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Existen muchas tecnologías para reducir el uso de energía: calderas más

eficientes, iluminación LED, energías renovables, doble acristalamiento,


aislamiento de edificios, el coche eléctrico… ¿Cuál de ellas son más
efectivas y baratas para reducir la demanda energética? Un estudio de
Economics for Energy, evalúa de forma rigurosa el potencial de ahorro de
energía en España con cambios tecnológicos.

Se suele decir que ahorrar energía no depende de una gran medida sino de
muchas distintas aplicadas a la vez. Sin embargo, el estudio de este centro de
investigación privado incide en que sumar el potencial de ahorro de sistemas
más eficientes por separado lleva a menudo a sobreestimar la reducción del
gasto que se va a conseguir, pues no se tienen en cuenta que algunos de ellos
se solapan. Un ejemplo: Si se mejora el aislamiento de una vivienda se va a
reducir mucho el consumo en calefacción, pero si se coloca a la vez una
caldera ultraeficiente, entonces el potencial de ahorro del aislamiento va a ser
mucho menor. ¿Merece la pena invertir en el aislamiento y la caldera a la vez o
resulta más interesante optar por una de las dos medidas?

El estudio de Economics for Energy, realizado con la colaboración de


Bloomberg New Energy Finance, evalúa cuánto se podría ahorrar en España
con cambios tecnológicos y cuáles serían los costes, a partir de distintos
escenarios. Para ello, utiliza curvas de costes marginales que permiten
visualizar cuál es el coste adicional de reducir una unidad más de energía, o
qué medidas son las que permiten reducir más con el menor coste.

El primer escenario es el tendencial: lo que se espera que ocurra si


simplemente se cumplen las políticas de ahorro ya implantadas o previstas. En
este caso, el estudio calcula que la demanda energética en 2030 sería un
2% inferior a la de 2010. No parece mucho, y esto es porque el mayor
aumento de la eficiencia es anulada por incrementos en el consumo en
sectores como el transporte, la edificación… En realidad, los investigadores
calculan que se estaría consumiendo un 26% menos que si no se aplicasen las
nuevas tecnologías más eficientes.

Los mayores avances en este escenario vendrían por el aumento de la


penetración de las energías renovables (que ayudan a reducir el consumo de
energía primaria(1)), muy en especial la eólica, además de la mejora en
eficiencia en el transporte y la sustitución de sistemas de climatización de
edificios por bombas de calor o calderas de gas eficientes. En lo que
respecta a los automóviles, el mayor ahorro vendría por los vehículos
híbridos (sobre todo, los no enchufables). Además, también tendría una
especial incidencia en la reducción de la demanda energética el tren de
pasajeros eficiente o el camión diesel Euro V. En el caso de la iluminación,
el mayor ahorro vendría por el uso de bombillas de bajo consumo (más que
con las LED).

Como recalca Pedro Linares, uno de los directores de Economics for Energy,
y colaborador de este blog, el estudio pone en duda el interés de aplicar
algunas medidas, como la bomba de calor geotérmica o el aislamiento de
viviendas (por su elevado coste) o algunos electrodomésticos eficientes
(por la pequeña reducción conseguida).

En el segundo escenario, los investigadores se preguntan: ¿Qué pasaría si se


asume una mayor progresión de las tecnologías eficientes con un
descenso de sus costes? Por lo general, se espera que las mejoras
técnicas, por un lado, y el encarecimiento de los combustibles fósiles, por otro,
vayan haciendo cada más competitivas estas alternativas eficiencias por la
propia inercia del mercado. Sin embargo, en el trabajo de Economics for
Energy se considera que, al igual que se avanza en estas tecnologías,
también ocurriría lo mismo en la extracción del gas natural, lo que reduce
entonces el ahorro económico que se puede conseguir con las medidas de
eficiencia. Está claro que los precios de la energía tendrán una enorme
influencia en el consumo energético. Por ello, los investigadores reiteran la
importancia de que cada tipo de energía integre todos sus costes (no solo los
económicos, sino también los ambientales y sociales): “para dar la señal
correcta al ahorro energético”.

En este caso, los investigadores estiman que en 2030 habría descendido la


demanda energética un 14% con respecto a 2010. Esto es más que en el
escenario tendencial, pero menos de lo que se podría esperar, ya que se deja
actuar solo al mercado y no se produce un esfuerzo político. En este
escenario, las medidas más efectivas serían la iluminación LED, los coches
eléctricos, las tecnologías solares. Con el aislamiento de viviendas se podría
conseguir también un enorme ahorro, pero a un coste muchísimo más alto, al
igual que ocurre con la bomba de calor geotérmica o el doble acristalamiento.

¿Qué ocurriría ahora si en lugar de reducirse los costes de las tecnologías


eficientes lo que hay es un fuerte compromiso político para obligar a
aplicarlas? Siempre según los resultados de este estudio, este sería el
escenario en el que se conseguirían mayores ahorros: La estimación es que en
2030 se lograría reducir la demanda un 19% respecto al año 2010. En
comparación con el escenario tendencial, aquí se considera que la sustitución
de sistemas de climatización en edificios está ya parcialmente agotada y las
medidas más interesantes a promover serían un incremento aún mayor de la
eólica, el aumento de vehículos eléctricos e híbridos o el cambio al tren del
transporte de mercancías. También destaca el potencial de los calentadores
de agua solares o, a una escala menor, el uso de neumáticos de baja
resistencia.

