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BAB91 CanonBiblico
BAB91 CanonBiblico
Un curso para el
Seminario Internacional de Miami
Miami International Seminary
14401 Old Cutler Road
Miami, FL 33158
305-238-8121 ext. 315
email, MINTS@ocpc.org
web site, www.MINTS.ws
EL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Generalidades
Créditos: 3
Descripción
Modalidades
Este curso se ofrece de tres maneras distintas:
2
3. Con crédito, evaluando tareas, con atención individualizada y con un
costo monetario mediante el Centro de Estudios Hispanos En Línea de
MINTS. Si desea información sobre está modalidad puede escribir a Jaime
Morales Herrera, profejaime@costarricense.cr
Objetivo
Que el estudiante sepa como ha sido el proceso de la formación de los
cánones de la Biblia completa: Antiguo y Nuevo Testamento.
Cronograma
Semana Tareas
1 Módulos 1 y 2
2 Módulos 3 y 4
3 Módulos 5 y 6
4 Módulo 7 y 8
5 Entrega del proyecto final
Evaluación gratuita
Si usted lleva este curso de forma no acreditada, simplemente realice las
lecturas y seguidamente los cuestionarios del 1 al 4
Evaluación acreditada
1. Participación del alumnos en los foros. 20%. Se espera que el
estudiante participe en los foros, al menos cuando se le requiera para
ello.
2. Cuestionarios en línea. 20%
3. Proyecto final. 30%. Haga un informe de al menos 10 páginas, hablando
y argumentando sobre la necesidad de tener un Canon Bíblico. Añada
también (en las mismas 10 páginas) si está de acuerdo con el autor del
curso, en que los libros Apócrifos deben ser tajantemente rechazados pero a
la vez (aunque no como base doctrinal) aceptados. Argumente su respuesta
biblicamente.
3
Ramón Olmo Velázquez (El Publicano). San Fernando, Cádiz. España.
elpublicano@ono.com
4
INSTRUCCIONES PARA CADA MODULO
5
INSTRUCCIONES PARA EL MÓDULO Nº 6
1º Lea el siguiente artículo:
.- CAPÍTULO Nº 6
2º Para los Módulos nº 5 y nº 6, efectúe el Cuestionario nº 3
6
INTRODUCCION
EL CANON (BIBLICO)
(A) Cualquier regla o vara que sirva para medir (p. ej., el nivel de un
albañil).
(B) En sentido figurado, modelo que permite fijar las normas, especialmente
de los libros clásicos; guía, norma (Gá. 6:16; Fil. 3:16).
(C) Doctrina cristiana ortodoxa, en contraste con la heterodoxia.
(D) Las Escrituras consideradas como norma de fe y de conducta.
El término canon procede del griego. Los Padres de la Iglesia fueron los
primeros que emplearon esa palabra en el 4º sentido, pero la idea
representada es muy antigua.
Un libro que tiene derecho a estar incluido dentro de la Biblia recibe el
nombre de «canónico»; uno que no posea este derecho es dicho «no
canónico»; el derecho a quedar admitido dentro de la Escritura es la
«canonicidad».
(E) El canon es también la lista normativa de libros inspirados y recibidos de
parte de Dios. Cuando hablamos del canon del AT o del NT, hablamos en este
sentido.
7
escritos sobre tablas de piedra fue depositada dentro del arca (Éx. 40:20).
Estos estatutos figuran en el libro del pacto (Éx. 20:23-23:33; 24:7).
El libro de la Ley, redactado por Moisés, fue guardado al lado del arca (Dt.
31:24-26). Josué adjuntó lo que él había escrito (Jos. 24:26). Samuel
consignó el derecho de los reyes en un libro que puso ante el Señor (1 S.
10:25). Bajo Josías se encontró, durante las obras de restauración del
templo, el libro de la Ley de Jehová. El rey, los sacerdotes, los profetas y el
pueblo reconocieron su autoridad y antigüedad (2 R. 22:8-20); se hicieron
copias de esta ley según la orden dada ya en Dt. 17:18-20. Los profetas
dejaron escritas sus propias palabras (p. ej., Jer. 36:32), tomaban nota
recíproca, y las citaban como autoridades (Esd. 2:2-4; cp. Mi. 4:1-3). Se
reconocía la autoridad de la ley y de las palabras de los profetas, escritos
inspirados por el Espíritu de Dios, y celosamente preservados por Jehová
(Zac. 1:4; 7:7, 12).
8
de los escritos del AT. Dio citas de casi todos los libros del AT, pero no
menciona ni uno de los apócrifos.
9
las Crónicas, Esdras con Nehemías, Ester, Job, Daniel, Isaías, Jeremías con
las Lamentaciones, Ezequiel, y los Doce Profetas Menores.
(C) «Los cuatro libros restantes contienen himnos a Dios, y preceptos de
conducta.» Éstos eran seguramente los Salmos, el Cantar de los Cantares,
los Proverbios y el Eclesiastés.
Hasta aquí los hechos. Pero una tradición contemporánea decía también que
el canon había estado establecido en tiempos de Esdras y de Nehemías.
Josefo, ya citado, expresa la convicción general de sus compatriotas:
después de Artajerjes, esto es, a partir de la época de Esdras y Nehemías, no
se había añadido ningún libro. Una ridícula leyenda, que data de la segunda
parte del siglo I de la era cristiana, afirmaba que Esdras restableció por
revelación toda la ley e incluso todo el AT (ver el libro apócrifo 4 Esdras.
14:21, 22, 40), debido a que, se afirma, habían desaparecido todas las
copias guardadas en el templo. En todo caso, lo que esta leyenda apoya es
que los judíos de Palestina, en esta época, contaban con 24 libros canónicos
(24 + 70 = 94). Un escrito de fecha y autenticidad dudosas, redactado
posiblemente alrededor del 100 a.C. (2 Mac. 2:13) habla de Nehemías como
fundador de una biblioteca, donde hubiera recogido «los libros de los reyes, y
de los profetas, y de David; y las cartas de las donaciones de los reyes (de
Persia)». Ireneo menciona otra tradición: «Después de la destrucción de los
escritos sagrados, durante el exilio, bajo Nabucodonosor, cuando los judíos,
70 años más tarde, habían vuelto a su país, en los días de Artajerjes, Dios
inspiró a Esdras, el sacerdote, que pusiera en orden todas las palabras de los
profetas que habían sido antes que él, y que restituyera al pueblo la
legislación de Moisés.» Elías Levita, escribiendo en el año 1538 d.C., expresa
de esta manera la opinión de los suyos: «En la época de Esdras, los 24 libros
no habían sido todavía reunidos en un solo volumen. Esdras y sus
compañeros los recopilaron en 3 partes: La ley, los profetas, y los
hagiógrafos.» Esta multiforme tradición contiene una parte de verdad. Hubo
un momento en que cesó la revelación del AT. La tradición fija este tiempo
en la época de Esdras, pero no está necesariamente atado a ella para el
establecimiento de la fecha de redacción de ciertos libros, p. ej., de,
10
Nehemías y de las Crónicas, Así, es también interesante considerar el final de
la inspiración del AT, así como su comienzo.
11
sección. Es preciso añadir que en tanto que se había determinado de una
manera definitiva el contenido de las diferentes partes del canon, el orden de
los libros de la 3ª sección varía con el tiempo. El Talmud dice además que
dentro de la segunda sección, Isaías se encuentra entre Ezequiel y los
Profetas Menores. Los cuatro libros proféticos, Jeremías, Ezequiel, Isaías, y
los Profetas Menores fueron evidentemente colocados por orden de tamaño.
Al final del siglo I de nuestra era se discutía aún el lugar dentro del canon de
varios libros de la 3ª sección. No era asunto de discusión que estos libros
formaran parte del canon; lo que se discutía era la relación que tenían entre
sí; pero es probable que estos debates no sirvieran para otra cosa que para
exhibiciones de oratoria. La intención no era en absoluto la de sacar ningún
libro del canon, sino la de demostrar el derecho al lugar que ya ocupaba.
12
canon de la Iglesia, y al final llegaron a recibir el nombre del Nuevo
Testamento.
Desde el principio del siglo II los 4 Evangelios habían sido recibidos por
todos, en tanto que, según 2 P. 3:16 los lectores de esta epístola conocían ya
una colección de cartas de Pablo. Ya entonces se empleaban los términos
13
«Evangelios» y «Apóstoles» para designar las dos secciones de la nueva
colección. Asimismo, la canonicidad de Hechos ya estaba reconocida dentro
de la primera mitad del siglo II.
14
2) Tanto los Padres como las iglesias diferían en sus opiniones y prácticas en
cuanto a la elección de los libros canónicos y en cuanto al grado de
autenticidad que justificaba la entrada de un escrito en el canon. Este hecho
tan sólo subraya, nuevamente, las etapas por las que se tuvo que pasar para
hacer admitir poco a poco a la iglesia entera la canonicidad de los libros. Es
también evidente que los cristianos de la iglesia primitiva no aceptaron el
carácter apostólico de los libros sino después de haberlos examinado con
detenimiento. De la misma manera, se revisó oportunamente la aceptación
ocasional de libros apócrifos o pseudoepigráficos.
3) El testimonio de la historia nos da así una prueba de que los 27 libros del
NT son apostólicos. Esta convicción merece nuestra gozosa participación
sabiendo que nadie puede probar que sea falsa. Con todo, está claro que no
admitimos estos 27 libros meramente porque unos Concilios hayan decretado
su canonicidad, ni sólo porque tengamos a su favor el testimonio de la
historia. Su contenido, visiblemente inspirado por Dios, contiene una prueba
interna a la que es sensible nuestra alma, al recibir de Él la iluminación y la
convicción. Por el testimonio interno del Espíritu, tan caro a los
Reformadores, recibe la firme certeza de la fe. Sabe, con la iglesia apostólica
y de los siglos ya idos, que Dios ha obrado un doble milagro al darnos Su
revelación escrita. Inspiró toda la Escritura y a cada uno de sus redactores
sagrados (2 Ti. 3:16). Además, dio a la iglesia primitiva el discernimiento
sobrenatural que necesitaba para reconocer los escritos apostólicos, y
descartar todas las imitaciones, fraudes y engaños, así como escritos buenos
y edificantes, pero no apostólicos ni inspirados. Esta obra se llevó a cabo con
lentitud, con titubeos y retrasos, pero conduciéndola Dios a la perfección y a
la unanimidad. El canon confiesa que el depósito de las Escrituras está
cerrado, y la Biblia declara que nada se puede añadir ni quitar (Ap. 22:18-
19).
15
los libros sagrados son la norma de la fe, era ya una doctrina de los
apóstoles.
Bibliografía:
Bruce, F. F.: ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?
(Caribe, Miami 1972),
Bruce, F. F.: The Books and the Parchments (Pickering and Inglis, Londres
1975);
Dana, H. E.: El Nuevo Testamento ante la crítica (Casa Bautista de
Publicaciones, El Paso 1965);
Grau, J.: El Fundamento Apostólico (Ediciones Evangélicas Europeas,
Barcelona 1973);
16
McDowell, J.: Evidencia que exige un veredicto (Campus Crusade for Christ,
San Bernardino, California 1975).
McDowell, J.: Evidencia que exige un veredicto, vol. II (Clie, Terrassa, 1988);
Véanse también: APOCALÍPTICA (Literatura), APÓCRIFOS (Libros),
PENTATEUCO.
17
CAPITULO I
Tomado de:
http://www.conocereislaverdad.org/ELCanonregladeFe.htm
18
Me respondieron, en varias oportunidades (a pesar de mis aclaraciones),
que La Biblia sin la Iglesia no es la Palabra completa de Dios. Que necesita
de la Tradición eclesiástica para conferirle al escrito el verdadero y
completo carácter de Revelación Divina.
19
3) Uso de la palabra referido a la Biblia. En el lenguaje de la Biblia
«canónico» significa todo el contenido de las Escrituras; la «lista» o
«catálogo» de los libros que componen la Biblia. la norma escrita
reconocida por la Iglesia de los libros inspirados y, por tanto,
normativos para ella.
Por oposición se llama apócrifo a todo escrito que, habiendo
pretendido o pretendiendo todavía la canonicidad, no es inspirado y,
por lo tanto, no es reconocido por el pueblo de Dios.
La Escritura y la Tradición
20
Este Sacerdote, y muchos católicos, suponen que el Cristiano Evangélico
desecha la predicación oral que fue empleada en la época apostólica y
post-apostólica.
Es más: hoy en día sigue siendo la predicación ORAL el medio mas eficaz
de la TRANSMISIÓN de la Buena Noticia (Evangelio) del regalo de Dios
para la humanidad.
21
incomprobable transmisión verbal de la "Tradición apostólica
Católica Romana".
Cualquier persona que acepte esto como válido JAMÁS estará exenta
de tener que aceptar "viejas Tradiciones" conocidas y reveladas luego
de 20 siglos de "escuchadas o sucedidas", y, por supuesto (como ya se
dijo), de carácter total y completamente INCOMPROBABLE.
22
"Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas
sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los
rudimentos del mundo, y no según Cristo.." (Colocenses 2:8)
Un ejemplo...
23
considerable tamaño. Es probable que mientras dure el torneo, cada uno
suponga la medida de su pez, en base a su experiencia, en base a su
historia de pescador. No obstante, la VERDAD será una sola, o sea, aquella
longitud que arroje la comparación del pescado con la REGLA de medición.
¿Queremos saber si la longitud que suponíamos es correcta? Pues, la
manera de comprobarlo es comparando al pez con la "Regla Patrón" (Una
cinta métrica, por ejemplo). Esta regla será el CANON de medida, y será
allí donde se acabarán las suposiciones.
Este fue el objetivo perseguido al definir como Palabra inspirada por Dios a
un grupo de escritos de profetas, apóstoles y siervos de Dios, otorgándole
jerarquía y autoridad de CANON BÍBLICO.
