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Fig. 1-1. Edward Jenner.

Retrato realizado
por John Raphael Smith. Reproducido por gen-
tileza de la Yale Historical Medical Library.

Janeway et al.: Inmunobiología. © Masson, Barcelona, 2000


Número de 30
países con
uno o más
casos al
mes
15 Erradicación
oficial de la
viruela

0
1965 1970 1975 1980
Año
Fig. 1-2. Erradicación de la viruela por vacunación. Tras un período de 3 años sin registrarse ningún caso de viruela, la Organiza-
ción Mundial de la Salud pudo anunciar en 1979 que dicha enfermedad estaba erradicada.

Janeway et al.: Inmunobiología. © Masson, Barcelona, 2000


Fig. 1-3. Todas las células hemáticas, y por tanto los linfocitos
Médula ósea del sistema inmunitario adaptativo, se originan en la médula ósea
a partir de las células madre hematopoyéticas… Más información

Célula madre hematopoyética pluripotente

Médula ósea

Progenitor Progenitor
linfoide común mieloide Megacariocito Eritroblasto

Sangre

Granulocitos (o leucocitos polimorfonucleares)

Célula B Célula T Neutrófilo Eosinófilo Basófilo Precursor desconocido Monocito Plaquetas Eritrocito

Células efectoras Tejidos

Célula T
Célula plasmática activada Mastocito Macrófago

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Fig. 1-3. Todas las células hemáticas, y por tanto los linfocitos del sistema inmunitario adaptativo, se originan en la médula ósea a
partir de las células madre hematopoyéticas. Estas células pluripotentes se dividen para producir dos tipos de célula madre más especia-
lizados: una célula madre linfoide (progenitor linfoide), que genera los linfocitos T y B, y una célula madre mieloide (progenitor mieloide), que
genera los leucocitos, eritrocitos (glóbulos rojos que transportan oxígeno) y los megacariocitos que producen plaquetas, que son importantes
en la coagulación de la sangre. Si bien hemos representado una célula progenitora común para los linfocitos T y B, no se descarta la alterna-
tiva de que tanto los linajes de células T como B se generen directamente a partir de la célula madre hematopoyética. Los linfocitos T y B se
distinguen por sus localizaciones de diferenciación (las células T en el timo y las células B en la médula ósea) y por sus receptores de antí-
geno. Los linfocitos B se diferencian tras la activación a células plasmáticas secretoras de anticuerpos, y las células T se diferencian a linfo-
citos que pueden matar células infectadas o activar otras células del sistema inmunitario. Los leucocitos que derivan de la célula madre mie-
loide son los monocitos y los basófilos, eosinófilos y neutrófilos, que en conjunto se denominan granulocitos (a causa de los gránulos cito-
plasmáticos cuya tinción característica permite distinguirlos en extensiones de sangre) o leucocitos polimorfonucleares (por la forma irregular
de sus núcleos). Los monocitos se diferencian a macrófagos en los tejidos, y constituyen las principales células fagocíticas del sistema inmu-
nitario presentes en los tejidos. Los neutrófilos son las células fagocíticas más importantes y, aunque desempeñan funciones parecidas a las
de los macrófagos, permanecen en la circulación sanguínea hasta que son reclutados a los focos de infección; los eosinófilos intervienen prin-
cipalmente en la inflamación y la defensa contra parásitos, mientras que los basófilos se encuentran en la sangre y son en parte similares a
los eosinófilos, con los que comparten un precursor común, y a los mastocitos, que proceden de un linaje separado. Los mastocitos, que
también derivan de precursores de la médula ósea, llevan a término su diferenciación en los tejidos, y son importantes en las respuestas
alérgicas.
Célula Función activada

