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¿Imperio o imperialismo?
Los cambios acaecidos en el sistema capitalista mundial en los últimos treinta años, desde el fin del
boom de la posguerra, han llevado a una importante discusión teórica sobre la magnitud y las
características de estos y sus consecuencias sobre las perspectivas trazadas por el pensamiento
situación y un giro histórico significativo. Este es el caso por ejemplo, del teórico del autonomismo,
Toni Negri, quien sostiene estas definiciones junto a Michael Hardt en su último libro “Imperio”, al
que definen como el nuevo orden político de la globalización. Otros teóricos asociados a la escuela
de sociología histórica del sistema mundial, por el contrario, argumentan que desde su inicio el
novedad de la globalización como una incomprensión de la historia. Uno de los mejores exponentes
de esta escuela es Giovanni Arrighi, que a mediados de los noventa ha publicado el libro “El largo
siglo XX” (recientemente editado en español) donde expone estas posturas. Estas teorizaciones
cuestionan desde presupuestos opuestos la definición clásica del imperialismo, formulada por Lenin
y sostenida por los marxistas revolucionarios a lo largo del siglo que se fue.
La importancia de este debate radica en que los cambios acontecidos obligan a una interpretación de
los acontecimientos políticos, económicos y sociales, que revalide o no las categorías utilizadas por
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el marxismo, como punto de partida, para su interpretación. La discusión actual, recuerda, salvando
las distancias, la enorme efervescencia teórica e intelectual, que se dio en el seno del movimiento
socialista internacional, e incluso más allá de este, en la transición del capitalismo de libre
competencia al imperialismo, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. A la luz de estas
dialéctica, para poder comprender o interpretar los nuevos desafíos que presenta esta realidad
compleja del mundo y el nuevo siglo. Este último fue el método de Lenin que retomó las categorías
de la dialéctica para responder a la complejidad de problemas que presentaba la nueva fase del
capitalismo, entre ellas la Gran Guerra. No era para Lenin cuestión de repetir escolásticamente las
categorías del marxismo, sino de aplicarlas en forma creativa a la nueva realidad, incorporando
críticamente aspectos de las elaboraciones desarrollados por sus antagonistas e interlocutores, como
Kautsky o Hilferding, e incluso ideólogos liberal burgueses como Hobson, desterrando el carácter
reformista que pretendían darle sus autores. Se trataba para Lenin de integrar estos avances en una
Las dos visiones con las que polemizaremos tienen el mérito de intentar dar una visión global de la
realidad contemporánea. Sin embargo, las limitaciones de su matriz teórica les impide comprender
de manera certera, a pesar de los señalamientos y problemas reales sobre los que fundan en muchos
casos sus elaboraciones, los cambios producidos en el orden mundial en los últimos 30 años. Por
eso antes de desarrollar plenamente nuestra propia visión haremos un análisis crítico de las
proposiciones sostenidas por Arrighi y Negri, los que nos permitirá profundizar y comprender mejor
el método del marxismo clásico desarrollado en la nueva época por Lenin y Trotsky.
En este artículo intentaremos criticar las dos variantes señaladas anteriormente, que atacan las
del sistema capitalista mundial y actualizando la noción del mismo para comprender la escena
contemporánea.
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El “largo siglo” XX
de acumulación de los „70 (mostrada por ejemplo en la liberación del dólar con respecto al patrón
dar cuenta de los cambios contemporáneos, Arrighi sostiene que es necesario ir hacia atrás y situar
esta crisis en la larga historia de los ciclos de acumulación capitalista. Rescatando a Fernand
Braudel y su metodología, Arrighi desarrolla un enorme trabajo histórico y analítico que da cuenta
de los cuatro ciclos sistémicos de acumulación capitalista, los cuatro “largos siglos” que sitúan al
Esta perspectiva histórica lleva a Arrighi a demostrar que la crisis de los años „70 no constituye un
hecho novedoso. Lo que está sucediendo al capitalismo bajo la hegemonía norteamericana hoy,
sucedió un siglo antes bajo la hegemonía británica, a los holandeses anteriormente, y a los
punto común de inflexión en todos los ciclos sistémicos de acumulación, de una primera fase de
incluyendo la especulación. Esta transición hacia una expansión financiera, que para el autor se da a
comienzos de los „80 en el caso norteamericano, siempre tiene un “carácter otoñal” ( a decir de
norteamericana sobre el sistema mundial, ya que para Arrighi, el fin de un largo siglo, indica un
cambio geográfico del centro del proceso sistémico de acumulación del capital. En sus palabras
“Cambios de esta clase han ocurrido en todas las crisis y expansiones financieras que han marcado
la transición de un ciclo sistémico de acumulación a otro.”1 Arrighi sostiene que EEUU ha pasado
Arrighi:
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La negación de la lucha de
La construcción teórica que nos presenta Arrighi, sobre la sucesión de ciclos sistémicos de
acumulación, reemplaza la noción marxiana de la lucha de clases como motor de la historia. Como
toda teoría cíclica no es la acción humana, la agencia humana, la que determina el curso de la
historia, sino las leyes objetivas de la acumulación capitalista. El cambio ocurre como resultado de
aunque cada vez más complejizada- de las unidades estatales y de la empresa capitalista, la
dialéctica estado-capital, que son las únicas agencias de cambio dentro del proceso histórico que
percibe Arrighi. El “caos sistémico”, que se genera cuando finaliza el momento de acumulación
exacerbación de la competencia interestatal entre las potencias del centro y de los procesos sociales,
siempre se resuelve con el reemplazo de la antigua hegemonía por un nuevo poder estatal y
poder de las agencias líderes de la historia capitalista, que Arrighi desarrolla en su libro y que
sintetizamos a continuación.
Así, el régimen genovés se basaba en una ciudad-estado de pequeño tamaño y organización simple,
que en realidad ostentaba muy poco poder. Su fortaleza devenía de sus extensas redes comerciales y
financieras que le permitían tratar en términos de igualdad con la mayoría de los poderosos
gobernantes territorialistas europeos, y que fue la base de su simbiosis activa con los gobernantes
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Las Provincias Unidas eran una organización mucho mayor y más compleja que su antecesor
Posteriormente, como dice Arrighi: “Gran Bretaña no era tan solo un estado–nación totalmente
desarrollado y, como tal, una organización mucho mayor y más compleja que las Provincias Unidas
dimensiones mundiales que concedería a sus grupos dominantes y a su clase capitalista un dominio
Y por último, siguiendo las palabras del mismo autor: “... los EE.UU. eran ya algo más que un
Sin embargo, a pesar de los interesantes elementos históricos que aporta, esta sucesión de ciclos
sistémicos de acumulación cuyo origen y desarrollo está gobernado por un patrón recurrente no
puede explicar el movimiento real del modo capitalista de producción. Como toda teoría cíclica
simplemente describe una pauta de causas eficientes que no puede descubrir las fuerzas motrices
detrás del movimiento; sólo describe una secuencia de eventos en el cual no hay necesidad. De esta
manera Arrighi cae en una suerte de empirismo opuesto al materialismo histórico para el cual la
fuente del movimiento descansa en la contradicción y sus leyes de desarrollo devienen del proceso
El resultado de este método que combina una jerarquía cambiante entre el poder estatal y la empresa
capitalista, genera una visión sobre la historia y la estructura del mercado mundial capitalista que
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niega de plano que su desarrollo contempla la existencia de relaciones de producción diferentes. De
esta manera confunde lo que es el desenvolvimiento del mercado mundial creado por el capital
mercantil, que fue una precondición para el progreso del modo de producción capitalista en los
bordes del régimen de producción feudal, situando el origen del mercado mundial capitalista hace
En segundo lugar no da cuenta que la existencia del mercado mundial sólo puede comprenderse
como producto del afianzamiento del modo capitalista de producción como régimen de producción
Revolución Industrial situada a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.
