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MENSAJE DEL MAESTRO DJWHAL KHUL

EL CAMINO DE LA VIDA

Maravillado de la invitación…
Cuando vuelves a sentir un cuerpo humano recuerdas que hay cosas muy fascinantes
de la existencia de aquellos que se quejan de estar ahí y es que siempre cuando uno
es humano, considera que hay muchas cosas del otro lado que todos describen pero
que nadie comprende que son buenas. Y es ahí cuando yo también pensaba: ¿y qué
hay del otro lado? seguro será el túnel, seguro será un jardín, quizá es verdad que
existe un río, o quizá de verdad caminas entre las nubes, o quizás pueda ser que exista
mucho calor si es que tengo que ir abajo. ¿Será abajo?, ¿será arriba?… Cuando de
pronto haces cosas malas consideras que es cierto que tendrás que ir a un lugar con
demasiado calor y que entonces no te sentirás feliz y te arrepentirás de las cosas que
hiciste y entonces, algunos piensan que no, que si eres bueno irás arriba. Hacia arriba
o hacia abajo, ¡que complejo!
Muchas veces, no se valora la situación y entonces ¿cómo entenderlo? De verdad
aquello que sigue después de…, ¿es algo que se entiende como arriba y abajo?, ¿se
encuadra en una filosofía?, ¿es más abierto?, ¿de verdad existe algo o sólo es una
esfera?, ¿sólo eres una esfera de energía o eres algo más?, ¿o partes de un Todo y
vuelves al Todo o no vuelves a nada?; bien, es todo aquello que resulta después de…
Pero ¿cómo saberlo si ahora soy humano? seguro debo de recordarlo si vengo de ahí,
pero ¿cómo entenderlo en mi mente?
Es muy sencillo… de pronto estando ahí, caminando, caminando, caminando con
aquel gran ser, el Maestro, ese que decía que las cosas eran más simples de lo que
parecían; pero que debían de valorarse como si fueran las más complejas. Eso no se
entendía al principio; pero ¿cómo saberlo?. Bien, Él lo decía así: las cosas más
simples deben de valorarse, son las más sencillas, pero también deben entenderse
como si fueran las más complejas.
Era muy difícil, pero Él me decía:
– Tienes que tener una gran misión…
– ¿y cómo era una gran misión?
– Entender que hay del otro lado.
– Pero, como entender que hay del otro lado, ¿quieres que muera y regrese?, entonces
¿quieres que sea el portavoz de aquello que dices que es tan maravilloso?
Y Él decía:
– No; tienes que ir del otro lado, a la verdadera existencia.
– por eso, ¿quieres que muera y regrese? entonces podré escribir libros y decir: es el
primer humano que ha vuelto. Pero puedes darme algo para que pueda grabar las
imágenes para que vean que es real y que no sólo es una situación de que quiero que
me reconozcan.
Y decía Él:
– Estás pensando mucho como humano, sigues pensando en que necesitas que ellos
te crean para que de verdad vean que “ya fuiste”.
– ¿estás hablando de que iré al más allá, al paraíso?
– No, quiero que vayas más allá de lo que conoces.
– ¿Quieres que muera y vuelva?
Y decía:
– Bien, tienes todas las características de un humano, preguntas demasiado y
entiendes poco.
– ¿me estás diciendo que gozo de poca sabiduría?
– No, gozas de sabiduría, pero te falta inteligencia.
– es lo mismo.
– No, gozas de sabiduría, pero te falta inteligencia. Tienes que ir más allá; pero fijarte
en los detalles.
– ¿cómo fijarme en los detalles?
– Será muy simple… para llegar y para encontrar. Las situaciones van a ser mucho
más sencillas pero complejas.
– ¿sencillas y complejas? Seguro estás bromeando.
Y es que era más fácil de lo que uno imaginaba, pero tenía que valorarse como si
fuera lo más complejo. Y es que eso es la vida y lo entenderé.
Trataré de explicarlo a aquellos seres que gozan de sabiduría, pero les falta
inteligencia…
y bien, me dijo que tenía que ir del otro lado, ¿del otro lado? bien, Él me dijo que
sólo tenía que ir del otro lado de un monte.
– ¿de un monte?
– Sí, de un monte. Ahí te encontrarás a un amigo, un amigo que también después
charlará contigo.
– ¿un amigo que después charlará conmigo?
– Sí, él es del monte.
