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7.2. Estilos de Vida Casos
7.2. Estilos de Vida Casos
La triste realidad es que era demasiado joven y me dejé llevar por las circunstancias y
por qué no decirlo, por los amigos… A mis 17 años me veía allí plantada, inclinada sobre
la mesa mirando aquel polvo blanco, "accedí a la invitación” y esnifé mi primera raya
de coca en aquella larga noche donde caerían los gramos a pares. Fue el principio de
los 5 años que duró mi pesadilla, presa de mis mentiras, de robos de dinero en casa, de
días sin aparecer ni dar señales de vida, de abandonar mis estudios, la culpable de los
llantos y las penas de mis padres… Una agonía que mata en vida, pero es tu vida hasta
que no decides lo contrario y quieres cambiarla.
Desear morir y morirte es lo mejor que te deseas cuando estás enganchado a la cocaína,
no se puede vivir sin ella. ¿Alguien se imagina poder vivir sin aire? Los ataques de
ansiedad te oprimen el pecho cuando te terminas la última bolsa, ya no hay más dinero
pero necesitas más y más y más… Te desesperas, el corazón late con una fuerza
descomunal, la nariz llena de sangre y heridas producidas por los cortes que genera la
coca al esnifarla, no comes, no duermes, la depresión es tu pan de cada día… En el
infierno se puede estar mucho mejor. ¡CREEME!
Como ella, muchas mujeres amas de casa se están infectando en el país, por creer que la pareja
única es suficiente, por confiar o evadir su responsabilidad, pese a las muestras de alerta. "Uno
sabe con quién estás, pero no sabes del otro lado con quien se está metiendo tu pareja".
Ella sabía que su esposo tenía relaciones sexuales con otras mujeres, pero hacía como que no
veía para "ahorrarme problemas". Tenía la errónea creencia de que el condón era un
anticonceptivo y como ella ya estaba operada para no tener hijos, no lo necesitaba. Por muchos
años quiso dejar a quien era su marido y padre de sus dos hijos, pero por miedo y el prejuicio a
ser "la separada", no lo hizo a tiempo.
"En un principio lo odie con toda el alma (a su esposo), pero a raíz de este proceso y de que te
vas reencontrando a ti misma, lo pude perdonar y eso me ayudó a perdonarme a mí misma",
relata Vicky, quien atravesó el proceso de la culpa a la responsabilidad y la tranquilidad. Ahora
además siente la necesidad de informar a otras mujeres para que no les suceda lo mismo.
"La mujer debe ponerse alerta y pelear sus derechos, como usar el condón. Si ya no quiere vivir
con él, porque le es infiel, también debe exigir ese derecho. O de plano decir ya no quiero tener
relaciones".
Acepta que el hecho de exigir condón es muy difícil, "pero en la actualidad debemos de hacerlo.
Ya debemos de romper con todo eso".
Madre y sostén de dos niños de 8 y 11 años, Vicky no tiene un trabajo fijo pero lava, plancha,
hace faciales, trabajos en la computadora, lo que se le ocurra. Lamenta que por el machismo
cada día haya más mujeres infectadas y que la discriminación y el estigma lleven a la gente a
morir.
"Él (su marido) nunca quiso enfrentarlo, prefirió dejarse morir, cuando quiso ya era demasiado
tarde. Incluso nunca quiso darles una explicación a los niños... Antes de que muriera pude hablar
con él y eso me llenó de paz y tranquilidad y de verdad lo perdoné de corazón".
Mike Waudby quiso terminar con su vida a los 21 años, ya que su estado depresivo, por pesar
160 kilos, había llegado muy lejos. Más allá de esto, logró ser salvado. Desde ese día, pudo ver
que tenía una segunda oportunidad para vivir y tomó la decisión de dar un vuelco a su vida.
“Una noche, mientras escuchaba Guns N ‘Roses, me dije a mí mismo: ‘¿Qué clase de vida es
ésta?’”, contó Mike al diario Daily Mail.
Entonces, el joven, hasta ese momento obeso, pidió un equipo de entrenamiento por Internet,
lo instaló en su habitación y rápidamente se puso a entrenar. Él mismo construyó poco a poco
su resistencia a tres sesiones por hora, y dejó de tomar alcohol. De manera increíble, Mike
Waudby logró bajar más de 80 kilos y ahora todos lo conocen como “Mr. Músculo”.
Contó que le tomó año y medio perder ese peso, sin embargo, le quedaba un problema
importante: su piel estirada. Por lo que tuvo que realizar diversos entrenamientos más fuertes
para endurecer esa flacidez. Con esto, sus músculos comenzaron a crecer y así quedó.
Los videojuegos en Nintendo o Play Station llamaron la atención de Joel (19) a los 12 años;
pero fueron los juegos en red –principalmente de estrategia porque le gustaba competir con
otras personas- los que lo aprisionaron desde la secundaria. Ahí conoció a los famosos
“Rakion”, “Gun Bound” y “Wolf Team” gracias al incentivo de un amigo.
“‘Qué tal si vamos a una cabina de Internet y te reto’ […] Y yo me acuerdo que me ganó;
pero yo me quedé con esa iniciativa. Oye, me ganó; pero por qué, si yo le puedo ganar. A la
segunda vez que fui, no me quedé atrás. Pude agarrar un poco más de ventaja y le gané.
Yo me acuerdo que ese juego se llamaba ‘Counter Strike’”.
Así empezó su camino llegando a jugar más de cinco horas por día y hasta desvelándose.
Como no tenía Internet en casa –“felizmente”-, iba a la de su primo adueñándose
prácticamente de su computadora. Y aunque asegura que nunca cogió dinero ajeno para lo
que se convirtió en su vicio, confiesa que sí se sentía frustrado cuando no tenía recursos
para ir a una cabina pública.
“Por ejemplo, saliendo del colegio, tenía que ir a almorzar a casa y no iba. Mi mamá se
preocupaba, me llamaba al celular, yo lo apagaba. Llegaba a mentir. Decía ‘sí, estoy en el
colegio, estoy en la biblioteca, haciendo unos trabajos’ cuando estaba metido jugando un
juego en red, porque estaba en un concurso”, añade. Justamente, ganaba competencias y
de ahí obtenía dinero.