penal mediante la acusación

En síntesis, es el órgano estatal competente para la persecución penal.


Así, la investigación penal preparatoria debe impedir que el delito cometido produzca
consecuencias ulteriores y reunir las pruebas útiles 36
para dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento (art. 302 CPPCba)
De tal suerte, tiene por objeto comprobar si existe un hecho delictuoso, establecer las
circunstancias que lo califiquen, agraven o atenúen, individualizar sus responsables,
verificar las condiciones personales de los mismos, comprobar la extensión del daño
causado por el delito (art. 303 CPPCba)
Así, tras la investigación penal preparatoria, el fiscal puede solicitar el sobreseimiento del
imputado (art. 348 y 350) o determinar la elevación de la causa a juicio (en este último
caso, siempre que hubiere elementos de convicción suficientes para sostener como
probable la participación punible del imputado en el hecho intimado (art. 354)
Promovida la acción penal, ya en el juicio la Fiscalía queda en posición de “parte actora”,
es decir acusador en contra del imputado “parte acusada”, en un perfecto pie de igualdad
entre ambas, en contradicción y duales.
Entre ellas se desarrollará el debate, ante el tribunal, quien dirige el proceso, estándole
prohibido al tribunal el despliegue de actividad probatoria de oficio, y teniendo
participación activa recién el tribunal en el acto de sentenciar.
El imputado
Es el polo pasivo de la pretensión penal, quien es acusado por un delito.
Se mantiene en estado de inocencia hasta el momento en que se dicte sentencia
declarándolo culpable del delito del cual se le imputa, y del cual ha otorgado el derecho de
defensa.
Es sobre quien recaerá la pretensión punitiva, siendo necesario obviamente un proceso
con garantías y eficacia.
Su declaración es un elemento de descargo, siendo el principal momento de su defensa.
En el ejercicio de su defensa, el imputado tiene derechos activos de intervención,
pudiendo hacer valer sus derechos desde el primer momento de la persecución penal
dirigida en su contra, pudiendo incluso formular sus instancias defensivas ante el
funcionario encargado de la custodia. 37
Sujetos eventuales:
El querellante particular: es el ofendido penalmente por un delito de acción pública, sus
representantes legales o mandatarios, quienes tienen la facultad de actuar en el proceso
para acreditar el hecho delictuoso y la responsabilidad penal del imputado.
Se trata de una función coadyuvante y que no es parte, la intervención de una persona
como querellante particular no la exime del deber de declarar como testigo, aunque en
caso de sobreseimiento o absolución podrá ser condenado por las costas que su
intervención causare.
El actor civil: Puede acontecer que, con motivo de la afirmación de la existencia de un
hecho delictivo, pueda generar la afirmación de una persona de ser titular de un derecho
resarcitorio derivado de la responsabilidad del hecho delictivo investigado.
Surge así que se puedan acumular dos procesos mediante la acumulación pretensional de
una pretensión civil de resarcimiento en el marco de un proceso donde se debate la
pretensión punitiva del Estado.
Se está frente a una demanda que contiene una acción o pretensión civil.
El actor civil es quien despliega esta pretensión indemnizatoria en el proceso penal.
En el sistema de la provincia de Córdoba, la víctima o sus herederos pueden constituirse
en actor civil aun cuando no estuviere individualizado el imputado; y si son varios los
imputados, la pretensión resarcitoria puede dirigirse contra alguno de ellos o contra todos.
El actor civil puede actuar en el proceso para acreditar el hecho delictuoso, la existencia y
extensión del daño pretendido y la responsabilidad civil del demandado (art. 107 CPPCba).
3.4. Partes con pluralidad de sujetos.
Las partes son dos (actor y demandado). Una de las partes pretende y la otra reacciona
contra esa pretensión. Por eso el carácter dual de las partes, sólo dos.
Pero, en cada una de las partes (polo activo y pasivo) puede existir más de una persona
pretendiendo o reaccionando, e incluso en ambas partes puede existir también más de un
sujeto.
Cuando en una, otra o ambas partes existe más de un sujeto, el derecho procesal lo
denomina partes con pluralidad de sujetos. 38
La parte con pluralidad de sujetos es el género, el litisconsorcio o relación litisconsorcial es
la especie. Digamos que siempre que existe litisconsorcio (especie) nos encontramos ante
una parte con pluralidad de sujetos, pero no siempre que exista una situación de partes
con pluralidad de sujetos estaremos frente a un litisconsorcio.
El Litisconsorcio: existe litisconsorcio cuando entre varios sujetos que ocupan una misma
posición procesal se presenta un vínculo de conexidad causal o de afinidad. Está
contemplado en el art. 181 del CPCCba, el cual trata la posibilidad de acumulación de
acciones (pretensiones) en la demanda, estableciendo que “podrá, igualmente acumularse
y ejercitarse simultáneamente las acciones que uno tenga contra varias personas o varis
contra una sola, siempre que emanen de un mismo título o se funden en una misma causa
de pedir”.
Es necesaria la conexidad causal a los fines de que esa parte con pluralidad de sujetos se
constituya en un litisconsorcio.
El mismo puede ser:
Activo: cuando se manifiesta en el polo actor
Pasivo: En el polo demandado
Mixto: en ambos
Facultativo: cuando su formación obedece a la libre voluntad de las partes. Los actos de
cada litisconsorte son independientes en sus efectos de los demás sin beneficiar ni
perjudicar al litisconsorte, la rebeldía de uno no perjudica a los otros, los costos de
pruebas como los peritos, oficios, son a cargo del oferente. Estos efectos se dan por
tratarse de relaciones jurídicas escindibles (divisibles) y en realidad nos encontramos ante
procesos acumulados.
Necesario: cuando lo impone la ley o la característica de inescindibilidad de la relación o
situación jurídica que constituye la causa de la pretensión, lo que produce que al litigio
resulte imposible decidirlo válidamente sin la concurrencia de la integración de la relación
litisconsorcial. Entre varios sujetos existe una relación sustancial única e inescindible, y la
sentencia sólo puede dictarse útilmente frente a todos los integrantes de la relación
jurídica sustancial controvertida en el proceso. Los actos procesales de uno de los
litisconsortes beneficial o perjudican a los otros, la prueba, acreditación o confirmación de
un hecho, se analiza y valora para todos.
39
Intervención de Terceros.
Es un instituto que permite que quien es tercero al momento inicial del proceso se
incorpore a éste adquiriendo la calidad de parte.
Se trata de otorgar el derecho de defensa en sentido amplio a aquella persona que siendo
tercero acredita determinado interés a los fines de que se le otorgue la participación de
ley.
De tal modo, nuestra ley ritual establece que “declarada admisible la intervención del
tercero, éste asume la calidad de parte con sus derechos, obligaciones, cargas, facultades y
deberes, porque el propósito de la institución consiste en brindar a aquél la protección
judicial de un derecho o interés propio”.
Clases
Intervención espontánea o voluntaria: La intervención del tercero es facultativa
cuando el tercero se incorpora al proceso por su propia, libre y espontánea voluntad.
Adquiere las formas de :
o Adhesiva autónoma o litisconsorcial: Este tipo de intervención implica que el tercero
que ingresa al proceso lo hace asumiendo la calidad de parte y posee independencia de
estrategia actividad procedimental respecto del sujeto con el cual conforma el
litisconsorcio.
o Adhesiva coadyuvante: este tercero al solicitar su intervención no lo hace en forma
principal. Su intervención se debe a hacer valer un interés que puede verse perjudicado
por el dictado de una sentencia contraria a una de las partes. No adquiere una calidad de
parte plena en las mismas condiciones, sino que su intervención es a los fines de ayudar o
coadyuvar a la parte en su relación procesal, por ello, su participación es secundaria o
accesoria a la parte y sus poderes y cargas se ven supeditadas a la estrategia procesal de la
parte a la cual coadyuvan.
o Ad excludendum: es una intervención principal, mediante la cual el tercero opone una
pretensión en contra de ambas partes. Su intervención es autónoma respecto de ambas
partes, pues sus intereses son contrarios a los intereses de ambas partes. El caso típico se
da cuando las partes discuten su derecho posesorio sobre un determinado inmueble. El
tercero interviene interponiendo su derecho de propiedad que excluye para un segundo
plano la discusión entre las partes para el
40
momento posterior a la determinación de la pretensión del tercero principal o ad
exludendum. Se dicta un pronunciamiento único respecto de las tres relaciones.
Intervención provocada o coactiva: se deriva de la citación que realiza el tribunal a este
tercero a los fines de que integre la relación procesal adquiriendo la calidad de parte.

Esta citación puede ser efectuada, conforme las legislaciones procesales, de oficio o a
petición de parte, vinculando al tercero como consecuencia de dicha citación a la relación
procesal originaria. La sentencia que se dicte lo vinculará con los efectos del caso juzgado.
Tercerías. Concepto, clases.
La doctrina mayoritaria trasladó el concepto a la faz subjetiva, es decir, teniendo en cuenta
a un sujeto que siendo tercero se ve perjudicado en un derecho e intenta hacerlo valer en
el proceso, en el cual se ha afectado el dominio de un bien de su propiedad o hacer valer
un derecho privilegiado a los fines de su cancelación mediante el producido de la venta de
un determinado bien en subasta.
Su incorporación al proceso se realiza mediante la forma accidental, siendo que el
tercerista no adquiere la calidad de parte, como acontece con la denominada intervención
de terceros.
Su legitimación no es ad causam en cuanto al debate procesal, sino que interviene
accidentando el proceso, interponiendo en forma de cuya una pretensión en contra de las
partes procesales derivadas de la afectación de un bien de su propiedad (tercería de
dominio) y solicitando el preferente pago con el producido de la subasta de un bien
determinado (tercería de mejor derecho).
Clases
Tercería de dominio: se denomina así a la pretensión deducida en proceso por un
tercero que, en virtud de haberse afectado un bien de su propiedad por una medida
cautelar dictada en proceso, solicita el levantamiento de dicha medida.

Está regulado en el CPCCba a partir del art. 436, prescribiendo el art. 437 que “el tercerista
debe acreditar, con instrumentos fehacientes, conforme se trate la tercería o la clase de los
bienes de que se trate, la verosimilitud del derecho invocado, o dar garantías por los
perjuicios que pueda ocasionar la suspensión del proceso ejecutorio, todo bajo sanción de
inadmisibilidad.”
Puede incorporarse en cualquier momento mientras no haya sido otorgada la posesión de
los bienes, no obstante, si ella fuera 41
interpuesta con posterioridad a los diez días de haberse conocido la traba cautelar o de la
ejecución, o desde el rechazo del levantamiento de embargo sin tercería, el tercerista
cargará con las costas causadas por su presentación tardía.
Se tramita por cuerda separada y en ella interviene el tercerista y las dos partes principales
del proceso.
El efecto de la interposición de la tercería de dominio, una vez admitida ésta, es la de
suspender el trámite del remate.
Tercería de mejor derecho: procede cuando un tercero al proceso, hace valer un
privilegio o un derecho de preferencia sobre el bien o patrimonio del ejecutado.

La finalidad no es el levantamiento de la medida cautelar, sino que con el producido de la


subasta se le pague preferentemente el crédito que aduce con privilegio.
También se sustancia por pieza separada con la participación del tercerista y del
ejecutante y ejecutado, por el trámite del juicio declarativo que corresponda.
El efecto es la suspensión del pago, a diferencia de la suspensión de la subasta que es el fin
de la tercería de dominio.
Interpuesta la tercería de mejor derecho, y aun no resuelta, se procede a la subasta, pues
ésta no ha sido suspendida, lo que sí se suspende en el pago del producido de la subasta,
tal cual lo preceptúa el art. 438 del CPCCba.
Hipótesis Práctica
El caso: En grado de apelación se decidió declarar perimida la primera instancia de la
presente tercería de dominio. El tercerista dedujo recurso de casación invocando el
supuesto previsto en el inc. 3° art. 383 CPC, esgrimiendo que se ha subsumido
erróneamente el procedimiento de tercería en la hipótesis normativa del inc. 2° del art.
339 del C. de P.C., o sea que se la ha calificado como un incidente, y por consiguiente se ha
estimado equivocadamente que el plazo de caducidad de instancia que le es aplicable es el
de seis meses previsto en el precepto para este tipo de trámites. Consideró que la tercería
de dominio constituye al contrario un procedimiento autónomo e independiente frente al
juicio donde se trabó el embargo cuyo levantamiento se pretende, razón por la cual debe
ser encuadrada en el supuesto del inc. 1° del art. 339, ib., y en consecuencia 42
está sometida a un término de perención de un año. La Sala Civil del TSJ rechazó la
casación.
1. La tercería de dominio es un procedimiento de naturaleza incidental que encuadra en el
"factum" del inc. 2° del art. 339 CPC., porque la propia ley procesal ha catalogado a la
tercería como un incidente en cuanto ha incluido el capítulo III en el cual se contienen
todas las normas que la regulan dentro del título V del código, el que justamente se
denomina "incidentes" y en cuyo seno se agrupan en forma ordenada y sistemática todos
los preceptos legales correspondientes, comenzando por un régimen general que es
común a todos los incidentes (art. 426/430) y siguiendo con una serie de capítulos
destinados a regir distintas categorías de incidentes, entre los cuales se cuentan las
tercerías.
2. La tercería es susceptible de encuadrarse dentro del concepto general de incidente que,
con arreglo a las enseñanzas de la ciencia procesal, se define en el art. 426 del C. de P.C.,
de modo que inversamente no es posible calificarla como un proceso autónomo respecto
del juicio principal, porque a pesar de las características particulares que ella reviste y
teniendo presente la amplitud y generalidad que es propia del instituto del incidente, en
cuyo ámbito es dable incluir articulaciones de los más variados tipos, es de considerar que
en ella concurren los dos elementos esenciales de los incidentes.
3. La tercería se suscita o sobreviene durante el desarrollo de un juicio preexistente en
cuanto el embargo dispuesto en éste para garantizar el resultado práctico de la demanda
motiva al tercero a presentarse en el pleito para impetrar el levantamiento de la medida
arguyendo ser el verdadero propietario del bien afectado. Configúrase así la típica
dualidad que es connatural a los incidentes, esto es, la promoción de un procedimiento
secundario o accesorio que se inserta en un procedimiento en curso, el que pasa, en
consecuencia, a revestir el carácter de principal frente a aquél.
4. La subordinación de la tercería al juicio principal, y por tanto su perfil incidental, es tan
acusada que una eventual extinción anormal y anticipada del proceso donde se dispuso el
embargo, por ejemplo por desistimiento del accionante o por perención de la instancia,
llevará consigo la extinción de la tercería que no podría subsistir por sí misma al margen
del principal, a diferencia de lo que ocurre con los procesos que son verdaderamente
autónomos, la existencia de los cuales no está ligada a otro juicio (cfr. CPC., art. 348).
5. La pretensión del tercerista guarda inocultable conexión con el pleito pendiente porque
como es sabido persigue la cancelación de un embargo trabado en el mismo para asegurar
la eficacia del derecho que allí se ventila. Tanto es así que de avanzar normalmente el
juicio en cuyo seno se 43
decretó la medida, no podrá subastarse el bien gravado ni satisfacerse el crédito del
acreedor accionante hasta que concluya la tercería y se dilucide definitivamente quién es
el verdadero propietario de aquél (art. 438).
6. Por reunir la tercería notas tipificantes de los procesos incidentales no es posible
conceptuarla como un proceso independiente, y si bien ella reviste algunos rasgos
especiales, es de entender que éstos son irrelevantes a los fines que nos ocupan y no
empecen a la calificación que se propicia. La circunstancia de que el tercero impetra la
declaración judicial de un derecho subjetivo que se atribuye, concretamente el dominio
que invoca respecto del bien embargado, de donde resulta que el procedimiento que se
inicia comporta un juicio declarativo o de conocimiento en cuyo ámbito se ventila un litigio
nuevo y diferente del que se canaliza en el pleito en el cual se decretó el embargo y el que
concluirá por providencia que pasará en autoridad de cosa juzgada sustancial. Justamente
en esta característica de las tercerías se funda la tesitura que las conceptúa como un
procedimiento autónomo y las subsume en la hipótesis del inc. 1° del art. 339.
7. El hecho de que en el procedimiento se discutan cuestiones materiales y aun cuando en
él se controvierta una relación jurídica distinta de la que se ventila en el juicio donde se
ordenó el embargo, pudiendo la decisión que recaiga a su término pasar en cosa juzgada,
es indiferente a los fines de desentrañar la naturaleza de la tercería, porque el carácter
incidental de un procedimiento no depende del tenor de las cuestiones que en él se
proponen, sino que proviene única y exclusivamente de la relación en que él se encuentra
frente al proceso preexistente de que se trata. Es sólo esa vinculación de carácter
puramente formal o procesal la que resulta determinante a estos efectos, con abstracción
de la naturaleza de las cuestiones que puedan constituir su objeto, las que no por ser de
carácter sustancial desvirtúan aquel vínculo de dependencia y subordinación que es
esencial para tipificar los procedimientos incidentales.
8. Es irrelevante la circunstancia de que en la tercería se ventile una acción diversa de la
que se hace valer en el pleito central, en tanto lo dirimente para identificar un incidente es
la posición que el procedimiento sobrevenido ocupa respecto del juicio en curso.
9. Carece de importancia el hecho de que las tercerías tramiten como juicio declarativo
(art. 439, 1° par.) pues éste es un aspecto puramente extrínseco del procedimiento
derivado en la circunstancia de que en él se debate una relación jurídico sustancial que,
empero, no ejerce gravitación alguna sobre la clase de vinculación que la tercería
mantiene con el pleito en desarrollo, lo que resulta definitorio para efectuar una adecuada
diagnosis jurídica de ella; aparte de que la propia ley resta trascendencia al trámite con
que deben sustanciarse los incidentes (art. 427). 44
10. La captación de los efectos que la perención de la tercería de dominio provoca,
permite corroborar la naturaleza incidental que es dable reconocerle. Diversamente de lo
que ocurre con los procesos verdaderamente independientes cuya caducidad no impide
promoverlos de nuevo (art. 346, inc. 1°) la tercería que ha sufrido perención no puede ser
iniciada nuevamente, tal como sucede con los auténticos incidentes (art. 346, inc. 2°).
11. Desde el punto de vista axiológico si bien la deducción de la tercería no suspende el
desenvolvimiento del juicio principal, el que puede continuar tramitándose normalmente,
en especial durante su etapa de conocimiento (art. 429), con todo, su pendencia impide la
realización de la subasta del bien embargado, la cual quedará suspendida hasta que la
tercería concluya y se esclarezca en forma definitiva quién es realmente el propietario de
la cosa en vía de enajenación (art. 438, inc. 1°). Por consiguiente, causando la tercería la
suspensión del remate e impidiendo por tanto la satisfacción forzada del derecho de
crédito ventilado en el juicio principal, el que deberá esperar la terminación de la tercería,
cuyo trámite puede eventualmente transitar dos instancias y hasta radicarse en sede
extraordinaria (art. 384, 1° par.), es enteramente razonable sustraerla al término largo de
caducidad previsto por el inc. 1° del art. 339 y someterla al contrario al plazo breve de seis
meses captado en el inc. 2° del art. 339.
12. Con la contemplación de la suspensión de la subasta que se verifica en virtud de la
pendencia de la tercería y con sólo imaginar que en tal caso pudiera ésta estar paralizada
válidamente por el lapso de un año, prolongando por añadidura durante igual tiempo
aquella suspensión, se pone en evidencia la naturaleza accesoria y secundaria que no
puede dejar de reconocerse en la tercería a pesar de las características particulares que
ella reviste, se advierte la conveniencia y oportunidad de asignarle un plazo de perención
cuya brevedad cause el menor retardo posible en el desenlace final del pleito central.
TSJ -Sala Civil- Cba. AI 29 17/2/2005 Trib. de origen: Cám. 1° Civ. y Com. Cba. "Tercería de
dominio de Caram Manzur en autos: Bco. Francés S.A. c/ Aldo Antonio Villarreal Ejecución
hipotecaria Recurso de casación" 45
4. Actos procesales.
4.1. Actos Procesales. Definición. Elementos.
Clasificación.
Alsina sostiene que en forma objetiva el acto procesal se presenta como un hecho o una
omisión, es un acontecimiento que influye en la relación procesal; sin embargo, admite,
hay ciertos hechos que influyen en ella y no son actos procesales.
Palacio conceptualiza al acto jurídico procesal a los hechos voluntarios que tienen por
efecto directo e inmediato la constitución, el desenvolvimiento o la extinción del proceso,
sea que proceda de las partes o de los auxiliares, del órgano judicial o de sus auxiliares, o
de terceros vinculados a aquel con motivo de una designación, citación o requerimiento
destinados al cumplimiento de una función determinada.
Este último autor citado expone los elementos del acto procesal de la siguiente manera:
Sujetos: se requiere que los sujetos que realizan el acto procesal tengan aptitud para
producirlo, el órgano judicial debe ser competente, y las partes o sus representantes, ser
procesalmente capaces.
Objeto: es la materia sobre la cual el acto procesal recae y debe ser: idóneo (apto para
lograr la finalidad) y jurídicamente posible, es decir, no prohibido por la ley.
Actividad: el conjunto de actos orientados hacia determinada finalidad. La actividad
procesal está constituida por una serie gradual, progresiva y concatenada de actos
jurídicos procesales, que se conciben como una unidad coordinada y adaptable a un
proceso cualquiera. Es procesal debido a la naturaleza del objeto y a su finalidad. Se trata
de una actividad que tiende al inicio, desarrollo y conclusión del proceso judicial y que
tiene los siguientes caracteres:
o Complejidad en su estructura
o Fraccionamiento en su contenido
o Progresividad en su desarrollo
46
o Concatenación,

