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No oyes hablar los campesinos

Habiendo nacido en la región rural de Jalisco, México al comienzo del siglo XX, Juan

Rulfo pudo observar la intranquilidad que provenía del regionalismo tradicional que provenía de

la cultura marginada del campo. Existía en este periodo mucha inquietud entre los discípulos de

la cultura ancestral, quienes percibían a la generación naciente como desleal a sus raíces. En su

cuento No oyes ladrar los perros, Rulfo emplea mecanismos lingüísticos para presentar las

dificultades del agrarismo mexicano.

El primer mecanismo lingüístico se observa con la referencia al habla popular a lo largo

de la obra. Al inicio del cuento, el padre indica que el pueblo de Tonaya queda “detrasito del

monte”. El estudio de la lingüística socioeconómica reconoce que el empleo del diminutivo en el

caso de alguna preposición (como detrasito en vez de detrás) se hallaría en el habla común de

los campesinos mexicanos (Mendirichaga 22). Esta clase de expresión campesina se repite en el

curso del diálogo entre el padre y el hijo, indicando que los dos personajes son de alguna región

agraria, y que están viajando desde su pueblo alejado. Lo sorprendente es que el hijo, Ignacio,

parece haber sufrido algún incidente que lo dejó en condición crítica e inmóvil. Los dos

campesinos tienen que viajar muy lejos a pie para buscar atención médica. En fin, Ignacio muere

antes de llegar a Tonaya, sufriendo la realidad campesina de padecer enorme pobreza y aislación

afuera de las regiones más urbanizadas.

Otro claro mecanismo lingüístico que emplea Rulfo es el cambio de tú a usted en medio

del cuento. Durante la primera mitad del cuento, el padre se dirige a Ignacio con tú y “se expresa

con la ternura del progenitor que protegería a su hijo, sin importarle las circunstancias o las

consecuencias de su complicidad. Está dispuesto a mostrar compasión y perdonar” (Katra 181).

Mas, después de dejar que Ignacio descanse, el padre aclara con cierta agudeza la clara amargura
que siente hacia su hijo, empleando la formalidad de usted. Reclama reciamente a su hijo por sus

“malos pasos” declarando que “he maldecido la sangre que usted tiene de mí”. Es evidente que

Ignacio ha seguido un camino errado de delincuencia a pesar de las exhortaciones de sus

predecesores. El padre emplea usted tanto para distanciarse de la conducta de su hijo como para

asumir una posición de reprocharle por el sufrimiento que ha causado. Al comienzo del siglo

XX, surgió una nueva generación entre la cultura campesina en México que rechazó varias de las

costumbres conservativas de la generación anterior. El conflicto entre Ignacio y su padre ilustra

las relaciones afligidas que existían entre las generaciones en la cultura campesina. La vida

familiar de los campesinos era una verdadera tribulación.

Sobre los mecanismos lingüísticos que empleaba Juan Rulfo, Mendirichaga dijo,

“Reflejan los efectos de la Revolución, la Guerra cristera, el agrarismo” (23). Ciertamente, las

experiencias que Rulfo había tenido en el campo influenciaron los temas de sus obras. En No

oyes ladrar los perros, los mecanismos lingüísticos que Juan Rulfo conocía y utilizaba sirven

para dar una voz a los campesinos y la existencia compleja que sobrellevaban.
Obras citadas

Katra, William H. “No Oyes Ladrar Los Perros: La Excepcionalidad y El Fracaso.” Revista

Iberoamericana, 1990.

Mendirichaga, José Roberto. El Habla Popular En La Cuentística De Juan Rulfo. Duotono,

2017.

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