Está en la página 1de 6

GOTAS DEL SUR.

Algún día escuche, leí o me contaron… que la crema dental hacia más estúpida a la gente, por más
crudo que suene, pero según ese relato, la única cosa que estamos obligados hacer todos los días
es, en el peor de los casos, asearnos los dientes, de esa manera, el dentífrico se convertiría en una
herramienta óptima para intentar manipularnos de alguna u otra manera, pero antes de que digas
algo, lo sé, todo esto suena a cuento iluminati o reptiliano de esos que nutren las historias más
vistas en you tube, DROSS suena bien; de alguna u otra manera, el caso era tan sencillo como que
me encontraba en proceso de cepillarme, la comida había estado buena pero como de costumbre,
al dentífrico también le llegaba la hora de figurar como personaje protagónico en la escena. Como
mis recursos son notoriamente reducidos, por no decir que nulos, la cepillada se lleva a cabo en
una especie de patio que se encuentra al entrar en el anexo donde vivo y paso la noche. Las
plantas de mis pies, sienten de manera contundente el tibio del cemento que hace las veces de
piso, en el dizque patio; en mi mano izquierda, un vaso con agua, y en la derecha por cuestiones
de costumbre, el cepillo haciéndole clara y constante publicidad a Colgate, protección 24 horas.

Mientras me cepillo, muchos son los pensamientos que invaden a mi mente, algunos irrisorios,
algunos convenientes, pero todos contradictorios. El cepillo, no sé si masajea o se quiere vengar
de la dentadura, quizá sea la mano quien tenga la sed de venganza; el primer buche de agua entra
y después de un necesario recorrido por la totalidad de la boca, sale con fuerza de proyectil para
después impactar sin ningún tipo de respeto contra el pseudo suelo de cemento que mezclándose
con mi sombra, lo recibe sin ninguna otra opción. Continuo con mi enérgica labor, ya sabes cual
ridículo luce un desafortunado cepillándose los dientes, no sabes si reírte o aceptar la hipócrita
repugnancia que crees sentir, no te culpo, no me culpo, nos culpamos. El agua en el vaso se acaba
y para terminar de enjuagar el cepillo y las manos llenas de la espuma producida por el frotar,
recurro al agua de una ponchera que yace sobre una mesa que a su vez está convencida que es
lava platos. Así es la vida del perjudicado de las monedas y el abandonado de los billetes, dicen, no
lo digo yo.

Procedo a secarme, ya sabes lo que dicen por ahí de los que no se saben secar; los climas
cambiantes del hoy no sorprenden a nadie, un aguacero, puede llegar con la temperatura en 40 y
pretender que no lo sintamos, justo esto pensaba cuando me sostenía las fosas nasales y hacia
fuerza para expulsar de mi cuerpo lo malo; de repente, una gota de sangre petulante cae en el
cemento, el rojo es escandaloso cuando cae en el piso. Es evidente que mis pensamientos se ven
obligados a centrarse en el pequeño círculo de sangre que se encontraba en el piso como
queriéndome reclamar algo; me asusto, pero al mismo tiempo empiezo a deducir lo recién
sucedido. La primera conclusión a la que llego es que la sangre no podría provenir de mis fosas
puesto que no sentía nada y además la cocaína ya no es mi amiga, que podrá ser entonces, es
decir, es muy raro que haya sangre en un lugar donde solo tu estas y no te sientas nada en el
cuerpo, cuando estaba en esta retahíla mental, de repente y sin previo aviso, otro círculo, este
acompañado de otro igual, vuelven a caer en el piso, pero esta vez revelándome una dirección
que auguraba lo peor.
Procedo a revisar para descartar una fisura, no ahí, no hay nada, con lo cual, empiezo a concluir lo
que no quería pensar, no es muy difícil de concluir cual es la procedencia de las gotas cuando estas
caen en el medio de tus talones, que tétrico suena ahora que lo escribo. Debes estar pensando si
reír o rascarte la nariz porque te empieza a parecer un tanto bizarro el relato, pero no te
preocupes, todo tenemos culos, y es apenas normal que un día cualquiera nos empiece a echar
sangre al cepillarnos los dientes.

Qué momento tan menos agradable, no sabía cómo proceder, lo único que se me ocurrió fue
revisarme, con los pantaloncillos sobre los tobillos, la presunta zona afectada, la respuesta fue
inmediata por parte de los dedos rojos que mis ojos miraban, es evidente que algo no andaba bien
y mucho menos en el chiquito mundo en el que vivimos. Te puedes reír. Que mala suerte, un día
estas almorzando un guisado que te recuerda cuan bello es nacer en el caribe colombiano y de
repente estas sangrando por el culo, el culo, si, el culo, de tantos orificios que tenemos, decido
sangrar por el culo, pero que de malparido el mundo es. ¡Qué va!, eso sonó a persona con
problemas de moral que le reza al dios couching de conferencias saltarinas. Que hago, no sé, ya es
confirmada la situación, sin más que pensar, decido encaminar mis pasos al puesto de salud más
cercano, todavía escucho las palabras de mi madre cuando le dijo al celador que su hijo estaba
sangrando por detrás, sabes cuantas cosas le pudieron pasar por la mente a ese celador, mi cara
no es que refleje precisamente una vida muy equilibrada, no me culpes me declaro culpable.

