El escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984) publica su primer libro
de cuentos, Bestiario, en 1951, el mismo año en que se radica en París. Son ocho relatos que van sembrando mundos desconcertantes, en equilibrio inestable y al filo del abismo. Haces de fuerzas subterráneas se infiltran en el medio de un espacio cotidiano y rutinario dejando al descubierto zonas sumergidas. Son mundos preñados de otredad, que amenazan constantemente con enajenarse. La realidad se ensancha más allá de la costumbre, lo normal y lo estatuido. La alteración de lo habitual y reconocible provoca quiebres, puntos de fuga por los que ingresa la sospecha de que existe otro orden camuflado, mediatizado por la cultura, que amenaza nuestra cosmovisión.
En "Ómnibus" la fuerza intrusa que amenaza el orden habitual está
personificada. La pasajera aborda el 168, el colectivo que pasa por el lugar de la muerte y pretende ir más allá. Se niega a aceptar que el cementerio debe ser la última parada. Peor aun, desafía a los otros pasajeros, al conductor y al guarda, abordando ese ómnibus sin un ramo de flores. Pretende viajar hacia la última morada con las manos vacías, contra toda costumbre. Hay otras ocasiones en que es imposible decidir si las fuerzas disgregadoras están dentro o fuera de los personajes, como en "Cefalea": "No estamos inquietos, peor es afuera, si hay afuera". El narrador retacea información al lector, le entrega el mundo fragmentado, le impide definir si los acontecimientos salen del ámbito de lo normal o son explicables como alucinaciones.
Entre "los monstruos que bajan de regiones vagas de la ciudad las
mujeres casi enanas y achinadas, los tipos como javaneses o mocovíes" está Celina, la única capaz de abrir "Las puertas del cielo" y aparecer bailando en el medio de la pista, después de muerta. Una dimensión distinta, la del paraíso, se superpone a la "real" terrestre, pero, aunque resulta inquietante, no hay confrontación de los dos mundos. El acontecimiento no provoca una alteración en el mundo real. Falta el conflicto, la problematización entre lo normal y lo anormal para considerarlo un relato fantástico. Se acercaría mas al cuento maravilloso.
El libro se cierra con "Bestiario". Los deseos sumergidos, las situaciones
veladas, la efervescencia por debajo de las relaciones familiares normales, se materializan en la figura de un tigre. Éste define la vida del hogar, de él depende la ocupación de los espacios en la casa. Las actividades de la familia se adecuan a su deambular. "hay que fijarse si — Pasó un rato largo hasta que un peón avisó que el tigre estaba en el jardín de los tréboles, entonces entraron a comer. Esa mañana las papas estuvieron resecas". Él es, finalmente, el "correctivo" de la vida familiar.