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CIENCIAS SOCIALES
Paper de la Cátedra
La Historia tiene como objetivo conocer el pasado de la Humanidad. No lo hace de
cualquier manera: sigue una serie de métodos y de técnicas de modo que las
informaciones que obtiene y las afirmaciones que hace puedan ser comprobadas y
demostradas. Es una ciencia. La Historia, como todas las ciencias, tiene un "objeto
de estudio" (lo que hace) y un "método" (cómo lo hace).
Es una Ciencia Social que estudia las sociedades a través del tiempo. La palabra
historia proviene del griego y significa pesquisa, indagación, investigación. Usamos
la palabra Historia para referirnos al pasado humano y también a las ciencias que
estudian ese pasado.
La Historia interpreta y relaciona los hechos del pasado para explicar por qué
ocurrieron (buscar sus causas) y localizar luego que consecuencias tuvieron esos
hechos.
La Historia es una ciencia social que se ocupa de estudiar la vida de las sociedades a
través del tiempo. Es una ciencia porque produce un tipo de conocimiento verificable,
al que llega a través de un método de investigación riguroso.
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HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL
En la actualidad, el proceso de investigación se desarrolla en varias etapas. El planteo
de preguntas constituye un punto de partida y los interrogantes pueden ser muy
diversos. Para conocer las posibles respuestas a esos interrogantes, los investigadores
plantean explicaciones provisorias, las hipótesis, y seleccionan los testimonios con
los que trabajarán.
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La Historia Económica, como ciencia que se preocupa por entender la relación del
individuo con el medio que le rodea, se asemeja a otras ciencias sociales e incluso a
otras ciencias de la naturaleza. Sirve de puente entre la Historia y la Economía, y al
colaborar estas dos disciplinas, cada una de ellas, aporta su propia concepción teórica
y metodológica. Lo que ambas tienen en común es el método de investigación.
Siguiendo con los aportes de Cipolla, no nos enfrenta solo a la mera narración de
hechos de naturaleza económica, “sino también la historia del hombre y las
instituciones, además de la estrecha y a menudo inextricables relaciones entre
instituciones y vicisitudes económicas, y entre estas últimas y las vicisitudes sociales,
políticas y culturales”.
“La historia económica y más aún las disciplinas que se han desarrollado en torno a
ella son, sin embargo, fruto de fragmentaciones artificiosas de la actividad humana.
El homo oeconomicus, igual que el homo faber o el homo philosophicus, es una pura
abstracción. La auténtica realidad es el hombre en su complejidad biológica,
psicológica, social. De modo similar, la sociedad no actúa a través de compartimentos
estancos: actúa como un conjunto mucho más complejo en planos distintos, pero
inextricablemente interdependientes”.
Es cierto que la historia se ocupa del pasado. Pero todos los hechos, como tales
hechos, han ocurrido ya, y, por consiguiente, pertenecen al pasado. La diferencia
entre pasado y futuro consiste en que mientras el primero está constituido por hechos
ocurridos que ya no pueden ser ni anulados ni modificados, el futuro es como un
abanico abierto a una gama más o menos amplia de soluciones alternativas. Eso que
llamamos presente no es más que el instante fugaz que, en el momento mismo en que
es percibido como realidad fáctica, se convierte ya en pasado. La historia, al ocuparse
de hechos y no de previsiones, se ocupa por tanto del pasado: de un pasado que puede
ser remotísimo o muy cercano, remontarse a los tiempos del paleolítico como a algo
que ocurrió hace sólo unos cuantos días.
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Asimismo, la historia no determina las acciones presentes, limita, en cambio, las
opciones, las alternativas de elección (actúa como una restricción presupuestaria).
Tanto los gobiernos como los individuos, toman las decisiones sobre un conjunto de
alternativas que va dejando el pasado.
Estos aspectos, que están determinados por técnicas estadísticas, históricas, teóricas
y sociológicas, nos ayudan a obtener resultados científicos y, por lo tanto, su conjunto
es el análisis económico.