Y yo dije: bien, entonces hay que llegar al monte. Había que llegar al monte en donde
él iba a estar.
– Él también es un gran maestro, me dijo, y él te va a enseñar; pero el todavía no ha
llegado al monte.
– ¿quieres que llegue al monte donde él no ha llegado, a esperarlo a ver cuándo va a
llegar?
– Sí, eso quiero que hagas…
Decidí ir al monte a esperar a alguien que no sabía quién era; que era un gran maestro,
pero no sabía cuándo iba a llegar; ¡podía pasar toda una eternidad de vida esperando
ahí!.
Entonces decidí ir, decidí ir al monte. ¿con que me crucé?
Con grandes cosas, pero muchas no me agradaban…
Para empezar, inicié con un gran sol, el sol estaba ahí, me agradaba, pero no tanto,
no tanto porque quemaba y lo que yo tenía no era lo suficientemente fresco como
para seguir caminando.
Y de pronto, ¿qué pasó? ¡Mi calzado se ha roto! ¿y ahora qué hago? entonces vi un
pequeño listón ahí, quizás era de alguien, quizás era de aquellos que transportan agua
con los animales. Lo utilicé, no se veía muy bien, pero al menos podía seguir
caminando…
Y seguía aquel calor, pero no sólo fue suficiente eso, de pronto empezó algo terrible,
¡empezó a llover! entonces se mojó todo, pensé que otra vez se iba a romper el
calzado, ¡nada más podría pasar!.
¡Sí! algo podía pasar… ¡se rompió el cántaro donde llevaba agua! ¿Algo más podía
pasar?, sí algo pasó, alguien llegó, se cruzó en mi camino, era un señor que
transportaba agua, la transportaba con aquello que me había encontrado: un pequeño
listón. Transportaba agua con un animal, un animal lento y él también era lento, ya
era grande y entonces se complementaban para caminar a la par.
Le dije que, si podía regalarme un poco de agua y me dijo que sí, y me dijo que si yo
era el sabio del camino. ¿El sabio del camino? ¿Acaso hay un sabio del camino?.
– Sí, este camino se llama “el camino de la sabiduría”,
– ¿Y a donde lleva? ¿Te lleva al más allá?
– No, no te lleva al más allá, te lleva más allá del más allá.
– Es decir, que ¿aquel que atraviesa esto, muere?
-No, no es eso, simplemente… ¿necesitas agua verdad?
Sí, y me dio otro cántaro con agua. Le dije que si necesitaba algo y lo único que me
dijo fue: Disfruta la travesía.
Seguro era lo que recogió de algún lugar y por eso me lo regaló… en fin.
Seguí caminando y de pronto vi algo que en cierto modo alegró mi vista, eran unas
flores, unas flores abandonadas, eran recién cortadas porque se veían frescas, estaban
sobre una manta. Supongo que alguien las llevaría a algún lugar, pero no vi a nadie.
Pensé en llevarlas, pero era tanto como robarlas, aunque si eran flores, eran de la
naturaleza, así que para no llevarme todo ya que la manta no era mía, solo tomé dos.
Alguien de pronto dijo: ¡no tomes mis flores!
– No las tomaba, las olía. Claro que no pensaba llevármelas, me parece una falta total
de respeto para aquellos que somos sabios en este camino de sabiduría.
– ¿Acaso tú eres un sabio? Me dijo una mujer un tanto grande, una mujer grande que
le decían que era sabía.
Ella me dijo: dicen que yo soy sabia.
Pensé que quizás se le había olvidado quién era, porque ya no sabía decir nada más
que eso, y me dijo: son para ti si es que las quieres, no necesitas llevártelas en una
situación penosa o vergonzosa para ti.
– ¡No me las pensaba llevar!, también puedo cortarlas.
– No, no las cortarías tú, porque tienes que llegar al camino ¿cierto?
– Ya estoy en el camino, ¿no?
– No, tienes que llegar al camino, tienes que llegar “más allá del más allá”.
Pensé: aquí todos tienen un problema o todos son adivinos, porque todos saben lo
que uno busca.
Y me dijo, ¿estás pensando por qué lo sabemos verdad?
Quizás ni siquiera son reales, pensé. Puede ser que vengan del más allá y entonces
se están burlando porque yo nunca voy a llegar ahí, porque sigo vivo.
Y le dije sigilosamente me tengo que ir; las flores están bellas, pero no puedo
cargarlas en este momento y me dijo: está bien en algún momento las valorarás.
