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CASO N° 1: Drogas

La triste realidad es que era demasiado joven y me dejé llevar por las circunstancias y
por qué no decirlo, por los amigos… A mis 17 años me veía allí plantada, inclinada sobre
la mesa mirando aquel polvo blanco, "accedí a la invitación” y esnifé mi primera raya
de coca en aquella larga noche donde caerían los gramos a pares. Fue el principio de
los 5 años que duró mi pesadilla, presa de mis mentiras, de robos de dinero en casa, de
días sin aparecer ni dar señales de vida, de abandonar mis estudios, la culpable de los
llantos y las penas de mis padres… Una agonía que mata en vida, pero es tu vida hasta
que no decides lo contrario y quieres cambiarla.

Desear morir y morirte es lo mejor que te deseas cuando estás enganchado a la cocaína,
no se puede vivir sin ella. ¿Alguien se imagina poder vivir sin aire? Los ataques de
ansiedad te oprimen el pecho cuando te terminas la última bolsa, ya no hay más dinero
pero necesitas más y más y más… Te desesperas, el corazón late con una fuerza
descomunal, la nariz llena de sangre y heridas producidas por los cortes que genera la
coca al esnifarla, no comes, no duermes, la depresión es tu pan de cada día… En el
infierno se puede estar mucho mejor. ¡CREEME!

1. Identifica Factores de Riesgo


2. ¿Cuáles son las causas?
3. ¿Cuáles son las consecuencias?
4. Proponga 5 alternativas de solución
5. ¿De qué manera podrías prevenir esta situación en la actualidad?
CASO N° 2: Bulimia
Yo soy yo, la gorda, pain… Bulímica desde hace casi 13 años. Soy esa chica a la que molestaste
alguna vez, a la que le pusiste apodos… o tal vez, soy tú! que aguantaste maltratos y
sobrenombres…Yo no no nací gorda, así me hice a consecuencia de mucho chocolate, helado
y galletitas dulces. De chica no me gustaba comer nada más que cosas dulces, siempre amé el
chocolate y todo lo que engordara, papas, chatarra, pancitos; y mi familia, que no quería
complicarse la vida, no supo reeducar mi paladar. Empecé a engordar de manera notable como
a los 6. A partir de allí coseché muchos sobrenombres y empecé a sentir el yugo del cruel
potencial que todos los chicos poseen. Y aunque desde el kinder ya lo notaba un poco, en la
escuela primaria fue que empecé a ser consciente de que mi cuerpo no era agradable a los ojos
de los demás y lo procesé de la peor manera posible: mis compañeras delante mío, como si yo
no estuviera, decían: “no hay que juntarnos con la gorda”, los varones me decían gorda como si
fuera mi nombre de pila “ahí va la gorda”, “gorda me prestas?”, y el chico que me gustaba me
decía “ballenato” o “vaca”. En mi casa mi madre que era obsesiva con el tema, empezó usando
a mi tía para que tratara de ponerme límites y hacerme bajar de peso. Mi tía que pesaba unos
48 kilos y comía lo que se le antojaba. No tenía ni idea lo que es la mentalidad gorda. Tan es así
que a mis 9 años cansada de fracasar me llevó a un “dietólogo homeopático infantil”; imaginas?
Pero como ya te dije, mi tía no entendió nunca la mentalidad gorda porque ella es flaca, mi madre
jamás lo entendió tampoco a pesar que tenía unos kilos de más; en su juventud no fue gorda y
no es del tipo de persona que le importe. Metían el pan dentro de una recámara con llave, me
escondían los dulces, bueno, simplemente se limitaron a esconder las cosas y a poner en la
puerta de la alacena llave para que yo supiera qué es lo que no podía comer, pero yo la usaba
con el fin opuesto y sabía que había dentro para cerciorarme de comer lo que allí figurara, cuando
dejaban la puerta abierta me atracaba… tan pequeña y me atracaba…Obviamente la dieta no
funcionó. Hoy todavía me pregunto por qué no me atuve a la dieta y me volví flaca; quizás allí
todavía estaba a tiempo de dejar de ser gorda para siempre. ¿Por qué me aferré en lograr que
me quieran así? ¿por qué no dejé los postres y listo, no? Quien sabe… Muchas respuestas
pueden desligarme de la responsabilidad ya que a esa edad se supone que los padres deben
hacerse cargo de una situación así, deben poner límites, educar el apetito, modificar malos
hábitos. Lo concreto es que mi mamá y mi tía no lo lograron, quizás les gané un pleito
terriblemente peleado, quizás nunca hubo batalla ni intentos concretos. Podríamos encontrar
muchas razones para desresponsabilizar a mi familia también. De todos modos achacar culpas
o responsabilidades no cambiará los hechos. El hecho es que a partir de ese momento y por el
resto de mi vida fui y soy Gorda.

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CASO N° 3: Enfermedades de Transmisión Sexual
El VIH me despertó", dice Vicky, una joven madre de 35 años, quien recuerda que en su casa no
tenía voz ni voto, ni opinión.

La ironía de su vida es que al encontrarse con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH),


encontró también la fuerza y el valor para afrontar situaciones difíciles. "La vida no es fácil, pero
es más fácil si la vas enfrentando, si te vas atreviendo, si vas rompiendo eslabones". Esta mujer
está orgullosa de su nueva vida: "Uno decide que quiere: perder el tiempo o luchar".

Como ella, muchas mujeres amas de casa se están infectando en el país, por creer que la pareja
única es suficiente, por confiar o evadir su responsabilidad, pese a las muestras de alerta. "Uno
sabe con quién estás, pero no sabes del otro lado con quien se está metiendo tu pareja".

