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Capítulo 21: Todo teatro

El doctor Lin le aplicó el ungüento a Li Chang Xi mientras ella le miraba con una mirada
esperanzada. El doctor suspiró y dijo.

-Wu xiaojie, es imposible que se cure y vuelva a estar cómo estaba antes.

La expresión de Li Chang Xi cambió de golpe. Tiró la taza de té al suelo y gimoteó. Si yiniang, Zhou
shi y Li Chang Xiao corrieron pañuelo en mano.

Los fríos ojos de Da furen miraron a Siyiniang Zhou shi. Zhou shi venía de Jiang Nan. Hablaba con
elegancia y gentileza. Hasta la manera con la que se comportaba era delicada. Tenía talento para
la poesía y las obras de arte. Además, tenía una figura muy atractiva, voluptuosa y llena de curvas,
incluso desde antes de que diese a luz a Li Chang Xiao y a Li Chang Xi. Por eso, Li Xiao Ran la
mimaba.

Mirando a ese trío de madre e hijas, Li Zhang Le frunció el ceño ligeramente. No obstante, el mero
movimiento de su ceño hizo que el doctor Lin jadease. Era obvio por qué siempre se decía que la
hija del Primer Ministro era con un hada.

Da furen tosió suavemente haciendo que el doctor Lin saliese de su trance.

-Doctor Lin, Wu mei todavía no se ha casado. La belleza de una mujer es importante para ella. Por
favor, haz todo lo que puedas para ayudarla. Y también, guarda el secreto.-El tono de Li Zhang Le
era suave y fluido.

El doctor Lin pensó que Da xiaojie no era sólo muy hermosa, sino que también era amable. Esa
combinación era muy rara. Junto las manos y dijo:

-Da xiaojie, en cuanto a la cicatriz de Wu xiaojie, haré todo lo que pueda. Y en cuanto a lo de
mantener este secreto, esta no es la primera vez que trabajo para Li jia. Da xiaojie, no se
preocupe.

Li Zhang Le asintió y entonces, ordenó a un criado que le acompañase a la puerta. En la habitación


seguía el sollozo.

-¿Por qué lloras? ¿No has asustado ya a suficiente gente?-Preguntó Da furen fríamente.

Li Chang Xi estaba agraviada. Jadeaba hasta el punto que le costaba respirar. A su lado, Si yiniang
presenciaba la escena dolorida. Tenía resentimiento en sus ojos.

-¡Furen, tienes que vengar a Chang Xi!

Da furen golpeó la taza de té en la mesa. Su expresión era de enfado.

-¡Vengar, vengar! Todo lo que conoces es la venganza. Esto ha pasado porque Wu yatou ha
fracasado, sino, las cosas no habrían acabado así.

Si yiniang se congeló y, entonces, empezaron a caer lágrimas de sus ojos.


Esa era la cara que Da furen odiaba más de Si yiniang. La única razón por la que aguantaba a esas
tres era porque en adelante, las usaría.

-Si yiniang, no hace falta que agonices. Madre no ha dicho que os vaya a ignorar tampoco. Sin
embargo, San mei es muy buena hablando. Sin decir, que padre también cree en la inocencia de
San mei. Aunque madre quiera defender a Wu mei, no hay nada que podamos hacer.-Afirmó Li
Zhang Le. Sus palabras iban, obviamente, a por Li Wei Yang.

Tal y como esperaba, Si yiniang mostró una expresión de odio.

Estaba claro que Xiao Wu era quien había molestado a San jie en primer lugar. En consecuencia, el
karma había ido a por ella. La esquina de la boca de Si xiaojie, Li Chang Xiao, se curvó, pero no
pudo musitar ni una palabra.

El tono de Da furen se volvió más amigable.

-Wu yatou ha crecido conmigo. Verla herida de esta forma… ¿Cómo puedo no sentir dolor? No
esperaba que Wei Yang, siendo tan joven, fuera tan malvada y mezquina. Ahora ha echado a
perder la belleza de Wu yatou. Pero, ahora mismo, es la confidente de Lao furen. Laoye también
confía en ella. Aunque tengo alguna idea, no podré usarlo… Dadme tiempo para pensar sobre
esto.

Si yiniang reprimió el sentimiento de odio y ayudó a levantarse a Li Chang Xi. Li Chang Xiao se giró
y miró a Da furen que seguía sentada dentro de la habitación. Sintió que, aunque Da furen tenía
esa cara, debajo de esa máscara, había algo muy frío.

Li Zhang Le miró como sus figuras siluetas se alejaban y su mirada se heló.

-Madre, lo que ha pasado hoy…

Da furen chirrió los dientes con rencor.

-¡No esperaba que esa San yatou fuese un personaje tan peligroso!

-Si madre quiere hacerle las cosas difíciles, hay muchos métodos para ello. Deberíamos esperar
una oportunidad cuando Lao furen y padre no estén en casa para matarla directamente.-Li Zhang
Le disfrutó de su taza de té casualmente pero su voz sonó como si estuviese matando a una
hormiga. Si en esos momentos hubiese habido otra persona, esta no podría creerse que tales
palabras maléficas hubiesen salido de la boca de la famosa preciosa hija Da xiaojie del Primer
Ministro.

-Aunque tu padre no lo dice abiertamente, ya sospecha de mí. Si hago algo ahora mismo, les
estaré dando a los demás la oportunidad de darme en mi debilidad. Si pierdo más de lo que gano...
Será mejor que le deje a otro el trabajo sucio.

La hija, naturalmente, era quién conocía mejor a su madre. Li Zhang Le adivinó la intención de Da
furen. Sonriendo, dijo:

-Si yiniang es bastante mala. ¿Nos dejará manipularla?

Normalmente, no lo hubiera hecho pero ante tal situación… Da furen sonrió.


Da xiaojie era la más preocupada por el accidente de Wu xiaojie, cada día iba a visitarla. No sólo
eso, sino que también le preparaba la comida. Lamentaba no haber cuidado de su hermana
pequeña. Incluso había cogido el nido de aves que Da furen le había dado, lo había preparado
escrupulosamente, y se lo había llevado a Li Chang Xi. Todo el mundo lo vio y sintió que Da xiaojie
era muy compasiva y abierta de mente.

Durante ese tiempo, no le paso nada a Li Wei Yang. Dormía y comía normal. No le preocupaba que
Da furen o Si yiniang la molestasen porque conocía la personalidad de Li Xiao Ran. Después de ese
accidente, su padre, el Primer Ministro, sabría que había alguien en la finca con segundas
intenciones. Por fuera, Li jia siempre había tenido una jerarquía armoniosa y estricta, pero ahora
que habían amenazado la vida de alguien, si pretendía no verlo su reputación, estima y carrera se
verían afectadas. Nadie en la finca podría escapar tampoco, así que como era de esperar, eran
tiempos tranquilos en Li Jia.

Sin embargo, aunque esa gente no fuera a buscarla, no significaba que ella fuera a hacer lo mismo.
Medio mes más tarde, la primera vez que fue a Shuang Yue Ge, los aposentos de la luna gemela,
para ver a Li Chang Xi, se encontró por pura coincidencia con Li Zhang Le saliendo de la habitación.
Bajo el sol se podía apreciar que se había maquillado la cara con cuidado, haciéndola todavía más
encantadora. Vestía un vestido de seda con bordados de flores. Con un simple vistazo, estaba
claro que el vestido largo de peonías estaba hecho de capas y capas de belleza.

Li Wei Yang parpadeó muchas veces, con una sonrisa radiante en los labios.

-Da jie.

Li Zhang Le sonrió y asintió. No hubo ningún cambio en su expresión cuando le preguntó:

-San mei, ¿has venido para hacerle una visita a Wu mei?

Li Wei Yang asintió.

-Da jie parece estar feliz. ¿Hay buenas noticias?

Li Zhang Le parpadeó bellamente. Había una pizca de felicidad escondida en sus ojos.

-Ya casi llega final de año. Da ge vendrá pronto. ¿No lo sabías, San mei?

Cuando acabó de hablar, la criada a su lado se pronunció para recordarle que Da furen la esperaba
ansiosa. Li Zhang Le hizo una mueca y se fue.

Li Wei Yang miró como su figura se marchaba. La estaba contemplado cuando Zi Yan, a su lado,
suspiró suavemente.

-Da xiaojie es tan bonita…

-¿Da shaoye volverá pronto?-Bai Zhi preguntó.

El interés de ambas criadas era muy distintos. Li Wei Yang miró a Bai Zhi impresionada
brevemente. En sus labios había una sonrisa congelada apenas notable. Exacto. Da shaoye de los
Li, el hijo biológico de Da furen, Li Min Feng volvía. En su primera vida, él había sido un buen amigo
de Tuo Ba ZHen, su confidente y leal súbdito. Recordó el caos en su vida pasada, recordó cuando
se arrodilló y le rogó pero él simplemente le cerró la puerta en sus narices y se negó a verla
diciéndole una sola frase:

“¡Sólo eres la insignificante hija de una concubina, te sobrestimas!”

Sobrestimarse…

Li Wei Yang levantó la cabeza y miró el brillante sol. De repente, se dio la vuelta y caminó hacia
Shuang Yue Ge. Bai Zhi dijo abruptamente:

-¡Xiaojie! ¡Wu xiaojie, ella…!

Li Chang Xi iba a berrear y gritar con toda la fuerza de sus pulmones.

Li Wei Yang no se dio la vuelta y simplemente, sonrió.

-Vamos a la montaña porque sabemos que hay tigres en ella. Vamos. Tengo mis propios motivos.

Capítulo 22: Echándole leña al fuego

Los aposentos de Li Chang Xi rebosaban un profundo aroma. Li Wei Yang se sorprendió. Se quedó
quieta en el marco de la puerta y observó con atención antes de entrar.

En el área común, Si yiniang, Zhou shi, reía y se levantó para recibir a la invitada antes de volverse
a sentar en la silla de menor estatus. No se notaba su resentimiento. Mientras tanto, en el rostro
de Li Chang Xiao, había una preocupación impronunciable pero no dijo nada, en silencio, se quedó
de pie a un lado.

-No queda tiempo para San xiaojie hoy. Wu xiaojie se acaba de dormir.-Dijo Zhou shi con una
sonrisa. Tenía ojos en forma de almendra que recordaban a un lago en primavera. Aunque era su
madre biológica, delante de la gente, no tenía el derecho de llamar a las xiaojies por su nombre de
pila.

“¿Se acaba de dormir?”, Li Wei Yang sonrió.

-No pasa nada, he venido a ver a Wu meimei. Lo que cuenta es la intención.

Sus ojos estudiaron a Zhou shi que vestía un vestido color miel. La parte de arriba del vestido tenía
dos flores de lotus bordadas. No parecía una furen que había dado a luz a dos hijas. Era obvio por
qué Li Xiao Ran la mimaba.

Al mismo tiempo, una criada había ido a la habitación de Li Chang Xi a decirle que Li Wei Yang
estaba ahí para visitarla.

Li Chang Xi se levantó abruptamente y cogió un jarrón rosa de la mesa. Lo tiró al suelo.

-¡Piérdete! ¡Dile que se pierda, ya!-No podía erradicar el odio de su voz.

El jarrón se hizo añicos y el agua de dentro se derramó por todo el suelo. La voz resentida entró
por las cortinas llegando a los oídos de todos. La expresión de Zhou shi, de inmediato, se convirtió
en una de vergüenza. Li Chang Xiao se puso en pie, pero, rápidamente se percató que no había
sido algo educado y, lentamente, se volvió a sentar. No podía esconder la ansiedad en su rostro.

Instintivamente, Zhou shi miró a Li Wei Yang. Notó que los ojos de la otra, claros y relucientes
como olas de agua, también la miraban. Zhou shi se sorprendió. Cuando recuperó la compostura,
la mirada de Li Wei Yang tenía una pizca de sonrisa. No había nada extraño en ello. Zhou shi
concluyó que esa jovencita de trece años delante de ella no era tan simple como aparentaba.

Cualquier persona en esa situación se sentiría avergonzado, pero Li Wei Yang parecía no haber
escuchado esas palabras amenazadoras, como si no hubiese oído el sonido del jarrón al romperse.
Una de dos, o era demasiado estúpida como para darse cuenta de nada, o era alguien astuto cuyos
pensamientos no se mostraban nunca. Zhou shi creyó que se trataba de lo segundo. Pero la hija de
una concubina que había crecido en un pueblo, ¿cómo podía madurar hasta este punto?

La sonrisa de Li Wei Yang no se vio afectada en lo más mínimo.

-Si yiniang, antes, he olido una esencia especial pero familiar… ¿Te gusta la fragancia Xue Li?

“¿La fragancia Xue Li?”, Si yiniang estaba perpleja. Jamás había oído hablar de ese perfume.

Li Chang Xiao preguntó con curiosidad.

-¿Qué es eso?

-Aunque Ping Cheng no es tan próspero como la capital, hay muchas cosas nuevas e interesantes.
Por ejemplo, la fragancia Xue Li. Se dice que el uso de esa fragancia mejora la complexión de la piel
de las mujeres y mantiene la juventud.

Si yiniang frunció el ceño. No conocía esa fragancia y jamás la había albergado. ¿Qué pretendía
decir Li Wei Yang con eso?

Li Wei Yang continuó.

-La fragancia Xue Li puede que sea buena pero no es para todo el mundo, porque entre sus
ingredientes hay uno llamado Tian Zhi. Si quien usa la fragancia tiene alguna cicatriz en la piel o
herida, la piel no podrá sanar como debe ser y, en lugar de eso, se pudrirá. Por suerte, Si yiniang
no tiene ninguna herida, ¿no?

Al escuchar la explicación, el rostro de Zhou Shi empalideció. Los ojos de Li Chang Xiao se abrieron
como platos.

-San jie, ¿lo que has dicho es verdad?

Li Wei Yang asintió.

-Por supuesto. Xue Li tiene una esencia única. La reconozco por Mo yiniang, es la yiniang favorita
del tío. Me entró la curiosidad y le pregunté sobre ella.

Este tío, era el hermano pequeño de padre y era el jefe de la casa en Ping Cheng donde Li Wei
Yang había estado viviendo temporalmente. Mo yiniang era una hermosa concubina que tenía que
había venido de un burdel. Tenía más de cuarenta años pero había cuidado con esmero su piel,
por lo que aparentaba ser una chica de dieciocho. Era bastante increíble. El hecho de que el tío Li
estaba locamente enamorado de esa yiniang era conocido y contado por aquellos que visitaban
Ping Cheng.

La fragancia Xue Li era uno de los muchos métodos que Mo yiniang usaba en su rutina de cuidado
dermatológico. Lo malo de esa fragancia es que su uso prolongado causa infertilidad, y lo segundo
malo es que parará el proceso de sanación natural de las heridas. Las cicatrices no harán costra y
se pudrirán. Una jovencita noble no se atrevería a tocar algo tan maldito pero muchas
trabajadoras de burdeles solían usarlo para atraer a hombres.

Li Wei Yang sabía qué pasaba, pero hizo ver que no.

-Si yiniang, ¿qué pasa?

Las manos de Zhou shi estaban cerradas en puños, escondidas en las largas mangas. No podía
contenerse y sus uñas se clavaron profundamente en sus palmas. La fragancia de la habitación se
suponía que era un ungüento de Yu Rong que Da furen le había regalado. Le había dicho que el
ungüento ayudaría a sanar las heridas de Chang Xi. ¿Quién iba a imaginarse que era, en realidad,
algo tan malévolo y sucio?

Li Wei yang echó un vistazo más allá de las cortinas. Mirando a hurtadillas desde detrás de las
cortinas había una hermosa cara con la barbilla delgada, cicatrices horripilantes en la cara y
apariencia sorprendida. La joven señorita de repente, se percató que la habían descubierto y se
dio la vuelta para marcharse. Cuando se dio la vuelta la esquina de su vestido se levantó. Las
cortinas se movieron y los rubíes de estas hicieron ruido. Un hilo de rubí cayó al suelo y trocitos de
rubí se esparcieron por todo el suelo.

Li Wei Yang miró como un rubí rodaba hasta sus pies. Entonces, levantó la cabeza y miró la cara
aterrorizada de Si yiniang. Se levantó, hizo una mueca y se despidió.

Cuando se alejaban de Shuang Yue Ge, Zi Yan seguía sin entender nada.

-San xiaojie, ¿por qué hay fragancia Xue Li en los aposentos de Wu xiaojie? Todo el mundo ha
dicho que por usarlo tanto tiempo, Mo yiniang se quedó infértil y no puede tener hijos. Wu xiaojie
todavía no está casada…-Preguntó curiosa, pero cuando llegó a ese punto, pareció darse cuenta de
algo. Inmediatamente, dejó de hablar con una expresión de miedo y pánico.

-Hay algunas cosas que sólo necesitan ser vistas. Deberías pretender ser sorda y muda, ¿me oyes?-
Li Wei Yang cesó sus pasos y miró a Zi Yan.

-Entendido.-Zi Yan bajó la cabeza pero sus dedos siguieron temblando.

Bai Zhi suspiró para sí. La finca del Primer Ministro, en comparación con la mansión de los Li en
Ping Cheng, era mucho más terrorífica.

Li Wei Yang levantó la esquina de su boca mientras se daba la vuelta mirando a Shuang Yue Ge.

Da furen quería, obviamente, que Si yiniang y sus hijas la odiasen, por eso les había enviado a
propósito tal fragancia. Primero, quería que Li Chang Xi no se curase jamás de la herida, por lo que
la niña la odiaría, hecho que también traumatizaría a Zhou shi. Después, quería que Li Chang Xi
caminase por ahí con la cicatriz para que todo el mundo supiera que Wu xiaojie había sido atacada
por Li Wei Yang. Y luego, aunque Li Chang Xi, consiguiese un buen matrimonio, a causa de su
posición como hija de concubina del Primer Ministro, seguiría siendo una concubina con la cara
destrozada que jamás tendría un hijo. De esta forma, tendría que escuchar y obedecer cada
palabra de su familia materna, en otras palabras, de Da furen.

Era matar tres pájaros de un tiro.

Por desgracia, Da furen podía ser malvada pero estaba haciendo más de lo que debería. Esta vez,
Li Chang Xi podría ser estúpida, pero su madre no lo era. Li Wei Yang pensó que tendría que decir
mucho más para hacer que Si yiniang entendiese que ocurría, pero gracias al cielo, la fragancia Xue
Li de Da furen la había ayudado. Da furen quería lavarse las manos en el asunto y mirar la pelea,
pero todavía no sabía que se había tirado piedras a su propio tejado.

Li Wei Yang inclinó la cabeza hacia atrás mientras el brillante sol le tocaba sus largas pestañas…

Capítulo 23: Gato de la suerte

En cuanto Wei Yang regresó a sus aposentos, Mo Zhu apareció con una sonrisa.

-San xiaojie, Lao furen la ha invitado a ir con ella.

Li Wei Yang sonrió. Movió los ojos un poco e, de inmediato, notó una sombra espiando detrás del
árbol sicomoro del patio. Bai Zhi frunció el ceño pero no habló. Esa muchacha, Hua Mei, siempre la
espiaba cómo un espíritu terco. Da furen fue quién la ofreció por lo que, si se deshicieran de ella,
la gente podría empezar a decir que xiaojie estaba disgustada con Da furen. Pero, si la dejaban en
paz, con el tiempo traería una calamidad.

Li Wei Yang pretendió no verla y se giró hacia Zi Yan.

-Bai Zhi y Mo Zhu vendrán conmigo. Tú te quedarás aquí.

Lao furen fue quién ofreció a Mo Zhu por lo que, obviamente, ella tenía que ir, pero Bai Zhi y la
misma Zi Yang habían venido con la xiaojie desde Ping Cheng. Sin embargo, últimamente, xiaojie
se llevaba muy bien con Bai Zhi. Zi Yan frunció el ceño tan sutilmente que era difícil de darse
cuenta. Cuando notó que Wei Yang la miraba tranquilamente, de repente, se percató de algo.

-Xiaojie, vaya, por favor. Yo vigilaré los aposentos con sumo cuidado.

Con sus dos criadas, Li Wei Yang se dirigió a He Xiang Yuan. Acababa de llegar y habían hecho que
abrieran las puertas. Se escuchaban risas de las mujeres nobles. Li Wei Yang parpadeó y entró
rápidamente. En el recibidor estaban presentes Lao furen acompañada por otras furens y xiaojie.
Todo el mundo parecía extremadamente alegre.

Li Wei Yang acababa de entrar cuando Li Zhang Le se levantó sonriente.

-San mei, mira. Nuestro Da ge no ha vuelto aún pero sí han llegado sus regalos.

Li Wei Yang siguió la mirada de Zhang Le y notó que todas las criadas habían desplegado brocados
inacabables de seda y telas bordadas a mano de diferentes tipos en la mesa. El recibidor radiaba
como el sol del ocaso provocando que los ojos de todas se nublaran.
La azafata, Sun niangzi, sonreía tanto que le habían desaparecido las orejas y dijo:

-Todo lo que ha enviado Da shaoye es de buena calidad. Lao furen, mire, esta es seda Jin Qiao de
Yunzhou. El color es excepcional. Esto es un tejido de seda Yanzhi de Chengzhou. El color es claro y
hermoso. Lo han teñido bien. Aparentemente, la costurera es una experta en el campo. Además,
hay seda Bi Jiangxia y Ziluo de Linzhou; seda Hayun hong, Luoxiu Jin y oropéndola de Nigzhou.
Todas las niangniangs y nobles de palacio llevan ese tipo de materiales. ¡Esta escena marea y todo!

Da shaoye estudiaba y viajaba por el mundo exterior, era normal que visitase tantos lugares, no
obstante, no enviaría tantos regalos sin motivo alguno. Estos regalos eran, obviamente, de otra
persona usando el nombre de Da shaoye, para ganarse los favores de la finca del Primer Ministro.

No hizo falta adivinar de quién se trataba; Li Wei Yang ya lo sabía. Li Zhang Le bajó la mirada. Sus
finos dedos acariciaron la seda brodada.

-A pesar de que las sedas de la Capital son bellas son exuberantes. Pero esta es distinta, es mucho
más elegante.

Los ojos de todas estaban sobre Li Zhang Le. Su belleza sin igual hacía que el resto estuviera
aturdido, como esas brocadas de seda bellas y magníficas, como si fuera una de las flores bordada
sobre la seda. Era totalmente delicada, ingeniosa y admirable, por lo que era difícil mirar a otro
lado. Pero ese tipo de belleza era como una aguja pinchando los ojos de Wei Yang que apartó la
vista lentamente. Había gente en ese mundo que nacía con el amor y cariño de sus padres y con
talentos incomparables e habilidades y la suerte de tener una belleza sin igual. Todo lo que tenía
que hacer era mirar un poco y, sólo con eso, ya sería capaz de robar el esfuerzo de otra persona.

Lao furen dijo:

-Yo no uso este color, así que las jovencitas pueden llevarse lo que quieran.

Er xiaojie, Li Chang Ru, inmediatamente fue invadida por la felicidad mientras se levantaba,
grácilmente, a darle las gracias antes de ir rápidamente a por sus telas. Quizás fue un accidente, o
quizás fuera a propósito, pero sus manos se posaron sobre la tela que Li Zhang Le quería. Con una
sonrisa falsa dijo:

-Da jie, me gusta mucho esta seda y hasta el color me sienta bien…

Li Zhang Le sonrió:

-Entonces, Er meimei debería cogerla.

Obviamente, Li Zhang Le no quería dar eso en particular pero quería aparentar ser generosa y
amable. Li Wei Yang rio por lo bajo mientras bajaba la cabeza para beber té, pretendiendo no ver
nada. Las manos de Li Zhang Le se detuvieron sobre la brillante seda Hayun Hong pero, a la vez, las
manos de Li Chang Ru también lo hicieron. Y eso ocurrió tres veces. Aunque Li Zhang Le mantenía
su compostura, la sonrisa de su rostro había desaparecido.

Er furen rio y dijo:


-A Da xiaojie siempre la han cuidado muy bien, pero tu meimei sigue siendo una niña. Lo
encuentra todo nuevo así que deberías tolerarla un poco. A cambio, te regalaré un conjunto de
joyas hechas con gemas.

Zhang Le tenía muchas joyas de gemas y pocas sedas tan difíciles de encontrar. Su rostro enrojeció
un poco pero no les contestó a las señoras.

Li Wei Yang bajó la vista. Da shaoye fue quién había traído las telas, a pesar de que se suponía que
eran para toda la familia, en realidad, todo lo que era de calidad era para Da furen y Li Zhang Le.
No obstante, Er furen y Er xiaojie estaban siendo unas insensibles y desvergonzadas. En
consecuencia, Li Zhang Le se enfadó pero tuvo que contenerse.

Da furen dijo como si nada:

-Zhang Le, sólo son telas. Si te gusta algo del montón, dile a tu Da ge que te traiga.-A pesar de
hablar en tono casual, sus palabras se dijeron para presionar a Er furen.

La expresión de Er furen cambió mientras replicaba de inmediato. Dafang y Erfang estaban en


guerra mientras tanto, San furen estaba sentado a un lado, sonriendo hasta que sus ojos se
posaron en Li Wei Yang. Los Li tenían a Da xiaojie, conocida por ser como una diosa de la belleza,
Er xiaojie de encantos deslumbrantes, Si xiaojie y Wu xiaojie, ambas adorables y monas, pero, en
cuanto a Li Wei yang… Ella poseía un encanto único, individual. Justo en ese instante, Li Wei Yang
alzó la vista y atrapó la mirada de San furen. Las dos intercambiaron una apariencia alegre. Hubo
una comunicación especial y silenciosa entre ambas.

Después de que Li Wei Yang rescatara a San shaoye, ella y San furen habían desarrollado un
secreto, un acuerdo implícito de ser aliadas. Esto era algo que Da furen desconocía. Todo lo que
Da furen sabía era que sus dos mumus no habían tenido cuidado, cosa que había causado fallos.
No se habían asegurado de comprobar que el cuerpo estaba sin vida antes de tirarlo. Creía que
San shaoye tenía buena suerte y había sido capaz de escapar de la muerte pero no se percataba
que había sido Wei Yang quién lo había salvado.

La habitación estaba llena de telas bellas y espléndidas. Era difícil no caer en la tentación. Hasta Si
xiaojie, Li Chang Xiao, que normalmente era de mente simple no pudo evitar rebuscar entre las
numerosas telas. Sólo Li Wei Yang permaneció en su asiento, sin moverse un ápice.

Lao furen alzó la voz de repente:

-Wei Yang, no te quedes ahí. Ves y escoge algunas que te gusten.

Li Wei Yang se levantó y dijo:

-Wei Yang se lo agradece a Lao furen.

Acababa de coger una tela dorada para examinarla cuando, súbitamente, una fuerte brisa entró
desde afuera seguida de los gritos de una criada. Wei yang enseguida sintió que había algo afilado
y curvado en sus zapatos. Se sorprendió e instintivamente dio unos pasos hacia atrás.

Era un gato arábico blanco. Uno de sus ojos era amarillo y el otro azul. La miraba con arrogancia.

Las delgadas manos de Li Zhang Le recogieron al gato.


-¿Te ha asustado, San mei? Es la gata de la suerte que Da ge me ha enviado. Mírala, ¿a qué es
bonita?

Por supuesto que Li Wei Yang reconoció a esa gata en particular. En su vida anterior, había sido la
mascota más adorada de Li Zhang Le. Había entrado a palacio con ella, no sólo era arrogante y
orgullosa, una vez uso sus zarpas para arañar las pequeñas manitas de Yu Li y hacerlas sangrar.

Wei Yang nunca pudo olvidar cuando Li Zhang Le, abrazando a su gata, le dijo:

-San mei, a mi gata de la suerte le gusta tomar el sol en el jardín de flores pero no le gustan los
desconocidos. Será mejor que vigiles al príncipe heredero y no le dejes acercarse demasiado a
Yuhua Yuan.

Bajo las mangas, las manos de Li Wei Yang se cerraron en puños. Su sonrisa se engrandeció.

-¡Qué gata tan adorable, Da jie!

Conforme hablaba ya había planeado algo en su cabeza.

Capítulo 24: Seda rota

Li Wei Yang se quedó atrás mientras que todo el mundo se marchaba feliz con sus sedas. Cada
tarde solía quedarse para hacerle té a Lao Furen.

A Lao Furen le interesaba mucho su forma de vida antes de que llegase a la finca Li y siempre le
preguntaba sobre ello. Li Wei Yang, pues, le contaba anécdotas interesantes con una voz dulce
que habían sucedió en Ping Cheng, sin embargo, Lao Furen aquel día sacudió la cabeza y le decía:

-San yatou[1], no estás diciendo la verdad.

Li Wei Yang la miró durante unos minutos y entonces, dijo por fin:

-Lao furen, ¿de verdad quieres la verdad?

Lao Furen asintió.

-Sí.

Li Wei Yang cogió aire. En algunos casos, si la persona en cuestión quiere saber la verdad, la
acabará descubriendo con el tiempo, así que esconderlo no servía para nada.

-Viví con los Li de Ping Cheng hasta los siete años. La finca del primer ministro no envió a nadie
para buscarme, así que me enviaron a vivir al pueblo con los Zhou. La matrona de la familia Zhou
era Liu shi. Era muy dura y no solía dejarme ni comer. Cuando era más pequeña, no entendía las
cosas así que a veces robaba comida de la cocina, pero si me descubría me solía castigar.-Li Wei
Yang se subió las mangas, mostrando las cicatrices de sus muñecas.-Tengo cicatrices aquí y en las
piernas.

Sorprendida, Lao furen la miró, incapaz de creérselo.

-¿Les dijiste que tu padre era el primer ministro?


Li Wei Yang soltó una risita. Sabía que Lao Furen no se la creería, pero era la verdad.

-Lloré y le dije a Liu shi que mi padre era un hombre de la corte de la Capital, pero ella se burló de
mí. Estuve con los Zhou durante seis años. En verano se me hacía difícil dormir por las picadas de
mosquito; en invierno, la cama era como un glacial. La hija de los Zhou me tenía como su juguete.
Mis manos y rodillas estaban tan arañadas que sangraban. Mis dedos también estaban llenos de
heridas por coser y por hacer tareas domésticas duras. Hasta tenía callos en los pies.-Su voz no era
alta, no había angustia en su tono. Ni siquiera mencionó los momentos en los que la pegaban, y
aun así, su tono neutral revelaba cierto dolor, dificultad e impotencia.

Lao furen y Luo mumu estaban horrorizadas. Lao furen miró las manitas de Wei Yang
instintivamente antes de cogerlas lentamente y con cuidado. Fue entonces cuando notó que tenía
cicatrices. Las cicatrices eran suaves así que no las había visto hasta entonces cuando por fin se
decidió a mirarlas con atención.

Luo mumu sacudió la cabeza. Todas las xiaojies de la finca del primer ministro nacían con cucharas
de plata en la boca. Todas vivían rodeadas de lujos y protegidas de la dura realidad, pero San
xiaojie tuvo que vivirlo. Por sus venas corría la sangre del primer ministro y aun así, la rastrera
mujer de un campesino la había maltratado. Lao furen sintió un dolor en el pecho mirando a Wei
Yang. No podía ni imaginarse cómo una niñita de tan sólo siete años había podido sobrevivir, día
tras día, en semejante ambiente, no podía imaginar lo que le había hecho a su madurez.

Lao furen, habló:

-Niña mía, has sufrido mucho. No sé lo duros que han sido contigo…

Li Wei Yang sonrió. Sus ojos negros reflejaban el rostro de Lao furen.

-No, esas cosas no me hicieron sufrir. Lo que más daño me hizo fueron los festivales. Solía ver a Li
laoye y a su familia salir a celebrarlo. Deseaba que mi padre también estuviera allí para mimarme,
quería mirar las flores con padre, celebrar el festival de linternas, pero los otros me gritaban y me
regañaban. Decían que era una huérfana sin padres.-Li Wei Yang no lloró, simplemente porque
hay ciertas cosas en el mundo que por mucho que llores no podrás tener jamás. Esta era la lógica
que había sabido desde que era pequeña.

Lao furen cogió las manos de Li Wei Yang con cariño y dijo:

-Niña mía, has vuelto a casa. Desde ahora, nadie te podrá molestar más.

Las palabras de Lao furen, que tenía simpatía en los ojos, eran genuinas. Li Wei Yang sostuvo sus
manos en silencio. Eso es, ya había vuelto. Desde entonces, nadie podría molestarla. Si ser una
buena persona significaba tener que aguantar molestias y pisotones, entonces, sería una mala
persona.

Lao furen sonrió con los ojos llenos de preocupación genuina.

-Niñita tonta, me siento sola por vivir aquí sola, deberías venir de visita más a menudo.

Li Wei Yang supo que esas palabras de Lao Furen iban a ser su mayor garantía. Eran la garantía de
tener un futuro en la finca del primer ministro.
Al volver a sus aposentos, Zi Yan la saludó de inmediato. Li Wei Yang miró a su alredor
brevemente. Hua Mei estaba fuera con un plumero, quitando el polvo del biombo de flores. Wei
Yang no se detuvo al entrar.

En las manos de Mo Zhu y Bai Zhi había dos brocados de una seda extremadamente hermosa. Tan
bella era la seda que con solo echar un vistazo ya te quedabas satisfecho. Li Wei Yang permitió que
las criadas dejasen la seda en la mesa. Entonces, ordenó a Mo Zhu que se marchase. Posó la mano
sobre la seda, sintiendo su lujo y belleza bajo sus dedos, y por la esquina de la boca dijo una sola
palabra:

-Rásgala.

Bai Zhi no reaccionó a tiempo sino que simplemente, se quedó quieta, sorprendida. Li Wei Yang la
miró con tranquilidad y dijo:

-¿Qué haces ahí parada? Rásgala.

Aunque Bai Zhi estaba perpleja, obedeció las palabras de Wei Yang. Cogió una de las telas, se sacó
una horquilla de pelo del pelo y la usó para rasgar la seda. La hermosa seda se partió en dos.

El sol del este entraba por las ventanas a la chambra, haciendo que la habitación se empapase de
una mezcla de oscuridad y luz. En la mesa estaba la bella seda. Mientras el sonido que hacía la
seda continuaba, los labios de Wei Yang se torcieron en una débil sonrisa.

Bai Zhi siguió al pie de la letra las órdenes de Wei Yang, y poco después, había roto las telas hasta
dejarlas irreconocibles, convirtiéndolas en un montón de harapos.

Bai Zhi estaba asustada por haberlas roto.

-Xiaojie, Da shaoye es quién ha enviado estas telas… Son para que las uséis en año nuevo, ¿y si…?

Li Wei Yang, parpadeó y dijo:

-Bai Zhi, busca una caja y mete este montón de seda rota.

Bai Zhi hizo una reverencia de inmediato y se fue.

-Sí, señora.

Aunque por dentro, Bai Zhi todavía estaba llena de sospecha. ¿Por qué tenía que guardar sedas
rotas?

En ese momento, Hua Mei uso la excusa de tener que lavarse y cambiarse para ir a Fu An Yuan.
Estaba inquieta por el incidente de la última vez. Pero Da furen no tenía ninguna intención de
castigarla y, simplemente, sonrió y le dijo:

-Hua Mei, ya te he ordenado que cuides de San xiaojie.

Hua Mei se relajó. Por suerto, Da furen no estaba enfadada.

Lin Mumu se acercó a Hua Mei, le cogió la mano, y con una voz dulce le recordó:
-¿Entiendes las intenciones de Furen?

El interior de Hua Mei dieron un vuelvo y ella asintió rápidamente. Hua Mei podía sentir la mano
de Lin mumu a su lado, como una serpiente crepitando hacia su piel. Hua Mei soltó una
exclamación ahogada, queriendo liberarse desesperadamente, pero Lin mumu le pellizcó, con
tanta fuerza, que pareció enterrar las uñas en la piel de Hua Mei.

Tanto le dolía a Hua Mei que fue incapaz de pedir auxilio.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Nubi cuidará a San xiaojie muy bien!

Las manos de Da furen se movieron junto con la seda de rojo coral con una cara compasiva
mientras su boca se torcía en una mueca.

Capítulo 25: ¿Quién es la marioneta?

Tres días más tarde, la xiaojie de Erfang, Li Chang Ru, no pudo esperarse más y, de inmediato, se
puso su nuevo atuendo. El vestido estaba hecho de seda Jinquiao. El vestido de un verde
amarillento era radiante y cegador. Chang Ru parecía todavía más elegante que otros días y,
cuando apareció en He Xiang Yuan, atrajo la atención de todo el mundo. Justo entonces, Li Zhang
Le, apareció sujetando a su gata de la suerte. En cuanto se percató de lo radiante y elegante que le
quedaba el vestido a Li Chang Ru, su expresión se agravió instantáneamente.

Li Wei Yang había llegado mucho antes que Chang Ru y Zhang Le. Presenció la escena desde lejos y
sonrió. La posesión más preciada de esa hermana mayor suya era su belleza, y se creía la más bella
del mundo. Por tanto, Zhang Le también creía que lo mejor debía ser suyo. Por eso, cuando vio el
hermoso vestido de Li Chang Ru – hecho con la seda que debería haber sido suya – su rostro se
puso verde de la envidia. No parecía en absoluto la cara de la famosa persona misericordiosa y
amable que decían que era.

Li Wei Yang anduvo por el pasillo. El pasatiempo de Lao Furen era tener pájaros como mascota. Su
favorito era el loro rojo de la entrada. Una vez, entraron a robar en la finca de los Li, y fue gracias a
ese loro parlanchín que Lao Furen pudo salvar su propia vida, por eso ese pájaro era tan
importante para ella. El loro vivía dentro de una jaula de madera. Cuando vio a Wei Yang
acercándose, ladeó la cabeza y montó un alboroto. Li Wei Yang sonrió a la criada, Lu Zhi, que
estaba a cargo del pájaro. Sostuvo un bol de comida y un bol de agua, lo dejó en la jaula y
comentó:

-¡Er xiaojie, está tan guapa!

Lu Zhi miró a Er xiaojie desde lejos y asintió.

-Sí, el vestido de Er xiaojie es muy bonito.

El loro aleteó.

-¡Muy bonito! ¡Er xiaojie! ¡Muy bonito!

Li Wei Yang sonrió, apartó las cortinas y entró.


Li Zhang Le y Li Chang Ru – la una siguiendo a la otra – también entraron. La criada estaba a punto
de apartar las cortinas para ambas, pero de repente, Li Zhang Le escuchó una voz a sus espaldas.

-¡Er xiaojie está muy guapa! ¡Er xiaojie está muy guapa!-La voz era aguda e infantil. Con el silencio
que había, la voz era todavía más clara. La voz del loro era como un cuchillo cortando la calma que
Li Zhang Le estaba luchando por mantener.

Era una simple mascota. No entendía las cosas mientras las repetía muchas veces. El gato de la
suerte que Li Zhang Le llevaba en brazos, bramó de repente y se lanzó a por el loro que aleteó. Lu
Zhi chilló y corrió a la jaula de madera para protegerla entre sus brazos. El gato saltó a las piernas
de Lu Zhi, le gruñó y bufó amenazadoramente, sin intención de marcharse.

El loro continuó hablando:

-¡Er xiaojie está muy guapa!

Lu Zhi se apresuró a proteger el loro.

-¡Si sigues siendo tan escandaloso, el gato te arrancará la lengua!

El loro era bastante listo. Al escuchar la amenaza de Lu Zhi, se asustó y no se atrevió a hablar más,
en lugar de eso, empezó a temblar entre los brazos de Lu Zhi.

Li Zhang Le contuvo su enfado y cogió a su gata.

-Gatita buena, deja de hacer el tonto.-Al decirlo, su rostro se iluminó con una sonrisa y continuó
andando como si no hubiese pasado nada.

Aunque cuando se saludaron el rostro de Lao Furen estaba igual que siempre, Li Wei Yang era
consciente de que ya sabía lo ocurrido entre las mascotas. Li Wei Yang, después de hacerle una
visita a Lao furen y volver a sus aposentos, miró a Zi Yang.

-¿Ha pasado algo?

Zi Yan bajó la vista y contestó:

-Nadie ha salido del patio menos Hua Mei que ha ido a por té.-Entonces, como si se hubiese dado
cuenta de algo, añadió.-Hua Mei ha tardado una hora y media en volver.

Li Wei Yang soltó una risita.

-Llámala.

Zi Yan titubeó.

-Xiaojie, si necesitas algo puedo hacerlo yo.

-No, tú no. Hoy quiero hacer un poco de teatro. ¿Cómo no voy a hacerlo entretenido?-Li Wei Yang
sonrió.-Ves a llamarla.

Zi Yan obedeció y salió a por Hua Mei. Mientras tanto, Li Wei Yang disfrutó de su té a la espera.
Poco después, Zi Yan volvió seguida de Hua Mei. Wei Yang ni siquiera se molestó en levantar los
párpados.
Zi Yan siempre había estado vigilando a Hua Mei, por lo que raramente había tenido la
oportunidad de entrar en el dormitorio de Wei yang. Pero aquel día, cuando la xiaojie la había
llamado se sintió inquieta. Aunque era una humilde criada, nunca había temido a Wei Yang, más
que nada, porque como refuerzo tenía a Da furen. Aunque no le gustase a San xiaojie, ella no
podía hacerle nada. Pero tras el último incidente, Hua Mei había empezado a pensar que San
xiaojie era… algo impredecible. Era difícil saber qué haría.

Li Wei Yang alzó la cabeza.

-Hua Mei, desde hoy, me ayudarás ocupándote del armario y de los accesorios.

Era una tarea importante por lo que Zi Yan se sorprendió. Sus labios se crisparon y miró a Bai Zhi,
que en realidad estaba tranquila y serena. Zi Yan se tragó las palabras al ver la expresión de Bai Zhi
y no dijo nada. Sobresaltada, Hua Mei miró a Wei Yang.

Li Wei Yang prosiguió:

-Bai Zhi, entrégale los cofres importantes a Hua Mei. Deja que ella se encargue de ellos.

-Sí.-Bai Zhi se dio la vuelta y se marchó de inmediato.

Hua Mei irradió felicidad. Seguramente, San xiaojie le tenía miedo a Da furen y por eso había
decidido confiarle una tarea tan importante. Sólo era la hija de una concubina, tenía que vivir de
acuerdo al humor de la matrona.

Bai Zhi sacó tres cofres y le dijo a Hua Mei.

-Tú cuidarás de estos tres. No seas descuidada.

Hua Mei rio alegremente y le cogió las llaves a Bai Zhi.

-¡Obvio! ¡Xiaojie no tiene de qué preocuparse!

Bien temprano a la mañana siguiente, Hua Mei no tuvo tiempo de revisar a fondo los cofres antes
de que la detuvieran los súbditos de Lao Furen a los que habían enviado para entallar nuevas
ropas para San xiaojie. Hua Mei trajo los cofres y los abrió, entonces, de inmediato escuchó decir a
Bai Zhi con un tono enfadado:

-¡Hua Mei! ¡¿Qué significa esto?!

Hua Mei se puso rígida y bajó la vista. Las brocas de seda estaban todas enredadas, hechas un
montón, llenas de arañazos de gato y lo peor de todo, todas destrozadas.

Hua Mei empalideció y se arrodilló repentinamente.

-San xiaojie… Nubi… ¡Nubi no sabe por qué ha pasado esto!

Li Wei Yang frunció el ceño y se levantó.

-¡Atadla!

Hua Mei quiso agarrarse al vestido de Wei Yang de repente, pero Bai Zhi la empujó.
-¡¿No habéis oído las palabras de xiaojie?!

Hua Mei empujó a Bai Zhi con malicia, y se lanzó hacia Li Wei Yang.

-¡San xiaojie, no puedes castigarme!

Li Wei Yang no miró atrás.

-Entonces, esperaremos a que vaya a ver a Lao furen y a madre.

Li Wei Yang no se detuvo de camino a He Xiang Yuan, sino que caminó directamente hacia el patio
con lágrimas cayéndole de los ojos.

-Lao furen, un gato ha destrozado todas las sedas de Wei Yang…

Lao furen estaba sentada sorbiendo su té cuando escuchó la voz de Wei Yang, y frunció el ceño.
Iba a decir algo cuando, justo entonces, Lu Zhi se tropezó entrando por el pasillo.

-¡Lao furen, ha ocurrido algo horrible! El pájaro…

Lao furen se puso en pie y su taza de té cayó y se hizo añicos.

Capítulo 26: Hacer que te atragantes

Un gato se había comido el pájaro favorito de Lao furen. En la finca del primer ministro el asunto
se volvió importante. Da furen se dirigió a He Xiang Yuan rápidamente. Li Zhang Le, con su querida
gata de la suerte en brazos, acababa de entrar al patio cuando escuchó el enfado de Lao furen.

-¡¿Cómo osas traer a esa bestia aquí?!

Li Zhang Le, sorprendida, miró desconcertada al resto. Sin embargo, todo el mundo contenía el
aliento y nadie se atrevió a decir palabra. Al escuchar eso, Da furen tosió dos veces.

-Lao furen, puede ser que no haya sido la gata de Zhang Le la que se ha comido a tu pájaro. Podría
haber sido un gato callejero…

-¿Gato callejero? ¡¿Y de dónde puede haber venido?! ¡Pues, ves a atraparlo y tráemelo ahora
mismo!-La expresión de Lao furen raramente era tan gélida como la de entonces. Estaba tan
furiosa que no podía ni hablar bien.

Da furen jamás había imaginado que la furia de Lao furen llegase a ese punto, por lo que no se
atrevió a decir nada más. Li Zhang Le soltó a su gata rápidamente y dio unos pasos adelante.

-Lao furen, esta gata de la suerte que me regaló Da ge[1] es un tesoro. Y no es sólo obediente,
también es cobarde. Nunca haría algo como esto…

La muchacha no pudo ni terminar la frase sin que Lao furen la interrumpiera escupiéndole en la
cara:

-¡Esta mañana ha querido devorar a mi pájaro y no he dicho nada! ¿Y qué dices ahora? ¿Obediente
y cobarde? ¡Ya había dicho que no debíamos tener ese tipo de animales domésticos en la finca
para mantener a salvo a mi pájaro, pero aun así, tienes uno! ¡Está más que claro que intentas
enfadarme! ¡Y ya no hablamos de que ha destrozado las sedas de tu meimei! ¡No ha podido
ponérselas ni una vez! ¡¿Dime, cómo piensas compensarlo?!

Li Zhang Le se retorció horrorizada. Mientras tanto, Li Wei Yang se limitó a estar de pie a un lado
con apariencia lastimosa. La expresión de Zhang Le cambió.

-¿Le ha pasado algo a las sedas de San mei? Qué casualidad.

Li Wei Yang pretendió no comprender el segundo sentido de las palabras de Zhang Le.

-Da jie, hay que disciplinar a la gata estrictamente. Hoy se ha comido el pájaro de Lao furen y ha
destrozado las sedas. ¿Quién sabe si la próxima vez hará enfadar a un noble? ¡Y si se trata de
alguien de mente cerrada, ni aunque el gato muera miles de veces, le bastará como pago por su
error!

Todos los invitados que entraban y salían de la finca del primer ministro eran oficiales de alto
rango y nobles. Si el gato hiriese alguno de esos oficiales sería culpa de la finca del primer ministro.
La expresión de Lao furen se agravó. Li Wei Yang parpadeó unas cuantas veces, tímida. –Aunque
no podemos culpar al gato de Da jie. Es sólo un animal, ¿cómo va a entender nada? Es culpa mía
por no haber tenido cuidado. Tendría que haberme ocupado yo de cuidar esos objetos tan valiosos
y no darle la responsabilidad a Hua Mei. Después de todo, Hua Mei todavía es joven y juguetona.
Sigue sin tener experiencia en cuanto a ese tipo de cosas.

El humor de Lao furen empeoró. En primer lugar, la gata de la suerte se había comido a su querido
pájaro, y después, el mismo gato había roto las sedas que ella misma le había regalado a Wei Yang.
¿Acaso no era así como Li Zhang Le le demostraba su insatisfacción? Cuando ese pensamiento
pasó por su cabeza, Lao furen dijo fríamente:

-Con que es culpa de la incompetencia de Hua Mei…

Li Wei Yang miró a Da furen, con aspecto preocupado.

-Esto…

Da furen no se molestó en mirarla sino que le habló a Lao furen.

-Yo envíe a Hua Mei. Su incompetencia es culpa de mi incapacidad para disciplinarla. Por eso he
venido aquí para rogar por el perdón de Lao furen, sin embargo, también tengo algo que decir. Yo
se la regalé a Wei Yang, así que ella también debería haberla disciplinado. ¿Cómo has podido
tolerar su comportamiento osado?-Obviamente, la mujer estaba culpando a Wei Yang por no
disciplinar a su nueva criada.

Wei Yang sonrió nerviosamente y dijo:

-Madre, ¿cómo puedes decir eso? Tú me regalaste a Hua Mei. No he podido favorecerla lo
suficiente.

Lao furen, de repente, habló con un tono frío:


-¡Eres la matrona de la familia pero no puedes ni disciplinar bien a una simple criada y me obligas a
entrometerme! ¡Traed a esa Hua Mei!

Acercaron a Hua Mei con las manos y piernas atadas mientras berreaba. Al verlo, Da furen frunció
el ceño.

-¡Aun así, deberíamos darle la oportunidad de explicarse!

Lao furen oteó a Luo mumu que, de inmediato, dio un paso adelante y preguntó:

-¿Tú cuidas de los cofres?

Hua Mei asintió con dificultad.

-Sí, pero hace nada que nubi ha recibido los cofres…

-¡¿Todas las sedas de los cofres estaban rotas?!

-Sí, pero nubi es inocente. ¡Debe haber alguien intentando culparme! ¡Es San xiaojie! ¡Lao furen,
debe ser San xiaojie quién intenta implicar a nubi!-Gritó Hua Mei temerariamente, desesperada
porque la liberaran del crimen.

Era una criada descarada, ni siquiera le era leal a su dueña. Los ojos de Lao furen surcaron por
todos lados.

-Qué criada tan incompetente y vaga, no dejéis que me ensucie la vista. No quiero escuchar más
sus mentiras y sus excusas. ¡Amordazadla y dadle cincuenta azotes como advertencia!

Hua Mei se dio cuenta rápidamente que había dicho las cosas mal. Luchó con todas sus fuerzas y
se arrodilló.

-¡Lao furen, nubi sabe que se ha equivocado! ¡Es todo culpa de nubi! ¡Da furen, por favor, salva a
nubi! ¡Por favor, salva a nubi! –Repitió inclinada, rogando misericordia y pidiéndole a Da furen
desesperadamente que dijera algo para ayudarla. Cada vez que su frente chocaba contra el suelo,
las caras de la audiencia empalidecía más.

Li Wei Yang la miró y sugirió tranquilamente:

-Lao furen, ¿por qué no la perdonas por esta vez?

Li Zhang Le frunció el ceño, como si estuviese a punto de decir algo, pero Lao furen la fulminó con
la mirada. En realidad, Lao furen no quería castigar a Hua Mei, pero quería usarla para darle una
lección a Li Zhang Le.

Da furen se estremeció.

-Lao furen tiene razón. ¡Hay que castigar a este tipo de criada!-Esas palabras sellaron el destino de
Hua Mei.

Todas las mumus cubrieron la boca de Hua Mei de inmediato y la arrastraron para afuera. Todo el
mundo se estremeció. La expresión de Da furen era retorcida. Hasta el hermoso rostro de Li Zhang
Le se volvió blanco como la nieve al presenciar como una de las criadas se llevaba afuera a su
querida gata. Lao furen, claramente, no tenía ninguna intención de perdonar a su gata.
Li Wei Yang suspiró mirando las caras de madre e hija, al verlas atragantándose sintió una fresca
brisa.

Lao furen echó un vistazo a Li Zhang Le, todavía no se había calmado.

-¡Todas tus sedas serán para Wei Yang! ¡Copiarás la escritura budista cien veces para rezar por mi
pájaro!

¿Darle todas sus telas a Li Wei Yang? ¡¿Copiar las escrituras budistas para rezarle a un pájaro?!
¡Lao furen se había vuelto loca!

Li Zhang Le hizo unos movimientos pero Da furen la retuvo cuando dijo.

-¡Di que sí!

Ir contra Lao furen era una desventaja, Li Zhang Le lo entendía.

-Sí, Zhang Le hará como dices.

Los ojos de Li Zhang Le, habiendo perdido a su querida gata y después de que Lao furen la
castigara, estaban rojos mientras se marchaba de He Xiang Yuan.

-San mei, tienes muchos trucos bajo la manga para tener a Lao furen comiendo de tu mano.-Dijo
con una cara maliciosa llena de veneno.

Li Wei Yang se limitó a sonreír.

-¿Qué dices, Da jie? No te entiendo. Todo lo que sé es que esta vez Da jie no ha sido precavida. Da
jie debería saber que hay que enseñar a los animales, ¿no?

Las manos de Li Zhang Le estaban cerradas en un puño bajo sus mangas. Fríamente, respondió:

-Muy bien, puedes decir eso. Espero que puedas seguir riendo tanto la próxima vez.

Li Wei Yang la miró con inocencia.

-¡Jiejie, bromeas! Copiar las escrituras de buda no es tarea fácil. Jiejie no debería quedarse aquí a
perder el tiempo, si Lao furen se entera, ¡se enfadará todavía más!

Li Zhang Le se tragó sus palabras.

Da furen se acercó a ella por un lado con una expresión inquebrantable.

-Zhang Le, no gastes saliva. ¡Vamos!

Li Wei Yang sonrió.

-Wei Yang se despide de Madre y Da jie.


[1] “Da ge”: El “ge” es una partícula que significa “hermano”. Su equivalente japonés – más
conocido y popular que el chino – sería “niichan” o “neechan”.

Capítulo 27: Un odio demasiado profundo

San furen vivía en Ya Zhu Yuan. Li Wei Yang acababa de aparecer en la entrada del patio cuando
una sombra se le acercó apresuradamente. Un par de manos frías, como asustadas, cogieron las
de Wei Yang y expresaron urgencia.

-¡San jiejie!

Li Wei Yang bajó la vista y miró al par de, extrañamente, hermosos ojos. Era como si pudiese ver su
propio reflejo. Estaba algo sorprendida, pero pronto se rio.

-Min De.

En realidad, a Li Min De le preocupaba un poco que Wei Yang empujase sus manos, pero en lugar
de eso, le permitió seguir agarrándola. La dulzura inundó su interior y en su rostro apareció una
mueca. La miró seriamente.

-San jiejie, ¿has venido a visitarme?-Había cierto matiz feliz en su voz.

Li Wei Yang no pudo evitar pellizcarle las mejillas entre risitas al ver lo adorable que era.

-Exacto. He venido a hacerle una visita a Min De.

Li Min De se puso feliz instantáneamente y mientras le cogía de la mano, siguieron avanzando.

-San jiejie, le dije a mi madre que quería irte a buscar pero ella me dijo que sería una molestia para
ti.

El hecho de que ella había salvado a Li Min De era un secreto. Li Wei Yang sonrió, sin que le
importase tener sus manos entre las de Min De y anduvieron hasta los aposentos de San furen.
San furen saludó a Li Wei Yang felizmente, con una sonrisa, antes de que se sentara. Una criada les
sirvió el té. Li Wei Yang alzó la taza de té, con dibujos de flores muy coloridas, la abrió y permitió
que el vapor de fragante aroma se elevara. Bajó la cabeza, y pegó un pequeño sorbo.

-He venido a darle las gracias a San furen.

Para San furen Li Wei Yang, quién había salvado a Li Min De, era alguien a la que le debía la vida.
La alegría apareció lentamente en sus ojos aunque su tono permaneció igual.

-Fue meramente conveniente. Veámoslo como una forma de dejar que San xiaojie aliviase su
frustración.-Habló normalmente, sin llevarse el crédito de nada.

Li Wei Yang sabía que intentar engañar en el territorio de Luo furen no era tarea fácil. Si no fuera
por la ayuda silenciosa de San furen, no habría conseguido tener éxito con el plan.

San furen miró a Li Wei Yang y habló suavemente.


-Ahora que Hua Mei no está, será más fácil actuar.-Sorbió el té y entonces, dejó a un lado la taza.-
Sin embargo, la gran pérdida de hoy es algo que Da furen no puede ignorar.

Li Wei Yang no respondió sino que, simplemente, sonrió. Estaba claro que ese hecho no la ponía
nerviosa en lo más mínimo.

San furen sospechaba. ¿Dónde había encontrado, una jovencita de tan sólo trece años, el valor de
enfrentarse cara a cara con Da furen? La buena mujer le recordó con suavidad:

-Wei Yang, ella y yo estamos en la punta del cuchillo de la otra todo el tiempo, así que una pelea
más o una menos no importa; pero tú tienes que recordar que sigue siendo la matrona de la
familia. En el futuro, tu matrimonio…

En su vida anterior, siempre había seguido las palabras de Da furen, pero al final, sólo había sido
un peón. Su vida anterior había terminado en tragedia, así que, ¿qué nervios podía tener por
pelear esta vez? No obstante, Li Wei Yang no le podía contar esas cosas a San furen. Puede que
fueran aliadas, pero eso era todo lo que serían.

Li Wei Yang volvió a ver a Li Min De otra vez mientras se iba. Estaba de pie en medio del patio
esperándola. Sonriendo, se acercó a él y le dijo:

-Min De, me tengo que ir ya.

¿Irse tan pronto? La respiración de Min De se detuvo instintivamente. Justo cuando empezaba a
serle difícil respirar, la escuchó decir:

-Pórtate bien y hazle caso a tu madre. No corras por ahí.-Después del recordatorio, Li Wei Yang le
pasó de largo.

Li Min De dio un paso hacia adelante rápidamente. Sus ojos ardían – con un fuego tan brillante
que podría quemar a la otra persona.

-San jiejie…-Llamó y le cogió la mano de repente.-Esto es…-Súbitamente alzó la mano que había
estado escondiendo detrás de la espalda.

Li Wei Yang estaba algo perpleja.-¡…un amuleto de jade!-Continuó rápidamente y cerró los labios,
mirando a Li Wei Yang con nerviosismo.

El interior de ella se sacudieron cuando sus ojos se posaron sobre el objeto de su mano.

Era una jade tallada en forma de media luna. Examinándola, Li Wei Yang se sorprendió todavía
más por el puro color verde y la calidad de la gema. Y con la piedra en la mano, la acarició
suavemente. Era como tocar la piel de una belleza fina. La jade parecía tener su propia vida y
esencia. Y llegó a la conclusión que se trataba de algo de un valor incalculable. Sus ojos volvieron
al rostro de rasgos delicados de Li Min De. Li Wei Yang no le entendía y preguntó:

-¿No es lo que llevabas la última vez? ¿Por qué te lo has quitado?

Li Min De la miró ansioso y respondió:

-Esta jade ha estado conmigo desde que era pequeño.-Tragó saliva mientras sus orejas
enrojecían.-Como San jiejie me ha salvado la vida, he pensado… He pensado que podría dártelo…
-¿Dármelo? Es tu tesoro. ¿De verdad que puedes dejarlo ir?-Le miró sonriendo. Sentía que ese
muchachito era extremadamente adorable. Incapaz de controlar sus impulsos, extendió la mano y
le acarició la cabeza. El tacto de su pelo era más suave de lo que había imaginado.

La primera vez que Li Min De vio a Li Wei Yang ya notó que era diferente. Su forma de mirar era
distinta a la de la otra gente, como el agua estancada bajo la grácil luz de la luna, fría pero
profunda.

No sabía cómo decirle que era genuinamente honesto sobre lo de darle ese pedazo de jade y
tartamudeó nerviosamente.

-Yo… Yo…

Li Wei Yang sonrió al ver al tenaz joven caballero intentando explicarse y le devolvió la gema.

-No deberías dar esto a cualquiera como si nada…-No tuvo ocasión de terminar de hablar cuando
Li Min De le apretó la mano.

Mientras hablaba, en sus ojos había determinación y sinceridad.

-¡Esta gema protege a su dueño! ¡Es verdad! ¡Madre dice que me ha salvado la vida muchas
veces!-La honestidad de su voz, junto al sonido de su corazón latente, parecía capaz de penetrar
en la jade.

Li Wei Yang estaba sorprendida por la determinación de hierro de él y dijo:

-Yo también tengo una, ¿ves?-Se sacó la que Qi yiniang le había dado.-Con esto ya me basta para
protegerme. Y en cuanto a esta, deberías guardártela con cuidado.-La verdad es que sentía que en
la gema había más de Min De de lo que podía aceptar.-Visítame a menudo.-Li Wei Yang le acarició
la cabeza.

Había una pizca de tristeza en los ojos del jovencito, pero al poco tiempo fue reemplazada por
alegría y una sonrisa.

En otra habitación, la criada Tan Xiang llevó una taza de té al notar que Da xiaojie – Li Zhang Le –
estaba sentada ante un espejo cosiendo peonias y fénix con una expresión sepulcral. El corazón de
Tian Xiang latió rápidamente mientras hablaba.

-Xiaojie, Lao furen ha enviado a gente para recoger las cuatro brocas de seda.

-¡Que se las lleven! ¡Que se lo lleven todo! ¡Un cuervo sigue siendo un cuervo aunque se cambie
las plumas!-Zhang Le expresó todo su resentimiento de buena gana ya que no había nadie más en
la habitación.

-Tam… También ha venido la mumu a cargo de supervisar las escrituras budistas de xiaojie…-Tan
Xiang se esfumó cuando notó la horrible apariencia del rostro de Zhang le. Se tragó el resto de su
frase.
De repente, Zhang Le cogió la taza de té y la hizo pedazos. Tan Xiang se horrorizó al ver cómo los
delgados dedos se extendían hacia los utensilios de costura del tocador. Zhang Le sacó una aguja,
cogió los dedos de Tan Xiang y por la fuerza, pinchó los dedos de Tan Xiang varias veces. Al ver la
sangre empezar a rezumar, Zhang Le humedeció sus propios dedos en la piscina de sangre y
entonces, miró el rostro de Tan Xiang con intensidad.

-¿Sabes qué tienes que decir?

El dolor de las puntas de los dedos llegó a su corazón. Tan Xiang sentía tanto dolor que su cara se
había puesto blanca, pero aun así, contestó:

-Da xiaojie se ha hecho daño sin querer, y como temía manchar las escrituras, quiere pedirle a
mumu que vuelva otro día.

Li Zhang Le le ordenó fríamente:

-Ves.-Cuando Tan Xiang se había ido, Zhang Le alzó la vista a su propio reflejo en el espejo.-Li Wei
Yang, ¡bien por ti! ¡Muy bien por ti!

Tan Xiang, a unos pocos pasos de la puerta, no pudo evitar temblar al escuchar la risa gélida de Da
xiaojie.

Capítulo 28: El Don Juan

A Li Wei Yang le gustaba Li Min De de verdad porque en sus ojos sentía una añoranza del que no
quería despedirse. Aunque San furen era su madre adoptiva y le trataba como a su verdadero hijo,
era de personalidad reservada y despreocupada, así que la mayoría del tiempo, Min De se sentía
extremadamente solo.

En la casa del jardín, Li Wei Yang le explicó historietas de su vida en el pueblo. Le habló de cuándo
se arremangaba los pantalones y entraba en las aguas para recolectar huevos de pato, y de cómo
después hacía fuego en la orilla del lago y los cocinaba cubriéndolos con arena caliente y de cómo
se los devoraba, todos y cada uno, hasta que no quedaba ninguno.

Li Min De escuchaba con atención y los ojos llenos de anhelo.

Al vivir en la finca del primer ministro, jamás había experimentado algo así. No sólo sentía que era
un tipo de vida nuevo, sino que también podía probar la libertad en la descripción de Wei Yang.

Parpadeó y dijo:

-San jiejie, últimamente quiero ir a hacer una visita al sitio donde vivías.

Li Wei Yang miró esos ojos que revelaban lo mucho que quería alzar el vuelo y volar libre, rio y
dijo:

-Niño tonto, no es un sitio para jugar.


Li Min De alzó la cabeza y miró a Li Wei Yang. Bajo el sol, su rostro revelaba juventud, como el
cielo claro primaveral, pero en aquellos ojos negros era difícil adivinar si había felicidad o tristeza.
Era un par de ojos difícil de leer. Esta San jie, era totalmente distinta al resto, pensaba Li Min De.

Al otro lado del jardín, Li Zhang Le acababa de pasar los roqueros cuando de repente, se
sorprendió por la silueta que apareció de la nada.

-¡Biao mei[1]!-Las palabras las dijo un joven vestido con una larga túnica de seda que había salido
de detrás de las roqueras y le había cerrado el paso.

Li Zhang Le reconoció a esa persona y sonrió. La tía biológica de Li Zhang Le se había casado con el
general Zhong Yong. Más tarde, Zhong Yong heredó la noble posición de marqués de Bo Chang. Su
hijo mayor, Gao Yuan, entró a palacio para convertirse en el compañero de lectura del príncipe
heredero. Durante un intento de asesinato al príncipe heredero, cubrió al príncipe de la flecha y
murió joven. El príncipe heredero se entristeció mucho por la muerte de Gao Yuan y le rogó al
emperador que recompensase a la madre de Gao Yuan con el glorioso título de “Wei Guo furen”.
Como su hijo mayor había muerto, Wei Guo furen empezó a mimar a su otro hijo, Gao Jin. Gao Jin
atractivo, y aunque parecía alguien íntegro, era un Don Juan. Cada vez que su comportamiento
atraía la atención del marqués de Bo Chang, este se enfadaba tanto que quería enseñarle una
buena lección a Gao Jin, pero Wei Guo furen se entrometía para protegerle porque ese Gao Jin,
había sido el alumno favorito del primer ministro Li. El marqués visitaba regularmente la finca del
primer ministro con Gao Jin por dos razones: la primera era porque el marqués esperaba que los
estudios de Gao Jin dieran buenos frutos para satisfacer su codicia, y la segunda era porque quería
acercarse al sol que más calentaba, es decir, a la reputación del primer ministro.

Aunque Gao Yuan y Gao Jin eran hermanos de sangre, no parecía que hubieran nacido de la misma
madre. Gua Yuan había sido joven, talentoso y bien educado, Gao Jin, al contrario, no era más que
un mujeriego. El primer ministro había intentado enseñar a Gao Jin muchas veces pero al ver que
no se lo tomaba en serio, acabó rindiéndose. Además, Da furen había mimado a ese sobrino suyo,
más que nada, porque era el único hijo que le quedaba a su hermana. En consecuencia, Gao Jin
podía ir y venir de la finca del primer ministro todo lo que quisiera.

-Biao mei, ¡me debes recordar y echar de menos, por eso me buscas!-Gao Jin soltó una risita
mientras se acercaba a Li Zhang Le.-Normalmente, es muy difícil verte la cara. Meimei se ha vuelto
más bonita al crecer, eres como un hada…

Li Zhang Le solía portarse bien con Gao Jin pero aquel día la sonrisa de su cara era enorme.

-Está claro que hay una razón por la que he invitado a biao ge a venir.

El corazón de Gao Jin empezó a latir rápidamente al ver la sonrisa de Li Zhang Le.

-Haré lo que sea que necesites, aunque sea lanzarme a las llamas o en agua hirviendo. ¡Haré lo que
sea por ti!

A Gao Jin no le gustaba, particularmente, visitar la finca del primer ministro, principalmente
porque no le gustaba la cara seria del primer ministro y cómo siempre estaba intentando educar.
Sin embargo, Gao Jin descubrió lo mucho que le mimaba Da furen, sin hablar de que todas sus
biao meis eran hermosas y elegantes. Sobre todo, Da biao mei, Li Zhang Le, que era la más guapa
de todas, pero por su personalidad orgullosa, siempre le trataba con frialdad, aquel día, no
obstante, ella era quién había tomado la iniciativa de invitarle a venir, cosa que le hizo
extremadamente feliz.

Se dio cuenta al mirar la belleza sin rival de Li Zhang Le, que todas las otras mujeres con las que
había estado no eran nada en comparación. Todo lo que quería era cogerle las manos e intimar
con ella, sin embargo, también sabía que no podía ser demasiado descarado con ella. Wei Guo
furen le había dicho que esa Da biao mei se acabaría convirtiendo en alguien grande – alguien con
quien no se podría jugar fácilmente.

Li Zhang Le, de repente, señaló a una persona que estaba sentada en la casa de verano.

-Biao ge, no conoces a San meimei, ¿no?

Siguiendo el delgado dedo de Li Zhang Le, Gao Jin notó a un joven sentado de espaldas a él y
sentada en frente de ese joven, había una jovencita. Llevaba un vestido rosa que elogiaba sus
rasgos delicados – barbilla fina, labios rosados, dientes blancos y unas largas pestañas oscuras que
acompañaban a unos ojos de un negro profundo.

Gao Jin se quedó quieto durante un momento. Al percatarse de su reacción, Li Zhang Le movió las
manos delante de la su cara. Sonriendo le dijo:

-¿Qué pasa?

Gao Jin volvió en sí, con una gran sonrisa en su rostro.

-¿Esa es la misteriosa hija de la concubina? Es muy…

Diferente.

A diferencia de la belleza celestial de Li Zhang Le, la seductora elegancia de Li Chang Ru, y la


sobrecogedora belleza de Li Chang Xiao y Li Chang Xi, los ojos de Li Wei Yang eran claros aunque
fríos, como el agua de un pozo sin fondo, repleto de una misteriosa profundidad. Con la
experiencia de Gao Jin, ya había visto todo tipo de bellezas pero Li Wei Yang era algo distinta.

Li Zhang Le le preguntó:

-¿A que es guapa, Biao ge?

-¡Guapa! ¡Sí, guapa es!-En cuanto Gao Jin dijo esas palabras, pareció haberse acordado de algo y
se tornó serio.-Por supuesto, su belleza no se puede comparar con la de biao mei.

Como si hiciera falta decirlo, pensó Li Zhang Le y sonrió.

-Biao ge, ¿no te gustaría probar la belleza de San mei?

Gao Jin entró en pánico cuando la escuchó.

-¡Biao mei, no juegues conmigo! ¡No puedo hacer enfurecer al primer ministro!

En los ojos de Li Zhang Le había burla.


-Por supuesto que si se trata de Er meimei y las otras no puedes tocarlas, ¿pero ella? Si te gusta,
adelante, hazla tuya. ¿Qué se va a hacer si tienes el poder de ganártela?

Gao Jin tenía experiencia con mujeres desde los quince años. Pero la mayoría de las que había
tocado habían sido tímidas e obedientes, criadas bonitas de su finca o monadas de antecedentes
humildes. Si le gustaban, las tendría. Si su madre le regañaba sólo tenía que pretender escucharla,
sin embargo, Li Wei Yang seguía siendo carne del primer ministro. Si algo pasase tendría que
excusarse ante el primer ministro, motivo por el que dudaba.

Li Zhang Le se mofó fríamente.

-¡Biao ge! Biao ge, deberías escucharme con atención. Si pierdes esta oportunidad, no habrá
próxima vez. ¡Pase lo que pase, madre sigue siendo tu tía de sangre!

Al escuchar esas palabras, Gao Jin se aturdió antes de darse cuenta de todo. Como si se hubiese
maquillado, su rostro enrojeció. Miró a Li Wei Yang maliciosamente desde lejos y se decidió.

-Entonces, escucharé tus palabras.

La sonrisa de Li Zhang Le se hizo más profunda. Con el estatus de Li Wei Yang, aunque quisiera ser
la nuera de Wei Guo, su tía no lo permitiría. En tal caso, sólo podría ser una concubina… Además,
tía no era una buena persona para empezar. Todas las concubinas de la finca Bo Chang de las que
Gao Jin se había cansado estaban viviendo en un infierno.

[1] Biao mei: O “biao ge” en masculino, es como se refieren a los primos.

Capítulo 29: Invitación en la lluvia

La herida del rostro de Li Chang Xi se había convertido en una cicatriz que para cubrir un poco,
necesitaba una gran cantidad de polvos. Se tuvo que recuperar en su chambra durante un mes.
Con el tiempo, tuvo que dejar de mala gana sus aposentos en Shuang Yue Ge e ir a He Xiang Yuan
cuando Lao furen se lo pidió por quinta vez.

Acababa de entrar en el recinto de Lao furen cuando escuchó una risa.

-¡Wei Yang, siempre me haces reír!

Li Wei Yang llevaba un vestido de seda amarilla y verde, en el cuello había orquídeas bordadas
haciéndolo destacar mucho. En su cabeza había una simple horquilla de jade. Emitía un aura
amigable y jovial, la hacía parecer una persona muy amigable. La sonrisa en su rostro era aún más
jovial.

-La suerte es mía por estar al lado de Lao furen.

Lao furen se rio otra vez y le tocó la cabeza mientras le decía a Luo mumu.

-¡Está mintiendo otra vez! ¡Qué lengua más dulce la suya!


Li Chang Xi estaba sorprendida. Lao furen por norma general era seria y respetable. Nunca había
sido demasiado cercana a sus nietas. ¿Desde cuándo era tan cariñosa con Li Wei Yang? Lo que no
sabía era que durante el mes pasado, Li Wei Yang la había estado visitando regularmente. Se había
vuelto la compañera de Lao furen mientras rezaban, bebían té y hablaban. Desde entonces, todo
el mundo sabía que la favorita de Lao furen era Li Wei Yang.

Justo entonces, una criada se apresuró a arreglar la apariencia de Wu xiaojie.

Li Chang Xi la siguió enseguida y llevó a cabo sus saludos.

-Chang Xi ha estado enferma, pero ha venido aquí de inmediato para saludar a Lao furen en
cuanto se ha recuperado. Perdóname, por favor.

Lao furen la miró despreocupadamente.

-Levántate.

Li Chang Xi sabía que su comportamiento en Nan Yuan debía haber llegado a sus oídos. Estaba algo
ansiosa, su cuerpo estaba rígido, incapaz de moverse. Li Wei Yang echó un vistazo a la expresión
de Lao furen y entonces, soltó una risita y avanzó. Ayudó a levantarse a Li Chang Xi.

-Wu meimei, no deberías pedir perdón por tonterías todo el rato. Lao furen es una persona
benevolente, no te culpará.

La expresión de Li Chang Xi cambió. De repente se dio cuenta que Li Wei Yang ya comprendía el
humor de Lao furen muy bien. Ambas eran hijas de concubinas. Si Li Wei Yang podía ganarse el
favor de Lao furen, ¿por qué no podría ella?

-Lao furen… Es que Chang Xi está inquieta…-Li Chang Xi parpadeó muchas veces mientras las
lágrimas empezaron a caer de sus ojos.

Li Wei Yang sonreía. Parecía que Li Chang Xi lo había pensado bien pues no gritaba palabras
venenosas ni se guiaba por el enfado.

Lao furen suspiró y dijo:

-Eres una niña dócil, lo sé. Debe ser difícil para ti.

Cuando escuchó esas palabras de Lao furen, Li Chang Xi por fin dejó de llorar. Li Wei Yang sonrió
ligeramente.

-Gracias a la rápida recuperación de Wu meimei, podremos visitarnos más a menudo.

Li Chang Xi miró a Wei Yang sintiendo algo complicado por dentro. Lao furen asintió.

