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Lección 143 1

Octubre de 2008
Pastor Dr. Marcelo D’Emilio
Lección Nº 143 para grupos celulares
Tema: “Conducta en la tormenta”
Hechos de los Apóstoles 27:10-36/ 27:44

No hace falta demasiada imaginación para sentirse absolutamente reflejado en el


relato porque a más de uno de nosotros nos ha tocado algún tipo de tormenta. Y
me refiero a ese tipo de tormenta que da la sensación de que entra agua por todas
partes, esa tormenta en donde uno no alcanza a hacer pie en ninguna estación, en
ninguna posición de la vida. Está haciendo agua por todas partes, hay un
desequilibrio, una falta de estabilidad, no solamente económica sino afectiva, física,
con conflictos familiares y demás. Se trata de esas tormentas que traen todo junto y
que finalmente el resultado es el naufragio, entiéndase este como la pérdida del
control de la nave que es llevada a merced del capricho de las olas. Y a veces uno
siente que ha perdido el control de la vida y que las circunstancias lo llevan
caprichosamente por donde ellas quieren. No somos pocas las personas que a
veces tenemos la sensación de que la vida nos ha llevado donde no queríamos y
nos ha colocado en posiciones que nunca hubiéramos deseado, así que uno puede
identificarse con esta tormenta, pero yo quiero darles algunos elementos pequeños
para ver la reacción de aquellas personas que se vieron involucradas en esta
tormenta. En primer lugar quisiera decirles que hay una línea delgadísima entre el
criterio humano y el consejo divino.

Es una línea tan delgada que para algunos, cruzar esa línea del criterio humano al
consejo divino es muy sencillo y algunos hasta hacen un abuso de la espiritualidad
y se elevan por encima del razonamiento, de la coherencia, y hacen de su vida un
mundo sublime y lo espiritualizan todo. Y de esta forma asignan al Señor que El les
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dio ciertas direcciones que El nunca dio, y se hacen acreedores de una cantidad de
frustraciones, y frustraciones de fe, porque en definitiva pareciera que Dios se ha
equivocado. Esto me hace recordar un viejo chiste de aquél muchacho que estaba
en el campo y levantó sus ojos al cielo y con un clamor de lo más genuino de su
interior dijo: “Señor, ¡dime que debo hacer en la vida!” Y los cielos se abrieron y el
vio en visión solo dos letras: “S” y “P”. El muchacho interpretó que Dios le estaba
diciendo “Sé pastor” y rápidamente se fue al seminario, inició sus estudios
teológicos, y un fracaso tras otro coronaron su trabajo. Arruinó tantas iglesias y
tantas vidas que después de casi veinte años de frustraciones se volvió a Dios y le
preguntó el por qué de aquella visión con las letras “S” y “P”, y el Señor le
respondió: -Sí, es cierto, yo te dí esa visión, pero no era “Sé pastor” sino “Siembra
papa”. Es que hay personas que pasan la línea y se van a uno de los extremos
pero hay otras que están en el otro extremo, y eso es lo que quiero mostrarles con
este pasaje. Quiero hablarles de aquellos que nunca pasan la línea, de aquellos que
siempre están por el lado de la coherencia y son incapaces de recibir la ayuda
divina, la orientación y el consejo divino.

Así que nuestra historia empieza con el apóstol Pablo y el texto que hemos leído
dice que él se enfrentó al rey Agripa y le comenzó a contar una visión, cap.26:19 al
22 (Leer) Y comienza a esgrimirle las razones de su visión porque lo habían puesto
preso. Y una vez que termina Pablo le pregunta en el vs.27: “¿Crees oh rey Agripa
en los profetas? ¡Yo se que crees!”... y Agripa contestó: “Por poco me persuades a
ser cristiano”... Cuando Pablo termina de contar su visión el rey lo observa y dice
¡Que bien que hablaste y que interesante la argumentación! Estoy tan asombrado
de la forma que usaste que casi me persuades y me hago cristiano. El rey Agripa
representa ese nivel de persona que nunca pueden recibir una orientación divina
porque su mundo es el mundo de la persuasión. Ellos necesitan elementos
concretos, explicaciones concretas. Tienen problemas para confesar la fe, para
sentir la dirección de Dios, viven teniendo frustraciones porque para ellos lo válido,
lo tangible, lo que verdaderamente vale la pena es el sistema persuasivo, y todo
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aquello que no tiene una explicación lógica, razonable, no es digno de considerar.


