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TERAPIA DE ESQUEMAS.

GUIA PRÁCTICA
JEFFREY E. YOUNG
JANET S. KLOSKO
MARJORIE E. WEISHAAR

La Terapia de Esquemas es una forma de psicoterapia breve, intermedia o de larga


duración; diseñada para tratar los problemas caracterológicos crónicos de los trastornos
en pacientes que presentan dificultad para cumplir con el tratamiento psicológico cognitivo
conductual estándar. Estos pacientes usualmente presentan una baja motivación, carecen
de voluntad para efectuar los procedimientos requeridos en terapia, se muestran
desconectados cognitiva y emocionalmente, y tienden a evitar los recuerdos y
sentimientos que le generan malestar. Las respuestas anteriores, les permiten disminuir
sus afectos negativos de manera temporal, pero a largo plazo los problemas se
mantienen mediante reforzamiento; por lo tanto, la evitación se convierte en una
estrategia usual de afrontamiento al malestar.

La Terapia de Esquemas señala que un esquema es un patrón de sentimientos,


cogniciones y sensaciones corporales, que permiten dar sentido a la vida y a las
experiencias que se viven; se forman desde la infancia y en la edad adulta; y pueden ser
positivos o negativos; adpatativos o desadaptativos.

De acuerdo con Young, los esquemas precoces desadaptativos son patrones que se
forman en la infancia como resultado de las experiencias infantiles tóxicas, y constituyen
emociones, recuerdos y sensaciones corporales en relación a uno mismo y a la relación
con los demás; se mantienen y se repiten a lo largo de la vida; y producen conductas
disfuncionales que se presentan como respuestas a dichos esquemas. Los esquemas,
aunque produzcan sufrimiento, se mantienen por su familiaridad, porque son cómodos
para las personas, y porque son considerados como verdades absolutas para los
pacientes.

Debido a que los esquemas precoces desadaptativos se originan en la infancia, estos se


derivan de las necesidades emocionales insatisfechas durante esa etapa, tales como la
ausencia del establecimientos de vínculos seguros con los demás; el bajo reforzamiento
de autonomía, competencia y sentido de identidad; la deficiente libertad para expresar
necesidades y emociones válidas; la baja espontaneidad y juego; y los límites poco
realistas establecidos por los padres. Estas necesidades insatisfechas se presentan a
partir de experiencias vitales tempranas, tales como la frustración toxica de necesidades,
la traumatizacion o victimización, la sobreprotección y la identificación con personas
significativas. Otro factor que influye en el desarrollo de los esquemas, es el
temperamento emocional.

Cuando los pacientes se encuentran en edad adulta, algunas situaciones generadoras de


malestar psicológico o emocional activan los esquemas desadaptativos, los cuales dan
lugar a un patrón de emociones, cogniciones y sensaciones corporales aprendidas en la
infancia como consecuencia de las experiencias vitales tempranas; que al mismo tiempo
generan conductas contraproducentes y disfuncionales (como por ejemplo, el aislamiento
social) que mantienen el sufrimiento de los pacientes.

Los 18 esquemas precoces desadaptativos, se agrupan en 5 categorías amplias de


necesidades emocionales insatisfechas, denominadas "dimensiones de esquemas".
1. En la dimensión “Desconexión y rechazo”, se encuentran pacientes que presentan
dificultad o incapacidad para establecer apegos seguros y satisfactorios con otras
personas y provienen de familias abusadoras, frías, distantes y con tendencia a
aislarse del mundo externo. Los esquemas que forman parte de esta dimensión son:

 Abandono/inestabilidad: La persona cree que los demás morirán o le


abandonarán, por lo que no podrá tener un apoyo fiable y estable.
 Desconfianza/abuso: El individuo espera que los demás lo hieran o se
aprovechen de él.
 Privación emocional: La persona cree que sus necesidades de cuidados,
empatía y protección no serán debidamente satisfechas por los otros significativos.
 Imperfección/ vergüenza: recoge la visión de sí mismo como imperfecto, malo,
inferior e indeseable socialmente.
 Aislamiento social/alienación: describe la creencia en que uno no es parte del
grupo o la comunidad, que uno está solo y que es diferente de los demás.

