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DESASTRES TELÚRICOS Y TECTÓNICOS

Desastres Telúricos y tectónicos: terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis


o maremotos.

CONCEPTO:

Son aquellos desastres que fundamentalmente se dan por movimientos de


placas tectónicas, vulcanismo, ruptura de la corteza terrestre o irregularidades
en el relieve y la conformación del subsuelo.

Entre este tipo de desastres, y por razones didácticas, se ubica la sismicidad,


tsunamis, vulcanismo y deslizamientos. Es importante tomar en cuenta que
estos fenómenos están estrechamente interrelacionados, es decir, no sólo
tienen un origen común, sino que uno puede ser consecuencia del otro.

a) Sismicidad por movimientos de placas y/o fallas


locales
a.1) Teorías
a.1.1) La tectónica de placas

La teoría de la tectónica de placas ayuda a comprender el porqué del


movimiento relativo entre ellas; también, cómo esa gran deformación y fuerzas
de fricción se originan en las fronteras de la corteza. Esto provoca que el
material del que están constituidas las placas finalmente se fracture y
provoque, en la mayoría de los casos, desplazamientos súbitos o
perturbaciones, lo cual constituye la antesala de lo que en la superficie terrestre
se conoce como un sismo.

La litosfera descansa sobre la astenósfera que es semiplástica, más caliente y


débil, por lo que se cree que algún tipo de sistema de transferencia de calor
dentro de la Tierra, procedente del núcleo y del manto, hace que las placas
litosféricas se muevan. Entre 1923 y 1926, el científico irlandés John Joly
propuso que, a causa de la mala conductividad térmica de la corteza, el calor
radiactivo que se genera en la Tierra se acumula debajo de la corteza y funde
el manto, lo que provoca una convección térmica (transferencia convectiva de
calor). Esta hipótesis fue la base de la teoría de la convección en el manto,
cuyo principal exponente Griggs (1939), la aplicó a la deriva continental.
Posteriormente, A. Holmes (1944) postuló que la convección también podía
llevarse a cabo en el manto sólido.

A lo largo del tiempo geológico la tectónica de placas, en conjunto con otros


procesos geológicos tales como la erosión de los hielos y ríos, han ido
moldeando la superficie de nuestro planeta creando formas y escenarios de
magnífica belleza. La Cordillera de los Andes, los Himalayas y los Alpes por
ejemplo, son consecuencia directa de estos procesos. Así como la tectónica de
placas juega un papel importante en el modelado de la superficie terrestre,
también es causante de terremotos y erupciones volcánicas que causan
grandes desastres, afectando directamente al hombre y su entorno. La mayoría
de los terremotos y erupciones volcánicas ocurren en áreas específicas, a lo
largo de límites de placas. Una de las áreas sismológica y volcánicamente más
activa del mundo la constituye el llamado "Cinturón de Fuego del Pacífico"
donde la Placa Pacífica se encuentra rodeada por varias placas.

Si comparamos los mapas de placas litosféricas publicados en diferentes libros


de texto observamos un gran parecido. Todos ellos incluyen las siete grandes
placas: Euroasiática, Africana, Indoaustraliana, Norteamericana,
Sudamericana, Pacífica y Antártica. Sin embargo, si nos fijamos en las placas
de un tamaño intermedio, comenzaremos a encontrar algunas diferencias.
Entre las placas medianas más ilustradas en las publicaciones aparecen la
Arábica, Caribeña, Coco, Nazca, Juan de Fuca, Scotia y Filipina. Estas catorce
placas son las que Seiya Uyeda representó en su libro “The new view of the
Earth” en 1978, traducido al castellano dos años después.

Fig. 1. Mapa de placas litosféricas del modelo cinemático MORVEL. Estos


modelos, que todavía tienen muchas incertidumbres, mejorarán en los
próximos años. Mientras tanto, en enseñanza secundaria es muy
recomendable seguir usando los mapas clásicos de placas litosféricas.