Necesitan elementos de persuasión. Y hay personas que nunca recibirán milagros,
porque para entrar en el mundo de los milagros y para dejar que Dios haga de tu
vida una vida victoriosa no se necesita ser incoherente, irracional, un ignorante, se
necesita ser demasiado sabio para aceptar el consejo de Dios pero una profunda
cuota de humildad para entender que las cosas del Espíritu no son para persuadir,
que no hay argumentos siempre tan lógicos. A estas personas les cuesta creer en
Dios, y son los que dicen algo cómo esto: ¡Si Dios existiera que me expliquen por
qué los inocentes mueren! Etc., etc. Y esas personas son como el rey Agripa,
necesitan elementos de persuasión. Pablo no tuvo éxito con el rey así que lo
encadenaron, lo metieron como prisionero en el barco y lo enviaron a Italia, y
cuando él está en el barco tiene otra visión y en el barco el Señor le indica que este
va a naufragar y van a morir todos. Entonces Pablo le dice al Centurión: “Yo he
tenido una visión y resulta que en ella vamos a morir todos, ¡por favor no
zarpemos!”, pero dice el texto en el vs. 27:10 y 11(Leer) El centurión es el soldado
romano que está transportando a los esclavos y cuando Pablo le dice que tenga
cuidado porque se viene la tormenta el centurión es de los hombres de la lógica, no
necesita ser persuadido y va a actuar en la lógica y lo lógico es que le pregunte al
piloto de la nave y al capitán de la nave, marinos expertos sobre la cuestión. Pablo
le contó al rey sobre lo que Dios decía, y el rey dijo “Casi me persuades”, ahora va
y le dice al centurión que también vivía en la lógica, y fue lógicamente a preguntarle
a los marinos y éstos dijeron: “Tranquilos, aquí los expertos somos nosotros y
entendemos del tiempo y las probabilidades”... Este centurión representa a las
personas que difícilmente pueden vivir una dirección espiritual, difícilmente pueden
expresar la fe y sentirse que Dios los guía al éxito porque ellos viven en el nivel de
la lógica. Si algo es lógico sirve, si algo concuerda, sirve. Ellos rechazan el nivel de
lo ilógico porque entienden que es para personas desequilibradas. Son los que
dicen de una manera vulgar: Vivamos con los pies en la tierra... pero ellos no
entienden que amamos y servimos a un Dios que va más allá de lo lógico: Es lógico
que el cáncer puede matarte pero quizás para algunos sea ilógico que el Rey de
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Reyes pueda sanarte y extirparlo... Es por eso que se dice de los evangélicos que
somos unos locos.

Finalmente el centurión se apartó de la lógica y dice el vs.12 (Leer). Mi tercer


posición es que ahora terminó la lógica y comenzó el tiempo del consenso. El rey
Agripa dijo: “Necesito que me persuadas”, el centurión dijo: “No es lógico”, pero al
final el día se decide por el consenso, ¿qué opinan todos?... y todos dijeron:
zarpemos... Hay un tercer nivel de personas que necesitan vivir la vida buscando
consenso, aceptación de los demás. Ellos no se persuaden por lo que se les dice ni
tampoco entienden de lo lógico, ellos están preguntando ¿y que dicen los demás?
¿Y que pensarán los demás? ¿Y no se enojarán los otros?. Es ese tipo de persona
que cuando la mujer le pregunta al marido: Y tú ¿que opinas?... Lo que ustedes
digan... Ellos están a favor del consenso, no necesitan argumentación ni lógica,
para ellos la opinión de todos es la que prevalece así se dirijan al mismo infierno, y
de hecho el texto dice que el consenso de todos los llevó derecho a la tormenta
porque Pablo dice: Zarparon con buen tiempo... y ellos creyeron que el tiempo era
lo que deseaban. ...Pero días más tarde nos tocó un huracán llamado Euroclidón, y
de frente nos tomó... y hay personas que se meten en los huracanes de la vida
simplemente por consenso. ¡Que naturaleza esta la del ser humano! Las personas
tienen conflictos con lo espiritual porque muchas personas necesitamos ser
persuadidos, otros vivimos en el nivel de la lógica, y otros simplemente queremos
consenso, una falta total de personalidad, un profundo temor, y la incapacidad de
hacerse cargo de sus propias decisiones. Son algunos de los ingredientes para que
alguien viva puramente en el consenso. No estoy diciendo que el pensamiento de
muchos ni la opinión de algunos no pueda dar luz, pero el asunto que el tema era
que había que preguntarle a los lógicos, a los marinos. El centurión no hizo caso a
la visión y les preguntó a los marinos, y luego hace consenso con todos, y «todos»
eran los esclavos, y ahora les pregunta a ellos que opinan y estos dijeron: Bueno,
vayámonos... Es que cuando uno busca consenso los demás le dicen algo por decir
nomás. Finalmente dice la historia que hubo una tormenta y el huracán se los
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devoró, se acabó la argumentación, la lógica, y el consenso, y es que lo que allí