24
CAPITULO II
Tomado de:
http://www.conocereislaverdad.org/elcanonbiblico4.htm
25
en entre ellos». Orígenes da luego una lista de tales libros que corresponden
casi exactamente al canon hebreo excepto por el añadido de la «carta de
Jeremías»; como parte del libro canónico del mismo nombre, y la omisión de
los Profetas menores (Eusebio, Historia Eclesiástica VI, 25: 1-2). Esto último
es seguramente un desliz original o de transcripción, ya que el total
nombrado es de 21 y la canonicidad de dicho libro –los Doce Profetas
Menores- nunca estuvo en entredicho. Dice Orígenes explícitamente que los
libros de Macabeos están «aparte de estos». Hay que reconocer, sin embargo,
que en la práctica, Orígenes se negó a excluir totalmente los apócrifos, porque
se los empleaba en la Iglesia, como él mismo lo explica en su Carta a Julio
Africano.
26
omite a Ester. La lista es parecida a la de Orígenes, aunque pone a Ruth
separado de Jueces. Dice Atanasio:
"Pero para mayor exactitud debo ... añadir esto: hay otros libros fuera de
éstos, que no están ciertamente incluidos en el canon, pero que han sido
desde el tiempo de los padres dispuestos para ser leídos a aquellos que son
convertidos recientes a nuestra comunión y desean ser instruidos en la
palabra de la verdadera religión. Estos son la Sabiduría de Salomón, la
Sabiduría de Sirá [Eclesiástico], Ester, Judit y Tobit ... Pero mientras los
primeros están incluidos en el canon y estos últimos se leen [en la iglesia], no
se ha de hacer mención a los libros apócrifos. Son la invención de herejes que
escriben según su propia voluntad ..."
Nicene and Post-Nicene Fathers, 2nd Series (= NPNF2), 4:551-552
Cuatro años antes de que Atanasio escribiese esta carta hubo un sínodo en
Laodicea, en cuyo canon 59 se establecía que en las Iglesias debían ser leídos
sólo los libros canónicos de los Testamentos Antiguo y Nuevo. El canon 60 da
una lista esencialmente igual a la de Atanasio, pero que incluye al libro de
Ester (NPNF2 14:158-159). Es posible que este canon 60 sea una adición
posterior.
27
obispo de Iconio (m. hacia 394) da una lista igual a la de Gregorio, pero
añade: «Junto con éstos, algunos incluyen Ester».
"Este prólogo a las Escrituras puede servir como un prefacio con yelmo
[galeatus] para todos los libros que hemos vertido del hebreo al latín, para
que podamos saber -mis lectores tanto como yo mismo- que cualquiera [libro]
que esté más allá de estos debe ser reconocido entre los apócrifos. Por tanto,
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la Sabiduría de Salomón, como se la titula comúnmente, y el libro del Hijo de
Sirá [Eclesiástico] y Judit y Tobías y el Pastor no están en el Canon."
Jerónimo trazó la diferencia entre los libros canónicos y los eclesiásticos como
sigue:
"Como la Iglesia lee los libros de Judit y Tobit y Macabeos, pero no los recibe
entre las Escrituras canónicas, así también lee Sabiduría y Eclesiástico para la
edificación del pueblo, no como autoridad para la confirmación de la doctrina."
De igual modo, subrayó que las adiciones a Ester, Daniel y Jeremías (el libro
de Baruc) no tenían lugar entre las Escrituras canónicas.
Sin embargo, como otros autores cristianos antes que él, en la práctica la
distinción era a menudo soslayada.
29
la autoridad de Agustín parece haber sido decisiva. No hay documentos del
Concilio de Hipona de 393, pero otro sínodo en Cartago (397) reafirma la lista
de libros del AT y NT, este último tal como hoy lo conocemos (una lista igual
había sido dada 30 años antes por Atanasio en su Carta Pascual), y el AT con
los libros Eclesiásticos, incluido 1 Esdras (= 3 Esdras en el Apéndice a la
Vulgata), que no forma parte del Canon de Trento. La decisión fue ratificada
en el sexto Concilio de Cartago de 419. No figuran las distinciones que había
indicado Agustín (y otros antes que él).
30
III. El canon del Antiguo Testamento: siglos VI y VII
31
Está también el Panaretus, esto es la Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de
Jesús, publicada en hebreo por el padre de Sirá [=Eclesiástico] y
posteriormente traducido al griego por su nieto, Jesús hijo de Sirá. Estos son
virtuosos y nobles, pero no son contados ni fueron depositados en el arca.
(NPNF2 9:89-90)
Dos importantes autoridades sobre la Biblia, en esa misma época, son Erasmo
de Rotterdam, el eminente humanista, y el cardenal Cayetano. Erasmo da la
lista del canon hebreo omitiendo Ester. Y de los deuterocanónicos, entre los
32
cuales pone este libro, sin duda porque está considerándolo en su texto griego
(con adiciones) y no en el hebreo, dice que «han sido recibidos para el uso
eclesiástico», pero que "seguramente (la Iglesia) no desea que Judit, Tobit y
Sabiduría tengan el mismo peso que el Pentateuco".
He aquí como resumen la situación en Occidente un autor católico:
En la Iglesia latina, a través de toda la Edad Media hallamos evidencia de
vacilación acerca del carácter de los deuterocanónicos. Hay una corriente
amistosa hacia ellos, otra distintamente desfavorable hacia su autoridad y
sacralidad, mientras que oscilando entre ambas hay un número de escritores
cuya veneración por estos libros es atemperada por cierta perplejidad acerca
de su posición exacta, y entre ellos encontramos a Santo Tomás de Aquino.
Se encuentran pocos que reconozcan inequívocamente su canonicidad.
La actitud prevalente de los autores occidentales medievales es
substancialmente la de los Padres griegos.
(George J. Reid, Canon of the Old Testament, en The Catholic Encyclopedia ,
1913; negritas añadidas)
Aquí concluimos nuestros comentarios sobre los libros históricos del Antiguo
Testamento. Pues el resto (esto es, Judit, Tobit, y los libros de Macabeos) son
contados por Jerónimo fuera de los libros canónicos. Y son puestos entre los
33
apócrifos. Junto con Sabiduría y Eclesiástico, como es evidente del Prólogo con
Yelmo. Y no te preocupes, como un erudito principiante, si hallan en cualquier
parte, sea en los sagrados concilios o los sagrados doctores, estos libros
reconocidos como canónicos. Pues las palabras tanto de los concilios como de
los doctores han de ser reducidas a la corrección de Jerónimo. Ahora, según
su juicio, en la carta a los obispos Cromacio y Heliodoro, estos libros (y
cualesquiera como ellos en el canon de la Biblia) no son canónicos, esto es,
no son de la naturaleza de una regla para confirmar asuntos de fe. Empero,
ellos pueden ser llamados canónicos, esto es, de la naturaleza de una regla
para la edificación de los fieles, como habiendo sido recibidos y autorizados
en el canon de la Biblia para este propósito. Con ayuda de esta distinción tú
puedes ver tu camino claramente a través de los que dice Agustín, y lo que
está escrito en el Concilio provincial de Cartago.
(Sobre el último Capítulo de Ester)
Como puede verse, todavía bien entrado el siglo XVI eminentes eruditos
católicos sostenían, para el Antiguo Testamento, la distinción entre libros
Canónicos propiamente dichos (los del canon hebreo) y libros Eclesiásticos (en
un nivel inferior y por tanto no canónicos en sentido estricto).
El canon del Antiguo Testamento que la Iglesia Católica determinó a su
entera satisfacción no solamente difiere del hebreo y protestante, sino que es
diferente del aceptado en Cartago y del admitido por las diversas iglesias
Ortodoxas orientales. La decisión dogmática del Concilio de Trento puso (al
menos para los católicos) fin a esta distinción muy razonable y sostenida por
la mayoría durante siglos.
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Cuestionario nº 1
1º La palabra “Canon” significa, “Caña” o “Vara”. Verdadero o falso.
2º Un libro que tiene derecho a estar incluido dentro de la Biblia recibe el nombre de
________
3º En los tiempos de Esdras, la Ley de Moisés, que comprendía los 5 libros de Moisés
circulaba bajo la forma de parte de las ________ __________
4º ¿De qué ciudad era natural Filón, que era quien poseía la lista contemporánea de
los Escritos del Antiguo Testamento?
a) 2
b) 3
c) 4
6º Se descubrió que, al principio del siglo II (al Nuevo Testamento) se les llamaba,
sin reservas de ningún tipo, «las Escrituras». ¿Qué dos cristianos del siglo II
afirmaban esto en sus epístolas?
7º La iglesia en Siria, en el siglo II, había admitido todo el Nuevo Testamento, como
lo tenemos ahora, con la excepción de algunos libros. ¿Cuántos?:
a) 3 libros
b) 2 libros
c) 4 libros
a) 10 Padres y 2 Concilios.
b) 5 Padres y 2 Concilios.
c) 7 Padres y 2 Concilios.
10º El testimonio de la historia nos da así una prueba de que los 27 libros del NT son
___________
35
CAPITULO III
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
PARTE I
Escrito por Fernando Saraví
Tomado de:
http://www.conocereislaverdad.org/elcanonbiblico2.htm
36
En su canon del Antiguo Testamento, tanto las Biblias protestantes
como las ortodoxas difieren de las católicas. Las protestantes tienen
menos libros, y las ortodoxas más libros, que las católicas. .
37
De modo que es erróneo afirmar que las Biblias ortodoxas reconozcan
el mismo canon del AT que las católicas. Y si el criterio de ser
“completa” fuese tener la mayor cantidad de libros, entonces las
Biblias ortodoxas serían más completas que la católica.
(Fuente: The Holy Bible with Apocrypha. New Revised Standard
Version. New York: American Bible Society, 1989, p. vi).
En este sentido hay otros libros "apócrifos" que sin embargo forman parte de
los libros inspirados (como la carta a los Hebreos, que no fue escrita
directamente por Pablo, pero que lleva su nombre).
38
Error. La carta a los Hebreos es anónima, como lo son en sentido estricto, entre otros, los cuatro
Evangelios canónicos y las cartas de Juan. ¿quién habrá asesorado al autor de este artículo?
Como sea, la realidad es que los protestantes no admiten estos libros como
inspirados.
Bien dice, “como sea”: ese es el punto que desea tratar. La precisión
parece un asunto secundario.
La Iglesia tenía el poder de hacer eso porque Jesús le dio el poder de atar y
desatar (Mt 18, 18) y prometió enviar al Espíritu Santo para la plenitud de la
verdad (Jn 14, 26).
39
“Ahora bien, la Iglesia los tiene por sagrados y canónicos, no porque
compuestos por sola industria humana, hayan sido luego aprobados
por ella; ni solamente porque contengan la revelación sin error; sino
porque escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a
Dios por autor, y como tales han sido transmitidos a la misma
Iglesia.” (Concilio Vaticano I, Sesión III del 24 de abril de 1870;
Constitución dogmática sobre la fe católica, Capítulo 2 , De la
revelación; Denzinger # 1787; negritas añadidas).
Dado que los libros sagrados tienen una autoridad intrínseca que
proviene de su Autor, su carácter canónico no depende de la sanción
humana en general, ni eclesiástica en particular. La Iglesia no
decidió ni decretó el canon, sino que lo discernió o reconoció, y
a continuación lo confesó y proclamó. En esto cumplió su vocación
como columna y baluarte de la verdad.
40
Lo del "canon Alejandrino" es una leyenda que ya no puede
sostenerse. Una cosa es que los judíos helenísticos emplearan la
Septuaginta, y otra muy diferente es que tuvieran un canon diferente
del Hebreo. Durante mucho tiempo se habló de un “canon Alejandrino”
más amplio que el Hebreo. Sin embargo, no existe evidencia de que
tal canon más amplio haya existido jamás. Copio a continuación dos
citas representativas del estado actual de la opinión:
El canon Alejandrino
El Antiguo Testamento, tal como ha venido en traducción griega
de los judíos de Alejandría por vía de la Iglesia Cristiana difiere
en muchos aspectos de las Escrituras hebreas. Los libros de la
segunda y tercera divisiones [Trad., Profetas y Escritos] han
sido redistribuidos y dispuestos según categorías de literatura –
historia, poesía, sabiduría y profecía. Ester y Daniel contienen
materiales suplementarios, y muchos libros no canónicos, sea
de origen hebreo o griego, se han entremezclado con las obras
canónicas. Estos escritos extracanónicos comprenden I Esdras,
la Sabiduría de Salomón, Eclesiástico (ben Sirá), adiciones a
Ester, Judit, Tobit, Baruc, la carta de Jeremías, y adiciones a
Daniel, como se enumeran en el manuscritos conocido como
Codez Vaticanus. (ca. 350 E.C.). La secuencia de los libros
varía, empero, en los manuscritos y en las listas sinódicas y
patrísticas de las Iglesias occidentales y orientales, algunas de
las cuales incluyen también otros libros, como I y II Macabeos.
Debiera notarse que el contenido y la forma del inferido canon
judío alejandrino original no puede no puede ser determinado
con certeza porque todas las Biblias griegas existentes son de
origen cristiano. Los mismos judíos de Alejandría pueden haber
extendido el canon que recibieron de Palestina, o ellos pueden
haber heredado sus tradiciones de círculos palestinos en los
cuales los libros adicionales habían ya sido considerados como
41
canónicos. Es igualmente posible que las adiciones a las
Escrituras hebreas sean de origen cristiano.
Encyclopedia Britannica
...........................
42
La teoría del canon alejandrino tenía otros dos soportes que se
han venido igualmente a tierra. El primero era que el judaísmo
helenístico y el judaísmo palestino eran realidades distintas y
distantes. El segundo era que los libros apócrifos fueron
compuestos en su mayoría en lengua griega y en suelo egipcio.