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Para ser considerada con justicia como obra de historia económica, una investigación
tiene que abordar una problemática de tipo económico: esto es, expresado
sencillamente, una problemática que encaje en las tres preguntas fundamentales de la
economía:
¿Qué producir?
¿Cómo Producirlo?
¿Cómo distribuir lo Producido?
Estas tres preguntas nos conducen a interrogantes más específicos relacionados con
la determinación de los precios, la asignación de recursos escasos, cambios en la
producción a través del tiempo, del empleo, preguntas acerca de la demanda, de la
distribución del ingreso, etc.
Un trabajo que quiera ser calificado de historia económica debe emplear los
instrumentos conceptuales, las categorías analíticas y el tipo de lógica acuñados por
la teoría económica.
Asimismo, un abordaje del estudio de la historia económica, más que una descripción
de la evolución de hechos económicos, es más bien un análisis de los marcos
institucionales en que los mismos ocurrieron.
Para este abordaje es necesario comenzar por definir el concepto de instituciones para
el análisis económico. Estas últimas son las convenciones, códigos, reglas, pautas que
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enmarcan la vida social de los individuos. El lenguaje, la moneda, la ley, el mercado,
etc. son ejemplos de instituciones que facilitan el intercambio.
Y lo facilitan forma de tal forma que reducen los costos de realizar el mencionado
intercambio. (Ver Cortez Conde, Historia Económica Mundial, Introducción, pág
11). Ver aquí los casos del mercado y la moneda como facilitadores del intercambio
al proveernos información a cerca de los precios y de los precios relativos de los
bienes.
El cambio institucional trae aparejados costos y muchas veces estos son tan elevados
que hacen permanecer determinadas instituciones ya ineficientes porque es inviable
su transformación.
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dentro del marco de la legalidad (poder judicial predecible e independiente) (Ver
Cortez Conde, Historia Económica Mundial, Introducción, pág 13).
En caso de que los derechos de propiedad no estén bien definidos, ocurren efectos
externos (externalidades), es decir que algunas personas sufren beneficios o
perjuicios sin haber participado directamente en el proceso del intercambio de los
bienes. (Ver Cortez Conde, Historia Económica Mundial, Introducción, pág 14).
Roberto Cortez Conde cita el caso de las pieles de castor en la Península del Labrador
(Canadá). Puede establecerse aquí un paralelismo con la forma en que se depredaron
los recursos forestales en Santiago del Estero durante buena parte del siglo XX y
cuyos efectos aun pueden observarse. (Ver Cortez Conde, Historia Económica
Mundial, Introducción, pág 15). Resalta la importancia de organismos (políticos y
jurídicos) que hagan respetar esos derechos de propiedad.
Por lo tanto, si alguien se resiste al pago de este bien, no es posible excluirlo del
consumo, como en el caso de los bienes privados. En consecuencia, su cobro debe
ser coercitivo, nunca voluntario. (Ver Cortez Conde, Historia Económica Mundial,
Introducción, pág 16)
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cuenta los riesgos de no contar con buena información. (Ver Cortez Conde, Historia
Económica Mundial, Introducción, pág 18-19).
Consecuentemente, es razonable pensar que mayor será el valor de ese activo, cuando
esos ingresos futuros no puedan ser arbitrariamente alterados y de mecanismos
institucionales que los protejan.
En este punto aparece el Estado, con el poder de coacción necesario para hacer que
se cumplan las obligaciones contraídas entre partes. “Formula las reglas de juego, el
conjunto de reglas escritas o no en que se establece la competencia y la cooperación
(derechos de propiedad)” (Ver Cortez Conde, Historia Económica Mundial,
Introducción, pág 20-21-22). De esta idea surge la utilidad económica del Estado:
minimizando costos por inseguridad y por hacer respetar los derechos de propiedad.
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