-Exacto. No sólo sois hermanas, también sois las xiaojies de la finca del primer ministro. No
permitiré que os peleéis por un asunto tan trivial. Cuando eso pase, da igual quién tenga razón, las
dos seréis castigadas, ¿entendido?

Li Wei Yang parpadeó y contestó:

-Entendido.
Poco después, ambas abandonaron el recinto de Lao furen. Lao furen se dio la vuelta hacia Luo
mumu y preguntó:

-He oído que Qi yiniang está enferma. Tiene tos seca. Ves a llamar al doctor para que la revise.

Era por San xiaojie, Luo mumu lo entendió de inmediato.

-Sí. Lao furen es la más magnánima. La última vez cuando volvió de Nan Yuan, Laoye comentó que
vivir en esa condición era terrible. Se pidió un doctor para Qi yiniang, además de que enviaron
cuatro criados para cuidarla. Ahora las cosas están mucho mejor. Debe ser el buen karma.

Lao furen asintió.

-Por suerte para Qi yiniang, tiene una hija inteligente.

Luo mumu respondió:

-Normalmente, cuando Lao furen reza, Da xiaojie también viene, sin embargo, todavía es joven así
que se impacienta y se va al poco rato. Pero San xiaojie, hace lo contrario, es muy raro. Se pude
sentar y rezar con Lao furen durante dos o tres horas. No hay duda de que tiene a buda en su
corazón.

Lao furen rio.

-No estoy ciega. Me es fácil saber quién es genuino y quién no. Aunque lo que esa niña busca es un
lugar en el que apoyarse, no me importa ayudarla por su corazón genuino. Y lo más importante de
todo, valora el apoyo.

Luo mumu ayudó a tumbarse a Lao furen.

-Espero que San xiaojie no decepcione las buenas intenciones de Lao furen.

Lao furen cerró los ojos y dijo:

-Aunque es lista, todavía es muy joven…-Suspiró.

Luo mumu tuvo un espasmo de la sorpresa y no se atrevió a decir nada más.

Al anochecer, Li Wei Yang encontró un libro rudimentario de caligrafía que había dejado en la
mesa y empezó a practicar su escritura. En la capital no faltaban doncellas talentosas y habilidosas,
por ejemplo, Li Zhang Le. Al primer año, ya podía leer; a los tres, era capaz de recitar poesía; a los
cinco, había memorizado las opiniones de Bai. Siempre había sido superior en cuanto a su
apariencia y había recibido muchos elogios. En su vida anterior, Li Wei Yang empezó a aprender a
escribir y a leer libros cuando volvió a la finca. Estaba rezagada en comparación con el resto de
señoritas nobles. Aunque se esforzó al máximo, sólo consiguió reconocer los caracteres. Muchos
se habían burlado de su caligrafía hasta que finalmente, había dejado de escribir y de leer. Sin
embargo, practicar caligrafía ahora la ayudaba a mejorar su concentración y sus pensamientos. Era
una ventaja para Wei Yang.
La ventana se abrió con un fuerte ruido. Una brisa fría se precipitó dentro, haciendo que las
páginas de los libros se movieran. Bai Zhi, que estaba cosiendo a un lado, se levantó y cerró la
ventana. Frunció el ceño al notar el cambio de tiempo. El día había sido soleado y cálido pero
ahora, el tiempo se había vuelto oscuro y sombrío. Se dio la vuelta y le habló a Li Wei Yang.

-Xiaojie, ya se ha hecho muy oscuro. No deberías practicar caligrafía a oscuras. Deja que te
encienda otra vela.

Li Wei Yang asintió pero no la miró. Bai Zhi sabía que cuando ella practicaba escritura, no le
gustaba que la interrumpieran. En silencio, cerró la ventana y se marchó.

Pasaron otros treinta minutos, los cielos se volvieron más oscuros y grises. Hubo un rayo seguido
del sonido de los truenos y entonces, la lluvia cayó en plomo. El sonido del chubasco se oída por
todos lados. Li Wei Yang alzó la vista, se puso en pie y abrió la ventana. Su cuerpo se sacudió al
mirar afuera. No le gustaba la lluvia nocturna. La noche en la que Yu Li murió llovía igual. En
consecuencia, cada vez que caía un chubasco en el mundo como aquel día, todos esos recuerdos
dolorosos volvían a ella.

Justo entonces, Zi Yan se acercó a la puerta apresuradamente y dejó un paraguas de bambú.


Después de secarse la cara de la lluvia, entró.

-Xiaojie, acabo de ver a Rong’er que sirve a Qi yiniang. Dice que Qi yiniang te ha enviado una carta.

Rong’er era la nueva criada que habían enviado a Qi yiniang. Era una chica astuta. Li Wei yang
cogió la carte que Zi Yan le dio y leyó el contenido.

-Tengo algo que decirte en secreto, ven, rápido.

Li Wei Yang cogió la carta con una mano y alzó la cabeza hacia Zi Yan.

-¿Dónde has visto a Rong’er?

Zi Yan respondió con sinceridad:

-En la zona del jardín. Yo estaba allí buscando semillas de flores y me la he encontrado de
casualidad.

Li Wei Yang hizo una pausa.

-La lluvia debió empezar en ese momento. De Nan Yuan allí sólo se tardan treinta minutos.-Pero
había estado lloviendo desde hacía una hora…

Zin Yan no comprendió lo que Wei Yang murmuraba. Sintió que era extraño.

-Xiaojie, ¿qué has dicho?

Según la carta, Qi yiniang tenía algo importante que decirle, así que, obviamente, tendría que ir
sola. Los dedos de Li Wei Yang acariciaron la carta mientras decía tranquilamente:

-Ves y reúne a todas las criadas y mumus del recinto. Diles que se pongan chubasqueros; tienen
órdenes que seguir.

Por alguna razón, Zi Yan sintió que algo siniestro estaba a punto de pasar…
Capítulo 30: Dándole bien a un inútil

Li Wei Yang tenía que pasar por el remoto jardín trasero para llegar a Nan Yuan. Les ordenó a
todos sus criados que se escondieran en una esquina oscura. Sólo llevó consigo a Bai Zhi, que le
aguantaba el paraguas conforme iban al jardín.

A pesar de que Bai Zhi intentó aguantar el paraguas bajo la lluvia, un lado de los hombros de Li
Wei Yang se empapó de todas formas. Gao Jin estaba escondido bajo las hojas de la banana con su
criado detrás de él aguantándole el paraguas.

-Shaoye, ¡ya viene San xiaojie!-le alertó su criado.

El par de ojos de Gao Jin ya había empezado a comerse a Li Wei Yang con los ojos. Ella vestía una
chaqueta hecha de yunjin[1] con urracas sobre un ciruelo bordadas. Debajo llevaba una alda del
mismo color hecha de hongjin[2]. La muchacha parecía delicada y grácil mientras se acercaba
caminando. Gao Jin la miró de los pies a cabeza, observándola y poniéndose todavía más nervioso.
Se regocijaba en silencio; a partir de ese día ¡ella sería suya!

Bai Zhi tenía la sensación de que había alguien observándolas. Se inquietó:

-Xiaojie, tengo miedo.

Li Wei Yang sonrió débilmente.

-No hay nada que temer.

Su voz, como campanas tintineando contra el viento, hizo sentir a Gao Jin el impulso repentino de
tenerla y no se pudo contener más. Saltó con la esperanza de cogerla.

En cuanto saltó, Gao Jin empezó a sentir un entumecimiento y dolor en sus manos.

Li Wei Yang alzó las cejas y le pateó, despiadadamente, en la parte más importante de sus partes
bajas. Justo cuando ella posó su pie en las partes bajas de él, las manos de Gao Jin parecieron
romperse y, después de soltar un grito, su cuerpo entero se cayó hacia atrás.

Bai Zhi sacó de inmediato una bolsa de tela, le rodeó la cabeza con esta y gritó:

-¡Qué alguien venga deprisa, hay un ladrón! ¡Deprisa!

En cuestión de segundos los criados que habían venido con ellas se acercaron corriendo. Li Wei
Yang señaló a Gao Jin y dijo con frialdad:

-Dadle una buena paliza. ¡Pegadle hasta reventarle!

-¡¿Quién osa pegarme?!-la persona con la bolsa en la cabeza gritó.-¡Soy Biao xiaojie!

¿Qué está pasando…?

Todos los presentes estaban confundidos.

Li Wei Yang sonrió fríamente.


-¿Por qué iba a estar Biao shaoye en el jardín trasero? Es obvio que el criminal sólo intenta pasarse
de listo con la esperanza de librarse del castigo. ¡Pegadle!

Tras presenciar cómo San xiaojie se había encargado de Hua Mei, todos los criados empezaron a
temerla por lo que, ¿quién iba a atreverse a contradecir sus órdenes?

Gao Jin gritó y rogó por su vida, y maldijo a los criados pero los mismos, temiendo que San xiaojie
pudiera pensar que no se estaban esforzando lo suficiente, le mantenían sujeto mientras le
pegaban.

Li Wei Yang miró hacia el platanero no muy lejos de ahí, y para su sorpresa, vio desaparecer la
silueta de una persona.

Estuvieron pegando a Gao Jin durante casi una hora y media hasta que los criados se quedaron sin
fuerza y pararon la paliza. Ya habían golpeado al inútil con la bolsa en la cabeza que había querido
asaltar a Wei Yang hasta dejarlo casi al borde de la muerte.

Li Wei Yang le miró de soslayo, y entonces, ordenó:

-¡Echad a este criminal!

Cuatro criadas tiraron por encima de los muros a un Gao Jin medio muerto.

El criado que había ido con él por fin se atrevió a salir. Temblando, levantó la bolsa de ropa y vio
gotas de sangre en la frente de su señor, tenía la nariz inclinada hacia un lado, le habían arrancado
el contorno de los ojos que, por cierto, carecían de color y sus palabras eran incomprensibles.
Sabía que esta vez se habían metido en un buen lío.

* * * * *

Acababa de llover y de las hojas de color verde jade se deslizaban gotas de agua que caían hasta
chocar contra el suelo. Da furen no sabía por qué estaba agitada. Por fin bajó las perlas de Buddha
que había estado meciendo durante mucho tiempo y le habló a Li Zhang Le que estaba a su lado.

-Hoy estoy inquieta, como si…

Li Zhang Le bajó la vista, cubriendo la frialdad de sus ojos. Iba a pasar algo con el tiempo, pero para
ella, sería una buena noticia.

Tan sólo había dicho parte de lo que quería decir cuando abrieron las cortinas de la puerta y
alguien se apresuró a entrar. Tal vez el criado había corrido hasta ahí por lo que no podía parar y
se cayó al suelo. No fue hasta después de rodar varias veces por el suelo y levantarse que recuperó
la compostura. Ni siquiera se molestó en limpiarse la suciedad de la cara y le gritó a Da furen:

-¡Da furen, mal! ¡Ha pasado algo grande!


La persona en cuestión era Qiuzi que sería a Gao Jin. La complexión de Da furen empalideció:

-¿No sabes dónde estás? ¡¿Cómo puedes entrar así?! ¡Vete ahora mismo!

El rostro de Qiuzi emblanqueció.

-Malas noticias, malas noticias… ¡Ha pasado una cosa muy gorda!-Habló como si se acabase de
encontrar con unos fantasmas, su cuerpo entero temblaba.-Xiaoye estaba en el jardín ahora
mismo, él… él…

Da furen estaba sorprendida.

-¿Qué ha… hecho esta vez?

La anciana quería preguntar en qué problemas se había metido ya pero era inapropiado decir algo
así, por lo que lo parafraseó. Li Zhang Le levantó los labios un poco, esta escena también era parte
de su plan. Después de que Biaoge tuviese éxito, tenía que enviar a su criado a dar la noticia de
que había confundido a San Xiaojie con una criada así que la había reclamado como suya. En ese
momento, cuando la anciana se enterase, a pesar de que se enfadaría, le cubriría de todas formas.
Así, se podrían librar de Li Wei Yang que era como una espina en sus ojos.

-Shaoye estaba en el jardín, quién se iba a imaginar… quién se iba a imaginar que…-Qiuzi estaba
muy ansioso, tanto que tenía la cabeza cubierta de sudor.-Quién iba a imaginarse que San xiaojie
traería a un m montón de gente para darle una paliza a Shaojie.

Da furen se quedó de piedra, con ojos helados.

-¿Li Wei Yang? ¡¿Qué ha pasado exactamente?!

Qiuzi vaciló sin decir ni una sola palabra. Da furen habló con frialdad:

-¿Ha vuelto a acosar a Li Wei Yang? ¡Estúpido! ¡Absolutamente estúpido!

En ese momento la mujer escuchó el sonido del cristal rompiéndose desde un lado. A Li Zhang Le
se le había caído sin querer su taza, derramando todo el té por el suelo. Llegados a ese punto, Da
furen lo comprendió de repente, y saltó:

-¡Idos todos menos Da xiaojie!

Qiuzi quería decir más pero el resto le sacaron fuerta. El bello rostro de Li Zhang Le se puso blanco
de repente como pasmada por el fracaso de su primo y, lo que es más importante, no sabía cómo
encararse al interrogatorio de esa mujer.

-¡Eres muy estúpida!-Da furen ya no estaba tranquila, alzó las cejas y su semblante armonioso
hervía de rabia.

-¡Madre!- A Li Zhang Le le atacó el pánico por un momento pero se calmó justo después. Rechinó
los dientes enfadada en su boca roja y su voz era tan fina como un cuchillo.-Quería castigarle…

-¡Eres demasiado impaciente!-Da furen apretó las manos que tenía cogidas mientras se paseaba
de un lado al otro de la habitación. Li Zhang Le la observó sorprendida, en sus recuerdos, jamás
había visto a su madre tan descompuesta.
-Madre…

-¡¿Cuántas veces te tengo que decir que tienes un futuro prometedor?! ¡¿Cómo te puedes
involucrar con este tipo de gente?!-Da furen detuvo sus pasos brevemente, giró la cabeza, su
expresión era dura. De repente, como el rojo apareciendo en la oscura noche, se volvió
evidentemente cruel.-En un principio iba a guardarlo para usarlo más adelante, pero ahora que ha
pasado esto, ¡sólo podemos sacar lo mejor de esto! ¡Tenemos que deshacernos de este señorito!

[1] Yunjin: (南京云锦) se trata de un brocado increíblemente hermosa hecha en Nanjin, la ciudad
capital de la provincia oriental Jiangsu.

[2] Hongjin: otro tipo de tela.

Capítulo 31: Arrogante y mandona

Bai Zhi se dio la vuelta y miró a Li Wei Yang.

-Xiaojie, ¿qué acaba de pasar?

Li Wei Yang respondió sucintamente:

-Alguien quiere arruinarme.

A esas horas la lluvia ya había parado. Li Wei Yang miró al horizonte del arcoíris, sus pupilas se
contrajeron y habló en un tono bajo.

-Si le hubiese matado ahora mismo me habría satisfecho todavía más, pero por desgracia, todavía
me va a servir para algo. Que a la gente malvada que empaña la reputación de los demás les
apuñalen con mil cuchillos no es suficiente para apaciguar mi odio.

Bai Zhi se quedó quieta. Li Wei Yang le echó una mirada y rio y continuó:

-Vamos.

Las luces se reflejaban en los charcos porque acababa de llover. Era imposible evitar mojarse
cuando ambos pies tocaban el suelo. Bai Zhi estaba demasiado ocupada aguantando el vestido de
Wei Yang que olvidó reaccionar cuando vio a la criada custodiando la puerta y, en lugar de eso,
enfatizó repetidamente lo qué aquella criada había dicho una vez más: “Da furen ha ordenado que
se cierre yuan zi”.

La criada Zhang, que custodiaba la puerta, dijo entre sonrisas y con su habitual tono gélido:
-Sí, Da furen acaba de ir a por alguien porque han atacado a Biao shaoye, nadie puede marcharse
de yuan zi.

Li Wei Yang entrecerró los ojos y dijo:

-Llevo rato en yuan zi y no he visto a nadie sospechoso.

Las arrugas del rostro de la criada Zhang eran muy profundas, su sonrisa reveló una pizca de
malicia.

-Lo siento, San xiaojie, tendremos que esperar a que Da furen decida quién está detrás del ataque.

Li Wei Yang sonrió fríamente, ya había esperado que su contrincante usase esta táctica: encerrar a
todo el mundo en yuan zi y entonces, castigar a cada persona individualmente. Apretó los labios y
en voz baja dijo:

-Voy a He Xiang Yuan, ¿vas a evitar que vaya a visitar a Lao furen?

Zhang soltó una risita.

-San xiaojie, Lao furen… Me temo que no tiene tiempo para verte.

Li Wei Yang mostró una breve sonrisa y escondió la pizca de esperanza amarga de sus ojos. ¿Cómo
Lao furen no quería que viese a Lao furen, iba a quedarse de brazos cruzados? Había dejado a Zi
Yan y a Mo Zhu atrás y a una le había ordenado ir a buscar al Primer Ministro Li a su estudio, y a la
otra ir a buscar a Lao furen desde He Xiang Yuan. Da furen debía pensarse que ella era una tonta
que iba a quedarse allí a sentarse y esperar a que viniera a castigarla.

-San xiaojie, ¡no te lo tomes como una ofensa, por favor!-La criada Zhang sacudió la mano y,
entonces, una cantidad bastante grande de criadas se acercaron a sujetar a Li Wei Yang.

Li Wei Yang hundió la cara y estalló:

-¡Deteneos! ¡Soy la San xiaojie del muy respetado Primer Ministro, ¿cómo puede ser que unas
criadas tan humildes se ocupen de mí?! ¡Sin decir cabe, que aunque hubiese hecho algo malo la
responsabilidad de interrogarme personalmente no recae sobre vosotras! ¡Daos prisa y llamad a
madre, decidle que venga a interrogarme personalmente!

Bai Zhi era astuta e de inmediato advirtió a las criadas que tenían detrás:

-Si San xiaojie tiene alguna herida y Lao furen investiga esto, ¡todas tendréis que cuidaros de no
perder la vida!

Todas se observaron entre ellas en blanco y no pudieron evitar sentir el impulso de proteger a Li
Wei Yang en lugar de prevenir que causara algún daño.

La criada Zhang pensó que no era una buena idea. En un principio, Da furen le había ordenado atar
a San xiaojie pero ahora – San xiaojie era, después de todo, su señora y ella sólo una mera criada.
Era inapropiado ofender a su señora. Frunció el ceño mientras pensaba en ello un momento antes
de sonreír y decir:

-Esta criada sólo sigue las órdenes de Da furen…


Li Wei Yang dijo con soltura:

-¡Madre no es alguien irracional que desconoce la importancia del estatus! ¡Debéis ser vosotras,
criadas, las que estáis usando mal la autoridad de vuestra señora! ¡Marchaos!

La frente de la criada Zhang estaba empapada de sudor con esas palabras en un tono tan serio.

-San xiaojie, esta criada no puede hacer nada. Ruego que San xiaojie lo entienda…

Al verla retroceder de mala gana, Li Wei Yang habló con frialdad:

-No pasa nada, esperaré en Liang Ting. Tú tráeme té, una capa y un cojín. ¡Yo se lo contaré todo en
persona a madre cuando llegue!

La expresión de San xiaojie no reveló ni pizca de ansiedad, ni siquiera de pánico por ser
interrogada. La criada Zhang habló durante mucho rato pero, al final, sintió temor por lo que le
ordenó a su gente que preparase lo que había pedido. Poco más tarde, se lo llevaron todo y Bai Zhi
colgó la capa en el banco. Li Wei Yang se sentó cómodamente, sostuvo la taza de té entre las
manos y observó a la criada Zhang.

Su expresión era fríamente distante, como si tuviese un aura insondablemente fría del pozo en
invierno. La criada Zhang había ido, en un principio, a apresarla pero en realidad la imponente
forma de la chiquilla de trece años la subyugó. Ahí de pie, su complexión fue palideciendo como si
no estuviese segura de qué iba a suceder.

Una hora y media más tarde, lo único que se podía oír era la campanita de jade por la suave brisa
de aire perfumado. Da furen entró al jardín con una mujer de apariencia glamurosa. Alguien ya
había puesto un manto de palisandro por los suelos por los charcos. Li Wei Yang observaba desde
lejos.

Conforme Da furen se acercó y se percató, de repente, que Li Wei Yang estaba sentada
tranquilamente, su rostro se ensombreció.

-¡Wei Yang, ¿por qué todavía no has saludado a Wei Guo?!

Wei Guo furen tenía, efectivamente, la reputación de una noble pero entre familiares todas esas
etiquetas se pueden desestimar, esa es la razón por la que todos estaban ahí de pie, mirando
fríamente a Li Wei Yang como si hubiesen olvidado que ella también formaba parte de la familia Li.

Li Wei Yang sonrió un poco, se levantó para hacer una reverencia y dijo con dulzura:

-Saludo a la tía.

Wei Guo furen hizo un sonido de aceptación en lugar de indicarle que se quedase de pie o que se
callara, simplemente se sentó con frialdad y alzó la vista para echarle un vistazo a Li Wei Yang,
entonces, miró a Da furen y dijo:

-Esta chica es cabezota, y no una cabezota como las demás.

Da furen sonrió ligeramente y se limitó a decir:


-Como ha crecido en un pueblo desde que era pequeña no sabe mucho de etiqueta. Hermana, no
te rías de mí, por favor.

Wei Guo furen dijo por fin:

-Levántate.

Li Wei Yang sonrió por dentro fríamente. Un comportamiento muy mandón – al parecer Da furen
quería ponerla al límite con este asunto.

Se escuchó la provocación deliberada de una jovencita:

-¿Eres tú quién ha ordenado que peguen a mi Er ge[1]?

Esta chica era la hija más joven de Wei Guo furen, Gao Min, que era la más arrogante y mandona.
Li Wei Yang habló con soltura:

-Wei Yang sólo ha hecho que peguen a un ladrón que se ha colado en mi yuan, no he visto al Er Ge
de Min Biaojie[2]. ¡Debe ser un malentendido!

-¡¿Qué ladrón?! ¡Osas insultar a mi Er Ge!-Gao Min exclamó agresivamente.

-Wei Yang no es muy lista; no entiendo lo que Min Biaojie intenta decir. ¿Podría ser que el ladrón
que se ha colado en mi yuan era Gao Jin Biaoge?-Li Wei Yang no mostró resentimiento ni enfado, y
en lugar de eso, se quedó ahí de pie con una sonrisa hablando sin ser demasiado humilde o altiva.

Gao Min no podía creer que Li Wei Yang fuera tan buena con las palabras hasta el punto de que no
se le ocurriese ninguna respuesta. Obviamente, ella sólo había dicho que Li Wei Yang había
ordenado pegar a su Er Ge, ¡¿cuándo había dicho que su hermano fuera un ladrón?! Se enfadó
sola y su rostro enrojeció.

Wei Guo furen en un principio quería dejar que Gao Min presumiera de su autoridad pero no
podía creer que hubiera salido perdiendo. Estaba a punto de enseñar su ira cuando Li Zhang Le
habló de repente:

-¡¿Qué pasa hoy?!-Sus ojos se movieron sobre las criadas y niñeras que estaban de pie a un lado.

Bai Zhi afirmó suavemente:

-Informo a todas las furens que hoy San xiaojie nos ha traído a todas al jardín porque esta tarde
hemos visto un cuco en el jardín y nos estábamos preparando para atraparlo y regalárselo a Lao
furen. ¿Quién iba a pensar que una persona iba a aparecer y que no solo asustaría al cuco sino que
también se colaría en-…?

Gao Min la interrumpió ruidosamente.

-¡¿Qué quieres decir con “colaría”?! ¡Ese es mi Er ge!

Bai Zhi se sintió perturbada pero al ver la expresión inquebrantable de Li Wei Yang, continuó con
seguridad.

-Biao xiaojie, esto es lo que todas nosotras – las criadas – hemos visto con nuestros propios ojos,
no miento.
Gao Min, de repente, se enfadó mucho y alzó la mano para abofetear a Bai Zhi. Li Wei Yang lo notó
prontamente, dio un paso adelante y le cogió la muñeca. Gao Min quería presumir de su poder y
no esperaba que Li Wei Yang la sujetase con tanta fuerza en el aire. Incapaz de moverse, no pudo
evitar estallar.

-¡Li Wei Yang, ¿cómo te atreves, tú, la hija de una concubina, a ofenderme?!

Li Wei Yang era joven pero tenía una fuerza masiva. Sonrió con dulzura.

-¿Qué quieres decir, Min Biaojie? ¡A Wei Yang le preocupa que pagándolas con una criada haga
que pierdas honor!

Wei Guo furen no pudo contenerse más y golpeó la mesa de piedra.

-¡Una boca llena de tonterías con mucha audacia, arrodíllate!

[1] Er ge: forma de referirse a un hermano segundo.

[2] Biaojie, biaomei y biaoge son formas de referirse a los primos.

Capítulo 32: Buscando problemas

Todo el mundo se quedó de piedra al notar lo furiosa que estaba Wei Guo furen.

Li Wei Yang alzó las cejas mirándola y dijo:

-Tía, Min Biaojie sólo está confundida, no hace falta que se arrodille y pida perdón.

Cuando dijo esas palabras, todo el mundo causó un estruendo. ¿La San xiaojie del Primer Ministro
estaba loca o era tonta?

Wei Guo ordenó con furia:

-¡Lleváosla y dadle cien azotes!


Todo el mundo se quedó intimidado al escuchar la orden. A una señorita frágil como Wei Yang
veinte azotes le romperían los huesos y la dejarían irreconocible, pero estaba claro que no podría
sobrevivir a cien.

Los labios de Da furen revelaron una sonrisa suave pero dijo:

-Meimei[1], esto parece muy duro…

Wei Guo furen no podía contener su resentimiento.

-Va de lista, si no la castigo con dureza, ¡no podré apaciguar mi enfado!

Da furen mostró una expresión perpleja por dentro se reía. Había intentado hacer cambiar de idea
a Wei Guo furen pero ella seguía queriendo acabar con la vida de Wei Yang. ¡Para cuando laoye lo
descubriera, sería demasiado tarde!

De inmediato, unas criadas se le acercaron, la cogieron por los brazos y la obligaron a arrodillarse.

Li Wei Yang no se dejó intimidar, alzó la cabeza y dijo:

-¡Wei Guo furen no tiene la autoridad de interrogarme!

Gao Min estaba tan furiosa que su rostro estaba completamente rojo.

-¡Maleducada! ¡¿Cómo sigues ahí de pie?!

Li Wei Yang preguntó:

-¿Soy una maleducada? ¿Qué quieres decir, Min biaojie?

-¡Quiero decir que tienes un padre, pero ninguno que te eduque!-Gao Min dijo enfadada.

Cuando las dijo, Da furen se sorprendió y la advirtió:

-¡Min er!
Por desgracia, ya era demasiado tarde, una voz fuerte se escuchó desde detrás.

-¿Qué quieres decir con que tiene un padre, pero ninguno que la eduque?

Wei Yang habló a prisa.

-¡Padre, te saludo!

Gao Min, Da furen, y el resto de las presentes se sorprendieron por sus acciones. Sólo volvieron
para girarse cuando abrió la boca.

Cuando Gao Min vio a Li Xiao Ran, de repente, se quedó tan pasmada que no pudo ni terminar su
frase y se limitó a decir:

-Tío… Yo… Yo no he…

Li Xiao Ran se sentó y dijo:

-Min er, ¿sabes en qué te has equivocado?

Gao Min se quedó petrificada por un segundo, Li Zhang Le le indicó con los ojos antes de que
reaccionase y dijo:

-He dicho las palabras equivocadas. Sólo quería castigarla un poco.

La sonrisa de Li Xiao Ran revelaba una pizca de frialdada.

-He sido tan descuidado que he hecho que Wei Guo y su hija tengan que educar a la mía. Os he
dado muchos problemas.-Su voz sonaba muy normal, pero en esta situación, era difícil que la
gente no temiese esas palabras.

Wei Guo furen era honorable, pero sólo en nombre. Aunque el ser marquesa de Bo Chang en
aquellos tiempos ya era estar en el quinto rango, daba igual lo que hiciera, jamás sería mayor que
el Primer Ministro Li. Wei Guo furen estaba tan acostumbrada a su propia arrogancia que cuando
se percató de que había excedido su propia autoridad, su complexión cambió para lo peor y no le
importó mostrarlo.
Li Xiao Ran le dedicó a Da furen una mirada y abrió la boca para hablar.

-Con semejante incidente, ¿no debería estar yo delante también? Furen, ¿qué opinas?

Da furen sabía que las palabras de Gao Min habían ofendido profundamente a Li Xiao Ran y sonrió
con falsedad.

-Laoye, esta situación…

Lao furen también llegó cuando Da furen tan sólo había dicho la mitad de lo que quería decir.
Todo el mundo se levantó para saludarla, incluso la mandona Wei Guo furen.

La apariencia de Lao furen estaba inexpresiva conforme se acercaba a sentarse detrás de Li Wei
Yang. No sabía por qué pero esa pequeña acción hizo que Li Wei Yang se tranquilizase, esta abuela
le había ofrecido su total apoyo.

Wei Guo furen entrecerró los ojos peligrosamente.

-¡Como habéis llegado los dos, os pediré que me expliquéis lo de mi hijo!

Li Xiao Ran frunció el ceño.

-¿Qué explicación?

En un principio, Wei Guo furen iba a matar directamente a Li Wei Yang, pero ahora no iba a
funcionar. Entonces, decidió seguir su segundo plan: ¡echar a Li Wei Yang de la finca!

Da furen dijo estoicamente:

-Ah, Wei Yang, ahora ni siquiera yo podré ayudarte. Que alguien venga y haga entrar a Biao
Xiaoye.

Poco después, trajeron a Gao Jin con el cuerpo lleno de heridas, la cara hinchada y musitando
sonidos indescifrables por la boca. No podía decir palabra porque le habían saltado varios dientes.
Wei Guo furen sintió un dolor repentino en el corazón al ver a su hijo y habló con poderío:
-¡Qiu Zi, dinos que ha pasado, por favor!

Qiu Zi habló de inmediato.

-Xiaoye ha ido a encontrarse con San Xiaojie. He escuchado como San Xiaojie le decía a Xiaoye que
se casase con ella en una gran boda. Xiao Ye ha dicho que tenía que conseguir el permiso de sus
padres así que no ha aceptado. San Xiaojie se ha enfadado y ha llamado a gente para que pegaran
a Xiaoye…

Li Xiao Ran, después de escuchar la historia, bajó la vista hacia Li Wei Yang. Notó lo tranquila que
estaba, como una gema flotando en el agua, previniendo cualquier incertidumbre. A pesar de que
su castidad y la reputación de los Li – algo tan importante para la jerarquía – la muchacha, a juzgar
por su expresión, todavía mantenía la calma.

Da furen suspiró con apariencia simpatizante.

-Por lo que ha dicho, es un simple romance entre un hombre y una mujer. Pero como se les ha
olvidado su estatus han cometido un error muy grave. Wei Yang, me has decepcionado.

Wei Guo sonrió con frialdad.

-Ha ordenado a gente que pegaran a mi hijo. Hay muchos testigos… Li Wei Yang, con estas pruebas
no hay nada que puedas decir. ¿Por qué no admites tu culpabilidad…?

A Lao furen nunca le había gustado la arrogancia de Guo furen, por lo que dijo con suavidad:

-No me importa lo que hayan visto los demás, Wei Yang, ¿qué tienes qué decir?

Li Wei Yang dio unos pocos pasos al frente, su par de ojos tan negros como la tinta brillaron.
-Todo esto es mentira. Apenas hace dos meses desde que regresé. No conozco a Biao Ge… ¿Cómo
iba a tener una cita? Y si fuera una cita, ¿por qué iba a ir con toda la gente? ¿Tan tonta soy?

Da furen apretó los dientes en secreto; en un principio había querido darle de voces a Wei Yang a
través de Qi yiniang. ¿Quién se hubiese esperado que esta muchachita iba a traerse toda una
multitud? ¡Era muy astuta!

Li Xiao Ran viendo que lo que había dicho parecía razonable iba a fruncir el ceño cuando escuchó
la voz de Li Zhang Le.

-Decir que San mei y Biao ge tienen una aventura, este tipo de historia… No voy a decir que no me
la creo, pero padre no se la creerá… ¡Ni siquiera Lao furen lo hará!-Sus hermosos dedos pintados
acariciaron su suave melena.-Pero, Biao ge no le guarda ningún rencor a San mei, ¿por qué iba a
acusarla? Padre, tú también has visto crecer a Biao ge, aunque es travieso no tiene la audacia
como para hacer esto.

Cuestionar la castidad de una xiaojie es problema grave, ¿Gao Jin tiene la audacia de hacer
semejante cosa?

Li Xiao Ran alzó mucho las cejas. Li Zhang Le volvió a su lado, miró a Li Wei Yang y continuó:

-San mei, ¿no sabes qué pasará si no te explicas?

Li Wei Yang parpadeó y entonces, sonrió.

-¿Tienes algo contra mí? ¿Por qué me acusas de esta forma?

-Yo… ¿Cuándo te he acusado?-Li Zhang Le, de repente, abrió los ojos como platos.

-¿Cómo iba Gao Jin Biaoge a saber el camino hasta el jardín si no le hubieras guiado?

-Yo… Yo… ¿Cuándo le he invitado…?-La complexión de Li Zhang Le cambió.


Li Wei Yang miró de soslayó, sus ojos eran tan afilados como cuchillos.

-Oh, bueno, el matrimonio de Da Jie todavía no se ha decidido y aún eres joven, es comprensible
que te sientas sola…

Su expresión se mantuvo tranquila, su tono era casual, aun así, revelaba una pizca de burla. ¿Cómo
iba Li Zhang Le a soportar semejante mofa? Su rostro empalideció y siseó:

-¡Qué tonterías estás diciendo…!

Li Wei Yang la interrumpió con lentitud y se sacó una tira de papel de la mano.

-¡Da Jie, mira esto!

[1] Meimei: término para referirse a la hermana pequeña de uno.

Capítulo 33: Enseñando a la hija

Li Wei Yang extendió una tira de papel en la que se leía: “Tengo algo urgente de lo que hablar, es
un secreto. Ven rápido.” Era el pedazo de papel original con el remitente: Xian Hui.

Li Wei Yang sonrió débilmente y dijo:

-Esto estaba en el cuerpo de Gao Jin Biaoge, y Xian Hui…

El semblante del primer ministro Li, después de echarle un vistazo, cambió. “Xian Hui” esas
palabras eran el nombre de su hija.
Wei Guo furen y Gao Min, al verlo, parecían confundidos. Wei Guo furen había estado pensando
en todo momento que Li Wei Yang había herido a su hijo, pero jamás se imaginó que aparecería
un pedazo de papel. Ella tampoco era tonta y de inmediato lo comprendió todo: Li Zhang Le y su
madre querían deshacerse de la hija de la concubina a través de sus manos. Pero aunque ese fuera
su deseo, ¡no debían poner en peligro la vida de su hijo! Su complexión empeoró
momentáneamente y con el rostro helado observó la situación ante ella.

El semblante de Da furen se ensombreció y habló con una voz imponente ante la que todo el
mundo se giró:

-¡Paparruchas!

La expresión de Li Wei Yang siguió igual y dijo:

-Madre, todas las señoritas y criadas aquí presentes pueden testificar. Todas han visto con sus
propios ojos como este papel estaba en el cuerpo de Gao Jin Biaoge.

Los ojos de Da furen repasaron todos los allí presentes.

-¡¿Quién ha visto esto?!

Nadie se atrevió a alzar la voz, intimidados por su mirada. Da furen señaló a una criada al azar y
preguntó con frialdad:

-¿Lo has visto?

Hubo cierto desconcierto en los ojos de la criada que dejó caer la cabeza y habló con tristeza:

-La situación ha sido muy caótica… Yo… Yo… No me acuerdo…

Un rayo de satisfacción cruzó los ojos de Da furen, pero Bai Zhi comentó:
-Furen, yo lo he visto con mis propios ojos.

Da furen la miró con frialdada.

-Eres la criada de Wei Yang, no se puede confiar en tus palabras.-Después miró al primer ministro
Li.-Ya sabes qué clase de persona es Zhang Le, ¡¿cómo iba a cometer semejante falta?!

-¡Padre, cree a tu hija!-Li Zhang Le no pudo esconder su alarma, estaba muy frenética.

¡Este asunto ha involucrado a dos xiaojies y cada vez es más absurdo!, Lao furen tosió.

-¡Callaos todos! Lo que ha pasado hoy es simplemente que los criados han confundido a Jin Er con
un ladrón y le han pegado. Han agraviado a este niño. Buscaré un día para ir a hacerle una visita
personalmente y ofrecerle mis disculpas. Wei Guo furen, será mejor que volváis ya por hoy, lo más
importante es atender las heridas de Jin Er.-Decidió Li Xiao Ran y habló directamente. No podía
permitir que gente externa viese los escándalos de su familia así que no podía interrogarlas
delante de ellos para poder distinguir lo que era verdad o mentira.

Todo el mundo supo por su expresión que ese era el veredicto final. Wei Guo furen gruñó y se
levantó.

-¡Vámonos!

Da furen habló a prisa.

-Lin, lleva a mi hermana a mi habitación para que pueda descansar.

-¡No es necesario!-Wei Guo ni siquiera se dio la vuelta, ordenó a los suyos que trajeran el carruaje
y se marchó.

Da furen no la persiguió, sabía que lo más importante en esos momentos no era calmar a su
hermana, sino ayudar a su hija a demostrar su inocencia.
Los ojos de Da furen bailaron por todos los presentes y dijo:

Luo, haz que todos se vayan. ¡Ya sabes qué hacer!

-¡Sí!-Luo obedeció y se llevó con ella a todos los criados que no estaban involucrados en el asunto.

-¡Arrodillaos!-Dijo Li Xiao Ran enfadado.

Li Wei Yang se arrodilló con sinceridad en el suelo de piedra, bajó la cabeza y miró al suelo. Li
Zhang Le, por otra parte, todavía estaba en pie, sin moverse. Era verdad que Li Xiao Ran la mimaba
pero todavía era más cierto que ahora estaba ciego por la ira y dirigió su enfado hacia Li Zhang Le.

-¡Pequeña bruta! ¡Arrodíllate tú también!

Era la primera vez que su padre le alzaba la voz. Al ver a su hija arrodillada, Da Furen dejó caer
unas lágrimas y dijo con suavidad:

-Laoye, has visto crecer a nuestra hijita, con este frío que hace no será bueno que se enferme,
deberíamos dejar que se levante…

Li Xiao Ran miró a Li Zhang Le, era imposible oprimir su favoritismo por su hija. Su cuerpo níveo,
sus labios como pétalos… Parecía tan extremadamente frágil y débil que su corazón empezó a
ablandarse, quería permitir que se levantase, pero al mismo tiempo, vio a Wei Yang mirándole. Los
ojos de la muchacha emitían un deseo desconocido anhelando justicia.

Li Wei Yang abrió la boca para hablar:

-He sido imprudente. He hecho que pegasen a alguien sin asegurarme primero de si era un ladrón
o Biaoge. He molestado a padre y a madre. Estoy absolutamente avergonzada, espero con ansias
el castigo de padre.
Su voz era puramente fría, cada acento era particularmente crispante[1].

¡¿A qué se refiere esta muchacha…?! Li Xiao Ran estaba gratamente perplejo.

¡Ha pedido que la castiguen elocuentemente, pero tiene segundas intenciones!

Da furen miró furtivamente a Li Wei Yang, la odiaba muchísimo pero comprendía que si se
investigaba aquel asunto, al final, Li Zhang Le sería expuesta.

-Oh, querida hijita, tu padre sabe que acabas de volver a la finca y que todavía eres ingenua.
¿Cómo iba a castigarte? Levántate, rápido.-Da furen indicó a los suyos que la ayudasen a
levantarse.

-Si padre no me castiga, no me levantaré.-Li Wei Yang apartó las manos de los otros, mirando
delante de ella pero sin centrarse en nadie. Con los labios apretados, su tono era monótono pero
hacía que el resto notase la presencia especial de su persistencia.

Su actitud anhelaba, obviamente, un veredicto; hasta entonces no iba a rendirse. Había pedido
que la castigasen pero, al fin y al cabo, su objetivo era Li Zhang Le. A su hermana le sería difícil
explicarse por culpa de esa tira de papel. ¿Cómo iba a admitir que esa tira era para incriminar a Li
Wei Yang pero que de repente alguien había escrito las palabras: “Xian Hui” al final? Siendo así,
daba igual qué, ¡no podría demostrar su inocencia!

Da furen vio la situación, apretó los dientes e, inesperadamente, también se arrodilló. Li Zhang Le
se apresuró a sujetarla y dijo:

-Madre, ¿qué haces?

Da furen miró a Li Xiao Ran con cautela y dijo:

-Es culpa de mi disciplina que hayan arrastrado a nuestras dos hijas a este asunto. Si Laoye tiene
que culpar a alguien, entonces, cúlpame a mí. El cuerpo de Zhang Le es débil y Wei Yang es
ingenua…-Llegados a este punto, la mujer se ahogaba entre sollozos como si la estuvieran
agraviando.

Li Zhang Le se dio la vuelta y miró a Wei Yang con frialdad al escuchar las palabras de su madre.

-¡¿Por qué no ayudas a madre a levantarse?! ¡¿De verdad tienes que ser tan desobediente e
impía?!

Sin embargo, Wei Yang continuó arrodillada con la vista en el suelo como si no hubiese visto nada.

Li Xiao Ran estaba altamente sorprendido. Las mujeres de esa familia tan respetado aprendían a
ser virtuosas y modestas y a tener sentido de la propiedad. Esa niña iba tan lejos como para no
dejar paso a ninguna retirada.

Durante toda esa escena el loro estuvo callado; sólo se escuchaban las perlas budistas de Lao
furen. Acababa de llover así que el suelo estaba totalmente mojado. Con ese tiempo tan frío, estar
de pie ya era una tortura pues las manos se helaban, así que estar de rodillas era inimaginable. Sin
embargo, Li Wei Yang ni siquiera se había secado su melena empapada y se había arrodillado
directamente en el suelo.

Li Xiao Ran observó a su hija, que estaba a menos de diez pasos, y se sorprendió.

Todo el mundo estaba en silencio mirando a Li Xiao Ran, esperando su veredicto final.
¿Favorecería a su querida Li Zhang Le o investigaría el asunto hasta el final para dar justicia a Li
Wei Yang?

[1] “Cada tono era particularmente crispante”: el chino es un idioma tonal, es decir, dependiendo
de qué entonación tenga puede cambiar el significado de la palabra en cuestión. En la obra
original la autora no escribe “acento”, sino “tono”. Simplemente quería hacéroslo saber.

Capítulo 34: Perla en mano


Al parecer ambos lados se negaban a ceder. Li Xiao Ran frunció el ceño pues se enfrentaba a un
dilema. Lao furen miraba a Li Wei Yang llena de preguntas y suspiró. Al final, Li Xiao Ran habló con
lentitud.

-Zhang Le, primero ayuda a levantarse a tu madre.

El corazón de Li Wei Yang sintió una soledad distante. En ese momento ya había adivinado la
decisión de Li Xiao Ran.

Los ojos de Li Xiao Ran albergaban simpatía.

-Wei Yang, hoy has sido demasiado imprudente, no deberías haber golpeado a tu primo
indiscriminadamente. Es el hijo único de Guo furen. Padre tendrá que ir a darle una explicación al
marqués de Bo Chang…

En sus palabras no mencionaba ni a Li Zhang Le ni el papel, sólo el hecho de que Li Wei Yang había
pegado a la persona equivocada. Claramente quería culparla y lavarse las manos. Li Wei Yang no
podía creer que su padre sabía lo que había hecho Li Zhang Le pero que simplemente quería
cubrirla.

Levantó la cabeza lentamente y preguntó:

-¿Cómo quieres castigarme, padre?

Al escuchar esto, el rostro de Li Zhang Le reveló una alegría sin freno. ¡Al final, su padre la había
escogido!

Li Xiao Ran observó a Li Wei Yang con simpatía e iba a hablar cuando un joven corrió hasta él y se
puso de rodillas. Sorprendentemente, se arrodilló delante de Wei Yang, justo a su lado.

Li Zhang Le fue imprudente y se adelantó para cogerle y dijo:


-San di, ¿qué haces? Levántate ya.

Li Min De apartó su mano y dijo bien alto:

-Si mi tío quiere castigar a alguien, que me castigue a mí. Yo le había dicho a San jiejie que había
aparecido un pájaro raro en el jardín, así que fue a buscarlo. Después, Biaoge ha asustado al pájaro
y le he dicho algo enfadado, entonces, Biaoge se ha enfurecido y me ha empujado.- se inclinó y
mostró la herida que tenía en la frente que le cubría el pelo. La sangre recorrió su rostro y todo el
mundo se quedó atónito.

Lao Furen gritó sorprendida:

-Min De, ¡¿te has hecho daño en la frente?!

El claro par de ojos de Min De miraron a Li Xiao Ran.

-Tío, San jiejie ha visto que me había hecho daño así que ha confundido a Biaoge por un ladrón. Si
tío quiere investigar el asunto, no culpes a los demás, sólo a mí.-Cuando terminó sus palabras, el
niñito golpeó el suelo con la cabeza.

La expresión de Wei Yang mostró sorpresa. Había sido obstinada porque quería que su padre
comprendiese que toda esa escena la había causado su querida hija Zhang Le. Pero ahora entendía
lo imparcial que era. No podía creer que en ese momento tan crítico, tan sólo ese niño estaba más
que dispuesto a dar un paso adelante para ayudarla.

En ese momento, todo el mundo estaba demasiado lejos como para vertificar si Li Min De estaba
en la escena o no. ¿Quién iba a creer las palabras de Gao Jin cuando el testigo era el obedienta
Sanfang Xiaoye?

El semblante de Da furen enverdeció y habló:

-Wei Yang, ¿si esta es la situación, por qué no nos lo habías dicho antes?
Li Wei Yang apretó los puños pero entonces, bajó la vista y habló con dulzura:

-San di se había hecho daño y estaba muy asustado. He ordenado que le acompañaran. Temía que
arrastraran a San di a este asunto después de descubrir la identidad de Biaoge y causase discordia
entre las dos familias. Sin hablar de que padre es justo y madre es benevolente, así que no me
iban a castigar por algo tan trivial, así que he escondido la verdad.

Al escuchar esto a Da furen se la llevaban mil demonios y no pudo esconder la frialdad de su


mirada. Li Xiao Ran se quedó de pie inmóvil e inesperadamente no sabía cómo reaccionar. Lao
furen se levantó y personalmente fue hasta ellos y ayudó a Wei Yang a levantarse.

-Niña tonta, te has buscado problemas para proteger a tu didi. No sólo no deberíamos culparte,
sino que tendríamos que premiarte.

Todo terminó con las palabras de Lao furen. Li Wei Yang alzó la cabeza y dijo con sinceridad:

-Gracias por ponerte de mi parte, Lao furen.

Li Xiao Ran se sintió algo torpe e incómodo al mirar a los ojos de Wei Yang. Caminó hacia adelante
para ayudar a Li Min De a levantarse.

-Toma, levanta.

¿Quién iba a imaginarse que Li Min De no tendría ni la oportunidad de equilibrarse cuando se le


nubló la vista de repente y cayó hacia atrás?

* * * * *
En el jardín había voces agudas haciendo eco. El médico le aplicaba la medicina a Li Min De a quien
habían llevado a casa de San Furen. La expresión de San furen era de desesperación mientras
preguntaba:

-Doctor, ¿cómo está la hija de mi hijo?

El médico se volvió para saludarla.

-Su hijo[1] está en una condición estable, San furen. Sólo necesitará descansar un tiempo para
curarse del todo, pero…

-¿Pero qué?

-Pero, por desgracia, le quedará una cicatriz en la frente.

Li Wei Yang estaba aterrorizada, por dentro estaba acrimoniosa. Min De tan sólo era un niño
ingenuo de apariencia hermosa, su futuro era prometedor, por su culpa le habían herido.

Cuando el médico se marchó, Wei Yang no pudo contenerse más y dijo:

-San shen, gracias.

San furen se dio la vuelta y sacudió la cabeza.

-No he sido yo.-Su expresión era extraña. Li Wei Yang estaba como ausente y miró a Li Min De de
inmediato, entonces se percató que el niño le sonreía mostrándole una fila de dientes blancos.

-Esta herida… Me la he hecho yo.

Li Wei Yang estaba alarmada. La niñera a su lado se secó las lágrimas y habló con suavidad.
-San xiaoye se ha enterado de que estabas pasando un mal rato y se le ha ocurrido esta idea de
inmediato. No he podido pararle a tiempo… Ha sido muy imprudente, se ha dado con una piedra
en la cabeza…

Li Min De continuó sonriendo de forma adorable mostrando una pizca de astucia.

-¡Si no lo hubiera hecho, habrían culpado a San jiejie sin parar!

Ella sólo podía escapar si Gao Jin se convertía en un abusón. Li Wei Yang había podido escapar
pero sólo quería que Li Xiao Ran investigase hasta encontrar la verdad, ¡jamás se habría imaginado
que este niño iba a llegar a tal extremo para ayudarla!

Li Min De vio como la expresión de Wei Yang cambió y temió que se inquietara por lo que
rápidamente añadió:

-San jie, no te preocupes. ¡No duele para nada!

¿Cómo no iba a doler una herida tan grande? Li Wei Yang se cogió las manos con fuerza y dijo:

-Pero el médico ha dicho que va a dejar cicatriz…

Li Min De sonrió alegremente y dijo:

-Soy un hombre, ¡una cicatriz no es gran cosa!

Li Wei Yang no podía expresar ese sentimiento complicado que tenía. Después de quedarse un
rato, le cogió la mano a San furen, no dijo palabra y entonces, se dio la vuelta para marcharse.

San furen observó su silueta, suspiró y dijo.


-Niño tonto, San jiejie no es tonta. Ya tenía un plan para librarse, que te hayas involucrado lo hace
todo más complicado.

El par de ojos de Li Min De brillaron.

-Ya sé que San Jie tenía un plan, pero seguro que habría tenido que hacerse daño. ¿Así que, por
qué no hacérmelo yo que es mucho más efectivo?

San furen se quedó sin habla cuando le dijo tales palabras.

Fuera, Li Wei Yang bajaba la escalinata con una expresión pesada. Bai Zhi dijo con cautela:

-Xiaojie…

Li Wei Yang sacudió la cabeza, miró el horizonte, un arcoíris y un estremecedor rayo de esperanza
le cruzó la mirada. Después de esto, por fin comprendía que derribar a Li Zhang Le no iba a ser fácil
en absoluto, pero para atacarle con la perla de su padre en la palma de la mano tendría que
prepararse para lo más inesperado.

[1] Gong zi (公子) es el hijo de un noble o de un oficial y al mismo tiempo puede significar “tu
hijo”, un honorífico.

Capítulo 35: Reencuentro con un viejo conocido

Al día siguiente Li Wei Yang fue a ofrecer sus respetos a Lao Furen como siempre, pero
inesperadamente, se detuvo a medio camino.

-¿No es San Biaomei?-Se escuchó una voz en el pabellón.


Bai Zhi vio a un grupo de jovencitas acercándose y su rostro se tensó. Li Wei Yang siguió su línea de
visión y vio como unas cuantas chicas caminaban en su dirección a zancadas; Gao Min, a quien
había visto el día anterior, dirigía el grupo. Los ojos de Gao Min se entrecerraron.

-¡Li Wei Yang!

Gao Min era la hija mayor de Guo furen y el marqués de Bo Chang; tenía una reputación
respetable y era habilidosa en literatura y música además de ser muy conocida en la capitla. Ayer
había sido víctima de las tácticas de Wei Yang por lo que no pudo evitar estar sedienta de
venganza.

-¡Ayer te divertiste!-Gao Min era alta y un mes más grande que Li Zhang le. En ese momento
miraba a Li Wei Yang.

-No estoy segura de lo que pretendes decir con esas palabras.-Li Wei yang desestimó sus palabras
con tranquilidad.

Esta yatou era arrogante. Una pizca de rabia cruzó los ojos de Gao Min.

-Si sabes que soy tu biaojie, ¿por qué no me saludas?-Gao Min alzó las cejas en forma de hoja de
sauce y su voz.

Li Wei Yang sonrió.

-He crecido en el campo así que no entiendo estas etiquetas, no te ofendas, por favor.-Cuando
terminó de hablar sus ojos se posaron sobre Li Zhang Le, que estaba a un lado. Wei Yang sabía por
su expresión tan tranquila que ella debía ser quién había instigado a Gao Min para molestarla.

Gao Min rio con frialdad:

-¡Arrodíllate y admite tu culpa!


Sus modales eran tan arrogantes y déspotas que los ojos de Bai Zhi enrojecieron de ira.

Li Wei Yang miró a Gao Min, su rostro tenía cierta malicia. Era alguien que se creía superior al
resto y siempre pisoteaba a los demás como si de hormigas se tratasen. Este tipo de gente era
muy abominable.

-¿No sabes qué culpa tienes? Eres la hija del Primer Ministro, hija de una familia eminente.
Deberías cultivar tu personalidad y comportarte éticamente pero encubres el mal
comportamiento de tus criadas y no dejas de inventar excusas. Si me diera por contar tus
fechorías, ¡no podrías ni soñar con casarte!

Las palabras de Gao Min eran maliciosas y la expresión de Li Zhang Le era tan tranquila como si no
pudiera oír nada. Li Chang Xi lo escucho desde el otro lado y sus labios se alzaron en forma de
sonrisa. Ya fuera Li Zhang Le o Li Wei Yang la que cayese en desgracia daba igual, le alegría del
mismo modo. Sólo el rostro de Li ChangXiao revelaba sus preocupaciones a pesar de no decir
palabra alguna.

-Así que he estado equivocada desde un principio…-Li Wei Yang pareció estar hablando consigo.

-¡Por supuesto! ¡Y muy equivocada!-Gao Min alzó la barbilla y la menospreció desde donde
estaba.-Si te arrodillas y pides perdón ahora, voy a considerar dejar que salgas airosa. Si el asunto
de ayer se hiciera público tu reputación estaría arruinada.

Li Wei Yang mostró una sorprendentemente sonrisa glacial.

-¿Arrodillarme y pedir perdón?-Li Wei Yang de repente avanzó un paso, mirando directamente a
los ojos de Gao Min.-¿Quieres que todo el mundo sepa de lo ayer? ¿Qué todo el mundo sepa que
tu Er ge es un pervertido, un tonto que intentó asaltar a una mujer y que sólo consiguió que le
pegaran? ¿O que mi hermana Li Zhang Le quedaba con tu Er ge pero que mi pobre SanDi les
descubrió así que los dos se juntaron e hirieron de gravedad a SanDi para eliminar los testigos?
Min Biaojie, sólo soy la hija de una concubina. ¿Qué crees que les interesará más a las gentes de la
capital: mi irracional y obstinado comportamiento o la vida amorosa de la hija de buena
reputación del Primer Ministro? Si dejas que todo el mundo se entere de esto, ¡me arruinarás a mí
pero también a tu querida Da Biaomei!
Estas palabras, una a una, golpearon el rostro de la, en un principio, arrogante y déspota
muchacha. La expresión de Gao Min cambió y retrocedió un paso sin querer. La cara de Li Zhang Le
se tornó completamente blanca y, en cuanto a las demás, estaban perplejas. Jamás habían visto un
comportamiento tan agresivo de Li Wei Yang.

Gao Min habló:

-¿Te atreverías? ¿De verdad te atreverías?

Li Wei Yang se limitó a quedarse ahí de pie, despreocupadamente, y las miró.

-¿Qué no me atrevería a hacer?-Se acarició la manga y dijo cada palabra.-Tú estás harta de mí y yo
no quiero posar mis ojos en ti. Como no podemos soportar vernos, espero que a partir de ahora si
Min Biaojie me ve se quede a un mínimo de tres pasos de mí, por favor.-Tras terminar de hablar,
se dio la vuelta para marcharse.

-¡Li Wei Yang!-Gritó Gao Min enfadada.- ¡Maleducada! ¡Mira, como cuent-…!

-¿Contárselo a mi padre?-Li Wei Yang se dio la vuelta con brusquedad, con los ojos disparado
rayos como si no fuera una frágil doncella de trece años.-Adelante, estoy segura que disfrutará
que Min Biaojie meta las narices en mis asuntos y le ayude a educar a su hija. ¡Creo que padre
todavía no ha olvidado del todo lo que dijiste la otra vez!

Gao Min temblaba de ira, su rostro empalideció; no podía pronunciar palabra alguna mientras
miraba a Li Wei Yang.

Li Zhang Le, en un principio, quería que la arrogante Gao Min castigase a Li Wei Yang pero a juzgar
por la situación no le quedó alternativa a mantener la calma y decir con dulzura:

-Min Biaojie, nuestra San mei ha crecido en el campo, todavía es joven y no entiende demasiado.
Por favor, no te tomes muy a pecho si te ha ofendido con algo.

Al escuchar esto, Li Chang Xi sonrió y dijo:


-Como San jie ha convivido con semejantes patanes durante un tiempo se ha vuelto más y más
vulgar e ignorante. Lo mejor para ella ha sido volver y culturizarse. Así podrá evitar ser una
impresentable y que los otros se rían de ella.

Li Chang Xiao se mordió los labios, quería defender a Li Wei yang pero se contuvo.

-¿Oh? ¿No te gusta el hecho de que os estoy dejando en evidencia?-Los ojos de Wei Yang eran
como leños de un fuego glacial.-Da jie, wu mei, cada año para vuestros cumpleaños, padre hace
todo lo que puede para preparar regalos para vosotras, estas hermosas sedas están hechas por
chicas inocentes que trabajan día y noche hasta quedarse ciegas para hacerlas; estas glamurosas
pieles de oso las han atrapado duros cazadoras que han estado al acecho durante días en la
espantosamente fría nieve de invierno; estas invaluables lágrimas de sirena las buscaron esos
humildes plebeyos que sacrificaron sus vidas en el océano. Lo que coméis, lo que bebéis, con lo
que camináis, ¿qué de todas esas cosas no vienen de esa gente humilde y vulgar que todas
menospreciáis? ¡Cogéis lo que es de los plebeyos pero no paráis de arrojar insultos, ¿quién está
siendo vulgar?!

Todo el mundo se distrajo al escuchar esto. No supieron cómo reaccionar ante los delicados rasgos
de Wei Yang que mostraban una sonrisa inexplicablemente gélida, sólo podían tener miedo.

Li Chang Xi vio que la expresión de Li Zhang Le era de vergüenza y dijo a prisa:

-Da jie, ¡que no te moleste! ¡Vámonos!

-Sí, todas vosotras sois gente muy distinguida, será mejor que no le deis demasiada importancia a
las palabras que dice una inocente chica vulgar como yo. ¡Nadie sabe cuál se romperá cuando la
porcelana y el caucho se tocan!-Li Wei Yang rio con severidad. Estaba viviendo una vez más y no se
tragaría los insultos en silencio ni se contendría por respeto.

Eran ellas quienes se le habían acercado, así pues, no las dejaría escapar tan fácilmente.

-¡Jajaja!-De repente, la clara risa de un hombre resonó desde las montañas de atrás.
Todas se quedaron atónitas al ver a dos señoritos caminando grácilmente hacia ellas. Delante iba
un gallardo y atractivo joven vestido con un changshan[1] verde con flores de loto cosidas de hilo
dorado. Llevaba un abrigo de piel de zorro por fuera y tenía el cabello negro azabache recogido; su
hermosa apariencia encajaba con la de una mujer.

Li Chang Xi le vio y sonrió felizmente:

-¡Da ge, has vuelto!

Li Min Feng hizo una mueca:

-Ahora no, saludad a San dianxia[2].-Antes de terminar de hablar, todas vieron a un joven alto y
atractivo acercarse sin prisa.

Todas se quedaron maravilladas…

[1] Changshan (长衫): Es una chaqueta larga o túnica tradicional que llevaban los hombres.

[2] Diànxià (殿下): Puede usarse como honorífico o como nombre, en ambos casos su traducción
sería: “Su Alteza”, “Su Majestad” o similares.

Capítulo 36: Encuentro de enemigos

Conforme se acercaba todo a su alrededor se desvaneció. Los ojos de Li Wei Yang observaron a la
persona que lentamente, paso a paso, se acercaba grácilmente y dejó de respirar por un instante.

Su estructura ósea era distintiva, sus rasgos faciales eran firmes y atractivos. Entre sus ojos negro
azabache yacía una fría seriedad, un silencio contenido como un esplendor capaz de capturar el
alma humana; era sin lugar a dudas el impresionante San huangzi[1] Tuoba Zhen.
Las manos de Wei Yang se aferraron lentamente a sus mangas y el sonido de la risa falsa de Da
furen le cruzó la mente.

“Wei Yang es obediente e inteligente, así que madre quiere ayudarte, sin lugar a dudas, a
encontrar un buen marido. San huangzi Tuoba Zhen es joven y atractivo, él y tú seréis la pareja
perfecta. Cuando se case contigo, Wei Yang, le servirás a su lado y tendrás un buen futuro.”

También aparecieron los hoyuelos de Li Zhang Le.

“Sí, todas las chicas casaderas de la capital querrían ser la mujer del tercer príncipe. Wei Yang, qué
afortunada eres.”

Pero al final, le rompieron las alas al pájaro por la fuerza y le arrancaron las plumas. Ella jamás
olvidaría este dolor.

Li Wei Yang estrechó los ojos y en su boca apareció una pizca de burla. Cogió aire y notó como su
flujo sanguíneo volvía a la normalidad poco a poco. Su irresoluble odio se fue diluyendo y fluyó por
su cuerpo.

Como todas le saludaban, Li Wei Yang les copió y bajó la cabeza, pesé a ello notó una mirada
inquisitiva cernirse sobre ella.

-Estáis tan alborotadas… ¿De qué hablabais?-Preguntó Li Min Feng risueño.

-De poca cosa… San mei dijo las palabras equivocada, Da ge no se lo digas a madre ni a padre, por
favor, sino castigarán a San mei.-Los ojos de Li Zhang Le se cubrieron de agua dejando al
descubierto una belleza indescriptible. Sus pestañas parecían gotas de agua a punto de caer, más
como pétalos que lluvia, haciéndola todavía más encantadora y delicada.

Con tal belleza pronunciando tales palabras, quien fuera que escuchase aquello creería que Li Wei
Yang había cometido un pecado imperdonable y molestaba a su jie jie para que la cubriese.
Aunque detestaba a esta persona con todo su corazón, Li Wei Yang tenía que admitir que en
cuanto a apariencia, Li Zhang Le podría ser considerada perfecta. ¿Qué hombre no se conmovería
al ver este teatro de una jie jie que prefiere que la ofendan por su querida meimei?
-¿Ah, sí? ¿Tú eres San mei?-Esta era la primera vez que Li Min Feng conocía a Li Wei Yang. La miró
de arriba abajo.

La expresión de Li Wei Yang era obtusa.

-Da ge, es un simple dimes y diretes entre hermanas.

Al ser un dime y diretes entre hermanas, ¿se atrevería a decir algo? Li Wei Yang obviamente se
mofaba de él, pero cuando Li Min Feng estudió sus palabras, toda su mofa desapareció.

Li Wei Yang estaba inesperadamente indiferente lo que hacía parecer que Li Zhang Le estaba
haciendo un castillo de un grano de arena. Li Zhang Le albergaba resentimiento. Parpadeó con sus
hermosos ojos y dijo:

-Sí, sólo estábamos hablando. Nada que tomarse a pecho.

Li Min Feng dijo con voz suave:

-Bien, mi hermana debe poseer una mente distinta a la de las señoritas de mente simple.

Con lo de “mente simple”, por supuesto, se refería a Li Wei Yang quien claro está, comprendió el
significado oculto pero pretendió no hacerlo mostrando una sonrisa.

Gao Min ya había olvidado a Li Wei Yang cuando movió sus brillantes ojos y preguntó:

-San dianxia, ¿cuándo has vuelto a la capital?

Tuoba Zhen sonrió:

-He vuelto con Min Feng xiong[2].


Li Min Feng sonrió cálidamente.

-Min Biaomei, San dianxia ha venido a visitar a mi padre.

Li Wei Yang se quedó de pie a un lado observando con sus ojos gélidos mientras ellos continuaban
su conversación. Tuoba Zhen no había cambiado nada, su boca aún portaba una dulce sonrisa
superficial. Cierta vez ella le había creído la deidad masculina más encantadora, pero ahora, era
más asqueroso que los bichos que vivían en las alcantarillas.

A un lado, Li Chang Xi miraba al atractivo Tuoba Zhen directamente, sus ojos no cedían.

Sin saberlo, los ojos de Tuoba Zhen abandonaron a la diosa Li Zhang Le y aterrizaron sobre Li Wei
Yang.

Mirándola descubrió su suave cabello brillante y a su falda bordada con temas del lago oeste
bailando en el aire con el viento. En su rostro níveo aparecía cierto carmesí en sus mejillas
emparejadas con sus virtuosos ojos, de un vistazo se podía adivinar que era una chica inteligente.
Tuoba Zhen ya estaba acostumbrado a ver bellezas glamurosas, pero raramente se encontraba
con este tipo de belleza vestida con modestia. Unos momentos antes, tras acertar a oír su agresiva
regañina a las señoritas, ya le había entrado la curiosidad así que, inconscientemente, la miró
varias veces y, en el momento en el que sus ojos se encontraron con los de Li Wei Yang, en ese
preciso momento, una sonrisa deslumbrante apareció en su rostro tranquilo mostrando sus
dientes blancos y limpios y sus brillantes ojos que podían encantar con facilidad.

Esa sonrisa fue tan inusualmente espléndida que encendió los profundos ojos de Tuoba Zhen
dejándole incapaz de mirar a cualquier otro lado. Dejó caer la cabeza para esconder el asombró de
sus ojos.

Li Zhang Le se percató de su apatía y dijo con una sonrisa:

-San dianxia, esta es mi San mei Wei Yang. Acaba de volver de Ping Cheng y por ahora no ha
dejado ver su cara por la capital.
Los ojos de Tuoba Zhen miraron a Li Zhang Le y sonrió:

-¿Oh, sí?

Li Min Feng sonrió:

-Sí, mi San mei se crió en Ping Cheng. No ha visto mucho. Espero que San dianxia pueda
perdonarla si se ridiculiza.

Gao Min habló con frialdad desde un lado.

-Es sólo una maleducada. Creo que Min Feng Biaoge debería disciplinarla más y no permitir que
deje al Primer Ministro en evidencia.

Li Wei Yang alzó la vista y le echó un vistazo a Gao Min. Gao Min no supo por qué pero se sintió
intimidada y nerviosa por ello. Quería llamarla demonio pero al final, se abstuvo de decir más.

Tuoba Zhen dijo pensativo:

-¿Cómo puede ser? San xiaojie es inocente y elocuente, esos son rasgos valiosos.

En realidad, al llamarla inocente estaba señalando su descortesía; al llamarla elocuente, estaba


indicando que tenía una lengua afilada. Li Wei Yang sonrió.

-Gracias, San dianxia por los elogios. No me merezco semejantes comentarios. Si de elocuencia es
de lo que se trata, ¿cómo me iba a comparar yo con la de dianxia?

La piel de ella era muy blanca, como la nieve, parecía transparente hecho que hacía sus ojos más
grandes. La sonrisa de su rostro era excepcionalmente espléndida; sólo se podría describir su
comportamiento como respetuoso, sin nada excéntrico. Sin embargo, Tuoba Zhen sintió que su
porte era demasiado tranquilo, tanto que le hizo sentir una emoción inexplicable. Cuando lo
analizó meticulosamente, se dio cuenta que parecía odio… ¿Pero por qué? Tuoba Zhen pensaba
que sus observaciones no eran erróneas pero en ese momento una grácil figura apareció ante él.

-¡San dianxia! ¡No le había visto desde hacía mucho! ¿Cómo está Wuxian fei?

El rostro de Gao Min se llenó de risa, ya no le quedaba arrogancia, Li Zhang Le también les siguió
inconscientemente.

Todo el mundo rodeó a Tuoba Zhen mientras paseaban hasta el pabellón octagonal. Cuando
estaba a punto de seguir avanzando, miró detrás de él para darse cuenta que la extraña chica ya
había desaparecido.

[1] Huáng zǐ (皇子): príncipe.

[2] Xióng (雄): Persona de gran poder e influencia.

Capítulo 37: Conspiración del hermano y la hermana

En sus aposentos, Li Chang Le le sirvió personalmente una taza de té a Li Min Feng.

-Hermano, debes estar cansado del viaje.

Li Ming Feng le sonrió y dijo:

-Hermanita, no nos hemos visto en seis meses y te has vuelto más bonita, ¡por eso su alteza no
apartaba la vista!

Li Chang Le sonrió un poco. Tuoba Zhen era muy atractivo y seductor pero su madre era humilde y
le dio a luz después de ganarse el favor del Emperador. Por eso, Tuoba Zhen no era favorecido ni
querido. Por suerte, su madre murió y Wu Xianfei, que no tenía hijos, le acabó adoptando. Con
esos antecedentes no podría ascender al trono. Li Chang Le sonrió con simpatía recordando el
hermoso rostro del muchacho.

Li Min Feng miró a su hermana y supo en qué estaba pensando con exactitud.

-No dejes que madre te influencie. La política de la corte va cambiando y este señorito no es
cualquier persona…

Li Chang Le dijo considerada:

-Pero se apoya en el príncipe heredero, como mucho llegará a príncipe…

Li Min Feng mostró una sonrisa pero no respondió. A sus ojos, aunque su hermana era tan bella
como una diosa, era corta de vista y no poseía la mente de gran alcance de un hombre. A pesar de
que parecía que San huangzi y él se habían ido de viaje de placer a Changzhou, en realidad el
Emperador les había enviado a investigar un caso en el que Zhang Gun, el gobernador, estaba
involucrado. Cuando Tuoba Zhen llegó a Changzou, indagó sobre qué intentaba ocultar Zhang Gun.
Le preguntó al mayordomo de Zhang Gun y encontró pruebas, obligando al perspicaz y
experimentado Zhang Gun a rogar por sus crímenes en un solo mes. Después, Tuoba Zhen se
quedó en Changzhou para reorganizar la caótica administración, y en un mes, rectificó el desastre.

Tuoba Zhen hizo un trabajo espléndido y demostró sus talentos y capacidades, además de
conseguir elogios por parte del Emperador. LI Min Feng tenía que admitir que Tuoba Zhen era
determinado e inteligente y capaz de ocuparse de todo con agilidad lo que demostraba que no era
alguien corriente. No sabía si debía mencionarle tales hechos a Li Chang Le y en conclusión, se
limitó a decir:

-Si no te lo crees, entonces, mejor será esperar y ver.

El corazón de Li Chang Le revoloteó al escuchar esto. Intentó sonsacarle más a su hermano pero Li
Min Feng fue reacio a ello y cambió de tema.

-Hermanita, hablando de lo de hoy… Permites que una chiquilla te disguste.


Veía a la hija de la concubina como alguien humillante. La única que no mostraba ni una pizca de
reverencia, ni trataba a Li Chang Le con profundo respeto y humildad en esa casa era Li Wei Yang,
hecho que le sorprendió. ¿Cómo podía tolerar la existencia de semejante niña su madre?

El rostro de Li Chang Le empalideció cuando nombró a Li Wei Yang.

-¡Esa cosa desagradable! Ahora se ha ganado el favor de Lao furen. Ya sabes cómo piensa Lao
furen, la favorece y nunca ha sido muy cercana ni con madre ni con nosotros. Si insiste en
protegerla, madre no puede hacer nada.

Además de haber fallado en incriminarla, habían alzado las sospechas de su padre así que no
podían seguir siendo incosiderados.

Li Min Feng reflexionó y habló.

-Pero no deberías molestarte con una niñata que ha crecido en el campo y que no tiene
conocimiento ni educación ninguna.

-Da ge, ¿cómo puedes decir eso? ¡No deja de molestarme! ¡Esperaba tu retorno para que me
ayudaras a vengarme!-Los ojos de Li Chang Le se abrieron, las perlas y gemas de su cabello se
sacudieron lentamente como si estuviese conteniéndose y su voz estaba repleta de odio y enfado.

Li Min Feng se puso rígido y dijo:

-No hace falta que te enfades y eches a perder tu buen humor. Enseñarle una lección a esta niñata
será pan comido. ¡Da ge te va a ayudar a vengarte! ¡Tú sólo espera!

Li Chang Le le escuchó y se levantó. Anduvo lentamente hasta la ventana. Sus faldas doradas con
estampados de fénix hicieron un ruido al revolotear. Unos instantes de silencio después, se dio la
vuelta violentamente y dijo con frialdad:

-Hermano, no quiero sólo venganza, ¡quiero su vida!


Nadie la había hecho enfadar tanto jamás, no podía tolera algo así.

Li Min Feng estaba atónito; era la primera vez que veía una expresión tan feroz capaz de desgarrar
la hermosa cara de su hermana.

-No podemos ser impacientes; tenemos que trazar un plan.

* * * * *

He Xiang Yuan.

Li Min Feng vio a Lao furen sentada a través del biombo divisible, descansando en un sándalo rojo;
Li Wei Yang estaba también sentada allí vestida con una falda azul claro. Le hablaba a la anciana
mientras le masajeaba las piernas con la cabeza mirando al frente. En cuanto a San furen, la mujer
estaba sentada al lado de Lao furen sorbiendo una taza de té derramando alguna que otra palabra.
Su madre, hermana, Wu mei y el resto de gente de Er fang estaban a cierta distancia.

Lao furen era muy particular en cuanto a la gente que permitía estar a su lado. Los ojos del joven
se centraron y al parecer, lo que su hermana había dicho era cierto, la hija de la concubina, Li Wei
Yang, había escalado muy alto y se había ganado el favor de Lao furen. Cuando volvió a redirigir su
mirada se dio cuenta que Lao furen miraba hacia él. Contuvo, de inmediato, las olas de calor de su
corazón y se acercó a ofrecer sus respetos.

Lao furen sonrió felizmente y extendió una mano para ayudarle a levantarse. Mientras le miraba,
la anciana dijo con armonía:

-Este niño… Este año que has pasado fuera te has vuelto más y más distinguido.

Li Min Feng sonrió con respeto y dijo:


-En un principio no iba a poder volver para año nuevo, pero escribí una carta sobre lo mucho que
echaba de menos a Lao furen y a madre. Esta vez he traído una especialidad de Changzhou: el pato
de mil años que se suele ofrecer a la Emperatriz Imperial. Pruébalo.

Lao furen que raramente sonreía dijo:

-Me alegra que tengas un corazón tan filial.

Li Min Feng sonrió con dulzura.

-Lao furen, la carne de pato puede calmar el humor de la persona y estimular el apetito. La
Emperatriz actual ama el pato; cada año se lo llevan a la capital desde Changzhou, salado y
troceado.

La consideración de Li Min Feng era evidentemente sincera, así que la sonrisa de Lao furen se
volvió más cálida.

Le Chang Le habló.

-Sí, ¡este pato también significa otra cosa! ¿San mei sabe cuál es?

Al ver que el tema iba hacía ella sin motivo aparente, Wei Yang sonrió con dulzura y contestó:

-Me encantaría que me lo enseñaras.

