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Resumen
El narcisismo, la fobia social, la depresión y su consecuencia más grave, el suici-
dio, constituyen una variedad de problemas psicopatológicos muy comunes, que
parecen estrec hamente ligados, por lo menos en parte, al devenir socioeconómi-
co de la civilización occidental. Sin pret ender huir de los posibles factores neuro-
biológicos o genéticos in volucrados en su génesis, nos hemos centrado especial-
mente en las formas de r eacción clínico-adaptativas, derivadas de acontecimien-
tos vitales desfavorables, no tanto en cuanto a su incidencia puntual, sino a su
influencia socio-estructural. Esto es, describimos los tres trastornos adaptativos
mencionados como formas existenciales del ser vinculadas a los problemas y
características específicas del nuevo siglo.
Summary
Narcissism, social phobia, depression and the most serious of its consequences,
sucide, constitute a variety of very common psychopathological problems which
seem to be closely connected, at least to a certain extent, to the socio-economic
evolution of western civilization. While not tryng to disregard possible neurobio-
logical or genetic factors involved in their genesis, we have focused specially in
the different forms of clinical-adative reactions derived from negative life expe-
riences, not so much in what relates to their immediate impact as their socio-
structural influence.That is, we describe the three aforementioned adaptive disor-
ders as existential forms of the individual linked to the specific problems and cha-
racteristics of the new century.
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La s c ris is ex ist enc ia l e s d el nu e vo s iglo
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sobresalir, falsificando incluso su propia dos de forma provisional y tan sólo en apa-
historia, si el guión lo exige. Su drama riencia del ambiente familiar. La inmadurez
comienza precisamente ahí, cuando se da y la dependencia irresuelta pasan pronto
cuenta de que no le basta con percibir se él factura. Si el Yo no es más que una heren-
mismo como una persona importante, sino cia con denominación de origen, un mon-
que requiere de forma desgarradora que tón de deudas, una mediocre imitación, un
los demás le vean como él mismo se ima- producto prê orter o, en definitiva, el resul-
gina. Y cuando esto no acontece, hecho que tado de una lectura deformada por la pro-
ocurre con relativa frecuencia, la perentoria pia subjetividad de cada uno; la identidad
necesidad de restañar su herida narcisista del temeroso de ser o fóbico social arriba
y recuperar su autoestima, le conduce a patéticamente a la noción de conformismo.
crueles y retorcidas venganzas, en un torti - Si como decía Freud: la felicidad es la satis -
cero intento de demostrar su omnímodo facción de un deseo prehistórico, la dicha
poder. del que no se atreve a ser él mismo, se
¿Quién puede resistir se a reconocer la san- apaga en la infranqueable contraposición
tidad de una persona abnegada, generosa, entre su deseo y la realidad amenazadora.
humilde y devota, aunque sea interiormen - El temeroso de ser se siente, en efecto,
te mezquina? ¿Quién va a negar el voto a obstaculizado en su despliegue personal
un entusiasta político que promete modes - por una angustia irracional e invencible
tamente subvertir el orden de las cosas y hacia el complejo entramado social. Sin
pr oc eder a un eq uitativo r eparto de la embargo, la sociedad, de acuerdo con el
riqueza, sin despeinarse y sin hacer retóri - sentido común, no debería provocarle tal
ca de los primores del mercado? temor. Él es, empero, racionalmente cons-
La necesidad de ser importante, que tiene, ciente de que su miedo es injustificado,
en principio, como destinatario a sus segui- pero sin que por ello consiga vencerlo. El
dores y después, a cuantos más mejor, encuentro con la situación temida es, por lo
acaba resonando ensordecedoramente en tanto, ciego: el fóbico no afronta realmente
su desasosegado mundo interior y en su la escena que es fuente de angustia tal y
mediocre e inaguantable realidad que se como es, sino que la distorsiona con sinies-
niega a admitir. Si tiene que elegir entre la tras pro yecc io nes pro ce dente s d e s u
verdad y su excelsa quimera se queda inconsciente, creando en torno a ella un
indudablemente con su impostura. mito destructivo, que no es capaz de mirar-
Al final, todos los esfuerzos y amagos del lo frente a frente, y en el momento preciso,
narcisista se van enfriando por entropía cuando intuye cercana su presencia, se
natural, por el cansancio del mismísimo recluye en el efectivo baluarte de la evita-
vi vir y porque las aspiraciones absoluta- ción, que, en definitiva, no es otra cosa que
mente frustradas y no reconocidas dejan negarse a una verificación de la realidad
una flojedad psicológica difícil de superar. para que así sobreviva el enigma.