Cuando entras a un lugar donde los que ahí estamos, la unidad define nuestro estrato social, es
decir, donde los muchos pobres llegan a mendigar un poco de salud. Te das cuenta de inmediato,
casi que como una cachetada, que algo no anda bien en el sistemas de salud de esta republiqueta,
pero no me sorprende, esto es Colombia, tu sabes más que yo de lo que hablo. Con la cedula en la
mano, una señorita que evidentemente no es señorita, te pregunta por segunda vez cuál es tu
padecimiento, aprendiendo de la experiencia que acaba de suceder con el cancerbero, soy un
poco más reservado a la hora de decir que me sangraba el culo; me limite a decir que tenía una
hemorragia interna que se me había manifestado por una zona poco ortodoxa, en la historia
clínica aparece el ingreso por sangrado rectal.

En la sala de espera, que está precisamente creada para esperar, vez el más variado desfile de
situaciones, emociones y particularidades que solo puedes ver en un sitio donde al parecer se
refleja el mayor miedo del ser humano, la muerte. La angustia es reina y el dolor parece
camarlengo, la verdad, no sentía ni dolor ni angustia, a diferencia de mi madre que ya estaba
rezando desaforadamente como si se tratara de un caso de palabras mayores, solo era sangre en
el culo mama. Los turnos son un viacrucis, al escuchar que había gente esperando desde la
mañana por una atención, mis esperanzas de salir rápido de ese lugar se dilapidaron casi que de
manera instantánea, en ese orden de ideas me dedico a analizar un poco el entorno que esa tarde
de sábado la vida, el universo o para ser más específicos, mi culo, me daba la oportunidad de
experimentar.

Pensando si tenía que agradecer a mi culo por tan peculiar situación, me doy cuenta cual mal
organizado son los circos de la salud en nuestro país, porque así lo puedo llamar, las secretarias
discutiendo con las doctoras, los niños llorando, la gente al piso por que ya sabes, lo puestos son
limitados, y antes de que digas algo, no di mi puesto por dos cosas, una, no quería, dos, así como
el señor que se encontraba a mi derecha se cogía su brazo fracturado para buscar alivio, pues, en
mi caso lo mejor era estar sentado viendo el espectáculo circense.

Solo un doctor para emergencias y cada vez más emergencias que hacen del acto de colarse algo
natural; por mi mente paso el hecho de sobornar para aligerar mi espera, pero recordé que en mis
bolsillos ahí más soledad que en mi corazón. La espera es larga pero parca, hasta que llegara
alguien que cambiara el panorama del lugar.

Ingresa un hombre con el hombro de adorno, la ceja rota y la frente hinchada, entra sin camisa
pero no dice buenas tardes, es claro que el dolor le impide expresarse, su esposa hace el trámite
respectivo y al hacerlo deja al descubierto la situación, su hombre, se cayó de un segundo piso,
¿qué hacía?, vaya usted a saber, pero como estamos en el caribe colombiano, bien podría estar
haciendo dos cosas, una , cuadrando la antena de la tdt, o en su debido defecto, haciendo que los
oídos de electricaribe zumben; me podrás decir malpensado, pero todo somos así, es decir, no
creo que lo primero que se le vino a la mente al celador fue que el sangrado del culo me lo causo
una muy ajetreada labor de asea miento oral, tu sabes que es así. El multi golpes, pasa a ver al
doctor sin ningún tipo de respeto por el orden de turnos previamente establecido, el man pasa por
que su caso es de mayor urgencia, como si su dolor fuera más importante que el de los demás,
suena cruel lo que digo, el hombre tenía el hombro en la rodilla, el dolor era aparente; Por eso
paso primero que los que ahí estábamos, incluido, al que le sangra el orto; pensé que pudo haber
sido la lógica que utilizo la enfermera al tomar esta decisión.