Julio Trebolle Barrera, La Biblia judía y la Biblia cristiana.
Madrid: Trotta, 1993, p. 241-242.
Alrededor de los años 90-100 d.C. algunos líderes judíos se reunieron para
tratar el tema del canon (conocido como el canon de Palestina) quitando los
siete libros, su objetivo era regresar al canon hebreo, y distinguirse así de los
cristianos. Pensaban que lo que no fue escrito en hebreo no era inspirado
(aunque Eclesiástico y 1 de Macabeos estaban originalmente escritos en
hebreo y Arameo).
Sin embargo, la discusión entre ellos siguió por muchos años, y sus decisiones
no fueron universalmente reconocidas.
43
Cantares y Ester fueron reconocidos como canónicos;
Eclesiástico no fue reconocido (TB Shabbat 30 b; Mishná
Yadaim 3:5; TB Magillah 7 a; TJ Megillah 70 d). Los debates de
Jamnia «no tienen que ver con la aceptación de ciertos escritos
dentro del Canon, sino más bien con su derecho a permanecer
allí» (A. Bentzen, Introduction to the Old Testament, i
[Copenhagen, 1948], p. 31). Hubo alguna discusión previa en la
escuela de Shammai acerca de Ezekiel, que ya hacía mucho
estaba incluido entre los Profetas, pero cuando un rabino
ingenioso mostró que realmente no contradecía a Moisés, como
se había alegado, se allanaron las dudas (TB Shabbat 13 b).”
F.F. Bruce, Tradition Old and New. The Paternoster Press, 1970,
p. 133, n. 1 (TB = Talmud de Babilonia; TJ = Talmud de
Jerusalén).
44
6. Los rabinos reunidos en Jamnia no introdujeron modificaciones.
Tras muchas deliberaciones, terminaron ratificando el canon que era
aceptado desde mucho tiempo atrás, probablemente de la era
precristiana.
Había mucho desacuerdo entre los diferentes grupos y sectas judíos. Los
saduceos solamente confiaban en el Torá, los fariseos no podían decidir sobre
Ester, Cantares y Eclesiastés. Solamente en el segundo siglo los fariseos
decidieron 39 libros.
45
admitían como Escritura otros libros además del Pentateuco,
por más que éste tuviese a sus ojos valor preponderante...
R. Le Déaut, Los saduceos. En Augustin George y Pierre Grelot
(Dir.), Introducción Crítica al Nuevo Testamento. Trad. Cast.
Barcelona: Herder, 1982, vol. 1, p. 159.
El apóstol Pablo, que viajó por todo el mundo de hablar griego, utilizaba la
versión de los LXX.
46
En segundo lugar, porque el Nuevo Testamento jamás cita un libro
apócrifo/eclesiástico como Escritura (no porque sus autores no los
conocieran).
Cuando a San Jerónimo se le pidió que tradujera la Biblia en latín (en 382
d.C.) optó por seguir la decisión de los judíos y rechazó los siete libros,
llamándolos "apócrifos". Esta decisión de Jerónimo fue rechazada por los
concilios ya mencionados Y Jerónimo aceptó la decisión de los concilios.
47
4. Jerónimo expresó su punto de vista sobre el canon del Antiguo
Testamento privadamente en el prefacio a Samuel y Reyes, dirigido a
sus amigos Eustoquio y Paula, que data de 391.
“Como la Iglesia lee los libros de Judit y Tobit y Macabeos, pero no los
recibe entre las Escrituras canónicas, así también lee Sabiduría y
48
Eclesiástico para la edificación del pueblo, no como autoridad para la
confirmación de la doctrina.”
49
Al fin y al cabo, los judíos expulsaron a los cristianos de la sinagoga y no les
dejaron participar en la decisión sobre el canon. Hoy en día muchos se basan
en las decisiones judías sobre el canon. Ahora bien, esos mismos judíos
habían ya decidido rechazar a Jesús como Mesías: ¿por qué dar a ellos la
autoridad sobre el canon del AT?
¿Por qué, diría yo, dar autoridad a los judíos de la diáspora por encima
de los de Judea?
50
CAPITULO IV
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO.
PARTE II
Escrito por Fernando Saraví
Tomado de:
http://www.conocereislaverdad.org/elcanonbiblico2.htm
51
¿En qué quedamos? Primero dice que los quitó, ahora que no los
quitó...
El criterio distintivo de Lutero fue hasta qué punto cada libro daba
testimonio de Cristo. Pero la idea de un “canon dentro del canon” no
nació con Lutero. Puede remontarse a Ireneo, trazarse en Orígenes y
Eusebio de Cesarea, y poco antes de Lutero, en sus contemporáneos
católicos Erasmo de Rotterdam y el Cardenal Tomás de Vío (conocido
como Cayetano).
Algunos hermanos dicen que la Iglesia católica añadió estos siete libros en el
Concilio de Trento (siglo XVI), pero Lutero no hubiera podido rechazar estos
libros si ellos no hubieran estado ya en el canon.
52
potestad de establecer como artículo de fe la lista de libros canónicos
incluyendo los apócrifos, con el acostumbrado anatema para quienes
la rechazaren.
Como es bien sabido, en los grandes concilios ecuménicos de la
antigüedad (antes del cisma entre la Iglesia Occidental y la Oriental)
participaban cientos de obispos. No ocurrió otro tanto en Trento, el
concilio que determinó dogmáticamente la posición católica con
respecto al canon de la Biblia.
Es un hecho que el Concilio de Trento tuvo una historia tan larga como
accidentada. Fue inaugurado el 13 de diciembre de 1545 tras
inevitables dilaciones, “con la asistencia de sólo 31 obispos, en su
mayoría italianos... El concilio se había asignado además su propia
forma, que se alejaba notablemente del estatuto de los concilios del
siglo quince.” (Hubert Jedin, S.J., Breve historia de los Concilios.
Barcelona: Herder, 1963, p. 115, 116). Luego se agregaron más
obispos. Una de las primeras cosas a considerar fue el tema de la
revelación y las relaciones entre Escritura y Tradición.
“Se gestó considerable debate sobre si debía hacerse una distinción
entre dos clases de libros (Canónicos y Apócrifos) o si debían
identificarse tres clases (Libros Reconocidos; Libros Disputados del
Nuevo Testamento, luego generalmente reconocidos; y los Apócrifos
del Antiguo Testamento). Finalmente el 8 de abril de 1546, por un
voto de 24 a 15, con 16 abstenciones, el Concilio sancionó un
decreto (De Canonicis Scripturis) en el cual, por vez primera en la
historia de la Iglesia, la cuestión del contenido de la Biblia fue
hecho un artículo absoluto de fe y confirmado con un anatema.”
Bruce M. Metzger, The Canon of the New Testament- Its origin,
development, and importance. Oxford: Clarendon Press, 1987, p. 246;
negritas añadidas.
53
como en Calcedonia, ni siquiera 150 como en I Constantinopla. No,
nada más que 55 obispos, la mayoría italianos. Y el desdichado
decreto sobre el canon se sancionó con el voto favorable de menos
de la mitad de los presentes.
Resumen:
Otros dicen que no se citan en el NT. Pero, tampoco el Nuevo Testamento cita
Ester, Abdías y Nahum, y sin embargo los hermanos los aceptan en su Biblia.
54
No hay comparación posible. Para la época de Jesús la división
tripartita del canon –Torah, Profetas, Escritos- estaba muy claramente
establecida, como lo demuestran las propias palabras del Maestro:
Después les dijo: «Estas son aquellas palabras mías que os hablé
cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se cumpla todo
lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos
acerca de mí.» (Lucas 24:44)
En conjunto hay alrededor de 250 citas directas del canon hebreo del
Antiguo Testamento en el Nuevo (las alusiones alcanzan 10 veces
más). Sin embargo, ningún libro apócrifo/deuterocanónico se cita
siquiera una vez como Escritura. Consideradas por título, se citan el
80% de los pertenecientes al canon hebreo, cifra que asciende a 90%
si se consideran por rollo. Valores harto significativos comparados con
el 0% de los deuterocanónicos/ apócrifos.
Los cristianos usaban el rollo grande más que el pequeño por ser escrito en
griego. El griego, idioma universal de este tiempo, era el idioma del NT.
55
Antes de la era cristiana (y aún hoy en el uso litúrgico de la Biblia
hebrea) las Escrituras no venían encuadernadas todas juntas, sino en
rollos individuales. Esto se debía a varias razones. Una de ellas era
práctica: el formato limitaba la extensión del texto que podía incluirse
en cada rollo individual. Por ejemplo, el gran rollo de Isaías
recuperado entre los manuscritos del Mar Muerto se aproxima a este
límite con una altura de 25 cm y una extensión de algo más de siete
metros. En cambio, como dije, los Profetas Menores podían ser
incluidos todos en un único rollo. Era virtualmente imposible contar
con todo el AT manuscrito en un solo rollo.
No fue sino hacia fines del siglo I de nuestra era ó principios del
siguiente que los manuscritos bíblicos comenzaron a coleccionarse en
códices (formato similar al de los libros modernos). El códice era
menos voluminoso y mucho más cómodo para buscar textos que el
rollo, en el cual había que desenrollar un extremo y enrollar el otro
hasta hallar el texto deseado; es la misma diferencia que buscar una
pista en una casete y buscarla en un CD.
56
Justino Martir escribió que la Iglesia tenía un AT distinto al de los judíos. Sin
embargo, por consideración a los judíos, sobre todo en las controversias,
algunos representantes aislados de la Iglesia, por lo menos en la práctica, no
pusieron ya desde el principio, los siete en la misma línea con los otros 39.
57
Justino conoce también y cita los Evangelios sinópticos, a los cuales
llama “memorias de los Apóstoles”, y menciona que se leían en los
cultos cristianos. La mayor parte de las citas evangélicas provienen de
Mateo, pero también apela a Lucas y ocasionalmente a Marcos. Rara
vez apela al Evangelio de Juan, aunque debió conocerlo.
Además hay en sus obras, particularmente en el Diálogo con Trifón,
alusiones a algunas cartas paulinas, en concreto Efesios, Romanos y 1
Corintios; asimismo, una alusión en el capítulo 81 del citado
Diálogo..., muestra que conocía el Apocalipsis y le atribuía autoridad
apostólica.
Los judíos de Palestina decidieron el canon del AT alrededor de los años 90-
100, como se dijo, rechazando los siete libros escritos en griego.
58
El resto de las objeciones son insustanciales. En el griego dice que
«les han sido confiados los oráculos [logia] de Dios». El verbo griego
es pisteuô que significa “creer”, “confiar”, “tener fe”, y en voz pasiva
(como en este caso), “confiar” algo a alguien. Aparece en este último
sentido en otros tres sitios del Nuevo Testamento: Lucas 16:11, 1
Timoteo 1:11 y Tito 1:3. Lucas 16:11 es una pregunta retórica de
Jesús: “El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el
que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Así, pues, si
no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo
verdadero?” (vv. 10-11). Aquí “confiar” o “encomendar” significa
claramente entregar en depósito a alguien confiable.
Los otros dos pasajes, ambos de Pablo, son todavía más relevantes
(añado negritas):
59
A la pregunta formulada por el imaginario interlocutor responde Pablo,
en general, que la superioridad es grande en muchos aspectos. Ante
todo –y como fuente de todos los privilegios no enumerados aquí [cf.
Romanos 9:1-5- Fernando D. Saraví]- , a los judíos les ha sido
confiada la revelación de Dios, especialmente las promesas
mesiánicas [Nota al pie: Entendemos por logia todo el A.T., sobre
todo las promesas...].
60
Los manuscritos más antiguos del AT (por mil años) contienen los
Deuterocanónicos. Salvo la ausencia de Macabeos en el Codex vaticanus, el
más antiguo texto griego del AT, TODOS LOS DEMAS manuscritos contienen
los siete libros.
61
“De los 850 documentos de los que han hallado restos en Qumrán, unos 223
son copias de distintos libros del Antiguo Testamento; se hallan representados
casi todos los libros de la Biblia hebrea (menos Ester), y algunos
deuterocanónicos (Tobías, y Ben Sira o Eclesiástico)...
Como se sabe, la actual Biblia hebrea tiene como base un manuscrito de
Leningrado copiado el año 1008 D.C., y representa el texto consonántico
oficial rabínico (Texto Masorético), fijado con toda precisión en el siglo II d.
C., y transmitido sin variantes hasta nuestros días. Frente a él, los cristianos
de Oriente y los occidentales no reformados utilizaron habitualmente los
libros y el texto representados por la antigua versión griega de los LXX... Al
publicarse los primeros manuscritos bíblicos de Qumrán, en concreto, dos
rollos de Isaías encontrados en la cueva 1, se encontró que estos textos -mil
años más antiguos que los manuscritos medievales en que se basan las biblias
hebreas y anteriores a la unificación masorética.- eran prácticamente iguales
al texto conocido”.
Los documentos del Qumrán, ¿qué aportan al cristianismo, por Eulalio Fiestas
Le-Ngoc en Palabra, Octubre 1994, p. 71.
62
« Pero los hombres de Qumran no han dejado una declaración
indicando precisamente cuáles de los libros representados en su
biblioteca tenían categoría de sagrada escritura en su estimación, y
cuáles no. Un libro que establecía la regla de la comunidad para la
vida o la práctica litúrgica era sin duda considerado como autoridad,
del mismo modo que lo es (o lo era) el Libro de Oración Común en la
Iglesia de Inglaterra, pero esto no le daba status escritural.
...
Es probable, de hecho, que para comienzos de la era cristiana los
esenios (incluida la comunidad de Qumran) estuviesen en sustancial
acuerdo con los fariseos y los saduceos acerca de los límites de la
Escritura hebrea.