En ese momento ya no tenía sed así que dejé la vasija, el cántaro con agua; aunque
era bello, debí haberlo llevado, pero no, pesaba bastante y me sentía agotado, así que
lo dejé. Terminó de llover ya solo eran pequeñas gotas, pero volvió a salir el sol.
¡Otra vez volvió a salir el sol! ya había secado mi ropa, pero ¡seguía quemando!.
Seguí caminando y caminando y vi que el listón funcionaba y seguí caminando…
algo pasó y de tanto caminar sin querer pisé con el otro pie el listón y me caí, me caí
en una piedra, una piedra que cuando la vi en el piso parecía fascinante, la quise
levantar y vi que tenía algo abajo, ¿que tenía? no era una piedra común era una piedra
con cuarzo, dije ¡es maravillosa! ¡ay, pero pesa mucho! tendré que dejarla… pero
traigo una pequeña bolsa para cargar, podría llevarla, pero quizás pese, mejor no.
Entonces seguí valorando y quejándome de aquel listón que tenía en mi pie, me
ayudaba con mi calzado, pero no era lo suficientemente atractivo visualmente así que
no me agradaba y prefería no ver hacia el suelo. Y seguí caminando y vi un árbol con
un tronco fascinante y tenía ahí algo, alguien ociosamente había hecho algo, con un
objeto que podía cortar había dejado un símbolo en el árbol. Traté de averiguar que
decía, pero era un símbolo desconocido, quise grabarlo en mi mente, pero estaba muy
molesto, por aquel calor, así que decidí seguir caminando y entonces, terminé el
monte.
Terminé el monte y había una mesa, una mesa un poco vieja con dos sillas. Dije:
seguro va a llegar aquel que dicen que es un gran maestro y seguro va a llegar tarde
y ni siquiera encuentra esto pues si a mi me costó trabajo, él como va a llegar. Y bien,
me senté a esperar, se hizo de noche y dije: seguro ya no llegó; cuando de pronto se
escucharon unos pasos, unos pasos fuertes, unos pasos importantes y entonces me
quedé sentado ahí, esperando a que llegara un ser, las situaciones concretas estaban
listas para mi… ¡oh que sabiduría!
Pensé que era ese ser, pero no, no lo era; era de nuevo aquel Maestro y me dijo:
llegaste, pero no llegaste bien.
– ya llegué, lo estoy esperando.
– No, no entendiste ese camino de sabiduría.
– bien, ya llegué aquí y si vieras todo lo que pasó, tuve que….
– Sí, lo sé.
El Gran Maestro me dijo que lo sabía, y me dijo: pero no entendiste nada, tendrás
que regresar igual y valorarás las situaciones y entonces habrás querido tomar todo
en cuenta y volver a estar aquí, pero no lo harás y tendrás que quedarte allá.
– ¿esto es el más allá?
– No, esto es “más allá del más allá”, pero no lo valoraste.
– ¿cómo? Si ya estoy aquí.
– No,
El gran Maestro me dijo algo:
– Para llegar al “más allá del más allá”, no solo debes llegar como si nada
aconteciera, no valoraste los pequeños detalles, únicamente pasaste de largo,
incluso renegaste de las cosas que se te estaban presentando en la vida para que
pudieras apoyarte. Al final de todo te quejabas, las pequeñas cosas que pasaban
no te gustaban, por eso no estás listo para llegar al “más allá del más allá”.
Y es que el “más allá del más allá” no es eso que tu entiendes como un mundo
maravilloso, sino es hacer tu mundo maravilloso.
Y entonces yo no entendía qué es lo que quería decir, si no me había pasado nada
maravilloso en esa trayectoria, me habían pasado tantas desgracias que ya estaba
bastante molesto y entonces me dijo:
– Debes de valorarlo, te voy a decir cada una de las cosas que dejaste pasar.
Y me dije: ya va a empezar con filosofías grandes, que no es cierto, lo que no quiere
es que conozca eso, porque no quiere que sea famoso como humano llegando al más
allá….
Y me dijo: Escuché a esa mente que tanto hace ruido pero que no dice nada en
concreto. Eres sabio, pero te falta inteligencia.
Te diré los detalles, dijo el Gran Maestro:
Iniciaste una travesía no esperando encontrarte a ti, esperando encontrar algo, quiere
decir que no entiendes bien el concepto de la vida, no es aquello que consigues sino
aquello que haces por ti.