La sonrisa de Li Chang Le se volvió más amplia.

-El famoso poeta Song Xi de la dinastía pasada describió cuatro ocasiones felices que hay en la
vida: una lluvia tras una sequía, el reencuentro entre amigos, la noche de bodas y aprobar el
examen del gobierno. Esto se divulgó y entonces añadieron al poema nombres de comidas
suntuosas para que diera buena suerte.
La sonrisa del rostro de Li Chang Xi intentaba adular a Li Chang Le.

-¡Da jie es la que más experiencia y conocimientos tiene! Normalmente sabes comer pero no
sabemos la historia de lo que comemos.

Wei Yang bajó la vista y dijo:

-Exacto, yo no he leído tantos libros y no he vivido tantas experiencias…

Lao furen soltó una risita y dijo:

-Para una chica leer tanto es inútil. Con ser dócil y saber comportarse es suficiente. En realidad, ser
una erudita puede hacer que no le gustes a los demás.

El semblante de Li Chang Le empeoró y entonces, volvió a la normalidad.

-Sí, las palabras de Lao furen son verdad.

Los ojos de Li Min Feng se posaron fríamente sobre Li Wei Yang.

¡Esta hija de concubina no iba a durar mucho!

Capítulo 38: Motivo oculto

Li Min Feng le hizo personalmente una visita a Li Wei Yang por la tarde. Le dio permiso para irse a
la criada de la puerta y cuando llegó a la puerta, vio a una criada hablando con otra.

-Zi Yan jiejie, ¿qué coses?-Preguntó la criada con curiosidad.


Zi Yan sonrió su bordado a la criada. Li Min Feng tenía buena visión por lo que desde lejos pudo
ver un par de patos mandarines multicolores en un lago lleno de flores de loto que hacían el
pañuelo más vivo y vigoroso.

La criada movió los ojos y rio.

-¡Zi Yan jiejie quiere casarse! ¡Deberías pedirle a San xiaojie que te encontrase un buen marido!

El rostro de Zi Yan se volvió rojo, recuperó el pañuelo y le dio un suave golpecito en el hombro a la
criada antes de escupir:

-No digas tonterías.

Zi Yan cumplía quince años aquel año, había nacido con una cara ovalada y piel clara. Su sonrisa
era como una flor de loto, atraía la atención del resto. Li Min Feng la miró con tranquilidad y un
sentimiento extraño apareció en su corazón.

La pequeña sirvienta sonrió.

-No tengas vergüenza. ¡San xiaojie te encontrará un buen marido!

La sonrisa de Zi Yan se relajó con el tiempo y entonces, expresó:

-San xiaojie no puede hacer nada ella sola. ¿Cómo va a ayudar-…?

La pequeña sirvienta estaba distraída, quería decir algo pero mostró una expresión indescriptible.
Era cierto. San xiaojie era la hija de una concubina, a pesar de que Lao furen la favorecía, no tenía
el favor de Da furen. Si Da furen quisiera usar su matrimonio para darle problemas, ella ya se
contentaría con estar con su señora así.
Zi Yan suspiró y se sintió mal por las palabras que no pudo decir. Pero de repente, escuchó a
alguien toser; dio un brinco y alzo la vista para ver a un joven amo justo delante de ella. Su rostro
enrojeció y se levantó para saludarle.

-Da shaoye.

-Oh, ¿te llamas Zi Yan?-La expresión de Li Min Feng era muy tranquila mientras la miraba a los
ojos.

El rostro de Zi Yan se tornó sorprendentemente rojo y dijo en voz baja:

-Sí, soy la criada de San xiaojie. ¿Quiere verla?

En un principio él había llegado para encontrarse con Li Wei Yang, pero cambió de parecer. Li Min
Feng sonrió y dijo:

-No, es que ayer perdí mi abanico por aquí cerco, así que he venido a pedirle a San meimei una
criada para que me ayude a buscar.

Zi Yan soltó una risita y dijo.

-Yo puedo ayudarle. ¿Dónde ha perdido su abanico?

-Fuera de la puerta, en un área con mucha hierba.-Contestó Li Min Feng.

Li Min Feng y Zi Yan salieron. La pequeña sirvienta observó con cautela y de repente, frunció el
ceño, se recogió las faldas y corrió a la habitación.

* * * * *
Li Wei Yang estaba en su habitación hablando con Mo Zhu.

-Aunque a Lao furen no le gusta ser extravagante, es bastante quisquillosa con la comida. Por
ejemplo, cuando come pescado sólo se come los ojos; cuando come pollo, sólo se come las partes
que son un setenta por cierto grasa; cuando come setas del bosque, sólo se come el estómago que
tiene menos grasa. De todos los platos lo que más le gusta es el pato fermentado, pero a
diferencia del resto de casas, aquí lo primero que se hace es limpiar el interior del pato. Entonces,
se deja en un jarrón de porcelana y se cocina durante tres días a fuego lento para hacer la carne
tierna y crujiente. Además, las patas del pato se cocinan por separado; se quitan los huesos y
entonces se empapan de especias y magnolias. No puedo ni describir lo bien que huele.

Li Wei Yang asintió. Había dos cosas que le gustaban a Lao furen: beber té y comer ganso. Por lo
que, aunque no era nada del otro mundo, lo que Li Min Feng había hecho estaba claro que era una
persona calculadora.

En ese momento, una pequeña sirvienta no dejaba de lanzar miradas furtivas desde detrás de la
puerta.

Li Wei Yang miró en su dirección, asustando a la chiquilla. Sólo escuchaba la voz de Mo Zhu.

-¿Quién merodea por ahí fuera? ¡Adelante!

La pequeña criada entró asustada e hizo una reverencia para Li Wei Yang.

-Xiaojie, tengo algo que decirle.

Li Wei Yang la miró con tranquilidad. Bai Zhi comentó en voz baja:

-Xiaojie, esta es Xiu’er la pequeña sirvienta de la sala de té.

¿La pequeña sirvienta de la sala de té? Con incertidumbre, Li Wei Yang preguntó:
-¿Qué ocurre?

Xiu’er dijo:

-Da xiaoye acaba de venir y ha dicho que ha perdido un abanico fuera. Le ha pedido a la criada de
xiaojie que le ayude a buscarlo. Zi Yan estaba bordando así que se ha ofrecido como voluntaria y
me ha pedido que se lo haga saber a usted.

Li Wei Yang observó durante un largo instante a Xiu’er y entonces, sonrió de repente.

-Bai Zhi, obséquiala con un monedero pequeño, y de aquí tres días, asciéndela a sirvienta de
segundo rango. No tiene que volver a la sala de té, puede quedarse aquí y servirme.

Xiu’er estaba encantada y se arrodillo unas cuantas veces.

-¡Gracias, xiaojie!

Para una sirvienta que sólo hacía trabajos infantiles, que la ascendieran a segundo rango eran muy
buenas noticias y Xiu’er se marchó contenta. Li Wei Yang sorbió el té con cuidado. Bai Zhi por fin lo
comprendió y dijo:

-Xiaojie, Zi Yan tendría que habértelo dicho antes de hacer nada. Ha tenido un descuido, por favor,
no la culpes.

¿Una criada sin permiso de su señora se marcha con un xiaoye? ¿Tan llena de alegría estaba que
se olvidó de su estatus?

Li Wei Yang sonrió con tranquilidad y dijo:

-Tal vez tuvo un descuido, o tal vez tiene deseos mayores y cree que mi lugar en esta familia es
demasiado pequeño.
Las palabras de la xiaojie eran serias y Bai Zhi empalideció. Li Wei Yang la miró y dijo:

-Zi Yan y tú sois lo mismo, las dos viajasteis conmigo desde Pingchen, a las dos os trato como
familia, pero eso no significa que tenga que tolerarlo todo.

Bai Zhi bajó la cabeza y sintió temor. En secreto culpó a Zi Yan por actuar por libre albedrío, su
señora le había ordenado quedarse pero en lugar de hacerlo, se había ido con otra persona. En ese
momento, Bai Zhi no descubrió el significado oculto pero Mo Zhu sí y alzó las cejas.

-Ves y dile a los criados y criadas que vengan.-Ordenó Li Wei Yang.

-Sí.-Mo Zhu se marchó a prisa.

En cuestión de minutos, todo el mundo estaba ahí a excepción de Zi Yan que había desaparecido
media hora antes.

Li Wei Yang se sentó en su silla mientras repasaba a todo el mundo con la mirada y entonces,
señaló a una criada.

-Odio muchísimo a la gente que no se responsabiliza de sus propias acciones. Y tú vas al


mayordomo y le dices que mi patio no tiene sitio para ti, ¡entonces ves y piensa en otra forma de
ganarte la vida!

-Xiaojie, yo…-Si la echaban de la residencia le sería difícil sobrevivir. El rostro de la criada Liu se
tornó blanco y tenía tanto miedo que temblaba.-Yo no sé qué he hecho mal…

-¿Qué has hecho mal? ¡¿Dónde te acabas de ir?! ¡¿Por qué no me has avisado que Da ge ha
venido?! ¿Quieres que la gente crea que he ignorado a mi hermano deliberadamente?

La criada Liu estaba aterrorizada.


-Da shaoye es el que me dijo que no tenía que hacerlo…

-¡Ridículo! ¡¿Cómo puede ser que no se notifique cuando alguien entra en el patio de otra
persona?! ¡Da ge está bien educado! ¿Cómo iba a decir semejantes palabras? ¡Es obvio que te
estás intentando librar adrede! ¡Hasta osas calumniar a Da ge! ¡Ves y castígate con veinte
latigazos!-Dijo Li Wei Yang con frialdad.

Sin ser capaz ni de implorar perdón, los criados que Mo Zhu había llamado arrastraron a la criada
Liu. Todo el mundo la miró con simpatía pero nadie se atrevió a hablar por ella. Todos lo
comprendían, mientras Lao furen favoreciera a San xiaojie, entonces los criados de ese patio eran
de ella, ¡y de nadie más!

Zi Yan, justo en ese instante, entró encantada pero cuando vio semejante escena su cara se volvió
blanca.

Capítulo 39: Confabulaciones secretas

Bai Zhi y Zi Yan entraron, una detrás de la otra, a la casa. Li Wei Yang no le prestó atención a Zi Yan
y se dirigió únicamente a Bai Zhi.

-¿Crees que he sido muy dura con el castigo?

Bai Zhi reflexionó y dijo:

-Esta casa tiene sus normas; tienes la razón.

Li Wei Yang sonrió y habló:

-Os traje a las dos desde la residencia Li, os portáis bien y puedo estar orgullosa de vosotras; pero
si dais un paso en falso me dejaréis en evidencia. Para estar a mi lado tenéis que serme fiel, no
sólo hacer recados. Si no podéis hacer las dos cosas, entonces, os devolveré a PingCheng.
Bai Zhi respondió afirmativamente, y entonces, Zi Yan dijo con suavidad:

-Xiaojie, está claro que yo te soy fiel.

Li Wei Yang suspiró para sí, no quería que Zi Yan tuviese pensamientos innecesarios; estaba
usando el asunto con la criada Liu para recordarle lo que no debía hacer, pero no podía
determinar el efecto que causaría.

Una mañana, tres días más tarde, Zi Yan trajo el desayuno y puso la mesa. Mientras lo hacía, Li Wei
Yan la observaba con la mirada.

Zi Yan era hermosa. Tenía un par de ojos almendrados, un rostro en forma de flor con un ligero
rubor. Llevaba un vestido rojo pálido bordado, tenía los hombros redondos y una cintura delgada;
una figura que llamaba la atención. Si Wei Yang fuese una simple niña de trece años, nada le
parecería raro, sin embargo, tenía más de treinta años, ¿cómo no iba a saber el cambio que había
hecho esta niña ante ella? Sin expresión alguna, dijo con voz tranquila:

-Qué vestido tan bonito.

Zi Yan se limitó a reír y comentó:

-Me distes las telas que no te gustaban, ¿verdad, xiaojie? Pues me las he querido poner para que
las vieras.-Al ver la expresión de su dueña, prosiguió.-Xiaojie, me dijistes que me quedarían bien, y
ahora parece que es tal y como tú dijiste.

Zi Yan había hecho ese vestido para año nuevo, no obstante, lo estaba vistiendo en esos
momentos. Las pupilas de Bai Zhi se entrecerraron, casi temerosa de ver la expresión de Wei Yang.
Xiaojie no era alguien ignorante y débil a quien se la pudiera engañar; todo lo contrario, aunque
fuera una niña de trece años, era aguda y capaz, cuidadosa y sutil. La xiaojie descubriría los más
mínimos cambios en Zi Yan. Pero no dijo nada porque quería darle una oportunidad a Zi Yan, a
pesar de todo, la criada era tan estúpida que no se percató de ello.
La cuchara sopera de Li Wei Yang tocó el tazón con delicadeza, entonces, escuchó como Zi Yan
susurraba:

-Xiaojie, ayer el joven amo hizo que alguien enviase un bonsái de coral rojo, mira…

Li Wei Yang la miró:

-¿Ah, sí?-Y no dijo nada más deliberadamente.

Zi Yan estaba algo ansiosa, pero no quiso que se le viera, en lugar de eso, continuó:

-El joven amo le ha enviado un abanico de jade a Da xiaojie, y ella le contestó con tesoros de
papelería para el estudio chino; un par de horquillas FangHu a la cuarta xiaojie, que le respondió
una colección de libros antiguos de Yan Zhi Ge; una caja de maquillaje a la quinta xiaojie, que le
ha…

-Sí, todo el mundo le ha dado un regalo a cambio, sin embargo, en mi caso es difícil. Ellas tienen
dinero suficiente para darle oro y joyas, pero yo soy pobre.-Li Wei Yan parecía algo avergonzada.

Los gastos actuales de Wei Yang, no era tan ostentoso y rico como Da Xiaojie, ni como los de las
otras señoritas que tenían a sus madres para apoyarlas; ella sólo tenía la paga mensual y los
regalos monetarios de Lao Furen. Wei Yang también tenía que recompensar a los criados así que
no podía gastar el dinero en extravagancias. Zi Yan sólo quería alguna forma de ver a su joven
amo, pero no se paró a pensar en que la tercera Xiaojie no podía entregar un regalo decente y
titubeó. Inconscientemente, Bai Zhi aguantó la respiración; su mirada pasaba del rostro de Zi Yan
al de su xiaojie, entonces, rápidamente, bajó la cabeza pretendiendo no escuchar nada.

Mo Zhu que estaba repartiendo la comida, río y dijo:

-Xiaojie, el joven amo no necesita oro ni joyas, la intención es lo que cuenta. Puedes enviarle un
monedero o un par de zapatos.
Como hermana, enviarle un monedero o un par de zapatos a su hermano mayor no era algo
imposible, aunque el regalo podría ser pequeño para transmitir su cariño. Li Wei Yang asintió y la
elogió.

-Tienes razón.

Sin embargo era difícil de hacer algo así tan deprisa.

-Hay poco tiempo, puede que llegue tarde.

Para que su dueña no cambiase de opinión, Zi Yan se apresuró a decir:

-Xiaojie, coser demasiado porque hacer daño a la vista, así que será mejor que no lo hagas tú. Yo
trabajaré día y noche y así podré hacerle un monedero a mano para el joven amo.

La mirada gélida de Wei Yang se cernió sobre esa cara llena de sonrisas.

-Zi Yan, tú sí que sabes cómo quitarme un peso de encima.

Zi Yan no pudo retener la sonrisa al ver que no había ninguna objeción. Era su oportunidad para
transmitir sus sentimientos al joven amo.

Cuando Zi Yan se marchó, Li Wei Yang bajó los palillos. Mo Zhu le trajo una taza de té y empezó:

-Xiaojie, no te enfades…

Li Wei Yang estaba muy enfadada, golpeó la taza tan fuerte contra la mesa que derramó todo el
té, se lo sacudió y dijo con frialdad:

-¡Esa chica se cree que estoy ciega!


Bai Zhi no se atrevía a hablar, Mo Zhu dijo con suavidad:

-Zi Yan, esa niña es muy impaciente… Xiaojie ya le advirtió ayer, pero no ha reflexionado…

Li Wei Yang cogió aire, había hecho lo que había podido y le había dado dos oportunidades, pero
esa muchacha sólo quería subirse a la copa más alta del árbol, sin pensar en las dificultades que
acarrearía para su propia dueña. Si Zi Yan tuviera dos dedos de frente, sabría que no debía
involucrarse con el joven amo. Durante un buen rato, Li Wei Yan permaneció callada sin hacer
sonido alguno, como si estuviera sumida en sus pensamientos. Bai Zhi, finalmente, incapaz de
soportarlo dijo:

-A lo mejor la han engañado.

Li Wei Yang la miró y dijo con lentitud:

-¿Engañado? ¿De verdad se cree que si no fuera útil el joven amo se habría interesado en la criada
de su hermana pequeña?-No podía retener el mal humor de su corazón y varias pinceladas
aparecieron en su cara.

Mo Zhu pensó en ello y le preguntó con cautela:

-Xiaojie, ¿qué tenemos que hacer?

El rostro de Wei Yang se suavizó gradualmente.

-Encontrad a alguien que la vigile, quiero que se me informe de todos sus movimientos.

Mo Zhu respondió con respeto:

-Sí.
Bai Zhi se secaba las lágrimas en secreto pero Li Wei Yang lo vio y suspiró:

-Bai Zhi, sé que lleváis juntas desde niñas y que tenéis buena relación.

Bai Zhi se secó las lágrimas y expresión se volvió firme.

-Xiaojie es muy buena con las criadas pero Zi Yan se está portando así, es muy desagradecida. Sé
lo grave que es esto, no te preocupes.

Li Wei Yang se paró un instante, entonces, dijo lentamente.

-Al parecer, Da ge lo está haciendo por Da jie.-Miró por la ventana, sólo un capullo de flor había
florecido y no pudo evitar suspiró.-Actua como siempre, van a hacer su movimiento pronto.

Bai Zhi dijo:

-Sí.

Li Wei Yang bajó la cabeza y siguió comiendo, pensando en todo ese asunto. Li Min Feng era
arrogante pero había caído hasta estar interesado en una criada. ¿Usaría a Zi Yan para ir a por
ella? Li Min Feng no era tonto, no cometería los mismos errores que en el incidente de Hua Mei,
entonces, ¿qué pretendía?

Capítulo 40: La tormenta de darle algo a cambio

Zi Yan trabajó día y noche para crear al poco tiempo un monedero bordado exquisitamente que se
envió al joven amo de Xiu Zhu Yuan.

Li Wei Yang observaba aunque pretendía no saber nada y no hablaba de ello delante de nadie.
Poco tiempo después, dio la excusa que un mero monedero era demasiado poco e hizo enviar un
trozo de jade para usar como roca para tinta. Zi Yan no era consciente de ello, y se limitó a dar
saltos de alegría por tener otra razón para ver al joven amo.

El festival de primavera llegaría pronto y el humor de los señores mejoraría. Las criadas y las
madres estaban todavía más ocupadas con la esperanza de que los señores les regalasen algo.

Aquel día, la criada Luo que servía a Lao Furen personalmente dirigió a la señorita.

-San xiaojie, Lao furen ha dado órdenes de que se abra el almacén y que se traiga todos los buenos
materiales que se hayan guardado para que las señoritas se hagan vestidos.

Li Wei Yang sonrió y dijo:

-Todavía me quedan de los que compró Da ge la última vez…

La criada Luo río y contestó:

-Eso era suficiente sólo para dos vestidos, esta vez Lao Furen le va a dar a cada señorita suficiente
tela como para hacerse dieciséis. San xiaojie, no hace falta que te niegues, ven y escoge.

Dicho esto, ordenó que les acercaran la caja llena de brocadas y sedas que no se podía ni
comparar con las que había traído Li Min Feng.

Li Wei Yang río.

-Tienes buen gusto, ayúdame a escoger. ¿Qué tejido? ¿Qué color me pega?

La criada Luo no se echó para atrás, bajó la cabeza y escogió una de entre tanto color y entonces,
río y comentó:
-La piel de xiaojie es blanca, da igual qué color te pongas todos te quedarán bien. Sin embargo, ya
casi es año nuevo y habrá mucha gente en la cena. Xiaojie debería ponerse un color más brillante…
Y en cuanto a la faldilla interior y exterior, los calcetines y los zapatos… Todo tendría que
combinar…

Li Wei Yang la escuchó hablar y asintió.

-Muchísimas gracias.-Dicho esto, giró la cabeza hacia Zi Yan que estaba de pie al lado de la mesa y
permitió que acompañase a la salida a Luo; poco después de que se marchasen, Bai Zhi llegó con
su informe.

-Xiaojie, Zi Yan ha cambiado el huso que se había preparado para la criada Luo.

Li Wei Yang alzó una ceja.

-¿Oh? ¿Cambiado por qué?

Bai Zhi se inclinó.

-Un puñado de monedas.

Li Wei Yang sonrió en lugar de enfadarse.

-¡Vaya sí que sabe ahorrarme dinero!

La criada Luo era la subordinada en la que Lao Furen más confiaba y por tanto, no debía ofenderla
y por tanto, habían cambiado el huso de plata que Wei Yang había preparado. ¡Con que ese era su
motivo! Mo Zhu frunció el ceño y dijo:

-Xiaojie, si se queda sí la criada Luo pensará que eres una tacaña.


Era algo bastante trivial, Zi Yan deliberadamente estaba presentándole su estatus de pobreza a la
criada Luo que era muy cercana a Lao Furen. ¡No era sólo para disgustar a la criada Luo!

Li Wei Yang preguntó.

-¿Qué más te han dicho?

Bai Zhi tomó aire y respondió con honestidad.

-Zi Yan ha dicho que xiaojie ha gastado demasiado dinero últimamente, hasta llegar al límite, y
espera que la criada Luo pueda pasarlo por alto esta vez.

Li Wei Yang reflexionó durante un instante y una pizca de risa apareció en la comisura de sus
labios antes de decir de repente:

-¡Parece que ahora le es totalmente fiel a Da ge!

Bai Zhi y Mo Zhu se miraron entre ellas, con los corazones llenos de incertidumbre. Era innegable
que Zi Yan estaba haciendo todo aquello siguiendo las palabras del joven amo, pero ¿por qué iba a
hacerle algo así el joven amo? ¿Para hacer que los demás pensaran que Wei Yang era una tacaña?
No, no era tan simple. Pero después de pensarlo mucho no se les ocurrió nada más. En ese
momento, escucharon como Wei Yang decía:

-Somos ama y criada, si lo que quiere es dormir al lado de mi hermano mayor… ¡Le haré un favor!

* * * * *

De buena mañana, al día siguiente, Li Wei Yang se levantó una hora más tarde a propósito y
entonces, se llevó consigo a Zi Yan y Bai Zhi a mostrarle sus respetos matutinos a Lao Furen. Tras
entrar en la sala del té, hizo el té como siempre, después, entró en la casa con Zi Yan dejando a Bai
Zhi fuera.

Zi Yan disfrutaba de su momento de fama; no pudo evitar sentirse encantada pensando que
podría ver a su joven amo al entrar, Bai Zhi por su parte, suspiró y bajó la vista. La xiaojie ya le
había dado a Zi Yan muchas oportunidades e hizo todo lo que pudo para ganarse su lealtad.

Lao Furen estaba sentada hablando con Li Ming Feng en voz baja, Li Zhang Le se había hecho un
moño en forma de nube y vestía una chaqueta de satín con un bordado exquisito en la falda,
elegante y grácil allí sentada les robaba la atención al resto de señoritas.

Li Wei Yang sonrió y se acercó a saludar a Lao Furen.

-Buenos días, Lao Furen[1].

Lao Furen la miró y con voz risueña le preguntó:

-¿Ya has terminado de copiar las escrituras budistas?

Sonriendo, Li Wei Yang cogió las escrituras de las manos de Zi Yan y dijo:

-Las acabé de copiar anoche y me he dado prisa en traerlas esta mañana.

Lao Furen vio los círculos oscuros que tenía debajo de los ojos, sonrió y le acarició la mano.

-Las escrituras se pueden copiar en cualquier momento, no te quedes despierta toda la noche.

Li Zhang Le escuchó con desdén en sus ojos. Las palabras que creía que vería escritas a
regañadientes, estaban escritas con gran esmero; a Wei Yang no se le daba bien la música, ni el
ajedrez, ni la caligrafía, ni la pintura o recitar poemas así que no podía conseguir la atención de
todo el mundo; por lo que lo único que podía hacer era copiar las escrituras budistas para Lao
Furen y solamente Lao Furen aceptaría algo así.
Li Wei Yang sonrió y asintió, se dio la vuelta y le ofreció una taza del té que acababa de preparar. A
Lao Furen no le corría prisa por beber, así que la rechazó.

Li Min Feng alzó la vista y la posó en Zi Yan, ésta aprovechando que nadie les prestaba atención, le
asintió en silencio. Una sonrisa apareció en los labios de Li Min Feng.

Lao Furen y Li Wei Yang parecían haber llegado a un acuerdo tácito hablando entre ellas, dejando
a Da Furen sola a un lado. Li Chang Xi se disgustó al ver aquello y se volvió hacia Li Zhang Le.

-Dajie, he oído que padre se fue ayer y que volverá con un par de pendientes de rubí que cambian
de color bajo el sol para ti, ¿no?

Li Zhang Le sonrió y comentó:

-Sí que cambian de color; he oído que es un tributo que ha ofrecido el diplomático Yi.

Los ojos de Li Chang Xi mostraron su envidia, Li Chang Ru resopló y se dio la vuelta. Li Chang Xiao
dijo:

-Dajie deberías traerlos a la próxima para que podamos apreciarlos.

Li Chang Le asintió y miró a Wei Yang deliberadamente antes de decir:

-¿No os dieron un brazalete de gemas a vosotras? Ah, sí. Sanmei, ¿qué te ha dado padre?

Li Xiao Ran había olvidado la existencia de Wei Yang por completo, no le había traído ni un montón
de hierba de cuando se había ido unos días antes. Li Chang Le sabía esto sin duda pero se lo
preguntó a propósito para que Wei Yang perdiese su compostura delante de todo el mundo.

Li Wei Yang sonrió.


-Que padre vuelva sano y salvo es el mejor regalo que podría tener, no pido más.

Da Furen lo escuchó y puso una cara de cariño a pesar de que su corazón estaba lleno de odio.

-¡Wei Yang entiende lo que es la cortesía! ¡Todas vosotras deberíais aprender de ella!

Lao Furen rozó las palabras de las escrituras budistas y dijo con suavidad:

-Exactamente.

La sonrisa del rostro de Da Furen desapareció. Li Wei Yang presenció el comportamiento tranquilo
de Min Feng y de repente, dijo:

-Hablando de regalos, ¿Da ge, estás satisfecho con el regalo que te envíe?

Li Min Feng estaba atónito, entonces, con suavidad contestó:

-El monedero es bonito-…

Li Wei Yang parpadeó, dándose la vuelta.

-¿Monedero? ¡Yo no he enviado ningún monedero!

Todo el mundo se sorprendió y la expresión de Zi Yan cambió un poco.

[1] “Buenos días”: en realidad dice: “le deseo felicidad a Lao Furen”, que es un saludo muy formal,
pero en español no tiene sentido así que lo he cambiado.

Capítulo 41: Negándose a dejar su tesoro


Li Zhang Le sonreía de forma penetrante a sabiendas que allí había algo raro y se apresuró a decir:

-Te debes haber confundido y olvidado lo qué enviaste.

Los ojos de Wei Yang revelaron una pizca de sorpresa.

-DaJie, lo que le di a Dage fue una piedra de tinta de jade verde,-tras decir esto, sus ojos se
posaron en el hermoso monedero de tortolitos[1] de la cintura de Li Min Feng, y dijo.- ¿Ese es el
monedero del que hablas?

La expresión de Li Min Feng cambió abruptamente.

-Si Sanmei no ha sido la que lo ha enviado debo haberme equivocado.

Li Wei Yang ya se había acercado a él para señalar el monedero de su cintura y dijo con sorpresa.

-¡Vaya! ¿Ese no es el monedero de Zi Yan?-Entonces, giró la cabeza y le sonrió débilmente a Zi


Yan.-tu bordado y el de xiaojie es el mismo. Esas puntadas tan exquisitas, esos colores tan
armoniosos… En la residencia del primer ministro sólo tú puedes hacer esto.

Todo el mundo estaba sorprendido, Li Chang Ru preguntó en un tono apagado:

-¿Qué es esto? ¡¿Cómo iba nuestro hermano mayor llevar un monedero hecho por una criada?!

Lao Furen se quedó atónita. ¡Esa criada era demasiado! ¡Usar el nombre de su señora para enviar
un monedero!

Zi Yan empalideció, se arrodilló en el suelo con un golpe, temblando.


-Yo… Yo sólo seguía las órdenes de San xiaojie…

Li Wei Yang miró el monedero, suspiró y dijo:

-Si Dage y tú estáis enamorados, dilo y punto. ¿Por qué ir por el camino difícil? Soy su hermana,
aunque quisiera enviarle un monedero, lo haría con un bordado de un sapo dorado[2]o un pájaro
peng[3], ¿tortolos? ¿Qué es eso?

De repente, Zi Yan lo comprendió. San xiaojie ya sabía que si le enviaba ella el monedero lo haría
con sentimientos de amor implícitos y obviamente, el joven amo lo aceptaría. La única que no se
había dado cuenta de aquello era ella y por tanto había caído en la trampa de su enemigo. Pero ya
era demasiado tarde para lamentarse.

Tanto la expresión de Da Furen como la de Lao Furen era de disgusto. El joven amo todavía no
estaba casado y aun así, se había interesado por la criada de su hermana, Zi Yan provocando que
todo el mundo dudase de su personalidad. Da Furen dijo con frialdad:

-Min Feng, ¡qué escandalo! ¿Te atreves a aceptar cosas de otra gente?

Li Min Feng miró a Zi Yan pero no entró mucho en pánico.

-Madre, no lo pensé demasiado. El monedero es bonito y lo acepté.

¿Intentando redimirte? ¡Ya te gustaría!

-Dage, no te avergüences de tu generosidad conmigo. No sabía cómo agradecértelo todo pero


como te gusta esta criada, Zi Yan, te ayudaré a conseguir lo que deseas.-Dicho esto, miró a ZI Yan.

Li Min Feng se comportó como siempre.

-Aprecio el gesto, pero-…


Li Wei Yang era todo sonrisas.

-¿Qué dices, hermano? Eres una persona muy inteligente, ¿cómo no ibas a saber que el regalo te
lo había hecho Zi Yan? Si no te gusta, ¿por qué te iba a llevar un monedero?

Li Min Feng se sorprendió por un instante. El único motivo por el que llevaba el monedero de Zi
Yan era para completar la tarea, nunca se habría imaginado que se volvería un arma que Wei Yang
usaría en su contra. Él resopló y dijo:

-Vaya si eres lista, San meimei. Escuchándote parece que sabes lo que tengo en mi corazón.-Sus
palabras carecían de seguridad. ¿Cómo iba a decir que no quería nada con Zi Yan?

Li Zhang Le frunció el ceño y dijo:

-Sanmei, es un malentendido. No pienses mucho en ello.

Li Wei Yang río y dijo:

-Dajie, Zi Yan me acompañó a la capital desde la lejana ciudad Ping, tengo la obligación de
encontrarle un buen hogar. Como le gusta a Dage, y ella está enamorada, quiero concederles su
deseo de corazón.-Miró a Li Min Feng que tenía el ceño fruncido.-Aunque Zi Yan tiene un estatus
bajo ella ya está contenta con estar bajo tu manga. Da ge ha aceptado su muestra de afecto, no se
puede discutir lo que sienten por el otro y no sería bueno que se supiera esto.

San Furen sonrió un poco y bajó la cabeza para beber té. El rostro de Da Furen se había
ensombrecido tanto que parecía que iba a llover; Er Furen llevaba escuchando durante un buen
rato y ahora se río y dijo:

-Quiero felicitar a Feng er. Veo que esta chica no sólo es una belleza sino que además es muy lista,
y eso es muy raro, eh.

Li Chang Ru también se hizo eco.


-Sí, Zi Yan es una chica lista. Se la pedí a Sanmei la otra vez, ¡pero no me la quiso dar! ¡Da ge ha
conseguido el premio gordo!

Las cejas de Da Furen se contraían y su mirada era gélida. A Lao Ye no le gustaba nada que los
herederos juguetearan con las criadas, si se enterase que cuando Min Feng había vuelto se había
puesto a perseguir a una criada se enfurecería. Era obvio que Li Min Feng sabía quién le había
dado el monedero. Da Furen estaba perpleja al desconocer por qué su hijo había aceptado el
monedero.

-Ya que es lista y educada, que venga primero conmigo. Cuando le haya enseñado bien la podrán
enviar a la casa xiuzhu.

¡Sin importar qué esa víbora no podía entrar en la casa de su hijo! Da Furen se había decidido a
ello.

-Si ese es el caso, por favor madre, edúcala como es debido.-Li Wei Yang miró a Li Min Feng.-Si no
fuera porque me tratas tan bien nunca entregaría a una chica tan dulce y obediente como Zi Yan.

Li Min Feng la miró con frialdad.

-Pues te lo agradezco, hermanita.-Dejar a Zi Yan al lado de Wei Yan no servía de mucho, de todas
formas, acabaría ganando.

Zi Yan escuchaba con la cara llena de felicidad. ¡A pesar de las intenciones de San xiaojie, por fin se
había hecho realidad su deseo de entrar en la casa de su joven amo!

Li Min Feng estaba molesto, pero al pensar que Wei Yang se las pagaría pronto, la sonrisa de sus
labios se alargó. Dejando a un lado el asunto actual, se dio la vuelta hacia Li Zhang Le y le guiñó un
ojo.

Li Zhang Le entendió lo que quería decir, sonrío y se acercó, cogió la taza de té que Lao Furen tenía
al lado y le dijo:
-Lao Furen, toma un poco de té, por favor.

Lao Furen lo aceptó inconscientemente. A Li Zhang Le se le resbaló la taza que cayó al suelo y ella
chilló de repente. El sonido sorprendió a todos los presentes.

Una criada ya había corrido a recoger los pedazos rotos. Li Zhang Le parecía avergonzada y se
arrodilló como para ayudar a las criadas.

Justo entonces, Li Zhang Le chilló, recogió un trozo del suelo y dijo:

-¿Qué es esto?

La criada río.

-En respuesta a Da xiaojie, déjeme decirle que este es el ginseng rojo que Lao Furen suele comer.

Los ginseng rojos eran muy valiosos. No sólo hacían recuperar la vitalidad y la sangre a uno, sino
que también tranquilizaban la mente a pesar de su gusto amargo. Normalmente, este ginseng se
preparaba con sopa de pato, o se cortaba el ginseng en trocitos para bebérselo con el té. Esto era
algo que Zhang Le sabía de sobre, ¿por qué lo preguntaba? Todo el mundo se extrañó.

Li Zhang Le parecía querer decir algo, pero cambiando de idea, apretó el pedazo de ginseng entre
las manos. Lao Furen la miró y preguntó:

-¿Qué pasa?

Li Zhang Le arqueó las cejas, algo extrañada.

-Esto no es ginseng rojo, esto es suzi.

Li Wei Yang lo escuchó y sus ojos se volvieron fríos. ¡Aquí venían!


Capítulo 42:Traicionar a alguien para ganarse el favor de otro

Todo el mundo se quedó horrorizado y sorprendido al escuchar semejante afirmación. Da Furen


fue la primera persona en reaccionar.

-¿Suzi? ¡Esto es claramente el ginseng que usa Lao Furen a menudo! Zhan Le, sólo eres una niña,
¡no digas tonterías!

Li Zhang Le habló con decisión, como si clavase un clavo en un cartel.

-Yo también tengo ginseng rojo, ¿cómo no lo iba a saber? ¡Estas cosas no son ginseng rojo!

Las miradas de todos los presentes se concentraron en su mano, pero ¿quién podría identificar el
ginseng que ya había caído al agua y al suelo? Sin embargo, Li Zhang Le insistía.

Li Wei Yang la miró con frialdad sin decir palabra. Li Min Feng se levantó. Su expresión era gélida
como el hielo.

-Lu Xin, ¡¿por qué no estás de rodillas?!

Aturdida, Lu Xin se puso de rodillas instintivamente. La expresión de Min Feng era desagradable.

-Criada, eres en quien más confía Lao Furen y por eso te deja los tentempiés del té a ti. ¡¿Y aun así
te atreves a cambiar el ginseng rojo de Lao Furen en secreto?!

Lu Xin no sabía qué responder. Su tez estaba tan pálida como las cenizas.

-Da Shaoye, ¡no he hecho nada por el estilo! ¿Cómo iba a robarle nada a Lao Furen? ¡Ni
consiguiendo un estilo de vida mejor me atrevería a hacer algo así!
Da Furen vio la situación y lo comprendió. La esquina de sus labios se curvó en una sonrisa sutil.

-Feng er, Lu Xin ha estado sirviendo a Lao Furen muchos años. Sé que no ha sido ella. Lo mejor
será investigar el asunto más a fondo para ver quién más ha entrado en la habitación de té.

Lu Xin se sorprendió, entonces, alzó la cabeza pero no se atrevió a mirar hacia Li Wei yang. Nadie a
parte de San Xiaojie habría podido tocar el té de Lao Furen, pero la situación del momento era…

Li Wei Yang sonrió.

-No hace falta investigar más, madre. Aparte de Liu Xin, sólo yo he podido acercarme al té de Lao
Furen.

La expresión de todo el mundo cambió, y en un instante, fueron perspicaces. Da Furen habló:

-¿Cómo puede ser? Zhang Le, ¿dices que esto no es ginseng rojo sino suzi?

Li Zhang Le afirmó:

-Puedo confirmar que este no es el valioso ginseng rojo, lo que hay en esta taza es suzi que tiene
una apariencia similar.

Li Chang Xi preguntó con curiosidad:

-¿Qué es el suzi?

Li Min Feng se lo explicó despectivamente:

-En comparación con el ginseng rojo, el suzi no es nada de gran valor.


Li Chang Xi se mostró sorprendida.

-¡No hay nada más que decir! ¡¿San jiejie ha robado el ginseng en secreto y le ha hecho el
cambiazo a Lao Furen?! ¡Caray, San jiejie! ¿Cómo has podido hacer algo así?

Li Wei Yang la miró con frialdad.

-Wu mei, esto tiene que investigarse más todavía. Ten la amabilidad de evitar calumniarme.

-San jie, ¿cuándo he hablado mal de ti? ¿No lo ves? ¡Si esto se sabe todo el mundo dirá que
estamos en malos términos!

La boca de Li Chang Xi sobresalía por la hinchazón. La cicatriz de su rostro estaba cubierta por una
capa espesa de polvos. Giró la cabeza para dirigirse a todo el mundo y alzó la voz.

-Lao Furen, madre, ¡sólo he dicho un par de palabras con buena intención y San jiejie me trata así!
Con semejante injusticia… ¡No sé qué decir!

-Eso se puede discutir luego. San mei, explica qué ha pasado con el ginseng rojo.-La mirada de Min
Feng era fría.

Er Furen miró a Wei Yang y San Furen frunció las cejas.

-El asunto se tiene que investigar a fondo antes de llegar a ninguna conclusión. No acuséis a una
persona inocente.

Ella también había notado que esto era una estratagema entre ellos y que estaba dirigida a Li Wei
Yang.

Li Chang Xi estaba satisfecha. Li Wei Yang, esa cualquiera… ¡Este sería el día en que vería lo capaz
que era!
La expresión de Li Wei Yang no cambió, sonriendo un poco a Li Min Feng empezó:

-Da ge, estás seguro que lo tienes todo en la palma de tus manos, pero hay deidades que te tienen
a ti en su palma. ¿Dices que yo he robado el ginseng de Lao Furen?

La expresión de Li Min Feng era dura como el acero.

-¡Deberías saber si es verdad o no! El ginseng rojo es inestimable, ¡vale más que el oro! Pero el suzi
es barato. Aunque fueras corta de dinero no deberías haber robado. Lao Furen disfruta de la
delicadeza del pato. Para que el ginseng rojo tenga beneficios médicos con la vitalidad se tiene que
servir con sopa de pato. Si se hace sopa de pato con suzi, éste produce toxinas. ¡Has intentado
matar a Lao Furen!-Dicho esto, volvió a mirar a su alrededor y añadió.-¡Cualquiera que estuviera
involucrado en este asunto no tiene perdón y se le va a castigar con dureza!

En ese momento, Zi Yan se tiró al suelo de rodillas.

-¡Lao Furen, perdóname la vida! ¡Lao Furen, perdóname la vida! ¡Ha sido xiaojie quien lo ha
robado, pero no lo sabía!

Li Wei Yang observó con frialdad a la muchacha que parecía estar actuando en un teatro clásico
ante sus ojos, una mueca le cruzó los labios pero nadie lo notó.

Li Min Feng fingió sorpresa.

-Zi Yan, ¿qué sabes?

Zi Yan se secó las lágrimas, rebosante de lamentos.

-Xiaojie… ¡A xiaojie no le quedaba de otra! El ir y volver hizo que se le amontonaran los gastos.
Necesitaba dinero. Tenía un gran peso sobre los hombros. Por eso robó el ginseng de Lao Furen y
lo ha cambiado por suzi. ¡Por favor, perdona a xiaojie, Lao Furen!
Lao Furen se quedó pasmada al escuchar eso. Recordó algo que le había dicho Luo mumu. A San
xiaojie sólo le daban unas pocas monedas. A Lao Furen la cegó la rabia momentáneamente. ¡Esa
niña no la respetaba en absoluto!

Li Wei Yang sonrió lentamente.

-¡Zi Yan, qué buena criada eres!

Li Min Feng empezó:

-San mei, tenemos la sospecha y las pruebas aquí. ¿Qué quieres negar? Aparte de San mei, ¿quién
iba a hacer algo tan desvergonzado como esto? Si no tenías suficiente dinero podrías habérselo
dicho a madre o a mí, ¿cómo has podido tocar las posesiones de Lao Furen?

-Al parecer, unas cuantas palabras de mi criada son suficientes para demostrar mis crímenes.-Li
Wei Yang sonrió con dulzura, sin que su expresión titubease.

Li Min Feng frunció las cejas.

-Zhang Le es sincera y tiene buenas intenciones. ¿Cómo iba a acusarte? ¡Y Zi Yan es la criada que
está a tu lado!

Li Wei Yang miró a Zi Yan sonriendo.

-Ella no está a mi lado. Ella es de los tuyos, ¿o lo has olvidado, Da ge?

Li Min Feng se sorprendió por un instante. De repente comprendió porque Li Wei Yang quería
darle a Zi Yan. Y mientras Li Wei Yang hablaba sin pizca de desesperación, se le confirmaron sus
sospechas.

-Como es la criada de Da ge, hará lo que tú le digas. Me temo que si Da ge dijera que lo que hay en
el cielo no es el sol, sino la luna, ella abandonaría su conocimiento y estaría de acuerdo.
Li Min Feng la rebatió.

-¡Me la acabas de dar!

Una luz fría de mofa apareció en los ojos de Wei Yang.

-¡Pero a ella le gustas tú! Con sólo hojear unos cuantos textos médicos, Da jie puede llegar a la
conclusión de que esto es suzi, sin decir cabe, que Zi Yan es la criada de Da ge. ¿Siendo así,
vuestras palabras son creíbles?

San Furen que había estado indiferente e impasible habló de repente:

-Cierto, es verdad. Las palabras de una criada no demuestran nada.

Da Furen replicó con frialdad:

-Feng er, ¿no lo ves? ¡Íbamos a buscar al culpable pero acaban de acusar a alguien injustamente!

Li Min Feng, sin prisas ni provocado, miró con intensidad a Li Wei Yang mientras dijo:

-Sólo quería ayudar a San mei para que no quedase en evidencia, o lo que le quedase de ella. Pero
como San mei insiste en negarlo, no me queda de otra.-Tras lo dicho, se dio la vuelta y le dijo a Lao
Furen.-¡Lao Furen, permítenos llamar a un médico para que deshaga este embrollo!

Capítulo 43: Evidencia irrefutable

Lao Furen frunció las cejas.

-Mi médico personal-…


Li Min Feng habló:

-Una médico normal seguramente no servirá para nada, he oído que el médico Lin tiene un talento
remarcable, ¿por qué no le llamamos?

Lao Furen dudó por un momento. El médico Li era conocido por ser un hombre conservador y
gran virtud merecedor de respeto, así que no se pondría de parte de nadie. El motivo principal por
el que Li Min Feng le había pedido era seguramente porque todo el mundo estaba convencido de
esto. Lao Furen cerró los ojos y continuó titubeando. Un silencio mortal llenó la habitación entera.

La delicada cara de Li Wei Yang se iluminó por la luz. Sonrió fríamente.

-La mejor solución sería que Da ge llamase al médico Lin. ¿Pero si el médico demuestra mi
inocencia qué será de Da ge?

Li Min Feng sonrió con seguridad total.

-Entonces, me arrodillaré y te serviré té para rogar tu perdón.

-¡Vale! ¡Pues está decidido!-Li Wei Yang sonrío.

Li Zhang Le escuchó y sus ojos incisivos repasaron el rostro de Wei Yang. Poco después, llamaron a
Li Xiao Ran. En cuanto entró vio a Li Wei Yang de pie en el área común y al resto de los presentes
sentados. No pudo evitar sentir un dolor de cabeza al ver que había una confrontación familiar.
¡Ahora qué pasaba! Estaba a punto de pedir explicaciones cuando Lao Furen dijo:

-¡Ya que has venido, siéntate! ¡Cuando llegue el médico llegaremos a la conclusión que sea!

Los ojos de Li Xiao Ran reapasaron las caras de los presentes y terminaron sobre Wei yang que
estaba de pie totalmente recta; frunció el ceño.
Por fin, una hora más tarde, llegó el médico Lin. Lo que sorprendió a todo el mundo fue que el
médico no vino sólo, sino que le acompañaba un muchacho con un bianfu[1]lavanda bordado y
una horquilla en forma de corona. Iba derecho, sus rasgos faciales eran atractivos y firmes; sin
duda se trataba de San Huangzi, Tuoba Zhen.

Al verle todo el mundo se quedó atónito por unos segundos. Li Xiao Ran se levantó frenéticamente
e hizo el resto también saludase al príncipe. Tuoba Zhen le ayudó a levantarse con una sonrisa.

-Min Feng y yo habíamos quedado para jugar al ajedrez, pero no ha venido. Me he preocupado así
que he entrado a vuestra casa. Espero que el primer ministro Li no me culpe por ello.

-Su alteza, ¿qué dice? Le deberíamos haber dado la bienvenida.

Li Xiao Ran se sentó con Tuoba Zhen después de intercambiar esas palabras. Li Zhang Le pensó en
lo que le había dicho Li Min Feng sobre San Huangzi y enrojeció.

Los ojos de Tuoba Zhen se volvieron hacia Li Zhang Le; la Da xiaojie de la familia Li no era sólo de
alta cuna, también era virtuosa y hermosa así que no pudo evitar mantener la vista fija en ella.

Después de ello, miró a Wei Yang inconscientemente; sus exquisitos labios en forma de manzana
brillaban como el fuego y toda ella estaba rodeada por las hojas de jade que estaban bordadas a
su vestido. Todo aquello contrastaba mucho con su personalidad fría. No sabía por qué esa chica
tenía un aura misteriosa a su alrededor, y de ella, sentía un odio bastante extremo. ¿Pero por qué?

Dándose cuenta que estaba perdido en sus pensamientos, Tuoba Zhen frunció el ceño. Daba igual
lo que tuviese en mente esa muchacha, aquí la única que debía preocuparle era Li Zhang Le por ser
la única con el estatus y la belleza digna de su persona.

Li Wei Yang ni siquiera quería devolverle la mirada a Tuoba Zhen. Para ella esta persona era
todavía más despreciable que Li Zhang Le, pero era obvio que todo aquello había confundido a
Tuoba Zhen.

No quería hacerles daño a los demás, pero los demás tenían tendencia a herirla. Como sus rivales
querían matarla, entonces, no podía evitar ser despiadada. Li Wei Yang miró a Li Min Feng y dijo:
-Da ge, no perdamos más el tiempo. Empecemos.

Li Min Feng sonrió con frialdada, se dio la vuelta y con respeto le dijo a Tuoba Zhen:

-¿Puedo pedir a su alteza que sea nuestro testigo?

Tuoba Zhen asintió. Li Min Feng anduvo hasta el médico Lin y dijo:

-Por favor, examiné esto. ¿Qué es lo que hay en el té?

-Muy bien, déjeme echarle un vistazo.-Dijo el médico.

Li Min Feng señaló los pedazos de ginseng rojo que había escapado por el suelo.

-Todavía no han limpiado esto, podríamos mirar alguno que nadie haya tocado todavía…

El médico asintió y entonces, se acercó. Se inclinó y empezó a distinguir qué tipo de medicina era.
Todo el mundo lo miraba con los ojos como platos. Mientras la examinación proseguía, Li Min
Feng ya había empezado a decir:

-San mei, deberías admitir que eres culpable antes que sea demasiado tarde. Cuando el médico
testifique empeorará todo.

Li Wei Yang miró a su atractivo hermano y se río por dentro. Todavía era joven y no había estado
en la corte, por lo que no conocía los trucos y maquinaciones del harem. Si tuviese diez años más
se habría asegurado de que no hubiera ningún fallo en su plan.

-¡Da ge, no he sido yo!


Li Min Feng la miró y sonrió, sus ojos estaban repletos de una brutalidad que no debería existir en
los ojos de un hombre tan joven. Entonces, miró a Zi Yan.

-¿Qué más pruebas tienes?

Zi Yan miró de reojo a Li Wei Yang, una pizca de arrepentimiento le surcó los ojos. Al final, no pudo
resistirse a la idea de una vida extravagante y dijo sin misericordia alguna:

-Lo vi con mis propios ojos, xiaojie escondió un papel y lo sacó.

Li Min Feng asintió.

-¿Dónde está ese papel?

Zi Yan sacó un trozo de papel y dijo:

-Es este.-Después, lo abrió delante de todos.

Er Furen gritó:

-¡¿Ginseng rojo?!

Zi Yan dejó caer la cabeza y dijo.

-No, este es el suzi que San xiaojie ha usado para cambiarlo por ginseng. ¿A que parecen iguales?

Lao Furen asintió e hizo que la criada sostuviera el papel que para que pudiese mirarlo. De un
vistazo se percató que era difícil distinguirlos a simple vista; su complexión empeoró.
Tuoba Zhen estaba muy interesado en la escena. Que la San xiaojie del primer ministro hubiese
hecho semejante cosa era lamentable y ridículo al mismo tiempo. Efectivamente, la descendencia
de una concubina no es para tirar cohetes.

Li Min Feng sonrió y dijo:

-San mei, si no querías que la gente lo supiera, no haberlo hecho. ¡Qué vas a hacer ahora que todo
el mundo lo sabe!

Li Wei Yang miró a Zi Yan tranquilamente.

-Como ella es la que ha testificado en mi contra, por supuesto, lo había preparado con antelación.
¿Cómo me va a sorprender que saque estas pruebas?

Li Min Feng río y dijo:

-No me lo puedo creer. ¿Cómo puedes negarte a admitir que has hecho cosas malas? Muy bien,
como no quieres admitirlo, ¿nos dejas registrar tus aposentos?

Li Chang Xi asintió.

-Por supuesto, como San jiejie dice que no ha hecho nada malo, no tendrá inconveniente alguno
en dejarnos buscar.

Li Zhang Le también habló con suavidad.

-San mei, no me puedo creer que pudieras hacer algo así. Pero como llegados a este punto, para
demostrar tu inocencia, tenemos que enviar a gente para que registre tus aposentos, entonces, se
sabrá la verdad…
San Furen frunció el ceño. Zi Yan era la criada personal de Wei yang; para incriminarla también
podía haber escondido algo en sus aposentos. Lo habían planeado todo muy bien, si encontraban
algo Wei Yang no podría demostrar su inocencia.

En ese momento tan tenso, Wei Yang empezó a sonreír. Su sonrisa parecía muy tranquila y libre,
tanto que casi le puso la piel de gallina a Li Min Feng.

Capítulo 44: Cambio de tornas

Li Min Feng se tranquilizó. Sabía que Zi Yan había colocado el oro y lo que quedaba de ginseng en
los aposentos de Li Wei Yang. Cuando lo encontrasen daría igual lo que dijese su hermana. Era
cruel tratarla así pero, ¿quién le mandaba escalar puestos hasta el corazón de Lao Furen? ¿Quién
le mandaba ser tan obediente? En el corazón de Li Min Feng sólo estaban su madre y su hermana
legítima, Li Zhang Le, el resto de sus hermanas eran meras hormigas. Por lo que esta hormiga que
se había atrevido a amenazar su autoridad tenía que pagar el precio.

¡Aunque no mueras te echarán de la familia, Li Wei Yang!

Li Xiao Ran frunció el ceño. Wei Yang era la hija de una concubina y además muy desafortunada. Si
realmente había sido ella quien había robado las cosas de Lao Furen podrían encargarse de ella
personalmente. Seguía sumido en sus pensamientos con la cabeza gacha para sorber su té. En ese
momento, San Furen dijo con cariño:

-Creo Wei Yang es inocente. No es ese tipo de persona.

Li Wei Yang giró la cabeza hacía la tranquila San Furen y sonrió.

-Gracias. Es una pena que seas la única que me cree; tanto padre como madre creen que he
obrado mal.-Después de eso, miró a Li Min Feng, todo lo que quedaba en sus ojos era hielo.-Da ge,
yo también soy tu hermana aunque no haya nacido de Da Furen. Ambos tenemos la misma sangre,
¿por qué me tratas con tanta agresividad?

Li Min Feng habló con calma.


-San mei, no vuelvas a decir semejantes palabras vacías. ¡No voy a tenerte pena y olvidar que has
hecho algo malo!

¿Malo? ¿Bueno? Li Wei Yang se reía por dentro.

Li Zhang Le dijo son suavidad.

-San mei, lo que Da ge está haciendo es por tu bien.

Li Wei Yang se volvió hacia ella y dijo fríamente.

-¿Por mi bien? Entonces, ¿por qué no le veo tratarte de forma injusta? ¿Cómo puede haber un
hermano así en este mundo? ¡Un hermano que use todo lo que haga falta para hacer de su
hermana una ladrona!

Li Zhang Le se sorprendió y habló con pasividad.

-Si eres tan inocente, ¿por qué no enviamos gente a tu habitación? Si Da ge te ha tratado mal,
haré que te ruegue misericordia.

Li Min Feng sonrió.

-Zhang Le, ¿no lo ves? San mei se siente culpable.

Li Wei Yang le miró y entonces, soltó una risita y miró a Li Xiao Ran que estaba totalmente callado.

-Padre, ¿también crees que he sido yo?

-Por lo que oigo de tu hermano, eso parece.-Li Xiao Ran habló tranquilamente.
Li Min Feng asintió.

-Padre, en un momento lo verás y así podrás echarla de la familia y evitar que siga arruinando el
nombre.

-¡Da ge, estás yendo muy lejos!-San Furen frunció el ceño.

-Esta es un asunto de nuestra familia, de esta casa, no digas nada, por favor.-Li Min Feng dijo
impasible.

-Soy parte de la familia san, pero también soy tu mayor, ¿no puedo decir lo que opino?-Dijo San
Furen.

Li Min Feng resopló pero no comentó nada.

Li Wei Yang miró a San Furen, sus ojos tenían una pizca de agradecimiento. Después, miró a Li Xiao
Ran.

-Padre, ¿de verdad vas a echarme?

Li Xiao Ran la miró y asintió.

-Wei Yang, si de verdad has sido tú la que lo ha hecho, sólo puedo hacer eso. Y si lo tengo que
hacer, desde ese momento, no formarás parte de la familia LI.

Todo el mundo pensaba que al escuchar eso Wei Yang entraría en pánico, quién hubiera
imaginado que le respondería con una sonrisa.

-El verdadero ladrón es el que acusa a los demás. ¿De qué voy a tener miedo? Si Da ge quiere
buscar, que busque.
Lao Furen miró a Li Min Feng y en lugar de dejarle ordenar a los suyos que buscaran, le pidió a la
criada Luo que lo hiciera.

Li Min Feng sonrió con frialdad, ahora sólo faltaba esperar.

A todo esto, el médico Lin era muy meticuloso; recogió un fragmento, lo olió y lo probó hasta que
por fin terminó y se dio la vuelta hacia Li Min Feng inquisitivamente.

Li Min Feng sintió regocijo y saltó hacía adelante.

-¿Qué tal? Es suzi, ¿verdad?

En la cara del médico se reflejó sorpresa.

-¿Suzi?

Li Zhang Le suspiró y dijo:

-Wei Yang, ¿cómo has podido hacer algo así? Mira como se ha vuelto todo… Hasta hemos tenido
que avisar a un médico. Si hubieras admitido la culpa antes, Lao Furen te habría-…

Li Wei Yang río y dijo:

-Dajie, el médico todavía no ha dado su veredicto final. ¿Por qué eres tan impaciente?

Li Zhang Le frunció el ceño, sus hermoso par de ojos llenos de lágrimas daban una impresión de
decepción.

-¿Wei Yang, te das cuenta de lo mal que me siento como tu hermana con las pruebas presentadas-
…?
Li Wei Yang no pudo evitar replicar.

-Dajie, ¿y si esperamos primero a ver lo que dice el médico?

Lao Furen abrió la boca para hablar.

-Médico Lin, ¿es suzi o no?

El médico suavizó la sonrisa y señaló el fragmento que tenía en su mano.

-Da xiaojie, ¿cómo has reconocido que esto es suzi?

Li Zhang Le se lo explicó como si nada.

-He estado interesada en los libros de Confucio y he leído muchos libros médicos, así que lo he
reconocido.

El médico Lin asintió, abrió la palma de la mano para mostrarle un fragmento roto.

-El libro de medicina china narra que el ginseng rojo se encuentra en valles y tierras fértiles; es de
un color marronoso pero de vez en cuando puede volverse amarillento… Y tiene un gusto
amargo… Sin embargo, a pesar de que la apariencia del suzi es similar a la del ginseng es más
dulce.-Sonrió mientras miraba a Li Zhang Le.-Así que Da xiaojie estaba equivocada. Esto es sin
lugar a dudas ginseng rojo.

La tez de Li Zhang Le cambió drásticamente.

-Médico, tú… Te equivocas…

-Dajie,-Li Wei Yang sonrió y una expresión de pena apareció en su rostro.-¿Por qué te decepciona
que el médico Lin haya dicho que no es suzi?
Li Zhang Le se alarmó y se quedó atontada por las palabras, miró a Li Min Feng. Li Min Feng se
sorprendió por un momento.

-Médico Lin, tiene que ser un error.

La cara del médico se oscureció.

-Llevo practicando medicina años, aunque no puedo decir lo bueno que soy, puedo distinguir
entre suzi y ginseng rojo, si no pudiera no podría ser médico. ¡Li Gongzi, ten cuidado con lo que
dices, por favor!

-¿Cómo puede ser…?-Li Min Feng se volvió a calmar.

Siendo un hombre joven, al escuchar aquello se giró bruscamente hacia Zi Yan como si fuera a
comérsela. Le había dicho que cambiase el ginseng por suzi cuando Wei Yang no estuviese
mirando, ¿cómo podía ser ginseng lo de su taza? ¡¿Cómo podía ser que esa zorra no había seguido
sus órdenes?!

En ese momento, Zi Yan también estaba sorprendida, recordó que había dado el cambiazo, ¿cómo
se había vuelto todo así?

Li Wei Yang sonrió con frialdad, nadie sospechaba que ya le había ordenado a Bai Zhi vigilar cada
uno de sus actos; en cuanto lo hizo, ellas cambiaron el té otra vez.

-Dajie, dices que esto es suzi sin motivo y Da ge me ha acusado de ladrona.-La expresión de Li Wei
Yang mostraba dolor pero sus ojos estaban sorprendentemente llenos de fulgor.-¡¿Por qué razón
habéis hecho esto?!

Capítulo 45: Cogiendo el toro por los cuernos

Da Furen se levantó de repente y le dedicó una mirada de advertencia a Li Zhang Le que, a su vez,
estaba tan pasmada que hasta la perla de su broche se congeló.
-Zhang Le, ¡¿cómo puedes decir esas tonterías?!

A la muchacha se le olvidó respirar hasta que por fin reaccionó varios segundos más tarde.

-San mei, es culpa de Da jie, ¡hemos sido injustos contigo!

Li Wei Yang no pudo evitarlo y sacudió la cabeza al ver su teatro. Este tipo de personalidad falsa y
veleidosa… ¿Cómo había podido ser tan estúpida en su vida anterior? No es que fueran buenos
actores, simplemente ella había deseado una familia así que no les costó mucho engañarla.

Tuoba Zhen frunció el ceño mientras presenciaba la escena. ¿Qué estaba pasando?

Li Min Feng siempre presumía de su inteligencia y jamás se había encontrado con semejantes
contratiempos, su rostro se fue enrojeciendo y dijo:

-Los que han ido a buscar no han vuelto aún-…

Llegados a este punto él estaba esperando, obviamente, a que Zi Yan hubiera dejado las cosas en
los aposentos de Li Wei Yang.

En ese momento, Luo mama entró a los suyos, se arrodilló ante Lao Furen y dijo:

-Lao Furen, Lao Ye. La residencia de San xiaojie está muy limpia, no hay nada sospechoso.

La complexión de Li Min Feng empeoró. A un lado, Da Furen se levantó a prisa y entonces, volvió a
sentarse con lentitud. Fue entonces cuando se dio cuenta que Li Wei Yang había engañado a sus
dos hijos.

Li Wei Yang sonrió, su sonrisa era tan espléndida como las flores de primavera, su cuerpo
resplandecía con una luz esperanzadora que hacía difícil que los demás pudieran mirarla.
-Da ge, ¿no crees que es raro? ¿Por qué le has pedido a Zi Yan que cambiase el té que le había
preparado a Lao Furen que al final no era suzi? ¿Cómo es que Zi Yan me había dejado ginseng rojo
y oro en mi residencia pero no los ha encontrado nadie?

-¡Li Wei Yang, estás haciendo declaraciones infundadas[1]!-Li Min Feng estaba tan furioso que
gritó estas palabras.

-Da ge, creías que habías hecho un trabajo impecable, ¿pero sabes? En este mundo no hay
secretos[2].-dijo Li Wei Yang tranquilamente.-Espero que Lao Furen y padre hagan justicia. Aunque
si padre decide ponerse de parte de Da ge, pretenderé que no ha pasado nada.

¿Qué nada había pasado? En ese momento San Huangzi y el médico estaban presentes. ¿Cómo
podría Li Xiao Ran pretender que no había pasado nada? El hombre frunció el ceño hasta el punto
que se le podía hacer un nudo.

Li Min Feng se lamentó y se dio cuenta que la hermana que tenía ante él no era tan estúpida como
había creído; creía que ese truquillo la haría morir sin entierro. La persona a quien había invitado
personalmente se había convertido en su mayor obstáculo porque, al ser alguien externo, su
padre delante de él no podía ser imparcial. En un principio temió que Lao Furen evitase el castigo
de Li Wei yang, pero ahora todo aquello se había vuelto en su contra.

Li Min Feng rechinó los dientes.

-Wei Yang, ¿qué quieres decir con eso? ¿Cuándo te he agraviado yo? Zhang Le sólo se ha
equivocado y ha confundido el ginseng rojo por suzi. Por el bien de la salud de Lao Furen yo te he
culpado por accidente. Si te sientes mal por eso, puedo servirte té y pedirte perdón. No hace falta
forzar a padre.

Li Wei Yang río y dijo:

-¿Servirme té y pedirme perdón? Ha sido Da ge quien ha repetido muchas veces que si se


demostraba que yo había hecho algo malo me tendrían que echar de la familia Li, pero ahora que
se ha demostrado que ha sido Da ge el que se equivocaba… ¿No deberían echarle a él de la
familia?
Li Xiao Ran tosió y dijo:

-Wei Yang, tus hermanos estaban preocupado por Lao Furen-…

Li Wei Yang miró a su padre y un atisbo de frialdad fue apareciendo en su rostro.

-Padre, no es mi intención obligar a nadie. Sólo me siento agraviada, ¿ por qué yo, que sirvo a Lao
Furen de corazón, tengo que dejar que los otros me traten injustamente? Sí, mi estatus no se
puede ni comparar con los estatus nobles de Da jie y Da ge, pero yo trato a Lao Furen, a padre y a
madre con respeto. ¿Cómo puede padre decir a ciegas que va a echarme de la familia?

En ese momento, Li Wei Yang le había dejado en blanco. Ella continuó:

-Padre, no crecí a tu lado, pero he anhelado verte durante años porque creía que, sin importar
qué, como padre e hija, tú me protegerías, te pondrías de mi parte, no dejarías que otros me
hicieran daño…

Li Xiao Ran sintió cómo se sacudía su corazón al mirar la delicada y triste cara de su hija y, de
repente, se dio cuenta que su imparcialidad había sido excesiva.

Lao Furen lo comprendió todo y habló:

-Wei yang, si te sientes agraviada, dímelo. Si lo que dices es razonable, hablaré por ti.

Li Wei Yang agradeció profundamente sus palabras y dijo:

-Da ge tiene un testigo, y yo también. Pido que Lao Furen me permita llamar al testigo.

Lao Furen asintió y Li Wei Yang le ordenó a Lu Xin que llamase a la persona que esperaba fuera
para que entrara. Tal y como cabía esperar, un momento más tarde, Lu Xin trajo a un hombre de
mediana edad, alto y delgado. En cuanto entró, saludó a todo el mundo y su expresión dejaba
claro que quería adular a los presentes.

Li Wei Yang le miró una única vez y entonces, dijo tranquilamente:

-Da ge, ¿le reconoces?

Li Min Feng sonrió y dijo:

-¿Quién es? ¿Cómo le voy a conocer?

Li Wei Yang miró a Tuoba Zhen, los ojos de la muchacha revelaban una ligera frialdad.

-Por supuesto, Da ge sólo se relaciona con la realeza y con nobles, así que le sería imposible
recordar un simple vendedor de la tienda medicinal Zhang. Tú no le reconoces, pero él sí te sigue
recordando. Vendedor Gao, cuenta la verdad, por favor.

La cara de Gao mostró cierta incertidumbre pero acabó abriendo la boca para hablar.

-Hace dos días, una persona que parecía ser un criado vino a la tienda y me pidió suzi. Como no se
suele usar, pensé que era raro y le pregunté para qué lo quería, pero en vez de contestarme, sólo
me regañó. Esa persona me dio un trozo de oro y me dijo que si alguien me preguntaba sobre
esto, tenía que decir que había sido la San xiaojie del Primer Ministro quién me lo había pedido;
también me dijo que dijera que esa San Xiaojie también venía cada mes a vender ginseng rojo.

El corazón de Li Min Feng se detuvo. Al principio había visto a Li Wei Yang como una simple bruja,
nunca se habría imaginado que sería tan difícil de manejar, así que se limitó a pedirle a su criado
que hiciera el trabajo. Sí que había tomado medidas preventivas para asegurarse de que nadie
encontrase pruebas. En lugar de ir a su tienda de siempre, le pidió a su criado que fuera a otra
menos llamativa. ¿Quién se hubiese imaginado que cometería un error como este?

Miró a Gao y dijo:


-Una boca llena de basura. ¡Que poco aprecio le tienes a tu lengua!

Gao no comprendía las peleas entre los aristócratas, por lo que se quedó dónde estaba,
mostrando incertidumbre sobre en qué se había equivocado.

Li Xiao Ran frunció el ceño.

-Si has recibido oro para acusar a San xiaojie, ¿por qué testificas para ella?

El rostro de Gao rebosaba alegría pero se quedó callado. Li Wei Yang sonrió.

-Es un hombre de negocios y, por supuesto, lo más importante es el beneficio. Dirá la verdad
porque le di dos pedazos de oro. Da ge, ¿qué más quieres decir?

Capítulo 46: arrodillarse y arrepentirse

La enorme habitación estaba espantosamente silenciosa. En los ojos de Tuoba Zhen había un ápice
de burla. En aquel instante, Li Wei Yang miró a los gélidos ojos al otro lado y recordó, de repente,
en el doloroso momento en el que le cortaron las piernas. Se sintió sofocada. Daba igual cuando
fuera, siempre tenía que luchar.

-¡San Jie no mientas!

En aquel momento, una mano la alcanzó a través de sus mangas y le presionó la mano. El cuerpo
entero de Wei Yang se sobresaltó. Giró la cabeza y en la punta de aquella mano, en la clara y
hermosa luz del sol, los ojos de Li Min De relucían como estrellas: puras y rebosantes de confianza.

La frente del niñito estaba cubierta de sudor ya que, cuando se había enterado de las noticias,
había corrido hasta su lado. Era curioso cómo, a pesar de que unos instantes antes se había
sentido sofocada, en ese instante un soplo de calidez fluía por su corazón. Mientras todo el mundo
la interrogaba, sospechaba de ella e incluso la odiaba, aquel niño se quedaba a su lado.
Cálido, cómodo e incluso… salvavidas.

Agarró la mano de Li Min De con fuerza, se acercó rápidamente a Lao Furen y se arrodilló ante ella.

-Lao Furen, desde que volví no dejó de causarle problemas a todo el mundo sin saberlo, Lao Furen,
por favor… ¡Devuélveme a Ping Cheng!

Aunque su expresión era seria e inexpresiva, en sus ojos parecía haber un rastro de lágrimas
cristalinas y, súbitamente, nadie se atrevió a apartar la vista.

El silencio permaneció en la habitación mientras todo el mundo contenía el aliento. Lao Furen,
entonces, se río, suavizó su ceño fruncido, la esquina de sus labios se levantó y de inmediato, su
fría expresión se calmó.

-Feng er, arrodíllate ante tu hermana, sírvele té y admite tu culpa.-Lao Furen había tomado una
decisión.

La expresión de Li Min Feng cambió drásticamente, se dio la vuelta para mirar los ojos helados de
Lao Furen con incredulidad. Rechinó los dientes y se acercó a paso ligero. Parecía como si
estuviese usando el odio para levantar la taza de té; anduvo hasta Li Wei Yang, con la respiración
pesada, todos los músculos rígidos e incapaz de abrir la boca. Mientras tanto, el rostro de Da
Furen reflejaba un enfado extremo, si no fuera por todos los presentes, seguramente habría
corrido a arrancarle la cara a Li Wei Yang.

Li Zhang Le, de repente, se dio la vuelta con la cara llena de lágrimas y miró suplicante a Tuoba
Zhen. Entonces, la mofa volvió al rostro de Li Wei Yang.

Miró a Li Min Feng que tendría que arrodillarse pronto.

Justo entonces, un brazo delgado detuvo los movimientos de Li Min Feng.

-Hermano Min Feng, las rodillas de los hombres son oro y se pueden arrodillar ante los cielos, la
tierra, los padres y los señores… ¿Pero qué es eso de arrodillarse ante una chica?
La cara del tercer príncipe, Tuoba Zhen, era extrañamente hermosa con sus coloridas ropas. Sus
cejas y pestañas eran negras y oscuras e impedían al resto apartar la vista.

Li Min Feng se quedó perplejo y entonces, dejó de moverse. Li Wei Yang alzó la vista y observó en
silencio a Tuoba Zhen quien, a su vez, también la miraba por primera vez con atención.

Ella lo soportó y se contuvo. Estaba tranquila, sin embargo, se podía sentir la inminente explosión
furiosa que emitía con el cuerpo. Parecía frágil y delicada pero no había poder alguno en este
mundo que pudiera vencerla. Era muy contradictoria y a la vez, muy armoniosa. Tan natural como
si toda la sabiduría se hubiese concentrado en una única persona.

Tuoba Zhen no pudo evitar pensar que a pesar de que tenía incontables mujeres a su alrededor –
algunas tan nobles como la emperatriz, otras tan virtuosas como Mei Guifei, otras tan elegantes
como Wu Xianfei, otras tan hermosas como Li Zhang Le – era la primera vez que veía a alguien
como Li Wei Yang. Era una begonia floreciendo en este mundo. Terca y hermosa. Por desgracia,
era de origen humilde.

Los ojos de él se oscurecieron y, por supuesto, recibió la mirada agradecida de Li Zhang Le.

Todos los presentes se sorprendieron de que el tercer príncipe hubiese salido al rescate de Li Min
Feng. Si Li Wei Yang insistiera en hacer que su hermano se arrodillase sería llevarlo todo
demasiado lejos.

Lao Furen observó la escena y no pudo evitar fruncir el ceño.

Li Wei Yang sonrió con frialdad sin mirar a Tuoba Zhen, que seguía mirándola, y anduvo hasta
posicionarse delante de Lao Furen, entonces, se arrodilló.

-Gracias, Lao Furen, por ponerte de mi parte. Sin embargo, el cuerpo de Gege es tan importante
que no puedo aceptarlo.

Lao Furen miró a Tuoba Zhen de soslayo, sus labios se torcieron.


-Pues entonces, Feng er puede arrodillarse una noche en el pasillo ancestral y, en cuanto a lo de
admitir su culpa, Zhang Le puede reemplazar a su hermano.

La expresión cambio para tres personas, entre ellas, Da Furen que se limitó a suspirar de alivio.

La luz de los ojos otoñales de Li Zhang Le revelaba una mezcla de inquietud y bochorno, miró a
Tuoba Zhen esperando que la ayudase. Él no podía hacer nada, así que le devolvió una mirada de
disculpa.

Da Furen juzgó la situación a prisa e eligió entre su primogénito y su hija.

-Zhang Le, tienes que reemplazar a tu hermano. Admite tus malas acciones ante Wei Yang.

Li Zhang Le miró a su madre con incredulidad, ésta le guiñó un ojo haciéndola sentir humillada. La
muchacha recuperó la compostura, miró a Wei Yang que sujetaba la taza de té sin moverse, y por
fin, habló con la boca pequeña.

-San mei.

Li Wei Yang sonrió y la miró, inhalando el aire frío, tranquilizando la ardiente ira de su cuerpo. Li
Zhang Le se arrodilló y su sonrisa se volvió rígida.

-Te hemos malentendido antes…

Li Wei Yang dijo con suavidad:

-Da jie se equivoca, no ha sido un malentendido, sino un trato injusto.

El cabello negro como las nubes de Zhang Le, sus delicados párpados y su belleza encantadora
como la de una rosa a medio abrir hacía que a todos los presentes les costase mirarla.
Da Furen estaba particularmente molesta. Su propia querida hija a la que había criado
meticulosamente y la que en un futuro le sería incalculablemente útil tenía que tirarse a los pies
de una pueblerina. Aunque el futuro de Li Zhang Le fuera a ser noble y distinguido, tendría que
cargar para siempre con esta humillación.

Li Zhang Le apenas consiguió esconder el odio de su corazón y bajó todavía más la cabeza,
abochornada.

-Sí, te he tratado muy injustamente.-Hizo un pausa y continuó.-Perdóname, por favor.

Los labios de Li Zhang Le estaban rojos, sus ojos sollozaban. Todos estaban sorprendidos por su
belleza, en efecto, su apariencia era devastadoramente hermosa y difícil de hallar.

