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Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

Sentimientos y moral en Horkheimer,


Adorno y Levinas

por Pedro ORTEGA RUIZ


Universidad de Murcia

Introducción muerte de tantos inocentes… Estos son


Hasta ahora, la educación moral, en otros tantos acontecimientos históricos
su discurso y en su práctica, respondía, cuya respuesta moral no admiten demo-
mayoritariamente, al modelo kantiano ra (Ortega y Mínguez, 2005). Una moral
impregnándola de una visión idealista de a-pática, indolora, alejada de la urdim-
la moral y del ser humano. Kant nos pone bre de la vida de los seres humanos, in-
ante un ser abstracto, ideal, sin entorno diferente a los sentimientos se resiste a
y sin historia, sin presente y sin pasado, asumir un nuevo lenguaje que le acerque

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pero también sin futuro porque éste sólo más a la piel del hombre de nuestros días,
se construye y se comprende desde la me- a tomar en serio la inevitable condición
moria, desde el recuerdo de todos los que histórica del ser humano, impensable fue-
nos han precedido. La necesidad de ex- ra o al margen del aquí y del ahora.
plicar al hombre en su autonomía, en sí
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y desde sí, no ha hecho posible la otra ¿Por qué los sentimientos en la mo-
interpretación de un ser abierto al otro ral? No podríamos hablar de la vida del
que se explica con el otro, para el otro y ser humano, y en particular de su vida
desde el otro. Tampoco ha hecho posible moral, si apartamos de ella los sentimien-
«la otra moral» que asume como conteni- tos. En alguna medida, los sentimientos
do material las condiciones socio-históri- es el «lugar» en que se vive. Es el envol-
cas del hombre de nuestro tiempo: el vente de la vida. En palabras de Marías
sufrimiento producido sobre los inocen- (1993, 26) los sentimientos constituyen
tes, la explotación del ser humano, la hu- «los estratos básicos y más íntimos de la
millación del otro en la violación de sus vida, desde los cuales se llega a los de-
derechos fundamentales, el hambre y la más». Su encubrimiento ha dado a la vida
miseria de seres humanos fruto de unas «ciertos síntomas de tosquedad, de po-
condiciones socio-políticas injustas, la breza, de monotonía, de inestabilidad; y,

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lo que es más, de sequedad, de prosaísmo» racionalidad. Éstos no son meros proce-


(Idem, 27). Nuestras ideas de identidad, sos «viscerales», sino que tienen compo-
autonomía, dignidad e igualdad se sos- nentes cognitivos y han evolucionado por
tienen y han aparecido, en su día, sobre sus componentes cognitivos. Una teoría
argumentos sentimentales. Nuestros con- de la racionalidad que promueva su au-
ceptos morales y políticos, cuando apare- tosuficiencia respecto a la vida sentimen-
cieron, lo hicieron siempre con una tal (emocional) ha de sospecharse como
llamada al corazón. «Al cabo nuestros con- autosocavante, entendiendo que este ad-
ceptos democráticos y las imágenes que jetivo implica que «en ocasiones es más
guían nuestra ciudadanía quedan cojos racional no ser racional que serlo. Una
cuando se intentan reconstruir en una teoría de la racionalidad que permita es-
historia que olvida sus débitos sentimen- tas consecuencias debe ser revisada sin
tales… afectación, benevolencia… frater- dilación» (Broncano, 2001, 47). Más aún,
nidad, son conceptos que tienen tanta en los últimos treinta años el pensamien-
importancia teórica como los de experien- to filosófico ha visto con reticencias el
cia, crítica o racionalidad (Seoane, 2004, papel de las emociones y sentimientos en
103-04). Los sentimientos, más que las la acción moral, influenciada por el mo-
ideas, constituyen la urdimbre o trama delo davidsoniano en la explicación de la
de la historia de la vida, si es que puede acción intencional. Según este modelo una
hablarse de separación entre razón y sen- acción es intencional bajo una determi-
timiento. El ser humano no es sólo «logos» nada descripción, sólo si así descrita, po-
(palabra), también es «eros» (pasión). La see una explicación verdadera en
historia de las ideas es a la vez la histo- términos de razones. Los factores emo-
ria de los sentimientos, pues «las raíces cionales son, así, descartados en este mo-
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de la cabeza están en el corazón», en ex- delo. Estos son asimilados a deseos y


presión feliz de Ortega y Gasset (1973). creencias.
El sistema cognitivo en los humanos es
un sistema funcional complejo, al igual «Sin embargo, estas concepciones
que lo es el sistema emotivo con el que que reducen las emociones a actitu-
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tiene relaciones de interacción. Las emo- des intencionales, dejan fuera de con-
ciones contienen cierto contenido sideración aspectos que, aparentemen-
cognitivo, y este contenido es el que cau- te, son esenciales a aquéllas, en par-
sa una parte importante del comporta- ticular su fenomenología, su carácter
miento emocional. «Si las emociones se de experiencias. No en vano las emo-
limitaran a ser meros componentes ciones son también denominadas “sen-
“viscerales” no tendrían capacidades de timientos”, un término que destaca
acción a causa de la información que con- claramente su carácter de experien-
tienen» (Broncano, 2001, 48). cias, de estados que son “sentidos” por
un sujeto» (Moya, 2001, 23).
La tradición filosófica ha tenido siem-
pre dificultades para considerar los sen- Si la acción moral no se explica ade-
timientos desde el punto de vista de la cuadamente sin los sentimientos, la edu-

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Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

cación moral que prescinda de ellos y bus- cas de cada cultura, como ponen de ma-
que «en otro lugar» fundamentaciones ra- nifiesto las diversas investigaciones
cionales o condiciones de validez de los antropológicas. «Las emociones básicas,
acuerdos para la argumentación ética, en cambio, no están modeladas para sa-
como la ética discursiva, se expone a de- tisfacer las exigencias particulares de una
jar al margen situaciones del hombre de determinada cultura, sino diseñadas para
hoy que reclaman actuaciones urgentes, ayudarnos a hacer frente a los desafíos
cuya demora podrían aumentar aún más fundamentales encarados por doquier por
el sufrimiento de muchos inocentes, y, los humanos» (Evans, 2002, 34). Castilla
entonces, ya no sólo no sería posible edu- del Pino (2000, 346) define los sentimien-
car, sino que no sería posible hablar a tos con estas palabras: «Estado del suje-
casi nadie. to caracterizado por la impresión afectiva
que le causa determinada persona, ani-
Pero, ¿qué son los sentimientos? «Emo- mal, cosa, recuerdo o situación en gene-
ción», «pasión», «afecto» y «sentimiento» ral». El sentimiento básicamente es una
son términos que suelen utilizarse indis- afección; es sentirse afectado por algo que
tintamente, aunque tengan matices di- nos saca de nuestra indiferencia, de nues-
versos: «A veces se llaman «sentimientos» tra pasividad para sentir alegría o triste-
a todas las emociones en conjunto, o al za, compasión, cólera o indignación,
origen de todas las emociones… A veces solidaridad o venganza, odio o amor. En
se llaman «sentimientos» a todas las afec- este sentido de «afección» entiende
ciones y efectos del sentir en general. Pero Spinoza (1982, 161) los sentimientos en
entonces pueden llamarse también «pa- su obra Ética: «Entiendo por Afecciones
siones» (Ferrater Mora, 1969, 649). Evans las afecciones del Cuerpo por medio de