Clasificación
La clasificación de los actos es siempre parcial, depende de la esencia diferenciadora. La
doctrina mayoritaria la realiza desde la siguiente distinción:
Actos de iniciación: el acto de iniciación por excelencia es la demanda, pero nuestro
proceso civil permite la realización de una serie de actos procesales, que pueden ser
anteriores a la demanda, tales como las medidas cautelares (por ej. el embargo
preventivo).
Actos de desarrollo: son los actos, que una vez iniciado el proceso, tratan de conducirlo
hacia un determinado fin, que no es otro que sentenciarlo y hacer cumplir lo decidido en la
causa. Estos actos requieren, a diferencia de los de iniciación, la intervención de dos o más
órganos, es decir, aunque emanen de las partes, o sus auxiliares, o de terceros, es
necesaria la intervención del tribunal y sus auxiliares para la eficacia del acto. Ejemplo:
cuando una de las partes formula una petición, el tribunal debe ordenar el traslado a la
contraria, y si se notifica a domicilio debe realizarse la providencia mediante un oficial
notificador. Es necesaria una sub-clasificación en:
o Actos de instrucción: importan dos actividades, por un lado que las partes o auxiliares
introduzcan al proceso datos de hecho y de derecho y por otro lado tales datos deben ser
compulsados, es decir probados.
o Actos de dirección: son aquellos que tienen por finalidad posibilitar la realización de los
actos de instrucción y pueden subdividirse en: actos de ordenación, de comunicación, de
documentación y cautelares.
Actos de conclusión: tiene por objeto concluir con el trámite del proceso. El acto de
conclusión por excelencia es la sentencia que lleva siempre una declaración de derechos,
sin embargo algunas no se agotan con esa simple declaración y necesitan de algo más, es
decir, su “ejecución” que no es otra cosa que hacer cumplir lo decidido en la causa, para lo
cual es necesario, a veces, una actividad procesal posterior, que se denomina “ejecución
de sentencia”.
47
4.2. Comunicación procesal. Definición.
Modos.
Etimológicamente es la acción y efecto de notificar.
De la Rúa la entiende como el acto procesal mediante el cual se hace conocer de una
manera auténtica una resolución jurisdiccional.
Es un acto procesal de participación de conocimiento, por lo tanto comprende todos los
medios de hacer saber a un litigante lo acordado por el tribunal, abarcando la citación, el
emplazamiento y el requerimiento.
Comunicación o transmisión interna: dentro del proceso la comunicación entre el
tribunal, las partes y el resto de los sujetos procesales no es directa, salvo la que se
produce en los procedimientos orales. Este tipo de comunicación, que se realiza por
distintos medios, es lo que se conoce como interna, y alcanza a todo sujeto que se halle
vinculado a la decisión del juez.

Los medios de comunicación interna son: los traslados, las vistas y las notificaciones.
Comunicación o transmisión externa: es la comunicación del tribunal con autoridades o
entidades ajenas al proceso y que no pueden ser traídas dentro de él, si bien contribuyen a
éste en alguna medida. Los medios de comunicación externa son el oficio y el exhorto.

La comunicación entre jueces (provincial, nacional e


internacional):
La comunicación es el documento de un juez o tribunal con objeto de informar, pedir o
notificar algo a otra autoridad judicial.
El exhorto es la comunicación librada por un juez y dirigida a otro juez de su misma
categoría, pero diferente jurisdicción, a fin de que practique alguna diligencia (notificación,
embargo, declaración de testigos) que deba realizarse en la jurisdicción de éste.
Se llama mandamiento cuando se pide algo a un juez de inferior categoría, mientras que
suplicatoria a uno de mayor (v.gr. de un juez de primera instancia a un juez de cámara). 48
La notificación en el proceso. Definición. Formas.
Es uno de los actos de comunicación interna, es el acto mediante el cual se pone en
conocimiento de las partes o de terceros, el contenido de una resolución judicial,
asegurando la vigencia del principio de contradicción y estableciendo el punto de partida
para el cómputo de los plazos. La notificación va dirigida a quien tiene el derecho de
conocer la resolución o la obligación de cumplirla.
Puede asumir diversas formas dicha notificación, según la importancia de la resolución a
comunicar:
Notificación personal: Se la conoce como notificación “en la oficina” y la lleva a cabo el
interesado mediante diligencia en el expediente, suscripta personalmente por él, su
apoderado o patrocinante. Esta notificación suple a cualquiera de las otras especies.
Notificación por cédula: la cédula es un documento que consta de un original y de una
copia, y que debe contener:
o Nombre, y apellido de la persona a notificar, o designación que corresponda; su
domicilio
o Juzgado y secretaría donde se tramita el juicio.
o Carátula del asunto por su objeto.
o Transcripción del decreto o de la parte resolutiva del auto o sentencia.
o Si se acompañan documentos, hacer la mención
o Firma del apoderado o del letrado patrocinante, síndico, tutor o curador ad litem, en su
caso con aclaración de firma. Firma del secretario cuando fuere conveniente por razones
de urgencia o por el objeto de la providencia, o cuando la notificación fuere de oficio.

Una vez diligenciada la cédula por el notificador, el letrado retira la copia y la agrega al
expediente.
Notificación por ministerio de la ley: es una notificación ficta, en tanto no existe un acto
real de transmisión y sólo por ficción de la ley se la tiene por realizada.

Nuestro CPCCba establece en su art. 153 que “salvo los casos en que proceda la
notificación a domicilio, las resoluciones se considerarán notificadas, por ministerio de la
ley, el primer martes o viernes posterior al día en que hubieren sido dictadas, o el siguiente
hábil, si alguno de aquellos fuere inhábil. No se considerará cumplida la notificación si el
expediente no 49
se encontrare en secretaría y se hiciere constar esa circunstancia en el libro especial que se
llevará al efecto, bajo la firma del letrado o de la parte y del secretario”
Notificación por edictos: aquella que se practica mediante publicaciones por la prensa,
tendientes a hacer conocer una resolución judicial a alguna persona incierta o cuyo
domicilio se ignore.

Establece el art. 152: “cuando no fuese conocido el domicilio de la persona que deba
notificarse o fuera incierta, las notificaciones se efectuarán por edictos, cuyo texto deberá
contener en forma sintética las enunciaciones indispensables, de conformidad con la
reglamentación que dicte el TSJ. Los edictos se publicarán en el Boletín Oficial y en un
diario de la ciudad que sea sede de la circunscripción judicial donde se tramite el juicio.”
Notificación por telegrama o carta documento: establece el art. 149 del CPCCba:
“cuando la notificación deba practicarse a personas que se domicilian en otras localidades
de la provincia, podrá hacerse por medio de telegrama copiado o colacionado, carta
documento, o carta certificada con aviso de recibo. En el último caso a petición de parte.

Los telegramas y cartas documentos se confeccionarán de acuerdo con las normas que
rijan al respecto y contendrán los requisitos del art. 146.”
Notificación tácita:
o Por retiro de expediente: establece el art. 151 del CPCCba: “el retiro del expediente por
el apoderado o el patrocinante, importará notificación de todo lo actuado”.

Se diferencia de la notificación ficta en cuanto ésta se tiene por producida sin tener en
cuenta el efectivo conocimiento que el interesado pueda tener. La tácita, atiende a que
dadas determinadas circunstancias, el interesado resulta anoticiado, en tanto su
fundamento responde a principios de celeridad y buena fe procesales.
o Por retiro de copias de escritos por al parte, o su apoderado o letrado, implica
notificación personal de traslado que respecto del contenido de aquellos se hubiere
conferido.
o Por presentación de cédula en secretaría: establece el art. 146 CPCCba: “….la
presentación de la cédula a los fines de su diligenciamiento importará la notificación de la
parte que la suscribe, si no se hubiere notificado con anterioridad por otro medio…”
Notificación a miembros del ministerio público: art. 154 CPCCba.: “los integrantes del
MP serán notificados en sus despachos, debiendo
50
acompañarse el respectivo expediente. A tal fin se expedirá a quien lo presentare un
control numérico en el que se hará constar la fecha de su recepción.”

4.3. El tiempo en el proceso. Plazos


procesales.
Concepto
Son los modos de computar los intervalos en el proceso. La dimensión temporal del
proceso no es otra cosa que ese conjunto de lapsos destinados al cumplimiento de cada
acto procesal en particular. A dichos lapsos, el código procesal les denomina “plazos”, que
es el lapso que media entre la fecha que se ordena la realización del acto procesal y
aquella en que ese se realiza, a diferencia de “término” que constituye el extremo legal del
plazo.
El art. 45 del CPCCba nos indica la forma de computar el inicio del plazo que es a partir de
su notificación (o de la última si son comunes), no contándose el día en que se practicó la
diligencia de notificación.
El art. 46 determina que “en los plazos señalados en días, se computarán solamente los
días hábiles y los fijados por meses y años se contarán sin excepción de día alguno”.
El art. 23 prescribe que los días, meses y años se contarán para todos los efectos legales,
por el calendario gregoriano, y el art. 43 especifica que debe entenderse por “días hábiles”
todos los del año, con excepción de los sábados, domingos y feriados o los declarados
inhábiles por leyes, decretos y resoluciones del TSJ. A diferencia del código civil que
computa de medianoche a medianoche (art. 24), el código procesal determina que las
horas hábiles son las comprendidas entre las siete y las veinte.
Clasificación. Efectos
Si tomamos en cuenta la forma de fijación, podemos hablar de:
o Plazos legales: aquellos cuya duración se halla expresamente establecida por la ley.
o Judiciales: aquellos que la ley permite su fijación por el tribunal.
51
o Convencionales: aquellos que, por delegación legal, se le acuerda a las partes la
facultad de fijarlos de común acuerdo.
Si vemos sus efectos, hablamos de plazos fatales y no fatales, o prorrogables y no
prorrogables: por regla general se establece que los plazos procesales son improrrogables,
pero las partes pueden cumplir el acto motivo de la diligencia, no obstante estar vencidos,
mientras no se les haya acusado la rebeldía, salvo que fueren fatales (art. 47 CPCCba), que
son aquellos que una vez transcurrido el tiempo establecido, no puede realizarse el acto
de que se trata válidamente, es decir no se admite en juicio la acción, excepción, recurso o
derecho para que estuvieren concedidos. Estos plazos fenecen por el mero transcurso del
tiempo, sin necesidad de declaración judicial ni de petición de parte y con ellos los
derechos que se hubieren podido utilizar.
Si tenemos en cuenta a quienes se otorgan, distinguimos entre:
o Individuales: los plazos que se conceden independientemente a cada parte para la
ejecución de los actos procesales determinados.
o Comunes: aquellos plazos que se acuerdan en forma conjunta a ambas partes a fin de
que realicen uno o más actos procesales de la misma índole.
También podemos distinguir los plazos en:
o Ordinarios: cuando se encuentra previsto para los casos comunes y normales.
o Extraordinarios: cuando atienden a circunstancias especiales, tales como la distancia
existente entre el domicilio de las partes y la sede del tribunal.

4.4. Sanciones procesales. Definición,


clasificación. Inadmisibilidad y nulidad.
Definición. Principio y efectos.
Son conminaciones de invalidez que se ciernen sobre los actos procesales tendientes a
resguardar la regularidad del trámite. (Zinny)
Nuestro ordenamiento procesal ha receptado el sistema privatista, mediante el cual la
sanción debe ser peticionada por parte interesada, siempre que el vicio del acto le haya
producido un perjuicio; otro criterio es el judicialista, por el cual corresponderá al juez la
decisión sobre el alcance 52
del vicio y la existencia del perjuicio para imponer la sanción, haya o no habido petición de
parte, según el vicio de que adolece el acto vulnere intereses privados o, además de
aquellos, se violen principios de orden público; otro sistema es el de la legalidad, en
cuanto sólo puede ser sancionado determinado acto cuando la ley expresamente conmine
con sanción la inobservancia específica o genérica de la conducta procesal cumplida.
Clasificación
Caducidad: se entiende a aquella sanción que produce la ineficacia de un acto
producido extemporáneamente, es decir, fuera del plazo perentorio o fatal dentro del cual
debía realizarse. Ej.: contestar la demanda una vez declarada la rebeldía.
Inadmisibilidad: es la sanción por la cual se impide ab initio la producción de efectos
procesales con respecto a los actos de las partes y sus auxiliares o de algunos terceros, no
provocados por el Tribunal, cumplidos sin observar determinados requisitos de forma o sin
tener la facultad para actuar eficazmente.
Preclusión: sanción que produce la ineficacia de un acto procesal porque su ejecución
resulta incompatible con una conducta procesal anterior. Ej.: oponerse a la citación del
tercero hecha por la contraparte y más tarde solicitar su citación.
Nulidad: sanción por la cual se elimina un acto por inobservancia de un requisito modal
extrínseco relativo a su estructura exterior.

Es importante señalar que para un sector de la doctrina (Clariá Olmedo, Alsina, Palacio)
existen sólo dos sanciones procesales: la nulidad, como sanción genérica que produce la
ineficacia del acto ya cumplido, y la inadmisibilidad, que es específica e impide que un acto
viciado pueda cumplirse válidamente. La caducidad y la preclusión serían vicios, no
sanciones, que dan lugar a la sanción de nulidad o de inadmisibilidad, según el acto
sancionable, que tiene vicios, pero puede o tiene efectos en el proceso; y el acto
inexistente, que no tiene ni puede tener efectos jurídicos dentro del proceso (Ej. de este
último, una demanda sin firma de parte ni letrado).
Inadmisibilidad y nulidad
Inadmisibilidad es la sanción por la que se impide el ingreso jurídico del acto al proceso y
consecuentemente, que produzca efectos en él (Zinny) 53
Admite dos causales:
o Vicios en la estructura del acto, por no adecuarse al esquema legal regulado
imperativamente.
o Vicios de poder, consistente en la ausencia de la atribución para realizar la actividad
que se pretende cumplir, sea porque se ha extinguido la posibilidad de actuar (operó la
caducidad) o por haberse agotado por su ejercicio anterior (preclusión).
La inadmisibilidad es declarable de oficio o a petición de parte.

Nulidad: es la sanción que involucra a todas las demás que puedan ingresar a una
clasificación. Cuando el acto viciado es admitido por el tribunal, ya la admisibilidad no
puede ser aplicada, desde que el acto ha tenido ingreso jurídico al proceso y ha producido
efectos, por lo que para hacerlos cesar deberá producirse su invalidación mediante la
declaración de nulidad.
La nulidad tiene por objeto quitar eficacia a un acto que ha ingresado al proceso y
producido efectos jurídicos procesales. Debe estar expresa en la ley. No hay nulidades
implícitas. La ley las puede establecer de modo genérico (para todo acto) o específico
(para un acto en particular).

Establece el art. 76 CPCCba: “procederá la nulidad de los actos procesales cuando la ley
prevea expresamente esa sanción o cuando el acto carezca de los requisitos indispensables
para la obtención de su finalidad, salvo que, no obstante su irregularidad, el acto haya
logrado la finalidad a la que estaba destinado.”
La nulidad de un acto no importará la de los anteriores o posteriores que sean
independientes de dicho acto; ni la de una parte del acto afectará las otras partes que
sean independiente de aquélla.
Las nulidades se clasifican en:
o Genéricas, son las conminadas para todos los actos procesales. Tal la que obliga al uso
del idioma nacional, fecha de los actos procesales, etc.
o Específicas: son las previstas de modo expreso para cada caso en particular: nulidad de
las notificaciones, nulidad de la declaración del imputado, etc.
o Nulidades absolutas: cuando un interés público indisponible aparece comprometido en
la observancia de la forma (la forma protege la vigencia en el proceso de los derechos y
garantías constitucionales). Revisten esencial importancia en sede penal,
54
aunque las hay en civil, por ej.: no intervención del ministerio pupilar en juicios donde
están en juego intereses de los incapaces, y tiene los siguientes caracteres:

- Son declarables de oficio en cualquier estado o grado del proceso.

- No son subsanables

- No pueden ser consentidas ni expresa ni tácitamente

- No puede peticionarla quien dio lugar a la nulidad

Sin embargo, en todo caso, la nulidad tiene que haber producido un perjuicio.
o Nulidades relativas:
- Nulidad declarable de oficio: aquellas nulidades provocadas por un vicio que afecta el
interés público, pero disponible por la naturaleza de los intereses en juego (patrimoniales),
ej juez la puede declarar sin necesidad de petición de parte, pero el vicio puede ser
subsanado por el consentimiento de los interesados.
- Nulidad declarable a petición de parte: la declaración de nulidad sólo es procedente en la
medida que la parte agraviada peticione la sanción.

Establece el art. 77 CPCCba: “la nulidad se declarará a petición de parte, quien al promover
el incidente deberá expresar el perjuicio sufrido del que derivare el interés en obtener la
declaración o mencionar la defensa que no ha podido oponer…”
El art. 78 establece las condiciones para la procedencia del incidente de nulidad: “el
incidente debe ser promovido dentro de los cinco días de conocido el acto viciado”.
Transcurrido dicho plazo se entenderá que ha sido consentido por la parte interesada en la
declaración de nulidad.
No se admitirá el pedido de nulidad cuando:
o Hubiere transcurrido el plazo previsto en el art. citado.
o Fuere manifiestamente improcedente.
o El peticionante de la nulidad haya dado lugar a la misma.
o No concurran los requisitos exigidos por dicho artículo, consistentes en:
55
- Existencia de un vicio en alguno de los elementos del acto procesal.

- Demostración de interés jurídico en la invalidación del acto; existencia de agravio;


mencionando las defensas que no se han podido oponer con motivo de la nulidad.

- Que la nulidad no sea imputable a quien la pide.

- Falta de convalidación del acto viciado

Las formas de alegar una nulidad son:


o El incidente: expresa Palacio que el incidente constituye la única vía adecuada para
plantear la nulidad de cualquier acto procesal realizado en el curso de la instancia, aun
cuando se haya dictado alguna resolución interlocutoria o definitiva.
o El recurso: que en nuestro caso es absorbido por el recurso de casación y tiende a
obtener la nulidad de la sentencia por vicio de forma o procedimiento.
o La excepción de nulidad: que prevé el CPC Nación como excepción admisible en el
juicio ejecutivo frente a la hipótesis de que mediare incumplimiento de las normas
establecidas para la preparación de la vía ejecutiva. En nuestro código se utiliza
directamente la vía incidental.
o La acción de nulidad: vía autónoma (absorbida en el CPCCba. por el recurso de revisión)
tendiente a obtener la nulidad total o parcial de un proceso.
Efectos: La nulidad de un acto importa la nulidad de aquellos que sean dependientes,
que sean consecuencia directa del acto anulado.

