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CURSO:
ETICA Y MORAL
DESIGNACION:
EL ABORTO
GRUPO:
”B”- 2DO SEMESTRE
INTEGRANTES:
- OVIEDO CARPIO, María Gabriela
- SALAS PACO, Suzane Katherine
- SOSA RODRIGUEZ, Kathy Melany
- RODRIGUEZ BUTRON, Jania Jimena
- ZAVALA QUINTANA, María Alejandra
EL ABORTO
1. ¿Qué es el aborto?
2. Clases de Aborto
- Por Succión:
Se inserta en el útero un tubo hueco que tiene un borde afilado. Una
fuerte succión (28 veces más fuerte que la de una aspiradora casera)
despedaza el cuerpo del bebé que se está desarrollando, así como la
placenta y absorbe “el producto del embarazo” (osea, el bebé),
depositándolo después en un balde. El abortista introduce luego una
pinza para extraer el cráneo, que suele no salir por el tubo de
succión. Algunas veces las partes más pequeñas del cuerpo del bebé
pueden identificarse. Casi el 95% de los abortos en los países
desarrollados se realizan de esta forma.
- Mediante Prostaglandinas
- RU-486
Se trata de una fármaco abortivo empleado conjuntamente con una
prostaglandina, que es eficiente si se la emplea entre la primera y la
tercera semana después de faltarle la primera menstruación a la
madre. Actúa matando de hambre al diminuto bebé, al privarlo de un
elemento vital, la hormona progesterona. El aborto se produce luego
de varios días de dolorosas contracciones
3. EFECTOS FÍSICOS
• MUERTE:
• CÁNCER DE MAMA:
• PERFORACIÓN DE ÚTERO:
• PLACENTA PREVIA :
• EMBARAZO ECTÓPICO:
• ENDOMETRITIS:
• COMPLICACIONES INMEDIATAS:
4. EFECTOS PSICOLÓGICOS
• DISFUNCIÓN SEXUAL:
Se llama disfunción sexual a la dificultad durante cualquier etapa del
acto sexual (que incluye deseo, excitación, orgasmo y resolución) que
evita al individuo o pareja el disfrute de la actividad sexual.
• DESCUIDO DE
LOS NIÑOS O CONDUCTA
ABUSIVA HACIA ELLOS:
El aborto se vincula con mayores niveles de depresión, conducta
violenta, abuso del alcohol y de las drogas, embarazos 'de sustitución
o reemplazo', y relajación de los lazos que unen a las madres con los
hijos habidos posteriormente. Estos factores se asocian
estrechamente con el trato abusivo hacia los niños y parecen
confirmar particulares valoraciones clínicas que vinculan el trauma
post-aborto con abuso infantil subsiguiente.
• DIVORCIO Y PROBLEMAS CRÓNICOS DE RELACIÓN:
• ABORTOS DE REPETICIÓN:
- EL SÍNDROME POST-ABORTO:
La segunda víctima del aborto es la mujer. Las millones de mujeres
que han caído en la trampa del aborto. Sólo en España son más de
800.000 las mujeres que han abortado desde que se despenalizó el
aborto en 1985, y casi todas ellas -por no decir todas-, tarde o
temprano - están sufriendo o sufrirán lo que se conoce ya como
"Síndrome Post-aborto". Así lo reconoce la organización abortista más
importante del mundo: la Federación Internacional de Planificación
Familiar. En su Plan Trienal y Programa de Objetivos a Largo Plazo
1990-1993 afirma que: "la incidencia del trauma post-aborto para
clientas de abortos quirúrgicos puede llegar a alcanzar hasta el 91%
de los casos."
El Síndrome Post-aborto toma su nombre del Síndrome Post-Vietnam,
porque fue en los años de esa terrible guerra cuando se legalizó el
aborto el EE.UU.
Como no había ya bastantes guerras en el mundo, quisieron declarar
la peor de todas, la de los poderosos contra los más débiles, la de los
nacidos contra los no nacidos, la de la madre contra su hijo, la de un
médico contra su paciente, la de un Estado contra su pueblo... la
guerra de las guerras.