– ¡buen punto ¡pensé y dijo:
Hay cosas que no valoraste, se rompió tu calzado y dijiste, “que va a pasar con eso,
ya no podré continuar” pero alguien, algún humano, alguien dejó un listón ahí, justo
para ti. La vida te pone cosas que son justas para ti y que tú debes de valorar,
solo es cuestión de verlas. No se le pierden a nadie, es una contribución al mundo,
algo que alguien ya no necesitaba, alguien más lo iba a necesitar y por eso apareció
en tu camino. Y en lugar de valorarlo como que era de algún otro sabio, dijiste: “bien,
al menos está esto y era de algún animal”. Nunca valoraste que era producto del
trabajo de aquel ser que transportaba agua. Tiempo después te lo encontraste y no
valoraste quien era ese ser.
Quiero decirte que ese ser estaba representado como un Dios, como un Magno, algo
como yo, quiero decirte que ese ser te estaba diciendo que aun cuando estás cansado
te da la palmada para que sigas adelante. Tú estabas sediento y él te representó en
agua lo que tu necesitabas; tu no lo valoraste, incluso dijiste: “que necesitas a
cambio”. Él te dijo que ese era el camino de la sabiduría que te llevaría al “más allá
del más allá” y aun así no lo valoraste; pudiste haberle preguntado más cosas, pero
te concretaste en el agua, únicamente viste tu situación muy humana, tu sed; pero no
viste la profundidad de su sabiduría. Él no solo aparecía en tu camino para darte agua
sino para darte una lección, que cuando incluso te sientes abandonado, la vida, las
circunstancias y el Magno, te ponen las situaciones óptimas para que tú puedas
continuar, aun así, no lo valoraste.
Seguiste, te diste cuenta que había flores y ni siquiera te diste el tiempo para poder
apreciarlas, porque dijiste solo: “alguien las acaba de cortar y son frescas”; pero
acaso te pusiste a pensar quien puede haber sido ese alguien y por qué las estaba
cortando.
– bien Maestro, yo no tenía tiempo de pensar tantas cosas…
– No, no es el punto. El punto es este… Alguien las cortó, la naturaleza, ella estaba
representada en la naturaleza, ella era como la Madre Naturaleza. Claro que ella las
cortó, no necesitaba cortarlas para ti, únicamente las cortó y las puso ahí para que tú
las vieras, porque si no, tu ni siquiera volteas a ver la maravilla de la naturaleza; te
concretas a ver las cosas que ya sufrieron una modificación. Por qué no acaso viste
las flores que estuvieron todo el tiempo a tu alrededor y te fijaste hasta el momento
que alguien las cortó. ¿Te preguntaste por qué las había cortado?
– no, supongo que las iba a ocupar para un adorno…
– No, no era para qué las iba a ocupar, sino toda la magia que surgió con eso.
Necesitaste de una gran modificación de la naturaleza para que te dieras cuenta y es
que valoras lo procesado, pero no valoras lo natural.
– ¿lo procesado?
– Sí, valoras aquello que te muestran como algo importante pero no te das cuenta que
lo importante está ahí todo el tiempo, en cada momento. Pudiste haberte llevado parte
de las flores.
– Pero eso era robarlas…
– No, ella te las ofreció después, dijo que podías llevártelas y aun así no las quisiste.
¿Y sabes por qué no las quisiste? Porque sabes que siempre están ahí y aun así no las
valoras, no las valoras cuando las puedes ver. Las valoraste hasta que ya estaban
fuera y cuando te las obsequió dijiste, no. ¿Sabes por qué no las llevas? Porque sabes
que en cualquier momento podrás tener una igual.
– Entonces no valoras aquellos pequeños detalles de la vida que surgen y de pronto,
renegaste de la caída. No te diste cuenta que te ayudó a ver que también había algo
importante que de no haber caído no hubieras visto. Te diste cuenta que ahí en lo
más bajo de tu travesía hay cosas importantes que tu distracción por tantas preguntas
no te permite ver y sobre todo algo de lo que todo el tiempo renegaste: el sol.
– El sol te estaba iluminando, claro que no quería quemarte, te estaba iluminando
para ver por donde tenías que ir y aun así renegaste. Así que no entiendes que estuvo
ahí para que pudieras avanzar. Y entonces cuando te mandamos la lluvia, renegaste
porque te estabas mojando, queríamos refrescarte, después te quejaste porque estabas
mojado y te volvimos a mandar el sol para que secara tu vestimenta y te volviste a
quejar porque otra vez tenías calor.