En tercer lugar, asimila la economía capitalista con el intercambio mercantil soslayando que en el
actividad industrial y que es esta la que impulsa la extensión del comercio mundial. En palabras de
Marx: “El mercado mundial constituye de por sí la base de este régimen de producción. Por otra
parte, la necesidad inmanente a él de producir en escala cada vez mayor contribuye a la expansión
constante del mercado mundial, de tal modo que no es el comercio el que revoluciona aquí la
La conclusión de tal esquema teórico es que no diferencia entre las fases del desarrollo del
capitalista desde sus inicios, es decir, desde la Revolución Industrial, en la historia del capitalismo
en los últimos más de doscientos años, pueden distinguirse dos etapas. Como señala Ernest Mandel:
“En la era del capitalismo de libre competencia, la producción directa de plusvalía por la gran
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acumulación originaria del capital, sin embargo, se realizaba en muchos otros lugares del mundo al
mismo tiempo, aun cuando su ritmo fuera desigual... el capital extranjero, por supuesto, afluyó a los
países que empezaban a industrializarse, pero fue incapaz de dominar en ellos los procesos de
acumulación”. 9
El mismo autor continúa: “En la era del imperialismo, hubo un cambio radical en toda esta
capitalizadas quedó entonces sometido también a la reproducción del gran capital occidental. Desde
originaria de las clases dirigentes locales, determinó el desarrollo económico de lo que más tarde
vino a llamarse el „tercer mundo‟. Este último se vio entonces obligado a complementar las
imperialista de capital sofocó, por consiguiente, el desarrollo económico del llamado... „tercer
mundo‟”.10
teoría de los ciclos niega. Citando a Fernand Braudel - y discutiendo contra una de las
cuestión que Lenin toma de Hilferding) – sostiene que: “Hilferding contempla el mundo del capital
como una serie de posibilidades, dentro de las cuales la variedad financiera, un resultado muy
reciente según él la considera, ha tendido a predominar sobre las demás, penetrándolas desde
adentro. Es una opinión con la que estaría dispuesto a mostrarme de acuerdo, con la salvedad de que
yo entiendo que la pluralidad del capitalismo se remonta tremendamente hacia atrás. El capitalismo
financiero no era ningún recién nacido a principios del siglo XX; sostendría incluso que en el
hacerse con el control y de dominar, durante un tiempo al menos, todas las actividades del mundo
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equivocado para comprender los cambios de calidad que se generaron en la estructura de este modo
puede comparar el capital dinero acumulado por los comerciantes de las ciudades-estado italianas o
de Holanda, que fue utilizado para otorgar empréstitos a las distintas casas reales de Europa, con el
excedente de capital alcanzado (posibilitado por el desarrollo de la gran industria) en los países
centrales al fin del siglo XIX, producto de que la concentración y centralización del capital dentro
de las fronteras del estado-nación había llegado a un límite? Este excedente de capitales fue la base
de la extensión de las fronteras geográficas del capital más importante en su historia12 alcanzando
todos los confines del globo. Esta extensión del capital nacional hacia afuera condujo
inevitablemente a una precipitada competencia por los recursos, los mercados y el control de las
rutas del comercio exterior, que son las bases materiales de la lucha por el reparto del mundo que
alcanzó su punto cúlmine en la Primera Gran Guerra. Esta no fue más que una manifestación aguda
de que el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas había superado los límites del estado-
nación, que el imperialismo agudiza la contradicción que existe entre el crecimiento de las fuerzas
producción, como era el caso de los monopolios que integraban verticalmente bajo un solo mando
distintos segmentos del proceso productivo y la apropiación privada de la riqueza social. Estas
siglo XX en forma abierta, iniciando, de esta manera, una nueva fase del desarrollo capitalista. Esta
nueva fase de declinación y agonía no niega las contradicciones del modo de producción capitalista
pero le agrega leyes adicionales a su funcionamiento. Arrighi con su teoría de los ciclos no puede
comprender esto. Pero fue Karl Marx quien decía que: “Hay leyes especiales que gobiernan el
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El nacimiento de esta nueva época había hecho surgir una novedad: la primera revolución proletaria
triunfante, la Revolución Rusa de 1917. Es que esta extensión del dominio del capital, creando la
poderosa realidad del mercado mundial capitalista, habían hecho madurar las condiciones objetivas
revolución proletaria. Desde ese entonces, más que nunca, no se puede comprender la dinámica de
la acumulación capitalista sin tomar en cuenta la poderosa irrupción revolucionaria del proletariado
y las masas oprimidas del mundo. Llegado a este punto es cuando el esquema presentado por
Arrighi se choca con la realidad del “largo siglo XX”, siglo que estuvo caracterizado no sólo en los
material” (como fue el boom de la posguerra) por una constante lucha de clases, guerras y
revoluciones, que a lo largo del tiempo conmovieron a los países centrales y, permanentemente y
Siguiendo su propio esquema, Arrighi constata, que “... a lo largo del tiempo los ciclos se han
contraído. A medida que nos movemos desde las etapas iniciales a las posteriores del desarrollo
capitalista, los regímenes sistémicos de acumulación han invertido menos tiempo en configurarse,
desarrollarse y ser sustituidos”.14 Esta aceleración del tiempo histórico es una realidad del mundo
acortamiento del tiempo histórico: el poder social acumulado por el movimiento obrero y las masas,
y la insurrección de los pueblos de las colonias y semicolonias por su liberación. Son estos dos
elementos sustanciales que afectan cualitativamente la dinámica del dominio capitalista en el siglo
que se fue. Es por eso que en este libro, no es impune dejar de lado, según sus propias palabras “...
procesos ambos que han desempeñado una función preeminente en mi concepción original del largo
siglo XX”. De este modo, con un enfoque parcial, del cual es conciente, desarticula la unidad
dialéctica entre la economía, las relaciones interestatales y la lucha de clases, único punto de partida
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eficaz para una comprensión cabal del capitalismo contemporáneo, e incluso de la relación entre el
Imperio
En este libro Negri y Hardt, sostienen que la globalización ha implicado una declinación de la
económicos y culturales. “La soberanía del estado-nación era la piedra angular de los imperialismos
que los poderes europeos construyeron a lo largo de la era moderna. Por „Imperio‟, sin embargo,
nosotros comprendemos algo al mismo tiempo diferente del „imperialismo‟. Las fronteras definidas
por el sistema moderno de naciones estados fueron fundamentales para el colonialismo europeo y su
expansión económica: las fronteras territoriales de la nación delimitaban el centro del poder sobre el
cual el gobierno era ejercido sobre los territorios extranjeros externos a través de un sistema de
circulación. El imperialismo fue realmente una extensión de la soberanía de las naciones estados
europeos más allá de sus propias fronteras... ”15 Sin embargo, esto no significa el final de la
soberanía, sino una nueva forma de la misma, compuesta de una nueva serie de organismos
nacionales y supranacionales, unidos bajo una lógica común de gobierno, esto constituiría lo que
ellos llaman Imperio. “En contraste con el imperialismo, el Imperio no establece ningún centro de
desterritorializado que progresivamente incorpora a todo el reino global dentro de sus abiertas,
expansivas fronteras.”16 Para estos autores estas transformaciones en el orden político mundial
señalan un pasaje dentro del modo capitalista de producción. Esto ha significado una liquidación de
las divisiones espaciales de los „mundos‟ conocidos en Yalta, Primero (potencias occidentales),
Segundo (URSS y Este Europeo) y Tercer Mundo (países semicoloniales), ya que es posible
lugar. Esto ha sido acompañado por una transformación del proceso productivo dominante con el
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resultado de que el rol del trabajo industrial fabril ha sido reducido y la prioridad ha sido dada al
global.
