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Introducción: Como el hombre es rápido para conjeturar y sacar sus conclusiones, Jesús se
anticipa con un “no crean”, “no piensen”. Algunos, cansados de la forma legalista e
impositora en que los fariseos usaban la ley, se estarían haciendo expectativas sobre el
desentenderse completamente de esta. El maestro, en cambio, aclara que él no viene a
eliminar la ley, sino más bien a cumplirla en su sentido más amplio. Llamaremos a esto una
interpretación mesiánica de la ley.
d) Esta justicia superior se medirá no tanto en la capacidad moral de atender a todas las
leyes posibles y vestirnos con aires de superioridad moral frente al resto. Antes bien, la regla
de medida será la forma en que amemos al prójimo, incluyendo a nuestros enemigos.
II.- ¿Para qué sirven las leyes?, ¿Sirve algo la Ley de Moisés?
a) Algunos, en nombre de la “gracia” mencionan que las leyes son innecesarias y no tienen
lugar en un evangelio de libertad. Otros, sencillamente se oponen a todo lo que les impida
expresarse espontáneamente.
b) Las leyes nos sirven para conocer los deseos de Dios. Esto es semejante a las distintas
leyes en las que nos movemos. No podemos exceder cierta velocidad en zonas urbanas, no
podemos cruzar un semáforo en rojo ni tampoco podemos lanzarnos desde un quinto piso
Conclusión:
Una peligro permanente es el de repetir los errores del pasado. Al sumergirnos en las
páginas bíblicas lo hacemos con humildad, pues ninguno puede dar por sentado que lo
hubiese hecho mejor que los fariseos. No debemos repetir el legalismo en el que cayeron,
pero tampoco debemos rechazar las enseñanzas que nos llaman al orden. Jesús anhela
nuestra libertad y para ello será franco en identificar nuestros verdaderos problemas, la raíz
misma de nuestros males.
¿Qué lleva a un hombre asesinar a otro?, ¿Cuál es la causa del adulterio?, ¿Dónde nace la
infidelidad?..., preguntas que responderemos en lecciones posteriores.