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Neumonía

El tabaco daña las defensas respiratorias. Es muy importante dejar de fumar para prevenir la neumonía.

La neumonía es una infección en uno o en los dos pulmones caracterizada por


la multiplicación de microorganismos en el interior de los alvéolos, lo que provoca que
aparezca una inflamación con daño pulmonar.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la neumonía provoca entre 9.000 y
10.000 muertes cada año en España. Además, el incremento en la esperanza de vida y la
mayor supervivencia de pacientes con enfermedades crónicas y/o con inmunodeficiencias
hace prever que la población susceptible continúe en aumento en los próximos años, tal y
como destacan desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).
La neumonía suele aparecer en los dos extremos de la vida del ser humano: es frecuente en
niños menores de 5 años y en adultos mayores de 65 años.
“Las personas con más probabilidad de tener una neumonía son personas con enfermedades
respiratorias crónicas, como la EPOC, que es la más frecuente”, explica Charo Menéndez,
neumóloga y directora del Año SEPAR 2019 de las Infecciones Respiratorias.
La especialista indica que también hay más riesgo de que la neumonía aparezca en personas
con cardiopatías y diabéticos, enfermos renales o neurológicos. “Un grupo de especial
riesgo son las personas trasplantadas porque llevan medicación con inmunosupresores que
les debilitan las defensas y también las personas con tratamientos para el cáncer”.

¿Es contagiosa?
Según Eva de Santiago, neumóloga del Hospital Universitario del Henares, en
Madrid, la mayoría de los casos de neumonía bacteriana no es contagiosa.
“Ninguna de estas bacterias generalmente se transmite de una persona a otra; son las bacterias
ya presentes en nuestro cuerpo las que infectan el pulmón como las presentes en la flora de
la faringe. Sin embargo hay algunos tipos de neumonía que pueden transmitirse a otras
personas, como la neumonía de origen vírico (virus de la gripe)”, especifica.

Causas
Las neumonías se desarrollan cuando un germen infeccioso invade el tejido pulmonar. Estos
gérmenes pueden llegar al pulmón por tres vías distintas: por aspiración desde la nariz o la
faringe, por inhalación o por vía sanguínea.
Las bacterias constituyen la causa más común de neumonía y, especialmente, la
bacteria Streptococcus pneumoniae, conocida como neumococo. Los virus también son una
causa común de neumonía; por ejemplo, el virus de la gripe, la varicela, el sarampión o
la tosferina.

Síntomas

Los síntomas de las neumonías son variables. Además, esta variabilidad no siempre tiene relación con el tipo de germen que causa
la neumonía.

Algunos casos debutan como una neumonía típica, que consiste en la aparición en varias
horas o entre 2 y 3 días de tos con expectoración purulenta o herrumbrosa, en ocasiones con
sangre, con dolor torácico y fiebre con escalofríos.
Otras neumonías, llamadas atípicas, tienen síntomas más graduales que consisten
en décimas de fiebre, malestar general, dolores musculares y articulares, cansancio y dolor
de cabeza. La tos es seca, sin expectoración, y el dolor torácico es menos intenso.
La mayoría de las neumonías tienen características de ambos grupos. Si la neumonía es
extensa o hay enfermedad pulmonar o cardiaca previa, puede que el paciente tenga también
dificultad respiratoria. Además, si los gérmenes pasan a la circulación sanguínea, producen
una bacteriemia que puede conducir a un shock séptico, con riesgo para la vida.
En personas con edad avanzada los síntomas pueden ser más inespecíficos y aparecer
como cuadros con menos manifestaciones. En estos casos puede cursar como confusión,
malestar general y disminución del nivel de conciencia.

Prevención

Para diagnosticar la neumonía el médico tiene que realizar una radiografía de tórax.

Tal y como señala la neumóloga de SEPAR, Charo Menéndez, la primera forma de


prevenir la neumonía es vacunarse contra la gripe y contra el neumococo.
Otras medidas de prevención en población sana son:
 No fumar (en este punto están incluidos tanto los cigarros y los puros convencionales como
los cigarros electrónicos, el vapeo o el tacaco de liar). "El tabaco daña nuestras defensas
respiratorias y aumenta por cuatro el riesgo de padecer una neumonía", advierte Eva de
Santiago, neumóloga en el Hospital Universitario del Henares.

 No consumir alcohol.

 Mantener una buena higiene de los dientes y la boca para evitar que se forme placa en la boca
y se dé la colonización de la boca por microorganismos.

 Comer adecuadamente.

¿Quién tiene que vacunarse?


Las expertas señalan que deberían vacunarse todas las personas mayores de 60 años de
la gripe y aquellos adultos que con factores de riesgo también deberían vacunarse
contra el neumococo.
Los factores de riesgo más comunes son:
 Pacientes trasplantados.

 Personas con enfermedades crónicas o inmunodeprimidos.

 Personas con cáncer.

 Personas con problemas respiratorios crónicos, cardiopatías, enfermedad renal o enfermedad


neurológica, entre otras.

 Personas con falta de bazo.

 Personas con implantes cocleares.

Tipos
Distinguimos dos tipos de neumonía:
 Neumonía adquirida en la comunidad: es la neumonía corriente, la que puede tener
cualquier persona simplemente por el hecho de vivir fuera de un hospital.