Al fin y al cabo, el deseoso de notoriedad El miedo a ser se basa siempre en la inse-
es en realidad un ser humano gris y con guridad del sujeto sobre su posible manera
escasos matices, que no se sale de lo de reaccionar. En este punto guarda el fóbi-
común, pero que vi ve en un mundo total- co una estrecha relación con el narcisista,
capitalista, bucanero y salvaje. pues lo que en realidad le paraliza no es la
situ ación tem id a en s í mism a, sino el
• El temor de ser miedo a la inadecuada e inadmisible res-
puesta que podría dar en el caso de verse
No cabe duda de que la vida es difícil y obligado a enfrentar se con el objeto de su
cada vez más exigente. Está, sin duda, llena temor. Encierra pues un miedo ir reductible
de injusticias y sinsabores. Ante unas y al ridículo y al subsiguiente sentimiento de
otras, el ánimo, frecuentemente, se encani- humillación. Dicho de otra manera, el fóbi-
ja y vacila. co no puede permitir se el lujo de que se
La salvaje competencia, amparada en la ponga en evidencia su posible inferioridad.
racionalidad económica del sistema capita- El fóbico es un narcisista que no se atreve
lista, toma con la globalización proporcio - a serlo.
nes inquietantes, y quiebra con relativa Así pues, el temeroso de ser él mismo es
facilidad a los seres humanos independiza - un ansioso con una intensa preocupación
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acerca del control racional e inteligente con nes, el temblor, la sudoración y una ino-
el que cree que debe afrontar las situacio- portuna sequedad de boca acuden a la cita
nes que le horrorizan y que podrían poner con puntualidad inglesa y atenazan impla-
en entredicho su dignidad y su capacidad cablemen te su discurso ante la m ir ada
de control emocional. En el fondo, lo que escrutadora del público.
teme es el resultado catastrófico de una La valoración que hace de sí mismo es baja
liberación imprevista e inadmisible de sus y tiende, por ello, a considerar a los demás
deseos inconscientes. El fóbico es pues como críticos despiadados, por lo que opta
necesariamente un reprimido, además de por el laconismo en cuanto intuye la pre -
ser un inseguro. sencia de un semejante. Odia a los demás,
El temor de ser uno mismo nace de la ine- pues problematizan más aún su vida, que
luctable tendencia a encerrar los deseos ya de por sí es una angustiosa incógnita.
más recónditos en una razón entendida S e siente incómodo ante las figuras de
c om o rep re sió n, o rde n, n ormalida d y autoridad. No es extraño pues que adopte
moral. La fobia social es, en este sentido, frente a ellas una actitud sumisa e incluso
una negación del derecho de desear. El suplicante.
fó bico ap arta de su c onsc ie ncia to dos Nunca se atreve a negar se a nada ni pro-
aquellos afectos, emociones e instintos ina - testa si cree ser víctima de un engaño. Es
ceptables, e intenta abolirlos con tal rigidez un artista de la resignación, un especialista
que quedan cautivos en el inconsciente, en la aquiescencia y un mártir sin causa.
pero con tal fuerza per turbadora que pare- Ejerce sus derechos ciudadanos con timi-
cen una olla a presión a punto de estallar. dez, de puntillas y sin hacer ruido, pidiendo
El control de los deseos a los que ha neg a- perdón por el atrevimiento.
do el derecho de existencia es difícil, hasta Es más espectador que actor de su propia
el punto de que éstos pugnan constante - biografía. Dubitativo ante las exigencias
mente por emerger y arrastrarle hacia con- cada vez mayores de la vida social y labo-
ductas que teme sean repudiadas por su ral, se muestra huidizo de los compromisos
entorno, y en particular por las personas de y responsabilidades.
autoridad. Inseguro y dependiente, el temeroso de ser
El deseo, que la represión ha separado de exterioriza una queja permanente en forma
su representación simbólica por miedo al de cansancio crónico, ansiedad y temor a la
repudio, queda libre en forma de angustia, soledad, nacida de un agrietamiento de su
la cual es elaborada y ligada a numerosas frágil estructura psicológica; derivada, a su
s itu aciones sociales . Ad emás , el fób ico vez, de la frustración producida por su
tiene interiorizado un orden moral tan rígi- insignificancia existencial, que choca fron -
do, per secutorio y destructivo, que necesi- talmente con un mundo extremadamente
ta reproyectarlo y ubicarlo fuera, donde lo complejo.
percibe amenazador, formándose median- Prefiere hablar por teléfono o expresarse
te este complejo mecanismo las situacio- por escrito que enfrentar se a la hostil mira-
nes temidas, que incluyen tanto el deseo da del otro. Alérgico a la burocracia, detes -
como su recusación. Quedan así estrangu- ta ir a las ventanillas de la administración
ladas sus posibilidades de un desenvolvi- pública, sobre todo si va con la razón, pues
miento social satisfactorio. teme no saber defender sus intereses y
El fóbico se siente sofocado en sus iniciati- quedar además como un imbécil.
vas y empobrecido en sus posibilidades Vive las relaciones interper sonales como
personales. Evita mirar cara a cara, pues su c on flicto s in evitab les q ue pr ovo can la
escasa seguridad queda en evidencia. No necesidad de protegerse de ellas. De ahí, la
le gusta que le observen mientras desar ro- urgencia de enviar su cuerpo adecuada-
lla una actividad que no domina, ni ser mente vestido a luchar contra los elemen-
objeto de críticas ni de comentarios chisto- tos, mientras su propio Yo queda en casa
sos. Se retrae, se refugia en un mundo ima- bien arropado.
