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LA TRAGEDIA DE EDIPO
Todo comenzó a causa de los males y actos sin madurez del rey Layo y
después todo a causa de su muerte.

(ESCENA I)

“Layo va en busca del oráculo de Delfos “

Oráculo: ¿Para qué has venido?

Layo: ¿Por qué no tengo hijos?

Oráculo: ¿Y eso te preocupa? Alégrate de no tenerlos.

Layo: Pero no tengo herederos

Oráculo: Desgraciado de ti, si tienes un hijo de Yocasta. Los dioses dicen


que este será el fin de tu reino.

(ESCENA II)

“Dormitorio real”

Yocasta al enterarse de la noticia, idea una forma de tener herederos.


Tiempo después…

Sirvienta: Mi señora, ¿desde cuándo se siente con malestares?

Yocasta: La verdad no recuerdo, pero creo que estoy embarazada.

Sirvienta: ¡Oh! Mi señora, los dioses han escuchado nuestras plegarias.

Yocasta: Sera una bendición y el nuevo futuro de Tebas.

(ESCENA III)

“En el salón del palacio”

Layo: (angustiado) ¿Cómo puede ser? Zeus porque no me escuchaste,


necesitaba librarme de aquel maleficio de Apolo no podré respirar en
paz. Mi reino se

fundirá entre las llamas y la perdición. Tendré que deshacerme del niño.

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(ESCENA IV)

Nueve meses después… Dolores de parto en la habitación de la reina,


pero poco tiempo después se oyen gritos de un recién nacido.

Sirvienta: ¡Majestad!, los dioses han dejado que llegue hasta sus brazos,
sin duda alguna será un rey magnifico ¡Felicidades! Por el futuro rey.

Yocasta: Gracias por tus elogios, los dioses te escuchen.

Sirvienta: Yo la ayudaré en todo lo que me pida.

Yocasta: Si, gracias. ¿Sabes dónde está Layo? ¿Por qué no ha venido a
ver a nuestro hijo?

Sirvienta: No lo sé mi señora, pero tranquilícese y alégrese por la


bendición de los dioses.

Ese día se notó al rey como si fuese a enfrentarse con aquellos


enemigos feroces.

Todos en el palacio estaban tan felices menos Layo, que al entrar al


lecho de sus esposa arrancó al niño de los brazos de su madre y se lo
llevo sin decir a donde y porque.

(ESCENA V)

“En el bosque prohibido”

Layo acompañado de un pastor

Pastor: (sorprendido) su majestad, ¿Está seguro de lo quiere hacer con el


niño?

Layo: Muy seguro, lo dejaremos aquí en el bosque prohibido, para que


alguna bestia feroz sacie su hambre.

Pastor: Pero es su propio hijo, ojala los dioses no se enfaden.

Layo: No seas insolente y vámonos de aquí.

Pastor: Guardare silencio, majestad.

(ESCENA VI)

“En el palacio”

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Yocasta: (Enfurecida y desesperado) ¿Dónde está mi hijo?


.Devuélvemelo, soy su madre.

Layo: será mejor así.

Yocasta: Los dioses te maldigan por lo que has hecho, te has retorcer de
dolor cuando tu realidad sea tu muerte.

Así pasaron los días, Yocasta asumió el rol de soberana y todo parecía
tranquilo fuera de las puertas del palacio, pero en realidad la reina ni
siquiera le dirigía la palabra a su esposo, pues este un día se fue sin
decir su paradero. Partió con la cuarta parte de sus tesoros ganados en
las guerras y nunca más volvió.

(ESCENA VII)

Creonte: ya ha pasado mucho tiempo desde que no tenemos rey. He ido


a consultar al consejo y a través del oráculo de Delfos, nos ha dicho que
tú esposo ha muerto.

Yocasta: Hermano mío, ha de ser un castigo de los dioses los sucesos


que ocurren. Primero la muerte de Layo y ahora está bestia que ha sido
enviada por Apolo. Esta bestia que hace que hace que nuestros ojos se
llenen de lágrimas, he escuchado que quema nuestras cosechas, los
hogares de nuestro pueblo, estrangula y devora la gente sin piedad.

Yocasta y su hermano Creonte acudieron al consejo a la mañana


siguiente. Sin saber que ese mismo día la criatura con cara de ninfa
hermosa, cuerpo de león y alas de águila se llevaría al príncipe hijo de
Creonte.

(ESCENA VIII)

“Salón del palacio”

Creonte: (Desesperado y triste) ¡Oh! Zeus ¿Por qué? ¡Porque mi hijo.


NO… Maldita bestia.

Yocasta: Hermano mío, tranquilízate por favor, entiendo tu dolor,


entiendo el dolor de perder un hijo.

Creonte: (Sollozando) No me pidas eso. Yo mismo seré capaz de


estrangular a esa bestia maldita. Sugiero algo.

