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MALI RICE
UVERGE·R
S PARTIDOS
POLITICOS
9'!- edición

FON DO DE CULTUAA
·ECONÓMICA
LOS SISTEMAS DE P AltTIDOS

mientes socialistas independientes. Aunque atestiguado por


nas serias,8 este hecho es naturalmente incomprobable.
CAP1TULO TERCERO
Se ha insistido especialmente en el proceso de dominio de u
alianza por los partidos comunistas, porque es el más completo
PARTIDOS Y REGtMENES POLtTICOS
el más acabado. Pero los partidos fascistas han seguido cami
análogos, con mucha menos flexibilidad y perfección. De loe 91
primeros diputados fascistas que entraron en Montecitorio en 1911, El desarrollo de los partidos ha transformado profundamente la es-
34 fueron elegidos en las listas del Bloque Nacional, patrocinado tructura de los regímenes políticos. Del mismo modo que las dicta-
por el viejo Giolitti, que creía dominar fácilmente a ese pequeflo duras contemporáneas, apoyadas en el partido único, no tienen más
partido. Cuando Mussolini toma el poder en 1922, sólo tres fasciatll que un parecido lejano con las tiranías personales o militares, las
están en el ministerio a su lado: los demás miembros del gabin democracias modernas, fundadas en una pluralidad de partidos or-
te son moderados, demócratas, o populares-cristianos. Sus aliadOI ganizados y disciplinados, son muy diferentes a los regímenes indi-
piensan volverlo juicioso en el gobierno: pero hace la revolución vidualistas del siglo XIX, que descansaban en el juego personal de
fascista y suprime a dichos aliados. Hitler conquistó el poder con la parlamentarios muy independientes unos de otros. Es ya trivial
ayuda de los nacionalistas de Hugenberg y de los Cascos de Acero en Francia, oponer la Cuarta República, con sus partidos rígidos
de Seldte, y su 'primer ministerio no tenía más que otros dos nazlt y "monolíticos", a la Tercera, caracterizada por la flexibilidad de
(Goering y Frick) fuera de él mismo. Los que lo habían ayudado los grupos y la debilidad de las organizaciones. Desde luego, una
a tomar el gobierno, pensaban que se consumiría en el poder, o qut etapa importante se realizó en 1945, con la adopción de la represen-
se volvería juicioso. Pero hizo la revolución nacional-socialista y tación proporcional, la creación del Movimiento Republicano Po-
suprimió a sus aliados. Los esquemas anteriores, que definen Ju pular y el desarrollo del Partido Comunista. Pero una evolución
relaciones respectivas de los coligados de acuerdo con sus dimen- en el mismo sentido comenzó desde 1875: en todo caso, la diferen-
siones o su orientación política, sufren aquí un descalabro, por la cia es mayor entre el régimen de 1939 y el de 1880, que entre el
estructura interior del partido, cuyo carácter esencial hay que com• de 1945 y el de 1939.
probar una vez más. La sustitución de un régimen sin partidos por un régimen de
partidos obliga, pues, a revisar enteramente los análisis tradicionales
de los sistemas políticos. La distinción clásica del sistema presiden-
cial y el sistema parlamentario, por ejemplo, tiende a periclitar: el
régimen inglés está tan alejado del régimen francés como del ré-
gimen norteamericano, a pesar del parecido exterior de las insti-
tuciones. Las nociones de gabinete ministerial, de cuestión de con-
fianza, de responsabilidad política, de disolución, no tienen ya el
mismo significado en el two porties system y el multipartidismo.
Si se lee la Constitución de 1936 (modificada en 1946), Rusia vive
hoy bajo un sistema parlamentario, con jefe de Estado colectivo
(el Presidium), separado del gabinete, el cual es responsable ante el
Parlamento (Soviet Supremo); evidentemente, la existencia de un
partido único modifica todas las circunstancias del problema. Des-
cribir a la U.R.S.S. en los términos clásicos del parlamentarismo
sería un abuso de formalismo evidente: pero el formalismo está
apenas menos exagerado cuando se habla sin sonreír del equilibrio
8 Despacho panicular" del corresponsal de Le Monde en Roma, Jean d'Hospital. de poderes entre el Parlamento y el gobierno británico, del siste-
Cf. Le Monde; 20 de octubre de -1950. ma de checks and balances, definido por la posibilidad reconocida
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al _primero de "derrocar" al segundo, y al segundo de disolver al que afrontarán luego a los electores: la técnica norteamer~cana de
pnmero. De h~cho, no es concebible ningún confHcto entre la Cá- las primarias es el ejemplo más lograd? de es~a tendenc~a: Pero
mara Y .e~ Gabinete en un r~gimen de bipartidismo, a no ser por el pre-escrutinio no es nunca puro y Ja influencia de l?s _dmgentes
una _escmón dentro del partido gubernamental: pero el conflicto del partido se manifiesta aJH bastante daramente; casi siempre, se
no .tiene, en lo absoluto, el mismo sentido ni el mismo alcance. trata de un escrutinio limitado a una categoría privilegiada de ciu-
Quien con~ce el ?erecho coi:is.titucional clásico e ignora el papel dadanos: el sistema de la votación doble, tan desacreditado en la
de los partidos, tien_e una visión falsa de los regímenes políticos Restauración, renace aquí con formas curiosas. Cuando este pre-
contemporáneos'. q~ien cono.ce el papel de los partidos e ignora escrutinio no existe, ]os candidatos son designados por los dirigentes
el derecho constitucional clásico, tiene una visión incompleta, pero del partido, siguiendo una técnica que se emparenta c~n la de Ja
exacta, de los regímenes políticos contemporáneos. cooptación. En un régimen pluralista, _ésta es meno~ impo_rtante
que la elección que la sigue; en un régimen de J?art1do uruco, es
mucho más importante, En ambos casos, la selección de los gober-
l. Los PARTIDOS y LA SELECCIÓN DE LOS GOBERNANTES
nantes se hace por una mezcla de elección y de cooptación: pero
La definición más sencilla y más realista de la democracia es Ja las proporciones de la mezcJa son diferentes.
siguiente: régimen en. el cual los gobernantes son escogidos por los
gobernados, por medio de elecciones sinceras y libres. Sobre este PARTIDOS y NOMINACIÓN DE LOS CANDIDATOS. La terminología norte-
~ecanismo de _selección, los juristas han desarrollado, siguiendo a los americana distingue claramente la "nominación", acto de designa-
filósofos del siglo xvnr, una teoría de la representación dando el ción del candidato por un partido y la "elección", selecció!1 hecha
elector al elegido un mandato, para hablar y actuar en su nombre; por los ciudadanos entre los candidatos propuestos por los diferentes
de esta maner~, el Parlamento, mandatario de Ja nación, expresa la partidos. En los Estados Unidos, la prh:~era operación ~stá :egla-
soberanía nacional. El hecho de la elección, como la doctrina de mentada de manera minuciosa: con el sistema de las pnmanas y,
la representación, han sido profundamente transformados por el especialmente, de las "primarias abiertas",. toma e! ~p~cto de una
desarrollo de los partidos. No se trata, en lo sucesivo, de un diá- verdadera elección preliminar, lo que explica la d1stmc_ión. En los
!ogo ent~e el elector y el elegido, la nación y el Parlamento: se ha demás países, la nominación está organizada más sumariamente: so-
introducido un tercero entre ellos, que modifica radicalmente Ja na- bre todo, no tiene el carácter oficial y público que se le da del otro
tura_leza de sus re]ac_iones. Antes de ser escogido por sus electores, lado del Atlántico: es un acto privado, realizado dentro del par-
el diputado es escogido por el partido: los electores no hacen más tido. A menudo, toma incluso un carácter oculto, por no gustarles
que . rati!i~r esta selección. Esto es visible en los regímenes de a los partidos que los aromas de la cocina electoral se propaguen
par~1do umco, en los que un solo candidato es propuesto a la apro- al exterior.
bación, popular. N? por ser más disimulado, es menos real en Los grados de intervención de los partidos en Ja designación
l~s regrrnenes pluralistas: el elector puede escoger entre varios can- de los candidatos son muy variables. La primera cuestión es la del
dídatos, pero cada uno de éstos es designado por un partido. Si se monopolio o de la competen~ia: ¿debe un candidat~ ser presentado,
quie~~ mantener la_ teoría de Ja representación jurídica, hay que necesariamente, por un partido, o puede afrontar libremente el su-
admitir que el elegido recibe un doble mandato: del partido y de fragio de los electores, sin patrocinio del J?arti~o? El pro~lema se
sus elec~ores. La im_portancia de cada uno varía, según el país y plantea al mismo tiempo en el terreno Jurídico ~ práctico. En
los p~t1dos; en conjunto, el mandato del partido tiende a llevar algunos países, los partidos gozan de un monopolio de derecho:
ventaja sobre el mandato electoral. sólo ellos pueden proponer candidatos; nadie puede presentar.se,
La noción de elección (selección de los gobernantes por los fuera de ellos, al cuerpo electoral. Al lado de los monopolios
gobernados) se altera así de manera profunda. En los regímenes absolutos, que son bastante escasos, encontramos monopolios rela-
que _q1:11eren ~ermanecer muy cerca de la democracia clásica, el es- tivos: en los Estados Unidos y en otros muchos países, las leyes
cruunio propiamente d~cho es precedido de un pre-escrutinio, en electorales obligan a ]os candidatos a presentarse, fuera de los par-
el curso del cual el partido procede a la selección de los candidatos tidos, a reunir cierto número de firmas (2 ooo firmas en Nueva
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York, por ejemplo). Pero el alcance de un monopolio de derecho, al partido. En la Tercera República, se de~ía de tal can~idato que
absoluto o relativo, es muy variable, según la reglai:nentación esta- había "recibido la investidura" de tal partido. La terminología es
blecida para la formación de un partido por las leyes sobre las interesante: sugiere que la iniciativa viene del candidato má_s que
asociaciones: si basta, por ejemplo, con hacer una declaración en del partido; que el primero solicitó al segund~, _que en seguida le
la prefectura, en las formalidades muy simplificadas de la ley fran- otorgó su patrocinio. Coincide con ~n escrutrmo pr~fundamente
cesa del 1Q de julio de 1901, el monopolio jurídico es totalmente individualista, en el que la .personahdad de los candidatos atraía
ilusorio. Generalmente, los países que lo establecen prevén un pro- más que su filiación política. Un hombre influyente, ~ue de_seara
cedimiento especial de constitución de los partidos y un control afrontar los sufragios de sus conciudada~os, buscaba la 1~vest1dura
administrativo o jurisdiccional, para reconocer la calidad de "par- del partido para aumentar sus oportunidades: trataba incluso de
tido" a las asociaciones que deseen presentar candidatos. Pero el reunir para sí varias investiduras. No p~ede hablarse, rues'. de ~na
monopolio jurídico de los partidos es generalmente menos impor- designación unilateral, implicando relac'.ones de subor~mac1ó~, smo
tante que el monopolio de hecho: de nada sirve dejar una libertad de un acuerdo bilateral, generador de igualdad: la diferencia está
total a los candidatos fuera de los partidos, si los candidatos de llena de consecuencias en cuanto a la dependencia del diputado ha-
los partidos son los únicos que tienen una oportunidad de éxito, cia su partido y a la intervención del segundo en la elección del
en tiempos normales. En Francia, cualquiera puede presentar su primero. . . .
candidatura a la Presidencia de la República: aparte de los candi- El grado de influencia de los partidos en la designación de los
datos fantasmas, nadie aprovecha jamás esta libertad, fuera de algu- candidatos depende de factores muy numerosos. Se ha indicado la
nas personalidades políticas patrocinadas por los partidos o las influencia directa de factores jurídicos y el papel desempeñado por
alianzas de partidos. En Inglaterra, toda persona es libre de presen- las leyes, que pueden otorgar a los partidos _un monopolio o con-
tarse como candidato a la Cámara de los Comunes, mediante fianza: ferirles ventajas diversas. En los Estados Um~os, el d~sarrollo ~el
prácticamente, quien no tiene la investidura de un partido no tiene sistema de las primarias se debe, en gran medida, a 1:1 m~ervenc1ón
ninguna oportunidad de ser elegido. A menudo, por otra parte, el del legislador, que las ha creado y reglamentado mmuciosan:iente.
monopolio de hecho no tiene este carácter absoluto; los candidatos Fuera de esos textos consagrados a la designación de los candidatos
de los partidos tienen simplemente más oportunidad que los demás, por el partido, las leyes electorales tienen una influencia conside-
que no están desprovistos totalmente de ella, a pesar de todo. Po- rable en este campo: el régimen del escrutinio es, c~n la estructu~a
dría encontrarse aquí una gama de situaciones variadas, análogas a de los partidos, el elemento dominante que ~e~ermm~ el ?1ecanis-
las de las empresas aisladas, que intentan resistir a las alianzas y mo de las candidaturas. Desde luego, las tradiciones históricas y la
a los trusts. mentalidad general desempeñan igualmente un papel importante.
Pero la oposición entre candidatos de los partidos y candidatos En Inglaterra, la costumbre quiere que un candidato no se pr~sente
fuera de los partidos es demasiado simplista: en realidad, se encuen- solo ante sus electores, sino que sea patrocinado por un comité: la
tran muchas posiciones intermedias. El partido interviene a veces intervención de los partidos es así reforzada. En los países en que
par~ crear un candidato ex nihilo: su sola designación da opor- el respeto por las élites sociales tradic_i~nales se ha .con.servad~, el
tunidad para presentarse ante el cuerpo electoral y aptitud para presti~io de un nombre puede permiur ~na c:ndid~tu_ra eficaz,
conseguir la victoria. Este caso-límite es raro; se encuentra en los fuera de los partidos: en el oeste de Francia, la Repu~l'.ca de los
partidos comunistas y en algunos países dualistas o proporciona- Duques" ha sobrevivido por mucho tiempa a su desap~rmón parla-
listas. Generalmente, las relaciones entre partidos y candidatos tie- mentaria. Del mismo modo, la influencia de los partidos sobre las
nen más sutileza: oficialmente, los segundos son designados por los candidaturas es a menudo menor en el campo que en las ciudades,
primeros; prácticamente, esta designación se sitúa entre la nomina- donde las personalidades individuales son menos conocidas de los
ción integral y la ratificación pura y simple; toma el aspecto de una electores. Pero estos factores son secundarios, en relación con el
negociación complicada, en la que la igualdad de los negociantes régimen electoral y con la estructura int~r}~r de los p_artidos.
es muy variable, no teniendo siempre los partidos la ventaja. A La influencia del primero es muy difícil de preosar. Hay que
veces, el partido escoge menos al candidato que el candidato escoge examinar separadamente cada elemento del sistema electoral, que des-
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empe~a. su pa~el en este campo: tamaño de las circunscripciones, un punto de vista geográfico: el número de electores es igualmente
escrutm~o de lts~a o e~crutinio uninominal, sistema mayoritario o importante. En Francia, el departamento es una gran circunscrip-
p_roporc1onal, ~x1stenc1a o ausencia de una segunda vuelta. La ac- ción, en un régimen de sufragio universal; se convierte en una
ción de estos diversos factores puede manifestarse, a veces, en senti- pequeña circunscripción, en un régimen de sufragio limitado, siendo
do contrario, lo que empequeñece su papel global. Las dimensiones mucho más fácil el conocimiento recíproco de candidatos y elec-
del c~adro electoral son evidentemente muy importantes. Podría tores, por el pequeño número de estos últimos. Así, el tamaño de
sugerirse aquí una fórmula casi matemática: la influencia de los las circunscripciones aumentaba la tendencia natural a disminuir el
partidos en las candidaturas varía, en razón directa del tamaño papel de los partidos, en las democracias censitarias. Así, las elec-
de las circunscripciones. Cuanto mayor es la circunscripción, ma- ciones al Senado y al Consejo de la República tienen un carácter
yor es tam~ié? la i~fluencia. de los ~artidos; cuanto más pequeña más personal y menos partidista que las elecciones a la Cámara de
es, más se limita la intervención. Evidentemente, estos axiomas no Diputados o a la Asamblea Nacional.
deben tom~rse ?l pie de la letra. Definen una tendencia general, Las influencias respectivas del escrutinio de lista y del escrutinio
muy a~rox1ma~1v~; pero ésta no es dudosa. Cuanto más pequeña uninominal actúan generalmente en el mismo sentido, funcionando
es la circunscripción, es más posible el conocimiento individual el primero en grandes circunscripciones, el segundo en las peque-
del candidato por los electores: la campaña toma más el aspecto de ñas. Pero la coincidencia no es absoluta: en la Tercera República,
un combate de personalidades, entre las cuales el elector escoge, en las elecciones municipales tenían lugar con escrutinio de lista y las
razón de sus cualidades propias y no de su filiación política. Si elecciones generales con escrutinio uninominal. El tamaño de las cir-
el. cuadro electoral se amplía, el contacto personal entre los can- cunscripciones parece llevar ventaja sobre la naturaleza del escruti-
didatos y los electores _se debilita: los segundos no conocen ya nio: el papel de los partidos era menor en las elecciones municipales
personalmente a los primeros. La etiqueta política se convierte que en las elecciones generales. En las primeras, variaba además
en el el~mento esencial de la votación, mientras que permanece según las comunas: una clasificación de las comunas francesas, según
secundario en las pequeñas circunscripciones. El análisis del escru- su dimensión, mostraría sin duda que la proporción de los candida-
tinio de distrito en Francia, practicado por la Tercera República, tos fuera de los partidos crece en razón inversa al tamaño. Resulta
~omparado con el escrutinio departamental, preferido por la Cuarta, que el escrutinio de lista, por su carácter colectivo, disminuye natu-
ilustra perfectamente esta tendencia general. La fidelidad de los ralmente la influencia de las personalidades, obliga a un acuerdo
electores a ~iertos can~idatos, a pesar de su evolución política y entre varios individuos, da a su comunidad de ideas y de tendencias
d~ sus cambios de partido, 1;11uestra la preponderancia del punto de el predominio sobre las cualidades de cada uno; elementos todos que
vista person_al: el caso de Pierre Laval es típico. El "paracaidismo" se producen naturalmente en el sentido de una influencia creciente
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de l~s candidatos, tan desarrollado en las primeras elecciones pro- de los partidos. Si se admite el panachage de las listas, el factor
porcionales, e? las qu~ a~gunos diputados no habían puesto un pie personal aumenta en proporción: se hace posible votar por un can-
~amás _en su circunscripción antes de ser elegidos, era radicalmente didato particular, a pesar del carácter colectivo del escrutinio. La
imposible en el sistema de distrito, salvo para personalidades ilustres posibilidad de presentar listas incompletas permite incluso a un
en el plano nacional. individuo afrontar solo los sufragios de los electores. Pero el
La posibilidad de contactos directos entre electores y candidatos panachage supone una iniciativa del elector, que debe modificar las
~o es,. además, el único factor que interviene: el punto de vista listas impresas que se proponen a su elección: la experiencia prueba
Iinanciero tampoco puede ser descuidado. En una circunscripción que la fuerza de inercia opone un gran obstáculo a estas modifica-
~equeña, l?s gastos de elección son menos altos que en una grande; ciones. Las candidaturas individuales tienen siempre menos oportu-
s~n ser fáciles, las cand.idatura~ n? sostenidas por partidos son po­ nidades de éxito que las listas completas, en un escrutinio colectivo.
sibles. En una gran circunscripción, no lo son: sólo los partidos Sin embargo, los panachages están bastante desarrollados, sobre todo
~ueden as~gurar los gastos de la campaña, u organizaciones colee- en las pequeñas circunscripciones.
uva~ que ~1enden a t~mar la naturaleza de partidos. Por otra parte, La representación proporcional aumenta la influencia de los par-
la dimensión de las circunscripciones no debe entenderse sólo desde tidos sobre las candidaturas. Se distinguirá el efecto, propio de la
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representación proporcional, de las consecuencias del escrutinio de en el último momento el patrocinio del partido: sólo los miembros
lista, q~e co!ncide generalmente con ella (excepto en la votación del partido que tengan cierto tiempo de antigüedad pueden ser
transferible irlandesa): es variable según las modalidades de la re- presentados por él al sufragio de los electores. El sistema lleva a
presentación proporcional. En la repartición nacional de los res- cierto envejecimiento de los cuadros; pero mantiene la preponde-
tos, la influencia de los partidos alcanza su máximo: los candidatos rancia de los partidos. El grado de centralización del partido ejerce,
elegidos en las listas complementarias nacionales, mediante los votos igualmente, una influencia en la libertad de las candidaturas. En
restantes sumados en la totalidad del país, son escogidos directa- los partidos descentralizados, los candidatos son escogidos en el
mente por el partido. Los sistemas de emparentamientos conducen plano local, por comités que experimentan bastante fácilmente
a resu_ltados del mismo S:énero, sobre todo si el emparentamiento el ascendiente de las personalidades de la localidad; en los partidos
se decide en el plano nacional. Incluso con la repartición local de centralizados, en los que la dirección nacional aprueba las candida-
l?s rest~s y la ausencia de emparentamientos, el papel del partido turas, la investidura del partido se obtiene menos fácilmente.
sigue s1e~do muy g~and_e: la existencia del panachage y del voto Se trata menos, en estos últimos casos, de oponer la candidatura
preferen~1al lo atenua ligeramente. Pero la influencia general de personal a la candidatura del partido, que de determinar el grado de
los partidos es tan fuerte en la constitución de las listas, que el iniciativa individual que queda dentro de las candidaturas. Oponer
panachage y el voto preferencial tienen como efecto dar al elector las candidaturas individuales a las candidaturas de los partidos es
una mayor libertad de eleción entre los candidatos propuestos por demasiado simplista; aparte de algunas candidaturas fantasmas que
l~s p~rt1dos, mucho más que permitir candidaturas libres. La expe- no tienen ninguna oportunidad de éxito, nadie se presenta jamás
riencia prueba que la representación proporcional lleva a un cuasi- solo al sufragio de los electores. Detrás de un candidato, hay siem-
n:1ºn?polio de hecho, en favor de los partidos. El escrutinio mayo- pre una organización al menos embrionaria, para apoyarlo en su
rrtarro puede entrañar consecuencias parecidas, si es de una sola campaña: comité electoral, periódico, apoyo financiero, propagan-
vuelta y si coincide ~on el du_a)ismo de los partidos, según la regla distas y supporters. El problema de las candidaturas fuera de los
general. ~oda cand1datur~ disidente aporta una perturbación muy partidos consiste en definir cómo estos diversos elementos pueden
grave al sistema, por la dispersión de los votos que provoca; ade- reunirse fuera del partido. La ausencia de monopolio de partido no
más, los electores se separan generalmente, para concentrar sus su- significa que la libertad de candidatura esté al alcance de todo el
f~agios en los dos partidos: el fenómeno de la "polarización" fun- mundo: sino, simplemente, que otras organizaciones, distintas a
ciona cont~a las candidaturas individuales y tiende a un monopolio los partidos, pueden intervenir en la lucha electoral, considerando
de los partidos. En Inglaterra, las candidaturas fuera de los partidos como "organizaciones" a las grandes fortunas privadas (cuyo papel
s?n menos frecuentes todavía que en los regímenes proporciona- directo disminuye en este terreno). No es seguro que estas organi-
listas. Sólo, en definitiva, el sistema mayoritario de dos vueltas zaciones sean más abiertas que los partidos en la selección de los
permite una relativa libertad de candidatura, si coincide con cir- candidatos; no es seguro que la limitación del papel de los partidos
cunscripciones estrechas. A pesar de todo, los candidatos de los y la supresión de su monopolio aumente la libertad de los electo-
partidos tienen ventajas considerables sobre los demás. res y la posibilidad, para personalidades independientes, de afrontar
. Sin embargo, la estructura interior de los partidos puede modi- el escrutinio.
ficar bastante profundamente este estado de cosas. Los partidos de El problema de las técnicas de selección de los candidatos por
c~~dros, que no t~enen apoyo financiero sólido y viven en perpetuas los partidos es, pues, más importante, en definitiva, que la medida
dificultades de dinero, son siempre sensibles a los candidatos que de su influencia en este terreno: se plantea, además, con respecto
cubren _los gastos ~e la campaña: oficialmente, el partido escoge a todas las organizaciones susceptibles de designar a los candidatos.
a~ ?1nd1dato; práct1ca_mente, la investidura se obtiene sin grandes Los procedimientos seguidos son generalmente muy parecidos a los
d1f~cul~des. 1:,os partidos de masas, que son generalmente partidos que sirven para la designación de los dirigentes del partido: como
de 1zqu~erd_a,. tienen menos gusto por esta forma capitalista de candi- éstos se confunden a menudo con los parlamentarios, la distinción
datura individual. Sus estatutos toman a menudo medidas además de las dos investiduras no siempre es fácil. En teoría, los dos grandes
para impedir que una personalidad independiente pued~ recibí; sistemas se oponen: la elección por la totalidad de los miembros
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y la nominación por los comités directores. Prácticamente, la dife- consiste en la participación en las primarias cerradas, que pueden
rencia entre ellos es menor que lo que parece, porque las asam- compararse con los polis de tipo belga. Pero esta técnica es rela-
bleas de miembros, que nombran a los candidatos, están sometidas tivamente rara: cuando la nominación de los candidatos queda en
a las mismas maniobras y a las mismas presiones que los congresos roanos de los miembros, es generalmente de una manera indirecta.
donde son elegidos los dirigentes. En los partidos de cuadros la Los candidatos son designados por un congreso o una asamblea com-
designación se hace por los comités, a puerta cerrada: se entregan puesta por delegados electos por los miembros de las secciones: éste
a las delicias de la "cocina electoral". En los Estados Unidos este es, más o menos, el procedimiento seguido en los partidos suizos,
sistema ha correspondido a la fase del caucus, que era esencialmen- por ejemplo, donde las candidaturas son decididas por la asamblea
te una reunión de dirigentes del partido para designar a sus candi- de los delegados. El sistema fue introducido en los Estados Unidos
datos a las elecciones. Sólo la rivalidad de los comités locales y de en la primera mitad del siglo xrx, donde sustituyó progresiva~en-
los comités centrales plantea entonces un problema importante: en te a la técnica del caucus: la nominación se hacía, en lo sucesivo,
Francia, los primeros aventajan a los segundos; los caucu.s norte- por una Convención, compuesta por delegados designados por
americanos tenían, igualmente, un carácter muy local. En los par- reuniones de barrios. Como no existía ningún sistema de afilia-
tidos de masas, la designación por los miembros es generalmente ción regular al partido, los dirigentes mismos establecían la lista
la regla; pero puede ser directa o indirecta. La designación directa de las personas convocadas a esas reuniones de base: la votación se
es relativamente rara: a título de ejemplo, pueden citarse los polls de hacía allí en medio de maniobras y de presiones múltiples, de suerte
designación, que funcionan en los partidos belgas. Muy democrá- que la Convención representaba mucho más a los jefes del par-
tico en apariencia, el sistema no está exento en la práctica de alte- tido que a la masa de sus electores y simpatizantes; bajo apariencias
raciones profundas, como lo muestran las críticas elevadas en el democráticas, no se estaba muy lejos del caucus. Algunas "conven-
Partido Cristiano Social Belga por la designación de los candidatos ciones" son oficialmente, por lo demás, reuniones de delegados de
a las elecciones de 1949. El derecho de proponer candidatos era comités directores y no de delegados de miembros: así, la Con-
reconocido al Comité Nacional, a los comités de distritos, a un vención Nacional, que asegura la nominación del candidato a la
grupo de tres secciones locales, o a una petición firmada por 150 Presidencia. De hecho, muchas asambleas y congresos no tienen un
miembros del partido; algunos candidatos hicieron presentar sus can- carácter muy diferente en los partidos europeos: los comités direc-
didaturas a tres secciones minúsculas, que reunían en total algunas tores de las secciones desempeñan un papel preponderante en la
decenas de miembros. La nominación definitiva y la clasificación de designación de los delegados. A pesar de todo, el sistema de
los candidatos eran hechas por un poll general de los miembros la adhesión formal, cuando existe, aporta un límite a las manipula-
inscritos en el año en curso; en algunos distritos "se vio a los can- ciones e intervenciones de los dirigentes.
didatos organizar una caza de miembros y hacer inscribir en el Desde principios del siglo, un sistema nuevo de nominación
partido, algunos días antes de la fecha de clausura de las inscrip- reemplazó en los Estados Unidos a la técnica de las convenciones:
ciones al poll, a cientos de miembros. Algunos trataron incluso de el de las primarias, sistema totalmente original, al que no pue~e
comprar las tarjetas de credenciales de miembros, en blanco" .1 Para compararse ningún otro. Podría compararse con ~os polls de de~1g-
evitar estos abusos, se propuso dar un voto suplementario en los nación belgas, pero éstos descansan en un mecanismo de adhesión
polls a los miembros inscritos desde hacía más de un año. que no existe en los Estados Unidos. En lugar de una selección de
El sistema de los polis de nominación puede convertirse en un los candidatos por los miembros del partido, se trata más bien de una
fundamento esencial de la comunidad del partido: la adhesión al selección por sus electores o sus simpatizantes. La descripción de
partido tiene como fin permitir participar en la designación de los las primarias es, por lo demás, muy difícil, ya que cada Estado
candidatos a las elecciones. De hecho, el único elemento de member­ posee su propia reglamentación en este terreno. De hecho, no existe
ship verdadero que se encuentra en los partidos norteamericanos un sistema de primarias, sino sistemas de primarias, muy variados
y muy profundamente diferentes unos de otros. En principio, una
1 Informe administrativo
del señor Deghilage, secretario general, al Congreso
del 26 de noviembre de 1949. Bulletin d'information du P.S.C., diciembre primaria es un pre-esc~utinio que sirve ~ara la no~inación ~e los
candidatos de un partido para las elecciones propiamente dichas.
de 1949, P· 66o.
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Generalmente, se designa un conjunto de candidatos para puestos abiertas, el secreto de las preferencias políticas de cada cual se con-
numerosos, no sólo políticos sino administrativos y judiciales, puesto serva: no se manifiesta ninguna afiliación al partido. Los electores
que la administración y la justicia locales son provistas en gran reciben a la entrada de la oficina de votación dos boletines, uno
medida por vía de elección en los Estados Unidos. La primaria está de cada partido: cada boletín tiene la lista de los candidatos del
organizada oficialmente por los poderes públicos, como la elección partido; el elector designa con una cruz a los que prefiere; pero
misma; se desarrolla generalmente en las mismas oficinas de vota- no tiene derecho de servirse más que de un solo boletín. O bien,
ción: pero funciona dentro de cada partido. Cada elector escoge cada elector no recibe más que un solo boletín, con dos columnas
entre los candidatos de su propio partido al que defenderá los colo.
res del partido en las elecciones.
Según los Estados, se distinguen las primarias cerradas y las pri-
marias abiertas, siendo susceptibles uno y otro tipo de numerosas
variedades. En las primeras, sólo los electores republicanos pueden
participar en la nominación de los candidatos republicanos, sólo
los demócratas pueden participar en la nominación de los candi-
datos demócratas. Pero ¿cómo determinar si tal o cual elector tiene
calidad de republicano o de demócrata? El procedimiento más
corriente es el del.enrolamiento. l!ste puede producirse en el mo-
mento de la registration: se declara el partido al que se piensa afi-
liarse para la primaria; no puede cambiarse sino hasta la registration
siguiente. O bien el enrolamiento tiene lugar a la entrada de la
oficina de votación, donde se recibe el ballot (boleún) del partido
que se escoge: si se quiere modificar la afiliación para la primaria
siguiente, hay que obtener un certificado del escribano algún tiem-
po antes, variando el plazo de seis meses a diez días, según los Esta-
dos. Algunos otros Estados imponen una prueba de fidelidad al
partido, comúnmente llamada challenge: a la entrada de la oficina Porclenlos de YOtoe en la eleccl6n prll'll&fla,en relación con la eleccl6n
de votación, el elector pide un boletín de un partido. Antes de propiamente dicha ( elecctonu gen.ralea de 1942)
entregárselo, se le pide declarar que ha apoyado a los candidatos
del partido en las últimas elecciones y que los apoyará en las próxi- H/1 P« debajo del 35% • del 55al SS% lll ... as,1100%
mas. En algunos Estados del Sur, se pide incluso un compromiso
1111
o
~del 35 et 45 'f, por •nclma del 100%
personal de apoyar al candidato del partido designado por la pri- - del 8Sal 'IS%
maria, para asegurar la derrota de los independientes. Las primarias utadoa aln prlma,iu
45al55'.4 • del 75al 85%
cerradas suponen, así, que los votantes reconozcan su preferencia ~det