1. Teoría General de la
prueba judicial.
1.1. La Prueba.
Definición
La expresión “prueba” admite varias acepciones: en sentido amplio se refiere al
procedimiento para probar, al medio por el cual se intenta hacerlo y al resultado de lo que
ha sido probado, el hecho mismo de la convicción judicial.
En tal sentido, Alsina la define como “la comprobación judicial, por los modos que la ley
establece, de la verdad de un hecho controvertido del cual depende el derecho que se
pretende”.
En similar sentido, Palacio la explica como la “actividad procesal, realizada con el auxilio de
los medios establecidos por la ley, y tendiente a crear la convicción judicial sobre la
existencia o inexistencia de los hechos afirmados por las partes como fundamento de sus
pretensiones o defensas”.
En un esfuerzo por aunar las distintas definiciones que al respecto brinda la doctrina,
podemos concluir que la actividad probatoria es el movimiento, el esfuerzo, que realizan
todos los sujetos del proceso, con la finalidad de introducir elementos capaces de producir
en el juzgador un conocimiento (elemento de prueba), respecto de los hechos afirmados
por las partes en sus alegaciones.
Distinción entre medio, órgano y elemento
Medios de prueba: son las vías, caminos o procedimientos establecidos en la ley
procesal para introducir válidamente al proceso, los elementos de prueba. Generalmente
estos medios están nominados en la ley (ej.,
2
testimonial, pericial, documental, etc.), amén de que existen otros (innominados) tales
como grabaciones magnetofónicas, filmaciones de video, que si bien no están regulados
explícitamente por la legislación procesal, se pueden introducir al proceso bajo ciertas
condiciones legales.
Elemento de prueba es todo dato o circunstancia de conocimiento que se obtiene del
medio de prueba, que introducido en el proceso, provoca conocimiento sobre algún
hecho, para su posterior valoración (los dichos de un testigo, el informe pericial, el
contenido del documento, etc.)
Órgano de prueba es la persona, el documento, el sujeto productor del elemento de
prueba, que lo contiene y lo trae al proceso, y que debe ser siempre una persona distinta
del juzgador. Por ej.: el testigo, el perito.

Objeto de prueba
Expresa Alsina que “objeto de prueba son los hechos que se alegan como fundamento del
derecho que se pretende”, ampliando Palacio tal concepto al expresar que “son los hechos
controvertidos y conducentes a la decisión de la causa, afirmados por los litigantes”. De tal
modo, el último autor citado sostiene que es posible inferir que el objeto de prueba está
constituido por hechos externos o internos que pueden ser objeto de conocimiento; que
deben ser susceptibles de percepción por los sentidos o deducción por la razón; cualquiera
sea su naturaleza (física, psíquica, o mixta); hallarse controvertidos por las partes y
afirmados por ellas; ser hechos que conduzcan (pertinencia y utilidad) al esclarecimiento
de la cuestión controvertida.
Procedimiento probatorio
Corresponde ahora dar respuesta a la pregunta, y ¿cómo se prueba?
Se trata, básicamente, de saber cuáles son las formas a respetar para ingresar o incorporar
al proceso prueba que se considere válida, limitándonos por el objeto de estudio de la
materia, al aspecto general constituido por el conjunto de formas y reglas que son
comunes a todos los medios de prueba, es decir todo lo relativo al ofrecimiento de la
prueba, oportunidad para solicitarla y recibirla, y a su valoración posterior.
Así, dentro de ese aspecto general referido, se pueden distinguir dos momentos o etapas
fundamentales: 3
1. Introductivo o práctico, que comprende los actos cumplidos por todos los sujetos del
proceso, que persiguen el ingreso definitivo en él de todos los elementos probatorios,
etapa que se integra por:
El ofrecimiento de la prueba: consiste en un anuncio de carácter formal, realizado por las
partes en el escrito pertinente, no existiendo para ello fórmula sacramental alguna, siendo
suficiente que del escrito surja claramente el ánimo de ofrecer al juez la proposición de
medios de prueba de donde, posiblemente, han de surgir los elementos de convicción que
tiendan a acreditar o desacreditar los hechos que se invocan.
Recepción de la prueba: a las partes les incumbe la elección de los medios de prueba de
que han de valerse en el proceso; al juez, en cambio, le incumbe admitir o no admitir los
medios de prueba por ellas ofrecidos.

La admisión es el acto procesal por el cual el juez accede a que un medio de prueba
determinado, ingrese al proceso como posible elemento de convicción, ordenando
agregarlo o practicarlo según el caso.
A los fines de la admisión de las pruebas, el juez se limita a ejercer un control solamente
formal de la prueba ofrecida por las partes, que se circunscribe a la oportunidad del
ofrecimiento (es decir, que haya sido ofrecida en término, conforme a la legislación
procesal, por ejemplo, rechazará la prueba testimonial que no haya sido ofrecida dentro
de los diez primeros días del término de prueba, si se trata de un juicio ordinario), y a la
observancia de los requisitos formales exigidos por la ley para cada medio de prueba, a los
fines de su introducción en el proceso; por ejemplo, que se hayan determinado los puntos
de pericia junto con el ofrecimiento de ese medio de prueba (art. 260 CPCCBA.)
Esto es, en materia civil el juez no puede rechazar la prueba por considerarla impertinente
o irrelevante, y en consecuencia “únicamente en la sentencia podrá el Tribunal
pronunciarse sobre la pertinencia de los hechos alegados o de la prueba solicitada”, según
lo preceptúa el art. 199 CPCCba. Más allá de lo cual el mismo artículo en su segunda parte,
aclara que en ningún caso el tribunal negará la apertura a prueba ni el despacho de
diligencias probatorias, salvo que estuviesen prohibidas por la ley (ej.,, art. 309 del
CPCCba., que contiene limitaciones sobre testigos parientes), fueren manifiestamente
inadmisibles (por ej., no ofrecer prueba junto con la demanda en el juicio abreviado, y
pretender hacerlo después) o imposibles de producir (se ofrece la declaración testimonial
de una persona fallecida).
Finalmente, el Tribunal dictará un decreto o proveído admitiendo la prueba, si se cumplen
las condiciones analizadas, o rechazándola en su caso, y en el cual fijará las audiencias a los
fines de recepcionar las declaraciones testimoniales ofrecidas, la absolución de posiciones,
el sorteo de peritos, ordenará librar los oficios requeridos, etc. 4
En contraposición a este sistema que impera en la legislación provincial de Córdoba y que
podríamos tipificar como de “libertad probatoria”, en el procedimiento nacional y en lo
que a la admisión se refiere, rige un sistema de precalificación discrecional de prueba, en
tanto y en cuanto el juez ante su ofrecimiento, puede rechazar aquella que considere
“manifiestamente improcedente, superflua o meramente dilatoria” (art. 364 segunda
parte CPCN).
Diligenciamiento de la prueba: una vez ofrecida la prueba, y admitida por el tribunal, se
inicia este momento. El diligenciamiento de una prueba, consiste en el conjunto de actos
procesales que es necesario cumplir para introducir a la causa los distintos elementos de
prueba que tiendan a acreditar la veracidad o falta de veracidad de las afirmaciones de
hechos que interesa a un proceso.

Comprende este momento, la actividad que realizan todos los sujetos del proceso a los
fines de producir la prueba ofrecida, como la confección de las cédulas de notificación
para la comunicación a las partes y para la citación de los testigos, la confección de los
oficios en la prueba informática, el sorteo de los peritos, etc.
Introducción definitiva: finalmente, ocurre cuando la prueba oportunamente ofrecida,
admitida y diligenciada, se agrega, se incorpora a la causa, por ejemplo, la declaración del
testigo, el dictamen pericial, y de esta manera el elemento probatorio queda incorporado
al proceso.

Es en este momento cuando, en forma indiscutible, opera el principio procesal de gran


trascendencia, el de adquisición o comunidad de la prueba, en virtud del cual la misma no
pertenece a quien la aporta, y una vez introducida legalmente al proceso, debe tenerse en
cuenta para determinar la existencia o inexistencia del hecho a que se refiere, sea que
resulte en beneficio de quien la propuso o de la parte contraria, que bien puede invocarla.
2. Momento valorativo, que constituye el segundo momento del procedimiento
probatorio, de carácter eminentemente intelectual, que a su vez se manifiesta en dos
momentos consecutivos y precisos.
El primero, que corresponde a las partes: esta valoración se materializa en los alegatos,
como paso anterior al momento decisorio. En éstos las partes hacen mérito de la prueba
rendida valiéndose, para ello, de argumentaciones favorables a sus pretensiones o
defensas, con la finalidad de convencer al tribunal y obtener finalmente una decisión que
satisfaga sus intereses. Dicha valoración consiste no sólo en destacar el éxito de su
resultado probatorio, sino también la deficiencia o ineficacia de la prueba de la contraria.
5
El segundo momento, consiste en la intervención del juez o tribunal, que está limitada a
la recepción de los alegatos, y una vez agregados al expediente, queda la causa en estado
de dictar sentencia; correspondiendo ahora al juez analizar los elementos de convicción
incorporados al proceso, para fundar su decisión, conforme al último paso o momento del
procedimiento que es la valoración de la prueba.

Principios de la prueba
Admisibilidad: es el acto por el cual se permite el ingreso o práctica de la prueba, con
independencia de su eficacia, se le puede conceder el crédito inicial o hasta que sea
desvirtuado. Es el principio de dar entrada a una prueba.
Libertad: implica que las partes y el juez deben gozar de libertad para obtener todas las
pruebas que sean útiles pertinentes a la averiguación de la verdad, salvo que por razones
de moral y de orden público no puedan ser realizadas. Este principio se resuelve en otros
dos: libertad de medios de prueba y libertad de objeto de prueba.

Este concepto significa que todo puede probarse por cualquier medio, cualquier hecho
puede ser objeto de prueba y esa prueba puede alcanzarse por cualquier medio. Ahora
bien, es importante destacar que ante el riesgo de que amparándose en este principio, se
produzcan pruebas innecesarias, es que los ordenamientos procesales más modernos
ponen ciertos límites al mismo, prohibiendo la producción de pruebas manifiestamente
improcedentes, inconducentes o inidóneas.
Pertinencia: la prueba que puede producir la convicción del juzgador es la que resulta
útil, idónea y pertinente para demostrar las afirmaciones controvertidas. Este principio se
relaciona con el de economía procesal y tiende a evitar que uno de los litigantes dilate
innecesariamente el proceso con pruebas impertinentes.
Negligencia procesal: es el abandono o falta de diligencia en la tramitación de los juicios.
En ella pueden incurrir tanto los funcionarios judiciales y sus auxiliares o subordinados,
cuanto las partes y sus representantes o patrocinantes. La negligencia procesal tiene dos
formas de sanción: una es la pérdida del trámite o actuación no cumplidos o no
reclamados a tiempo, y otra es la pecuniaria, que puede imponerse para el pago de las
costas o de parte de ellas, al mandatario negligente o a éste conjuntamente con la parte y
su patrocinante. (caducidad y prescripción).
Publicidad: se relaciona con el principio de contradicción, en tanto implica que las partes
deben tener igual oportunidad para conocer la prueba,
6
participar en su producción, impugnarlas, discutirlas y valorarlas, además de conocer la
valoración efectuada por el juez al dictar sentencia.

La verdad jurídica objetiva


Todo proceso judicial persigue como finalidad específica inmediata la fijación de los
hechos fundamentadores de las pretensiones de las partes mediante la búsqueda y
adquisición de la verdad. Se trata de confirmar o desechar el acontecimiento histórico
sobre el cual ha de fundamentarse la solución que corresponde dar a la res iudicanda.
El objeto del proceso consiste en una conceptualización fáctico-jurídica que se afirma con
los introductivos de las partes para fundamentar las respectivas pretensiones. Las
afirmaciones de hechos deben ser probadas positiva o negativamente, su encuadramiento
en las normas jurídicas debe encontrarse mediante la confrontación de la materialidad
fijada con el supuesto de hecho normativamente descripto. Por ambos mecanismos se
llega a la certeza jurídica. Se trata de la certeza de los hechos (controvertidos o no, según
los casos) y de la certeza del derecho objetivo vigente, ya que éste debe ser aplicado a
aquéllos.
Es corriente sostener en doctrina que la verdad obtenida mediante el proceso judicial con
respecto a los hechos de la causa, en cuanto perseguida como finalidad inmediata tiene
unas veces alcance material o histórico y otras veces un alcance meramente formal. Lo
primero constituirá una exigencia del proceso penal, que procura llegar a la verdad
histórica de lo acontecido según la prueba obrante en la causa, y lo segundo se advertirá
en el proceso civil, donde el hecho queda fijado conforme a lo que las partes quieren, con
exclusión de la averiguación de la verdad.
1.2. Sistemas de valoración de la prueba.
En doctrina clásica, se han destacado tres sistemas de valoración de la prueba: el de la
Tarifa legal o prueba legal; el de la íntima convicción y el de la sana crítica racional o libre
convicción.
1. Sistema de Prueba o tarifa legal: consiste en que el valor de la prueba está
predeterminado por la ley; es ésta la que le señala por anticipado al juez, el grado de
eficacia que debe atribuirle a determinado elemento probatorio; por lo tanto, el juzgador
se encuentra obligado a valorar las 7
pruebas de acuerdo a los extremos o pautas predeterminadas por el legislador en la
norma jurídica.
Ha sido prácticamente abandonado por las legislaciones modernas, aunque existen aún
algunos resabios como es el caso del art. 236 de nuestro C.P.C.Cba), que textualmente
expresa que “la confesión judicial hace plena prueba contra el absolvente…”.
2. Sistema de libre apreciación: es la antítesis del anterior e implica el otorgamiento de
facultades discrecionales al juzgador, quien aprecia la prueba libremente, sin estar atado a
criterios legalmente preestablecidos.
El juez para obtener la íntima convicción se vale de los sentimientos, de las intuiciones, de
las impresiones, o de otros estados emocionales, de sus conocimientos personales,
además de los razonamientos lógicos y de la experiencia.
3. Sana crítica racional: el juez valora la prueba sin sujeción a criterios legalmente
establecidos, pero, a diferencia del anterior, sin la interferencia de factores emocionales,
debiendo fundamentar su decisión.
Como señala Couture, las reglas de la sana crítica racional son “las reglas del correcto
entendimiento humano”. La sana crítica es la unión de la lógica, la experiencia y la
psicología.
En cuanto a la primera, y refiriéndonos a la lógica formal, juega un papel trascendental, a
través de los principios lógicos supremos que actúan como controles racionales en la
decisión judicial, y que conforme a la concepción clásica son:
Principio de identidad: cuando en un juicio el concepto-sujeto es idéntico total o
parcialmente al concepto-predicado, el juicio es necesariamente verdadero.
Principio de contradicción: dos juicios opuestos entre sí contradictoriamente, no pueden
ambos ser verdaderos.
Principio de tercero excluido: dos juicios opuestos entre sí contradictoriamente, no
pueden ambos ser falsos (uno de ellos es verdadero y ningún otro es posible).
Principio de razón suficiente: todo juicio para ser realmente verdadero, necesita tener
una razón suficiente que justifique lo que en el juicio se afirma o niega con pretensión de
verdad.
8
1.3. Facultades del juez para ordenar de
oficio medidas probatorias.
El intento de introducción de la prueba (iniciativa) por parte del tribunal se produce, con la
orden de recepción emanada de él sin instancia de parte. La previsión al respecto implica
otorgar al tribunal un poder autónomo de investigación para seleccionar y reunir o
suplementar la prueba.
Es el régimen característico del tipo procesal inquisitivo, razón por la cual tiene aplicación
en el proceso penal durante el período de la investigación penal preparatoria. En la etapa
del juicio oral, la única prueba que el código de procedimiento de la provincia de Córdoba
autoriza al tribunal a ordenar de oficio, es la inspección judicial.
En el proceso laboral, la iniciativa probatoria del tribunal ha tenido también cierta acogida.
Las modernas legislaciones procesales civiles ponen empeño en que no quede eliminada la
regla probatoria resultante del principio dispositivo. Sin embargo han comenzado a
quebrantarla mediante el otorgamiento de mayores atribuciones de oficio para el tribunal.
Orientadas por el carácter publicístico del proceso, han cedido a la tentación de obtener
en alguna medida un procedimiento que se considere más justo, permitiendo e incluso
imponiendo al juez la integración de la actividad de las partes en la tarea de arrimar
inicialmente la prueba al proceso judicial.
Como ejemplo, el C.P.C.Cba., en su art. 279 párrafo 2° expresa que “…el tribunal podrá, de
oficio o a petición de parte, disponer que se amplíe el dictamen si lo creyere deficiente u
ordenar que se nombren otros peritos, sin recurso alguno”.
1.4. Carga de la prueba en el proceso civil,
laboral y familiar.
Responde a la pregunta de ¿quién debe probar? se trata de determinar, cuál de los sujetos
que actúan en el proceso debe producir la prueba materia del debate, o sea, la
distribución del onus probando.
En el proceso civil, eminentemente dispositivo, son reglas para que las partes produzcan la
prueba de los hechos, con la finalidad de demostrar la verdad de sus respectivas
proposiciones. Carga de la prueba significa entonces, una conducta impuesta a uno o a
ambos litigantes para que acrediten la verdad de los hechos por ellos alegados. 9
La carga de la prueba (onus probando) constituye pues como toda carga procesal, un
imperativo del propio interés, una circunstancia de riesgo; quien omite probar, no
obstante la regla que pone tal actividad a su cargo, no es pasible de sanción alguna,
quedando expuesto a la perspectiva de una sentencia desfavorable.
En otro aspecto, también es una regla para el juzgador o regla de juicio, en cuanto implica
cómo debe resolver cuando no existe la prueba de los hechos sobre los cuales debe basar
su decisión.
La ley procesal debe distinguir anticipadamente entre las partes la fatiga probatoria,
determinando las circunstancias que el actor y el demandado deben acreditar, según las
proposiciones formuladas por ellos en el juicio.
Concepción clásica
Las reglas sobre la carga de la prueba son aquellas que tienen por objeto determinar cómo
debe distribuirse, entre las partes, la actividad consistente en probar los hechos
controvertidos que son materia de litigio. Mantiene aún su vigencia, con algunas
modificaciones, aunque existen situaciones complejas, donde el problema de determinar
quién debe probar se hace de muy difícil solución. Trataremos de establecer, en síntesis,
las cargas o responsabilidades de cada uno para lograr zanjar dicha dificultad.
Generalmente, se puede analizar la existencia de tres clases de hechos; los constitutivos,
los impeditivos y los extintivos, que funcionan de la siguiente manera en el tema que nos
ocupa:
Al actor le incumbe la prueba de los hechos constitutivos de su pretensión,
atribuyéndosele el carácter constitutivo al hecho específico del que surge, en forma
inmediata, el efecto jurídico pretendido. Así por ej., en un contrato de compra venta, el
actor deberá probar la existencia de dicho contrato, como asimismo, las demás
circunstancias que lo tipifican, por ej.: cosa vendida, precio, etc.
En cuanto a los hechos impeditivos, como regla le corresponde su prueba al demandado.
Siguiendo el ejemplo anterior, podemos decir que son hechos impeditivos la existencia de
un vicio en el consentimiento o la incapacidad de los contratantes, correspondiendo la
prueba de su existencia a quien los invoca como fundamento de su defensa.
De la misma manera, corresponderá al demandado probar la existencia de los hechos
extintivos, que en relación al supuesto
10
citado, será, por ejemplo: el pago del precio o cualquier otro medio extintivo de las
obligaciones (art. 724 del C. Civil).

