Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Al no dar abasto, se crearon las primeras máquinas, pero a su vez aparecen las fábricas,
donde más personas trabajaban produciendo mucho más en menor cantidad de tiempo,
dando inicio aquí al capitalismo comercial, que en un futuro daría vida a los bancos.
Pero para que existiera una gran demanda era necesaria una gran población, y es por eso
que la Revolución Comercial va de la mano con la Revolución Demográfica, otra de
las causas centrales de la Revolución Industrial. Hacia 1800, Europa estaba poblada por
187 millones de personas y para 1900, ya superaba los 400 millones, y esto sin contar la
gran cantidad de personas que emigraron a otros países y continentes. Gran Bretaña pasó
de 16,5 millones de habitantes a 41,5 millones en el siglo XIX, y varios fueron los factores
para que esto sucediera.
Tras las pestes que azotaron Europa en siglos anteriores, diversos avances no sólo
médicos, sino en la higiene, hicieron posible un aumento desmedido de la población
europea. Las causas de la Revolución Demográfica podrían resumirse en las siguientes:
Reducción de la mortalidad infantil (Reino Unido pasa de 26,9% a 18,2% y Francia de
un 27,7% a un 19,5%).
Mayor cuidado de la higiene con la aparición del jabón, el tratamiento clorado del agua
de las ciudades y los sistemas de alcantarillado.
Este crecimiento pudo ser aún mayor, de no haber existido tres grandes frenos:
1. Epidemias: Tras la peste, apareció el cólera, que cobró millones de vidas en varias etapas
hasta finales del siglo XIX.
2. Hambrunas: Entre 1846 y 1848 aconteció la última en Irlanda, que dejó prácticamente
vacía la isla.
3. Alta mortalidad infantil: Si bien mencionamos el descenso en algunos países, en otros
como Rusia o los países mediterráneos las elevadas tasas de mortalidad infantil cobró
millones de vidas de niños durante los siglos XVIII y XIX.
Cuatro fueron sus aportes: los alimentos, el mercado, el capital y los hombres y
consistió en gran medida en un progreso técnico con la irrigación, los abonos, la
maquinaria y la rotación de cultivos. El aumento del precio de los cereales y con ello,
el aumento de los ingresos de las familias, comenzaron a generar un gran mercado interno.
En segundo lugar, el cambio en los tipos de cultivo, como por ejemplo el Norfolk
(inventado por Charles Townshend), que consistió en la rotación de plantación de cuatro
hojas, alternando entre cuatro productos diferentes que generalmente eran nabos, cebada
o avena, trébol y trigo, que cultivados en ese orden, mejoraban el rendimiento de la tierra.