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Yo soy un río: El río Patía

Río Patía, vereda Angulo - julio de 2002.

Minería artesanal

Hemos tenido la fortuna de conocer y explorar los montes y montañas del Cauca, de caminar por
sus volcanes y valles y de navegar sus ríos y seguir sus recorridos. Los ríos del Macizo
Colombiano, los ríos del Pacífico, los ríos del norte y los del sur, los ríos del departamento del
Cauca.

Con estudiantes de varios programas de la Universidad del Cauca hemos recorrido lugares a veces
muy desconocidos por las gentes de la ciudad, juntos exploramos, aprendemos y nos
deslumbramos con la riqueza de esta región, estudiamos las rocas, buscamos entender los
proceso endógenos y exógenos del planeta que intervienen en la construcción de los paisajes,
estudiamos la dinámica de los ríos, buscamos relaciones de la topografía con los climas y
microclimas, observamos la vegetación, tratamos de oír las voces de las aves, buscamos
alternativas viales, hablamos con los nativos; en fin, disfrutamos aprendiendo en el gran
laboratorio que nos ofrece el departamento del Cauca y hacemos del proceso de aprender una
maravillosa aventura.

En los últimos días estuvimos en el Macizo Colombiano visitando el Complejo de páramos de


Sotará, denominados páramos de Barbillas y Bellones-Tres Cerrillos, localizados en los resguardos
de Pancitará y Guachicono, y también llegamos a Santa Rosa, donde sentimos la lejanía de los
páramos de la Soledad y Chontillal, casi inaccesibles por la ausencia de caminos y por esta razón
muy conservados.

El páramo de Barbilla, que otrora estuvo sometido al influjo del cultivo de amapola, ahora se
mostraba triunfante, parecía recuperado y de aquellos extensos jardines de amapola de antaño,
alcanzamos a creer que solo quedaba un mal recuerdo. Pero, para sorpresa y desconcierto de
todos, la minería ilegal aparece como la nueva amenaza del fortín del agua del Macizo
Colombiano, de su gente y de su riqueza biológica, este es el nuevo fantasma que ensombrece la
alegría de propios y ajenos. La esperanza y regocijo que nos causaron los primeros vistazos al
páramo fueron solo una ilusión que duró muy poco, como todas las ilusiones.

En el Macizo Colombiano, también conocido como el nudo de Almaguer, nacen importantes ríos de
Colombia, el río Patía, el Cauca y el Magdalena, el Putumayo y el Caquetá, es por esto que el
Macizo Colombiano es la Estrella fluvial de Colombia.

Por asuntos de la docencia estuvimos después con alumnos de Geosistemas en la vereda El Puro,
en el valle geográfico del río Patía, en la localidad de La Barca. Hacía seis meses que no llovía y
esperábamos encontrar el río sin sedimentos en suspensión, limpio y cristalino. Planeamos
reconocer los fragmentos de rocas redondeadas de los depósitos, con el propósito de identificar la
composición litológica de los macizos rocosos que el río Patía había cruzado en su largo trasegar
desde su nacimiento. Sin embargo, quedamos duramente sorprendidos, estábamos asistiendo al
velorio del río Patía, descubrimos que el río Patía es un enfermo terminal, su dinámica está siendo
intervenida, no es un río cristalino como generalmente se manifestaba en tiempos de sequía, el
color del río ahora es amarillo, se trata de un enfermo sin mucha esperanza de recuperación, el río
se está muriendo y contrario a lo que dice Javier Heraud, poeta argentino, en su poema yo soy un
río.

“Yo soy un río


Un río cristalino en la mañana.
A veces soy tierno y bondadoso….
Me deslizo suavemente por los valles fértiles ……

El río Patía se está transformando y la oda al río se está convirtiendo en “Yo fui un río”, el río Patía.
Es que hay minería ilegal aguas arriba, en el Hoyo, en el río Esmita y en el páramo, en su
nacimiento. Cuando se es urbano, se cree que las noticias exageran y que la minería ilegal solo
ocurre en otros lugares, tal vez en Zaragosa, en el departamento del Valle del Cauca, en el
departamento del Chocó o quizás en Antioquía y uno quiere guardar la ingenua esperanza de que
en el departamento del Cauca no es así.

No, No, la realidad es otra, la política minero energética de Colombia es una realidad, es una
política de estado de largo aliento, que se concretó, hace 10 años, con la titulación de predios y se
perfecciona cada vez más con las propulsoras del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 “
Prosperidad para Todos”, que se propone como una de las locomotoras de crecimiento económico,
proyectada para el 2014, una producción de 72 toneladas/año de oro y 124 millones de
toneladas/año de carbón (Contraloría General de la Republica, 2013), y es solo ahora, cuando
lastimosamente nos percatamos porque empezamos a reconocer y sentir en nuestros ríos y
regiones los estragos sociales y ambientales de la minería ilegal.