F.F. Bruce, The Canon of Scripture. Downers Grove: InterVarsity
Press, 1988, p. 39,40; negritas añadidas.
Los Padres conciliares (de Trento) sabían que los concilios africanos (Hipona,
Cártago) del siglo IV habían aceptado los libros deuterocanónicos; resulta
curioso, que Trento, al aceptar un canon más largo, parece haber conservado
un auténtico recuerdo de los primeros días del cristianismo, mientras que
otros grupos cristianos, en su reconocido intento de volver al cristianismo
primitivo, se decidieron por un canon judío más reducido que, si están en lo
cierto algunos investigadores protestantes como A.C. Sundberg y J.P. Lewis,
era una creación de época posterior".
¡Estos investigadores protestantes descubrieron que la Iglesia primitiva usaba
el rollo grande!
63
enterado de los hechos históricos, mucho menos de los resultados de
la erudición más reciente. Tengo para mí que los obispos tridentinos
obraron así porque no conocían otra cosa. La conclusión de los
eruditos protestantes que nombra (sin citar) no le hace justicia a las
enseñanzas de la vasta mayoría de los eruditos bíblicos que hasta el
mismo siglo XVI opinaron sobre el canon.
Cuando los autores del NT citan algo del AT, lo citan según la traducción
griega de los Setenta el 86% de las veces. Algunos hermanos admiten esto
pero tratan de decir que los siete libros eran "suplemento" del rollo grande, y
por eso Cristo y los apóstoles no los citaron. Pero los autores del NT no hacían
esta distinción. Citar el rollo era admitir que todo ello es inspirado. Si eran
falsos, agregarlos como "suplemento" hubiera sido hacer impuro todo el rollo
(y el culto en el cual se les utilizaba). Sabemos la reverencia de lo judíos hacia
las Sagradas Escrituras. Cuando Jesús entró en la sinagoga para leer del libro
(Lc 4, 6-17) hubiera sido un momento provechoso para decir que entre los
libros había siete que no eran inspirados.
Además, los siete sí son citados en la Tradición oral, como demuestran los
padres apostólicos. Y son citados directa o indirectamente en los siguientes:
64
Mt 6, 7 alude a Eclo 7, 14. Mt 6, 14 alude a Eclo 28, 2; Ro 1, 19-32 alude a Sab
de 12, 24 a 13, 9; Ef 6, 14 la idea está en Sab 5, 17-20, y Stg 1, 19 es
influenciado por Eclo 5, 13. 1 P 1, 6-7 se ve en Sab 3, 5-6. Compara Heb 1, 3 y
Sab 7, 26-27 1 Co 10, 9-10 con Jud 8, 24-25, 1 Co 6, 13 y Eclo 36, 20, etc. Es
importante recordar que los hermanos aceptan libros del AT que nunca son
citados en el NT como Rut, Eclesiastés, Cantares, y que ¡la Carta de Judas (vv.
14 y 9) cita a 1 Enoc y la “Asunción de Moisés”! ¿Por qué aceptar algunos
libros, pero no todos cuando fue la misma Iglesia que decidió aceptar toda la
Biblia de una vez como la tienen los católicos?
65
Es asimismo correcto que en el NT existen alusiones a libros
apócrifos/deuterocanónicos y a otros que no pertenecen al canon
católico (pseudoepigráficos, que los católicos llaman apócrifos). La
compilación más extensa que he podido hallar de estas alusiones,
¡treinta páginas! se encuentra en las pp. 190-219 de la obra de Craig
A. Evans, Noncanonical Writings and New Testament Interpretation
(Peabody: Hendrickson, 1992).
En resumen:
1. En el Nuevo Testamento se citan como Escritura el 80 % de los
libros canónicos (ó 90 % si se los cuenta como rollos) y 0 % de los
apócrifos/deuterocanónicos.
2. En el tiempo de Jesús el Antiguo Testamento no se reunía en un
libro, sino en rollos individuales con un solo libro o varios breves. Era
imposible escribir todo el Antiguo Testamento en un único rollo de
dimensiones manejables.
3. Romanos 3:1-2 y 9:1-5 enseña que las Escrituras del Antiguo Pacto
(los oráculos de Dios y las Promesas) les fueron confiadas a los judíos,
66
y que la infidelidad de algunos de ellos no invalidaba este hecho. Por
tanto, los cristianos debemos admitir el canon hebreo.
4. Los más antiguos códices cristianos (Alejandrino, Vaticano y
Sinaítico) difieren entre sí en cuanto a los apócrifos/deuterocanónicos
que incluyen, y además contienen libros que nunca fueron admitidos
como canónicos; por tanto la mera presencia de un libro apócrifo allí
no es prueba de su canonicidad.
5. La existencia de algunos apócrifos en la biblioteca del Mar Muerto
tampoco es prueba de un canon más amplio que el hebreo, por cuanto
no tenemos una lista esenia de libros canónicos y además había allí
muchos libros que no se encuentran en el canon católico.
6. Es cierto que Justino empleó la Septuaginta, pero llamativamente
no cita a los escritos apócrifos/deuterocanónicos.
7. El Nuevo Testamento contiene numerosas alusiones a los
apócrifos/deuterocanónicos, lo que demuestra que los apóstoles y sus
discípulos sí conocían estos libros. A pesar de ello, no los citan jamás
como Escritura.
Al fin y al cabo el debate sobre si los siete libros son apócrifos o no, es un
debate sobre cómo sabemos si ellos son inspirados. Y vimos que sin la Iglesia
no podemos saber esto. El católico sabe con certeza que la Biblia es inspirada
porque la Iglesia católica dijo que lo era, la última vez en el concilio de Trento.
67
la lista de libros canónicos del Antiguo Testamento de Hipona y
Cartago no coincide exactamente con la de Trento.
Los miembros de la Iglesia no sabemos que son inspirados por
nosotros mismos, sino por el testimonio del Espíritu Santo.
Esta Iglesia pronunció que TODOS los 73 libros que componen el Antiguo y
Nuevo Testamento son revelación.
68
Agustín. Otros deseaban trazar la línea de distinción aún más
exactamente, y formar tres clases, (1) los Libros Reconocidos, (2) los
Libros Disputados del Nuevo Testamento, como habiendo sido luego
generalmente recibidos, [y] (3) los Apócrifos del Antiguo Testamento.
Un tercer partido deseaba dar una mera lista, como la de Cartago, sin
ninguna definición adicional de la autoridad de los libros incluidos en
ella, de modo de dejar el asunto abierto todavía. Un cuarto partido,
influenciado por una falsa interpretación de las decretales papales
previas, insistió en la ratificación de todos los libros del canon
ampliado como de autoridad igualmente divina. La primera opinión
luego se fusionó con la segunda, y el 8 de marzo se confeccionaron
tres minutas comprendiendo las tres opiniones persistentes. Estas
fueron consideradas privadamente, y el 15 [de marzo] la tercera fue
aceptada por una mayoría de voces. El decreto en el cual fue
finalmente expresada fue publicada el 8 de abril, y por primera vez la
cuestión del contenido de la Biblia fue hecho un artículo absoluto de fe
y confirmado con un anatema.
Este decreto fatal, en el cual el Concilio, acosado por el miedo a los
críticos laicos y “gramáticos”, le dio un nuevo aspecto a toda la
cuestión del canon, fue ratificado por cincuenta y tres prelados, entre
los cuales no había ningún alemán, ningún estudioso distinguido por
su erudición histórica, ni uno que fuese apto mediante especial estudio
para el examen de un asunto en el cual la verdad solamente podría
ser determinada por la voz de la antigüedad. Cuán completamente
opuesta era la decisión al espíritu y la letra de los juicios originales de
las Iglesias griega y latina, cuánto difería en la igualación doctrinal de
los libros disputados y reconocidos del Antiguo Testamento con la
opinión tradicional del Occidente, cuán absolutamente sin precedentes
fue la conversión de un uso eclesiástico en un artículo de fe...”
Brooke Foss Westcott, The Bible in the Church, 3rd Ed. London-
Cambridge: Macmillan & co., 1870, p. 255-257.
69
Al condenar pocos días después de la muerte de Martín Lutero
(ocurrida el 18 de febrero de 1546) la doctrina de Sola Escritura, los
obispos de Trento creyeron transitar una vía segura. Se adherirían a la
decisión de Cartago, la cual había sido enviada a Roma para su
corroboración, aunque ésta nunca ocurrió de manera oficial. Empero,
más tarde el papa Inocente I, en una carta de 405 dirigida al obispo
de Tolosa, Exuperio, dio una lista idéntica a la de Cartago para el
Antiguo Testamento (ver # 96 en Enrique Denzinger, El Magisterio de
la Iglesia. Manual de los Símbolos, Definiciones y Declaraciones de la
Iglesia en Materia de Fe y Costumbres. Versión directa de los textos
originales de Daniel Ruiz Bueno. Barcelona: Herder, 1955, p. 37). Y
algún tiempo después la misma lista apareció en una serie de
Decretales atribuidas variablemente a los papas Dámaso (366-384),
Gelasio (492-496) u Hormisdas (514-523), que en realidad parecen
haber sido fruto de una compilación privada hecha en el siglo VI en
algún lugar de Italia. Además, en el Concilio de Florencia (Bula
Cantate Domino del 4 de febrero de 1442, Denzinger #706) había
impuesto la misma lista a los cristianos jacobitas. Al parecer, esto fue
suficiente para los obispos tridentinos. He aquí la declaración de
Trento sobre el canon del Antiguo Testamento:
Ahora bien, [el sacrosanto, ecuménico y universal Concilio de Trento]
creyó deber suyo escribir adjunto a este decreto un índice [o canon]
de los libros sagrados, para que a nadie pueda ocurrir duda sobre
cuáles son los que por el mismo Concilio son recibidos. Son los que a
continuación se escriben: del Antiguo Testamento, 5 de Moisés; a
saber: el Génesis, el Exodo, el Levítico, los Números y el
Deuteronomio; el de Josué, el de los Jueces, el de Rut, 4 de los Reyes,
2 de los Paralipómenos, 2 de Esdras (de los cuales el segundo se
llama de Nehemías), Tobías, Judit, Ester, Jod, el [i]Salterio de David,
de 150 salmos, las Parábolas, el Eclesiastés, Cantar de los Cantares,
la Sabiduría, el Eclesiástico, Isaías, Jeremías con Baruch, Ezequiel,
Daniel, 12 Profetas menores, a saber: Oseas, Joel, Amós, Abdías,
70
Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías,
Malaquías; 2 de los Macabeos: primero y segundo.
Denzinger #783-784; p. 223.
En efecto, hay que tener en cuenta que los obispos del norte de Africa
empleaban por aquella época la traducción de la Septuaginta conocida
como la Antigua Latina, o Itala. Como además por entonces los
71
códices de la Septuaginta incluían otros libros además de los
pertenecientes al canon hebreo, no es extraño que incluyesen aquéllos
entre los libros canónicos. Sin embargo, los dos libros de Esdras de
los que habla Cartago no son los mismos a los que se quiso dar
sanción canónica en Trento. Esto se explica por una diferencia
entre las versiones Antigua Latina y la Vulgata de Jerónimo.
Había en realidad cuatro libros atribuidos al sacerdote y escriba
Esdras. El autor católico Charles L. Souvay observa:
“No poca confusión surge de los títulos de estos libros. Esdras A [= 1
Esdras] de la Septuaginta es el 3 Esdras de San Jerónimo, mientras
que el Esdras B [= 2 Esdras] griego corresponde a 1 y 2 Esdras de la
Vulgata, los cuales estaban originalmente unidos en un libro. Los
escritores protestantes, de acuerdo con la Biblia de Ginebra, llaman 1
y 2 Esdras de la Vulgata respectivamente Esdras y Nehemías, y 3 y 4
Esdras de la Vulgata respectivamente 1 y 2 Esdras. Sería deseable
contar con una uniformidad de títulos.”
s.v. Esdras (Ezra) en The Catholic Encyclopedia, vol 5, 1909.
72
Hay que añadir que además de invalidar lo decidido en Cartago, en
Trento se contradijo de hecho además al papa Inocente I (y quizás a
otros) que se había adherido a la lista cartaginesa basada en la
Antigua Latina.
73
-La intercesión de los Santos para nosotros (2 Mac 15,13-14)
Y muchas otras cosas. ¿Por qué no pedir a Dios luz sobre este asunto
importante?
Habría que analizar cada uno de estos textos en su contexto para ver
si realmente apoyan lo que se dice. De momento, simplemente notaré
que la mayoría de las cosas que se mencionan ora son enseñadas en
otros textos, ora son doctrinas específicamente católicas, y de allí el
obvio interés en conservar estos libros dentro del canon. No se
trata de si son inspirados o no, sino si sirven para ser empleados como
textos de prueba para doctrinas que poseen escaso o nulo apoyo
en el canon hebreo o en el Nuevo Testamento.
Clemente, uno de los varios obispos que por entonces había en Roma,
hacia fines del siglo I escribió una extensa carta a los corintios.
74
Demuestra conocer muy bien tanto el Antiguo Testamento como los
escritos apostólicos. Cita de los Evangelios, las cartas de Pablo, de
Pedro y de Santiago. También Hebreos, epístola con la cual muestra
gran afinidad. Del Antiguo Testamento cita las tres divisiones, Ley,
Profetas y Salmos, estos últimos con mucha frecuencia. Sin embargo,
no cita ninguno los libros eclesiásticos si bien unas pocas alusiones
indican que conocía la Sabiduría de Salomón (hecho ya mencionado).
He aquí pues, un pastor romano del primer siglo que descuella
en su conocimiento de las Escrituras y que jamás cita los libros
eclesiásticos (apócrifos, deuterocanónicos) como Escritura.
Por su parte, Sabiduría 2:12 dice: “Tendamos lazos al justo que nos
fastidia, Se enfrenta a nuestro modo de obrar, Nos echa en cara faltas
contra la Ley Y nos culpa de faltas contra nuestra educación.”