– Después llegaste aquí y viste que ya estaba la mesa esperando algo, pero nunca
esperándote a ti mismo, ¿acaso no sabes que la cita es contigo también?
Y es que ese es el verdadero sentido de el “más allá del más allá”, no ir a aquello
que se conoce como desconocido sino a aquello que te reencuentra contigo
mismo.
Y quiero decirte y quiero decirles ahora lo que dijo el Gran Maestro:
Para verdaderamente llegar a la gran travesía necesitas ir valorando los
pequeños detalles que están ahí.
Yo no me preguntaba porque aquel listón era de alguien magnifico, algo que de
pronto se le extravió a alguien, sirvió para mí.
Quiere decir que aquellas cosas que incluso dejamos como “obsequios” a la vida,
alguien más será feliz por ello. También aquello de lo que yo renegaba, la vida misma
te pone las situaciones para poder continuar, pero aun así te sigues quejando. Una
vez que ya tienes lo que tú necesitas, te quejas por todo aquello que no tienes, jamás
se ve como una situación a alcanzar, se ve como algo que no te sigue favoreciendo y
no escuchamos a aquellos grandes sabios que se cruzan en nuestro camino; muchas
veces son quienes menos esperamos pero que nos dan grandes lecciones.
¿por qué no valorar todo aquello que se tiene? uno no valora que existe el sol;
tampoco que se tiene agua, que te refrescas; tampoco se valoran aquellas pequeñas
cosas que realmente son más grandes y esa es una verdadera existencia.
Es cierto que los sabios son sabios desde que nacen, quiero decir que los humanos
son sabios desde que nacen, es cierto, porque tienen todas las condiciones para seguir
su vida, pero no tienen la inteligencia para darse cuenta que todas aquellas cosas que
se cruzan en su vida son valiosas.
Al final la travesía no solo era llegar, sino darse cuenta, de todo lo valioso que
hay en ese camino y esa es la verdadera existencia de los humanos, no solo es el
objetivo sino todo lo que se cruza en tu camino.
Por qué no valorar el sol entonces, o por qué no valorar las gotas, por qué no valorar
aquel hombre del agua, por qué no valorar su obsequio, por qué cuestionar el por qué
lo hacía, por qué no valorar a la que se representaba como Madre Naturaleza. Ella
tuvo que cambiar la condición de lo que yo veía porque si no, no me hubiese dado
cuenta de existían.
Y es que así suceden las cosas, ustedes valoran lo ausente, no valoran la presencia
de las grandes situaciones, extrañan al sol cuando tienen frío, les agrada el frío
cuando tienen demasiado calor; les gustaría que existiera la lluvia cuando hay
sequía, pero cuando ésta llega dicen que ha llovido demasiado. Y es que así son
en todos lados y todos los humanos piensan lo mismo. Aquello que tienen no les
agrada, les gustaría regresar a lo que tenían antes y una vez que regresan, consideran
que entonces sí era bueno aquello que ya estaban viviendo; y entonces aquello que
ya se ha ido, quisieran regresarlo; pero muchas veces las cosas no regresan.
El camino de la vida hay que entenderlo desde el principio, muchas cosas podrán
regresar, otras más no volverán y la oportunidad se habrá ido. Hay oportunidades en
la vida que son una sola vez, hay situaciones en la vida que son perpetuas y aun así
no se valoran, entonces la oportunidad es latente.
¿Quién valorará el sol ahora? Nadie lo hace porque siempre existe; ¿quién valora el
aroma de las flores? nadie lo hace porque saben que siempre están ahí. Si existe algo,
nadie se pregunta ¿por qué? no tiene sentido; el cielo es azul, ¿por qué? quien sabe,
a alguien se le ocurrió, a alguien se le ocurrió porqué es el mejor color que adorna
nuestra gran existencia.
Quiero decirles que el camino “de allá y del más allá”, es darse cuenta de los
detalles pequeños; incluso cuando las derrotas te hacen llegar abajo, muy abajo,
hay cosas que solo puedes ver desde abajo, porque arriba no te permite
ver. Aquellos humanos que de pronto sienten que se han hundido en el fracaso,
seguramente no están fracasando, están teniendo otra visión de la vida. No todo está
en el aire, muchas veces hay que visitar el suelo y ahí se darán cuenta que hay cosas
que no pueden ver, como aquella roca que no era una roca, era un cuarzo y que no la
llevé porque consideré que pesaba y la iba a ver después.