por un partido: se trata más de una nominación de los candida- GRÁFICA 37. Participaci6n electoral en las "primarias" norteamericanas.
tos por los simpatizantes que por los simples electores. El enrola-
miento, y todavía más el challenge, se parecen mucho al mecanismo separadas para cada partido: no tiene el derecho de servirse más
europeo de la adhesión; les falta, sin embargo, la cuota regular )', que de una columna, so pena de nulidad de la votación. En el Es-
sobre todo, la participación de los miembros en la vida del par- tado de Washington, puede votarse, sin embargo, por los candidatos
tido, en el establecimiento de su jerarquía y en la designación de de uno u otro partido, de acuerdo con los puestos a proveer: los
sus dirigentes. Enrolamiento y challenge no valen más que para las candidatos son agrupados por funciones y no por partidos en el
primarias y entrañan un papel puramente electoral.
No se aplican más que a las primarias cerradas. En las primarias
., boletín. Finalmente, Minnesota y Nebraska han adoptado, para
la legislatura del Estado, el sistema de primarias "no partídaristas",
LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS 391
utilizado más generalmente para Ja elección de los jueces: aquí, siglo xx, para destruir la influencia de los dirigentes de los partidos
ninguna afiliación de partido aparece al lado de los nombres de los en la selección de los candidatos. Lo ha logrado en bastante gran
c~ndidatos; los dos que llegan a la cabeza son los únicos que parti- medida; sin duda, hay que atribuirle la declinación actual de las
cipan en la elección propiamente dicha. No se trata ya, en reali- "maquinarias". A pesar de todo, la intervención de los dirigentes
dad, de una primaria, sino de la primera vuelta de un escrutinio ha sido modificada, más que suprimida. ¿Quién puede ser inscrito
con votación ~o":1plem~ntaria limitada, según el sistema que existía en el boletín del partido, oficialmente impreso por la administración
en la Alemania imperial y en la Bélgica mayoritaria. y entregado al elector de la primaria? En general, el miembro de
un partido que recoja cierto número de firmas, variable según la
extensión de la circunscripción. Puede lucharse así contra una fac-
ción dominante, en el seno de un partido, oponiendo un rival a
su candidato; pero esto supone ya cierto embrión de organización, es
decir, la creación de otra facción. El sistema de las primarias tiende
menos a la libertad de las candidaturas respecto a los dirigentes
que al desarrollo de las facciones internas y de las rivalidades entre
grupos dirigentes. Los electores de las primarias pueden arbitrar
estas rivalidades, pero la pequeña participación electoral en las pri-
marias quita a esta elección mucho sentido (gráfica 37); por otra
parte, no parece mucho más real que la de los electores europeos
en un escrutinio de dos vueltas, ya que los candidatos de las pri-
marias son prácticamente seleccionados, ellos mismos, por grupos
de dirigentes, como en Europa. La intervención de éstos sólo ha
descendido en un grado: no se ejerce ya sobre la nominación de los
candidatos, sino en la selección de los "candidatos a la candida-
O Por deba Jo del 25 % tura". El verdadero problema de los partidos norteamericanos es
hoy el de las pre­primarias: reuniones de los comités de partidos
~ del 25 al 50% para designar los candidatos a las primarias.
Porclento de ciudadano• con
mh de 21 allos de edad
- del 50 al 75% PARTIDOS y ELECCIÓN PROPIAMENTE DICHA. Los partidos desempeñan
el papel fundamental en la primera fase de la operación electo-
- por encima del 75 % ral, la designación de los candidatos; pero no están ausentes en la
GRÁFICA 58. Participación electoral e11 los Estados Unidos segunda, la selección entre los candidatos, es decir, la elección pro-
( eleccion presidencial de r940). piamente dicha. Ejercen en ella, en primer Jugar, una influencia
indirecta, capital, al apoyar al candidato en su campaña electoral.
Bajo _el nombre general de primarias, se designan, pues, técnicas Aseguran la mayor parte de los gastos de esta campaña, excepto en
muy va.nad~s. Las primarias cerradas corresponden más o menos a los partidos de cuadros y de comités, en los que el financiamiento
la nomma~1ón _de lo~ candidatos de un partido por sus simpatizan- privado es preponderante. Algunos países han tomado medidas se-
tes; las prunanas abiertas del tipo corriente, a la nominación por veras para controlar y limitar los gastos electorales, con el fin de
s~s electores. Unas Y. otr~s for1;11an los términos de una progre- impedir que el dinero pese demasiado en la propaganda o engendre
~1ó?, en la que l~s pnmanas abiertas del tipo Washington son el desigualdades demasiado grandes. Pero el desarrollo de los partidos
ultimo grado hacia las primarias no partidistas: éstas no constitu- de masas ha hecho menos útiles estas disposiciones: los mayores gas-
yen. ya designaciones de candidatos, sino verdaderas elecciones. El tos de propaganda no son hechos hoy por los partidos conserva-
conjunto del sistema se estableció progresivamente a principios del dores que disponen del apoyo de los "poderes del dinero", sino por
LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS 393
los partidos populares, que se extienden sobre una masa de miem- crecimiento de los partidos; el partido se ha convertido en fin y
bros, cuyas cuo~as crean un fondo de gastos corrientes muy grande. la elección en medio.
El Partid~ ~ocial-Demócrata Alemán fue el primero en mostrar Esta evolución se traduce por la multiplicación de las candida-
esta supenondad del financiamiento cuasi-público mediante el im- turas y la modificación de su carácter. En el siglo XIX, un partido
puest~ al partido, sobre el financiamiento privado, mediante las no presentaba candidatos en las circunscripciones donde no tenía
donaciones de ?Tand~s ~mpresas. El Partido Laborista Británico y ninguna oportunidad de triunfar; hoy, esta práctica es corriente; el
los demás partidos sindicales han llegado a resultados semejantes· Partido Comunista ha presentado siempre, sistemáticamente, candi-
e!1 Francia, ~os mayores gastos son hechos actualmente por el Par: datos en todas partes. La campaña electoral toma así un carácter
tído ~omun1sta. La i_nterven~ión . d_e los partidos en la campaña demostrativo: no se trata de salir electo, sino de dar a conocer al
permite, además, eludir las disposiciones legales que restringen la partido. Esta transformación tiene resonancia en la táctica electo-
prop~ganda. y los gastos electorales. En Francia, por ejemplo, ningún ral. De 1924 a 1932 inclusive, la táctica aplicada por el Partido
~ndidato tiene derecho a colocar carteles fuera de los lugares ofí­ Comunista Francés (aislamiento y mantenimiento de sus candidatos
ciales, reservad?s y limitados: pero los partidos fijan por todas en la seguda vuelta) era absurda, desde el punto de vista de la
partes sus propios carteles, que apoyan indirectamente a su candi- efectividad electoral: disminuía las oportunidades de los candidatos
dato. Podría compararse la campaña electoral moderna con un comunistas y alejaba de ellos a los electores. Pero esta táctica per-
?>ºcierto para instrumento y orquesta: el candidato representa al mitía al partido desarrollar sus temas de propaganda con pl~na
mstrumento, cuyo sonido tiende a perderse cada vez más, en medio seguridad y lo preservaba de todo arreglo y de todo compromiso,
del estruendo de la orquesta. reforzaba su cohesión interna y su influencia en profundidad: daba
Hay _que distinguir, adem~s, la propaganda electoral propia- frutos a largo plazo. De manera general, la propaganda propia del
mente dicha, hecha por el candidato para tratar de ser elegido, y la partido tiende siempre a predominar sobre la propaganda electoral,
prop~ganda del partido en las elecciones, que tiende a difundir su en los partidos de tipo comunista o fascista; incluso si la segunda
doc_trma, a extender su radiación, a multiplicar sus miembros. Una toma a veces el primer lugar y el partido se esfuerza, ante todo,
curiosa evol~ción se ha producido en este terreno, que traduce la por aumentar su representación parlamentaria, esta actitud es pro-
t~nsformac1ó!1 de la naturaleza de los partidos y de su papel. Los visional. Corresponde a una táctica juzgada más eficaz que la otra,
pnm_eros part'.dos fue~on organizaciones puramente electorales, cuya de acuerdo con las circunstancias; pero el refuerzo de las posiciones
func1_ón esencial consistía en asegurar el éxito de sus candidatos: la parlamentarias y los éxitos electorales mismos _son consi~erado~ sólo
clecc.1ón era el ~in; el partido, el medio. Luego, el desarrollo de las como medios de desarrollar el poder del partido. que sigue siendo
~nc1ones propias de~ partido, como organización capaz de actuar el elemento fundamental. Podrían distinguirse así, los partidos elec-
d1re~t:imente en la vida política, condujo a utilizar la elección al torales y los partidos de agitación permanente: sólo los primeros
serv1.c10 de la propagand~ partidista. Una campaña electoral ofrece tienen una orientación democrática y parlamentaria; los otros se
medios ~e acció~ excepcionales sobre la opinión: en algunos países sirven de las instituciones para destruirlas.
~os c~didatos_ t1~nen. derecho a salas de reuniones gratuitas, a la La influencia indirecta de los partidos en la elección, por el jue-
impresión ~ ?ist~ibuc1ón de sus programas por los servicios oficia- go de la propaganda, existe siempre. Por lo contrario, la interven-
les, a _la utilizaaón de la radiodifusión nacional, a tableros para ción directa en la selección de los electores no aparece más que en
anuncios, _e~c. Por ot~a parte, el público se encuentra en un periodo algunos sistemas políticos. Es evidente en los regímenes de partido
de receprívidad particular en relación con la política: jamás ha único, en los que no existe la elección, limitándose los votantes a
estado mejor preparado el terreno para desarrollar la virulencia de plebiscitar al candidato del partido. Aquí, la nominación de los
los microb~os partidist~s. Persiguiendo la propaganda electoral candidatos se convierte en Ia verdadera elección, en la medida en
de su candidato, el _partido ha desarrollado progresivamente, pues, que es abierta, en que deja lugar a rivalidades y discusiones, aparece
~u propaganda propia. E~ el extremo, la situación primitiva ha sido cierto elemento democrático. En los Estados norteamericanos del
Invertida: en lugar de utilizar a los partidos para asegurar el éxito Sur, las primarias toman así una importancia fundamental: también
de las elecciones, se han utilizado las elecciones para asegurar el la participación electoral es mayor que en el escrutinio propiamente
394 LOS SISTEMAS DE PARTIDOS
PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS 395
di~o (comparar. l~ gráfica 37 y la gráfica 38); el juego de las
facciones y la posición de las candidaturas hacen a veces ficticia la manecen en vigor: sólo el modo de determinación de los contin-
unidad aparente del Partido Demócrata. En la U.R.S.S., sería nece- gentes cambia.
sario _estudiar del ~ismo modo el mecanismo de las reuniones prepa- Si la votación preferencial y el panachage son admitidos, la
ratorias a las elecciones, sostenidas por los sindicatos, las asociacio- selección de los diputados vuelve a manos de los electores, de una
nes d~ juventud, las secciones del partido y todas las organizaciones manera parcial: una especie de colaboración se establece entre ellos
que tienen d~recho a presentar candidatos, que son la parte vivien- y los partidos. En un sistema de votación preferencial integral, sin
te y real del sistema electoral soviético: desgraciadamente faltan los orden de inscripción propuesto por los partidos, éstos pierden toda
docu_mentos pre~isos y concretos, en este aspecto. En u~ régimen intervención directa en la elección. En un sistema de seudovoto
d_uahsta de part~do dominante, se llega a resultados casi análogos: preferencial (leyes francesas de 1946 y 1951), en el que las modi-
s1 la ?esproporc1ón de los dos partidos es tal que uno de ellos está ficaciones al orden de las listas no son admitidas más que si pasan
prácticamente seguro del éxito, su selección de un candidato se con- de la mitad de los sufragios atribuidos al partido, éste conserva
vierte en el elemento esencial de la elección. intactas sus prerrogativas: la experiencia muestra que las mutaciones
. La ~nfluencia di~ecta del partido se manifiesta en una segunda no alcanzan jamás esta proporción; como no se producen en el
hipótesis: en un régimen de representación proporcional, con listas mismo sentido, son incapaces, por lo demás, de alterar el orden
bloq1:1eadas e in~cripción de los candidatos en cierto orden, que de- fijado por el partido. En un sistema proporcional de listas bloquea-
t~rmma _la _elección. Supongamos una circunscripción donde el Par- das, la clasificación de los candidatos se convierte, en consecuencia,
tido Socialista ha obtenido tres asientos en los escrutinios anteriores. en un acto tan importante como su designación. Normalmente, am-
Siendo l~s variaciones de ~os sufragios relativamente pequeñas de bas deberían realizarse simultáneamente; prácticamente, muchos
u.n~ elección a otra, ~l partido puede estimar que el próximo escru- partidos permiten a los miembros intervenir directa o indirecta-
tinio le dará un mínimo de dos asientos y un máximo de cuatro. El mente en la designación, pero reservan de hecho la clasificación
candidato inscrito a la cabeza de la lista está, pues, seguro del éxito, a los comités directores que vuelven a tener así una influencia
el segundo un poco menos, el tercero mucho menos; el cuarto tiene capital. La técnica de la listas con orden impuesto a los electores
sólo algunas esperanzas; los demás no tienen prácticamente nin- permite, además, maniobras muy astutas: basta con poner en mal
guna: están allí por honor, por hacer número; están reducidos a lugar a un candidato del gusto de los militantes, pero mal visto por
un papel d_e figuración elec~oral. Las oportunidades respectivas los dirigentes, para calmar a los primeros y satisfacer a los segun-
de. los candidatos. son determinadas, pues, por el partido; para el dos; del mismo modo, la retrogradación del diputado saliente per-
~ri.mero, son casi tan precisas como en un régimen de partido mite conservar el beneficio de su popularidad con los electores,
uruco. eliminándolo en favor de un candidato más flexible. La amenaza
H~y una intervenció~ directa en la elección que deja de ser una de retrogradación es un arma admirable en manos de los dirigentes
selección ent!e los candidatos hecha por los electores: éstos fijan del partido para reducir a los parlamentarios a la obediencia.
sólo _un ~ontmgente _dentro del cual el partido ejerce su poder de Estos procedimientos ilustran la consecuencia general de la inter-
nomma.c1ón de los d1p~tados. Todo sucede como si el cuerpo elec- vención de los partidos en la designación de los diputados: la trans-
toral diera ~ tal partido el derecho de designar el 20 % de los formación profunda de los mecanismos de la elección, la evolución
parlamentarios, a tal otro el 15 %, a tal otro el 40 %, etc., variando hacia un sistema mixto de elección-cooptación. El partido único
estos co~tinge_ntes de un e~crutinio a otro. En la representación constituye su punto de llegada extremo: la elección no es más que
proporcional mtegral, funcionando en el marco nacional, con co- una apariencia, que enmascara apenas la realidad de una cooptación
cient~ uniforme y repartición global de los restos, la descripción casi pura. Se estudia poco la cooptación, como mecanismo de se-
anterior corresponde exactamente a la realidad. En las proporcio- lección de los gobernantes, en relación con la herencia y la elec-
~ales _menos puras, que son las más extendidas, el esquema se modi- ción que han sido objeto de investigaciones numerosas. Sin embar-
fica ligeramente. Pero el derecho ele nominación de los diputados go, adquiere hoy una importancia que no había tenido jamás, desde
permanece íntegro, mientras los sistemas de listas bloqueadas per- el Imperio Romano. Tradicionalmente, todos los dictadores re-
curren a la cooptación para tratar de asegurar la perennidad de su
396 LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS 397
P?der; pracncamente, muy pocos lo lograron hasta el siglo xx: 0 drar este resultado lo es también. Por otra parte, el sistema permite
bien_ la c?optac1ón se ha transformado rápidamente en herencia. El quizás una apertura democrática posterior: esta votación artificial
pa~ttdo umc? renueva h~y esta técnica y le da un carácter de regu- acostumbra, a pesar de todo, al procedimiento de votación a los
laridad que Jamás ha temdo:. en lo sucesivo, la cooptación del dicta- pueblos que lo han ignorado siempre; estos ritos exteriores enseñan
dor ~e h~ce dentro del partido, en el núcleo central, que asegura los gestos de la democracia. Si no hubiera practicado durante veinte
su dirección suprema. En Alemania, Hitler había designado perso- años esta gimnasia electoral en abstracto, como se aprenden los
nalmente-ª sus sucesor~s, en cierto orden, entre el pequeño grupo movimientos del nadador en tierra firme, boca abajo sobre un esca-
de campaneros; en Itaha, el Gran Consejo del Fascismo debía nom- bel, el pueblo turco habría experimentado quizás más dificultades
l en su seno al heredero del Duce·, en la u · R · s . s . , la sucesi"ón
en 1950 para lanzarse a la democracia.
dbrar
~ Jefe Supremo se hace, prácticamente, en el seno del Praesi­ En un régimen pluralista, la cooptación pierde su pureza y la
dium del Partido Comunista. El sistema alemán está más de acuer- elección vuelve a ser una realidad. Pero no es ya una elección pura:
do co? el tipo clásico ~e dictadura personal; los sistemas italiano y se trata de una semicooptación en la que el papel de los electores
ruso introducen un tipo nuevo de cooptación colectiva. En la está más o menos desarollado, según el sistema de partidos. Desde
U.R_.S.S., ya fu_ncionó ~n~ ve~, asegurando el reemplazamiento de luego, la cooptación no ha estado nunca ausente de los mecanismos
Lenin por Stalin; la elum~ación de Trotsky no provocó crisis muy electorales: antes de los partidos, las candidaturas serias estaban pa-
grav~s en el seno del régimen, aunque el mecanismo de sucesión trocinadas generalmente por los diputados salientes, que decidían
funcionara entonce_s por primera vez. Parece que el partido trans- no volver a presentarse al sufragio de sus electores. Los partidos
formara así. la ~oc1ón misma de dictadura: este régimen esencial- han tenido como efecto, aquí también, sustituir una cooptación
m en~e ~ransitono, porque estaba ligado a la vida de un hombre, está colectiva a una cooptación individual. Pero han extendido igual-
c?nv~rtiéndose en un régimen durable, porque descansa en una ins- mente el campo de acción del "patrocinio". Prácticamente, en un
titución qu~ se renueva perpetuamente: el partido. régimen pluripartidista, el papel de los electores consiste en escoger
En ~l nivel del Jefe ~upremo, el partido único asegura una entre los candidatos cooptados por los partidos: la cooptación cons-
cooptación pura. _En el nivel de los parlamentarios, la cooptación tituye el primer acto de la operación electoral, del cual la elección
s~ colora ~e un tmte electoral. Designados de hecho por el par- no es más que el segundo. El sistema norteamericano de las pri-
tido, los diputados están sometid~s, a pesar de todo, a un sufragio marias no suprime el primer término: introduce simplemente entre
popular, para el cual se po!1e en 1u~go un gran despliegue de pro- ambos una operación intermedia. La representación proporcional,
p_aganda Y de fausto. El sistema rejuvenece la técnica del plebis- con bloqueo de las listas y orden impuesto, no agrava sensiblemente
cito: en lugar de un plebiscito personal en favor de un hombre esta cooptación: no hace más que transformar el mecanismo, ha-
e~tablece un plebiscito colectivo, en favor de una institución. Lo~ ciéndolo más aparente. Es visible aquí que el elector no escoge
diputados son escogidos por el partido: pero la ratificación popu- la persona de su diputado y que le atribuye sólo un contingente
lar, lo más ?umerosa posible, conserva una gran importancia. Este de cooptación al partido: pero no escoge más en un régimen mayo-
r~~rso al rrto ele~toral confí_er~ al régimen una apariencia de legí- ritario uninominal, en verdad. Conserva la apariencia de escoger,
timidad democ~á.t1ca: el plebiscito personal fue utilizado por Napo- porque vota personalmente por X o Y: pero X o Y han sido co-
le~~· para conciliar un~ restauración monárquica con los principios optados por el partido, así como los miembros de la lista y su
of~C1ales. de_ l~ R_evoluc1ón Francesa; el plebiscito colectivo tiene la clasificación. Que X o Y se presenten solos, o a la cabeza de la
m1s~a sign1fJcac1ón. Las religiones nuevas trasponen las ceremonias lista, seguidos de compañeros destinados a hacer número, ¿dónde
an~1gu~s y conservan sus lugares de peregrinación. Este rito ad- está la diferencia? En el fondo, la única selección personal verda-
qu1:re igualmente un significado práctico muy preciso; atestigua la dera existe en un sistema mayoritario de lista con panachage: y
vanidad de t~do esfuerzo de oposición, la omnipotencia de un sis- todavía permanece limitado a los miembros de la lista, que son
tema ~ue obhga tan perfectamente a la obediencia unánime. Las siempre cooptados por el partido.
~~yonas ~e 99.9 % prueban la eficacia del régimen: su carácter fic-
ticio es evidente, pero la perfección del mecanismo capaz de engen-
398 LOS SISTEMAS DE PARTIDOS
PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS 399
JI. Los PARTIDOS y LA REPRESENTACIÓN DE LA OPINIÓN deformación, percibida con menos frecuencia, pero quizás más gra-
No se toma aquí el término "representación" en su sentido jurídico. ve: la diferencia entre el reparto de los sufragios y la naturaleza
Todo está dicho y llegamos demasiado tarde en esta materia: las verdadera de la opinión. Ya que el reparto de los sufragios no es
oposic_iones clásicas del mandato imperativo y el mandato repre- la opinión pública misma sino sólo un medio de expresarla, entre
sentativo, del mandato individual y el mandato colectivo, del man- otros muchos, que la deforma siempre en cierta medida.
dato revocable y el irrevocable, están en todos los manuales, si no La deformación de segundo grado, definida por la diferencia
en todas las memorias. La presencia del partido, que se insinúa entre el porciento de sufragios y el de asientos, es fácilmente men-
como tercero en esta relación contractual, transforma completa- surable. El sistema electoral desempeña el papel fundamental en
mente_ su naturaleza, por lo demás: la teoría clásica de la repre- este campo. Por su definición misma, la representación propor-
sentación ~o corresponde ya a la realidad, suponiendo que haya cional lleva a la menor deformación: descansa precisamente en la
correspondido y que no haya constituido un artificio ingenioso para idea de una coincidencia perfecta entre la dimensión electoral y
transformar en soberanía parlamentaria la soberanía nacional ofi- la dimensión parlamentaria de los partidos. Sin embargo, las alte-
, cialmente proclama.da. ~a palabra "representación" se aplica 'aquí raciones prácticas aportadas al funcionamiento de la representación
a un fenómeno sociológico y no a una relación jurídica: define el proporcional atenúan a menudo esta coincidencia. Para que sea
parecido entre las opiniones políticas de la nación y las del Par- perfecta, sería necesario que el país no formara más que una sola cir-
• lamento. Los diputados representan a sus electores, no como un cunscripción electoral o que el reparto de los restos se efectuara
mandatario repr~se~ta a su mandante, sino como una fotografía en el plano nacional. Diferentes razones políticas impulsan gene-
representa un pa1saJe, un retrato a su modelo. El problema funda- ralmente a prescindir de uno y otro método y a preferir a ellos
mental consiste en medir el grado de exactitud de la representación, técnicas menos puras. Aparece entonces un desnivel entre la pro-
es decir, el grado de coincidencia entre la opinión pública y su porción de los asientos y la proporción de votos, que varía según
expresión parlamentaria. el sistema adoptado para el reparto de los restos, el marco electo-
En este terreno, la influencia de los partidos es considerable. ral, la posibilidad de panachage o de emparentamientos, etc. La
Cada sistema de partidos constituye un marco impuesto a la opi- diferencia es bastante pequeña en algunos países y bastante grande
nión, que la forma, al mismo tiempo que la deforma. Se considera en otros. El sentido de la deformación depende de la técnica de la
generalmente al sistema de partidos existente en un país como el representación proporcional. El método del promedio mayor favo-
resultado de la estructura de su opinión pública. Pero lo contrario rece a los grandes partidos que tienen tendencia a estar sobre-
es i~almente cierto: la estructura de la opinión pública es, en gran representados, en detrimento de los pequeños, condenados a la
medida, la consecuencia del sistema de partidos, tal como resulta sub-representación: en las elecciones francesas de 1946, los radicales
de ~as circunstancias históri~s, de la evolución política y de un y emparentados perdieron el 27.2 % de los sufragios que habían
conjunto de factores complejos, en los que el régimen electoral recaído sobre ellos, mientras que los dos partidos más fuertes, comu-
deseml:'eña un p~pel prepon~erante. Las relaciones entre opinión nistas y republicanos populares, no perdían, respectivamente, más
y ~art1dos no e~1ste en sentido único: constituyen una malla de que el 1.9 % y el 3.2 %· Por lo contrario, el sistema de los restos
acciones y reacciones reciprocas, estrechamente mezcladas. mayores lleva a sobre-representar a los pequeños partidos. Los ern-
parentamientos pueden introducir perturbaciones en este esquema.
LAS DOS DEFORMACIONES DE LA OP[NIÓN. Para medir la exactitud de La representación proporcional no es, pues, una fotografía de la
l~ represe~tación, se comp~ra ordinariamente el porciento de sufra- opinión, por fiel que la afirmen sus partidarios.
.. gros obtenidos por los partidos en el país con el porciento de asien- A pesar de todo, las diferencias son infinitamente menores que
tos en las asambleas, es decir, su dimensión electoral y su dimensión en el régimen mayoritario de una sola vuelta, que realiza a este
parlamentaria. Esta actitud es incompleta: la diferencia entre las respecto el máximo de inexactitud. Puede revelarse aquí una ten-
dimensiones electo~al y parlamentaria constituye sólo el segundo dencia constante, si no hay más que dos partidos: el partido mayo-
grado de deformación de la opinión pública. Se superpone a otra ritario está sobre-representado y el partido minoritario, sub-repre-
sentado. El fenómeno no es muy grave: lleva simplemente a acentuar
400 LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS 401
las variaciones de opinión del cuerpo electoral, como se ha mos- En régimen de una sola vuelta, combinado con el bipartidismo,
trado. Excepcionalmente, sin embargo, la representación puede ser por grandes que sean la sobre-representación del partido mayoritario
completamente falseada: obteniendo el partido con menor número y la sub-representación del partido minoritario, ni una ni otra alte-
de .votos el_ mayor número de asientos y viceversa. El caso se pro- ran normalmente el esquema general del reparto de las opiniones.
d~JO, por eJeI?plo, en Inglaterra, en 1910, cuando los liberales obtu- Con la segunda vuelta, por lo contrario, su dibujo .de conjunto.es
vieron_ 275 asientos, con el 43.1 % de sufragios y los conservadores falseado completamente: no es ya el número respecu~o de sufra~os
273 asientos~ con el 47 %- Se reprodujo en 1929, cuando los labo- obtenidos por los partidos presentes lo que deterroma el sentido
ristas obtuvieron 289 asientos, con el 37.5 % de los votos y los de las diferencias, sino sus posiciones políticas y sus alianzas. De
conserv~dores ~62,_ con el 37.97 %- Desde 1948, la reorganización manera general, la segunda vuelta beneficia al centro y desfavorece
de las circunscripciones, que da a los laboristas muchos asientos con a los extremos: es decir, que el primero está sobre-representado y
fu:rtes mayorías y a los conservadores muchos asientos con débiles los segundos sub-representados. La historia política de la Tercera
minorías, h~ hecho probable la renovación de esta anomalía: si República francesa ilustra este principio, cuyas huellas se encuen-
los dos partidos obtuvieran igual número de votos, los conserva- tran en casi todos los regímenes de dos vueltas: Holanda, Noruega,
dores tendrían alr~dedor de 30 asientos más que los laboristas; de Alemania, etcétera.
hecho, en las elecciones de 1951, los primeros obtuvieron 321 asien- Evidentemente, si se compara el porciento definitivo de _los
tos con el 47.96 ~ de los sufragios, contra 295 de los laboristas con asientos con el de los votos obtenidos en la segunda vuelta, la dife-
el 48.78 %. ~l mismo fenómeno se produjo en la Unión Sudafricana rencia se atenúa notablemente: ésta es, precisamente, la razón de
e_n las elecciones de 1948 y de 1953, cuando el Partido Naciona- ser del régimen. Puede pretenderse entonces que mejora la exac-
lista del Dr. ~alan obtuvo la mayoría parlamentaria aunque reunió titud de la representación, en relación con el escrutinio de una
menos sufragi~s que su a~versario, el Partido Unido. La disparidad sola vuelta: pero se comete, haciendo esto, un grave error de
pu~de producirse, p~es, mcl?sº. en un régimen bipartidista, por la método. Ya que sólo la primera vuelta da un cuadro del repar~o
desigu~ld~d de las crrcunscrrpcrones- los adversarios del escrutinio de los votos entre los partidos, comparable al que ofrecen el sis·
mayon~no de .una sola vuelta no dejan de clavar estos ejemplos tema mayoritario de una vuelta o la representación proporcional.
co~ alfileres, a fin de establecer lo absurdo del sistema: pero olvidan La segunda vuelta implica una reagrupación necesaria ~e los sufra-
casi ~iem~r~ subray:ir que son muy excepcionales. En un régimen gios, que no permite distinguir su verda~ero color político ". Contar
mult1~art1d1sta, la inexactitud de la representación producida por como votos radicales en 1936, en Francia, los votos comunistas re-
el régu~en mayoritario es evidentemente muy grave. Pero no hay caídos en la segunda vuelta en el candidato "valoisiano", porque
que olvidar que tiende por naturaleza a reabsorberse a su vez, estaba a la cabeza del Frente Popular, no corresponde ciertamente
puest~ que los fenómenos de sobre-representación o de sub-repre- a la realidad. Los sufragios de la segunda vuelta se agrupan por
sentación que produ~e constituyen, precisamente, el motor principal tendencias y no por partidos: pero no se abandona entonces a la
de la vuelta al dualismo. deformación de segundo grado, medida por la diferencia entre
. Se estiro~ generalmente que la segunda vuelta atenúa las inexac- la dimensión electoral y la dimensión parlamentaria de los partidos,
t1tud~s. del sistema mayoritario. Desde el punto de vista puramente por la deformación de primer grado, definida por la disparidad
nume~ico, esto no es seguro: si se compara el número de votos entre el reparto de los sufragios y la naturaleza verdadera de la
obten.idos por los partidos en la primera vuelta, y el número total opinión pública. .
de asientos que les corresponde después de la segunda vuelta se En la medida en que la votación es libre, secreta, desprovista
comprueban desproporciones considerables (gráfica Desde Íue- de presiones y manipulaciones que falseen su resultado, se admite
39).
go, so!1 generalment~ inferiores a las anomalías excepcionales que que traduce correctamente a la opinión pública. Aunque general,
entr.ana a veces el sistema mayoritario simple: pero parecen casi esta creencia no está mejor fundada: la expresión electoral de la
equivalentes a sus anomalías medias. Puede incluso juzgárselas más opinión no coincide con la op~nión misma; la deforma siempr.e ~ás
graves, a causa d~ su orientación: ya que la amplitud de una dife- o menos, en sentidos muy variables, según la forma de escruuruo y
rencia es menos importante que el sentido en el cual se produce. el sistema de partidos. Los defensores de una reforma electoral
P ARTIOOS Y REGÍMENES POÚTICOS