Sin embargo, tanto Bernabé como Sabiduría parecen depender del
muy canónico Isaías: “¡Ay de ellos, porque han merecido su propio
mal! Decid al justo que bien, Que el fruto de sus manos comerá. ¡Ay
del malvado! Que le irá mal, que el mérito de sus manos se le dará.”
(Isaías 3:9-11, Biblia de Jerusalén)
75
Finalmente, Policarpo reproduce las palabras de Tobías 4:10 , “la
limosna libra de la muerte”, pero nuevamente sin citarlas como
Escritura.
En resumen:
1. Si se hubiese necesitado la autoridad infalible de la Iglesia Católica
Romana para conocer el canon del Antiguo Testamento, todo cristiano
hubiese permanecido en el error o al menos en la incertidumbre hasta
1546.
2. Tras algunas deliberaciones de unos pocos obispos, el Concilio de
Trento condenó de hecho los puntos de vista de Lutero sobre la
suficiencia de la Escritura y sobre el canon del Antiguo Testamento
(donde Lutero coincidía con San Jerónimo).
3. La posición oficial de la Iglesia Anglicana coincide con la de San
Jerónimo y Lutero.
4. En el Concilio de Trento se hizo del contenido preciso de la Biblia,
por primera vez en la historia de la Iglesia, un artículo de fe
obligatorio, sancionado con un anatema.
5. Sin embargo, por un grueso error, el Canon del Antiguo Testamento
sancionado en Trento dejó fuera del canon un libro (1 Esdras de la
Antigua Latina = 3 Esdras del Apéndice a la Vulgata) que había sido
declarado canónico por el Concilio de Cartago y por varios papas.
76
6. Una razón por la cual la Iglesia Católica defiende tan decididamente
los apócrifos/ deuterocanónicos es que cree hallar en ellos apoyo para
algunas de sus doctrinas peculiares.
7. Otra razón es que si se admite su autoridad para decidir el canon,
por fuerza habrá de admitirse su autoridad en otros asuntos.
8. Es cierto que los Padres Apostólicos conocían los Apócrifos, pero no
los citan como Escritura.
9. Otros fueron más amplios en la práctica, pero la mayoría admitió la
distinción entre libros canónicos (los del canon hebreo) y libros
eclesiásticos, de valor pero no al mismo nivel que aquéllos.
77
Cuestionario nº 2
a) 7
b) 8
c) 4
d) XII
e) XVI
f) XVII
8º Jerónimo subrayó que las adiciones a Ester, Daniel y Jeremías (el libro de
Baruc) no tenían lugar entre las ________ ____________
78
CAPITULO V
LA FORMACION DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO
PARTE I
Escrito por Fernando Saraví
Tomado de:
http://www.conocereislaverdad.org/elcanonbiblico.htm
Resumen
2. Introducción
3. En los inicios del cristianismo
4. Nuestro Nuevo Testamento
5. Testimonio de Pablo y Pedro
6. Los Padres Apostólicos
7. Progreso hacia la determinación del canon en el siglo II
7.1 Los apologistas griegos
7.2 El desafío de las herejías
7.3 La Iglesia responde a los herejes
8. Aproximación a un consenso en el siglo III
8.1 Tertuliano apela a argumentos legales
8.2 La amenaza del montanismo
8.3 Orígenes es la autoridad dominante en el siglo III
8.4 Cipriano brilla en Cartago
9. Se alcanza virtual unanimidad en el siglo IV
9.1 Eusebio resume la situación sobre el canon
9.2 Atanasio da la primera lista completa y exclusiva
9.3 Jerónimo y Agustín
10. La Reforma Protestante y el Concilio de Trento
10.1 La posición de Lutero
10.2 El Concilio de Trento ratifica el Nuevo Testamento
11. Apéndice: Los apócrifos del Nuevo Testamento
12. Bibliografía
79
12.1 Fuentes
12.2 Estudios y obras de referencia
1. Resumen
El canon del Nuevo Testamento es el conjunto exclusivo de libros
escritos por los Apóstoles de Jesucristo y sus colaboradores
inmediatos, que las iglesias cristianas han reconocido históricamente
como poseedores de una autoridad suprema en cuestiones de
doctrina y práctica, proveniente del hecho de haber sido inspirados
por Dios de manera singular.
80
y Filemón y las cartas primeras de Pedro y Juan formaban parte de
la colección.
81
admitieron el canon histórico y, en el Concilio de Trento, los católicos
hicieron lo mismo.
2. Introducción
El vocablo griego kanon significa “vara” o “caña”, y por extensión
regla o instrumento de medida. En sentido figurado, “norma”,
“modelo” o “principio”. Aplicado a las Sagradas Escrituras, se refiere a
su carácter de “regla de la fe”. Las Escrituras canónicas son aquéllas
reconocidas como inspiradas por Dios y por tanto normativas para los
cristianos. El canon de la Biblia es el conjunto de los libros reconocidos
como normativos por las iglesias, poseedores de una autoridad única y
vinculante para todos los cristianos.
82
(Herman Ridderbos, Historia de la salvación y Santa Escritura. La
autoridad del Nuevo Testamento. Traducción de Juan L. van der
Velde. Buenos Aires: Editorial Escaton, 1973, p. 54-55; cursivas
en el original).
No obstante, como veremos, el reconocimiento del canon no fue un
suceso instantáneo, producto de la decisión de una autoridad
centralizada, ni tampoco de un consenso formal como el proveniente
de una decisión conciliar.
83
predicaron el evangelio de la misma forma. Diversas circunstancias
llevaron a los apóstoles y algunos de sus colaboradores a poner por
escrito las enseñanzas del maestro.
Primero, la amplia región cubierta por Pablo durante sus viajes
misioneros hizo que debiera comunicarse por escrito con algunas de
las congregaciones que tenían problemas o planteaban dudas. Los
primeros libros del Nuevo Testamento en escribirse fueron
probablemente las epístolas a los gálatas y la primera a los
tesalonicenses. Otras epístolas, como las dirigidas por Pablo a los
romanos y a los efesios, fueron motivadas por el deseo de exponer
con claridad las creencias y prácticas cristianas.
84
El Evangelio de Marcos fue escrito hacia 65, unas tres décadas
después de la ascensión de Cristo. A este libro le siguieron los
Evangelios de Mateo y Lucas, que contienen casi todo el material
presente en Marcos, más otros de una posible fuente tradicional
compartida, quizás escrita, que no se ha conservado.
85
Otros escritos del Nuevo Testamento, como las epístolas de Pedro y
la carta a los Hebreos, probablemente datan de la misma época. El
Evangelio de Juan, las cartas atribuidas a este apóstol y el Apocalipsis
se habrían escrito hacia fines del mismo siglo I.
86
aquéllas del Antiguo Testamento - aparece ya en libros que habrían de
formar parte del canon del Nuevo Testamento. En 1 Timoteo 5:18
leemos:
Porque la Escritura dice: No pondrás bozal al buey
que trilla. Y: Digno es el obrero de su salario.
87
Con este nombre se conoce hoy a los autores cristianos de fines del
siglo I y principios del siguiente, que representan el testimonio escrito
más antiguo luego del propio Nuevo Testamento. Entre ellos se
incluyen Clemente de Roma, Ignacio de Antioquia, Papías de
Hierápolis, Policarpo de Esmirna, y los autores de la Didajé y la
Epístola de Bernabé. Sobre el conjunto de autores de esta era, en
realidad post-apostólica, observa Wescott:
88
Clemente de Roma fue un obispo que hacia 96 escribió una
extensa carta a la Iglesia de Corinto, a raíz de algunos disturbios que
allí se habían producido. Del texto se infiere que Clemente consideraba
Escritura al Antiguo Testamento. Pone las palabras de Jesús en un
nivel de autoridad no inferior al de los profetas, aunque no las cita
como Escritura. También conoce, cita y alude a las epístolas de Pablo,
en particular Romanos, Gálatas, Efesios y Filipenses, como dotadas de
autoridad, aunque de nuevo, sin llamarlas Escritura. Otro tanto ocurre
con Hebreos, epístola que influyó mucho en Clemente (ver
especialmente 36:2-5; cf. Hebreos 1:1-3). Un sermón destinado a
inculcar la santidad de vida es conocido como la Segunda epístola
de Clemente pero no pertenece al obispo romano y es datada a
mediados del segundo siglo. Muestra conocer los Evangelios de Mateo
y Lucas, 1 Corintios y Efesios, pero su uso libre de estos junto con
palabras de Jesús que no aparecen en los Evangelios sugiere la
ausencia de una clara noción de canonicidad.
89
En otra carta, dice que no se estima a sí mismo tanto que pretenda
darles “mandatos como si fuera un apóstol” (Tralianos III:3).
Meztger presenta el siguiente resumen sobre la posición de este
obispo de Antioquía:
90
del Señor. En los fragmentos conservados hay una defensa de la
autoridad de los Evangelios de Mateo y Marcos, aunque sin ninguna
idea clara de canonicidad.
91
de la verdad; y ausente luego, os escribió cartas, con cuya
lectura, si sabéis ahondar en ellas, podréis edificaros en orden a
la fe que os ha sido dada. Esa fe es madre de todos nosotros, a
condición que la acompañe la esperanza y la preceda la
caridad...
(Carta de Policarpo a los filipenses, III:1-3. Traducción de Daniel
Ruiz Bueno, Padres Apostólicos. Edición bilingüe completa, 4ª
Edición. Madrid: BAC, 1979, p. 663; negritas añadidas).
92
(F. F. Bruce, The Canon of Scripture. Downers Grove:
InterVarsity Press, 1988, p. 123).
93
Apocalipsis pero muchos orientales no. Con Hebreos ocurría al revés:
los orientales la aceptaban pero no los occidentales. Por su parte, las
cartas pastorales (1 y 2 Timoteo, Tito) tampoco eran universalmente
admitidas, y puede que no fueran conocidas en algunas iglesias.
94
Justino menciona los “Recuerdos de los apóstoles” o simplemente “los
Recuerdos” (tois genomenois). Hablando de la Eucaristía dice:
95
7.2 El desafío de las herejías
Un factor que influyó en el establecimiento del canon fue la aparición
de herejías que pretendían redefinir la fe cristiana. Dos de las más
influyentes hacia la mitad del siglo II fueron lideradas por Marción y
Valentín.
96
La iglesia antigua reconoció de inmediato los emprendimientos de
Valentín y Marción como las innovaciones que eran, el primero
principalmente por sus doctrinas ajenas a las creencias y prácticas
básicas de las iglesias apostólicas y el segundo por su intento radical
de fijar un canon en extremo restringido.
97
Testamento; faltan las dos cartas de Pedro, Santiago, una carta de
Juan (¿la tercera?) y Hebreos.
98
presentaba por primera vez una filosofía cristiana de la historia y
constituyó a Ireneo en “el principal vocero de la respuesta católica al
gnosticismo y otras desviaciones del siglo II” (Bruce). Los gnósticos
pretendían ser los auténticos preservadores de las enseñanzas de
Jesús, las cuales habrían sido transmitidas secretamente a discípulos
considerados dignos. En contra de esta concepción esotérica del
cristianismo, Ireneo sostuvo que la auténtica tradición apostólica se
hallaba viva y manifiesta en todas las iglesias fundadas por los
apóstoles, en las cuales existía una sucesión ininterrumpida de
obispos.
99
de Dios [Apocalipsis 4:7]: «El primer ser viviente, dice [el
escritor sagrado], se asemeja a un león», para caracterizar su
actividad como dominador y rey; «el segundo es semejante a un
becerro», para indicar su orientación sacerdotal y sacrificial; «el
tercero tiene cara de hombre» para describir su manifestación al
venir en su ser humano; «el cuarto es semejante a un águila en
vuelo», signo del Espíritu que hace sobrevolar su gracia sobre la
Iglesia.
(Ireneo de Lyon, Adversus omnes Haereses III, 11:8; negritas
añadidas).
http://www.multimedios.org/docs/d001092/p000021.htm#h31
100
apostólicos que consideraba como iguales al Antiguo Testamento
en significación. Su principio de canonicidad era doble: la
apostolicidad de los escritos y el testimonio a la tradición
mantenida en las iglesias.
(Bruce M. Metzger, The Canon of the New Testament. Its origin,
development, and significance. Oxford: Clarendon Press, 1987,
p. 155-156).
101
básicamente en que los herejes no pueden apelar a las Escrituras,
simplemente porque no les pertenecen a ellos.
... éste es el punto al que queríamos llegar (...) para poner hoy
fin a la lucha a la que nos invitan nuestros adversarios. Se arman
con las Escrituras (...) fatigan a los fuertes, triunfan de los
débiles y siembran inquietud en el corazón de los indecisos. Por
esto tomamos esta decisión contra ellos antes de dar ningún otro
paso: negarles el derecho a discutir sobre las Escrituras. Este es
su arsenal; pero antes de sacar armas de él hay que examinar a
quién pertenecen las Escrituras, a fin de que no pueda usarlas
nadie que no tenga derecho a ellas.
(Tertuliano, La prescripción de los herejes, 15. Texto según J.
Quasten, Patrología I. Hasta el Concilio de Nicea. Versión
española de Ignacio Oñatibia. Madrid: BAC, 1978, p. 569).
102
CAPITULO VI
LA FORMACION DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO.
PARTE II
Escrito por Fernando Saraví
Tomado de:
http://www.conocereislaverdad.org/elcanonbiblico.htm
103
literatura apocalíptica, incluido el Apocalipsis de Juan (defendido,
como vimos, por Hipólito).