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(2002) habla indistintamente de emocio- las cuales se aumenta o disminuye, es
nes y sentimientos, aquí también. El au- secundada o reducida, la potencia de
tor describe las emociones básicas como obrar de dicho Cuerpo, y a la vez las ideas
respuestas reflejas, automáticas sobre las de esas afecciones. Cuando podemos ser
cuales ejercemos poco control consciente, causa adecuada de alguna de esas afec-
como la repugnancia y el miedo; están ciones, entiendo por Afección una acción; revista española de pedagogía
grabadas en nuestros circuitos nerviosos en los demás casos, una pasión».
mediante nuestros genes y no a través
de la cultura; forman parte del diseño En las páginas siguientes se exponen
mental básico que todos compartimos. los argumentos que avalan el papel que
Otras emociones, sin embargo, sí tendrían juegan los sentimientos en la conducta
un componente cultural o estarían moral, si es que desempeñan alguno. Di-
mediatizadas por la cultura. Así el senti- lucidar esta cuestión es de suma impor-
miento de solidaridad compasiva, de res- tancia tanto en la investigación como en
peto a la naturaleza, de protección a los la práctica educativa. Ubicarse en un pa-
mayores y débiles, etc. se desarrollan si radigma presupone una concepción de-
encuentran un clima emocional apropia- terminada del hombre y un tipo también
do, y evolucionan según las característi- determinado de educación: para qué hom-

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Pedro ORTEGA RUIZ

bre y para qué sociedad educamos. Y sólo 1. Los sentimientos en la moral


desde aquí se hace «entendible» la labor material de Horkheimer, Adorno y
del investigador y del educador, si es ver- Levinas
dad que nunca se educa «en tierra de
¿La acción moral procede de la sola
nadie». No es objeto de este trabajo estu- razón, o del solo sentimiento? ¿O, por el
diar la naturaleza de los sentimientos, contrario, del sentimiento y la razón?
pasiones o emociones, como indistinta- Para los teóricos de la ética kantiana es
mente son denominados, aunque pueda un despropósito, cuando no una abierta
considerarse como «una de las tareas más provocación, hablar de «sentimientos y
provechosas en las que uno pueda ocu- moral». La norma que debe orientar la
par el tiempo» (Valdecantos, 2001, 63). conducta moral de un sujeto no puede
Sólo pretendo exponer, en el espacio li- estar al albur de los sentimientos de los
mitado de un artículo, el papel que jue- individuos que, al ser singulares y con-
gan los sentimientos en la conducta moral cretos, necesariamente son contingentes
en algunos de los autores más represen- y particulares y por ello mismo no pue-
tativos del pensamiento moral en los úl- den convertirse en una máxima univer-
timos cincuenta años: Horkheimer, sal. Para otros, sin embargo, no es posible
Adorno y Levinas. Sentimientos que, en un discurso sobre ética sin el componen-
estos representantes de la Escuela de te de los sentimientos morales: estos cons-
Frankfurt y en Levinas, se plasman en tituyen la parte esencial de la filosofía
la compasión, en la indignación y en el moral o equivalen a la totalidad de la
anhelo de justicia. Buscar otros senti- disciplina (Valdecantos, 2001). Es difícil
admitir que una idea abstracta y univer-
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mientos en los autores testigos y super-


vivientes del Holocausto, como funda- sal como es la máxima moral kantiana
sea suficiente para «mover» al sujeto a
mento y contenido de la moral, estimo
un comportamiento moral.
que es un propósito fuera de lugar. Me
atengo a exponer el pensamiento de es-
En el actual debate sobre los funda-
tos autores sobre la moral, por lo que no
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mentos y las motivaciones de la acción


adopto frente a ellos una posición crítica.
moral parece haberse superado viejos pre-
Tampoco abordo en este estudio las in- juicios sobre la improcedencia de incluir
evitables implicaciones de este enfoque los sentimientos en el discurso moral. Se
en la educación moral (aspecto que re- vuelve a leer a Hume (1977) para resca-
servo para un artículo posterior), a tar la idea de la incapacidad de la razón
sabiendas de que «cualquier discurso pe- para inducir una acción moral. Sin los
dagógico es deudor de una antropología sentimientos de benevolencia y simpatía,
y de una ética, está situado y responde a con los que la naturaleza ha dotado a
un contexto, es alimentado por las expe- toda la especie humana, las ideas mora-
riencias a la luz de una tradición» (Orte- les no pueden influir en el comportamien-
ga, 2004, 6). to. En su obra Observaciones sobre el
sentimiento de lo bello y lo sublime, Kant

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Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

(1973) parece aproximarse a la posición que tenga como contenido las experien-
de Hume. El sentimiento de la belleza y cias reales de la vida de los seres huma-
de la dignidad humana están en la base nos en las circunstancias concretas en las
de la conducta moral. Es la belleza de la que les ha tocado vivir. Circunstancias
«naturaleza humana», el sentimiento de que, para estos autores, están inexora-
que es digna de respeto el principio uni- blemente vinculadas a la experiencia lí-
versal de la moralidad, el que mueve al mite del Holocausto. En este contexto,
ser humano a comportarse moralmente. para estos autores, la moral es: 1) resis-
Pero este sentimiento no va dirigido ha- tencia al mal ; 2) el impulso moral surge
cia una persona singular, concreta, (al de la experiencia de sufrimiento de las
hombre y mujer de aquí y ahora), sino a víctimas, del encuentro con el otro; 3) el
la «dignidad de la humanidad» que tras- impulso moral se traduce en compasión
ciende todas las culturas, todas las dife- y compromiso político para la transfor-
rencias y todas las singularidades. Kant mación de las estructuras sociales injus-
no evoca la dignidad del hombre o la dig- tas; 4) la moral es memoria.
nidad humana representada en la perso-
na concreta, sino la dignidad de la 1.1. La moral es resistencia al mal
humanidad, de la especie humana. No «No cabe la vida justa en la vida fal-
considera al hombre concreto, sino a la sa». Con estas palabras denuncia Adorno
especie capaz de progresar hacia un fu- (2004, 44) la hipocresía de una sociedad
turo mejor. En Kant no hay posibilidad burguesa que pretende alcanzar un nivel
alguna de «cohabitación» entre sentimien- de vida humana, moralmente digna, en
tos y razones, entre moral y emociones, complicidad con estructuras de domina-

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tesis suficientemente expuesta en Críti- ción y sometimiento que ahogan la liber-
ca de la razón práctica y en Fundamen- tad y la posibilidad misma de vivir en
tación para una metafísica de las justicia. La condición de posibilidad de
costumbres. la ética y de la vida moral está vinculada
a la crítica al mundo administrado, a la
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Antes nos hemos preguntado si el com- contradicción existente entre principios
portamiento moral tiene su origen en los o máximas morales y vejación y explota-
principios o máximas de un sujeto, inde- ción de seres humanos. Crítica que pone
pendientemente de su encuentro con el en primer plano la interpretación «indi-
sujeto concreto, aquí y ahora; o por el vidualista» de la conducta moral para si-
contrario, es provocado precisamente por tuarla dentro de una totalidad social e
ese encuentro, independientemente de los histórica. Interpretación que no preten-
principios o máximas del sujeto. De las de fundamentar ninguna moral, «sino
aportaciones de Horkheimer, Adorno y más bien sacar a la luz su compleja sig-
Levinas se desprende que la moral es con- nificación tanto en relación con los inte-
cebida desde presupuestos alejados de la reses y deseos individuales, como respecto
ética formal kantiana. Estos autores pro- a las exigencias sociales objetivas»
pugnan una moral material, no formal, (Zamora, 2004, 258).