calculan siempre los efectos de su sistema, de acuerdo con el re-


parto de los sufragios obtenidos por los partidos en la antigua
forma de escrutinio: éste es, por ejemplo, el método empleado por
Hermens para establecer que el régimen mayoritario habría sido
menos funesto a la Alemania de Weimar que la representación pro-
porcional. Pero estos cálculos son necesariamente falsos, ya que el
~7
primer efecto de una reforma electoral es modificar no sólo la dis­
tribución de los asientos, sino también la distribución de los votos.
1u Conservadores Los electores no votan de la misma forma en un régimen mayoritario
que en representación proporcional; en dos vueltas que en una
sola; en escrutinio de lista que en escrutinio uninominal. El meca-
nismo de la "polarización" ilustra esta reacción de la forma de
escrutinio sobre la opinión pública. Su análisis profundizado es
difícil porque las reformas electorales han coincidido a menudo
con una extensión del derecho de sufragio (sufragio universal, voto
de las mujeres, etc.) o grandes acontecimientos políticos (guerra de
1914 o de 1939). Puede estudiarse, sin embargo, la influencia del
abandono del sistema mayoritario en favor del proporcional en
Suiza, en Dinamarca y en Noruega. En estos tres países, el cambio
.... provocó escrutinios con muy pocos años de intervalo (dos o tres
años), sin modificación sensible del derecho de voto; en los tres, la
Liberaln progr•slstas
CFOl1schrllt, Frel•lnnlge representación proporcional sucedió a un régimen mayoritario ate-
Uber•I•. 'lerelnlgung, etc:.) nuado (por la segunda vuelta en Suiza y en Noruega; por elementos
proporcionales en Dinamarca); finalmente, se trata de naciones bas-
tante tranquilas, en las que la opinión manifiesta generalmente una
estabilidad relativa. La distribución de los sufragios, y no sólo de
los asientos parlamentarios, entre los diversos partidos fue profun-
damente modificada por la reforma electoral: esta transformación
depende, en cierta medida, de la entrada en escena de electores nue-
vos, que abandonan su posición anterior de abstención; pero la
supera ampliamente (gráfica 40). En los tres países, la adopción de
la representación proporcional disminuye los sufragios del partido
Centro central y aumenta los de los extremos.
Hay que distinguir, pues, la opinión elaborada de la opinión
bruta. La primera es el resultado de un amasamiento de la segun-
da por la propaganda partidista y de una modelación por el sis-
tema de los partidos y el régimen electoral. Los partidos crean la
Cú.FICA !19· Diferencia entre el opinión pública tanto como la expresan; más que deformarla la for-
t,orciento de los asientos y de man: no hay eco, sino diálogo. Sin partidos, habría sólo tendencias
los votos en Alemania (I87I­ vagas, instintivas, variadas, dependientes del temperamento, de la
Socialistas
I9I4). •
educación, de las costumbres, de la situación social, etc. La teoría
marxista misma, que hace de la opinión un reflejo de la clase social,
PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS

considera que no hay clase sin conciencia de clase: pero no hay con-
ciencia de clase, sin la acción de un partido, que la suscite y la
desarrolle. Las minorías agrupadas en el seno de los partidos, según
la organización oligárquica y jerárquica que hemos descrito, hacen
nacer la opinión de las masas. Desde luego, no podrían hacer
nada sin esa base que hemos llamado la opinión bruta: pero esta
pasta inerte no puede hacer nada por sí misma, sin la levadura de
los partidos. Precisan las opiniones individuales, las enriquecen, las
desarrollan. También las refuerzan: antes de ellos, las opiniones
están a menudo poco seguras de si misi:nas; al verse compartidas por
otros, selladas oficialmente, tomadas a su cargo por una organiza-
ción, adquieren autoridad y seguridad. Las estabilizan aún más: sin
partidos, la opinión es variable, versátil, cambiante; las elecciones

... ....·· en los países recientemente democratizados, donde los partidos no


tienen todavía raíces fuertes, se caracterizan por variaciones conside-
/
!/..,.:::::.­­·­··­¡,
qg .• ·­·­·­·­­­­·
¡';
~.....~~---··-JA
.s rables de un escrutinio a otro, que debilitan al régimen. Los par-
tidos tienden a cristalizar la opinión; dan un esqueleto a esa cosa
1.-::::::::.-----I QS 1
Qa --·-·
., Porcl•nto Porci•nto Porcl•nto informe y gelatinosa. Finalmente, coagulan las opiniones semejan-
~ " d• Ot ; d• "'¡;; tes: atenúan las diferencias individuales, liman las originalidades
;;;_
Votontu ~ El•ctor•s 5 Votontrs
personales, para fundirlas en algunas grandes familias espirituales.
RP. Este trabajo de síntesis no es el menos importante: sólo él permite
la existencia de elecciones y de una representación política, que
Dinamarca
Escrutinio mayorllulo de dos son imposibles en medio del caos inextricable de las actitudes
vueltas
personales.
­ mayoritario,con
elem•ntos de R.P.
Siendo así extraída la opinión pública de la masa de opiniones
privadas, los partidos no dejan de informarla constantemente, de
ConHrvadorn
guiarla, de canalizarla. Toda la campafia electoral consiste en defi-
nir una "plataforma susceptible de atraer al máximo de electores,
proponiéndoles fines particulares, adaptados a sus intereses: pero
Radlcal.s (Suiza, Dinamarca) estos fines particulares no son más que un aspecto aislado, a menu-
Izquierda (Noruega)
do superficial y secundario, de la actividad general del partido, que
­················ Agrarlstu (Venstre en Dinamarca) 16 dirigirá su actitud parlamentaria y gubernamental. En consecuen-
Campesinosy 6urguesn en Suiza
cia, el mecanismo mismo de la elección tiende a deformar la opi-
Radicales Noruegos nión, siguiendo una técnica idéntica a la de algunos movimientos
Llberalu ) anexos: .se trata de utilizar la coincidencia entre algunos objetivos
lndependle'ltes Suiza especializados del partido y los deseos de los electores, para encade-
nar a éstos a la política general del partido, que se sale generalmente
Política social
de esos fines particulares. El ejemplo del Partido Comunista Francés
.. ,,.
Porcl,nto
¡;; Elutorrs
...
o

"'
es muy típico a este respecto. En 1951, más del 25 % de los elec-
tores franceses votaron por los comunistas: pero una pequeñísima
fracción de ese 25 % se adhería realmente a la política general del
GRÁFICA 40. Modificación de los votos por una reforma electoral. partido. La mayor estaba compuesta por gentes fundamentalmente
LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS

opuestas a la doctrina comunista, pero de acuerdo con el partido acción de los dos últimos sobre la opinión no es separable. Toda
en algunos puntos particulares: obreros, que lo juzgaban el único modificación del régimen electoral tiende a una modificación corre-
capaz de defender su interés de clase; campesinos pequeños y me- lativa del sistema de los partidos. A su vez, esta modificación del
dios, que querían manifestar su oposición a los grandes; aparceros sistema de partidos tiene resonancia, directamente, sobre la expre-
y granjeros enderezados contra sus propietarios; hombres de iz- sión de la opinión. Pero algunas transformaciones del sistema de
quierda, tradicionalmente habituados a votar por el partido más de partidos son independientes del régimen electoral: su intervención
izquierda; patriotas impulsados por los recuerdos de la Resistencia en la representación se produce, pues, aisladamente.
y de los maquis, etc. Un análisis metódico y preciso, región por Un ejemplo típico es ofrecido por la ruptura del tripartidismo
región, de los motivos que impulsan a votar por los comunistas francés en 1947. Hasta entonces, la colaboración del Partido Co-
sería extremadamente interesante. Confirmaría el divorcio entre la munista con el Partido Socialista y el Movimiento Republicano
opinión pública y su expresión electoral: ya que el 25 % de los Popular había establecido una mayoría gubernamental de izquierda
electores comunistas definen su fuerza en el país y sirven de base y orientado a la opinión francesa en un sentido progresista; esta
a su representación parlamentaria. El ejemplo comunista fue esco- alianza resucitaba, simplemente, al Frente Popular de 1936, en el
gido porque es particularmente típico: pero la diferencia entre la que la participación comunista tuvo las mismas consecuencias. En
opinión bruta y la opinión elaborada existe para todos los partidos. 1947, los ministros comunistas son expulsados del gobierno y el
Es tanto mayor cuanto más centralizado es el partido, mejor orga- acuerdo de los tres partidos se rompe; no se prolonga ya por un
nizado, más apoyado en una doctrina completa y coherente, que apoyo comunista; una ruptura profunda se produce, por el contra-
le permite actuar sobre la opinión, en lugar de registrarla, de orga- rio, entre los antiguos aliados. En lo sucesivo la expresión de la
nizar a las masas, en vez de seguirlas. opinión pública toma otra forma: ese cordón sanitario alrededor
Todos los que vilipendian al régimen de los partidos denuncian del Partido Comunista la modifica fuera de todo desplazamiento de
esta deformación, sin comprender que es inevitable, que se trata los sufragios, incluso fuera de toda elección. Se orienta hacia el
menos de una deformación que de una formación. No ven que la centro y se desliza hacia la derecha: el Partido Socialista se inclina
opinión bruta es inapresable, que sólo una opinión elaborada puede hacia un reformismo cada vez más moderado, reflejo de su partici-
expresarse, y que la forma de expresión le impone, necesariamente, pación necesaria en gobiernos centristas; el Movimiento Republi-
un marco que la modifica. Diferentes métodos de enfoque permiten cano Popular atenúa su programa social y da paso al conservatismo
quizás rodear desde más cerca a la opinión bruta: por ejemplo, las de sus electores, sobre el progresismo de sus militantes; el Partido
técnicas de sondeos, las monografías, las encuestas, etc. En el plano Radical y los moderados recobran una influencia que habían per-
político, el sistema del referéndum puede llevar así a un conoci- dido. Estas modificaciones de los partidos no son puros fenómenos
•. interiores: entrañan modificaciones correlativas de la opinión ela-
miento menos deformado sobre un punto preciso; se observará,
además, que sus resultados coinciden raramente con los de las elec- borada (y quizás de la opinión bruta, por reacción). Una simple
ciones, incluso en materia puramente gubernamental: el ejemplo línea de separación entre los partidos basta para cambiar la tonali-
del referéndum belga y de las elecciones de 1949 es típico a este dad general de la opinión: podrían hacerse aquí curiosas compara-
respecto. De todos modos, cada medio de investigación impone ciones con las experiencias que están en la base de la Psicología
a la opinión su propia forma. Cada sistema de partidos, que cons- de la Forma.
tituye un marco diferente en el que se expresa la opinión engendra,
pues, un tipo diferente de representación política. La opinión pú- SISTEMAS DE PARTIDOS y DEFORMACIÓN DE LA OPINIÓN. Es imposi-
blica es ur,o de los factores del sistema; pero el sistema, que depende ble aplicar aquí el método empleado para apreciar la deformación
de otros elementos y, especialmente, del régimen electoral es, a la de la expresión parlamentaria de la opinión, en relación con su
inversa, uno de los factores de la opinión pública. Opinión pública, expresión electoral: ambas son netamente distintas y mensurables,
régimen electoral y sistema de partidos forman así tres términos lo que permitedefinir su separación con una gran precisión. Pero
interdependíentes ~nos de otros, cuyas relaciones no se producen la opinión bruta y la opinión elaborada por el sistema de partidos
en sentido único, a pesar de la creencia corriente. A menudo, la no representan los mismos caracteres: este dualismo es, por otra
LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS
parte, más formal que real. De hecho, la opinión bruta no existe: en este aspecto: es demasiado conocido para que sea necesario in-
al menos, no es objeto de conocimiento. Pueden sólo aprehenderse sistir en él.
diversos tipos de opiniones elaboradas: opinión elaborada por una Por lo contrario, la representación proporcional actúa en _el sen-
monografía, por un sondeo de Gallup, por una elección propor- tido opuesto: opiniones fuertemente arra~~~as localmente tienden
cional o por una elección mayoritaria, por el two porties system a extenderse al plano nacional, por la posibilidad de _ser ~ep~esenta-
o el multipartidarismo, etc. Algunos están más cerca que otros das incluso en las regiones en que son fuertemente mínorrtarias. La
de la realidad bruta, pero no lo sabemos; sólo podemos tener sobre tendencia es tanto más marcada cuanto más perfecta es la propor-
este punto creencias o intuiciones. El único método posible para cional: el reparto de los restos en el marco nacional la f~vorece, ~sí
apreciar la influencia de los sistemas de partidos en la deformación como todos los sistemas que tienen _como c_on~ecue?c~a práctica
de la opinión consiste en comparar las opiniones elaboradas por hacer de la totalidad del país una circunscripción uruca, Pu~de
cada sistema: pueden definirse así las orientaciones diferentes de observarse así, en los países que han adoptado la represen~ac1?n
las diversas deformaciones, pero no su grado de inexactitud. proporcional, después de haber conocid? el sistema _m~yontano,
La influencia de los sistemas de partidos y de régimen electoral
que los engendra, es así muy clara en la localización geográfica de
una especie de "nacionalización" progresiva =. las opiniones y de
los partidos. Ya lo señalamos en Holanda; e~ 1gualme_nte ~ota~le
las opiniones. El problema se plantea bajo diversos aspectos. Ya en Suiza, Bélgica, etc. De estas dos tendencias -1:iac1?nal1z~c1ón
hicimos alusión a uno de ellos, al estudiar la existencia de los parti- producida por la representación propo~ci~nal, ~ocaluaoón bajo el
dos locales en el sistema mayoritario de una sola vuelta. Al mani- impulso del sistema mayoritario- es difícil decir cuál traduce más
festarse la tendencia al bipartidismo, engendrada por ese régimen exactamente a la opinión pública. De hecho, la deforman una Y
electoral, sobre todo en las circunscripciones, resulta que varios otra en un sentido contrario, atenuando la primera los caracteres
partidos pueden coexistir en la totalidad del país, suponiendo que locales de una opinión, acrecentándolos la segund~. Se mide l~ im-
no luchen sino de dos en dos, en cada una de éstas. En conse- portancia política del fenómeno: la representación proporcion~l
cuencia, los pequeños partidos pueden subsistir en el plano nacio- tiende a reforzar la unidad nacional (o, más exactamell:te, la u~1-
nal, porque son grandes partidos en algunas regiones, ya se trate formidad nacional); el escrutinio mayori~rio agrava l~s divergencias
de partidos autonomistas o regionalistas (nacionalistas irlandeses, locales. Las consecuencias son, respectivamente, felices o desgra-
partidos eslovacos en Checoslovaquia, etc.), futuros grandes partidos ciadas de acuerdo con la situación particular de cada partido. En
nacionales que empiezan a desarrollarse en las regiones donde la Francia, la proporcional parece haber acentuado la tendencia cen~ra-
población les es especialmente favorable (partidos socialistas en lizadora y "uniformadora", lo que es de lamentarse. En Bélgica,
las ciudades obreras), o antiguos grandes partidos nacionales rele- atenúa, por lo contrario, la rivalidad de los flamencos y los v~lones,
gados al plano local por el despiadado proceso de eliminación que que correría el riesgo de ser exasperada por una vuelta al ~1stema
se ha descrito (Partido Liberal en Gran Bretaña, actualmente). Pero mayoritario, tendiendo éste a ~centuar. el carácter flam~nquista del
pueden generalizarse estos resultados, ya que la técnica misma del Partido Católico y la tendencia valomzante de los socialistas, y a
escrutinio mayoritario conduce a confiar el cuidado de representar transformar a uno y otro en Rartidos autonomist~s: En los.Estados
totalmente a una región al candidato que está a la cabeza de sus Unidos, el sistema mayoritario refuerza la opos1C1ón del Norte y
competidores, sin tener en cuenta los sufragios obtenidos por los el Sur y la organización particular de este ~ltimo. . .
otros: las minorías no pueden entonces ser representadas en el plano El problema de la localización geográfica d': las opm1ones ~e
nacional, sino porque son mayorías en algunas circunscripciones. plantea igualmente desd': otro _aspecto, _que conv1e_ne no confl;1nd1r
Resulta de ello que el escrutinio mayoritario acentúa la localización con el anterior. En la orientación política de los ciudadanos, mter-
geográfica de las opiniones: podría decirse incluso que tiende a vienen siempre dos categorías de ~actore~: fa~tores particulares y
hacer de una opinión nacional (es decir, repartida de hecho en la locales y factores generales. Podría decirse 1gu~~nt_e: factores
totalidad del país) una opinión regional, no permitiéndole ser re- personales y factores ideológicos, aunque ~stas distinciones estén
presentada más que en las porciones de territorio donde es la más lejos de coincidir exactamente. La separación de unos y otros es
poderosa. El caso de los Estados Unidos es particularmente notable 1 delicada, ya que casi siempre están mezclados estrechamente de
410 LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS 411
manera inconsciente: serla necesario un verdadero método de psico- cialmente, el grado de centralización de los partidos. Puede com-
análisis social para conseguirlo. Sea como sea, se plantea la cuestión probarse que Inglaterra, a pesar de su preferencia por el escrutinio
de definir la influencia de los sistemas de partidos y de los regí- uninominal y las pequeñas circunscripciones, no presenta los defec-
menes electorales en cada uno de ellos, desarrollando algunos los tos habituales del localismo. Sin duda, esta particularidad se explica
factores locales de la opinión, en detrimento de los factores nacio- por la conjunción del sistema de dos partidos y la centralización
nales y viceversa. Se ve toda la importancia práctica del problema: de cada uno de ellos: a causa de la primera, es extremadamente difí-
la política de un Parlamento es profundamente diferente, según cil para un candidato afrontar el combate como francotirador, fue-
que sus miembros hayan sido electos por razones esencialmente lo- ra de las grandes formaciones tradicionales; a causa de la segunda,
cales o más bien por sus posiciones respecto a los grandes intereses la designación de dicho candidato está muy sometida a la acción
nacionales. La oposición no existe aquí entre la representación pro- de la dirección central del partido, lo que le quita mucho de su
porcional y el régimen mayoritario, sino entre el escrutinio uní- visión total. El segundo factor es, sin duda, más importante que
nominal y el escrutinio de lista, pudiendo el primero acomodarse el primero, como lo prueba el ejemplo norteamericano, donde la
a la representación proporcional (sistema de voto transferible) y descentralización de los partidos mantiene su orientación local, a
funcionando el segundo a menudo en el marco mayoritario. En pesar del dualismo.
efecto, el escrutinio uninominal supone una circunscripción pe- La repartición geográfica de las opiniones depende en gran
queña, en la que predominan naturalmente las "consideraciones de medida, pues, del sistema de partidos y del régimen electoral, ya
campanario"; por lo contrario, el escrutinio de lista funciona en un sea que sus elementos actúen de concierto o separadamente; puede
marco más amplio, donde los puntos de vista locales se limitan decirse la misma cosa de su distribución política. El análisis del
unos a otros, permitiendo a las consideraciones generales adquirir fenómeno de la polarización, el de la evolución de las dimensiones
una importancia bastante grande. Hay que añadir, igualmente, que parlamentarias de los partidos y, sobre todo, el de la influencia
el sistema uninominal, dado su carácter personal, permite más fácil- de las reformas electorales en la distribución de los sufragios, han
mente las promesas individuales y da una gran importancia a los most~ado ya algunos aspectos de la deformación de la opinión
lazos locales del candidato, que será llevado, pues, con toda natu- pública en este campo. Los completaremos con observaciones frag-
ralidad, a limitar sus enfoques al marco estrecho del que ha salido; mentarias. La primera se refiere a las abstenciones: excepto en las
por lo contrario, el escrutinio de lista atenúa esta influencia perso- dictaduras de partido único, donde se obtienen participaciones elec-
nal (que desaparece casi completamente en caso de lista bloqueada), torales cercanas al 100 %, el número de abstenciones es siempre
y obliga al elector a votar por un partido más que por hombres, es importante. Su porciento alcanza normalmente más del 10 % del
decir, por una ideología y una organización nacional más que por cuerpo electoral y, muy a menudo, más del 20 %- En los Estados
defensores de intereses locales. Unidos es muy superior, situándose en general entre el 40 y el 50 %
La observación confirma los resultados de este análisis. No es de los ciudadanos en edad de votar, para la elección presidencial
dudoso que el escrutinio de lista en el marco departamental (que y descendiendo muy por debajo en ciertos Estados. En varios Es-
reemplazó al escrutinio uninominal de distrito en Francia, desde tados del Sur, la proporción de abstenciones es superior al 80 %; en
1945) haya contribuido mucho a ampliar los horizontes políticos Carolina del Sur, supera el 90 % (gráfica 38). Así, la distribución
de los parlamentarios y de los gobernantes; se observará que el de los sufragios no coincide jamás con la distribución de las opi-
mérito no corresponde al sistema proporcional mismo, como se niones: entre las dos, queda un vacío, correspondiente a las absten-
piensa de ordinario. Por lo contrario, el carácter muy profunda- ciones. Ahora bien, éstas varían según el sistema de los partidos.
mente local de las preocupaciones del Congreso norteamericano Parecen alcanzar su máximo en un régimen dualista de partido
-tan a menudo alejado de las responsabilidades mundiales a las dominante, en el que la elección es cuasi-automática: así se explica
que deben enfrentarse los Estados Unidos.L procede, en gran par- la pequeña participación electoral en los Estados norteamericanos
te, de la estrechez de los distritos electorales y del sistema unino- del Sur. Por lo contrario, su nivel máximo parece corresponder
minal que lo implica. Sin embargo, otros factores intervienen, que a un régimen dualista en el que los dos partidos están en posición
pueden modificar profundamente los resultados de conjunto: espe- de equilibrio: ya que todo sufragio toma entonces un gran valor.
PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS
LOS SISTEMAS DE PARTIDOS·

En un sistema de partidos múltiples, atemperado por alianzas elec- dos, el mérito esencial de traducir correctamente su antagonismo
torales, tal como resulta del escrutinio mayoritario de dos vueltas, general. Por lo contrario, un sistema de partidos múltiples e inde-
los resultados so.n _casi análogo~ en la segunda vuelta al de un régi- pendientes, tal como resulta de la proporcional, presentaría el grave
men de vuelta uruca: en la pnmera, el número de abstenciones es defecto de hacer desaparecer completamente esa estratificación fun-
generalmente más elevado. Si uno de los dos partidos domina clara- damental de la opinión y de acentuar exageradamente las oposicio-
mente y tiene la victoria por anticipado, el porciento de votantes nes de detalles. En definitiva, un sistema de partidos múltiples corre-
se hace muy pequeño, como en un sistema de vuelta única: puede gido por alianzas, tal como lo engendra un régimen mayoritario de
comparars~, a este respecto, la Suiza anterior a 1919 con los Estados dos vueltas, presentaría cierta ventaja, al permitir al mismo tiempo
norteamencanos del Sur; la proporción de abstenciones se situaba -por el funcionamiento de los acuerdos en la segunda vuelta-
entre el 43.2 y el 47.5 %, de 1902 a 19u; en 1914, alcanzaba incluso traducir el dualismo de base y las oposiciones secundarias dentro
el 53.6 ~- En un_ régimen prop?rcional, parece que se llega a re- de cada grupo. Observemos, además, que un sistema bipartidista
sultados mter~edios: las conclusiones son por lo demás difíciles, ya llegaría al mismo resultado, en la medida en que cada partido con-
que la adopción de la representación proporcional ha coincidido servara una estructura flexible, permitiendo el nacimiento y la co-
generalmente con la del sufragio universal o el voto de las mujeres, habitación de "fraciones" diversas.
lo que ~alsea las comparacio_nes dentro de un mismo país. Casi no Otro aspecto del problema se refiere a la amplitud de las opo-
s?n posibles más que en Su1Za, en Noruega y en Dinamarca (grá- siciones de opinión; se destacan aquí confusiones análogas. Se dice
fica 40). corrientemente que el multipartidismo tiene el mérito de reducir
El problema de las divisiones de la opinión pública es mucho esta amplitud, disolviendo las grandes oposiciones en varias frac-
más importante. El análisis del número de partidos ha mostrado ciones, mientras que el bipartidismo puro y simple conduce al
que éstas no tenían su origen sólo en las separaciones naturales sistema de los dos "bloques", es decir, a una oposición máxima: es
entre los ciudadanos, sino igualmente en factores exteriores, de los confundir .las diferencias numéricas de las representaciones, en el
cuale_s .e! régimen electoral es el más poderoso. En esta medida, seno del Parlamento, con la profundidad de las divergencias polí-
las divisiones políticas constituyen un marco impuesto desde fuera ticas. En realidad, los efectos respectivos del multipartidismo y
a la opinión pública, más que un reflejo de las diversidades exis- del sistema dualista son diametralmente opuestos a esta creencia
tentes _de~tro de ésta. El bipartidismo, originado por el escrutinio corriente. Holcombe ha observado justamente, en su artículo de
°:1ayontano de una vuelta, tiene como efecto suprimir las separa- la Encyclopaedia of Social Sciences, que los partidos tienden a
cienes secundarias de la opinión y coagularla alrededor de dos parecerse en un régimen bipartidista, sin extenderse, por lo demás,
grandes tendencias rivales: por lo contrario, el multipartidismo en los factores de este acercamiento. Son bastante fáciles de defi-
favorece el desarrollo de los matices de la opinión, permitiendo a nir. Razonemos sobre un ejemplo preciso, el de la Inglaterra actual,
• cada una encarnar en un partido separado. Se concluye, general- y olvidemos al Partido Liberal, que no tiene ninguna importancia.
mente, que el sistema multipartidista asegura una representación ¿Quién decidirá la victoria del Partido Conservador o del Partido
más íie!: Las cosas so~ 9uizás menos simples. No es seguro que la Laborista en las elecciones? No sus partidarios fanáticos, que vota-
complejidad de las opm1ones que resulta de la proporcional, al mis- rán naturalmente por ellos, hagan lo que hagan, por no poder dar
mo tiempo por su efecto multiplicador y por la independencia re- su sufragio a un partido situado más a la derecha o a la izquierda:
cíp~oca 9':1e d_a a los partidos, corresp.onde. mejor a la realidad que sino los dos o tres millones de ingleses moderados, situados polí-
l! s11:11phf1cac16n engendrada por el _b~partidismo y el sistema mayo- ticamente en el centro, que votan ya por los conservadores, ya por
ntano: se ha observado que la opinión pública parece tener una los laboristas. Para conquistar sus sufragios, el Partido Conservador
tendencia profunda a dividirse en dos grandes facciones rivales, se verá forzado a atenuar su conservatismo y el Labour su socia-
d_en_tro de la_s cuales se encuentran múltiples matices, pero cuyos lismo, para tomar uno y otro un tono calmado, un aspecto tran-
l ímites extenores son bastante netos. El error de un sistema dua- quilizador. Uno y otro tendrán que hacer políticas netamente
lista seria, así, tender a borrar las divergencias secundarias que exis- orientadas hacia el centro y, por lo tanto, profundamente pare-
ten dentro de cada "familia espiritual"; pero tendría, de todos mo- cidas: se llega a la paradoja de que el centro influya toda la vida
LOS SISTEMAs DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS

parl~mentaria en el país, donde precisamente el sistema electoral 1946, la demagogia del "liberalismo económico" pesó fuertemente
u°:p1de la formación de un partido de centro. El resultado es el sobre el Partido Radical e incluso sobre una fracción del Movi-
ev~dente emP_Cqueñecimiento de la amplitud de las oposiciones po- miento Republicano Popular. Esta extremización de la opinión
líticas. El mito de los "dos bloques", tan vivo en Francia, no co- parece haber sido menos desarrollada en otros países: parece co-
rresponde a la realidad. Quizás habría que distinguir, sin embargo, rresponder, a pesar de todo, a una tendencia general. En la medida
entre la. propaganda ?el partido en el momento de las elecciones en que se manifiesta, la opinión se ve orientada en una dirección
Y su acción. en el gobierno: la primera es relativamente moderada exactamente opuesta a la que toma en un régimen bipartidista: su-
para conquistar a los electores "flotantes", situados en el centro; l~ fre una presión centrífuga, en vez de una presión centrípeta. Desde
se~unda lo es menos, para satisfacer a los militantes, más extre- luego, las necesidades gubernamentales limitan este impulso centrí-
mistas. .se llegaría a una excepción muy clara, en relación con la fugo: pero permiten, igualmente, a los partidos extremos, que no
t~°:denc1a general de los partidos a ser más moderados en el ejer- participan en el poder, conservar su actitud demagógica e intransi-
c1c10 del pode~ que en sus plataformas electorales: veríamos apa- gente, que pesa sobre los partidos centristas, a causa de la amenaza
recer ~na noción de demagogia al revés, de la que los partidos electoral. El gobierno es desfavorecido siempre, pues, por el pro-
comunistas proveerían otros ejemplos en su propaganda. A pesar ceso de extremización.
de todo, ,la vocación mayorit~ia de cada uno de los dos partí- Si alianzas nacidas en la segunda vuelta vienen a corregir el
dos aten~a. naturalmente !ª diferencia entre sus promesas y sus efecto de la multiplicidad, este proceso no desaparece: tendiendo
las alianzas electorales a ser dominadas por el partido más extremo.
actos Y Iimita su demagogia, así fuera en sentido contrario, a las
demás. A pesar de todo, el juego de báscula del partido centrista permite
E~ un sistema de partidos múltiples e independientes, corres- cierta atenuación de las rivalidades: amortigua la oposición general
pondiente a la representación proporcional, los resultados son in- de los dos bloques. Pero esta acción sedante está acompañada por
versos.. Cada partido no puede normalmente aumentar su repre- cierta confusión: entre los elegidos del centro, unos triunfan gracias
s~ntac1ón más ~ue a expensas de sus vecinos inmediatos: en Fran- al apoyo de la derecha, otros gracias al apoyo de la izquierda. Por
cia, los comunistas a expensas de los socialistas; los republicanos esta técnica del "murciélago", los partidos centristas tienden perpe-
populares a expensas de los moderados, radicales o R.P.F., etc. Cada tuamente a dividirse entre dos atracciones contrarias: las crisis
cual se esfuerza, pues, por subrayar las diferencias de detalle que de conciencia de sus diputados divergentes los conducen, ya hacia
lo ºP?nen al más cercano de sus rivales, en lugar de destacar sus una política conservadora, ya hacia una política progresista: el
parecido~ profundos: el resultado será la agravación de las divisio- ejemplo del Partido Radical en la Tercera República ilustra este
nes políta_cas .Y la ampliación de las oposiciones. Esta exasperación mecanismo. En definitiva, las rivalidades son menos amortiguadas
de l~s nval~da~es ,,entre partidos vecinos parece coincidir con que inestabilizadas: las oposiciones toman un carácter alterna-
~na . extrem1zació~ global de la opinión, sufriendo los partidos de. tivo que no corresponde a ninguna variación real de la opinión
izquierda la atracción del que está más a la izquierda y los partidos pública. ¿Qué carácter representativo pueden tener, por lo demás,
de derecha la atracción del que está más a la derecha. Dentro de estos diputados compuestos, que son una figura geométrica de opi-
ca?a grupo, cada cual puja con sus vecinos. En la Tercera Repú- niones contrarias? Para que la representación sea menos deforma-
blica, el fenómeno era además más sensible en la izquierda que en da, es necesario que el partido central sea muy flexible, dividido
la derecha, porq~e la derecha tenía conciencia culpable, al estar en fracciones opuestas, correspondientes a la oposición de los su-
fo~ad~ por antiguos opositores al régimen o antiguos hombres fragios que recayeron sobre él: si no, su cohesión introduce un
?e 1~qm~rda, rechazados hacia el conservatismo a consecuencia del elemento de unidad ficticia en el cuerpo electoral; la amplitud
izquie.~dis~o: !ª vo.~untad de t<;><Ios los partidos del centro de pa- de las oposiciones no es atenuada, sino falseada. Se observará, por
otra parte, que la segunda vuelta y las alianzas no son un obstáculo
recer ?e 1_zqmerda era muy smtomática a este respecto. Pero la
e~~emu_ac1~n se manifiefta, a pesar de todo, en la derecha: se para la agravación de las divisiones políticas entre partidos vecinos,
vilipendia siempre .ª. los 'moderados" y a los tránsfugas; a partir que tratan de acentuar sus diferencias, para atraer a la clientela que
de 1934, se sufre visiblemente la atracción del fascismo; en 1945- flota entre ellos: el mecanismo de los desistimientos las hace, por
LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS
lo contrario, más fructuosas, al permitir a aquel de los aliados que y las mayorías "libres". Cuando la distribución de los asientos
está a la cabeza monopolizar la representación. entre los partidos es tal que no puede subsistir ningún equívoco
La estructura interior de los partidos ejerce igualmente una sobre la mayoría, de suerte que ésta escapa a la acción de los dipu-
influencia profunda en la amplitud de las oposiciones. Los partidos tados y a las intrigas parlamentarias, hay mayoría "impuesta". Por
homogéneos, centralizados y totalitarios, introducen en la opinión lo contrario, cuando varios partidos tienen un número de votos
pública separaciones irreductibles, que no se encuentr:in en la re:i· casi equivalente, no siendo ninguno de ellos capaz de gobernar
lidad. En Francia, por ejemplo, la naturaleza del Partido Comunis- solo, la formación de la mayoría depende ampliamente de la vo-
ta lo separa absolutamente de todos los demás: pero los electores co- luntad de los diputados y de los estados mayores de los partidos, no
munistas no son tan diferentes de sus conciudadanos. Cuando se interviniendo directamente en la materia la opinión pública. Hay,
habla del comunismo como de un "separatismo", hay que distinguir pues, "mayoría libre". El primer caso corresponde a la noción
entre el partido mismo y la fracción de opinión que representa: !ª tradicional de democracia; el segundo conduce a una mezcla de
expresión es justa para el primero, pero no para 1:1 segunda. f:l ~1s- democracia y de oligarquía, en la que el pueblo sólo es llamado
lamiento del partido falsea, pues, la representación de la opinión a determinar por su voto los porcientos respectivos de influencia
francesa. De hecho, la mayoría de ésta se inclina hoy hacia la de los estados mayores de los partidos. El sistema de partidos des-
izquierda, como en 1936: sumando los electores. comunistas, los empeña en este terreno un papel de primer plano, que puede carac-
electores socialistas y los electores radicales y republicanos populares terizarse en la fórmula siguiente: el bipartidismo tiende a una
realmente progresistas, se une a más de la mitad del país. Pero mayoría impuesta por la opinión; el sistema de partidos múltiples
la naturaleza del Partido Comunista, que le impide colaborar con e independientes, a una mayoría libre; el sistema de partidos múl-
los demás y que fuerza a mantener la ruptura del tripartidismo rea- tiples y dependientes, a una mayoría semilibre.
lizada en 1947, no permite a esta opinión mayoritaria progresista Obsérvese una elección inglesa: al día siguiente del escrutinio se
traducirse en el plano parlamentario y gubernamental.2 Esta natu- sabe quién tomará el poder, se coi:ioce la mayoría, si~ ?inguna duda
raleza introduce un corte radical en el seno de la izquierda, que posible; un partido forma el gobierno, otro la. oposición. El meca-
la paraliza completamente. A causa de esta cortina de hierro inte- nismo no fue falseado más que durante el periodo 1918-35, a causa
rior, la política francesa se inclina en conjunto hacia la derecha, lo del tripartidismo provisional que el régimen electoral mismo des-
que no corresponde a la opinión pública. Todo sucede como si los truyó, o durante las guerras, debido a gobiernos de unión nacional:
sufragios de izquierda que recaen en el Partido Comunista fueran se trata de hipótesis excepcionales. En tiempos normales, en todos
esterilizados: ya que los diputados comunistas están "fuera del jue- los países en los que el escrutinio mayori~io ha engendrado el
go". Pueden obstaculizar la partida, pero no entrar en ella, salvo bipartidismo, la mayoría gubernamental es impuesta al Parlamento
excepciones: la representación nacional es, pues, completamente '' por ]a opinión pública. El régimen la def~rma ligeramente,. aumen-
falseada. El restablecimiento del tripartidismo o el nacimiento de tándola artificialmente: no la falsea. El sistema de los partidos des-
un nuevo Frente Popular no la haría más exacta, ya que el papel empeña más o menos el papel de un vidrio de aumento, que permite
revolucionario y disolvente del Partido Comunista en el seno de hacer más clara la separación de la mayoría y de la oposición.
semejante alianza no correspondería al reformismo y a la fidelidad Comparemos esto con un sistema de partidos múltiples e indepen-
al régimen de sus electores. La opinión sería deformada en otro dientes resultado de la representación proporcional, por ejemplo
sentido: pero sería deformada. el de Francia antes de 1951: todas las mayorías son posibles, o casi
Este ejemplo conduce a examinar el problema fundamental de todas. Podía concebirse en la asamblea de 1946-51: 19, una mayoría
la coincidencia entre la opinión pública y la mayoría gubernamen- del centro (S.F.1.0., M.R.P., radicales y algunos moderados) que
tal, coincidencia que define el régimen democrático. A este respec- gobernó, de hecho, desde ..el. 6 d~ ~ªY.º de 1947, bajo nom?res
to, debe establecerse una distinción entre las mayorías "impuestas" diversos; 29, una mayoría tripartidista , análoga a la que existía
2 El sistema electoral de 1951 quitó, ademas, al tripartidismo la mayorla par-
bajo las dos Constituyentes (comunistas, S.F.1.0., M.R.P.) que
lamentaria; pero conserva la mayoría en el país, con el 5!HI % de los su- gobernó hasta el 6 de mayo de 1947; 39, una mayoría de Frente
fragios. Popular a la moda de 1936 (comunistas, S.F.1.0. y algunos radicales
LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS

y republicanos populares "progresistas"); 49, una mayoría moderada redera a un régimen de asamblea, la segunda a un régimen semi-
que iba desde la extrema derecha hasta la S.F.I.O. (incluyendo tam- parlamentario, la tercera a un régimen semipresidencial. A pesar
bién a algunos socialistas, de la tendencia Ramadier); 59, una mayo- de su apego común al parlamentarismo, la Gran Bretaña y sus
ría de la Unión Nacional Anticomunista, comprendiendo a todos los dominios, regidos por el bipartidismo, están profundamente sepa-
partidos, con exclusión del P.C.; 69, una mayoría de Unión Sagrada, rados de los sistemas continentales, sometidos al multipartidismo, y
a la moda de 1914, finalmente, englobando a la unanimidad de la más cerca, en algunos aspectos, de los Estados Unidos, a pesar de
Cámara. No dependiendo la elección entre estas seis combinaciones su naturaleza presidencial. De hecho, la distinción de partido úni-
del cuerpo electoral, sino sólo del juego parlamentario, consistiendo co, bipartidismo y multipartidismo tiende a convertirse en la cla-
el papel del pueblo sólo en modificar el número de las combina- sificación fundamental de los regímenes contemporáneos.
ciones y el carácter más o menos probable de algunas de ellas, Pero su importancia corre el riesgo de entrañar confusiones. Si
según el porciento de asientos atribuidos a cada partido. Fenómenos el número de partidos es un elemento capital de la estructura gu-
semejantes se observan en la mayoría de los Estados proporciona- bernamental, hay otros que no deben ser olvidados a su favor. La
listas, salvo en el caso excepcional de que un partido obtenga la comparación de Inglaterra y Estados Unidos ilustra el papel de
mayoría absoluta de los asientos. la estructura interior de los partidos, oponiéndose netamente la
En un sistema de partidos múltiples y dependientes, engendrado centralización inglesa a la descentralización norteamericana. Del
por el escrutinio de dos vueltas, la determinación de la mayor.fa mismo modo, las diferencias propiamente políticas entre la U.R.S.S.
es menos libre, a causa de las alianzas electorales que los partidos se y la Turquía anterior a 1950 descansan esencialmente en la natu-
ven obligados a contraer. Pero éstas no se traducen necesariamente raleza totalitaria y homogénea del Partido Comunista y la naturale-
en el plano gubernamental; tienden incluso a deshacerse allí por za heterogénea y especializada del Partido Republicano del Pueblo.
una divergencia natural. El ejemplo francés entre 1928 y 1939, La oposición de los partidos rígidos de la Cuarta República francesa
muestra que la posibilidad de combinaciones parlamentarias es gran· y de los partidos flexibles de la Tercera se ha recordado demasiado
de. Si, en la mayoría de los otros países que practicaron el siste- a menudo para que sea útil insistir en ella. La fuerza respectiva de
ma de las dos vueltas antes de la guerra de 1914, las mayorías fueron los partidos ejerce una influencia no menos profunda: la existencia
generalmente más estables y más de acuerdo con las indicaciones de un partido dominante puede transformar la naturaleza de un
del escrutinio, no es menos cierto que este mismo está siempre régimen, como se ve en ciertos Estados norteamericanos o en la
fuertemente influido por el juego de las alianzas, que es bastante Suiza anterior a 1914. Más aún: un simple cambio de mayoría en-
libre: por ejemplo, el fin del aislamiento del Partido Comunista traña a veces consecuencias idénticas. Si la mayoría del Congreso
en Francia, en 1936, y su entrada en la coalición de izquierda, mo- y la Presidencia de los Estados Unidos son ocupadas por el mismo
dificó profundamente el equilibrio de la mayoría; su evicción, fuera partido, la separación de poderes oficial queda muy atenuada; si
del acuerdo tripartidista, hizo lo mismo en 1947. Estamos muy le- las ostentan partidos diferentes, es fuertemente acentuada. La in-
jos del sistema de las mayorías impuestas, engendrado por el bipar- fluencia de los partidos conduce a admitir una relatividad de las
tidismo: sólo puede hablarse de mayorías "semi-libres" estructuras gubernamentales, que pueden ser modificadas por la sola
evolución de la relación de fuerzas políticas dentro del país; estamos
III. Los PARTIDOS y LA ESTRUCTURA DEL GOBIERNq lejos de la rigidez de los cuadros constitucionales clásicos.
El desarrollo de los partidos ha hecho romper los cuadros de las Los PARTIDOS y LA SEPARACIÓN DE PODERES. El grado de separación
viejas clasificaciones políticas, inspiradas en Aristóteles o en Mon- de poderes depende mucho más del sistema de partidos que de las
tesquieu. La oposición clásica del régimen parlamentario, del ré- disposiciones previstas por las Constituciones. Así, el partido único
gimen presidencial y el régimen de asamblea no puede constituir entraña una concentración de poderes muy estrecha, incluso si los
ya, en lo sucesivo, el eje del derecho constitucional moderno. El textos establecen oficialmente una separación más o menos acen-
partido único acercaba profundamente a la Turquía kemalista, la tuada. La rivalidad de los partidos debilita los lazos que podría es-
Rusia soviética y la Alemania hitlerista, aunque la primera se pa· tablecer cada uno entre el Parlamento y el gobierno: la separación
420 LOS SlSTEMAs DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTJCOS 421

constit~cional de l~s ~eres posee de nuevo, pues, cierta eficacia; de oposición confiere especialmente a los debates parlamentarios
puede incluso mult~pl~~e por una separación de los partidos, que una importancia muy grande. Desde luego, su solución no puede
pr.ocede de la especialízación de cada partido en una función deter- dar lugar a dudas: si el partido mayoritario quiere hacer triunfar
minada. El two parties system y el multipartidismo conducen en su punto de vista, puede hacerlo siempre, por el hecho de su
este campo a resultados radicalmente diferentes. La influencia de los mayoría; pero la obligación de sufrir el fuego graneado de las
~artidos en la separación de poderes no depende sólo de su número · críticas de la oposición puede conducirlo a reflexionar y a atenuar
smo de su estructura interna e incluso de sus dimensiones respectí- el rigor de sus proyectos, por la influencia electoral de los debates,
vas: un~ armazón débil y desc~ntralizada refuerza, generalmente, la cuya publicidad es grande. La facticidad gubernamental es más
separac1ói:i._salvo casos excepcionales; los cambios de mayoría pue- exagerada: el gabinete está casi calcado sobre el estado mayor del
den modificarla profundamente, en determinadas circunstancias. partido vencedor; a menudo, la influencia respectiva de los diversos
Ca~a uno de estos f~ctores actúa de una manera diferente en un ministros en las decisiones comunes está determinada por su posición
régimen parlamentario, en un régimen presidencial O en un régi- en el seno del partido más que por la importancia de sus funcio-
men de asamblea. La. sep:iración real de los poderes es, pues, el nes en el seno del gobierno (como en los regímenes de partido
resultad? d~ una combinación entre el sistema de partidos y el mar- único). Partido único y dualismo difieren radicalmente en cuanto
co constitucional. a la limitación del poder y a la presencia de una oposición; perma-
. En conjunto, el dualismo de los partidos tiende a la concentra- necen muy semejantes, en cuanto a la limitación de los poderes, o
ción de los poderes. Un solo partido posee la mayoría absoJuta más bien, en cuanto a su concentración.
en ~l Parlamento; ~n solo partido ocupa todos los lugares en el Sin embargo, el grado de esta concentración y su existencia
gobierno: ~s.te partido establece un lazo muy poderoso entre uno misma dependen en bastante medida de la estructura constitucio-
y otro. Ohc~almente, !ª Gran Bret~ña está sometida a un régimen nal: sistema parlamentario y sistema presidencial se oponen aquí de
una manera bastante sensible. El primero establece oficialmente una
parlamentario, es decir,. a. un régimen de separación de poderes
atenuado, estando esp~c1alizados el Gabinete y las Cámaras, cada separación de poderes muy atenuada; el segundo corresponde, por
u~o ~n una tarea precisa (Poder Ejecutivo el primero, Poder Le­ lo contrario, a un aislamiento absoluto del gobierno y del Parla-
gislativo las s~gun.das),.pero poseyendo medios de acción recíprocos mento, confinados cada uno a sus funciones respectivas e incapaces
q.ue l~ permite? influir a uno sobre otro (comisiones de investiga- de actuar eficazmente uno sobre otro. Así, el régimen parlamentario
ción, interpelación, moción de ce?sura y voto de desconfianza, por superpone cierta concentración de los poderes a la concentración
parte.del Parlament~; po~er de disolución, por parte del gobierno). nacida del bipartidismo; el régimen presidencial le opone, por lo
~ráct1camente, la existencia de un partido gubernamental mayorita- contrario, una separación rígida. En el primer caso, sistema cons-
~io transforma por co~p]eto est~ esquema jurídico. Ese partido re- titucional y sistema de partidos convergen en cierta medida; en el
une en sí las prerrogativas esenciales del Legislativo y del Ejecutivo segundo, divergen claramente. La concentración que engendra
Los. puestos del. gobierno están en manos de sus dirigentes, qu~ el dualismo será pues, naturalmente, más fuerte en un régimen par-
~phcan su ~~ctrma y su programa, tal como está contenido en su lamentario, donde es acelerada, que en un régimen presidencial,
plataforma electoral; los textos de leyes son preparados por las ofi- donde es frenada. Pero este análisis esquemático es demasiado for-
cmas de estudio del partido, presentados en su nombre por un dipu- nial: la realidad es más matizada. En un régimen presidencial, las
tado del p~rtido ante el buró de las Cámaras, votados por el grupo relaciones entre los poderes son totalmente diferentes según que
parlametario del yartido, aplicados por el gobierno del partido. la mayoría del Parlamento y la Presidencia sean detentadas por un
P~rlamento y gob1ern? se parece~ a dos máquinas animadas por un mismo partido o por partidos diferentes. Si las fechas de elección
mismo mot?r: el partido .. El ré~1men no es t~ diferente, bajo este y las duraciones de los mandatos coinciden, la primera hipótesis
ángulo, al sistema. de partido único. En éste, Ejecutivo y Legislativo, es evidentemente la más frecuente: sería anormal que los electores
P_arlamento Y.gobierno, son fachadas consritucionales: sólo el partido votaran al mismo tiempo por un partido para el Parlamento y por
eJe.rce la realidad del poder. En el sistema dualista, el carácter fic- su rival para la Presidencia. La personalidad del candidato presiden-
ticio de los órganos oficiales se atenúa: la presencia de un partido cial y su prestigio individual podrían conducir excepcionalmente
4U LOS SISTEMAS DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTJCOS

ª. este resu_ltado, sobre todo si la armazón de los partidos y su cohe- realidad, la república norteamericana está sometida a dos regímenes
sión doctrinal es débil: en los Estados Unidos, los electores votan diferentes, de acuerdo con la distribución de los asientos en el
a veces.. "demó~ta'.'. para las legislaturas y el gobernador del Es­ Congreso: si la Presidencia y la mayoría del Congreso coinciden,
tado Y r~publ!cano para el Congreso y el Presidente, o a la inver- se trata de una concentración de poderes bastante avanzada; si no,
sa; una disparidad entre las dos últimas votaciones no sería pues de una separación de poderes decidida. Además, la ausencia de
absurda. Podrían ~ncontr:me, por lo demás, dos ejemplos, e~ t87'; homogeneidad de los partidos debilita esta diferencia: si la estruc-
Y. en 1917; pero ru uno ru otro son muy claros. En 1877, las elec- tura de los partidos norteamericanos· se transformara en el sentido
ciones a la Cámara ~e Representantes confirmaron la mayoría de- de una armazón más fuerte y de una centralización más desarro-
mócrata de 1875, mientras la Presidencia pasaba al republicano llada, como lo postulan muchos espíritus avisados, habría que mo-
Ha~es: pero ést~ debía su éxito a un artificio de la ley electora), dificar sin duda el sistema de las renovaciones parciales y asegurar
habiendo obtenido 250 ooo votos menos que su rival Tilden· ade- la coincidencia de los mandatos, a menos de provocar crisis guber-
más, la mayoría del Senado seguía siendo republicana. En Ja namentales muy graves.
19'17,
mayoría del Senado fue demócrata, como el presidente; en la Cá­ La técnica misma del régimen parlamentario le impide sufrir
mara de Rep_resentantes, los demócratas perdieron la mayoría, pero esta separación entre la mayoría y el gobierno, puesto que hace )
son que v~lv1era a_ los repu~lic_anos, a consecuencia del arbitraje de necesariamente del segundo el reflejo de la primera. Pero lo deja
los ~quenas partidos. Casi siempre la disparidad entre la Presí- vulnerable a otra disparidad, que puede realizarse también en un
d_enc1a Y. el Parlamento es el resultado del desequilibrio de las elec- régimen presidencial: la oposición entre la ma~oría de la~ dos cá-
ciones: s1end? renovado el presidente cada cuatro años y el Congre- maras. Realizada varias veces en los Estados Unidos (especialmente
so de por mitad, ~~a _dos años: la mayoría puede cambiar en el en 1875-79, 1883-89, 1891-93, 1911-13), es todavía más frecuente en
curs~ de un escrutinio intermedio, en medio de un mandato presi- los regímenes parlamentarios europeos. En su origen, en efecto, la
de~c1al. De hecho, esta hipótesis fue realizada ocho veces en la his- Cámara Alta era concebida como medio de atenuar la evolución
toria de los Estados Unidos: en 1875, 1883, 1891, 1895, 1911 democrática de la Cámara Baja. Una evolución casi general debilitó
1931 y 1947. , 1919 ,
lentamente este carácter primitivo: a pesar de todo, las diferencias
Si el mismo partido ocupa, al mismo tiempo, la Presidencia y de reclutamiento o de duración de los mandatos implican a me-
l~ mayorí~ de_ las dos asambleas, borra casi enteramente la separa- nudo una diferencia política entre las dos asambleas. Ésta atenúa
ción. cons~tuc1onal d~ los poderes. La diferencia entre el régimen la concentración de poderes realizada por el partido mayoritario,
presídencíaí y el régimen parlamentario se esfuma de hecho a bien porque lo obligue a entenderse co~ su rival pa.ra. forma~ un
pesar de su distinción jurídica. Estamos muy cerca del sistema 'in- gobierno aceptado por las dos cámaras, bien porque limite su líber-
glés; lo es.tariamos me~o~, si la armazón flexible de los partidos tad de acción, por la oposición de la Cámara Alta, en la que es
norteamenc.anos no d~b,It_tara la concentración de poderes realizada minoritario. Una separación de poderes a un tipo nuevo tiende
por el partido mayoritario. Por lo contrario, si la Presidencia y a establecerse, cuya línea de demarcación no pasa entre el Parla-
el Parl~ento están cada uno en manos de un partido diferente la mento y el gobierno, sino en el interior mismo del primero, Ior-
separación _de los poderes oficial se ve agravada por la rivalidad mando una de las cámaras, con el gobierno, una verdadera unidad
~e los partidos, que le superpone una segunda separación. El dua- política, levantada contra la otra asamblea. Podrían multiplicarse
lismo a~menta aquí la división de poderes, en vez de atenuarla: si los ejemplos de tal situación: en los países escandinavos, la rivali-
los partidos n_orteam~ri~os fueran centralizados y jerarquizados, dad de la cámara aristocrática y de la cámara popular coincidió con
~om~ los partidos br~t~nico~, la separación sería tan profunda que el establecimiento progresivo del régimen parlamentario a fines del
1mplica:fa ~a parálisis _casi total del régimen. Un simple cambio siglo xrx: en Gran Bretaña, el gran conflicto de 1906-11 terminó
en la dimensión respectiva de los partidos conduce a transformar con la preeminencia de la Cámara de los Comunes. Más cerca de
por completo la naturaleza misma del régimen político. Hablar, en nosotros, la lucha del Senado francés contra la mayoría del Frente
abstracto, de la separación de poderes en los Estados Unidos y Popular, en 1936-38, es particularmente típica; la compararemos
de su carácter más o menos decidido, no tiene ningún sentido. En con la rivalidad entre el Senado australiano y la Cámara de Repre-
PARTIDOS Y REGÍMENES POLÍTICOS
LOS SISTEMAs DE PARTIDOS

s~n~a.ntes que produjo la disolución de 1951. Generalmente, 11 tidos desempeña un papel casi análogo: pero su influencia es muy
división del poder que resulta de esta diferencia de las dos cámaru variable, según que el mismo partido reúna la Presidencia y la ma-
es ~ucho. menos grave que la engendrada por la disparidad de la yoría parlamentaria, o que estén separadas. Una armazón fue~te,
Pres1denci~ y l.a mayo~ía parlamentaria: ya que la Constitución pre- centralizada y disciplinada, suprime evidentemente toda separación
v.é, de ordinario, medios de resolver el conflicto, que conducen casi de poderes, en caso de coincidencia entre la ~residencia y la ~a-
siempre a asegurar la victoria de la cámara popular. Por otra parte, yoría parlamentaria; la agrava, por lo contrario, hasta conducir a
los poderes ~e la Cáma~a Alta tienden a atenuarse en los regímenes conflictos insolubles y a una parálisis del gobierno, en caso de dis-
P?~lamentar1os: en casi t~a.s partes, no tiene ya más que la posí- paridad entre ambos. Por lo contrario, ~na annaz.ón débil y des~en-
b~hdad de retardar las decisiones de la Cámara Baja, no de impe- tralizada, que se traduce en la ausencia de umdad de votación,
~1rlas completamente. En el sistema presidencial norteamericano, debilita la concentración de poderes en el primer caso y hace menos
~in emb.argo, l?s conflictos entre las dos asambleas podrían ser grave su separación en el segundo. En los Es~dos Uni~os,. la ima-
1rre~uct1bles, si la descentralización y la heterogeneidad de lOI gen de un presidente apoyándose en un partido mayontano en el
partidos no atenuaran la oposición de las dos mayorías. Congreso, para gobernar con la misma libertad que un primer mi-
. La estructura interior de los partidos ejerce, pues, una influen- nistro británico es totalmente falsa: el Presidente debe siempre con-
cia fundamental en el grado de separación o de concentración de tar con las divisiones de su propio partido. Cada senador y cada
lo~ poderes. E~ un régi~en. parlamentario, la cohesión y la dísci- representante es libre respecto a su grupo parlamentario: las vota-
plina del partido mayontano refuerzan evidentemente la concen- ciones son tan abigarradas en los partidos norteamericanos como en

.
tración. Si la unidad de votación es rigurosa, si las fracciones inter- el Partido Radical-Socialista Francés, en la Tercera República. Un
nas son .reducidas a la impotencia o a la obediencia el Parlamento Presidente demócrata tiene siempre contra él a algunos parlamen-
se convierte en un~ cá~ª!ª de regist~o de las decisiones guber- tarios demócratas; del mismo modo, un Presidente republicano no es
namentales, que se identifican ellas nusmas con las decisiones del apoyado jamás por todos los miembros republicanos del Congreso.
partido: Est~ re~str.o da lugar a un debate muy libre, en que Además, cada uno puede encontrar apoyos en el seno del partid?
el par~ido mmontano puede expresar su oposición: pero ésta es adversario. Resulta de ello que la oposición es mucho menos deci-
platómc~. Por lo contrario, si la disciplina de las votaciones es me, dida, en la práctica, entre los casos de coincidencia de la mayoría
nos .estricta, la mayoría gubernamental se hace menos segura; el parlamentaria y de la Presidencia, y los casos de disp~ridad: en la
partido en el poder debe tener en cuenta las rivalidades entre sus primera hipótesis, la descentralizació~ y la het~roge?e1dad del par-
pr~pias fraccio.n~s, que pueden comprometer su posición parlamen- tido mayoritario disminuyen la autoridad presidencial y la concen-
taria; el prestigio ~e las cá~aras se refuerza y la separación de tración de poderes; en la seguda, debilitan. ~a rivalidad de~ Pr~-
poderes renace en c1ert~ .medida. Todavía aquí, el simple cambio sidente y el Congreso, e impiden la parálisis de la maqumana
de mayoría .puede mod~fi~ar. la naturaleza. de~ régimen. En Ingla- gubernamental. El régimen norteamericano se sitúa, así, en una
terra, por ejemplo, la disciplina, la centralización y la cohesión son zona intermedia entre la separación y la concentración, acercándose
más avanzadas en el Partido Laborista que en el Partido Conserva- a la primera en los periodos excepcionales, cuando Parlamento y
dor; en consecuencia, la concentración de poderes es mayor cuando Presidencia son detentados por partidos diferentes, alejándose mu-
el Labour tiene la mayoría, menor cuando la detentan los con- cho más en tiempos normales: en ambos casos, el prestigio pers~nal
sen:adores. En el siglo xrx, cuando la armazón de los partidos bri- del Presidente modifica el grado de separación o de concentración.
tánicos era menos fuerte que hoy, la separación de poderes estaba En un régimen presidencial, como en un régimen parlamenta-
~enos ate~uada por el bipartidismo: así se explican las descrip- rio, pero todavía más en el segundo que. en el primero, la .impor-
ciones clásic~s d.el parlam~nta~ismo inglés, régimen de equilibrio tancia de la mayoría detentada por el partido gubernamental influye
entre el Legislativo y el Ejecutivo, sistema de checks and balances igualmente en la separación de poderes. Si es grande, la auto~idad
que .el desconocimiento de la evolución de las estructuras de lo; del partido es grande dentro del Parlamento; no es obstaculizado
partidos conserva aún hoy. por la oposición; puede afirmarse el representante de la voluntad
En un régimen presidencial, la organización interna de los par- del país. Si no dispone, por el contrario, más que de un margen muy
LOS SISTEMAs DE PARTIDOS PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS

pequeño, en relación con su rival (como el Partido Laborista en interpelación, mientras que. los par~ament?s bipartidistas emplean
los Comunes, después de las elecciones de 1950), su posición moral más bien la de interrogatorio: la diferencia ~ rcvelad?ra. E~ un
en la nación está menos asegurada, así como su posición material en régimen dualista, el voto de confianza es ~i automáuco y pierde
la asamblea: basta que varios de sus diputados estén ausentes, para todo significado real: la asamblea es reduci~ a pregunta~ no ~~-
que la oposición le gane ventaja en los escrutinios. El Parlamento donadas, para ejercer su control. En un régimen de multipartidis-
recobra, pues, su importancia y la separación de poderes renace. La mo peligro
1
el voto de confianza corre el riesgo, en todo momento, de poner
táctica de agotamiento, inaugurada por los conservadores en marzo en la existencia del gobierno: de ~ la importancia de la
de 1951, que obligaba a sesiones nocturnas sucesivas, para fatigar interpelación, que termina con un escruumo.
a los diputados laboristas, obligados a una presencia constante por El multipartidismo tiende a veces a superpo~er ~na segunda se-
temor a una votación de sorpresa, ilustra esta situación. Sin embar- paración de poderes a la que resulta de l.a Const~tución, o de la na-
go, la adopción de la técnica francesa del "cartero", que permite turaleza de las instituciones. La separación clásica de poderes des-
la votación de los ausentes, bastaría para reforzar la posición par- cansa en una distinción de las funciones del Estado, definidas por
lamentaria del partido débilmente mayoritario y restablecer una su naturaleza jurídica: el Parlamento hace las leye~, act~s d_e _alcance
fuerte concentración de poderes en su favor. No parece, en efecto, general; el gobierno las aplica, mediante medidas md1V1duales.
que la estrechez de su mayoría en el país baste para limitar sus Frente a ella, puede concebirse una separación de poderes, b~sada
prerrogativas: la nacionalización del acero, realizada por el Partido en una distinción de las atribuciones materiales del Estado: finan-
Laborista después de las elecciones de 1950, es prueba de ello. La cieras, económicas, sociales, policiales, ju~ciales, cdu~~va~, mili-
fuerza parlamentaria importa siempre mucho más que la fuerza real tares diplomáticas, etc. Reagrupando los diferentes mmrsterros por
en el país: el hecho de que el Partido Laborista no hubiera obte- sectores homogéneos puede establecerse una clasificación horizontal
nido en 1945 más que el 48.7 % de los sufragios quedaba comple- de las actividades estatales: por ejemplo, se opondrá el sector eco-
tamente borrado por los 390 asientos que poseía en los Comunes: nómico (industria, comercio, agricultura, marina ~ercante, ~inanzas
la opinión misma lo consideraba fuertemente mayoritario. públicas), el sector social (hacerse cargo de los ne_sgos sociales de
Los efectos del multipartidismo son casi simétricos. De modo los económicamente débiles, de las clases desfavorecidas, etc.: sector
general, tiende a la separación de poderes. Deja funcionar libre- "igualador"), el sector de orden público (polid_a y justicia), el
mente a la separación constitucional, en primer lugar. En un régi- sector de influencia ideológica (enseiíanza, educación, propaganda,
men parlamentario, el gobierno debe apoyarse en una coalición de control de las artes y de las letras, etc.), el sector diplomá.tico (r:
partidos asociados: su alianza es siempre frágil, y las intrigas no ce- ladones exteriores y ejército). En un régimen parlamentario multi-
san de anudarse en los corredores de las asambleas, para disociar la partidista, esta separación horizontal de los pod~res se s~ma a veces
combinación presente y sustituirla por una nueva. El "juego parla- a su separación vertical tradicional. Cad~ _Partid? asoci~d? al go-
mentario", casi ausente del two porties system, adquiere aquí su bierno tiende a reclamar un sector de actividad bien definido, que
fuerza y su significado; las Cámaras recobran su libertad con res- lo acerca a su clientela electoral o le permite desarrollar su estra-
pecto.al gobierno; dejan de estar confinadas a un papel de registro, tegia política. .
mezclado con protestas platónicas de la oposición. Los medios de Esta especialización no existe siemp_re. Por lo c~ntrano, algunas
acción recíprocos del Parlamento y el gobierno, ficticios en el ré- combinaciones gubernamentales practican la táctica _de la ne~tra-
gimen dualista, recobran aquí su significación. Puede hablarse de lización:. se confían los departamentos complementanos a paru.dos
equilibrio de poder y del sistema de checks and balances, simbo- rivales, para atenuar la política de cada ministro por la de su vecm?,
lizados en la simetría de la votación de desconfianza, que permite opuesto a él; o bien, un ministro es ac~~pañado ~e '.1º subsecretario
al Parlamento echar abajo al gobierno y la disolución, que permi- de Estado, de otro partido, que lo vigila y lo lllOlta: ~ veces, la
te al gobierno colocar al Parlamento frente a sus electores. Entre especialización es muy embrionaria: en la Tercera ~epubhca, el Par-
estos medios de acción, algunos sufren, además, la influencia di- tido Radical se reservaba generalmente el Interior y, con me~os
recta del sistema de partido. Con respecto al gobierno, los parla- frecuencia Educación Nacional. Pero puede ser llevada más lejos:
mentos multipartidistas utilizan, de preferencia, la técnica de la en tiempos del tripartidismo en Francia, cada asociado centro-
LOS SISTEMAs DE P ARTII>Os
Jaba un sector homogéneo d . PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS
i:c~~\fr:~::~s~1 aislamie::~ :;!~;:~i~J:~;b!;: ~~}li~a rígida Los PARTIDOS y LA AUTORIDAD GUBERNAMENTAL. La unidad de par-
ima ~e la s~li_dari~:t;::~:::a:~id:iidad con eÍ parti:o, ;:~n~ tido refuerza, evidentemente, la autoridad del gobierno: las asam-
onse10 de Ministros se pareda a u n : En estas condiciones el bleas tienen aspecto de un parlamento servil, donde la aclamación
te cada .partido trataban de llega na Dieta, donde los embajad~res bien reglamentada reemplaza a los debates: cuando más, éstos se
os conse1os importantes eran r a . un compromiso: a menudo limitan a críticas técnicas de detalle, formuladas por los diputados
de los ministros de cada parfd precedidos de reuniones separad ' en relación con tal o cual ministro, sin poner a discusión jamás la
e_n comú.n. La separación h i .º• para determinar la linea a segu~ política general del gobierno (el sistema está bastante desarrollado
~ido !levada tan lejos. Vemo~r~z;;;~I de dlos poderes raramente h1: en la U.R.S.S.). En la práctica, una apariencia democrática y par-
mtenor de los partidos as . epen e mucho de la estruct lamentaria enmascara una dictadura rígida. Además, hay que tener
centr~lizados, flexibles oc1;do~: _en. un sistema de partidos :;::. en cuenta la estructura del partido único y del lugar verdadero que
los diputados se refleja~~ in~1~c~~!Jn~dos, el individualismo de ocupa en el Estado. Un partido totalitario puede permitir el
opone a_ la división en sectores iv1 ual_1smo de los ministros, se desarrollo de una oposición limitada e introducir un elemento de
~ cen~al1zados se presta mejor • Un siste~a de partidos rt Ído flexibilidad en la dictadura. Un partido no integrado completa-
11tanuento de la disci 1· 1 'por lo contrario· en Francí l gd .s mente en el Estado puede constituir por sí mismo una Iuerza opo-
p 1 ip ma en el sen d l M . , ra, e ebí-
J opu ar y del Partido Socialista o e. ov1miento Republicano sitora: a veces, los partidos únicos fascistas se han levantado contra
a mayoría del Partido Radical' ~ partir de 1947, y la entrada en el conservatismo del régimen y han debido sufrir depuraciones y
~u~ho /ªdseparaci?n horizontal. La ~i:~i:~~ura muy _débil, atenuó severas capitis diminutio. Por otra parte, algunos están fuera del
.ª ra os es, igualmente mu . si n respectiva de los ar- gobierno y son prácticamente impotentes; por ejemplo, la Unión
PaJ:lción de los sectores su ~e ci y m~portante: una verdader/se- Nacional portuguesa, cuya actividad es muy pequeña. Aparte de
rac1~~ horizontal de los ~ erta i~aJdad entre ellos. La se estas reservas, el partido único ha constituido el medio empleado
coalición gubernamental en u ere~ constituye una de las formas ~a- para conservar las formas exteriores de un régimen democrático
!:á única- por lo contrario, Ja na;!:i:c~/e :ultipartidismo, pero n: con poderes equilibrados y gobierno limitado, mientras se le sus-
sica es un fenómeno general n e la separación vertical tituía por un régimen autoritario de gobierno omnipotente. Consti-
En u tuye la encamación histórica actual de la técnica del ermitaño, que
· n r gimen presidenci l él • .
é • •

evidentemente, no reflejando e~ ' s . o la ultima puede producirse consiste en vaciar a un régimen político de toda realidad y de
bleas. Ningún partido ma . go.b1emolas divisiones de las as toda sustancia, en no conservar más que la apariencia exterior,
Parlamento y el E'ecutivo yontan? establece un puente entream- parecida a una concha vacía, y en instalar dentro un sistema to-
de la na_turaleza deJlas instít~~: encima del ai.slamiento que resul~ talmente diferente: así, en los siglos xvm y xrx, la separación pro-
su ~r.op10partido no basta para~~~ La autondad del Presidente en gresiva del gabinete ministerial y el rey había permitido a las viejas
monarquías absolutas trasformarse en democracias parlamentarias.
~º}/~~c~e~:qp~:~:s peartido es min:~t:;i:. Cs~3::b:g~vo1r de su Para no haber realizado una trasformación tan radical, el dua-
la h · ó . s menor que e . , a sepa.
té ip .~es1s de que la Presidencia y la n un r1g1men bipartidista, en lismo ha reforzado también la autoridad del gobierno, pero sin
. n uni as en favor de un mis ~ayor a parlamentaria no e destruir el marco democrático. Hemos visto que tiende a sustituir
tiene ya ~nte sí una mayorfam;a~art1do. ~orque el Presidente n: una concentración de poderes a su separación formal; pero esta
a su política, sino una ma orla amentana. homogénea, o uesta concentración se hace en beneficio del gobierno y en detrimento
puesta de varios partid y parlamentaria hetero én p

seep~:a a~tond'dad gubernamentar qsu:e~:s~: :tde


~encía de situación es t~~a~~e seápued~ tratar de disoc!r.
el punt~ de
r; z:
~~:­ del Parlamento. El partido se convierte en un medio de asegurar
el dominio del primero sobre el segundo: ya que el gobierno está
en manos de los jefes del partido, a los que están subordinados los
c1 n e poderes. punto de vista de la diputados que forman la mayoría del Parlamento. La jerarquía in-
terior del partido se proyecta, en cierto sentido, en la estructura
de los poderes públicos. En el gobierno, la solidaridad con el par-
tido se convierte en el apoyo y cimiento de la solidaridad minis-
L0s SISTEMAS DE PARTIDOS P ARTIOOS Y REGÍMENES POÚTICOS 431
terial; en las relaciones entre el gabinete y las asambleas, la autori- Pero la modificación presenta un carácter unilateral: sólo los medios
dad sobre los elegidos de los dirigentes supremos del partido de acción del Parlamento son privados de eficacia o desviados com-
establece una subordinación del Parlamento al gobierno. Así, un pletamente de su sentido primitivo, hasta convertirse en armas, que
autor liberal, Ramsay-Muir, ha podido hablar de una "dictadura de permiten al gabinete volver a la disciplina a parlamentarios recal-
gabinete". La jerarquía interior del partido no es, por lo demás, el citrantes. Los medios de acción del gobierno sobre el Parlamento
único medio de desarrollar el prestigio y la autoridad del gobierno: son modificados en su técnica, pero no en su resultado: siguen
el dualismo entraña, igualmente, una trasformación radical de los siendo procedimientos de presión sobre las asambleas. El empleo
medios de acción recíprocos entre los poderes, que caracterizan el de la disolución, que acabamos de describir, está de acuerdo con
régimen parlamentario. Los medios de acción del Parlamento sobre su objetivo general: afirmar la estabilidad gubernamental, limitando
el g~bierno pierden su importancia o su significación propia. La las crisis ministeriales, con la amenaza de nuevas elecciones; asegurar
moción de censura o el voto de desconfianza, que permiten teórica- el arbitraje del cuerpo electoral, en caso de conflicto profundo en-
mente a las asambleas echar abajo al gabinete, no pueden llevar a tre el Ejecutivo y el Legislativo. Que el gabinete plantee la cuestión
este resultado, a no ser por votos de sorpresa, si la diferencia entre la de confianza, para llevar al arrepentimiento a los refractarios de su
mayoría y la minoría es débil: pero estos mismos conservan siempre propio partido o para mantener a varios partidos en el seno de una
un carácter excepcional. Aparte de esta hipótesis, sólo la debilidad o coalición gubernamental, parte siempre de una misma idea: reforzar
el relajamiento de la disciplina dentro del partido gubernamental su posición parlamentaria. Que pronuncie la disolución, para tra-
permiten al Parlamento recobrar sus prerrogativas y echar abajo tar de hacer derrotar por el cuerpo electoral a los disidentes expul-
al gabinete. Desde luego, el ejercicio del poder introduce siempre sados de su partido o a los antiguos aliados salidos de la coalición,
divisiones en el seno del partido que lo asume; aviva la lucha de tiene siempre como fin romper, mediante una cirugía brutal, un
las fracciones interiores y la oposición entre los moderados y los absceso que no permite ya gobernar eficazmente.
intransigentes: pero estas disensiones no van casi nunca hasta la Así, el dualismo de los partidos rompe el equilibrio de los po-
ruptura. Cuando más, vemos abstenerse a ciertos diputados del deres, previsto por la-teoría parlamentaria, no sólo creando un n~evo
part~d? mayorit~o (y, más r.u:amente, votar en contra) en un es- medio de acción del gobierno sobre el Parlamento, muy eficaz,
crutinio de confianza, para manifestar su desacuerdo con la fracción extraído de la jerarquía interna del partido mayoritario, sino igual·
di~ige~te, en la ~~dida en que la diferencia entre la mayoría y la mente, paralizando o desviando, en beneficio del ga?inete, los
mmoria sea suficiente para que esta manifestación del mal hu-. clásicos medios de acción del Parlamento sobre el gobierno, con-
mor sea inofensiva. El gobierno utiliza a menudo la cuestión de la servando, apenas modificados, los del segundo sobre el primero.
confianza como un arma para devolver la disciplina a su propio Esta descripción es válida sólo en la medida en que el partido
partido: obliga a la oposición interior a ceder, colocándola contra mayoritario posea una cohesión suficiente. Si no es más que una
la pared y amenazándola de expulsión. aglomeración de personalidades bastante independie~tes unas d~
El derecho de disolución da a esta arma mucha eficacia. Si el otras, el poder de los jefes del partido sobre sus elegidos se debi-
go~i~rno pone a l~s diputados frente a los electores, después de una lita, es decir, el poder de los ministros sobre su mayoría pa~la-
escisión en el partido mayoritario, los refractarios correrán el riesgo mentaria. Si la disciplina de votación es la regla en el pa_rtido
de ser aplastados en las nuevas elecciones: presentando entre ellos mayoritario, el gobierno vive tranquilo, ate~t? sólo ~ prevenir las
a candidatos ortodoxos, la dirección del partido gubernamental los oposiciones interiores y las amenazas de escmon_es; s1 no ha~ una
colocará en una postura vergonzosa, en un escrutinio de vuelta úni- disciplina semejante, los mecanismos que se desc~iben no func1?nan
ca. ~í, los medios tradicionales de acción entre el Parlamento y ya: la jerarquía del partido se hace más teórica que práct1~a e
el gob1e~no se ?"ansforman en medios de acción del gobierno sobre incapaz, en consecuencia, de conferir al gobierno una aut~n~d
su pr~pi? pa~udo. Se pr?duce una. especie de contradanza: la je- real sobre la asamblea. En ésta, la oposición puede esperar disociar
rarquia mterior del partido mayoritario se convierte en un lazo a la mayoría, entregándose al pequeño juego de las invitacio~es
entre los poderes públicos; los lazos oficiales entre los poderes individuales a abandonarla; las intrigas de serrallo recobran su im-
públicos refuerzan la jerarquía interior del partido mayoritario. portancia y el Parlamento su prestigio. No se trata ya sólo, para
1
L0s SIS'I'EMAs DE p ARTIDOS
PARTIDOS Y RF.GÍME.NES POÚTICOS
el partido minoritario de reaít

I:Sí
co_n vistas a las e1ec~iones f~:r un ~uro ~ombate de propaganda, parlamentaria; es completamente trastornado en la hipótesis con-
eficacia más próxima, a causa sin ~inguna oportunidad de traria. En el primer caso, el partido establece un lazo entre el go­
no es .Yª tan grande y la es ranza da soh~ez gu_bemamenta1: ésta bierno y las asambleas, como en el régimen parlamentario: el leader­
es ya Jlusoria. Pero 1a evo1ur;fó e una mversión de mayoría no ship del Presidente sobre el partido mayoritario le confiere una
1?g.ica del sistema electoral ma;o~f :::;~al(de los _partidos, así como Ja autoridad gubernamental. Pero, no existiendo los medios de acción
tJd1smo), parecen ir precisamente e: que si:"e de base al bípar- clásica entre el Ejecutivo y el Legislativo en ese régimen, no pueden
de las estructuras de los partidos el sentido de un refuerzo ser efectados por el dualismo de los partidos: no encontramos, pues,
gubernamental. ' Y, por 10 tanto, de la autoridad un debilitamiento de las prerrogativas del Parlamento sobre el go­
En cierta medida, este increme bierno, combinado con el mantenimiento de las prerrogativas del
dependencia del gobierno hacia 1 n!f. está compensado por una segundo sobre el primero; el efecto del bipartidismo es más limita·
río y los organismos que ex re os mr itantes del partido mayorita- do. Si la mayoría parlamentaria y la Presidencia son ostentadas por
depende más del Congresopd/: s;r:1u~ta~. El gabinete laborista partidos diferentes, este efecto se ve completamente invertido: el
de los Comunes. En un ré imen d . e­ nions que de 1a Cámara dualismo asegura una mayoría parlamentaria homogénea, que per·
prácticamente, ser derrocafo or ef alista, el ministerio no puede, mite a las asambleas pronunciarse con eficacia contra el poder presi-
por una asamblea de miembro~ d 1 p~~amento, pero puede serlo dencial y limitarlo de una manera importante. La separación de
tos: pero a menudo se extraen de :11~art1 o. Estos_ hechos son exac- poderes coincide con la disminución de las prerrogativas guberna-
que la evol~ci~n de los partidos tiensd:o~se~~ncias exage_radas, ya mentales. Su grado de debilitamiento depende del grado de cohesión
la democraoa mterior y la libert d d h~rutar progresivamente del partido mayoritario y de su disciplina interior, funcionando estos
como hemos visto. Los dirigentes a e acc1?n de los militantes, factores siempre en sentido opuesto al que describimos más arriba:
más eficaces sobre los congr poseen m.edios de acción cada vez cuanto más disciplinado es el partido mayoritario, más fuerte es su
esos, que les .
conse~ar su leadership, sin demasiadas . . permiten generalmente poder de oposición a la Presidencia y más se debilita la autoridad
el gobierno, por Jo demás est d'dificultades. Cuando ocupan gubernamental. Por lo contrario, un partido mayoritario hetero-
m t , os me ios de ·ó
ent~ re,oi:za~os por el presti io del acci n son p~erosa- géneo e indisciplinado, ofreciendo más libertad de maniobrar y
permiten distribuir a los recal~ poder, por las ventaJas que posibilidad de intrigas a su adversario, refuerza la posición de la
1 citrantes para da
os, por la amenaza de ver com '.d ayu r a convencer- Presidencia, cuando ésta pertenece a un partido opositor, y la debi-
d J id promer¡ a 1a · ·ó
e parn o. Una desautorización d 1 .. posro n mayoritaria lita en caso contrario, como lo muestra el ejemplo norteamericano.
so del partido implicaría su retirad d 1 os ~rigentes por el Congre- La débil estructura interna de los partidos acerca aquí al dua-
bast~nte fácil la reconstitución de ~ne g~b1erno; esta retirada haría lismo del multipartidismo. Las consecuencias de este último sistema
Par:t1do; esta dificultad abriría e1 ~bmete a.poyado en el mismo son muy diferentes, según la naturaleza de las instituciones políticas:
lución hecha en tales circunstanc. cammo a 1a disolución; una diso- el multipartidismo debilita al gobierno en un régimen parlamenta-
se vería forzado a reconocer su ~as, en 1a 9ue el partido mayoritario rio, pero lo refuerza, más bien, en un régimen presidencial. El
de sus divisiones interiores, corr:~rtenc1a para. gobernar, a causa ejemplo de Francia, comparada con Inglaterra, ilustra el primer
ei:i su derrota. Este argumento e mucho el nesgo de traducirse fenómeno. La ausencia de partido mayoritario obliga a formar ga·
diversas por los dirigentes del pa/ti:uyb fuerte: repetido en formas binetes heterogéneos, descansando en una coalición, o gabinetes
gurarles una mayoría en los con , asta generalmente para ase- minoritarios, beneficiándose del apoyo parlamentario de partidos
con modificaciones parciales del gr~so_s. C~ando más, éstos terminan cercanos. Los primeros son perpetuamente divididos entre las ten-
provocadas por un Congreso de pmm~sdteno: las caídas del gobierno dencias contrarias de sus miembros: porque la solidaridad con el
d 1· art1 o son e ,
ua rsta. Para ser real el d bili . scasas en un régimen partido se eleva aquí contra la solidaridad gubernamental, en lugar
' e I Hamiento d 1 .
menta l por 1a acción de los mili e a autoridad guberna de reforzarla. La oposición existe en el corazón mismo del gobier-
. 1 rtantes del p id . . •
E n _un régimen presidencial, el es uem arti º. es 11m1tada. no; cada partido asociado debe desconfiar no sólo de sus enemigos
alteraciones, si el mismo partid q a anterior sufre algunas declarados, sino de sus aliados. Éstos constituyen, por lo demás, sus
o ostenta la Presidencia y la mayoría adversarios más temibles en las elecciones, como se ha visto, estan-
4S4
LOs SISTEMAs DE p ARnnos
p AJtTIDOS y REGÍMENES POÚTICOS 435
do necesariamentt orientada la campafia electoral contra los vecinos
máa próximos, en un régimen de multipartidismo. Un programa de edi d '--
presión muy mertes por parte . de las
acción gubernamental no es posible, pues, más que en muy corta Sometido a m ros e 11 d ninguna prerrogativa ver-
as ambleas no dispone respecto a e ~ 1 eel derecho de disolución,
duración, objetivos limitados y medidas muy anodinas. De hecho, • . Su arma esencia , convierte en un sa bl e d e
el sistema multipartidista lleva al reino de las semi-medidas y a la daderamente eficaz. . se
perpetua prontitud en los asuntos corrientes. Los gabinetes mino- pierde todo su signi_ficado ;~~~~o !na confusión frecuente. _Algu-
ritarios no pueden actuar de otro modo, teniendo la ventaja de la cartón. Hay que cu1~ 9 lución la fuente misma de la im~
homogeneidad, pero el inconveniente de un apoyo parlamentario nos ven en la aus~no~ de diso frente a la autoridad del. gabi-
menos seguro: además, son más escasos que los otros, por regla tencia de los ministerios franc~es, lamentarlo como un sistema
. · d "ben el régimen par 1 di-
general. Es más ventajoso embarcar a los aliados en la galera gu- nete británico; escn . . el Legislativo, en el que a
bernamental, donde participan de las responsabilidades y de la de equilibrio entre el E1ecut1v~~nfianza: la desaparición de la
impopularidad natural del poder, que permitirles refugiarse en un solución contrapesa el voto /e antenimiento del segundo, rompería
P rime-a coincidiendo con e m provocaría el abatimiento
apoyo parlamentario menos visible y menos comprometedor a los • '. . f del Parlamento, y d 1
ojos de los electores. Excepto en los países escandinavos, los minis- el equilibrio, en avor 1· . demasiado formal: el desuso . ~d ~
terios minoritarios son generalmente gabinetes de transición, desti- del gobierno. Este aná isis es ue una consecuencia de la debili a
nados a allanar el camino para una inversión de alianzas o a mostrar disolución es menos una causa_q ltipartidista. En la Tercera
la imposibilidad de semejante cambio. de los ministerios en un r~gif e~nm~isúa: el gabinete no lo em-

~~=~
Débiles de por sí, los gobiernos multipartidistas lo son todavía República, el derecho de_ diso:a:rlo, porque no tenía la energía
más, en relación con el Parlamento. La separación de poderes, que pleó porque no se atrevió a lemania de Weimar, el empleo de
recobra su realidad y su vigor, beneficia esencialmente a este último; necesaria para hacerlo. En la A "dad gubernamental, por lo con-
la ruptura de equilibrio se hace claramente a su favor. Los medios la disolución no reforzó 1~ caída del régimen, consagran~o
de acción del Legislativo sobre el Ejecutivo recobran toda su efi- trario: sólo acabó ~r pre7 deia de ser eficaz porque no ~n:1;11te,
cacia; por Jo contrario, las prerrogativas del ministerio en las asam- su impotencia. La disoluci n oclr claramente su opinión e md~car
bleas pierden casi totalmente la suya. Las caídas del gabinete, ex- al cuerpo electoral dar a con d En un sistema de partidos
cepcionales y raras en un sistema dualista, se hacen frecuentes y la mayoría, de acuer~o con su~ ·n~:·en la representación propor-
normales, compensadas apenas por el hecho de que los mismos múltiples e independ~entes, ongi tos son demasiado pequefíos para
hombres se encuentran a menudo en combinaciones diferentes. La cional, los desplazamientos de vo. ón de fuerzas dentro del Parla-
m
interpelación, más bien reemplazada por el interrogatorio en los odificar sensiblemente la ~elao . isteriales son posibles, antes
men . bíi naoones mmis "6 E
regímenes bipartidistas, se convierte en un medio esencial que per­ to·. las mismas . l . 6 y no se deci"de ninguna cuesn n. dn
com
mite controlar al gobierno y, más aún, poner su vida en peligro: y después de la díso uci n_d del escrutinio de dos vueltas, pue e
tiene siempre un aspecto más político que técnico, más general que un sistema de alianzas, naci o pero el juego de báscula del
especial. Finalmente, a propósito de la votación de cualquier texto, llegarse a resultados menos oscuros:.ó de la voluntad nacional y
la oposición trata de poner al gobierno en minoría, sin echarlo arrido central amortigua la ~xpr~n n definitiva, la disolución no
abajo: el Parlamento paraliza sus iniciativas y se pronunqa contra ~ebilita el sentido de la elección. égimen bipartidista, en el que
sus deseos. En los aútemas dualistas, el poder del gabinete sobre tiene eficacia real más qu~ en un ~ictos entre el Parlamento "f el
el partido mayoritario permite obtener, sin dificultades graves, la llega a ser inúti~ para arb1t:~ti_~a y la cohesión de los partidos
votación de las leyea principalea y del presupuesto; en los sistemas gobierno, a med1~ que ~:bles· ~e hecho, la disolución t1end~ ª
multipartidistas, la coalición de loa partidos mayoritarios no alcanza hacen éstas muy impro .i vida de las asambleas, para evitar
casi nunca una disciplina semejante. Incluso cuando el gobierno servir de medio para ~brev1a; } hacer elecciones en el momento
se mantiene en el poder, es generalmente impotente para hacer la "demagogia del últ1m~tnºar! el partido en el poder, que trata
votar sus proyectos sin modificaciones importantes, sobre todo en quedese compensar
juzgue máslaf~vofl'3:
m enon~cÍa.d natural
. entre el gobierno y la opo-
las materias electoralmente sensibles. í

:ción, en la conqduislta dea:~::t;~~ dimensiones respectivas y sus


La estructura e os p '
457

456
• L0s SISTEMAS DE p ARnDOS
en un régimen de multipartidismo, los partidos disciplinados y cen·
alianzas
es difícil influyen
lle tigual mente en la autoridad tralizados engendran gobiemos relativamente estables, pero ímpo-
tos de vi gar a co?clusiones precisas d gubern~ental; pero rentes: los partidos indisciplinados y descentralizados, gobiernos
trasformas~. La existencia de un p~ti::1~ est?s diferentes pun- menos impatentes, pero más inestables. La comparación de la Ter·
fluenci a n más clara. Refuerza al . ommante entraña la cera República con los inicios de la Cuarta ilustrarla bastante bien
nalmen~/~l Parlamento: si el partido g~~ie?1o y disminuye la in- esta opasición. Antes de 1939, la debilidad de los partidos permitía
Suecia n~s a mayoría absoluta, como se h:u~ante posee, excepcio- gabinetes relativamente homogéneos, en los que personalidades ve-
1 , acercamos mucho 1 égi visto en Noruega nidas de formaciones políticas diversas aceptaban bastante bien la
e carácter anormal y Irá il ad r me°: bipartidista. Sin emb y en
autoridad de un jefe común par su prestigio (Waldeck-Rousseau,
mente, al partido gube g e esta situación cond argo,
menudo a form .~amental a cierta prud . uce, general- Clemenceau, Briand, Poincaré); algunos ministerios tenlan una ver·
pod . ar un ministerio hom é enoac renuncia a dadera unidad de puntos de vista y un poder bastante grande; pero
sinoer con. aliados, no sólo a fin de ;! pitar
~eo y prefiere compartir el la indisciplina de los partidos coligados y el juego perpetuo de
q~e 1; permita conservar el~":ª un carácter habitual y no::·
también de dar a esta ar

r a a soluta. La psicología d l r en ~
su base parlamen

de que perdiera la
.