Las placas son parte integral (activa, no pasiva) de la convección. Entre las
pruebas que rechazan la vieja hipótesis de las celdas de convección en el
manto sublitosférico como motor de las placas tectónicas, se podrían citar
cuatro: 1) La evolución geométrica de las placas. En la hipótesis clásica, los
límites divergentes y convergentes de placas señalaban las ramas ascendentes
y descendentes de las corrientes de convección, respectivamente. Cuando una
placa tectónica, principalmente si está compuesta por litosfera oceánica,
reduce su tamaño hasta desaparecer, el cambio necesario en la geometría de
la celda de convección es físicamente imposible (celdas con una extremada
relación altura-anchura); 2) Los datos de la tomografía sísmica. Dichos datos
no muestran el patrón esperable en un manto con celdas convectivas que
mueven las placas litosféricas; 3) Los modelos físico-matemáticos de la
convección. Sistemáticamente apuntan hacia geometrías columnares para el
patrón convectivo del manto sublitosférico; 4) Los datos de las velocidades
absolutas de las placas. Que revelan una excelente correlación entre la
velocidad de las placas, la longitud de límites convergentes y la longitud de
dorsales, pero no con su área. Esta última prueba demuestra que las fuerzas
de rozamiento entre el manto sublitosférico y las placas no influyen en el
movimiento de las mismas. Por el contrario, tanto la parte subducida de las
placas (slab), como la levantada en las dorsales (ridges), ejercen fuerzas (slab
pull y ridge push, respectivamente) que favorecen activamente su
desplazamiento. De ahí la nueva imagen de las placas como elemento activo
que impulsa su propio movimiento y protagoniza, en lugar de sufrir, la
convección en el manto (Fig. 2). Esta idea es conocida hoy en día como el
modelo top-down y supone un gran cambio en los conceptos que rigen el
paradigma y un gran avance para poder entender de manera global el
funcionamiento dinámico de nuestro planeta.

Fig. 2. En la figura (modificada de Fossen, 2010), se puede observar cómo la


distribución en el planeta de estructuras geológicas (p.e. fallas normales e
inversas) no es casual. El movimiento de las placas tectónicas produce
diferentes regímenes de esfuerzo que, a su vez, controlan la distribución de las
fallas inversas (en zonas de acortamiento) y las normales (en zonas de
extensión)

a.1.2) El Ciclo de Wilson


El Ciclo de Wilson, propuesto por John Tuzo Wilson, nos explica de forma
ordenada, el proceso de apertura y cierre de los océanos, y la fragmentación y
posterior unión de los continentes, que provoca la formación de cordilleras, y
resume todo lo que sucede en los bordes constructivos y destructivos sobre la
litosfera.

En el ciclo se pueden distinguir las siguientes fases:

El continente se fragmenta por acción de puntos calientes que abomban y


adelgazan la corteza hasta romperla, originándose un rift continental (como el
Rift africano).

En la línea de fragmentación se empieza a formar litosfera oceánica (borde


constructivo) que separa los fragmentos continentales. Si continúa la
separación el rift es invadido por el mar y se va transformando en una dorsal
oceánica. Los continentes quedan separados por una pequeña cuenca
oceánica (como el actual mar Rojo).

El proceso continúa y los continentes se separan progresivamente. Entre ellos


aparece una cuenca oceánica ancha, con una dorsal bien desarrollada (como
el Océano Atlántico actual).

Cuando la cuenca oceánica alcanza cierto tamaño y es suficientemente


antigua, los bordes de contacto con los fragmentos continentales se vuelven
fríos y densos y comienzan a hundirse debajo de los continentes y se genera
un borde de destrucción. En esta zona se origina una cadena montañosa que
va bordeando al continente (orógeno tipo andino, como la cordillera de los
Andes). La corteza oceánica se desplaza desde el borde constructivo al de
destrucción como una cinta transportadora, por lo que la cuenca oceánica deja
de crecer (como el Océano Pacífico).

Dada la forma esférica de la Tierra, otros bordes constructivos pueden empujar


a los fragmentos continentales en sentido contrario, con lo que la cuenca
oceánica se va estrechando (como en el Mar Mediterráneo).