Si bien generalmente estos hechos deben ser probados por el demandado, existen
supuestos en que los hechos impeditivos y extintivos deberán ser probados por el actor,
cuando constituyeren el fundamento de su pretensión, pues existen situaciones en las que
un hecho impeditivo o extintivo funda una demanda; en tal caso, el actor deberá probar el
hecho que impidió la constitución de una relación jurídica o que la extinguió, como sucede
cuando se solicita la nulidad de un acto jurídico, correspondiéndole al actor la prueba del
error, dolo, violencia o cualquier vicio de la voluntad en que funda la demanda.
Como consecuencia de lo expresado, podemos concluir que, tal como lo sostiene la
doctrina, cada parte soportará la carga de la prueba respecto de los hechos a los que
atribuye la producción del efecto jurídico que pretende (Palacio).
La legislación procesal civil de la provincia de Córdoba (ley 8465) no incluye normas
generales que fijen pautas de distribución de la responsabilidad probatoria, con excepción
del art. 548 C.P.C.Cba., referido al juicio ejecutivo: corresponderá al demandado la prueba
de los hechos en que funde las excepciones. En cambio, el art. 377 del C.P.C.N. expresa
que “cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas
que invocare como fundamento de su pretensión, defensa o excepción”.
Reformulación
Modernamente, se ha ido desarrollando en la doctrina y jurisprudencia, un movimiento de
cambio que tiende a atenuar en el proceso civil su marcado perfil dispositivo, por otro de
tipo publicístico o inquisitivo que otorga al juez un rol más activo o protagónico en el
proceso.
Se hace necesario, como consecuencia de ello, adaptar las tradicionales reglas de
distribución de la carga probatoria que expresáramos precedentemente, a las necesidades
que impone esta nueva tendencia. De esta manera surge lo que se ha dado en llamar
“teoría de la carga probatoria dinámica”, cuya regla de distribución, básicamente, puede
ser expresada de la siguiente manera: “la carga de acreditar determinado hecho, debe
recaer sobre el litigante que se encuentre en mejores condiciones de producirla”. Es decir,
se atenúa el rigorismo de los principios llamados clásicos y encuentra su máxima expresión
en aquellos supuestos donde la prueba, o parte de ella, resulta inaccesible a una de las
partes –supongamos al actor- (por ejemplo, los casos de mala praxis 11
médica, simulación, etc.) En estos casos, se impone la carga probatoria, a quien se
encuentre en mejores condiciones de probar; todo ello en virtud de los principios de la
lógica, justicia, igualdad de partes antes la ley y solidaridad.
Además, es necesario que concurra otra circunstancia determinante: que la parte se
encuentre en reales posibilidades de probar, ya que de lo contrario, atribuir
responsabilidad de prueba a quien no tiene esa posibilidad, carecería de todo sentido.
Adviértase también, que no debe confundirse este sistema con el de la inversión de la
carga de la prueba, aunque presenta ciertas similitudes. En el último de los nombrados,
esa inversión proviene de la ley (art. 39 del C.P. Laboral de Cba. –Ley Prov. Nº 7987-, art.
509 inc. 2 C.P.C.Cba.), pero en el sistema de la reformulación, se trata de un sistema que,
circunstancialmente, permite que esa responsabilidad probatoria sea atribuida a una u
otra parte, tal como ya lo hemos señalado.
Sin discutir la justicia del sistema, el problema se presenta porque en la actualidad no
existe en nuestra legislación procesal, normas precisas que den seguridad jurídica al
justiciable en este sentido, y que determinen cómo y cuándo el juzgador ha de atribuir esa
responsabilidad probatoria a una de las partes en un caso concreto.
1.5. Responsabilidad probatoria en el
proceso penal.
En nuestro sistema penal, las doctrinas precedentemente enunciadas resultan inaplicables
por cuanto:
El estado de inocencia impide que se obligue al imputado a aportar prueba acerca de
aquella y mucho menos sobre su culpabilidad. No tiene el deber de probar nada.
Nuestro sistema reposa en el carácter público del interés represivo, por lo que la
obligación de investigar la verdad y de aportar en consecuencia las pruebas necesarias,
incumbe al estado a través de sus órganos predispuestos, sin que la actividad probatoria y
el objeto de la prueba puedan encontrar límites derivados de la conducta de las partes. La
responsabilidad que nace para el Ministerio Público por imperio de la ley 8123 durante la
etapa del juicio, por la cual el ofrecimiento de prueba es de su exclusiva competencia, no
pudiéndola suplir el tribunal de oficio, no responde a la teoría de la carga probatoria pues
el fiscal, objetivamente, 12
está obligado a efectuar dicho ofrecimiento, de la misma forma que el juez está obligado a
juzgar.
La actividad probatoria en el proceso penal no es una simple verificación, desde que ésta
presupone una afirmación previa, y lo que se pretende es reconstruir objetiva, imparcial,
histórica y libremente el hecho hipotético que supone delito. 13
2. Discusión y Decisión.
2.1. Alegatos.
Definición y formas en los diferentes procesos
La discusión es la actividad que realizan las partes para acercar al tribunal los argumentos
que puedan determinar una decisión de fondo a su favor, sobre las cuestiones y pruebas
introducidas en el proceso. Se trata de una discusión bilateral sobre la causa, manifestada
en informes, alegatos o exposiciones finales de las partes, producidos ante el Tribunal en
forma oral o escrita según el sistema de procedimiento adoptado (Clariá Olmedo).
El contradictorio es pleno, cada una de las partes se expide con argumentaciones
favorables a sus pretensiones mediante una merituación que hacen de las pruebas
producidas en la etapa que acaba de clausurarse. Su intención es convencer con sus
argumentos al tribunal y obtener de esa manera una decisión que satisfaga sus respectivos
intereses, sin perjuicio de que en esos alegatos puedan contenerse reconocimientos a
concretas afirmaciones de la contraria.
Si el alegato se produce oralmente, como en el caso del proceso laboral, penal, familiar, el
tribunal asume una actitud pasiva y su función se limita a escuchar los argumentos y
conclusiones de las partes, a dirigir y mantener el orden de la audiencia. Cuando se
produce en forma escrita, como en el caso del proceso civil, la intervención del tribunal,
por intermedio de la secretaría correspondiente, se limita a la recepción de los alegatos o
informes.
Por su parte, dentro del mismo proceso civil, hay casos como el del juicio abreviado (art.
507 del C.P.C.Cba.), para el cual el art. 514 prescribe que “recibida la prueba o vencido el
plazo para su recepción, el tribunal llamará autos para definitiva y dictará sentencia”.
Con la salvedad de la excepción precedentemente expuesta, en el juicio escrito la discusión
se perfila nítidamente, ya que en aquél se marcan claramente tres fases:
1. introducción de las cuestiones.
2. introducción de las pruebas. 14
3. Momento crítico, que se compone de la discusión y la decisión final. Son momentos
discontinuos que van precluyendo con la iniciación del próximo. Así, la discusión se abre
cuando se clausura la prueba.
De tal modo y puntualmente en el juicio civil ordinario, concluida la etapa probatoria el
tribunal ordena correr traslado de ley por su orden.
Art. 505 del C.P.C.Cba.: “vencido el período probatorio y agregadas a los autos las que se
hubieren producido, se correrá traslado por seis días sucesivamente a cada litigante para
que alegue de bien probado, reservándose los escritos en secretaría hasta el decreto de
autos.”
También se prevé en el art. 497 que contestada la demanda o la reconvención, si no se
procediere la apertura a prueba, se correrá traslado a cada uno por seis días para que
aleguen sobre el mérito de la causa.
En el procedimiento oral, en cambio, la etapa esencial es la vista de la causa (en laboral) o
el debate (en penal), en la que por efecto del principio de concentración e inmediación, no
se distinguen con claridad etapas o fases dentro de él. Después de la producción de las
pruebas ofrecidas previamente y de la agregación de la prueba producida antes de
iniciarse el debate, se ubica la etapa discusoria. En general, la etapa de vista de la causa
(repetimos, tiene lugar en el proceso laboral) se desarrolla de la siguiente manera:
1. lectura de demanda y su contestación y reconvención, y a su vez de la contestación de
ésta última, en caso de haberse producido.
2. Ingreso por lectura de la prueba producida con anterioridad.
3- Producción de las pruebas oportunamente ofrecidas y previstas para ser introducidas en
el debate, dado su eminente oralidad (confesional, testimonial).
4. discusión que se realiza oralmente –aunque en muchos procesos se desvirtúa en cuanto
se permite a los letrados dejar memoriales o apuntes de sus respectivos alegatos-.
5. sin solución de continuidad el tribunal pasa a deliberar con el fin de arribar a la decisión
final (por imperio del principio de concentración y continuidad que obligan al tribunal a
producir su decisión sin interrupciones, pasando a deliberar inmediatamente después de
la clausura del debate, disponiendo en general de un plazo perentorio o fatal para el
dictado de la sentencia).
Contenido
Como adelantáramos, la discusión debe versar sobre todos los elementos del pleito hasta
el momento reunidos, y no sólo sobre las pruebas. Es en 15
este momento que se brinda la oportunidad de meritar con claridad y precisión todas las
cuestiones planteadas y las afirmaciones y refutaciones existentes en la demanda y
contestación. No sólo debe estarse a las cuestiones controvertidas, sino también las
aceptadas por ambas partes y las afirmadas al trabarse la Litis, ya que el juez no solamente
resolverá sobre lo discutido sino también sobre todas las afirmaciones del actor.
Para su elaboración debe seguirse un procedimiento lógico argumental, cuyo primer paso
consiste en efectuar un planteo, luego ordenar las cuestiones para proceder al análisis de
la prueba y la refutación de las afirmaciones o negaciones de la contraparte en función de
la ineficacia de la prueba ofrecida por aquélla. Finalmente, planteados los hechos,
analizadas las pruebas, debe realizarse una exposición jurídica del caso, fundamentando
las respectivas pretensiones en el derecho: primero, en la norma, luego en la doctrina y
por último en la jurisprudencia. Recién en este momento se agota la discusión, pues las
partes concreta, amplían y explicitan sus pretensiones iniciales, ya que no se agotan en la
demanda todos los argumentos jurídicos a los que pueden recurrir las partes.
La valoración efectuada por las partes es parcial. No se les puede exigir imparcialidad, la
que queda reservada al juzgador.
2.2. Sentencia. Definición, clasificación,
formalidades, principio de congruencia.
La sentencia es la resolución jurisdiccional que pone fin al proceso en el cual se dicta y
resuelve en definitiva la cuestión litigiosa.
Se trata de una norma particular, aplicable exclusivamente al caso concreto sometido a
juzgamiento. Puede ser vista desde dos aspectos, uno legal y otro sustancial.
Desde el punto de vista legal, la sentencia es aquella resolución jurisdiccional que, como
tal, ha sido definida o caracterizada en la ley. Es aquél pronunciamiento que pone fin al
proceso, cualquiera sea la cuestión que en ella se resuelva.
Desde el punto de vista sustancial, sentencia es aquella resolución jurisdiccional que
decide en definitiva sobre el fondo de la cuestión traída al proceso, por lo que para su
existencia requerirá que aquél se haya tramitado integralmente. Desde este punto de
vista, no será sentencia el sobreseimiento, pues no resuelve la cuestión de fondo –no
absuelve ni 16
condena, sólo dice que la pretensión ha prescripto, o que el hecho no es delito, o que el
imputado no participó en él.
O sea, para sintetizar y a efectos de una mejor comprensión:
Punto de vista legal: resolución que decide en definitiva cualquier tipo de cuestiones que
pone fin al proceso (como un sobreseimiento, por ejemplo).
Punto de vista sustancia: resolución que decide en definitiva sobre la cuestión de fondo,
pendiendo fin al proceso.

Decimos que sentencia es una resolución jurisdiccional definitiva. Esto quiere decir que
con ella se agota la jurisdicción de conocimiento del juez en ese proceso –no su actividad
en el mismo-. Es decir, ya sea desde el punto de vista legal o sustancia, sentencia es
decisión que pone fin al proceso en su momento cognoscitivo, después de su integral
tramitación.
En primer lugar, el juez debe empezar por obtener las cuestiones de hecho contenidas en
la causa para delimitar el campo dentro del cual han de proyectarse las pruebas efectivas y
legítimamente introducidas al proceso –para el juez, lo que no está en el expediente o en
el acta, no existe en el mundo. Al mismo tiempo deberá ir comparando esas cuestiones
con el hecho específico descripto en las normas jurídicas aplicables. Delimitados los
hechos deberá fijarlos en el siguiente orden:
1. los que las partes aceptaron como ciertos –no controvertidos-;
2. los que no requieren demostración –hechos evidentes y presunciones iure et de iure-;
3. presunciones iuris tantum no destruidas por prueba en contrario y hechos
controvertidos.
Fijados los hechos deberá iniciar la valoración de la prueba en busca de la obtención de
certeza respecto de la verdad el acontecimiento sometido a su decisión.
Para esta valoración deberá aplicar las reglas de la lógica, la psicología y la experiencia,
cuya omisión, en nuestro sistema, está conminada con la nulidad y constituye un vicio in
iudicando.
La regla que prohíbe el non liquen obliga al juez a dictar sentencia cualquier que sea el
estado intelectual al que arribe –duda, probabilidad o certeza-. Frente a estos grados de
conocimiento se alcanzan los siguientes resultados:
En caso de certeza negativa, el juez decidirá a favor de las pretensiones del actor o de
quien opuso la excepción, en su caso.
17
En caso de certeza negativa, el juez decidirá la no aceptación lisa y llana del hecho
afirmado, lo que conduce al rechazado de la pretensión del actor o de quien opuso la
excepción.
En caso de duda, el juez hallará un equilibrio entro los elementos negativos y los
positivos, lo que significará ausencia de toda prueba e incertidumbre respecto del hecho
afirmado. Si esto ocurre se tendrá como no probado aquél.
En caso de probabilidad, esto es, mayor cantidad de elementos positivos pero que no
excluyen por completo a los negativos, habrá insuficiencia de prueba para cualquier tipo
de proceso, lo que impide acoger de plano la afirmación, no pudiendo darse por existente
el hecho y aunque esta misma probabilidad permitió ordenar durante la sustanciación del
proceso previo a la sentencia, una medida cautelar.
En caso de improbabilidad, se estará en la situación inversa a la anterior, por lo que los
hechos cuya existencia se afirma deben ser considerados inexistentes.

Por su parte, en el ámbito penal estos estados intelectuales responden a las siguientes
soluciones:
Certeza negativa durante la instrucción: sobreseimiento.
Probabilidad durante la instrucción: procesamiento, vista fiscal, prisión preventiva, según
los distintos sistemas.
Duda durante la instrucción: continuación de la investigación hasta el plazo legal y si
persiste, sobreseimiento.
Certeza positiva durante el juicio: condena.
Duda o probabilidad en juicio: absolución.

Formalidades
En general, la sentencia debe cumplir dos requisitos básicos:
Emanar de un órgano jurisdiccional;
Resolver un caso concreto, controvertido y judicial. Concreto en cuanto el juez no hace
declaraciones en abstracto; controvertido, en cuanto el conflicto es promovido en juicio.
18
Formalidades extrínsecas:
Debe otorgarse por escrito y en idioma nacional
Se debe mencionar lugar, fecha, tribunal y causa
Se la debe enumerar y expedir en doble ejemplar
Debe llevar la firma del juez o jueces en caso de tribunal colegiado

Formalidades intrínsecas:
Están relacionadas con las partes de la sentencia a las cuales nos hemos referido. Dentro
de cada una de estas partes existen requisitos de forma cuya inobservancia trae aparejada
nulidad:
Resultandos o vistos: el relato del juez debe efectuarse desde la recepción de la demanda
hasta el llamamiento de autos para sentencia o definitiva. Es fundamental no sólo para
que la sentencia se baste a sí misma sino también para que las partes e interesados
conozcan lo que ha ocurrido objetivamente en el proceso y comprueben que la decisión
guarda relación con los principios de autosuficiencia y congruencia.
Cuando decimos que la sentencia debe bastarse a sí misma –principio de autosuficiencia-,
queremos decir que su sola lectura debe ser suficiente para conocer y entender cuáles
fueron las pretensiones de las partes, incidentes ocurridos, pruebas producidas, alegatos y
cómo resolvió el tribunal en consecuencia.
El principio de congruencia exige que la parte dispositiva se adecue rigurosamente a los
sujetos, objeto y causa que individualizan la pretensión y oposición, pronunciándose sobre
toda la demanda y la reconvención en su caso, y no más allá de los límites de ella. En el
ámbito penal, por ejemplo, implica que no puede condenarse a alguien por homicidio, si la
acusación que da base al juicio lo es por un delito de lesiones.
Considerandos: una vez hecha la descripción de la causa y la prueba producida, entra el
juzgador a efectuar el análisis de los elementos de prueba con la finalidad de fijar los
hechos –las cuestiones fácticas- y el derecho aplicable –cuestiones de derecho-.
Para fijar los hechos deberá seleccionar y valorar los elementos probatorios introducidos
por las partes y por las medidas para mejor proveer que haya ordenado. Esta es la parte de
fundamentación o motivación del fallo, fundada en la sana crítica y exigida por el art. 326
del C.P.C.Cba., que expresamente señala que toda decisión definitiva deberá tener
fundamentación lógica y legal, bajo pena de nulidad. 19
Fijados los hechos, el juzgador procederá a elegir en el ordenamiento jurídico positivo la
norma aplicable, lo que puede hacer directamente o a través de un análisis interpretativo
con aplicación de doctrina y jurisprudencia.
En esta parte de la sentencia se impone la aplicación de las reglas de la sana crítica
racional, la que como lo expresáramos en la unidad anterior, incluye los principios lógicos
de identidad, tercero excluido, contradicción y razón suficiente. Amén de ya haber sido
desarrollados, volveremos a insistir sobre el último nombrado, por su trascendental
importancia.
Así, el principio de razón suficiente expresa que no puede hallarse ningún hecho verdadero
o existente ni ninguna enunciación verdadera, sin que haya una razón suficiente para que
sea así y no de otro modo. A este principio está adscripta la ley de derivación por la cual,
de las pruebas producidas debe surgir necesariamente una única conclusión –el
antecedente infiere necesariamente al consecuente-. Apenas se advierta que,
paralelamente a la conclusión arribada, es admisible conjeturalmente otra diversa basada
en las mismas pruebas de la causa, se produce la inobservancia del principio de razón
suficiente, porque éste exige que el consecuente deba ser ése y no otro diverso.
Parte resolutiva: fijados los hechos y establecido el derecho aplicable, el juez procede a
plasmar su conclusión, sin la cual no habría sentencia. Es la consecuencia del juicio lógico
efectuado y permite efectuar la siguiente clasificación de las sentencias:
Pueden distinguirse los siguientes tipos de sentencia:
Sentencia declarativa o meramente declarativa, es aquella en la cual el juez se concreta
simplemente a determinar la certidumbre o no respecto de una situación que se mostró
incierta durante todo el proceso. Esta clase, sin embargo, no siempre es autónoma, sino
que existe necesariamente como antecedente en las sentencias condenatorias y
constitutivas, pues antes de resolver en este sentido, el juzgador deberá fijar los hechos de
la causa, lo que implica poner fin a un estado de incertidumbre fáctica, y con ella, jurídica.
Sentencia constitutiva es aquella que crea, modifica o extingue un estado jurídico –tal el
caso de cuestiones de estado: divorcio, adopción, filiación, etc.-. En consecuencia nace una
situación diversa a la que existía antes de la sentencia.
Sentencia condenatoria es la que impone el cumplimiento de una prestación contenida
en la pretensión del actor.
20
2.3. La cosa juzgada. Clases.
Palacio la define como la inmutabilidad o irrevocabilidad que adquieren los efectos de la
sentencia definitiva cuando contra ella no procede ningún recurso ordinario o
extraordinario susceptible de modificarla, o ha sido consentida por las partes.
No es un efecto de la sentencia sino la irrevocabilidad de los efectos de aquélla o de
cualquier resolución jurisdiccional que ha quedado firme.
Clases
Cosa juzgada en sentido formal: se configura cuando a pesar de ser firme e irrevocable la
sentencia dentro del proceso en el cual se dictó, sin embargo la causa allí resuelta puede
ser nuevamente discutida en un proceso ulterior. Es decir, carece del atributo de
indiscutibilidad. Tal es el caso de la sentencia dictada en un juicio ejecutivo que, sin
embargo, y a pesar de que se proceda a la ejecución ordenada en ella, permite que la
causa sea discutida por vía ordinaria. Esto ocurre porque en el juicio ejecutivo no se
permite discutir la causa de la obligación y por ende, se trata de cuestiones no resueltas
que ameritan la sustanciación de otro proceso. La doctrina entiende que no estamos ante
una autoridad de cosa juzgada.
Cosa juzgada material o sustancial: se trata de aquella sentencia que ha quedado firme, es
irrevocable y no admite discusión posterior por la misma causa; no se puede ir más allá, no
admite supuesto contrario alguno; en consecuencia, es un presupuesto de la conclusión
que torna vano todo logicismo que intente desconocerla.
Efectos de la cosa juzgada material:
Una vez que la sentencia que resuelve acerca de las pretensiones de las partes ha sido
dictada y ha quedado firme, esto es, no susceptible de recursos ordinarios o
extraordinarios, aparece la res iudicata o cosa juzgada. Sin embargo, su sola existencia
puede no alcanzar para satisfacer en forma real y efectiva las pretensiones de quien salió
victorioso. Si se trata del actor, si bien su pretensión ha sido declarada cierta, será
necesario que el demandado satisfaga su derecho cumpliendo con la obligación impuesta
por la sentencia. De no hacerlo será necesario forzarlo judicialmente. Para que esto sea
posible deberá efectuar una acción de ejecución de sentencia que tiene fundamento en la
cosa juzgada, por cuanto ésta es la que le proporciona el actio iudicati. 21
Ahora bien, para que la actio iudicati sea procedente, será necesario que la sentencia
firme adquiera ejecutoriedad. Y una sentencia firme hará ejecutoria cuando haya vencido
el término ordenado en ella dentro del cual el condenado debe cumplir con la obligación
impuesta. En consecuencia, para que proceda la actio iudicati, será necesario que la
sentencia esté firme y ejecutoriada.
2.4. Modos anticipados de conclusión del
proceso en el procedimiento civil, penal,
laboral y de familia.
Allanamiento
Art. 352 del C.P.C.Cba.: “el demandado podrá allanarse a la demanda en cualquier estado
de la causa anterior a la sentencia.
El Tribunal dictará sentencia conforme a derecho, pero si estuviere comprometido el orden
público, el allanamiento carecerá de efectos y continuará el juicio según su estado.”
Palacio conceptúa al allanamiento con una declaración de voluntad del demandado en
cuya virtud reconoce a la fundabilidad de la pretensión interpuesta por el actor.
Doctrina y jurisprudencia mayoritariamente conciben esta figura como:
Una declaración de voluntad del demandado en cuya virtud admite someterse a la
pretensión interpuesta por el actor.
Un acto procesal unilateral por el cual el demandado admite la legitimidad de las
pretensiones del actor.
Puede ser total o parcial, según el demandado admite la totalidad o parte de las
pretensiones del demandante, aunque no reconozca la exactitud de los hechos y el
fundamento del derecho de la demanda.
Se puede extender al actor en caso de que medie reconvención del demandado.
Determina la extinción del proceso.
22
Sólo puede darse en juicio, no existe el allanamiento extrajudicial.
Puede ser expreso o tácito; el segundo acontece cuando el demandado, sin formularlo
expresamente, cumple la prestación reclamada.
Puede ser condicionado, ya sea a una determinada forma de pago, a una quita parcial,
etc.; para que sea procedente deberá concurrir la conformidad del actor de manera
expresa o tácita (en este caso se aproximaría a una transacción)
Formulado el allanamiento, corresponde al juez dictar sentencia a fin de que las
pretensiones del actor no se discutan nuevamente –non bis in ídem- de modo que el
demandado se beneficie con los efectos de la cosa juzgada.

