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17 No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas.

He venido, no para deshacer cosa alguna,


sino para llevarla a la forma perfecta. 18 En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no
pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice. 19 Por tanto, el que ignore el último
de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los
Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos. 20 Yo se lo
digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los fariseos, o de los maestros de la Ley,
ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos. Mat 5:17-20

Introducción: Como el hombre es rápido para conjeturar y sacar sus conclusiones, Jesús se
anticipa con un “no crean”, “no piensen”. Algunos, cansados de la forma legalista e
impositora en que los fariseos usaban la ley, se estarían haciendo expectativas sobre el
desentenderse completamente de esta. El maestro, en cambio, aclara que él no viene a
eliminar la ley, sino más bien a cumplirla en su sentido más amplio. Llamaremos a esto una
interpretación mesiánica de la ley.

I.- Una justicia mayor (5:17-48):


a) Jesús. Declaró que la grandeza en el reino de Dios se determinaba mediante la
conformidad con la enseñanza moral de la ley y los profetas, y que la entrada en el reino era
imposible sin una justicia mayor que la de los escribas y fariseos (5:17-20). Dio, entonces,
seis ilustraciones de esta mayor justicia cristiana (5:21-48) relacionándola con el asesinato, el
adulterio, el divorcio, los juramentos, la venganza y el amor.
b) El llamado a que nuestra justicia sea mayor a la de los Escribas y Fariseos nos lleva a
preguntar sobre las debilidades de esta. ¿Dónde fallaron los escribas y fariseos?
 Pusieron sus énfasis parciales, alcanzables según su beneficio: “Puedo amar a mi prójimo
si todavía puedo odiar a otro”. “Puedo cumplir mis juramentos en el nombre de Dios y
dejar lugar al engaño cuando juro por Jerusalén”. “Puedo refrenar el asesinato o el
adulterio, pero me permito odiar y tener pensamientos lujuriosos”. Con esta manera de
pensar, se construye una moralidad manejable, en donde no sea necesario arrepentirse.
Era una justicia externa. Sólo se remitían a hechos consumados. No importaba mucho el
corazón.
c) Jesús señala entonces que la justicia que Dios aprueba es la que nace de un corazón
entregado a El y que lucha contra el pecado. Identifica el interior del hombre como el lugar de
donde proceden los malos pensamientos y acciones.

d) Esta justicia superior se medirá no tanto en la capacidad moral de atender a todas las
leyes posibles y vestirnos con aires de superioridad moral frente al resto. Antes bien, la regla
de medida será la forma en que amemos al prójimo, incluyendo a nuestros enemigos.

II.- ¿Para qué sirven las leyes?, ¿Sirve algo la Ley de Moisés?
a) Algunos, en nombre de la “gracia” mencionan que las leyes son innecesarias y no tienen
lugar en un evangelio de libertad. Otros, sencillamente se oponen a todo lo que les impida
expresarse espontáneamente.
b) Las leyes nos sirven para conocer los deseos de Dios. Esto es semejante a las distintas
leyes en las que nos movemos. No podemos exceder cierta velocidad en zonas urbanas, no
podemos cruzar un semáforo en rojo ni tampoco podemos lanzarnos desde un quinto piso

Grupos Pequeños - Iglesia Bautista de Coronel – Sermón del Monte - Lección 5 1


intentando ignorar la ley de gravedad. Dios nos da a conocer sus anhelos por medio de sus
enseñanzas. Es probable que más de alguna no nos agrade, pero es la ley de Dios.
c) Las enseñanzas de Jesús, están orientadas a nuestra libertad y buscan que todo creyente
logre ser quien realmente es: Un hijo de Dios. Nos orientan además, sobre el como
implementar algunos principios, como vencer ciertos hábitos o como identificar la verdadera
raíz de nuestros problemas y no sólo los síntomas.
d) Al confrontarnos con sus enseñanzas podremos identificar la necesidad de ajustar nuestra
vida a su voluntad. Si hay discrepancia, deberemos admitir la desviación y buscar el camino
correcto. Puede que nos rebelemos diciendo: “¡no lo haré!”, tal vez experimentemos
resentimiento: “¿Por qué me tiene que suceder esto?”, o sencillamente queramos
independizarnos de Dios diciendo: “Lo haré a mi manera”. En cada una de estas reacciones
sólo estaremos alejándonos de aquello que realmente es lo mejor para nosotros.
e) Ahora bien, en el contexto del Sermón del Monte, más que hablar de leyes, Jesús
establece invitaciones. “Bienaventurados”, “dichosos”, estableciendo una diferencia
importante. La ley es un imperativo externo, Jesús se concentra en nuestro interior. Los
cambios surgen desde el corazón del hombre, es el limpio de corazón el que puede ver a
Dios. Por lo mismo, somos llamados a vivir una vida honesta y transparente, jamás una
espiritualidad de exteriores sino una que refleje lo que hay verdaderamente en nuestro
corazón.

Conclusión:

Una peligro permanente es el de repetir los errores del pasado. Al sumergirnos en las
páginas bíblicas lo hacemos con humildad, pues ninguno puede dar por sentado que lo
hubiese hecho mejor que los fariseos. No debemos repetir el legalismo en el que cayeron,
pero tampoco debemos rechazar las enseñanzas que nos llaman al orden. Jesús anhela
nuestra libertad y para ello será franco en identificar nuestros verdaderos problemas, la raíz
misma de nuestros males.
¿Qué lleva a un hombre asesinar a otro?, ¿Cuál es la causa del adulterio?, ¿Dónde nace la
infidelidad?..., preguntas que responderemos en lecciones posteriores.

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