Pero al igual que los soldados que volvían de Vietnam traían esa
guerra en sus entrañas para atormentarles el resto de sus vidas, así
las mujeres que abortaban empezaron a sufrir los mismos síntomas
que esos soldados, la misma angustia, la misma desesperación, la
misma culpa: pesadillas, insomnio, alcoholismo, agresividad o
depresión, psicosis... y suicidio.
Siete veces más suicidio entre mujeres que habían abortado
descubrió el Gobierno de Finlandia en un estudio de 1997 sobre una
muestra de 9.129 mujeres tomada de la base de datos nacional... un
estudio impecable y estremecedor. Además de la altísima tasa de
suicidios, descubrieron que en el año siguiente al aborto, esas
mujeres sufrieron 60 veces más muertes por causas naturales
(enfermedad) que las que habían dado a luz, 4 veces más muertes
por accidentes y 14 veces más muertes por homicidios.
Pero en las mujeres, este Síndrome que estremeció al mundo en los
rostros y las historias de esos pobres soldados, es mucho más grave
aún, porque es oculto, es secreto, es reprimido, es ignorado y es
tabú.
A los ojos del mundo, no les pasa nada porque el aborto es "legal", y
por definición, lo que es legal debe ser bueno, y lo que es bueno no
puede hacer mal. Ergo, a las mujeres que abortan no les puede pasar
nada, y si les pasa es su problema, es que, además, son idiotas o
están desequilibradas... pero no por el aborto, claro.
La sociedad no puede admitir que una mujer esté atormentada por
algo que la sociedad misma le ha procurado, no puede reconocer que
le ha dado veneno para beber y que por eso se está quemando por
dentro.
Y todos miran para otro lado mientras que las mujeres se vuelven
locas: 64% de ellas ingresaron en hospitales psiquiátricos tras su
aborto, según un estudio de la Universidad de Baltimore, USA, en
1984; "el 59% sufren trastornos psiquiátricos graves y permanentes
tras el aborto" según la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra...
etc. etc. etc.
Cientos de estudios de muchos países abortistas como Estados
Unidos, Canadá, Francia, Inglaterra, Suiza, Australia, Dinamarca y
Finlandia han llevado este Síndrome a los manuales Psicología y
Psiquiatría de numerosas universidades.
Desde hace dos meses ya hay una página especializada en español
sobre el Síndrome Post-aborto y demás secuelas psicosomáticas.
Digo "demás secuelas psicosomáticas" porque otra de las graves
secuelas del aborto que se está descubriendo en estos últimos años
es el cáncer de mama.
Junto con el gran aumento de los cánceres del aparato reproductivo
de la mujer, el cáncer de mama ha sufrido un aumento espectacular
en los últimos 20 años en todos los países donde se ha generalizado
el aborto. Y no en mujeres en edad de la menopausia, como solía ser,
sino en mujeres cada vez más jóvenes.
Según un estudio de una doctora pro-abortista, Janet Daling, en 1994
publicado en el Journal of the National Cancer Institute en los casos
en que había antecedentes familiares y la mujer abortaba después de
los 30 años, el riesgo aumentaba un 270%.
Pero más aún, cuando la mujeres abortaba a su primer hijo antes de
los 18 años y tenían antecedentes familiares de cáncer, el riesgo
relativo llegaba ¡al infinito! De las 12 mujeres de su muestra con este
perfil, el 100% desarrollaron cáncer de mama antes de los 45 años.
Y en las mujeres sin antecedentes familiares, el aumento del riesgo
era de un 150%. En mujeres que ya habían llevado un embarazo a
término, el riesgo de cáncer de mama en las que abortaron era de un
50% más; entre ellas, las jóvenes menores de 18 años y mayores de
29 con aborto provocado aumentaron el riesgo más de un 100%.
¡Y los médicos siguen diciendo que el 50% de los factores de riesgo
del cáncer de mama son desconocidos!
Así lo oí con mis propios oídos en una Jornadas Municipales sobre
Prevención del Cáncer de Mama celebradas en Madrid en el año
2001. Y ¡se quedan tan anchos! Cuando desde 1953 hay estudios
como el del Dr. Segui en Japón sobre una población de 3.000 mujeres
que descubrió un 160% de aumento del riesgo en las que habían
abortado voluntariamente.