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El concepto de moral en Horkheimer La resistencia a lo que «no debe ser»


y Adorno no es separable de la situación no es sólo al sufrimiento histórico de las
histórica que les tocó vivir. La obra filo- víctimas, sino a toda forma de domina-
sófica de estos autores refleja la expe- ción y sometimiento, a la tentación de lo
riencia de desgarro que supuso el absoluto, a una forma de pensar que lo
holocausto judío y la profunda decepción reduce todo a la identidad, a la inmanen-
en el proyecto ilustrado al que acusan de cia, a uno mismo, destruyendo con ello el
haber contribuido a una dialéctica de pro- sentido de la diferencia, de lo otro. Resis-
greso y barbarie, de haber hecho posible tencia «frente al falso absoluto y el prin-
la experiencia del Mal Absoluto. La ex- cipio del ciego dominio». Resistencia
periencia de que uno se ha salvado mien- frente a una sociedad ilustrada que ha
tras otros han perecido, y se ha salvado olvidado el compromiso de emancipación
por pura casualidad, hace brotar en el del hombre y ha hecho de la Ilustración
sujeto el sentimiento de un privilegio, de un sistema totalitario como ningún otro
ser segregado de otros, a la vez que la sistema (Horkheimer y Adorno, 1994).
amarga experiencia de no tener perso-
nas a quienes agradecer el poder seguir «Se necesita, escribe Adorno (1976,
viviendo (Levi, 1989; Steinberg, 2004). La 155), un enorme empeño y una increí-
pregunta: ¿por qué uno vive y otros no? ble fuerza de resistencia para enfren-
es simplemente insoportable. «A los hom- tarse con esto, y sobre todo no alardear
bres no les queda bajo el hechizo otra por otra parte del valor absoluto del
alternativa que la ataraxia impuesta, es propio yo y de la propia posición, pues-
decir, el esteticismo por debilidad, o la to que los impulsos que están subli-
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animalidad de lo absorbido. En todo caso, mados en lo espiritual… están


la falsa vida… La culpa de vivir se ha determinados hasta tal punto por lo
llegado a hacer irreconciliable con la vida; que Freud ha llamado narcisismo…
es un mero hecho el que los seres vivos que la tentación de colocarse uno mis-
se quiten ya mutuamente el aliento» mo en la verdad y a los otros en el
(Adorno, 1975, 364). Ante las víctimas, error es casi prohibitiva para el pen-
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los que quedan no pueden legitimar su samiento».


salvación personal amparándose en un
sentido de la realidad o de la historia. Dialéctica negativa es una crítica del
Los discursos construidos sobre afirma- conocimiento que ya no persigue la ver-
ciones no pueden sostener «lo que es» dad, sino el interés; que no le preocupa
para protegerlo del absurdo, porque el descubrir la diferencia y la pluralidad del
«no debe ser» interrumpe cualquier in- mundo real, sino tan sólo que el mundo
tento de decir «lo que es». El horror ex- se pliegue ante el despliegue de la razón
perimentado al conocer lo que «no debía siempre idéntica a sí misma, ese conoci-
ser» desautoriza el discurso sobre el sen- miento que acaba olvidándose de conocer
tido. Si nos es posible reflexionar sobre el mundo para tenerlo bajo control, para
el presente, sólo lo es desde la negación disponer de él completamente ordenado
(Tafalla, 2003b). en sus categorías. Así es como el pensa-

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Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

miento se ha hecho totalitario (Tafalla, Pero Horkheimer y Adorno no hacen


2003a). Es una crítica de la trascenden- sólo una crítica al sistema que ha hecho
cia o inmersión en la reflexión, «como si posible vivir en la falsedad. Se rebelan
retirarse del mundo fuera sin más lo mis- contra los ultrajes perpetrados a los hom-
mo que la conciencia de su fondo» (Ador- bres y mujeres de su tiempo, contra la
no, 1975, 25) y del discurso moral inhumanidad existente. Esa resistencia
idealista que, más que ofrecer una base no es frente a un mal invisible, sino con-
a una sociedad justa, es, por el contrario, tra la deportación y el crimen, el aniqui-
su producto y cumple una función lamiento organizado de los seres
legitimadora de la misma. humanos. Es esta experiencia histórica
del sufrimiento de seres humanos la que
«Si el poder de lo constituido le- constituye, al margen de otra
vanta las fachadas contra las que re- fundamentación trascendente, un man-
bota la conciencia, ésta tiene que dato de resistir al mal: «Que Auschwitz
intentar atravesarlas. Es lo único ca- no se repita, que no vuelva a ocurrir nada
paz de arrebatar a la ideología el pos- semejante, que la injusticia no tenga la
tulado de su profundidad. La compo- última palabra» (Horkheimer, 2000, 194).
nente especulativa sobrevive en esa No es posible derivar una moral desde el
resistencia: lo que no se deja dictar bien ideal, colgarla en el cielo de lo uni-
leyes por su situación actual, lo consi- versal y esperar del individuo que cami-
gue trascender en el contacto más ín- ne mirando hacia arriba. La experiencia
timo con los objetos y en el rechazo de del mal exige a la moral descender al
la trascendencia sacrosanta. La liber- individuo concreto, pensarla desde sus
tad de pensamiento es el lugar en que

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experiencias cotidianas o excepcionales,
éste supera aquello a que a la vez se desde su dolor (Tafalla, 2003b).
vincula y ofrece resistencia» (Adorno,
1975, 26). Toda la obra de Horkheimer y Adorno
no se entendería si se pierde de vista el
Desvelar el mal histórico, sacar a la «hilo rojo» que la atraviesa: la crítica a la
luz los mecanismos de dominación sobre dominación que directa y totalmente se revista española de pedagogía
los más débiles es una función inherente ejerce sobre los individuos atomizados y
a la moral, es su razón de ser; resistir la la impaciencia por poner fin a la deses-
propaganda de ocultación que impide el peración y sufrimientos de las víctimas.
conocimiento de los sufrimientos que pro- En Crítica de la razón instrumental,
voca es una tarea inaplazable; y desen- Horkheimer (2002) sitúa en la crisis de
mascarar que «del evangelio de la alegría la razón una clara amenaza al pensa-
de vivir a la instalación de mataderos miento que resiste a la injusticia. El pro-
humanos hay un camino recto, aunque ceso de subjetivación de la razón está
estén éstos, como en Polonia, tan aparta- conduciendo a una progresiva formaliza-
dos, que cada ciudadano del país puede ción de la misma que la vacía de conteni-
convencernos de no oír los gritos de do- do, la desustancializa y la reduce a mera
lor» (Adorno, 2004, 68). razón de los medios, a instrumento al ser-

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Pedro ORTEGA RUIZ

vicio de la lógica del dominio y la do ha sido a la imposición del sistema,


autoconservación. Este proceso, sostiene como lo prueba la historia ininterrumpi-
Horkheimer, ha traído como consecuen- da de sufrimiento, de sacrificio de sus
cia: a) el relativismo y la pragmatización excluidos. «Se inculca al individuo, desde
del pensamiento que lleva a la identifi- sus primeros pasos, la idea de que sólo
cación del concepto o la teoría con un existe un camino para saber manejárselas
esquema o plan de acción, «de tal modo en este mundo, el de abandonar la espe-
que la verdad no es otra cosa que el éxito ranza de una máxima autorrealización»
de la idea»; b) la instrumentalización del (Horkheimer, 2002, 153). Adaptación, su-
lenguaje por la que las ideas son consi- misión, mimetismo serán las condiciones
deradas como máquinas en el gigantesco básicas para la supervivencia del indivi-
aparato productivo de la sociedad de con- duo.
sumo, reducidas a la condición de un ins-
trumento más entre otro; c) el vacia- «En la medida en que es el eco de
miento de los ideales de la Modernidad y su entorno y lo repite e imita, en la
el debilitamiento de la esfera política y medida en que se adapta a todos los
su instrumentalización en función de los grupos poderosos a los que en defini-
intereses de las elites del poder: «Cuanto tiva pertenece, en la medida en que
más se debilita el concepto de razón, tanto se transforma de ser humano en
más fácilmente queda a merced de la ma- miembro de organizaciones, en la me-
nipulación ideológica y de la difusión de dida en que sacrifica sus posibilida-
las mentiras más descaradas» (Idem, 61). des en aras de la disposición a
La consecuencia de este gigantesco pro- complacer a tales organizaciones y a
conquistar influencia en ellas, consi-
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ceso de cosificación es la abdicación de la


