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PARA EL DESARROLLO
APORTES A UNA PROPUESTA
DESDE LA CIUDADANÍA
Magda Rocío Martínez*
Aunque existe una relación directa entre los conceptos relacionados con
el género (estudios de género, enfoque de género) y los feminismos, esta no es
siempre clara y explícita. Todos estos conceptos son de uso común en las ciencias
1 Por sociedades patriarcales me refiero a un sistema social, cultural, político y económico que naturaliza
relaciones desiguales basadas en diferencias de género, que sitúan a las mujeres en condición de
desventaja o sumisión frente a los hombres. El sistema patriarcal asigna una serie de posiciones a los
178 individuos en razón de su sexo y desde allí los sitúa en un sistema de jerarquías.
2 La interseccionalidad se refiere a un enfoque según el cual diversas categorías que se han usado para
discriminar y subordinar poblaciones -como raza, clase, género, religión- deben ser analizadas en
conjunto, dado que funcionan en un sistema complejo interrelacionado.
Feminismos y educación para el desarrollo:
aportes a una propuesta desde la ciudadanía
El género es ante todo una categoría analítica que ha sido construida para
ayudarnos a pensar cómo, a través de procesos simbólicos, sociales y culturales,
incorporamos determinados esquemas y formas de pensamiento mediante los
cuales generamos un sistema de diferencias sexuadas particulares y jerarquizadas
(Melo, 2006, p. 34). Como toda categoría, esta no se ha mantenido estable y
ha sido repensada, debatida, reformulada e incluso deconstruida por algunos
feminismos. Inicialmente se entendía el género como un rasgo dado por lo
cultural, equiparable a lo que significa el sexo como atributo otorgado por la
naturaleza. Así, el sistema de género se explicaba a partir del binarismo género/
sexo; es decir, lo natural se asociaba a la diferencia entre macho/hembra de la
especie humana, como algo congénito e inalterable; y el género era la manera
de asumir esta diferencia biológica en el mundo social: nos asumimos como
hombres-masculinidad (machos), y nos asumimos como mujeres-feminidad
(hembras).3 Esta forma de pensar el género se mantuvo durante varias décadas,
y como veremos más adelante, se puso en duda a partir de otro tipo de lecturas
sobre los sistemas clasificatorios considerados como verdades estables.
3 Bajo este sistema clasificatorio, se empieza a patologizar aquellos cuerpos que no encajan en este
modelo ideal: surgen los anormales. 179
4 Estas preguntas, que han sido de alguna manera superadas por el feminismo, son sin embargo importantes
aún, en tanto el presupuesto de que los hombres son superiores a las mujeres en términos biológicos
se mantiene en amplios espacios de la vida cotidiana, e incluso es la razón que se usa frecuentemente
para justificar las violencias ejercidas contra las mujeres.
De-Construyendo la Educación para el Desarrollo
Una mirada desde Latinoamérica
Desde finales del siglo XIX, con un auge fuerte en los años 60 del
siglo XX, la preocupación de algunas feministas sobrepasó los límites de lo
público, al empezar a mirar otras formas de poder que no estaban establecidas
jurídicamente, como el control de la sexualidad y de los cuerpos de las mujeres
en espacios distintos al doméstico, a partir de mecanismos relacionados con el
control social y las representaciones sociales. Es entonces, en la que se conoce
como la Segunda Ola del feminismo, o “liberación de la mujer”, originada
en Estados Unidos, cuando se cuestionó la asociación entre género y sexo;
el primero, como la construcción social arraigada en un hecho biológico
indiscutible: se nace macho o hembra. Esta postura se cuestionó desde los
tiempos de Simone de Beauvoir, cuando nos advierte: “No se nace mujer, se
llega a serlo” (Beauvoir, 2005). De esta manera, un primer desafío propuesto
por Beauvoir, una de las pioneras de este feminismo, fue la necesidad de que
las mujeres se definieran por fuera del binomio trazado por el patriarcalismo
5 La historización del feminismo a partir de las “Olas” ha sido fuertemente cuestionada por feministas
latinoamericanas en tanto “tales cronologías responden a procesos histórico-sociales e ideológicos
diversos que, en la actualidad, se imponen debido, entre otros, a su hegemonía económica” (Femenías,
2007, p. 22). Sin embargo, en este texto se usará la periodización de las Olas como recurso explicativo,
teniendo en cuenta que ni son lineales, ni visibilizan todos los feminismos, en tanto una historia que
180 abarque todos los desarrollos del feminismo desborda el objetivo del presente texto.
6 Las premisas básicas de las primeras feministas tienen sentido en medio de las ideas de la Ilustración:
los hombres nacen iguales, el reconocimiento de la dignidad humana y de los derechos, de manera
que desde allí las mujeres se preguntan por su condición de posibilidad dentro de estas premisas.
Feminismos y educación para el desarrollo:
aportes a una propuesta desde la ciudadanía
Algunas mujeres como Rebecca Walker, hablan de una Tercera Ola del
feminismo (Fernández, 2010, p. 66) que surge a partir de los planteamientos
sobre la diferencia. Contrario a esto, considero que más bien es el despliegue de
múltiples maneras de pensar la diferencia, de replantear no sólo el género, sino
temas como la sexualidad, la corporalidad, la raza, la nación, la tecnología, la
ciencia y todos aquellos regímenes de verdad que nos han construido, esto es,
la interseccionalidad, como escenario en el que las diferentes discriminaciones
han sido ejercidas. A partir de la década de los 90 surgen feminismos de frontera,
subalternos, lésbicos, negros, feminismos postcoloniales, ecofeminismos, e
incluso algunas hablan de posfeminismo (Hooks, 2004).