Macrófago

Fagocitosis

Neutrófilo

Fagocitosis
y activación
de mecanismos
bactericidas

Eosinófilo

Destrucción
de parásitos
recubiertos
de anticuerpos

Fig. 1-4. Células mieloides en la inmunidad innata y adaptativa. Los


Basófilo diversos tipos celulares del linaje mieloide desempeñan funciones impor-
tantes en la respuesta inmunitaria. Estas células se representan esquemá-
ticamente en la columna izquierda, de la misma forma que aparecerán en
Desconocida el resto del libro. La columna central muestra una microfotografía de cada tipo
celular. Los macrófagos y neutrófilos son las células fagocíticas primarias
que engullen patógenos recubiertos de anticuerpos IgG, a los que destru-
yen en vesículas intracelulares tras su captura. Las otras células efectoras
accesorias mieloides son células primariamente secretoras que liberan el
Mastocito contenido de sus gránulos tras su unión con partículas recubiertas con anti-
cuerpos. Se considera que los eosinófilos intervienen en el ataque a parási-
Liberación de tos grandes como helmintos, mientras que la función de los basófilos no
gránulos que
contienen está bien establecida. Los mastocitos son células residentes en los tejidos
histamina y que provocan respuestas inflamatorias locales al liberar sustancias que
otros agentes
vasoactivos actúan sobre los vasos sanguíneos locales. Estas células fijan anticuerpos
de clase IgE y se activan tras la unión del antígeno a dichos anticuerpos.
Las fotografías son gentileza de N. Rooney y B. Smith.
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Fig. 1-5. La mayoría de los linfocitos son células pequeñas e inactivas. La ilustración superior muestra una fotografía por microscopia
óptica de un linfocito pequeño rodeado por eritrocitos. Nótese que la cromatina nuclear está condensada, lo cual indica escasa actividad trans-
cripcional, ausencia relativa de citoplasma y tamaño reducido. La ilustración inferior muestra una fotografía de un linfocito pequeño realizada
mediante microscopia electrónica de transmisión. Obsérvese la cromatina condensada, el escaso citoplasma y la ausencia de retículo endo-
plasmático y de cualquier otro indicio de actividad funcional. Las fotografías son gentileza de N. Rooney.

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Célula asesina natural (NK)

Fig. 1-6. Células «asesinas o agresoras» naturales o NK


(natural killer). Estas células presentan morfología de linfocitos
Secreta gránulos líticos que matan grandes con gránulos y desempeñan funciones importantes en la
algunas células infectadas por virus inmunidad innata. Aunque carecen de receptores específicos de
antígeno pueden detectar y atacar ciertas células infectadas por
virus. La fotografía es gentileza de N. Rooney y B. Smith.
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Adenoides
Amígdalas

Vena subclavia Vena subclavia izquierda


derecha Timo
Ganglio
Corazón
linfático
Conducto torácico
Fig. 1-7. Distribución corporal de los
Riñón Bazo tejidos linfoides. Los linfocitos se gene-
ran a partir de células madre en la médu-
Placa de Peyer en la ósea, y se diferencian en los órganos
el intestino delgado linfoides centrales o primarios (amarillo); las
Apéndice Intestino grueso células B lo hacen en la médula ósea y las
células T en el timo. A continuación migran
desde estos tejidos, a través del torrente
sanguíneo, hasta los tejidos linfoides peri-
féricos o secundarios (azul): ganglios lin-
fáticos, bazo y tejidos linfoides asociados
a mucosas, como las amígdalas, las pla-
cas de Peyer, y el apéndice. Éstas son las
localizaciones de activación de los linfoci-
Vasos linfáticos Médula ósea tos por el antígeno. Los vasos linfáticos
drenan el líquido extracelular como linfa,
que fluirá a través de los ganglios linfáti-
cos y se incorporará a la circulación san-
guínea a través del conducto torácico que
devuelve la linfa a la vena subclavia. Los
linfocitos que circulan en la corriente san-
guínea penetran en los órganos linfoides
periféricos y finalmente son transportados
por la linfa hacia el conducto torácico, por
el cual se reincorporan a la sangre.
Aunque no se aprecie en la ilustración,
existe también tejido linfoide asociado a
otras mucosas, como el epitelio bronquial.
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Ganglio linfático

Folículo linfoide
primario
(principalmente
Folículo linfoide
células B)
secundario
(con centro germinal) Cordones
medulares
(macrófagos y
Vaso linfático
células plasmáticas)
aferente
Senos medulares
Arteria
Área paracortical Vena
(principalmente células T)
Vaso linfático
eferente