Contra los que sitúan la fuente última de autoridad que gobierna el proceso de globalización y del
nuevo orden mundial en los EEUU, ya sea para glorificarlo como líder mundial y única
autonomista y su socio literario sostiene que “Nuestra hipótesis básica, sin embargo, de que una
nueva forma de soberanía imperialista ha emergido, contradice ambas visiones. Los EEUU no son,
imperialismo está acabado. Ninguna nación será el líder mundial en la manera de que las naciones
europeas lo fueron.”17
agencia humana como motor de las transformaciones sociales, en el caso de Negri y su socio
literario, Hardt, el rol de esta última está sobrevaluado. Así polemizando contra el primero en el
citado libro - “Imperio”-, plantean que “Lo que nos preocupa más es que en el contexto del
paradigmático, un evento. En cambio, todo siempre debe retornar, y la historia del capitalismo de
esta manera se convierte en un eterno retorno de lo mismo. Al final, tal análisis cíclico enmascara el
motor del proceso de crisis y reestructuración. Aún a pesar de que Arrighi ha hecho él mismo un
extensivo trabajo de investigación sobre las condiciones y movimientos de la clase obrera a lo largo
del mundo, en el contexto de su libro, y bajo el peso de su aparato histórico, parece que la crisis de
los „70 fue simplemente parte de los ciclos objetivos e inevitables de la acumulación capitalista,
más que el resultado de un ataque proletario y anticapitalista tanto en los países dominantes como
11
los subordinados. La acumulación de estas luchas fue el motor de la crisis, y ellas determinan los
Estamos de acuerdo con Negri en que la oleada de luchas obreras y populares que atravesó a los
países imperialistas, a los estados obreros burocratizados y a los países semicoloniales desde fin de
los „60 y que abarcó con flujos y reflujos toda la década siguiente, significó un cambio en la
relación de fuerzas favorable al movimiento de masas, una etapa donde las clases subalternas
Pero plantear que “La acumulación de estas luchas fue el motor de la crisis, y ellas determinan los
absolutiza la lucha de clases haciendo una polarización abstracta con Arrighi que abusa de los
del modo de producción capitalista, es decir, la relación entre el desarrollo de las fuerzas
productivas y las relaciones de producción, son subvaluadas ya que las crisis son un producto
cualquiera de estos términos y darle primacía a uno sobre otro en forma antidialéctica constituye un
craso error. Absolutizar las contradicciones estructurales en el modo de producción genera una
humana y por lo tanto se cae en un patrón cíclico, que es lo que ya hemos criticado en Arrighi y la
escuela del sistema mundo. Pero hacer lo mismo con la lucha de clases lo lleva a Negri a subvalorar
que las contradicciones materiales son el sustrato sobre el que la lucha de clases actúa, y que su
papel como motor de la historia, se manifiesta cuando las contradicciones estructurales adquieren
un carácter declarado. Son estos los momentos del salto en la evolución histórica. En otras palabras
los procesos sociales juegan un rol determinante cuando las contradicciones han madurado.
Coincidimos en este sentido con un viejo libro polémico de Perry Anderson cuando decía que:
12
“...según el materialismo histórico, entre los mecanismos de cambio social más fundamentales
figuran las contradicciones sistemáticas entre fuerzas y relaciones de producción, y no sólo los
conflictos sociales entre clases originados por relaciones de producción antagónicas. Las primeras
se superponen a los segundos, porque una de las mayores fuerzas de producción es siempre el
trabajo, que a su vez constituye una clase especificada por las relaciones de producción. Sin
embargo, no coinciden totalmente. Las crisis de los modos de producción no son idénticas a las
confrontaciones entre las clases. Unas y otras pueden fundirse ocasionalmente. El comienzo de las
grandes crisis económicas, tanto bajo el feudalismo como el capitalismo, generalmente han cogido
desprevenidas a las clases sociales, al derivar de las profundidades estructurales que se hallan
debajo del conflicto directo entre aquellas. Por otro lado, la resolución de dichas crisis ha sido no
pocas veces el resultado de prolongadas contiendas entre las clases. De hecho, las transformaciones
lucha de clases”.19
En relación con los años ‟70, fueron factores económicos como el aumento de la composición
orgánica del capital generado durante el boom y la consecuente caída de la tasa de ganancia que
palabras una maduración de factores estructurales que permitieron que la irrupción de las clases
explotadas a escala mundial produjeran un trastocamiento del orden mundial de posguerra y del
equilibrio interestatal, económico y de clases que había permitido el boom y abrieran un periodo de
crisis de acumulación del capital. Esta crisis es expresión de esta combinación de factores y no una
A su vez este poder del trabajo “determina los términos y la naturaleza de la reestructuración
capitalista”. Como dice Negri en su obra: “Las masas rebeladas, sus deseos de liberación, sus
experimentos para construir alternativas, y sus instancias de poder constituyente estuvieron todos,
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en sus mejores momentos, dirigidos hacia la internacionalización y globalización de las relaciones,
más allá de las divisiones del mando nacional, colonial e imperialista. En nuestro tiempo este deseo
puesto en marcha por las multitudes ha sido dirigido (de un modo extraño y perverso, pero, sin
embargo, real) por la construcción del Imperio. Podemos decir, incluso, que la construcción del
Imperio y sus redes globales es una respuesta a las diversas luchas contra las modernas máquinas de
poder, y, específicamente, a la lucha de clases conducida por los deseos de liberación de la multitud.
Es indudable que el ascenso de masas de los años „70, contra los dos pilares del orden de posguerra
tendió a romper la división del mundo en tres áreas (países metropolitanos, “la segunda periferia” o
stalinistas y nacionalistas burgueses) la forma de la lucha de clases durante ese período histórico. La
lucha de las masas vietnamitas y el movimiento de solidaridad que se desarrolló en los países
centrales, que paralizó la maquinaria militar del imperialismo norteamericano, fue la muestra más
elocuente de esto. Es innegable que esta oleada de las masas impulsó al capital a buscar una
respuesta que socavara las bases del poder del trabajo que más tarde concretaría en la ofensiva
neoliberal y la llamada globalización que la acompaña. Pero plantear que los “términos y la
luchas sin tomar en cuenta el resultado concreto de estos combates es hacer una glorificación de la
lucha de clases en sí. Los momentos de la acumulación capitalista están determinados por las
distintas etapas y los correspondientes cambios en la relación de fuerzas entre las clases. Durante el
“ensayo general” del ‟68, pese a la gran intervención de la clase obrera industrial y pese a lo
extendido del ascenso, el proletariado no logró resolver la crisis de dirección revolucionaria que
arrastraba desde hacía décadas y obtener victorias decisivas sobre el imperialismo. Al no hacerlo
14
neoliberal. Estas políticas se consolidaron a partir de comienzos de los años „80 pero fueron
preparadas por la contrarrevolución brejneviana que aplastó la Primavera de Praga del ‟68 y los
desvío de los ascensos tanto en Francia como en Italia como las luchas antidictatoriales en Portugal
Sobre esta relación de fuerzas es que se fueron imponiendo los mecanismos endógenos de la
ganancias buscando nuevas áreas de materias primas baratas, zonas de mano de obra barata y
constante revolución tecnológica que ello requiere, la enorme oleada de fusiones y adquisiciones
imperialista a la crisis de acumulación, fueron los que dictaron los términos de la reestructuración
capitalista, y no sólo el primer elemento, haciendo abstracción del resultado concreto del combate
de clases.
la sobrevaloración del sujeto, se manifiestan en el nuevo esquema teórico que estos autores
proponen para definir al “Imperio”, como nueva fase del capitalismo que deja atrás al imperialismo.
Estableciendo una ruptura en la unidad dialéctica entre las relaciones de producción y la lucha de
clases, plantean una recreación del materialismo que se define por la exorbitancia del sujeto, una
teoría subjetivista donde la estructura no pone límites, no condiciona a la agencia humana, más aún
15
afirmación del filosofo italiano y su compañero literario, cuando dicen que: “Las teorías de los
pasajes hacia y dentro del imperialismo que privilegian la crítica pura de la dinámica del capital
corren el riesgo de subestimar el poder del motor realmente eficiente que conduce el desarrollo
capitalista desde su núcleo más profundo: Los movimientos y luchas del proletariado... La historia
posee una lógica sólo cuando la subjetividad la dirige, sólo cuando (como decía Nietzche) la
historia. El poder del proletariado consiste precisamente en esto ... Los viejos análisis del
imperialismo no serán suficientes ahora porque finalizan deteniéndose ante el desafío del análisis de
Necesitamos identificar un esquema teórico que instale la subjetividad de los movimientos sociales
del proletariado en el centro del escenario de los procesos de globalización y constitución del orden
mundial”.21 El balance entre el rol jugado por las contradicciones estructurales y la agencia
humana conciente, de resolver las crisis orgánicas, ha cambiado del primero al segundo en el curso
proletaria este factor, el subjetivo, adquiere un peso decisivo. Es que la transformación que implica
la revolución socialista constituye el paso más consciente que la humanidad jamás se haya
propuesto. La transición del feudalismo al capitalismo, si se quiere, ocupa un lugar intermedio (en
el sentido que el control de los medios de producción es previo a la toma del poder político por
parte de la burguesía.) comparado con la caída del Imperio Romano y la Revolución Rusa. Sin
las masas en soviets como órganos de poder y dirigidas por un partido revolucionario, los resultados
reconfigurador del mundo. Esta es la visión que tenían los bolcheviques de sí mismos como: “... uno
de los factores históricos, su factor „consciente‟, factor muy importante pero no decisivo. Nunca
hemos pecado de subjetivismo histórico. Veíamos el factor decisivo, - sobre la base dada por las
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fuerzas productivas -, en la lucha de clases, no sólo en escala nacional sino también
internacional”.22
En este subjetivismo histórico caen Negri y Hardt cuando afirman que: “La historia posee una
lógica sólo cuando la subjetividad la dirige, cuando la subjetividad reconfigura causas eficientes y
que alude la cita de Trotsky a la que hacemos referencia más arriba. No es un subjetivismo del
revolucionario de la clase obrera, o sea, del proceso de constitución de clase en sí en clase para sí,
de la conquista de la independencia política de ésta frente a la burguesía que sólo puede realizarse a
caso de Negri y Hardt para los cuales la constitución del sujeto no depende de esta conquista sino
Construyendo una lógica de un sujeto irreal (“la multitud”), que no tiene correspondencia con un
producción capitalista las distintas clases sociales subalternas, en particular la centralidad del
proletariado como sujeto social de la revolución socialista. Este sujeto fantasmal que construyen,
omnipresente y pura potencia, no necesita de programas, de estrategia y táctica y menos que menos
De ahí que cuando los autores de “Imperio” se enfrentan con la situación de comienzos de los ‟80 y
la mayor parte de los ‟90, donde se consolida el auge neoliberal, donde el sujeto real se encuentra
fragmentado y en retirada, lejos de las “llamas constituyentes” de los años ‟70 su matriz teórica se
vuelva absolutamente incapaz de explicar la realidad. Esto último puede verse en sus
consideraciones sobre por qué EE.UU. pudo continuar su hegemonía durante la crisis. Así plantean
que: “la respuesta subyace en gran parte, tal vez paradójicamente, no en el genio de los políticos o
capitalistas norteamericanos, sino en el poder y la creatividad del proletariado de EE.UU. ...en los
17
términos del cambio de paradigma del comando capitalista internacional, el proletariado de EE.UU.