2. En la dimensión de “Deterioro en autonomía y ejecución”, los pacientes presentan


dificultad para funcionar independientemente. Durante su infancia, los padres les
hicieron todo y los sobreprotegieron; o no los cuidaron ni les protegieron. En
consecuencia, las personas no son capaces de forjar sus propias identidades, de
crear sus propias vidas, de establecer objetivos personales ni de dominar destrezas
requeridas. Los esquemas de esta dimensión son:

 Dependencia/incompetencia: supone la creencia en que el individuo es


incompetente y está desamparado y por tanto se siente incapaz de asumir
responsabilidades, por lo que necesita la ayuda de los demás para funcionar.
 Vulnerabilidad al daño o la enfermedad: las personas esperan tener
experiencias catastróficas incontrolables, tales como enfermedades médicas, crisis
emocionales o vivir desastres naturales.
 Apego confuso/yo inmaduro: los individuos se relacionan demasiado con
personas significativas a costa de su propio desarrollo, por lo tanto, no consiguen
desarrollar una identidad individual segura al margen de los otros.
 Fracaso: La persona mantiene la creencia de que ha fracasado en el pasado y
continuará haciéndolo, debido a una ausencia inherente de inteligencia o talento.

3. En la dimensión “Límites deficitarios”, los pacientes no han desarrollado límites


internos apropiados respecto a la reciprocidad o autodisciplina. Pueden presentar
dificultades para respetar los derechos ajenos, cooperar, cumplir con los compromisos
o alcanzar objetivos a largo plazo. Generalmente provienen de familias que fueron
excesivamente permisivas o indulgentes. Los esquemas de esta dimensión son:

 Grandiosidad/autorización: corresponde a la creencia de ser superior a los


demás, pudiendo llegar a ser extremadamente competitivo, autoritario o
dominante.
 Insuficiente autocontrol/autodisciplina: se encuentra en individuos que no
toleran la frustración al trata de alcanzar sus objetivos; tiende a la impulsividad
debido a que no regulan la expresión de sus emociones.
4. En la dimensión “Dirigido por las necesidades de los demás”, los pacientes se
esfuerzan excesivamente en satisfacer las necesidades de los demás, dejando de
lado a las propias, a fin de obtener la aprobación, aceptación o evitar represalias. De
niños, no tuvieron la libertad suficiente para poder seguir sus propias inclinaciones
naturales. De adultos, en lugar de guiarse internamente, están guiados externamente
y siguen los deseos ajenos. Los esquemas de esta dimensión son:

 Subyugación: equivale a rendirse excesivamente al control de los demás porque


uno se siente obligado a ello. El individuo suprime sus necesidades o
sentimientos.
 Autosacrificio: Aparece en individuos que satisfacen voluntariamente las
necesidades de los demás a expensas de su propia gratificación; así que
descuidan sus propias necesidades para evitar el dolor a los demás.
 Búsqueda de aprobación/búsqueda de reconocimiento: el individuo quiere
ganar la aceptación de los demás, a costa del desarrollo de su propia identidad.

5. En la dimensión “Sobrevigilancia e inhibición” los pacientes suprimen sus


sentimientos e impulsos espontáneos; se esfuerzan por satisfacer reglas internas
rígidas a expensas de su salud y felicidad. Los orígenes comunes son una infancia
triste, reprimida y estricta en la que el autocontrol predominó sobre la espontaneidad.
Los esquemas de esta dimensión son:
 Negatividad/pesimismo: refleja la atención sobre los aspectos negativos de la
vida, así como la expectativa de que nada irá bien.
 Inhibición emocional: la persona evita la espontaneidad para mantener la
sensación de control y evadir la vergüenza. Se inhibe la ira, los impulsos positivos,
la sensación de vulnerabilidad y se enfatiza la racionalidad.
 Metas inalcanzables/hipercriticismo: recoge la creencia en que uno debería
cumplir con reglas rigurosas de actuación autoimpuestas, normalmente para evitar
la crítica. Se expresan a través del perfeccionismo, la autoimposición de normas
rigidas o “deberías” y preocupación por el tiempo y la eficacia.
 Castigo: recoge la visión de que los individuos deberían ser fuertemente
castigados por sus errores. No se toleran los propios errores ni los de los demás.

