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Amigos Mque No Nos Entienden
Amigos Mque No Nos Entienden
No deseo ser frívolo o sarcástico. Pero, el hecho es, que estas cosas
son las que hacen que alguien sea su enemigo y cada uno de
nosotros hemos tenido por lo menos una de estas experiencias.
Sin embargo, Jesús lo dice bien claro que no tenemos porque temer
al diablo. Nuestro Señor nos ha dado todo poder y autoridad sobre
Satanás y sus fuerzas demoníacas: “He aquí, les doy poder para
hollar serpientes y escorpiones, y todo poder sobre el enemigo; y
nada les hará daño” (Lucas 10:19). Cristo declara que la batalla con
Satanás ya ha sido ganada. Tenemos poder dentro de nosotros
mismos para resistir cualquier treta del diablo para devorarnos.
La ley del Antiguo Testamento pide venganza – ojo por ojo, diente
por diente. Este mensaje parece ser “Tú viste lo que mi enemigo me
hizo, Señor. Ahora, persíguelo.”
Esa terrible traición hizo que David siempre estuviera mirando por
encima de su hombro. Él dijo: “Todos los días ellos pervierten mi
causa; contra mí son todos sus pensamientos para mal. Se reúnen,
se esconden, miran atentamente mis pasos como quienes acechan a
mi alma.” (Salmo 56:5-6). David gemía, “Ellos velan cada
movimiento mío, esperando para engañarme.”
Estas son las palabras del mismo rey santo que lloró cuando su
enemigo asesino, Saúl, fue muerto en batalla. David desgarró sus
vestidos en tristeza y llamó a sus amigos para que ayunaran y
oraran, llorando, “Un gigante de Israel ha caído. Saúl era un hombre
precioso de Dios.” Sin embargo, ahora, David, dijo de Ahitofel, su
amigo previo, “Mátalo Dios y mándalo al infierno rápido.” Entonces
justifico su actitud diciendo, “Soy un hombre de oración. Estoy
siempre de rodillas”
Quizás conozca a alguien que una vez le dijo a todo el mundo cuanto le amaba a
usted. Pero entonces, zing – ese amigo le entierra un puñal en la espalda. Él se fue
en su contra y ahora busca herirle a usted.
Puede que usted este separado o divorciado de su pareja y ahora su cónyuge esta
apuñalándolo. En un tiempo usted estaba convencido que su cónyuge le amaba y
respetaba. Estuvo a su lado en el altar, jurando ser suyo(a) por el resto de sus
vidas. En esos primeros días, sus palabras eran tiernas y amorosas, y usted pensó,
“Estamos tan unidos. Él (ella) es mi mejor amigo(a).”
Le digo que es imposible ser verdaderamente santo sin una obediencia total a lo
que el Señor nos ordena que nos amemos unos a los otros. Jesús les dijo: “Toda la
ley se cumple en esto -- Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu
prójimo como a ti mismo.” (Ver Mateo 22:37-40). Ciertamente, Dios prueba
nuestro amor por él por el amor que mostramos a nuestros hermanos y hermanas
cristianas. “Si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso.
Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a
quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
Usted puede cantar alabanzas a Dios en la iglesia, puede servir comida a los
desamparados – pero si usted carga un solo resentimiento contra cualquiera, su
amor por Dios es en vano. La escritura dice que si usted guarda mal en su corazón
hacia otra persona, usted es un verdadero hipócrita en los ojos de Dios.
Amar a aquellos que nos han herido no es una opción, sino una orden. “Y este es su
mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos
unos a los otros, como nos lo ha mandado.” (1 Juan 3:23). “Esto os mando: Que os
améis unos a otros” (Juan 15:17).
No – esta dentro de su habilidad de poder hacerlo. Jesús dice que él nos ha dado
poder a todos sobre el enemigo. Su Santo Espíritu nos da el poder para perdonar,
aun cuando hemos sido profundamente heridos.
Usted ve, como miembros del cuerpo de Cristo, debemos reaccionar de acuerdo a
las directrices que nos ha dado nuestra cabeza, Jesús. Piense en esto: ni un solo
dedo de su mano se mueve, ni su párpado pestañea, sin que sea dirigido por su
cerebro. Así, que si Cristo es nuestra cabeza, entonces todos sus miembros deben
moverse de acuerdo a sus pensamientos. Y él ha expresado claramente su
pensamiento sobre este asunto: “Antes sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a
vosotros en Cristo.” (Efesios 4:32).
Bajo la ley de Moisés, cualquiera que causara un daño debía ser compensado en la
misma manera – herida por herida, golpe por golpe. Sin embargo, esto no podía
ser así bajo el ministerio de gracia de Cristo. Verdaderamente, la orden de Jesús
que amáramos a nuestros semejantes también incluía aun a nuestros enemigos.
Usted deseará declarar la oración de David: “¿No odio, oh Jehová a los que te
aborrecen, y me enardezco contra tus enemigos? Los aborrezco por completo; los
tengo por enemigos.” (Salmo 139:21-22). Aun así, hasta David finalmente
descubrió el espíritu grato de la ley. Él aprendió que es posible odiar a lo maligno
en alguien sin odiar a la persona. Él escribió: “…Aborrezco la obra de los que se
desvían;…” (Salmo 101:3). “…he aborrecido todo camino de mentira” (119:104).