Ella sabía que su esposo tenía relaciones sexuales con otras mujeres, pero hacía como que no
veía para "ahorrarme problemas". Tenía la errónea creencia de que el condón era un
anticonceptivo y como ella ya estaba operada para no tener hijos, no lo necesitaba. Por muchos
años quiso dejar a quien era su marido y padre de sus dos hijos, pero por miedo y el prejuicio a
ser "la separada", no lo hizo a tiempo.

"En un principio lo odie con toda el alma (a su esposo), pero a raíz de este proceso y de que te
vas reencontrando a ti misma, lo pude perdonar y eso me ayudó a perdonarme a mí misma",
relata Vicky, quien atravesó el proceso de la culpa a la responsabilidad y la tranquilidad. Ahora
además siente la necesidad de informar a otras mujeres para que no les suceda lo mismo.

"La mujer debe ponerse alerta y pelear sus derechos, como usar el condón. Si ya no quiere vivir
con él, porque le es infiel, también debe exigir ese derecho. O de plano decir ya no quiero tener
relaciones".

Acepta que el hecho de exigir condón es muy difícil, "pero en la actualidad debemos de hacerlo.
Ya debemos de romper con todo eso".

Madre y sostén de dos niños de 8 y 11 años, Vicky no tiene un trabajo fijo pero lava, plancha,
hace faciales, trabajos en la computadora, lo que se le ocurra. Lamenta que por el machismo
cada día haya más mujeres infectadas y que la discriminación y el estigma lleven a la gente a
morir.

"Él (su marido) nunca quiso enfrentarlo, prefirió dejarse morir, cuando quiso ya era demasiado
tarde. Incluso nunca quiso darles una explicación a los niños... Antes de que muriera pude hablar
con él y eso me llenó de paz y tranquilidad y de verdad lo perdoné de corazón".

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CASO N° 4: Obesidad y Depresión

Mike Waudby quiso terminar con su vida a los 21 años, ya que su estado depresivo, por pesar
160 kilos, había llegado muy lejos. Más allá de esto, logró ser salvado. Desde ese día, pudo ver
que tenía una segunda oportunidad para vivir y tomó la decisión de dar un vuelco a su vida.
“Una noche, mientras escuchaba Guns N ‘Roses, me dije a mí mismo: ‘¿Qué clase de vida es
ésta?’”, contó Mike al diario Daily Mail.

Entonces, el joven, hasta ese momento obeso, pidió un equipo de entrenamiento por Internet,
lo instaló en su habitación y rápidamente se puso a entrenar. Él mismo construyó poco a poco
su resistencia a tres sesiones por hora, y dejó de tomar alcohol. De manera increíble, Mike
Waudby logró bajar más de 80 kilos y ahora todos lo conocen como “Mr. Músculo”.
Contó que le tomó año y medio perder ese peso, sin embargo, le quedaba un problema
importante: su piel estirada. Por lo que tuvo que realizar diversos entrenamientos más fuertes
para endurecer esa flacidez. Con esto, sus músculos comenzaron a crecer y así quedó.

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CASO N° 5: Adicción a los Videojuegos

Los videojuegos en Nintendo o Play Station llamaron la atención de Joel (19) a los 12 años;
pero fueron los juegos en red –principalmente de estrategia porque le gustaba competir con
otras personas- los que lo aprisionaron desde la secundaria. Ahí conoció a los famosos
“Rakion”, “Gun Bound” y “Wolf Team” gracias al incentivo de un amigo.

“‘Qué tal si vamos a una cabina de Internet y te reto’ […] Y yo me acuerdo que me ganó;
pero yo me quedé con esa iniciativa. Oye, me ganó; pero por qué, si yo le puedo ganar. A la
segunda vez que fui, no me quedé atrás. Pude agarrar un poco más de ventaja y le gané.
Yo me acuerdo que ese juego se llamaba ‘Counter Strike’”.

Así empezó su camino llegando a jugar más de cinco horas por día y hasta desvelándose.
Como no tenía Internet en casa –“felizmente”-, iba a la de su primo adueñándose
prácticamente de su computadora. Y aunque asegura que nunca cogió dinero ajeno para lo
que se convirtió en su vicio, confiesa que sí se sentía frustrado cuando no tenía recursos
para ir a una cabina pública.

“Por ejemplo, saliendo del colegio, tenía que ir a almorzar a casa y no iba. Mi mamá se
preocupaba, me llamaba al celular, yo lo apagaba. Llegaba a mentir. Decía ‘sí, estoy en el
colegio, estoy en la biblioteca, haciendo unos trabajos’ cuando estaba metido jugando un
juego en red, porque estaba en un concurso”, añade. Justamente, ganaba competencias y
de ahí obtenía dinero.

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CASO N° 6: Alcoholismo

En su cumpleaños 16 Juan lo celebra con sus amigos y su fiel compañero


una botella de licor, que mejor para alegrar una fiesta. La razón para beber es que nos
hace sentir bien, nos hace más sociables, comunicadores y para poder divertirse es
necesario tomar “unos traguitos”, además no somos unos niños que temen beber. Claro
lo peor de beber es la resaca el dolor de cabeza, pero ya hemos aprendido, no
debemos mezclar los licores, y que mejor que el ceviche de la mañana, sin dejar de
mencionar que para no dejar la costumbre se toma sus “3 chelitas” convirtiéndose en
más de una caja de cerveza, más que sólo mi cumpleaños esto ocurría en cada fiesta
social, es decir cada fin de semana y bueno nunca faltaba la ocasión para celebrar.
Después de tanta fiesta me doy cuenta de tantas cosas, como el hecho que he pasado
de fiestas en fiesta y he descuidado mis estudios, voy a tener que repetir el año,
además por estar ebrio trate de conducir el auto de mi padre y lo termino por chocar
pero no hice daño a nadie, aprendí que se debe beber con moderación.

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