Aunque en este tercer escenario no se contempla una reducción del coste


de las tecnologías eficientes, paradójicamente, saldría más barato que el
anterior en que sí bajan los costes: 17.700 millones de euros, frente a
19.000 millones de euros. Y esto, consiguiendo una reducción de la
demanda un 30% superior. Esto se debe a que los costes de la energía en
este escenario son mayores, y por tanto también los ahorros. “Una cuestión
interesante es qué pasaría si se combinan estos dos escenarios, el de la
reducción de los costes y el compromiso político”, incide Linares,
“estimamos que entonces no se ahorraría más energía, pero sí que saldría
más barato”.
Si se quiere ahorrar más, hace falta algo más que tecnología. Este estudio
se limita a los cambios “tecnológicos” y no contempla los cambios de
hábitos: Calcula el ahorro que se consigue al cambiar el coche de gasolina
por uno híbrido o eléctrico, pero no el de conducir de forma más eficiente o el
de animarse un buen día a subirse a una bicicleta para ir a trabajar. No
incluye estas medidas porque es complicado medir su potencial de ahorro de
forma rigurosa. Ahora bien, además de baratas, pueden resultar efectivas.
Según los investigadores, esto significa que los ahorros pueden ser mayores
de los estimados, si se aplican otras medidas de concienciación o incluso
políticas de precios que penalicen a los más ineficientes.

Una de las conclusiones más llamativas del estudio es que, sea cual sea el
escenario, más del 40% del potencial de ahorro se puede conseguir con
costes negativos y más del 60% con un coste inferior a 50 €/MWh, lo que es
menos del coste considerado para casi todos los combustibles en 2030.
Parece evidente que ser más eficiente y gastar menos energía resulta
rentable; lo que hace surgir una pregunta ya planteada en el blog: ¿Por qué no
se aplican entonces estas medidas de forma espontánea, sin necesidad de
políticas de apoyo?

Los investigadores llaman a esto la “paradoja de la eficiencia”. Como inciden,


el que haya muchas medidas con costes negativos confirma la existencia de
numerosas barreras no económicas para aplicarlas. “Esto hace que las
subvenciones generalistas a la inversión, bastante habituales en la práctica, no
sean especialmente adecuadas porque simplemente mejoran la rentabilidad
económica (ya satisfecha de por sí en muchas de las medidas)”, destaca el
trabajo. “Otras políticas pueden ser más exitosas para este cometido, como los
estándares (idealmente, los más flexibles posible), los acuerdos voluntarios, la
simplificación de procesos administrativos o el uso de ayudas directas bien
focalizadas”.

El desarrollo de 'apps' y sistemas inteligentes facilitan también reducir el gasto


doméstico controlando el consumo

Las nuevas tecnologías facilitan reducir el consumo y la factura..

La automatización de sistemas como la iluminación o la calefacción controlada


desde el propio 'smartphone' es una de las tendencias del momento y que más
puede favorecer al ahorro energético. Una de las opciones que tenemos a
nuestra disposición actualmente es la instalación de dispositivos que permiten
controlar el consumo. Se conocen como monitores de consumo y pueden llegar
a ahorrar hasta un 18 % en tu factura de la luz.
Medidores de consumo

Podemos usar por ejemplo medidores de consumo total que nos informan de
cuánta energía utilizamos en toda la casa en cada momento. Además, nos
permiten mantener un seguimiento de ese consumo por meses, semanas, días,
etc. La información se descarga en el ordenador en forma de tablas de datos y
en gráficos. Conociendo el consumo de cada electrodoméstico podemos atajar
mejor los problemas que tenemos con nuestras facturas, tomar medidas para
reducir el consumo de energía e incluso saber si es necesario cambiar algún
electrodoméstico por otro más eficiente.

Termostatos inteligentes

Otra forma de ahorrar es instalar un termostato inteligente. Tienen en cuenta


las características de tu hogar así como tus hábitos de consumo y otorgan al
usuario capacidad de controlar la temperatura de su hogar desde una simple
aplicación móvil. Los aparatos calientan la vivienda a la temperatura
previamente indicada y se encarga de bajar la temperatura cuando te vas de
casa, así que la eficiencia energética y el ahorro de costes están garantizados.

Por supuesto, también podemos echar mano de las aplicaciones móviles para
optimizar el consumo de energía. Aquí proponemos tres cuyo funcionamiento
es muy sencillo y que ofrecen datos muy visuales.

Boltio: El usuario puede conocer cuál es mejor momento para realizar ciertos
consumos, así como cuál es el precio de la luz en tiempo real y pone a
disposición del usuario un listado del consumo de los electrodomésticos más
habituales en función de la hora que seleccionemos. Esta aplicación es gratuita
y nos puede resultar muy útil.

Luz+Precio: Esta aplicación nos aconseja e informa sobre el coste de la


electricidad en cada franja horaria, para que nos organicemos y pongamos la
colada, por ejemplo, cuando resulte más económico, permitiéndonos incluso
establecer alarmas. Además, a través del historial de precios, también nos dice
cuál será el importe aproximado de la factura que nos llegará.

Esta aplicación muestra toda la información de una forma muy visible para el
usuario y realmente puede ser de gran ayuda para planificar el consumo diario
y ahorrar en la factura. Es gratuita y está disponible para usuarios Android.

Precio de la luz: También es una aplicación muy visual que aporta información
en tiempo real del coste de la luz. La aplicación avisa al usuario a través de
notificaciones de los momentos del día en el que la luz tiene un menor precio,
para que así este puede aprovechar para poner el lavavajillas o hacer la
colada. Aquí es donde se produce el ahorro. Esta es una buena forma de
controlar el gasto energético y por lo tanto la factura de la luz.

Sin duda son muchas las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías al hogar.
En la actualidad, son muchas las multinacionales del sector de las TIC que
trabajan para integrarse en nuestras casas y proporcionar ahorros en el
consumo eléctrico.

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