“La mentira aborrezco y abomino;” (119:163).
Esteban tuvo todo el derecho de resistir a los que le apedrearon. Él pudo haber
apuntado el dedo a aquellos líderes corruptos y pudo haber dicho: “Los veré el día
del juicio. Ustedes no se saldrán con esto. Dios va a castigarles por este pecado.”
Pero, en vez de eso, Esteban siguió el ejemplo de Jesús. Él oró, “Señor, no les
tomes en cuenta este pecado.” (Hechos 7:60).
Cuando Miriam se levantó para quejarse en contra de su hermano, Moisés, ella
cometió un pecado digno de muerte. Y Dios fue fiel para vengar a Moisés, dándole
lepra a su hermana. Sin embargo, Moisés no se regocijó por el sufrimiento de
Miriam. Se entristeció su corazón y le rogó a Dios que la sanara: “Te ruego, oh
Dios, que la sanes ahora.” (Núm. 12:13).
Yo creo que el nombre de Jesús ha sido deshonrado por la manera que muchos
cristianos han reaccionado a los hacedores de maldad. Hemos injuriado a aquellos
por los cuales debemos estar orando. Los que se llaman creyentes han
bombardeado las clínicas de aborto, han asesinado a doctores abortistas, y han
sacudido sus puños a marchantes homosexuales. Nada de eso es el Espíritu de
Cristo. Nuestro poder esta sobre nuestras rodillas, no en sacudir nuestros puños o
rebajarnos con juicios airados.
¿Cómo debemos reaccionar hacia cristianos que se han hecho enemigos nuestros?
Jesús nos manda a amarlos, haciendo tres cosas: 1. Bendiciéndolos. 2. Haciéndoles
bien. 3. Orando por ellos. “…Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os
persiguen;” (Mat. 5:44).
Revisemos nuestras vidas a la luz de estas tres cosas para ver si estamos siendo
obedientes a Cristo, nuestra cabeza:
Un día una pareja muy querida en el ministerio nos invitó a mi esposa, Gwen y a mí
a almorzar. Tan pronto nos sentamos, comencé a desahogar mi pena y carga sobre
ellos. Les conté cada detalle de mi dolor – cada mentira que fue dicha, y todas las
heridas que habían sido infligidas. Esa pareja nunca supo lo que les había tocado.
Una hora más tarde se fueron aturdidos. Cuando mire a Gwen, vi desaliento en sus
ojos. Ahí fue cuando me di cuenta – yo había hablado todo el tiempo.
Supe después que esta pareja querida estaba sufriendo – y esa era la razón por la
cual estaban desesperados por reunirse con nosotros. Sin embargo, yo nunca les
pregunte como estaban. Ellos no pudieron decir ni una palabra – y se fueron vacíos,
secos y sin edificar. Si tan solo yo hubiera obedecido el mandamiento de Jesús de
bendecir a mis perseguidores hablando bien de ellos, esta pareja pudo haber sido
bendecida. Al contrario, se fueron entristecidos en su espíritu.
“Haz bien a aquellos que te odian.” ¿Qué quiere decir que hagas bien a aquellos
que se nos oponen? El significado en griego implica “honestidad mas recuperación.”
Jesús esta diciendo en esencia, “Haz todo en tu poder para conseguir la sanidad de
tu enemigo y su recuperación de la trampa de Satanás. Sabes que lo que esta
persona te está haciendo es maligno. Pero tu enfoque no debe estar en tu propio
dolor sino en el engaño del alma de tu enemigo.”
“Ora por los que te usan y te afrentan.” Vemos esta orden ilustrada en las
responsabilidades del sumo sacerdote. Primero, la ley requirió que un sacerdote
hiciera el sacrificio y lo pusiera en el altar, para tratar con el pecado de la gente. Y
segundo, el sacerdote debía orar por la congregación y actuar como intercesor de
ellos.
Este trabajo sacerdotal fue demostrado en la cruz. Jesús hizo ambas cosas:
Primero, hizo un sacrificio por el pecado con su propio cuerpo. Luego, oró por el
perdón de la gente, incluyendo a sus propios perseguidores.
Y ahora mismo, Cristo esta intercediendo por sus enemigos. “Si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, Jesucristo el justo.” (1 Juan 2:1).
Jesús es un abogado aun para aquellos que te han perseguido y abusado. Así, que
si él esta intercediendo por sus almas, ¿cómo puedes seguir siendo su enemigo? Es
simplemente imposible.
Pablo escribe, “Dejad lugar a la ira de Dios” (Ro. 12:19). En resumen, él esta
diciendo, “Sufre lo malo que te hagan. Ríndelo y sigue adelante. Ten vida en el
Espíritu.” Pero si rehusamos perdonar las heridas que nos han hecho, tenemos que
encarar las siguientes consecuencias:
El escritor de los Proverbios aconseja, “La cordura del hombre detiene su furor, y su
honra es pasar por alto la ofensa.” (Prov. 19:11). En otras palabras, debemos
hacer nada hasta que nuestra ira haya pasado. No debemos hacer una decisión o
dar seguimiento a cualquier acción mientras estamos airados.