Li Wei Yang la miró y dijo:

-Da jie, nunca os he culpado ni a ti, ni a Da ge.

Me muero por beberme vuestra sangre y comerme vuestra carne.

-Es sólo un malentendido.

Llegará el día en que os mataré a todos.

-Seguimos siendo buenas hermanas.

Espero con que todo esto os suceda lentamente; el proceso será interesante.

Li Wei Yang parpadeó, entonces, reveló una sonrisa enseñando los dientes.

-Levántate, por favor.


Da Furen pensó que todo había terminado pero no vio que los ojos de Li Xiao Ran estaban llenos
de una decepción muda al ver a la madre y a los hijos…

Capítulo 47: Regalando

Li Xiao Ran se levantó y dijo:

–Ahora que somos una familia harmoniosa, ¿sabéis en qué os habéis equivocado?

Li Zhang Le dijo con timidez.

–No soy refinada y he hablado irresponsablemente.

Li Min Feng observó con respeto.

–Yo he sido imprudente y he malentendido a mi buena hermanita.

Lao Furen sonrió con gentileza y dijo.

–¿Y qué ha hecho mal Wei Yang?

Li Xiao Ran se quedó perplejo. En aquel momento, una vocecita dijo:

–Sanjie ha hecho una cosa mal.

Todo el mundo se sorprendió y miró al chico que estaba al lado de Li Wei Yang. Vestía un traje
rojo, un cinturón de jade en la cintura y la alegría de su sien no le llegaba a los ojos ligeramente
alzados. Cuando sonreía, su hermosa apariencia hacía imposible que la gente pudiese apartar la
mirada.

San Furen se sorprendió.

–Min De, ¿qué dices?

Li Min De habló bien alto.

–¡Sanjie ha hecho una cosa mal! ¡Es demasiado pobre y por eso los otros sospechan de ella! Si
Sanjie tuviese suficiente dinero, ¿cómo iba alguien a pensar que ella podría cambiar el ginseng rojo
de Lao Furen por dinero? ¡Sanjie es pobre!

Sonaba como cháchara de niño, pero los presentes se quedaron atontados, incluido Li Xiao Ran
que estaba listo para criticar la inflexibilidad de Wei Yang. Ese movimiento de Li Min De tenía el
propósito, sin lugar a dudas, de ayudar a Li Wei Yang evitando que Li Xiao Ran la regañase y
además, conseguir algún beneficio.

Lao Furen, por supuesto, dijo:

–Desde hoy, la paga de San xiaojie será el doble.

Li Chang Xi se levantó de repente.

–¡Lao Furen!

Si se hacía eso, ¿no sería inferior a Wei Yang?

Lao Furen comentó como si nada.

–Olvidad lo de hoy, que nadie vuelva a hablar de lo ocurrido.


Li Wei Yang dio dos pasos para atrás, manteniendo la sonrisa apropiada de toda nieta. Ya no había
nada más que hacer ahí.

El tercer príncipe aún tenía que hablar con la gente y Li Wei Yang se excusó diciendo que estaba
cansada y que quería marcharse. Justo entonces, Zi Yan salió corriendo y, atosigada, clamó:

–¡San Xiaojie, llévame contigo! ¡Soy culpable! ¡Perdóname, por favor!

Da Furen no iba a perdonar a Zi Yan ahora que se había sacado a la luz la conspiración. Zi Yan no
era tan estúpida como para no saber algo así, sin embargo, ¿creía que era una filántropa? Se había
atrevido a traicionarla, y por tanto, debía pagar el precio.

Li Wei Yang sonrió con dulzura.

–Ahora eres de Da ge, así que no puedes volver conmigo. ¡Sírvele bien desde ahora!

Dicho esto, se fue sin mirar atrás. Zi Yan se hundió en el suelo con la cara pintada de
desesperación.

Tuoba Zhen la observó irse y lo que pareció una sonrisa apareció en su expresión. Li Wei Yang… La
recordaría.

* * * *

Li Wei Yang salió de He Xiang Yuan y, entonces, soltó la mano de Li Min De.

–¿Por qué has venido?


Li Min De parpadeó, sus largas pestañas revolotearon.

–Sanjie, estabas en peligro, ¡tenía que protegerte!

Li Wei Yang no pudo evitar reír. Apretó esa mejilla blanca tan parecida al tofu. Estiró tanto las
mejillas de Min De que estaban a punto de sangrar. El niño, levantó la cabeza y la miró
directamente.

–Sanjie, ¡¿cómo te metes siempre en tantos líos?!

Li Wei Yang miró sus brillantes ojos negros. En un principio le había ayudado porque era
conveniente, útil y porque se parecía a Yu Li. Pero ahora, sus rasgos eran más destacables sin el
más mínimo parecido a Yu Li. Después de todo, se trataba de Min De.

Li Min De volvió a cogerle de la mano.

–Sandi, en el pabellón hay rocío de rosas. Ven conmigo.

* * * *

Una niñera corrió a su encuentro en el pabellón.

–Caray, ¡por fin has vuelto, San Shaoye! ¡Hubiera tenido que volver a buscarte!

Li Wei Yang se sentía rara. ¿Cómo se había enterado Li Min De de sus dificultades? Era como si la
estuviese vigilando. No obstante, Li Min De ya se había sentado en el pabellón y estaba
concentrado en comerse el rocío de rosas. El jugo de sus labios rosados le hacía muy atractivo.
Li Wei Yang le miró, la frialdad de sus ojos fue desapareciendo. No pudo evitar la cabeza de Li Min
De, quien río y le devolvió la mirada con los ojos algo iluminados. Entonces, inclinó la cabeza como
si se acabase de dar cuenta de algo.

–No soy un niño. – Dijo con terquedad. Se inclinó hacia ella. – He crecido, ¡no me mires como a un
niño!

En ese momento se le extendió un carmesí por su piel blanca, su voz sonaba infantil pero su
apariencia era solemne.

Li Wei Yan río de repente, sólo un niño diría que ya era mayor. Li Min De viendo que Wei Yang no
le creía, le cogió la mano y dijo, totalmente serio:

–Me haré fuerte. Nadie te podrá molestar.

Los ojos de Wei Yang parpadearon, incapaz de contenerse, estalló en carcajadas.

Li Min De se puso mohíno. Los ojos de su Sanjie eran los más hermosos de este mundo: oscuros
como la tinta, dulces como la luz de la luna y solitarios… como las estrellas en invierno. Eso es lo
que su corazón decía.

Estaba enfadado por la incredulidad que mostraba la muchacha en cuanto a ese asunto.

Bai Zhi suspiró mientras miraba a San Shaoye y al devoto niñito.

Tuoba Zhen salió desde la distancia y dejó de caminar en medio del pasillo. Observaba a la
jovencita sonreír como una flor, incapaz de conectarla con la imagen de la chica fría con garras que
había visto en el salón principal anteriormente.

Era una chica que todavía tenía que crecer, pero albergaba la incertidumbre y las complicaciones
de un adulto, era muy interesante. Detrás de él, un Li Min Feng que no tardaría mucho en tener
que arrodillarse en el salón ancestral dijo con odio:
–¡Maldita niñata!

Tuoba Zhen giró la cabeza.

–¡Qué poca astucia has tenido en esta ronda, hermano Min Feng!

La mentalidad de Li Min Feng en un principio era simplemente engañar a alguien y pensó que de
un solo golpe podría llevar al borde de la muerte a Wei Yang. Sin embargo, no se paró a pensar
que si robaba el pollo, perdería arroz[1]y terminó quedando en evidencia delante de la familia
entera obligando a su hermana a arrodillarse y a admitir sus malas acciones. Fue un momento
acongojante. Incapaz de contener su desdén continuó:

–¡Ya llegará el momento de hacerla gritar de dolor!

Tuoba Zhen le respondió como si nada.

–Los hombres deberían concentrarse en la corta imperial, no en la casa. No deberías meterte en


una batalla tan innecesaria.

Li Min Feng se sorprendió y se sumió en silencio, su expresión cambió y finalmente respondió.

–Sí.

Tuoba Zhen volvió a echarle un vistazo a Li Wei Yang que, a lo lejos, sonreía.

* * * *

Cuando la cena acababa de empezar aquella noche, Mo Zhu entró a la casa e informó:
–Xiaojie, el Tercer Príncipe ha enviado a un regalo para todas las señoras y señoritas.

Li Wei Yang alzó las cejas visiblemente disgustada. Mo Zhu continuó:

–Xiaojie, mira-…

–¿Qué es? – Preguntó Bai Zhi tras echarle un vistazo al rostro de Li Wei Yang.

–Un jarrón de begonias.

Capítulo 48: Madre de todos sobre la tierra

El clima cálido que permitía a las flores soltar su fragancia al aire no era una novedad. Li Wei Yang
frunció el ceño viendo como Mo Zhu ordenaba que entraran la begonia. De un simple vistazo a la
manzana china, algo rojiza, se podía adivinar que se trataba de esa famosa flor. Tenía hojas bien
partidas, de un verde claro. Al igual que una sien verde y una cara roja[1], alentaba a las gentes a
acercarse a su belleza sin rival.

Las begonias habían sido su flor favorita en su vida pasada. En aquel entonces, se solían plantar
begonias en palacio y ella pensaba que aquellas brillantes y bellas flores representaban el amor y
cariño de Tuoba Zhen por ella. No obstante, más tarde averiguó que, de hecho, también se
conocía a las begonias como las flores de los corazones rotos, daban mala suerte. Tuoba Zhen, en
realidad, era muy aborrecible. Todo había sido sólo un juego y que él le enviase begonias ese día
era una ironía exquisita.

–San dianxia, dichas flores son para las bellezas y eso ha molestado a todas las señoritas, así que,
ofrézcale flores prestadas a Buda[2] como disculpa. Peonias para Da xiaojie, rosas para Er xiaojie,
jazmín para Si xiaojie, pero para Wu xiaojie… – dijo Mo Zhu.

Viendo la expresión de Wei Yang, la mujer se calló.

Li Wei Yang extendió una mano inconscientemente al ver las begonias de color de fuego, acarició
la flor más madura con suavidad y se quedó en silencio durante un buen rato hasta que, al fin,
apretó la mano y escogió la flor más bella. El color de esa flor era especialmente rojo; bajo la luz
de la vela era igual que la sangre. La estrujó en la mano lentamente, los pétalos se retorcieron en
su palma y entonces, arrojándolo con ferocidad, los pétalos de la flor cayeron hechos añicos al
suelo.

Mo Zhu observó la escena sorprendida.

–El viento de la tarde es fuerte y destroza las begonias. – Dijo Li Wei Yang.

–Sí. –Contestó Mo Zhu que lo comprendió e hizo una reverencia.

Bai Zhi no pudo evitar desconcertarse. No podían ni imaginar en qué pensaba su dueña.

* * * *

En cuanto Da furen llegó a casa, excusó a todo el mundo y estalló.

–¡Arrodíllate!

Li Zhang Le que nunca había visto a su madre con una apariencia tan severa y palabras tan duras
se sorprendió tanto que no pudo moverse hasta que su madre le recordó lo que tenía que hacer.

–¿Sabes qué has hecho mal?

Li Zhang Le supo de inmediato que las palabras de su madre se refería a su intento fallido de
inculpar a Li Wei Yang, sabía que su madre había estado ocultando su enfado. Entonces, bajó la
cabeza y siguió callada.
–¡¿Sabes para qué te he criado todos estos años con cariño, con mis manos, dejándote conocer el
mundo?!

Li Zhang Le levantó la cabeza de repente.

–Sé que madre me quiere, siendo así, ¿por qué no me has defendido y has dejado que esa zorra se
me suba a la cabeza?

El enfado de Da furen era difícil de contener.

–¡Niña estúpida! ¡Cómo te ha criado tu madre! ¡¿Cómo has podido bajarte al nivel de la hija de
una concubina con tu estatus?! ¡¿Quieres enfadarme?!

Li Zhang Le se dio la vuelta, con lágrimas deslizándose por sus mejillas y tercamente negándose a
admitir sus errores.

El corazón de Da furen sentía un dolor y una ansiedad extrema, parecía que iba a morir. La madre
Lin al ver lo mala que era la situación, se apresuró a ayudarla a tranquilizarse además de servir una
taza de agua. Da furen dio un sorbo y entonces, se calmó.

–Zhang Le, ¿aún no entiendes tu misión?

Li Zhang Le estaba completamente sorprendida y atónita.

Da furen suspiró y fue personalmente a ayudar a sentarla. Se sentó en el sofá y continuó con
suavidad.

–Niña tonta, las esperanzas de nuestra familia están puestas en ti desde un principio.

Los hermosos ojos de Li Zhang Le albergaban dudas.


–Eres la hija más hermosa y la más inteligente de la familia Li, piénsalo, ¿por qué hemos sido tan
estrictos contigo desde que eras pequeña? ¿Por qué queremos que destaques en música, ajedrez,
caligrafía y artes? ¿Por qué íbamos a supervisarte incluso en climas de frío o calor extremo para
que no te escaquearas? – La sonrisa de Da furen era algo misteriosa. – ¿Alguna vez te has
preguntado porque raramente dejamos que muestres tu belleza celestial en público? ¿Te has
preguntado por qué no estamos dispuestos a casarte a pesar de la cantidad de casamenteros que
han venido a la puerta de la residencia Li? ¿No te has preguntado por qué tu padre nunca te ha
criticado dijeras lo que dijeras o hicieras lo que hicieras?

La expresión de Li Zhang Le parecía todavía más confundida. Da Furen suspiró y le acarició el pelo
mientras hablaba.

–¿Todavía no lo entiendes llegados a este punto? Desde un principio ya habíamos decidido


hacerte entrar en palacio, convertirte en la emperatriz, ser la madre de todos los de la tierra, para
que el poder del clan Li no se agite.

Li Zhang Le estaba atónita.

–Pero el emperador actual ya…

Da furen sonrió.

–Niña tonta, Su Alteza ya es viejo, pero tiene hijos, y lo más importante es que todos sus hijos son
destacables y extraordinarios y, la mayoría, tienen una edad parecida a la tuya. Algún día uno de
ellos heredará el trono y tú sólo tienes que esperar a que llegue el momento.

Lin Mama bajó la cabeza. Con que esa era la idea que había calculado Furen.

Da Furen sonrió con dulzura.

–Piénsalo, una emperatriz debe ser famosa, noble, digna, sabia y virtuosa, por lo tanto, te hemos
criado de acuerdo a las cualidades que una emperatriz debe tener.
–Pero… Pero, yo…

A pesar de que Li Zhang Le ya había adivinado el plan de sus padres escuchar a su madre admitirlo
por primera vez fue sorprendente.

–Los antecedentes de una emperatriz deben ser nobles sin ser una amenaza para el trono y el
poder de Su Alteza. Por eso, aunque tu padre es el primer ministro, ha estado escondiendo su luz
bajo un bushel[3] apoyando los métodos de la doctrina, rehusándose a escoger bando y estando
siempre de acuerdo con las ideas de Su Majestad. Los otros se mofan de tu padre por ser tan
tímido como un ratón, pero esta es la verdadera forma de ser un súbdito. Aunque los que
destacan son insufriblemente arrogantes, al final, acaban todos exterminados. ¿Ahora
comprendes por qué tu padre ha zanjado el tema de hoy y se ha negado a culparte?

Li Zhang Le escuchó y su rostro fue mostrando complacencia poco a poco, pero su cara volvió a
cambiar de nuevo.

–¡Pero no me da la gana dejar que esa perra se vaya de rositas!

Da furen frunció el ceño pensando en que su hija todavía era joven y que, al final, no la entendía.
Entonces, señaló:

–¿Sabes por qué, a pesar de que no me gusta esa niña, me he contenido de hacer ningún
movimiento?

Un pensamiento cruzó la mente de Li Zhang Le que preguntó titubeante.

–Madre, ¿estás esperando una oportunidad?

Da Furen rió.

–No eres demasiado estúpida, cuando te enfrentas a tu enemigo, si no es certero que podrás darle
al blanco tienes que esperar por una oportunidad. Tu abuela ama a esa chica, sólo tenemos una
mala racha, pero con toda esta provocación, ¿no te has dado cuenta que aunque tu padre no te ha
culpado, se ha decepcionado?

–¿Decepcionado? – Eso tomó por sorpresa a Li Zhang Le.

Da Furen suspiró.

–La hija más destacable del clan Li eres tú, pero no eres la única. Si tu padre sigue decepcionado
contigo, te irá abandonado lentamente.

Tal vez Li Wei Yang está obligando a tu padre lentamente a…, pensó la mujer de repente.

Li Zhang Le rechinó los dientes:

–¡No me lo creo! ¡Padre me ha criado durante muchos años, como va a estar dispuesto a
abandonarme!

Capítulo 49: Todo el mundo tiene sus razones

Da Furen sonrió y dijo confusamente:

–Por supuesto, tu padre no abandonará sus esperanzas. El plan no terminará con un fracaso:
continuará, la única diferencia será quién lo ejecutará. Si no puedes hacerlo, siempre estarán
Chang Xiao y Chang Xi. Si ellas no lo consiguen, todavía queda Chang Ru de Erfang, sin hablar de la
inteligente y lista Li Wei Yang. Lo de ser hijos de una esposa o de una concubina sólo influye en el
nombre. El derecho a decidir todavía está en manos de tu padre.

Los dedos de Li Zhang Le temblaron cuando el pánico llegó a su corazón.

Da Furen se percató del efecto que tuvo en ella y decidió que no hacía falta asustarla más.

–Para serte sincera, Chang Xiao, Chang Xi, o quien sea, son sólo piedras con la utilidad de
comprobar el camino antes de que la familia Li tome cartas en el asunto. Cuando crezcan serán
mucho más útiles, pero al final, sólo son piedras para pavimentar el camino para ti. ¿Lo entiendes?
Por eso no debes cometer errores y, sobretodo, no involucrar a tu Dage y hacerle caer contigo.

En los ojos de Li Zhang Le rebosaban las lágrimas. Bajo la luz de la vela éstas eran mucho más
encantadoras y capaces de remover el corazón de uno.

–Madre…

Da Furen le acarició la mano con suavidad.

–Eres una atesorada jade y muy bella. ¿Por qué quieres que una cualquiera te arruine? Yo puedo
soportarlo; tú también puedes hacerlo y esperar pacientemente a que llegue la oportunidad.

Li Zhang Le bajó la cabeza y no respondió durante unos instantes. Al fin, farfulló un suave
asentimiento.

* * * *

Hacia finales de año, Da Li estaba envuelta por una enorme nevada. Todos los oficiales y nobles de
la capital bebían vino y observaban la nevada con mucho ánimo pero, con el tiempo, dejaron de
poder sonreír.

La nevada había durado ya medio mes y se había convertido en una tormenta de nieve. Decenas
de cientos se vieron afectados en las fronteras. El Emperador, sorprendido, ordenó que redujeran
los gastos, se facilitasen ayudas y que los militares y los civiles pusieran en marcha contramedidas.
Poco después, las propuestas aterrizaron sobre los escritorios del Emperador como nieve.

Tuoba Zhen, en el pabellón, vestía un changpao azul marino. El yijin y las mangas estaban
delicadamente bordadas con grullas volando entre las nubes con hilo de plata, lo que decoraba el
cinturón dorado y el adorno de jade de color del bambú. Su presencia dejaba una gran impresión
con sólo echarle un vistazo, mucho mayor que la de los demás. La pieza de ajedrez de su mano se
quedó suspendida en el aire sobre el tablón.

Li Min Feng le miró, sonriéndole un poco mientras decía:

–¿San dianxia sigue preocupado por el estado de la tormenta?

Una expresión extraña cruzó la cara de Tuoba Zhen. Sonrió mientras depositaba la pieza.

–Para nada. El príncipe heredero será quien se ocupe de todos los asuntos urgentes. Yo sólo tengo
mucho tiempo entre manos y me dejó hundir en mi prestigio y riqueza.

–San dianxia, nos conocemos desde hace muchos años, ¿y sigues ocultándome cosas? – Comentó
Li Min Feng como si nada.

Tuoba Zhen no podía seguir escondiendo sus sentimientos, pero se limitó a sonreír y decir:

–Min Feng xiong[1], ¿ya tienes una solución para esta tormenta en la cabeza?

Li Min Feng colocó una pieza blanca y habló.

–Sólo hay una forma, entre esto y aquello, y es abrir el granero de emergencia. Bixia está
preparado para cerrarse al mundo.

Tuoba Zhen asintió sonriente.

–Es cierto. En los últimos días, Fu Huang ha regañado a los oficiales muchas veces. Ha ordenado
que las contra mesuras estén dirigidas a la tormenta. Qué pena que nadie se atreva a presentar su
propuesta.
Puede que no estuvieran asustados, pero, ¿quién estaba dispuesto a arriesgar su autoridad y su
estatus por esto? Li Min Feng no dijo lo que pensaba, simplemente, insistió:

–San dianxia, esta es tu oportunidad.

Tuoba Zhen no dijo nada. Estaba mirando más allá de Li Min Feng, a lo lejos. Sorprendido, Li Min
Feng se giró para ver a tres jovencitas que dirigían a criadas y niñeras a través del largo pasillo
lleno de curvas en su dirección. La jovencita y líder vestía unas prendas rojas con un exquisito
bordado de peonias y cada uno de sus movimientos albergaban mucha vida. Los lados del pasillo
estaban cubiertos de flores exóticas en viva coloración. El paisaje de flores de melocotón
florecidas era impresionante, pero la presencia de la belleza de Li Zhang Le fácilmente se hizo con
el estrellato.

Li Min Feng se apresuró a volverse para mirar a Tuoba Zhen y, como esperaba, Li Zhang Le le había
cautivado.

Li Min Feng sonrió para sí. Su hermana pequeña había fascinado a todos los hombres que la
habían visto a lo largo de su vida. Aunque la personalidad de Tuoba Zhen era fría y desinteresada,
no era más que un hombre corriente.

Li Min Feng alzó una ceja.

–Zhang Le, como se nota que sabes escoger el momento y la hora oportuna. No has llegado ni
tarde, ni pronto. ¡Has escogido este momento para hacer que San dianxia se olvide del ajedrez por
completo!

Li Zhang Le miró a Tuoba Zhen con una sonrisa reservada.

–Me ha retrasado un asunto, así que he llegado tarde. Le ofreceré una copa de vino a San dianxia
como disculpa.

Tuoba Zhen rió a carcajadas y se levantó.


–¿Cómo puede ser? Da xiaojie es encantadora. Estaría dispuesto a esperarla hasta una vida entera.

Esas palabras albergaban su propio significado. El rostro de Li Zhang Le se ruborizó. Entonces,


recordó lo que había dicho su madre. Hasta que él tuviera asegurado el trono, no podía tomar
ninguna acción. Recompuso su expresión y se dijo con lentitud:

–Estas son mis dos hermanas: Chang Xi y Chang Xiao. El príncipe San las conoció la última vez.

Tuoba Zhen repasó a Li Chang Xiao que mostraba cierta vergüenza en su rostro y a Li Chang Xi,
cuyos ojos brillaban de admiración. Sonrió un poco y asintió. Sólo eran hijas de concubinas. No era
necesario prestarles atención.

Li Chang Xiao bajó la cabeza. La muchacha sólo había ido como apoyo. No hacía falta que hablase
ni participara, y no debía restarle atención a su Dajie. Eso era suficiente.

Li Chang Xi no pudo esconder el rubor de su cara. Solía preocuparse de que la cicatriz afectase a
sus propuestas de matrimonio pero, el día anterior, Da Furen había ido a visitarla en persona y le
había dicho que debía tratar a San dianxia bien y ofrecerle toda su cortesía. En sus palabras
pareció sugerir un arreglo matrimonial, hecho que llenó de alegría a Chang Xi. Aunque San dianxia
no era noble de nacimiento, seguía teniendo a su madre adoptiva, Wu Xian Fei, y su estatus de
prestigio. Aunque no pudiera llegar a Emperador en un futuro, al menos, sería un príncipe muy
respetado y de gran autoridad. Al ver semejante buen matrimonio, ignoró lo que su madre
pensase de Da Furen y su resentimiento amainó.

–¿San dianxia ha estado contemplando el estado de la tormenta?

En el pabellón había una hoguera. Las largas pestañas de Li Zhang Le se cubrieron de perlas de
nieve, sus encantadores ojos eran turbulentos. Su presencia parecía todavía más noble y
extravagante, estimulando a los otros a querer acercarse a ella y protegerla.

Tuoba Zhen asintió mirando cada enorme copo que caía al suelo con una pizca de preocupación en
sus ojos.
Li Zhang Le sonrió, con la intención de conversar, pero entonces, vio a una chica en la nieve
cogiendo un paraguas de bambú. Debajo de dicho paraguas se hallaba una jovencita vestida de
rojo, con prendas de piel y cuya presencia era como un jade intrincada al detalle.

Los labios de Li Zhang Le temblaron al ver a esa persona, pero se contuvo. Una rayo de miedo
apareció en su mirada y, en un instante efímero, esa expresión vehemente desapareció como si
nunca hubiese existido.

Li Chang Xi frunció el ceño.

–Li Wei Yang, ¿qué estás haciendo aquí?

Li Wei Yang alzó la cabeza y miró a los que estaban sentados en el pabellón. Sus labios se curvaron
ligeramente en una sonrisa y, deliberadamente, se acercó a un ritmo despreocupado y lento.

–Saludos a San dianxia, dage y dajie.

Li Chang Xi miró desdeñosamente la taza de té que tenía en sus manos.

–La gente sufre por la tormenta y este frío extremo, y tú, mientras, te dedicas a recoger flores.
Qué inconsiderada e indiferente eres a sus problemas.

Li Wei yang sonrió.

–Puede que hayan muchos principios, pero la piedad está por encima de todos. Estoy recogiendo
flores de ciruela para Lao Furen. ¿Tienes algo que decir, Wu mei?

Sorprendida, Li Chang Xi se burló fríamente y se dio la vuelta.

Li Zhang Le miró a Li Wei Yang y dijo con suavidad:


–Meimei, el clima es frío e implacable, tienes que cuidar tu salud.

Capítulo 50: Pescando en la nieve

–Agradezco la preocupación de Dajie. – Li Wei Yang sonrió.

Desde su derrota en He Xiang Yuan, Li Zhang Le parecía haberse convertido en otra persona. No
sólo había empezado a actuar cariñosamente con ella, sino que también era cortés y se aseguraba
de mantener la compostura. Era obvio que Da Furen la había regañado.

Li Wei Yang, en comparación con Li Zhang Le, no llevaba maquillaje lo que la hacía parecer todavía
más joven y en ciernes, pero como Tuoba Zhen la había visto en la sala principal, tan segura y
altiva, la había notado y, todavía más sonriente, le dijo:

–San xiaojie, siéntate, por favor.

Li Wei Yang no le rechazó y se sentó al lado de Li Chang Xi como si no hubiese notado la frialdad de
su rostro. Li Chang Xiao le ofreció una sonrisa simpática, lo que sorprendió un poco a Wei Yang.

Li Chang Xiao, en su vida anterior, había sido igual que en esta, débil y compasiva, obediente y
comprensiva. Da Furen la acabó casando con Wu huangzi, el quinto príncipe, pero como la madre
de Wu Huangzi era de la alta nobleza sólo llegó a ser una concubina. La primera esposa había sido
una mujer mandona por lo que sus días no habían sido fáciles. Después de dos abortos, su mente
se fue deteriorando lentamente y se convirtió en la hija abandonada de la familia Li.

Li Wei Yang al verla sonreír de nuevo sintió simpatía. No podía cambiar el destino de todo el
mundo, pero si llegase el día en que pudiera librarse de Da Furen y el resto, ¿el destino de su
hermana daría un giro positivo?

Miró al otro lado y se encontró a Tuoba Zhen conversando lleno de sonrisas con Li Zhang Le. Li Wei
Yang sonrió de mala gana.
Da Furen por aquellos momentos estaba considerando casar a Zhang Le con Qi Huangzi o el
príncipe heredero, después de analizar ambos poderes terminaría entregando a su hija al
poderoso Qi Huang Zi. ¿Quién se iba a imaginar que Tuoba Zhen inculparía a Qi Huang Zi y
perdería su oportunidad de ascender al trono? Da Furen, entonces, usaría la muerte de Lao Furen
como excusa para hacer volver a Li Zhang Le por el luto y así, evitaría la boda. Hasta que Tuoba
Zhen no ascendiera al trono, la familia Li mantendría a Li Zhang Le en casa convirtiéndola en una
solterona de veinticinco años de quién se burlaban en la capital.

Por aquel entonces, Wei Yang sintió compasión por ella y la recibía en palacio a menudo, bajo los
constantes ruegos de Da Furen, para ayudarla a relajarse. A pesar de todo, no se percató que la
persona más estúpida había sido ella misma que ya se había enamora pero que, a causa de la
inestabilidad política, todavía la necesitaban como escudo de Li Zhang Le. Pensándolo bien,
siempre supo que Tuoba Zhen tenía los ojos puestos en Li Zhang Le pero que padre le había
rechazado por su bajo estatus y la había hecho casarse con ella. Conociendo su personalidad, él
recordaría todo aquello y después de conseguir el éxito que necesitaba, acabaría ganándose la
belleza y erradicaría toda burla.

Tuoba Zhen se percató de que los ojos de Li Wei Yang iban a la deriva en sus propios ojos
profundos.

–Al final, los desastres de las nieves son catástrofes naturales así que no las podemos evitar, pero
podemos usar recursos para resolver este asunto. Una forma podría ser abrir los graneros y
preparar puestos de gachas fuera de los yamen[1] para resolver este momento crítico. – Expresó Li
Zhang Le con seguridad.

Otra vez con abrir los graneros. La desesperación fluyó de los ojos de Tuoba Zhen, de todos
modos, mantuvo una expresión de estar dispuesto a escucharla con respeto.

–Otra forma es hacer que el Emperador lleve a cabo una ceremonia de adoración e invite a todos
los oficiales y nobles para que ofrezcan sus plegarias. El palacio dirigirá una fiesta de caridad en la
que los oficiales formarán parte donando. Los nobles, viendo a los oficiales y a la familia real
participando, no se atreverán a echarse atrás. Así podríamos acumular suficiente como para
financiar y resolver las secuelas del desastre. Y de esta forma también podemos mostrar la
amabilidad y la benevolencia del Emperador al mundo. – Li Zhang Le siguió hablando a un ritmo
normal.

Un ápice de admiración iluminó los ojos de Tuoba Zhen.


–¡Bien dicho! Esta vez Da xiaojie ha tenido una gran idea. – reflexionó en ello y dijo. – Podemos
pedirle al primer ministro Li que dirija la fiesta.

Li Zhang Le y Li Min Feng se miraron entre ellos y sonrieron simultáneamente.

–Dicho y hecho.

–Por supuesto, le pediré al príncipe heredero que se lo proponga al Emperador y le anuncie al


mundo el acto filantrópico de la Da xiaojie de la familia Li. Seguramente, Fu Huang te premiará y se
conocerá el nombre de Da xiaojie por todo el imperio. Y, por supuesto, las posesiones que done el
ministro Li se le devolverán.

Li Wei Yang sonrió con suavidad. La reacción de Tuoba Zhen había sido rápida. Como todavía
dependía del príncipe heredero no podía adelantarse y poner en marcha la propuesta. Pero si
afirmaba con claridad que había sido una idea de Da xiaojie de la familia Li, el príncipe tendría que
enfrentarse a la familia Li y no cosecharía todo el mérito. También esta era una buena oportunidad
para caerle en gracia al ministro Li. Tuoba Zhen buscaría una forma de asegurar que el príncipe no
acudiera para tener que ir él en su lugar y ganarse el respeto de las gentes del mundo. Era un
hombre muy calculador y Li Wei Yang sonrió con frialdad y tranquilidad inconscientemente.

Li Zhang Le al verla sumida en sus pensamientos habló fríamente:

–A juzgar por tu expresión, San jie, ¿puede ser que hayas pensado en una idea mejor?

Li Wei Yang la miró.

–La idea de Da Jie es buena, pero no va a resolver la situación crítica a la que se enfrentan los
plebeyos. De lo que carece el Emperador no es riqueza, sino estrategias para prevenir un desastre.

–¿Oh? ¿Y qué estrategias tienes? Déjanoslas escuchar. – Li Min Feng alzó las cejas.
Su hermana se había criado entre plebeyos y sus habilidades en la música, el ajedrez y la pintura
eran del montón. Se podía decir que no tenía nada de qué presumir por lo que no podía creer que
la muchacha pudiese ofrecer una idea mejor.

Li Wei Yang enseñó una expresión de incomodidad deliberadamente.

Li Zhang Le frunció el ceño, apretó los labios, la miró y con expresión afligida dijo:

–Nos dejamos mimar en nuestras extravagantes vidas mientras que los plebeyos llevan unas vidas
de vagabundo, sufren hambre y dificultades. Se me hace difícil dormir pensando en todo esto así
que, hermana, si tienes alguna estrategia, dila. No te la guardes para ti.

Li Wei Yang sonrió tranquilamente. ¿Qué simpatía por los plebeyos? ¿Qué dificultad por dormir? Li
Zhang Le se gastaba más de quinientas monedas de plata en un tazón, ¿por qué pretendía ser
caritativa? Su única intención era ganarse el nombre de virtuosa y esperar la mejor de las
propuestas.

Wei Yang sonrió para sí sin enseñar nada a los presentes.

–Sólo hay que implementar estos pasos: primero, tenemos que hacer un registro de todas las
víctimas que necesiten ayuda. Entonces, se les debe proveer ayudas a todos estos, a las viudas y
los pacientes muy enfermos se les debería dar más para prevenir robos y una distribución
desigual. Segundo, se tiene que implementar un sistema de premio. Necesitamos conseguir que
los aristócratas proporcionen ayudas a las víctimas sin cobro o que vendan comida con descuento
y, a cambio, todos los que participen tendrían que conseguir algún premio. Habrá que castigar a
todos los que no sigan el sistema. Tercero, hay que montar puestos de gachas. Esto se tiene que
posicionar en todos los yamens. Hace años que se lleva a cabo pero los oficiales no se volcaron de
corazón en ello. Pero si se relaciona las ayudas a las víctimas con las promociones, lo darán todo
de sí, sin lugar a dudas-…

Todos los presentes esperaban que Wei Yang quedase en evidencia, sin embargo, conforme
escuchaban sus expresiones se tornaron más y más pasmadas.

Li Wei Yang sonrió viendo la envidia y el odio de Li Zhang Le en su cara. El pez había picado el
anzuelo.
Capítulo 51: Adjudicarse lo que es de otro

–Habrá que reducir los impuestos. Hay que enviar un mensajero a todas las regiones para anunciar
una excepción de tres años a las víctimas, esto hará que las gentes recuerden al Emperador con
gratitud. Si lo hacemos así, lo importante no es reducir los impuestos, sino demostrarles a los
ciudadanos que nos importan. Por último, lo suyo sería crear más graneros de emergencia.
Cuando se haya dado las ayudas las existencias habrán disminuido, así que podemos comprarle los
cereales a nuestros campesinos para prepararnos para las catástrofes futuras; cuando el precio de
los cereales empiece a subir, podemos vender lo que hemos comprado para que bajen los precios.
También podríamos vender lo que hemos comprado a las áreas afectadas en caso de otra
catástrofe… Es una buena estrategia para todos.

Todo el mundo la escuchó y se miraron entre ellos pasmados. Tuoba Zhen aplaudió y exclamó:

–¡Genial! ¡Genial! ¡Esto es maravilloso!

Li Zhang Le todavía tenía su expresión habitual pero en su bello par de ojos apareció el odio y el
enfado. No podía creer que se le pudiera haber ocurrido un plan así a Li Wei Yang y lo más
importante era que tenía que admitir que era muy racional. No podía creérselo, ¡no podía!

–Aunque hay alguna parte que no está del todo bien, esta estrategia es muy buena.

En ese momento una persona entró en el pabellón sorprendiendo a los presentes. Era Li Xiao Ran
con el rostro rebosante de alegría.

Li Min Feng se puso en pie de repente, tras recomponerse del susto y sonrió.

–Sí, la estrategia de Zhang Le es, sin lugar a dudas, extraordinaria. ¡Mucho me temo que la
compararán con los hombres!

Li Chang Xi, mientras los demás seguían sorprendidos, saltó:


–Sí, qué increíble es Da jie para tener una idea así. ¡Es un modelo ejemplar para todas las mujeres!

Li Xiao Ran estaba confundido pero se quedó dónde estaba, callado. Tuoba Zhen frunció y su
mirada repasó a Li Zhang Le que estaba ruborizada, pero al final no dijo nada.

–Ha sido nuestra xiaojie la que ha-… – exclamó Bai Zhi.

Li Min Feng le reprochó:

–¡Silencio! ¡Los señores estamos hablando, cómo osas hablar!

Bai Zhi se asustó de sus palabras y de su expresión intimidante y miró a Li Wei Yang
desconcertada. No fue la única en mirarla, todos lo hicieron.

Li Min Feng dio un paso, su atractivo rostro reveló un ápice de frialdad.

–San mei, ¡¿no crees que Zhang Le es extraordinaria?!

Estaban proclamando el mérito de otra persona como suyo, ese par de hermanos no tenían
vergüenza. Tuoba Zhen ya había bajado la cabeza para sorber su té. Los problemas internos de la
familia Li no le incumbían, lo que quería era un resultado.

Li Xiao Ran miró a Li Wei Yang, que seguía callada, y una pizca de lamento pasó por su corazón.
Entonces, soltó unas carcajadas.

–¡Sí, Zhang Le es increíble! ¡Ni siquiera yo, el primer ministro, he podido resolver este problema
pero ella lo ha conseguido como si nada! ¡Es como una versión femenina de Zhuge Liang[1]!

Li Zhang Le sonrió, repasó su falda con el dedo índice escondiendo la mofa que habitaba en sus
labios.
¿Qué más da que hayas sido tú, Li Wei Yang, quién haya pensado esta estrategia? Madre tiene
razón, ¡sólo eres una hija ilegítima cualquiera destinada a abrirme camino!

–Padre, no merezco tanto elogio. Lo hago por la gente, no es nada de lo que presumir. – Li Zhang
Le sonrió con dulzura.

A Li Wei Yang casi se le escapa la risa al escuchar a su hermana tener la imprudencia de admitir
aquello.

En su vida pasada, justo un mes antes a que Tuoba Zhen ascendiera al trono la región Da Li se
inundó de repente; Tuoba Zhen visitó las áreas afectadas personalmente y ella también le
acompañó. Al enfrentarse a la vista agonizante de millones de sintecho, quince estrategas se
reunieron para trazar este plan durante tres días sin descansar. El plan no era completamente
sistemático, estaba en fragmentos, pero después de reorganizarlo a ella se le ocurrieron todas
esas estratagemas.

Li Xiao Ran miró a Li Wei Yang con pena, nunca se habría imaginado que esa hija tan poco
destacable tenía un cerebro así, pero… Había estado entrenando a Zhang Le durante años y esa
era la oportunidad perfecta para brillar. De esta forma conseguiría ganarse una buena reputación
entre las gentes y captaría la atención de la familia real. Tal vez si Wei Yang también se hubiese
criado a su lado, si hubiese tenido una cara bonita, entonces no habría ignorado sus esfuerzos,
pero como la situación se le había ido de las manos, sólo podía seguir el rollo.

Tuoba Zhen sonrió al presenciar el resultado.

–Entraré a palacio para entregar esta estrategia a mi padre imperial y me aseguraré de que
recompensen los méritos de Da xiaojie.

Li Zhang Le alzó las cejas y sonrió totalmente satisfecha por primera vez. Li Wei Yang no musitó
palabra desde el principio.

* * * *
Bai Zhi, ya de vuelta, estaba rabiosa. Li Wei Yang la miró y sonrió.

–¿Qué te pasa?

–¡Xiaojie, ¿cómo puedes hacer como si no hubiera pasado nada?! ¡Está claro que has sido tú la
que ha pensado en ese plan! ¡¿Cómo puedes dejar que Da xiaojie se lleve el mérito?! ¡He oído que
el Emperador ha enviado un edicto de que a quien se le ocurra un plan para resolver esta crisis, si
es chico subirá de rango y si es chica será recompensada!

–¿Ah, sí? – Li Wei Yang la escuchó despreocupadamente.

Bai Zhi siempre estaba tranquila, era difícil verla tan inquieta.

–Xiaojie, ahora mismo en la familia tienes a Lao furen de tu parte, pero Da xiaojie es también es su
nieta, no puede ignorarla. Además está envejeciendo, ¡¿qué harás cuando no pueda seguir
protegiéndote?!

Li Wei Yang no podía creer que Bai Zhi pudiera decir esas palabras.

–Bai Zhi, me alegra que me digas esto.

Bai Zhi tuvo el impulso de patear el suelo.

–Xiaojie, ¿qué hora es? ¡¿Cómo no te preocupas por eso?! ¡¿De verdad quieres estar en peligro
antes de preocuparte?!

Mo Zhu que estaba a su lado intentó persuadirla.

–Xiaojie, deberíamos contárselo a Lao Furen…


–No hace falta. Siempre la molestamos por mi culpa, no podemos seguir haciéndolo por asuntos
tan triviales. – Li Wei Yang se levantó, miró la nieve que había fuera de su ventana y sonrió.

¿Estrategia? Li Zhang Le, espera tu premio…

Tuoba Zhen no mentía, propuso el plan de inmediato. En cuanto el Emperador lo vio se alegró
muchísimo; elogió al primer ministro al enterarse que se trataba de la estrategia de su hija de
quince años y le prometió que cuando terminase la catástrofe se les recompensaría. Los poetas y
los escolares no tardaron mucho en crear poemas y canciones que describían la belleza, la
inteligencia y el patriotismo de Li Zhang Le. Se puede decir que la hija del primer ministro,
habilidosa en artes y literatura, acababa de entrar en los registros históricos.

Da Furen no podía ocultar su regocijo. Tanto a ella como a sus criados se les dobló la paga y por
ello los criados de las otras casas empezaron a envidiarles.

Entre toda esa alegría, Li Wei Yang era la única que aguardaba en silencio, esperando a que la
tragedia acaeciese sobre la cabeza de Li Zhang Le.

Capítulo 52: Vientos arremolinándose en casa

Ya por la tarde cuando Li Wei Yang estaba a punto de ordenarle a sus sirvientas que preparasen el
baño escuchó un llanto en su patio. Frunció el ceño y preguntó:

–¿Qué hace tanto ruido allí afuera?

Mo Zhu respondió de inmediato.

–Iré a echar un vistazo.

Li Wei Yang se lo repensó y dijo:

–Trae a la persona.
–Sí.

–Los criados de Da xiaojie abusan de mí…– Mo Zhu trajo a una pequeña que lloraba y tenía la
marca roja de una mano en la mejilla.

–¿Qué pasa?

–Xiaojie… Mmm… Mmm… Ya casi es hora del baño de xiaojie, así que he ido a por agua. Cuando he
acabado de recogerla, alguien me ha empujado y me ha hecho tirar el cubo. Vi que era una criada
de Da xiaojie, así que he contenido mi frustración y he rellando el cubo. Pero, ¿quién se iba a
imaginar que me volvería a quitar el cubo y me daría dos bofetadas? No he podido aguantarme y
he discutido con ella. Entonces, me ha tirado al suelo y me ha pegado exclamando que San xiaojie
es una cualquiera, que Da xiaojie quiere bañarse y que quién se atreve a pelear con ella.

–Oh, ¿de verdad? – Li Wei Yang vio las heridas en el cuerpecito de la niña. No parecía ser mentira.

La pequeña lloró.

–Da xiaojie siempre ha usado leche para bañarse, nunca usa agua caliente, simplemente quería
molestarnos-…

Li Wei Yang la miró, suspiró y le dijo a Bai Zhi.

–Dale unos cuantos aperitivos y platas.

Bai Zhi siguió sus órdenes. En cuanto la pequeña recibió su consuelo, se secó los ojos y entonces, y
se levantó; sus hombros siguieron temblando mientras se iba.

Li Wei Yang sacudió la cabeza y dijo:

–Desde hoy, nadie tiene permitido marcharse sin mi permiso.


–¡Xiaojie! ¡¿Cómo puedes aguantarlo todo?! – Bai Zhi regresó con un enfado impasible.

Li Wei Yang se sentó en el marco de la ventana, descansado la mejilla en su mano derecha, meció
la cabeza y miró a los otros patios donde habían artistas cantando. A Li Zhang Le le encantaba
mirar actuaciones, Da Furen la solía moderar pero ahora cumplía todos sus deseos. Al parecer,
estaban demasiado contentas. El par de ojos justos de Li Wei Yang albergaban una capa oscura
bajo la luz de la vela.

–Bai Zhi, vamos a seguir observando tranquilamente.

* * * *

El progreso fue contrario a las expectativas de todo el mundo.

Se corrieron rumores de que la Emperatriz viuda[1] iba a convocar a Li Zhang Le, y al enterarse
tanto la muchacha como su madre, Da Furen, pensaron que se debía a su recompensa y que, por
tanto, necesitaban ropa nueva. Buscaron al mejor sastre de la mejor tienda de tela y le dieron una
tela de una calidad todavía mayor a la que vendía. Se apresuraron a crear las vestimentas para el
día en que las llamarían a palacio. Todo el mundo creía que les premiarían pero, ¿quién iba a
imaginar que en medio mes las cosas irían a peor?

La familia Li no obtuvo recompensa ninguna, por otra parte, el emperador llamó al primer ministro
Li a palacio; el primer ministro mantuvo la cabeza gacha mientras el emperador le regañó. Volvió
de mal humor y lo primero que hizo fue dirigirse al patio de Li Wei Yang para decir totalmente
exasperado:

–¡Wei Yang, sal!

Li Wei Yang escuchó su voz desde la habitación y, sin embargo, no se puso nerviosa. Sonrió
complacida mientras salía.
–Padre, ¿qué ocurre?

Li Xiao Ran contuvo su enfado con furia.

–¡¿Qué clase de idea tuviste?! ¡¿Sabes que ha pasado algo muy serio en las regiones afectadas?!

Li Wei yang parpadeó con inocencia y dijo:

–¿Qué idea he tenido yo, padre?

Li Xiao Ran estaba perplejo.

–Este plan de desastre-…

Los ojos de Li Wei Yang relucieron, su rostro todavía albergaba una expresión inocente.

–Padre, no se debe acordar bien, Da Jie es quien tramó este plan.

Li Xiao Ran abrió los ojos como platos, ahogó su enfadó y continuó:

–¿Qué hay detrás de tus palabras?

Li Wei Yang sonrió tranquilamente.

–Tú lo dijiste, padre. Tú dijiste que la excelente idea de Da Jie no tenía rival, que era una Zhuge
Liang en chica. Si hay problemas, ¿no deberías ir a buscarla a ella?

–¡Wei Yang! – Bramó Li Xiao Ran. – ¡A ti se te ocurrió este plan! ¡Tienes que responsabilizarte
ahora que aparecen los problemas!
–¿Y por qué? – Li Wei Yang sonrió. Li Xiao Ran estaba tan enfadado que no pudo musitar más
palabras. – ¿Cómo no he crecido a tu lado mis méritos se los tengo que dar a la queridísima Da Jie
de padre, pero cuando aparecen los problemas tengo que dar un paso adelante y resolverlos? –
Dijo cada palabra y cada frase con suma elocuencia.

–¡Wei Yang! ¡¿Cómo puedes decir tales palabras?! ¡Soy tu padre!

Li Wei Yang le miró, sin pizca de enemistad en su rostro.

–Y pues, ¿qué quieres que haga, padre?

–¡Por supuesto, lo que quiero es que idees alguna contra mesura! – Li Xiao Ran adelantó un paso
voluntariamente.

–Padre, soy una simple joven de campo, ¿qué idea voy a tener? – La voz de Li Wei Yang era dulce y
suave, era como una jovencita adorable diciendo que prefiere una jade en lugar de la perla. Sin
embargo, las palabras que pronunció enfadaron todavía más a Li Xiao Ran, que controló su
frustración ya que necesitaba que le hiciera ese favor.

Con los ojos en los suyos, el hombre dijo:

–Wei Yang, sé que estás haciendo esto por despecho, pero no es el momento. Por culpa de tu idea
se han formado motines por todas las regiones. Se han enviado soldados pero la represión no es
una solución, debes tener alguna idea, ¿no es así?

–Padre, tienes demasiada fe en mí. Lo voy a repetir una vez más: no tengo ninguna solución. – Li
Wei Yang sonrió.

Li Wei Yang le miró a los ojos con cautela y añadió con frialdad:

–¡Padre! Ahora mismo estoy hablándote porque eres la persona a la que más respeto, pero
aunque se me ocurrió esa idea, yo sólo soy una chiquilla de trece años, ¿qué clase de idea se me
va a ocurrir? En lugar de buscarme a mí, ¿por qué no le preguntas a los demás habitantes de esta
residencia? ¡O puedes hablarlo con Da ge, un hombre de grandes talentos! ¡O incluso con Da jie,
una mujer de belleza tentadora! ¡Padre, has invertido muchísimo tiempo en esas personas, ha
llegado el momento de que te lo devuelvan!

Las formas imponentes de Wei Yang consiguieron hacer vacilar a Li Xiao Ran que abrió la boca y
chasqueó la lengua mientras la observaba.

¿Cómo podía intimidarle una niña de trece años? ¿Por qué había algo en ella que le aterrorizaba?
¿Por qué tenía el presentimiento que sin importar qué medidas utilizara su hija no le daría ninguna
respuesta? Tal vez, la niña no sabía nada de verdad. De hecho, sólo era una cría, aunque se le
ocurriese algún plan sería pura suerte. Y aun así, ahora que había tanto problema seguramente no
lo iba a admitir…

Li Xiao Ran no volvió a producir sonido alguno, cada vez que se encontraba con esta hija suya se
sentía algo culpable y pesaroso. Aunque eran unos sentimientos mínimos no podía admitir que le
había dado muy poco a esta hija suya en comparación con Li Zhang Le.

–¿De verdad no se te ocurre nada? – Dijo un tiempo después.

Los ojos de Wei Yang se iluminaron y su tono era cordial.

–No, padre.

Li Xiao Ran desahogo su enfado, miró a Wei Yang para ver qué más podía decirle, reflexionó y por
fin, suspiró y se marchó.

Bai Zhi, que había estado escuchando desde un lado, estaba tan asustada que tenía la espalda
empapada de sudor. No sabía cuándo su señorita se había convertido en alguien tan directo que
se atrevía a replicar al señor de la casa. Desconcertada siguió con la mirada al señor que se fue
furioso.

Mo Zhu se acercó con precaución y dijo:


–Xiaojie, empieza a soplar el viento.

–Sí, el viento sopla más fuerte. – sonrió Li Wei Yang.

Capítulo 53: Engañando

Li Xiao Ran, terriblemente presionado, se pasó los siguientes cinco días ocupado.

Mo Zhu trajo una taza de té y observó con esmero el rostro de Li Wei Yang.

–Xiaojie, Da Furen ha ido a pedirle la recompensa a Lao Ye, y-…

Li Wei Yang alzó una ceja y la miró.

Los labios de Mo Zhu se entreabrieron.

–¡Lao Ye[1] se ha enfadado tanto que hasta se ha puesto en pie de un salto y la ha regañado con
mucha severidad! ¡He oído decir que cuando Da Furen tenía los ojos rojos cuando se ha ido del
estudio de Lao Ye!

Li Wei Yang, que ya se lo había esperado, se limitó a sorber té.

–¿Y…?

Mo Zhu prosiguió.

–Lao Ye le ha ordenado a Da shaoye[2] que piense en algo, pero Lao Ye ha rechazado todas sus
ideas. Puede ser que Da shaoye se haya vuelto despiadado por la ansiedad, pero ha dicho que
deberían atarte e interrogarte. Lao Ye le ha recompensado con una bofetada en la cara y le ha
echado del estudio.
Li Xiao Ran era un padre con favoritos, pero no era estúpido, si la ataba y la interrogaba no
conseguiría ninguna solución, y lo que es peor, no hay ningún muro sin agujeros por lo que llevar a
cabo algo así sería lo mismo que gritarle al mundo entero que Li Zhang Le no era la autora de
aquella idea.

–Da xiaojie no se ha atrevido a dejarse ver a sabiendas de lo enfadado que está Lao Ye. ¡Se ha
pasado todo el tiempo escondida en su habitación! ¡Hasta le llevan la comida en secreto! Todo el
mundo la regaña por pensar en algo tan dañino para los ciudadanos de a pie.

En cuanto Bai Zhi terminó de hablar, de repente, recordó que había sido Li Wei Yang quién había
pensado en todo aquello y se calló de inmedatio.

Li Wei Yang sonrió.

–Tienes razón, son malas ideas.

Cada uno de los métodos tenía un peligro oculto, si no se implementaba específicamente


hablando, pasaba desapercibido. Li Zhang Le tan sólo había pensado que eran buenas ideas, se
había llevado el mérito y no sabía cómo arreglar los fallos. Cuánto más alto estés, peor será la
caída. Después de que todo el mundo que la elogiaba hubo descubierto que la diosita no era más
que una necia que había saltado al abismo sin mirar fue doloroso.

–Me han dicho que un escolar escribió un verso andrajoso en la puerta trasera de la casa del
primer ministro ridiculizando a Da xiaojie, diciendo que era una criminal y que había traído el
desastre a las gentes y al país. Como el mayordomo ordenó que lo quitarán de ahí, lo pintaron en
las paredes blancas de la casa con pintura roja. Eso atrajo a muchísima gente y la hizo hervir de
rabia.

Li Wei Yang escuchó con interés, en su cara había una sonrisa adorable desde un principio.

Cualquiera que la viese pensaría que era una chica ingenua, nadie apostaría que ella era la
estratega de todo esto. Bai Zhi pensó que el corazón de su señorita era bastante negro por haber
podido un movimiento tan despiadado. Después de pasar por todo este asunto, ¿qué reputación
le quedaría a Da xiaojie que hasta los niños de las calles tarareaban rimas regañándola?
En ese momento, Li Wei Yang se levantó de repente y dijo:

–Vamos a He Xiang Zhai.

–Ah…

Bai Zhi y Mo Zhu se miraron mutuamente, confundidas.

–Si sigo reacia a ofrecer soluciones, padre se acabará viendo obligando a saltar de un muro.

Li Wei Yang parpadeó, tranquila y recatada.

* * * *

Al día siguiente, la madre del primer ministro Li, una mujer de primera categoría con el título de
Meng Shi, le envió un librete a la Emperatriz Viuda. El contenido de dicho libreto era una
estrategia para ocuparse de aquel desastre. Por supuesto, la mitad de la estrategia estaba allí
escrita pero la otra seguía en la cabeza de Wei Yang.

Seis horas después de enviar el librito llegó un decreto de palacio: la Emperatriz Viuda les
convocaba. Obviamente, la persona a la que llamaba no era Da xiaojie – Li Zhang Le – sino a San
xiaojie, Li Wei yang y por ello la casa entera dio un vuelco durante un buen rato.

Li Xiao Ran se preparó a prisa y Da Furen se escondió afirmando sufrir un terrible dolor de cabeza.
Er Furen observó felizmente como se encogía Da Furen. La única que trajo un poco de dinero para
que Li Wei Yang pudiese premiar a los criados de palacio fue San Furen. La prioridad para Lao
Furen era que sus propias criadas, que conocían tan bien las normas, entrenasen a Li Wei Yang de
suma emergencia temiendo que la muchacha quedase en evidencia ante la Emperatriz Viuda.
* * * *

Li Zhang Le yacía enferma en la cama de su habitación. Cuando se enteró de que Wei Yang iba a
acudir a palacio se enfadó. No sabía qué idea había tenido su hermana para que la Emperatriz
Viuda la llamase a palacio.

La luz del sol entraba por las ventanas decoradas con temas florales. Li Zhang Le retorció un
pañuelo de seda que tenía entre las manos sin piedad, como si quisiera agujerearlo.

Tan Xiang entró y al ver el malhumor de su señorita se asustó. Justo cuando pensaba en huir
escuchó la voz de Li Zhang Le.

–¡¿Qué estás evitando?!

El corazón de Tan Xiang le dio un vuelco, pero en su rostro apareció una sonrisa de emergencia.

–Xiaojie, no hace mal tiempo, ¿por qué no te ayudo a dar un paseo por los jardines?

Con un golpe seco un jarrón de flores de la familia cayó al suelo desde la mesa haciéndose añicos.
Tan Xiang se sorprendió y se arrodilló de inmediato.

Se escucharon los sonidos de varias personas hablando desde fuera y Lu Zhu apartó la cortina para
pasar. Al presenciar semejante escena, bajó la cabeza y anunció:

–Xiaojie, San xiaojie acompañada de la criada Luo están aquí.

Li Zhang Le se sentó de repente. Li Wei Yang se había atrevido a venir. Si no fuera por ella, ¡¿cómo
la iba a maldecir el mundo entero?!

A Li Zhang Le no se le pasaba por la cabeza que si no se hubiera adjudicado los méritos de otra
persona no hubiese acabado en esa situación, temiendo enfrentarse a la gente.
–¡Que se vaya! – Justo cuando terminó de pronunciar dichas palabras Li Zhang Le se percató que
no era lo correcto. – ¿Luo está con ella?

Lu Zhu respondió con prudencia.

–Sí, la criada Luo ha venido con ella.

Li Zhang Le frunció el ceño.

–Limpia el jarrón.

Lu Zhu suspiró aliviada pues eso significaba que vería a las dos mujeres. La criada se apresuró a
recoger los pedazos del jarrón junto a Tan Xiang y entonces, dejaron pasar a Wei Yang.

–Dajie, ¿qué ocurre? ¿Te encuentras mal?

Li Wei Yang estaba de buen humor. Su rostro delicado rebosaba vigor. Tan Xiang le sirvió té sin ser
del todo educada una vez se hubo sentado en la mesa. Lu Zhu trajo otra mesita para la criada Luo.

Li Zhang Le miró a su hermana con una sonrisa forzada.

–¿Cómo es que Sanmei ha venido a verme?

Li Wei Yang sonrió mientras sostenía la taza de té sin hablar. La criada Luo abrió la puerta y vio la
montaña.

–Da xiaojie, San xiaojie irá a palacio pronto pero no somos capaces de preparar ropas adecuadas
en tan poco tiempo, Lao Furen le ha dicho que podía coger algo tuyo prestado.

La expresión de Li Zhang Le se retorció por un segundo.


–Mi ropa-… Me temo que no le quedarás bien a Sanmei. ¿No se hicieron nuevos atuendos con los
materiales que trajo Dage?

Li Wei Yang parpadeó como si no hubiera escuchado nada, mirando atentamente las hojas verdes
de su taza.

La criada Luo sonrió.

–Lao Furen ha dicho que esas ropas son demasiado brillantes y hermosas, la Emperatriz Viuda
prefiere ropa simple y recatada. Da xiaojie, por favor, concédenos este favor.

El enfado y el resentimiento que sentía Li Zhang Le era inaguantable. Su propia madre había hecho
esa ropa, después de varios intentos para descubrir qué le gustaba a la Emperatriz Viuda. Se la
había hecho especialmente para ella. Y ahora se lo tenía que dar a otra persona. ¡¿Cómo iba a
estar dispuesta a algo así?!

–Sanmei, mucho me temo que no te irán bien. – dijo de inmediato.

La casa se sumió en un silencio repentino, nadie se atrevía a hacer sonido alguno. Li Wei Yang dejó
la taza como si no entendiese nada y sonrió.

–Si no me van bien, se pueden arreglar. Lao Furen tiene un sastre. – Entonces hizo una pausa. –
¿O acaso tienes miedo de que destroce la ropa? No te preocupes, sólo te la cogeré un ratito, te la
devolveré.

Li Zhang Le se quedó atónita, su cara se tornó azul y blanca.

–Da xiaojie, es tarde-… – Empezó a decir la criada Luo.

Li Zhang Le cogió aire y rechinó los dientes.


–Muy bien, llévatela. Pero tienes que devolvérmela.

No lo entendía. ¡¿Qué clase de idea podía tener esa pueblerina?! ¡Lo mejor sería que ofendiera a
la Emperatriz Viuda y la castigaran con la muerte!

Capítulo 54: En busca de fortuna

Li Wei Yang acompañó a Lao Furen a palacio por la tarde.

Tras días de nevada continua hacía muchísimo frío. Las siete u ocho estufas que habían puesto en
Ci Xing Gong no servían de nada, eran incapaces de detener el frío.

Lao Furen llevaba una chaqueta roja de tejida con nubes doradas y un león mandarín bordado en
el pecho.

Li Wei Yang bajó la cabeza, mirando fijamente los ladrillos de jade del suelo y se arrodilló junto a
Lao Furen para llevar a cabo los rituales de reverencias.

En aquel momento todo el pasillo estaba repleto de tal silencio que hasta se oía el sonido de los
pliegues de los vestidos.

–¿Quién es Li Wei Yang? – Preguntó lentamente la Emperatriz Viuda con una apariencia amigable
y un rostro sereno.

Li Wei Yang cogió aire, dio un paso adelante y con enorme cortesía dijo:

–Emperatriz Viuda, tenga un cuerpo saludable y una piscina de felicidad durante mil años.

Los ojos de la Emperatriz Viuda se posaron en ella, sonriendo.

–Levanta la cabeza y déjame verte.


Li Wei Yang lo hizo, su mirada era respetuosa y sus modales muy dignos. La Emperatriz le observó
el rostro y asintió.

–Es una chica hermosa. – Entonces añadió. – ¿Tú eres quién ha revisado las tácticas?

–Sí. – Se limitó a responder Wei Yang.

–Oh… – La Emperatriz Viuda volvió a reflexionar y a estudiarla de nuevo. – Es raro saber tanto
siendo tan joven.

Su mirada era claramente gentil, sin embargo, Lao Furen sentía que había una mirada con doble
sentido presente y un ápice de inquietud avanzó hasta su corazón. Li Wei Yang, a su lado, parecía
imperturbable. Lao Furen se sorprendió por un instante. ¿Cómo iba a imaginarse que en la vida
pasada de Wei Yang este tipo de escenas habían sido tan comunes que ya estaba acostumbrada?

La Emperatriz Viuda les permitió sentarse tras levantarse y ordenó que se dejarán de
formalidades. Charló con Lao Furen y no sacó el tema del plan.

Li Wei Yang observó la taza de porcelana azul con tranquilidad, sentada en el asiento más a la
derecha en silencio. Sabía que a la Emperatriz Viuda no quería que fuera orgullosa. Poco después
una criada anunció desde fuera de la cortina:

–El Emperador ha llegado.

El Emperador entró vistiendo un atuendo amarillo con un dragón. Todo el mundo se levantó para
saludarle. Él, por su parte, no saludó a la Emperatriz Viuda y simplemente dijo:

–Madre Emperatriz. –Se dio la vuelta y onduló su manga hacia las gentes que seguían haciéndole
reverencias. – Levantaos.
Era un hombre alto y, en sus tiempos mozos, también atractivo. Con los años, la vida de
Emperador le había añadido una cualidad temible, por lo que infundía una sensación de espanto a
los demás. Se sentó y observó a la chica que había en el salón como si nada.

Cuando la mirada de Wei Yang se encontró con la del Emperador no hubo rastro alguno de
ignorancia, al contrario, los ojos de la joven se volvieron con malicia y se rio abiertamente. Sus ojos
eran gloriosamente deslumbrantes como un diamante negro. El Emperador sintió que aquellos
ojos ante él albergaban un gran esplendor y no pudo evitar estudiarla con esmero.

Era sólo una niña de trece años que aunque alta, era obvio que todavía no había crecido del todo.

–¿Dices que el plan de salvación para las provincias tiene problemas? – Preguntó el Emperador
fijando sus ojos en la muchacha.

Li Wei Yang hizo una reverencia con la cabeza.

–Sí.

–Habla.

–Hace dos días, padre volvió suspirando y dijo que había perdido la gracia imperial y que era
incapaz de ayudar a solucionar las molestias de Su Alteza. No pude soportar ver a padre
preocupado, así que pregunté sobre las condiciones de las víctimas con más detalle y entonces,
analicé las estrategias de DaJie. Así es como descubrí que hay muchas equivocaciones en el plan. Si
a Su Alteza le gustaría escucharlas, se lo explicaría.

El Emperador nunca se habría imaginado que una chiquilla tan débil y delgada pudiera hablar de
una forma tan metódica, hecho que le interesó más.

–Adelante.

–El plan de dajie podría haber sido un buen método para socorrer el desastre, pero padre me ha
dicho que las víctimas están haciendo motines alegando que no están recibiendo ninguna ayuda.
Sin embargo, los granos de emergencia han llegado a las áreas afectadas sin ninguna duda. Si nos
paramos a pensar el problema yace en algún punto del proceso. El primer paso del plan era
registrar a las víctimas para asegurar que las ayudas llegan a todo el mundo, pero Su Alteza y los
supervisores no pueden ir repartiendo en mano de las víctimas, sino que esa autoridad recae en
otras manos que deben haber usado el desastre para su beneficio personal y deben haber
ocultado, mentido y mal informado a las víctimas. –Li Wei Yang alzó los ojos y descubrió al
Emperador sentado bien derecho con una expresión reflexiva. Prosiguió. – El segundo paso era
persuadir a las instituciones para que las casas ricas ayuden a las víctimas voluntariamente o que,
al menos, reduzcan el precio… Su Alteza tendrá que perdonar mi impertinencia…

–No te culparé, habla. – El Emperador frunció el ceño.

La Emperatriz Viuda observó a la niña sorprendida. Estaba rodeada de muchas princesas y


duquesas, no obstante, jamás había visto a una joven capaz de calcular el peso de sus acciones.

Li Wei Yang sonrió con dulzura.

–Sí, el fallo en el segundo paso es que cuando Su Alteza aplicó este sistema para ayudar, muchos
oficiales locales movieron los cereales a su montón particular, por lo que se les obligó a los ricos a
proveer dinero y comida. Y cuando las casas ricas están insatisfechas, es inevitable que las víctimas
acaben teniendo problemas.

–¿Estás diciendo que mis oficiales de la corte están llenándose los bolsillos? – El Emperador
estrechó los ojos.

Li Wei Yang bajó la cabeza y continuó con gran formalidad.

–No todos, siempre son tres o cuatro de diez, pero cuanto mayor sea el número de cereales, más
gordo se pondrá el ratón. Su Alteza es un gobernador sabio, ya debe tener una idea bastante clara.

Lao Furen estaba algo ansiosa, pero el Emperador no parecía enfadado, sino que escuchaba a la
muchacha en silencio.

–El tercer paso eran los puestecitos en los yamen. Cuando Su Alteza se apresuró a enviar gente
para poner los puestecitos los oficiales locales ya lo habían hecho. No obstante, aunque se les
envió un número adecuado de cereales para las ayudas… ¿cómo es que todavía hay tantas
víctimas muriendo de hambre? Los oficiales locales son los únicos que aparecen en este misterio.

El ceño del Emperador se pronunció aún más cuando la niña comentó que los oficiales eran unos
corruptos.

–¡Tonterías!

Li Wei Yang se arrodilló de inmediato pero su rostro no mostraba signo alguno de temor, sólo
tranquilidad.

Era una simple apuesta, mientras ganase conseguiría grandes beneficios y si perdía significaría la
muerte. Después de todo le habían dado otra vida, ¿qué iba a temer? Además, comprendía la
personalidad del Emperador, sabía que aunque malhumorado, era sabio, sino Dali no hubiese sido
tan rica y poderosa.

Wei Yang inclinó la cabeza sin decir nada, simplemente puso la espalda recta y mantuvo una
expresión firme. En la sala había un silencio sepulcral, al final, el Emperador dijo con frialdad:

–Si no me das una solución, te daré la pena capital por acusar falsamente a la gente leal y noble.

La espalda de Lao Furen estaba ya empapada en esos momentos.

Capítulo 55: Luz a la vista

Li Wei Yang se inclinó.

–Padre ha enviado un espía a las áreas afectadas para poder aliviar las molestias de Su Alteza y
para entender la situación. Al parecer cuando los oficiales se enteraron de que iban los censores,
construyeron un puestecito de la noche a la mañana y colgaron un cartel amarillo de un poste muy
alto donde se puede leer: “gachas” y aguardaron a sus víctimas. Cuando llegaron los
controladores empezaron a repartir gachas pero, en cuanto se marcharon, desmontaron el
puestecito y ahí también terminaron las ayudas. Su Alteza, los oficiales no sólo están llenando los
bolsillos, sino que además han usado barro de cal para compensar los números. Al final en las
cazuelas han metido hasta pellejos, ¿cómo no van a haber motines si las víctimas apenas pueden
comerse esas “gachas” y siguen muriendo de hambre?

El Emperador la escuchó atónito, jamás se habría imaginado que ocurría algo así. No creía lo que Li
Wei Yang le decía porque él mismo había enviado tres grupos de inspectores y ninguno había sido
capaz de averiguar el origen de los motines. No obstante, esa chica estaba hablando del asunto
muy clara y lógicamente, por lo que le era imposible obligarse a pensar que lo estaba haciendo a la
ligera.

–¡Cuando envíe a gente para que investigaran no descubrieron nada! ¡Y no hablo solo de
inspectores, tampoco lo consiguieron los espías de palacio! – El Emperador pronunció cada una de
estas palabras.

Li Wei Yang dejó caer la cabeza. Era obvio que el Emperador no podría descubrir nada porque los
oficiales locales habían enterrado todas las pruebas y habían emprendido acciones para acallar a
las víctimas. Pero… Todos estos problemas, cada uno de estos desastres ya había ocurrido en su
vida anterior, los había visto con sus propios ojos, eran prácticas que los sacerdotes y oficiales
corruptos empleaban a diario.

–El espía de padre tampoco descubrió nada al principio porque las víctimas no están dispuestas a
decir nada, son muy renuentes a ello. Entonces, le sugerí a padre que le dijera de disfrazarse y
pretender ser un pandillero para poderse mezclar entre ellos. Por supuesto, para que le creyeran
tuvo que causar algunos problemas…

–Tú…–El Emperador se había quedado sin palabras.

–El cuarto paso que mencionó Dajie era la remisión de los impuestos. Su Alteza proclamó una
orden de excepción e incluso envió cierto consuelo administrativo al área afectada, en un principio
fue una buena táctica para consolar a las gentes, pero más tarde, algunos oficiales aceleraron las
fechas de la recolección de impuestos. Cuando la orden de excepción llegó a los lugares del
desastre los oficiales ya habían llevado a cabo la recolección por lo que, Su Alteza, los súbditos no
consiguieron saborear la gracia imperial.

La Emperatriz Viuda miró de soslayo al sacerdote que esgrimía el pincel enérgicamente grabando
las palabras de la hija del Primer Ministro sin reserva alguna.
–El quinto paso eran los graneros de siempre[1]. Su Alteza, los graneros tienen la reputación de
ayudar a la gente, pero en realidad, dañan a la gente de a pie. Los oficiales responsables de la
compra y venta de los cereales y se confabulan con los vendedores sin escrúpulos. Al malversar la
ayuda de Su Alteza la estrategia que debería ayudar a los ciudadanos acaba siendo motivo de
disputa y es imposible seguir adelante con ella. Por todo esto, las cinco medidas de ayuda sólo son
cháchara en papel. Dadas las enormes oportunidades de corrupción esto está destrozando el país
y acaeciendo calamidades sobre las gentes. – Cada una de las palabras y frases de Wei Yang se
apoderaron de los oyentes.

El Emperador se quedó sentado en su trono un rato, sin decir nada. Todo el mundo le miraba
nervioso, ignorando si cuando abriera la boca sería para hacer que esa hermosa jovencita perdiese
la cabeza. Sin embargo, el Emperador por fin suspiró pesadamente.

–Estas cinco medidas son de tu hermana.

Li Wei Yang bajó la mirada, llena de respeto.

–Su Alteza, Dajie no ha salido nunca de casa. Ya es muy bueno que haya sido capaz de pensar en
estas medidas, por desgracia, al implementarlas habrán muchos problemas. A causa de mi salud
frágil padre me envió al campo para recuperarme, soy diferente a mi hermana y conozco la
pobreza… Su Alteza, por favor, perdone la ofensa de dajie.

Agudeza, habilidades precisas de análisis y una perspectiva amplia, todo esto se hallaba en la
misma jovencita. El Emperador miró a Li Wei Yang sorprendido.

–¿Ya sabías que habría problemas?

No era inmortal, ¿cómo podía ver el futuro?

El Emperador asintió y dijo:

–Eres joven, esa perspicacia tuya es muy rara. Según tú, ¿cómo podemos solucionar esto?
Li Wei Yang sonrió y continuó:

–Deberíamos empezar reorganizando la administración de los oficiales. Su Alteza, envíe


inspectores para castigar a los corruptos, por favor.

El glabel del Emperador se sacudió, movió la mano y ordenó:

–Transmitid mis órdenes: todos los ciudadanos de a pie, a sabiendas que los oficiales son
corruptos, deben atarlos y enviarlos a la capital para su merecido castigo, y todos los controles de
los caminos deben permitirles avanzar. Cualquiera que ose obstruir mis palabras será castigado
con la muerte.

Li Wei Yang susurró:

–Su Alteza, por favor, ponga límites a la corrupción monetaria.

El Emperador añadió con frialdad:

–¡A partir de ahora, toda la corrupción monetaria que exceda de cien taels será castigada con la
muerte!

Li Wei Yang parpadeó.

–Pero hay muchos corruptos, me temo que no se les puede matar a todos a la vez, y no hay
suficientes oficiales para rellenar los cargos.

El Emperador la miró, y de repente, rió:

–¿Y qué deberíamos hacer, según tú?


Li Wei Yang sonrió.

–En cuanto a lo de nombrar nuevos oficiales, Su Alteza comprenderá que sólo puedo ganar un
tiempo limitado para su reemplazo…

El Emperador asintió y dijo:

–Bueno, le dejaré el asunto de los remplazos a tu padre.

Lao Furen, al escuchar esto, se colmó de alegría. Matar oficiales corruptos ofendería a mucha
gente, pero si iban a nombrar a nuevos ya no importaba de dónde salieran, tendrían que
complacer y adular a la familia Li y eso era algo muy bueno.

La Emperatriz Viuda rió:

–Nunca había visto a una chica tan inteligente. Su Alteza, debe recompensarla.

El Emperador miró a Li Wei Yang, sacudió la cabeza y contestó:

–Es demasiado joven para recibir un mandato imperial[2], tendré que premiarla con oro y plata.

Tal y como cabía esperar de un viejo lobo, ¿no estaba dispuesto a otorgar un mandato imperial? El
corazón de Li Wei Yang se hundió, su sonrisa se tornó más magnificente; se inclinó sin ser humilde,
ni abrumadora, hizo reverencias tres veces y con un tono sincero manifestó:

–Agradezco los elogios de la Emperatriz Viuda, tal elogio inmerecido me avergüenza. Ya me


considero suertuda por haber podido encontrarme con la gracia e inteligencia de Su Alteza que
además, ha permitido que una mujer hable de asuntos del estado. Se ha dado la casualidad de que
yo viví entre gente de a pie, por tanto, he sido capaz de aliviar algunos de los problemas de Su
Alteza. No me atrevo a aceptar ninguna recompensa. Su Alteza, por favor, quédesela.
Su actitud no era ni engreída, ni precipitada; ni abrumadora, ni humilde y eso consiguió ganar la
buena opinión de la Emperatriz Viuda. La Emperatriz Viuda sonrió cariñosamente, reflexionó y
dijo:

–Niña tonta, acepta lo que se te da. ¡Su Alteza no retirará sus palabras!