Centro germinal
senescente
Centro germinal Seno marginal

Fig. 1-8. Organización de un ganglio linfático. Como se muestra en el esquema de la izquierda, un ganglio linfático consta de corteza
externa o córtex y de médula interna. La región más externa del córtex está compuesta por linfocitos B organizados en folículos linfoides, mien-
tras que la región más profunda, o paracortical, se halla formada principalmente por linfocitos T y células especializadas llamadas dendríticas.
Algunos de los folículos de las células B contienen áreas centrales con intensa proliferación de células B, llamadas centros germinales. Estos
folículos se denominan folículos linfoides secundarios. La linfa drenada desde los espacios extracelulares del cuerpo transporta antígenos
desde los tejidos hasta los ganglios linfáticos a través de los vasos linfáticos aferentes. La linfa emerge por los vasos linfáticos eferentes de la
médula. La médula está formada por cordones medulares, que son tiras de macrófagos y células plasmáticas. Los linfocitos naïve penetran
en los ganglios linfáticos desde la sangre a través de vénulas poscapilares especializadas, que no se muestran en el esquema, y emergen con
la linfa a través de los vasos linfáticos eferentes. La microfotografía (derecha) muestra una sección de un ganglio linfático, que contiene folí-
culos con centros germinales evidentes. Aumentos ×7. La fotografía es gentileza de N. Rooney.

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Fig. 1-9. Organización de los tejidos
linfoides del bazo… Más información Bazo

Cápsula Pulpa roja Pulpa blanca

Vena Seno
trabecular venoso

Arteria
trabecular
Sección transversa de la pulpa blanca Sección longitudinal de la pulpa blanca

Zona marginal

Corona de células B
Centro germinal

PALS
(principalmente células T)
Arteriola central

Seno marginal

Pulpa
roja

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Fig. 1-9. Organización de los tejidos linfoides del bazo. El bazo contiene pulpa roja (áreas rosas de la ilustración superior), que constitu-
ye una localización de destrucción de eritrocitos, entremezclada con pulpa blanca linfoide (áreas azules y amarillas en las ilustraciones infe-
riores). La ilustración central muestra magnificada una pequeña sección del bazo con áreas discretas de pulpa blanca que rodean a las arte-
riolas. La mayor parte de la pulpa blanca se halla en sección transversa, y sólo una pequeña parte en sección longitudinal. Los dos diagramas
inferiores muestran magnificaciones de una sección transversa (inferior izquierdo) y una sección longitudinal (inferior derecho) de la pulpa blan-
ca. En cada área de pulpa blanca, la sangre que transporta linfocitos y antígeno fluye desde una arteria trabecular hasta una arteriola central.
Las células y el antígeno pasan entonces al seno marginal y son drenados a una vena trabecular. El seno marginal está rodeado de una zona
marginal de linfocitos. Dentro del seno marginal se halla la vaina periarteriolar linfoide o PALS, que rodea la arteriola central y está constitui-
da por células T (teñidas de color oscuro en la fotografía por microscopia óptica, que muestra una sección transversa de pulpa blanca). Los
folículos linfoides consisten fundamentalmente en células B (escasamente teñidas), incluyendo centros germinales (células no teñidas que se
hallan entre las áreas de células B y T de la microfotografía). Aunque la organización del bazo es similar a la de un ganglio linfático, el antí-
geno penetra en el bazo desde la sangre y no desde la linfa. La sección está teñida con hematoxilina y eosina. La fotografía es gentileza de
J.C. Howard.
Luz intestinal

Epitelio
(células M)

Cúpula

Área Área
Células T Células T
Centro
germinal

Folículo
(área de células B)

Pared intestinal

Fig. 1-10. Organización típica de tejido linfoide asociado al tubo digestivo (GALT). Como muestra el diagrama de la izquierda, la mayor
parte del tejido linfoide consiste en células B, organizadas en un folículo grande y muy activo cubierto por una cúpula. Las células T ocupan las
áreas entre los folículos. El antígeno penetra a través de un epitelio especializado formado por células M. Si bien este tejido parece muy distin-
to del de otros órganos linfoides, se mantienen las divisiones fundamentales. La fotografía por microscopia óptica muestra una sección de la
pared intestinal. La cúpula de GALT puede observarse bajo el tejido epitelial. Aumentos: ×16. La fotografía es gentileza de N. Rooney.

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Fig. 1-11. Los linfocitos circulantes encuentran el
Los linfocitos y la linfa Los linfocitos naïve antígeno en los tejidos linfoides periféricos.
regresan a la sangre a penetran en los ganglios
través del conducto linfáticos desde
torácico la sangre

Corazón

Ganglios
linfáticos

Tejido
periférico
infectado

Los antígenos de las localizaciones


alcanzan los ganglios linfáticos a
través de los vasos linfáticos
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La vasodilatación y el incremento Las células inflamatorias migran
Las bacterias inducen
de la permeabilidad vascular al interior del tejido,
a los macrófagos
causan enrojecimiento, calor liberando mediadores de
a secretar citocinas
e hinchazón inflamación que causan dolor