Finalmente al desaparecer la cuenca oceánica las dos masas continentales


chocas (obducción) y se origina un continente único (supercontinente), y sobre
la sutura que cierra el océano se forma una cordillera (orógeno tipo himalayo,
como la cordillera del Himalaya).
El desplazamiento de las placas se realiza sobre una superficie esférica, por lo
que los continentes terminan por chocar y soldarse, formándose una gran masa
continental, un supercontinente (Pangea como lo llamó Wegener). Esto ha
ocurrido varias veces a lo largo de la historia de la Tierra. El supercontinente
impide la liberación del calor interno, por lo que se fractura y comienza un
nuevo ciclo. (véase la figura 3)

Así pues, las masas continentales permanecen y unen y fragmentan en cada


ciclo, mientras que las cuencas oceánicas se crean y destruyen.

Fig. 3. Gráfico del Ciclo de Wilson

a.1.3) Teoría del Rebote Elástico

El movimiento relativo entre las placas tectónicas origina que grandes


esfuerzos se concentren principalmente en sus límites y se deforme el medio.
Esto funciona como grandes resortes que van acumulando energía potencial –
a lo que en sismología se le llama energía sísmica–. Se acumulará tanta como
el límite elástico del medio lo permita, hasta que se rompa, se fracture o se
disloque, es decir, se desplace súbitamente y origine un sismo. Este proceso
elástico y dinámico fue estudiado en 1906 por el geofísico estadounidense
Harry F. Reid, después del sismo de San Francisco. Sus observaciones en esta
zona donde se encuentra la falla de San Andrés, le permitieron proponer
formalmente la teoría del rebote elástico (véase la Figura 4 y 5). El primero
provee energía, el último la almacena, y la fricción es un precursor importante
en el proceso. Dado que un sismo es el efecto de una perturbación que ocurre
ya sea en la superficie o en el interior de la Tierra, al lugar donde se origina la
perturbación se le conoce como fuente sísmica, foco o hipocentro.
Fig. 4. Explicación del mecanismo de generación de terremotos, según la teoría
del Rebote Elástico (Reid, 1910). Debido a las fuerzas que actúan sobre la
corteza, ésta se deforma, acumulando esfuerzo dentro de las rocas (b).
Cuando el esfuerzo alcanza la máxima resistencia del material, provoca la
ruptura y los dos lados de la fractura rebotan hacia posiciones de menor
esfuerzo (c).

Las vibraciones percibidas como un terremoto, se producen cuando las rocas


deformadas vuelven elásticamente a su forma original, fenómeno conocido con
el nombre de rebote elástico. La mayor parte de los terremotos se produce por
esta rápida liberación de energía en los bordes de las placas. Los temblores se
originan por movimiento, fricción y deformación de las placas tectónicas.

Generalmente, la ruptura comienza en un punto y de allí se propaga a puntos


cercanos, y luego a otros, hasta completar lo que sería todo el plano de falla;
este proceso se lleva a cabo en cuestión de fracciones de segundo en el caso
de sismos pequeños y puede durar más de un minuto cuando se trata de
grandes terremotos.
Fig. 5. a) Teoría del rebote elástico. b) Ondas de cuerpo: longitudinales (ondas
P) y transversales (ondas S)

b) Sismicidad por acción volcánica

b.1) Concepto

Las erupciones volcánicas son una clase de sismo. Los sismos volcánicos son
el 7% de los sismos y se presentan a menos de 20 Km. de profundidad. A
diferencia de los otros la aureola de daños es de pocos Km. porque el foco es
muy puntual y gran parte de la energía se libera en la atmósfera. Cuando las
burbujas del magma alcanzan la zona rígida de la corteza y los volátiles
disueltos cambian a la fase gaseosa, si la presión del fundido es suficiente, se
provoca el emplazamiento del magma en regiones superiores y el escape de
gases que deforman y fracturan la corteza.

b.2) Volcanes

Los volcanes son estructuras situadas en la superficie terrestre, formado por la


acumulación de materiales provenientes del interior de la tierra. Un volcán es el
resultado de un complejo proceso que incluye la formación, ascenso, evolución,
emisión de magma y depositación de los materiales volcánicos. (véase la figura
6)

Fig.6.
Esquema fases de la formación de un estrato volcán.