Las neumonías adquiridas en la comunidad, en general, son las menos graves. “Podemos
encontrar formas leves que suelen ser causadas por virus y bacterias como la Chlamydia
pneumoniae y Mycoplasma pneumoniae y que se tratan de forma ambulante. Y otras que
requieren hospitalización en las que el neumococo es el germen más frecuente y relevante”,
explica De Santiago.

 Neumonía que se puede adquirir en el hospital: es el segundo tipo de neumonía


nosocomial, es decir, aquella que se puede adquirir en el hospital como complicación de
algún proceso que se haya realizado allí, como una intervención quirúrgica.
“En España hay peculiaridades epidemiológicas según la zona, así, por ejemplo, la neumonía
por Legionella se da sobre todo en la zona mediterránea. Aunque la mayoría de los casos
ocurre de forma aislada, han tenido lugar brotes de predominio estival. El origen más
frecuente es la eliminación de aerosoles producidos por torres de refrigeración e instalaciones
de agua caliente. Suele cursar en brotes de muchas personas”, añade De Santiago.

Diagnóstico
La prueba que se realiza para diagnosticar una neumonía cuando hay una sospecha
clínica es la radiografía de tórax.
“Esta prueba es obligada no sólo para establecer el diagnóstico sino también para ver la
localización, la extensión, posibles complicaciones como el derrame pleural y para descartar
otros procesos diferentes que cursan con síntomas similares”, describe De Santiago.
Posteriormente los especialistas pueden realizar estudios complementarios que se llevarán a
cabo según la gravedad del caso.
Otras pruebas que se pueden llevar a cabo son: analítica sanguínea, muestra de esputo,
hemocultivos, antigenurias en orina, broncosocopia y drenaje de líquido pleural.

Tratamientos
La neumonía se cura en la mayoría de los pacientes.
“Una vez que diagnosticamos la neumonía se indica inmediatamente un tratamiento
antibiótico. Cuando hay sospecha de que está presente el virus de la gripe se añade también
un tratamiento antivírico (más habitual en invierno), el resto del año se trata con antibióticos”,
explica la directora del Año Separ 2019.
Para las neumonías que se pueden tratar de forma ambulante De Santiago indica que los
antibióticos vía oral más habituales son los macrólidos (azitromicina) y las quinolonas
(levofloxacino o moxifloxacino). Para pacientes que requieren ingreso hay varias opciones
intravenosas, cefalosporinas de tercera generación, amoxicilina-clavulánico más macrólido
o una fluorquinolona.
Menéndez especifica que la duración del antibiótico varía en función de cada caso, aunque el
promedio está en una semana. Una vez que ya ha pasado la neumonía lo habitual es que la
recuperación sea completa.
Otros datos

¿Cuánto tiempo suele estar hospitalizado un paciente?


La duración de un ingreso es muy variable y puede ir desde dos hasta 30 días o más si existen
complicaciones graves. Sin embargo, lo habitual, tal y como explica Menéndez, es que el
promedio esté entre 5 y 7 días de hospitalización. Posteriormente tardarán unas 3 semanas
en recuperar el ritmo de actividad habitual.
La evolución de la neumonía y por lo tanto del ingreso hospitalario depende de la resolución
de los parámetros infecciosos, de sus complicaciones y de las alteraciones de otras
enfermedades del paciente.
“Los primeros días se alcanza la estabilidad clínica, después hay un periodo progresivo de
recuperación y por último desaparecen las imágenes radiográficas”, describe De Santiago.
“Es importante que el paciente esté estable antes del alta hospitalaria, pero no es necesario
que haya una resolución de las imágenes radiológicas ya que este proceso es más lento

¿Qué tiene que tener en cuenta al volver a casa?


En la vuelta a casa hay que tener en cuenta que, aunque el periodo crítico ha pasado, la
neumonía normalmente no se ha resuelto completamente. El cuerpo tiene una recuperación
progresiva y lo normal es que el paciente se encuentre cansado y con menos vitalidad de lo
normal. Por ello es conveniente una buena alimentación e hidratación e ir recuperando
la actividad habitual poco a poco.
Una de las pautas más importantes que deben seguir los pacientes es cumplir exactamente el
número de días de tratamiento.
“No se recomienda estar acostado ni en la cama, tiene que estar moviéndose. Le vamos
pidiendo que vaya haciendo ejercicio físico de forma progresiva y que empiece a salir a la
calle, si fuese posible”, añade Menéndez.

¿En qué se diferencia la neumonía de la bronquitis?


Con frecuencia neumonía y bronquitis tienden a causar confusión entre los pacientes, pero
su diferencia es importante.
La portavoz de SEPAR lo aclara: “La neumonía es la infección propiamente dicha del
pulmón, una bronquitis es la infección de la vía aérea”.
Menéndez indica que una bronquitis es mucho más banal que una neumonía. “No tiene
ni sus complicaciones ni sus consecuencias. En general, las bronquitis son producidas por
virus respiratorios y no suelen causar complicaciones graves ni necesitan hospitalización. Sin
embargo, una neumonía sí tiene consecuencias porque puede producir afectaciones locales,
bien sea una insuficiencia respiratoria, bien una afectación del estado general del paciente.
Por tanto, la diferencia en cuanto a importancia en el pronóstico y en la evolución es
totalmente distinta”, afirma.

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