104
donde fundó una famosa escuela. Orígenes fue un autor
extraordinariamente prolífico (se dice que dictaba a varios escribas a
la vez) pero lamentablemente muy poco de su amplia producción ha
sobrevivido. Comentó virtualmente toda la Biblia en su predicación, en
notas breves y en comentarios extensos y detallados. Se ha escrito de
él:
Orígenes fue esencialmente un erudito bíblico cuyo pensamiento
se nutría en la Escritura, cuya inspiración e integridad defendió
contra los marcionitas. Reconocía un triple sentido –literal, moral
y alegórico- de los cuales prefería el tercero.
(F. L. Cross, Editor, The Oxford Dictionary of the Christian
Church. London: Oxford University Press, 1958, p. 992, s.v.
Origen).
105
epístolas de Pablo, como también Hechos, 1 Pedro, 1 Juan, Judas
y Apocalipsis, pero expresó reservas concernientes a Santiago, 2
Pedro, y 2 y 3 Juan. En otras ocasiones Orígenes, como
Clemente antes que él, acepta como evidencia cristiana cualquier
material que halla convincente o atractivo, incluso designando a
veces como “divinamente inspirados” tales escritos.
(Bruce M. Metzger, The Canon of the New Testament. Its origin,
development, and significance. Oxford: Clarendon Press, 1987,
p. 141).
106
sobre el Evangelio según Mateo que es muy breve, pero está “llena
con las saludables palabras de la gracia celestial”. Menos clara es su
posición sobre la carta de Santiago. No obstante, en sermón sobre la
caída de Jericó, menciona virtualmente todos los libros del Nuevo
Testamento -incluida la carta de Santiago - como las “trompetas de
los Apóstoles enviados por Cristo”.
107
cosas fueran dichas y oídas mediante sus siervos, los profetas, pero
¡cuánto mayores son aquellas habladas por el Hijo!”
108
muchos paganos, se promulgó en 311 el edicto de tolerancia de
Galerio.
...los emperadores otorgan perdón y permiten «que haya de
nuevo cristianos y celebren sus reuniones religiosas, a condición
de que no maquinen nada contra el orden público». Se promete
un nuevo rescripto a los gobernadores, en el que se les darán
instrucciones más concretas sobre la ejecución del edicto. A los
cristianos se les manda que rueguen a su dios por el bien del
emperador, del Estado y del suyo propio.
(Karl Baus, De la Iglesia primitiva a los comienzos de la gran
Iglesia. En Hubert Jedin, Director: Manual de historia de la
Iglesia. Traducción castellana de Daniel Ruiz Bueno. Barcelona:
Editorial Herder, 1980, 1:568).
109
Y después de éste hay que poner en la lista las Cartas de Pablo.
Luego se ha de dar por cierta la llamada I de Juan, como
también la de Pedro. Después de éstas, si parece bien, puede
colocarse el Apocalipsis de Juan, acerca del cual expondremos
oportunamente lo que de él se piensa. Estos son los que están
entre los admitidos.
110
Evangelios de Pedro, de Tomás, de Matías o incluso de algún otro
distinto de éstos, o bien de los Hechos de Andrés, de Juan y de
otros apóstoles. Jamás uno solo entre los escritores ortodoxos
juzgó digno el hacer mención de estos libros en sus escritos.
Pero es que la misma índole de la frase difiere enormemente del
estilo de los apóstoles, y el pensamiento y la intención de lo que
en ellos se contiene desentona todavía más de la verdadera
ortodoxia: claramente demuestran ser engendros de herejes. De
ahí que ni siquiera deben ser colocados entre los espurios, sino
que debemos rechazarlos como enteramente absurdos e impíos.
(Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, III, 25:1-7. Versión de
Argimiro Velasco Delgado. Madrid: BAC, 1973, 1:165-166).
111
La probable razón de esta extraña actitud es que Eusebio sabía que
el Apocalipsis era de hecho generalmente aceptado, pero él mismo
tenía reservas sobre el libro, por ser adversario del milenarismo.
112
toda probabilidad las copias contenían los 27 libros que reconocemos
como canónicos hasta hoy, y posiblemente en el mismo orden que en
las Biblias modernas. Tal vez Eusebio hubiera estado inclinado a
omitir el Apocalipsis, pero es difícil creer que se atreviera, conociendo
el aprecio que el emperador tenía por este libro, que por lo demás era
generalmente aceptado por la mayoría.
Cabe notar que Constantino no tuvo ninguna influencia directa en
determinar cuáles Escrituras eran canónicas, sino que se limitó a
solicitar copias, sin dar la menor instrucción sobre qué libros debían
contener o cuáles omitirse. Bruce observa que si, como parece, las 50
copias contenían de hecho los 27 libros, esto “hubiera provisto un
ímpetu considerable hacia la aceptación del ahora familiar canon del
Nuevo Testamento”. Evidentemente, el empleo de una edición tal en
las Iglesias de Constantinopla favorecerían la admisión general de los
libros aceptados hasta hoy.
113
Judas. A continuación hay catorce epístolas del Apóstol Pablo,
escritas en orden como sigue: Primero a los romanos, entonces
dos a los corintios, y después de éstas a los Gálatas y luego a los
efesios; entonces a los filipenses; luego a los colosenses y dos a
los tesalonicenses y aquélla a los hebreos. Luego hay dos a
Timoteo, una a Tito y la última a Filemón. Además, el Apocalipsis
de Juan.
(Atanasio, Carta Pascual 39. En Philip Schaff y Henry Wace,
Editors: A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers of
the Christian Church, Second Series [1891]. Grand Rapids: Wm.
B. Eerdmans, Reimpresión, 1991; 4:551).
114
vez que nos damos cuenta de que su autor es Lucas, el médico
cuya alabanza está en el evangelio, veremos que todas sus
palabras son medicinas para el alma enferma. Los apóstoles
Santiago, Pedro, Juan y Judas produjeron siete epístolas, a la vez
espirituales y concisas.
El Apocalipsis de Juan tiene tantos misterios como palabras. Al
decir esto, he dicho menos de lo que el libro merece ...
(Jerónimo, Carta LIII. En Philip Schaff y Henry Wace, Editors: A
Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian
Church, Second Series [1892]. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans,
Reimpresión, 1991; 6:101-102).
115
caso la autoridad de ambos lados debe ser considerada como
igual.
(...)
116
De hecho, los obispos de Roma no llevaron la voz cantante en el
tema del canon, ni mucho menos. Aunque según el testimonio de
Eusebio hacia principios del siglo IV el consenso final estaba próximo,
fue fundamental la intervención de los obispos africanos, primero
Atanasio y luego Agustín, bajo cuya influencia los sínodos de Hipona
(393) y el III y VI de Cartago, respectivamente de 397 y 419,
determinaron los límites del canon.
117
A veces se menciona una lista atribuida al papa Dámaso,
supuestamente de 382 y por tanto apenas posterior a la de Atanasio.
Es posible, pero en todo caso tal lista de hecho no puso fin a las
diferencias. Además, la misma lista, conservada en un documento
italiano (no de Roma) de principios del siglo VI llamado Decreto
Gelasiano, se atribuye variablemente también a los obispos romanos
Gelasio (492-496) u Hormisdas (514-523).
118
Hay que recordar que esta posición de considerar una jerarquía
dentro de los escritos canónicos (un “canon dentro del canon”) era
también sostenida por algunos eruditos católicos, como el dominico
Tomás de Vío (“Cayetano”, 1469-1534) sin que nadie les calumniase.
Por otra parte, la mayoría de los demás reformadores, incluido
Calvino, así como las grandes confesiones protestantes, admitieron sin
discusión los 27 libros del Nuevo Testamento.
Dado que los libros sagrados tienen una autoridad intrínseca que
proviene de su Autor, su carácter canónico no depende de la sanción
119
humana en general, ni eclesiástica en particular. La Iglesia católica
antigua (de la cual por entonces era parte la Iglesia de Roma) no
decidió ni decretó el canon, sino que lo discernió o reconoció, y a
continuación lo confesó y proclamó.
Estos libros, que fueron tenidos en gran estima por ciertos grupos
marginales pero que nunca fueron recibidos como auténticos por el
conjunto de las iglesias antiguas, se denominan apócrifos del Nuevo
Testamento.
120
Desde el punto de vista de quienes aprobaban estos escritos,
ellos estaban “ocultos” o retirados del uso común porque eran
considerados como conteniendo conocimiento misterioso o
esotérico, demasiado profundo para ser comunicado a nadie,
excepto los iniciados. Desde otro punto de vista, sin embargo, se
juzgaba que tales libros merecían ser “ocultados” porque eran
espurios o heréticos. Así, el término tuvo originalmente una
significación honorable así como una peyorativa,
dependiente de quién hiciera uso de la palabra.
(Bruce M. Metzger, The Canon of the New Testament. Its origin,
development, and significance. Oxford: Clarendon Press, 1987,
p. 165; negritas añadidas).
121
contraste, el hecho de que los cuatro Evangelios canónicos sean
anónimos, y que sólo dos de ellos (Mateo y Juan) se hayan atribuido
tradicionalmente a Apóstoles, no fue obstáculo para su pronto
reconocimiento de su autoridad apostólica y su inspiración divina.
Algunos de los apócrifos se han perdido, y hoy conocemos su
existencia por referencias en la literatura cristiana primitiva. En su
edición de 1924 de los apócrifos del Nuevo Testamento, Montague
Rodhes James hizo las siguientes acertadas observaciones acerca de
estos libros:
122
por la sabiduría de los eruditos de Alejandría, Antioquia y Roma
(...)
123
De Nag-Hammadi (gnósticos)
De Juan (apócrifo) De Pedro
De la verdad (Valentín) Predicación de
De Tomás Pedro
De Felipe
De María Magdalena
124
Brown sostiene, a través de un ficticio historiador miembro de la
Royal Society británica, cosas como las siguientes.
En el concilio de Nicea, convocado por Constantino, “se debatió y
se votó sobre (...) la divinidad de Jesús (...) hasta ese momento
de la historia, Jesús era, para sus seguidores, un profeta
mortal ... un hombre grande y poderoso, pero un hombre, un ser
mortal (...) Al proclamar oficialmente a Jesús como Hijo de Dios,
Constantino lo convirtió en una divinidad...” (p. 290).
125
La verdad es que ningún documento cristiano antiguo, canónico o
apócrifo, considera a Jesús como exclusivamente humano. Hay, sí,
documentos gnósticos que pretendían separar lo humano y lo divino
en Jesucristo, considerando que un espíritu superior, el Cristo, moró
transitoriamente en el hombre Jesús; pero al contrario de lo afirmado,
exaltaban lo divino y rebajaban lo humano.
126
Por lo demás, los cristianos, que pocos años antes habían mostrado
su veneración por las Escrituras negándose a entregarlas incluso al
precio de su propia vida, no hubieran admitido cambios de los cuales
no hay el menor rastro en la historia. Finalmente, hay que notar que
los Evangelios canónicos sí enseñan claramente la humanidad de
Cristo. Sobre su divinidad no son tan claros, con excepción del
Evangelio de Juan. La situación es exactamente opuesta a la que
presenta Brown.
127
son traducciones del griego. Los más antiguos de estos escritos datan
de mediados del siglo II y no provienen de un ambiente palestino, de
modo que están cronológica, geográfica y culturalmente muy alejados
de los hechos de la vida de Jesús.
12. Bibliografía
12.1 Fuentes
Denzinger, Enrique. El magisterio de la Iglesia. Manual de los
símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y
128
costumbres. Versión de Daniel Ruiz Bueno. Barcelona: Editorial
Herder, 1963.
Elliott, J.K. The Apocryphal New Testament. A collection of Apocryphal
Christian Literature in an English Translation. Oxford: Clarendon Press,
1993.
Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica (2 Vol.). Versión,
introducción y notas de Argimiro Velasco Delgado. Madrid: BAC, 1973.
Roberts, Alexander; Donaldson, James. The Ante-Nicene Fathers.
Translations of the writings of the Fathers down to A.D. 325 [1884]
(10 Vol.). Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, Reimpresión, 1993.
Ruiz Bueno, Daniel. Padres Apologetas Griegos (s. II), 2ª Edición.
Madrid: BAC, 1979
Ruiz Bueno, Daniel. Padres Apostólicos. Edición bilingüe completa, 4ª
Edición. Madrid: BAC, 1979.
Santos Otero, Aurelio de. Los evangelios apócrifos. Edición crítica y
bilingüe. 3ª Edición. Madrid:BAC, 1979 (hay una edición más actual).
Philip Schaff (Editor). A Select Library of Nicene and Post-Nicene
Fathers of the Christian Church, First Series [1886] (14 Vol.). Grand
Rapids: Wm. B. Eerdmans, Reimpresión, 1993.
Schaff, Philip; Wace, Henry (Editors): A Select Library of Nicene and
Post-Nicene Fathers of the Christian Church, Second Series [1891] (14
Vol.). Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, Reimpresión, 1991.
En la Internet puede encontrarse abundante material, aunque de
calidad diversa. Una de las páginas más completas, con vínculos a
muchas otras, es http://escrituras.tripod.com
129
Bruce, F.F. ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?.
Traducción española de Daniel Hall. Miami: Editorial Caribe, 1972.
Bruce, F. F. The Canon of Scripture. Downers Grove: InterVarsity
Press, 1988.
Comfort, Philip Wesley (Editor). The Origin of the Bible. Wheaton:
Tyndale House Publishers, 1992.
Cross, F. L. (Editor). The Oxford Dictionary of the Christian Church.
London: Oxford University Press, 1958.
Di Berardino, Angelo (Director). Patrología III. Versión española de J.
M. Guirau. Madrid: BAC, 1981.
Enciclopedia Católica. Versión en español de The Catholic
Encyclopedia, dirigida por Charles G. Herbermann (1907).
http://www.enciclopediacatolica.com
George, Augustin y Grelot, Pierre (Directores). Introducción crítica al
Nuevo Testamento (2 vol.). Traducción de Marciano Villanueva.