El río Patía uno de los río más importantes del sur occidente de Colombia y considerado el
segundo río más caudaloso del litoral Pacífico, nace al oriente del municipio de Timbio en la
cordillera Central y se une al río Quilcacé, cuyo recorrido comienza en cercanías del volcán Sotará.
En la confluencia de estos dos ríos, en el lugar denominado El Hoyo, forman el río Patía. El río
Patía es vida, es paisaje, es agua para los pobladores, es fuente para el distrito de riego y para las
aguas subterráneas, es turismo, es arraigo. Pero ahora es desolación, es desarraigo, es mercurio,
es cianuro.

La megaminería, la minería ilegal y la minería artesanal están en estos momentos en disputa. De


acuerdo a expertos chilenos y canadienses la minería a gran escala ofrece la posibilidad de
recuperar las áreas mineras, porque genera gran rentabilidad, parte de la cual debe ser invertida
en restauración. Sin embargo, la minería siempre implica la extracción física de materiales de la
corteza terrestre, con frecuencia en grandes cantidades, para recuperar solo pequeños volúmenes
del producto deseado. Por esto resulta imposible que la minería no ocasione afectación ambiental,
al menos en las zonas aledañas a la mina. Actualmente, dicen los expertos, es posible disminuir al
máximo los daños y recuperar las zonas mineras una vez se inicia la explotación y se recomiendan
métodos para beneficiar el oro, que contaminan menos, como son los métodos electrolíticos, que
disminuyen el uso de mercurio y cianuro, pero aumentan los costos de beneficio, reduciendo las
ganancia de la megaminería. Al parecer, la megaminería del oro aún no comienza en el país y
apenas se está en la etapa exploratoria y es la minería ilegal la que está floreciendo.

Las actuales políticas para la legalización de las minas estimulan al gran inversionista minero y
desestimulan al pequeño minero, porque son políticas inequitativas que empujan a los pequeños
mineros a la ilegalidad y por ende a ocasionar grandes daños ecológicos.

El informe de la Contraloría General de la República, de agosto de 2013, explica que aunque la


industria minera debe, en el campo de la formalidad empresarial, garantizar los mejores resultados
en términos de protección del interés público, en lo que se incluyen los recursos naturales
renovables y no renovables, la sociedad y el medio ambiente. Actualmente la explotación ilícita de
recursos minerales, de manera contraria a lo enunciado, usurpa la propiedad pública sobre los
bienes de la Nación, desaprovecha abiertamente los recursos naturales no renovables, afecta de
manera sensible agua, flora, fauna, suelo y aire, genera sobrecostos en el uso de recursos
imprescindibles para la vida y pasivos ambientales, que niegan a los pobladores el racional
usufructo de dichos recursos, ocasiona problemas de salubridad pública, alimentaría,
desplazamiento forzado y muchos otros problemas de orden social.

En el foro minero que se llevó a cabo el jueves 10 de octubre, en el paraninfo de la Universidad del
Cauca, los expositores fueron claros en señalar que existen muchas herramientas jurídicas para
defender el territorio del flagelo de la minería, inclusive actualmente, se considera que no solo la
sociedad es víctima de los malos manejos mineros, sino incluso la naturaleza y el territorio mismo
ya que ellos tienen derechos; sin embargo, la jurisprudencia cambia de acuerdo a la conveniencia
de unos pocos, incluso la Corte Suprema de Justicia se está echando para atrás en la defensa del
territorio, desconociendo los resultados de la consulta previa, como ocurrió con la consulta previa
en Piedras, Tolima, donde la población decidió que el agua es para la gente y no para el oro, pero
se desconoció la consulta.

Entre tanto, el río Patía y muchos otros ríos del país mueren y con ellos la vida porque el agua es
fuente de vida. En el valle del Patía ya no encontramos ni el río, ni el Kumis patiano, ni la deliciosa
papaya amarilla, los sueños de convertir el Patía en un importante centro turístico, así como
también, al Macizo Colombiano están muriendo. Se hace necesario que el estado de manera
responsable y eficaz detenga la minería ilegal, que se trabaje desde la academia para conocer los
métodos que utiliza la minería limpia o sostenible y evaluar criteriosamente y comprometidos
únicamente con la vida, los efectos sociales y ambientales que la locomotora minera está
causando.

María Patricia Torres Hernández-Grupo de Investigación GECO (Geología, Ecología y


Conservación)

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