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Había una vez dos

conejitos, que se llamaban:


Bolita de algodón y Peter;
Vivian con su mamá en una
madriguera debajo de la raíz
de un inmenso árbol.
Una mañana la Sra. conejo
les dijo: “Pongan atención
mis tesoritos pueden ir a
jugar al campo a corretear
por el sendero, pero no
vayan al jardín del Sr.
Grimm. Ahí papá tuvo un
accidente la Sra. Grimm lo
puso en una ensalada”
Vayan, vayan y no hagan
travesura, de acuerdo Peter.
A lo lejos gritando Peter
respondió ¡si mamá!
Bolita de algodón que era
una conejita obediente y
honesta, bajó por el
sendero a recolectar fresas.
Pero Peter, como siempre
era muy travieso y no era
honesto corrió derechito al
jardín del Sr. Grimm y se
coló por debajo de la
puerta.
Primero Se comió algunas
lechugas luego comió unos
rábanos y entonces cuando
le empezó a doler la panza
fue a buscar un poco de
perejil.
Pero al doblar; la esquina se
encontró precisamente con
el Sr. Grimm y al ver a Peter
corrió detrás de Peter
gritando ¡“Alto ladrón”!.
Peter asustado corrió por
todo el jardín, y gritando
¡ayuda, ayuda...! ya que se le
había olvidado el camino de
regreso a la puerta y entre
salto y salto perdió un zapato
luego otro y al encontrarse
sin zapatos corrió en cuatro
patas tan de prisa que los
botones de su saco quedaron
enganchados en una red pero
Peter comenzó a llorar y no
dándose por vencido y escapó
dejando su saco azul.

Luego corrió todo lo que


pudo hasta ver las rejas de
la salida donde se deslizó
por debajo.
Peter siguió corriendo, sin
mirar atrás hasta que llegó a
su casa, estaba tan cansado
que se desplomó sobre la
arena suave del suelo de su
madriguera y cerró los ojos.

Al verlo su mamá lo envió a su


cama y le preparó una taza de
manzanilla luego le preguntó
¿Qué te ha pasado que estas
sucio y cansado? Y Peter le
respondió _ Nada, mamá.
Entonces siguió preguntándole
su mamá: Explícame, ¿Dónde
están tus zapatos y tu saco
azul?, Peter no contestó, pues
no sabía cómo explicar la
pérdida de sus zapatos ni
mucho menos su saco. Al verlo
que no respondía le dice: _ Por
casualidad no los perdiste en el
huerto del Sr. Grimm.
Peter miró a su madre y con
la cabeza respondió, si,
estaba claro que lo había
pillado en la mentira.
Luego Peter le preguntó a su
mamá _ ¿estas enfadada?, su
mamá muy triste le respondió
¡sí!, no por las cosas que
perdiste; si no por la mentira
y la falta de honestidad hacia
mí por no contarme lo que te
había pasado.
Peter sintiéndose triste le
dice: Perdón mamá, ¡estoy
castigado!

La Sra. conejo mirándolo le


dice: “prometes ser
honesto, entonces creo que
el disgusto y el susto que te
dio el Sr. Grimm es
suficiente castigo”. Peter
exclamó diciendo ¡Sí, lo
prometo mamá!; luego Sra.
conejo abrazó a Peter y le
dijo: Descansa que mañana
será un nuevo día, mientras
que su hermanita comía un
rico dulce de fresas.

A partir de ese día Peter


aprendió a decir la verdad y
así vivieron felices por
siempre. Colorín colorado
este cuento ha terminado.

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