Proteínas
Citocinas
Fluidos

Fig. 1-12. La infección bacteriana desencadena una respuesta inflamatoria. Los macrófagos que encuentran bacterias en los tejidos son
inducidos a liberar citocinas que incrementan la permeabilidad de los vasos sanguíneos, permitiendo que líquidos y proteínas pasen al interior
de los tejidos. La capacidad de adhesión de las células endoteliales de los vasos sanguíneos también cambia, de tal forma que dichas célu-
las se adhieren a la pared del vaso sanguíneo y son capaces de migrar a través de él. Se ha demostrado que los neutrófilos son los primeros
que penetran en los tejidos desde la sangre, seguidos de los macrófagos. La acumulación de líquido y células en el lugar de infección causa
enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor, síntomas que en conjunto se denominan inflamación. Los neutrófilos y los macrófagos son las prin-
cipales células inflamatorias. En fases posteriores de la respuesta inmunitaria, los linfocitos activados también contribuyen a la inflamación.

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Una sola célula progenitora da origen
Fig. 1-13. Teoría de la selección clonal. Durante el transcurso normal de su desarrollo, cada
a un gran número de linfocitos, progenitor de linfocitos es capaz de dar origen a numerosos linfocitos, cada uno de los cuales exhi-
cada uno con una especificidad distinta be un receptor de antígeno distinto. Los linfocitos con receptores que unen antígenos propios ubi-
cuos serán eliminados en una fase temprana del desarrollo, antes de que adquieran la capacidad
de reaccionar garantizando la tolerancia contra los antígenos propios. Cuando el antígeno inter-
actúa con el receptor de un linfocito maduro, dicha célula se activa, se convierte en un linfoblasto
y comienza a dividirse. Así genera una clona de progenie idéntica, en la que todos los receptores
reconocen el mismo antígeno. De ese modo la especificidad de antí-geno se mantiene mientras la
progenie prolifera y se diferencia a células efectoras. La respuesta inmunitaria cesa una vez el antí-
geno es eliminado por dichas células efectoras.

Eliminación de linfocitos inmaduros


potencialmente autorreactivos por deleción clonal

Antígenos propios Antígenos propios

Conjunto de linfocitos naïve maduros

Antígeno extraño

Proliferación y diferenciación de linfocitos


activados específicos para formar una clona
de células efectoras

Las células efectoras eliminan antígeno

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Postulados de la teoría de la selección clonal

Cada linfocito posee una sola clase de receptor con especificidad única

La interacción entre una molécula de antígeno extraña y un linfocito con un receptor capaz de unirse
a dicha molécula con afinidad elevada provoca la activación linfocitaria

Las células efectoras diferenciadas derivadas de un linfocito activado poseerán receptores


con especificidad idéntica a la de las células parentales
de las que dichos linfocitos derivan

Los linfocitos que poseen receptores específicos contra moléculas propias ubicadas son delecionados
en un estadio temprano del desarrollo de las células linfoides, y por lo tanto
no están presentes en el repertorio de linfocitos maduros

Fig. 1-14. Los cuatro postulados fundamentales de la teoría de la selección clonal.

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Regiones variables Fig. 1-15. Estructura de una molécula de anticuerpo. Los
dos brazos de la molécula de anticuerpo en forma de Y contie-
(sitios de unión a antígenos) nen las regiones variables que forman los dos sitios idénticos de
unión a antígeno. El tronco puede adoptar un número escaso de
formas, y se denomina región constante; su función es poner en
marcha los mecanismos efectores que los anticuerpos activan
para eliminar patógenos.

Región constante
(función efectora)
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Cadena Cadena
ligera ligera

Fig. 1-16. Los anticuerpos están

Cadena Cadena constituidos por cuatro cadenas pro-


teicas. Existen dos tipos de cadena en
una molécula de anticuerpo: una cadena
pesada pesada más grande llamada cadena pesada
(verde), y otra más pequeña llamada
cadena ligera (amarillo). Cada cadena
posee tanto una región variable como
una región constante, y existen dos
cadenas ligeras idénticas y dos cadenas
pesadas idénticas en cada molécula de
anticuerpo.