La espera se hacía cada vez más larga, los gestos de dolor y llanto solo me eran distraídos por mi
obsesiva y casi que maniática maña de buscarle la simetría a todo, por eso, en esos instantes mis
ojos se posaban en los contornos de las baldosas, solo buscaba si estaban bien alineadas, soy raro
lo sé, siempre lo he sabido, la diferencia ahora radica básicamente en que me sangra el culo. Las
mirada se cruzan, los gestos, lucen similares, un inoportuno y exageradamente poco discreto
caballero se encuentra reproduciendo un video a todo volumen en plena sala de emergencias,
demostrando dos cosas, una, que es un alarde ador de su plan de datos y otra, que la tecnología
cada vez nos vuelve más malparidos para con los demás. Mis manos, dan gritos que reflejan mi
ansiedad, el momento solo es salvado por el sutil volumen del aire acondicionado, en una ciudad
como Cartagena eso se agradece de sobre manera. De repente, entra un señor con las manos en el
pecho y el ceño fruncido, el infarto era más que evidente, por ende su inclusión en la sala de
emergencia fue casi que instantánea por encima de los que ya lucíamos casi que familiares en la
sala de espera. Un infarto pesa más que unas gotas de sangre en el culo, pensé.

Debido a la situación, me puse a tejer una teoría que justificaría lo que acababa de ver; cuando
estoy aburrido, como muchos, hago o pienso cosas estúpidas; y, si el señor del presunto infarto ya
sabía lo que era esperar por horas en la sala de emergencia y para evitarlo, fingió un infarto para
entrar a la sala sin espera para contarle al doctor que desde hace varios días siente unos mareos
al pararse de una silla, llámame hijueputa, pero para todo eso se presta un sistemas de salud tan
precario como el de esta republicleta, es decir, cuando le enseñas al ciudadano a cogerle el maní a
algo, créeme que lo van hacer de manera sistemática, la verdad sea dicha. Así lo haya hecho o no,
el señor mano en pecho, de mí, no tendría ningún reproche, el fin justifica los medios decía
Nicolás; así somos, con la bendita malicia indígena, cuya frase, solo intenta ofender a las
civilizaciones ancestrales al relacionarlas con nuestra condición intrincada hacia el mal, o mejor
dicho, hacia la conveniencia personal, si se da la oportunidad, lo hacemos, como dicen por ahí, a
papaya puesta, papaya partida; como estamos de bicentenario y el amor por la patria está a flor
de piel, ese tipo de costumbres también soy muy del colombiano y por ende debemos saber cómo
usarla, o cuanto menos, conocerla para llevarla como munición en días de caza.

En ese orden de ideas, el relato se resume en que después de hablar con el médico, que lo
tropiezo en el pasillo y le cuento la situación, fui atendido de inmediato y mi espera conoció fin,
dejándome dos cosas como enseñanza, una, que al final de cuentas el mundo es de los vivos o de
malparidos que acomodamos la verdad a nuestra conveniencia, y la otra, que los doctores parecen
sensibilizarse contigo cuando de sangre en el culo se trata.

300 DE COPAS

La noche era como todas las demás, hacia mucho calor perono mas que ayer ni mas que mañana,
la rutina obligaba a volver a conectarse al servidor para recibir a cambio unos cuantos billetes, la
idea de una propina jugosa siempre es motivo de animo. La bicicleta esta como siempre, algo
sucia, pero ambrienta de carretera, los audifosnos, aunque desgastados, hacen una suerte de
acompañantes perfectos en esta idílica tarea. El movimiento se ve un poco pasmado, los negocios
del centro están como han de estar un viernes en las horas de la noche, de la noche joven. El reloj
no marca mas de las 9, acabo de conectarme pero todavía soy ajeno a los deliverys de hoy, guardo
la esperanza que la situacion mejore, al final de cuentas es viernes y la gente lo sabe.

Caminando por las calles del centro que aunque manotas, siempre dan un aire de variabilidad, de
frescura, lucen como un concierto de distintas culturas, razas y hasta apetitos sexuales. Con una
mano arrastro la bicleta, mi fiel compañera, por que la multitud hace mas que imposible el hecho
de montar bici, no se que tan atrasado sea nuestro país, pero cuando la gente la viene a Cartagena
y se encuentra en el centro, nunca caminan por el andén, siempre están llenando las calles a mas
no poder. Los carruajes que como en la época de la esclavitud, pasean gente blanca por
conveniencia, hacen aun mas complicado el transitar por estas calles, pero he de aceptar que la
gente que vive en el centro, deja buenas propinas, lo malo es que no me ha salido un pedido como
para corroborar ese mito urbano.

En vista de que en el centro no ahí nada, solamente rostros varios y diferentes acentos, mi
imaginación empieza lentamente a esbozar el camino asia la boca, la boca grande, donde quizá si
se tengo suerte la noche empiece a tomar mejores rumbos. En el ccamino, que siempre suele ser
como siempre, lleno de gente que pasa la calle por todos lados menos por la cebra, incluso me
incluyo en ese monton, también se ven los típicos guardianes del transito, que mas bien parecen
ser omonimos del dinero disimulado. El pedalear es lento pero cadenciosos, la multitud se ve cada
vez mas notoria en los buses de transporte urbano que pasan por mi lado reclamando el mayor
espacio de la cerretera, es un mal negocio dicen algunos, pero la verdad es que los articulados no
suenan casi para el tamaño que tienen, contrario a lo que se dice en los periódicos, eeste medio
de transporte, que mas bien parece una lata de sardinas, frase que suena a cliché, es un medio
muy utilizado por la mayoría de personas que se ven en la penosa obligación de tener que recurrir
a estos tumultos meridionales de puertas arbitrarias.