El Emperador asintió, movió la mano y los criados de la sala asintieron, salieron por la puerta
principal para regresar un rato más tarde, trayendo sin parar más de una veintena de bandejas. En
cada una de las bandejas habían joyas muy raras y oro. Lao Furen, que no estaba acostumbrada a
ver tanto oro, se quedó encandilada. Era la primera vez que se ofrecían unos regalos tan
generosos.

Todas las oficiales mujer parecían extremadamente envidiosas. “¡Qué suerte ha tenido esta
chiquilla!”, pensaban.

Li Wei Yang no alzó la cabeza para mirar el oro, se limitó a seguir arrodillada en el suelo en silencio
sin que se le pudiera ver el rostro ni la expresión.

¿Oro? ¡No lo quería! ¡Lo que quería era mucho más valioso que el oro!

Capítulo 56: An Ping Xian Zhu

El eunuco desenrolló la lista de los tesoros que presentaba y que iba dejando en las bandejas que
rebosaban regalos. Su voz era afilada y clara:

–¿Por qué no has aceptado el edicto y expresado tu gratitud?

Li Wei Yang se arrodilló respetuosamente.

–Estoy agradecida por la gracia de Su Alteza, sin embargo, cada vez que pienso en las gentes que
sufren por el barullo no oso aceptar esto. Si Su Alteza lo permite, usaré cada tesoro aquí presente
para ayudar a las gentes en las áreas afectadas además de aquellos que han tenido que abandonar
su casa y buscan refugio.
El Emperador se sorprendió. Era difícil ver en qué estaba pensando en las profundidades de sus
fríos ojos. La verdad era que había emergido un poco de miedo en él. Una jovencita con semejante
talento que no buscase fama ni riqueza era extremadamente raro.

La Emperatriz Viuda asintió y sonrió suavemente. Miró a Li Wei Yang con buenas intenciones y
dijo:

–Buena niña, mereces aceptar estos tesoros, no deberías rechazarlos. Además, tienes buenas
intenciones por lo que sería todavía mejor recompensarte aún más. ¿Qué opinas, Su Alteza?

El Emperador reflexionó un poco sobre ello asintiendo.

–Madre Imperial, tienes razón. Deberías aceptar el oro y la plata que te he regalado. La Emperatriz
Viuda ha dicho que te recompense todavía más, así que te premiaré con el título de Anping
Xianzhu[1], tu madre-…

Li Wei Yang habló con voz suave.

–Su Alteza, madre[2] ya es una furen de primer rango de nobleza.

Li Xiao Ran era el Primer Ministro y Lao Furen era de primer rango de nobleza al igual que Da
Furen, sin embargo, el edicto imperial podía facilitarse muchas veces. Da Furen era de primer
rango pero si el Emperador quisiera otorgárselo una vez más no habría ningún problema. ¿Por qué
iba Wei Yang a hablar así? Se estaba dirigiendo claramente al Emperador: “le otorgas el rango a Da
Furen, pero yo sigo teniendo a mi madre de nacimiento”.

La Emperatriz Viuda se rió en voz alta. Esa joven se oponía completamente a estar en cualquier
desventaja. Les recordó:

–Su Alteza ya le ha otorgado el título a la madre, la madre de nacimiento también debería tener
ese honor.
El Emperador también era consciente de la complicación. En su cabeza sólo tenía que saber quién
era el padre de Li Wei Yang, no su madre. No obstante, como la niña había sacado el tema no
podía pretender no darse cuenta.

–Muy bien, entonces el título se extenderá a tu madre. Como tiene que ser.

Dicho esto y deseoso de dar por finalizada la ordalía, movió la manga a la izquierda y buscó a los
oficiales de la corte para discutir sus asuntos.

La Emperatriz Viuda retuvo a Li Wei Yang un rato y le habló como lo haría la abuela de una casa
normal. La anciana no pudo evitar sentir algo de cautela viendo las expresiones de la muchacha
con preocupación. A sus ojos, que una chica tuviese semejante intelecto e intenciones a tan corta
edad era una señal peligrosa sin lugar a dudas. Posó su mano sobre la de Wei Yang solemnemente
y le habló con formalidad:

–Las mujeres no deberían participar en los asuntos de los hombres. Lo que una señorita de buena
cuna debería hacer es ser conocedora de la poesía y la pintura, casarse con una familia virtuosa y
vivir el resto de su vida en paz.

Aunque eran palabras vagas, su significado estaba claro. Era un consejo de advertencia para Wei
Yang.

Aquel día la niña subía a un estatus noble y alto y también se vería envuelta en odio y celos. Sin
decir que algún día podría sufrir una enorme caída y acabar en el frío suelo sin nadie, ni ningún
lugar al que acudir.

A la Emperatriz Viuda le preocupaba que Li Wei Yang no la entendiera, o que tal vez lo
comprendiera, pero no lo aceptase e incluso albergase resentimiento en su corazón. No esperó
que Wei Yang se mantuviera tranquila y en calma, y asintiera como si se hubiese grabado su
consejo en el corazón. Hasta le pareció ver cierta gratitud en su mirar.

La Emperatriz Viuda suspiró aliviada y sintió, momentáneamente, que no acababa de entender a


esa niña. La mayoría de los niños de la familia Imperial abandonaban su inocente infancia a una
edad temprana por lo que ese nivel de madurez no era nada fuera de lo normal. Aun así, esta niña
se había criado en el campo. ¿Cómo podía ser tan perspicaz y reconocer quienes eran sus
verdaderos aliados en un momento efímero, y además, ser capaz de responder
apropiadamente…? Sólo se podía decir que era sorprendente.

* * * *

No habían transcurrido ni seis horas cuando las noticias que harían temblar los cimientos de la
casa llegaron a las tres mujeres del Primer Ministro: a Li Wei Yang se le había otorgado el título de
Anping Xianzhu, al mismo tiempo, a Jiang shi se le había dado el primer rango de nobleza y a su
madre de nacimiento, Tan shi, se le daba el estatus de shu ren de tercer rango.

Er Furen estaba pasmada. Que Li Wei Yang fuera xianzhu era una cosa, pero, ¿cómo se le podía dar
el estatus de shu ren de tercer rango a Qi Yiniang que ni siquiera tenía permitido comer en la
mesa? Simplemente, era demasiado para creérselo.

El rostro de Da furen cuando llegó el momento de recibir el edicto imperial estaba tenso y
temblaba de ira. La llama de envidia en Er furen ardió e incluso la disposición fría y despreocupada
de San Furen tenía una pizca de asombro. Li Zhang Le estaba tan furiosa que su rostro
empalideció. Como el edicto precisaba que todos los miembros de la casa esperasen a las puertas
de la finca, toda la capital se dio cuenta que la San xiaojie de la casa de los Li, Li Wei Yang, era
quien había resuelto los problemas del Emperador que le había otorgado una posición. Era ella
quien debería haber ganado tanto honor, pero Li Wei Yang la había detenido a medio camino y se
había llevado la gloria y el honor.

Da Furen era una persona tranquila. Cuando hubo aceptado el dicto ordenó que alguien ayudase a
entrar a Lao Furen y que otra persona entregase una plata de agradecimiento al eunuco que había
traído el edicto.

El rostro de Li Zhang Le era blanco como el papel. Li Chang Ru de Erfang estaba muy complacida
con la derrota de su hermana y se acercó a ella.

–Dajie, ¿por qué tienes esa expresión?


Li Zhang Le no pudo decir ni una sola palabra. Sus manos se cerraron en puños y se clavó las uñas
hasta que empezó a sangrar.

La voz de Da Furen era amable y suave.

–Chang Ru, tu hermana sólo está resfriada. Es bueno que te preocupes por ella, pero deberías
tener cuidado que no se te pegue. Ya hemos recibido el edicto, ahora id a vuestros aposentos a
descansar.

Li Chang Ru curvó los labios y ayudó a Er Furen a volver a sus aposentos.

Qi Yiniang recibió una bendición de parte de su hija de repente. Estaba encantada y rebosante de
lágrimas, pero no se atrevió a revelar su felicidad ante Da Furen.

Li Wei Yang le echó una mirada con segundas a Qi Yiniang. Tan shi quería adelantarse un paso e
intercambiar un par de palabras con su hija, pero había demasiada gente y no se atrevió a hablar
demasiado. Se limitó a mirar intensamente a Wei Yang hasta que una jovencita la acompañó a sus
aposentos.

Li Wei Yang observó cómo se marchó su madre de nacimiento y entonces, se dio la vuelta.
Conforme se ponía en marcha vio a que Da Furen había ordenaó a Tan Xiang a ayudar a entrar a Li
Zhang Le mientras ella vigilaba a los que entraban los cofres. El ama de casa que tenía a su lado se
movía de un lado a otro.

–Con cuidado, con cuidado.

Li Wei Yang sonrió. Esta vez había dejado a Li Zhang Le como una gran decepción y, aun así, no
había ni rastro de emoción en el rostro de Da Furen. Parecía que era una adversario formidable
difícil de confrontar.

* * * *
Li Zhang Le se detuvo y miró intensamente a Wei Yang mientras subía las escaleras.

Bai Zhi, asustada por su mirada, bajó la cabeza de inmediato. Tan Xiang dijo abochornada:

–San xiaojie, Da xiaojie no se encuentra bien y no podrá participar en el banquete de esta noche
que ha preparado Lao Ye para xiaojie. Ayudaré a Da xiaojie a volver.

La expresión de Li Wei Yang no cambió, asintió.

–Muy bien. Cuídala bien. – Dicho esto, se dio la vuelta y volvió a sus aposentos.

–¡Hey! ¡Quieta ahí! – Li Zhang Le la llamó precipitadamente. Aunque su voz no fue muy alta tenía
un matiz extraño.

Li Wei Yang la miró sonriente.

–¿Pasa algo, hermana?

Li Zhang Le le devolvió el gesto con una mirada hostil.

–¡Li Wei Yang, lo habías planeado todo!

–¿Planeado? – Li Wei Yang sonrió un poco. – ¿Acaso te rogué que me robaras la idea? ¿O te pedí
que fueras a ver al Emperador para que te recompensase? ¿Cómo puedes culparme cuando eres
tú la que lo has hecho todo sabiendo lo que venía?

Capítulo 57: Embrollo fallido

–¡No dejaré que te salgas con la tuya! – Los fríos ojos de Li Zhang Le la miraron.
Li Wei Yang se mantuvo tranquila y serena.

–Hermana, no te encuentras bien y sólo hace un poquito de aire, qué débil e incompetente.
Deberías cuidarte más, no hagas que padre y madre se preocupen. – Dicho esto, Li Wei Yang se
contoneó con Bai Zhi.

* * * *

La lista de regalos que el Emperador le había entregado a Li Wei Yang era muy larga y en esos
momentos se hallaba en las manos de Da Furen.

–Lao Ye, ¿no es demasiado? – Da Furen parecía sorprendida por la larguísima lista de regalos en
apariencia.

–Su Alteza se los ha otorgado a Wei Yang. – Li Xiao Ran sabía por qué Da Furen decía aquello. El
nivel de los bienes, las joyas y el oro presentes, era superior al valor de la dote que había traído
consigo cuando se casó.

–Lao Ye, Su Alteza se lo ha otorgado a la familia Li. – Da Furen miró la lista mientras hablaba. No
podía quedarse sentada de brazos cruzados viendo a Wei Yang sacar tanto beneficio.

–Furen, Su Alteza lo ha dicho con toda claridad: estos regalos son para Wei Yang. Si no se los
damos, la noticia se extenderá y eso no será nada bueno. La familia Li no puede permitirse perder
a esa persona. – Añadió lentamente.

Da Furen pensó en ello.

–Lao Ye, los gastos de este año de la casa son muchos. La segunda y tercera parte de la familia
también están usando fondos públicos. He usado mi propia dote en año nuevo, en las festividades
y en las bienvenidas y despedidas para que nadie quedase en evidencia. Siempre has sido honesto,
incapaz de aceptar ninguna limosna de los oficiales. Nuestra situación financiera mejoraría con
todo este dinero. Además, Min Feng tendrá que casarse pronto, y después de Li Zhang Le hay
otras tres niñas, su dote también tiene que ser grande-…

Li Xiao Ran estaba abochornado, no era fácil mantener una familia tan grande. Ignoró,
inconscientemente, los beneficios del sinnúmero de tiendas y fincas del clan Li. Al igual que su
mujer, en lo más profundo de su ser tampoco estaba dispuesto a darle tanto oro y tantas joyas a
Wei Yang. La niña había desafiado y violado su autoridad como cabeza de familia, se sentía
ofendido. Bueno, Wei Yang merecía una pequeña lección y por eso, asintió y estuvo de acuerdo
con su esposa.

–Muy bien, lo hablaré con Lao Furen.

Lao Furen solía estar de acuerdo con las opiniones de Li Xiao Ran por lo que, cuando Da Furen
escuchó su respuesta no pudo evitar sonreír complacida.

* * * *

El cielo vespertino era claro, hacia la noche empezaron a caer perlas de nieve que crujían al chocar
con las tejas del tejado. Poco tiempo después la casa entera se cubrió de una fina capa blanca
acompañada del ansioso y denso sonido de la nieve.

Li Xiao Ran miró el temporal, frunció el ceño y entró en la casa. Allí sólo encontró a Lao Furen con
un batín de satín bordado de verde apoyada contra un cojín de recamado recitando escrituras.

–¿Dices que los regalos de Su Alteza tendrían que usarse para llenar los fondos públicos? – Lao
Furen retorció las perlas de Buda tras escuchar sus palabras y comentó en un tono burlón y
despreciativo. – En el edicto Imperial está claramente escrito que esas cosas son para Wei Yang.
No me hagas ir a leértelo otra vez ahora que estoy en el salón ancestral rezando.

–Claro que lo sé, pero Furen, ella… – Li Xiao Ran no esperó que el rostro de Lao Furen cambiase de
repente, tornándose rojo y atónito de inmediato.
–Me tranquiliza que te encargues de los asuntos del gobierno, pero eres demasiado indulgente
con la mujer de tu casa. Wei Yang también es tu hija aunque haya nacido de una concubina. No me
parece inferior a tu hija mayor, tendrías que quitarte esa idea de la cabeza.

Li Xiao Ran frunció el ceño sin percatarse.

–¿Cómo puedes comparar a Wei Yang y Li Zhang Le-…?

–¿Comparar? ¡Piensa bien! ¡A la que se le ocurrieron las ideas para ayudar a aliviar los problemas
de su Alteza no fue Zhang Le! – Le recordó Lao Furen.

La expresión de Li Xiao Ran no era nada buena, estaba haciéndose el sordo a propósito. Lao Furen
resopló y añadió:

–Sé que Zhang Le es tu primogénita, bonita y hermosa. Jiang Shi y tú habéis depositado muchas
esperanzas en ella. Sin embargo, nuestra casa Li siempre ha ido subiendo rangos de oficial, no
hace falta escalar para ser descendientes de fénix y dragones[1]. Zhang Le es demasiado
arrogante y podría traer problemas. Si la posición del príncipe heredero es estable puede que no
sea un problema, pero ahora mismo todos los príncipes están en disputa. Involucrarnos no nos
dará buenos resultados. Además, la reputación de Zhang Le en la ciudad a causa de este incidente
es un desastre absoluto, si todavía crees que será capaz de llegar a emperatriz con sólo su cara
bonita, será mejor que te prepares para ver la familia Li ardiendo en un baño de aceite.

No era la primera vez que Lao Furen decía estas palabras. Estos también eran los motivos por los
que no le gustaba Zhang Le. Su belleza y arrogancia podrían ser todo lo contrario a una bendición
para la familia Li.

–En tu posición actual es como si anduvieras sobre la cuerda floja… – Lao Furen pareció estar
murmurándose a sí misma, no obstante, también le recordó algo. – Puede que Su Alteza sea
consciente que estás escogiendo a uno de sus hijos.

Li Xiao Ran se sorprendió de repente, lleno de aprensión. ¿Sus ideas eran demasiado precipitadas?
No pudo evitar asentir.

–Podríamos dejar la situación a un lado, pero Wei Yang-…


Lao Furen suspiró.

–Cada hazaña y palabra de hoy se ha grabado en el informe histórico. Aunque no pienses en la


honra que te ha dado, deberías acordarte de la pluma del historiador. ¿La familia Li necesita
dinero? ¿Por qué tenemos que hacer algo de tan poca clase?

Da Furen se rehusaría sin lugar a dudas, a Li Xiao Ran le dolía la cabeza. Pero no se atrevió a violar
los deseos de Lao Furen, así que asintió y dijo:

–Entonces haremos lo que dices.

Una hora después todos los regalos cayeron en manos de Li Wei Yang.

Lao Furen la hizo a un lado para enseñarla.

–Esto es lo que te ha regalado Su Alteza, tienes que vigilarlo. No dejes que nadie te lo arranque.
Aunque esta vez te ha ido bien, si algo hubiese ido mal todo habría acabado siendo un desastre.
No busques méritos, sino evitar la culpa. Tienes que ser más prudente la próxima vez, ¿entiendes?

Todos estos consejos que provenían del corazón y que raramente le daban a Li Wei Yang se los dio
su abuela. Los ojos de la muchacha enrojecieron.

Lao Furen sonrió, le acarició la cabeza y dijo:

–Niña tonta, tener al toro por los cuernos es cuestión de suerte. Lo de hoy ha asustado estos
huesos viejos que tengo, eres demasiado atrevida; te has atrevido a ir de lista con Su Alteza. Sin
embargo, la piedad filial siempre es algo bueno, los días de tu madre mejorarán ahora que es una
señora de tercer rango.

–Gracias por no culparme, Lao Furen. – Li Wei Yang rodeó el brazo de Lao Furen con sus manos,
sus lágrimas cayeron gota a gota al suelo, dejando un hilo de manchas húmedas.
La criada Luo se apresuró a pasarle un pañuelo, sonrió y dijo:

–¡No llore, San xiaojie! ¡Ahora eres la xiaojie más rica de la ciudad!

Li Wei Yang se sorprendió un momento e inmediatamente empezó a reír.

Sí, lo que el Emperador le había regalado, a parte de todo aquello que sólo servía para decorar y
amueblar, era oro. Y ese oro era lo más útil que tenía en cuanto a su futuro.

* * * *

Da Furen recibió una carta de Li Xiao Ran al poco tiempo. Rebosante de ira y enfado, se dio la
vuelta y fue al Yan Yu Ge de Li Zhang Le. Tan Xiang, al verla llegar a su patio, corrió a recibirla y
habló tibueando:

–Da Furen, xiaojie… Xiaojie no se encuentra bien-…

Li Xiao Ran había organizado un banquete aquella noche para celebrar los logros de Li Wei Yang,
todos los oficiales de alto rango y los nobles estarían presentes pero, ¿Li Zhang Le estaba
enferma? El rostro de Da Furen se volvió de piedra.

¡Esta inútil…!

Capítulo 58: Banquete de felicitación

Li Zhang Le yacía en su sofá enferma y con un pañuelo cubriéndole el rostro. Da Furen se acercó a
paso ligero y le gritó enfadada:

–¡Levanta!
Li Zhang Le se sorprendió y se sentó inconscientemente. Da Furen alzó la mano y le abofeteó. Una
vívida marca de la huella de su mano apareció en la cara de Li Zhang Le que con los ojos
sobresalidos miraba a su madre con incredulidad.

–¡Aunque pierdas tienes que ser una buena perdedora! ¡¿Qué es ese comportamiento?! – La voz
de Da Furen era gélida como el hielo.

Li Zhang Le sólo sentía el dolor ardiente de su rostro y empezaron a saltarle las lágrimas.

–¡Madre! ¡Esa niña me ha engañado! ¡Era una trampa! ¡Da igual que no hicieras justicia en mi
nombre, pero no me pegues!

–¡¿Todavía no te has dado cuenta?! – Da furen gritó. – ¡Arrodíllate!

Li Zhang Le volvió a sorprenderse, pero se arrodilló.

–Te he tenido en la palma de mi mano desde pequeña, me moría por coger la luna del cielo y
dártela. Mi única esperanza es que te conviertas en un dragón y un fénix[1]. ¡Tengo más
expectativas de ti que de tu hermano! – Cuánto más hablaba, más se enfadaba. – ¿Quién se iba a
imaginar que serías tan estúpida que, aunque estás viendo a alguien cavar un pozo, tú vas y saltas
dentro? Aun así, no te culpo, si caes tienes que volver a levantarte. Pero tú te quedas ahí tumbada
en el pozo, destrozas un jarrón y no sabes cómo seguir adelante… ¡Has destrozado todos mis
esfuerzos!

Li Zhang Le quiso llorar al escuchar todo aquello, pero no se atrevió. Se limitó a mirar a Da Furen
con lágrimas en los ojos.

Da Furen estaba exasperada.

–Zhang Le, ¿qué te había dicho? Ya he preparado una buena forma para que salgas, pero no me
escuchas y por eso, ¡esa zorra te ha ganado!
Li Zhang Le estaba casi perpleja.

–Dage es-…

Al principio, había sido Dage quien dijo que la idea era suya, por supuesto, ella es la que se subió al
carro.

–Tu hermano es de mente simple, le he enviado a estudiar por ahí, ¡y ni siquiera sabe qué ha
aprendido hasta el punto que se junta con las criadas! ¡Os habéis hecho el vestido de boda[2]!

Su madre jamás había dicho tales palabras mientras fue feliz. A Li Zhang Le sólo le quedaba
rebatirla en su corazón.

–¿Sabes que ahora esa zorra es An Ping? Su estatus es mayor al tuyo; Lao Furen acaba de
seleccionar a veinte criadas[3] para dárselas.

–¡Será zorra! – Exclamó Li Zhang Le perdiendo los estribos.

–Ya hemos dado un paso en falso, no podemos dar otro. ¿Quién sabe cuántos oficiales y nobles
asistirán al banquete de esta noche? Todos reunidos para celebrar que Wei Yang se ha convertido
en una señorita con un título. Si no vas, será como dejar que se relama. – La voz de Da Furen
carecía de emociones.

–¡Madre! – Se movió de rodillas hasta su lado. – ¡Madre, lo siento!

Da Furen miró a Li Zhang Le cuyas lágrimas rebosaban, suspiró y le secó las lágrimas.

–Sé que estás avergonzada, sin embargo, ya sea dentro o fuera de la casa, tienes que mantenerte
firme y tragarte las desgracias. Créeme, no importa lo lista que sea Li Wei Yang, mientras tú estés
ahí, ¡nadie la mirará!
El porte de Li Zhang Le se relajó, aunque sus lágrimas todavía no se habían secado. De repente,
comprendió lo que quería decir Da Furen.

¿Qué importancia tenían los pueblerinos que le echaban pestes mientras fuera tan
devastadoramente hermosa y el apoyo de su padre? ¡Ya llegaría el día en que tendría lo que
quería! ¡Li Wei Yang estaba destinada a no ser más que una piedra en su camino! ¡Aquel día iba a
usar el banquete en honor a Wei Yang para robarle toda la gloria!

* * * *

Cuando Li Zhang Le entró, el salón principal ya estaba llenó de invitados. A un lado estaban las
invitadas con vínculos cercanos al primer ministro, y al otro lado sus pupilos y colegas.

La joven entró al salón con gracia, como una nube flotando, atrayendo las miradas de todos los
presentes. Todo el mundo alzó la vista y la miró. Miraron su frente llena, su barbilla afilada y
madura, algo prominente, sus labios de cereza y sus ojos claros como el agua otoñal, brillantes
como una estrella fugaz con un toque de angustia en ellos, hechizantes.

El quinto príncipe, Tuoba Rui, estaba sentado en el lugar más honorable. Su rostro atractivo y sus
hermosas vestimentas le hacían destacar entre la multitud. Mientras pasaba, los ojos de la
muchacha se encontraron con los de él, provocando un sonrojo y una suave sonrisa en Zhang Le.

Li Zhang Le nunca atendía a este tipo de ocasiones. El razonamiento de Da Furen era fácil de
comprender: cuánto más misteriosa y más frágil fuera mejor. Los desconocidos sólo sabían que la
hija mayor del primer ministro era devastadoramente hermosa, pero no conocían hasta qué punto
llegaba su belleza, por eso mismo, cuando la mirada del quinto príncipe se posó en ella se chifló
por ella.

Li Chang Ru ya estaba sentada, perfectamente arreglada, en la zona de las invitadas. Su belleza


había atraído algunos elogios pero ahora, ¿quién se acordaría de ella? Su hermoso rostro se torció
lentamente, maldiciendo entre dientes a Li Zhang Le.
La única persona sentada a gusto de todo el salón era Da Furen que al ver a su bella hija evocó una
sonrisa. Así era, sólo con su belleza su hija podía vencer a Li Wei Yang.

Li Zhang Le dio la bienvenida a todo el mundo tan hermosa como los fuegos artificiales. Aceptando
la envidia, la sorpresa, el deseo y todo tipo de miradas estiró la mano con gracia para colocarse un
mechón de cabello detrás de la oreja.

–Esta hija de los Li es muy hermosa. – Exclamó alguien sorprendido.

–Sí, es como una pintura. ¡Increíble!

–Los Li la han escondido bien. ¡Debe tener la misma hermosura que un hada celestial!

Llegados a este punto todo el mundo había olvidado que el banquete se había organizado en
honor a la tercera hija del primer ministro Li con el título de An Ping. Nadie recordaba que era
gracias a la estrategia de San xiaojie que se había eliminado la calamidad. Lo habían olvidado hasta
tal punto que nadie se preguntó dónde se hallaba la muchacha en aquellos instantes.

Li Wei Yang no había aparecido y el banquete. El banquete estaba por empezar y no había ni
rastro de ella.

San Furen frunció el ceño al verlo.

Li Min De se movió hasta posicionarse delante de ella en silencio.

–Madre, iré a buscar a San Jie.

San Furen asintió y pareció querer confiarle algo, pero contuvo las palabras. Que Wei Yang viniera
o no, no era lo que importaba en aquellos momentos. Nadie se enteraría de que había llegado con
una hermana tan hermosa.

Li Zhang Le lo había arruinado todo y, lo que es peor, estaba claro que lo había hecho a propósito.
Li Min De asintió y se marchó rápidamente.

* * * *

Tuoba Zhen, el tercer príncipe que llegaba tarde, anduvo por el pasillo y, de pura casualidad, vio a
Bai Zhi precipitándose. La siguió con la mirada y vio a Li Wei Yang en una esquina discreta del
jardín.

Una chica yacía sobre un columpio bajo un cerezo florecido. Su falda estaba encantadoramente
extendida, su cabello negro como la noche caía y, ella, observaba la luz de la luna con los ojos
entrecerrados, pensativa.

Tuoba Zhen sonrió de repente y justo cuando iba a acercarse, la criada del primer ministro que la
estaba guiando le detuvo.

–Su Alteza San, el banquete empezará pronto.

–¡Lo sé! – Tuoba Zhen sonrió. – No es la primera vez que vengo, ya iré solo en nada.

La criada se sorprendió, algo confundida. Tuoba Zhen hizo un movimiento con la mano.

–Puedes retirarte.

La criada no se atrevió a desobedecerle, le ofreció una reverencia y se retiró silenciosamente.

Al parecer, Li Wei Yang que miraba la luz de la luna, escuchó un sonido a su lado por lo que giró la
cabeza.
Tuoba Zhen detuvo sus pasos y vio con claridad el momento en el que los ojos de Li Wei Yang le
vieron. Vio esa mezcla de burla y frialdad como el agua que ondulo en un pozo. Sintiéndose como
si hubiera tocado agua helada.

Capítulo 59: Una súbita ráfaga de viento

Algo agitó a Tuoba Zhen conforme sonreía para decir:

–San xiaojie, eres la persona principal del banquete de hoy, ¿por qué has corrido a esconderte
aquí?

Li Wei Yang se pasó los dedos por el cabello ociosamente, sonriendo.

–El banquete es para que DaJie se rodee de extravagancia. ¡Interponerme en su camino sería un
crimen merecedor de cien muertes!

–¿Qué dices? – Tuoba Zhen se sorprendió pero mantuvo su cálida sonrisa en apariencia. – El
banquete de esta noche no se ha organizado para ella.

Li Wei Yang sonrió con dulzura.

–San huangzi[1], hoy utiliza su buen nombre para felicitarme, pero en realidad, está calculando el
valor de mis hermanas y de mí en el corazón de mi padre, ¿cierto?

–Tú…

Tuoba Zhen no esperaba que fuera tan directa. A pesar de lo perplejo que estaba, siguió sonriendo
impasible como antes.

Li Wei Yang alzó una ceja.


–Su Alteza San, no hace falta que se preocupe. Aunque he ayudado a padre y al Emperador a
resolver un asunto complicado, a ojos de padre siempre seré la hija de una concubina, indigna de
su atención. An Ping Xian Zhu es un título que sólo es agradable al oído. Dajie es diferente. Dajie
tiene el favor de padre y al abuelo materno y al tío con autoridad militar en sus manos. Por
supuesto, también tiene una belleza sin igual. Dajie es la que le será más útil a Su Alteza San.

En su encantador rostro no había ni un ápice de emoción. Parecía haber una pizca de desdén en
sus ojos. Tuoba Zhen se percató de esto y, de repente, tuvo un extraño sentimiento.

Esa chica era capaz de averiguar sus intenciones de una sola mirada.

–Parece que eres alguien con un intelecto peculiar. – Sonrió.

La mirada de Li Wei Yang continuó posada en él, pero parecía atraversaler, como si estuviese
concentrada en otra cosa. Indiferente aunque hostil.

Era obvio que al renacer había reflexionado en todas las cosas. Aunque Li Zhang Le tenía una
belleza indiscutible, lo que más valoraba Tuoba Zhen por aquel entonces era el apoyo del primer
ministro y la autoridad que la familia Jang tenía detrás de su hermana. Este hombre no sólo tenía
una gran ambición y bravura, sino que además albergaba una paciencia sin límites. Jugó con ella
durante ocho años hasta que pudo extraerle hasta la última pizca de valor que le quedaba, y
entonces, lo dejó todo.

Tuoba Zhen la miró con intensidad. En realidad, a Li Wei Yang se la podía considerar hermosa, a
pesar de que en comparación con Li Zhang Le le faltaba algo. Además, en sus encuentros con él,
jamás había mostrado ni el encanto, ni la gracia femenina de las mujeres. También estaba su
determinación y su ambición.

El joven suspiró.

–Pareces odiarme desde lo más hondo de tu ser desde que nos conocimos…

La esquina de los labios de Li Wei Yang se curvó hacia arriba y, de mala gana, dijo:
–Su Alteza lo ha malinterpretado. Apenas nos conocemos, ¿cómo puede existir algo así como el
odio entre nosotros?

Tuoba Zhen se tensó y descubrió que le sería imposible entender a esa chica, y mucho menos
comprender su forma de pensar. Ese sentimiento era verdaderamente enervante.

–Debes asistir al banquete, aunque sólo sea para hacerle paso a Li Zhang Le. No puedes decidir no
ir. El príncipe heredero ha traído regalos, e pretende entregártelos delante de todo el mundo
durante el banquete. Si no vas, se podría considerar que te has puesto en contra de la voluntad del
príncipe heredero.

Tuoba Zhen pensó que Li Wei Yang encontraría otra excusa para rechazarlo, no se esperó que la
muchacha se levantase con una gran sonrisa.

–Gracias por el recordatorio, Su Alteza San.

Dicho esto, la niña se marchó en dirección al banquete.

Bai Zhi le hizo una reverencia al príncipe y se apresuró a seguir a Li Wei Yang.

* * * *

Li Zhang Le estaba conversando alegremente con las hijas de las otras familias aristócratas en el
banquete, mientras que al otro lado, las mujeres hablaban tranquilamente.

El marqués de la casa Hechang, Dong Furen, tenía casi cuarenta años e iba cubierta de joyas y
perlas. Sonrió suavemente y le dijo a Da Furen:

–Este banquete es para San xiaojie, ¿no? ¿Por qué la estamos esperando aún?
Da Furen sonrió pero no dijo nada. Que Li Wei Yang no se hubiera presentado era bueno. Ninguna
señorita se podía comparar con Li Zhang Le, y como ella ya carecía de mucho respecto a sus otras
hermanas, no tenía motivos para asistir y perder aún más la dignidad.

Wei Guo Furen acabó resintiendo muchísimo a Li Wei Yang tras el incidente. Entre sonrisas se
cubrió la boca con un pañuelo y, en mofa, comentó:

–Una jovencita de campo debe desconocer poesía y pintura, y no debe conocer la etiqueta. Al
parecer el primer ministro Li tendría que esconder a esta pueblerina para no quedar en evidencia.

Dong Furen se cubrió la boca con su pañuelo.

–Puede ser, pero ahora mismo es An Ping Xian Zhu. He oído decir que la Emperatriz Viuda también
la vio con otros ojos.

Wei Guo Furen sonrió con frialdad.

–An Ping Xian Zhu. No hubo ninguna ceremonia oficial, ni ningún honor parecido, ¿qué Xian Zhu va
a ser? Es sólo que Su Alteza tiene una opinión muy buena del primer ministro Li y la sosegó, ¡qué
jovencita tan ingenua! Lo mejor será que no aparezca para que no quede en evidencia y se
convierta en el hazmerreír.

De repente, Dong Furen dejó de sonreír, señaló a una figura grácil y dijo con miedo:

–Esa… ¿Quién es esa?

Da Furen siguió la mano de Dong Furen y no pudo evitar fruncir el ceño.

Todo el mundo miró con los ojos como platos a Li Wei Yang, atónitos.

Ahora que Li Wei Yang poseía el título y el estatus de Xianzhu, todas y cada una de las furen y
xiaojie sin rango de nobleza tenía que saludarla ceremonialmente. Sonrió suavemente y les
devolvió el gesto a todas. Sus movimientos fueron impecables y además albergaban un aire
refinado y noble, hasta la pequeña sonrisita era suficiente, sorprendiendo a todos los presentes.

–¿No habían dicho que ha crecido en el campo?

–Sus modales y postura no es para nada como dicen. Mirad sus gestos. Sus movimientos son
delicados y gráciles como nubes a la deriva y como el agua corriente, muy parecidos a los de las
concubinas imperiales y a las princesas.

Da Furen estaba perpleja y se había quedado muda. Su dura mirada seguía fijada en Li Wei Yang,
como si no la conociera. No podía entender por qué Li Wei Yang no parecía una pueblerina, sino
una princesa de alta cuna.

Dong Furen observó a Li Wei Yang. Esa niña, aunque su apariencia no era como la de Li Zhang Le,
sus acciones eran tan tranquilas como el agua, refinadas y sosegadas. Su presencia era distinta a la
de Da xiaojie.

Ser demasiado hermosa inquieta al resto, pero Li Wei Yang era agradable y lo suficientemente
alegre como para no ser una potencial amenaza. Sus ojos eran claros, y su sonrisa parecía dulce.
Su presencia era mucho más fuerte en comparación con su hermana. Esto sentían todas las furen y
xiaojie de la sala.

La mirada de Li Zhang Le siguió cada gesto de Li Wei Yang. No se imaginó que esa niñata se
atrevería a aparecer en el banquete. Li Chang Xi se puso a su lado y miró a la silueta de Wei Yang.

–Mira esa cara triunfal. ¡Se cree una princesa sólo por tener el título de Xian Zhu! – Dijo rencorosa.

Li Zhang Le no dijo nada, sólo hizo una mueca.

Li Xiao Ran sonrió a todo el mundo.


–Os doy la bienvenida a todos. Antes que nada, espero que todos podáis socializar y beber a gusto,
y ahora, me gustaría presentaros a mi tercera hija…–Dicho esto, se dio la vuelta hacia Wei yang y
dijo en un murmuro. – Wei Yang, ven a saludar a todo el mundo.

Li Wei Yang sonrió con gentileza, se inclinó un poco y saludó a sus invitados.

–Bienvenidos.

Todos pensaron que verían a una pueblerina que ignoraría la etiqueta y se atrevería a crear
problemas. Jamás se hubieran esperado que sería una señorita tan encantadora. De repente, la
admiración por la belleza de Li Zhang Le desapareció y la atención de todos los presentes se centró
en Li Wei Yang.

Aun así, San xiajie, la hija de una concubina, era una leyenda. Para empezar, no la habían
favorecido y la habían enviado al campo. Después de eso, había vuelto y había conseguido
mantenerse firme, milagrosamente, en la casa Li. Había ofrecido un gran servicio para su país y
había conseguido que SU Alteza la nombrase Xian Zhu. Jamás se había escuchado algo así en Da Li,
era un milagro.

Los ojos y las miradas rebosaban admiración y curiosidad. Li Wei Yang tenía una expresión amable,
refinada y cortés, provocando que Tuoba Zhen, que acababa de llegar, la observase intensamente,
sin apartar la vista. Li Wei Yang era una chiquilla valiente, algo que se podía reconocer por las
palabras que le había dedicado antes. No obstante, al llegar al banquete, parecía haber convertido
en una persona totalmente distinta con una sonrisa impecable en la cara.

En ese momento, resonaron los gritos de una chica.

–¡Su Alteza! ¡Su Alteza!

Capítulo 60: Ondas en aguas primaverales

Todos, sorprendidos, movieron los ojos y vieron a un joven más allá de la puerta.

Sus ojos eran tan brillantes y claros como la luna llena. Su claridad y frialdad se podía ver de lejos,
aislándole del mundo que le envolvía, cosa que le dificultaba al resto mantener los ojos abiertos.
Su atuendo de un blanco vanal era exquisito, bordado con plata. Aunque era así de simple y
natural, suscitó la admiración de los presentes.

El séptimo príncipe, Tuoba Yu, hasta él había venido. Li Wei Yang frunció el ceño.

Conforme Tuoba Yu entraba por la puerta, su mirada estaba fija en Wei Yang. Tal vez le había
parecido algo irónico, sino cómico, que ella había estado maquinando algo contra su familia desde
la primera vez que se vieron, e incluso ahora, la reconocía fácilmente entre la multitud de
señoritas ahí reunidas.

Aunque se había vestido con una hermosa seda, su rostro era más claro y pulcro, e incluso
mostraba una alegre sonrisa falsa, la reconocía de un solo vistazo. Efectivamente, se trataba de la
chiquilla que había soltado a los cerdos a propósito y que había lloriqueado y lamentado al lado
del pozo, además, había evitado que entrase a la tienda de té deliberadamente. Sin embargo,
viéndola ahora le pareció muchísimo más bella que antes.

Después de todo, la seda embellece.

Los labios de Tuoba Yu se curvaron ligeramente mientras miraba a las xiaojie pasmadas. El séptimo
príncipe era conocido como el miembro más atractivo de la familia Imperial, y por supuesto,
también era famoso por ser frío e indiferente.

Su Alteza San, Tuoba Zhen sonrió y dijo:

–Séptimo hermano.

La alegre sonrisa de la cara de Tuoba Yu parecía tensa.

–Tercer hermano.

Los dos atractivos príncipes imperiales en el mismo sitio era, verdaderamente, una imagen digna
de admirar. Li Wei Yang sonrió. ¿Quién se podría imaginarse que estos dos eran enemigos
mortales de toda la vida? Los hermanos de la familia Imperial no podían evitar la inevitable lucha
por el trono. Pensándolo bien, ella solía pensar sólo en el bien de Tuoba Zhen y por eso, siempre
vio a Tuoba Yu como su propio enemigo, pero ese sentimiento, ahora, había cambiado.

En vez de permitir que Tuoba Zhen se alzase en el trono como Emperador, Li Wei Yang estaba
dispuesta a hacer de Tuoba Yu el vencedor definitivo.

El quinto príncipe, Tuoba Rui, estaba evidentemente sorprendido.

–Hoy ha venido hasta el séptimo hermano.

La mirada de Tuoba Yu pareció repasar a Li Wei Yang.

–El primer ministro ha organizado un banquete para su querida hija, debo venir a celebrar sin
falta.

En realidad, estaba en el palacio de su madre imperial cuando alguien comentó que el Emperador
le había otorgado el título de Xian Zhu a alguien. Dio la casualidad que ese alguien era Li Wei Yang,
la hija de una concubina de Li Xiao Ran. Las criadas de palacio cotilleaban sobre esta tal “San
xiaojie” que se había criado en un pueblecito cerca de Ping Cheng.

Tuoba Yu no comprendió porque al escuchar el nombre recordó aquellos claros ojos negros. Se
marchó del palacio y, antes de poder darse cuenta, el carruaje de caballos ya había llegado a las
puertas de la residencia del primer ministro.

Su intuición le decía que la chica que había visto antes debía ser Li Wei Yang. Quería confirmar sus
sospechas y, al fin, lo hizo.

El rostro de Li Xiao Ran se iluminó. Sólo había enviado las invitaciones por cortesía. ¿Quién iba a
imaginarse que aquellos tres distinguidos invitados vendrían? Eso era más que suficiente para
demostrar su autoridad e influencia en la corte imperial… Con una gran sonrisa, alzó su copa de
vino.

–Les agradezco a los tres príncipes que hayan venido; permítanme ofrecerles el primer brindis.
El séptimo príncipe había aparecido de repente, y además, el anfitrión del banquete estaba muy
animado, hecho que mejoró el ambiente general del banquete, por lo que los invitados
empezaron a brindar los unos con los oros.

Tuoba Zhen se puso en pie y dijo:

–Primer ministro, el príncipe heredero está ocupado con asuntos oficiales y no ha podido venir
personalmente. Sin embargo, me ha hecho traer un regalo en su lugar.

Li Xiao Ran sonrió.

-El príncipe heredero es verdaderamente considerado.

Tuoba Zhen ordenó que abrieran una caja cubierta de seda para revelar su contenido que todo el
mundo alabaría de inmediato. Al parecer, allí dentro había un hermoso pavo real dorado. Se había
trabajado con una seda frágil y dorada para las alas que temblaban suavemente por el viento,
como si fueran alas reales. Los ojos eran un par de esmeraldas del tamaño de un grano de arroz
que brillaban misteriosamente bajo la luz de la vela. En la cola del pavo había hermosas gemas
muy coloridas incrustadas, todas astutamente juntas para provocar un efecto similar al de un
arcoíris bajo la luz. Era un tesoro digno de admiración.

Semejante regalo parecía lo suficientemente valioso como para que los demás vieran que el
príncipe heredero respetaba a esta Xian Zhu, o mejor dicho, que había notado que se había
nombrado Xian Zhu a Li Wei Yang.

Li Wei Yang mantuvo una sonrisa neutral en su rostro y aceptó la caja de seda.

Tuoba Zhen la estaba mirando cuando captó, vagamente, una pizca de burla en sus labios, pero
como una débil impresión, desapareció rápidamente.

En ese momento, Li Min De llegó corriendo con la respiración irregular. Su mirada se movió de un
lado al otro hasta que encontró a Wei Yang. Sus formas ya no eran tensas, y se acercó
rápidamente a su lado. Cuando vio a Tuoba Zhen no muy lejos, su mirada pareció tornarse hostil.
Tuoba Zhen sintió una mirada extraña pegada a él e, instintivamente, se giró para ver al muchacho
de extraña belleza ahí de pie.

Era el joven shaoye que San Fang había adoptado. Tuoba Zhen no pensó demasiado en el niño,
pero miró atrás inconscientemente unas cuántas veces. Aparte de su apariencia extraordinaria, los
animados ojos del niñito parecían albergar una animosidad oculta.

¿Animosidad? ¿Hacia él? No recordaba haberle ofendido de ninguna manera.

Intentó tomarse la mirada del joven como si nada, pensó que podría olvidarla, pero la mirada de Li
Min De era bastante inusual. Le inquietaba inconscientemente.

Hizo lo que pudo para evitar la mirada, se dio la vuelta y volvió a su asiento. Un rato más tarde,
notó como esa ferviente mirada le dejaba.

Li Wei Yang vio el sudor en la frente de Li Min De y preguntó con curiosidad:

–¿Algo va mal? ¿Por qué estás tan sudado?

Una luz extraña apareció en los ojos de Li Min De.

–Nada. He ido a los jardines de flores a buscarte, pero no estabas.

La mirada de Li Wei Yang cayó sobre las ropas bordadas de oro de Li Min De, particularmente en
una mancha, y se preocupó notablemente.

–¿Te has caído?

Li Min De sonrió con alegría.


–Para nada.

Una niebla extraña pareció vidriar sus ojos. Tal vez se acababa de enterar de algo, pero aun siendo
el caso, eso no explicaba la mancha.

–Min De. – Empezó con dulzura.

El contorno de la boca de Li Min De era extraordinariamente hermoso, sus labios estaba algo
curvado hacia arriba. Cuando no sonreía, parecía haber una luz vagamente cruel y retorcida.

–Sanjie, antes me he encontrado con una persona muy rara-…

¿Una persona muy rara? Li Wei Yang se quedó perpleja por su forma de decirlo, pero justo cuando
iba a indagar más, Li Min De cambió de tema. Sus ojos eran tan inocentes y claros como el día
mientras le ofrecía un tazón de sopa de pera.

–Vamos a dejar ese tema. Toma, prueba esto, está muy bueno.

Li Wei Yang recordó que quedaban asuntos más importantes. Por esa razón, lo dejó ir.

En ese momento, San Furen miró en su dirección. Intercambiaron una sonrisa, comprendiendo a la
perfección las intenciones de la otra.

* * * *

Cuando se hubieron terminado el té, resonó un grito terrorífico que les asustó a todos.
El rostro de Li Xiao Ran se volvió solemne. Estaba a punto de ordenar a alguien que fuera a ver qué
había ocurrido cuando vio a Da xiaojie, de la familia Wang de gran autoridad política, con el rostro
totalmente lívido, apoyándose en una criada joven como si estuviera por desmayarse.

Da Furen, al verla, frunció el ceño de inmediato.

–¿Qué ocurre, Wang xiaojie?

Wang xiaojie dejó escapar un chillido, temblaba de los pies a la cabeza mientras su rostro se iba
tornando blanco, incapaz de decir palabra.

Wang Furen se levantó. Era su madrastra por lo que viendo a una hija que ni siquiera era de su
propia sangre hacer un alboroto en el banquete, dijo con severidad:

– Eres la xiaojie de una familia de prestigio y aun así, no tienes modales. Vete, rápido.

Justo entonces, Wang xiaojie rompió a llorar y gimoteó:

–Madre, no tiene nada que ver conmigo, pero cuando me he retirado para estar a solas con mis
pensamientos, he visto… ¡He visto a una muerta colgada de un árbol!

Capítulo 61: Un alboroto

Todos los presentes se quedaron atónitos, con una expresión delicada. El rostro de Da Furen
cambió de repente, se levantó a prisa, entonces, se volvió a sentar lentamente y dijo:

–Wang xiaojie, está oscuro, debes haberte confundid-…

Wang xiaojie sacudió la cabeza y dijo:

–No, no. No me he confundido. Si no me crees, pregúntaselo a mi criada, ¡ella también lo ha visto!


La cara de la criada también estaba verde, su apariencia horrible.

–Xiaojie tiene razón, yo también lo he visto. Está colgada de un cerezo, ya tiene la lengua
colgando. ¡Qué miedo!

Un mal presentimiento se adueñó del corazón de Da Furen; miró a Li Wei Yang inconscientemente,
sin saber por qué, sintió que esa zorra que seguía bebiendo té tranquilamente tenía algo que ver
con ese incidente. Pensando en ello, dijo con decisión:

–¡Debe ser una confusión! Que alguien ayude a Wang xiaojie a volver a su asiento.

Wang xiaojie quería seguir hablando, pero al ver la expresión de Wang Furen, no se atrevió a
pronunciar palabra alguna. Volvió a su asiento, pero continuó en un estado de incertidumbre. Las
xiaojie se le pegaron de inmediato para preguntar por la situación, pero, cuando quería decir algo,
Wang Furen tosía de repente, y la joven cerraba la boca.

Li Wei Yang vio que los que el resto seguía desorientado. Mientras Li Min Feng brindaba con el
quinto príncipe, la comisura de sus labios se alzó un poco.

La expresión de Li Xiao Ran no era buena, Da Furen se apresuró a decir.

–Está oscuro, puede que Wang xiaojie se haya equivocado. Enviaré a alguien a que eche un vistazo
ahora mismo.

Li Xiao Ran asintió y dejó apartado el asunto. De repente, vio que la esposa del ministro de guerra,
Wang Shi, se levantaba, en pánico y dejando atrás su solemnidad exclamaba:

–¡Mi Su Er no está!

Todo el mundo se sorprendió por unos momentos. La señora Liu de la residencia del ministro de
guerra había tenido a su hijo a los cuarenta años; le amaba como a las joyas y la llevaba consigo sin
importar donde fuera, ¿cómo podía haber desaparecido de repente?
Da Furen corrió a responderle en un tono apaciguador.

–Liu Furen, no te preocupes. Ahora mismo envío a alguien a buscarle.

Justo cuando Liu Furen asentía, en el rostro de San Furen apareció una mirada dubitativa.

–Fuera está oscuro, es muy peligroso que los niños correteen por ahí. Wang xiaojie acaba de decir
que ha visto a alguien en un cerezo… Deberíamos ir allí a buscar.

Da Furen le dedicó una mirada furtiva a San Furen.

–No exageres, a los niños les encanta jugar. Le encontraremos en nada.

Liu Furen no estaba dispuesta a hacerle caso, su rostro carecía de toda tranquilidad.

–No, ¡quiero buscarle yo misma! – Dicho esto, empujó a la joven criada y se levantó.

El ministro de guerra que estaba observando se sintió avergonzado. Aunque temía ofender al
primer ministro, al final, amaba al que era sangre de su sangre, así que se levantó para disculparse,
y siguió a su esposa.

¿Cómo iba a continuar el banquete entre tanta turbación?

Todo el mundo se levantó a unísono.

–Nosotros también deberíamos ir a ver.

–¡Sí, sí! ¡Liu Furen sólo tiene un hijo, perderle sería lo peor!
–¡Primer ministro, también deberíamos ir a ver!

Li Xiao Ran, viendo que todos decían lo mismo, asintió.

–Iremos todos juntos.

Da Furen estaba ansiosa y ordenó a la criada Lin que fuera a echar un vistazo rápido antes que ella
lo que había ocurrido en el cerezo. Tenía que llegar allí antes que nadie para encargarse el cuerpo
que acababa de aparecer. Sin embargo, cuando la criada Lin llegó a la puerta de entrada, el resto
de invitados también salía, por lo que no pudo irse.

Li Wei Yang, que lo vio todo, mostró una suave sonrisa.

El séptimo príncipe, Tuoba Yu, vio su sonrisa de pura casualidad y no pudo evitar levantar una ceja
interesado. Esta xiaojie era muy extraña.

–Séptimo hermano, ¿no vas a ver el espectáculo? – Tuoba Zhen interrumpió su concentración.

Tuoba Yu se giró, sonrió y le contestó.

–Por supuesto que me gustaría verlo. Tercer hermano, tú primero, por favor.

El quinto príncipe hacía un buen rato que se había ido siguiendo a Li Zhang Le, y no estaba en su
asiento.

* * * *

Todos llegaron al jardín. Liu Furen corrió desesperadamente al cerezo por el recordatorio de San
Furen. Los cerezos florecían con vigor al lado del lago, era fácil distinguirlos. Llegó la primera a
grandes gambadas, olvidando su estatus y la etiqueta de toda señorita, concentrada en encontrar
a su hijo.

La silueta se distinguió casi de inmediato al llegar al cerezo. Liu Furen dio un paso atrás por el
temor. Se fijó bien y consiguió adivinar que la figura era larga y suspiró aliviada: no era su hijo.

Todos corrieron a su encuentro, vieron el cuerpo y una criada exclamó:

–¡Es Zi Yang! ¡Es Zi Yang!

Bai Zhi se acercó y se aferró al cuerpo con las lágrimas rodándole por las mejillas.

–¡Zi Yan! ¡¿Qué ha pasado?! ¡Zi Yan, ¿qué te ha pasado?!

Li Min Feng que se acercó a paso ligero se quedó pasmado, atónito, ante la escena. Jamás se
habría imaginado que Zi Yan fuera a aparecer ahí.

Li Wei Yang ordenó con frialdad:

–Bajadla.

Una criada grandota la bajó enseguida, comprobó su respiración y determinó que estaba muerta.
Bai Zhi no podía controlar las lágrimas mirando el rostro inerte de Zi Yan.

Li Min Feng apretó el puño con los ojos rojos.

–¡Imposible! ¡¿Cómo ha podido-…?!

Les había ordenado, con toda claridad, que acabasen con Zi Yan y sacaran el cuerpo de la
residencia. ¡¿Cómo podía estar colgado de un cerezo?!
Li Wei Yang le miró con frialdad.

–Dage, me pediste a esta joven criada que estaba perfectamente y te la di. ¡¿Cómo puede estar
muerta unos días después?!

Azorado, Li Min Feng fue incapaz de contener su enfado.

–¡¿Quién eres tú para interrogarme?!

En ese momento, Li Min De frunció el ceño.

–Dage, el Emperador en persona le ha otorgado el título de An Ping Xian Zhu a Sanjie. Tú no has
obtenido ningún rango oficial todavía, así que, siguiendo la etiqueta, tienes que saludarla cada vez
que la veas. Sanjie no te lo tendrá en cuenta, ¡¿cómo puede ser qué no sepas hablar?!

Li Min Feng estaba crispado, pero era consciente de quienes les rodeaban, por lo que tuvo que
retener su enfado.

Li Xiao Ran, viendo la escena, arremetió:

–¡¿Qué está pasando?!

Da Furen estaba inquieta y sombría.

–Lao Ye, Zi Yan había desaparecido hoy, pensaba que se había ido a visitar a su familia.

Li Wei Yang miró a Li Min Feng de soslayo.

–Dage, Zi Yan es tu concubina. ¿Cómo puede ser que no te haya dicho nada de que se iba?
–Wei Yang, te confundes. Zi Ya es sólo una criada. – Comentó Da Furen fríamente.

Tener una concubina antes de casarse no era una buena práctica de las familias grandes y,
además, era irrespetuoso para la futura nuera. Da Furen estaba seleccionando candidatas para
que fueran la esposa de Li Min Feng, si todos se enterasen de que Da shaoye ya tenía una
concubina, pensarían que en la casa del primer ministro habían maleducado al niño.

–Es indiferente ya sea verdad o mentira, mientras que Dage lo sepa en su corazón.

Capítulo 62: Moral corrupta

Tras aquel incidente, Da Furen había encerrado a Zi Yan para venderla. ¿Quién iba a imaginar que
Zi Yan se escaparía y aprovecharía esa oportunidad para importunar a Li Min Feng, amenazándole
con que si la obligaba a marcharse lo contaría todo a las gentes, montando tanto alboroto?

–Una niñata ha arruinado un buen banquete como este. Lleváosla.

Alguien se acercó para levantar a Zi Yan de inmediato. Bai Zhi sujetaba su manga con firmeza, y
ambos lados tiraron de ella hasta que las ropas de la joven se rasgaron en dos.

–¡Sacadla de aquí ya! – Fulminó Da Furen.

–¡Mirad! – Explotó Bai Zhi.

Las miradas de los presentes se movieron siguiendo sus palabras. Tanto los brazos como el cuello
de Zi Yan estaban cubiertos de moratones azulones; se podía ver a simple vista que eran fruto de
maltrato.

Li Zhang Le echó un vistazo rápido, se giró de repente, provocando que sus pendientes de rubí se
balanceasen.

–Debe haber hecho algo desvergonzado, ¡algo muy libertino! – Comentó fríamente.
–Da xiaojie, no deberías mirar algo tan sucio, ¡podrías ensuciarte los ojos!

–Como es a ti a quién le dieron esta criada, es cosa tuya, sin embargo, esto es demasiado…–
Añadió San Furen lentamente.

Lo que quería decir estaba muy claro. Aunque Zi Yan fuera una criada, no debería ser maltratada
de esa forma, sin hablar de los incontables moratones. El hijo de una familia conocida debería ser
educado, haciendo algo así…

Li Wei Yang suspiró profundamente como si no pudiese soportarlo.

–Dage, no te voy a culpar, pero Zi Yan vino conmigo desde Ping Cheng. Era obediente, educada e
inteligente, pero estando contigo ha acabado muriendo, ¿qué puedo decir?

Da Furen entrecerró los ojos, sus cejas estaban alzadas como cuchillos.

–Feng er suele estar ocupado con su trabajo, ¿cómo va a poder prestarle atención a una criada? –
Declaró. – Las criadas de la familia Li tienen que controlarse para poder servir a sus señores. Zi Yan
fornicó con un criado y se buscó problemas. Se ha debido matar para evitar que la culpemos.

–¿Oh, de verdad? – Li Wei Yang sonrió.

Li Min Feng era, por supuesto, quien mejor conocía esa situación. Zi Yan no dejó de intentar
persuadirlo para que la tomase como concubina, pero no se había casado aún. ¿Cómo iba a
quedársela? Por ello, endureció su corazón y ordenó que la atasen y, una de dos, o la matasen, o la
vendiesen. Los secuaces se encargaron de ella silenciosamente. El asunto principal era que el
cuerpo debería haberse sacado de la casa, ¿cómo podía aparecer en la casa principal, delante de
todo el mundo? ¡Alguien lo estaba planeando!

Enrojeció mientras lo pensaba, cruzó los dedos y escupió:

–No sé nada sobre la muerte de Zi Yan.


–¡Lleváosla, rápido! – Gritó Da Furen.

Los criados empezaron a mover el cuerpo, no obstante, justo cuando iban a llevarse el cuerpo, se
escuchó un sonido: algo se había caído de los brazos de Zi Yan.

Li Wei Yang sonrió y dijo:

–Dage, este es el monedero que llevas a todas partes, ¿esta muchacha te lo ha ensuciado, o…?

Una criada se había suicidado misteriosamente, su cuerpo estaba lleno de pruebas de maltrato, el
monedero de Da shaoye había caído de sus brazos… La cara de todos los testigos cambió cuando
conectaron todos esos hechos.

¡Da shaoye de los Li tenía una moralidad corrupta! ¿Quién se atrevería a casarle con su hija?
Ahora, ¿cómo iba a avanzar a la siguiente fase y convertirse en un oficial de la corte? Eso sólo
dejaría en evidencia al primer ministro.

El rostro de Li Xiao Ran era lívido, contuvo la mayor parte de su enfado, pero sus ojos estaban
posados en Li Min Feng como si estuviese a punto de estallar.

Los criados se llevaron a Zi Yan, la expresión de los presentes volvió a ser tranquila, pero seguían
con cierto rumor en sus corazones. Dirigieron las miradas a Li Min Feng que parecía extrañado y
temeroso.

–¡Su er! – Exclamó Liu Furen.

Todos se dieron la vuelta para encontrarse con una criada acercando al joven de ocho años. Liu
Furen corrió a su encuentro, le estrechó entre sus brazos y no cesó de repetir su nombre y
llamarle: “cariño mío”.

–¿Qué ha pasado? – Preguntó Li Xiao Ran con el ceño fruncido.


La criada hizo una reverencia y respondió.

–He visto a Liu shaoye en la parte de atrás, estaba buscando el baño y se ha perdido-…

Todos rieron, pero tras aquel incidente era una risa deshonesta. ¿Cómo podían continuar con el
banquete llegados a este punto? Propusieron un brindis y se marcharon.

La familia Li se quedó de pie en la puerta de entrada para despedir a los invitados. Da Furen y el
resto forzaban la sonrisa, la única que sonreía como siempre era Wei Yang. Tuoba Yu se le acercó,
sonrió y dijo con voz muy suave:

–Bien hecho.

La cara de Li Wei Yang siguió calmada, como si no le hubiese escuchado.

–Me despido, Séptimo príncipe. – Le saludó con solemnidad.

Sabía que, aparte de Tuoba Zhen y Tuoba Yu, nadie creería que Li Min Feng era ese tipo de
persona, pero era indiferente que lo creyeran o no. Los rumores son más temibles que los tigres, al
día siguiente todos en la ciudad sabrían lo corruptas e indecentes que eran las acciones y las
palabras del heredero de la familia Li.

A partir de aquel día, tanto el matrimonio como la carrera de Li Min Feng estaba completamente
arruinado. Este era el agradecimiento por haberla incriminado.

* * * *

Cuando ya no quedaba nadie, Li Xiao Ran abofeteó a Li Min Feng de repente. Usó tanta fuerza que
le tiró al suelo, le rompió varios dientes y le llenó la boca de sangre.
Da Furen corrió a ayudarle a levantar.

–Lao Ye, ¿no ves que alguien lo ha preparado todo?

A Li Xiao Ran no le importa si era una trampa o no, sólo sabía que había quedado en evidencia
delante de toda esa gente. Li Min Feng había arruinado la buena reputación centenaria de la
familia Li con sus propias manos; no pudo evitar arder de ira.

–¡Trampa! ¿Quién lo ha preparado todo? ¡¿Quién?! ¡Aunque sea inocente de esto, al fin y al cabo,
ha seducido a la criada de su hermana! ¡Aunque no sea culpable sigue siendo un desvergonzado!

Da Furen fue incapaz de controlar sus lágrimas y lloriqueos.

–Lao Ye, es nuestro hijo mayor, ¿cómo puede ser que no le creas-…?

–¿Creerle? ¡Lo he visto con mis propios ojos! ¡De todos los momentos que hay para que sea una
vergüenza, ha tenido que elegir cuando estaba todo el mundo delante! – Li Xiao Ran volvió a
patear a Li Min Feng violentamente.

Li Min Feng, de repente, giró la cabeza para mirar a Li Wei Yang con los ojos inyectados en sangre.

–¡Serás zorra! ¡Tú eres la que incitó a esa chica a-…!

Li Wei Yang miró a Li Xiao Ran y dijo con gran pesar:

–Padre, Dage me culpa de todo.

Li Xiao Ran estaba en la cima de su enfado, señaló a Li Min Feng y anunció:

–¡Encerrad al joven amo en el salón ancestral para que arrepienta durante cien días!
El rostro de Da Furen se tornó de un blanco mortal, miró para atrás, a Wei Yang, con ojos
maliciosos como si se la fuera a comer, pero Li Wei Yang sonrió y posó su mirada en Li Zhang Le
que seguía parada en el mismo sitio, sin palabras.

–Dajie, estoy cansada. Voy a volver a mi habitación, déjame pasar, por favor.

Li Zhang Le miró a Li Wei Yang a los ojos como si hubiese visto al diablo arrastrarse desde el
infierno y, entonces, retrocedió un paso involuntariamente.

Capítulo 63: El cautiverio termina en desastre

Li Wei Yang se marchó del salón principal y suspiró lentamente con alivio. Bai Zhi la esperaba
fuera, cuando la vio salir, corrió a su lado.

–Xiaojie.

Li Wei Yang le echó una mirada y vio lágrimas vacilando en las esquinas de sus ojos. Suspiró e
inconscientemente dijo:

–¿Sigues alterada por lo de Zi Yan?

Bai Zhi se secó las lágrimas.

–Xiaojie, Zi Yan y yo entramos juntas a la casa, es obvio que nuestra relación era más cercana que
con otros. Aunque se lo haya buscado, ha muerto de una forma muy miserable, yo me siento
muy…

Li Wei Yang asintió. En cuanto San Furen envió a alguien para decirle que Da shaoye había
castigado a Zi Yan y que incluso la había torturado hasta matarla, se le ocurrió esta idea de
inmediato. Conocía bien a Li Xiao Ran, era imposible que perdonase a alguien que amenazase con
poner en peligro su estatus.
Los ojos de Wei Yang buscaron por su entorno, y de repente, frunció el ceño.

–¿San Furen y Min De se han ido?

La cara de Bai Zhi estaba blanca.

–San furen sí que se ha ido, pero no hemos encontrado a San shaoye por ningún lado.

El muchacho se había estado comportando de una forma extraña desde el comienzo del banquete.
Li Wei Yang reflexionó sobre ello y tuvo un mal presentimiento.

–Ven conmigo a buscarle.

Volvieron mientras le buscaban. Al fin, vieron una figura conocida en un escalón del pabellón del
jardín.

Li Wei Yang estaba pasmada y se apresuró a acercarse.

–Sanjie. – Dijo Li Min De con voz grave en el escalón.

La luz de la luna iluminaba su rostro, parecía que sus labios estaban palideciendo.

–¿Por qué estás sentado aquí solo? – Le preguntó ella.

Cuando la mano de Li Wei Yang le tocó, se sorprendió por la baja temperatura del muchacho; le
ordenó a Bai Zhi que fuera a por una capa.

Bai Zhi se dio la vuelta y se marchó, dejándoles a solas en el pabellón.


Li Min De no levantó la cabeza.

–Sanjie, lo que ha pasado hoy… Lo has planeado tú con mamá, ¿verdad?

Li Wei Yang le miró como ausente, no sabía cómo responderle. Da fang[1] había estado pensando
abierta y secretamente en quedarse con los bienes de San fang. La anterior mala condición de San
furen había sido todo obra de Da furen. San furen, ahora mismo, se estaba limitando a devolverle
el favor. No había nada de malo en ello, pero Min De seguía siendo un niño después de todo,
¿sería capaz de entenderlo?

–Min De, no deberías preocuparte por esas cosas. Vuelve a casa y no te resfríes. – Tiró de su brazo
otra vez.

Él no se movió, se limitó a fruncir el ceño.

–Quiero quedarme aquí un poco más.

–¿Qué te pasa hoy? – Su cara tenía una capa de enfado. – ¡¿Vas a volver, o no?!

–¡No! – Li Min De le habló de repente con voz grave y los ojos de Li Wei Yang se volvieron fríos.

No podía ser amable con nadie sin motivo aparente, si Li Min De y ella no establecían una buena
relación, no le importaría si se moría de frío.

–Vale, pues si tú no te vas, me iré yo. – Li Wei Yang se dio la vuelta.

–Me lo escondes todo… – Un murmuro de mala gana se escuchó por detrás.

Li Wei Yang giró la cabeza y observó al niño; pensó en lo maduro que era a pesar de ser un
chiquillo.
–No pretendíamos escondértelo, es sólo que lo mejor para ti es saber lo menos posible.

No podían permitir involucrar al niño en algo así.

–Sólo me ves como a un niño. – Li Min De frunció el ceño.

¡Si no eres un niño, ¿qué eres?!

A Wei Yang le empezó a doler la cabeza.

–De ahora en adelante nos esforzaremos por-…

Li Min De alzó la cabeza, sus ojos brillaban al mirarla hasta el punto que Wei Yang se sintió
inexplicablemente culpable. Ni ella, ni San Furen pondrían en peligro a Min De.

–Deja de hacer una escena, levanta. – Li Wei Yang parpadeó conforme hablaba con un tono serio.

–No estoy haciendo una escena. – Las pestañas de Min De eran como un abanico, su carita no
albergaba emoción alguna; parecía que su rostro mostraba un aura que no iba con su edad.

Li Wei Yang rió y dijo:

–¿No quieres que te vea como a un adulto? ¿Así se portan los adultos?

No respondió. Li Wei Yang le alcanzó para tirar de él.

Li Min De le apartó la mano sin decir nada, Li Wei Yang se burló de él para sí. ¡El muchacho no era
nada encantador!

Li Min De se levantó de repente, por desgracia, en cuanto dio un paso, cayó.


–Se te han dormido las piernas, ¿a qué sí? – Li Wei Yang le cogió y consiguió ponerle en pie otra
vez, suspiró desvalida. –San shaoye, ¿quiere que nos resfriemos juntos?

Li Min De apretó la cara aún enfadado.

–¿Qué tienes en los brazos? Sobresale. –Preguntó Wei Yang sospechando.

–Nada…

Le miró inquisitivamente.

–¿De verdad no es nada?

Él se abrazó el pecho.

–Es un juguete sin valor, nada en comparación con el regalo del príncipe heredero.

Li Wei Yang se quedó quieta.

–Tú… ¿También me has preparado un regalo?

Una pizca de rubor apareció en el rostro de Li Min De y no afirmó nada hasta un buen rato
después.

Li Wei Yang estaba algo sorprendida, se sentía inquieta. Se dio cuenta Min De era un niño solitario
por su precocidad. Era mucho más inteligente y astuto que un adulto, lo que hacía imposible no
sentir cierto afecto por él.

Li Min De sacó una talla de madera de su pecho despacito.


Parecía una muñeca en forma de conejo.

–¿Se parece a ti? – Le preguntó agradablemente Li Min De.

Li Wei Yang no tuvo el valor de desanimarle, así que le contestó:

–Sí, se parece mucho. ¿Lo has hecho tú?

–¡Sí! – Li Min De sonrió muy contento.

–Es muy bonito. – Li Wei Yang levantó el regalo y lo miró minuciosamente; a pesar de que la
madera estaba mal picada, había alisado todas las esquinas y las líneas. Se había esforzado mucho.
– Eres demasiado amable conmigo.

Li Min De sonrió, ella vio que el niño escondía los dedos y frunció el ceño. Le levantó la mano de
inmediato y vio que en la punta del dedo tenía una cicatriz gruesa.

–¿Te has hecho daño en los dedos?

–¡No! – Li Min De escondió la mano.

Era obvio que sí se había herido las manos, pero lo negó.

Los ojos de Wei Yang eran oscuros como la noche, sus largas pestañas rizadas creaban una sombra
en sus ojos. Al fin, sonrió alegremente.

–Lo atesoraré.
* * * *

Se dice que cuando un cotilleo se repite a menudo, termina aceptándose como verdad. El
incidente fue inevitablemente exagerado por la cantidad de bocas que lo esparcieron. Además,
aquella noche entre los invitados había nobles y mujeres de su familia que disfrutaban de cotillear
entre ellos. Al poco tiempo la capital entera supo que el hijo mayor del primer ministro Li, que
acababa de volver de sus estudios, en realidad era un hombre oscuro que había aceptado
concubinas antes de casarse y que había asesinado a una muchacha de alguna forma. Da Furen
pensó en todas las formas posibles de evitar que los rumores siguieran extendiéndose, pero cada
vez eran más y más intensos. Los rumores siguieron y cada cuál añadía detalles de su propia
colecta, volviendo el incidente mucho más colorido y popular. Al final, la versión evolucionó hasta
esto: el hijo mayor de los Li había acosado sexualmente a una muchacha y ésta, se había suicidado
el día del banquete. Lo más horrible de todo es que esta versión se extendió por palacio lo que
enfureció al Emperador, ya que había tenido la intención de permitir a Li Min Feng convertirse en
un oficial de la corte. Tiró todas las propuestas que le apoyaban y también regañó a Tuoba Zhen
por presentar esa propuesta.

El tercer príncipe siempre era precavido, creyó que, si escribía una propuesto para ayudar, se
ganaría el favor del primer ministro Li y así, un ayudante extra que podría usar en el futuro. No
esperó que pudiera pasar algo como esto; hacía años desde que había dado un paso en falso.

Da Furen llevó a Li Zhang Le al salón ancestral para que pudiese visitar a Li Min Feng que llevaba
encerrado diez días.

Li Min Feng se sentó en la mesa como en trance, su complexión se había puesto pálida, sus ojos
blancos y su rostro desanimado. En los últimos días, no había conseguido comprender cómo podía
ser que alguien como él, de gran conocimiento conseguido a base de viajes y estudios, no fuera
rival para una niña de trece años. No podía creer que hubiese estado cayendo continuamente en
las estratagemas de Li Wei Yang y que esa muchacha le hubiese estado llevando en círculos. A ojos
de Li Wei Yang, ese gran talento en política y maquinaciones no eran nada.

–Dage, ¿cómo te has puesto así? – Li Zhang Le se había quedado casi sin habla.

En cuanto el joven vio a Da Furen, se precipitó hacia adelante.


–Madre, ayúdame a salir de aquí, ¡no lo aguanto más!

Capítulo 64: Maliciosa y siniestra

Li Zhang Le frunció el ceño y mostró una expresión titubeante.

–Hemos pensado de todo, pero padre sigue queriéndote aquí un mes por lo menos.

–¡Imposible! – Li Min Feng se quejó. – Soy el hijo que más quiere, ¡¿cómo puede hacerme esto?!

Seguramente, él mismo no lo sabía, pero sus ojos se entrecerraron en una profunda incomodidad
y temblaba como una hoja a punto de caer.

Li Zhang Le dijo:

–Dage, padre está mi enfadado. Últimamente, todo el mundo habla de esto. Padre siempre ha
valorado la reputación, lo que hiciste es inaceptable para él.

–Da igual lo que oigas, ¡es todo mentira! ¡Era un cadáver! ¡¿Cómo puede haberse colgado solo?!
¡Es esa zorra de Li Wei Yang quien lo planeó todo! ¡Ya me encargaré de ella!

Se aferró a los hombros de Li Zhang Le y la sacudió con todas sus fuerzas, gritando muy fuerte. Su
atractivo rostro noble había desaparecido por completo.

Li Zhang Le estaba perpleja, sintió un temor inusual; la cara de Li Min Feng le recordó a una bestia
moribunda, había perdido la calma.

Da Furen se precipitó y entonces, le abofeteó sin misericordia.

–¡Vuelve en ti! Siendo tan impulsivo caerás en la trampa de Wei Yang. ¡Ahora debe estar
escondiéndose en la oscuridad, mirándonos caer en tiempos difíciles y volvernos locos!
Li Min Feng se sorprendió y, ausentemente, observó a Da Furen un rato, entonces, mostró una
expresión desvergonzada. Era una lástima que fuera hombre; solía presumir de sus talentos, pero,
en esos momentos, su posición no era menos incierta que la de una mujer casada y criada en el
harem familiar.

La culpa y la vergüenza fueron apareciendo en su rostro y, entonces, aflojó las manos.

Poco después, descubrió atónito que Da Furen empezaba a tener signos de su edad. Le estaban
empezando a crecer mechones plateados en los costados de la cara, también tenía arrugas en las
esquinas de los ojos y sus ojos demostraban cierta inquietud.

Atónito, descubrió que su madre era capaz de sentir ansiedad por algo así. Li Wei Yang había
obligado a su madre a estar en semejante condición, ¿qué estaba pasando?

El rostro de Li Wei Yang flotó por su cabeza, enfadándole, e incluso despertando sus instintos de
matar. Sus ojos se ensombrecieron, una sonrisa impotente y resentida se formó en su boca.

–Madre, ¿cómo voy a perder contra una muchachita?

–He estado repitiéndolo, una y otra vez, que esta Wei Yang es una zorra despiadada. O no
hacemos nada, o hacemos uno que acabe con todo. ¡Pero ninguno de los dos me hace caso nunca!
– Vio las ganas de matar en los ojos de su hijo y suspiró incontrolablemente. – También es culpa
mía por mimaros. Habéis navegado en aguas tranquilas tanto tiempo, que os habéis vuelto
incapaces de soportar las olas.

–¡Pero me ha hecho sufrir mucho! – Dijo Li Min Feng enfadado. Su expresión era como la de un
lobo herido.