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Fig. 1-17. La diversidad de los receptores de antígeno de los linfocitos se gene-
Segmentos génicos heredados ra por reordenamiento de genes somáticos. Diferentes partes de la región variable
de los receptores de antígeno están codificadas por conjuntos de segmentos génicos.
Durante el desarrollo de los linfocitos, un miembro de cada conjunto de segmentos
génicos se une aleatoriamente a los otros mediante un proceso irreversible de recom-
binación de ADN. Los segmentos génicos yuxtapuestos constituyen el gen completo
que codifica la parte variable de una cadena del receptor, siendo exclusivo de dicha
célula. Este proceso aleatorio se repite en el otro conjunto de genes, dando origen a la
otra cadena. La expresión de los genes reordenados produce dos tipos de cadena poli-
peptídica, que se asocian para formar en conjunto un receptor único en la superficie del
linfocito. Una vez han tenido lugar las fases de recombinación necesarias, el proceso
se bloquea. De esa forma la especificidad del receptor de un linfocito no puede cambiar
una vez ha sido determinada, y el linfocito sólo es capaz de expresar una especificidad
de receptor. Cada linfocito posee numerosas copias de su receptor exclusivo.
La combinanción exclusiva de segmentos génicos se
reúne mediante un reordenamiento somático de genes

Las cadenas se emparejan para crear un receptor


exclusivo en cada linfocito

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Linfocito pequeño en reposo
Fig. 1-18. Fotografías por microscopia electrónica de linfoci-
tos en diversos estadios de diferenciación a función efectora.
Los linfocitos pequeños en reposo (ilustración superior) todavía no
han encontrado antígeno. Obsérvese la escasa cantidad de cito-
plasma, la ausencia de retículo endoplasmático rugoso y la cromati-
na condensada, características de una célula inactiva. Puede tratar-
se indistintamente de una célula T o B. Los linfocitos pequeños cir-
culantes quedan atrapados en los ganglios linfáticos cuando sus
receptores encuentran antígeno sobre las células presentadoras de
antígeno. La estimulación por antígeno induce al linfocito a conver-
tirse en un linfoblasto activado. Dicha célula experimenta expansión
clonal por división mantenida, a la que sigue una diferenciación a
función efectora. La microfotografía central muestra un linfoblasto
activado que responde contra el antígeno. Obsérvese su gran tama-
ño, los nucléolos, el núcleo agrandado con cromatina difusa y el cito-
Linfoblasto
plasma activo; de nuevo, el aspecto de las células T y B es similar.
Las ilustraciones inferiores muestran linfocitos T y B efectores. Ob-
sérvese la gran cantidad de citoplasma, el núcleo con nucléolos pro-
minentes, la abundancia de mitocondrias y la presencia de retículo
endoplasmático rugoso, todas ellas características de las células
activadas. El retículo endoplasmático rugoso es especialmente ev-
idente en las células B secretoras de anticuerpos, llamadas habi-
tualmente células plasmáticas, que sintetizan enormes cantidades
de proteína en forma de anticuerpo. Las fotografías son gentileza de
N. Rooney.

Célula B efectora (célula plasmática) Célula T efectora

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Respuesta primaria Respuesta secundaria
Anticuerpo
(µg ml–1 suero) 104
Período
103 de
latencia

102

101

100
Respuesta
contra el antígeno A
10–1

10–2 Respuesta
contra
10–3 el antígeno B

4 8 12 16 20 64 68 72
Días
Antígeno A Antígenos A+B

Fig. 1-19. Curso de una respuesta de anticuerpos típica. El antígeno A introducido en un cero encuentra poco anticuerpo específico en
suero. Después de un período de latencia, aparecen anticuerpos contra el antígeno A (azul); su concentración asciende hasta alcanzar una
meseta, y después desciende. Cuando se analiza la presencia de anticuerpos contra otro antígeno B, no resulta detectable en suero (amari-
llo), lo cual demuestra la especificidad de la respuesta de anticuerpos. Cuando se expone posteriormente al animal a una mezcla de antíge-
nos A y B, se produce una respuesta muy rápida e intensa contra A. Este fenómeno ilustra la memoria inmunológica, o capacidad del sistema
inmunitario para generar una respuesta inmunitaria secundaria contra el mismo antígeno de forma más efectiva, facilitando al huésped defen-
sa específica contra la infección. Ésta es la razón fundamental para suministrar dosis de recuerdo tras la vacunación. Observar que la res-
puesta contra B se parece a la respuesta inicial o primaria contra A, ya que éste es el primer contacto del huésped con el antígeno B.