razón ante la realidad existente, una nue- gue sobrevivir» (Horkheimer, 2002,
va sumisión de la razón ante el mito y 153).
los ídolos: «Nada, ni siquiera el bienestar
material, que según parece ha ocupado No es la negación del individuo lo que
el lugar de la salvación del alma como Horkheimer defiende o su absorción en
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objetivo supremo del ser humano, es va- una conciencia colectiva, sino la necesi-
lioso en sí mismo y por sí mismo, ningún dad de un sujeto capaz de resistir a la
objetivo es, en cuanto tal, mejor que otro» injusticia y a la dominación, que haga
(Idem, 74-75). suya la causa histórica de los otros desde
la solidaridad. «Hay todavía algunas fuer-
Para Horkheimer y Adorno (1994), el zas de resistencia en el hombre» (Idem,
progresivo proceso de dominio del hom- 152). Pero esta posibilidad de emancipa-
bre sobre la naturaleza ha acabado por ción que rompe la lógica del dominio sólo
ahogar la esperanza de su emancipación. puede venir si se gana la intersubjeti-
Si el objetivo del proceso de racio- vidad y se establece un nuevo concepto
nalización en la Modernidad era la de sujeto-individuo desde la lógica de la
autoconservación del individuo, la lógica debilidad, desde el derecho de los exclui-
del dominio a lo que realmente ha lleva- dos. Estos son «los verdaderos individuos

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Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

de nuestro tiempo… que han atravesado cuestiona y me acusa. Me hace responsa-


infiernos de sufrimiento y de degrada- ble de su miseria. Pero la supremacía éti-
ción por su resistencia al sometimiento y ca del rostro no obedece a una
a la opresión, no las hinchadas persona- superioridad en términos de poder; re-
lidades de la cultura de masas, los presenta, por el contrario, la autoridad
dignatarios convencionales» (Idem, 168). del desvalimiento y la impotencia que en
Intersubjetividad que nada tiene que ver la imagen del huérfano y la viuda en-
con la conciencia en el paradigma de la cuentra su expresión más acabada. «La
teoría comunicativa, pues el sentimiento relación con el rostro es una relación con
moral, en Horkheimer, «abre la razón no lo absolutamente débil, lo que está ex-
a una intersubjetividad formal, simétri- puesto absolutamente, lo que está des-
ca, sino a la intersubjetividad herida, no nudo y, en consecuencia, con quien está
realizada, pendiente» (Sánchez, 2001, sólo y puede sufrir ese supremo abando-
243). no que es la muerte» (Levinas, 1993b,
130).
También en la obra de Levinas el im-
pulso moral brota de la experiencia del 1.2. El impulso moral surge de la
sufrimiento del otro, en el «huérfano y la
viuda». El otro, desposeído y vulnerable, experiencia del sufrimiento de las
se nos impone por la inmediatez de su víctimas, del encuentro con el otro
sufrimiento, en la desnudez de su rostro La rebelión contra el mal y el deseo
que nos dice: No matarás. Es el no poder de felicidad no nacen del impulso del co-
soportar el sufrimiento de otro y el reco- nocimiento del bien y del mal. No son los

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nocimiento de su dignidad, de su prima- principios y máximas morales los que nos
cía sobre el Yo lo que le hace salir de su empujan a una conducta moral. Más bien
Mismidad para hacerse responsable de es la aspiración a que la experiencia del
él. Pero el otro que nos habla tiene una dolor y de la miseria sufrida por la in-
historia: la experiencia de que la rela- mensa mayoría de los hombres, a que la
ción originaria del hombre con el hombre injusticia instalada en los individuos y
es una experiencia cainita. «Por eso, la en las instituciones no tenga la última revista española de pedagogía
primera palabra del rostro es de resis- palabra. Es esta experiencia histórica, y
tencia ante la querencia cainita del hom- no el cocimiento del bien o ideal de una
bre: no reducirás mi identidad diferente humanidad feliz, la que nos mueve o im-
a tu mismidad, no alimentarás tu voraz pulsa a una vida moral, es decir, respon-
conciencia con mi desvalida desnudez, no sable. «La vida de la mayoría de los
me convertirás en objeto de tu conoci- hombres, escribe Horkheimer (1999, 64),
miento» (Mate, 1997, 272). es tan mísera, las privaciones y humilla-
ciones son tan numerosas que los esfuer-
La presencia del rostro significa una zos y éxitos se encuentran, en la mayoría
orden irrecusable, un mandato que me de los casos, en una tan crasa despropor-
prohibe hacer oídos sordos a su llamada, ción que es comprensible la esperanza de
ni olvidarle. El rostro me interpela, me que este orden terreno no sea el único
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verdadero». Ni el conocimiento del bien, imagen cambiante del mundo, tal como
ni la «buena voluntad» nos impulsan a se desarrolla en relación con sus esfuer-
una conducta moral, sino la experiencia zos prácticos para su mejoramiento»
del mal, del sufrimiento del otro; el ros- (Idem, 152). Se trata de dar respuesta a
tro y la vulnerabilidad del «huérfano y la esperanza de los otros, de los exclui-
de la viuda» que demandan una respues- dos de la felicidad en las condiciones his-
ta «moral», es decir, responsable. La mo- tóricas presentes. Se resiste a la tentación
ral en Horkheimer y Adorno no deriva idealista de pensar la felicidad, la razón
de la razón, como en la moral kantiana. y la moral por encima o al margen de la
No es un hecho de la razón pura que se historia del sufrimiento, de la esperanza
impone como un imperativo categórico, malograda de las víctimas. No es cues-
absoluto. Por el contrario, el impulso mo- tión de resignación o consuelo, sino de
ral brota de la experiencia de sufrimien- justicia y solidaridad. La moral material
to de los seres humanos excluidos del de Horkheimer «desenmascara la moral
derecho a la felicidad, del sentimiento de kantiana y su núcleo, el imperativo cate-
solidaridad con los seres humillados. La górico, como «expresión perfecta, fiel re-
moral hunde sus raíces en el mismo sue- flejo de su tiempo», es decir, como
lo, en la misma historia de sufrimiento ideología de la moderna sociedad y eco-
de la que brotaron los anhelos de felici- nomía burguesa, en la medida en que ig-
dad, la exigencia de justicia plena, con- nora o no toma conciencia de su enraiza-
sumada, en «el anhelo de que todo el miento material y por eso encubre y legi-
horror que sucede en este mundo, el des- tima la escisión real entre individuo y
tino inmerecido y terrible de muchos hom- sociedad, entre intereses individuales y
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bres no sea algo definitivo» (Horkheimer, bien común, entre felicidad y deber, esci-
2000, 210), «el anhelo de que no quede sión en la que consiste su «irracionali-
todo en la injusticia que atraviesa este dad» y que origina «el sufrimiento de la
mundo, que la injusticia no tenga la últi- mayoría de los hombres» (Sánchez, 2001,
ma palabra» (Idem, 194). La aspiración a 225).
la felicidad no es objeto de revelación, ni
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procede de una razón autónoma abstrac- Adorno (1975, 282-283) denuncia todo
ta, sino de las condiciones de miseria exis- intento de racionalizar el dolor y el sufri-
tentes «cuyas consecuencias transcurren miento para reducirlo a frases como: «No
exclusivamente dentro del mundo espa- torturarás, no montarás campos de con-
cio-temporal»(Horkheimer, 1999, 132). centración, a pesar de que todo eso siga
Pero no es un anhelo que busca el «con- ocurriendo en África y en Asia bajo el
suelo» como huida o escape de la mise- silencio de la humanidad civilizadora,
ria. La moral material, frente a la moral siempre inhumana contra los que
formal, no ofrece consuelo alguno. «No desvergonzadamente estigmatiza como
garantiza al que actúa políticamente ni incivilizados». La racionalización del su-
tan siquiera el consuelo de que alcanza- frimiento «negaría el impulso, la desnu-
rá necesariamente su objetivo; no es nin- da angustia física y el sentimiento de
guna metafísica de la historia, sino la solidaridad con los cuerpos torturables…