Él se veía como un hombre de grandes talentos, así que, pensó que le costaría muy poco
deshacerse de Li Wei Yang, pero jamás habría pensado que se libraría de él mismo.

Da Furen enseñó una sonrisa suave, una sonrisa que hacía que los demás se estremecieran.
–En este momento, si seguís buscando problemas, vuestro padre se cansará todavía más de
vosotros. Sobretodo ahora que toda la capital habla de este asunto; si te vas, te humillarás, así
que, ¿qué hay de malo en quedarte aquí y pensar en tus errores?

Li Min Feng mostró una pizca de incertidumbre.

–Dage, tu corazón es demasiado amable. –Li Zhang Le habló con frialdad. – Si te hubieras
encargado de Zi Yan antes, esto no habría pasado.

Li Min Feng estaba algo avergonzado, pero tenía razón. Se había interesado en Zi Yan, pero ella, su
hermana pequeña, no tenía el derecho de sermonearle.

–Si no hubieras instigado a tu hermano, ¡¿cómo iba, un hombre como él, a meterse en estos líos?!
– Da Furen miró a Li Zhang Le.

Li Zhang Le palideció, no podía escapar de la estricta expresión de su madre.

–Madre, si Dage quedase por debajo de Li Wei Yang no sería nada bueno para él.

–¡Basta! Para encargarnos de ella, tenemos que esperar la oportunidad lentamente. Ahora es An
Ping Xian Zhu, ¡es mucho más difícil tocarla! – Da Furen habló con suma frialdad.

–Madre, llevas mucho tiempo diciendo que esperemos la oportunidad, ¡¿hasta cuándo tendremos
que esperar?! – Li Zhang Le frunció el ceño.

Una sonrisa inexplicable apareció en la cara de Da Furen.

–Muy pronto.

Li Min Feng y Li Zhang Le estaban inciertos. Da Furen le echó un vistazo a Li Min Feng.
–Calcula en silencio, buscaré una forma de sacarte de aquí. Y tú, Zhang Le, no te enfrentes con esa
zorra, ¡mamá la hará desaparecer dentro de poco!

* * * *

Al salir, Li Zhang Le no pudo evitar preguntar:

–Madre, ¿ya tienes un plan?

Da Furen sonrió furtivamente pero no dijo nada. El mayor interés de Li Zhang Le era la idea de la
muerte inminente de Li Wei Yang.

–¿Necesitas la ayuda de tu hija?

Da Furen la miró con dulzura y le contestó:

–No te preocupes, dedícate a estar guapa.

Li Zhang Le se ruborizó.

–Tu hija siempre está atenta a eso.

Da Furen sonrió.

–Ni Li Wei Yang, ni ninguna princesa son rivales para ti. ¿Notaste cuántos gongzi[1] te miraban en
el banquete? Sobretodo el quinto príncipe. Tu padre me ha dicho que el quinto príncipe tiene la
intención de pedir tu mano en matrimonio.
–¿Padre ya ha dicho que sí? – Li Zhang Le frunció el ceño.

-Da Furen sacudió la cabeza.

–La madre del quinto príncipe, la concubina Min, ha sido la favorita todos estos años, así que el
quinto príncipe se beneficiará de eso, pero tu padre ha dicho que los que tienen mayor
posibilidades de subir al trono son: el príncipe heredero y el querido séptimo príncipe del
Emperador. Como al quinto príncipe todavía le falta experiencia…

Eso significaba que ya habían decidido ponerse de parte de uno de esos dos. Li Zhang Le sintió una
leve decepción, no sabía por qué, pero el atractivo rostro del tercer príncipe apareció en su
cabeza.

Da Furen le acarició la mano suavemente.

–Tienes que vestirte bien y aprovechar esta oportunidad, ¿entiendes?

* * * *

Desde que Da Furen visitó a Li Min Feng en el salón ancestral y advirtió a Li Zhang Le de nuevo, Li
Wei Yang descubrió que ya no había rumores de que Da shaoye no comía, y que Li Zhang Le se
comportaba como siempre y se portaba mejor. Además, Da xiaojie se vestía mejor que antes. Li
Wei Yang adivinó por encima que eso se debía a que Da Furen maquinaba algo en su contra, o que
su hermana mayor estaba usando su belleza como arma para hacer algo extraordinario.

Un mes después, Li Min Feng salió del salón ancestral. En su rostro no se veía ni una pizca de
enfado con Li Wei Yang, ni un indicio. No obstante, bajo esa expresión serena había, sin lugar a
dudas, torbellinos de ira y enfado.
* * * *

El caos entre las víctimas del desastre pasó; lentamente, Da Li recuperó su tranquilidad, pero este
período pacífico no duró mucho porque, después de cada desastre, estalla una enfermedad
epidémica. Este hecho era especialmente común en las áreas afectadas, por lo que los villanos
asustados enterraban a la gente enferma, a los caballos, a las vacas y a las cabras.
Inintencionadamente, estas formas de proceder afectaban a la fuente del agua, provocando más
infecciones.

El Emperador envió numerosos cargamentos de médicos oficiales a las áreas para curar la
epidemia, y con el tiempo, todo quedó bajo control. Pero, a causa del regreso de los oficiales, la
epidemia llegó a la capital. Las gentes de a pie solían ir a trabajar cada día, así que, después de ser
tratados, se recuperaban rápidamente. Por desgracia, los nobles no se movían muy a menudo, por
lo que, su recuperación era más difícil. Tres o cuatro oficiales de la corte de alto rango habían
muerto, motivando sorpresa y miedo.

El primer ministro Li estaba ocupado con ese problema ocasionándole noches de privación de
sueño.

Da Furen sintió, al ver esto, que su oportunidad había llegado.

Aquella noche, Li Xiao Ran daba vueltas y se giraba sin parar, no podía dormir. Da Furen se sentó
con la frente empapada de sudor.

Li Xiao Ran, sorprendido, vio la expresión inquieta de Da Furen.

–Furen, ¿qué te pasa?

La expresión de su mujer era ausente, era como si estuviese perturbada; murmuró algo, no
obstante, no consiguió pronunciar ninguna palabra reconocible.

Li Xiao Ran estaba ansioso.


–¡¿Qué ocurre?!

Con ayuda de la luz de la vela, Li Xiao Ran notó que la mandíbula inferior de la cara redonda de Da
Furen estaba tan afilada que podría pinchar, debajo de los ojos tenía unas sombras verdosas y
oscuras.

Da Furen se abrazó a sí misma mientras temblaba.

–He tenido una pesadilla, ¡qué miedo!

Era solo una pesadilla, Li Xiao Ran se volvió a tumbar y, obviamente, ignoró lo que le decía.

Da Furen se enfadó, pero se contuvo.

–He soñado con gente de madera, hasta sus manos eran de madera, y pegaban a Lao Ye-…

La expresión de Li Xiao Ran empeoró al escucharla.

–¡¿Qué clase de sueño es ese?! – preguntó solemne.

Da Furen mostró una expresión preocupada, y un rato después, prosiguió.

–¿Y si es una premonición…?

Li Xiao Ran no dijo nada, pero en su corazón había cierta inquietud.

De repente, echó la mente atrás, cuando el Emperador acababa de ascender al trono. Aquel
verano hubo una sequía. Los alquemistas y los nigromantes de la capital usaron sus artes oscuras
para hechizar a los plebeyos; algunos hasta acarrearon el caos en el harem enseñándoles a las
concubinas a hacer vudú. Las concubinas del harem envidiaban, acusaron y delataron a las otras,
acusándose entre ellas de maldecir al Emperador. El Emperador ordenó que rebuscaran la ciudad
entera en busca de muñecas de vudú, y se encontraron muchísimas. Las concubinas y las criadas,
bajo duras torturas, confesaron que las supersticiones las habían embrujado y que usaron las
muñecas de vudú para maldecir al Emperador y a otras criadas y concubinas. Este incidente
implicó a muchos oficiales y provocó la muerte de muchos. En conclusión, el Emperador ordenó
que cualquiera que hiciera vudú, fuera cual fuese su género y edad, sería ejecutado y exiliado.

Este sueño que acababa de tener Da Furen, ¿podría estar prediciendo algo?

Li Xiao Ran reflexionó sobre la epidemia y no pudo dormir. Da Furen soñó con alguien de madera
que iba a por él, ¿sería un presagio de mal agüero? Este pensamiento le disgustó y le puso
nervioso.

* * * *

En medio de la noche se escuchó un sonido en la ventana que despertó a Li Wei Yang.

Bai Zhi fue a echar un vistado de inmediato y afanosamente comentó:

–Xiaojie, sólo ha sido el viento. No es nada. Ahora la cierro.

Li Wei Yang no sabía por qué tenía sudor en la frente. Se la secó y, entonces, volvió a tumbarse. No
sabía por qué sentía que se acercaba una calamidad, un presagio siniestro…

Aquella noche, se acercaba la tormenta.

Capítulo 65: Un plan dentro de un plan

A la mañana siguiente, Li Zhang Le fue a ofrecer sus respetos a Da Furen. [1] Viendo su expresión,
se alegró y no pudo evitar preguntarle:
–Madre, ¿qué buenas noticias tienes?

Da Furen sonrió y miró los hermosos y encantadores ojos de Li Zhang Le.

–Ya lo tengo todo preparado, tranquila.

El rostro de Li Zhang Le mostró un indicio de regocijo, ya había adivinado que su madre iba a
deshacerse de la zorra de Li Wei Yang.

–Madre, ya he ordenado a varias personas que le echen un ojo a Wei Yang…

–No, no podemos golpear la hierba y asustar a la serpiente, esta maldita jovencita siempre está
alerta, cuánto menos gente, mejor.

–Pero-… – Li Zhang Le quería castigar a Wei Yang con sus propias manos.

–Sólo mira lo que hago. – Da Furen dijo tranquilamente.

No tenía intención de contarle a Li Zhang Le todo su plan; antes no se lo contaba porque no quería
ensuciarle las manos de maquinaciones sangrientas, pero ahora no quería desconcentrarla.

–Tu prioridad es gustarle al príncipe heredero o al séptimo príncipe.

–Siempre estás hablando del príncipe heredero, Dage dijo que era un idiota, y el séptimo príncipe
es, más o menos, de mi edad, sólo usa el favoritismo del Emperador para asegurar su posición.
Dage también dijo que el tercer príncipe no es igual que el resto, sus acciones son de un hombre
de buen carácter.

Da Furen la escuchó y sacudió la cabeza.


–¿Cómo te crees lo que dice tu Dage? Es sólo un erudito, no comprende toda la situación. Da igual
lo poderoso que sea l tercer príncipe, no se puede ni comparar con el príncipe heredero o el
séptimo príncipe.

A pesar de que Li Zhang Le no abrió la boca, la atractiva cara de Tuoba Zhen permaneció en su
mente. En su corazón no guardaba buenos pensamientos del distante príncipe heredero, ni del frío
séptimo príncipe.

–Sé lo que estás pensando, el tercer príncipe parece refinado y cortés. He oído decir que es muy
atento contigo; preguntó sobre tus cosas favoritas y las compró muy lejos. Pero siempre he tenido
el presentimiento de que lo hace por otro motivo. Tal vez quiere controlarte y, a través de ti,
controlar a tu padre.

Aunque Da Furen era una mujer, había estado mucho tiempo al lado del primer ministro Li, por lo
que era capaz de adivinar este tipo de cosas. Si su hija se casaba con un príncipe con buenos
antecedentes podría convertirse en Emperatriz, ¿por qué iba a escoger un camino más arriesgado?

Li Zhang Le vivía una vida cómoda, ya se había cansado de los platos del cocinero de la familia.
Siendo conocedor de esto, Tuoba Zhen envió un cocinero a través de Li Min Feng; la especialidad
de ese cocinero era el pastel Jiangshan. Cada capa del pastel era fina y tierna, blanda pero no
pegajosa, dulce pero no grasosa, por lo que Li Zhang Le era incapaz de dejar de comerlo. Al
principio, había albergado cierta admiración por él, pero ahora había aumentado.

Li Zhang Le cogió aire.

–Madre, estás pensando demasiado las cosas. Puede que el tercer príncipe no sea como dices.

–Me temo que no usas el cerebro. – Gruñó fríamente. – La madre biológica de Tuoba Zhen es de
baja cuna, pobre en comparación con el príncipe heredero o el séptimo príncipe. Pero es muy
prudente y se mueve cautelosamente, cuidando cada paso, para que el Emperador confíe en él, la
Emperatriz también le trata bien. Parece ser muy considerado con el príncipe heredero…
Seguramente tiene motivos ocultos.

El corazón de Li Zhang Le se sacudió.


–Si tiene otros motivos y se convierte en el Emperador algún día…

–Sólo es un granuja, ¿cómo se va a atrever a esperar más? ¿Qué más da si es bueno maquinando?
No puede ocultar sus antecedentes y a su madre. Si tuviese un clan matriarcal como el séptimo
príncipe, tu padre le podría apoyar, pero sólo es un-… – A Da Furen se le ocurrió algo de repente y
miró a su hija. – ¿No me digas que te gusta?

Al final, Li Xiao Ran había adivinado por encima la ambición de Tuoba Zhen y se negó a apoyarle.

Li Zhang Le murmuró algo, se ruborizó y dijo:

–¿Quién lo dice? Dage siempre le está alabando, esto es…

–Él y tu Dage han viajado juntos, – Da Furen habló en un tono de burla. – su relación es buena,
pero ve las cosas muy simples. Tu padre quería que tu Dage y tú interactuarais más con el príncipe
heredero y el séptimo príncipe, no quería que os juntaseis tanto con el quinto príncipe. Pero pensó
que todos ellos ya tienen un clan matriarcal poderoso y que, por tanto, cuando ascendieran al
trono, no conseguirían ningún mérito, así que buscó otra forma de conseguir beneficio. No se paró
a pensar que Tuoba Zhen, que no tiene aliados ni poder, podría superar todos los obstáculos. No
deberías enamorarte de su comportamiento frívolo.

En el corazón de Li Zhang Le estaba apareciendo una sombra, pero habló con suavidad.

–Sí, lo entiendo, madre.

Los ojos de Da Furen se iluminaron, cambiando impredeciblemente, y habló en voz baja.

–No te preocupes, el marido que tu madre te va a buscar será indudablemente noble y sin rival.

* * * *
Tras la muerte de Zi Yan, Mo Zhu y Bai Zhi eran las únicas criadas cercanas a Li Wei Yang. Todo el
mundo pensó al principio que escogería a dos criadas de alto rango en poco tiempo, sin embargo,
ya había pasado un mes y medio y todavía no había hecho nada. A pesar de que las criadas
estaban sorprendidas, no se atrevían a preguntar nada.

Como había muchas más cosas que hacer en la residencia, Mo Zhu le pidió a Li Wei Yang que
seleccionase a Qing Fang y a Hong Luo para que sirvieran el té y echaran una mano. Mo Zhu había
estado vigilando a Qing Fang, que era sirvienta en la residencia de Da Furen y particularmente
lista, temiendo que fuera una espía. A Hong Luo no la tenían tan controlada, en primer lugar,
porque era la hija del contable Liu que esperaba para casarse y no tenía ninguna conexión con
ninguno de los señores de la casa, y en segundo lugar porque era honesta y fidedigna. No hablaba
mucho, pero con el tiempo se ganó su confianza y empezó a trabajar más en la residencia.

Esa noche era el turno de Bai Zhi y Hong Luo.

Li Wei Yang estaba sedienta antes de ir a la cama y ordenó que alguien le trajese un té. A Bai Zhi le
gustaba mucho Hong Luo, esa jovencita reservada y trabajadora.

Hong Luo bajó la cabeza y Li Wei Yang le miró el brazo. No era algo muy notable, pero al verlo, Wei
Yang notó algo extraño en su muñeca.

Hong Luo se vestía modestamente, a parte de las joyas obligatorias, no llevaba ninguna más, pero
aquel día, en su muñeca había aparecido un brazalete de jade.

No era para tanto, pero era extraño que lo escondiera debajo de las mangas. Si Li Wei Yang no se
hubiese inclinado tanto, nadie habría visto el brazalete.

Li Wei Yang había visto incontables joyas, por lo que supo que ese no era una pulsera normal.
Todo el brazalete estaba hecho de jade verde, no tenía ni un solo defecto y brillaba en la
oscuridad.

Recordó que Mo Zhu le había dicho que el padre de Hong Luo era un contable y que tenía dos
hermanas mayores prometidas, por lo que la habían prometido con alguien con la esperanza de
tener más regalos para las bodas de sus hermanas. ¿Este tipo de familia le compraría un brazalete
tan valioso a su hija?

Muchísimos pensamientos cruzaron la mente de Li Wei Yang y, al final, no mostró nada en su


rostro mientras se tumbaba como siempre y se daba la vuelta. Escuchó como Hong Luo se retiraba
en silencio con los ojos abiertos.

¿Estaba pensándolo demasiado? Tal vez fuera un regalo de sus suegros.

* * * *

A la mañana siguiente, después de levantarse, Li Wei Yang seguía con una expresión normal
cuando vio a Hong Luo y encontró una excusa para alejarla. Entonces, llamó a Mo Zhu y Bai Zhi
para interrogarlas.

–La madre de Hong Luo la había prometido, pero por alguna razón se canceló. Así que el padre le
rogó al casero que permitiera a Hong Luo quedarse y echar una mano en la residencia. –Explicó
Mo Zhu.

Bai Zhi se había vuelto más atenta después de lo ocurrido con Zi Yan.

–Xiaojie, sospechas que Hong Luo…

Li Wei Yang sacudió la cabeza. Sólo era un brazalete valioso, ¿qué clase de prueba era esa? Pero la
paga mensual de Hong Luo era pequeña y no tenía muchas oportunidades de salir de la residencia
Li. A ella no le faltaba nada y, si no se lo habían robado, ¿de dónde lo habría sacado?

–Haced como que no sabéis nada, – dijo Wei Yang. – si no pasa nada, me alegro, pero si pasa algo,
hay que tener pruebas.
Sinceramente, Li Wei Yang no quería que apareciera una segunda Zi Yan, pero las cosas no
funcionaban así en este mundo. Cuánto menos quieras que suceda algo, mayor es la posibilidad.

A diferencia de Zi Yan, Hong Luo había crecido en la familia Li; su trabajo era entusiasta y estable y
nunca la habían visto como a una listilla. Pero cuánto más lista fuera, más fácil sería que se
confiara. Si no hubiese llevado el brazalete de jade, Li Wei Yang no la habría descubierto. Pero en
este mundo, cuando una mujer ve a una hermosa joya valiosa, aunque tengan que esconderla, la
llevarán, aunque sea por sentirlo. Hong Luo era una mujer, después de todo, no podía soportar el
dolor de quedarse mirando las joyas y asumió el riesgo.

Después de lo sucedido, Hong Luo reflexionó prudentemente sobre aquella noche y su expresión y
cuerpo se empaparon de sudor. No se atrevió a volver a ponerse el brazalete y se esforzó todo lo
que pudo por servir a Li Wei Yang.

Tres días más tarde, Bai Zhi informó:

–Xiaojie, he estado vigilándola en secreto, pero es muy prudente y no interactúa con extraños,
nada fuera de lo normal.

–Tal vez se ha dado cuenta. – Dijo Li Wei Yang asintiendo.

Bai Zhi estaba perpleja.

–¿Puede ser que yo no haya sido lo suficientemente cautelosa y nos haya expuesto?

–Hasta el zorro más inteligente acaba enseñando la cola – Wei Yang sacudió la cabeza. –
Esperaremos un poco más.

Li Wei Yang tenía razón, tres días después como Hong Luo no notó ningún comportamiento
extraño en Xiaojie, creyó que estaba exagerando y actuó.

Aquella noche, Bai Zhi y otra criada estaban a cargo de montar guardia y pillaron a Hong Lo
colándose. Bai Zhi ordenó que le tapasen la boca y la llevó ante Wei Yang personalmente.
Li Wei Yang miró el cuerpo tembloroso de Hong Luo y rió.

–¿Por qué estás tan asustada?

Bai Zhi se acercó y entonces, le quitó la tela que le habían metido en la boca.

–Xiajie, ¿qué he hecho? – preguntó Hong Luo de inmediato.

Li Wei Yang mostró una expresión como si no hubiese pasado nada, sonrió tranquilamente y
habló:

–Te he tratado muy bien, ¿por qué me has traicionado?

Hong Luo apretó los labios, no dijo nada, pero un sudor frío no dejaba de caerle por la frente.

Li Wei Yang que Hong Luo no se podía ni comparar con Zi Yan que no tenía ninguna experiencia en
las peleas; Zi Yan acababa de llegar de Ping Chen y había leído tantos teatros que seguía soñando
con ser un fénix. Pero Hong Luo creció en la familia Li, así que conocía las consecuencias que
aguardaban a las criadas que participaban en las peleas internas de la familia y, por tanto, no
acabaría su vida por unas tentaciones tan banales. Da Furen debía tener algo suyo entre manos
que había usado para amenazarla y prometerle algo.

Habiendo reflexionado hasta ahí, Wei Yang habló con suma dulzura.

–Hong Luo, todavía no tienes ni quince años. Solía lamentarme, lamentar el trágico final de
mujeres hermosas. Lamentaba las vidas de las mujeres que, por dar un paso en falso, echaban a
perder toda su vida. Así que, como mujeres, debemos aprender a apreciarnos. Hong Luo, no te
preocupes por el presente, ¡piensa en tu largo futuro!

Hong Luo observó a Li Wei Yang atónita, su rostro palideció y su cuerpo seguía como una talla de
madera.
Li Wei Yang suspiró.

–Hong Luo, Xiaojie te está dando la oportunidad de ser sincera, te está haciendo un favor. Te he
visto enterrar algo, ya he enviado a alguien para que lo desentierre. ¿Por qué no nos lo cuentas?
Es tu oportunidad de expiar tu crimen con una buena obra.

La expresión de Hong Luo cambió impredeciblemente, observó los ojos claros como el agua de
Wei Yang y se sumió en silencio.

–Hong Luo, eres prudente, tu trabajo es limpio. – Acabó diciendo Li Wei Yang. – Tengo muy buena
opinión de ti; hace dos días Bai Zhi hasta propuso subirte a primer rango, ¿por qué quieres destruir
tu futuro? Si yo caigo, tú eres mi criada, ¿dónde podrás ir?

Hong Luo bajó la cabeza y, durante un buen rato, no dijo nada. Li Wei Yang sabía que estaba
debatiéndose internamente, así que no la presionó. Lo único que se podía escuchar el silencioso
reloj de arena.

Hong Luo ya estaba empapada de arena cuando, por fin, abrió la boca para hablar con un tono tan
bajo que ni siquiera ella se escuchaba bien.

–He cometido un error, xiaojie. Por favor, enséñame el buen camino.

Li Wei Yang le hizo una seña a Bai Zhi, quien respondió sacando un pequeño estuche de su lado.
Bai Zhi depositó la caja en los brazos de Hong Luo. Dentro de la caja había quinientos taeles de
plata. Hong Luo se quedó estupefacta.

–Si estos taeles no son suficiente, házmelo saber. – Comentó Wei Yang.

Las manos de Hong Luo, que sujetaban la caja, empezaron a temblar y empezaron a brotarle
lágrimas. Se las secó y dijo:
–San xiaojie, merezco la muerte, pero es que no me quedaba de otra. Hace tres años, cuando mi
madre enfermó, a mi padre no le quedó otro remedio que robar cien taeles de los libros de
cuentas para poder pagar un médico. Da Furen se hizo con las pruebas más tarde y me dijo que lo
llevaría a los oficiales. Mi padre está mayor y tiene problemas en las piernas, así que me acorraló
con eso y me obligó a hacer todo esto.

Era parecido a lo que Wei Yang había predicho.

–Hong Luo, – suspiró. – no voy a ponerte las cosas difíciles. Llévate esta caja, vete de aquí con tu
padre y no dejes que Da Furen te encuentre.

Bai Zhi frunció el ceño.

–Xiaojie, ¿cómo puedes dejar que se vaya? ¿No es como llamar al peligro?

Li Wei Yang movió las manos para indicar que se había decidido.

Hong Luo jamás se hubiera imaginado que la señorita la trataría así, sus lágrimas no dejaban de
caer. Le agradeció, se levantó y anduvo hacia la puerta, pero se detuvo tras haber dado dos pasos,
como si no se pudiera mover. Su cuerpo seguía delante de ellas, tembloroso. Entonces, se dio la
vuelta, se arrodilló ante Wei Yang y admitió entre lágrimas:

–Xiaojie, ruego me perdone. Si me fuera así me sentiría culpable. Da Furen me ordenó que
enterrase muñecas de madera en la residencia, siete en total…

¿Siete? Li Wei Yang estaba perpleja; sacudió la cabeza. Da Furen tramaba algo. La tenía en tan alta
estima que hasta había enterrado siete muñecas de una sentada.

Bai Zhi sintió temor. Si Hong Luo hubiese elegido morir en lugar de contarles todo esto, o si se
hubiese ido sin más, aunque hubieran desenterrado una todavía habrían quedado las otras seis
que hubieran condenado a su xiaojie. Un sudor frío le cubrió la frente, había sido demasiado
negligente. ¿Cómo podía su xiaojie dejar que Hong Luo se fuera? Reflexionó y, al fin, lo
comprendió, entonces, alzó la vista para mirar a Li Wei Yang. En ese momento, entendió las
intenciones de su señora.
Li Wei Yang apostó por el carácter y el punto débil de Hong Luo, por lo que creía que sería sincera.
Sabiéndolo, Bai Zhi no pudo evitar quedarse muda. Los pensamientos de su xiaojie eran
demasiado complejos, era imposible verla venir.

–Sé que esto va contra la naturaleza y la razón[2], y que el karma se ocupará de ello, pero no podía
desobedecer las órdenes de Da Furen. Para evitar que me descubrieran, me moví sólo de noche.
Además de debajo de árboles, hay una de estas muñecas en cada esquina, una debajo de tu cama,
y la otra… – Hong Luo enrojeció y, por fin, confesó. – la última la escondí en las hierbas de detrás
de la finca.

Li Wei Yang sonrió con la boca pequeña. Los trucos de Da Furen fueron saliendo de uno en uno,
esperando su condena. Si no lo hubiese descubierto tan pronto, ¡a saber cómo hubiera muerto!
¿Muñequitas de madera? No, era vudú.

–¿Hay más gente metida en esto? – Preguntó a Hong Luo.

–No lo sé. – Respondió la criada sacudiendo la cabeza.

–Pues desde hoy, sigue pretendiendo que no sabes nada. – Ordenó Wei Yang asintiendo.

Hong Luo estaba atónita. Levantó la cabeza y preguntó:

–Xiaojie, ¿dejas que me quede a tu lado?

–Si estás de acuerdo con ello, no te echaré y te trataré como siempre. – Wei Yang sonrió.

No es que fuera a mantener a alguien que la había traicionado por lo segura que era, sino porque
así tendría el punto débil de su contrincante a mano. Esta chica, Hong Luo, seguía teniendo
consciencia.

Bai Zhi acompañó a Hong Luo a la salida. Mo Zhu preguntó con cautela:
–Xiaojie, ¿ahora qué hacemos? ¿Informamos a Lao Furen?

Lao Furen era quien le había otorgado a Mo Zhu, por lo que no era raro que le sugiriera algo así.

Li Wei Yang sacudió la cabeza y, tranquilamente, contestó:

–Lao Furen se hace mayor. Será mejor no preocuparla, ¿qué te parece?

Mo Zhu se mordió los labios y, a prisa, decidió:

–Sí, a tus órdenes.

Había decidido quedarse con xiaojie, así que la serviría toda su vida. Aquella con el poder de
decidir su destino era xiaojie, por lo que no tenía nada de qué preocuparse.

–Busca las muñecas de madera de las que ha hablado Hong Luo. – Ordenó Wei Yang.

–Sí, las tiraré en secreto. – Dijo Mo Zhu, siguiendo sus consejos.

–No, guárdalas y convoca a Rong Er en la residencia de mi madre. – Li Wei Yang sonrió débilmente
mientras respondía.

Mo Zhu se sorprendió. ¿Rong Er? ¿Esa no era la jovencita que había pasado un mensaje falso para
atraer al jardín a Li Wei Yang para que se encontrase con Gao Jin?

* * * *
Rong Er llegó al poco rato temblando de miedo. En cuanto vio a Li Wei Yang se arrodilló.

Estaba convencida que Li Wei Yang no la dejaría en paz, pero, para su sorpresa, no ocurrió nada. Y
justo cuando empezaba a respirar tranquila, Wei Yang la llamó.

–¿Te sientes agraviada por tener que servir a Qi Yiniang, Rong Er? – Li Wei Yang tenía una sonrisa
en la cara mientras le preguntó.

La expresión de Rong Er cambió un poco, hizo una reverencia con la cabeza y contestó.

–Soy torpe, pero Qi Yiniang es misericordiosa. Poder servirle es la mayor suerte que he tenido en
esta vida.

Li Wei Yang sonrió tranquilamente.

–¿Da xiaojie te regaló algo grande? Si no, ¿cómo te atreves a usar el nombre de Qi Yiniang para
llamarme?

Rong Er, al escuchar sus palabras, hizo una reverencia con todo su cuerpo. Le temblaba la voz.

–Yo… Yo…

–¡No puede ser que hayas olvidado lo que has hecho! – Expresó Wei Yang fríamente.

Rong Er vio que la apariencia de Li Wei Yang era gélida y su voz seria. La asustó tanto que se puso
pálida y no se atrevía a moverse. Entonces, lloró:

–Yo… Yo le soy leal a Qi Yiniang, de verdad qué no sé… No sé nada sobre haberla traicionado…

Sabía que no había ningún testigo que pudiese testificar en su contra ahora que Hua Mei ya había
sido ejecutada. Li Wei Yang sonrió:
–Te doy la oportunidad de hablar, pero no lo haces. Si hablas cuando no te esté dando la
oportunidad, será demasiado tarde.

–De verdad que no sé qué error he cometido. – Asustada como estaba, Rong Er contestó algo así.

Li Wei Yang, de repente, dejó caer la taza de té al suelo y, mirando los trozos, ordenó:

–Arrodíllate encima.

Rong Er apretó los dientes mientras se arrodillaba sobre los pedazos de taza. El dolor de sus
rodillas se extendió hasta llegar a su corazón y en sus ojos empezaron a formarse lágrimas.

–Es normal que se castigue a quien traiciona a su amo. – Comentó Mo Zhu con frialdad.

No le profesaba simpatía ninguna por Rong Er. Si hubiese conseguido incriminar a Wei Yang,
habrían terminado sufriendo una muerte miserable. La muerte era demasiado suave para una
criada como esta.

–Sírvele una taza de té a Rong Er. – dijo tranquilamente Li Wei Yang.

Rong Er se sorprendió. ¿Qué significaban las palabras de San xiaojie?

Mo Zhu lo entendió, bajó la cabeza mientras cogía una taza de té vacía y la depositaba en la palma
de Rong Er.

–Aguántala. Si cae, aunque sea una gota, no podrás volver a levantarte nunca más.

Rong Er sujetó la taza en la palma, completamente aterrorizada. Mo Zhu se acercó con la tetera y
vertió el contenido en la taza.
Rong Er no comprendía el significado detrás de las acciones de Wei Yang. Sólo sintió como la taza
cada vez quemaba más y más. Rong Er rechinó los dientes, le dolían las puntas de los dedos y su
frente se llenó de sudor. Lo soportó, queriendo salir de esta. No se imaginaba que Mo Zhu le
llenaría la taza y, entonces, le daría otra. En ese momento, la taza quemaba y estaba llena. Poco
después, la porcelana ardía tanto que sus brazos empezaron a sacudirse violentamente.

–¿Quema? – preguntó tranquilamente Li Wei Yang un buen rato después.

–No… No… – Respondió Rong Er de inmediato.

–Bien. Si no quema, cambiaremos de taza.

Mo Zhu salió y regresó con una bandeja con una taza de cobre ardiendo. Rong Er se arrodilló,
sintiendo como todo su cuerpo temblaba y se empapaba de sudor. Llegados a este punto, no sabía
si el dolor que sentía era de sus rodillas o de las puntas de los dedos. Hasta ahora estaba cogiendo
una taza de porcelana, pero si tuviese que sujetar esa taza de cobre, la piel de su mano quedaría
destrozada.

–Xiaojie, perdóneme la vida. ¡No lo volveré a hacer! – lloriqueó Rong Er.

–¿Quién te ordenó que me pasaras el mensaje? – Preguntó en voz baja Wei Yang.

Rong Er tembló y lloró. Se arrodilló con la cabeza en el suelo y suplicó perdón.

–Fue… Fue la criada de Da Xiaojie, Tan Xiang. El día antes de que me enviaran a servir a Qi Yiniang,
Tan Xiang me llamó y me premió con taeles, obligándome a seguir las ordenes de Da xiaojie. Yo…
me he confundí. ¡Suplico su perdón, San xiaojie! ¡Lo suplico!

Si lo hubiese dicho antes, no habría pasado nada. Li Wei Yang sonrió suavemente.

–Rong Er, ¿estás dispuesta a expiar tus acciones haciéndome un favorcito?


Después de lo que acababa de pasar, Li Wei Yang, para Rong Er, era terrorífica. La miró temerosa y
asintió.

–Yo… Yo… Compensaré mis acciones.

Todo estaba listo.

–Cualquiera de nosotras puede ir a hacer lo que quiere xiaojie. Si va ella podría crear más
problemas… – Susurró Mo Zhu.

–Si fuera una de vosotras, nuestra enemiga no se lo creería. – Sus ojos relucían.

–¿Y si Rong Er chiva nuestro plan? – Mo Zhu parpadeó con sus enormes ojos de forma
almendrada.

Li Wei Yang repasó el borde de la taza de té con la punta del dedo.

–A ella ya la han abandonado por no haberlo conseguido la última vez. Si se atreve a traicionarme
ahora que tengo pruebas… – Dijo con tranquilidad. Después, extendió los labios, mostrando una
sonrisa clara y superficial.

–Hay otra cosa que no entiendo. – Mo Zhu titubeó. – ¿Cómo es que Xiaojie sabe que Rong Er es la
que pasó el mensaje usando el nombre de Qi Yiniang?

Li Wei Yang contempló los pesados colores del cielo, sus ojos reflexionaron profundamente.

–Una madre ama a su hijo como si fuera un tesoro. Aquel día llovía muy fuerte, sin embargo, en el
mensaje me pedía que fuera. Eso no es algo que haría una madre.

–Xiaojie es muy atenta. – Mo Zhu, finalmente, lo entendió.


Li Wei Yang ya había muerto una vez, si no hubiese aprendido nada, entonces, merecería morir en
manos ajenas una vez más. La sonrisa de Wei Yang fue momentáneamente gélida.

* * * *

Esa noche, Si Yiniang llamó a la puerta de la residencia de Li Wei Yang.

Bai Zhi abrió la puerta y se encontró a la buena mujer vestida con un vestido simple de color
blanco. Si Yiniang entró con un estilo coqueto raro en una mujer de su edad, calzando un par de
zapatos rojos mandarines y bordados. Se acercó a Li Wei Yang y, entonces, presentó sus respetos.

–Mis bendiciones.

Li Wei Yang sonrió al escuchar esa frase. Si Yiniang era una de las pocas personas racionales que
había en la familia.

–¿Qué ocurre? ¿Tan urgente es?

La complexión de Si Yiniang cambió unas cuantas veces, raramente era tan variable. Sus ojos se
movieron y, poco después, se posaron sobre Li Wei Yang.

–No me ha quedado de otra que venir a estas horas.

Li Wei Yang guardó silencio unos segundos, pero entonces, habló.

–Dime lo que quieres decirme directamente, Yiniang.

Si Yiniang asintió y le ordenó a su criada de confianza:


–Trae a la muchacha.

Empujaron a una muchacha hacia dentro que tropezó y cayó al suelo. Su rostro estaba cubierto de
mugre y estaba despeinada. Arrodillada, su cuerpo se sacudía violentamente. Era, sin lugar a duda,
Rong Er.

–¿Tú? – Li Wei Yang la estudió con frialdad.

Rong Er bajó la cabeza y continuó temblando.

–¿Qué quiere decir esto, Si Yiniang? – Li Wei Yang alzó las cejas.

Si Yiniang sonrió.

–¿Reconoces a esta criada? Es Rong Er, la que sirve a Qi Niang.

Li Wei Yang le echó un vistazo a Si Yiniang tranquilamente, y forzó una sonrisa.

–¿Qué es esto a estas horas de la noche, Si Yiniang?

El rostro de Si Yiniang estaba cubierto por una capa de frialdad.

–Esta criada ha venido a mi residencia en mitad de la noche y ha enterrado una cosa. Por
desgracia, mi criada la ha descubierto, ¿adivinas qué ha enterrado?

Li Wei Yang parpadeó.

–Rong Er, ¿qué hacías en la residencia de Si Yiniang en lugar de estar durmiendo?


Rong Er continuó con la cabeza gacha y pensó, para sí, que la actuación de San xiaojie era muy
buena. ¿No se lo había ordenado ella?

Si Yiniang se cansó del juego. Curvó los labios:

–Ha enterrado esto. – Mientras hablaba, tiró una muñeca de madera con unos números grabados
con hilo a los pies de Li Wei Yang. Wei Yang la cogió y la estudió para descubrir que los números
eran la fecha de nacimiento de Li Xiao Ran.

Li Wei Yang lo observó y entonces, puso su mirada en Rong Er.

–¡¿Cómo osas?!

Rong Er temblaba tanto que no podía decir ni una sola palabra. Si Yiniang se rio fríamente y dijo:

–No hace falta que mientas. ¿No es cosa de tu madre? ¡Quiere incriminarme usando muñecas de
vudú!

Li Wei Yang se mostró estupefacta, entonces, sonrió.

–Me temo que nadie conoce la personalidad de Qi Yiniang. Si tuviese los recursos para engañar, yo
no habría estado deambulando durante tantos años y ella no habría estado encerrada en Nan
Yuan. Además, nunca la han favorecido, por lo que si tuviera que herir a alguien por celos, sería a
Da Furen o la residencia Liu Yiniang, ¿no crees? Si Yiniang, seguramente ni tú te crees lo que
acabas de decir.

Liu Yiniang Wang Doukou nació con una apariencia hermosa, era grácil y talentosa. Últimamente,
había tenido la intención de superar a Si Yiniang, por lo que, al escuchar semejantes palabras, el
rostro de la hermosa mujer, cambió.

–¿A no ser que sea cosa tuya? – Dijo fríamente.


Li Wei Yang sonrió.

–Si eso es lo que crees, la persona que le ha dado las órdenes a Rong Er debe estar encantada.
Vete, por favor. Acompañadla a la puerta. – Li Wei Yang se levantó.

–¿Cómo no te voy a creer? Era una broma… – Su tono sugería otra cosa. – Aunque soy tonta, sé
que no ha sido cosa tuya, ni de Qi Yiniang. No usarías a tu propia criada. Esto es una estratagema
para incriminar a otros. – Sus dedos juguetearon con el brazalete dorado de su muñeca. – Sé que
alguien debe haberlo planeado, alguien que quiere beneficiarse de una pelea… – Suspiró. Sus ojos
negros albergaban astucia. – Si de verdad creyera que la que ha enviado esta criada has sido tú, no
estaría aquí.

Si Yiniang era lista, pero demasiado arrogante. En el poco rato que llevaba observándola, Li Wei
Yang ya había captado su actitud y su brío. Si Yiniang había estado oprimiendo a Qi Yiniang, y
conocía de sobras su personalidad blanda. Sabía que Qi Yiniang no se atrevería a hacer algo así y,
obviamente, sus pensamientos se dirigirían a otra persona, justo lo que quería Wei Yang.

Si Yiniang sonrió. Sabía que Rong Er era del mismo pueblo que la criada de confianza de Da xiaojie,
Tan Xiang. Eran muy cercanas, pero, desde hacía poco, se habían distanciado, por lo que decidió ir
a por Wei Yang de inmediato.

Li Wei Yang la miró lentamente.

–Si ya sabes quién es el cerebro detrás de todo esto y su motivo, ¿por qué has venido a verme?

–Piénsalo bien. – Dijo Si Yiniang grácilmente. – Lo que quería esta persona no era incriminarme
sólo a mí. Mucho me temo que, cuando me elimine, irá a por Rong Er y hará caer a Qi Yiniang para
poder culparte a ti. Cuando eso ocurra, dirá que odiabas que tu madre no fuera favorecida y que,
por lo que pasó con Wu xiaojie, tú y yo somos enemigas, así que usaste vudú para acabar contra
nosotras, tanto madres como hijas.

La imaginación de Si Yiniang era muy vívida.

Bai Zhi no pudo evitar reír, pero al ver que Li Wei Yang continuaba normal, como si realmente
estuviese creyéndose lo que le estaba contando, se esforzó por aguantarse.
La voz de Li Wei Yang revelaba pizcas de intenciones frías.

–¿Qué planeas hacer, ahora que ya lo sabes todo?

Si Yiniang dijo:

–¿Tenemos que esperar nuestra condena porque hay gente que nos quiere mal? Soy una mujer
poco decidida, así que sólo puedo confiar en que se te ocurra alguna idea.

Li Wei Yang estudió a Si Yiniang, y entonces, se empezó a reír.

–Ya que has venido, será mejor aprovechar el tiempo y discutirlo.

Una sonrisa dulce apareció en los labios de Si Yiniang.

–Me temo que no nos darán tiempo para discutirlo. Si somos demasiado prudentes, seremos
indecisas. – Cuando terminó de hablar, miró de soslayo a Rong Er. – Esta criada… Será mejor que
Qi Yiniang la castigue por ignorar sus deberes.

Era la oportunidad de matar a la testigo.

Li Wei Yang miró la expresión aterrorizada de Rong Er y dijo tranquilamente:

–Por ahora, solo deberíamos castigarla para evitar asustar a la serpiente. Encontraré la manera de
que tenga la boca cerrada, no te preocupes.

–¿Tienes un plan ya? – Preguntó Si Yiniang después de asentir.

–Es muy repentino, tengo que pensar en ello. Si se me ocurre algo, mañana te lo diré. – Li Wei
Yang sonrió.
Si Yiniang se marchó satisfecha y Wei Yang, al día siguiente, mantuvo su promesa.

* * * *

Dos días más tarde, Li Zhang Le fue a Shuang Yue Ge a hacerle una visita a Li Chang Xi, como era
habitual. Antes de entrar por la puerta, vio a una criada con una taza de color verde yéndose.

–¿Qué ha comido Wumei a mitad del día? – Li Zhang Le sintió tanta curiosidad que no pudo evitar
preguntar.

La criada se sorprendió, sus manos empezaron a temblar y no consiguió musitar ninguna palabra
con lo roja que se puso al mirar a Zhang Le. Retrocedió unos pasos y Li Zhang Le arqueó las cejas.

–Yiniang, ¿qué significa esto? ¿No me lo vas a contar?

La incomodidad apareció en el rostro de Si Yiniang que sonrió excusándose.

–Da xiaojie, era una sopa de cien flores, he usado todo lo que tenía en mis manos para conseguir
la receta. He oído que es la mejor forma de eliminar las cicatrices y tratar la piel. Es para sanar la
herida de la cara de Wu xiaojie. No te preocupes, no es cara.

Li Zhang Le sonrió, sabía que Si Yiniang no era fácil de manejar.

–Yiniang, no te preocupes, sólo preguntaba. – Dicho esto, entró a la habitación con Si Yiniang.

Li Chang Xi se estaba mirando en el espejo cuando Li Zhang Le dijo:

–¿Wumei?
Li Chang Xi giró la cabeza. Se acababa de aplicar polvos en la herida y no parecía tan obvia. Sonrió
y dijo:

–Has llegado, siéntate, rápido.

Li Zhang Le sonrió.

–Tengo algo que decirte. – Después, se volvió hacia Si Yiniang y le pidió. – Vete, por favor.

Si Yiniang pareció dudar unos segundos. Se movió lentamente, como si no quisiera marcharse y
temiese que Li Chang Xi se fuera de la lengua. Li Zhang Le se puso más seria conforme observaba.

–¿Hay algo más que quieras decir, Yiniang? – Preguntó Li Chang Xi ignorante.

Si Yiniang la miró mal, torció el cuerpo, y se marchó.

Li Zhang Le estudió meticulosamente la cicatriz de Li Chang Xi.

–Parece que ya tienes la cicatriz casi curada.

Li Chang Xi se tocó la cicatriz inconscientemente. Seguía más o menos igual, pero en comparación
con el horror que tenía hace unos días, había mejorado.

–Gracias a lo que me ha traído Yiniang–… – Empezó a hablar, pero se calló a mitad de frase cuando
recordó lo que le había dicho SI Yiniang. Entonces, cerró la boca y continuó risueña. – ¿Qué es lo
que querías decirme?

La gente es así, cuánto más lo escondes, más quieren saberlo. Li Zhang Le frunció el ceño.

–Meimei, no tienes que esconderme nada. Ya lo he visto todo, lo de la taza…


Li Chang Xi mostró una expresión estupefacta y se sintió inquieta.

–¡Dajie, no se lo cuentes a nadie o no podré seguir comiendo una cosa tan buena!

Li Zhang Le se sorprendió.

–¿Qué es, exactamente, esa cosa?

No podía creerse lo que le había dicho Si Yiniang, ¿por qué iba a tener que andarse con tanto
secreto si sólo era una sopa de flores?

Li Chang Xi titubeó unos instantes hasta que Li Zhang Le pretendió enfadarse, entonces, murmuró:

–Es placenta humana.

Li Zhang Le se quedó totalmente atónita y su voz se rompió.

–Eso… Tú… Tú…

La complexión de Li Chang Xi empeoró y se arrodilló ante ella.

–Dajie, no me queda de otra, es mi única opción. Mi cicatriz se ha curado más y más. Tres raciones
más y me habré curado del todo… No se lo cuentes a nadie, por favor…

Los ojos cristalinos de Li Zhang Le deambularon por el rostro de Li Chang Xi. Recordó que su madre
le había dicho que esta muchacha todavía les era útil.

–Levántate.
–Dajie, ¿me perdonas? – Li Chang Xi temblaba por el miedo.

–¡¿Por qué sigues arrodillada?! – Li Zhang Le suspiró.

Li Chang Xi se levantó a prisa, sonriendo.

–Dajie, no lo entiendes. Suena asqueroso, pero con el tiempo, la piel se vuelve más suave y
cristalina, además conserva tu juventud… ¡He oído decir que las concubinas del harén real lo usan
para conservar su belleza!

Al escuchar aquello, el rostro de Li Zhang Le se ruborizó.

–¡Tonterías!

Li Chang Xi se mordió el labio inferior.

–¡Dajie, créeme! ¡Cuando lo pruebes, me creerás!

Li Zhang Le se sorprendió, pero acabó diciendo:

–¡¿Qué tonterías dices?! ¡¿Cómo voy a tocar eso?! – Después, se levantó rápidamente y dijo. – ¡No
vuelvas a sacar el tema nunca más!

Li Chang Xi la vio salir a paso ligero y no pudo evitar fruncir el ceño.

Poco después, Si Yiniang entró.

–¿Tu dajie lo ha descubierto?


–Es culpa tuya, mamá. – Se quejó Li Chang Xi. – Normalmente me lo como de noche, pero
justamente hoy has tenido que traérmelo por la tarde para que lo descubriera. Intentar
explicárselo ha sido un gasto tonto de saliva.

Si Yiniang sonrió.

–Es mejor que lo haya descubierto.

Li Chang Xi miró a su madre. ¿Qué significaba eso?

–Tu dajie aprecia su belleza como si fuera su vida, seguro que volverá. – Dijo Si Yiniang con
seguridad.

Li Wei Yang había dicho que aferrarse a las debilidades de Li Zhang Le les permitiría tomarles por
sorpresa, y por ahora, parecía tener razón.

Capítulo 66: Cavando su propia tumba

Li Zhang Le regresó a su patio e hizo que Tan Xiang preguntase por ahí. Cuando su criada volvió no
pudo esperarse y saltó:

–¿Qué te han dicho?

–He encontrado siete u ocho médicos y todos me han confirmado que la placenta tiene beneficios
que nutren la belleza. Además, muchas concubinas de palacio se lo comen. A lo mejor lo que ha
dicho Wu xiaojie no era mentira.

Li Zhang Le lo había visto en textos medicinales, pero esa cosa tan sangrienta le seguía pareciendo
asquerosa. Viendo como Li Chang Xi lo usaba para nutrir su belleza, no pudo resistir la tentación.

Esa misma noche, Li Zhang Le fue al pabellón Shuang Yue. Li Chang Xi estaba sentada en el salón.
Una criada le llevó una bandeja con un pequeño tazón y se le acercó. Acostumbrada, Li Chang Xi
levantó la tapa y empezó a comer.
Li Zhang Le apenas había entrado cuando notó el aroma. Era una fragancia con cierto punto a
sangre. Li Zhang Le se tapó la nariz instintivamente, pero pensó que sus acciones habían sido
demasiado repentinas. Sonrió de mala gana y le acarició el pelo.

–¿Estás comiendo eso?

Li Chang Xi vio a Li Zhang Le y dejó de comer de inmediato, para saludarla.

–Tiene un aroma extraño, ¿es efectivo de verdad? – Li Zhang Le tuvo que preguntarlo.

Li Chang Xi sonrió tranquilamente.

–Dajie, no te engaño. Es mucho más efectivo que el ginseng Xue Lian. Espero que me borre la
cicatriz.

–Todas estas cosas…. ¿Es verdad que tienen efectos nocivos? – Li Zhang Le fue muy cautelosa.

–¿Cómo puede ser? Si fuera nocivo, ¿por qué se lo comería tanta gente? No se consigue con
facilidad. Necesitas la suerte de cogerlo cuando una mujer acaba de dar a luz. Los médicos
normales no lo pueden conseguir, y el coste empieza en el oro y para arriba.

Los dedos de Li Zhang Le temblaron. Escuchó la risa de Li Chang Xi.

–Dajie, ¿quieres probarlo?

Li Zhang Le observó el tazón azul de porcelana, dudosa. Al final, no pudo resistir la tentación de
volverse todavía más bella y asintió.

* * * *
Tres días después, de noche, la criada Lin junto a otras cuatro criadas robustas de Da Furen, se
dirigieron al patio de Li Wei Yang.

Li Wei Yang ya se había puesto su atuendo nocturno para irse a dormir. Se estaba cepillando el
cabello cuando escuchó a Bai Zhi hablar afuera.

–Criada Lin, ¿por qué Furen quiere invitar a nuestra xiaojie a estas horas?

Li Wei Yang observó su reflejo. Una esquina de sus labios se curvó. ¿Estaría Da Furen demasiado
ansiosa y habría mandado eliminarla?

–Xiaojie, ¿vuelvo a maquillarla o no? – Susurró Mo Zhu.

Li Wei Yang asintió. Mo Zhu la ayudó a cepillarse el cabello, a maquillarse y a cambiarse de ropa.

La criada Lin, afuera, sonreía superficialmente.

–Somos meras criadas, no osamos cuestionar este asunto. Es una orden de Da Furen, yo soy sólo
la mensajera. Por favor, que San xiaojie me acompañe.

Aunque Li Wei Yang era una Xianzhu de segundo rango, Da Furen era su dimu y una señora noble
de primer rango. A pesar de que la criada Lin era respetuosa, si podía evitarlo, no miraba dos veces
a Wei Yang, y su tono siempre era extraño. Bai Zhi, frustrada, iba a contestarle cuando recordó la
orden de su señora, sonrió y dijo:

–Bueno, pues espera un momento, criada Lin. Xiaojie se levantará y vestirá ahora mismo.

–Por supuesto, esperaré aquí. – Contestó la criada Lin.


Li Wei Yang se volvió a maquillar lentamente y se cambió de ropa. Ordenó a Bai Zhi que llamase a
todas las criadas y que esperasen en el patio. Bai Zhi se hacía una idea de qué estaban esperando.
Hizo una reverencia y siguió sus órdenes. Li Wei Yang se llevó a Mo Zhu con ella, y se marcharon
tranquilamente.

El lugar de encuentro no era el patio de Da Furen, sino el salón principal. Reunidos allí, aparte de
Er Lao Ye que estaba fuera por negocios, estaban Lao Furen, Da Fang y San Fang. Li Zhang Le
estaba irresistible con su vestido violeta y atraía la atención de todos los presentes. La habían
llamado en mitad de la noche, pero su belleza no disminuyó en absoluto. Todo lo contrario, su
encantador rostro era tan delicado como los cerezos, sus formas eran como nubes, refinadas y
hermosas, haciendo que Er xiaojie y Li Chang Ru se girasen otra vez para mirarla.

Li Wei Yang les saludó a todos y su mirada recayó en Da Furen.

Da Furen estaba sentada muy recta con el cabello algo despeinado. Lo único que decoraba su pelo
era una horquilla que le ayudaba a mantener el pelo en alto, emitiendo un aire de simpleza y
generosidad. Su mirada se posó en Li Wei Yang, sonriendo.

–Siéntate.

Er Furen perdió la paciencia por fin y dijo:

–¿Qué pasa aquí? ¡Estamos en medio de la noche y no nos dejáis descansar! – Sus palabras
sonaban exigencias e interrogativas.

Li Xiao Ran frunció el ceño, pero no dijo nada. Da Furen sonrió.

–Estoy haciendo esto por el bien de la familia Li, porque lo que estoy a punto de decir nos incumbe
a todos, y por tanto, debo tener cuidado. Si no quieres escucharlo, puedes irte. El asunto no se
retrasará por ti.

Se podía pasar por alto lo que no había dicho, pero al abrir la boca, Er Furen ya se había
involucrado en el asunto.
–Ya que estoy aquí, voy a escucharlo antes de irme. – Se mofó. – Si tienes algo que decir, adelante.

Li Wei Yang había captado las intenciones de Da Furen por lo que había dicho, pero pretendió
ignorar sus intenciones y la mirada de Li Zhang Le, como si fuera aire.

A Lao Furen se le acabó la paciencia.

–Muy bien, ¿qué deseas decir? ¡Explícate con claridad!

Da Furen sonrió con frialdad y dijo:

–Lao Furen, si no fuera urgente, no te habría molestado. Últimamente, Lao Ye tiene pesadillas sin
parar. Se me partía el corazón al verle así, por lo que invité al señor taoísta de la Capital para que
le visitase. Sus sentidos le dijeron que hay un aura siniestra en nuestra casa.

–¿Un aura siniestra? – Se burló Lao Furen. – ¿Dónde está?

La expresión de Da Furen se ensombreció. Contempló a todos los presentes y continuó:

–Sobre eso… Espero que Lao Furen acceda a revisar los patios.

Lao Furen frunció el ceño bajo la luz de la vela, parecía adormilada y desinteresada.

–¿Qué dices? ¿Quieres investigar a estas horas de la noche?

Da Furen sonrió.

–Sí, exacto.
El ceño fruncido de Lao Furen se hizo más notable. Iba a decir algo cuando escuchó a Li Xiao Ran
añadir:

–Lao Furen, es cierto que no he estado bien de salud últimamente. Me preocupa que haya un
demonio creando problemas en casa, por eso hay que investigar a fondo.

–¿Hacer eso no inquietará innecesariamente a la familia?

El área de debajo de los ojos de Li Xiao Ran se había oscurecido. No había dormido durante varias
noches. Miró a Lao Furen y sinceramente dijo:

–No me queda de otra. Si sigo así, no me sentiré en paz nunca.

Da Furen sonrió.

–Es una búsqueda por precaución. Si de verdad pasa algo, no será demasiado tarde para
solucionarlo.

Li Wei Yang mantuvo la cabeza gacha, no tenía ni un pelo fuera de su sitio, como si las palabras de
Da Furen no tuvieran nada que ver con ella.

Er Furen sonrió con bastante frialdad.

–¿Qué? ¿Pretendes buscar en nuestros aposentos?

–¿Será que Er dimei tiene algo que no quiere que veamos los demás? – Respondió Da Furen
tranquilamente.

Er Furen hirvió de furia.

–¿Qué intentas decir? – Miró furtivamente a Da Furen. – ¿Nos has reunido aquí para humillarnos?
Da Furen sonrió fríamente.

–Er dimei, sólo digo que los que no quieren que les investiguen deben tener demonios en su
corazón.

Er Furen casi se pone en pie de un salto.

–¡Obviamente….!

Li Chang Ru tiró de su manga.

–Madre.

Er Furen se petrificó, percatándose que Lao Furen y Li Xiao Ran la miraban y, de repente, se quedó
callada. Respiraba pesadamente.

–Si quieres buscar, pues busca, pero si no encuentras nada, ¿qué?

–El maestro taoísta dijo que había un objeto sucio, es imposible que se equivoque.

–¿Quién buscará en los patios? – Preguntó San Furen de repente.

–Por supuesto, ya se han hecho los preparativos. – Sonrió Da Furen.

–No creo que lo mejor sea que tus criados sean los únicos que busquen.

En ese momento, Li Wei Yang que hasta ahora se había mantenido indiferente, habló:
–Creo que la decisión de madre tiene buenas intenciones esta vez. Todos podríamos enviar un
criado para que se una a la búsqueda, así será justo.

Siendo así, habría más criados a parte de los de Da Furen y, a Er Furen, este escenario le parecía
mucho mejor. Además, Da Furen no podría manipular las pruebas si había otros allí.

Da Furen vio a través de las intenciones de Li Wei Yang y se mofó en silencio. Esa pueblerina no
sabía que todo se había preparado con anterioridad y seguía peleando momentos antes de su
muerte.

–Id, rápido. Ya es bastante tarde. – Ordenó Lao Furen.

Da Furen asintió y le hizo una señal a la criada Lin que dirigió al resto. Er Furen y San Furen
ordenaron a sus mayordomos de confianza que les seguirieran. Lao Furen hizo una pausa y pensó.

–Criada Luo, ves con ellos.

–Sí.

Li Wei Yang seguía cabizbaja. Nadie tendría ventaja con tanta gente. Cerró los ojos lentamente. De
repente, notó que alguien le tiraba de la manga.

Li Wei Yang abrió los ojos y se encontró con Li Min De delante de ella. Su mirada era reservada y
sus largas pestañas relucían. Había una sombra oscura consumiendo su mirada, pero su simpatía
era genuina.

–¿No te encuentras bien, sanjie? ¿Por qué estás tan pálida?

–Estoy bien. Tengo sueño por estar aquí en medio de la noche.

–Ah. – Exclamó Li Min De al percatarse de la intención risueña en los ojos de Wei Yang.
Li Zhang Le les observó con frialdad. No comprendía por qué, a pesar de usar su expresión más
dulce con él, Li Min De continuaba siendo tan frío como el hielo con ella, y por qué delante de Li
Wei Yang le hacía caso como un gatito dócil.

Li Min Feng que estaba sentado a su lado también lo notó y sonrió con frialdad.

Li Wei Yang, por fin ha llegado el día de tu muerte. Disfruta de tu última hora.

Todos los presentes sentados en el salón principal permanecían en silencio, nadie tenía ganas de
conversar. Dieron rienda suelta a sus pensamientos, escuchando, de vez en cuando, los susurros
de Li Wei Yang y Li Min De. A parte de eso, el único sonido que oía eran las perlas de rezar de Lao
Furen.

Pasó un buen rato y los que habían ido a investigar volvieron. Quien dirigía el grupo no era la
criada Lin, sino la última en unirse al grupo: la criada Luo.

–Traedlas. – Dijo la criada Luo dando una palmada.

En los labios de Da Furen había una sonrisa sutil. Las criadas levantaron la bandeja y la llevaron al
salón. Debajo de la tela de la bandeja parecía haber algo escondido.

–¿Qué habéis encontrado? – Da Furen se reía en voz alta.

–Todos los patios estaban muy limpios, pero descubrimos algo inusual en la cocina de Da xiaojie. –
La criada Luo miró llena de sospechas a Da Furen.

De repente, Li Zhang Le se levantó y pensó que habían descubierto la placenta, aunque tampoco
estaba muy preocupada. Sólo era para nutrir su belleza. A pesar de no ser muy agradable,
tampoco era un crimen severo. Al mismo tiempo, sintió que aquello era extraño. Su madre había
insistido en rebuscar los patios y creyó que lo había hecho a propósito para que encontrasen algo
en el patio de Li Wei Yang, ¿pero no había nada?

–¿Qué? – Da Furen estaba horrorizada.


La criada Luo levantó la tela de la bandeja. A juzgar por su color inusual, parecía haber un pedazo
de carne. Li Chang Ru frunció el ceño al verlo.

–¿Qué es esa asquerosidad?

Li Zhang Le frunció el ceño y maldijo su codicia. Se había llevado toda la placenta de Chang Xi, no
sólo un trozo y, cuando todavía no se había elaborado el plato, los ingredientes eran bastante
repugnantes.

Titubeó, dudosa de cómo explicarse. Da Furen suspiró aliviada.

–Una placenta.

Sólo era un producto de belleza, aunque algo sangriento. Zhang Le era bastante atrevida por estar
dispuesta a comerse algo así. Después, sonrió y le dijo a la criada Luo.

–¿No habéis encontrado nada raro en las otras habitaciones aparte de esto?

Había enterrado siete muñecas de madera en el suelo. ¿Cómo podía ser que no encontraran ni
una mientras buscaban?

–Hemos buscado todas las habitaciones, pero no había nada. – contestó la criada Luo.

La expresión de Da Furen empeoró.

La criada Luo hizo una pausa y estudió los rostros de todos los presentes antes de proseguir:

–Hay algo raro dentro de la placenta…

–¿Qué? – Da Furen frunció el ceño.


La criada Luo titubeó unos instantes al ver la expresión tensa de Da Furen y, finalmente, dijo:

–Lao Furen, es tu.

–¿Tu? – Li Xiao Ran era un Primer Ministro y todavía no había conocido esta planta que crecía en
los campos. – ¿Qué es eso?

Los labios de Li Wei Yang se levantaron lentamente. El rostro de Li Chang Xi se plasmó la sorpresa.
¿Cómo podía ser?

La criada Luo se acercó y abrió la carne para que todo el mundo pudiese ver que dentro había algo
de un color liloso.

–Bueno, ¿qué es eso? – Preguntó Li Xiao Ran.

–Es un tipo de hierba venenosa. No se puede recolectar ningún cultivo que crezca cerca de esta
planta. – La expresión de la criada Lu era solemne. Había vivido muchos años en aquella finca y, sin
embargo, todavía le quedaban por ver de este tipo de cosas. La buena mujer había pensado que
esto no pasaría en la familia Li.

–¿Por qué está ahí? – Una pizca de sospecha apareció en el rostro de Li Xiao Ran. – ¿Para qué se
usa?

–Wumei es la que me dio esta placenta-… – Se apresuró a decir Li Zhang Le.

–Yo no he puesto nada dentro de la placenta… – Respondió Li Chang Xi sabiendo que algo no iba
bien.

Li Zhang Le la miró con hostilidad. Li Chang Xi no había puesto nada dentro, había sido ella que
había buscado al médico Song porque no soportaba el olor de la placenta y él es quien le había
dicho que con poner unas hierbas dentro, acabaría con el olor.
–Ha sido el médico Song quien me ha sugerido que pusiera hierbas dentro para acabar con el
hedor.

–Padre, el tu no es una planta, es una hierba venenosa y peligrosa. Oí hablar de ella cuando estaba
en Ping Cheng, se ve que es peor que diez años de sequía y de inundaciones. ¿No es un veneno
letal? – Dijo de repente Li Wei Yang.

Li Xiao Ran no podía dar crédito a lo que oía.

–¿El potencial destructivo de esta planta es per que inundaciones y sequías?

Li Wei Yang asintió.

–Sí, mucho peor. Por eso, la gente de a pie las odia. Además, no elimina olores. Dajie, ¿te has
equivocado?

Da Furen se dio cuenta que algo no iba bien.

–¡Wei Yang, se prudente con tus palabras! – Da Furen era solemne.

–¡Silencio! – Li Xiao Ran la calló, entonces, frunció el ceño. – Zhang Le, ¿por qué has traído esto a
la finca?

–Yo… Yo… Yo sólo le he pedido consejo al médico Song y quería eliminar el olor de la placenta.
¿Cómo iba a saber que tenía más usos? – El pánico apareció en los encantadores ojos de Li Zhang
Le.

–Dajie, ¿la última vez no dijiste que eras muy sabia y que leías textos medicinales? ¿Cómo puedes
ser que no sepas que el tu se usa para dañar a otros y que no puede acabar con malos olores? – La
voz de Li Min De resonó por el salón.
–Sandi, – Li Min Feng frunció el ceño. – hay cientos de miles tipos de plantas por ahí. ¡Es imposible
que tu Dajie lo sepa todo! ¡Podemos saber la verdad llamando al médico Song!

El médico Song había examinado a la familia Li durante treinta años y nadie se atrevía a sospechar
de sus palabras.

Li Xiao Ran ordenó que alguien fuera a buscarle, pero recibió las noticias de que su salud no
andaba bien y que se había retirado.

Si Yiniang había estado sonriendo como ausente de principio a fin. El médico Song examinaba a los
enfermos de la familia Li y conseguía su paga por cada revisión. Pero esta vez, San xiaojie le había
dado dos mil taeles de oro imperial, suficiente para vivir esta vida y la siguiente, por lo que era
obvio que el anciano se retiraría después de afirmar estar enfermo. El movimiento de San xiaojie
había sido muy duro.

Los ojos de Li Min De relucieron.

–Cualquier médico sirve.

Lao Furen habló en ese momento.

–Traed a mi médico.

Lao Furen solía confiar en el médico Shen, la familia Chen llevaba cuidando de su alimentación y
vida desde que era una niña, y Shen era la segunda generación. El médico vino a prisa. Li Xiao Ran
le ordenó que examinase el tu y el médico frunció el ceño.

–¿Se puede usar para acabar con malos olores? – Preguntó Li Xiao Ran.

El médico Shen sacudió la cabeza.

–Es una hierba venenosa. Y nunca había oído que se usase para los olores.
Una mueca fría cruzó los labios de Wei Yang, pero fingió sorpresa y temor.

–¿Cómo puede ser? ¿Por qué iba Dajie a poner hierba venenosa en la placenta?

El médico Shen frunció el ceño, su boca se movió ligeramente, como si hubiera algo que no
pudiese decir.

–¿Hace falta decirlo? Si no elimina olores, y se mezcla con el miedo a que te descubran, ¡la razón
para esconderlo es que no te pillen! Después de todo, ¿quién se iba a imaginar que alguien
escondería tu en la placenta? – El rostro pálido y atractivo de Li Min De sonreía.

–Exacto, ¡¿cómo se va a usar una planta venenosa para curar?! ¡El tu es más peligroso que el
arsénico! Es claramente imposible que pueda salvar una vida, siendo así, entonces… – Li Wei Yang
parpadeó y apagó su tono de voz.

–¡Li Wei Yang, estás loca! ¡Qué tonterías! – Li Min Feng se levantó furioso con las manos cerradas
en un puño.

Li Wei Yang le miró.

–¿Por qué estás tan tenso, Dage? ¿Acaso no sabes que el tu se usa para la brujería, algo que Su
Alteza ha prohibido?

Li Xiao Ran se puso rígido y reflexionó sobre ello. El tu se utilizaba en la brujería. Si la maldición era
débil, la familia se inquietaba, se hería o sufría injusticias, pero si era fuerte la familia se
encontraría con el demonio, o se las tendría que ver con la muerte de un niño. En el peor de los
casos, lo perderían todo y su familia quedaría destrozada. Li Xiao Ran alzó la cabeza y contemplo
incrédulo a su hija.

–¡¿Zhang Le, por qué lo has hecho?!


No podía comprender por qué su hija, que siempre era generosa y sabia, últimamente no dejaba
de cometer estos errores, ni por qué había llegado a usar la brujería. Si esto se supiese, sería un
crimen que les haría perder la cabeza. ¡Tenía que estar loca!

–Exacto, Zhang Le. – Suspiró San Furen. – La otra vez, tu padre te castigó porque hiciste mal.
¿Cómo le has podido odiar y maldecirle? ¿Por qué una chica haría algo así?

–¡Padre, no he sido yo! ¡De verdad que no he sido yo! – gritó horrorizada Li Zhang Le.

Li Min Feng supo que las cosas se habían puesto serias y corrió a arrodillarse ante Li Xiao Ran.

–Padre, no ha sido ella. Mi hermana es gentil y justa, además de ser tu querida hija. ¿No le crees?

Li Xiao Ran estudió con detenimiento el rostro de Li Zhang Le, que seguía tan bello y vulnerable
como antes, dificultando a los demás el apartar la vista, pero, por algún motivo que desconocía,
cuánto más la miraba, más miedo le daba. Podría hacer daño a Wei Yang porque la envidiaba por
el favor que había recibido y no había dudado en robar la idea de otra persona para ganar fama y
gloria, tampoco le importaba comer placenta para nutrir su propia belleza, e incluso había
escondido muñecas de vudú para dañarle a él. ¿Una hija así podía seguir siendo la niñita
vulnerable que recordaba?

Li Xiao Ran había olvidado por completo que había sido él mismo quien había tolerado su
comportamiento, permitiéndole hacer lo que le placía bajo la creencia de que todo lo bueno de
este mundo tenía que pertenecerle, ayudándola a convertirse en alguien de mente cerrada, cruel y
egoísta.

El rostro de Li Zhang Le enrojeció.

–Padre, no he sido yo. – se agotaba de tener que explicarse. – ¿Cómo iba a usar brujería contra ti?
¿Cómo iba a hacerlo? – En pánico y decidida a encontrar un cabeza de turco, señaló a Li Chang Xi,
chillando. – ¡Has sido tú! ¡Tú me has incriminado! ¡Tú! ¡Tú fuiste la que me dio la placenta!

La sorpresa se dibujó en el rostro de Li Chang Xi. No pudo contener semejante injusticia y dijo:
–Padre, el médico dijo que la placenta podía curar la herida de mi cara, aquí está la receta. ¿Quién
se iba a imaginar que Dajie también querría comérsela? No es algo fácil de conseguir, y no quería,
pero Dajie estaba muy decidida a llevársela. No me quedó de otra y tuve que dársela, pero cuando
se la di estaba muy limpia, ¡no tenía nada de tu dentro!

Si Yiniang se secó las lágrimas.

–Wu xiaojie, no digas nada más. ¡Todo el mundo sabe en su corazón lo que está bien y mal!

Si Yiniang no informó a Li Chang Xi de su plan. Si en la placenta no había tu cuando la trajeron,


entonces, el problema era culpa del médico Song. A pesar de todo, Li Zhang Le continuó culpando
a Li Chang Xi, se plantó ante Li Xiao Ran y dijo pesumbrosa:

–¡Padre! ¡Si no ha sido Wu meimei, entonces ha tenido que ser el médico! Sabía que el tu es
dañino, pero me lo recomendó de todas formas. ¡Es una estratagema en mi contra! ¡Alguien debe
haber sobornado al médico!

Da Furen se apresuró al lado de su hija y se arrodilló a su lado con lágrimas en los ojos.

–Lao Ye, Zhang Le es nuestra hija. Es dulce y no puede matar ni una mosca, ¿cómo va a usar
brujería? ¡Está claro que alguien quiere agraviarla! – Dicho esto, su mirada fue en dirección a Li
Wei Yang como una flecha.

Si Yiniang no se atrevería a dañar a Da xiaojie y el médico Song había servido a la residencia Li


durante muchos años, así que, para sobornarle le tendrían que haber ofrecido mucho y la persona
más rica en la casa de los Li en esos momentos, no era otra que Li Wei Yang quien, además, odiaba
con amargura a su hija. Da Furen había creído que quien moriría esa noche sería Li Wei Yang,
jamás se habría imaginado que la muchacha ya había tramado algo. ¡Esa pequeña zorra! Da Furen
estrujó el pañuelo que tenía entre manos hasta casi desgarrarlo, su expresión se colmó de
resentimiento.

Li Min Feng alzó la cabeza y dijo:

–Padre, ¡necesitamos encontrar a Song Zheng para resolverlo todo!


Li Wei Yang estaba gratamente complacida con el espectáculo. Al fin, las esquinas de sus labios se
curvaron, burlona, como si estuviera indiferente y contenta.

Una pizca de duda apareció en el rostro de Li Xiao Ran al ver a su esposa ignorar su orgullo,
arrodillarse en el suelo y rogar delante de todo el mundo.

–Song Zhen ya no está en la capital. El mundo es enorme y no sabemos dónde se ha ido, ¿cómo le
vamos a encontrar? ¡Lo que Dage quiere es tiempo!

–¡¿Qué intentas decir, primo?! – El rostro de Li Min Feng se volvió violeta de la rabia. Todo el
mundo pudo apreciar cómo cerraba las manos en un puño mientras le gritaba al niño.

–¿Me estás amenazando, Dage? ¿No puedo ser razonable delante de mi tío?

Li Wei Yang sacudió la cabeza cogiéndole la mano a Li Min De. No quería involucrar al inocente
Min De.

Er Furen escondió su sonrisa gélida detrás de su pañuelo.

–Ya ha pasado media noche, sólo has encontrado cosas en los aposentos de tu hija. Lo mejor será
que procedas imparcialmente.

Da Furen se volvió furiosa.

–Zhang Le no es una niña corrupta, ni injusta. ¡Alguien le ha tendido una trampa!

–Madre, todo el mundo lo ha visto y esto es injustificable. – Dijo Li Wei Yang con toda la calma. –
Aunque Dajie te de pena, no deberías cubrirla. ¡Si la hubieses amonestado cada día, no habría
hecho algo así! Para empezar, usar brujería para maldecir a padre es una desgracia para la piedad
filial; en segundo lugar, Su Alteza prohibió la brujería y ordenó que cualquiera que la llevase a cabo
debía ser exiliado, en caso de tratarse de una ofensa suave, o sentenciado a muerte, si se trataba
de algo grave. ¿Quieres involucrar a toda la familia Li?
San Furen se rio en silencio.

–Exacto, no existen las paredes sin vientos, ni fuegos en esta vida. Si la gente se entera, ¿quién
sabe cuántos hablarán mal y se burlarán de la familia Li?

Li Zhang Le entró en pánico, sus manos temblaron mientras intentaba calmarse.

–¡Padre, de verdad que no he sido yo! ¡Tienes que creerme!

Da Furen resentía a todas estas personas en su corazón, pero la expresión que les mostraba era de
desesperación conforme suplicaba:

–¡No acuses a la inocente Zhang Le, Laoye!

Lao Furen frunció el ceño y, de repente, extendió el brazo, tirando el juego de té al suelo. Llevaba
tiempo pensando que Li Zhang Le era demasiado hermosa, tal vez incluso una calamidad, pero no
esperaba que esa jovencita fuera así. Furiosa, su rostro se tornó de color ceniza y sus labios
violetas, la criada Luo corrió a ayudarla a aclararse el pecho.

Todos los que la vieron en semejante estado se sorprendieron.

Li Wei Yang, al verlo, cogió la taza de té que acababa de servir una criada y se acercó a la anciana.

–Lao Furen, no te enfades. ¡Primero tenemos que investigarlo todo a fondo otra vez!

Lao Furen movió la mano y cogió aire.

