Un claro ejemplo de comercio fue el desarrollado por los incas; esta civilización ya
comerciaba mediante los llamados ‘trueques’, el cual consistía en intercambiar
mercancías por otras de valor similar. Es así como, otras civilizaciones aparte de la inca, intercambiaban, por ejemplo, comida por oro, oro por mujeres o, en su mayor caso, oro por terrenos y, de esta forma, se iba construyendo un sistema comercial valorizando enormemente los metales preciosos como la plata, el cobre y el oro. No fue hasta la llegada de los españoles que el comercio se fue acentuando de manera más globalizada en el Perú, junto a la llegada de los españoles llegaron las monedas y los famosos ‘mercados’, unos tipos de plazas públicas donde se vendían todo tipo de granos, aceites, vinos, aguas y utensilios para la casa. Estas influencias fueron traídas directamente de Roma y Grecia, en donde ya se pagaba por la vestimenta, los calzados, vasos y en donde, además, se habían consolidado las rutas marítimas, creadas por los fenicios. Estas rutas marítimas hacían uso de barcos veleros que, en su época, representaban un gran avance en la ingeniería ya que dependían más del viento que de los remeros. Los fenicios se convirtieron en poderosos comerciantes de abalorios de oro y plata, ricas telas y ropajes y maderas valiosas. Además establecieron colonias y fundaron poblaciones de las que obtenían lo que necesitaban: cereales y lana de la actual Italia; bronce de Mesopotamia; plata, cobre y estaño de la península Ibérica; y marfil y oro de África. Gracias a estos atajos marítimos es que el comercio empezó a crecer paulatinamente en Europa durante la edad media, especialmente a partir de los siglos XII y XIII. Con la llegada de la revolución industrial el comercio sufrió una nueva transformación y como esta se produjo en Europa, ésta se convirtió en el centro de una red comercial global durante todo el siglo XIX. Las economías europeas dependían de los mercados extranjeros para conseguir las materias primas que necesitaban, y vender en ellos los bienes manufacturados que producían. Por lo tanto, el crecimiento de la producción industrial fue seguido de una rápida expansión del comercio. Entre 1750 y 1914, el comercio mundial se multiplicó por cinco. Debido a la Gran Depresión en 1929 el comercio volvió a perder relevancia. Las políticas comerciales nacionales no variaron durante 1929, pero en 1930 y los años siguientes se impusieron numerosos controles a las importaciones.