(ESCENA IX)

“Entra el representante del consejo”

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Representante del consejo: Escucho tu idea.

Creonte: Propongo que aquel que mate a esa bestia, sea nuestro rey.

Yocasta: (Sobre exaltada) ¡Qué!... ¿Te has vuelto loco hermano?

Creonte: Es la mejor idea que he tenido. ¿Qué dice usted? (Dirigiéndose


al representante)

Representante del consejo: Si, yo también lo creo, es una buena idea no


se diga más y usted reina tendrá que aceptarlo.

Yocasta: Está bien, todo que sea por el bien del reino.

(ESCENA X)

“En el bosque prohibido”

Esfinge: ¿A dónde vas viajero?

Edipo: Eso no te importa.

Esfinge: ¿Y eres Tebano?

Edipo: No lo soy.

Esfinge: ¿Sabías que le regalan un reino, a aquella persona que me


mate?

Edipo: Pues… Ya tuve uno y lo abandoné para que no se cumpliese una


maldición sobre mí.

Esfinge: ¡Espera! Ya que pasaste por aquí, te haré una pregunto. Si la


respondes sigues tu camino y si no te mataré.

Edipo: O tal vez yo te asesine primero.

Esfinge: Pero tendrás que responder primero.

“¿Qué ser indefenso se arrastra de cuatro patas, luego dos, después tres
y mientras más patas tiene, más indefenso es?”

Edipo respondió “El hombre”, porque cuando nace gatea y luego camina
y cuando llega a la vejez utiliza bastón.

(ESCENA XI)

“En las puertas del palacio”

Edipo enseña la cabeza de la bestia degollada

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Creonte: Gracias extraña, tú has devuelto la paz a nuestro pueblo.

Representante de ancianos: He de dar la buena nueva.

Creonte: Claro que sí, tú serás nuestro nuevo rey.

(ESCENA XII)

“En el palacio, coronan a Edipo”

Representante de ancianos: Ahora que ya eres nuestro rey, necesito


decirte algo muy importante.

Edipo: (Sereno) lo escucho

Representante de ancianos: tienes que saber que antes de que tú


llegues yo el resto del consejo fuimos al oráculo a consultar y nos dijo
que era un castigo por las malas acciones del rey Layo y también por su
muerte.

Edipo: Pienso que deberíamos saber quién es el asesino, yo mismo me


encargaré de averiguar y castigarlo.

Representante de ancianos: Si, majestad.

(ESCENA XIII)

“Salón real”

Edipo y Yocasta platican sobre su pasado

Pasaron los años y Edipo se casó con Yocasta y tuvo 4 hijos.

Edipo: Yocasta, tengo que confesarte, la situación en la cual me encontré


tan confundido y por eso decidí huir.

Yocasta: Sí, dime te escucho.

Edipo: En Corintio había celebraciones esplendidas, pero una noche


mientras buscaba a mi madre, me encontré con un borracho y delante
de todos me dijo que no me parecía a los reyes en nada, que yo no era
su hijo. Así que cuando cumplí 17 años acudí al oráculo y este solo me
dijo “lárgate condenado, matarás a tu padre y te casarás con tu madre”.

Yocasta: Cuanto lo siento, pero no puede haber tanta maldad en el


mundo.

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Edipo: Si la hay; pero para librarme de aquella profecía decidí huir y en


el camino maté mucha gente mala y ayudaba a aquellas personas
buenas y solidarias conmigo.

Yocasta: Ahora no tienes por qué preocuparte, estás en tu hogar y te


sentirás cómodo un gran rey, no pienses en eso.

Edipo: Lo siento, pero yo no volveré con los que me engendraron


(Exaltado) ¡No se cumplirá esa maldición!

Aquella noche fue la última de paz para Edipo, pues a la mañana


siguiente no sabría la terrible noticia que te esperaría.

(ESCENA XIV)

“Salón real”

Por la mañana despierta Edipo al llamado de su soldado de confianza.

Soldado: ¡Señor! Disculpe, que lo moleste, pero es que hay alguien muy
importante esperándolo.

Edipo: ¿Quién es?

Soldado: Es un mensajero, majestad.

Edipo: ¿Y qué desea?

Soldado: Dice que viene desde Corintio y tiene que comunicarle algo
muy importante.

Edipo: (Sorprendido) ¿Desde Corintio dijiste?

Soldado: Si, señor.

Edipo: Vamos, hazlo pasar de inmediato.

“Sale el soldado y entra el mensajero”

Edipo: ¿Qué es aquello importante que tienes que decirme?

Mensajero: (Triste) Siento tanto la noticia que lo vestirá de luto.

Edipo: (Ansioso) Vamos, ¡Cuéntame ya!

Mensajero: Su padre ha muerto, nuestro querido rey Pólibo se ha ido a


las tinieblas de Hades

Edipo: (Triste) No puede ser, ¿Cómo es posible? Pobre viejo, ¿Acaso


murió provocada mente o enfermedad?