512
Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

que es inmanente a la conducta moral» sentimiento irracional. Es una afección


(Idem, 283). La angustia por el sufrimien- en la conciencia por el reconocimiento de
to ajeno es el desencadenante de la praxis los otros en sus circunstancias concretas.
moral, no la razón autolegisladora. Y la No hay, por tanto, una exigencia absolu-
respuesta moral ante la miseria ajena no ta que descienda de lo alto o se imponga
admite demora ni fundamentación, sino desde la conciencia. «Hay una “eviden-
poner fin a una situación de injusticia: cia” que se impone al sentimiento moral
«No sólo es importante cómo los hombres también como un “hecho”, pero esta vez
hacen algo, sino qué es lo que hacen: pre- no como un hecho de la razón, que no se
cisamente, cuando todo está en juego, se da, sino como un “hecho natural”: la as-
trata no tanto de los motivos de aquellos piración de los seres vivientes a la felici-
que se esfuerzan por el fin como de que dad» (Sánchez, 2001, 228), al reco-
logren alcanzarlo» (Horkheimer, 1999, nocimiento de su dignidad inviolable. Hay
117 y 136). La superación práctica del un sentimiento «cargado de razón» que,
sufrimiento no tolera ningún aplazamien- intentar justificarlo con argumentos des-
to, ni perderse en disquisiciones sobre el de la moral idealista, constituiría un sar-
«conocimiento» del bien. Este ya lo cono- casmo, una burla para todos aquellos a
cemos a través del conocimiento empíri- quienes se les ha negado la dignidad. «La
co del mal. Es la necesidad evidente de moralidad es, ni puede ni necesita dar
la eliminación del sufrimiento la que jus- razones ni tampoco debe probar sus de-
tifica toda moral; que se ponga fin a «lo rechos. La pregunta «¿por qué debería ser
que no debe ser». Sólo esta necesidad es moral?» es el fin no el principio de la
la que confiere fuerza al imperativo mo- moralidad» (Bauman y Kester, 2002, 80).

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ral. Por ello, no es el sentimiento moral, sino
más bien la realidad inmoral, la desigual-
¿Qué hay en la base del sentimiento dad social dominante, la que necesita una
moral en Horkheimer? ¿Es una pura re- fundamentación racional (Horkheimer,
acción emotiva carente de razón? Por su- 1999). La moral material de Horkheimer
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puesto, no se trata de una reacción no critica la presencia de la razón en la
emotiva ciega a la razón. No hay una moral, sino la pretensión, el mito racio-
reducción de la moral a un puro senti- nalista de identificar razón y moral, los
miento individual desprovisto de racio- intentos de mistificación del impulso mo-
nalidad. En el origen de esta moral no ral, de transfigurarlo mediante su
está la razón, como la entiende la moral fundamentación racional en cuanto en-
idealista, sino el sentimiento, el «pathos», cubren su raíz en la historia de sufri-
el anhelo de justicia que ponga fin al su- miento de los hombres e impiden que se
frimiento de los excluidos de la felicidad manifieste como lo que es: el impulso de
a la que tienen derecho; está la urgencia rebelión contra la injusticia y de compa-
de solidaridad con los miserables. En esta sión con las víctimas, «legitimando» de
moral no es la razón la que nos inclina a este modo la irracionalidad existente
obrar según el deber, pero tampoco es un (Sánchez, 2001).
513
Pedro ORTEGA RUIZ

La moral material de Horkheimer y de cada vivencia del mal y del dolor. Sólo
Adorno no se queda circunscrita al senti- el aprendizaje y la negación nos permi-
miento ante el dolor de las víctimas con- ten esbozar una moral. Más aún, podría-
cretas. Se encuentra inserta y forma mos afirmar que sólo con la acumulación
parte de un universo de significaciones de experiencias puede la moral ir adqui-
socialmente construido que trasciende el riendo progresivamente un carácter uni-
ámbito de lo privado. El dolor que se ma- versal que no lo será nunca de manera
nifiesta en la experiencia de los otros está definitiva. La moral es una historia que
producido por una estructura injusta que comienza con la experiencia y continúa
lo hace posible. «El sufrimiento, en últi- con la experiencia. El mejor de los ejem-
ma instancia somático, sólo puede ser plos es el desarrollo de los derechos hu-
algo más que un puro hecho bruto, si es manos que no es sino un proceso que
calificado moralmente como negatividad, avanza negando formas de injusticia. La
es decir si el espíritu viene en su ayuda» moral es una narración de la historia de
(Zamora, 2004, 266). El componente so- los seres humanos (Chalier, 2002).
mático del sufrimiento, indispensable
para el impulso moral, no puede conver- También Levinas se aparta del idea-
tirse sin más en el garante de la moral. lismo kantiano en la explicación de la
Esta no es una simple respuesta conducta moral. El impulso moral en
conductista del organismo frente al dolor Levinas (1993a, 147) se entiende como
ajeno, aunque «tampoco existiría si no se una exigencia de responder. «El otro se
hiciese cargo de las señales que proceden me impone sin que yo pueda dejar de ser
del sustrato somático, y que en la expe- responsable de su miseria. La conciencia
pierde su primacía». La moral en Levinas
año LXIV, n.º 235, septiembre-diciembre 2006, 503-524

riencia individual del dolor manifiestan


una dimensión supraindividual que apun- es responsabilidad, hacerse cargo del otro,
ta a una validez universal sólo reconoci- sin preguntar de dónde viene. La presen-
ble por una razón que no se impermea- cia del rostro, en su vulnerabilidad, me
biliza ante ellas» (Idem, 267). En la ética hace rehén suyo sin posibilidad de acu-
material no hay una supresión de la me- dir a «argumentos» para justificar una
revista española de pedagogía

diación de la razón sin la cual el impulso respuesta moral. «El rostro se me impo-
somático permanecería mudo y reducido ne sin que yo pueda permanecer hacien-
a pura facticidad sin capacidad crítica. do oídos sordos a su llamada, ni olvidarle;
La moral no se funda sólo en la razón, ni quiero decir, sin que pueda dejar de ser
tampoco en la indignación que nos pro- responsable de su miseria» (Levinas,
duce el sufrimiento de los inocentes, «en 1993b, 46). El imperativo de «responder»
todo caso, en una dialéctica entre ambos no va ligado a la reciprocidad o reconoci-
que no suprima la tensión, que no siente miento en el otro de la «ayuda prestada».
un primer principio ni anticipe una re- El otro lo reclama, y cueste lo que cues-
conciliación a expensas de uno de los po- te, no puede pasar indiferente delante de
los» (Idem, 268). La moral hay que él. «El lazo con el otro no se anuda más
construirla partiendo de experiencias con- que como responsabilidad, y lo de menos
cretas, avanzando por negación a partir es que sea aceptada o rechazada, que se

