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PARCIAL SEGUNDO CORTE

CATEDRA DE PAZ Y POST CONFLICTO

PRESENTADO A: JAIRO GARCIA OÑORO

INTEGRANTES:

KATY MARCELA BARRIOS GRANADOS

LILIANA MERCADO TOBIAS

JORGE MARIO CASTRO RUIZ

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO

KM 7 VÍA PUERTO COLOMBIA

BARRANQUILLA

2017
Catedra de paz y postconflicto Barranquilla 2017

1) A partir de lo estudiado en este segundo corte, ¿qué tan exitoso creen


ustedes que será el postconflicto en Colombia?

Primero partiremos del estudio realizado en las causas socioeconómicas, los


motivos de vinculación y la corrupción tomando como tema en común la pobreza y
desigualdad como factor influyente sobre el conflicto en Colombia, motivo por el
cual se están llevando a cabo procesos de negociación, de lo cual podemos intuir
que sí no se está negociando el modelo económico, los retornos de largo plazo de
alcanzar la paz son más o menos inciertos y poco evidentes: una mayor tasa de
crecimiento económico, un modelo de desarrollo económico que sea más
equitativo e incluyente, menores niveles de violencia (especialmente en las zonas
rurales, zonas de pobreza extrema y con faltas de recursos) y, especialmente, un
país más democrático y en donde se respeten más los derechos humanos, las
inversiones que se necesitarán en el mediano plazo también son claras y
cuantificables. Si se quiere una paz sostenible, el país va a tener que adquirir unos
compromisos que no deberían verse como unos costos de la paz sino como unas
inversiones para la paz (y para muchas cosas más) si lo miramos desde un cierto
punto de vista se puede decir que casi nadie se opondría a que haya más
inversión en zonas rurales y una mayor presencia del Estado que vaya más allá de
batallones del ejército y estaciones de policía, estas inversiones sociales y
económicas en zonas aisladas deberían traducirse rápidamente en más y mejores
servicios de salud y educación, la calma de la hambruna y la pobreza de ciertos
lugares del país, en mejoras significativas en la calidad y eficiencia del sistema de
procuración de justicia, y en más y mejores carreteras que conecten zonas del
país que históricamente han estado aisladas de los principales mercados,
desafortunadamente vivimos en un país donde las personas estamos orientados
casi siempre una fase de orientación egocéntrica, el yo y lo mío son lo central
somos personas egoísta que trabajamos para el bien común son pocas las
personas dispuestas a trabajar por el bien de todos, esto se ve más reflejado en
los altos mandatos del gobierno Colombiano donde la corrupción es un antifaz el
cual no hay que ser ciegos para vérselos a los políticos dineros robados, cada día
se va reflejando más el nivel de pobreza que existe en Colombia por la corrupción.
Es claro y evidente también que las personas que carecen de ciertas
oportunidades (estudio, trabajo, vivienda) van buscando el modo de sobrevivir y
uno de ellos en la inclusión a los grupos que ejercen el conflicto en busca de
mejores condiciones de vida, mientras no se les dé una solución a este problema
el conflicto va a seguir triunfando, mientras exista la desigualdad, la pobreza, la
corrupción, el robo del dinero dado al gobierno para la mejora de la calidad de vida
de la población Colombiana va a existir el conflicto y a esto se le suma el hecho de
que no se erradicará la existencia de los todos grupos armados existentes,
tampoco para nadie es un secreto que ciertos de estos grupos manejan un
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importante negocio económico el cual le da cierta sostenibilidad al país


económica, muchos campesinos pertenecen a estos grupos pero están trabajando
también para la sostenibilidad económica como también gran parte de las tierras
donde se producen ciertos recursos naturales en áreas rulares pertenecen o son
lideradas por estos grupos, en cierta parte han trabajado por el bienestar de
poblaciones donde no llega ninguna clase de ayuda del gobierno, por eso muchas
personas le atribuyen cierta alegoría a este tipo de organizaciones.

Entonces, el gran desafío para el Gobierno no estará entonces en conseguir los


recursos para financiar las inversiones para la paz, sino en su capacidad de
ejecutar los proyectos de inversión para que empiecen rápidamente a rendir sus
retornos económicos y sociales. Con lo cual es necesario aclarar que la actual
negociación no solucionará el sinnúmero de conflictos que vive la población
colombiana, sin embargo los avances que se logren en ella serán un gran aporte
para la construcción de un país más justo, democrático e incluyente. Si por medio
del diálogo se logra el fin del conflicto armado y con ello un buen comienzo para la
construcción de una paz estable y duradera como política de Estado con la
participación directa de la sociedad, y no solamente como una proeza de un
presidente, este hecho por sí solo puede considerarse un paso trascendental para
una sociedad desangrada por décadas, ya que del silencio de las armas no puede
sino nacer el significado de la palabra y la dignificación de la vida. Ahora bien, lo
que está en juego en los actuales diálogos por la paz es un nuevo período
histórico que crea las condiciones para hacer el tránsito del enfrentamiento
armado que por más de 50 años han vivido las últimas generaciones, hacia una
paz basada en la más amplia y profunda justicia social que conquistaremos con
las ideas, la unión y la solidaridad de todos. En las manos de la gran mayoría
ciudadana está el final exitoso de los diálogos de paz, pero no hay que caer en la
ingenuidad de que una vez se firmen los acuerdos, pasemos la etapa refrendación
e la implementación de los mismos, y entremos en una verdadera apertura
democrática para la participación, todo está resuelto. Para nada. Lo que sigue es
alcanzar la más profunda y amplia justicia social para el buen vivir y la vida digna
de las mayorías históricamente negadas, excluidas e invisibilizadas por el poder
de unas minorías que han usufrutuado el poder del Estado e impuesto un modelo
económico que deja en la pobreza a millones de familias. Finalmente, el fin del
conflicto armado nos debe llevar a asumir juntos como un solo sujeto nacional de
cambio el camino que se abre a partir de la lucha social y política sin el recurso de
las armas, para que solo tengan sentido y razón de ser la batalla de ideas, el
significado de la palabra. Es en este sentido que afirmamos que lo que sigue al fin
del conflicto armado no es el postconflicto sino el postacuerdo. Así, el conflicto
social característico de toda sociedad democrática adquirirá nuevos contenidos y
nuevas maneras de tramitarse, donde la lucha popular, la movilización y protesta
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democrática, vencido el temor a ser eliminados, adquirirán una alcance e


importancia históricas nuevas.

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