–De ninguna manera. ¡Cuánto más se retrase todo esto, peores serán las consecuencias! ¡Hay que
resolverlo ya!
La voz de Lao Furen era severa e imponente, su expresión era de acero. Li Xiao Ran se estremeció
al escuchar su tono de voz. Se dice que los ministros justos tienen dificultades juzgando los
asuntos familiares. En la corte, era capaz de examinar y juzgar los problemas imparcialmente, pero
si pudiera, preferiría no castigar a Li Zhang Le. Sin embargo, el pensamiento de que su hija había
utilizado unos métodos como estos para maldecirle infundio cierto temor en su corazón.

Li Wei Yang suspiró, anhelante y pensativa.

–Padre, si no puedes soportar hacerlo, haz que alguien se deshaga de esas cosas. Lo único que hay
que tener en cuenta es que hay que tener más cuidado para evitar que vuelvan a entrar este tipo
de cosas en la residencia.

El significado tras sus palabras era: “debes tener cuidado de que no te maldigan”. Los ojos de Li
Xiao Ran se enfriaron. Tenía razón. Li Zhang Le se había atrevido a maldecirle sólo por haberle
dicho unas cuantas palabras. ¿Una jovencita con unas intenciones tan crueles podía seguir siendo
su brillante y sabia hijita? Básicamente, su belleza era como el de una serpiente venenosa.

Li Wei Yang se quedó quieta, indiferente, pero sus largas pestañas se estremecieron mostrando la
oscuridad que llevaba dentro.

–Esa placenta sangrienta parece carne humana. Wu meimei tiene que comérsela para curarse la
herida, pero Dajie sólo la está usando para mantener su belleza. No vuelvas a tocar este tipo de
cosas nunca más.

El rostro de Li Xiao Ran se volvió duro e implacable. Hasta él había tenido que apartar la vista de
esa placenta sangrienta, pero esta jovencita la estaba usando para su belleza. ¡Qué mente tan
perversa!

Li Min De miró a Li Wei Yang y la vio sonreír de principio a fin. Los ojos de él relucieron como la luz
bajo el cristal, como si pudiesen iluminar el mundo.

Sabía que la persona detrás de todo lo que había pasado aquella noche era San jiejie, ¿pero, y
qué? Era la ley de la naturaleza. La del más fuerte. En lugar de esperar a que te corten en
pedacitos, ¡hay que coger el cuchillo con tus propias manos!
Li Xiao Ran miró directamente a Li Zhang Le, profundamente turbado, y por un momento, no supo
cómo disciplinarla.

No era un asunto pequeño. Si Su Alteza se enterase, toda la familia Li se vería involucrada. ¿Tanto
valía Li Zhang Le como para que toda la familia Li tuviese que arriesgarse por ella? La reputación
de Li Zhang Le entre la gente de a pie, los nobles y la familia imperial, gracias a su plan para el
desastre natural, había caído en picado. Algunos hasta habían dicho que su belleza era una
calamidad. ¿Cómo iba a ser Emperatriz? ¿Quién la apoyaría? Li Xiao Ran sintió que la confianza
que había depositado en ella durante todos estos años se hacía añicos por primera vez.

Parecía que la vida de Li Zhang Le había acabado. Li Wei Yang lo reconoció y se mantuvo un paso
adelante, para acabarla todavía antes.

Después de todo, Li Zhang Le seguía siendo joven y no era capaz de pensar en una solución. Tenía
la mente en blanco, pálida mientras miraba a su padre, ignorando si él la acabaría creyendo o qué
decidiría. Li Min Feng se debatía en preguntar a su familia materna que intervinieran, pero su
abuelo y tío estaban en la frontera. El agua lejana no puede apagar un fuego cercano.

Da Furen lo sabía. Después de todo, era alguien que había vivido muchas dificultades. A pesar de
que su expresión estaba atónita, en realidad, estaba pensando en alguna vía de escape.

La voz de Lao Furen era fría y desinteresada.

–¿No fue por la brujería que el antiguo Primer Ministro, su hija, Yang Ning Gongzhu, Zhu Yi
Gongzhu y el general Zhou De perdieron la cabeza cuando el anterior Emperador seguía vivo?
Todo lo relacionado con la brujería es un camino que va directo a la muerte. Le hemos encontrado
todo esto a Zhang Le. ¡Como no es capaz de decir quién le ha tendido la trampa, debe haberlo
hecho ella! Si la gente se entera, la familia Li estará en desventaja. Tienes que decidirte ya.

Después de escuchar esas palabras, lo que le quedaba de duda a Li Xiao Ran se derrumbó y, por
fin, tomó una decisión.

–Zhang Le, me has decepcionado mucho. Desde ahora, vete a Pu Ji An. Si alguien me pregunta,
diré que has pillado una epidemia y que tienes que recuperarte.
Pu Ji An era un templo para monjas.

–¡¿Padre, me estás diciendo que me rape y me haga monja?! – Li Zhang Le perdió el control.

No podía creérselo. No podía creerse que Li Xiao Ran fuera tan despiadado.

Li Xiao Ran se dio la vuelta, ignorándola.

Er Furen sonrió.

–Da xiaojie, tu padre te está dando un camino para vivir. Cerrándote las puertas y haciéndote
reflexionar.

¿Cerrar puertas y reflexionar? Podía hacer eso en su patio o con otros familiares. Su padre había
dicho que debía irse al templo, pero no había mencionado cuando volvería. Si su padre decidía
dejarla allí el resto de su vida, ¿entonces, qué?

Corrió a tirarse a los pies de Li Xiao Ran.

–¡No, padre! – dijo desesperada. – ¡No me envíes a ese maldito lugar! ¡Es una injusticia! ¡Me han
agraviado!

Li Xiao Ran la miró, su rostro extraordinariamente hermoso era como un Lotus delicado. Renuente,
extendió una mano para acariciarle el pelo. Li Wei Yang observó con frialdad la escena. Desde que
había puesto un pie en la residencia, tanto la madre como la hija, se habían dedicado a tramar algo
para hacerle daño. Mucho se temía que, si hubieran conseguido echarla, a Li Xiao Ran no le
hubiera importado y, sin embargo, era reacio a castigar a Li Zhang Le.

No obstante, Li Zhang Le había cometido un crimen imperdonable. Li Xiao Ran tenía que ser firme.
Wei Yang continuó observando, una luz gélida le cruzó la vista.

Por supuesto, Li Xiao Ran movió la mano, la cerró en un puño y ordenó con frialdad:
–Márchate.

Li Min Feng se levantó a prisa con los ojos rojos.

–¡Padre, tiene que ser un error! ¡¿Cómo puede ser que no le creas y la obligues a ir a ese sitio?!

La fría mirada de Lao Furen repasó a Li Min Feng. Siempre había amado y mimado a su nieto, pero
era demasiado estúpido e ignorante, insolente y rebelde, como su madre. Y ahora, hasta se atrevía
a decir todo eso. ¡No tenía modales!

Suspiró y dijo:

–Zhang Le, tu padre sólo quiere que vivas como tiene que ser. No hacen falta más retrasos, ¡que
alguien acompañe a Da xiaojie a por sus cosas!

Da Furen se quedó helada y, de repente, se levantó del suelo.

–¡Lao Furen, al menos, permíteme despedirme de mi hija!

Lao Furen la miró y frunció el ceño.

–Muy bien. – Li Xiao Ran vio cómo su esposa suplicaba desesperadamente y accedió. Después de
cavilar unos instantes, le dio una orden a alguien que tenía al lado. – Todos los que han
participado en la búsqueda, a parte de los que sean de confianza, todos tienen que–…

Li Wei Yang se quedó a cierta distancia y escuchó. Bajó la mirada. Li Xiao Ran quería eliminar a los
criados que conocían lo sucedido, pero todos los que estaban en el salón eran miembros de la
familia Li, ninguno ignoraría su fortuna y honor para esparcir este rumor, sin embargo, los criados
eran otra historia. Ni el médico Shen era una excepción.
Da Furen ayudó a levantarse a su hija. Pretendió arreglarle el peinado, pero en sus ojos había
cierta urgencia.

–Madre… – Se lamentó Li Zhang Le.

–No llores, no llores, Zhang Le… – Da Furen la abrazó. – Tu padre sólo ha perdido los estribos.
Todavía te quiere y te dará la bienvenida en casa. Tienes que recordar vivir bien… – No pudo evitar
empezar a llorar. Entre sollozos, prosiguió. – Te había dicho que tuvieras cuidado, que no dejarás a
esa niñata tramar nada en tu contra. ¿Cómo íbamos a saber que serías demasiado buena y
sufrirías así…?

Li Wei Yang sonrió con frialdad. Da Furen no se olvidaría de pararle una trampa.

Li Zhang Le se apoyó en el hombro de su madre, llorando desesperada. El odio de su corazón por Li


Wei Yang se hizo más profundo, pero no se atrevió a mostrarlo. Esta vez, se marchaba ignorando
cuándo podría regresar. Si su padre le hacía caso a Lao Furen o a Wei Yang y no la dejaba volver, su
vida habría acabado. Tal vez, la gente de la capital se olvidaría de ella rápidamente. ¿Qué utilidad
tenía su belleza? ¡Ninguna!

No cabía duda de que era cosa de Li Wei Yang. No podía dejar de maldecirla. Si hubiese tenido un
cuchillo en esos momentos habría muerto con Li Wei Yang.

Da Furen le susurró algo en voz baja a Li Zhang Le, después de eso, alzó la voz y se dirigió a Li Wei
Yang.

–Deberías tener cuidado.

Li Wei Yang se dio cuenta que algo no iba bien, pero no sabía de qué se trataba.

Capítulo 67: Colgando de un hilo

La mirada de Li Zhang Le, después de escuchar las palabras de Da Furen, cambió en vano. Giró la
cabeza para mirar a Li Xiao Ran.
–Entiendo. – dijo con dulzura.

Entonces, como si se hubiese decidido, dio cada paso para ponerse delante de Li Xiao Ran y se
arrodilló grácilmente.

–Agradezco a padre el amor y cuidado que me ha dado desde la infancia. Desde ahora, seré
incapaz de satisfaceros. Padre, cuídate.

Li Xiao Ran la miró con un sentimiento extraño. Acabó suspirando y movio la mano.

–Vete.

Si una ofensa semejante no se castigase causaría un gran caos en la familia Li.

Li Zhang Le se levantó y le echó un vistazo distante a Li Wei Yang, con una pizca de burla difícil de
detectar. Entonces, ocurrió un acontecimiento que nadie podría haber predicho: empezó a correr.

Al llegar al centro del salón principal, se detuvo para decir:

–¡No pienso admitir lo que no he hecho! ¡Prefiero morir! – Dicho esto, se dio la vuelta y corrió
hacia una columna cercana.

Los gritos del salón se volvieron uno. Por suerte, Li Min Feng se movió deprisa y fue capaz de
cogerla en el último momento crítico. Y por tanto, Li Zhang Le no se dio contra la columna, sólo se
desmayó.

Da Furen se comportó como si pudiese desmayarse en cualquier momento y se tambaleó.

–¡Mi hija! ¡Ah!


Lao Furen soltó una exclamación, casi desmayándose del susto, pero Li Wei Yang sonrió
débilmente observando la farsa con una expresión difusa. No se sabía si era burla o alegría. Ahora
veía lo que Da Furen le había dicho a Li Zhang Le.

Por supuesto, el jengibre viejo es más picante[1]. No se puede conseguir una victoria sin asumir
riesgos. Con este golpe, Li Zhang Le había conseguido algo.

Si tan dispuesta a morir estaba, ¿por qué no había esperado a estar afuera? ¿Por qué ahora? El
rostro de Li Xiao Ran cambió de repente. Anduvo a paso ligero para revisar las heridas de Li Zhang
Le.

–¡Médico Shen, ven a echar un vistazo, rápido!

El médico se acercó con su maletín, examinó las heridas de Li Zhang Le con prudencia y entonces,
suspiró aliviado.

–Sólo se ha desmayado… Su vida no corre peligro.

Li Min Feng no daba crédito.

–Padre, – dijo con palabras altas y claras. – cómo puedes ver meimei está dispuesta a morir, está
claro que la han agraviado.

Li Xiao Ran frunció el ceño, sin decir nada.

–Qué inconsciente es Da xiaojie. Sí que se ha dado bien. – Se mofó Er Furen.

–Er dimei, – empezó Da Furen con la voz ahogada. – has visto crecer a Zhang Le, ¿por qué dices
algo tan cruel?
–Er Shen[2], – los labios de Li Min Feng se curvaron en una sonrisa. – si lo hubiese conseguido, una
chica débil como Zhang Le habría muerto y esto se debe, claramente, a una injusticia. ¿Cuántos
vais a continuar pensando que es culpable llegados a este punto?

–Da xiaojie no debería ser así, ni en sentimiento, ni en razón. ¿Esto no es como cuestionar la
decisión de Lao Furen y Dabo[3]?

Todo el mundo guardó silencio.

Da Furen, asustada, lloró como si le hubieran roto el corazón mirando a Li Xiao Ran.

–Laoye, llevamos casados veinte años. Aunque no haya hecho ninguna hazaña, he trabajado muy
duro. Zhang Le es mi queridísima hija, y la niña a la que es bañado en amor desde pequeña. Nunca
la han tratado así y, ¡mírala ahora, con la cabeza llena de sangre! Sabes que lo que más valora es la
apariencia, ¡arruinarse así la cara es peor que la muerte! ¿Cómo iba a tomar una medida tan
drástica? ¡Laoye, la han angustiado muchísimo!

El médico Shen también revisó las heridas de Li Zhang Le, asintió y dijo:

–En efecto, cabe la posibilidad que le quedé una cicatriz en la frente.

Por supuesto, Da Furen sabía que la apariencia era importante, pero si enviaban al templo a Li
Zhang Le, ¿cómo la miraría la gente? ¡Nadie querría una chica que su familia abandonó por un
motivo desconocido! ¡Su vida estaría acabada!

Al final, Li Xiao Ran no pudo soportarlo y cedió.

–Que así sea, pues. Llevadla a que se recupere.

Li Min De estaba indignado, y justo cuando dio un paso para hablar, Li Wei Yang sacudió la cabeza,
por lo que no le quedó de otra que callarse.
Li Zhang Le había llegado caminando, pero se iba en brazos, con la respiración pesada y con una
hemorragia en la cabeza. Li Xiao Ran suspiró y, sin decir nada, se fue. Después de todo, él mismo
no se habría creído que Li Zhang Le le maldijera, pero después de presenciarlo con sus propios
ojos, no podía no creérselo.

Si Yiniang no comentó nada en toda la velada, pero cuando vio que Li Zhang Le se quedaba, un
“como cabía esperar” le cruzó la vista con una decepción silenciosa. Sus ojos y los de Li Wei Yang
se encontraron, entonces, sonrió y se marchó con Li Chang Xi y Li Chang Xiao.

Li Wei Yang acompañó a Lao Furen y, cuando volvía a su propio cuarto, se encontró a Li Min De
esperándola en el pasillo. Sonrió y le saludó.

–Esta vez has asumido mucho riesgo, Jie. – Esta fue la primera frase de Li Min De.

Li Wei Yang levantó las cejas, le devolvió la mirada y dijo con dulzura:

–Min De.

Li Min De estaba triste. Su Sanjie era muy astuta, y sabía a la perfección que si le hablaba con tanta
dulzura él no podría resistirse. Por lo cual, usar esa voz en un momento tan crítico era para que él
no pudiese culparla por asumir tanto riesgo, ni por no decírselo. Muy astuta, Sanjie era muy
astuta.

No obstante, debía admitir que al principio tuvo una sensación sofocante, la sensación de que no
confiaba en él. Pero cuando ella pronunció su nombre con tanta dulzura, todas esas emociones se
desvanecieron. Era incapaz de enfadarse con ella.

Li Wei Yang no pudo evitar coger aire, a sabiendas que Min De estaba descontento porque no le
había contado nada, y dijo:

–Min De, sé que esta situación no es necesariamente buena. Es fácil que se filtre información y,
además, es muy arriesgada.
–Estás diciendo… – Li Min De frunció el ceño. – ¿Que Si Yiniang podría girarse en tu contra en
cualquier momento?

Li Wei Yang sonrió maravillada por su inteligencia y exactitud.

–Sí, aunque Si Yiniang haya estado de mi parte en este asunto, no consigo determinar el motivo
por el que arrastraría a su propia hija a esto, y por tanto… Siempre estoy alerta, esperando a que
se vuelva en mi contra. Aunque tal vez, esté pensando demasiado.

–Mi madre acaba de contarme que se ha enterado de que Da Furen y Da Bofu han estado
discutiéndolo y que han prometido a Si Jiejie con Su Alteza Wu y a Wu Jiejie con el tercer hijo del
duque Rong. – Li Min De sonrió.

Li Wei Yang no se sorprendió, en su vida anterior también prometieron a Li Chang Xiao con el
quinto príncipe. Sin embargo, con su estatus actual, al casarse sólo conseguiría ser una concubina
real. En cuanto a Li Chang Xi, en su vida anterior la casaron con el segundo hijo de Xu Mao Gong,
pero ahora… ¿Por qué Da Furen querría casar a una hija con el rostro arruinado con un hijo
legítimo del duque Rong? ¿Era posible? Aunque eran matrimonios provechosos para Da Furen,
también lo eran para Si Yiniang.

–El tercer hijo del duque Rong, Cheng Lin, es noble y elegante en su actitud y forma de hablar. El
duque Rong también forma parte de la nobleza. Superficialmente, no hay nada malo con este
matrimonio, por eso Da Bofu lo está considerando.

–¿Superficialmente? ¿Podría ser que…? – Li Wei Yang frunció el ceño.

–Sanjie, ahora que eres una Xian Zhu, Su Alteza es quien decidirá tu matrimonio, por eso Da Furen
no puede meterse. Pero, las otras están a su merced. Piénsalo, si no hubiese nada malo en todo
esto, ¿por qué Si Yiniang saltaría? Mi madre también tenía sus dudas, así que preguntó y se enteró
que al hijo de la familia Cheng le gusta la ópera e, incluso se trae a unas cuantas actrices a casa y
las favorece a todas. No sólo escucha ópera todos los días, también comparte su lecho con ellas
cada noche. Al final, el duque Rong ha ordenado que matasen a golpes a todas las actrices. Esto no
es ningún secreto.

Para los hombres, el incidente del hijo del duque no era nada más que el espíritu libre de la
juventud, algo de lo que se podían reír. Padre no se tomaría algo así en serio. Si Li Chang Xi
siguiera siendo tan bella como una flor y tan hermosa como la luna, tal vez su padre reflexionaría
sobre la promiscuidad del tercer hijo, pero sabiendo cómo era la apariencia actual de Li Chang Xi,
¿para qué molestarse? Sólo consideraba los beneficios que acarrearía el matrimonio. No obstante,
para Si Yiniang, la fortuna y el rango era algo superfluo. La felicidad de su hija era lo más
importante. Lo del tercer hijo del duque Rong era absurdo, pero ¿quién sabe cómo se comportaría
después del matrimonio? Tenía que encontrar la forma de parar este matrimonio.

–Con el alboroto que ha montado Da Bomu, Da Bofu no podrá mencionar el matrimonio, y aunque
lo haga, Lao Furen no estará contenta con eso. Puede que Si Yiniang haya ofendido a Da Furen,
pero ha sido por el bien de Sijie y Wujie. – murmuró Li Min De.

Li Wei Yang se quedó callada. En efecto, Si Yiniang no podía evitar enfrentarse a Da Furen para
evitar ese matrimonio. Podía ser estúpido, pero era fruto del amor de una madre.

Li Min De extendió la mano, cogiéndole la suya con cariño. Sus manos se calentaron a la vez, y su
corazón también parecía más cálido.

–Me temo que, desde ahora, Da Furen no lo va a tolerar. – Dijo.

–Da Furen es muy perspicaz, astuta y peligrosa. El fin justifica los medios. Entre nosotras hay un
odio asentado profundamente. Quiero venganza, no hay nada de malo en ello. Pero no quiero
arrastrarte. Por eso, desde ahora, no te me acerques demasiado, sobretodo como hoy, que has
estado constantemente yendo en contra de Da Furen, ¿entiendes, Min De?

Li Min De abrió los ojos como platos, sin parpadear.

Li Wei Yang, viéndole así, aclaró todavía más sus palabras.

–Digamos que, ahora mismo no tiene nada en tu contra. Así que, si quieres ayudarme, hazlo desde
las sombras.

Li Min De bajó la cabeza y sintió como si su corazón flotase en el agua. Sabía que no era bueno
provocar a Da Furen. Ni siquiera San Furen se atrevía a ir de cara, pero cuando escuchó a Wei Yang
decir algo como eso, se enfadó. No sabía por qué estaba tan triste. Tal vez fuera por Da Furen, tal
vez por SanJie o, quizás, por él mismo. ¿Por qué Sanjie tenía que adentrarse en tantos problemas?
¿Por qué tenía que ser tan calculadora y deshonesta con todo el mundo?

Sentía que Li Wei Yang no le había dicho eso porque le quisiera o porque fuera importante para
ella, sino porque la ayuda desde las sombras la beneficiarían más.

–Sanjie, ¿eres buena conmigo porque estamos en el mismo barco?

Si llegase el día en que no estuvieran del mismo bando, ¿ella dejaría de sonreírle y hacerle caso?

Li Wei Yang se sorprendió. El muchacho era demasiado sensible. Tanto, que no sabía qué decir.

–Lo siento, soy un tonto… – Añadió Li Min De en voz baja.

No debería haber dicho palabras que pudieran sentarle mal a su SanJie.

Li Wei Yang sonrió, apretándole un poco más la mano.

–No, no te digo todo esto porque estemos del mismo lado. Todo lo contrario, me gustas, Min De, y
por eso no quiero que te hagan daño.

Li Min De alzó la vista.

–Entonces, ¿soy tan débil que te daré problemas?

–No. – Li Wei Yang hizo una pausa antes de contestar mientras sacudía la cabeza.

–Sanjie, – sus ojos negros parecían no tener final. – hasta en momentos así, ¿sigues queriendo
consolarme?
–Sólo he dicho la verdad. – Li Wei Yang le miró y habló con total seriedad. – Eres un niño listo.
Algún día, serás mucho más inteligente que yo. Te convertirás en alguien en quien, tanto San
Furen como yo, podamos apoyarnos. No tengo hermanos pequeños, pero tú es como si lo fueras.
– Li Wei Yang sonrió con sus ojos fijos en él.

Los ojos de la muchacha brillaban tanto bajo la luz de las linternas que era imposible apartar la
vista.

Li Min De se aferró a su mano, sin soltarla.

–Sanjie, ¿tanto les odias? Madre me ha comentado que quiere volver a Linchuan para visitar a la
abuela y que, si allí es feliz, se comprará una casa para que podamos vivir y no volver nunca más.
Podrías venirte con nosotros a vivir-…

La mirada de Li Wei Yang era gélida. Ella también quería una vida feliz, pero marcharse de ese
lugar significaba dejar la venganza. Le era imposible olvidar como le cortaron las piernas. Esa
escena en la que la carne y la sangre volaba por todas partes, desgarrándose; las voces
horrorizadas, humilladas y desesperadas de los criados de palacio que murieron por su culpa, se
acordaba de todo. Da Furen y su hija no la habían dejado en paz en ningún momento, aunque
quisiera dejarlo estar, el otro lado no le permitiría ser feliz.

Li Wei Yang cogió aire.

–No puedo perdonarles, así que no, ¡no pienso dejarlo ir!

Li Min De se sorprendió y alzó las cejas.

–¿Sanjie?

Li Wei Yang parpadeó, en sus ojos había aparecido una emoción profunda que desató dulzura y, a
la vez, tristeza.

–Lo siento, me he emocionado demasiado.


Se percató que le había hecho daño a Li Min De, así que le soltó la mano de inmediato. Li Wei Yang
se dio la vuelta para mirar al cielo distante.

–La tolerancia es algo que no me puedo permitir, ni quiero.

Parecía que podía desaparecer en cualquier momento.

Li Min De sintió, repentinamente, un gran temor. Parecía que jamás sería capaz de entender a su
elusiva Sanjie. A pesar de que, en esos momentos, no la comprendía, en su corazón debía haber
secretos escondidos. Por tanto, Li Min De avanzó un paso, y la cogió por el brazo.

Li Wei Yang, sorprendida, cruzó miradas con él y, entonces, una expresión inexplicable le pasó por
el rostro.

Li Min De aborrecía la tristeza, pero se obligó a mirar a Li Wei Yang y a sonreír.

–Si Sanjie no se va, yo tampoco. Te acompañaré. – Su tono era firme y bajo.

Li Wei Yang se movió un poco, justo cuando estaba pensando qué contestar, se escuchó un grito.

Una criada corría como loca a lo lejos, chocándose con varias personas que había por el camino.
En pánico, corrió hasta ponerse ante Li Min De.

–¡Malas noticias! ¡Malas noticias, Shaoye! ¡San Furen acaba… Acaba de desmayarse!

Li Wei Yang se sorprendió. No sabía por qué tuvo una mala premonición.

* * * *
La revisión determinó que San Furen estaba infectada de una epidemia. Lao Furen, al enterarse,
fue a hacerle una visita dos veces, e incluso llevo consigo a un famoso doctor para ayudarla a
recuperarse. Li Min De también se quedó al lado de su madre, día y noche.

Li Wei Yang temía que se infectase e intentó hacerle descansar muchas veces, pero él se negó.

Li Wei Yang no podía hacer nada, sólo esperar y desear en silencio que San Furen se recuperase.

El rostro de Wei Yang siempre era penumbroso. A pesar de que el doctor había repetido que la
condición de San Furen había mejorado, el fin de año estaba cerca. Si tanto había mejorado su
condición, ¿por qué no podía salir todavía?

Las ventanas de la habitación estaban cubiertas por cortinas gruesas, dificultado el paso de la luz
del sol. Era una habitación sombría. No muy lejos de la ventana había un gu qin[4] lleno de polvo.
Nadie lo había tocado desde hacía mucho.

Cuando Li Min De vio entrar a Li Wei Yang se levantó de la silla. Su rostro a la luz lumbrosa era
terriblemente pálido. Sus ojos negros albergaban desesperación.

Li Wei Yang se sorprendió, inquieta.

Una criada, al verla, arregló la cortina verde de la cama donde yacía San Furen. Li Wei Yang vio, de
un vistazo, que la buena mujer se había vuelto terriblemente delgada y había perdido sus formas.
Su rostro era como una hoja de papel y su cuerpo era tan fino, que una ráfaga de viento podría
llevársela. Estaba inesperadamente enferma.

¿Cómo se podía haber contagiado de una epidemia? Li Wei Yang no consiguió contener la
amargura de su corazón.

–San Shen.
Desde que había enfermado, San Furen sólo admitía visitas de Lao Furen y de Li Min De. Cuando el
resto iban a verla, les paraba en la puerta. La criada le murmuró al oído:

–Furen, San xiaojie está aquí.

San Furen abrió los ojos, miró a la muchacha y sonrió. Entonces, asintió a la criada que tenía al
lado para que la ayudase a reincorporarse en la cama.

–Wei Yang, ¿todo bien? – preguntó.

Li Wei Yang sabía de qué hablaba.

–Aunque la herida de la frente de Dajie no es grave, sigue inconsciente. El médico dice que no
sabe si habrá efectos secundarios.

–Así estarán tranquilos un tiempo. – Respondió con gentileza la señora.

San Furen, temblando de miedo, lo podía ver todo con claridad. Al parecer, padre no había ido a
ver ni una sola vez a Li Zhang Le y se había alejado de Li Min Feng. Seguía con sospechas sobre si la
brujería había sido real o no. Aunque era una lástima que no se hubieran ocupado de Li Zhang Le,
al menos, si permanecía en esa casa, sus días no pasarían con tanta calma.

–¿Estás bien? – San Furen la miró.

–Sí, gracias por tus bendiciones.

–¿Gracias por mis bendiciones? – San Furen sonrió con cierto toque de amargura. – Ni siquiera me
puedo proteger a mí misma, ¿cómo voy a bendecir nada? Quiero ayudarte a ver caer a Da Furen,
pero por desgracia…

–San Shen ya me ha ayudado muchísimo, no tienes de qué preocuparte. Descansa.


–Sé que eres lista y talentosa. Ahora que eres una Xian Zhu, Da Furen no puede dificultarte las
cosas con el matrimonio, y tampoco puede atacarte con tanta facilidad. Es una suerte. – Dijo San
Furen como para consolarla. – Escucha mi consejo, busca la manera de encontrar un buen
matrimonio. Aléjate de esos lobos…

Li Wei Yang la observó, incapaz de ignorar su segundo significado.

–Recordaré tus palabras.

No estaba segura del por qué, pero las palabras de San Furen parecían las últimas que
pronunciaría antes de su funeral. ¿Pero cómo podía ser? ¡Todo era muy repentino!

San Furen apoyó la cabeza en su cama. Lo primero que le vendría a la mente a cualquiera que la
viera, sería la imagen de una flor marchita. Su rostro estaba muy gris, sus mejillas que cierta vez
fueron tan rojas y hermosas, se habían vuelto delgadas por la pérdida extrema de peso, sin
embargo, sus ojos seguían siendo sorprendentemente brillantes. En el corazón de Li Wei Yang
había temor. Si algo le ocurriese a San Furen… Su mirada cayó sobre Li Min De que, alicaído,
pensaba en algo.

–Furen, es hora de su medicina. – La criada que tenía al lado sostuvo la medicina.

San Furen observó el tazón de medicina y sacudió la cabeza. Li Wei Yang vio cómo su rostro
palidecía, y su respiración se entrecortaba. Temía que se agotase demasiado y la persuadió para
que descansara. No obstante, San Furen bajo la voz lo máximo que pudo.

–¿Qué has dicho sobre mi enfermedad?

–He dicho que te recuperarás dentro de poco. – Li Wei Yang reflexionó un poco antes de
contestar.

–No, tienes que decir que ya me he recuperado, que solo necesito un poco de descanso.
San Furen miró a Li Min De y suspiró. Si algo le pasase a ella, ¿podría ser que esa gente quisiera
hacerle algo a Min De?

En efecto, Li Min De no era de la misma sangre que la familia Li. Si su madrastra que le quería
tanto moría, sus días en la residencia se complicarían. Ya había rumores circulando, pero el papel
no puede apagar el fuego.

–¿No ves que estoy bastante bien? – Dijo San Furen levantándose y apoyándose en la cama para
mantenerse en pie. – Siento que estaré bien dentro de poco. –Sonrió, dio unos pocos pasos, pero
le fallaron las piernas y, si no hubiese sido por Li Wei Yang, habría caído al suelo.

Los ojos de Li Min De se humedecieron de repente. No apartó la vista.

Li Wei Yang lo entendió, la salud de San Furen era muy mala. Su estado original ya no era bueno, y
una epidemia no era una enfermedad común. ¿Qué podía hacer? La mente de Wei Yang iba todo
lo deprisa que podía. Intentó pensar en cómo se las apañó para frenar la epidemia del desastre
natural, pero al final, no se le ocurrió nada. Sólo sabía que las muertes causadas por esa
enfermedad superaron las muertes del desastre y que los doctores no consiguieron nada.

Ayudó a sentarse a San Furen, los ojos de la mujer parecían buscar algo.

–¿Buscas el qin, madre? – preguntó con suavidad Li Min De.

Su apariencia madura del momento era como la de un completo desconocido, no la del niño de
diez años que conocían. Li Wei Yang se apenó por él. ¿Por qué un niño tenía que pasar por tantas
desgracias? Si perdiese a su madrastra de verdad, ¿qué haría?

San Furen asintió con la cabeza. Li Min De tomó la mano de su madre que sujetaba Li Wei Yang, y
la acompañó hasta el instrumento, pasito a pasito.

San Furen levantó las manos y acarició las cuerdas con gentileza. Li Wei Yang frunció el ceño.
San Furen bajó la cabeza, concentrándose en tocar el qin. La canción que tocó era una muy
emotiva. Li Wei Yang escuchó que San Furen solía sentarse en el patio sola a tocarla. San Shu la
había compuesto para ella. Li Wei Yang suspiró. El corazón de San Shen no había olvidado jamás a
su difunto marido. La canción de la buena mujer era emotiva y dolorosa, un cuento.

En ese momento, una cuerda saltó. Jadeando, San Furen se detuvo y se rio antes de murmurar:

–También pude ser madre.

Li Min De, sorprendido, dejó caer la cabeza. Desde la perspectiva de Li Wei Yang tan sólo se veía su
piel translucida empalidecer todavía más.

–No pretendía contarle esto a nadie, sin embargo, parece que, si no lo cuento ya, nadie lo sabrá.
¿Sabes por qué te ayudé? Porque odio a Da Furen y estoy segura de que no sabes por qué la odio
tanto. Da Furen parece muy benevolente, pero por dentro es arrogante y déspota, y por eso a Lao
Furen tampoco le gusta. Por aquel entonces, Da Bo solía estar de viaje, la senguda rama era
ilegitima, así que me quedé a cargo de la casa Li. Da Bo, al volver, fue ascendido a Primer Ministro,
así que yo di el primer paso y cedí el manejo de la casa. ¿Quién iba a imaginarse que Da Furen
pensaría que estaba fingiendo y me provocaría un aborto? Por eso, ya no he podido tener hijos.
San Ye era débil pero amable. Cuando se enteró les detestó, pero por Da Bo, en lugar de culparles,
murió de tristeza. Dime, ¿debería odiarla? – San Furen miró a Li Wei Yang que estaba sentada a su
lado, y de repente, se rio de una forma muy extraña.

¿El dolor de su corazón era de haber sido tan confiada en aquel entonces? O, ¿acaso no había
olvidado el odio de su corazón? Nadie estaba seguro. Tal vez, ni siquiera ella lo estuviera.

Li Wei Yang la observó y la compadeció. San Furen quiso rendirse, pero el otro lado no estaba
dispuesto a creerla y decidió tomarlo por la fuerza para asegurarse. Puede que otras personas no
fueran capaces de entender a San Furen, pero Li Wei Yang sí. Da Furen no toleraba que nada, ni
nadie estuviera fuera de su alcance.

San Furen no dejaba de escupir en la escupidera que sostenía una criada a su lado.

–Pensaba que podría vivir unos cuantos años más. – Le dijo San Furen a Li Wei Yang entre jadeos.
– Pero parece que no me quedan tantos días…
En la vida pasada de Li Wei Yang, San Furen había perecido poco después del percance de Li Min
De. Ahora, sin embargo, que Li Min De estaba a salvo, ella se había contagiado de una epidemia.
¿Sería este incidente algo incambiable? Li Wei Yang cerró la mano en un puño, pero mostró una
sonrisa consoladora.

–No, no, no puede ser. San Shen, vas a vivir una vida muy larga.

San Furen sacudió la cabeza con gracia.

–Olvídalo. – Miró a Li Wei Yang con una pequeña llama en los ojos. San Furen sonrió con la
amargura de su corazón.

Esta niña rebosaba odio por Da Furen. La buena mujer recordó su matrimonio con la familia Li, a
su propio marido y a su hijo no nato: todos desapareciendo, uno a uno. Al pensar en ello, un
sentimiento indescriptible le invadió el corazón. En su corazón había un enorme pesar por culpa
de Da Furen y, por eso, había estado ayudando a Li Wei Yang.

Sin embargo, la severidad de su enfermedad lo había disipado todo: su odio, su gracia, su rencor…
Todo parecía carecer de importancia. Sólo había una cosa que no podía dejar.

San Furen le cogió de la mano a Li Wei Yang con fuerza.

–Después de todo lo que te he ayudado, sólo te pido una cosa.

Li Wei Yang la miró a los ojos, había un ápice de súplica en aquellos hermosos ojos negros. Li Wei
Yang comprendió lo que quería decir.

–Cuida de Min De.

Li Wei Yang podía adivinar que, sin el cuidado de una madre y al no ser de la misma sangre, los
días del niño serían muy duros en esta familia. Pero, acceder a su petición significaba que, desde
entonces, además de Qi Yiniang, habría otra persona en la que tendría que pensar
constantemente. LI Min De se convertiría en su responsabilidad…

Li Wei Yang titubeó momentáneamente, pero pensando en toda la ayuda que le había dado San
Furen, no pudo negarse.

Li Min De tenía la cabeza tan gacha que nadie podía ver su expresión, su tristeza.

Li Wei Yang se quedó callada un rato. San Furen le cogió de las manos con fuerza. La muchacha
parpadeó, miró a Li Min De, que estaba a su lado, y asintió con la cabeza.

–Puede que no sea capaz de protegerle del todo, pero haré todo lo que pueda. – Contestó.

San Furen sonrió.

–Gracias.

* * * *

Li Wei Yang no pronunció ni una sola palabra de vuelta a sus aposentos. Bai Zhi y Mo Zhu
observaron con cierta inquietud en sus corazones. A pesar de ignorar la condición de San Furen,
podían adivinar viendo el estado de su xiaojie, que no debía ser buena.

San Furen era una amiga importante de xiajie. Lo sabían. Si algo le llegase a pasar no sería nada
bueno.

La lluvia cayó a media noche. En aquel silencio sólo se podía escuchar el sonido del agua cayendo
al suelo. Incapaz de dormir, Li Wei Yang se apoyaba en su lecho, con los ojos cerrados.
Escuchó un ruido fuera. Li Wei Yang se inclinó, reflexionó, cogió un abrigo y se levantó. Anduvo
hacia la cama y, su corazón dio un vuelco cuando vio una sombra fuera, de pie. Entonces, abrió la
ventana inconscientemente.

–¿Min De? – Preguntó entre susurros.

La silueta en la oscuridad se puso rígida y, un rato después, se dio la vuelta lentamente. Li Wei
Yang consiguió vislumbrar el atractivo rostro de Li Min De con círculos rojos debajo de los ojos
gracias a la tenue luz del pasillo.

–¿Qué haces aquí en mitad de la noche? – Le preguntó mirándole.

Li Min De no dijo nada, se limitó a bajar la cabeza.

Li Wei Yang suspiró y le hizo señas con la mano. Li Min De se quedó quieto en el mismo sitio, sin
reaccionar.

–¿Quieres que te invite a pasar? ¿O estás preparado para que alguien te descubra colándote en mi
habitación de noche? – Dijo Li Wei Yang, parpadeando.

A pesar de que eran primos y jóvenes, no sería bueno que alguien se enterase de aquello. Li Min
De lo sabía, por lo que se apresuró a hacer caso. Li Wei Yang vio las numerosas piscinas de agua
del suelo y la ropa empapada de Min De. Lo que no sabía, es que la atención de Li Min De recaía
en las prendas tan finas que llevaba puestas ella. El muchacho se ruborizó y bajó la cabeza deprisa.

Según el parecer de Li Wei Yang, Min De no era más que un niño, por lo que no se le ocurrió que
eso pudiese pasar. Le ayudó a escurrirle la ropa y preguntó:

–¿Por qué no has usado un paraguas? ¿Crees que eres de hierro? ¿O quieres que San Shen se
preocupe?

–¡No podía dormir! – Li Min De frunció el ceño.


Li Wei Yang no podía ignorar la rigidez de su cuerpo y le observó un rato.

Li Min De no sabía cómo enfrentarse a su mirada, por lo que apartó la vista inconscientemente.

–Te voy a llevar a casa.

Li Min De se sorprendió y el dolor apareció de inmediato en sus ojos. Li Wei Yang le miró
sorprendida, entonces, pensó que tal vez estaba exagerando. Min De sólo era un niño, ¿cómo
podía tener una expresión semejante? Le cogió de la mano, pero él se la apartó por la sorpresa.

–¿Puedo quedarme un rato? – Preguntó abriendo y cerrando la boca, mirándola con nerviosismo.

Li Wei Yang no reaccionó. El rostro del niño ya se había empalidecido, como si supiera que estaba
pasándose de la raya.

Li Wei Yang se detuvo y posó la mirada en Li Min De. Justo cuando el muchacho pensaba que le iba
a rechazar, Li Wei Yang pensó en lo adorable que era ese jovencito avergonzado y no pudo evitar
extender la mano y acariciarle la cabeza.

Su cabello negro era suave.

Li Min De le cogió la mano, alzó la vista y la miró. Con una voz gentil y cierto ruego en su mirar
dijo:

–Volveré cuando pare la lluvia, ¿vale?

Sus palmas estaban calientes y su corazón desbocado. En aquel momento, muchos pensamientos
le pasaron por la mente a Li Wei Yang, pero al final, se resistió, sonrió y dijo:

–Vale, hasta que pare de llover.


Los ojos de él relucieron de inmediato, su sonrisa era encantadora.

–Min De, ¿San Shen ha estado bien desde que me he ido? – Li Wei Yang le ayudó a quitarse la ropa
mojada y le tapó con una manta.

¿Quién iba a imaginarse que esa carita tan blanca y delicada, de repente, mostraría tanto
resentimiento?

–No sé cuánto aguantará. Me ha protegido tantísimo y yo… Yo no puedo hacer nada para
ayudarla… – Su cabello le tapaba los ojos, por lo que Li Wei Yang era incapaz de saber el
sentimiento que albergaban.

La enfermedad de San Furen empeoraba. No había mejorado en ningún momento. Ya había


tomado todas las medicinas raras que existían, pero, ninguna surgió efecto. San Furen, aquella
noche, estaba como ausente. Li Min De le hablaba, pero ella no respondía. El muchacho no lo
había podido soportar y se había escapado.

Li Wei Yang guardó silencio un buen rato, entonces, dudosa, posó la mano encima de su cabeza y
le acarició. El cuerpo del jovencito se estremeció, era obvio que intentaba contener su dolor.

A Li Wei Yang le preocupaba su futuro. La casa Li, en apariencia, era como ramos de flores y
montañas de bordados, un lugar repleto de gente de buen corazón, sin embargo, la realidad es
que era un lugar frío y cruel. Sabía que, si algo le pasaba a San Furen, la tercera rama no tendría
ningún tipo de apoyo. El motivo por el que Lao Furen siempre había cuidado a Lao Furen era
porque le había dado pena, pero no le tenía un gran afecto a su nieto adoptivo.

Aunque había prometido cuidarle, todas las derrotas de Da Furen habían sido a costa de poner su
propia vida en peligro. Pero, Si tenía que proteger a un niño, le sería más difícil moverse. ¿Qué iba
a hacer con Li Min De?

–Da Furen… – Los ojos de Li Min De, de repente, desarrollaron un odio desconocido. Se mordió el
labio hasta que empezó a sangrar. – Si no fuera por ella, mamá no se habría infectado…

Li Wei Yang se quedó estupefacta. Sintió que tras esas palabras había un significado oculto, pero
sus pensamientos se disiparon y su respiración se volvió pesarosa.
–Min De, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo?

Li Min De ahogó la voz, enterró la cabeza entre sus manos y gruñó por el dolor y el enfado. Esa fue
la primera vez que Li Wei Yang sentía un odio cruel y gélido, en lugar de la inherente timidez e
ingenuidad de la juventud.

–Hace medio mes, madre salvó a una mujer joven que iba a rezarle a Buda. Le dio comida y agua.
La mujer se lo agradeció muchísimo pero, más tarde, madre descubrió que provenía de un área
afectado por la epidemia. Al principio no pensé mucho en ello, pero cuando madre enfermó, lo
recordé. Me pareció había algo raro. Ese camino es para oficiales femeninas que van a rezar a las
montañas. Aunque sean desertores, ¿por qué irían a una montaña remota, en lugar de un pueblo
próspero? Seguro que por el camino se encontró con muchos carruajes, ¿por qué no le pidió a
ninguno que la ayudase? Le dimos agua y comida, ¿por qué insistió tanto en agradecérselo en
persona? Hasta le dio un collar de perlas de Buda a madre. Aunque no lo aceptó, lo tocó…

Li Wei Yang se quedó atónita. ¿Da Furen tenía algo que ver con que San Furen hubiese
enfermado? Min De no habría dicho algo así sin morivos. Li Wei Yang abrió los ojos como platos, le
abrió la mano y descubrió que se había hecho sangre de tanto apretarla.

–¡Te has vuelto loco! – Susurró Wei Yang.

–Mis padres me abandonaron de pequeño. No sé quién soy. Ni siquiera sé cuál es mi identidad.


Madre me encontró en la entrada de un templo con un colgante de jade. Para que nadie
sospechara, madre buscó la manera de pretender que era de otra familia para poder adoptarme,
darme una familia de verdad. No me importa que la única que me quiera en esta familia sea ella,
pero ¿qué voy a hacer si ni siquiera tengo a madre…?

Los cielos eran despiadadados y pretendían arrebatarle su única felicidad. La casa de los Li no era
un refugio seguro. Todos los inquilinos eran terribles, gente que por fuera te sonreía y era
amigable, pero que por dentro eran nauseabundamente asquerosos y sanguinarios.

–No tengo nada… Sólo a madre… ¿Por qué…? ¿Por qué no la han dejado en paz…? – Su voz juvenil
fue cambiando de un tono ahogado a frialdad absoluta.
El muchacho bajó la cabeza, la claridad de su mirar estaba oscureciendo y profundizándose como
una gema lujosa, más oscura que la noche, tan oscura que no le alcanzaba ni un rayo de luz.

Li Wei Yang se quedó muda unos instantes, no sabía cómo consolar a este niño que albergaba
tanto resentimiento.

Abandonado por sus padres biológicos, teniéndose que enfrentar a la difícil situación de su
madrastra… Li Wei Yang le miró. Hubo un momento en el que parecía que estuviese hablando de
su propio pasado, de cuando estuvo de pie ante la puerta principal de la residencia de los Li sin
saber si podría ganarse el favor de su padre y de Dimu para tener un camino que recorrer. Al igual
que Min De, ella también quiso alguien que la quisiera, en lugar de moverse con precaución,
dando cada paso con odio.

No quería que el niño se volviera como ella.

Li Wei Yang volvió a suspirar, levantó el rostro y, como esperaba, los ojos del muchacho se
desbordaron por las lágrimas. Ella le sonrió.

–No llores, yo estoy aquí.

Li Min De le cogió las manos y se las puso en las mejillas, como si hubiese encontrado su único
apoyo.

Capítulo 68: Encuentro por el camino

En ese preciso momento unos toquecitos desesperados se escucharon desde fuera. Li Wei Yang
frunció el ceño.

–¿Quién es?

–Soy Mo Zhu, xiaojie. – susurró. La desesperación de su voz le dio un mal presentimiento a Li Wei
Yang.

–¡Adelante!
Cuando Mo Zhu entró y vio a LI Min De, su expresión reveló cierta sorpresa y, de inmediato, se le
arremolinaron lágrimas en los ojos.

–Xiaojie, San Furen… San Furen ya no puede más…

Un dolor golpeó el corazón de Wei Yang e, inconscientemente, miró al muchacho. La expresión del
niño en ese momento mostraba ni una pizca de anormalidad. Como si no hubiese escuchado nada
sobre la enfermedad de su madre y se tratase de algo que no iba con él. Pero sus manos
temblaban, los movimientos de sus ojos eran indudablemente dolorosas y difíciles de ocultar.

Después de todo, era un niño. Li Wei Yang le cogió la mano con fuerza.

–Tengo que volver ya. – Le dijo él sonriéndole.

–Iré contigo. – Li Wei Yang suspiró y habló con ternura.

* * * *

Un hilo rojo de las cortinas de San Furen se había salido del marco. Lao Furen llamó a un médico
imperial para que le tomase el pulso. La barba del anciano ya le pasaba del pecho; tenía los ojos
entrecerrados y recitaba algo.

Li Wei Yang sintió unas palpitaciones a pesar de que ya había visto el estado de San Furen por el
día. San Furen, que siempre había sido hermosa y gentil, se había marchitado hasta convertirse en
una sombra delgada. Yacía sobre varias capas de ropa, respirando pesarosa. Parecía que, si se
saltaba una respiración, su vida acabaría.

En esos momentos, Lao Furen no estaba muy lejos y miró al médico ansiosa. Da Furen y Er Furen
estaban a los lados. Lao Furen ya había perdido a un hijo, ya había experimentado el dolor de ser
testigo de algo así y ahora, su nuera, también la estaba dejado atrás. Todos los criados de San
Furen tenían ganas de llorar, pero nadie se atrevía a hacerlo porque todavía no había fallecido. Si
lloraban, sería como anticipar su muerte.

La complexión de Da Furen era normal, sin embargo, Li Wei Yang consiguió descifrar sus
verdaderas emociones. Al verlo, Li Wei Yang sintió como si una roca la estuviera aplastando.

–¿Cómo puede ser que no estés al lado de tu madre con lo seria que es su enfermedad? –
Preguntó Da Furen con el ceño fruncido.

Todos los presentes miraron a Li Min De con una expresión impredecible. Él, por otra parte, no
respondió a ninguna de sus miradas y anduvo hacia el lado de la cama. Le echó un vistazo a la
mujer de la cama y su corazón se hundió. Ya no quedaba ni rastro de esa madre con una figura
llena que siempre mostraba una expresión dulce y brillaba con fulgor. Verla era como si un cuchillo
le atravesase el corazón.

–Madre, ya estoy aquí. – Min De presionó los labios cerca de los oídos de ella y lloró en silencio.

San Furen abrió los ojos y, para sorpresa de Wei Yang, ya no eran turbios, sino claros y relucientes,
aunque algo embriagados.

Li Wei Yang no pudo evitar suspirar.

–Wei Yang. – De repente, escuchó la débil voz de la mujer llamándola y la muchacha avanzó hasta
ella. Cuando estuvo cerca, San Furen le cogió por la muñeca con su mano gélida y delgada.

Li Wei Yang se sorprendió, sintió como transmitía paz y, cuando bajó la vista para mirarla, vio que
en sus ojos había un fulgor que jamás le había visto. Era desesperación o simpatía.

–Wei Yang. – Tenía la garganta seca y su voz temblaba. – Eres una niña que cumple con sus
promesas… – Se detuvo justo ahí y en su mirada había miles de palabras pero, al final, no
pronunció ni una. Simplemente, sonrió con amargura y una pizca de misericordia y amor, y su voz
se debilitó como una seda frágil.
Li Wei Yang la miró y asintió.

–Le juro a los Cielos, que no me retractaré de mi promesa.

Al final, San Furen miró de soslayo a Li Min De y sonrió. Su mano se deslizó de la muñeca de Li Wei
Yang y aterrizó sobre la sábana de satín.

Lao Furen cerró los ojos y lloró en silencio. Las criadas que habían estado conteniéndose,
finalmente, rompieron a llorar. Li Wei Yang no consiguió derramar ni una lágrima, no fue porque
no estuviese triste, pero no pudo. Era como si tuviese algo en el pecho, algo que le dificultaba la
respiración. Además del dolor de haber perdido a una amiga, su corazón se derrumbaba. Era como
si su espíritu hubiese perdido su pilar. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que, para ella, San
Furen no había sido sólo una aliada.

Da Furen suspiró. El gesto de secarse las lágrimas no ocultó el movimiento de sus labios. Estaba
llorando abiertamente cuando sintió como si le hubieran pinchado con una aguja. Miró a su
alrededor y encontró a Li Min De mirándole con rabia. En sus ojos había rabia y venganza.

Da Furen se percató que el niño era conocedor de sus malas acciones. Sonrió con frialdad y dejó
de prestarle atención mientras continuaba fingiendo que lloraba y se secaba las lágrimas con un
pañuelo. A pesar de no aparentarlo, su corazón empezó a latir más rápido. Había preparado el
plan sin fallos, ¿cómo podía haberla descubierto un niño?

Para entonces, la gente de afuera ya se había empezado a mover. Las noticias de la muerte de San
Furen les había despertado.

San Furen siempre había preferido lo simple, así que, para su funeral, Lao Furen siguió su decisión
y no lo hizo demasiado extravagante. Por tanto, el servicio funerario no fue demasiado largo,
aunque muchos nobles y oficiales llegaron a ofrecer sus respetos. Da Furen se encargó de preparar
el funeral. Todo estaba tan bien organizado y era tan digno que todo el mundo pensó en lo
virtuosa y generosa, además de justa que era, a pesar de ignorar que ella había sido el cerebro tras
la muerte de San Furen. Los únicos que sabían que había sido ella eran Li Wei Yang y Li Min De. Li
Wei Yang envió a que investigasen el asunto, pero Da Furen debía haber erradicado todas las
pruebas para atreverse a hacer algo así.
Li Wei Yang la resintió. Si no fuera por la ayuda de San Furen, tal vez, Da Furen no habría hecho
algo así. Estaba claro que la próxima persona a por la que iría sería ella. Sin embargo, Li Wei Yang
no se podía comparar con San Furen. Sus experiencias de su vida pasada la habían hecho capaz de
ver a través de todos estos planes, además de hacerle extremadamente precavida, por lo que Da
Furen no hallaba el momento de actuar.

Todo el mundo carecía de alegría y excitación por el año nuevo a causa de la muerte de San Furen.
Además, Lao Ye todavía no se había reunido con Da xiaojie por lo que había pasado, ya que se
pasaba los días escondida en su cuarto. Da Furen estaba triste y castigaba con gran severidad a las
criadas.

El Emperador pacificó el caos por el desastre y tranquilizó a las gentes. Se ejecutó a un puñado de
oficiales y, conforme pasaba el año nuevo, más gente empezó a visitar a la familia Li porque el
Primer Ministro Li tenía la potestad de rellenar las posiciones vagantes.

Tuoba Zhen fue a visitar a la familia Li, gracias a la intervención del Príncipe heredero, pero no
esperaba encontrarse con el quinto príncipe, Tuoba Rui.

–Quinto hermano, ¿cómo puede ser que tengas tiempo de hacer visitas? – En el rostro de Tuoba
Zhen flotaba una capa de tranquilidad risueña.

Los ojos de Tuoba Rui recorrieron la cara de Tuoba Zhen y sonrió.

–Hermano, tú has venido por el príncipe heredero y yo por la Da xiaojie de la familia. No vamos al
mismo sitio.

¿Por Li Zhang Le? Al parecer, el quinto príncipe tenía a Da xiaojie en la cabeza. Tuoba Zhen
reflexionó en lo que había pasado la última vez; el Emperador les regañó tanto a él como al
príncipe heredero y todo por caer en la trampa de Li Wei Yang. Además, Li Zhang Le estaba metida
en un buen lío y por eso, nadie le procesaba buenos sentimientos, ni los nobles, ni los plebeyos. Si
no fuera porque su padre estaba en una buena posición, estaría deambulando por las calles. Hasta
él mismo dudaba en pedir su mano en matrimonio, pero al parecer, el quinto príncipe se había
adelantado. Parecía estar bajo el hechizo de la lujuria y la belleza.

Tuoba Zhen sonrió con frialdad, nada era tan importante como el trono.
–Quinto hermano, entra tú primero, por favor.

Ambos anduvieron juntos y se dirigieron al jardín. El rostro de Li Min Feng se llenó de júbilo
cuando fue a darles la bienvenida.

–Habéis venido los dos. ¡Qué raro!

Tuoba Zhen y Li Min Feng intercambiaron miradas.

–¿Sí? – Dijo Tuoba Zhen risueño. – Es mera casualidad.

Li Min Feng le sonrió con dulzura.

–No habéis venido sólo vosotros. Hoy tenemos muchos invitados, seguidme, por favor.

En el jardín había un pabellón con dos calentadores cargados de carbón. Gao Jin mecía su silla con
un melocotón en la mano mientras se lo comía ruidosamente.

Gao Min estaba sentado esplendorosamente sentado. Sus cejas eran largas y finas, su complexión
cremosa y su frente mostraba su belleza. Al ver a Tuoba Zhen la felicidad apareció en su rostro.
Sabía que no debía ser demasiado ansiosa por su estatus, por lo que anduvo tranquilamente e hizo
una reverencia. Se dio la vuelta y vio que Gao Jin seguía meciéndose en la silla.

–¡Hermano!

Gao Jin movió la vista y se percató que habían venido los dos príncipes. No les temía en absoluto y
les saludó felizmente con las manos todavía en el melocotón a medio comer.

A pesar de que el quinto príncipe aceptó sus saludos, su mirada voló de inmediato a la otra chica
que había en el pabellón: Li Zhang Le, vestida de blanco, con ojos tan gentiles como el agua y
labios de pétalo. Todo aquello apareció ante sus ojos. El quinto príncipe se quedó atónito. No
sabía dónde estaba, pero la belleza de una mujer estaba provocando todo este torrente de
admiración.

–Cuánto tiempo, Da xiaojie, qué delgada estás. – Dijo subconscientemente.

Li Zhang Le sacudió la cabeza y sus pestañas se bañaron en el rocío. Su rostro de palabras nunca
dichas parecía haber sufrido demasiado.

–No hemos podido dormir y comer bien desde que una demonio llegó a casa. Es muy triste. –
Comentó Li Min Feng después de organizar los asientos.

–La demonio de la que habláis… – El quinto príncipe, Tuoba Rui, frunció el ceño.

Tuoba Zhen bajó la vista y le dio un sorbo a su té, como si no hubiera escuchado nada.

–¿Esa pequeña-….? – Gao Min empezó a murmurar, pero de repente, se percató que su tono era
demasiado crudo, tosió y continuó. – Esa tal, Wei Yang.

–¿Te refieres a Anping Xianzhu? – Tuoba Rui arqueó las cejas.

Gao Jin, que seguía comiendo melocotones, se rio en voz alta.

–¿Qué dices de Anping Xianzhu? Sólo es una criada que ha tenido la osadía de intervenir en
asuntos del estado con unas palabrejas.

Después de lo mucho que le pegaron se pasó dos meses ingresado, por lo que todavía sentía
bastante rencor hacia Li Wei Yang.

Tuoba Zhen miró a Li Zhang Le mientras los escuchaba hablar y no pudo evitar sacudir la cabeza.
Tenía belleza, pero carecía de cerebro. Tenía que tomarse más tiempo en reconsiderar su
matrimonio con ella.
–Lao Furen no nos presta atención. Hasta padre se ha enfadado con nosotros. Ni siquiera quiere
ver a mi hermana. ¿Cómo no va estar así?

–¿Cómo puede culpar a Da xiaojie de esto? – Dijo el quinto príncipe viendo a la belleza en líos. – Es
culpa de quien hizo el plan. Lo han arruinado.

Li Zhang Le se tapó las esquinas de los ojos con el pañuelo y susurró:

–Da ge, no hace falta que expongas sus travesuras delante de los dos príncipes. Da igual lo ridícula
que sea meimei, sigue siendo de la familia. Todavía es muy joven y no conoce-…

–Anping Xianzhu se ha criado en un pueblo, – el quinto príncipe suspiró. – así que no conoce los
modales y las bases de las relaciones. Han tratado injustamente a Da xiaojie. No te preocupes, me
encargaré de que madre le hable bien de ti al Emperador y a la Emperatriz. No dejes que esto te
afecte.

Los hermosos ojos de Li Zhang Le contemplaron al quinto príncipe, y entonces, bajó la mirada.

–Gracias, quinto príncipe.

Gao Jin, que seguía concentrado en comerse el melocotón, tosió con frialdad.

–Mirad, mirad, mirad quién viene.

Todo el mundo alzó la vista y observó el distante lago, los capullos florecidos de color rojo al otro
lado y los suelos gélidos.

–¿Cómo puede ser que ese siga en la familia Li? – Preguntó Gao Jin sorprendido.

–Mmm… El chico ha empezado a comportarse de una forma extraña. – Li Min Feng sonrió con
frialdad y prosiguió. – Después de que se muriese San shen, se ha convertido en el perrito faldero
de San meimei. Va a donde sea que ella vaya. En mi opinión, padre no debería dejar que se
quedase. No tiene lazos sanguíneos con la familia Li, ¿cómo va a continuar el linaje de San shu?

–Da ge, han añadido a San di en el registro familiar. – Le recordó Li Zhang Le.

A Li Min Feng no le gustaba ese niño que era más guapo que las chicas.

–Siempre podemos sacarle del registro. Nuestra familia no puede aceptar a alguien con una
identidad dudosa.

Tuoba Zhen sonrió un poco.

–Mucho me temo que no será fácil echarle, por mucho que sea Li Xiong quien quiera que se vaya,
mientras esté bajo la protección de Anping Xianzhu.

–¿No sería más fácil obligarle a causar problemas? – Gao Jin soltó una risotada.

–No entiendo qué quieres decir, Biao ge. – Li Zhang Le sonrió y habló con delicadeza.

La sonrisa de Gao Jin tenía una mueca siniestra.

–Pronto lo harás.

Dicho esto, se balanceó en su asiento y tiró el melocotón a medio comer sobre la cabeza de Li Min
De.

–¡Hey! ¡Tú! ¡Ven aquí!

El melocotón que aterrizó sobre la cabeza del muchacho cayó al suelo y rodó. En el hermoso rostro
níveo de Li Min De apareció una marca de suciedad. Giró la cabeza con suavidad y observó a la
gente del pabellón.
–Hey, recoge el melocotón… – Gao Jin se mecía en su silla. – Es un producto raro. Te otorgo el
honor de probarlo…

Todas las criadas bajaron las cabezas y escondieron sus sonrisas mientras disfrutaban de las
desgracias de otra persona.

Li Min De observó el melocotón. Dejó caer la cabeza y una luz relampagueó por sus ojos, pero se
desvaneció al poco tiempo.

Le había prometido a su madre que lo aguantaría todo, sin importar de qué se tratase. Esa era la
única forma de permanecer en la familia Li.

Se agachó para recoger el melocotón aplastado. En el rostro de Li Min Feng quedaba el rastro de
una sonrisa gélida. Li Min De limpió el fruto con la manga y abrió la boca para darle un bocado.

Todo el mundo, incluido el tercer príncipe, Tuoba Zhen, se quedaron de piedra. Miró de soslayo al
niño y pensó que tal vez al ser tan joven todavía no comprendía esas burlas. ¿O tal vez era capaz
de tolerar cosas que pocos podrían?

–¿Está bueno?

–Delicioso. Gracias, Biao ge. – Su flequillo era tan largo que le cubría los ojos cristalinos. Alzó la
cabeza y mostró una sonrisa.

La luz del sol dibujó la silueta delgada y menuda de su cuerpo.

Algunos exhalaron sorprendidos mientras otros musitaron palabras de sorpresa.

–¡Se lo ha comido! ¡Dios mío, qué asco! ¡Qué bajeza! ¡¿Cómo se lo ha podido comer?! Es un perro
vagabundo, ahora que su dueña ya no está tiene que ir a moverle la cola a otros.
–Xiaojie…–Bai Zhi observó la escena preocupada. No podía creerse que hubiesen molestado de esa
forma al muchacho. Sn shaoye siempre habí sido orgulloso, ¿cómo había conseguido soportar
semejante tormento?

Li Wei Yang frunció el ceño desde lejos. Al ver el comportamiento de Li Min De se quedó
estupefacta y sintió cierta opresión en su pecho.

El joven ahí de pie seguía siendo atractivo, pero se había vuelto más y más delgado hasta el punto
de olvidar su arrogancia pasada.

Había perdido su posición en la familia Li después de perder a su tutora. No tenía ningún otro lugar
al que ir, así que no podía oponerse a estas humillaciones y debía fingir ignorancia.

Su par de ojos se habían cubierto de polvo y restricciones a causa de tantas crueldades.

Gao Min comentó:

–Te has criado en la familia Li y te han educado con modales… ¡¿Cómo has podido comportarte de
una forma tan indigna?! ¡Qué bochorno!

–¡Ja! Es sólo un perro. – Gao Jin soltó una carcajada, dio un salto y, de un paso, se colocó ante Li
Min De. Le miró con desdén y desafío.

Sin embargo, la expresión de Li Min De seguía implacable. Gao Jin quería provocarle.

–¿Qué? ¿No estás de acuerdo con lo que he dicho?

Gao Min no pudo evitar estallar en carcajadas. Tuoba Zhen sonrió, ese jovenzuelo era muy
interesante.

Los ojos de Wei Yang, que observaba la escena desde lejos, albergaban cierto ácido. No pudo
evitar pensar en qué estaría pensando Li Min De; en cuándo habría decidido usar esa actitud para
enfrentarse a aquellos que le insultaban, humillaban y atormentaban y, en cómo podía
controlarse.

No sabía por qué, pero le sentaba mal que el muchacho tuviese que pasar por todo aquello.

¿Por qué hacer pasar a un niño tan joven por tanta humillación? ¿Por qué tenían que destrozar su
orgullo por completo? Ni siquiera ella había podido soportar ese tipo de dolor, ¿cómo iba a poder
hacerlo un crío?

Li Min De sonrió de repente, sus ojos parecían un charco de agua y, su expresión, les hacía
imposible a los demás apartar la vista. Alzó las cejas y, con total despreocupación, contestó.

–Sí, claro, estoy de acuerdo.

Gao Jin se quedó de piedra.

–¿Qué has dicho?

–Biao ge tiene razón, no tengo nada que decir. – Repitió Li Min De con todos sus respetos.

Gao Jin se tocó la nariz y se enfadó de repente, entonces, le miró de mala manera.

–Más te vale no estar jugando.

Li Min De no pudo evitar apretar los puños por dentro de las mangas, sin embargo, sonrió.

–Biao ge, soy de bajo estatus. No me puedo ni comparar contigo, ¿cómo me iba a atrever a jugar a
nada?

Gao Jin soltó una risita al verle así y, súbitamente, cogió el vino que sujetaba una criada y lo
derramó por encima de la cabeza del muchacho.
El vino empapó el cabello del joven; sus ojos se volvieron extremadamente fríos por unos
instantes, pero después, volvieron a la normalidad y Gao Jin levantó la botella para reventarla en
la cabeza de Li Min De. Las comisuras de los labios de Li Zhang Le se levantaron escondiéndose del
resto que, a diferencia de ella, observaron la escena con lástima.

Tuoba Zhen, al final, bajó la cabeza y continuó sorbiendo su té. Se limitó a callarse porque las
luchas internas de la familia Li no eran asunto suyo.

–¡Para! – De repente, alguien le sujetó la mano a Gao Jin.

–¡¿Li Wei Yang, cómo te atreves?! – Gritó furioso Gao Jin.

–Biao ge, ¿qué estás intentando hacerle a San di en plena luz del sol? – La voz de Wei Yang era
suave.

–¡¿A ti qué te importa?! – Gao Jin sonrió con frialdad.

–Lao Furen ha invitado a San di a He Xiang Yuan. ¿Qué te ha puesto de tan mal humor? – Contestó
con tranquilidad Li Wei Yang.

La expresión de Gao Jin se tornó rígida y no supo qué decir. Después de la última vez, cuando le
pegaron, temía a Li Wei Yang. Si no hubiera tanta gente presente, le hubieran fallado las rodillas.

Gao Min se acercó y observó con desdén a Li Wei Yang.

–¿Cómo osas hablarle así a mi Er ge?

Los dichosos ojos de Li Wei Yang parpadearon y le respondió risueña.

–Me atrevo a preguntarte otra cosa, ¿de qué rango es tu Er ge?


Gao Min se quedó estupefacta. Gao Jin era un libertino, ¿qué rango iba a tener? La expresión de Li
Min Feng y la de su hermana cambiaron. Li Zhang Le se tocó el pelo inconscientemente. La última
vez tuvo que utilizar medidas extremas para poder quedarse en la residencia y aquello había
dejado una cicatriz. Cada vez que veía a Li Wei Yang recordaba su herida y de dónde provenía y
resentía a Li Wei Yang.

–Biao jie, lo que San mei quiere decir es que ella es la gran Anping Xianzhu, Biao ge no puede
hablarle.

Decir aquello implicaba demostrar lo dominante que era Wei Yang. El quinto príncipe frunció el
ceño y comentó.

–¡¿Cómo te atreves a usar esas palabras?! Sólo eres una Anping Xianzhu de segunda.

Los ojos del príncipe se concentraron en Li Zhang Le. Li Wei Yang nunca esperó buenas palabras de
su parte. Le escuchó y sonrió.

–Quint príncipe, ¿cómo puede pensar que ser de segundo rango es poco? Oh, para mí, el premio
que me otorgó el Emperador ya me es suficiente. Nunca anhelé tener el primer rango. Además,
todos los rangos los concede el Emperador, ¿no cree?

–Li Wei Yang, no agarres el brazo cuando te han ofrecido uan mano. – Tuoba Rui se disgustó.

–Me horroriza que usted pueda pensar que yo estoy haciendo algo así. – Dijo
despreocupadamente Wei Yang, con cierta burla en sus ojos negros como la noche.

Seguramente, Tuoba Rui no sabía ni entrar a palacio por culpa de lo ciego que estaba por Li Zhang
Le. No importaba lo inútil que fuese el título de Anping Xianzhu, seguía siendo algo otorgado por el
Emperador y ella, debía ser la única hija de un oficial en el mundo con semejante honor. Ni
siquiera un príncipe podía ser arrogante en cuanto la autoridad de un Emperador.

Tuoba Zhen tosió.


–Wu di, Anping Xianzhu tiene razón. Nuestro padre es quien le concedió su posición. Gao Gongzi
no debería haber gritado delante de ella. – No pudo evitar posar la mirada en Li Wei Yang mientras
hablaba. Su tono de voz se hizo más grave. – Wu di es impulsivo, espero que no le culpes por ello.

–¿Qué dice? – Li Wei Yang le contestó entre risas. – ¿Cómo me atrevería a ofender a un príncipe?

–Gao Gongzi sólo estaba gastándole una broma a San Gongzi. – Tuoba Zhen se detuvo.

Gao Jin gritó por instinto:

–¡No iba en broma!

Tuoba Zhen rechistó. Gao Jin encogió el cuello, sin embargo, todos los presentes vieron como le
miraba.

–Su Alteza San, yo-…

¡No sabía cuándo parar! Tuoba Zhen hundió el rostro y le regañó.

–Cierra la boca.

Gao Jin se asustó y se quedó quieto, mientras que la expresión de Gao Min se llenó de todavía más
envidia cuando miró a Li Wei Yang.

Li Wei Yang se limitó a mirar a Li Zhang Le con una gran sonrisa y una pizca de enemistad en los
ojos.

Tuoba Zhen sintió que la inteligencia de Li Wei Yang estaba por encima de la media. Qué lástima
que fuera hija de una concubina. Jamás superaría a Li Zhang Le en el corazón del Primer Ministro
Li.
–San Gongzi, –habló con cierta burla en la voz. – Gao Gongzi sólo quería cuidarte, por eso te ha
dado un melocotón. No te lo tomes a pecho.

Los ojos de todos los presentes se posaron en la víctima: Li Min De.

Li Wei Yang cerró las manos en un puño inconscientemente. Si hubiese podido, le habría
destrozado esa cara tan bonita a Tuoba Zhen. Descubrió que los humanos podían llegar a este
punto de desprecio.

Li Min De no dijo nada hasta un rato después, levantó la cara y sus ojos perdieron color.

–Sí, ha sido culpa mía. No tiene nada que ver con Gao Jin Biao ge. – En su rostro apareció una
sonrisa deslumbrante y habló con dulzura. – San jie, no te enfades.

–Siendo así, – Tuoba Zhen volvió a su comportamiento habitual, sonriendo. –llévatelo, Xianzhu.

El ceño fruncido de Li Wei Yang y sus ojos justos, junto a un conjunto de emociones que le
cruzaron el rostro fue lo que respondió al príncipe. Parecía triste.

Li Wei Yang se sentía mal por él, por Li Min De, y este hecho sorprendió al muchacho cuyo rabia y
enemistad que yacía en su corazón empeoró.

–Vámonos, Min De. – Dijo Wei Yang con suavidad.

Li Zhang Le observó con frialdad y, de repente, le parpadeó a Gao Min. Gao Min se movió hacia
adelante y empujó a Gao Jin. Entonces, Gao Jin pisó la parte más baja del atuendo de Li Min De.

Li Wei Yang giró la cabeza y presenció la escena. Los nobles cuidaban su conducta, especialmente
ante las mujeres, por lo que solían portarse bien. Sin embargo, también había gente como Gao Jin,
cuyo estatus no era del todo bajo. Por fin comprendió por qué al marqués de Bo Chang no le
gustaba su hijo; era abominable.
¿Qué pretendía?

Li Wei Yang bajó la voz para esconder su rabia y preguntó con total determinación:

–¿Qué más quieres decir? – Sus rasgos faciales eran tranquilos, su sonrisa habitual seguía dando la
impresión de amabilidad y calma, pero en esos momentos, la muchacha parecía un tigre al que le
habían pisado la cola. Le enemistad fluía de su ceño mientras miraba a Gao Jin de mala manera,
como una serpiente que estudia a su presa.

Gao Jin tuvo miedo por un momento, pero recordando que su hermosa Biao jie le había prometido
enviarle una de sus criadas, se comportó como si nada.

–¡Le he regalado un melocotón, pero no se lo ha acabado! – Gao Jin sonrió con frialdad.

Li Wei Yang arqueó las cejas. Sus ojos eran tan afilados como cuchillos. Gao Jin estaba tan
aterrorizado que retrocedió.

–¡Tú...!

–Vaya, vaya. Biao ge, ¿por qué estás tan asustado…? – Li Wei Yang habló mientras recogía el
melocotón del suelo y se lo metía en la boca a Gao Jin. Le sonrió con dulzura. – ¿Cómo vamos a
darle un melocotón tan bueno a San di? Deberías comértelo tú.

Gao Jin no se lo esperaba. Mantuvo el melocotón sucio en la boca y , de inmediato, lo escupió.

–¡Li Wei Yang, maleducada! – Gritó.

Li Wei Yang sonrió, sus ojos vagaron por el pabellón.


–Biao ge, el Emperador me elogio diciendo que era decorosa y respetuosa, distinguida y recatada,
¿no estarás contradiciéndole? ¡Oh, te atreves a decir algo así delante de dos príncipes! ¡Estás
ofendiendo la autoridad real en sus caras!

La complexión de todos los presentes cambió súbitamente. Gao Jin estaba furioso, pero no se
atrevía a atacar a Li Wei Yang. Corrió a arrastrar a Li Min De, pero Li Wei Yang evitó su intentó. No
fue capaz de conseguir tocar a Li Min De, pero su dedo tocó el cabello de Li Wei Yang sin querer, y
una de sus horquillas cayó al suelo. Sólo se escuchó un ruido sordo y el sonido de la horquilla
cayendo al lago.

Gao Jin estalló en carcajadas. Li Wei Yang le ignoró y se anduvo unos cuantos pasos para mirar en
el lago.

–San biaojie, no lo he hecho a propósito. Oh, qué pena, una horquilla tan bonita. Pareces muy
preocupada, ¿te lo había regalado un amante? No parecía tener mucho valor, Biao ge te regalará
uno mejor.

Li Wei Yang alzó las cejas. Gao Jin sonrió encantado.

–¿Qué? ¿Tanto te gustaba? Pues salta y búscalo. He oído que te criaste en el campo y sé que sabes
nadar. No me sorprendería que lo encontrases.

Él sabía que la muchacha no saltaría y estalló en carcajadas, pero su risa se detuvo de repente y su
expresión cambió. Nadie alcanzó a ver con claridad como Li Wei Yang se acercó, sólo vieron cómo
abofeteaba a Gao Jin. Gao Jin se tambaleó y cayó de espaldas del golpe; se quedó ahí, mirándola
con incredulidad. Todos los que había en el pabellón se levantaron de repente.