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Unión antígeno:receptor y activación Unión antígeno:receptor y coestimulación
de la célula B por una célula T de una célula T por una célula dendrítica

Linfocito T Linfocito B Célula dendrítica Linfocito

Proliferación y diferenciación Proliferación y diferenciación


a función efectora a función efectora

Fig. 1-20. Se requieren dos señales para la activación de los linfocitos. Además de recibir una señal a través del receptor de antígeno,
los linfocitos maduros deben recibir una segunda señal para activarse. Para las células B (ilustración izquierda), la segunda señal la suminis-
tra generalmente una célula T. Para las células T (ilustración derecha), la señal la proporciona una célula presentadora de antígeno profesio-
nal, que aparece aquí como una célula dendrítica.

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Célula dendrítica Macrófago Linfocito B
Fig. 1-21. Células presentadoras de antí-
geno profesionales. Los tres tipos de células
presentadoras de antígeno profesionales se
muestran tal como serán representadas en el
resto del libro (fila superior), con el aspecto
que muestran en microscopia óptica (segunda
fila), en microscopia electrónica de transmi-
sión (tercera fila) y en microscopia electrónica
de barrido (fila inferior). Las células dendríticas
se encuentran en los tejidos linfoides, y se
considera que desempeñan un papel impor-
tante en la inmunidad frente a numerosos antí-
genos. Los macrófagos están especializados
en internalizar y presentar antígenos particula-
dos, y las células B poseen receptores antíge-
no-específicos que les permiten internalizar
grandes cantidades de antígeno-específico y
presentárselo a las células T. Las fotografías
son gentileza de R. M. Steinman (a); N.
Rooney (b, c, e, f); S. Knight (d, g) y P. F. Heap
(h, i).

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El sistema inmunitario protege contra 4 clases de patógenos

Tipo de patógeno Ejemplos Enfermedades

Bacterias extracelulares, Streptococcus pneumoniae Neumonía


parásitos, hongos Clostridium tetani Tétanos
Trypanosoma brucei Enfermedad del sueño

Mycobacterium leprae Lepra


Bacterias intracelulares,
Leishmania donovani Leishmaniasis
parásitos
Plasmodium falciparum Malaria

Viruela Viruela
Virus (intracelulares) Gripe Gripe
Varicela Varicela

Nematodos parásitos Ascaris Ascariasis


(extracelulares) Schistosoma Esquistosomiasis

Fig. 1-22. Principales gérmenes patógenos a los que se enfrenta el sistema inmunitario, y algunas de las enfermedades que causan.

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Fig. 1-23. Los anticuerpos pueden participar en la defensa
Anticuerpo específico del huésped por tres vías principales. Las ilustraciones de la
izquierda muestran anticuerpos uniéndose y neutralizando una
toxina bacteriana, lo cual evita su interacción con las células del
huésped y sus efectos patogénicos. La toxina libre puede reac-
cionar con receptores de la célula huésped, mientras que el
Toxinas bacterianas Bacterias en el espacio extracelular Bacterias en el plasma complejo toxina:anticuerpo es incapaz. Los anticuerpos también
neutralizan partículas víricas completas y células bacterianas al
unirse a ellas e inactivarlas. El complejo antígeno:anticuerpo
acabará por ser capturado y degradado por los macrófagos. Los
anticuerpos que recubren un antígeno lo convierten en extraño
para su reconocimiento por parte de los fagocitos (macrófagos y
Célula
con receptores
neutrófilos), que lo ingerirán y destruirán mediante un fenómeno
para toxina Macrófago denominado opsonización. Las ilustraciones centrales muestran
la opsonización y fagocitosis por una célula bacteriana. Las ilus-
traciones de la derecha muestran la activación del sistema de
Neutralización Opsonización Activación del complemento complemento por anticuerpos que recubren la célula bacteriana.
Los anticuerpos unidos constituyen un receptor para el primer
componente del sistema de complemento, que finalmente forma
un complejo de proteínas sobre la superficie de la bacteria; en
algunos casos, éste puede matar directamente a la bacteria, si
bien es más común que favorezca su captura y destrucción por
fagocitos. De esa forma los anticuerpos marcan los patógenos y
sus productos para su destrucción por fagocitos.