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Mensajero: Enfermedad, majestad

Lamento tanto la perdida. Pero debe acompañarme a Corintio para que


sea nuestro nuevo rey.

Edipo: Yo ya tengo reino

(Edipo queda triste y el mensajero)

(ESCENA XV)

“Alcoba de la reina”

Yocasta: ¿Qué habrá pasado? ¿Por qué tanta urgencia?

Doncella: Mi señora, me acabo de enterar de una terrible noticia.

Yocasta: (Angustiada) ¿Cuéntame que pasó?

Doncella: Dicen que el rey Pólibo ha muerto.

Yocasta: ¡No puede ser! Es el padre de mi esposo, nunca llegué a


conocerlo, pero por lo que me contó Edipo, deduzco que fue un gran
hombre.

Doncella: Cuanto lo siento, majestad. Diré a los sirvientes que preparen


sus postres favoritos para que la alegren.

Yocasta: Gracias tu siempre tan gentil.

Doncella: Mi señora, diré a los muchachas para que bailen para usted,
debe alegrarse usted es hermosa.

(Ingresan 4-5 doncellas y bailan al ritmo de la música)

(ESCENA XVI)

“Salón real”

Mensajero: (Indignado) Más ahora no creo lo que veo, pero es que tal
vez hice las cosas mal.

Edipo: ¿Por qué dices eso?

Mensajero: Pues… tu padre no fue Pólibo, te recibió de mis manos como


un presente.

Edipo: (Amenazante) ¡Ten cuidado con lo que dices!

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Mensajero: Es la verdad, la que sale de mi boca.

Edipo: Entonces, que había pasado conmigo ¿me encontraste? O ¿acaso


me compraste?

Mensajero: Te encontré en las cañadas de Gilleron pero eso fue gracias a


que un pastor se apiado de ti.

Edipo: ¿Dime quién es?

Mensajero: Es un buen amigo mío, no lo he vuelto a ver desde aquella


fatídica noche. Vive aquí en tu reino, trabaja en la cosechas con su
familia.

Y así escuchando las referencias del mensajero, decidió ir en busca del


pastor hasta que se dio con la ingrata sorpresa.

(ESCENA XVII)

“En la casa de un pastor”

Pastor: Para que ha venido su majestad a visitarnos, alejándose de tanta


comodidad, para pisar en esta humilde casa.

Edipo: He venido hasta aquí, buscando a tu padre.

Pastor: Le doy malas noticias, señor. Mi padre falleció hace muchos años.

Edipo: Busco información que tan solo él sabe, información acerca de


cuando yo era un bebé.

Pastor: Hemos guardado silencio, hasta hoy, pero ya es momento de que


lo sepa. Era una tarde en donde tú padre biológico nos visitó, yo era un
adolescente y acompañe a tu padre y al mío a un bosque prohibido, te
tenía entre sus brazos, pues sin piedad, vi desde el fondo de la
oscuridad del bosque como te colgaba en un árbol, mi padre no pudo
hacer nada, así que me mando a llamar a un mensajero y le dije que en
cuanto nos quedáramos, el sería tu salvador y te llevaría para nunca
más volver.

Edipo: ¿Pero quién fue mi padre?

Pastor: Solo sabemos que tu padre murió llegando ya casi a un pueblo.


Tu padre fue el rey Layo.

En ese momento Edipo recordó que en su partida de Corintio mató


mucha gente. Pero también recordó que había matado a un hombre por

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haberlo insultado y justamente fue cerca de un pueblo, se veía como un


rey. Edipo se dio cuenta que la terrible maldición se había cumplido.

Edipo: (Desconsolado) ¡Pero no puede ser! ¿Por qué? La maldición se ha


cumplido, maldito de mí, ¡Que he maldito he estado! ¡Perdón! ¡Perdón!

Pastor: Guardamos silencio, pero no debimos hacerlo.

La noticia llegó hasta los oídos de la reina y al no poder creer la


maldición, se suicidó. Y cuando llegó Edipo era muy tarde.

(ESCENA XVIII)

“Alcoba real”

Edipo encuentra muerta a Yocasta

Edipo: (Lamentándose) Me arrastraré por los confines del mundo,


maldito de mí de haber amado a una mujer tan hermosa. Aquella mujer
que me engendro pero a la misma vez me despose con ella. Este es el
peor día de mi vida. La sangre se me hiela en las venas, no puedo más,
¡Maldito de mí! ¡Maldito!

Entonces Edipo tomó u alfiler del vestido de la mujer que había sido su
madre esposa y se pinchó los ojos, al no poder ver la triste realidad de
su vida. Vagó por el mundo aquel hombre con dos reinos y sin motivo de
vivir, acompañado en su exilio de su hija Antígona.

FIN
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