b.3) Tipos de volcanes

b.3.1) Volcanes en las fronteras divergentes

Son aquellos volcanes que se forman en zonas donde las placas tectónicas
divergen una con respecto a otra. En efecto, en esta zona la corteza oceánica
se estira y se separa, formándose una zona débil, por donde emerge el magma
generado en el manto superior. Este asciende impulsada por corrientes de
convección que operan en el manto. Un ejemplo es la dorsal del Atlántico
(véase la figura 7).
Fig.7. Zona de dorsal oceánica, con ascenso de magma y emplazamiento de
lavas.

b.3.2) Volcanes en zonas de puntos calientes

Al interior del manto terrestre se generan plumas de magma ascendente,


muchas veces influenciadas por las corrientes convectivas. Cuando la pluma
alcanza la superficie dan lugar a volcanes de naturaleza generalmente básica
(basaltos).

Los puntos calientes se mantienen activos durante millones de años. Algunos


de estos puntos emplazan cadenas de volcanes, manteniéndose activo solo el
que se encuentra en ese momento sobre la pluma de magma en ascenso. Un
ejemplo de estos son las islas Hawaii en EE.UU (véase la figura 8).

Fig.8. Proceso de la creación de una isla volcánica y la actividad de un punto


caliente.
b.3.3) Volcanes en las fronteras convergentes

En estas zonas, una placa tectónica subduce debajo de otra, con una
trayectoria oblicua hacia el manto superior, hasta que alcanza una profundidad
en la que la placa subducida se dehidrata o se funde, e inmediatamente se
forma el magma. Posteriormente, el magma asciende por fisuras y luego es
expulsada hacia la superficie en forma de erupción. Este es el caso de los
volcanes del sur del Perú (véase la figura 9).

Fig.9. Zona de convergencia en el sur del Perú, cuyo ángulo de subducción es


30°.

Las explosiones volcánicas pueden lanzar rocas grandes a altas velocidades a


varios kilómetros de distancia; estos proyectiles pueden provocar muertes por
impacto, sepultamiento o calor; en algunos casos han echado abajo bosques
completos (véase la figura 10). El área de riesgo en torno a un volcán es de por
lo menos 30 Km. pero puede ampliarse hasta a 150 Km. por los vapores y
cenizas. La posibilidad de pronóstico se basa en el estudio de la historia
geológica de los volcanes (especialmente aquellos ubicados en cinturones
volcánicos claramente definidos), junto con la actividad sísmica y las
observaciones. No se ha descubierto un indicador fidedigno y las señales
premonitorias no siempre ocurren.
Figura 10. Zonas de formación de volcanes.

b.4) Volcanes del Perú

b.4.1) Contexto Geodinámico

A nivel en los Andes Centrales se produce la subducción de la placa oceánica


de Nazca debajo de la placa continental Sudamericana, la cual genera la
existencia de un arco volcánico denominado Zona Volcánica Central de los
Andes (CVZ) donde se encuentra localizados los 12 volcanes activos y
potencialmente activos del sur peruano: Sara Sara, Coropuna, Sabancaya,
Chachani, Misti, Ubinas, Huaynaputina, Ticsani, Tutupaca, Yucamane y Casiri.
Entre estos doce volcanes existen al menos 7 volcanes (Sabancaya, Misti,
Ubinas, Huaynaputina, Ticsani, Yucamane, Tutupaca) que han presentado
actividad eruptiva los últimos 500 años (Siebert et al., 2010).

Los productos emitidos por los volcanes activos durante los últimos 500 años
causaron enormes estragos a varios poblados, terrenos de cultivo y obras de
infraestructura (carreteras, canales de agua, etc.) localizados en sus
inmediaciones. En la época histórica, los efectos más trágicos sucedidos en el
sur peruano fueron generados por la erupción explosiva del volcán
Huaynaputina en el año de 1600 d.C, durante el cual murieron más de 1500
personas y se destruyeron más de 10 poblados menores localizados en sus
inmediaciones (Thouret et al., 2002).