,
las intrigas individuales los condenaban a una in~tabilidad bastante
grande. En 1945-47, la disciplina rígida de los partidos unpedla, par
lo contrario, toda homogeneidad ministerial, toda autoridad real de
del multipartidismo sub . ~ os ministerios de coalició may?"
que esa coalició , siste incluso en los casos . n, propia un jefe de gobierno y condenaba a los ministerios a la impatencia;
relegado a la rol~ n; e, ya necesaria. Si el parti.:"'~pc,?nalea en pero esta misma di,ciplina aseguraba la cohesión de la mayorla y
ción guber namental
or a,espor una alianza de tod os sus o. ominan tendía a una estabilidad gubernamental: no era concebible ningún
rivales l te. es
1 voto de desconfianza. A pesar de todo, las fórmulas anteriores son
di!pareja la mayoría he1:: ; contmio, muy debilita<h a ~,t~a-
minoría compacta pod og nea e mdisciplinada fr , sien o demasiado precisas y demasiado absolutas para traducir correcta·
logia 1 , erosa y unificad p , ente a una mente una realidad esencial, movible y ligera.
popu ar, que acabó a. or otra parte 1 · En un régimen presidencial, el multipartidismo tiende más bien
del partido dom. por considerar la prese . , a psrco-
herida por coali:'.:::te como. cuasi-legítima, se ve~:. en el poder a reforzar la autoridad del gobierno y a debilitar la del Parlamen·
el prestigio to. Si hay una opasición entre el partido presidencial y el partido
. del gobie::meJantcs:
· lo que disminuye ~odare uní poco
vamás mayoritario en el Parlamento, el incremento de la autoridad es muy
. Un sistema de alianzas claro, en relación con el bipartidismo: en lugar de encontrar ante
igu~lmente los esquemas antes~echas y estables puede trasf sí, en las asambleas, una mayoría homogénea y coherente, el Eje-
régimen
d b_1part1d1sta:
· . . errores y ace rcar a 1 multipartidismo
en la medid rormar
al cutivo no encuentra más que una coalición heterogénea, que permite
.crd o dualismo de alianzas se está a .,_en que se establece un verd maniobras de división y de disociación. La situación le es todavia
i os. A pesar d , mas cerca d J d . a-
menores
t dentr e todo, la homogeneidad la ;. ~ ~ahdad de par- más favorable que en la hipótesis de que el dualismo esté acompaña·
toridad del go~¡'!:,,:n• alianza que de uJ par.::p!t~a. son siempre do par una ausencia de disciplina interior de los pa.Ftidos: las riva-
acción del Parl es, ~ues, menor y más am 1. ~fi~do: la au- lidades son todavía mayores entre partidos diferentes que entre
dominante en =~n.to. Si uno de los aliados p ta a libertad de personalidades dentro de un mismo partido (en lo, EstadosUnidos,
las dimensiones o d c~ón con otro, a causa de 1':':iPª una J><?Sición sin embargo, la (alta de homogeneidad de los partidos es tan grande
ser más desarrollarle as estructuras, la cohesión de 1::pr?porc1ón de que la 4iferenda no es casi sen,ible). Si la Presidenda y la mayoría
La centralización ª1 y:~ p_arecido con el bipartidi alianzas puede parlamentaria están en manos de un mismo partido, el multiparti·
nos claros Por y a isciplina de los partido ~smo más preciso. dismo conduce a una autoridad gubernamental menos fuerte que
coalicion~ .;na parte, hacen más difícil
r
s tienen efectos me-
los partid.!" um:"°e~talc,, por la fuerza: asmás_su~rfidalea las
colaborar r:a~: impiden a personalidades de soli~aradades hacia
el bipartidismo: no pudiendo el presidente disp<>ner de su poder
de jefe del partido mayoritario, para influir en la sasambleas. A pe·
sar de todo, el gobierno es infinitamente más fuerte que en un
tabilidad al di n~e e~ una obra común· por o~artados diferentes régimen parlamentario. Conserva aqul los dos elementos que el
multipartidismo le hace perder en este último sistema: la horno-
de actitudes in;i~i1::~re!ªde~fluencia de' las intri~:u;;;tan
os parlamentarios s~_es-
· Podrí a casa
s. cam ios
decirse:
8'Deidad y la estabilidad. El Parlamento puede oponene a sua y REGÍMENES POÚTICOS
pro)<ctoa legúlativo,; pero no puede denocarJo, ni diSOciarlo; él PARTIDOS . Podrían encontrar~ _nu­
puede, por lo contr.uio, d..._lJar la, ántrigas parlamentaria,, por . al" r su ausencia. de la oposición,
medio de Jo, <fiputado, que lo •poyan, a fin de dügrega, las coa)¡. la democracia"º~';:,,,; fq¡anuación se~n! de la plebe, en la
clone, de partidos que lo obotacul;,an, de reformarla, a su gusto, merosas hui°":-,toria, la creación de':'.:,
"'d."intercessio, correspor-
particular.
de provoca,, aobre todo, alfanza, provüionaJes para cada proyecto a través de a i provistos del dere o origen; más tarde, a
República Romana, ta idea al menos en su res cto a los mo­
dería exactamen~: :: papel de este ord_e",¡~f~iglo :m, la función
•"«:::.:
El multiparti<fismo traaforma todavla más profundamente la
C.tructura del rég;men presidencial; agrava su carácter personal. En
un n!gámen dualista, los partido., son bastante grandes como para
~~°! 1::;;i:;e
la Eda!f'!t;:al:f.:men~;
1::
~°:.'.
enn1;,tta, al presidente, que ªP"= mA, como Uder de uno de de oposición ~o fue~:!' es opositoras, endere,~bfece una rivalidad
dios que como una personaJidad ándependiente. En un régimen en el Estado ~nsatu~ gubernamentales, se .... creando una opos•·
muJtipartidüta, por lo contrario, la gran talla del pre,idente emer, tuciones prop,~en d el poder por el poder '·ción exterior, per-
entre éstas; "Jim,ta~· o o en vez de una opos'.ón del Legislativo
ge sola en medio de una masa de partido.,; su afiliación a uno -':I:,;
él-·
de .ello.,no le confiere ningún prestig;o, puesto que se trata de un ción dentro del go general. La se~:a· al lado del rey,
P,nido mánoritario, incapaz de Soheniar por si mismo. La mayo. seguía
Y el D;lismo ~~J primitivamen~e _de esta {a distinción sutil de
el Ejecutivo nac blea para Iimítarlo. fin leeitimar ese
ria popular que ha lCcaldo sobre un <ar;(cte, ¡>ersonaJ. Nin.
se estableo ió . una. asam ejecutivos tuvo sólo. comolasI tareas
­o· : se hiizo
gún P,nido puede afirmane repre,entante del p,ls; sólo el pre,;. los actos legislativos y a Jdistribución técnica ?e de la división del
dente puede. La, mayorla, parlamentaria, son el resultado de
dualismo m~iant~ u~eres una consecuen~=biendo mostrado la
alianza, entre partido,, en las que la voluntad de lo, estado, mayare, de la separación e arecido el monarca, tración de poderes
desempeña un P,pel tan grande como las in<ficac;one, del eseruti. bajo, Una vez. desap ligros de una concen carnaciones de
nio; el Presidente puede, por lo contrario, pretender válidamente tra
experiencia . 1aco
· bina losblea pe se busca.ron nueva, deen una rivahidad
que una mayorta popular se ha expreaado clara.menteen su ¡>enana.
en beneficio de la ~s.amónsi~pre bajo la normatales· el bicamera-
La impotencia natura¡ del multipartidismo aeusa, todavta con má, . ó de opos10 , bemamen . de
claridad, la aituación privilegiada deJ p..,idente, el único capa, de la luna n diferentes órganos gu olio contemporáneo_
eficacia y de continuidad. Por un movimiento natural, lo, 'eglme. interna entre los I misma idea. El desarr edifica la separación
ne, PresidenciaJe, muJtipan;<fi,tas tienden al pode, personal; hace lismo correspond~a a I mismo tiempo que ~ .ón de oposición,
falta mucha virtud en lo, titulares de la Presidencia Para resistir los partidos pollt<~s, a ha trasformado esta una órgano distinto;
a una tentación que la naturaleza del sistema hace ca.,; irresistible. de los poderes clásicos, fuera del gobierno, end u¡° tribunos de la
Esta noción de virtud supone, por lo demá,, que el <ar;(cterpenona1 en camándo
. la de n1;1ev~ son los herederos
inoritarios e
05
del poder e, con,iderado -o un n,aJ; pero la evolución del poder los parados m, oposición exte-
dentro de lo, partidos
progresivamente terreno. ha mostrado que esta concepc;ón pierde lebe, ido único, sin embargo, 1a de Moscú, di·
p En un régimen de partí en el Soviet Sup~mo d "indepen-
.
rior no existe. Se .encuentran,
.. como se encentra han diputaora osdespués de1
Los '""'noo, v u u putados "sin pardt1df'Asamblea Nacional de :~tos, en las listas
FUNCIÓN•• º'°''CJÓN. 1Iemos opuesto, ante-
riormente, una separación horizontal de los poderes, basada en la .
dientes
., dentro e ª
thi bey, pero unos
y otros son . 'ó
dadera oposici n, e.
n un
da,ificac;ón de lo, sectores de actividad del Estado, a la vieja sepa. fracaso de· d Fey escogi'dos por él. Latraver
dentro del partido. mismo.
.
ración tradicional del Legislativo y el Ejecutivo; en el mismo pla, del para o ido único, se encuen. . es de tendencias mmo-
no Vertical, este último pierde progres;vamente su importancia, sistema de part d fracciones disident , libertad en las
1 forma e á menos
en favor de una nueva distfoción entre la función gubentamentaJ Reviste allí ª . . al gobierno con m ~ Ocluso en el plano par•·
y la función de oposición. La detn0cnicia "occidental" se carac- ritarías, que cna~ . ueden-traducirse m R.S.S., fracciones
1
teriza, esencialmente,por la existencia de una opo.,icióno,ganizada; reuniones del par;•:· .J'uto en Turquía. ·!n ~0~;.,,ista hasta alr~
men~i~~o:~s1stieron
orgamza dentrode Ldee!i!ary\; los primeros años d
. en tiempos
dedor de 1934,
LOs SISTEMAS DE p ..unoos
PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS
stalinismo, desempeñaron un papel bastanr .
se pudo distinguir siempre en el Partido F e. importa_nte;. en Italia, política, que en favor de una política; es incluso posible encontrarse
derecha y un centro· en· Alem . asc1sta una izquierda, una en la oposición sin ningún acuerdo verdadero, como sucede en
· ' arna las diverge · e caso de "conjunción de los extremos". Ningún órgano verdadero
senas en el Partido Nacional Sociali ncras ueron bastante
parte, el Partido Comunista ruso r ista, antes de 1934. Por otra asume aquí la función de oposición.
oposición interior bastante or· . tctu~ desarrolJa un sistema de En un régimen bipartidista, la oposición unificada es, sin em-
miembros y los dirigentes d:rna , -~n orma de "autocrítica": los bargo, una oposición moderada: las condiciones mismas de la lucha
invitados constantemente a h paru o, en todos los niveles, son política, que implican cierta alternancia entre los partidos y la
acer por sí mismos l í .
actos y a tomar conciencia de . . a cr tica de sus posibilidad para la oposición actual de asumir sola un día las res-
verdad, esta técnica procede á s~s rop1as r~suficiencias. A decir ponsabilidades del poder, la preservan de una demagogia exagerada,
función de oposición. tiene m s e a c~nfes1ón pública que de la que podría volverse contra ella; la orientación centrista del combate
al é . · menos como fin ene .
r gimen que vencerla La aut í . amar una resistencia electoral funciona en el mismo sentido. Por lo contrario, la op<r
todo, para lograr una ortodo . ocr nea parece ser empleada, sobre sición tiende a una demagogia natural en un régimen multipar-
d x1a y una obed · · ·
.os Jos niveles; completa el sistema d renc_ia rigurosa en to- tidista, a consecuencia de un mecanismo inverso: sin tener que
s1ones: hacer "autocrítica"
respecto a la dirección del
manecer en la comunidad del
/:r~~ste . e depuraciones y de expul-
en reconocer los errores con
• ~ y en obtener el derecho a per-
temer ser colocados contra la pared, los partidos opositores pueden
entregarse a críticas y a promesas sin medida. La dirección misma
de la lucha electoral, que conduce a luchar contra el vecino más
análisis de la influencia de 1/art1d?d Por la fuerza de los hechos, el próximo, impulsa, por otra parte, a una puja entre opositores y a
ción debe recaer esencialment: parn os sobre la función de oposi- un dominio de los extremos. Pero esta oposición violenta es una
~ultipartidismo y bi artidi;:C,ues, en los regímenes pluralistas. oposición confusa. La diversidad de partidos que la asumen y sus
te diferentes. El ttao pafties sy t en_genddran estructuras totalmen- rivalidades recíprocas impiden plantear ante la opinión pública op-
una verdadera institución A lsaed~ ~,~ón eda hacer de la oposición ciones claras, que les permitan manifestar su voluntad. El hecho
Y opos1a · .6 · 1v1s1 n e tareas tr .
de que la línea de demarcación sea a veces difícil de trazar entre

irz:
n, corresponde una dist" "ó . en e gobierno
órganos entre partido mayorír . mcr n ,~alm~nte precisa de los la oposición y el gobierno y la existencia frecuente de dos oposi-
cidencia de ambos conduce a' ano mmoritario: la coin- ciones, situadas en los extremos, aumenta aún más esta confusión.
sentrid o técnico . dado por los una · . re separación d e poderes, en el Por lo contrario, en un régimen bípartídista, la oposición es clara, a
terra, la atribución al "efe djtnst~ a es~os t_érminos. En Ingla- pesar de su moderación: queremos decir con esto que la opinión
p~gado por el Estado, / del tltul~a~~~?ií:;un~ntario de. ?n sueldo pública puede comprender bastante exactamente la diferencia entre
bierno de Su Majestad" e f er e la oposmón al go- el punto de vista del partido mayoritario y del minoritario, y esco-
de una función pública' oEnn1erereéal~ente a la oposición la calidad ger con conocimiento de causa. En los debates parlamentarios,
f . un r gimen m Ití idi
esta orma institucional porque ll . u iparn ista, repugna como en las campañas electorales, dos grandes soluciones se en-
~n. ~Jaros. Algunos gobiernos ses:s mites respecto al gobierno no frentan, simplificadas sin duda y esquematizadas, pero que permiten
dmg1éndose a la derecha h poyan en mayorías de repuesto una orientación precisa de los diputados y los ciudadanos. Esta
· para acer adopta did . '
qu1erda para hacer pasar otros r me , as, hacia la iz- claridad de la oposición parece constituir un elemento esencial de
entonces, entre el gobierno 1 proy~c~os: toda distinción se borra su eficacia, al mismo tiempo que de la solidez del régimen demo-
mero se apoya en una mayo~í/:rs:1~ón. Inclusiv~ c_uando el pri- crático.
es tan clara ni tan estable com ~ente dehm1tada, ésta no En un régimen multipartidista, la confusión aumenta por el
o pequeños grupos pasan alte::i:~ un régimen dualista: individuos hecho de que hay que distinguir una oposición exterior, ejercida
de demarcación. no cesan de idvamen_te a cada lado de la línea por los partidos minoritarios y una oposición interior, entre los
· . . ' anu arse intrigas ..
mvertu las ahanzas. Finalmente la o . . , para mod1f1car o partidos mismos de la mayoría. Las decisiones gubernamentales son
elementos heterogéneos a me d, . pols1c1ón está compuesta por el resultado de un compromiso entre los partidos asociados en el
lo d 1 , nu o me uso más h t
s e a mayoría: es más fácil lle r e erog é neos que poder; pero cada uno de ellos se reserva el derecho de defender
ga ª un acuerdo contra una su punto de vista propio frente a sus militantes y sus electores, y
...,cfMENES poúncos
PAllTIDOS Y ,.._
LOS SISTEMAs DE PARTIDOS · · dicaciones obre-
. kolas elevados y las reivm d "li
de criticar, en consecuencia, el compromiso gubernamental, recha- campesinas de precios a~ á b . posible; la volunta •
zando sobre sus aliados la responsabilidad de sus insuficiencias; cada ras, de precios alime?ucios l~;u:tri:{~: y el deseo "~irigista" de
uno_ de los asociados gubernamentales hace oposición a su propio beral" de los comerciantes e 1 . ódicos especializados de los
gobierno. Toda la técnica de esta oposición interior consiste en los asalariados, et.e. La lec~ura de o)s per~aría el desarrollo creciente
campesinos, etc. mos
distinguir las necesidades prácticas inmediatas de las reformas de es- partidos (obreros, · entos. .
tructura a largo plazo, incluidas en la doctrina del partido: se jus- de esta propag~da Por com~:~minante parece entrañar,. 1~al-
tifica participar en el gobierno, invocando las primeras; se le criti- La existencia de un par.ti ºen la oPosición. Si el dom101~ se
ca, en nombre de las segundas. En consecuencia, la oposición interior mente, algunas c?~secuen:5 ducida a la impotencia: esta 1:i~ó-
será tanto más fácil y tanto más eficaz cuanto más coherente y prolonga, la opos1oón qu a reun r imen dualista, que modi_hca
más auténticamente revolucionaria sea la doctrina del partido, de tesis se realiza, sobre todo, en e ue~a oposición, por mucho uem-
modo que no aparezca a los ojos de la opinión como un pretexto bastante profundamente. Suced q it d más violenta y más demagó-
destinado a hacer perdonar una colaboración ministerial. Así se ex- Po alejada del poder, tome un3iact1íu e desinterese progresivamente
plica el virtuosismo de los partidos comunistas, en materias de opo- gica. Ocurre, sobre todo, que e Pª. s ses a causa de su ineficacia. La
sición interior, muy visible en las coaliciones de 1945 en Francia, en de las luchas políticas y de las eleccion. c'anos del Sur con Suiza antes
Italia y en otras partes; su estructura, sus cuadros, su doctrina im- comparación de los Estados n~rteameannte a este respecto. Aquí, el
. muy 1nteres e-
pedían que pudiera sospechárseles de aburguesamiento y de aban- de la propo:cion~ 1 es inio indiscutido, desde 1874; pos
dono de sus objetivos fundamentales, en provecho de las ventajas Partido Radical e1erda un doro del multipartidismo), gobernaba
inmediatas de la participación. Permanecían un poco como extraños yendo la mayoría abaoluta (a pe;~ allá el Partido Demócrata pre-
en el seno de los gobiernos burgueses y social-demócratas, lo que solo sin temor de ser derroca dº',s \ón (todavía el Partido Re-
les permitía no solidarizarse fácilmente de ellos. La utilización de los do~ina después de la ?uerra e :: Estados, que puede h~blarse
organismos anexos (sindicatos, frentes, etc.), que permanecen fuera publicano es tan reducido en algu 1 existencia de un parttdo _do-
de partido único). En ambos casos, ª .. 1. pero el Partido Radical
del poder, aumenta esta eficacia de la oposición interior.
El número de partidos no es lo único que influye en la natu- minante es el resultado de una ~ere; cf:ai del vencedor (como el
raleza y la forma de oposición: las alianzas, las dimensiones, las suizo prolongaba la pree;inenc1;st:dos Unidos hasta 1911, excep-
estructuras interiores se combinan con él en este terreno. La función Partido Republicano l~ zo .en or lo contrario, el Partido De~ó-
de oposición no es ejercida del mismo modo por un gran partido, ruando dos breves penodos), p '6 de los territorios vencidos
. presa la reacci n ) s
que coliga intereses numerosos, variados y a menudo contradicto- crata norteamencano ex. 1 Cantones del Sonderbund . ea
rios, que por un partido pequeño, que agrupa sólo algunos hombres (como el Partid~ Católico en C::e desafección en relación con la
de temperamentos irreductibles o algunos intereses particulares ne- como sea, el mismo .fenómeno dos aises: el número de absten·
tamente delimitados: el segundo es, naturalmente, más demagógico vida política se manifestó e~ los e! cualquier otro país europeo,
clones era más elevado en Suiza que 1 o et del cuerpo electoral,
y más excesivo que el primero. La heterogeneidad social del partido · al basta superar e 5 10 • d 1
es más importante quizás que su dimensión; un partido que exprese antes de la proporcion , . Estados norteamericanos e
mayor en ciertos d
a una sola clase social, relativamente homogénea, puede tomar una en 1914; es todavÍ a de los ciudadanos en edad e votar.
actitud más decidida y más rigurosa que un partido que exprese Sur en los que supera el 90 %[ é d m y de la iniciativa popular
En' Suiza, el desarroll? del re ~r n uen cierta medida, y restituido
a varias clases de intereses divergentes, o a una clase heterogénea
(como la "burguesía" o las "clases medias"). Sin embargo, los había atenuado estos_ mc_onve~:n:: la rivaba un dominio a lar~?
partidos han inventado una técnica que permite evitar los incon- a la oposición una eficaoa ~os ~ siste~a de las primarias, Iacili-
venientes de la heterogeneidad, que podría llamarse "oposición por lazo. En los Estados Uru .' 1 Partido Demócrata y el
P · · t de facciones en e.
compartimientos". Se trata de sostener separadamente las reivindi- tando el nacmuen ? . . . es actúa en el mismo sentiid o, con
caciones de cada grupo social, mediante propagandas estrictamente surgimiento de opos1c1onesmteno~ '1as primarias del Sur entre las
mucha menos eficacia, no contan o
especializadas y manteniendo una separación lo más completa po- más regulares y las más frecuentes.
sible entre ellas: se defienden, al mismo tiempo, las pretensiones
LOs SlST!:MAs DE p
. Coaliciones sól'd ARnnos
tipartidista una / as y homogéneas pued PARTIDOS Y REGÍMENES POÚTICOS 445
la oposición más ~onomJa parecida al tw:n dar ~ un régimen muI
versa, un dualismooheren te, más moderada part,es system y hace; occidental) entran en la segunda categoría. La división de partidos
centralizados d compuesto por . y más clara A I . corresponde allí a una separación doctrinal y social. Conservado-
opo~ición a n{enué:ilmente organizad~~r~:os indisciplin.ados, ad::· res y laboristas, por ejemplo, tienen dos concepciones diferentes
de la producción y la distribución de las riquezas, de la distribu-
al bipartidismo E o más cercano al es u noce un mecanismo de
sistema francés . n los ~tados Unidos 1 q em~ ?Iultipartidista ción del ingreso, de la estructura y la circulación de las élites; y
En el I que al sistema b . . ' a oposición se que representan dos clientelas opuestas: la división de los partidos coin-
b p ano electoral I ritánico, en el pi parece más al cide casi con la estratificación social. A pesar de todo, estos parti-
;1
ate queda limitado ~ das cosas difieren un p ano parlamentario
dos están de acuerdo en principios fundamentales del régimen po-
y otro criticándolo Los adversarios, apoyan~co, ya que el com~ lítico: no ponen a discusión el marco democrático, el derecho de
;:n~i~!~ª Y basta~te i>ocoªd':m~P~ñ~ para la Pre~i~:ci:J gobierno cada cual a expresarse libremente, implicando la necesidad de elec-
Las o ~e ser investido d g g1ca, por la posibil"d d es mode- ciones libres y sinceras un pluralismo de los partidos. Cada partido
muy c~panas para el Senadoe rf ponsabilidades gu¿e a para cada acepta la regla de juego que les permite a todos subsistir. La dife-
. 1 erentes. Y a Cámara de R rnamentales. rencia de doctrinas y de infraestructura social no impide la coha-
Finalmente 1 epresentantes so
gada al
ti
'ª naturaleza d l
. cuadro general de 1 e a oposición está
n bitación de los partidos: la oposición toma una consistencia y una
claridad que no puede alcanzar en los Estados Unidos, pero sin
nguirse aquí tres ti . a lucha entre los . estrechamente Ji. comprometer su propia existencia. Ningún partido aspira a la uni-
lucha sobre prin .. pos diferentes· una 1 chpartidos. Pueden d.
da cipios secu d . . u a sin . . is- dad y a la totalidad, lo que asegura la solidez del régimen.
mentales. Los Estados n ~rios, una lucha sob pri.ncipios, una En Francia y en Italia, la lucha política presenta un aspecto muy
goría; los dos partid ~nidos correspond re principios fun,
diferente. No descansa en principios secundarios, sino en los Iun-
;~ul~: ~l poder, de :inc;::tiien equipos riv:~/ u1!/;i~era cate- damentos mismos del Estado y en la naturaleza del régimen. Los
tn Y los out O querrfa de I · e os cuales partidos comunistas no aceptan la democracia occidental; no admi-
cr~a una división p:;,~u~:{1ª jamás un carácst:r°Jda;l~. Est.e combate ten el pluralismo de los partidos, que quieren reemplazar por el
P rrvar a la oposició a en la nación p anat1smo y no
su función en el Est n de todo significado uede reprOchársele de partido único; no reconocen ningún derecho a la oposición y a
elecciones el e á ado, de atenuar la d verdadero, de redu . la expresión libre de todas las opiniones. Los partidos no-comunis-
· ar cter de emocraci . crr tas rechazan el sistema de partido único, la concepción totalitaria
c1ones norteamerica una selección entr a, .quitando a las
mecanismo mismo nas traducen muy mal e P~Ií~1cas. Las elec- del Estado, la destrucción de la oposición y la supresión de las
libertades políticas. Entre estos dos grupos, la rivalidad no toma
con claridad y tom!e ;;s. l~has partidistas i:p~~m1ón pública; el
º~. la existencia el sic, n. en los grandes e a ésta fonnarse .~· la forma del combate deportivo entre dos equipos rivales, sino de
una lucha a muerte, con la diferencia de que la muerte no puede
El localismo" de ~ poz:,enir de la prim probl~mas que domí,
~encia del escrutin: pol~tica norteamerica:;a nación del mundo ser más que unilateral: la toma del poder por los comunistas impli-
caría la supresión de los demás partidos; su ejercicio por estos
:?:J.iones electorales (~~:;::i~al Y de la estr:C~e:sd~\º la. cons~ últimos supone. por lo contrario, que toleren al Partido Comunista.
. marco de los Estad e todo, los sen d as c1rcuns- a menos de renegar de sus principios. Este tercer tipo de lucha par-
c1ones) sino á . os, que son . a ores son elPo-id
d ' , m s aun el a veces mm -e,· os tidista no es, por lo demás. especial a los Estados que poseen un
y e todo princi . , resultado de la . ensas circunscr·