ginario, no atiende a las solicitudes de los Está de tal modo habituado a temer el ridí -
demás y parece ensimismado. culo, la crítica o la desaprobación, que su
Hablar en público tiene para él connotacio- mirada, su voz y sus gestos, contra su
nes apocalípticas, supone un apunte dra - voluntad , expr esan u n miedo irracional
mático, urgente y dantesco. Las palpitacio- ante la proximidad de cualquier potencial
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L as c ris is e x ist e nc ial es d e l nu evo s ig lo
adversario. Es una de esas patéticas per so- ritmo desenfrenado propio del crecimiento
nas cuyo principal problema consiste en material y tecnológico. Llega un momento
protegerse de los demás. Es rígido, caute- en el que la marea humana, impregnada de
loso, silencioso si es necesario, receloso olor a fatiga social, se ve desbordada y, tras
siempre e incapaz de mostrarse natural y una titánica lucha por mantener se de pie en
confiado. Ante el prójimo su escasa espon- su frágil peana freudiana, repleta de com-
taneidad se pierde y su despreocupación plejos, termina por claudicar. Su mundo se
termina. convierte en un pequeño rincón sin luces.
Parece resignado con el espacio logrado. Su horizonte se pliega y se centra sobre un
No siente demasiada curiosidad por lo que punto único y trágico: la muerte.
rebasa la línea de su horizonte, pues teme El mundo occidental acostumbra a utilizar
a lo que puede haber más allá. Insiste una las fiestas, los banquetes, los regalos, las
y otra vez en lo conocido, en un inamovible vacaciones, los homenajes, los premios,
recorrido dentro del repertorio de lo con - los juegos, las bromas, el humor e incluso
suetudinario. Sus iniciativas se reducen a el sexo, para reactivar y mantener el clima
la consumación de recorridos harto repeti - eufórico que la sociedad considera acepta-
dos y familiares, en un marco social atesta - ble. Sin embargo, el estable bienestar, que
do de temores injustificados, del cual sólo lógicamente se deriva de un empleo esta-
emerge hacia destinos estrictamente pre- ble y de una justa distribución de la rique-
vistos. Y si traspasa este umbral, no lo hace za, se excluye paradójicamente como esti-
sin la presencia de su acompañante habi- mulo apropiado para producir alegría. Los
tual-objeto contrafóbico-, con quien man - ricos, en consecuencia, son cada vez más
tiene una estrecha relación dependiente, ricos y los pobres cada vez más numero-
inmadura y cargada de agresi vidad, que sos. Y para qué nos vamos a engañar, los
incluso puede llegar a ser sádica. pobres de solemnidad, no están para sara-
Como todo solitario tiene una gran voca- os y cuchipandas, pues la miseria no se fes-
ción de masas, vive y sobrevive rodeado teja.
de gente, aunque sea imaginaria. Hace las Cuando el desmoronamiento personal es
cosas para que lo quieran los demás, y vivido como un hecho lógico y comprensi-
también para que le odien un poco, que el ble, como ocurre ante un desengaño amo-
odio bien llevado acompaña mucho. roso, el sujeto es consciente de que puede
En fin, en esta sociedad darwiniana, en la salir de su estado de crisis; pero cuando la
que hasta para comprar el pan se necesita depresión viene marcada por la soledad,
una anfetamina, lo que se lleva es tempe - la s des gr acias, la s enfer med ades, el
ramento, mucho temperamento, una cosa desempleo o el trabajo eventual, las inhu-
que ya inventaron los románticos. manas condiciones de trabajo o la insopor-
table turnicidad laboral; cuando el futuro
• La renuncia a ser está desprovisto de perspecti vas, la fractu-
ra vital asume características estables. Si
El opulento mundo desarrollado vestido de en un principio, la crisis se atribuye a las
volantes de billetes y adornado con abalo - miserables condiciones de vida, pasado un
rios de monedas, vive inmerso en una tiempo, el deprimido llega a convencer se
danza de flujos financieros y de capitales, de que es, en realidad, un perdedor, un fra-
en un baile de oro y piedras preciosas, en casado que no ha sabido luchar con el sufi-
un frívolo ritual de dinero. Por mor de la ciente coraje, y se encierra en una clausura
riqueza se vive en un permanente conflicto, autopunitiva.
enfrentados unos contra otros. Todos con- A partir de este momento, la vida se con-
tra todos. De esta forma, el estrés produci- vierte para él en un abismo de dolor, el
do por la feroz competencia ha alcanzado tiempo se detiene y eterniza; la idea de
una magnitud de tales proporciones que tener que soportar un día más le asusta: no
no es extraño que haga estallar a un núme - consigue imaginarse cómo conseguirá lle-
ro cada vez mayor de per sonas. Son los nar unas pocas horas que se le antojan
mártires del andamiaje capitalista, los que vacías, inútiles y desprovistas de sentido.
ignoran dónde está Wall Street. Las aturdi - El desazonado y pequeño hombrecillo que,
das calles de las ciudades están llenas de lejos de aspirar a una vida regalada, sor-
hombres y mujeres incapaces de seguir el prendente y atractiva, tan sólo buscaba un
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