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Manzanilla
Manzanilla
Suelo: La manzanilla no es exigente con respecto a la calidad de los suelos, como lo prueba su
carácter invasor, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, pero le son más favorables los
franco-arenosos, de mediana fertilidad, buen drenaje y ligeramente húmedos. Algunos suelos de
los partidos de Pehuajó, Carlos Casares, Carlos Tejedor y Trenque Lauquen, ofrecen este tipo de
características, las cuales, acompañadas por una situación climática favorable, han configurado
un área propicia de difusión natural, que luego se transformó en zona obligada de cultivo.
Si bien el pH óptimo para su crecimiento es de ligeramente alcalino a alcalino (pH de 7,1 a 8), en
Yugoslavia se la cultiva en suelos sódicos, con cantidades elevadas de cloruros, carbonates y
sulfatos de sodio y un pH de 8-10.
En cuanto a la fertilidad, se debe destacar que si ésta es excesiva la planta desarrolla mayor
tamaño, con tendencia a "irse an vicio"; las ramificaciones resultan largas y los capítulos florales
suculentos, los cuales se tornan pendientes y de maduración aún más despareja que la natural;
estos factores dificultan una adecuada cosecha.
Preparación del suelo: Como la semilla es muy pequeña se requiere una preparación esmerada del
suelo. Por lo común una arada, una disqueada y dos pasadas de rastra de dientes son suficientes
para dejarlo desmenuzado y mullido.
Si el campo fue ocupado en ios últimos años por pastura perenne o pastos naturales es
imprescindible efectuar dos aradas, la primera con tres meses de anticipación a la siembra y la
segunda cercana a la misma.
Si luego de la refinación el terreno quedara con terrones o demasiado esponjado, se debe pasar
un rolo desterronador o compactador antes de la siembra. Es importante lograr una buena cama
de siembra.
Clima: La manzanilla es una especie plástica que se adapta a diversos climas, aunque mayor
rendimiento y mejor calidad se obtienen en clima templado a templado-cálido (temperatura media
anual entre 15 y 23°C) y condición de subhúmedo.
Las lluvias a principios de primavera promueven un rápido y vigoroso desarrollo de la planta y una
abundante floración.
Cultivo: Los tipos de suelos a elegir son las lomas, medias lomas y algunas planicies, que
corresponden a los franco arenosos, con moderada provisión de materia orgánica, buen drenaje,
sin alcalinidad ni salinidad.
En la elección del campo a sembrar es importante considerar las malezas presentes, en especial
las de tipo rizomatoso invasor por su difícil control.
Se deben descartar los potreros invadidos por manzanilla cimarrona ya que sus flores mezcladas
con las de la manzanilla desvalorizan el producto comercial y aún se debe tener mayor precaución
si la siembra se va a destinar a producción de semilla para el próximo año.
La época de siembra para producción de flores se extiende entre los meses de abril y mayo,
aunque es común ver sembrar a fines de junio y en casos excepcionales aún más tarde.
El atraso se produce por la desocupación tardía de los potreros, debido a las cosechas de verano
o al deseo de aprovechar los rastrojos y a la falta de piso ocasionada por las lluvias más o menos
abundantes de la época.
Es una práctica desventojosa porque en invierno las semillas tardan más días en germinar y por
lo tanto están más expuestas a los ataques de hongos y de insectos; los nacimientos son
desuniformes; ias plantas producen un sistema radical poco desarrollado, de fácil desarraigue en
la cosecha, parte aérea menos ramificada y floración escasa. En otras palabras, se origina una
menor producción.
Se aconseja sembrar tarde sólo cuando se desea producir semilla para el año próximo y en ese
caso conviene elegir el mes de agosto cuando la temperatura del suelo ya comienza a elevarse y
si existe humedad la germinación es uniforme. Estos lotes estarán en condiciones de ser
cosechados en diciembre cuando casi ha finalizado la cosecha de flores para industria.
La tendencia de los últimos años es adelantar la fecha de siembra a marzo para finalizar en abril.
Con ésto se logra un nacimiento rápido y uniforme, buen enraizado y desarrollo inicial para poder
competir con las malezas invernales y por último plantas vigorosas y ramificadas que darán una
temprana y abundante floración.
Forma de siembra: La siembra se realiza en forma muy superficial, al voleo o en líneas separadas
a 10 cm a 15 cm y sus múltiplos, según la máquina, sin exceder los 40 cm y 45 cm
respectivamente; la más aceptada es la separación a 30 cm.
Como han aparecido en el mercado máquinas que siembran a 17,5 cm entre líneas, es probable
que aquellos que la adquieran opten por la separación de 35 cm.
Abonos: Suelos con mediana provisión de materia orgánica son adecuados para una buena
producción.
Los fertilizantes sólo se justifican si a través del análisis químico se comprueba que el suelo tiene
una marcada deficiencia de uno o varios elementos.
COSECHA
El momento en que se debe entrar a cosechar es cuando la floración se manifiesta plena, con la
mayoría de los capítulos abiertos; el lote se presenta como un manto blanco.
Se debe cosechar desde el atardecer hasta la mañana del día siguiente. El motivo de este horario
de trabajo es por la menor rigidez que presentan los pedúnculos, a causa de la elevada humedad
atmosférica nocturna, pudiéndose realizar el corte más cerca de los capítulos, lo cual facilita la
cosecha sin desarraigar la planta.
Si la cosecha se efectúa hacia el mediodía los pedúnculos están más endurecidos y son cortados
con mayor longitud, lo cual desmejora la calidad del producto.
Las flores cosechadas por tratarse de un material con alto contenido de humedad, al ser
depositadas en tolvas o acoplados, comienzan a elevar en forma rápida la temperatura de su masa
por un proceso de fermentación aeróbica. Esto a su vez se ve influido por la temperatura ambiente.
Lo cosechado al atardecer, cuando la temperatura ambiente aún es alta, al igual que la de las
flores, debe ser transportado enseguida a la fábrica de desecación, ya que a las 3 ó 4 horas
comienza su deterioro.
Lo común es que un cultivo se cosecha dos veces. Los campos de buena aptitud agrícola,
sembrados temprano y con muy buen manejo, puede permitir hasta tres cosechas; los opuestos
sólo una.
Consiste en la utilización de catres que se exponen a la acción del sol durante 3 o 4 días, con la
precaución de llevarlos al interior de galpones durante la noche para evitar la humedad que
ennegrece el producto.
Otra variante del secado natural consiste en pistas de cemento donde se esparce el material con
horquillas. Si bien se ahorra tiempo en el traslado de catres y mano de obra, el material ofrece
menor calidad debido al pisoteo de los operarios y serios problemas se presentan si ocurren lluvias.
Al pasar al túnel de secado se le inyecta aire caliente. Este es generado por un quemador a gas
oil, que refracta la llama en una pantalla y una o dos turbinas lo hace circular hacia el interior del
túnel.