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Susana Sierra

Directora ejecutiva de BH Compliance.

Opinión

El mundo al revés
LUN 3 JUN 2019 | 12:26 AM

Año 2015. Desde una prisión inglesa el narcotraficante Abdul Basit mostraba en Facebook la acomodada vida
que llevaba: un caro sistema de sonido, televisor plasma, Play Station, cortinas Louis Vuitton… Algo similar
fue lo que hizo otro narco desde Cárcel de Plymouth, Estados Unidos. En sus selfies mostró que tenía dos
celdas exclusivas para él, varias consolas de juego, artículos de baño y puros de lujo.

En otras cárceles se han encontrado incluso mesas de pool, sistemas de ventilación; cocinas equipadas,
saunas; farmacias, livings y bares “privados”, parrillas eléctricas, acuarios y hasta camas tamaño King.

Eso, claro, en otros países del mundo.

Hasta que ocurrió en Chile.

La semana pasada, al leer los diarios, realmente vi que el mundo está al revés. Cárceles de lujo, jueces
corruptos, alcaldes corrompidos, cortejos fúnebres escoltados por Carabineros, funerales con fuegos
artificiales y disparos al aire. Todo eso en nuestro Chile, donde creíamos que ese tipo de situaciones no
existía.

Generalmente cuando hay crimen organizado hay corrupción; cuando se mezclan los delincuentes con
personas comunes, es decir, con los carabineros, los gendarmes, los jueces, los alcaldes; todos ellos personas
como nosotros, que seguramente no andan pensando en propagar el mal y que estudiaron porque realmente
tenían vocación de servicio. Personas que fueron el orgullo de sus familias por elegir ese camino tan
sacrificado, pero que de pronto sufrieron un vuelco en el que la ambición, el miedo, y quién sabe qué
otros sentimientos y/o necesidades, tomaron protagonismo.

Es ahí donde la corrupción aparece y, a vista de todo el mundo, empieza a carcomer silenciosamente el
sistema, hasta pudrir todo lo que esté en su camino, sin discriminar si se trata de buenas o malas
personas.

Cuando vi la serie sobre el narcotraficante colombiano “Narcos” la sentí ajena, como algo que nunca podría
ocurrir en Chile. Quizá soy ingenua o idealista, pero sí sincera: alguna luz de esperanza nos debe quedar
porque estoy segura de que ese mal del que hablo no puede matar nuestras ganas de no ensuciarnos. Debemos
hacer retroceder a la plaga de corrupción que nos está afectando. Escribo decepcionada, pero sigo creyendo
que cada uno de nosotros puede aportar para combatir la corrupción; ya sea con un “no más”, con denunciar
cuando corresponde hacerlo.

No sacamos nada con quedarnos de brazos cruzados, pensando en poner paños fríos como lo han hecho
algunos. Entendamos de una vez que todos esos “casos aislados” se están transformando en una gran bola de
nieve que con el paso de los días crece en tamaño y velocidad. No esperemos a ser aplastados por ella. Es
hora de actuar. Porque como ha dicho el cineasta indio, Kamal Hassan, cuando no tomas una postura frente a
la corrupción, tácitamente la estás apoyando.

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