Actualmente hay más de 38 estudios epidemiológicos internacionales,
de los cuales 29 muestran una correlación positiva y significativa
entre aborto y cáncer de mama. De ellos, 5 estudios indican el doble
de riesgo… o más. No hay más que ver las estadísticas y los años en
que se ha producido el aumento de casos: pocos años después de la
legalización del aborto en cada país.
La Asociación Norteamericana de Psiquiatría, a principios de los años
80, identificaba la depresión, la hostilidad, el desinterés y aislamiento,
las imágenes recurrentes, el insomnio y pesadillas, y la incapacidad
de expresar sentimientos como secuelas psicológicas del aborto.
Otros estudios posteriores muestran un alto índice de intentos
suicidas, de alcoholismo, bulimia y anorexia, frigidez y disfunciones
sexuales, ruptura de relaciones de pareja (un 70%), de maltrato
doméstico y autolesiones, de incapacidad de concentración,
agotamiento y nerviosismo, crisis histéricas y agresividad.
En España, el único estudio existente es el informe de 1993 de la
Asociación Española de Neuropsiquiatría titulado "Mujer y salud
mental" que señalaba como rasgos de las mujeres que abortan más
de una vez la inmadurez, la inestabilidad emocional, la sexualidad
pasiva y dependiente, la aversión a los métodos anticonceptivos, los
problemas de pareja, conflictos con los padres, mala auto imagen,
vivencias negativas o traumáticas, y tendencia y rasgos de
personalidad patológica: esquizofrenia, paranoia y psicopatía.
Confrontando los datos oficiales, un 25% de las mujeres que abortan
cada año ya han abortado previamente.
Parece, pues, evidente la necesidad de investigar más a fondo la
existencia y características de este cuadro clínico en España, dado
que, por sus síntomas, podría constituir una variable oculta
subyacente al aumento espectacular de trastornos como la anorexia y
la bulimia, el abuso juvenil de alcohol y drogas, los malos tratos en el
hogar, así como las depresiones y suicidios juveniles y los brotes
psicóticos.
Concretamente, se observa un alarmante aumento de los malos
tratos en países con altos índices de aborto, que en Estados Unidos
ha sido contabilizado en un 500% de aumento en los años desde que
se legalizó el aborto.
También es evidente la cultura del "botellón" y las drogas de diseño,
que ha llegado a ser un grave problema social.
También ofrecemos a las mujeres que han abortado, la ayuda
especializada que les permita renacer de sus cenizas y no volver a
caer en el mismo error.
Toda la sociedad somos responsables, por activa o por pasiva, de
mantener abierta una trampa mortal para mujeres angustiadas y sus
hijos inocentes.
Por ello debemos, al menos, rescatar a las que han caído en ella y así
evitar que otras caigan también.
Pues las mejores defensoras de la vida son las que han pasado por la
muerte espiritual que supone el aborto. Así está ocurriendo en países
como Estados Unidos, donde son miles las mujeres de la Plataforma
No Más Silencio que piden la derogación de la Ley del aborto para que
nadie más caiga donde ellas cayeron.
Por desgracia, todos conocemos a alguna mujer que ha abortado y
podemos constatar la veracidad de estos datos.
Asimismo se está poniendo en conocimiento de las autoridades
españolas competentes, pero necesitamos la colaboración de los
lectores para difundirlo en su propio ámbito y conseguir así romper el
mayor muro de silencio que jamás haya existido.
Porque al ser el pecado más grande, es a la vez el más oculto, y por
ser oculto, el más difícil de sanar. Hay que sacarlo a la luz para
poderlo curar, y hace falta la ayuda de todos.
Una buena manera de colaborar es enviar esta información a la
sección de "Cartas al director" de los diarios de su zona, así como a
los Boletines de los Colegios de Médicos y Psicólogos locales por parte
de colegiados de los mismos.
Estamos convencidos de que el conocimiento de las secuelas del
aborto puede cambiar la marea negra del aborto en el mundo, como
ya la está cambiando en los Estados Unidos.