514
Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

sepa o no cómo asumirla, que se pueda o «Alimentar a los hambrientos, es-


no hacer algo concreto por el otro… yo conder a los perseguidos y hallar re-
soy responsable del otro sin esperar la cursos para salvarlos, escribe Chalier
recíproca, aunque ello me cueste la vida. (2002, 27), no constituye el término
La recíproca es asunto suyo» (Levinas, de una reflexión llevada a cabo con
1991, 91-92). Más aún, Levinas entiende total independencia de espíritu, aun
que el sujeto moral se encuentra ante el cuando hubiera sido orientada por el
otro como «habitado desde siempre por hermoso principio de la dignidad de
la alteridad», como consagrado y expues- la naturaleza humana. La tremenda
to a ella, sin que él haya podido escoger- prontitud de los gestos que hay que
la voluntariamente. Este hallarse el hacer no da ni el tiempo de examinar
sujeto moral con la tarea asignada de res- los pormenores de la situación, ni el
ponder del otro, sin que ello sea la conse- de sopesar las consecuencias que le
cuencia de una decisión libremente acarrearán a uno mismo».
tomada, lo sitúa en el más completo
«abandono de sí» para estar en las «ma- Frente al otro sólo cabe (moralmente)
nos del otro», en una pasividad radical el reconocimiento, la obediencia. El otro
(Levinas, 1993a). En él, la obligación mo- se me «impone» sin que nadie me pueda
ral de actuar no proviene de uno mismo, librar de él. «La desnudez del rostro es
en un ejercicio de autonomía, sino de que privación y en este sentido súplica dirigi-
sea despertada en uno por el otro que
da a mí directamente. Ahora bien, esta
resulta inevitable.
súplica es una exigencia» (Levinas, 1993a,
46). Y responder a esta súplica es la úni-
La moral en Levinas es «anárquica»,

año LXIV, n.º 235, septiembre-diciembre 2006, 503-524


ca posibilidad de constituirse en sujeto
no establece principio alguno universal e
moral.
incondicionado que guíe el comportamien-
to humano (moral) ante el otro; no abor-
da la conducta moral con la idea previa «Ser Yo (Moi) significa… no poder
de la dignidad de la naturaleza humana, sustraerse a la responsabilidad, como
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sino con un ahogo del espíritu que deja si todo el edificio de la creación des-
en suspenso el conocimiento o saber mo- cansara sobre mis espaldas. Sin em-
ral. Es el encuentro con la singularidad bargo, la responsabilidad que descarga
del otro, la significación del rostro del al Yo de su imperialismo y de su egoís-
«huérfano y de la viuda» lo que obliga a mo, aun cuando fuera egoísmo por sal-
responder an-árquicamente, sin referen- varse, no le transforma en un
cia primera a la idea de naturaleza o de momento del orden universal; confir-
especie humana. No empieza la moral por ma, más bien, la unicidad del Yo. La
poner en práctica principios morales, sino unicidad del Yo es el hecho de que
en dejarse atrapar por el otro, en obede- nadie puede responder en mi lugar.
cer a un mandato: la obligación de res- Descubrir en el Yo (Moi) una orienta-
ponder, de hacerse cargo del otro, sin ción así, es identificar el Yo con la
condición ni principio. moralidad. El Yo ante el Otro (Autrui)

515
Pedro ORTEGA RUIZ

es infinitamente responsable» (Levi- 1.3. El impulso moral se traduce en


nas, 1993a, 47). compasión y compromiso político para la
transformación de las estructuras socia-
Si la ética moderna construye la mo-
ral desde la irrenunciable autonomía del les injustas
sujeto, Levinas ve en la heteronomía la «En la sociedad burguesa la educación
única puerta de acceso al ámbito de la moral rígida estuvo más a menudo al ser-
moral. Para él, la moral es responsabili- vicio de la ley natural, que bajo el signo
dad, responder del otro. de la liberación de ella. No es la vara del
sargento una expresión del sentimiento
«Levinas no aspira a «fundar» una moral, sino el final de la Novena Sinfo-
ética, sino a pensar cómo la inquietud nía. Ese se pone en movimiento, hoy en
por la suerte del prójimo surge en el día, de forma doble. Primero como com-
hombre, a menudo a pesar suyo, sin pasión» (Horkheimer, 1999, 136). Afirmar
buena voluntad de su parte. Muy al que la moral es compasiva, en boca del
contrario, dice, el sujeto forzado a des- coautor de Dialéctica de la Ilustración,
pertarse a la preocupación ética pre- produce perplejidad. Choca frontalmente
feriría casi siempre eludir las con la idea matriz de dicha obra: la de-
exigencias que la misma implica. Na- nuncia implacable de una Ilustración que
die se vuelve moral por buena volun- ha renunciado a sus orígenes para con-
tad ni por haber decidido universalizar vertirse en instrumento de dominación
las máximas de sus acciones, sino por «sobre la naturaleza» y «sobre los hom-
responder a un mandamiento que bres». Esta posición de Horkheimer es
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emana del encuentro del rostro» contradictoria con la expuesta en su obra


(Chalier, 2002, 49). Materialismo y Moral, y se explicaría «por
una especial sensibilidad (en Hork-
Pero en Levinas el sentimiento moral heimer) para con el sufrimiento ajeno,
(la sensibilidad) no es lo que mueve al para la desdicha de los otros, que se con-
sujeto a la acción moral, es más bien una vertiría en un permanente móvil, en im-
revista española de pedagogía

condición «original». La condición de vul- pulso moral de su pensamiento, e incluso


nerabilidad es anterior a cualquier sen- en criterio de su sentido y verdad»
timiento de amor u odio. Desde la sensi- (Sánchez, 2001, 224). Desde Spinoza y
bilidad, el sujeto es para el otro, afirma Nietzsche la compasión no ha gozado de
Levinas (1993a). De manera preoriginal estima en el discurso moral. Más bien ha
el sujeto moral es llamado a responder sido vista como una ilusión romántica o
del otro sin haberlo querido ni escogido. como resignación ante la imposibilidad
Y en esto las posiciones de Horkheimer y de la justicia; como un mecanismo para
Adorno son muy distantes.
enmascarar la injusticia y favorecer su
continuidad. Son Horkheimer y Adorno
(1994, 148) quienes escriben en Dialécti-
ca de la Ilustración:

516
Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

«La compasión confirma la regla de 108). En la compasión, el compadecido


la inhumanidad mediante la excepción no es el individuo abstracto, ideal y sin
que la pone por obra. Al confiar la contexto. Es la persona concreta, herida
superación de la injusticia al amor al y ultrajada, pero con exigencias de digni-
prójimo en su contingencia, acepta dad. El compadecido reclama una deuda
como inmutable la ley de la aliena- «pendiente» y el que compadece no hace
ción universal que quisiera mitigar. sino «dar lo debido». Es el «otro», alguien
Es verdad que el compasivo represen- concreto, quien desde su alteridad recla-
ta, en cuanto individuo, la pretensión ma el reconocimiento de su dignidad ul-
de lo universal, la pretensión de vivir, trajada. Compadecer será entonces
en contra de lo universal, naturaleza restablecer una relación moral, de res-
y sociedad, que niegan dicha preten- ponsabilidad entre ambos. La compasión
sión. Pero la unidad con lo universal, (el compasivo) sufre con los otros porque
como lo interior, que el individuo rea- no acepta como normal la situación de
liza, se revela falaz en la propia debi- sufrimiento del otro, vive del anhelo de
lidad del individuo. No es la blandura, una situación social diferente donde no
sino la limitación, lo que hace proble- exista la injusticia y el dolor evitable y
mática la compasión: ésta es siempre gratuito. En la compasión late siempre
insuficiente». un sentido global de justicia (Mardones,
2005). También en Schopenhauer (1993),
Para algunos, la compasión supone claro precedente de Horkheimer, la com-
una separación inaceptable del principio pasión tiene un carácter de justicia en
moral respecto del social, que convierte a tanto se opone represivamente al sufri-
dicho principio en convicción privada. En

año LXIV, n.º 235, septiembre-diciembre 2006, 503-524


miento que se puede causar al otro. Más
tal separación se realiza una concesión y aún, impulsa a ayudar, a aliviar y supri-
se pacta con una situación indigna para mir su sufrimiento, hasta el punto de que
el ser humano (Zamora, 2004). Es cierto esta participación gratuita y desintere-
que la compasión se ha visto envuelta en sada en el sufrimiento del otro es la úni-
consideraciones de tipo religioso y se ha ca fuente de moralidad de nuestras
traducido, no pocas veces, en obras de acciones, si es que tienen algún valor mo- revista española de pedagogía
caridad y beneficencia, sin preguntarse o ral, «es decir, si han de estar depuradas
cuestionar las raíces del mal, del sufri- de todos los motivos egoístas y si, justa-
miento y miseria del otro. Para nosotros, mente por ello, han de despertar en no-
en cambio, la compasión no suple a la sotros mismos aquella satisfacción
justicia, es inseparable de ésta. «Es un interna a la que se llama conciencia mo-
encuentro con el hombre desposeído, con ral buena, satisfecha y aprobatoria»
“toda” su realidad, a la vez que un com- (Schopenhauer, 1993, 252).
promiso político de ayuda y de liberación
que lleva a trabajar por transformar las La moral en Horkheimer es consti-
estructuras injustas que generan sufri- tutivamente compasiva. El sentimiento
mientos y situaciones de dependencia y de compasión está no sólo en el origen de
marginación» (Ortega y Mínguez, 2001, la moral como impulso, sino que la atra-