l:::
el primer lu r p10 en los partidos litº ausencia de toda doct _ip- partido comunista importante; es común a todos los que tienen
les, 9ue estár m~~ natur~lmente, a inlt:~~ que da. a los ínter:::: un partido con estructura de Bund y de naturaleza totalitaria, desde
presidenciales próximos y son más ~es particulares y I que éste adquiere cierto poder; la Italia de 1920 respondía a él,
, esta ause · precisos E oca. aunque no se encontrara allí un partido comunista. Esta oposición
personal de la lucha neta de principios a . n las elecciones
La G .B ·
ran retaña y la E
umenta el
carácter
sobre los principios fundamentales es mucho más el producto de
uropa del Norte ( los partidos que de sus electores: en Francia, por ejemplo, los elec-
comprendida Al . tores comunistas están, sin duda. tan apegados como los demás a
emania
la libertad de expresión, al respeto de la oposición y a las formas
447
y IU:GfMt.NES poÚTICOS
pAJlTID()S 1 haría si estuviera en
446 LOS SJSTEMAs DE PARnDOS
é destruirlo, como él o hace vulnerables
políticas de la democracia; en Italia, las clases medias, que llevaron cipios iti~pi!e:S:Uc~~:a, menos perfeccion;:¿ !:nos sensible a la
al fascismo al poder, no querían probablemente una dictadura. su lugar, s da mientras que él es mtal disminuyen su papu-
Pero la naturaleza misma de los partidos totalitarios y de sus téc- a su propagan 'abilidades gubernatnen . ~6 permanente de éste
suya; sus r~spans la postura de opas10. o a.JTollando estos

1~::
nicas de organización les permite olvidar esta oposición interior,
cuando están en el poder. Es superfluo insistir en la fragilidad del laridad, mienu~s que leo de la demagogia. D~r natural al co-
sistema; por definición) es viable sólo en tanto que el partido tota- le permite el =istas hacen crecer el ~e:O.ente la clientela
litario permanezca en la oposición, o en tanto que no colabore con el temas, los partt dversarios y atraen pr~es1v orrelativo de estos
gobierno más que en una proporción muy pequeña. Si lo ocupa rounismo d_e susd:mocráticos; el debilitamiento :uplementaria, que
solo, suprime a sus rivales; si participa ampliamente en él, inicia
respecto a ellos el proceso de disgregación descrito más arriba.
de los partidos
últimos da a l~ p:~:r
oda fascista una fuerza
fenómeno: acorr:t1a~OS :::::n
precipita el ~1un l partidos no-totahtanos d . empre par los
dos partidos
el riesgo de
Una estructura política semejante no es viable, pues, más que
en un régimen multipartidista. El bipartidismo es inconcebible
cuando uno de los partidos adquiere una naturaleza totalitaria: ya hundirse· Esr
totali~arios nval:~;stica del {ascis~o es fre~a~ s~nte o su ~arti·

recuerdos de a gu
erra: SU colaboraOÓ°: cor :an h~O prohibir los
contra la human ida bao· ón que los ro-
que la alternancia le confiaría el poder a largo o corto plazo y arrui- . .6 crimenes . la repro p
naría, al mismo tiempo, al dualismo. Puede concebirse el estable- c1pac1 o e0 . nacidos antes de 1945,. . dores eventuales. ero
cimiento del two porties system en Alemania, al que llevaría una partidos [asostas I la opinión de sus imita la medida en que
ley electoral mayoritaria; pero no en Italia o en Francia: ya que dea~ desvía toda\:n~ente estos obstácul:~i~J y debilitar a s~\S
uno de los dos rivales sería el Partido Comunista. Desde luego, la el uemPo bo~emocráticos no puedanli~. cas que serian conuarias
tendencia natural a la moderación, que engendra el mecanismo bi- los regimenes . o con medidas Po c1a , . ón de su infra-
partidista, conduciría a disgregar lentamente la naturaleza totalitaria partidos co~u~usta~,: mediante una uansfortna~esarmados frente
a sus princ1p1os, ~10 "al ru>rmanecerán tan 1 hitlerismo.
del Partido Comunista y a quitarle su carácter de Bund, si el partido óm1ca y soo , r­ ­ W . ar frente a
aceptara seguir el juego. Pero esta naturaleza y su carácter excluyen estructura econ la Alemania de eim . . penniten que
al neo-fascismo coro~ al contagio del fascismo, st
precisamente esa hipótesis: desde el primer éxito electoral de los
No escaparán, a la ~-'ones del Eascisroo.
comunistas, el mecanismo bipartidista sería suprimido. En un régi- se desa.JTollen las con o
men multipartidista, la presencia de un partido totalitario puede
prolongarse por mucho tiempo, al contrario, en la medida en que
esté confinado a la oposición o a una participación en el gobierno
muy pequeña: la ley del sistema se opone normalmente a qpe pueda
obtener la mayoría absoluta y pretender gobernar solo. Basta que
los demás partidos hayan tomado conciencia del papel dominante
y disgregador que desempeña en toda alianza, a causa de su estruc-
tura, para que su aislamiento suprima toda amenaza grave para el
régimen. Éste tendrá, sin embargo, una vida mucho ·más difícil,
siendo la oposición del partido totalitario naturalmente más irre-
ductible, más implacable que las demás, al mismo tiempo que más
eficaz (a causa de su estructura, cuya superioridad técnica hemos
medido).
La situación política que resulta de ello es favorable al naci-
miento de partidos totalitarios opuestos: ahí reside el peligro más
grave del régimen. La propaganda fascista encuentra un alimento
muy poderoso en la explotación de las desigualdades fundamentales
entre el Partido Comunista y sus rivales democráticos. Sus prin-
CONCLUSIÓN 449
CONCLVSióN La evolución general de los partidos acentúa su divergencia, en
No es mútil
· recordar relación con el régimen democrático. La centralización creciente
das en este libro , una vez más, que las d . . disminuye cada vez más la influencia de los miembros sobre los
estando a menu conservan un carácter ~.cnpciones conteni- dirigentes, aumentando, por lo contrario, la influencia de los se-
síado limitadas yd~e:~~a:as en un númer!~ºev~~onal e. hipotético, gundos sobre los primeros. Los procedimientos electorales pierden
r~gurosos. Muchas sra o superficiales, ara servaciones dema. progresivamente terreno para la designación de los jefes: la coop-
gmarias algunos veces hemos tenido ciue e~gendrar resultados tación o la nominación desde arriba, disimuladas púdicamente an-
así trazadas no pundtos dispersos en la uni~ por líneas irna, tes, son ahora reconocidas parcialmente por los estatutos y, a veces,
m pue en da d oscuridad· l . proclamadas en alta voz como un índice de progreso (en los partidos
uy aproximada .El d r e lo real má . as figuras
cos (¿no podría .lla esarrollo de la ciencia d s que una imagen fascistas). El desarrollo de los enlaces verticales y los compartí-
revisar muchos esqu:ársela es~asiologfa?) cond: l~s/ar~dos pollti­ mientos estancos, que resulta de ello, debilitan la libertad de acción
menos generales are as ant~nores. A pesar de crr a, srn duda, a de la base y desarrollan las posibilidades de influencia de la cima:
pueden extraerse ~ cen casi establecidos a t~o, algunos fenó- . permiten una organización precisa de los miembros, capaz de im-
gunas conclusiones de c' . partir de los cuales pedir todo movimiento de independencia con respecto al centro
on1unto. y de mantener una ortodoxia rigurosa. La disciplina de los miem-
Los adversarios del "ré .
argumentos en esta ob gunen de partidos'• e bros aumenta, al mismo tiempo, por estos medios materiales y por
ciertamente, de acuer ra, La organización de 1:con~rán muchos un esfuerzo mayor todavía de propaganda y de persuasión, que
tura interior es esencf:;;ºn la ortodoxia demO:: pa~ticios no está, los lleva a venerar al partido y a sus jefes y a creer en su infali-
~o son realmente d . . ente autocrática . rát1c~. Su estruc- bilidad: el espíritu crítico se retira, en provecho del espíritu de ado-
r1encias, sino coo t eds1gnados por los miern/r ol1gárqu1ca: los jefes ración. Los parlamentarios mismos están sometidos a esta obedien-
m
ar una clase diri
p a os o no b
. m rados por el e
os, a pesar d 1
. e as apa- cia, que los transforma en máquinas de votar, conducidas por los
o menos cerrada gbente, aislada de los m·1· entro; tienden a for- dirigentes del partido. Se llega así a esos organismos cerrados, dis-
d 1 so re si · i 1 tantes u ciplinados, mecanizados, a esos partidos monolíticos, cuya estruc-
os, a oligarquía del ~1sma. • En la medida , na casta más
demoeracia: or
una minoría ~n
las elecciones e
'!:t ~~ elección la fuce~
partido se am lia

acr n con los que dan


17oro n? se convierte
s miembros, que son
!
en que son ele ·• tura se parece exteriormente a la de un ejército; pero los medios de
organización son infinitamente más flexibles y más eficaces, des-
cansando en un adiestramiento de las almas, más que de los cuerpos.
vez más someti~onerales. Ahora bien los sus Votos al partido en El dominio sobre los hombres se profundiza: los partidos se con-
nifica que la sala autoridad de los' dí .parlamentarios están cada vierten en totalitarios. Requieren de sus miembros una adhesión
masa de l mgentes · ·
numeroso de l . e ectores está d . interiores: estos· más íntima; constituyen sistemas completos y cerrados de explica-
1 . os m1embr . . ominada por l ig-
os ~rganismos directores º:r y nultt~ntes, subordina~ grupo _menos ción del mundo. El ardor, la fe, el entusiasmo y la intolerancia
par~dos sean diri ido . ay que ir más Ieºos· s ~ él mismo a reinan en estas Iglesias de los tiempos modernos: las luchas partí-
crát1co seguirla si gi d s _por los parlament/. . uponiendo que los distas se convierten en guerras de religión.
ducen muy mal en o ilusorio, ya ue 1 nos, ~u carácter demo. Pero, ¿sería más satisfactorio un régimen sin partidos? He ahí
crean la opinió~a ~aturaleza verdade~a de ~s ele~c1_ones mismas tra- la verdadera cuestión. ¿Estaría mejor representada la opinión, si
la p~opaganda; 1~ ¡:t~ncomo la representa:;°)~n;in. Los partidos los candidatos se enfrentaran individualmente a los electores, sin
partidos no es sólo e/ Oe~ un marco prefabr· d rman mediante que éstos pudieran conocer realmente las tendencias de aquéllos?
cuenc~a de elementos re e1~ de la opinión pú1~;. o: ~l sistema de ¿Estaría mejor preservada la libertad, si el gobierno no encontrara
escruanio) que se ím exteriores y técnicos rea, smo la conse- ante sí más que individuos aislados, no coligados en formaciones
~na fotografía de la po~e,:i a ella . .El sistema icomo _ la forma de políticas?
sistema de partid opm1ón, que la opin ºó e partidos es menos
os. 1 n una proyec ·ó Vivimos con una noción totalmente irreal de la democracia, for-
cr n del
448 jada por los juristas, siguiendo a los filósofos del siglo xvm. "Go-
451
CONCLUSIÓN
L0s SISTEMAS DE PARTIDOS
. . vida (Europa, América del
bierno del pueblo por el pueblo", "gobierno de la nación por sus vilización material y cierto mve~ ~e de raza blanca) la libertad
representantes": bellas fórmulas, propias para levantar el entusiasmo Norte Gran Bretaña y los dom~~1osEn el siglo XJX, cuando los
y facilitar los desarrollos oratorios. Bellas fórmulas que no signi- coincide con el régimen de ~arll os. n los únicos que disponian
· f nancieros era d de
fican nada. Jamás se ha visto a un pueblo gobernarse por sí mismo, poderes económicos y 1. d información y de prop~gan a, .Y .
y no se verá jamás. Todo gobierno es oligárquico, ya que implica de la prensa, de los . medios e 1
'6 de los e ectores,
la democracia no exuda.
id
necesariamente el dominio de un pequeño número sobre la mayoría. un aparato de orgamzaci n . es cialmente de los parll. os
Rousseau lo vio, aunque sus comentadores hayan olvidado leerlo: el crecimiento d~ .los parll~º~1J uJ: colaboración real y ac~va
"Tomando el término en el rigor de la acepción, jamás ha existido obreros, ha permitido, Por. s . ~ nes Políticas. Incluso parudos
verdadera democracia y jamás existirá. Va contra el orden natural del pueblo entero en las inst1tuc10 . ta contribuyen en ciertos
. Partido Comums · , . F ·
que el mayor número gobierne y que el menor número sea go- totalitarios, c~mo e.1 democracia: su supresión en . r:u1c1a
bernado." 1 La voluntad de un pueblo es profundamente anárqui- países a la ex1stenc1a de. la de reforzar (al menos prov1.51_on~l-
ca: aspira a hacer todo lo que le place. Oscuramente, considera en Italia correría el nesgo de romper el equilibrio,
al gobierno como un mal necesario: frente a él, su actitud instintiva ~ente) a los elementos con~ervad¡res 1a "Porción del pueblo": el
es de oposición. Alain ha descrito notablemente la antinomia na- que asegura un mínim? de bbe;ta .:m: tiempo, la fuente y la ima-
tural de gobernantes y gobernados. Todo gobierno supone una pluralismo de lo.s _Pª~udos es, a mi
disciplina. Toda disciplina es impuesta desde fuera: la "disciplina gen de este equihbno. . d vida y la instrucción Popul~
interior" misma es producto de la educación, que supone una pri- En los países donde el n~ve1Afe' " .... érica del Sur), esta com-
· os (Asia nea, ruu. f rmal:
mera disciplina externa; y siempre es muy limitada. Gobierno y están mucho m á s baj , id toman un carácter o .
sujeción son inseparables: pero, por la misma definición, la sujeción cidencia no funciona. Aquí, lopods partl ot~lizandolas votaciones como
. al di putan el er, u i . d rolla
es exterior al sujeto. Un pueblo no se sujeta: es sujetado. No se facciones rrv es se is al gusto: la corrupción se es:ir
gobierna: lo gobiernan. Proclamar la identidad de gobernantes y go- una blanda pasta que se amasa ch el sistema para eternizar s~
bernados, de los que someten y los sometidos, constituye un admi- y las clases privilegiadas ~I?rove ~n artido único puede producir
rable medio de justificar la obediencia de los segundos respecto a dominio. En ciertas c~ndioones, e p que permite inculcarles pro-
una primera organización !e las ~::::: el régimen autoritario que
los primeros. Todo esto es puro juego de palabras y construcción
del espíritu. gresivamente una fo~":c1 t pr° dali~mos de todas clases. y .todas
engendra puede suprimir ?~ eu económicas y sociales md1spen-
La verdadera democracia es otra cosa: más humilde, pero más
real. Se define, en primer lugar, por la libertad "para el pueblo las categorías y crear cond1c1orae;ibertad Política. Hace falta, ad~-
y para cada porción del pueblo", como decían los constituyentes sables al desarrollo futudrolréde'roen transitorio sea tal que no supn·
de 179s. No sólo la libertad de los privilegiados por el nacimien- la estructura e gi ·
más, que d evolución liberal ulterior. di .
to, la fortuna, la función, la educación: sino la libertad real de ma toda esperanza . e . o tiem , constituir una clase in-
todos, lo que supone cierto nivel de vida, cierta instrucción gene- El sistema permite, al m1sm 1 Po las antiguas. Sobre este
bl que reemp aza a . id La
ral, cierta igualdad social, cierto equilibrio político. La distinción gente salida del pue o, . menes pluralistas como en.
marxista de libertades formales y libertades reales no es más que
parcialmente exacta: es verdad que las libertades políticas, recono-
cidas por los regímenes occidentales, son formales para una gran
significación más pro{un •tt
último punto, partido ú~1c~ 1¡re~artidos Politicos, es que tienden

a la creación de nuevas e , e~,


e qº~erestituyen a la noción ~e repre-
el único real. Todo gobierno es
fracción de las masas populares, por falta de un nivel de vida sufi- sentación su verdadero sen.ud~~o el origen de los oligar~s y su
ciente, de una instrucción suficiente, de una igualdad social o de oligárquico par natura~eza. P acción, pueden ser muy diferentes.
un equilibrio político suficiente. Pero pueden convertirse en liber- formación, que determi~~n sula "gobierno del pueblo .Por el pue-
tades reales: no hay más que empezar por suprimirlas. Ahora bien, Hay que reemplaza~ la ~u blo por una 'élite' salida del p~e­
la observación de los fenómenos políticos contemporáneos revela un .. por ésta: "gobierno e pue 1 eternización de las élites
bl o , · ti dos asegura ª 1
hecho evidente: en los países que han alcanzado cierto grado de ci- blo". Un régimen ~in.par i dinero o función: para penetrar en a
1 Du Contrat Social, libro Ill, cap. IV. dirigentes, por nacimiento,
CONCLUSIÓN
LOS SISTEMAS DE P AJlTIDOS
. refonarla. Los partidos totalitarios y
oligarquía gobernante, un hombre del pueblo debe realizar un es- zón de los parudos, más que d todavía excepcionales en el
cerrados, con car áe er
t de Bun son ·6
d , h cía ellos esta evoluo n ~pen
as
fuerzo considerable; para salir de su primera condición, debe, al . 1 1 . ón con uce a ' . 1
mismo tiempo, seguir la cuerda a la educación burguesa y perder mundo: sr a evo uci d detenerla o desviar a.
menzado, y muchos factores pue den estructuras partidistas
el contacto con su clase de origen. Un régimen sin partidos es, ha CO elementos e esas .
necesariamente, un régimen conservador. Corresponde al sufragio Por otra parte, a1 gunos f . ón de los cuadros palitlCOS,
nuevas ase~ran una admirable c~::i~s estrecho y más fiel entre
censitario, en el que traduce un esfuerzo por paralizar el sufra.
gio universal, imponiendo al pueblo dirigentes que no emanan de al mismo uempa que un
las masas populares y sus e
~ft~~ dirigentes: aislados de su c?ntexto,
democrática de los partidos, ~
él: está todavía más lejos de la democracia que el régimen de los
partidos. Históricamente, los partidos nacen cuando las masas po- podrían acrecentar la natur~eza edio de defender la democracia
lugar de destruirla. El verda. ero m e no consiste en amputarla
pulares han comenzado a entrar realmente en la vida política: han
formado el marco necesario que les permite reclutar en sí mismas contra las toxinas que ella misma segr ~~ de "las masas y de selec-
a sus propias élites. Los partidos son siempre más desarrollados de las técnicas modero~ de º1!:~~~~duciria a una forma vacía: a
en la izquierda que en la derecha, porque son siempre más nece- ción de los cuadros ~ru~ia q desviar a éstas para su uso prop~o:
sarios en la izquierda que en la derecha. Suprimirlos sería, para una apariencia ilu~r~a:- s1::t:mentos, capaces quizá de lo me1or
la derecha, un medio admirable de paralizar a la izquierda. Las pro- porque son, en deflmt1va, 1 del viejo Esopo. y rechaz~la.s
testas clásicas contra su ingerencia en la vida política, contra el y de lo peor, como las enf ~era verdad que la democracia ~s
dominio de los militantes sobre los diputados, de los congresos y e uivale a negarse a actuar ", l . . in duda que la democracia
los comités sobre las asambleas, ignoran la evolución capital rea- ¡¿compatible con ellas, esto sr~bc::i~; nuestra época. Todos los
lizada desde hace cincuenta años, que ha acentuado el carácter es incompatible con las. c~n ici~: artesanía y los daños de la ~an
formal de los ministros y los parlamentos. Antes instrumentos ex- discursos sobre los benebo~s de tesanal esté cerrada y que viva-
clusivos de intereses privados, financieros y económicos, unos y industria no impiden que ~ e~n3:erie: todas las añoranzas ~r los
otros se han convertido en instrumentos de los partidos: entre mos en la era de la prod~cc16n individu alistas y descentrahiados,
éstos, los partidos populares ocupan un lugar creciente. Esta trans-
formación constituye un desarrollo de la democracia y no una y los anatema:. co~tra Jos partl:10
partidos de cuadros del siglo ~· de masas actuales, centralizados y
los segundos correspondan a la
disciplinados, no un~1~:x:ie<t:ntemporáneas.
regresión. Desde este ángulo, el partido único traduce por sí mismo
un progreso, si no se le considera en comparación con los sistemas estructura de las socie
pluralistas, sino en el marco de una dictadura, que es el suyo. Una
dictadura de partido único popular, que tiende a crear una nueva
clase dirigente, está más cerca de la democracia que las dictaduras
sin partidos, de tipo personal o militar, que refuerzan a los feuda-
lismos en el poder.

La democracia no está amenazada por el régimen de partidos,


sino por la orientación contemporánea de sus estructuras interio-
res: el peligro no está en la existencia misma de los partidos, sino
en la naturaleza militar, religiosa y totalitaria que revisten a veces.
Quedan todavía por. subrayar dos hechos esenciales a este respec-
to. No todos los partidos han adoptado una organización semejante.
En Inglaterra, en Canadá, en Australia, en la Europa nórdica, sólo
grupos muy pequeños, sin influencia profunda, se apegan a esta ten-
dencia. Lo mismo sucede en los Estados Unidos, donde el desarrollo
de las primarias ha tenido como consecuencia debilitar la arma-
~
1
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