Desistimiento
Establecen los arts. 349 y 350 del C.P.C.Cba.:
Art. 349 (desistimiento del juicio): en cualquier estado de la causa anterior a la sentencia,
las pares, de común acuerdo, podrán desistir del juicio manifestándolo por escrito al
tribunal quien, sin más trámite, lo declarará extinguido y ordenará el archivo de las
actuaciones.
Cuando el actor desistiera del juicio después de notificada la demanda deberá requerirse
la conformidad del demandado, a quien se dará traslado notificándosele, bajo
apercibimiento de tenerlo por conforme en caso de silencio. Si mediare oposición, el
desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá el trámite de la causa.
El recurrente podrá desistir de su impugnación en cualquier estado de la causa.
Este tipo de desistimiento importa el pleno abandono del proceso, pero no afecta el
derecho sustancial alegado como fundamento, razón por la cual no impide su reiteración
en otro proceso. Esta última circunstancia impone la necesidad de contar con el
consentimiento de la contraparte, salvo que el actor desistiera antes de notificada la
demanda. Notificada ésta, deberá correrse vista del desistimiento al demandado para que
lo consienta o se oponga. Si hay oposición, el desistimiento carecerá de eficacia y
proseguirá el juicio.
En general, salvo que se produzca antes de la notificación de la demanda, en cuyo caso se
tratará de un acto unilateral, el desistimiento del juicio es un acto bilateral que implica un
libre acuerdo de voluntades. 23
Tiene como efecto truncar y extinguir el proceso iniciado impidiendo que se llegue a la
sentencia.
Art. 350 (desistimiento del derecho): en las mismas oportunidades y forma a que se refiere
el artículo anterior, el actor podrá desistir del derecho en que fundó la acción. No se
requerirá la conformidad del demandado, debiendo el tribunal limitarse a examinar si el
acto procede por la naturaleza del derecho en litigio, y a dar por terminado el juicio en
caso afirmativo. En lo sucesivo no podrá promoverse otro juicio por el mismo objeto y
causa.
Expresa Palacio que el desistimiento del derecho es el acto por el cual el actor declara su
voluntad de abdicar del derecho material invocado como fundamento de la pretensión.
Trae aparejado, también, el desistimiento de la pretensión o del proceso, toda vez que no
se concibe la subsistencia de una pretensión sin fundamento.
Se trata de una declaración de voluntad unilateral, que no requiere el consentimiento del
demandado porque no le causa perjuicio alguno. Esta renuncia extingue, además del
proceso, el derecho material que funda la pretensión.
En caso de que el actor pretendiese otra vez la misma pretensión contra el demandado,
éste puede oponerle la excepción perentoria del desistimiento del derecho.
Sólo es posible desistir de aquellos derechos disponibles, esto es, que según el derecho
civil son renunciables.
Puede ser total o parcial, pero en todo caso deber ser expreso, pues no se presume, y la
interpretación de los actos que induzcan a probarlo debe ser restrictiva.
Puede interponerse en cualquier etapa del proceso.
Transacción
Está prevista por el art. 724 del Código Civil como un medio de extinción de las
obligaciones. Conforme al art. 832 es “un acto jurídico bilateral, por el cual las partes,
haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones litigiosas o dudosas”.
Importa un recíproco sacrificio, a los fines de superar el diferendo producido por hechos
dudosos y contradichos. Hay, entonces, un mutuo renunciamiento que no se identifica con
el proceso y que tiene por objeto dar certeza a una situación jurídica hasta entonces
incierta. Su efecto no sólo consiste en extinguir la obligación nacida por imperio del
derecho 24
sustantivo, sino también produce la extinción de la acción, cuando esta ha sido promovida,
efecto éste que es el que nos interesa.
Además de ser un medio de extinción de las obligaciones, desde el punto de vista formal
se trata de un acuerdo de voluntades, un contrato, que se define por la finalidad que tiene
y por los medios escogidos para alcanzarla –voluntad de cada una de las partes que
asienten efectuar recíprocas concesiones.
La transacción puede ser judicial o extrajudicial: la primera puede surgir por iniciativa de
las partes o como resultado de una audiencia de conciliación.
La transacción se perfecciona como tal en el momento en que es conocida por el tribunal;
ya sea porque se produjo en la audiencia o alguna de las partes presentó el escrito donde
se hizo constar (art. 838 Código Civil)
Caracteres:
Capacidad para transigir
Poder especial. El mandatario necesita un poder especial –puede estar contenido en un
poder general.
Que se trate de derechos transigibles –disponibles, dudosos o litigiosos.
La transacción judicial debe celebrarse por escrito, por instrumento público o privado y
ser homologada por el juez que entiende en la causa.
Puede celebrarse en cualquier estado del proceso pero antes de que se encuentre firme
la sentencia, pues con ella acaban las cuestiones litigiosas o dudosas sobre las que debe
versar.
Son de interpretación restrictiva. En caso de duda sobre los derechos comprendidos en
ella o sobre la medida de las concesiones efectuadas, debe interpretarse en el sentido de
que los derechos o la extensión sobre la cual se duda no se encuentren incluidos en
aquella.

Efectos:
Con la transacción se extinguen las obligaciones entre las partes relacionadas con los
derechos transigidos.
Obliga a las partes desde su presentación ante el juez, pero no vincula a éste, quien
puede negar la homologación si las partes no hubiesen observado los requisitos
correspondientes.
25
Esto no obsta a que las partes la cumplan privadamente y no la sometan a la
homologación.

Homologación:
Es un acto procesal integrativo que confiere a la transacción el carácter de título
ejecutorio, lo que permite ejecutarla en el mismo expediente y ante el mismo juez. Si ésta
faltare, el proceso no se extingue y continúan los procedimientos del juicio. El juez se
limita a examinar los requisitos formales. En el ámbito del juicio laboral, el juez debe
examinar, además, que la transacción no implique una renuncia de derechos por parte del
trabajador.
La homologación proporciona a la transacción la autoridad de cosa juzgada.
Conciliación
Si bien esta figura no está contemplada expresamente en el código procesal civil y
comercial de la provincia de Córdoba, a diferencia del código de la nación, surge del art.
58. Es una figura similar a la transacción, utilizada fundamentalmente respecto a
problemas de familia o controversias laborales. Importa un sacrificio recíproco de las
partes, aunque expresa Alsina que, a diferencia de la transacción, no requiere que las
partes se hagan mutuas concesiones sino que cada una reconozca a su adversario “lo que
haya de justo en su demanda, por el convencimiento de que su oposición es injusta”. Se
trata de una autocomposición.
Advierte Podetti que la conciliación se efectúa sobre cuestiones de hecho y que no puede
afectar derechos subjetivos de las partes. En este sentido se la conceptúa en el ámbito
laboral.
Asimismo, expresan Fassi y Yañez que se trata de un acto procesal por medio del cual, a
iniciativa y con la intervención de un juez, las partes arriban a un avenimiento para poner
fin al litigio”. Este acto, a diferencia de la transacción, requiere de la actuación de un tercer
imparcial, el juez, quien tiene el deber-facultad de convocar a las partes a una audiencia y
proveer todo o conducente a procurar el avenimiento.
La ley 24753 impone para el proceso nacional una instancia de mediación y conciliación
obligatoria, que debe efectuarse previo a cualquier juicio, salvo las excepciones que en ella
se establecen.
De tal modo, la conciliación judicial puede ser facultativa u obligatoria. La primera importa
una facultad ordenatoria del órgano judicial en toda clase de juicios. La segunda se impone
en supuestos específicos y constituye un verdadero deber del juez disponer el
comparendo de las partes a tales fines (familia, trabajo, etc.) 26
Hipótesis Práctica
Fecha: 09/12/2001
Materia: Laboral
Carátula: IBARRA, Rubén Arnaldo c/EL PLATA S.R.L. y otros – Laboral.
Cám. Civil y Com., Trab. y Flia. Cruz del Eje (Córdoba)
Resolución: Sentencia 92
Citar este artículo con el código: 5121
PROCESO LABORAL: Desistimiento de la acción y del derecho; Requisitos.
COSTAS: Costas por el orden causado.
Sumario
1 – El art. 16 de la Ley 7987, faculta al actor para desistir de la acción y/o del derecho en
cualquier estado de causa, imponiendo como requisitos que los efectúa personalmente,
con patrocinio letrado. Si se hubiere trabado la Litis, sólo podrá desistirse de la acción con
el consentimiento del demandado. Esta disposición es consecuencia directa del texto del
art. 277, segunda parte de la Ley de Contrato de Trabajo Nº 20.744 T.O., según el cual “el
desistimiento del trabajador de acciones y derechos se ratificará personalmente en el juicio
y requerirá homologación”.
2 – El desistimiento del proceso o instancia continúa regido por las normas de los Códigos
de Procedimientos y requiere conformidad del demandado. Si media oposición al
desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá el trámite de la causa. Admitido en cambio,
se declarará extinguido el proceso, pudiendo reproducirse la acción mediante un juicio
posterior. El desistimiento del derecho, en cambio, no requiere conformidad del
demandado, debiendo el juez limitarse a examinar si el acto procede por la naturaleza del
litigio y dar por terminado el juicio en caso afirmativo. En este caso se requerirá la
ratificación personal en juicio y homologación judicial.
3 – Este instituto tiende a permitir a la parte que no prosiga con la contienda cuando
aparece verosímil su falta de razón para litigar, con lo cual no se expone el pago de las
costas que correspondan por las etapas 27
posteriores y el dispendio que significa mantener abierto un trámite sin viabilidad alguna
al éxito.
4 – Habiéndose cumplimentado con los extremos legales exigidos por los arts. 16 de la Ley
7987 y 277 de la L.C.T. y estando suficientemente fundada la renuncia ante la posibilidad
de obtener una sentencia que le sea desfavorable, debe hacerse lugar al desistimiento e
imponer las costas por el orden causado de acuerdo lo dispuesto por el art. 28, 2º párrafo
de la Ley 7987. 28
3. Teoría general de las
impugnaciones.
3.1. La impugnación procesal: fundamentos,
efectos, clasificación.
El instituto denominado “impugnación”, es definido por Couture como el poder y actividad
de atacar, tachar o refutar un acto del proceso judicial (por ejemplo: un documento, una
declaración testimonial, un dictamen de peritos, un proceso, etc.) con el fin de obtener su
revocación o invalidación.
Dentro del concepto de impugnación, que constituye el género están comprendidos como
especies:
los recursos (como el de apelación, casación, directo),
los incidentes de reposición y aclaratoria,
el incidente de nulidad (art. 76 y ss. del C.P.C.Cba.);
la acción de revisión, denominada incorrectamente por el art. 395 del CPC como
”recurso”
y las excepciones o defensas que puede ejercer el demandado.

Desde un punto de vista didáctico, el análisis de la impugnación procesal debe dar


respuesta a estas preguntas:
¿Quién impugna?
¿Qué se impugna?
¿Cómo se impugna?
¿Cómo se tramita la impugnación?

Desde un punto de vista subjetivo y a los fines de responder a la primer pregunta, se


puede conceptualizar a la impugnación procesal como la facultad que la ley confiere a las
partes, y excepcionalmente a los terceros interesados, para obtener por el mismo juez u
otro superior, la invalidación del acto procesal irregularmente cumplido, o la revocación,
modificación o sustitución de la resolución jurisdiccional injusta. 29
El requisito indispensable para la procedencia de la impugnación es la existencia del
“agravio” o “gravamen”. Entendiéndose por agravio la injusticia, la ofensa, el perjuicio
material o moral que ocasiona al impugnante el acto atacado.
Así como el interés es la medida de la acción, el agravio es la medida de la impugnación.
En materia de recursos, el agravio está representado por el rechazo total o parcial de las
pretensiones hechas valer en el proceso por el recurrente.
Al respecto, el primer párrafo del art. 354 C.P.C.Cba., dispone que sólo podrá recurrir la
parte que tuviere un interés directo. Este interés directo es el “agravio” o “gravamen”
antes referenciado, es decir, aquél que se tiene con respecto a la resolución que se
considera injusta o ilegal. Así por ejemplo, una de las partes no podrá agraviarse de la
sentencia que acogió su pretensión porque ésta se fundó en una doctrina distinta a la que
ella sustentó en el proceso, o porque, por ejemplo la sentencia acogió una sola de las tres
causales de divorcio en que se fundó la pretensión contenida en la demanda.
Fundamentos
Motivos o causales de impugnabilidad: alude a la pregunta ¿qué se impugna? La
impugnación en general y el recurso en particular, procuran eliminar errores o vicios
inherentes a ciertos actos procesales.
El error en materia procesal, visto desde el punto de vista de la función del juez, puede
afectar un doble orden de intereses: o es un error en la apreciación de la norma jurídica
aplicable al caso, o es un error en la tramitación del proceso.
En el primer caso, el error consiste en la aplicación de la norma jurídica y entonces afecta
la justicia de la sentencia, “error in indicando”.
En el segundo, el error consiste en el apartamiento o quebrantamiento de las formas
procesales establecidas, y entonces afecta la validez de la sentencia, la validez formal de la
misma: “error in procedendo”
En el primer caso, los errores de la justicia de la sentencia se remedian mediante los
medios impugnativos cuyo arquetipo es el recurso de apelación, por ejemplo: sentencia
injusta porque no aplicó bien la ley que resuelve la cuestión (art. 1109 por ejemplo); en el
segundo, no se trata de reparar una injusticia, sino de mantener las formalidades legales,
establecidas como garantía del justiciable (por ejemplo, la defensa en juicio), y la
impugnación típica es la nulidad (mediante incidente, recurso o 30
acción impugnativa), la cual privando la eficacia del acto, restablece la imperatividad
formal del proceso.
En síntesis, mediante el poder de impugnación se procura que los actos procesales
(resoluciones judiciales, actos de partes y de terceros intervinientes en el proceso) sean
justos, como condición indispensable para obtener la paz social, pero además de justos,
que los mismos respeten las disposiciones establecidas por las leyes de procedimiento,
como medio de salvaguardar en última instancia, los derechos y garantías constitucionales
(derecho al debido proceso adjetivo, derecho de defensa en juicio, derecho al juez natural,
derecho a la “nulla poena sine previa lege”). Es decir, que los actos procesales vistos en su
faz dinámica deben respetar os principios técnicos jurídicos por los cuales se orientan en el
proceso moderno, pero además de ello, se requiere que el acto procesal sea “justo” en
cuanto a su conformidad con las reglas ético-jurídicas por las cuales se determina la licitud
o ilicitud de la conducta humana, con el fin último de proveer a una mayor tranquilidad del
orden establecido.
El acto impugnativo: La tercera de las preguntas planteadas: ¿Cómo se impugna?,
requiere analizar la facultad de impugnar que se traduce en una actividad que ha de
desarrollar el impugnante, dentro del tiempo hábil establecido en la ley procesal para
evitar que se produzca el efecto preclusivo, y con ello, la caducidad de esa facultad.
El acto impugnativo, siguiendo a Zinny, consta de dos partes, que pueden o no cumplirse
simultáneamente, según sea la previsión legal.
La primera es la manifestación de voluntad de impugnar, que se exterioriza en la concreta
interposición de la impugnación (por ej.: la interposición del recurso de apelación); la
segunda, es la expresión de los agravios, es decir, la indicación de las razones por las cuales
el agraviado considera afectado o perjudicado su derecho con el acto procesal impugnado.
La expresión de agravios consiste en el desarrollo de una línea argumental con la que el
impugnante intenta demostrar mediante una crítica concreta, precisa y circunstanciada, la
existencia del error o vicio que imputa al acto procesal atacado, en virtud del cual sufre el
agravio que expresa, proponiendo además, el impugnante, fundadamente la solución que
estima correcta.
Admisibilidad: La impugnación, como toda actividad de las partes, para ser eficaz requiere
de una actuación del tribunal, que se conoce con el nombre de juicio de admisibilidad.
Una vez interpuesta la impugnación, el tribunal que dictó el pronunciamiento cuestionado
deberá resolver sobre su admisión, para conceder o denegar dicha impugnación. 31
Las condiciones que debe cumplir el acto impugnativo par que no sea declarado
inadmisible son las expresamente previstas por la ley, a más de las que surjan de los
principios generales: resolución recurrible (impugnación objetiva), tener el recurrente
legitimación (impugnación subjetiva, por ejemplo: ser parte o tercer afectado), regularidad
y completividad del acto (formalidad, como en el recurso de reposición que debe fundarse
en el mismo acto que se interpone), cumplimiento en el plazo fijado (oportunidad). Esas
condiciones de admisibilidad varían de un medio impugnativo a otro.
El juicio de admisibilidad no es definitivo cuando se trata de un recurso en el sentido
estricto (que tiene efecto devolutivo), pues aunque el tribunal “a quo” o inferior haya
concedido el recurso, el tribunal “ad quem” o superior podrá denegarlo con el argumento
de que el recurso no debió ser admitido. En este sentido el segundo párrafo del art. 355
del C.P.C.Cba. establece que “si el recurso hubiera sido erróneamente concedido, el
superior así lo declarará sin pronunciarse sobre el fondo.”
Efectos
El estudio de los efectos de las impugnaciones en general y de los recursos en particular,
significa analizar las consecuencias inmediatas de la instancia impugnativa o recursiva.
Debemos tener en cuenta que los efectos que desarrollaremos tienen cada uno de ellos su
efecto opuesto, pudiendo en muchos casos aplicarse uno de los efectos a la regla y el otro
a las excepciones cuando ambos funcionan para el mismo medio o vía impugnativa, como
ejemplo: el recurso de apelación tiene por regla efecto suspensivo o excepcionalmente no
suspensivo (art. 558 del CPCCba), o ese recuso tiene por regla tramitación inmediata (art
368 y ss del mismo cuerpo adjetivo) y como excepción el carácter diferido.
Efecto devolutivo o no devolutivo