Los veteranos luchadores por el derecho a la vida de ese país han
comprobado cómo es el miedo al Síndrome lo que está haciendo bajar
cada año las cifras de aborto en EE.UU.
Por desgracia, lo que no consigue el amor lo consigue el temor, pero
al fin, se trata de conseguirlo: acabar con el monstruo del aborto.
Además, creemos que es un derecho de toda persona saber los
riesgos a los que se expone al realizar una acción, especialmente
cuando estos riesgos son ya conocidos y comprobados.
Así, es un derecho de la mujer saber a lo que se expone cuando
aborta, como lo están legislando varios Estados norteamericanos en
leyes de "Consentimiento Informado" que obligan a las clínicas
abortistas y hospitales a dar a la mujer un formulario informativo para
firmar antes de su aborto.
Si el tabaco ha levantado tamaña polémica y sus riesgos se anuncian
a bombo y platillo, ¿cómo no exigir lo mismo para algo infinitamente
peor como es el aborto?
ASPECTOS JURÍDICOS:
Costos de la ilegalidad
La criminalización del aborto no disuade a las mujeres de practicarlo,
una vez mas esto se evidencia en las cifras antes expuestas. El costo
de las mujeres que recurren a servicios médicos públicos luego de un
procedimiento mal aplicado es tan elevado que con el se podría cubrir
la atención oportuna de servicios de salud para las mujeres en
general, si existiera una política de salud adecuada
El estado al penalizarlo coloca a las mujeres en una situación de
inseguridad al obligarlas a participar de un circuito de criminalidad. El
Perú ocupa el segundo lugar entre los países de América del Sur con
el más alto índice de mortalidad materna y el aborto ocupa el cuarto
lugar como causa de muerte materna (7%), según el Ministerio de
Salud; sin embargo, numerosos estudios sostienen que dentro de las
muertes por hemorragias (60%) e infecciones (13%) se encuentran
subregistradas muchas muertes por aborto. En consecuencia, si
existiera un buen registro de las muertes maternas, el aborto
ocuparía posiblemente el primer lugar
1.- ABORTO
Se estima que en el mundo se producen 53 millones de abortos al
año.
En la actualidad está permitido el aborto en 54 países, lo que supone
el 61% de la población mundial, sin contar los abortos ilegales que se
producen, los cuales se dan tanto en los países en que está legalizado
como en los que no.
Una cifra: en España se produjeron 60.000 abortos en el año 2000,
que se pueden considerar libres, de hecho y que con las últimas
reformas del gobierno popular ha aumentado un 29%.
En el mundo científico se considera ser vivo a cualquier tipo de célula
que existe en la naturaleza. Se busca vida en Marte buscando
moléculas de agua, pero esto no ocurre con los seres humanos. No se
considera una persona, una vida a un feto dentro del vientre materno,
sobre todo si es en las primeras semanas de gestación, a pesar de
que incluso antes de las 4 primeras semanas ya existe latido.
Para justificar el aborto terapéutico se habla de un peligro para la
salud de la madre, o de grandes malformaciones en el feto. La mayor
tasa de abortos, el 97%, se produce en mujeres entre 20 y 29 años,
que está descrita como la edad de menor riesgo de alteraciones
psicológicas.
La paternidad responsable no está fomentada debidamente, de modo
que esta debilidad de la familia es asumida por el Estado, o más bien,
los padres delegamos en el Estado, la responsabilidad de la
educación de los hijos. Este es el caso más llamativo de los jóvenes.
En vez de formación en valores y respeto a la dignidad de la persona,
a nuestros jóvenes, es más fácil darles condones, que ni siquiera
saben usar.
Está visto que este es un punto clave de ataque a la familia, célula
base de la sociedad. El ataque sistemático a la familia, ha llevado a
ésta a la pérdida de la transmisión de valores como la gratuidad, el
sacrificio, la solidaridad, el amor, la protección del débil, dejándolo en
manos del Estado donde prima el individuo sin responsabilidad, que
consume, que vive al día, que busca el bienestar y la comodidad por
encima de todo, que no lucha por los más débiles o contra las
injusticias.