primaba era la dirección de Dios que les había dicho: No se vayan.. pero la gente
quiso interpretar la voz de Dios en el consenso, la lógica, y la argumentación, y
finalmente zarparon y el huracán los tomó por varios días con tal magnitud que casi
perecen, y esto significa que hay personas que no saben identificar si es la mañana
o la noche para ellos. Pero cuando una persona está en el huracán de la vida y lo
están azotando los vientos y parece que la nave se va a quebrar, que la vida va a
zozobrar en medio del infierno y las penas, allí está la gran verdad (Leer vs. 22)
que un hijo de Dios abraza: “No morirá nadie porque esta noche se me ha
aparecido el ángel de Jehová de quién soy y a quién sirvo”.

Yo soy de aquellos que van más allá de la argumentación, la lógica, y el consenso;


prefiero vivir en medio de la tormenta con la esperanza, la certeza que cada noche
oscura, el ángel de Jehová acampa y defiende a los que le aman y los guarda para
la eternidad. Hoy al irte a tu casa aunque la noche sea oscura el ángel de Jehová
aparece a quién sirve y a quién ama para decirte: “No habrá pérdida alguna,
aunque se pierda la nave, aunque se pierda el trabajo, aunque se pierda el dinero,
no habrá pérdida de tu vida, de tu salud, de tu familia, y de lo tuyo”. Hacía catorce
días que Pablo se lo quería decir a alguien: El Dios de quién soy y a

quién sirvo... pero las argumentaciones, la lógica, y el consenso no dejaron oír la


voz de un Dios que quería advertirle. No estoy diciendo a ser ilógico, no estoy
llamando a la incoherencia, no estoy llamando al nivel de la locura como algunos se
creen, estoy hablando a cruzar la línea en el mundo del Espíritu para que a veces
cuando el argumento no alcanza, la lógica no responde, y el consenso no ayuda,
hay que levantar los ojos al cielo para que el ángel de Jehová aparezca en la noche
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más tremenda con la palabra de seguridad: Nada perecerá, el Ángel de Jehová me


ha aparecido esta noche. Y me gusta la frase: Me ha aparecido el Ángel del Dios de
quién soy y a quien sirvo... Eso significa que soy de Dios y porque soy, sirvo. Es
difícil de entender a las personas que dicen ser de Dios pero no sirven a Dios, y si
hay alguien aquí hoy que dice Soy de Dios y lo sirvo, este alguien tenga por certeza
que el Ángel de Jehová le susurrará: No temas porque nadie perecerá... Pablo dice:
Así me ha dicho: ... Dios te ha concedido todos los que navegan contigo... Dice el
pasaje en el vs.37 que eran doscientas setenta y seis personas, y solo Pablo era
cristiano, y algún acompañante, el resto eran todos inconversos, y cuando Pablo
recibe eso él dijo: el Ángel de Jehová me ha dicho que no pereceré pero que me ha
concedido que nadie de los que naveguen conmigo en esta nave por más que no
crea, por más que sean lógicos, por más que necesiten argumentación, nadie de los
que navega conmigo perecerá... ¡Pero cómo es la naturaleza humana! ¡Qué rápido
se pierde la espiritualidad! Porque cuando alguien recibe esta noticia se aquietan
los temores y creen en Pablo. La tormenta se disipó, y mire lo que hacen los
hombres: pasado el miedo dicen que sacaron herramientas marinas porque
empezaron a sospechar que ya estaban en la orilla (otra vez la razón) y
comenzaron a sondear 20 brazas (40 o 50 mts de profundidad) 15 brazas , y
sacaron el cálculo que como estaba bajando la profundidad la agonía se había
terminado. Se terminó la espiritualidad, se acabó la promesa, y maquinaron entre
ellos lanzarse al agua y nadar hasta la orilla abandonando la nave, y Pablo
advertido por el Espíritu le dice al centurión: Los hombres creen que porque la
tormenta cesó están a salvo, mas si ellos se lanzan a la orilla todos perecerán. Es
que a veces uno tiene la ansiedad y la imprudencia de dar por terminado en la vida
una etapa que no termina, de creer que ya no pasa nada cuando todavía el final no
ha llegado. Eso fue lo que les dijo Pablo: No se queden con el casi se terminó la
tormenta, Dios no es de los «casi» sino de los que terminan lo que prometió. No se
arrojen «casi» llegando a la orilla, esperad porque el Dios que me ha aparecido os
depositará en la misma orilla salvos y sanos. Entonces el centurión cortó las sogas,
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no dejó bajar a nadie, aquél día comieron con buen ánimo y esperaron, y días más
tarde los pies de los doscientos setenta y seis tripulantes tocaron tierra firme.

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