los distintos grados de violencia y opresión que padecen las mujeres en razón
de su raza y su clase, condiciones particulares que no se pueden equiparar a
las dificultades de las mujeres blancas y letradas, que se constituyen además en
parte de un sistema de jerarquías estructurantes de la vida social, del acceso a
los derechos de las personas y de los distintos tipos de discriminación. El tema
del racismo, por ejemplo, es analizado en cuanto a su sentido y función dentro
del sistema capitalista imperante. Señala que con frecuencia prima, por ejemplo,
la solidaridad de clase sobre la solidaridad de género entre las mujeres. Así como
Hooks, otras mujeres que hablan desde otros contextos, como Gloria Anzaldúa,
muestran la necesidad de pensar en la diferencia a partir de contextos específicos
que se salgan de las lógicas binarias mujer/hombre, amigo/enemigo, que venían
predominando en los feminismos hasta este momento (Anzaldúa, 2004).
Feminismo y desarrollo
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Es un lugar común decir que sobre el desarrollo se ha generado un sinfín
de definiciones y planteamientos para precisar sus objetivos y premisas, así como
reacciones y críticas que buscan replantearlo o reconstruirlo totalmente. Sitúo
Feminismos y educación para el desarrollo:
aportes a una propuesta desde la ciudadanía
estas ayudas, de manera que resultara central mejorar las condiciones de vida
de las mujeres del “tercer mundo”. La perspectiva principal del enfoque MED
defiende la idea de generar condiciones de igualdad para las mujeres a partir
de impulsar procesos de inclusión en espacios como educación, empleo, salud
y acceso a créditos, para que ellas puedan competir en igualdad de condiciones
que los hombres, y participar activamente en los procesos desarrollistas.
9 Por esencialista entiendo, a la manera de Stuar Hall, una relación de necesaria correspondencia
entre una categoría, en este caso “mujer”, y una serie de características y atributos que se adjudican
188 inequívocamente a esa categoría. Hall nos habla de posturas de deconstrucción radical que desde
el otro extremo consideran que las categorías con las que hemos venido trabajando no nos sirven
para seguir pensando, y por lo tanto hay que abandonarlas; es decir, una relación de “necesaria no
correspondencia” en la que podemos caer en un textualismo vacío, desconociendo la existencia de las
condiciones reales de existencia (Hall, 1985, p. 94).
Feminismos y educación para el desarrollo:
aportes a una propuesta desde la ciudadanía
como uno de los ejes centrales de la propuesta (Morán, 2010, p. 108; Solano,
2010, p. 17; Solano, 2011, p. 105) al lado de temas como medio ambiente,
pobreza, exclusión social, entre otros. Se plantea la necesidad de pensar en
“equidad de género”, y a pesar de que solamente queda enunciado en estos
textos fundamentales, se puede concluir que esta preocupación es heredera
de la tradición del GED, en tanto sitúa su interés en la situación desigual de
las mujeres con relación a los hombres, más que en las construcciones sociales
de género y sexualidad que plantea nuestro contexto particular.
Desarrollo
Ciudadanía
Interculturalidad
Responsabilidad social
Noviolencia
En tercer lugar, me parece que una propuesta a la luz de una mirada que
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deje atrás los esencialismos que caracterizamos anteriormente, pero que esté
en armonía con el reconocimiento de la contingencia y la ambigüedad de las
identidades, debe basarse en la idea de que “la deconstrucción de las identidades
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Una mirada desde Latinoamérica
esenciales tendría que verse como la condición necesaria para una comprensión
adecuada de la variedad de relaciones sociales donde se habría de aplicar los
principios de libertad e igualdad” (Moufle, 2001, p. 2). Esta propuesta implica
un salto a pensar en la multiplicidad de posiciones en las que los sujetos se
ven articulados a partir de diversos modos de ser y construirse, desafiando el
concepto de identidad como categoría para explicar la diferencia y encapsularla.
a) La primera etapa tiene que ver con conocer la realidad a partir del
entorno inmediato, y posteriormente a partir de un proceso más amplio
que dé cuenta de las especificidades propias que atraviesan cada sujeto, en
términos de género, estrato, etnia, etc. (Morán, 2010, p. 113). Más allá de
seguir pensando en las identidades de los sujetos, es clave pensar en las
posiciones de los sujetos dentro de los discursos y dispositivos de poder.
Conclusión
La diversidad de planteamientos y posturas desde los distintos feminismos
no impide que se preserve una agenda universal de acción política: el desmonte de
las estructuras de dominación y poder que hacen que los cuerpos encerrados en
la categoría “mujeres” de todo el mundo estén en condiciones de subordinación
con relación a otros cuerpos. Para ello, es clave partir de la deconstrucción de las
categorías esencializadas que han puesto a una diversidad de cuerpos, en razón
de su distancia con un sistema hegemónico de heterosexualidad obligatoria,
en condición de subordinación y de receptáculo de distintas violencias. La
propuesta que persigue un modelo de ciudadanía debe pasar por repensar las
categorías mediante las cuales nos clasificamos socialmente, los discursos en los
que estamos inmersos, para desde allí proponer un nuevo modelo de ciudadanía
enfocado en una multiplicidad de sujetos y cuerpos que son irreductibles a
categorías preestablecidas, llevando al punto máximo el discurso de la libertad y
la igualdad (Moufle: 2001, p. 7). Partiendo de este principio, es necesario avanzar
en los procesos de construcción colectiva de las representaciones de género, de
manera que las acciones a emprender no se ubiquen en la intervención sobre
las mujeres, sino sobre la sociedad en general, develando las estructuras del
lenguaje que legitiman la preservación de las desigualdades.
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