Se entiende por efecto devolutivo la remisión del fallo apelado al superior que está
llamado, en el orden de la ley, a conocer de él. No hay propiamente devolución, sino envío
para el reexamen. La jurisdicción se desplaza del juez recurrido al juez que debe intervenir
en la instancia superior.
Digamos que sobre el fundamento del recurso debe escrutar y expedirse, por regla
general, un órgano jurisdiccional distinto y de mayor jerarquía 32
(tribunal de alzada o ad quem) que el que dictó la resolución impugnada (a quo). Es el
denominado efecto devolutivo.
Este efecto es típico de los recursos propiamente dichos y conlleva el efecto suspensivo.
Cuando adolece de este efecto devolutivo, más que recurso es un incidente.
Efecto suspensivo o no suspensivo

Consiste en la paralización provisional de las consecuencias del acto atacado una vez
interpuesta la impugnación de que se trata y hasta tanto la misma sea resuelta.
Para evitar que la posible injusticia de la resolución recurrida se comience a consolidar
durante el trámite del recurso, se dispone, de ordinario, que se suspenda la ejecución de
lo resuelto por el pronunciamiento recurrido, durante el plazo acordado para impugnar, y
si esto ocurre, también durante el tiempo de sustanciación del recurso.
Lo que se suspende con la interposición de la impugnación no es el desarrollo del proceso,
sino lo que ha dispuesto la resolución impugnada.
Como lo adelantamos más arriba, un mismo recurso puede tener por regla el efecto
suspensivo, pero también a veces y a modo de excepción ser no suspensivo. Por ejemplo,
una excepción al efecto suspensivo del recurso reapelación, se encuentra en el proceso
por alimentos y Litis expensas, donde se procura proteger al beneficiado de esas
prestaciones.
Efecto personal o extensivo (o comunicante)

El efecto personal consiste en que una vez interpuesta una impugnación o un recurso
contra determinada resolución judicial, y salvo el caso de adhesión, sólo será beneficiado
por el resultado favorable del pronunciamiento que resuelva esa impugnación, el litigante
que impugnó, quedando excluidos los sujetos que no lo hicieron. El efecto se limita a la
persona del impugnante, no pudiendo favorecer al colitigante, colitisconsortes o terceros
que no impugnaron.
No obstante, en determinados supuestos las impugnaciones tienen efecto comunicante o
extensivo, para los colitigantes o colitisconsortes que no hay recurrido las resoluciones
judiciales. Excepcionalmente puede quebrarse el efecto personal, por ejemplo: el caso de
las obligaciones indivisibles y solidarias en las cuales tanto el comunero como el deudor
solidario hay de beneficiarse o perjudicarse por igual con la sentencia, hayan o no
recurrido. 33
Otro caso es el incidente de reposición con apelación en subsidio al auto que deniega la
apertura a prueba de la causa, o del decreto que llama a autos para definitiva. En el caso
de que el impugnante triunfe, consiguiendo la revocación de las resoluciones
mencionadas, el proceso se abrirá a prueba para todos, o quedará eliminado el
llamamiento de autos, también para todos los sujetos intervinientes, aunque no todos
hayan recurrido esas resoluciones.
Efecto diferido o instantáneo

El trámite a imprimirse a una impugnación interpuesta y admitida, se produce por regla,


sin solución de continuidad desde su concesión hasta el pronunciamiento que la resuelva.
Esta tramitación se conoce con el nombre de “efecto inmediato” (recurso de apelación,
casación, incidente de reposición)
Pero a modo de excepción al efecto inmediato, se encuentra el denominado “efecto
diferido” de la impugnación, que sólo se justifica frente al recurso ordinario de apelación
interpuesto contra resoluciones ordenatorias, dictadas durante la sustanciación del
proceso, por ejemplo: las resoluciones que admiten la demanda, ordenan que se abra a
prueba la causa, declaren la causa de puro derecho, etc. El efecto diferido procura la no
interrupción del trámite procesal en la primera instancia, que generalmente se produce
por el efecto devolutivo que provoca la elevación de la causa del tribunal “a quo” al “ad
quem” como consecuencia de la apelación de las resoluciones ordenatorias relativas a la
tramitación del proceso. La impugnación de estas resoluciones ordenatorias, como
consecuencia del recurso diferido, será promovida, sustanciada y resuelta por la alzada,
siempre y cuando a ella llegar la causa por recurso ordinario contra la sentencia definitiva.
En efecto, el art. 515 del C.P.C.Cba. consagra el recurso diferido con relación a las
resoluciones ordenatorias dictadas durante la tramitación del proceso abreviado,
estableciendo al respecto que “únicamente la sentencia será apelable, pero en la segunda
instancia, al conocer de lo principal, se podrán reparar los agravios causados en los
incidentes o en el procedimiento”. 34
3.2. Medios impugnativos: Incidente, recurso
y acción. Clasificación. Vías recursivas
ordinarias y extraordinarias. Acción
impugnativa.
El poder de impugnación puede ponerse en práctica a través de diversas vías o medios
procesales, que se denominan “vías impugnativas”. Ellas son:
El incidente impugnativo
El de reposición, aclaratoria, incidente de nulidad, implican por regla, la no devolución a
otro tribunal de superior jerarquía, procurándose por vía del incidente, que el mismo
tribunal de la resolución impugnada o del acto defectuoso, la revoque o anule por
“contrario imperio”, o corrija algún error material, aclare un concepto oscuro o supla una
omisión (en el caso de la aclaratoria: art. 336 del CPCCba.), o declare la nulidad de un acto
procesal defectuoso (en el caso del incidente de nulidad art. 76 y ss del CPCCba)
El incidente impugnativo y el recurso tienen en común que se interponen contra
resoluciones no firmes, impidiendo que adquieran fuerza de cosa juzgada, pero se
diferencian por su objeto, ya que mientras el incidente puede deducirse contra un acto
procesal (por ejemplo, contra una notificación defectuosa) o contra un procedimiento; el
recurso, en cambio, sólo puede tener por objeto decisiones judiciales y mediante él se
procura que un tribunal de superior jerarquía al que dictó la resolución cuestionada
controle la legalidad y justicia del mismo.
El recurso
En sentido estricto, implica devolución, y por regla tiene efecto suspensivo. Con la
admisibilidad del recurso se abre la competencia funcional por grado del tribunal superior.
Procede contra las resoluciones judiciales (sentencias, autos o decretos) y persigue la
revocación, modificación, sustitución o invalidación de la resolución impugnada. Los
medios recursivos son la apelación, casación, la inconstitucionalidad y el directo. 35
Demanda o acción impugnativa
Importa el ejercicio del poder de acción procesal cuyo contenido es una pretensión
invalidatoria contra la cosa juzgada írrita fundada en los motivos previstos por la ley (art.
395 del CPCCba) que se interpone y tramita ante el Tribunal Superior (art. 397 CPCCba).
Clariá Olmedo opina que la acción impugnativa, además de atacar una sentencia que ha
pasado en autoridad de cosa juzgada (revisión), también puede dirigirse contra la
ilegitimidad de una decisión dictada por la Administración Pública, que ha quedado firme
luego de haberse agotado la vía administrativa, que es lo que se conoce como demanda
contencioso-administrativa.
Profundizaremos ahora sobre cada uno de estos medios:
A-Incidentes impugnativos
Reposición

Constituye en paridad de conceptos un incidente, porque no tiene efecto devolutivo


propio de los recursos, toda vez que por su intermedio se pretende que el mismo tribunal
que dictó la resolución impugnada, utilizando su poder decisorio, la elimine, modifique o
revoque por contrario imperio.
El recurso de reposición procede contra los decretos o autos dictados sin sustanciación,
traigan o no gravamen irreparable, a fin de que el tribunal que los haya dictado, los
revoque por contrario imperio.
Lo decisorio para que las resoluciones mencionadas puedan ser susceptibles de ser
atacadas por la reposición es que hayan sido dictadas sin sustanciación.
Una vez interpuesta la reposición el tribunal corre traslado de la misma (arts. 170 del
CPCCba) por tres días a la otra parte, y luego dicta el pronunciamiento resolviendo la
misma.
Incidente de Nulidad:

El art. 76 del CPC.Cba. dispone que: “procederá la nulidad de los actos procesales cuando
la ley prevea expresamente esa sanción o cuando el acto carezca de los requisitos
indispensables para la obtención de su finalidad…”
En cuanto al trámite, el art. 78 del mismo cuerpo legal prescribe el plazo de 5 día hábiles –
desde que fue conocido el acto viciado- para interponer dicho recurso, transcurrido el cual
se entiende que ha sido consentido. 36
El interesado deberá presentarlo por escrito. Admitido, el tribunal correrá vista a la
contraparte para que en el plazo de seis días conteste y oponga las pruebas que hagan a su
derecho.
La prueba deberá diligenciarse en el plazo de 15 días. Una vez recibida y vencido el
Tribunal llamará autos para definitiva y dictará sentencia, la que será apelable.
B- Recursos:
Apelación

Es sin dudas el más libre y amplio de todos los medios impugnativos, que según Claría
Olmedo “se interpone ante el juez el pronunciamiento agraviante por quien tenga interés,
para que el tribunal de instancia inmediata superior reexamine lo resuelto y revoque o
modifique la decisión impugnada”. Carece la limitación de motivos, lo que permite
entonces la multiplicidad de instancias.
Tiene como caracteres esenciales:
Efecto devolutivo
Por regla suspensivo
Ordinario
De instancia plural
Positivo Principal y subsidiario
CPCCba: contiene al de nulidad

La doctrina mayoritaria concibe que la apelación, si bien libre y amplia, no deja de ser un
reexamen de los resuelto, limitado por la acción interpuesta, las defensas y alegaciones
producidas en primera instancia, límites éstos que no pueden ser transpuestos por el
tribunal de alzada.
Nuestro CPCCba, regula la procedencia de la apelación en el art. 361, prescribiendo que
sólo será viable respecto de sentencias, autos y providencias (éstas últimas, que causen
gravamen que no pueda ser reparado por la sentencia).
Respecto a la sentencia, se puede apelar toda o parte de ella, debiendo, en caso de duda,
entender que se ha recurrido en su totalidad. 37
Respecto a los autos, éstos son en general resoluciones que resuelven incidentes en los
que ha habido contradicción, sin embargo la ley admite todas las posibilidades, causen o
no gravámen irreparable.
Para las providencias simples, meros decretos, se requiere que no puedan ser reparadas
por la sentencia, es decir, que causen gravamen irreparable.
Nulidad

El recurso de nulidad es el que procede contra la sentencia pronunciada con violación de


formas procesales o por haberse omitido en el juicio trámites esenciales, y también, por
haberse incurrido en error, cuando éste por determinación de la ley anula las actuaciones.
En la legislación procesal cordobesa, y como se adelantara, se encuentra comprendido en
el recurso de apelación (art. 362 del CPCCba).
Vías recursivas extraordinarias
Casación

El recurso de casación es el medio de impugnación por el cual, por motivos de derecho


específicamente previstos por la ley, una parte postula la revisión de los errores jurídicos
atribuidos a la sentencia de mérito que la perjudica, reclamando la correcta aplicación de
la ley sustantiva, o la anulación de la sentencia, y una nueva decisión, con o sin reenvío a
nuevo juicio.
Es un recurso extraordinario en cuanto no implica, la posibilidad del examen y resolución
ex novo de todos los aspectos, sino que dicho examen se limita a las cuestiones nacidas de
la aplicación de la ley sustantiva o procesal y procede para corregir errores de derecho que
vicien la resolución impugnada. De dicho carácter extraordinario se desprende también la
imposibilidad de introducir en el procedimiento actos de prueba.
El art. 383 del CPCCba establece que el recurso de casación procederá por los siguientes
motivos:
o Que la decisión se hubiere dictado violando los principios de congruencia o de
fundamentación lógica y legal, o que se hubiere dictado con violación a las formas y
solemnidades y prescriptas para el procedimiento o la sentencia. No procederá si el
recurrente hubiere concurrido a producirla, aceptando los actos nulos, o que éstos, no
obstante, la irregularidad hubieren logrado la finalidad a que estaban destinados; o no
resultare afecta la defensa en juicio.
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o Violación al principio de congruencia: el principio indica que debe existir una correlación
entre la pretensión y la decisión.
o Falta de fundamentación lógica y legal: la sentencia debe ser necesariamente fundada,
pero esa fundamentación debe enmarcarse, además, dentro de las reglas de la sana crítica
racional. Este motivo conduce a considerar arbitraria a la sentencia y, con ello, a abrir otra
vía recursiva distinta de la casación –inconstitucionalidad por arbitrariedad de la sentencia.
o Violación de las formas y solemnidades prescriptas para el procedimiento o la sentencia:
se trata de todos aquellos actos cuya inobservancia está sancionada con inadmisibilidad,
caducidad, preclusión o nulidad.
- Que se hubiere violado la cosa juzgada.
- Que el fallo se funde en una interpretación de la ley que sea contraria a la hecha, dentro
de los cinco años anteriores a la resolución recurrida, por el propio tribunal de la causa,
por el Tribunal Superior de Justicia, un tribunal de apelación en lo civil y comercial, u otro
tribunal de apelación o de instancia única de esta provincia. Si el fallo contradictorio
proviniere de otra sala del Tribunal Superior de Justicia, o de un tribunal de otro fuero, el
tribunal de casación se integrará con la Sala Civil y con la sala que corresponda, del
Tribunal Superior de Justicia.
- Que el fallo contraríe la última interpretación de la ley hecha por el Tribunal Superior de
Justicia en ocasión de un recurso fundado en el inciso precedente.

Ahora bien, ¿qué resoluciones son recurribles por éste medio?


o Las sentencias definitivas
o Los autos que pongan fin al proceso, hagan imposible su continuación o causen un
gravamen irreparable, dictados por la cámara.
o Resoluciones no definitivas, sólo por los motivos de los incisos 3 y 4 del art. 383 del
CPCCba.

Inconstitucionalidad provincial
Es el recurso extraordinario, devolutivo, que versa sólo sobre cuestiones de derecho,
acordado para impugnar las sentencias o resoluciones equiparables a éstas, que hayan
decidido un caso constitucional, 39
entendiéndose por tal a aquel que versa sobre la validez o invalidez de una norma
cuestionada como contraria a la constitución de la provincia.
Así, el art. 391 de la ley adjetiva civil cordobesa prescribe que el recurso de
inconstitucionalidad procederá por los siguientes motivos:
o Cuando en el proceso se haya cuestionado la validez de una ley, decreto, ordenanza o
reglamento, bajo la pretensión de ser contrarios a la constitución.
o Cuando en el proceso se haya puesto en cuestión la inteligencia de alguna cláusula de la
constitución y la decisión haya sido contraria a la validez del título, derecho, garantía o
exención que sea materia del caso y que se funde en esa cláusula.

Se trata de vicios in indicando respecto de cuestiones de derecho, y debe plantearse


durante el proceso, al criticar la norma provincial que se considera aplicable al caso llevado
a juzgamiento.
C- Acciones Impugnativas: revisión
Es una acción extraordinaria y de interpretación restrictiva, fundado en causa legal (es
decir, coincidir con alguno de los motivos taxativamente autorizados por la ley para su
procedencia). Sólo contempla el aspecto formal de la sentencia y corrige errores in
procedendo, no in iudicando, por lo que no constituye una tercera instancia. Debe hacer
caer la sentencia, y procede contra la cosa juzgada, cualquiera que sea el tribunal que la
haya dictado.
Debe interponerse por escrito ante el Tribunal Superior de Justicia, quien dentro de los
diez días de interpuesto resolverá sobre su admisibilidad. Si lo admite emplazará al
recurrido, en ambos domicilios para que comparezca ante él y constituya domicilio bajo
apercibimiento de rebeldía.
El recurso se sustanciará por el trámite de juicio ordinario (arts. 397 a 400 del C.P.C.Cba).
3.3. Incidentes: procedencia y clases.
Las cuestiones incidentales son aquellas oposiciones de razones o argumentos sobre un
tema, es una propuesta para averiguar la verdad de algo controvertido. Es toda cuestión o
controversia conexa con la principal que va a ser resuelta en forma autónoma. 40
Se diferencia de las cuestiones prejudiciales, en que estas últimas tienen que ser
incidentalmente resueltas por el mismo o por otro tribunal, a efectos de poder tramitar o
resolver en el orden civil o en el derecho penal la cuestión principal sometida a juicio. Las
cuestiones prejudiciales dan lugar a los incidentes de previo y especial pronunciamiento y
a las excepciones dilatorias y perentorias.
Según el art. 426 del CPCCba, “los incidentes son cuestiones que se suscitan durante la
tramitación de un pleito y que tienen alguna conexión con él.”
Se sustancia por el trámite del juicio abreviado, si no tienen una tramitación especial.
Pueden plantearse antes, durante la tramitación del juicio a que se refieren, o también en
la etapa de ejecución de sentencia.
Desde el punto de vista de su regulación formal y de su tramitación, a los incidentes se los
distingue entre:
Nominados e innominados: dependiendo si están regulados en la ley procesal, con
nombre determinado o si no tienen cabida legalmente.
Autónomos o genéricos: según la ley procesal los considere o no en forma específica:
autónomos, es decir que son objeto de una regulación legal como por ejemplo la
recusación con causa. Genéricos, son las cuestiones que tiene relación con el objeto
principal del juicio pero que no se encuentran sometidos a un procedimiento especial.
Incidentes suspensivos: Son los que impidieren la prosecución de la causa principal, se
sustanciarán en la misma pieza de autos, quedando entre tanto en suspenso el curso de
aquella.