aparece como la figura más subjetiva que expresa más acabadamente los deseos y necesidades de
los trabajadores internacionales o multinacionales. En contra del lugar común que afirma que el
Europa y otros lugares, tal vez deberíamos verlo fuerte por esos mismos motivos. El poder de la
entonces, no es suficiente citar las relaciones de fuerza que el capitalismo de los Estados Unidos
mantiene sobre los capitalistas de otros países. La hegemonía de Estados Unidos está realmente
sostenida por el poder antagónico del proletariado de Estados Unidos.” 23 Esta última cita es
realmente sorprendente. Si hay algún lugar en los últimos veinte años donde la burguesía pudo
resolver a su favor los límites que el poder del trabajo imponían a su acumulación, este lugar fue,
precisamente, EE.UU. Durante la ofensiva reaganiana, continuada más tarde en los años ‟90, los
derrotas y el temor frente a la recesión como fue el caso de la crisis de los años 79/82 que implicó
ganancias, cuestión que explica -junto a la ubicación privilegiada de esta potencia en el sistema
financiero internacional- la fortaleza relativa de EE.UU. frente a sus competidores y las bases de la
continuidad de su hegemonía. Sin embargo, en el análisis que nos proponen Negri y Hardt esta
realidad material es reemplazada por el análisis subjetivista. Así la relación de fuerzas objetiva entre
las clases es reemplazada por los “deseos” de los trabajadores. En cuanto al plano sindical y
político, es cierto que la representación sindical y partidaria de los trabajadores europeos tiene un
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bipartidista norteamericano como una muestra de fortaleza es un sin sentido. El bajo nivel
burguesía norteamericana al más mínimo derecho de organización de los trabajadores por un lado, y
Como vemos, el autonomismo y su método de análisis ultrasubjetivista, cuyo orígen histórico hay
que buscar en la inmediata euforia de las luchas sesentistas y setentistas combinada con el
Un nuevo “ultraimperialismo”
De este nuevo esquema teórico se deduce la constitución del Imperio “como un orden global, una
nueva lógica y estructura de gobierno, en breve una nueva forma de soberanía que acompaña a los
Llevando su lógica subjetivista hasta el final disuelven en este “orden global” la competencia
capitalista y la lucha por la supremacía mundial de los diversos estados capitalistas que bajo nuevas
Kautsky, a comienzos del siglo XX, analizando la primera “ola de globalización”, preveía un
“ultraimperialismo”. En este modelo, la fusión internacional del capital ha avanzado tanto que los
distintos intereses económicos entre los propietarios internacionales del capital desaparecen. En
“Der Imperialismus” aparecido en Die Neue Zeit, el 11 de septiembre de 1914 sostenía: “Así, desde
el punto de vista puramente económico no es imposible que el capitalismo sobreviva aún otra fase,
la cartelización en política exterior: una fase del ultraimperialismo, contra la cual debemos, desde
luego, luchar tan enérgicamente como lo hacemos contra el imperialismo, pero cuyos peligros
19
yacen en otra dirección, no en la carrera armamentística y la amenaza a la paz mundial.”24 Lenin
Afirmaba que la tendencia “lógica” a largo plazo llevaba al establecimiento de un único consorcio
mundial. Pero planteaba que antes que esta conclusión „lógica‟ se consumara el capitalismo
revolucionaria del proletariado y de los pueblos oprimidos del mundo. En el prólogo al libro de
Bujarin “El imperialismo y la economía mundial” decía: “No hay duda de que el desarrollo marcha
en dirección a un único trust mundial, que devorará todas las empresas y todos los estados sin
excepción. Pero por otra parte, el desarrollo marcha en tales circunstancias, con tal ritmo, con tales
etc., etc.-, que inexorablemente, antes de que se llegue a un único trust mundial, a la unión mundial
acto meramente voluntarista sino de un análisis objetivo de las contradicciones que había alcanzado
reaccionario de calmar las contradicciones” ( según sus propias palabras) de lo que se derivaban sus
Negri y Hardt quieren emular la política revolucionaria de Lenin y su lucha por la revolución
internacional, como dicen ellos: “hay una alternativa implícita en el trabajo de Lenin: o revolución
comunista internacional o Imperio”. Pero le quitan a esta alternativa toda base objetiva para su
realización. Si Kautsky, por la vía del economicismo, llega a la teoría del “ultramperialismo” y su
negación de las contradicciones, Negri y Hardt por la vía del sujeto llegan al mismo resultado
aunque sin compartir explícitamente las conclusiones reformistas del primero. Esto puede verse en
la siguiente afirmación: “Los análisis del Estado y del mercado mundial también se vuelven
20
posibles en el Imperio por otra razón: porque en este punto del desarrollo la lucha de clases actúa
sin límites en la organización del poder. Habiendo alcanzado el nivel mundial, el desarrollo
capitalista se enfrenta directamente con la multitud, sin mediaciones. Por ello la dialéctica, o, en
Estado-nación hacia su abolición y avanzando más allá de las barreras alzadas por él, propone la
constitución del Imperio como el lugar del análisis y el conflicto. Sin esa barrera, entonces, la
directamente antagónico. Esta es la condición fundamental de toda teoría política del comunismo”
26
productivas y la consecuente internacionalización del capital y con esto las bases objetivas para la
internacionalización de la lucha de clases han avanzado en forma pronunciada desde los últimos
cien años comparados con el momento en que Lenin escribió su famoso folleto sobre el
imperialismo. La necesidad del internacionalismo proletario que se deriva de estas bases objetivas
es hoy más necesaria que nunca. De ahí que compartamos sus criticas a las perspectivas
“tercermundistas”, que es uno de los puntos fuertes del nuevo camino que proponen.27
Pero los autores de “Imperio” confunden una tendencia con la realidad presente del capitalismo
mediación. De esta manera, cometen el mismo error metodológico que Lenin criticaba en Kautsky,
“sueño” al decir del dirigente bolchevique) sino en una realidad presente. Como decía Lenin: “En
este anhelo de volver la espalda a la realidad del imperialismo y de evadirse en un sueño con un
21
de esta estructura se acepta el marxismo para esta „nueva fase del capitalismo‟ cuyas posibilidades
de realización no son garantizadas ni siquiera por su propio inventor, pero en cambio para la fase
actual, ya existente, en lugar de marxismo nos sirven un deseo pequeño burgués, profundamente
La operación lógica de Negri y Hardt, emparentada con su rechazo a la dialéctica, no permite ver la
actual estructuración del sistema mundial y las contradicciones que se derivan de ésta, es decir, las
periferia, la lucha por la hegemonía entre las distintas potencias centrales, la distinción del mundo
entre países opresores y oprimidos y la articulación concreta de la lucha de la clase obrera y los
sectores populares de estos últimos con las masas de los países metropolitanos y por lo tanto la
ataque a la teoría leninista del partido revolucionario ya que la necesidad no es atacar el “eslabón
débil” de la cadena imperialista, sino que “el centro virtual” del Imperio puede ser atacado desde
cualquier punto, tal como dicen a continuación. De ahí que “Desde el punto de vista de la tradición
revolucionaria, uno puede objetar que todos los éxitos tácticos de las acciones revolucionarias de
los siglos diecinueve y veinte se caracterizaron precisamente por su capacidad para destruir el
eslabón más débil de la cadena imperialista, que ese es el ABC de la dialéctica revolucionaria y que
hoy día la situación no pareciera ser muy promisoria... enfrentados como estamos a una serie de
movimientos sociales intensamente subversivos que atacan los más altos niveles de la organización
imperial, ya no sea útil insistir en la vieja distinción entre estrategia y táctica. En la constitución del
Imperio ya no hay un “afuera” del poder y, por ello, ya no hay eslabones débiles – si por eslabones
débiles queremos decir un punto externo en el cual las articulaciones del poder global son
vulnerables. Para lograr importancia, cada lucha debe atacar al corazón del Imperio, a su fortaleza.