Durante los últimos 20 años se produjo la reactivación sucesiva de dos


volcanes del sur peruano: el volcán Nevado Sabancaya, que presento actividad
explosiva entre 1987 y 1998; pero afortunadamente, gracias a su magnitud leve
y debido a su ubicación en una zona poco poblada, no causó graves daños a
las comunidades cercanas, pero sin embargo, puso en riesgo el canal de agua
Majes-Siguas, principal fuente de agua del Proyecto Majes donde viven
aproximadamente 35,000 habitantes. Posteriormente, el volcán Ubinas
(Moquegua) entró en erupción en 2006, incrementando su actividad en los
meses de mayo a julio del 2006, la cual obligó al Comité Regional de Defensa
Civil de Moquegua a realizar la evacuación de más de 1500 personas que
habitan en el valle de Ubinas a la zona de Cchacchagen (localizada a 20 km al
SE del Ubinas). Esta actividad ocasionó un gasto mayor a cuatro millones de
soles al estado peruano. Durante el 2014 el volcán Ubinas nuevamente reinicia
su actividad eruptiva que obliga a reubicar de manera definitiva al poblado de
Querapi, localizado justo al pie del volcán Ubinas.

En la actualidad, desde el punto de vista de riesgos, la ocurrencia de una


erupción explosiva leve a moderada presentada por cualquiera de los siete
volcanes activos del sur peruano, causaría daños importantes en áreas los
poblados y obras de infraestructura, afectando principalmente la salud de las
personas que respirarían aíre contaminado de ceniza y gases tóxicos (véase la
figura 11).

Figura 11. Zonas de volcanes del sur del Perú.

En el sur del Perú, donde es está localizado el volcanismo activo, la placa de


Nazca subduce con un ángulo de aproximadamente 30° de inclinación. En esta
zona los datos sísmicos han mostrado que el plano de Benioff se encuentra
entre 100 y 150 km debajo del arco volcánico plio-cuaternario (Barazangi y
Isacks, 1976). Este arco volcánico plio-cuaternario de naturaleza calco-alcalina
está situado entre 220 y 300 km al Este de la fosa peruano-chilena. En este
sector de los Andes se produce una convergencia oblicua de la placa de Nazca
con una velocidad de 5-7 cm/año (Norabuena et al., 1999; Somoza, 1998).

Numerosos estudios petrológico y geoquímicos efectuados sobre la génesis o


formación de magmas en el sector norte de la Zona Volcánica Central de los
Andes (CVZ) han mostrado que en este lugar existen principalmente dos
fuentes o reservorios de magmas, como la cuña del manto, y la corteza
continental inferior. Asimismo, existen numerosos procesos que intervienen en
la génesis y en la evolución de los magmas: como la fusión parcial del manto,
el proceso MASH (siglas en ingles de fusión, asimilación, almacenamiento y
homogenización de Hildreth y Moorbath, 1988) en la base de la corteza
continental (debido a la presencia de una corteza continental muy engrosada
de aproximadamente 70 km de espesor). Asimismo en este lugar se producen
procesos petrogenéticos intra-corticales como la cristalización fraccionada, la
asimilación – cristalizacion fraccionada (AFC) y la mezcla de magmas o una
combinación de todos estos procesos (véase la figura 12).

Figura 12. Esquema de reservorios de magma en los volcanes del Perú.


c) Maremotos y tsunamis ligados a la sismicidad.

En la figura 13 podemos ver un ejemplo esquemático de la generación de un


tsunami a consecuencia de un terremoto. En el dibujo 1b se muestra un gran
sismo que ocurre a poca profundidad, bajo el fondo oceánico, produciendo una
deformación vertical del terreno. Esta deformación genera, a su vez, el
desplazamiento en esa dirección de la columna de agua situada sobre el
terreno deformado. En el siguiente dibujo 1c se observa cómo ese movimiento
vertical de la columna de agua se propaga como una onda de forma horizontal.
Por último, en el esquema 1d se muestra el efecto que produce la disminución
de la profundidad del fondo oceánico. La distancia entre las crestas de las olas
disminuye y la altura de la ola aumenta considerablemente, inundando zonas
próximas a la costa. Un terremoto con las características mencionadas en el
párrafo anterior (gran magnitud, bajo el agua, a poca profundidad, y que
produzca una importante deformación vertical en el fondo oceánico), puede
llegar a generar un ascenso del agua en torno a un metro de amplitud en un
círculo de cientos de kilómetros de radio. De la misma manera que provocamos
una perturbación en las aguas tranquilas de un lago al tirar una piedra, la ola
inicial de un tsunami se propagará horizontalmente. Sin embargo, a diferencia
de las pequeñas olas que generaríamos en el lago, las olas producidas por un
terremoto tienen una longitud de onda (distancia entre las crestas de dos olas
consecutivas) de unos 500 kilómetros y un periodo (tiempo entre dos olas
consecutivas) del orden de una hora. Estas grandes longitudes de onda y
periodos, las hacen imperceptibles en alta mar por los barcos y las engloban
dentro del grupo de “olas en aguas someras”. Sin embargo, las olas generadas
por el viento, con longitudes de onda de unos 100 metros y periodos de unos
10 segundos, pertenecen al tipo de “olas en aguas profundas”.

