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Ciclos, esquemas de la naturaleza que no se pueden romper

Este ensayo es una apreciación de la película Bom Yeoreum Gaeul Gyeoul Geurigo Bom
("Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera”) del director Surcoreano Kim Ki Duk.
En el que el director expone su estilo cinematográfico y, a su vez nos conlleva a reflexionar
de forma de metáfora el ciclo de la vida. La analogía de las estaciones expone los cambios
que se desarrollan en la trama de la película; nacimiento, crecimiento y decaimiento.
De su director sé que nació en Boghwa Corea del Sur, se hizo director de cine de manera
autodidacta, inició a los 30 años a hacer cine. En su carrera como director se ha hecho
merecedor de un sello personal por su ritmo lento, la ausencia de diálogos y de que sus
personajes rompan los esquemas de la moralidad y de los valores que se encuentran en la
sociedad. Kim ki-du es creador de varias películas como: Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo
bom ("Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera". 2003); 3-Iron ("Hierro 3". 2004);
Time ("Tiempo". 2006); Samaritan Girl ("Chica Samaritana". 2004); The isle ("La isla".
2000); Breath ("Aliento". 2007); Crocodile ("Cocodrilo". 1996); The Coast Guard ("El
guardacostas". 2002).
Viajó a parís a estudiar pintura, y se ganó la vida como acólito en un templo budista y allí
donde nació la película "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera”. En este filme,
Kim ki du, hace una excepción, pues pese a que en sus otras cintas es demasiado eficiente en
el montaje de las películas, en esta película duró lo necesario para que se pudiera reflejar los
cuatro cambios estacionales, paralelos a las diferentes etapas de la vida de los protagonistas.
El filme inicia con la estación primavera, aludiendo a la entrada de una nueva vida, al ingreso
a la particular vida dos monjes alejados de toda civilización, habitando una pequeña cabañita
en el centro de un lago. Esta escena se ve sustentada con los planos generales de una puerta
que se abre como telón en un teatro, dando paso a un ambiente natural excepcional. También
nos adentra a un mundo religioso con el símbolo del Buda con un plano en movimiento
vertical(TILT), que simboliza la espiritualidad en lo que se basará la trama.
En esta estación se logran identificar las diferentes simbologías particulares de la cultura
oriental; dragones, arquitectura, rasgos físicos y tipografías que se encuentran plasmadas en
las paredes. Al igual se hace visible lo trascendental y estricta que es practicar el budismo,
no como religión sino como una filosofía de vida.
La primavera muestra a un monje mayor trasmitiéndole los conocimientos al niño de una
manera práctica, dejando que el pequeño vaya a recoger las hiervas; cuando estas están listas,
se da cuenta que hay hiervas venenosas, al que el anciano le dice que hay que diferenciarlas,
que mientras uno puede causar la muerte, otras pueden salvar vidas. De esta forma la
practicidad se ve cuando el anciano le ayuda a identificar la una de la otra. Seguido de esto,
nuevamente se pone a prueba la inocencia cuando les amarra las rocas al pez, a la rana, y a
la serpiente, el anciano nuevamente le hace ver lo que siente los animales cuando interrumpe
su estado natural y le amarra una roca a la espalda del niño para que el mismo sintiera e
interiorizara el sufrimiento que talvez sintieron los animales.
El mensaje es claro para el niño “si encuentras a alguno de los animales muertos (el pez, la
rana, y la serpiente), cargaras con la piedra en tu corazón por el resto de su vida”. El mensaje
presenta una filosofía de vida, una metáfora, que es sello del director Kim ki du. Pero,
además es un método de entrenamiento espiritual y un sistema psicológico duro para la edad
del niño.
Con la llegada del verano, como icono de la etapa de la juventud, nuevamente la puerta se
abre con la presencia de un jóven que sale al bosque y se encuentra con dos serpientes
apareándose, el director juega con el símbolo de la serpiente como “pecado, deseo” a que se
refieren algunas religiones en sus escrituras, despertando en el jóven el interrogante que el
orden de la naturaleza le pide. El deseo.
Con la llegada de la mujer a la cabaña, todo se torna nuevamente a la pérdida de la inocencia
para aquel jóven que seguía una filosofía de vida diferente. Las escenas se dan entorno a los
jóvenes y cómo la naturaleza otra vez juega un papel importante en la trama; el deseo del
jóven de tener relaciones con la mujer, y el rompimiento de las reglas. El “amor” es un
símbolo que nace y con este la felicidad, este puede ser palpado y que merece ser vivido,
para ello es válido romper las reglas, y lo que esté en su camino.
La vida, como las estaciones son procesos evolutivos que en este filme claramente lo
muestran, el otoño es esa etapa donde se reconocen los problemas, y se busca una solución o
su liberación. En esta estación el personaje jóven ya es adulto, ha vivido en carne propia la
desilusión, y a cargado con su propia piedra. La mejor forma de liberarse es aceptarse, el
segundo paso es dejarse ayudar y doblegarse ante su consejero, al que mediante una técnica
de labrado de unas grafías le ayuda a liberarse.
Estas grafías se le denominan Prajnaparamita Sutra, son escrituras del budismo que permite
“la liberación de la ignorancia y el sufrimiento, y el desarrollo en uno mismo de la
disposición amorosa plena”. Es un proceso que ayuda a reestablecer la paz interior. Como
en todas las estaciones, los cambios son notables, el monje anciano se da cuenta que ya ha
cumplido un ciclo, que es hora de que su antecesor llegue, se tapa los ojos, boca, oídos como
símbolo de que ningún sentido es testigo de lo que acontece. En la escena, la canoa llenándose
de agua, la leña y el fuego, este último es el gran icono, pues representa el cambio, una nueva
era, su espíritu se ha convertido en serpiente y cuidará de la cabaña, hasta la llegada de su
nuevo antecesor.
Nieve, frío, el lago seco, la cabaña sobre el hielo. Nuevamente la puerta se abre; nueva
estación llega. En la escena un señor, ya renovado, ya curado llega a revivir lo que antes el
maestro había escrito. En este la vida le había dado la lección, la madurez hace de esta
persona volver a recuperar lo que tiempo atrás había dejado por “culpa” de una mujer.
Comienza otra etapa, con el invierno se entierra un pasado, y su nueva oportunidad de rehacer
su vida como monje es la responsabilidad que le deja su consejero.
El filme está lleno de metáforas, su ambiente natural trasmite tranquilidad, paz. El cambio de
estaciones permite al interlocutor ver las diferentes formas del paisaje en un mismo escenario.
Primavera, verano, otoño, invierno y, aunque no aparece nuevamente la estación primavera,
pues bien sabemos que este sigue, es el ciclo de vida, que desde la naturaleza está establecido
y no hay como romperlo.

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