Sandra Cano ahora dice que ella fue una participante ingenua del
fraude al nivel más alto de justicia del país. Sandra era una joven
madre de tres hijos, estaba embarazada y enfrentaba el trámite de
divorcio contra su esposo que estaba encarcelado por abuso de
menores. Los trabajadores sociales le habían quitado sus tres niños a
Sandra. Los estuvieron pasando de uno a otro mal ambiente. Sandra
quería mucho a sus hijos. Estaba casi al borde de la locura debido a
sus problemas y fue así que llegó a pedir ayuda a Legal Aid Services
[servicios de ayuda legal]. El ofrecimiento de los abogados de N.O.W.
para sacarle de encima todos sus problemas, obtener el divorcio y
recuperar la custodia de sus hijos sonaba demasiado bueno para ser
verdad.
Cuando los abogados le sugirieron que querían hacer un trato con ella
que incluyera abortar al bebé, Sandra manifestó claramente que
nunca haría eso. Pero los abogados no sólo ignoraron sus objeciones
sino que pasaron sobre ella. Cuando Sandra se dio cuenta que habían
usado su caso para legalizar el aborto a petición, dijo: " ¿...cómo
podía yo imaginarme un plan tan grotesco que tuviera como fin dar a
las personas de una sociedad civilizada permiso para matar a sus
propios hijos? ...En verdad yo nunca pensé que ellos usarían mis
angustias personales por recuperar a mis hijos para su plan de
legalizar el aborto a petición." Irónicamente, al igual que en el caso
del bebé McCorvey, el bebé Cano llegó a término, nació y fue dado en
adopción. Sin embargo, debido a estos dos casos, 35.000.000 de
bebés han perdido sus vidas por aborto.
CONCLUSIÓN
Son muy pocas las personas que han visto un embrión humano
precoz, y seguramente no son muchas las que han visto un embrión
de cualquier mamífero, por más que ahora se los suele encontrar
fotografiados en los medios de comunicación. Por lo mismo, la
caracterización o definición de un embrión humano precoz adolece a
menudo de vaguedad, y se formula, no sobre la base de experiencia,
sino que en un contexto filosófico determinado que no es siempre
explícito y que deja lugar a malentendidos.
Así por ejemplo, se encuentra uno a menudo que se habla de un
“ser”, una “vida”, un “individuo”, incluso una “persona”. Pero para
que nos pudiéramos todos entender, tendría que quedar claro cuál es
el contexto en que se emplean estos términos. “Persona”,
“individuo”, “ser”, “vida”, no significan lo mismo para todos, y tienen
resonancias muy variadas según el contexto en el que se los emplee.
Si no se acepta este criterio propuesto, hay que buscar otros, que son
puramente descriptivos, y que fijan puntos en la evolución del
embrión en su conjunto o de algunos de sus órganos, especialmente
el sistema nervioso. Cualquiera de ellos es adaptable a la necesidad
práctica que se tenga de disponer del embrión. Pero es además
necesariamente incompleto. Así el desarrollo inicial del sistema
nervioso humano, sólo tiene mayor significación que el de un
chimpancé porque ese pequeño órgano embrionario está inscrito en
la trayectoria de desarrollo del cerebro humano y su valoración como
signo de respetabilidad claramente prospectiva, se hace en función
de lo que va a ser, no de lo que es, o más bien se hace en función de
la trayectoria de desarrollo en la que está inscrito. Nadie ha podido
proponer un criterio objetivo para fijar el momento en que un
embrión, feto o recién nacido empezaron a ser “seres humanos”, y
dejaron de ser algún ente biológico indefinido. En cambio es claro que
segundos antes de la fecundación no existía el organismo, y que un
momento después de ella ya se encuentra funcionando en su
trayectoria de desarrollo.
Pensamos que el organismo de la especie humana existe desde el
momento de la fecundación, y pensamos además que él es digno de
respeto desde su constitución. En esta última afirmación nos
encontramos con las enseñanzas católicas sobre la vida humana.