Dado que la pérdida de energía de una ola es inversamente proporcional a su


longitud de onda, las olas de tsunami pierden muy poca energía en su
propagación y por lo tanto pueden atravesar océanos y afectar a zonas de
otros continentes.
Figura 13: Esquema de la generación de un tsunami por un terremoto en una
zona de subducción, a) representación de los movimientos convergentes de las
dos placas tectónicas, b) ocurrencia de un terremoto en la zona intraplaca
acompañado de la deformación vertical del terreno de la columna de agua, c)
propagación horizontal en el mar de la perturbación inicial, d) llegada de la ola
de tsunami a la costa.

Para las olas en aguas someras, como las de los tsunamis, la velocidad de
propagación horizontal depende únicamente de la profundidad del fondo
oceánico, siendo proporcional a este valor4 . Cuanto más profundas son las
aguas, más rápido van estas olas. Por ejemplo, en alta mar, donde la
profundidad puede ser de unos cuatro kilómetros, se propagan a una velocidad
de unos 700 kilómetros por hora. Sin embargo, cuando estas olas se acercan a
la costa la profundidad disminuye, y por lo tanto, también la velocidad. Lo que
ocurre en el momento de aproximación de la primera de las olas a la costa es
que esta se va frenando, reduciéndose la distancia hasta la siguiente ola. Por
otro lado, la disminución de la velocidad se ve compensada con el aumento de
la altura de la ola. De este modo las olas que en alta mar tienen amplitudes de
un metro, pueden llegar a tener amplitudes de veinte metros cerca de la orilla.
Finalmente, al llegar la ola a la costa, el agua continúa su avance con gran
fuerza por las zonas secas. Normalmente estas olas se observan en la costa
como una marea que evoluciona rápidamente, pudiendo repetirse este
fenómeno varias veces. Se llama altura de la inundación o “run-up” a la máxima
altura sobre el nivel medio del mar que alcanza el agua. Si la parte de la
primera ola que llega a la costa no es la cresta sino el “valle”, entonces se
observará que las aguas se retraen, dejando al descubierto zonas normalmente
inundadas y a continuación, el avance del agua tierra a dentro.
Evidentemente que las ciudades y países emplazados en estas zonas o cerca
de ellas están más propensos a recibir los embates de la naturaleza, con el
consiguiente daño en la población. Tal es el caso, por ejemplo, del borde oeste
de Sudamérica en que países como Chile y Perú, entre otros, son afectados
constantemente por movimientos telúricos que en ocasiones llegan a ser
grandes terremotos. En efecto, el registro histórico demuestra que a lo largo de
la historia geológica de esta porción de Sudamérica se han suscitado, casi con
una periodicidad sorprendente, una serie de sismos de gran intensidad.
Notables, por las consecuencias devastadoras, son los terremotos de
Concepción y Valdivia en la década de 1960, Y particularmente el terremoto de
Valdivia que alcanzó una intensidad superior al grado 8 en la escala de Richter,
lo que constituye la máxima intensidad alcanzada por un sismo del que se tiene
registro en el mundo. La configuración tectónica del borde oeste de
Sudamérica revela la existencia de un límite convergente de placas del tipo
placa oceánica-placa continental en el que la Placa de Nazca es subducida
bajo la Placa Sudamericana. Tal convergencia es la causante de la focalización
de terremotos y de la configuración de una cadena volcánica (Cordillera de Los
Andes) con la mayor concentración de volcanes activos del mundo.

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