Complemento

Ingestión por macrófago Ingestión por macrófago Lisis e ingestión

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Fig. 1-24. Mecanismo
Célula infectada por virus Célula T citotóxica aniquilando la célula infectada de defensa del huésped
frente a la infección
intracelular por virus…
Más información

Célula T
citotóxica
Virus

Célula infectada Célula infectada aniquilada

a b

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Fig. 1-24. Mecanismo de defensa del huésped frente a la infección intracelular por virus. Las células infectadas por virus son recono-
cidas por células T especializadas llamadas células T citotóxicas, que aniquilan directamente las células infectadas. El mecanismo de aniqui-
lación implica la activación de nucleasas en la célula infectada, que cortan el ADN de la célula huésped y el vírico. La ilustración a es una foto-
grafía de microscopia electrónica de transmisión, que muestra la membrana plasmática de una célula de ovario de hámster chino (célula CHO)
infectada con el virus de la gripe. Pueden apreciarse numerosas partículas víricas desprendiéndose de la superficie celular. Algunas de ellas se
han marcado con un anticuerpo monoclonal que es específico contra una proteína del virus, y que está acoplado a partículas de oro que apa-
recen como puntos negros en la fotografía. La ilustración b es una fotografía de microscopia electrónica de transmisión de una célula infecta-
da por virus rodeada de linfocitos T reactivos. Obsérvese la estrecha aposición de las membranas de la célula infectada por el virus y la célu-
la T en la esquina superior izquierda de la fotografía, así como el agrupamiento de las organelas citoplasmáticas de la célula T entre el núcleo
y el punto de contacto con la célula infectada. La ilustración a es gentileza de M. Bui y A. Helenius, y la ilustración b de N. Rooney.
Macrófago infectado Macrófago infectado activado

Lisosoma Micobacteria

T H1

Antígeno

Fig. 1-25. Mecanismos de defensa del huésped contra la infección por micobacterias… Más información
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Fig. 1-25. Mecanismos de defensa del huésped contra la infección por micobacterias. Las micobacterias que infectan a los macrófa-
gos se hallan en vesículas citoplasmáticas que se resisten a la fusión con los lisosomas y a la consiguiente destrucción a causa de la activi-
dad bactericida del macrófago. Sin embargo, cuando una célula TH1 específica reconoce un macrófago infectado, libera moléculas activado-
ras de macrófagos o citocinas que inducen fusión lisosomal y desencadenan la acción bactericida del macrófago. La eliminación de micobac-
terias de las vesículas de los macrófagos activados puede visualizarse en las fotografías de microscopia óptica (fila inferior) de macrófagos
infectados con micobacterias en reposo (izquierda) y activados (derecha). Las células han sido teñidas con rojo ácido para revelar la presen-
cia de las micobacterias, que se aprecian como bastones teñidos de rojo en los macrófagos en reposo, pero que han sido eliminados en los
macrófagos activados. Las fotografías son gentileza de G. Kaplan.
MHC de clase I MHC de clase II
Péptido

Membrana celular

Fig. 1-26. Las moléculas de MHC presentan fragmentos de antígeno en la superficie de las células… Más información

Janeway et al.: Inmunobiología. © Masson, Barcelona, 2000


Fig. 1-26. Las moléculas de MHC presentan fragmentos de antígeno en la superficie de las células. Las moléculas de MHC son pro-
teínas de membrana cuyos dominios extracelulares externos forman una grieta en la cual se aloja un fragmento peptídico. Estos fragmentos,
que derivan de proteínas degradadas del interior de la célula e incluyen antígenos extraños proteicos, se unen a las moléculas de MHC recién
sintetizadas antes de que alcancen la superficie. Existen dos clases de moléculas de MHC, las de clase I y las de clase II, con estructuras y
funciones relacionadas pero distintas.
Fragmentos peptídicos Péptidos unidos transportados
Célula infectada por el virus Proteínas víricas sintetizadas
de proteínas víricas se unen por las moléculas de MHC de clase I
en el citosol
al MHC de clase I en el RE a la superficie celular
Citosol
Retículo
Citosol endoplasmático

Núcleo

Fig. 1-27. Las moléculas de MHC de clase I presentan antígeno derivado de proteínas del citosol. En células infectadas con virus, las
proteínas víricas se sintetizan en el citosol. Fragmentos peptídicos de las proteínas víricas se transportan dentro del retículo endoplasmático
allí se unen a moléculas de MHC de clase I, las cuales a su vez transportan los péptidos a la superficie celular.