Este hecho, sin embargo, no prioriza ninguna región geográfica, como si sólo los movimientos
sociales de Washington, Ginebra o Tokio pudieran atacar al corazón del Imperio. Por el contrario, la
22
construcción del Imperio, y la globalización de las relaciones económicas y culturales, significan
que el centro virtual del Imperio puede ser atacado desde cualquier punto.” 29
Es cierto que la mayor internacionalización del capital ha achicado las distancias entre el centro y la
periferia y que los acontecimientos de esta última impactan en mayor medida que en el pasado en el
corazón de los países centrales. Pero a pesar de esto, el hecho visible hasta para cualquier
extremo, muestra la validez del concepto “leninista” del eslabón más débil como el articulador de
una teoría de la revolución mundial, como un proceso concreto que surge de las contradicciones
Ya hemos planteado como el “subjetivismo teórico” de Negri y Hardt hace una polarización
abstracta con las posiciones del “estructuralismo teórico” de la escuela de sistema mundial y sus
patrones cíclicos en la evolución histórica del capitalismo. Pero sorprendentemente y a pesar de esta
diferencia metodológica, Arrighi, en su “Largo siglo XX” arriba al comienzo del siglo XXI a una
configuración de la organización del sistema mundial que no difiere sustancialmente del “Imperio”
como orden mundial de la “globalización”. Así plantea “El moderno sistema interestatal ha
adquirido, por consiguiente, su actual dimensión global mediante hegemonías sucesivas de alcance
cada vez más mayor que han reducido en consecuencia la exclusividad de los derechos de soberanía
realmente disfrutados por sus estados miembros. Si este proceso continuase, nada excepto un
verdadero gobierno mundial tal y como lo contemplaba Roosevelt, satisfaría la condición de que la
próxima hegemonía mundial tuviera un alcance territorial y funcional mayor que la precedente...
¿Ha alcanzado el mundo occidental bajo la hegemonía estadounidense un grado de poder mundial
tal que se halla a punto de poner fin a la historia capitalista tal y como se ha concretizado en el
sistema de expansión del moderno sistema interestatal?... el anverso de este proceso de formación
23
dominio.”30. Y más adelante en la conclusión y tomando en cuenta el hecho de que Japón controla
la liquidez mundial pero permanece indefenso en el terreno militar, a diferencia de los EE.UU. que
conservan un cuasi monopolio del uso de la violencia se plantea que: “Esta configuración peculiar
del poder mundial parece adecuarse excelentemente para formar otra de aquellas „alianzas
memorables‟ entre el poder de las armas y el poder del dinero quien ha impulsado espacio-
temporalmente a la economía mundo capitalista desde finales del siglo XV. Todas estas „alianzas
y grupos empresariales que pertenecían al mismo Estado: las Provincias Unidas, el Reino Unido, los
Estados Unidos...”31
¿Qué diferencia hay entre estas posiciones y la conformación de un “ultraimperialismo” que hemos
desarrollada por Lenin. Es cierto que a principios del siglo XX la concentración internacional del
capital “ no tomó la forma de una centralización internacional sino que lanzó a los monopolios
su propio estado pugnaron por el control militar y político de amplias zonas geográficas lo que
sentó las bases para la lucha despiadada por el reparto del mundo, a veces por medios pacíficos
imperialista.
Desde ese entonces la centralización internacional del capital ha avanzado en forma pronunciada.
de los años „70 ya no sólo limitada a las firmas norteamericanas sino a los dos polos de la tríada
24
transnacionalización de las corporaciones imperialistas. La oleada de fusiones y adquisiciones, cuya
escala abarca capitales cada vez más vastos, apunta a quedarse con parte de los mercados de grupos
o firmas fusionadas.
dentro de su perímetro y entre las mismas ha significado una mayor integración de la economía
mundial. En otras palabras este proceso es la forma en que el capital intenta resolver la
contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y los límites del estado nacional. Sin
embargo, utilizando la visión de Marx con respecto al crédito este proceso ha significado “una
abolición del modo capitalista de producción dentro del modo capitalista mismo”, es decir,
agravando sus contradicciones a un nivel superior. Esto no ha significado una desaparición del
estado sino un cambio de sus funciones económicas; orientado cada vez más a garantizar la
reproducción de sus propios grupos transnacionalizados como se demuestra el rol que juega en la
firma de tratados comerciales, en la regulación de la competencia de los grupos rivales en las áreas
Mundial del Comercio, donde los distintos estados tratan de defender a sus grupos de interés. Todo
esto plantea que la realidad de la economía mundial no puede comprenderse sin tomar en cuenta
estos dos aspectos de la realidad entre el nivel de las fuerzas productivas y la supervivencia del
estado-nación como una de las principales contradicciones del capitalismo actual. En el mismo
sentido la introducción de nuevas tecnologías no ha hecho más que agudizar esta dicotomía. Así el
editor en jefe de la revista Foreign Policy en un artículo titulado “Nueva economía, vieja política”
plantea que: “ Esta realidad presenta a las compañías de la nueva economía con una paradoja poco
involucra un proceso de decisión lento, objetivos no claros y una hipersensibilidad sobre cualquier
25
erosión real o simbólica de la soberanía nacional.”33 La visión de una corporación “sin estado”, no
El siglo XX ha sido, tomando una frase prestada del libro de Eric Hobsbawn, la “época de los
extremos”. El crac del ‟29 y las dos guerras mundiales mostraron el carácter convulsivo y violento
que alcanzaron las contradicciones inherentes al desarrollo del capitalismo. A su vez la época
revolucionaria abierta a partir del triunfo de la Revolución Rusa mostró la enorme fuerza social y la
maduración del proletariado como sujeto transformador de la realidad mundial. De ahí la tendencia
a unilateralizar cualquiera de estos dos aspectos ya sea las tendencias estructurales, ya sea las
tendencias de la lucha de clases en el análisis de la dinámica real del desarrollo capitalista. Tomar
uno de estos aspectos separando la relación dialéctica entre ellos y darle un valor sin límites impide
Trotsky de “equilibrio capitalista”, permite analizar en forma dinámica la totalidad del sistema
mundial, al respecto señalaba que “el equilibrio capitalista es un fenómeno complicado; el régimen
capitalista construye ese equilibro, lo rompe, lo reconstruye y lo rompe otra vez, ensanchando, de
paso, los límites de su dominio. En la esfera económica estas constantes rupturas y restauraciones
del equilibrio toman la forma de crisis y booms. En la esfera de las relaciones entre clases, la
ruptura del equilibrio consiste en huelgas, en lock outs, en lucha revolucionaria. En la esfera de las
relaciones entre estados, la ruptura del equilibrio es la guerra, o bien más solapadamente, la guerra
Es este método el que le permite definir que el estallido de la Primera Guerra Mundial,
26
en las relaciones de producción capitalistas y en las fronteras del estado nacional, significaron una
ruptura de las bases del equilibrio capitalista y la consiguiente apertura de una época
así que luego de la completa desarticulación del comercio mundial después del crac del ‟29 y la
entrada de la economía mundial en una década de depresión y estancamiento y luego del fracaso de
los procesos revolucionarios que se desarrollaron en los años treinta por la traición del stalinismo y
la socialdemocracia, y por la responsabilidad histórica que le cupo a ambos por el ascenso del
nazismo, Trotsky podría decir que “la crisis de la humanidad es la crisis de su dirección
heroísmo y combatividad del proletariado sino como producto de su elemento más subjetivo: el
descomposición.