Barcelona: Editorial Herder, 1983.
Jedin, Hubert (Director). Manual de historia de la Iglesia, Tomo 1.
Versión de Daniel Ruiz Bueno. Barcelona: Editorial Herder, 1980.
Metzger, Bruce M. The Canon of the New Testament. Its origin,
development, and significance. Oxford: Clarendon Press, 1987.
Quasten, Johannes. Patrología, 3ª Ed. (2 Vol.). Versión española de
Ignacio Oñatibia. Madrid: BAC, 1977, 1978.
Ridderbos, Herman. Historia de la salvación y Santa Escritura. La
autoridad del Nuevo Testamento. Traducción de Juan L. van der Velde.
Buenos Aires: Editorial Escaton, 1973.
Trebolle Barrera, Julio. La Biblia judía y la Biblia cristiana. Introducción
a la historia de la Biblia. Madrid: Trotta, 1993.
Wescott, Brooke Foss. The Bible in the Church. 3rd Ed. London &
Cambridge: Macmillan & Co., 1870.
Cuestionario nº 3
130
1º El canon del Nuevo Testamento es el conjunto exclusivo de libros escritos
por los _________ de Jesucristo y sus _________________ inmediatos
a) Ireneo.
b) Taciano el Sirio.
c) Policarpo de Esmirna.
9º En Ireneo tenemos evidencia de que para el año 180, era conocido que en
el sur de Francia se conocía un Nuevo Testamento de aproximadamente
veintidós libros. Verdadero o falso
10º Aunque no existe una lista de libros canónicos en las obras del prolífico
Hipólito de Roma que han llegado a nosotros, de sus escritos conservados
se desprende que admitía un canon esencialmente similar al de Muratori.
Verdadero o Falso.
131
CAPITULO VII
LOS LIBROS APOCRIFOS
Escrito por Domingo Fernández Suárez
Tomado de:
http://centraldesermones.com/estudios/e27.htm
132
I. ¿Cómo llegaron estos libros a formar parte de la Vulgata?.
De las antiguas versiones de la Biblia, la más notable es la llamada
"septuaginta", o versión de los 70. Se le llamó así porque se cree que fue
traducida del Hebreo al Griego, por 70 hombres, los que según H.B. Pratt,
autor de la Versión Moderna, eran todos judíos Egipcios. Estos 70
realizaron su trabajo con el apoyo del rey Egipcio Tolomeo Filadelfo, que
reinó de 285 a 247, antes de Cristo.
Según otros, los 70 emprendieron por encargo directo del rey Tolomeo,
gran admirador de las letras y fundador de la gran biblioteca de
Alejandría, con el propósito de tener en ella una versión de los libros
hebreos de la época. Esta opinión parece ser la más fuerte.
Sea cual fuere el motivo que movió a los 70, lo cierto es que ellos
tradujeron al griego más libros que los que eran considerados como
inspirados por los judíos de Palestina; y con el tiempo esta versión griega
llegó a tener añadidos 15 libros, llamados apócrifos cuyos nombres damos
a continuación.
3 Libros (1,2 y 3) Los Macabeos.
2 Libros 3 y 4 de Esdras
1 Libro Tobías
1 Libro Judith
1 Libro Baruc
1 Libro La Sabiduría
1 Libro El Eclesiástico
1 Libro La oración de Manasés
1 Libro La Epístola de Jeremías
1 Libro Enoc
133
1 Libro Los Jubileos
1 Libro La ascensión de Isaías
Algunos de estos libros fueron escritos muchos años después de Tolomeo
Filadelfo, por ejemplo Los Macabeos y Enoc.
134
Hay fundadas razones para creer que los apóstoles usaron la versión de
los 70. De las 280 citas o referencias, que del Antiguo Testamento, se
hallan en el Nuevo, 265 concuerdan mejor con el texto griego de la
Septuaginta que con el texto original hebreo. Pero es un hecho
sintomático notable que si los apóstoles usaron dicha versión no han
citado ni una palabra de un libro Apócrifo. El primer escritor que citó un
libro apócrifo fue Ireneo, el año de 180 de nuestra Era.
Hacia el año 150, un judío del Ponto (Asia Menor), llamado Aquila, hizo
una traducción, servilmente literal del texto hebreo; para oponerse a la
septuaginta. Esta versión de Aquila, se usaba el año 177, y fue la versión
oficial de los judíos que hablaban el griego, en todas las colonias. Los
cristianos respondieron, primero , con la revisión de la septuaginta, por
Teodosio, un cristiano Ebionita, allá por el año 185 y más tarde con una
excelente traducción del hebreo, llevada a cabo por Símaco, mas o
menos el año 200 y cuyo trabajo se conoce como la "versión de Simaco".
135
que varios de los llamados padres de la Iglesia, estudiasen a fondo la
cuestión de los "apócrifos", llegando a la conclusión de que efectivamente
no eran inspirados y que se les podía dar más crédito que el que debía
recibir un libro devocional o histórico cualquiera.
Antes del año 400, se habían dado a los menos 10 catálogos, o listas de
los libros considerados inspirados, y en ninguno se encuentran los libros
apócrifos. Las listas son de:
Melitón de Sardis año 177.
Orígenes año 230
Atanasio año 326
136
Cirilo año 348
Hilario de Poictiers año 358
El sínodo de Laoidicea año 363
Gregorio Nacianceno año 370
Anfiloquío año 395
Jerónimo año 395
En cuanto a los apócrifos San Jerónimo no los pudo traducir del hebreo,
porque no se conocían sus originales y la mayoría ni siquiera fueron
escritos en hebreo. Jerónimo lo que hizo, con una o dos posibles
excepciones, fue copiarlos de la Antigua Vulgata, aunque él no creía que
eran inspirados, como veremos.
137
primero de los seis capítulos añadidos al libro, hay otra nota de San
Jerónimo que dice: "Este era el principio del libro de Esther, en la edición
Vulgata; pero no se halla ni en el hebreo, ni en ninguno de los otros
traductores".
En la introducción del libro apócrifo de Tobías, dice la nota, que hoy tiene
la Vulgata, versión castellana de Torres Amat: "como en el antiguo canon
de los libros sagrados, que tenían los judíos, no se comprendían sino los
libros santos escritos en hebreo y esta historia fue escrita en lengua
caldea; por eso no estaba este libro en el antiguo catálogo que de las
Santas Escrituras tenían los judíos".
En la nota general introductoria del libro de Esther, dice así: "San
Jerónimo tuvo por dudosos los últimos seis capítulos, por no haberlos
hallado en el texto hebreo; y hasta el papa Sixto V siguieron muchos
católicos esta opinión".
¿Qué opinión?, la de no aceptar como inspirados los apócrifos. En la
nota introductoria a Daniel, dice la edición vulgata actual (versión
castellana de Torres Amat): "Algunos escritores manifestaron dudar de la
autenticidad de tres partes de este libro...porque estas tres partes no se
hallan en el texto hebreo".
138
siguiente: "San Jerónimo, en su Apología contra Rufino, libro segundo,
refiere que los judíos, tenían el contenido de estos capítulos como fábula
rabínica". Y el mismo Du-Clot, añade: "San Jerónimo y algunos otros han
dudado sobre estos dos capítulos (13 y 14) de Daniel".
139
Téngase en cuenta también la nota antes citada, tomada de la
introducción al libro de Esther, en la actual Vulgata, versión castellana de
Torres Amat, donde dice: "Hasta el papa Sixto V, siguieron muchos
católicos esta opinión", de San Jerónimo contra los apócrifos.
El ya citado Abate Du-Clot, en su libro página 468, hablando del libro de
Tobías dice: "Este libro no se halla en el canon de los judíos..., mas no
por eso dejan ellos de respetarlo como historia".
Notadlo bien; es un católico el que dijo esto. Para los Cristianos sigue
siendo una historia nada más.
¿COMO ENTONCES FUERON ADMITIDOS POR LA IGLESIA ROMANA?.
Esto prueba de una vez para siempre que hasta aquella fecha no eran
considerados como inspirados, porque si lo fuesen, ¿a qué discutir de
nuevo el asunto? ¿Porqué el concilio no dio su aprobación a los 39, por
todos aceptados como inspirados?. Sencillamente no era necesario
aprobar en 1545, lo que ya estaba aprobado desde muchos siglos antes.
140
Trento; entonces yo pregunto: ¿Porqué el concilio rechazó tres de los 10
libros?. Porque efectivamente el concilio rechazó el 3 y 4 de Esdras y la
oración de Manasés.
141
Llamo aquí la atención a una cita anteriormente hecha y que vamos a
repetir. En la introducción, que la versión de Torres Amat, tiene al libro de
Esther, dice: "San Jerónimo tuvo por dudosos los seis últimos capítulos
por no haberlos hallado en el texto hebreo; y hasta Sisto V, siguieron
muchos católicos esta opinión". Ahora bien, Sixto V, fue papa después del
concilio de Trento, o sea, de 1585 a 1590. Así este papa y con él la
mayoría de los católicos se colocaron bajo los anatemas del concilio, al
dudar de sus decisiones. Además, ¿Era Sixto V infalible? Si lo era, el
concilio de Trento se equivocó, al sancionar las partes apócrifas del
Antiguo Testamento, partes que el papa no aceptaba.
Con esto está de acuerdo la siguiente cita que tomamos de la página 25,
del librito católico antes citado, titulado "¿Qué es la Biblia?", Por M.
Charles que dice: "La diferencia entre las versiones católicas y las
protestantes, proviene de siete libros del Antiguo Testamento, cuyos
originales no conocemos en hebreo, sino solamente de acuerdo con la
Biblia de Alejandría. A fin de aclarar el puesto que ocupan los libros que
los católicos llaman deuterocanónicos y los protestante apócrifos,
relataremos la historia de esta traducción".
142
católicos les llaman a los 66 libros, sobre los que no hay dudas,
"canónicos", y a los siete restantes "deuterocanónicos".
Esto es muy importante. Pero yo digo: o son inspirados, o no lo son. Si
son inspirados, ¿Porqué los mismos católicos romanos los consideran
inferiores a los 66 restantes? Y si no son inspirados, los católicos romanos
tienen desde 1545, una Biblia adulterada, con el agravante de que han
sancionado oficialmente tal adulterio.
Tobías
Ya hemos dicho que el libro de Tobías, no figuró nunca en el Canon de los
libros inspirados. Este libro contiene doctrinas puramente paganas.
En el capítulo 4: verso 11, dice así: "Por cuanto la limosna libra de todo
pecado y de la muerte".
En el versículo 18, del mismo capítulo dice: "pon tu pan y tu vino sobre la
sepultura del justo".
En el capítulo 6 y verso 8, dice: "Respondió el Angel (a Tobías), y le dijo:
Si pusieres sobre las brasas un pedacito del corazón del pez, su humo
ahuyenta a todo género de demonios".
En el capítulo 12 verso 9, dice así: "Porque la limosna libra de la muerte y
es la que purga los pecados y alcanza la misericordia y la vida eterna".
En los cuatro versículos que hemos copiado tenemos tres doctrinas a cuál
más pagana:
Primera: La idea de la salvación, por medio de obras de caridad;
practicada por todos los pueblos paganos y rechazada completamente por
la palabra de Dios. Véase Hebreos 9:22 y Juan 3:14-19.
Segunda: La costumbre de poner comida a los muertos y a ciertos ídolos,
era práctica corriente entre los Egipcios y los Caldeos y otros pueblos;
pero es contraria a la palabra de Dios.
143
Tercera: Creer que el corazón de un pez ahuyenta a los demonios es una
de las tantas hechicerías y supersticiones, que todos los paganos
practicaban. Pero la Biblia condena y prohíbe estas cosas, véase
Deuteronomio 18:10-14.
En el Capítulo 12:15, Tobías le pregunta a un joven que se le presenta:
"¿Quién eres tú?". A lo que el joven responde: "Yo soy Azaría, hijo de
Ananías el grande." Sin embargo, dice Tobías que era el "Angel Rafael".
Según lo cual, el ángel dijo una mentira.
¿Es posible aceptar la inspiración de un tal libro?.
Judith
El propio Abate Du-Clot, reconoce que el libro presenta contradicciones
imposibles de explicar y que él atribuye a errores de los copiantes. En el
capítulo 1, verso cinco dice: "Nabucodonosor rey de los Asirios reinaba en
la gran ciudad de Nínive". Todo el mundo sabe que que Nabucodonosor
no fue rey de los Asirios, sino de los Caldeos. No reinó en Nínive sino en
Babilonia (Daniel 4.30), y según la historia, Nabopalasar, su padre, aliado
con Ciaxares rey de los Medos, "atacó y destruyó a Nínive Capital de
Asiria", y esto antes de ser rey Nabucodonosor.
La Vulgata, versión de Torres Amat, tiene una nota en este versículo que
dice así: "Todo lo que sigue tomado a la letra parece no dejar lugar para
excusar a Judith, de ficción o mentira". Cuando las propias autoridades de
144
la iglesia católica romana reconocen que Judith, parece ser una
mentirosa, nosotros no tenemos nada más que añadir.
En el capítulo 13, verso 30, Judith recibe adoración y no la rechaza, como
hizo Pedro, en Hechos 10:25. La prueba interna es desastrosa para la
inspiración del libro.
Esther
Al empezar el capítulo 15, tiene una nota de San Jerónimo que dice
"también hallé estas adiciones en la Vulgata". Exactamente, adiciones,
eran, son y serán.
En el capítulo 10, versos 1-4, dice que el diluvio fue por causa del pecado
de Caín, comparándolo con Génesis 6:5-7, se ve que no es así, como lo
dice el plagiador de Salomón.