Y es que para esa mesa yo necesitaba las flores para adornar y esperar a mi amigo,
necesitaba el listón no solo para mi calzado sino para poner las flores, también iba a
necesitar de la vasija que había dejado ahí en el camino y el obsequio era eso, la roca.
¿Y que creen? Llegué sin flores, llegué con el listón para mi calzado nada más, dejé
la vasija, así que me dijo:
“Vas de regreso hasta que tengas la capacidad de entender que muchas cosas son
indispensables en tu existencia, son los pequeños detalles, los momentos simples, los
que resultan más complejos; y sí; eres sabio, pero te falta inteligencia”.
No me quedó otra más que regresar, pensé que me iba a cruzar con todo, pero
conforme iba avanzando ya nada era igual y la vida misma era eso, lo que ya había
vivido antes parecía que se habían volteado los tiempos, iba regresando a mí misma
realidad. Sabía que en algún momento iba a tener que regresar a ese camino “de allá
del más allá” y lo único que hice fue recordar y tratar de recordar qué es lo que tenía
que hacer.
Por eso ahora trato de recordarles a aquellos seres que aún van en esa travesía
del camino de la vida, que son los pequeños detalles, aquellos que son más simples
e insignificantes, que son los más complejos y muchas veces los más
importantes. Claro que los objetivos de la vida son fascinantes, pero también es muy
importante aquellas pequeñas cosas que consideramos que no necesitamos, aquellas
pequeñas palabras de los seres que nos brindan, que consideramos insignificantes,
vagas, de más, pero que son aquellas grandes lecciones y aprendizajes.
El camino “de allá del más allá” no únicamente es llegar a un lugar maravilloso, es
llegar a toda la existencia desde el presente y eso es valorando cada detalle; aquel
que está al lado, aquel que está enfrente, no solamente evaluando que es lo que tiene
y que es lo que no, sino valorando todas las cuestiones gratas, magnificas que pueden
existir y entonces están en su travesía. No olviden que las cosas que aparecen ahí
aparecen justo para ustedes, que cuando están agotados también se les mandan
alicientes para poder continuar, que cuando se están apartando del camino, se les
mandan seres para que puedan recordarles cuál es el camino y en donde están.
Y aquellos seres que ya no están y que parten al “más allá del más allá”, tienen que
recordarlo, porque también de recuerdos se basa la existencia y es entonces cuando
valorarán cada cosa. Y cuando estén abajo y sienten que están fracasando dense
cuenta que tienen otra visión desde ahí, desde muy abajo, que arriba se ve como
objetivo, pero mientras aquí, a esta altura se tienen cosas que antes pasaban
desapercibidas, de pronto el “exceso de éxito” -como llama el humano- lo hace no
ver esos detalles que también te ayudan a crecer, como la roca.
Y tampoco escuchamos las cosas que siempre tenemos ahí, como la de las flores, ella
quería que viera que siempre estaban ahí pero que aun así no las veía, me di cuenta
hasta que estaban cortadas.
Y ahora el Gran Maestro está sentado ahí pero ya no estoy sentado yo, y si llega el
otro, va a decir que yo no soy el sabio. Quise preguntarle al maestro si él había
llegado y me dijo: “después lo sabrás” … bien, ya no importa si él llegó, lo que
importa es lo que voy a hacer ahora, así que mi misión será recordarles,
recordarles que valoren cada detalle de la vida. Si es azul el cielo, no solo se
pregunten por qué a alguien se le ocurrió, y ¿por qué? Porque así es maravilloso; y
¿por qué las flores están cortadas? Porque un gran sabio quiso adornar mi vista, ya
que yo no me doy cuenta de que existen, las trajo aquí, ya que yo no voy al monte a
verlas ellas vinieron al monte a visitarme, así que es cierto, muchas veces si ustedes
no van a la montaña, la montaña viene a ustedes, es real. La vida nos pone ciertos
regalos para que podamos verlos; yo no había ido al monte, tuve que ver la roca,
hasta que estuve abajo y solo así entendí que hay grandes regalos en la vida.
Valoren las pequeñas cosas que parecen insignificantes y simples, pero son las
más complejas y esas son las que los ayudarán a vivir y recuerden, si gozan de
sabiduría, pero les falta inteligencia, es inteligente el que se fija en los detalles.

Maravillado de estar aquí.


Djwhal Khul

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