Janeway et al.: Inmunobiología. © Masson, Barcelona, 2000


La bacteria infecta el macrófago y Los fragmentos bacterianos
Las MHC de clase II unen
se introduce en una vesícula en que son transportados a la superficie
fragmentos bacterianos
se producen fragmentos peptídicos celular por las MHC de clase II

Los fragmentos se unen a las MHC


Los receptores de superficie El antígeno es internalizado y
de clase II y son transportados
de las células B unen antígeno degradado a fragmentos peptídicos
a la superficie celular

Anticuerpo

Célula B

Fig. 1-28. Las moléculas de MHC de clase II presentan antígeno cuyo origen se halla en las vesículas intracelulares…
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Janeway et al.: Inmunobiología. © Masson, Barcelona, 2000


Fig. 1-28. Las moléculas de MHC de clase II presentan antígeno cuyo origen se halla en las vesículas intracelulares. Algunas bacte-
rias infectan células y crecen en vesículas intracelulares. Los péptidos derivados de dichas bacterias se unen a moléculas de MHC de clase
II y son transportados a la superficie celular (fila superior). Las moléculas de MHC de clase II también se unen y transportan péptidos deriva-
dos de antígeno que se ha unido al receptor de antígeno de las células B y ha sido internalizado a vesículas intracelulares por endocitosis
mediada por dicho receptor (fila inferior).
Las células T citotóxicas reconocen el complejo
de péptido vírico con MHC de clase I
y aniquilan la célula infectada

Aniquila
Tc

MHC
de clase I

Fig. 1-29. Las células T citotóxicas reconocen antígeno presentado por moléculas de MHC de clase I y aniquilan la célula diana…
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Janeway et al.: Inmunobiología. © Masson, Barcelona, 2000


Fig. 1-29. Las células T citotóxicas reconocen antígeno presentado por moléculas de MHC de clase I y aniquilan la célula diana. Las
células T citotóxicas específicas de antígeno detectan el complejo péptido:MHC de clase I sobre las células infectadas por virus. Las células T
citotóxicas se hallan preprogramadas para aniquilar células.
La célula TH1 reconoce un complejo de péptido La célula TH2 reconoce un complejo de péptido
bacteriano con MHC de clase II y activa el macrófago antigénico con MHC de clase II y activa la célula B

Activa
Activa
TH1
TH2

MHC
de clase II MHC
de clase II B

Fig. 1-30. Las células TH1 y TH2 reconocen antígeno presentado por moléculas de MHC de clase II. Tanto las células TH1 como las TH2
reconocen péptidos unidos a moléculas de MHC de clase II. Cuando reconocen su antígeno específico en macrófagos infectados, las células TH1
activan el macrófago, lo cual lleva a la destrucción de la bacteria intracelular (ilustración izquierda). Cuando las células TH2 reconocen antígeno
sobre las células B, las células T cooperadoras inducen dichas células B a proliferar y diferenciarse a células plasmáticas productoras de anti-
cuerpos (ilustración derecha).

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Efecto de la respuesta al antígeno
Antígeno
Respuesta normal Respuesta deficiente

Agente infeccioso Inmunidad protectora Infección recidivante

Sustancia inocua Alergia Ausencia de respuesta

Órgano trasplantado Rechazo Aceptación

Órgano propio Autoinmunidad Tolerancia a lo propio

Tumor Inmunidad antitumoral Cáncer

Fig. 1-31. Las respuestas inmunitarias pueden ser beneficiosas o perjudiciales según el carácter del antígeno. Las respuestas bene-
ficiosas se muestran en blanco, las perjudiciales sobre fondo oscuro. Cuando una respuesta es beneficiosa, su ausencia es peligrosa.

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Fig. 1-32. Éxito de las campañas de vacunación.
Difteria La difteria, la polio y las paperas y sus secuelas se
Casos 100 hallan casi totalmente erradicadas de EE. UU., como
notificados Vacuna se muestra en estos tres gráficos. SSPE significa sub-
por 100.000 acute sclerosing panencephalitis (panencefalitis
habitantes 10 esclerosante subaguda), enfermedad neurológica que
constituye una complicación tardía de las paperas en
un número reducido de pacientes. Cuando se erradi-
1,0 caron las paperas, la SSPE desapareció entre 10 y 15
años más tarde. Sin embargo, dado que estas enfer-
medades no han sido erradicadas en todo el mundo,
0,1 debe mantenerse la inmunización en un porcentaje
muy elevado de la población a fin de prevenir su rea-
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 parición.

Polio
40
Casos
notificados Vacuna
por 100.000 30 inactivada
habitantes
20
Vacuna
10 oral

0
1940 1950 1960 1970 1980 1990

Paperas
600 60
Casos Vacuna Casos de
notificados 500 50 SSPE
por 100.000 notificados
habitantes 400 40 en EE. UU.
300 30

200 20
Paperas SSPE
100 10

0 0
1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990

Janeway et al.: Inmunobiología. © Masson, Barcelona, 2000

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