–¡¿Estás loca?! – Gritó Gao Min, y corrió para examinar a Gao Jin. – Er ge, ¿estás bien?

Gao Jin tenía la cara hinchada y se le habían caído unos dientes. Estaba tan desconcertado que no
podía ni reaccionar.

–¡Estás siendo demasiado imprudente, Li Wei Yang! – Li Min Feng se acercó a paso ligero. –
¡Aunque seas una xianzhu no puedes pegar a alguien sin motivo!
El tercer príncipe, Tuoba Zhen observó a Li Wei Yang con frialdad, pensando que se había pasado.

–¡Li Wei Yang, me aseguraré de informar a padre y hacerle saber tus malas acciones! – Tuoba Rui,
el quinto príncipe, la censuró.

Li Wei Yang sonrió de repente, su sonrisa tenía una pizca de crueldad.

–Quinto príncipe, no olvide decirle al Emperador que lo que me había regalado, la horquilla de
ocho jades, se ha caído al lago por culpa de Biao ge. Me pregunto si el Emperador será indulgente
con él sabiendo que ha dañado un regalo imperial.

Todo el mundo se quedó impactado.

–¿De verdad te lo dio el Emperador? – Preguntó Li Zhang Le.

Li Wei Yang dio un paso hacia ella y movió los accesorios de su cabello junto al anillo de su mano.

–Sí, el Emperador me dio todo esto.

–¿Estás loca? ¿Cómo puedes ir por ahí con los regalos del Emperador? – Gao Min no podía
creérselo

Li Wei Yang torció la boca.

–Me lo regaló personalmente el Emperador, ¡si lo llevo me quedo más tranquila! ¿Quién iba a
imaginarse que Bio ge tendría la audacia de echar a perder algo así? Es una ofensa que podría
hacer desaparecer al clan entero. Oh, parece que Biao ge nos ha incriminado a todos. No sé si el
Emperador dejará nuestros cuerpos intactos…
Gao Jin se asustó tanto que se subió al puente y miró el lago de olas interminables, aterrorizado.
¡Una horquilla siendo un regalo Imperial! ¿Eliminar un clan entero por una horquilla? ¡¿Qué iba a
hacer?! ¡¿Qué podía hacer?!

Los ojos Li Zhang Le daban tumbos y estaba a punto de hablar cuando Li Wei Yang dijo algo.

–Da jie, no puedo escapar la responsabilidad por lo que le ha pasado al regalo imperial que me
otorgaron. No puedo evitar la ejecución. A mí no me importa, pero tú eres tan hermosa… Mucho
me temo que, esta vez, te cortarán la cabeza conmigo.

Li Zhang Le quiso culpar a Li Wei Yang por perder su horquilla, pero ahora no podía decir nada. Su
hermoso rostro cambió de color y sus dientes empezaron a castañear.

–¿Por qué? ¡¿Por qué nos tienen que ejecutar cuando eres tú quien lo ha perdido?! – La voz de
Gao Min era lúgubre.

Li Wei Yang suspiró.

–No es que yo quiera que pase, pero romper un regalo imperial significa la ejecución de todo el
clan. Yo no puedo escapar, y Da jie tampoco. ¡Todos tenemos que morir! Ah, sí, quinto príncipe,
cuando informes al Emperador, no olvide culparme sólo a mí. Así, a lo mejor el Emperador cambia
el castigo de Da jie y en lugar de descuartizarla, le hace beber vino envenenado.

Cuando terminó de hablar, se giró hacia Tuoba Rui. Su cabello era tan oscuro como la noche, su
rostro níveo, y su figura extremadamente grácil parecía poder desaparecer en el viento y, sin
embargo, albergaba una fuerza inexplicable.

Tuoba Rui estaba atónito. Jamás hubiese imaginado que Li Wei Yang fuese una mujer astuta a la
que le importase tan poco su vida.

–Hace tiempo, el mentor del príncipe heredero rompió un anillo de jade. El anterior Emperador se
enfadó tanto que ordenó que lo ejecutasen a pesar de las súplicas de los oficiales. Hizo
desaparecer a toda la familia Wang. ¿Lo recordáis, verdad, príncipes?
Li Wei Yang sonrió mientras hacía la preguntaba. Wang Yun no fue sólo ejecutado por el anillo,
pero sí fue ese incidente lo que lo detonó todo.

Tuoba Zhen miró a Li Wei Yang. Siempre solía sonreír, pero en esta ocasión, estaba serio.

Li Min De observó a Li Wei Yang ponerse delante de él, usando su poder para protegerle. Algo se
disolvió en sus ojos y se condensó. No podía moverse, ni sonreír, ni hablar; sólo observar.

Li Zhang Le se percató de la verdad. Ella había vivido y crecido en la familia Li, también su clan la
había favorecido. Aunque se casase, tendría que seguir apoyándose en la reputación de su familia
y en la autoridad de su padre, pero a Li Wei Yang no le importaba. Además, parecía que quería
arrastrar a todos los miembros de su familia al infierno con ella. Por eso podía hablar de un castigo
tan severo como si no fuera con ella.

¿Cómo no se van a romper los huevos si se destruye el nido[1]? A Li Wei Yang no le importaba. O
le temía a la muerte, de hecho, la buscaba. Li Zhang Le se horrorizó.

–¡Tú…! – Gao Min quiso acercarse y abofetear a Li Wei Yang.

LI Wei Yang sonrió como si albergase intenciones maliciosas. Meció la joya de su mano.

–¡Biao ge, deberías tener cuidado!

Gao Min se contuvo y se cruzó en su camino con los ojos rojos por la ira. Li Wei Yang lo había
hecho a propósito. Había llevado consigo los regalos imperiales para que cualquiera que chocase
con ella tuviese que enfrentarse a un castigo mortal.

–San mei, no te enfades. – Li Min Feng reaccionó rápido. – Enviaré a gente para que busquen la
horquilla. El lago está lleno de barro, no creo que se haya roto. Lo encontraremos y te lo
devolveremos.

Li Wei Yang sonrió y contestó:


–Da ge, quiero que sea Biao ge quien lo busque.

La expresión de Gao Jin cambió con sólo oír esa frase. El rostro de Gao Min rebosaba ira.

–¡No vayas tan lejos, Wei Yang! – Sus ojos en forma de almendra se abrieron como platos.

¿Ir demasiado lejos? O sea que, ¿sólo se meten con los que son débiles y fáciles? Los ojos claros y
gélidos de Wei Yang miraron furtivamente a Gao Jin.

–Biao ge, te estoy dando la oportunidad de compensar tus malas acciones. Si no quieres hacerlo…
– Miró al quinto príncipe encantada. – Entonces, el quinto príncipe debería informar al Emperador.

–¡Tú…! – La complexión de Gao Jin parecía ceniza. Casi no podía hablar cuando, al fin, murmuró. –
Vale, lo buscaré.

Al acabar de hablar, se remangó las mangas de la ropa y saltó al lago.

–Er ge, no le hagas caso, ven–… – Gao Min cerró las manos en puños.

–¿Oh? ¿Min biaojie quiere ayudarle? – Li Wei Yang sonrió.

Gao Min se quedó callada, sus ojos podrían haberse comido a Wei Yang cuando la miró. Dio un
pisotón en el suelo, giró la cabeza y preguntó:

–Tercer príncipe, ¿qué opina?

Tuoba Zhen sacudió la cabeza. Li Wei Yang era dominante, pero sus palabras eran todas
racionales. No se le ocurrió ningún argumento para combatirla, por lo que se limitó a sacudir la
cabeza.

Los ojos de Li Zhang Le brillaron por las lágrimas.


–Tercer príncipe, Biao ge da mucha pena, hace frío ¿y si–…?

Li Wei Yang arqueó las cejas y sonrió.

–Da jie, date prisa y ordena que alguien ayude a Biao Ge a buscar. Hay que encontrar la horquilla
antes de que caiga la noche, o sino…

No dijo nada más, simplemente dejó que su par de ojos negros se posaran sobre su hermana.

El rostro de Gao Jin, que estaba en el agua, rebosaba pavor y usó todas sus fuerzas para rebuscar
por el agua.

Li Wei Yang sonrió y le dijo a Li Min De:

–Vámonos, Lao Furen nos espera. – Tiró de Li Min De y, tras dar dos pasos, se giró y les dedicó una
sonrisa encantadora. – Recordar enviármelo cuando lo encontréis.

Capítulo 69: Demostrando talento en la corte

Al salir del jardín, Li Min De se quedó quieto.

–San jie, no deberías haberte arriesgado por mí, no deberías jugar con los regalos imperiales.

Li Wei Yang sonrió, pero no dijo nada.

–Esa horquilla no era un regalo imperial. – Bai Zhi habló. – Xiaojie sólo les estaba intimidando.

Li Min De levantó la esquina de sus labios y sonrió. Li Wei Yang le miró con tranquilidad.
–Min De, en una situación como la de hoy, no hace falta que te comportes así.

–Nunca más. – Li Min De bajó la vista.

Li Wei Yang estaba confundida, no estaba segura de si se refería a no dejar que le volvieran a
molestar o a tragarse los insultos. Iba a añadir algo más cuando escuchó a Bai Zhi hablar.

–Xiaojie, el tercer príncipe ha se va.

Se dio la vuelta y se encontró a dos criadas guiándole. El joven se acercaba lentamente, vestido
con ropas hermosas y una corona magnífica. Sin lugar a duda, Tuoba Zhen era quien estaba
yéndose del pabellón.

Li Wei Yang entrecerró los ojos, la lujosa capa de Tuoba Zhen debía ser un regalo del Emperador.
Sólo había cinco en Da Li y eso significaba que ese príncipe de nacimiento bajo había entrado en el
centro de poder.

Bai Zhi y el resto de criadas se detuvieron y dejaron paso al príncipe, sin embargo, este se detuvo
justo delante de Li Wei Yang.

–Xianzhu… – Miró a la muchacha y habló. – Has jugado con nosotros. – Bai Zhi y el resto estaban
tan asustados que se quedaron sin palabras, Li Min De cerró los puños. – Has sido muy
temeraria. – Tuoba Zhen suspiró.

–Sí, siempre he sido atrevida. – Li Wei Yang hizo acopió de un comportamiento inesperadamente
tranquilo.

En su vida pasada, siempre había admirado y simpatizado con su marido por tener la
determinación de esforzarse a pesar de sus antecedentes humildes. A sus ojos, era el esposo
perfecto, alguien celestial en quien podía confiar. Sin embargo, en su vida actual, la persona que
tenía ante ella no había cambiado, seguía siendo resoluto y atrevido, además de ser de disposición
firme. Tenía encantos, estratagemas y conocimiento; era indudablemente un dragón. Si pudiese, Li
Wei Yang hubiese preferido no tener ningún tipo de interacción con él en su segunda vida porque
le conocía demasiado bien. Tenía planes, medidas despiadadas y utilizaría cualquier cosa para
conseguir su meta, sólo sabía controlar a los que tenía en sus manos. Nadie tenía forma de saber
lo que quería este tipo de persona y, mucho menos, si te trataba con sinceridad o deshonestidad.

Ambos se mantuvieron la mirada e interactuaron en silencio.

–Me pregunto si San gongzi me dejaría pasar. – Tuoba Zhen apartó la mirada y respondió entre
sonrisas.

Li Min De observó a Li Wei Yang mientras ésta, asentía. Las pupilas de Li Min De se dilataron,
entonces, retrocedió unos pasos y les dejó espacio.

–¿Algo más que decir, tercer príncipe? – Li Wei Yang arqueó las cejas.

–Ciruelas en la nieve, qué paisaje tan bonito… – Tuoba Zhen no le contestó, sólo sonrió y miró a lo
lejos.

–Qué actitud tan despreocupada y ociosa tiene el tercer príncipe. – Li Wei Yang sonrió.

Tuoba Zhen movió la mano para indicar que todos los criados retrocedieran, incluso Bai Zhi tuvo
que marcharse.

–Sólo quería decir unas cuantas cosas para ver qué piensas en realidad. – La sonrisa de Tuoba
Zhen albergaba cierta frialdad.

–¿Y a ti qué te importa? – Preguntó Li Wei Yang.

Tuoba Zhen se rio en voz alta, sus carcajadas eran frías y frescas.

–Lo de hoy me ha abierto los ojos, tienes la lengua afilada y eres capaz de librarte de todo. Gao Jin
ha saltado al lago helado, si eso no le mata, le destrozará la piel… Tienes un corazón despiadado, y
es de admirar.
Ahora le tocaba sonreír a Li Wei Yang. Su sonrisa resplandecía mucho más que las flores rojas.

–Él se lo ha buscado.

–En realidad, no hacía falta que hicieras esto… – Tuoba Zhen dejó de sonreír y habló en un tono
normal.

Li Wei Yang levantó la ceja.

–¿Oh? Me gustaría saber más.

–A juzgar por tu comportamiento, no te importa la familia Li. Ahora vives una buena vida, podrías
vivir una mejor en el futuro, pero tienes que saber que, si la familia Li desaparece, tú, Li Wei Yang,
no llegarás a nada. Así que a la próxima-…

Tuoba Zhen habló como debía, pero Li Wei Yang le interrumpió sin dejarle terminar.

–Su Alteza, no hay nadie. No hace falta que hable de principios. – Li Wei Yang sonrió. – Además,
¿de verdad crees que haría caso de vuestras palabras?

–Pagar tu enfado y apostar tu vida, ¿vale la pena? – Preguntó Tuoba Zhen de repente. – Aunque
esa gente pisotee tu dignidad, no deja de ser parte de la naturaleza humana. Adoran a los
poderosos y pisotean a los humildes. En lugar de guardarles rencor, ¿por qué no empleas tu
tiempo en conseguir una posición en la que no puedan tocarte y en la que tengan que mirarte
desde abajo para siempre…? – En segundos, el tono de Tuoba Zhen cambió y por eso, Li Wei Yang
supo que había dejado de hablar de ella, para centrarse en él mismo.

A causa de su nacimiento humilde, siempre habían menospreciado a Tuoba Zhen. Y esta también
era la principal razón por la que había ocultado sus ambiciones más que los demás. No es que no
guardase rencor, sino que utilizaba el odio para seguir avanzando, pasito a pasito, e ir de príncipe
ridiculizado a Emperador por encima de miles. Parecía que estaba intentando usar su lógica para
convencer a Li Wei Yang, no, para hacer que Li Wei Yang estuviese de su parte.
–Wei Yang, ahora mismo has conseguido una fama y posición con la que la gente normal no podría
ni soñar. Padre y la gran Emperatriz Viuda te favorecen, ya lo has conseguido, ¿por qué tienes que
pintar una serpiente con piernas[1]?

La guio paso a paso mientras Li Wei Yang le miraba y, de repente, le mostró una sonrisa.

–Su Alteza, de repente tienes paciencia conmigo… – Alzó la vista y le echó un vistazo. – Me hace
sentir abrumadoramente elogiada. Y pues, según tú, ¿qué debería hacer?

El atractivo rostro de Tuoba Zhen desarrolló una expresión algo despreocupada. Pensaba que
había atraído a Li Wei Yang, o que, en otras palabras, estaba un paso más cerca del éxito.

–Si yo fuera tú, buscaría la manera de llevarme bien con todos y, entonces, utilizaría esa
oportunidad para escalar y gustarles más al Emperador y a la gran Emperatriz Viuda para que me
favorecieran más y así, poder encontrar un prospecto mejor. Wei Yang, si aceptas, también puedo
pedirle a mi padre que te haga mi concubina...

¿Concubina? La había estado esperando. Li Wei Yang sonrió, era exactamente igual que en su vida
pasada. En su vida anterior, para ganar el apoyo de Li Xiao Ran y su poder militar, este hombre
había pedido la mano de Li Zhang Le en matrimonio, ¿quién se hubiera imaginado que acabaría
casándose con la hija de la concubina? Se disgustó mucho, pero pretendió que no pasaba nada. La
usó a ella y sus conexiones con la familia Li para conseguir un equilibrio y ganarse el favor del
Emperador conforme iba incriminando a los otros príncipes hasta que, al fin, ascendió al trono.
Cuando llegó al trono la hizo desaparecer en un palacio frío y, sin dudar ni un momento, hizo a Li
Zhang Le su Emperatriz.

¿Concubina? No estaba interesada en volver a ser una piedra a la que pudieran pisar. En su
corazón, Tuoba Zhen menospreciaba su estatus de hija de una concubina. Con la que quería
casarse era Li Zhang Le, la hermosa perla de la familia Li.

–Desde la antigüedad, – en el atractivo rostro de Tuoba Zhen apareció cierta ternura. – los
hombres tienen muchas formas de conseguir poder, pero las mujeres sólo pueden confiar en sus
maridos. Deberías saber que soy de nacimiento humilde, hasta se podría decir que tanto tú como
yo sufrimos el mismo destino. Tenemos personas a las que aborrecemos, pero yo no me
abandonaría como tú estás haciendo y me crearía enemigos. Si crees en mí, al menos, podría
ayudarte.
–Tercer príncipe, ¿alguna vez le han pegado? – Tuoba Zhen se quedó estupefacto. – ¿Alguna vez
ha pasado tanta hambre que has llegado a pelearte con los cerdos de la pocilga? ¿Alguna vez le
han montado como si fuera un perro porque los niños no tenían con qué jugar? Tercer príncipe,
¿sabe lo que es el odio y el dolor? – Li Wei Yang se mofó. Tuoba Zhen la miró, pero no dijo nada. –
Dice conocer el odio. ¿Qué es lo que tanto resiente? Creció entre lujos y tiene escoltas por
delante y por detrás. Esa “injusticia” que menciona porque su estatus no es lo suficientemente
alto no le hace tener que soportar humillaciones. No somos el mismo tipo de persona. – Li Wei
Yang sonrió con frialdad. – Ya lo he dicho, no somos lo mismo. Así que, no es necesario que usted
vuelva a repetir este tipo de palabras.

Imperturbable, Tuoba Zhen sonrió y continuó callado.

Ya le había dado a la muchacha una oportunidad, si no fuera porque todavía podía usarla no se
molestaría en conversar con ella en ese temporal. Las comisuras de los labios de Tuoba Zhen se
torcieron mostrando una mueca.

–Aun así, te lo dejo a ti.

No dijo nada más, sólo enfatizó la última palabra extrañamente. Cuando hubo terminado de
hablar, movió las mangas y siguió andando. Li Wei Yang contempló su silueta y se río.

Li Min De observa la escena desde cierta distancia mientras cerraba los puños con fuerza. Si no
fuera por él, su San jie no tendría que vérselas con esa persona que le estaba pidiendo, sin lugar a
duda, la piel de un tigre[2].

En este mundo donde no tenía dónde ir, Wei Yang seguramente tampoco.

San jie tenía mucha gente de su lado, a pesar de que él sabía que esas dos personas no tenían
ninguna relación, ni cariño, sentía un vínculo incontrolable entre ambos. Si San jie no había notado
a Tuoba Zhen, ¿por qué seguía mostrando esa enemistad?

Bajó la cabeza. Tal vez estaba siendo demasiado egoísta, San jie y él no tenían ningún vínculo de
sangre. Además, aunque se lo había prometido a San furen, la muchacha no tenía por qué
protegerle y cuidarle tanto. Pero él, en realidad, quería ser egoísta y terco y monopolizar la
atención y preocupación de Li Wei Yang.

Nadie se preocupaba por él tanto como para ponerse delante de él y protegerle.

San jie tenía demasiados escrúpulos, demasiada gente sin importancia. ¿Qué tenía que hacer para
que Wei Yang sólo le tuviera a él en su corazón?

Desde el incidente en los jardines, Li Zhang Le y el resto evitaban A Li Wei Yang cada vez que la
veían. Era como si temieran tirarle la horquilla, o el brazalete, o el anillo sin querer, cosa que
divertía a la muchacha. Li Wei Yang se percató y no le prestó demasiada atención, sabía muy bien
que Da Furen, que quería derrocarla, todavía no se había empezado a mover.

* * * *

No hacía mucho que había pasado el festival; era el tercer mes del año.

Las familias enviaban invitaciones para numerosos banquetes cuando las flores empezaban a
florecer. Lao furen, decidió llevar consigo a Li Wei Yang a visitar a otros.

Lao furen no solía salir de la residencia, por lo que la invitación que había recibido debía ser, sin
lugar a duda, de la familia real. Yongning, la princesa del Emperador era quien había enviado la
invitación. Yongning era hija de una consorte de rango bajo, la consorte Hui. Le Emperatriz había
criado a la princesa Yongning después de que la consorte Hui falleciera por un aborto y, como la
Emperatriz sólo había tenido al príncipe heredero, aceptó a la niña de buen grado. De hecho, la
princesa era cuatro años mayor que el príncipe.

Cuando la niña cumplió los quince años, el Emperador ordenó al ministerio de ritos que
seleccionasen un marido, pero desde el incidente de la rebelión de la consorte del príncipe en la
dinastía anterior, las princesas tenían que seguir la ley al casarse y, por tanto, el príncipe consorte
sólo podría ostentar un título. Nadie se atrevía a ofenderla por su estatus, por eso ninguna familia
aristócrata con hijos talentosos querían presentarse para ser suegros de la familia real. Sin
embargo, si el Emperador decidía un nombre, esa familia no podría negarse.
Cuando le tocó a la princesa Yongning, la noticia voló. Todas las familias nobles buscaron la
manera de asegurarse de que todos sus hijos en edad casamentera tuvieran mujer, sobretodo el
duque Ying de la familia Zhou que casó a sus cuatro hijos de golpe. El Emperador había querido
elegir a uno de sus hijos y, al enterarse, se enfureció e invitó a palacio a la mujer del duque Ying
para que seleccionase a uno de sus hijos. La familia no se atrevió a desafiar el Emperador pero
tampoco querían enviar a ninguno de sus hijos, por lo que enviaron al hijo de la segunda casa de la
familia del Duque, Zhou Ming Chang. El Emperador se reunió con él y, al ver lo talentoso que era,
quedó satisfecho y envió a su eunuco de confianza para que investigase a ese tal Zhou gongzi. El
eunuco era un hombre ambicioso, así que, gracias a unos cuantos sobornos, le cantó alabanzas al
Emperador.

La princesa Yongning fue a casarse con todo el glamur. Tendría que haberse tratado de una
ocasión alegre, pero Zhou Ming Chang no era tan bueno como parecía. Era de mente cerrada y
tenía tuberculosis. Como se había convertido en el príncipe consorte no podía esperar una carrera,
deprimido como estaba, sus primos no dejaban de burlarse de él, añadiéndole más leña al fuego.

En la boda, el agitado Zhou Ming Chang vomitó sangre delante de los invitados y, poco después de
la boda, la princesa se enteró de la verdad sobre su marido. Zhou Ming Chang se sintió culpable y,
desde entonces, quedó postrado en la cama.

Seis meses después, fue imposible esconder la verdad y el Emperador hizo desaparecer el clan
Ying al completo, ejecutó al eunuco y renovó la residencia de la princesa para que Yongning
pudiese vivir allí.

La princesa, de sangre real, no tenía que guardar duelo, pero como ya se había casado una vez,
todo lo que podía hacer era vivir en Fu Li Tang. Al tiempo, se acabó aburriendo y por eso, solía
organizar banquetes para consolar su soledad.

Lao furen le explicó esta historia a Li Wei Yang en el carruaje. Parecía que la muchacha le estaba
prestado atención, pero en realidad, su mente estaba muy lejos de allí.

Todos sabían que nada era como parecía. La familia imperial no hubiese cometido jamás un acto
tan estúpido. El duque Ying contribuyó a fundar el país, además, sus cuatro hijos ocupaban
posiciones importantes en la corte, uno de ellos tenía hasta un ejército de veinte mil hombres. Los
Ying se volvieron arrogantes y dejaron de respetar al Emperador. El Emperador quería deshacerse
de la familia Zhou pero, tras esperar dos años, no pudo encontrar ningún buen motivo, así que,
¿qué mejor motivo que engañar al Emperador? La princesa Yongning no era más que un peón
para la familia imperial. Ese matrimonio arruinó su vida, pero fue una gran contribución para la
familia real.

–La princesa Yongning da mucha pena. ¿Cómo se pudo casar con un hombre así? – Lao Furen
sacudió la cabeza y suspiró.

Li Wei Yang sonrió y no dijo nada. Sabía que la princesa Yongning y su difunto príncipe consorte
habían estado muy enamorados. A pesar de que el príncipe consorte estaba enfermo, era
romántico, poético y talentoso en varias artes. Además, era de personalidad tierna y dulce, así
que, la princesa y él eran una pareja inseparable. Lo de la envidia y la mente cerrada era mentira.
Cuando el príncipe consorte murió, a la Emperatriz se le escapó delante de Li Wei Yang que no
había sido por tuberculosis.

–Sí, da mucha pena. – Li Wei Yang sintió para responder a la anciana.

–Por eso el Emperador trata así a la princesa. Hace dos días se utilizó dos cientos acres para
construirle una residencia. Cuando lleguemos tendrás que hablar con la princesa y gustarle para
que te invite a menudo y gustarles a los demás.

Li Wei Yang asintió, pero, en realidad, estaba pensando en otra cosa.

–Lao Furen, la invitación de esta vez…

–Tu Da jie está reflexionando sobre sus errores, no la he podido traer. – Lao Furen sonrió.

Li Wei Yang también sonrió, sus hermosos ojos albergaban una suave pizquilla de sarcasmo. Por
culpa del plan para el desastre natural, Li Zhang Le estaba sufriendo muchas censuras. Lo que
necesitaba ahora mismo era aparecer en las ocasiones apropiadas y borrar la mala impresión que
había dejado en los demás. Aquel día estaban yendo al banquete de la princesa, todos los
invitados serían nobles y oficiales, ¿cómo podía ser que Da Furen hubiese dejado escapar
semejante oportunidad?

Esa madre y su hija no permitirían jamás que alguien se interpusiera en su camino, por lo que Lao
Furen debía haber cometido algún error.
Li Min De les observó en silencio. Lao Furen no había planeado traerle, pero su San jie le había
dicho a Lao Furen que había estado deprimido y triste desde la muerte de San Furen, y le pidió que
le trajera para que se relajase, sin embargo, Li Min De sabía que lo había hecho para no dejarle a
solas en la familia Li.

¿Tan débil era que necesitaba que Li Wei Yang le protegiera hasta este extremo? Li Min De bajó
sus largas pestañas y mostró una expresión complicada. Tal vez, debería hacerle saber a Wei Yang
que no era tan débil como ella pensaba. Cuando soportó la humillación fue porque no quería
mostrar sus capacidades.

* * * *

La residencia de la princesa estaba situada al sur de la capital y rodeada por acres. Li Wei Yang
abrió la cortina conforme su carruaje entraba y contempló el camino de madera rebosante de
flores. La residencia de la princesa parecía albergar toda la primavera.

El carruaje por fin se detuvo ante la puerta. Li Wei Yang ayudó a Lao Furen a bajar del carruaje y,
de inmediato, vio el carruaje de Da Furen y a Li Zhang Le vestida con un atuendo bellísimo al lado
de su madre, parloteando con otras mujeres.

La momentánea sonrisa de Lao Furen se petrificó. ¡Había venido! Li Wei Yang apretó el puño
dentro de la manga y se esforzó por no revelar ninguna de sus emociones. Se enganchó al brazo de
Lao Furen para hacerla reaccionar.

–Si Zhang Le sigue tan enferma, ¿cómo es que ha salido?

–Padre debe haberle dado permiso. – Li Wei Yang sonrió.

La complexión de Lao Furen empeoró. Li Xiao Ran solía actuar con prudencia e inteligencia, pero
sólo con su hija. La mimaba demasiado y, al parecer no había desistido con la idea de casar a su
hija, pues se trataba de un banquete para encontrar pareja.
Li Zhang Le notó algo y levanto la vista justo en el momento en el que Wei Yang se le acercaba.

La lúgubre luz brilló sobre Li Wei Yang, que estaba vestida con un atuendo simple y blanco, como
de costumbre. Siempre que la veía tenía esa expresión despreocupada, pero en realidad, era una
niña maquiavélica. Li Zhang Le apretó las manos y mostró una sonrisa encantada.

–San mei.

–Da jie. – Saludó Li Wei Yang risueña.

Lao Furen tosió con frialdad.

–Desvergonzada.

La expresión de Li Zhang Le cambió, su sonrisa era como una máscara, pero en su frente se creó
una brecha y, al final, desapareció. No podía creer que Lao Furen la repudiase hasta ese extremo
después del incidente del vudú.

Lao Furen miró su abrupta expresión cambiante, sonrió con frialdad y no dijo mucho. Entonces,
hizo señas para que todo el mundo, incluida Da Furen, la siguieran.

Da Furen suspiró con tranquilidad, sabía que, a pesar de que, a Lao Furen no le gustaba Li Zhang
Le, seguían siendo de la familia Li. Delante de los demás, Lao Furen no les dejaría en evidencia.
Sonrió y le dijo a su hija:

–Entremos.

Li Zhang Le estaba encantada y siguió a Da Furen. Por supuesto, atrajo muchas miradas por el
camino. El nombre de Li Zhang Le ya se había extendido por el palacio y por las gentes. No la había
visto mucha gente, pero cuando lo hacía, sólo podían quedarse atónitos ante su belleza. Ahora
que estaba ahí, el jardín parecía iluminarse. Pero los invitados también notaron que la San xiaojie
del Primer Ministro también había acudido a la reunión, y el simple hecho de que se le hubiera
otorgado el título de Anping Xianzhu ya era suficiente como para maravillarles.

Wei Guo Furen y Gao Min ya habían llegado con antelación, al ver a Da Furen corrieron a
saludarla, ignorando a Li Wei Yang. A Li Wei Yang no le importó, su mirada estaba en el banquete.
El banquete de aquella ocasión estaba situado al aire libre, las flores del jardín eran cautivadoras y
se aprovechaban de la brisa primaveral. En medio del jardín, yacía una enorme alfombra decorada
con bordados. Las cosas de las mesas estaban preparadas para los invitados. Al oeste, las mesas
estaban llenas de señoras nobles y sus hijas; al este Tuoba Zhen, el tercer príncipe, Tuoba Rui, el
quinto príncipe, Tuoba Yu, el séptimo príncipe, y Tuoba Cong, el octavo príncipe, se sentaban en
orden.

Tuoba Zhen estaba sentado al este del primer asiento; vestía una tela verde y su sonrisa atraía las
miradas de los demás. Tuoba Yu estaba sentado en el tercer asiento; llevaba una corona de jade y
un atuendo blanco plateado, todo él era deslumbrante. Ambos se sentaron cerca y reían mientras
intercambiaban palabras. Parecían hermanos normales, sonriéndose y sentados juntos mientras
bebían y hablaban. A Li Wei Yang le parecía una alucinación.

La mirada de Tuoba Zhen se posó en la espléndida Li Zhang Le. Entonces, sus ojos, cayeron sobre Li
Wei Yang inconscientemente.

La San Furen del Primer Ministro acababa de morir. Aunque sólo fuera su tía, Li Zhang Le no
debería haberse vestido con colores tan vivos. En comparación, Li Wei Yang había sido mucho más
prudente e inteligente. La verdad era que Tuoba Zhen estaba muy decepcionado con Li Zhang Le.
Siempre intentaba presumir y no era lo suficientemente lista, tampoco aguantaba las
humillaciones, ¿valía la pena tener a su lado a una mujer así? ¿Cómo le iba a ayudar?

Cuando el quinto príncipe vio a Li Zhang Le, sus ojos no pudieron abandonar a la muchacha. En un
principio, había planeado encontrar el momento adecuado para decirle a su madre imperial que la
quería y dejar que su padre se la otorgase, pero su madre imperial le había dicho que su padre
estaba furioso con Li Zhang Le y que no era el momento idóneo, por tanto, tenía que controlarse.

Tuoba Yu notó a Li Wei Yang. Al principio, la niña le había parecido lista pero ahora, la tenía por
una chica tan astuta como un zorro. Su maquillaje era simple y sonreía lo que la hacía parecer
como la tinta y como el jade. Era distinta a otras señoritas de familia importante, casi sospechaba
que la pueblerina que había visto y esta chica no eran la misma persona.
Li Wei Yang estaba al lado de Lao Furen, dejando caer las pestañas para que creasen una sombra
en su rostro. Su sonrisa, en comparación con la de Zhang Le, era mucho más amable y cercana.

–San jie, voy a los asientos para chicos. – Li Min De echó un vistazo a lo lejos y vio que su primo, Li
Min Feng, había llegado antes y que estaba charlando con otros hombres. Aunque era
extremadamente detestable, sabía que debía sentarse con él.

–Ve. – Li Wei Yang le sonrió.

Evitar que Li Min De estuviese solo en la familia Li no había sido sólo para protegerle, sino también
para que no le diera vueltas a las cosas.

–Aquí llega la princesa Yongning. – anunció una criada a lo lejos.

Li Wei Yang sonrió, se giró y vio la cabeza de una mujer seguida por un gran grupo de criadas
acercarse por el pasillo. Su cabello estaba peinado con un estilo muy alto y decorado con una
horquilla, su rostro era elegante y emitía autoridad, era la princesa Yongning. Sin embargo, Li Wei
Yang suspiró desde lo más profundo de su corazón. A pesar de que la princesa sólo tenía veinte
años estaba muy demacrada. El rostro que cierta vez fue rosado y rojo, era gris con la piel caída y
los ojos cansados. Por supuesto, lo peor eran sus ojos: negros y profundos, como si fueran dos
agujeros en un leño. Si no fuera porque de vez en cuando movía las pupilas, habría parecido un
cadáver. Aunque llevaba muchos accesorios en la cabeza, no conseguía ocultar su aura decadente,
como si no tuviese vida.

La princesa estaba igual a como la recordaba.

Una oficial alta acompañó a la princesa Yongning hasta su asiento. Todos los príncipes se
levantaron de sus asientos para saludarla. Su hermana imperial siempre había sido la perla más
querida de sus padres, con ella eran especialmente cariñosos y nadie se atrevía a ofenderla.

Li Wei Yang observó a la princesa sonreír y asentir a todo el mundo; sintió simpatía por ella.
Yongning no había querido organizar este banquete, pero el Emperador y la Emperatriz habían
insistido. Habían utilizado a su hija, así que sentían una culpabilidad extrema y querían darle honor
a través de otros métodos. Cada tres meses se organizaba un banquete para demostrar su cariño y
respeto a la princesa Yongning, pero por eso mismo, el corazón de Yongning no dejaba de sentir
puñaladas.
El banquete transcurrió como siempre.

A mitad del banquete, la princesa anunció:

–Os agradezco a todos que hayáis venido, padre me ha regalado una artista muy habilidosa con el
qin, así que le he pedido que nos toque una partitura.

En ese preciso momento, una jovencita vestida de rosa con una piel nívea avanzó lentamente.
Hizo una reverencia para ofrecer sus respetos a todos los oficiales y nobles, y empezó a tocar el
qin. El sonido del instrumento era muy melódico, como un dragón revoloteando, era como si éste
se convirtiese en notas bailando en círculos y entrando en los cuerpos de los presentes.

Los presentes no despertaron de su ensueño hasta un buen rato después de que la melodía
hubiese terminado.

–¡Las habilidades de esta artista son soberbias, hermana! – Tuoba Zhen aplaudió y elogió.

La princesa Yonging sonrió con cierta indiferencia.

El octavo príncipe, Tuoba Cong había nacido con un rostro de jade, adorable.

–¡Huang jie, que nos toque otra!

La princesa Yongning asintió y la artista deslizó los dedos por el qin para emitir otra hermosa
canción. Los sonidos, esta vez, fueron extremadamente melódicos, gentiles y cambiantes.
Revoloteaban por el aire y se aferraban de las orejas de los oyentes, tocándoles el corazón.

Li Wei Yang se percató desde un buen principio que el rostro de la princesa no tenía ninguna
expresión, no había ni rastro de alegría, ni de tranquilidad. Cuando la canción terminó, el público
aplaudió.
–La luz del sol es perfecta y todas las xiaojies aquí reunidas tienen talento en la música, – Tuoba
Rui curvó los labios. – ¿Por qué no les pedimos que nos toquen algo?

La princesa Yonging era de aburrimiento.

–¿Sí? No sé si las xiaojies estarán de acuerdo.

Todas las señoritas se miraron entre ellas y pensaron que sería una oportunidad ideal. No era
bueno que la hija de una familia importante presumiera demasiado, pero si conseguían captar la
atención de algún noble, sin nombrar a los príncipes que estaban ahí sentados, en una situación
así, tendrían la oportunidad de subir su estatus y rango. ¡No habría otro momento como este!

La única que mostró una sonrisa desinteresada fue Li Wei Yang mientras notaba la malicia que
albergaba la sonrisa de Tuoba Rui. Sabía que Li Zhang Le destacaba en literatura y en poesía y que,
sin ninguna duda, mostraría un talento tan increíble que cambiaría su reputación ante todos los
nobles allí reunidos y de la princesa. Mientras que ella había crecido en el campo, su talento en
comparación con las otras chicas que habían estado aprendiendo desde niñas debía ser inferior y
motivo de burla.

Ninguna de estas palabras era errónea, a Wei Yang no se le había dado bien esta área jamás, ni en
esta vida, ni en la anterior. Tal vez por eso la había rechazado Tuoba Zhen. Li Wei Yang bajó la
cabeza y sonrió.

Los ojos de Tuoba Yu se curvaron en una sonrisa curiosa. Era consciente que Tuoba Rui tenía la
intención de dejar en evidencia a Xianzhu; no sabía cómo se las apañaría esa joven.

Li Min De, no muy lejos, frunció el ceño. Nadie había provocado a esta gente y, sin embargo, no
dejaban de buscar problemas.

El quinto príncipe, Tuoba Rui, miró a Li Zhang Le y le sonrió para complacerla. Li Zhang Le le
devolvió la sonrisa y Tuoba Rui sintió que su fulgor era incomparable con el suyo.

Li Zhang Le estaba, por supuesto, encantada y nerviosa. Su madre quería que brillase en el
banquete de aquel día, ¿cómo iba a dejar escapar esta oportunidad? Y, en cuanto a Li Wei Yang,
ese día se convertiría en el hazmerreír. Al pensarlo, su sonrisa se profundizó más y más.
La hija de Wei Guo Furen, Gao Min, tocó una canción con la flauta del bambú, la hija del oficial de
ministerio de asuntos exteriores, Li xiaojie, hizo un baile con mangas largas que atrajo las miradas
de todos, la nieta del almirante Zhou hizo un baile con espada muy atrevido; las actuaciones
continuaron una tras otra, los talentos de todas ellas relucieron. No era fácil tener una
oportunidad de lucirse como esta.

El quinto príncipe miró a la hermosa Li Zhang Le.

–El turno de la hija del Primer Ministro, Da xiaojie.

Li Zhang Le le echó un vistazo a Tuoba Zhen y le descubrió mirándola con dulzura, su corazón dio
un vuelto y no pudo evitar sonreír. Se levantó y dijo:

–No os riais de mí, por favor.

Ya habían tocado los dieciocho tipos de instrumento, todo el mundo se preguntaba qué haría Li
Zhang Le pare ser tan especial.

Li Zhang Le dio un apalmada y una criada se apresuró a acercarse con algo envuelto en una tela de
seda roja.

La sorpresa fue general. ¿Qué era? ¿Qué había allí envuelto? Da Furen sonrió, ¡¿cómo iba a usar su
hija algo que usaban todas?!

Li Wei Yang observó y, de repente, bajó la cabeza para sonreír con malicia. Esta vez su hermana
había preparado su propia destrucción.

Li Zhang Le dio un paso adelante, sus dedos levantaron la seda, revelando lo que ocultaba.

Todo el mundo se quedó perplejo al ver aquel instrumento tan diferente y parecido a una
horquilla. Ese qin se había hecho con madera de nogal y estaba cubierto de un bordado de
mariposas y un fénix grabado junto a las trece cuerdas. Era sofisticado y magnífico.
–¿Es un konghou[3]? – Gao Min alzó las cejas.

Li Zhang Le sonrió.

–No, es un arpa. Me la trajeron desde las regiones oeste.

Excepto la princesa Yongning, que empalideció, el resto de oyentes se sorprendieron. La oficial


miró a Li Zhang Le como si quisiera advertirle de algo, pero Li Zhang Le seguía tan inmersa en su
regocijo que no se dio cuenta.

Li Min De vio con total claridad la sonrisa de Li Wei Yang, su mirada pasó al instrumento y,
entonces, se alegró.

Li Zhang Le se sentó con la mano izquierda sujetando el instrumento y con la derecha tocando las
cuerdas. El instrumento soltó de inmediato un sonido grave y profundo. Poco después, los cinco
dedos de la muchacha continuaron tocando las cuerdas. El sonido era como el agua de las
montañas mientras que sus dedos aceleraban la velocidad.

Todos pensaban que los sonidos eran como el agua transparente que vibraba y se movía
lentamente.

–Qué instrumento tan raro. – Suspiró el quinto príncipe. – Es mucho más etéreo y claro que el
guzheng, ¡suena como el agua nocturna de las montañas nevadas! – Mientras escuchaba quedó
hechizado. Sus cejas se movían sin parar, sus ojos se estremecían y no dejaba de extender las
manos para aplaudir. Entonces, de repente, sacó una flauta de jade y empezó a tocarla.

Li Wei Yang dio un sorbo a su taza de té. Vio que Tuoba Yu, sentado enfrente, la miraba con
curiosidad y le respondió con una sonrisa.

Tuoba Zhen escuchó sinceramente la canción de Li Zhang Le, y sólo pensaba que los sonidos de
ambos instrumentos se unían y alcanzaban la perfección, ambos sonidos se entrelazaban y se
apoyaban en el otro, volviéndose uno como un hada bailarina. Li Zhang Le, cantó.
Su voz era emotiva y la canción estaba de moda. Una mujer hermosa, tocando una canción
hermosa en un instrumento hermoso. Era una escena increíble.

Da Furen observó la escena complacida. Sabía que desde ese día, Li Zhang Le habría hecho
desaparecer su mala reputación y, una vez más, volvería a ganarse los elogios de todo el mundo.
Mientras que Li Wei Yang se avergonzaría de su falta de talento y encontraría hueco en el que
esconderse.

Tuoba Yu, curioso, no sabía por qué Li Wei Yang sonreía tanto, pero tuvo la sensación de que, tal
vez, Li Zhang Le no tendría mucha suerte.

Capítulo 70: Disfrutando del foco

Cuando la canción terminó todo el mundo seguía encandilado como si la hermosa melodía
continuase sonando en sus oídos. Li Zhang Le sonrió y se levantó para hacer una reverencia. Los
invitados reaccionaron por fin y se levantaron para elogiarla y mirarla con admiración.

–Tengo que agradecerle al quinto príncipe que me haya acompañado con la flauta. – Dijo Li Zhang
Le sonriendo.

Tuoba Rui observó a Li Zhang Le, embelesado.

–He hecho lo que he podido.

–No seáis modestos, ¡este tipo de música sólo se oye en los cielos!

–¡Sí, sí! Ha sido una melodía muy agradable, y la voz de Li xiaojie es maravillosa, ¡muy bonita!

Todo el mundo estaba hablando a la vez, hasta había jóvenes que quisieron recitar unas poesías
para alabar la belleza de Li Zhang Le. Li Zhang Le sonrió y anduvo hacia Li Wei Yang con ojos
complacidos. Todas las mujeres de buena familia sabían tocar instrumentos ordinarios, pero ella
se había pasado seis meses en su residencia con Lin Gu para aprender a tocar el arma, sin comer,
ni dormir, para poder sorprender a todo el mundo en una ocasión como esta.
En cuanto Li Wei Yang y Li Zhang Le intercambiaron miradas, la boca de Li Wei Yang se convirtió en
una sonrisa adorable.

Li Zhang Le no adivinó el motivo, pero se sintió exasperada y abochornada, y frunció el ceño


inconscientemente. Iba a decirle algo a su hermana cuando, de repente, escuchó a la princesa
Yonging hablar en un tono que parecían cuchillos.

–Me preguntaba quién era. Con que se trata de la hija del Primer Ministro a la que perdonó el
Emperador. Deberías estar en casa reflexionando por tus malas acciones y, sin embargo, estás aquí
en público. ¡Qué vergüenza!

La expresión de todo el mundo cambió cuando escucharon esas palabras. A pesar del dolor por el
que pasó la princesa, nadie la había escuchado hablar con tanta dureza jamás.

–Debes haber pasado mucho tiempo aprendiendo a tocar tan bien. Has pasado tanto tiempo con
esto que no te ha quedado para aprender modales, normal que se te ocurriese una idea que causó
el caos para el país y para sus gentes.

Todo el mundo se quedó atónito; era como si a Li Zhang Le le hubieran tirado agua helada a la
cara.

El quinto príncipe, al ver que estaban reprendiendo a la belleza, salió en su ayuda.

–Li xiaojie es sólo una señorita de una familia importante, que se le ocurriese un plan ya es algo
notable. Padre ha prometido perdonarla.

La princesa Yonging se rio con frialdad.

–Padre siempre es generoso y la ha perdonado, pero eso no significa que sea inocente. Li xiaojie
no entiende las reglas al ser tan joven, no pasa nada, pero, ¿cómo puede ser que Li Furen no le
haya enseñado lo que es el decoro y la propiedad?
Li Xiao Ran, como el Primer Ministro, y Da Furen brillaban allá donde fueran. Jamás habían tenido
que soportar una humillación semejante. Da Furen se quedó sin palabras.

Tuoba Rui se disgustó.

–Huang jie, sólo estaba cantando y tocando, ¡¿qué tiene que ver con la propiedad?!

La princesa Yonging tenía ira en los ojos.

–¡“El inolvidable anhelo eterno”! ¡¿Cómo se atreve la hija del Primer Ministro a cantar una letra
tan obscena?! ¡Estás atrayendo abejas y mariposas[1]! ¡Qué desgracia!

Li Zhang Le respondió afanosamente.

–Princesa, he usado esta canción para describir el ambiente, las otras chicas también han cantado
canciones parecidas…

La expresión de Yonging se volvió más y más fría.

–¡Te atreves a debatirme!

Li Zhang Le se sintió agraviada. Yan xiaojie, que también había cantado una canción similar, se
asustó. Esta dinastía insistía en el decoro entre hombres y mujeres, pero era imposible evitarlo en
este tipo de situación. Rouxin, la cuarta hermana de la princesa Yonging también escribió un par
de versos para expresar su amor por su príncipe consorte. ¿Eso no se consideraría obsceno
también? Yan xiaojie echó un vistazo a la princesa y descubrió que rabia iba dirigida a Li Zhang Le.

–No me atrevería. – Li Zhang Le contestó desesperada.

–Zhang Le no quería ofenderla, ¡espero que la princesa sepa perdonarla! – Interrumpió Da Furen.
Tuoba Yu suspiró, Li Zhang Le era muy poco cautelosa. Su madre, la concubina Zhangde, le había
mencionado alguna vez que la princesa Yonging y su príncipe consorte estaban muy enamorados;
ambos escuchaban canciones de harpa de las regiones oeste y se enamoraron, así que invitaron a
un musico para que les enseñase. Pero cuando el príncipe consorte murió, la princesa estaba tan
dolida que al ver el harpa la hizo añicos y no quiso volver a ver ese tipo de instrumento nunca más.
Era un secreto dentro de la familia, así que sólo lo sabían una o dos personas y nadie se atrevía a
esparcir el rumor. ¿Quién hubiese imaginado que Li Zhang Le tocaba este instrumento que
apuñalaba el corazón de la princesa?

Los ojos de Tuoba Yu deambularon por el rostro de Li Zhang Le y, de repente, sonrió. Esa hermosa
mujer no sabía nada de la historia, pero, miró a Li Wei Yang y sintió que ella sabía algo o que, al
menos, todo esto lo había preparado ella.

Lao Furen vio la expresión de la princesa cambiar. A pesar de que pensaba que las palabras de la
princesa habían sido demasiado duras, no pretendía defender a Li Zhang Le. Se levantó y dijo:

–¡¿No has oído a la princesa?! ¡Vete!

Li Zhang Le estaba tan enfadada que se sintió enloquecer, no sabía qué había hecho mal para
enfurecer a la princesa. Da Furen, viendo todo aquello, se quejó en secreto y se acercó para tirar
de ella.

Los ojos de la princesa se cernieron sobre Li Zhang Le y la siguieron como una sombra.

El quinto príncipe quería hablar por Li Zhang Le, pero viendo la furiosa expresión de su Huang Jie,
decidió que eso sólo lo empeoraría y bajó la cabeza.

Li Min Feng observó con ansia y tuvo el impulso de defender a su hermana, pero, al final, no se
atrevió.

Li Min De quería sonreír, pero se limitó a curvar los labios ligeramente. Él sabía de dónde venía
todo esto. Su San jie le había dado al artesano cien piezas de oro para que se presentase ante Li
Zhang Le. Wei Yang calculó a la perfección que Li Zhang Le le pediría que le enseñase para poder
lucirse en público y, como la princesa Yonging organizaba tantos banquetes, no sería difícil
imaginar lo que acabaría sucediendo tarde o temprano, pero ¿cómo sabía Li Wei Yang el secreto
de la princesa?
Después de este incidente nadie se atrevió a elogiar a Li Zhang Le, primero hizo enfadar al
Emperador y ahora a la princesa, el futuro de esta hermosa mujer había terminado. ¿Quién se
atrevería a casarse con la mujer que había ofendido a la familia imperial? Aunque tenía unos
antecedentes sólidos y una apariencia bellísima, aquel que se casase estaría condenado si el
Emperador recordaba sus malas acciones.

Da Furen casi hace añicos la taza que tenía en las manos. No conseguía hallar qué había fallado,
todo había sido perfecto. ¡¿Por qué se había vuelto así?!

Li Zhang Le se dio una vuelta entera y miró a Li Wei Yang como una serpiente venenosa. ¡Este
incidente tenía que ver con ella! Pero no sabía qué conexión debía haber.

Li Wei Yang sonrió despreocupada, no podía culpar a Da Furen, ni a su hija por resentirla. ¿Cómo
iban a saber nada del placer de la princesa Yonging y de su difundo marido? Ni siquiera el
Emperador sabía esto. En realidad, tenía que agradecer a Tuoba Zhen porque era un hombre que
se estrujaba el cerebro para enterarse de los secretos de todo el mundo, y se lo agradeció pues
ahora, Li Wei Yang, sabía todo lo que no debía saber.

Tuoba Zhen vio la escena y no pudo evitar sacudir la cabeza. Li Zhang Le llevaba una racha de mala
suerte. Había escogido el harpa que era como echarle sal a la herida de la princesa. ¡Se atrevió a
usarla como si no quisiera vivir más! Por supuesto, en aquel momento no vinculó el asunto con Li
Wei Yang.

La escena se detuvo, cuando la princesa se cansó de estar enfadada, frunció el ceño.

Tuoba Rui hizo una mueca y dijo:

–Huang Jie, hay otra xiaojie que no ha actuado todavía. – El joven había decidido que, si regañaban
a Da xiaojie, también tendrían que arrastrar a Li Wei Yang.

Da Furen miró a Li Wei Yang con frialdad.

–Sí, Wei Yang también debería actuar.


Justo ahora, la princesa estaba furiosa, ¿quién se atrevería a hacer nada? La gente miró con cierto
alivio a Li Wei Yang y su mala suerte.

Lao Furen frunció el ceño. Sabía que Li Wei Yang era inteligente, ¿pero ¿qué podría presentar
siendo la última? Además, la princesa estaba alterada.

–Princesa, – empezó. – Wei Yang se ha criado en el campo, no es muy talentosa en literatura, ni en


artes. Le ensuciaría la vista.

La princesa Yongning acababa de regañar a la Da xiaojie de la familia Li y, al fin y al cabo, se sentía


mal por Lao Furen que siempre había sido noble y respetuosa.

–No importa, – no consideró la reputación de Lao Furen. – nadie la culpará. Que actúe.

A pesar de que la princesa había oído que LI Wei Yang se había criado en el campo, sabía que
tenían una criada que les enseñaba etiqueta y todas las señoritas aprendían algún talento. No
obstante, no se paró a pensar que Wei Yang ni siquiera había podido llenarse el estómago, y
mucho menos había tenido tiempo para aprender literatura y arte.

Li Wei Yang parpadeó y se levantó.

–Sí.

Para ser habilidoso con la literatura y las artes hay que educarte desde una edad temprana. Todas
las chicas ahí sentadas, sin excepción, eran expertas. Pero Wei Yang, al haber aprendido estos
talentos demasiado tarde, siempre había sido el hazmerreír y jamás había podido perfeccionarlos,
por lo que eligió el baile. A los tres años de casada con Tuoba Zhen, aprendió unos cuantos
movimientos para contentarle. Por supuesto, no había ni punto de comparación con las señoritas
que habían aprendido a bailar desde pequeñas. Por mucho que se esforzase, era imposible
compensar los años que había perdido.

LI Wei Yang sonrió. No podía seguir el camino normal, así que tendría que ser creativa.
La princesa Yonging miró a Li Wei Yang y pensó que era distinta a otras chicas. Era como el agua de
un pozo bajo la luna, clara y profunda. En sus ojos había cierta frialdad, que dificultaba que
pudieran entenderla.

–Necesito pedir dos cosas, espero que la princesa me lo permita. – La voz de Li Wei Yang era muy
propia y amable.

–Adelante. – La princesa Yonging asintió.

La oficial acompañó a Li Wei Yang a prepararse.

–Por favor, prepárame estas cosas. – le pidió a la criada mientras caminaban por el pasillo para
que nadie viera nada.

La oficial mostró una expresión de incertidumbre al escucharla, pero ordenó que le preparasen
todo de inmediato.

* * * *

En el banquete, mientras tanto, Gao Min estalló en carcajadas gélidas.

–¿Qué trucos se va a sacar de la manga si es sólo bailar?

Li Zhang Le quería hacer a cachitos a Li Wei Yang, no podía esperar para ver como se humillaba a sí
misma.

–Séptimo hermano, –Tuoba Zhen levantó la copa de vino. – un brindis.


–Gracias. – Tuoba Yu sonrió.

El quinto príncipe que estaba sentado a un lado seguía contemplando la pálida tez de Li Zhang Le,
ni siquiera escuchaba la voz del octavo príncipe que le estaba hablando. El travieso octavo
príncipe, viendo que su hermano no le prestaba atención, se aburrió y se puso de pie de un salto
para buscar gente con quien jugar. Sus ojos notaron a Li Min De, un joven de una edad parecida a
la suya, y corrió a su encuentro para hablarle. No obstante, Li Min De mantuvo una expresión
respetuosa, sin importar lo que dijera, y eso le hizo enfadar.

Al cabo de un rato, el octavo príncipe observó la bella apariencia de Li Min De y tuvo que decir:

–No me digas que eres una chica.

–Octavo príncipe, soy un hombre. – Li Min De bajó la vista con tranquilidad.

El octavo príncipe alzó la cara llena de sospechas.

Justo entonces, los criados trajeron una pantalla de cuatro lados de papel blanco.

–¿Qué es esto? – se rio Wei Guo Furen. – ¿No iba a bailar? ¿Quiere dibujar delante de todos?

La curiosidad cruzó los ojos de la princesa. Todo el mundo discutía.

Li Wei Yang se cambió de ropa y se puso un atuendo blanco de baile que le había preparado la
princesa y se metió entre las cuatro pantallas. Todos podían ver su sombra, pero no su cuerpo, por
lo grande que eran las pantallas.

Todo el jardín estaba en silencio, como si no hubiera nadie.

Cuando empezó a sonar la música, Wei Yang movió las mangas, siguiendo la melodía. Giró el
cuerpo, hizo revolotear las mangas y meció sus horquillas de un lado a otro. La flor se movió con el
viento; continuó bailando al son de la música. El público no le podía ver la cara, sólo la figura
delgada como las nubes.

Nadie había visto este tipo de baile jamás. En realidad, los bailes que habían presenciado aquel día
les había parecido del montón, sin embargo, aquella sombra les fascinó.

–Qué niña tan lista. – La princesa sonrió.

Li Zhang Le soltó una risita por lo bajo. Li Wei Yang tenía muchos trucos, sabía que sus
movimientos de baile eran del montón, así que había usado la sombra para actuar y ocultar su
falta de habilidad.

El octavo príncipe, en ese momento, dio un brinco y abrió los ojos.

–¡Mirad!

Todo el mundo miró con curiosidad y se dio cuenta que la pantalla blanca tenía una marca.
Entonces, aparecieron tres flores al ritmo de la música. La gente se sorprendió al ver que con los
movimientos de la mano de Li Wei Yang aparecían flores como si se hubieran despertado de un
largo letargo.

La muchacha bailó como las nubes en el cielo, como la niebla transformándose en gotas; bailó
como pájaros volando en un bosque, como si escapase de su jaula.

–¡Bien, bien! – El octavo príncipe se levantó lentamente, con la carita totalmente excitada y
aplaudió como loco. – ¡Ay! ¡Esto es genial! ¡Mucho mejor que las otras!

Todos los presentes se sorprendieron, no podían describir esta actuación. No es que no tuviese
rival o que sus habilidades fueran exquisitas, pero al combinar ambas cosas, se volvió algo
hechizante. Cada movimiento se coordinaba con el florecer de una flor, cada nota correspondía a
un trazo de pintura. Las flores florecían y danzaban. ¡Qué ingenioso!

La princesa Yongning concentró su mirada en ella, y sonrió hasta el final.


–Qué chica tan lista. – Asintió.

Cuando la música terminó las cuatro paredes rebosaban flores. Li Wei Yang cogió aire y salió de
detrás de las pantallas. Todos vieron que sus mangas estaban empapadas de tinta negra, pero la
muchacha pretendió no notarlo e hizo una reverencia ante la princesa.

La princesa sonrió.

–Qué buena idea has tenido, no me extraña que le gustes a padre. ¿Qué tipo de baile es?

Los ojos de Li Wei Yang sonrieron.

–Es el baile de la tinta.

–Muy apropiado. – Asintió la princesa.

Dicho esto, movió la mano para indicarle a la criada que acercase la bandeja. Li Wei Yang la miró
de soslayó y descubrió que había bolsos y joyas. Li Wei Yang le agradeció a la princesa con el rostro
lleno de sonrisas y volvió a su asiento. El rostro de Li Zhang Le estaba lleno de resentimiento
cuando la miró, pero a LI Wei Yang no le importó y le contestó con la más dulces de las sonrisas
mientras se sentaba.

El quinto príncipe no pudo pronunciar ni una sola palabra.

El tercero, Tuoba Zhen, sonrió. Sabía que Li Wei Yang no le decepcionaría, era una chica
muchísimo más lista que Li Zhang Le. En cuanto a los movimientos de baile, Li Wei Yang no era
rival para la hija del oficial del ministerio de asuntos exteriores, Li xiaojie; en cuanto a caligrafía, no
se la podía comparar con Xue Ningyan. Siendo consciente de sus carencias, lo único que le
quedaba era usar su astucia.

La actuación de ese día combinaba baile y pintura, lo que sorprendió a todos los presentes, y, en
cuestión de horas, Li Wei Yang se hizo famosa.
Tuoba Yu continuó brindando con la gente que tenía a su alrededor, y su sonrisa se hizo más obvia.
Da Furen dio tantos golpecitos con la uña del dedo, que se le acabó partiendo mientras escuchaba
las felicitaciones de las otras señoras como si realmente se sintiera honrada.

–Caray, la xianzhu de tu familia no sólo es adorable y lista, ¡sus movimientos son buenos y su
caligrafía también! ¡Nunca había visto un baile tan exquisito!

–Sí, sí. ¡Todo gracias a las enseñanzas de Li Furen!

–¡Qué extraordinario! No ha tenido ni un poquito de miedo escénico a pesar de ser tan joven.
¡Qué baile tan fantástico!

La sonrisa de Da Furen se quedó de piedra y en su manga apareció una pequeña mancha de


sangre. Esa zorra de LI Wei Yang se había apoderado del foco. ¡Qué insoportable!

Desde aquel día el baile de sombras se volvió popular. Hasta muchas concubinas reales se
ensuciaron las mangas para ganarse el favor del Emperador. Si era popular en palacio, también lo
sería entre los plebeyos. El nombre de Li Wei Yang y su baile se extendió por todos los rincones de
Da Li al poco tiempo, pero eso fue algo que ni siquiera la propia Wei Yang se esperaba. Sólo había
pensado en cómo superar este obstáculo y hacer que los otros la recordasen. No es que no tuviese
talento, pero no quería presumir delante de los otros.

–Princesa, nosotras no deberíamos ser las únicas en actuar. – Dijo alguien.

La princesa Yongning sabía muy bien que todos los que habían acudido al banquete buscaban un
marido o una esposa, era un banquete para encontrar pareja, por lo que sonrió y dijo:

–Wu di, he oído que padre te ha otorgado un arco. ¿Qué te parece si nos lo traes para que lo
veamos?

Tuoba Rui sintió simpatía por Li Zhang Le y estaba más que dispuesto a rescatarla y evitar que
fuera el centro de atención. Por lo que se levantó a prisa.
–Sería aburrido que sólo tirase una persona, ¿qué te parece si hacemos una competición? Pero, si
competimos, ¿habrá algún premio?

La princesa Yongning sonrió y le indicó a la criada que mostrase un espejo con gemas incrustadas.

–Madre me ha regalado este espejo, quien gane, se lo queda.

El quinto príncipe mostró una pizca de júbilo en su mirar. Si lo ganaba, le podría dar el espejo a LI
Zhang Le y rescatarla de esa escena tan incómoda y consolarla. Sonrió a Li Zhang Le y habló.

–De acuerdo, traed mi arco.

Los otros muchachos también se frotaros los puños para indicar que también querían participar.

En los banquetes era habitual que hubiese juegos de tiro de arco, por lo que todos se habían
traído sus instrumentos.

El tercer príncipe, Tuoba Zhen, le sonrió a Tuoba Yu.

–Qi di, ¿quieres intentarlo?

En ese momento, el cuerpo de Tuoba Yu estaba bañado por la luz de las velas, levantó las cejas y
sonrió con tranquilidad.

–¿Cómo voy a rechazar la invitación de mi hermano?

Los guardias prepararon las dianas en poco tiempo. Cada diana estaba diez metros más lejos que
la otra y, en total, había cien metros de distancia.

–Veamos quien dispara más lejos y con mayor precisión.


Li Min Feng quería ganar para compensar el bochorno por el que había pasado su hermana. Sonrió
y recibió el arco, lo cogió y disparó a la diana del medio. Los otros jóvenes se unieron a la
competición con ganas, pero ninguno fue capaz de llegar a la sexta diana.

Tuoba Rui sonrió con seguridad y cogió su propio arco; su arco era casi tan algo como él y era de
color negro. Tenía algo que parecía una gema incrustado. Tuoba Rui hizo uso de su hombro para
aguantarlo y disparó a la séptima diana, dando justo en el blanco.

Li Wei Yang sonrió. El quinto príncipe, en realidad, era un hombre con talento para las artes
marciales y la literatura. Sin embargo, estaba tan ciego por Li Zhang Le que acabaría muriendo en
las garras de su belleza, tarde o temprano. Eso es lo que admiraba de Tuoba Zhen, jamás permitió
que nadie le desconcentrase y le apartase de su meta.

El quinto príncipe sonrió y le pasó el arco a Tuoba Zhen.

–Tercer hermano, por favor. – Estaba seguro que Tuoba Zhen no le superaría porque sus
habilidades eran del montón.

–Ay, ¿cómo son las habilidades del tercer príncipe? – Se preocupaban las mujeres. – ¡Casi nunca le
vemos practicar su tiro al arco!

–Mucho me temo que no es rival para el quinto príncipe… He oído que el Emperador en persona le
enseñó a disparar.

–¡Yo he oído que el quinto príncipe puede dar en el blanco de cualquier diana!

Cuando Tuoba Zhen cogió el arco, miró inconscientemente a Li Wei Yang. Antes, le hubiese cedido
esa oportunidad de brillar a Tuoba Ri, pero no sabía por qué no quería perder delante de esa
muchacha.

Gao Min apretó el pañuelo que tenía en la mano y le dio un empujoncito a LI Zhang Le.
–Zhang Le, ¿crees que el tercer príncipe podrá ganar?

Li Zhang Le todavía no se había recuperado, así que no respondió.

Li Wei Yang curvó los labios. Conocía muy bien a Tuoba Zhen. Sus habilidades siempre habían sido
mejores que las de Tuoba Rui, pero no estaba dispuesto a demostrarlo para que nadie lo supiera.
Si actuaba tal y como ella esperaba, perdería. Siempre escondiéndose, sin atreverse a ganar
abiertamente… ¿Cómo había podido pensar alguna vez que este tipo de hombre podría ser su
apoyo? Li Wei Yang expresó cierto desprecio.

Las pupilas de Tuoba Zhen se dilataron y sintió que la sonrisa burlona de Li Wei Yang le apuñalaba.
Comprendió, de repente, que LI Wei Yang pensaba que perdería. ¡Esta muchacha…! Tuoba Zhen
sonrió ligeramente, tiró de la cuerda con el pulgar y usó el dedo índice para apoyar su pulgar. Con
fuerza, hizo una media luna. Lo único que se escuchó antes de las aclamaciones, fue el sonido del
arco disparando y clavándose en el medio de la décima diana.

Excepto Li Wei Yang que sonrió con una mueca que no parecía una sonrisa, todo el mundo se
quedó estupefacto.

La princesa Yonging se sorprendió, pensaba que las habilidades en las artes marciales de su tercer
hermano eran del montón.

–Tus habilidades han sorprendido a todo el mundo. – Dijo mientras sonreía. – Séptimo hermano,
te toca.

Tuoba Yu cogió el arco. En comparación con los otros arcos, el suyo era uno normal, sin ninguna
decoración. Sonreía e ignoraba su apariencia, era como si no hubiese venido a disparar, sino a
mirar, por eso, nadie esperaba que dispararía directamente a la décima diana y daría justo en el
blanco.

La princesa Yonging también se quedó atónita como los demás, y unos instantes después, hubo un
gran aplauso.

–¡Raramente se ve esto! ¡Los dos príncipes han dado a la décima diana!


–¡Sí, inédito!

–¡Extraordinario!

Li Wei Yang sonrió entre los elogios. Esos dos siempre habían sido iguales en fuerza, pero Tuoba Yu
no era capaz de ser tan despiadado como Tuoba Zhen y, al final, sufrió una derrota desastrosa y
perdió el trono. El ganador se convertía en el rey, y el perdedor en el bandido, siempre era así.

El aspecto del semblante del quinto príncipe era terrible. No podía creérselo. Había querido ser el
centro de atención, pero al final, se lo habían robado. Tuoba Zhen nunca había demostrado sus
habilidades, y Tuoba Yu siempre estaba de viaje. ¿Cuándo habían aprendido algo así? Empezó a
pensar que tenía que protegerse de esos dos, sobretodo de Tuoba Zhen. Se dio cuenta que no
debía verle como un simple seguidor del príncipe heredero.

–Qué mal, – se rio la princesa. – la diana es demasiado grande. Cambiadla. – Su mirada deambuló
por los presentes y descubrió que Li Wei Yang estaba cabizbaja, comiéndose una manzana. –
Podemos usar una manzana como diana. Que venga alguien.

De inmediato, un soldado se acercó a un árbol lejano y recogió cinco manzanas. Cada una
posicionada a treinta metros.

–¿Cómo puede ser? ¡Están demasiado lejos!

–Es un reto demasiado grande. ¡Es imposible!

–Sí, sí. Hoy el viento sopla demasiado fuerte. Las manzanas no paran de moverse, ¡es imposible
que alguien le pueda dar!

Entre la multitud, Tuoba Zhen soltó una carcajada y ordenó:

–¡Traedme mi arco!
Estiró el brazo y disparó cinco flechas. El público no alcanzo a ver cómo disparaba hasta la última
flecha. No reaccionaron a tiempo para ver cómo todas sus flechas hacían caer una manzana.

Los soldados corrieron a por ellas y las trajeron. La princesa Yonging ls estudió y vio que todas
tenían su flecha.

–¡Dios mío! – Exclamó Gao Min. – ¡Qué rápido! Ha sido como un sueño.

–Las habilidades de tiro del tercer príncipe son increíbles. Lo nunca visto. – Los ojos de Li Zhang Le
relució como sino pudiese evitar hablar.

Todas las señoritas empezaron a charlar.

–¡No me puedo creer que el tercer príncipe sea tan bueno!

–¡Sí, nunca había demostrado tanto talento hasta ahora!

Ni siquiera Wei Guo Furen pudo contenerse y le dijo a Da Furen:

–Ahora le vemos con otros ojos.

Da Furen observó con frialdad.

–No lo creo. ¡Mucho me temo que debe tener otros motivos para haber estado escondiendo esto
tanto tiempo!

Después de todo, a Da Furen no le gustaban los antecedentes del tercer príncipe. No importaba
qué hiciera, nunca sería lo suficientemente bueno. No obstante, a su lado, Li Zhang Le ya había
olvidado su desaliento y le brillaban los ojos.
Li Wei Yang se percató de ello, sonrió con frialdad y continuó masticando su manzana.

Tuoba Zhen se dio la vuelta y le dijo a Tuoba Yu:

–Hermano, te toca.

Las manzanas estaban justo delante de sus ojos y Tuoba Yu sonrió lentamente mientras las
miraba.

–Qué bueno eres, tercer hermano.

Tuoba Yu levantó el arco y, sin dar tiempo de reacción, atravesó la primera manzana. Escucharon
un sonido y, de repente, una manzana explotó. Otra flecha se clavó en la segunda manzana, y otra
vez se hizo añicos. Y así continuaron la tercera, la cuarta y la quinta.

Nadie había visto algo así jamás y todos los presentes se quedaron estupefactos. Nadie aplaudía,
ni elogiaba, estaban callados.

–No os burléis de mi actuación, por favor. – Sonrió Tuoba Yu.

Tuoba Zhen sonrió de mala gana, pero empezó a aplaudir.

–¡Maravilloso!

Todos se acordaron de lo que debían hacer y también empezaron a aplaudir.

–¡El séptimo príncipe es muy bueno!

–¡Sí, no me puedo creer que haya presenciado una habilidad como esta!
Li Wei Yang se detuvo y no pudo evitar mirar de soslayo al muchacho. Tenía cierta curiosidad y la
anticipación empezó a crecer. Tuoba Yu era una persona interesante y esperaba, de todo corazón,
que siguiera haciéndose más fuerte para girarle la cara a Tuoba Zhen.

Li Min De contempló la escena desde lejos y sonrió. El octavo príncipe estudió a Li Min De
meticulosamente. Vio su atuendo lila y sus mangas doradas, además de su aura noble. A pesar de
que era muy joven, era difícil ver el fulgor de su mirar. Ese chico inquietaba a la gente.

El octavo príncipe estaba como ausente mientras le observaba.

–Lan Er, no mires así y ten cuidado de que nadie te descubra. Si padre descubre que has robado la
ropa del octavo príncipe y te has hecho pasar por él, se enfadará mucho.

El octavo príncipe, Tuoba Cong, y la novena princesa eran gemelos idénticos. La única diferencia
entre ellos era que, la princesa tenía un lunar rojo en la ceja. ¿Quién habría pensado que ese
muchacho tan travieso, en realidad, era una jovencita? La princesa Xiang Lan no le hizo ningún
caso al quinto príncipe y se limitó a observar a Li Min De descubriendo, que el muchacho no
dejaba de mirar a Li Wei Yang. Se sintió un poco descorazonada, pero, al segundo, volvió a estar
contenta. Si se hacía amiga de Li Wei Yang, ¿podría ver a Li Min De más a menudo?

El quinto príncipe le echó un vistazo a Li Wei Yang y, de repente, sonrió.

–Dejadme ver el arco del séptimo príncipe. Todas sus flechas han llegado muy lejos. – Dicho esto,
corrió hasta la manzana más lejana y dijo en voz alta. – Las manzanas están hechas pedazos. – No
estaba dispuesto a aceptar el resultado. – No soy rival para el séptimo hermano en cuanto a
distancia. – Mientras hablaba, disparó una flecha drásticamente.

La flecha se dirigió a los asientos de las mujeres. Todas las mujeres chillaron y dieron un brinco y,
entonces, se dieron cuenta que la flecha iba para Li Wei Yang.

Se hizo el silencio. Li Min De sólo podía escuchar sus latidos. No obstante, la flecha pasó por
delante de la muchacha y se clavó en un árbol cercano. Li Wei Yang miró al quinto príncipe, su
expresión seguía imperturbable.
Tuoba Rui no podía creer que Li Wei Yang no lo hubiese esquivado, su rostro empalideció. Su
intención no había sido matarla, sólo quería intimidar a esa astuta jovencita. Por supuesto, no
esperaba que se quedase quieta y le observase sin ningún miedo.

–¡Rui Er, qué haces! – Exclamó la princesa Yonging furiosa.

Tuoba Zhen dio un paso hacia adelante inconscientemente y suspiró aliviado. Cuando vio a Tuoba
Rui levantar el arco, su corazón se dilató hasta ver que Li Wei Yang estaba sana y salva. A pesar de
que ignoraba el motivo por el que se sentía de esa manera, sabía que Li Wei Yang había captado su
intriga y, por tanto, esa muchacha no podía desaparecer hasta satisfacer sus dudas. Quería que Li
Wei Yang siguiera viva, al menos, hasta que supiera que rechazarle había sido una acción
terriblemente estúpida.

–Quinto hermano, eres demasiado imprudente. ¡¿Cómo has podido disparar de esta forma?! ¡Has
asustado a Anping Xianzhu! ¡Date prisa y discúlpate!

Le hizo una seña con el ojo y Tuoba Rui le entendió.

–Sólo quería ver lo lejos que podía disparar. Xianzhu, no te enfades, por favor.

–La vista del quinto príncipe no es tan buena, – Li Wei Yang sonrió y habló con toda la calma. – no
ha sido nada. Pero, no estoy sentada muy lejos de la princesa… Que yo me haga daño no es nada,
pero que la princesa salga herida no es nada bueno.

El rostro de Tuoba Rui se volvió verde. Al principio había querido asustar a Li Wei Yang hasta el
punto de hacer que se mease encima y se humillase, jamás se habría imaginado que sería ella
quien le regañaría. Sus ojos, en especial, le hacían sentir como un payaso.

El semblante de la princesa tampoco era bueno. Ese niño no tenía sentido de la propiedad y
mucho menos, modales.

–Rui Er, ¿padre es quien te enseñó a tirar con arco? Si ve que estás por ahí haciendo el tonto se
decepcionará muchísimo.
Tuoba Rui sabía que el Emperador favorecía a la princesa. Se asustó y admitió su culpa.

–Huang Jie, perdóname por favor. No volveré a hacer algo así.

La expresión de la princesa era gélida y, justamente entonces, escuchó a alguien entrometerse


para mediar en la disputa.

–¡Vaya! ¡Pues entonces, la persona que ha disparado más lejos ha sido el quinto príncipe!

Todo el mundo miró en esa dirección y, sin lugar a duda, el quinto príncipe había recorrido
doscientos metros. El premio era suyo.

–¡Un momento! – En ese preciso instante, otra vez habló.

Todo el mundo miró hacia atrás y se quedaron atónitos.

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