oportunista”, tal como definía Lenin a la socialdemocracia, fue infinitamente más fuerte y sobre
todo con el stalinismo tomó formas completamente impensables como las que se verían luego de la
Segunda Guerra Mundial, en donde este último pasó a jugar el rol de garante del statu quo mundial,
Así, la derrota del fascismo a manos de la Rusia soviética represtigió al stalinismo, que utilizó su
fuerza renovada para liquidar la revolución europea y pactar con EE.UU. un nuevo statu quo
mundial. Se dio así la contradictoria situación de que la fortaleza del estado obrero degenerado ruso
fue utilizada para consolidar la hegemonía norteamericana, bajo la que se asentó el boom
económico.
explicarse sin dar cuenta de los factores extraeconómicos que permitieron su emergencia: el desvío
27
de la revolución europea garantizada por el stalinismo (con el desplazamiento de la revolución
un liderazgo indiscutido por décadas en el campo imperialista) y los bajos niveles salariales previos
producto del fascismo. Tampoco hubiese podido sostenerse sin el incremento cualitativo de la
acción política y económica de los estados imperialistas (que introdujeron reformas sociales y
fortalecieron los mecanismos de cooptación de las burocracias obreras por el temor a la revolución),
los mecanismos de inflación monetaria permanente y la inflación del crédito; y el rol jugado por la
que fue a cambio de resignarse ante nuevas conquistas del movimiento de masas (nuevos estados
burocracias obreras (stalinistas y socialdemócratas) como garantes del orden mundial que se logró
Sin embargo, el desarrollo parcial de las fuerzas productivas ocurrido en las metrópolis
imperialistas durante el “boom” (el crecimiento de la productividad del trabajo fue más intenso en
los ‟50 y ‟60 en los principales países imperialistas que en cualquier período previo) no alteró el
carácter general de la época de “crisis, guerras y revoluciones”. Así, con estas particularidades el
nuevo “equilibrio” sellado en gran parte en los acuerdos de Yalta y Potsdam tampoco pudo evitar
que el capitalismo imperialista perdiera como su campo de acción la tercera parte del planeta entre
los años 1948/49, lo que en última instancia expresaba tanto el hecho de que la URSS había
sobrevivido como que el capitalismo (falto de fuerzas internas propias), se había visto obligado a
negociar con la dirección stalinista de la Unión Soviética. Con estas particularidades y estos límites,
un nuevo equilibrio capitalista fue establecido y, aunque con varias décadas de atraso en relación
con la previsión de Trotsky, la economía norteamericana logró un nuevo gran impulso a través de la
28
reconstrucción de la Europa desvastada. Por otra parte y en contraste con la expansión capitalista
del siglo XIX, el proletariado en la segunda posguerra estaba ya desarrollado en el mundo colonial
imperialistas, siendo nuevamente clave el papel del stalinismo para impedir la ruptura del statu quo.
El boom de la segunda posguerra, en este contexto, lejos estuvo de probar la fortaleza orgánica del
capitalismo. Necesitó no sólo de dos guerras mundiales de destrucción masiva sino del pacto
establecido con el stalinismo que fue condición del nuevo equilibrio logrado.
La respuesta del capital a la crisis de acumulación de los años ‟70, década durante la cual se
a un patrón cíclico de la acumulación del capital ni constituye una nueva fase de desarrollo
capitalista. La ofensiva neoliberal y la así llamada globalización fue la forma particular que adquirió
luego del fracaso en Vietnam, utilizó a su favor las ventajas de controlar el sistema financiero
internacional.
El primer elemento, esto es la debilidad del poder norteamericano o más precisamente su falta de
legitimidad como garante del orden mundial tanto en el plano interno como en el exterior, lo llevó a
cambiar las formas de sus intervenciones para aminorar los costos de su dominio. La política de
“derechos humanos”, la promoción de las ONGs36, la transformación del así llamado derecho de
contenido que adquirió su política exterior, desde una posición defensiva en los años ‟70 hacia una
política cada vez más ofensiva en los años posteriores, y que tuvo su éxito más resonante con la
ideología del triunfo de la “democracia y el mercado” luego de la debacle de los países llamados
socialistas. En los años ‟90 esta ideología se fortaleció con la intervención a Iraq, legitimada por la
29
ONU y apoyada por una amplia coalición y en la guerra de la OTAN en Kosovo, donde la
intervención imperialista fue enmascarada bajo un ropaje “humanitario” y en “socorro de las masas
oprimidas”37 Sin embargo, esta “nuevo modelo de autoridad imperial” no responde al nuevo orden
político de la globalización como plantea Negri y Hardt sino a las constricciones del poderío
americano como consecuencias de las heridas aún no cerradas del síndrome de Vietnam y de la
En ese sentido viene a colación un reportaje concedido por Trotsky al New York Times en el medio
de la depresión abierta por el crac del ‟29. Ante la pregunta de ¿cómo ve la posición de EE.UU. en
la actual situación mundial?, Trotsky respondía que preveía un dominio cada vez más pronunciado
del capitalismo norteamericano sobre el capitalismo europeo y agregaba: “Sin embargo, este
dictadura del dólar al mundo entero, la clase dominante norteamericana introducirá las
contradicciones del mundo entero en su propia dominación.”38 Hoy esta afirmación conserva una
importancia metodológica fundamental. Es que desde los EE.UU. han partido los intentos de
alcanzar un nuevo equilibrio una vez trastocadas las bases del orden que permitió el boom de la
los principales factores de inestabilidad que atraviesan la economía mundial desde la década del
‟70. Esto es así en el plano de las relaciones internacionales. El sistema monetario internacional
que en sus inicios los EE.UU. aceptaron la disciplina sobre su política del dólar a través de su
ligazón con el oro, cuando esta ligazón fue percibida por el gobierno de Nixon como contraria a los
30
intereses de EE.UU. fue simplemente dejada de lado. Esto le permitió escapar de las restricciones
de la balanza de pagos y darle una mayor capacidad de maniobra en el intercambio con otras
monedas, pero al costo de aumentar las fragilidades del sistema monetario internacional.
principal centro financiero internacional a principios de los años ‟80. Otro ejemplo de esta
“dictadura del dólar” sobre el mundo entero es la ratificación en la década pasada del Tratado de la
su jurisdicción está condicionada a que la OMC sea “justa” para los intereses norteamericanos.
