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Generan retrasos en el cumplimiento de las etapas del desarrollo infantil, con las
consiguientes repercusiones negativas en las aptitudes esenciales para la
alfabetización. Los jóvenes de hoy, preparados desde el principio para la
velocidad, llegan al colegio con problemas en su capacidad de autorregulación y
de atención, dos elementos necesarios para aprender, y que al final acaban por
ser problemas importantes de control del comportamiento para los profesores en
el aula.
Los niños pequeños necesitan dos o tres horas al día de juegos activos para
adquirir una estimulación sensorial apropiada de sus sistemas vestibular,
propioceptivo y táctil. La estimulación táctiol recibida al tocar, abrazar y jugar es
fundamental para el desarrollo de la praxis, las pautas planificadas de movimiento.
Además, el tacto activa el sistema parasimpático, que disminuye el cortisol, la
adrenalina y la ansiedad. La naturaleza y el espacio verde no solo ejercen una
influencia tranquilizadora sino que restablecen la atención y fomentan el
aprendizaje.
Falta juego simbólico
Cuando los niños son pequeños necesitan fantasear con construir el mundo y crear historias en
su cabeza. De ese modo podrán imaginarse como profesores, bomberos, cantantes o médicos.
Es importante que cojan un trozo cartón y simulen que es una varita mágica, que pinten un
dragón en una hoja y hagan como que lo derrotan.
Si escuchamos jugar solos a niños de 3 años (o con sus juguetes no interactivos) veréis
exactamente lo que significa «juego simbólico». Supone poder usar la imaginación y el
simbolismo en lo que nos rodea; es siempre una creación única y maravillosa de la mente de los
niños.
Evidentemente no estamos hablando de juego cuya finalidad directa sea educativa, no se trata
de que aprendan e interioricen normas, sino de algo muy importante y que determinará su
desarrollo cognitivo: la capacidad de pensar, de simbolizar el mundo, de entendernos con
un lenguaje común.