145
El Eclesiástico
Dice Du-Clot, en "Vindicias", página 508: "Algunos antiguos han dudado
de su autenticidad, por no hallarse en el canon de los judíos". El libro
tiene un prólogo que se atribuye a un tal Jesús, nieto del autor de dicha
obra. Del prólogo son las siguientes palabras: "Mi abuelo Jesús, después
de haberse aplicado con el mayor empeño a la lectura de la ley y los
profetas, y de otros libros… quiso él también escribir algo sobre estas
cosas".
De este párrafo aprendemos que el tal Jesús escribió porque él quiso. Que
los Judíos tenían los libros inspirados, denominados "la Ley y los Profetas"
(Mateo 5:17), y además otros que no lo eran. El mismo autor del prólogo
dice, más abajo, hablando de que los libros pierden al ser traducidos y
añade: "No solo este libro, sino la ley y los profetas".
El autor de este libro jamás pretendió escribir bajo la inspiración del
Espíritu Santo. El libro en general es el mejor de los Apócrifos. No
obstante su lectura es un buen argumento contra la propia inspiración.
146
inspiración de Dios había que ser profeta, y el canon auténtico del Antiguo
Testamento, parece estar de acuerdo con este criterio.
La profecía de Baruc
Dice el Abate Du-Clot, en su libro "Vindicias de la Biblia", página 548;
"Los judíos no admiten este libro por no hallarse en el hebreo".
El libro de Baruc afirma que fue escrito en Babilonia, cinco años después
de destruida Jerusalén, esto colocaría al libro como escrito en 583, antes
de Cristo. Pero resulta que el verso 8 del capítulo primero dice: "Después
que Baruc hubo recibido los vasos del templo del Señor, que habían sido
robados del templo, para volverlos otra vez a tierra de Judá". Estos vasos
que fueron llevados de Jerusalén a Babilonia, no regresaron hasta el año
primero del reinado de Ciro, rey de Persia. Véase Esdras, capítulo uno.
Los vasos regresaron el año 536, antes de Cristo. ¿Cómo pudo haber sido
escrito el libro de Baruc, por éste, en Babilonia, siendo que Baruc, no fue
llevado a dicha ciudad, sino que se marchó con Jeremías a Egipto?.
147
¿Cómo se puede armonizar el hecho de que fue escrito en 583, y el libro
fue leído en Babilonia y sin embargo, los vasos no fueron devueltos a los
judíos sino 47 años mas tarde?. Además según Esdras, los vasos no
fueron entregados a Baruc, sino a Sesbassar, gobernador de Judea y a
Esdras. Sacerdote. Véase Esdras 5:14 y 7:19.
Con esto concuerda otro pasaje del libro Apócrifo, I de Macabeos, capítulo
9, verso 27, que dice: "Fue pues grande la tribulación de Israel desde el
148
tiempo que dejó de haber profeta". Macabeos relata la historia del pueblo
hebreo, de unos 140 años antes de Cristo.
Estos Párrafos que acabamos de copiar, escritos por una alta autoridad de
la iglesia romana, colocan al concilio de Trento en el plano del error, y a
los evangélicos en el campo de la verdad en cuanto al Canon de la Biblia.
Como Cristianos, estamos siguiendo la norma de conducta, en relación a
los Macabeos, que para sí mismas se trazaron las iglesias cristianas
primitivas; según la confesión del Abate Du-Clot.
149
Si Jasón no fue inspirado al escribir sus cinco libros y el autor de Segundo
de Macabeos no hizo sino compendiarlos en un solo volumen, en tal caso
el libro es de origen humano desde la raíz hasta las ramas.
Entre los varios errores que contienen los libros voy a citar uno; se halla
en segundo de Macabeos, capítulo 12, versos 43 a 45, y dice: "Habiendo
recogido en una colecta que mandó hacer, doce mil dracmas de plata: las
envió a Jerusalén, a din de que ofreciesen un sacrificio por los pecados de
los difuntos".
150
iglesia romana. Cuando el mismo autor admite que el libro es fruto de sus
propios conocimientos y que no es la palabra de Dios, ¿qué valor puede
tener el decreto del concilio de Trento?. Pero el concilio ha dicho: el libro
es inspirado y "maldito el que diga lo contrario".
Si esta maldición tuviera alguna virtud, ella habría alcanzado, al autor del
libro; a muchos de los escritores de la Iglesia primitiva, a la mayoría de
los cristianos y a algunos papas; porque precisamente ellos han dicho lo
contrario.
V. Conclusión.
En el libro (publicado con licencias eclesiásticas), titulado "¿Qué es la
Biblia?" y escrito por M. Charles, en la página 29 dice así: "Para el pueblo
judío fue escrito primeramente el Antiguo Testamento. Ese pueblo lo
recibió en depósito. Las Escrituras nos han sido transmitidas por ellos con
ese espíritu escrupuloso que ha asegurado la conservación".
Note bien el lector la fuerza del párrafo anterior. Dice que los judíos
recibieron en depósito el Antiguo Testamento y lo transmitieron a los
cristianos, y nosotros podemos estar seguros de que tales escrituras son
inspiradas, porque los judíos, dice, que eran muy escrupulosos en ese
sentido. Y ahora preguntemos:
Los mismos católicos romanos lo dicen: "Los judíos nunca han admitido
sino 39 libros, del Antiguo Testamento, como inspirados; rechazando
todos los demás, y considerándolos como no inspirados.
El famoso conferencista jesuita, José Antonio de Laburo, en su libro
titulado "¿Jesucristo es Dios?" Dice hablando del Antiguo Testamento
en las páginas 31 a 33 que "estaba custodiado por los enemigos del
151
Cristianismo". Y añade citando a San Agustín: "No nosotros, sino los
judíos, son los que conservaron esos libros".
Preguntemos:
¿Cuántos libros conservaron los judíos? Los propios católicos responden,
que los judíos no reconocieron sino 39 libros que constan en nuestras
Biblias en el Antiguo Testamento.
152
Esto constituye un argumento irrefutable. Esto demuestra que todos los
libros que el concilio de Trento, en 1545, añadió a los 39, no son
inspirados; porque los mismos católicos romanos confiesan que los judíos
los rechazaron como no inspirados. Cuando los católicos romanos quieren
probar la autenticidad del Antiguo Testamento, apelan al testimonio del
pueblo judío, pero parece que no se dan cuenta que su razonamiento se
vuelve en contra de sus libros apócrifos y los echa por el suelo.
Nosotros, los cristianos sabemos, porque la Biblia lo dice, que los libros
del Antiguo Testamento fueron dados al pueblo judío. Véase Romanos 3:2
y 9:4, y ahora el testimonio unánime de judíos y cristianos.
Ya hemos dicho distintas veces que los judíos sólo recibieron, como
escrituras inspiradas, 39 libros; los mismos que constan en nuestras
versiones, en el Antiguo Testamento.
Siendo como es, aun suelen hablar de Biblias "truncadas". Pero ellos no
pueden hablar, porque lo mismo que tienen nuestras Biblias, lo tienen las
de ellos, con la ventaja de que nuestras versiones están mejor traducidas
que las de los romanistas. Así que si las Biblias de los católicos romanos
son buenas, las nuestras son mejores, porque tienen lo que es y de lo
153
que nadie duda ni ha dudado jamás, pero rechazamos la falsedad y no
admitimos los apócrifos como parte del Canon sagrado.
¿Pero qué valor puede tener para un católico, ni para nadie la decisión de
un concilio?. Absolutamente ninguno. La historia de los concilios es la
historia de sus errores y contradicciones. Vamos a demostrarlo:
En 1409, había en Europa dos papas, que eran, Benedicto XIII que fue
sumo pontífice de 1394 a 1417, elegido por los Españoles, Franceses y
Escoceses. Este papa era natural de Aragón España, y en 1408 la sede
papal estaba en España.
Al mismo tiempo era papa Gregorio XII (1406 a 1415), éste reconocido
por los Italianos y parte de los Alemanes.
Para resolver esta anormalidad, se reunió el concilio de Pisa, en 1409, y
el día 5 de Junio, en su décima quinta sesión acordó destituir a los dos
papas Benedicto y Gregorio y nombró en su lugar a Alejandro V. Los
historiadores católico romanos, reconocen a este último como el anti-
papa, con lo que demuestran no aceptar las decisiones del concilio de
Pisa.
Una vez aprobado y sentado este principio, como ley para la iglesia
romana, se acordó seguidamente destituir a los tres papas, que eran
154
Benedicto XIII de España, Gregorio XII, en Aviñon, Francia, y Juan XXIII,
sucesor de Alejandro V, en Roma.
El concilio nombró entonces a Martín V, para suceder a los tres que había,
que al no aceptar las disposiciones del concilio de Constanza, hubo cuatro
papas a un mismo tiempo y cada uno fulminando maldiciones contra sus
rivales. Los historiadores romanistas reconocen como papa legal a Martín
V.
Pero cuando el papa Eugenio IV, vio que los delegados del concilio se
disponían a introducir grandes reformas en la iglesia católica, alarmado
por tal motivo y sin tener en cuenta lo acordado pro los concilios de Pisa,
Constanza y Basilea en principio, por sí y ante sí, decretó la disolución del
concilio.
155
Sin embargo, Roma, acepta como legal al papa Martín V, nombrado por
estos herejes del concilio de Constanza.
Pero, lo más curioso fue que el más grande teólogo del concilio de
Basilea, fue Eneas Silvio Piccolomini; éste sostuvo a sangre y fuego
que el concilio estaba por encima del papa; propuso y consiguió que de
acuerdo con tal principio, el papa Eugenio V fuese destituido. Pasaron los
años y en 1458, las circunstancias llevaron a aquel ardiente defensor de
la supremacía del concilio a la Silla Pontifica, con el nombre de Pío II. Y
entonces (dice el historiados católico antes citado), "condenó en una bula
como errores los principios que él mismo había defendido", durante más
de 30 años, y para salir al paso dijo: "No creáis lo que decía Eneas
Silvio Piccalomini, ahora creed lo que dice Pío II".
¡Qué descaro! ¡Qué farsa!.
156
BIBLIOGRAFIA - WEBGRAFIA
http://www.conocereislaverdad.org/
157
RESPUESTAS A LOS CUESTIONARIOS
Cuestionario nº 1
Respuesta: Verdadero.
Respuesta: Canónico.
4º ¿De qué ciudad era natural Filón, que era quien poseía la lista
contemporánea de los Escritos del Antiguo Testamento?
Respuesta: Alejandría.
g) 2
h) 3
i) 4
Respuesta: 3.
d) 3 libros
e) 2 libros
158
f) 4 libros
Respuesta: 3 libros.
d) 10 Padres y 2 Concilios.
e) 5 Padres y 2 Concilios.
f) 7 Padres y 2 Concilios.
10º El testimonio de la historia nos da así una prueba de que los 27 libros del
NT son ___________
Respuesta: Apostólicos.
Cuestionario nº 2
Respuesta: Ortodoxas.
d) 7
e) 8
f) 4
Respuesta: 7.
159
3º La iglesia romana llama a los libros añadidos al canon del Antiguo
Testamento con el nombre de “Deuterocanónicos”. ¿Cómo suelen llamar los
protestantes a tales libros?
Respuesta: Apócrifos.
j) XII
k) XVI
l) XVII
Respuesta: XVI
Respuesta: Falso.
Respuesta: Falso.
8º Jerónimo subrayó que las adiciones a Ester, Daniel y Jeremías (el libro de
Baruc) no tenían lugar entre las ________ ____________
Respuesta: Verdadero.
160
Respuesta: Falso.
Cuestionario nº 3
Respuesta: Verdadero.
Respuesta: 27.
Respuesta: Diatessaron
Respuesta: herejías
Respuesta: Verdadero.
d) Ireneo.
e) Taciano el Sirio.
161
f) Policarpo de Esmirna.
Respuesta: Ireneo.
9º En Ireneo tenemos evidencia de que para el año 180, era conocido que en
el sur de Francia se conocía un Nuevo Testamento de aproximadamente
veintidós libros. Verdadero o falso
Respuesta: Verdadero.
10º Aunque no existe una lista de libros canónicos en las obras del prolífico
Hipólito de Roma que han llegado a nosotros, de sus escritos conservados
se desprende que admitía un canon esencialmente similar al de Muratori.
Verdadero o Falso
Respuesta: Verdadero
162
EXAMEN FINAL
Respuesta: hebreo.
a) Policarpo
b) Melitón
c) Onésimo
Respuesta: Melitón.
Respuesta: Falso.
a) Ester
b) Baruc
c) Tobías
Respuesta: Ester.
6º ¿Qué libro omite Erasmo de Rotterdan al dar la lista del canon del Antiguo
Testamento?: ___________
163
Respuesta: Ester.
Respuesta: Verdadero.
Respuesta: Verdadero.
Respuesta: Verdadero.
Respuesta: Verdadero.
Respuesta: Falso.
Respuesta: Verdadero.
13º Aunque es cierto que los Padres Apostólicos conocían los Apócrifos,
algunos los citan como Escritura. Verdadero o Falso.
Respuesta: Falso.
164
15º Según el Evangelio de Tomás, la única forma en que una mujer
puede salvarse es transformándose en varón. Verdadero o Falso.
Respuesta: Verdadero.
165
22º Antes del año 400, se habían dado a los menos 10 catálogos, o
listas de los libros considerados inspirados, y en ninguno se
encuentran los libros apócrifos. Verdadero o Falso.
Respuesta: Verdadero.
166
27º Que los libros Apócrifos no son inspirados por el Señor es
evidente. He aquí una muestra más de esa evidencia: ¿En qué libro
apócrifo está la siguiente cita?: "Acabaré yo también esta mi
narración. Si ella ha salido bien y cual conviene a una historia, es
ciertamente lo que yo deseaba; pero si por el contrario es menos
digna del asunto de lo que debiera, se me debe disimular la falta".
a) Baruc
b) Eclesiástico
c) 2º Macabeos
Respuesta: 2º Macabeos.
167