Los esquemas anteriores se perpetúan o se refuerzan (razón por la cual se mantienen


a través del tiempo) por medio de tres mecanismos primarios: distorsiones cognitivas,
patrones vitales contraproducentes y estilos de afrontamiento propios del esquema. A
través de las distorsiones cognitivas, el individuo atiende de manera selectiva a las
situaciones que confirman el esquema y minimizan o niegan la información que lo
contradiga. Conductualmente, los patrones de vida contraproducentes se producen
cuando el individuo permanece en las situaciones que refuerzan el esquema; y los estilos
de afrontamiento, se desarrollan desde temprana edad para adaptarse a los esquemas,
por lo que en la infancia pueden considerarse como mecanismos de supervivencia
saludables; sin embargo cuando las condiciones cambian estos mecanismos se
mantienen, dando como resultado conductas disfuncionales y contraproducentes. Entre
los estilos de afrontamiento se encuentran: la rendición al esquema (aceptar el esquema
como autentico); la evitación del esquema (vivir como si el esquema no existiera) y la
sobrecompensación (lucha contra el esquema comportándose de manera contraria).

Respecto al tratamiento psicológico, para cambiar los esquemas el paciente tiene que
afrontarlos, tener claro cuáles le están causando un problema y trabajar de forma continua
para poder modificarlos. El tratamiento se divide en dos fases:
1. Fase de evaluación y educación: el paciente identifica y activa sus esquemas
desadaptativos tempranos, y el terapeuta le instruye sobre el papel que juegan dichos
esquemas a la hora de mantener patrones de vida difuncionales. Las estrategias que
se utilizan para alcanzar estos objetivos son: revisión de la historia de vida, lectura del
libro “reinventa tu vida” de Young, la identificación de esquemas por medio de
cuestionarios e inventarios, la activación de los esquemas mediante técnicas
experienciales (imaginación, silla vacía, etc), y el análisis de los patrones conductuales
que provocan los esquemas.

2. Fase del cambio: comprende el uso de técnicas cognitivas, experienciales,


conductuales, e interpersonales para minimizar o cambiar los esquemas y establecer
estilos de afrontamiento adaptativos y funcionales. Con las técnicas cognitivas se
pretende que el paciente aprenda a construir argumentos contra el esquema, para que
deje de creer en él; para ello se utilizan técnicas de los otros modelos cognitivos
(reestructuración cognitiva, búsqueda de evidencias que apoyan y contradicen el
esquema, descubrimiento guiado o diálogo socrático, uso de tarjetas con afirmaciones
que desafían el esquema desadaptativo, entre otras). Las técnicas experienciales
buscan que el paciente luche contra el esquema a un nivel emocional; por medio de
técnicas de imaginación que generan la expresión de emociones provocados por los
esquemas (diálogos imaginarios con los padres, visualización del niño interno
relacionándolo con la persona actual, elaboración de cartas a los padres; juego de
roles, silla vacía, entre otras). Las técnicas conductuales están encaminadas a
modificar patrones de comportamiento autodestructivos; mediante el cambio de
conductas que provocan los esquemas o el cambio del ambiente que los mantienen; a
través del diseño de tareas conductuales o la realización de ensayos conductuales.
Finalmente, las técnicas intrpersonales se relacionan fundamentalmente con la
relación terapéutica, en donde se pretende que el terapeuta no se comporte de
manera que valide o confirme los esquemas precoces desadaptativos del paciente.

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