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"La Ley Servir tenía dos objetivos: que haya meritocracia y que

haya un sólo régimen laboral [...] Sin embargo, el pedido de


exclusiones muestra que las entidades estatales están en
contra de las evaluaciones continuas que exigía Servir", apunta
Alache.

¿Qué se esperaba lograr con la reforma del Servicio Civil? SERVIR habiendo logrado
importantes avances mediante el Cuerpo de Gerentes Públicos como una de las estrategias
para fortalecer a la administración pública, emprendió una ambiciosa reforma de mayor escala
para atender los problemas descritos en el servicio civil peruano de manera integral: la
reforma del Servicio Civil.

De esa manera, frente a la situación antes señalada, la reforma apuntaba a lograr lo siguiente:
Revalorar el servicio civil al interior del Estado mediante la conexión del servicio civil con el
bienestar del ciudadano, apuntando a la profesionalización de los servidores civiles, lo que
sería un catalizador de los intereses ciudadanos. Establecer una mejor forma de organizar los
puestos en el Estado e incentivar la planificación de personal como uno de sus elementos
clave.

Definir un nuevo régimen que sea aplicable para todas las entidades públicas y apunte a ser
el único. Este contendría todas las reglas aplicables a los diferentes ámbitos del servicio civil.
En paralelo, definir reglas que sean aplicables para todos servidores, indistintamente del
régimen, teniendo en cuenta que sería progresivo el pase a un solo régimen. Establecer un
sistema único pero flexible para la gestión de las compensaciones para manejar de forma
ordenada y transparente el manejo de la planilla. Instaurar el mérito en el acceso, la
progresión en la carrera y la permanencia en el Estado. Este estaría acompañado de la
definición adecuada de perfiles de puestos. Crear la carrera pública para un grupo de
servidores que les permita progresar en el Estado, aportando con sus conocimientos y
experiencia para el mejor ejercicio de la función pública. Crear un modelo de gestión de
rendimiento que contemple las evaluaciones de desempeño para medir y orientar el
desempeño de los servidores e identificar sus necesidades de capacitación. Establecer pautas
para la capacitación, que ayuden a definirla y priorizarla así como maximizar su retorno hacia
el desempeño de los servidores y, por tanto, de las entidades. Institucionalizar y
profesionalizar la capa directiva.

Tribunal Constitucional que no se está respetando", recordó.


Dicha sentencia señala que todas las entidades del Estado,
con sus respectivas excepciones, están sujetas a la Ley Servir.
De hecho, según la ley del servicio civil, solo los jueces -y no lo
trabajadores administrativos- deberían ser excluidos
por disposición de la Constitución.

Más allá de la exclusión mencionada, para Percy Alache,


director de PwC, la posible aprobación en la Comisión de
Trabajo del proyecto de ley que ordena el traslado de
trabajadores CAS al régimen laboral 728, sería el fin de la Ley
Servir. De acuerdo con el especialista, esto generaría un costo
de alrededor de S/2.178 millones en un período de tres años,
plazo sugerido para la adecuación de la norma.

"[La Ley Servir] buscaba homogeneizar los regímenes del


Estado que actualmente son tres. Un 22% de trabajadores
públicos está la ley 728, un 40% en CAS, y 38% responde al
DL 276", detalla.

Asimismo, agrega que aunque 40 entidades ya estaban listas


para activar la Ley Servir, hasta el momento ningún trabajador
ha sido contratado bajo esta modalidad.

"La Ley Servir tenía dos objetivos: que haya meritocracia y que
haya un sólo régimen laboral [...] Sin embargo, el pedido de
exclusiones muestra que las entidades estatales están en
contra de las evaluaciones continuas que exigía Servir", apunta
Alache.

Ciertos organismos constitucionalmente autónomos también invocan esta autonomía para


salirse. El economista Santiago Dávila les da la razón. “Creen que afectaría su libertad para
contratar, lo que les permite ser una institución líder. Tienen razón. Están homogeneizando
hacia abajo”, afirma. Sin embargo, para Cortés, la autonomía permite que la institución cumpla
su deber, pero no debería influir en la administración de los recursos humanos.

Quienes buscan apartarse de esta norma alegan, además, según el laboralista Percy Alache,
que ya tienen meritocracia y no necesitan alinearse a los instrumentos de gestión pública.

En cuanto a los LOS TRABAJADORES


Especialistas coinciden en que no ha habido suficientes incentivos para atraer a
los trabajadores. Además, algunos de ellos temen perder sus beneficios, o ser sujetos de
despidos masivos. Hay, adicionalmente, oposición a las evaluaciones de desempeño y a un
régimen que podría resultar menos amigable para los sindicatos.
Ahora muy aparte de las entidades mencionadas anteriormente, tenemos
también que están excluidas las dependencias del Fondo Nacional de
Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado (Fonafe). Es decir, no
accederían al nuevo régimen los funcionarios de Mivivienda, el Banco de la
Nación, Sedapal, Essalud, Corpac, Enapu o Perupetro. Tampoco lo harán
Cofide, Agrobanco, Egesur, Electroperú, entre otros. Petroperú, en tanto
empresa pública, estaría también excluida.

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