En la década del ‟90 estas posiciones fueron reforzadas como consecuencia de la debacle de la
URSS, dejando a EE.UU. con una supremacía militar indiscutible. Sin embargo, es la ubicación
En esta última cuestión estriba la diferencia entre las bases de la hegemonía británica en el siglo
XIX comparada con las bases de la hegemonía norteamericana en el siglo XX. A pesar de que
Arrighi en su libro abre las puertas a un estudio de las nuevas modalidades que adquiere el
escuela del sistema mundial y su patrón cíclico es inadecuada para comprender esta diferencia
cualitativa que deviene del carácter imperialista de la época. Mientras la hegemonía británica se
basó en una extensión de sus fronteras hacia nuevos dominios, su desarrollo no obstaculizó en
forma directa la emergencia de otros poderes como fue el caso de Alemania y EE.UU. El
“equilibrio de poder”, política que la diplomacia inglesa ejercía sobre las distintas potencias
31
europeas, tenía un carácter más bien negativo: asegurarse que ninguna potencia dominara el
de dominar la economía de todos los continentes, las inversiones de capital, acuerdos preferenciales
mundo menos desarrollado sino a otros estados industrializados, ya fueran enemigos o aliados, a las
de la emergencia de las potencias que cuestionan el dominio del viejo hegemón: no sólo porque el
mundo ya se halla dividido (aunque la disolución de las economías planificadas crea una nueva área
geográfica de dominio y de disputa para el capital) sino fundamentalmente por la mayor integración
de estos centros a los términos de la acumulación de la nación dominante del viejo orden que retrae,
“superimperialismo”41 sea la más probable, como auguran los defensores de la tesis del siglo XXI
como un “siglo americano”. Un hombre que conoce bien de cerca el poderío norteamericano, como
el conservador Henry Kissinger, es el que da un diagnóstico más adecuado de su real fortaleza: “Lo
que sí es nuevo en el naciente orden mundial es que, por vez primera, los EE.UU. no pueden
retirase del mundo ni tampoco dominarlo... Cuando los EE.UU. entraron en la arena internacional
eran jóvenes y robustos, y tenían la fuerza necesaria para hacer que el mundo adoptara su visión de
las relaciones internacionales. Al término de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, los EE.UU. eran
tan poderosos (en cierto momento, casi 35% de la producción económica mundial era
norteamericana), que pareció que estaban destinados a modelar el mundo de acuerdo con sus
preferencias... Tres decenios después, los EE.UU. no se encuentran en la misma posición para
insistir en la realización inmediata de todos sus deseos. Otros países han llegado a la categoría de
grandes potencias.”42
32
Es a su vez la existencia de estas grandes potencias la que hace insostenible la tendencia al
como consecuencia del acelerado proceso de centralización internacional del capital, que se
desarrolla a partir de la crisis de acumulación de los años ‟70, y que tiene al capital norteamericano
como uno de sus mayores impulsores. La tendencia a la competencia interimperialista aunque bajo
nuevas formas es la realidad más palpable. La creciente fusión de capitales a nivel continental da
lugar a una renovada competencia entre bloques de poder de magnitud continental como es el caso
política hacia el este de Europa y, menos estructurado, Japón y la zona del pacífico.). Hasta ahora
la competencia mercantil, el incremento del proceso de fusiones y adquisiciones que buscan limitar
la competencia, el aumento de las inversiones directas en los propios países imperialistas, etc. La
economía mundial en la última década profundice su desaceleración y que ésta se combine con la
posibilidad que la competencia interimperialista adquiera una forma más ponzoñosa con la
elevación de barreras que podrían desarticular las redes del comercio internacional. Tanto la agencia
norteamericana Stratfor como la revista inglesa The Economist abren la posibilidad de esta
perspectiva. La primera plantea que “En la pasada década, hubo un consenso general a favor del
libre comercio, con la marginación de las fuerzas proteccionistas. La razón fue menos ideológica
que empírica, la política del libre comercio coincidió con la prosperidad... En los malos tiempos, sin
americano y la dificultad de exportar hacia los mercados extranjeros generan de lejos más
resistencia. Mucho más que sólo alentar intolerancias hacia las intervenciones en el extranjero, las
33
recesiones tienden a hacer que los americanos piensen a los otros países como amenazas directas a
la prosperidad y aún como agentes del fracaso económico. Las cosas pueden hacerse desagradables
rápidamente. La fábrica de las relaciones internacionales puede ser dramáticamente alterada cuando
su centro de gravedad se torna sospechoso y hostil.”43 The Economist plantea: “El producto bruto
mundial no ha caído en ningún año desde 1930. Aún durante la crisis del petróleo de los ‟70, el
PBN mundial creció. Una verdadera recesión global no sólo sería dolorosa, sino que acarrearía
inmensos peligros, alentando a los países una vez más a retirarse detrás de barreras proteccionistas.
Con suerte y alguna habilidad, una caída global puede ser evitada. Los políticos deben estar prestos
a apoyar las economías, si es necesario, bajando tasas de interés e impuestos. Ellos también deben
asegurar que la primera recesión de la nueva economía mundial no signifique una reversión de la
globalización misma.”44
En este marco, con el fantasma del “viejo” proteccionismo rondando sobre la economía mundial, la
novedad postmoderna de un “Imperio” que “no establece ningún centro de poder territorial y no se
apoya en fronteras fijas o barreras” aparece o, como la mera exageración de algunas de las
fantasmagórico que no sirve para prever la dinámica del sistema y mucho menos dar una base
época de crisis, guerras y revoluciones que bajo distintas formas y cambiantes relaciones de fuerzas
El último período del siglo XX, en particular en la última década, estuvo marcado por un
reforzamiento de la supremacía norteamericana, comparado con la década del ‟70 que marcó el
inicio de su declive histórico. El colapso del stalinismo junto al triunfo de la coalición imperialista
34
en la Guerra del Golfo, profundizaron la ofensiva neoliberal a escala mundial iniciada en los años
‟80 y que tuvo a EE.UU. como centro impulsor. La desaparición de lo que ambos autores que
semicoloniales, que integró a éstos en forma más abierta a la economía mundial (los llamados
su vez, el debilitamiento de los imperialismos competidores y de los así llamados modelos “renano”
déficit comercial norteamericano, como tenedores de acciones y de inversiones directas, a través del
proceso de fusiones y adquisiciones, etc.) es lo que explica que el reforzamiento del dominio
Los que hablan de Imperio no hacen más que adaptar su análisis a esta apariencia y derivar de estas
particular la última década, las características de una supuesta nueva fase del capitalismo. Cometen
de esta manera, el mismo error metodológico, aunque sin llegar a sus conclusiones políticas
explícitamente reformistas, del padre del revisionismo marxista Eduard Bernstein. Este escribiendo
al final de la gran depresión de 1873/96 y al comienzo de la belle epóque del capitalismo europeo,
cuando el capitalismo experimentó uno de sus mayores momentos de expansión a escala mundial
que permitió un mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de franjas del proletariado
industrial (lo que el marxismo de Lenin denominó la “aristocracia obrera”) no veía razones para que
sociedad burguesa que estalló en esos años liquidaron este debate y demostraron lo peligroso que es
olvidar la dialéctica (es decir, las leyes que dan cuenta del movimiento) en el análisis de la realidad.
Contra este error metodológico y sus conclusiones que hoy muchos teóricos del capitalismo
contemporáneo vuelven a cometer, la década del ‟90 no marca la emergencia de un imperio global
35
ni de un “superimperialismo” sino que abre un interregno de “dominio inestable” de los EE.UU.
Mundial.
Las ilusiones de comienzos de los años ‟90, de la emergencia de un “nuevo orden mundial” que
la URSS, aunque ha significado una extensión geográfica para el dominio del capital, no ha
proporcionado aún el respiro histórico (un nuevo boom) que implicaría su completa
semicolonización. Muy por el contrario la liquidación del viejo orden de dominio, que tenía a la
burocracia stalinista como uno de sus pilares fundamentales, no fue reemplazada aún por un nuevo
orden mundial reaccionario sino que abrió un período histórico de convulsiones entre las clases, las
relaciones entre los estados y la economía en el ámbito mundial donde las contradicciones en los
países anteriormente llamados socialistas son una de las principales fuentes de desestabilización.
En el período actual la pérdida del aliado stalinista, deja a EE.UU. más solo y expuesto para lidiar
crecientemente en el plano político, y más rezagada en el plano militar donde todavía es decisiva su
supremacía.
escala mundial junto a las fuertes tensiones que se generan en el sistema de relaciones interestatales
política exterior del nuevo gobierno Bush que está dejando atrás todo el “universalismo” del
anterior gobierno de Clinton y se encamina a una política cada vez más “unilateralista” que priorice
la “defensa del interés nacional” aún a costa del deterioro de las relaciones con las demás grandes
36
potencias. De este cambio de situación toman nota los análisis geopolíticos como el de la agencia
Stratfor que en uno de sus últimos informes plantea: “Las tensiones entre los EE.UU. y tanto Rusia
como China han marcado las últimas semanas. Este período será recordado como el fin del período
juego la composición del sistema internacional. Dos grandes poderes quieren ver un mundo más
unipolar.” El período “calmo” de los años ‟90 y el optimismo burgués de que el mundo, después de
enfrentamientos ha quedado atrás. Como sigue diciendo Stratfor: “Washington tomó este estado de
cosas como garantizado, un sello del período de posguerra fría. La prosperidad económica de los
‟90 permitió esta despreocupación diplomática. La tendencia natural de Rusia y China a resistir el
poder político militar de los EE.UU. fue contrabalanceada por su interés en mantener relaciones
económicas amistosas.” Para esta agencia el escenario que se abre no es sencillamente una “vuelta
atrás” al período de guerra fría, como la retórica del nuevo gobierno Bush pareciera indicar, sino a
un escenario de relaciones internacionales más complicado por dos razones: “Primero, ni Rusia ni
China podrían tener la estabilidad política interna para llevar adelante sus políticas en el largo plazo.