Andando y andando ya voy llegando a la boca, de repente y sin previo aviso un sonido que ya
reconozco como placentero invade el absorvente espectro de las calles, es el sonido inconfundible
de una noctificacion que solo significa una cosa, que un pedido ha llegado, que un pedido esta en
mi bandeja y solo yo puedo llevarlo a cabo, aunque la felicidad es casi que normal, no puedo negar
que se disfruta de un momento tan simple como ese. El celular, con su pantalla convenientemente
plana, me hace las veces de intermediario para aceptar la orden, el precio es bueno, y aunque
fuese malo no importaría , es el primer pedido de la noche y ahí que aceptarlo, supogo que tiene
que ser una sencion que comparto con el taxita, con el ubérrimo o con el cochero, todos los que
nos ganamos la vida ofreciendo un servicio al publico, he de suponer que las putas también tienen
ese mismo pensamiento, las putas que mal llamadas sean putas, o malpensados somos nosotros
por que creer que ser puta es sinónimo de fensa, no se puede ser menos siendo puta o mser mas
no siéndolo, no se puede ser mas ofreciendo tu cuepo que comprándolo, no se puede ser mas si
pides el domicilio que si lo tienes que hacer a cambio de 5400 pesos.

La dirección es clara, ya tengo mas que identificado el punto de recolección de, en este caso, un
combo agresivo de amburgesas y algo de helado, supongo que ha de tratarse de una pareja,
normalmente, nadie se adornaría tanto para comerse una hamburguesa, y puede que estes
pensando que tiene que ver un helado con una relación, la respuesta es mas que sencilla, no digo
que sea en general, pero normalmente ciando a un combo de hamburguesa con sus eternos
acompañantes las papas fritas y el agua azucarada son obligados a compartir el espacio con un
fresco, colorido y delicado producto lácteo que al ser batido es convertido een helado, es una clara
señal de que algo especial sucede, talvez el estreno de una serie, el final de la misma, o un
maratón de la misma, puede ser una cena casual, pero el helado raya con lo casual….. mientras, en
mi mente intentaba bagamente darle concordancia a mis postulados, voy acercándome cada vez
mas a la dirección indicada, el anden del lugar me indica que debo barme del caballito de acero y
continuar con el alzándolo. Algunas gotas de sudor empiezan a deslizarce por mi frente, esto
parece ser el mejor souvenir que uno pudiera llevar de una ciudad como esta, un frasco lleno de
sudor.

Al entrar al negocio, mas bien franquicia, me doy cuenta que en efecto, la noche empieza a
cambiar sus movimientos de calmados a un poco mas dinamicoa, es claro ver como la economía se
empieza a mover, es aasi como el capitalismo funciona, casualmente en esta franquicia, muy
conocida por todos, el capitalismo y el consumismo hacen de las suyas, parecen un matrimonio
egemonico el cual no deja que sus hijos vean la realidad por si solos, los distraen con pomposidad
y buya, es mas que claro que nosotros sosmos sus hijos, aunque creamos que los que se comen las
cajitas felices son los mas inocentes, nosotros, los que se las compramos, estamos
verdaderamente comprando humo. Pero bueno, dejare los reproches capitalistas para otra
ocacion, la fila es corpulenta para hacer el pedido, la gente hasta se atreve a desarrollar
conversaciones totalmente conciensudas durante la espera, yo, como es debido, le escribo al
cliente la situacion pero exagero en algunos detalles, esto ultimo resulta ser muy lucrativo
viéndolo en prespectiva. La fila parece avanzar pero a su vez los aromas salientes de la cocina que
mas bien parece una factoria de productos, es definitivamente causante de mi ansiedad, es un
proceso bastante tortuoso, es percibir un aroma de algo que sabes cuan satisfactorio es pero que
al final sabes que no te lo puedes comer, que no es para ti, pero si tienes que hacer la fila, la
tortuosa fila, fila donde te da tiempo para analizar un poco mas el pajnorama, ahí muchos chicos
como es costumbre, pero también hai algunos que como niños, saborean una buena porción del
utimo estreno de la línea signature, lo que realmente me hace pensar, en que consiste la niñes, es
decir, la cara que están haciendo los comensales al dejarse seducir por las bondades de la comida,
es la misma que uno experimentaba cuando de niño iba por los juguetes de los increíbles o los de
monster inc, es la misma exprecion de felicidad incontenible que solo una

También podría gustarte