El incidente impedirá la prosecución de la causa, cuando es imposible de hecho o de


derecho continuar sustanciándola sin que aquél sea previamente resuelto. (art. 428
C.P.C.Cba)
Incidentes no suspensivos: son los incidentes que no impidan la prosecución de la causa,
se sustanciarán en pieza separada de autos, que se formará con los insertos que las partes
designen y con los que el tribunal creyere necesario (art. 429). 41
Hipótesis Práctica
COSA JUZGADA - REVISIÓN. Violación al derecho de defensa. Procedimiento.
Interpretación normativa y jurisprudencial. INCIDENTE AUTÓNOMO DE NULIDAD.
Finalidad. Improcedencia.
El caso: En el marco de una quiebra indirecta un acreedor laboral cuyo crédito fue
declarado inadmisible en la sentencia verificatoria en razón de la ausencia de suficiente
acreditación de la causa dedujo acción autónoma de nulidad pretendiendo que se anule el
acto sentencial por haberse formado la cosa juzgada con violación de su derecho
constitucional al debido proceso. Tal petición fue desestimada por el juez a quo. Dicha
decisión fue apelada por el incidentista quien denunció que se configura una verdadera
cosa juzgada írrita. La Cámara rechazó la apelación.
1. La posibilidad en el ámbito local de obtener la revocación de la cosa juzgada por una vía
diversa a la prevista expresamente en nuestro Código procesal local (art. 395 y ccdtes
C.P.C. aplicable por expresa remisión del Estatuto Concursal art. 278 L.C.Q.) constituye una
cuestión nada pacífica en la doctrina procesal local y nacional, desde que prestigiosos
procesalistas entienden con medulosos argumentos que estando regulada la revisión en el
Código procesal la revocación de la cosa juzgada no debería poder intentarse en nuestro
procedimiento por otra vía que no sea la de ese recurso, ni por otros motivos que no
constituyan causas legales de revisión, pues la utilización de la acción autónoma en lugares
que –como en Córdoba- la revisión está expresamente legislada, no tiene otra finalidad
que la de habilitar motivos no legales de revisión lo que en última instancia significa dejar
librada la santidad de la cosa juzgada a la mayor o menor vocación justiciera de cada
intérprete o tribunal.
2. Lo decisivo para que pueda tener andamiento la vía excepcional de revisión de la cosa
juzgada por violación al derecho de defensa, es que se haya perpetrado una desventaja,
inferioridad de condiciones de una de las partes respecto de la otra en orden al ejercicio
efectivo de su derecho de defensa o cuando ese ejercicio se haya visto paralizado por
circunstancias invencibles o por obstáculos de hecho insuperables, ajenos a la voluntad del
vencido como son verbigracia la ignorancia inculpable, el dolo, la fuerza mayor, la violencia
en la medida que esas circunstancias hayan constituido la causa del vencimiento.
3. El derecho de defensa en juicio supone un litigante interesado por defenderse y las
únicas circunstancias que justifican una revocación tan extraordinaria como revisión de la
cosa juzgada por violación al derecho de defensa deben ser ajenas al proceso en el sentido
que el vencido no haya podido alegarlas y denunciarlas antes de la formación de la cosa
juzgada. Todo hecho que el vencido hubiera podido introducir durante el desarrollo 42
normal del proceso y no lo hubiera hecho por su propia ignavia, es necesariamente ajeno a
la nulidad, sencillamente porque escapan a esta acción excepcional todas las cuestiones
que pudieron o debieron juzgarse dentro de la Litis y no se hicieron por exclusiva inacción
del nulidicente.
4. La acción autónoma de nulidad no puede tener por finalidad otorgar al vencido una
segunda oportunidad para aportar hechos o pruebas no propuestos o no producidas antes
de la sentencia, si tuvo la posibilidad de hacerlo, pues permitirlo importaría consagrar – en
nombre de la justicia- un grave cuño a la certeza y seguridad que debe presidir todo
proceso.
Cám. 2ª Civil y Com. Cba. AI 440 26/11/2004 Trib. de origen: Juzg. 39ª Nom. C.C. Cba.
“Metalúrgica Escal S.R.L. - Quiebra Propia Simple – Otros Incidentes (Arts. 280 y Sgtes. L.C.)
- Acción de Nulidad Iniciada por José Domingo Tognali”. 43
4. Medidas Cautelares.
4.1. Definición, naturaleza, caracteres
requisitos y efectos.
En el ámbito civil han sido definidas como aquellas que tienden a impedir que el derecho
cuya actuación se pretende, pierda virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre
entre demanda y sentencia.
Con mayor amplitud de concepto se ha señalado que son resoluciones jurisdiccionales
provisionales, que se dictan in audita parte (sin previo oír al afectado) o con trámite
sumario o de conocimiento limitado, con el fin de evitar el menoscabo inminente de
derechos personales o patrimoniales.
Expresa Palacio que proceso cautelar es aquel que tiende a impedir que el derecho cuyo
reconocimiento o actuación se pretende obtener a través de otro proceso, pierda su
virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre entre la iniciación de ese proceso y
el pronunciamiento de la sentencia definitiva.
Naturaleza
Fassi y Yañez expresan que todas las medidas cautelares son de naturaleza preventiva.
Constituyen un anticipo de la garantía jurisdiccional, y son un accesorio o instrumento del
proceso. Se hallan supeditadas y encuentran su justificación en la necesidad de mantener
la igualdad de las partes en el juicio y evitar que se convierta en ilusoria la sentencia que
ponga fin al mismo. No constituyen un fin en sí mismas, sino que se hallan ineludiblemente
preordenadas a la emisión de una ulterior resolución definitiva (Calamandrei).
Procedencia, Objeto
Las medidas cautelares, en el ámbito del proceso civil, son aquellas que tienden a impedir
que el derecho cuyo reconocimiento o actuación se pretende obtener a través de otro
proceso, pierda su virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre entre la
iniciación de aquél y el pronunciamiento de la sentencia definitiva. En consecuencia, su
objeto 44
consiste en asegurar el cumplimiento del pronunciamiento que eventualmente ha de
dictarse en un juicio.
Su carácter es eminentemente preventivo, y más que a hacer justicia, está destinada a
asegurar que la justicia alcance el cumplimiento eficaz de su cometido. Es de hacer notar
que en el ámbito del proceso penal, las medidas cautelares que pueden imponerse contra
la persona del imputado, tienden no sólo a asegurar el cumplimiento de la sentencia
definitiva, sino la normal sustanciación del proceso en su integridad, que pretende
alcanzar la verdad real y, con ella, la actuación del derecho sustantivo.
Nuestro artículo 456 del C.P.C.Cba, sostiene que salvo el embargo preventivo y los
supuestos contemplados en las leyes de fondo, las medidas cautelares pueden ser
solicitadas conjuntamente con la demanda o después.
El escrito debe expresar el derecho que se pretende asegurar, la medida que se pide, la
disposición legal en que se funda, y el cumplimiento de los requisitos que correspondan,
en particular, a la medida requerida.
Presupuestos de procedencia
La doctrina y la legislación reconocen tres supuestos o requisitos fundamentales para la
procedencia de estas medidas:
1. La verosimilitud del derecho invocado: no es preciso la demostración fehaciente y
contundente de la existencia real del derecho invocado, basta la posibilidad de que este
exista, dado que recién tras la sustanciación del proceso se lo podrá establecer como una
incontestable realidad. En consecuencia no se requiere una prueba terminante y plena de
aquél, por lo que el procedimiento probatorio impuesto es meramente informativo y sin
intervención de la persona contra la cual se pide la medida.
Señala Ferreira de la Rua que en algunas oportunidades basta la enunciación clara, lógica y
coherente de la pretensión; en otras, es necesario además que se aporten ciertos
elementos probatorios indispensables para la admisión de la cautelar por el Tribunal.
El carácter de información que se requiere se pone de manifiesto en el art. 457 del
C.P.C.Cba, el cual expresa que “cuando fueren necesarias las declaraciones de testigos
para obtener medidas cautelares, aquéllos podrán firmar el escrito en que se solicitan,
debiendo ratificarse por ante el tribunal, salvo que exista certificación judicial o notarial de
sus firmas”.
2. Temor fundado y peligro en la demora: la existencia de peligro fundamenta el temor.
Este peligro implica la posibilidad de que, en caso de no adoptarse la medida, sobrevenga
un perjuicio o daño irreparable pues se transformará en tardío e ilusorio el eventual
reconocimiento del 45
derecho invocado. Destaca Palacio que el riesgo reside en el interés procesal que respalda
a toda pretensión cautelar y existen circunstancias que permiten presumir su existencia,
sin necesidad de que la parte lo invoque.
La doctrina considera que existe una necesaria vinculación entre el peligro en la demora,
como fundamento de las medidas precautorias, y la solvencia de la parte contra quien se
dirigen, de manera que, mientras menos sea ésta, mayor será el peligro.
3. Contracautela: salvo en el caso de que se otorgue el beneficio de litigar sin gastos, la
contracautela constituye un presupuesto para la procedencia de la medida cautelar, con el
fin de asegurar o garantizar a la otra parte el resarcimiento de los daños que aquella
puede ocasionarle en la hipótesis de haber sido pedida indebidamente. Advierte Palacio
que en cierto modo se concreta la igualdad de partes en el proceso, pues viene a
contrarrestar la falta de contradicción inicial que la caracteriza.
Expresa Martínez Crespo que los jueces deben buscar un verdadero equilibrio entre dos
derechos legítimos: el del demandante de que se le asegure el resultado de la acción que
ha interpuesto y el no menos legítimo derecho de defensa del demandado.
Es dable señalar que quedan exentos de este requisito, conforme al art. 460: la nación, la
provincia, las municipalidades, los entes oficiales autárquicos, y a quien litigue asistido por
asesor legrado o con beneficio de litigar sin gastos.
Efectos
Medidas para asegurar bienes:

a. Tienden a asegurar la ejecución forzada: embargo preventivo, intervención sustitutiva


del embargo, secuestro e inhibición general.
b. Tienden a mantener un statu quo: prohibición de innovar y de contratar, anotación de
Litis e intervención de mera vigilancia
Medidas para asegurar personas:

a. Para la guarda provisional de ellas


b. Para la satisfacción de sus necesidades urgentes.
Las medidas cautelares tienen los efectos de la demanda, pero se operará la caducidad si
transcurren diez días sin tramitarse el procedimiento, o si 46
no se entabla aquélla en el mismo plazo luego de culminado. (art. 465 CPCCba)
4.2. Medidas Cautelares en particular en el
procedimiento civil, laboral y de familia.
Embargo
Es la afectación o individualización de un bien del deudor al pago del crédito cuestionado.
La medida de embargo impone obligaciones pero no impide el uso racional del bien
cuando fue el propio deudor quien resultó designado depositario.
También debe advertirse que la afectación que implica el embargo no impide que el objeto
pueda ser enajenado con autorización judicial a condición que se comunique
fehacientemente al adquirente su nueva situación jurídica y éste asuma el compromiso
que genera la situación.
Es de especial importancia respecto al uso del bien el hecho de quién fue designado
depositario: si lo fue el deudor, puede usarlo racionalmente, salvo expresa disposición del
juez en sentido contrario. Si por el contrario el depositario es un tercero, le está vedado su
uso y además deberá conservar al bien en condiciones hasta el momento de la subasta.
Palacio define al embargo preventivo como la medida cautelar en cuya virtud reafectan e
inmovilizan uno o varios bienes de quien ha de ser demandado en un proceso de
conocimiento o en un proceso de ejecución, a fin de asegurar la eficacia práctica de las
sentencias que en tales procesos se dicten.
Existen tres clases de embargo:
Preventivo: Es el que se traba antes de la iniciación del juicio o durante el trámite del
juicio ordinario o abreviado. Para su despacho, en nuestro sistema legal se requiere
solamente el otorgamiento de contracautela.

Cuando es trabado antes de la demanda rige un plazo de caducidad y pesa sobre el


embargante la carga de entablar demanda en el 47
término de 10 días; si así no lo hace deberá responder por las costas y daños y perjuicios
que hubiere ocasionado.
Ejecutivo: Es el que se ordena juntamente con la demanda ejecutiva y que, como se
funda en un título que goza de presunción de autenticidad, no requiere demostración de
la verosimilitud del derecho y tampoco deberá prestarse fianza.
Ejecutorio: Es el que se traba después de la sentencia con miras a su ejecución.

Es minuciosa la regulación que contiene el CPCCba respecto a los dos primeros,


estableciendo modalidades del trámite y formas especiales de efectivización.
Así, si el objeto de la medida son bienes muebles, se oficiará al oficial de justicia o juez de
paz para que lleven adelante la medida.
Por lo general, se designa como depositario judicial al mismo demandado, adquiriendo
desde ese momento la condición de un simple guardador y conservador de la cosa con
diferentes facultades y obligaciones según sea o no propietario del bien embargado; y en
esta última hipótesis, su obligación es mantener la cosa en condiciones de seguridad
adecuadas a los fines de que no se deteriore disminuyendo de esta manera la garantía
para el acreedor.
De recaer la medida sobre bienes inmuebles o muebles registrables, el oficio deberá
dirigirse a las reparticiones públicas respectivas y se efectivizará previo informe sobre
dominio y gravámenes. En caso de solicitarse sobre créditos bastará una notificación al
tenedor con orden de depósito del monto en una entidad bancaria a la orden del tribunal.
Decimos que es una medida “mutable”. ¿Y por qué? Porque puede sustituirse el
depositario, como así también ampliarse (por ejemplo, cuando los bienes sean
insuficientes o de dudosa realización), o reducirse.
En forma simultánea el código regula el secuestro, que es la medida cautelar en virtud de
la cual se desapodera al demandado de un objeto de su propiedad, o que se encuentra
bajo su guarda, con el fin de evitar que éste se pierda o que pueda ser destruido o
deteriorado. No obstante, el depósito de los bienes embargados en persona distinta del
deudor se asemeja al secuestro.
Intervención y administración judicial
Es aquella medida cautelar en virtud de la cual una persona designada por el juez, en
calidad de asesor externo de este, interfiere en la actividad 48
económica de una persona física o jurídica, sea para asegurar la ejecución forzada o para
impedir que se produzcan alteraciones en el estado de los bienes – Palacio-.
Son dos las situaciones que se presentan:
Aseguramiento de la ejecución forzada, la intervención se caracteriza por la circunstancia
de que se decreta con el objeto de que el interventor proceda a recaudar renta o frutos ya
embargados. Es el interventor recaudador.
Regularización o mantenimiento de una situación determinada, se pueden distinguir dos
tipos de intervención, según el alcance de las funciones a cumplir:

a- Interventor informante o veedor: cuando se limita a fiscalizar o controlar la


administración de una sociedad, asociación o patrimonio, de oficio o a petición de parte se
designa para que dé noticia acerca del estado de los bienes objeto del juicio o de las
operaciones o actividades (art. 477 CPCCba).
b- Interventor administrador: cuando su función consiste en reemplazar provisoriamente a
la administración de la entidad o bienes.
Inhibición general de bienes
Es la medida cautelar que impide genéricamente gravar o enajenar bienes registrables. Su
anotación en los asientos dominiales, tiene como objeto evitar actos de disposición o la
constitución de derechos reales. Funciona como subsidiario del embargo y procede en los
casos en que habiéndose solicitado éste, la medida no pudo hacerse efectiva por no
conocerse bienes del deudor o porque los que existen son insuficientes. Anotada, quedará
sin efecto si el deudor presentase bienes o diere caución suficiente.
Anotación de Litis
Tiene por objeto asegurar la publicidad de los procesos relativos a bienes inmuebles o
muebles registrables, con el fin de que la sentencia que sobre ellos recaigan puedan de ser
opuestos a terceros adquirentes del bien litigioso o a cuyo favor se constituyó el derecho
real sobre éste. 49
No impide su enajenación ni produce los efectos del embargo o de la inhibición ni
restringe las facultades del propietario. Busca hacer conocer la existencia de un juicio que
afecta al bien.
Prohibición de innovar
Tiende a impedir que se modifique una situación de hecho o de derecho existente en un
momento determinado a los fines de mantener la igualdad de pares con intereses
contrapuestos.
Como contracara de ella se admite también la medida innovativa que implica una orden
tendiente a reponer las cosas a un momento anterior a la iniciación del proceso.
4.3. Medidas cautelares genéricas o
innominadas.
Es la que puede dictar el juez, según las particularidades del caso, cuando no existe en la
ley una previsión específica que satisfaga la necesidad de aseguramiento. Constituye una
regla importante ya que la realidad cotidiana presenta permanentemente nuevas
situaciones y cuestiones a solucionar que no se ajustan específicamente a los institutos
legales previstos en la ley.
Su otorgamiento está condicionado a que no pueda utilizarse otra medida cautelar; que
exista temor fundado de perjuicio, y que se trate de medidas de seguridad que resulten
más aptas al objeto del juicio.
4.4. Medidas cautelares en el procedimiento
penal.
Se las denomina medidas de coerción y pueden afectar a personas o bienes (personales o
reales). Se configuran por la restricción que imponen a derechos personales o
patrimoniales del individuo sometido a proceso penal. Persiguen asegurar el cumplimiento
de los fines del proceso y tornan necesario el empleo de la fuerza pública estatal si fuera
indispensable para doblegar la resistencia a su instrumentación. 50
Tienen por objeto evitar que el imputado obstaculice la investigación de la verdad,
asegurar su intervención personal en el juicio y también garantizar el cumplimiento de la
posible condena.
La potestad jurisdiccional puede manifestarse en actos que limiten o restrinjan la libertad
personal durante la sustanciación del proceso, pero sólo en aquellos casos en que exista
un peligro grave y concreto de que el imputado al estar en libertad, obstaculice la
consecución de los fines del proceso, el juicio plenario o la efectiva actuación de la ley.
De tal modo, concluimos que las medidas de coerción personal son accesorias o
instrumentales; es decir, están impuestas para asegurar los fines de un proceso principal.
Como toda medida cautelar, las de coerción personal requieren para su ordenamiento que
se acredite la verosimilitud del derecho y razones de urgencia (peligro en la demora). Tal
sucede cuando en el CPPCba se impone la necesidad de un mínimo de elementos
probatorios sobre la existencia del delito y en su caso sobre la participación del imputado.
Son provisionales, mutables y de interpretación restrictiva.
Por mencionar las más comunes, daremos un concepto de la detención, el arresto y la
prisión preventiva.
La detención consiste en la privación de libertad impuesta al imputado a efectos de
hacerlo intervenir en el proceso y recibirle declaración, cuando se tema o presuma que no
concurrirá por simple citación o que intentará entorpecer la investigación. Sólo procede si
existe presunción de que se ha cometido un hecho delictivo o cuando ello resulte
indispensable para asegurar los fines del proceso. La ordena el juez o fiscal y la efectiviza a
través de la policía.
La aprehensión consiste en una medida que puede utilizar la policía en forma
excepcional, privando de la libertad a un individuo que ha sido sorprendido “in fraganti”
en la comisión de un delito de acción pública. Es al solo efecto de ponerlo a disposición de
la justicia.
La prisión preventiva es la medida de coerción que se presenta como el encarcelamiento
que se impone al procesado, cuando existieren elementos de convicción suficientes sobre
la participación del mismo en el hecho que se le imputa, y existiere un peligro procesal
grave. ¿Qué es el peligro procesal? Es el riesgo de que con su libertad pueda obstaculizar la
consecución de los fines del proceso, sea fugándose, sea entorpeciendo la investigación
(amenazando testigos, por ejemplo).
51
Para distinguirlo de la detención, digamos que requiere un mayor caudal probatorio
respecto a la participación del imputado en el hecho. Es una medida más gravosa que la
detención, lo que justifica que para su dictado se requiera un mayor grado de probabilidad
de participación en el hecho.
Hipótesis Práctica.
PRISIÓN PREVENTIVA. Improcedencia. Requisitos. PELIGROSIDAD PROCESAL. Existencia
de una solicitud de paradero: insuficiencia para presumir que el imputado abusará de su
estado de libertad eludiendo la acción de la justicia
El caso: La Sra. Fiscal de Instrucción del Distrito II Turno 6° ordenó la Prisión Preventiva de
la encartada por supuesta autora de Hurto Simple en Grado de Tentativa –Primer hecho-,
Hurto Simple Reiterado –hechos Segundo y Tercero- y Hurto Simple – Cuarto hecho-, en
concurso real en tanto los delitos que se le atribuye a la nombrada son de “acción pública
y que se encuentran reprimidos con pena privativa de libertad” y, teniendo en cuenta que
la misma registra antecedentes varios que han sido acumulados en la presente causa, pero
ninguna condena y un pedido de paradero por una contravención, se puede inferir que en
el caso de recaer condena la misma sería de ejecución condicional sin embargo atento a
que en otra oportunidad (ver pedido de paradero) la imputada no prestó colaboración con
la justicia puede suponerse que si recupera su libertad la misma tratará de eludir la acción
de la justicia. La defensa presentó Control Jurisdiccional solicitando se revoque la prisión
preventiva y se ordene la inmediata libertad de la nombrada. El Juez resolvió revocar la
medida de coerción y ordenar la inmediata libertad de la encartada, bajo caución personal
por la suma de $ 5000.
1. Como bien señala la Dra. Romero Díaz, la Prisión Preventiva se trata de una medida que
pone un límite a una garantía constitucional doblemente reconocida (libertad locomotora
– art. 14 C.N. y estado de inocencia y consecuente libertad procesal – art. 18 C.N.), por lo
que su aplicación durante el proceso debe ser proporcional a la gravedad del riesgo o
peligro que existe de que dicho imputado impida la consecución del proceso y la actuación
efectiva de la ley penal sustantiva; en todo momento la medida coercitiva personal
procesal que se disponga debe guardar proporcionalidad con la gravedad del peligro que
se trata de evitar.
2. A la hora de disponer la prisión preventiva del imputado, el juez competente deberá
valorar que la misma sea estrictamente necesaria para evitar que el sujeto entorpezca el
proceso e impida la aplicación de la ley sustantiva. Como consecuencia de estas
condiciones, la prisión preventiva 52
debe tener dos presupuestos ineludibles: a) En primer lugar, debe existir “fumus boni
iuris”, que establece la necesidad de un cuadro probatorio que cuente con elementos de
convicción suficientes para considerar posible la existencia del hecho delictuoso y la
participación punible del imputado en la comisión del mismo; b) En segundo lugar, debe
existir el “periculum in mora”, o sea “el riesgo que puede derivarse para el derecho que se
quiere proteger, de la no aplicación tempestiva de la medida cautelar”.
3. Como la concreción del derecho de punir, y con ello el propósito de afianzar la justicia,
se podrían ver en peligro si el imputado entorpeciese la investigación o impidiese la
efectiva aplicación de la ley, se regulan las medidas procesales coercitivas que tienden a
evitar esos peligros. Estos son los requisitos de cualquier medida cautelar, sobre los que
conviene enfatizar precisamente para resaltar que ésta es la verdadera naturaleza de la
coerción procesal, y son los que en verdad evitarán que sea ilegal o arbitraria
4. Nuestro Código Procesal Penal individualiza las hipótesis en las que considera que habrá
riesgos para los fines del proceso si la coerción no se dispone tempestivamente, a la vez
que instituye y regula las medidas coercitivas encaminadas a neutralizarlos, las que tienen
diferente intensidad, pretenden ser proporcionales a la gravedad del peligro y han sido
fijadas de antemano.
5. Para dar por existentes tales riesgos procesales que justifican aquellas restricciones y
cuya existencia deberá ser demostrada en cada caso, se consultan tanto pautas objetivas
(vinculadas a la gravedad de la posible pena a imponer y a las modalidades de ejecución),
como subjetivas (relacionadas con la personalidad del imputado).
6. La Sra. Representante del Ministerio Público Fiscal fundó la medida de coerción en
virtud de lo dispuesto por el inc. 2° del art. 281 del CPP. Comentando el dispositivo legal,
Cafferata-Tarditti expresan que estas pautas restrictivas tienen como característica
fundamental, la de estar vinculadas a la personalidad del imputado, que se deduce del
comportamiento que ha tenido antes del proceso y se toma como base para realizar un
pronóstico sobre la actividad futura. Pero sólo tendrán efecto restrictivo cuando permitan
presumir fundadamente que el imputado aprovechará su libertad para eludir la acción de
la justicia o entorpecer las investigaciones.
7. Por obedecer a un simple pronóstico sin base científica alguna, y siendo por ello
incomprobables “ex ante” su aplicación debe ser sumamente cuidadosa y razonable,
debiendo evitarse que funcionen como un modo –ilegal- de que la prisión preventiva en el
segundo proceso se aplique como una sanción a una reiteración delictiva puramente
conjetural y sin reflejo de la condicionalidad de la futura condena por todos los delitos
imputados, 53
pues en ese caso la Prisión Preventiva prosperará por el inciso 1° y no por el 2° del 281
C.P.P..
8. La existencia de una solicitud de paradero sobre la que la Instructora funda la medida de
coerción personal – y que por otra parte no era más que para notificar una resolución
dictada en sede contravencional- no autoriza presumir que la encartada abusará de su
estado de libertad eludiendo la acción de la justicia, máxime si tenemos que cuenta que la
aplicación de la prisión preventiva debe ser „restrictiva‟ solo cuando sea absolutamente
indispensable a los fines de la salvaguarda del proceso. En tal entendimiento, considero
que privar de su libertad a la imputada aparece desproporcionado respecto de los fines
que se pretenden salvaguardar, bastando a mi criterio con imponerle una caución personal
para afianzar sus obligaciones con la justicia. Juz. Control Nº 8 Cba. AI 49 29/03/05 Fisc. de
origen: D. II Tº 6“Control Jurisdiccional solicitado por el Dr. Juncos, Manuel O. en autos
„Britos, Yohana Micaela (o) Pinto, Yanina Vanesa y otros p.ss.aa. Hurto, etc.”.