Segundo, no es claro si otros países se unirán para resistir a los EE.UU. Japón sufrirá pronto
política de Europa con relación a los EE.UU. es cada vez más sombría. En cualquiera de estos
casos, no estamos en una nueva guerra fría. Este es un mundo con pocos precedentes, uno en el cual
una superpotencia enfrenta a múltiples grandes potencias que tratan de controlarla. El período de
posguerra ha muerto y no puede ser resucitado. Todo lo que le falta a este período es un buen
nombre.”45
Aunque este panorama de la situación internacional que está emergiendo, unilateraliza las
relaciones interestatales, como todo análisis geopolítico burgués, sirve para tener una visión del
37
sistema mundial y de la lucha de clases menos “romántica” e “ingenua” como la que describen los
encamina hacia crecientes disputas y tensiones entre las principales potencias imperialistas, entre
estas y los ex países llamados “comunistas”, entre el centro y las semicolonias, con crisis
económicas, tambores de guerra y mayores brechas entre “los de arriba” y potencialmente mayor
validez esencial. Esto no significa repetirla en forma escolástica sino actualizarla incorporando los
siguientes elementos que hemos planteado a lo largo de este artículo y que al final sintetizamos.
Estos son: a) la mayor integración de la economía mundial y por ende de la lucha de clases con un
peso más decisivo de la clase obrera en la mayoría de los países del mundo (como demuestra el
población mundial es urbana) comparado con el principio del siglo XX; b) la debilidad de las
constituyeron un elemento central para contener la emergencia del movimiento de masas en el siglo
desigualdad entre la vieja potencia hegemónica, cuyo dominio se asienta en el control de los
historia, y las potencias emergentes, lo que retrae-retarda la modificación del statu quo mundial; d)
potencias imperialistas que a pesar de sus intereses nacionales contrapuestos, han dado pasos
entre los componentes del sistema interestatal planteada en el punto anterior; e) el carácter social
deformados y degenerados, Rusia junto a su área de influencia y China, países que durante el siglo
XX expropiaron al capitalismo y que por lo tanto constituye toda una novedad histórica.
38
Retomar la teoría clásica del imperialismo en forma creativa es clave para dar cuenta de esta
2 “... la expansión material del primer ciclo sistémico de acumulación (genovés) fue promovida y organizada
por una agencia dicotómica formada por un elemento aristocrático -territorialista (ibérico), que se especializó
en el suministro de protección y en la obtención de poder, y por un elemento capitalista burgués, que se
especializó en la compraventa de mercancías y en la búsqueda de beneficios.” Idem 1 pág. 148.
3 “El mayor poder del estado holandés frente al genovés permitió a la clase capitalista holandesa hacer lo que
los genoveses ya habían estado haciendo: convertir la competencia interestatal en búsqueda de inversión en un
mecanismo para la autoexpansión de su propio capital, pero sin tener que „comprar‟ protección desde estados
territorialistas como había tenido que hacer Génova” Idem 1 pág. 261.
6 Algunos autores como André Günder Frank van incluso más atrás y rastrean este origen hace 5000 años.
9 Idem 7. El mismo autor señala que había dos grandes obstáculos para el dominio del capital extranjero sobre
las economías capitalistas nacientes: 1- La magnitud de la acumulación capitalista en los países centrales no
era suficiente para que este capital fuera a comprometerse en el establecimiento de fábricas en otras regiones
del mundo. 2- Lo inadecuado de los medios de comunicación: el desarrollo desigual de la Revolución
Industrial en la manufactura y en la industria del transporte.
10 Idem 7.
12 Entre 1876 y 1914 las potencias europeas se anexaron unos once millones de millas cuadradas de
territorio, principalmente en Asia y Africa.
13 Marx K. El Capital.
14 OP.citada.
15 Negri A. - Hardt M. “Empire” editorial Harvard University Press - 2000. Preface xii
16 Idem 15.
18 Idem 15 Capitulo 3.1 “The limits of imperialism”. Pág. 239. Las negritas son nuestras.
39
21 Idem 15 Capitulo 3.1 “The limits of Imperialism” pág. 234-235
22 Trotsky L. “Bolchevismo y stalinismo”. Editorial El yunque. En esta cita Trotsky está discutiendo contra
un “subjetivismo histórico” que acusaba al Partido Bolchevique de ser responsable del stalinismo.
Sin embargo, esta cita, sirve metodológicamente para ver la concepción que tenía Trotsky de la agencia
humana (en su máxima expresión: la unidad entre partido y masas autodeterminadas) y la relación de esta con
los elementos objetivos.
27 “Las perspectivas Tercermundistas, que antes pudieron ser de alguna utilidad, eran ahora totalmente
inútiles. Entendemos que el Tercermundismo se define por la noción que la contradicción primaria y el
antagonismo en el sistema capitalista internacional está entre el capital del Primer Mundo y el trabajo del
Tercer Mundo. Entonces, el potencial revolucionario reside exclusivamente en el Tercer Mundo. Esta visión
ha sido evocada implícita o explícitamente en numerosas teorías de la dependencia, del subdesarrollo y
perspectivas del sistema mundo. El limitado mérito de la perspectiva Tercermundista reside en que se opone
directamente al “Primermundismo”, o la visión eurocéntrica que considera que la innovación y los cambios se
originan, y sólo pueden originarse, en Euro-América. Sin embargo, su oposición especular a esta falsa visión
conduce a una postura igualmente falsa. Hallamos inadecuada a esta perspectiva Tercermundista porque
ignora las innovaciones y antagonismos del trabajo en el Primer y Segundo Mundo. Más aún, y más
importante para nuestra argumentación, la perspectiva Tercermundista es ciega a la convergencia efectiva de
luchas en todo el mundo, tanto en los países dominantes como en los subordinados” “Empire” Cap. 3.3
“Resistance, Crisis, Transformation” pág. 264.
28 Idem 25.
32 Idem 7
35 Como dice Trotsky: “La última guerra imperialista constituyó el acontecimiento que, acertadamente,
consideramos como un golpe terrible, sin precedente histórico, asestado al equilibrio del mundo capitalista. Es
así que, después de la guerra, comienza la época de los grandes movimientos de masas y de las luchas
revolucionarias. Rusia, el más débil de los eslabones que formaban la cadena capitalista, fue quien primero
perdió su equilibrio, y también quien antes ingresó en la vía revolucionaria”. “ La situación mundial, junio de
1921”. Naturaleza y dinámica del capitalismo... CEIP L. Trotsky -2000
36 Más allá de que no concordemos con su definición de “Imperio”, la descripción de los autores sobre las
ONGs es realmente apropiada. En su libro dicen: “ Estas ONG humanitarias son, en efecto, (aún cuando esto
vaya contra las intenciones de sus integrantes) algunas de las armas pacíficas más poderosas del nuevo orden
mundial – las campañas caritativas y las órdenes mendicantes del Imperio. Estas ONG conducen “guerras
justas” sin armas, sin violencia, sin fronteras. Como los Dominicos en el período medieval tardío y los
40
Jesuitas en el alba de la modernidad, estos grupos se esfuerzan por identificar las necesidades universales y
defender los derechos humanos. Por medio de su lenguaje y su acción, definen primero al enemigo como
privación (en la esperanza de prevenir daños serios) y luego reconocen al enemigo como pecado”. Idem 15
cap. 1.2 “Biopolitical Production” pág. 36.
37 Esto lo que le da pie para decir a Negri y Hardt que: “Todas las intervenciones de los ejércitos imperiales
son solicitadas por una o más de las partes involucradas en un conflicto ya existente. El Imperio no nace por
su propia voluntad, sino que es llamado a ser y constituirse sobre la base de su capacidad para resolver
conflictos. El Imperio se conforma y sus intervenciones se vuelven jurídicamente legitimadas sólo cuando se
ha insertado en la cadena de consenso internacional orientada a resolver conflictos existentes”. Idem 15 cap.
1.1 “World Order” pág.15
39 Como ilustran la presión monetaria ejercida contra la estrategia keynesiana de crecimiento bajo el primer
gobierno de Miterrand en los años „80, o las constantes presiones de apertura de las finanzas japonesas a los
operadores norteamericanos, o los acuerdos de restricción del comercio del primero sobre el segundo.
40 Arrighi en su libro plantea que: “En la actualidad, sin embargo, es el régimen estadounidense el que está
siendo sustituido, siendo la nación rica en activos (Japón) y la nación dominante del viejo orden (EE.UU)
radicalmente diferente de la relación existente entre los EE.UU y el Reino Unido durante la primera mitad del
siglo XX”. Idem 1 pág. 425.
41 En este caso una sola superpotencia imperialista posee tal hegemonía que las otras potencias imperialistas
pierden toda independencia real frente a ella y quedan reducidas a la condición de pequeñas potencias
semicoloniales.
43 Stratfor, 22/3/01.
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