517
Pedro ORTEGA RUIZ

viesa de parte a parte. «Mientras que la jetiva, de reconocimiento del otro y de mi


moral, pues, tenga una razón de ser, ha- responsabilidad hacia él. Es, por tanto,
bita en ella la compasión. Incluso puede una relación radical y originariamente
sobrevivirla… (porque) en la naturaleza moral. Ésta no va en una sola dirección,
sigue imperando el sufrimiento y la muer- del yo al tú; tampoco se agota en la reci-
te» (Horkheimer, 1999, 139). La compa- procidad. La relación moral, en este caso,
sión en la moral material de Horkheimer recorre el camino inverso, del otro hacia
no es un simple «complemento» de la jus- mí que me interpela y pregunta por la
ticia para hacer ésta más «amable», ni deuda pendiente; es la respuesta a la pre-
un «añadido a la justicia como “cuidado”» gunta que nos lanza al rostro el sufri-
del otro ofrecido a los sujetos vulnera- miento del otro. «La reciprocidad, dice
dos; la compasión no va más allá de la Levinas, es asunto suyo».
moralidad, tampoco es un concepto lími-
te del discurso moral. Es, por el contra- La moral es también política. «La otra
rio, una dimensión esencial de la misma forma en la que, hoy en día, la moral
que hunde sus raíces en las condiciones encuentra una expresión adecuada, es la
históricas de los hombres y se hace cargo política» (Horkheimer, 1999, 139). El sen-
de las injusticias y el sufrimiento. Mien- timiento moral no queda reducido a una
tras la historia sea para gran parte de relación ideal y privada «yo-tú» en la que
los hombres historia de sufrimiento y ex- sólo intervienen individuos singulares,
clusión habrá lugar para la compasión. sacados de su contexto socio-histórico. «El
«La solidaridad de los hombres es una sujeto moral, escribe Chalier (2002, 103),
parte de la solidaridad de la vida sin más» no puede responder únicamente del ros-
tro singular cuya debilidad o extranjería
año LXIV, n.º 235, septiembre-diciembre 2006, 503-524

(Horkheimer, 1999, 139).


le solicita, en este preciso momento, y
La compasión es un sentimiento mo- abandonar a su suerte a los demás ros-
ral por el que nos reconocemos «deudo- tros, so pena de inmoralidad, so pena de
res» de la situación del otro, de su confusión entre la debilidad y la tiranía».
sufrimiento. Sufrimiento no elegido, ni El sentimiento moral, en Horkheimer,
revista española de pedagogía

querido y tampoco inevitable. Pero este está «cargado de razón», no es una reac-
«otro» tiene un rostro, es alguien y su ción espontánea irreflexiva, está siempre
sufrimiento es también concreto, ligado mediado por la razón y brota cuando se
a situaciones históricas que hacen impo- atiende no sólo a la vulnerabilidad física
sible vivir en dignidad. En Levinas del otro, sino, además, a su dignidad he-
(1993b, 133), la moral encuentra en la rida. El otro es digno de compasión por
«compasión» su momento más completo: su dignidad atropellada o incumplida; es
«Para mí el sufrimiento de la compasión, sujeto de compasión por ser alguien a
el sufrir porque otro sufre, no es más que quien no se reconoce como sujeto huma-
un momento de una relación mucho más no o moral. Es una compasión nacida del
compleja, y también más completa, de hecho de la injusticia y de la conciencia
responsabilidad respecto del otro». La de tal injusticia, aspira al ensanchamien-
compasión supone una relación intersub- to o recuperación de la dignidad del otro,

518
Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

y por ello es una compasión para la jus- «El lenguaje, como presencia del
ticia, es una compasión política. La mo- rostro, no invita a la complicidad con
ral material es una moral de la el ser preferido, al «yo-tú» suficiente y
inmanencia radical y, por ello, es una mo- que se olvida del universo; se niega
ral que se toma en serio el carácter defi- en su franqueza a la clandestinidad
nitivo de la inmanencia y rechaza del amor en el que se pierde su fran-
cualquier intento idealista o teológico de queza y su sentido… El tercero me
«banalizarla». La moral, en Horkheimer, mira en los ojos del otro… La epifa-
es una moral de la felicidad pendiente, nía del rostro como rostro, introduce
«pues el sentimiento moral abre la razón la humanidad… El rostro, en su des-
no a una intersubjetividad formal, simé- nudez de rostro, me presenta la indi-
trica, sino a la intersubjetividad herida» gencia del pobre y del extranjero»
(Sánchez, 2001, 243). Y por eso, a dife- (Levinas, 1987, 226).
rencia de la moral idealista y formal, es
una moral política. No está desligada de El «tercero», ese siempre otro próxi-
los problemas que acucian a la humani- mo que no está ahí por casualidad, sino
dad, sino que brota de ellos y, por tanto, que está ya ahí inevitablemente. La éti-
no está desligada de la realización de la ca es siempre vivida en plural: cualquier
moral, ni la cuestión de la justicia desli- decisión relativa a este prójimo tiene re-
gada del derecho a la felicidad. «Más bien percusiones inevitables para el tercero.
se decide en ella la moral en la praxis Es verdad que Levinas no usa los térmi-
que lleve a cumplimiento ese derecho, en nos extranjero, viuda y huérfano en modo
los impulsos que apunten en esa direc- referencial o denotativo para decir algo
sobre sus características socioculturales,

año LXIV, n.º 235, septiembre-diciembre 2006, 503-524


ción, no en la dirección de la lógica domi-
nante, de la ley natural del egoísmo y ni tampoco pretende construir conoci-
del poder» (Sánchez, 2001, 231). miento sobre determinadas situaciones
sociales que den lugar a una teoría críti-
Levinas contempla la relación moral ca del orden social imperante. Nada más
inevitablemente referida a un «tercero». lejos de su pensamiento. Más bien utili-
Se ha criticado la ausencia de una pre- za tales términos como materia simbóli- revista española de pedagogía
ocupación social o componente político en ca para significar la relación de alteridad
la ética levinasiana. Y es cierto que en él en su desnudez, más allá de la identidad
se acentúa el carácter intersubjetivo de de sus términos (Bello, 1997). Tanto
la moral. Para Levinas, la respuesta mo- Levinas como Horkheimer se apartan del
ral, responsable se produce en el «cara a formalismo kantiano, y frente a la situa-
cara», en la epifanía del rostro, en la vul- ción del «otro» dan la misma respuesta:
nerabilidad del otro, singular y concreto, la compasión como compromiso (hacerse
en la complicidad del «yo-tú». Pero tam- cargo del otro). En Horkheimer, sin em-
bién es verdad que el autor introduce a bargo, hay una evidente crítica negativa
un «tercero» en la figura del «otro», a la razón como dominio, como autocon-
abriéndose así a una dimensión social en servación o egoísmo; una denuncia que
la relación moral. pretende desenmascarar la lógica que re-