ESTADO NACIONAL
Ley 26.854
Medidas Cautelares en las causas en las que es parte o interviene. Procesos
excluidos.
Sancionada: Abril 24 de 2013
Promulgada: Abril 29 de 2013
El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en
Congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:
TITULO I
De las medidas cautelares en las causas en las que es parte o interviene el Estado
nacional
ARTICULO 1° — Ambito de Aplicación.
Las pretensiones cautelares postuladas contra toda actuación u omisión del Estado
nacional o sus entes descentralizados, o solicitadas por éstos, se rigen por las
disposiciones
de la presente ley.
ARTICULO 2° — Medidas cautelares dictadas por Juez incompetente.
1. Al momento de resolver sobre la medida cautelar solicitada el juez deberá expedirse
sobre su competencia, si no lo hubiere hecho antes.
Los jueces deberán abstenerse de decretar medidas cautelares cuando el conocimiento
de
la causa no fuese de su competencia.
2. La providencia cautelar dictada contra el Estado nacional y sus entes
descentralizados
por un juez o tribunal incompetente, sólo tendrá eficacia cuando se trate de sectores
socialmente vulnerables acreditados en el proceso, se encuentre comprometida la vida
digna conforme la Convención Americana de Derechos Humanos, la salud o un derecho
de
naturaleza alimentaria. También tendrá eficacia cuando se trate de un derecho de
naturaleza ambiental.
En este caso, ordenada la medida, el juez deberá remitir inmediatamente las
actuaciones al
juez que considere competente, quien, una vez aceptada la competencia atribuida,
deberá
expedirse de oficio sobre el alcance y vigencia de la medida cautelar concedida, en un
plazo
que no podrá exceder los cinco (5) días.
ARTICULO 3° — Idoneidad del objeto de la pretensión cautelar.
1. Previa, simultáneamente o con posterioridad a la interposición de la demanda se
podrá
solicitar la adopción de las medidas cautelares que de acuerdo a las reglas establecidas
en
la presente resulten idóneas para asegurar el objeto del proceso.
2. La pretensión cautelar indicará de manera clara y precisa el perjuicio que se procura
evitar; la actuación u omisión estatal que lo produce; el derecho o interés jurídico que
se
pretende garantizar; el tipo de medida que se pide; y el cumplimiento de los requisitos
que
correspondan, en particular, a la medida requerida.
3. El juez o tribunal, para evitar perjuicios o gravámenes innecesarios al interés público,
podrá disponer una medida precautoria distinta de la solicitada, o limitarla, teniendo
en
cuenta la naturaleza del derecho que se intentare proteger y el perjuicio que se procura
evitar.
4. Las medidas cautelares no podrán coincidir con el objeto de la demanda principal.
ARTICULO 4° — Informe previo.
1. Solicitada la medida cautelar, el juez, previo a resolver, deberá requerir a la autoridad
pública demandada que, dentro del plazo de cinco (5) días, produzca un informe que dé
cuenta del interés público comprometido por la solicitud.
Con la presentación del informe, la parte demandada podrá expedirse acerca de las
condiciones de admisibilidad y procedencia de la medida solicitada y acompañará las
constancias documentales que considere pertinentes.
Sólo cuando circunstancias graves y objetivamente impostergables lo justificaran, el
juez o
tribunal podrá dictar una medida interina, cuya eficacia se extenderá hasta el momento
de
la presentación del informe o del vencimiento del plazo fijado para su producción.
Según la índole de la pretensión el juez o tribunal podrá ordenar una vista previa al
Ministerio Público.
2. El plazo establecido en el inciso anterior no será aplicable cuando existiere un plazo
menor especialmente estipulado. Cuando la protección cautelar se solicitase en juicios
sumarísimos y en los juicios de amparo, el término para producir el informe será de
tres
(3) días.
3. Las medidas cautelares que tengan por finalidad la tutela de los supuestos
enumerados
en el artículo 2°, inciso 2, podrán tramitar y decidirse sin informe previo de la
demandada.
ARTICULO 5° — Vigencia temporal de las medidas cautelares frente al Estado.
Al otorgar una medida cautelar el juez deberá fijar, bajo pena de nulidad, un límite
razonable para su vigencia, que no podrá ser mayor a los seis (6) meses. En los procesos
de
conocimiento que tramiten por el procedimiento sumarísimo y en los juicios de
amparo, el
plazo razonable de vigencia no podrá exceder de los tres (3) meses.
No procederá el deber previsto en el párrafo anterior, cuando la medida tenga por
finalidad
la tutela de los supuestos enumerados en el artículo 2°, inciso 2.
Al vencimiento del término fijado, a petición de parte, y previa valoración adecuada del
interés público comprometido en el proceso, el tribunal podrá, fundadamente,
prorrogar la
medida por un plazo determinado no mayor de seis (6) meses, siempre que ello
resultare
procesalmente indispensable.
Será de especial consideración para el otorgamiento de la prórroga la actitud dilatoria o
de
impulso procesal demostrada por la parte favorecida por la medida.
Si se tratara de una medida cautelar dictada encontrándose pendiente el agotamiento
de la
vía administrativa previa, el límite de vigencia de la medida cautelar se extenderá hasta
la
notificación del acto administrativo que agotase la vía, sin perjuicio de lo dispuesto en
el
artículo 8° segundo párrafo.
ARTICULO 6° — Carácter provisional.
1. Las medidas cautelares subsistirán mientras dure su plazo de vigencia.
2. En cualquier momento en que las circunstancias que determinaron su dictado
cesaren o
se modificaren, se podrá requerir su levantamiento.
ARTICULO 7° — Modificación.
1. Quien hubiere solicitado y obtenido una medida cautelar podrá pedir su ampliación,
mejora o sustitución, justificando que ésta no cumple adecuadamente la finalidad para
la
que está destinada.
2. Aquél contra quien se hubiere decretado la medida cautelar podrá requerir su
sustitución por otra que le resulte menos gravosa, siempre que ésta garantice
suficientemente el derecho de quien la hubiere solicitado y obtenido.
3. La resolución se dictará previo traslado a la otra parte por el plazo de cinco (5) días
en el
proceso ordinario y de tres (3) días en el proceso sumarísimo y en los juicios de
amparo.
ARTICULO 8° — Caducidad de las medidas cautelares.
1. Se producirá la caducidad de pleno derecho de las medidas cautelares que se
hubieren
ordenado y hecho efectivas antes de la interposición de la demanda, si encontrándose
agotada la vía administrativa no se interpusiere la demanda dentro de los diez (10) días
siguientes al de su traba.
Cuando la medida cautelar se hubiera dispuesto judicialmente durante el trámite del
agotamiento de la vía administrativa, dicha medida caducará automáticamente a los
diez
(10) días de la notificación al solicitante del acto que agotase la vía administrativa.
2. Las costas y los daños y perjuicios causados en el supuesto previsto en el primer
párrafo
del inciso 1 del presente, serán a cargo de quien hubiese solicitado y obtenido la medida
caduca, y ésta no podrá proponerse nuevamente por la misma causa y como previa a la
promoción de la demanda; una vez iniciada la demanda, podrá requerirse nuevamente
si
concurrieren los requisitos para su procedencia.
ARTICULO 9° — Afectación de los recursos y bienes del Estado.
Los jueces no podrán dictar ninguna medida cautelar que afecte, obstaculice,
comprometa,
distraiga de su destino o de cualquier forma perturbe los bienes o recursos propios del
Estado, ni imponer a los funcionarios cargas personales pecuniarias.
ARTICULO 10. — Contracautela.
1. Las medidas cautelares dictadas contra el Estado nacional o sus entidades
descentralizadas tendrán eficacia práctica una vez que el solicitante otorgue caución
real o
personal por las costas y daños y perjuicios que la medida pudiere ocasionar.
2. La caución juratoria sólo será admisible cuando el objeto de la pretensión concierna
a la
tutela de los supuestos enumerados en el artículo 2°, inciso 2.
ARTICULO 11. — Exención de la contracautela.
No se exigirá caución si quien obtuvo la medida:
1. Fuere el Estado nacional o una entidad descentralizada del Estado nacional.
2. Actuare con beneficio de litigar sin gastos.
ARTICULO 12. — Mejora de la contracautela.
En cualquier estado del proceso, la parte contra quien se hubiere hecho efectiva una
medida cautelar podrá pedir que se mejore la caución probando sumariamente que la
fijada es insuficiente. El juez resolverá previo traslado a la otra parte.
ARTICULO 13. — Suspensión de los efectos de un acto estatal.
1. La suspensión de los efectos de una ley, un reglamento, un acto general o particular
podrá ser ordenada a pedido de parte cuando concurran simultáneamente los
siguientes
requisitos:
a) Se acreditare sumariamente que el cumplimiento o la ejecución del acto o de la
norma,
ocasionará perjuicios graves de imposible reparación ulterior;
b) La verosimilitud del derecho invocado;
c) La verosimilitud de la ilegitimidad, por existir indicios serios y graves al respecto;
d) La no afectación del interés público;
e) Que la suspensión judicial de los efectos o de la norma no produzca efectos jurídicos
o
materiales irreversibles.
2. El pedido de suspensión judicial de un reglamento o de un acto general o particular,
mientras está pendiente el agotamiento de la vía administrativa, sólo será admisible si
el
particular demuestra que ha solicitado la suspensión de los efectos del acto ante la
Administración y que la decisión de ésta fue adversa a su petición, o que han
transcurrido
cinco (5) días desde la presentación de la solicitud sin que ésta hubiera sido respondida.
En este supuesto la procedencia de la medida se valorará según los mismos requisitos
establecidos en el inciso anterior.
3. La providencia que suspenda los efectos de un acto estatal será recurrible por vía de
reposición; también será admisible la apelación, subsidiaria o directa.
El recurso de apelación interpuesto contra la providencia cautelar que suspenda, total o
parcialmente, los efectos de una disposición legal o un reglamento del mismo rango
jerárquico, tendrá efecto suspensivo, salvo que se encontrare comprometida la tutela de
los
supuestos enumerados en el artículo 2°, inciso 2.
4. La entidad pública demandada podrá solicitar el levantamiento de la suspensión del
acto
estatal en cualquier estado del trámite, invocando fundadamente que ella provoca un
grave
daño al interés público. El tribunal, previo traslado a la contraparte por cinco (5) días,
resolverá el levantamiento o mantenimiento de la medida. En la resolución se declarará
a
cargo de la entidad pública solicitante la responsabilidad por los perjuicios que irrogue
la
ejecución, en el supuesto en que se hiciere lugar a la demanda o recurso.
ARTICULO 14. — Medida positiva.
1. Las medidas cautelares cuyo objeto implique imponer la realización de una
determinada
conducta a la entidad pública demandada, sólo podrán ser dictadas siempre que se
acredite
la concurrencia conjunta de los siguientes requisitos:
a) Inobservancia clara e incontestable de un deber jurídico, concreto y específico, a
cargo
de la demandada;
b) Fuerte posibilidad de que el derecho del solicitante a una prestación o actuación
positiva
de la autoridad pública, exista;
c) Se acreditare sumariamente que el incumplimiento del deber normativo a cargo de la
demandada, ocasionará perjuicios graves de imposible reparación ulterior;
d) No afectación de un interés público;
e) Que la medida solicitada no tenga efectos jurídicos o materiales irreversibles.
2. Estos requisitos regirán para cualquier otra medida de naturaleza innovativa no
prevista
en esta ley.
ARTICULO 15. — Medida de no innovar.
1. La medida de no innovar procederá cuando concurran simultáneamente los
siguientes
requisitos:
a) Se acreditare sumariamente que la ejecución de la conducta material que motiva la
medida, ocasionará perjuicios graves de imposible reparación ulterior;
b) La verosimilitud del derecho invocado;
c) La verosimilitud de la ilegitimidad de una conducta material emanada de un órgano
o
ente estatal;
d) La no afectación de un interés público;
e) Que la medida solicitada no tenga efectos jurídicos o materiales irreversibles.
2. Las medidas de carácter conservatorio no previstas en esta ley, quedarán sujetas a los
requisitos de procedencia previstos en este artículo.
ARTICULO 16. — Medidas cautelares solicitadas por el Estado.
El Estado nacional y sus entes descentralizados podrán solicitar la protección cautelar
en
cualquier clase de proceso, siempre que concurran las siguientes circunstancias:
1. Riesgo cierto e inminente de sufrir perjuicios sobre el interés público, el patrimonio
estatal u otros derechos de su titularidad;
2. Verosimilitud del derecho invocado y, en su caso, de la ilegitimidad alegada;
3. Idoneidad y necesidad en relación con el objeto de la pretensión principal.
ARTICULO 17. — Tutela urgente del interés público comprometido por la
interrupción
de los servicios públicos.
Cuando de manera actual o inminente se produzcan actos, hechos u omisiones que
amenacen, interrumpan o entorpezcan la continuidad y regularidad de los servicios
públicos o la ejecución de actividades de interés público o perturben la integridad o
destino
de los bienes afectados a esos cometidos, el Estado nacional o sus entidades
descentralizadas que tengan a cargo la supervisión, fiscalización o concesión de tales
servicios o actividades, estarán legitimados para requerir previa, simultánea o
posteriormente a la postulación de la pretensión procesal principal, todo tipo de
medidas
cautelares tendientes a asegurar el objeto del proceso en orden a garantizar la
prestación
de tales servicios, la ejecución de dichas actividades o la integridad o destino de los
bienes
de que se trate.
Lo expuesto precedentemente no será de aplicación cuando se trate de conflictos
laborales,
los cuales se regirán por las leyes vigentes en la materia, conforme los procedimientos a
cargo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social en su carácter de autoridad
de
aplicación.
ARTICULO 18. — Aplicación de las normas del Código Procesal Civil y Comercial de
la
Nación.
Serán de aplicación al trámite de las medidas cautelares contra el Estado nacional o sus
entes descentralizados, o a las solicitadas por éstos, en cuanto no sean incompatibles
con
las prescripciones de la presente ley, las nomas previstas en el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación.
ARTICULO 19. — Procesos excluidos.
La presente ley no será de aplicación a los procesos regidos por la ley 16.986, salvo
respecto de lo establecido en los artículos 4° inciso 2, 5°, 7° y 20 de la presente.
TITULO II
Normas Complementarias
ARTICULO 20. — Inhibitoria.
La vía de la inhibitoria además del supuesto previsto en el artículo 8° del Código
Procesal
Civil y Comercial de la Nación, procederá también para la promoción de cuestiones de
competencia entre jueces de una misma circunscripción judicial, en todas las causas en
que
el Estado nacional, o alguno de sus entes, sean parte.
Todo conflicto de competencia planteado entre un juez del fuero contencioso
administrativo y un juez de otro fuero, será resuelto por la Cámara Contencioso
Administrativo Federal; mientras que cuando el conflicto de competencia se suscitare
entre la Cámara Contencioso Administrativo y un juez o Cámara de otro fuero, el
conflicto
será resuelto por la Cámara Federal de Casación en lo Contencioso Administrativo
Federal.
ARTICULO 21. — Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS
AIRES,
A LOS VEINTICUATRO DIAS DEL MES DE ABRIL DEL AÑO 2013.
— REGISTRADO BAJO EL Nº 26.854 —
AMADO BOUDOU. — JULIAN A DOMINGUEZ. — Juan H. Estrada. — Gervasio
Bozzano.__

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