519
Pedro ORTEGA RUIZ

duce la razón moral a razón instrumen- nos vincula el diálogo, sino la memoria»
tal y relega el sentimiento moral, el (Tafalla, 2003b, 205). Para Horkheimer
«pathos» y la compasión como un resto y Adorno la justicia en este mundo es
de la «mitología» (Horkheimer y Adorno, una tarea siempre por hacer, incomple-
1994). ta; la moral es un anhelo de felicidad
plena, teñido de dolor por la suerte de
1.4. La moral es memoria los excluidos presentes y la de aquellos
«Hítler ha impuesto a los hombres un que sucumbieron en el camino de una
nuevo imperativo categórico para su ac- esperanza malograda. Por ello, la moral,
tual estado de esclavitud: el de orientar en estos autores, no es nunca afirmación,
su pensamiento y su acción de modo que sino crítica de lo dado. Cualquier futuro,
Auschwitz no se repita, que no vuelva a cualquier esperanza de una sociedad jus-
ocurrir nada semejante» (Adorno, 1975, ta, llega ya tarde porque la humanidad
365). Hasta ahora, el discurso moral ha que emerja no podrá ayudar ya a aque-
estado centrado, preferentemente, en la llos que quedaron en el camino (Hork-
cualidad moral del acto momentáneo, en heimer, 1986). La construcción de la
la responsabilidad del yo frente a los de- «nueva sociedad» no puede hacerse sin
más que conviven con nosotros. La rela- tener en cuenta las aportaciones de las
ción moral frente a las generaciones generaciones anteriores, sin atender al
venideras y a las que nos han precedido pasado. Y éste está atravesado por los
ha encontrado escaso eco en nuestro dis- éxitos y fracasos, por la generosidad y el
curso, si exceptuamos la obra de H. Jonas egoísmo, por la compasión y el olvido, por
(1995). Frente a los ausentes, pasados o la justicia y la opresión. Esta herencia
forma parte de lo que hoy somos como
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futuros, los lazos que nos vinculaban a


ellos han sido muy tenues, o bien porque individuos y colectividad. Frente al pa-
ya no están entre nosotros, o bien porque sado tenemos una «deuda pendiente» que
el futuro no nos pertenece, es propiedad es indispensable asumir.
de los que vengan después. Hoy, sin em-
bargo, «se multiplican las señales que de- La moral se opone a la amnesia. Olvi-
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mandan una comprensión de la justicia dar «lo pasado» sería tanto como conver-
que desborde los estrechos límites del tirnos en cómplices del mal. «Una cultura
tiempo y del espacio en la que permane- y una subjetividad totalmente amnésica
cía encerrada desde sus inicios» (Mate, es cómplice del horror. Después de la ex-
2003, 105). La moral del contrato por el periencia de Auschwitz no hay lugar para
que se pactan intercambios de prestacio- una razón comunicativa que no tenga pre-
nes, donde los individuos se respetan para sente de algún modo una razón anam-
ser respetados y se ayudan para ser ayu- nética» (Mélich, 2004, 43). La moral de
dados coincide con los límites de una éti- la memoria pretende una justicia univer-
ca de la reciprocidad. «Pero la ética se sal, para todos, como «reconocimiento del
extiende más allá de la reciprocidad para derecho de todos y cada uno de los hom-
incluir a seres humanos con los que la bres, también de los muertos y fracasa-
reciprocidad es imposible. Con ellos no dos, a la recuperación de lo perdido»

520
Sentimientos y moral en Horkheimer, Adorno y Levinas

(Mate, 2003, 113). No es posible enten- (Tafalla, 2003a. 241). La memoria que
der el presente, situarse en él sin tener aquí se reivindica no hace de Auschwitz
en cuenta el camino recorrido para lle- un hecho irrepetible; no lo contempla
gar hasta aquí, sin la memoria de los como un «absoluto» del Mal que nos im-
acontecimientos pasados. Nuestra liber- pida ver otros horrores. El Auschwitz his-
tad es una laboriosa conquista de las ge- tórico, singular es también un símbolo
neraciones que nos han precedido y está del horror de los otros escenarios de ex-
enraizada en su sufrimiento; y recordar- plotación y de muerte vigentes en nues-
lo, traerlo a nuestra memoria es cimen- tro mundo (Mélich, 2004). Millones de
tar nuestra propia libertad y la de personas viven todavía en condiciones que
quienes vengan detrás de nosotros. Res- recuerdan mucho a los campos de con-
ponder a la pregunta ¿quién soy? es siem- centración; otros tantos pierden su vida
pre relatar la historia de la vida de una en campos de refugiados desplazados o
comunidad y reconocerse en ella. «No hay huidos de la guerra; ingentes masas de
verdadero presente sin contemporaneidad seres humanos de los países pobres hu-
con el pasado o, lo que es lo mismo, el yen de la miseria y de la muerte agol-
relato de mi identidad no puedo edificar- pándose a las puertas de los países ricos.
lo sobre el vacío, sino sobre la memoria» Estos son otros tantos «Auschwitz» de
(Mélich, 2004, 44). nuestro tiempo. Sólo la memoria de to-
das las víctimas nos puede hacer recupe-
Recordar, hacer memoria es dar vida rar la dignidad moral, hacerles justicia y
a los que ya han muerto, hacerlos pre- construir el futuro.
sentes en la continuación de aquello por
lo que ellos vivieron «porque la diferen-

año LXIV, n.º 235, septiembre-diciembre 2006, 503-524


Dirección del autor: Pedro Ortega Ruiz. Departamento
cia entre la muerte y la nada es la me- de Teoría e Historia de la Educación. Facultad de
moria; nos salvamos cuando recordamos Educación. Campus Universitario de Espinardo. Mur-
cia, 30100. E-mail: portega@um.es
y cuando nos recuerdan» (Tafalla, 2003b,
150). La justicia, como memoria de los Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
sufrimientos de todos los que nos han pre- lo: 21.VI.2006
cedido, es el cimiento sólido para la jus- revista española de pedagogía
ticia del futuro; que no se repitan los
holocaustos, ni los éxodos y exterminios;
que el sufrimiento y la vida de las vícti-
mas que nos precedieron no haya sido en
vano. El pasado no está concluido, la he-
rencia recibida está incompleta, hay mu-
cha tarea por hacer. Pero también hay
muchas cuentas pendientes y heridas por
cicatrizar. «En el presente, las víctimas
del pasado siguen esperando justicia, y
poner fin a esa espera es la responsabili-
dad del presente hacia la historia»

521
Pedro ORTEGA RUIZ

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contrary, it comes from both emotion and
barbarie (Madrid, Trotta). reason. The present work shows a
research on Horkheimer, Adorno and
Levinas positions, these ones far away
Resumen: from the Kantian formalism. The
materialistic ethic of those latter authors
Sentimientos y moral en Horkheimer,
is summarized in four thematic core
Adorno y Levinas subjects: 1) Morality is resistance to the
En este artículo se analiza el papel evil, 2) the moral impulse rises from
que ocupan los sentimientos en la moral experiencing victims’ suffering, from
de Horkheimer, Adorno y Levinas. Se ex- encountering the other, 3) the moral im-
ponen las distintas respuestas dadas a pulse takes the form of compassion and
la pregunta de si la acción moral procede political compromise to change unfair so-
de la sola razón o del solo sentimiento. cial structures, and 4) Morality is

año LXIV, n.º 235, septiembre-diciembre 2006, 503-524


O, por el contrario, del sentimiento y de memory.
la razón. El presente trabajo ofrece un
estudio de las posiciones de Horkheimer, Key Words: Morality, emotion, reason,
Adorno y Levinas, alejadas del formalis- victim, compassion, policy, education
mo kantiano. La ética material de estos
autores se resume en cuatro núcleos te-
revista española de pedagogía
máticos: 1) la moral es resistencia al mal;
2) el impulso moral surge de la experien-
cia de sufrimiento de las víctimas, del
encuentro con el otro; 3) el impulso mo-
ral se traduce en compasión y compromi-
so político para la transformación de las
estructuras sociales injustas; 4) la moral
es memoria.

Descriptores: moral, sentimiento, razón,


víctima, compasión, política, educación.

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