Nosotros no creemos que tengamos una “vida animal” y que a ella se
le sobreponga un “alma humana”. Creemos que el “alma” es la vida
del hombre, del organismo humano, y que esa vida es inmortal así
como ese organismo está destinado a la resurrección. El respeto
instintivo que protege al hombre es el oscuro reconocimiento de esa
realidad.
Hoy en día Robin tiene 33 años y está muy contenta de estar viva, y
yo estoy trabajando para ayudar a otras víctimas, llevándoles la
verdad y el poder de sanación que sólo Jesús da. Dios conoció a Robin
cuando era formada en mi vientre y conoce a todos los demás que
han sido concebidos a través de la violencia de la violación o el
incesto. Aún en estas circunstancias son todos preciosos para Él, y
tienen un sentido tan importante como el suyo y el mío, si sólo se les
da la oportunidad de probarlo.
• “Si imagino lo que el infierno es, tiene que ser tal como mi
vida era antes de encontrar asistencia y curación. Me volví
alcohólica, perdí mi deseo de vivir, odiaba a la vida en
general”. Lisa. Eugene, Or., Junio 1976 y 1980.
El "sueño americano"
Los esposos Frank y Ana Kucharski, descendientes de inmigrantes
polacos, vivían en Trenton, en el estado de Nueva Jersey -muy cerca
de la costa Atlántica- en el marco de ese bienestar mesocrático -el
"sueño americano"- que les permitía trabajar duro y vivir con las
relativas comodidades que se puede permitir un padre "blue collar"
-El término "cuello azul" que se utiliza para describir a los
trabajadores manuales- que saca adelante una familia numerosa sin
que la esposa tenga que dejar el hogar y los hijos.
Ana, a los 39 años, se consideraba una mujer realizada en su vida
familiar: sus cinco hijos habían salido todos de la "edad difícil" y
llevaban vidas bien encaminadas. Dora, la mayor, y Elliott, tenían 22
y 21 años respectivamente, y ya estaban trabajando o en el College
siguiendo estudios superiores; mientras que Eugene, Lean y "Fred"
-Alfred, el menor de todos- de 20, 19 y 18 años estaban ya
encaminados respecto de sus intereses y se preparaban para salir de
la escuela.
Ana consideraba que estaba cerca de concluir su ciclo de "madre", y
que pronto podría dedicarse a disfrutar de aquellos años "en blanco"
que transcurren entre el ser madre y ser abuela.
De pronto, sus planes se vieron interferidos por un suceso que Ana
jamás hubiera esperado: estaba embarazada. ¡A punto de cumplir 40!
Tras los primeros momentos de desconcierto, siguieron el temor y la
duda… y para resolverlos, decidió buscar a sus amigas más cercanas
para decidir qué hacer.
Una de ellas la más influyente sobre su ánimo y ciertamente la más
decidida, no se anduvo con rodeos: "Ana tienes que olvidarte de
esto", le dijo, y le propuso enfáticamente, insistentemente, que debía
procurarse un aborto -entonces ilegal en Estados Unidos- porque con
cinco hijos ya mayores y a su edad, simplemente se vería "ridícula"
con un nuevo bebé.
Era 1952, 22 años antes que la Corte Suprema norteamericana
convirtiera el aborto en un derecho constitucional. Por eso, para
evitarse los riesgos legales de exponerse a buscar un médico
dispuesto a practicar abortos "por lo bajo" -de los que no faltaban-, la
"amiga" le enseñó a Ana un método casero para que pudiera hacerlo
en casa.
Ana estaba temerosa e insegura. Por un lado, sus convicciones y su
formación le decían que abortar estaba mal. Además, como madre de
cinco hijos, no se imaginaba a sí misma como una de "esas" que
abortan. Sin embargo, por otro lado, un bebé no estaba para nada en
sus planes, y psicológicamente consideraba que ya había concluido
con la exigente etapa de acompañar el crecimiento de una criatura. El
argumento del "ridículo" de una mujer mayor con un bebé no pesaba
tanto, pero ciertamente se sumaba en la lista de argumentos a favor
del aborto.
Por la inseguridad y la duda, Ana pospuso la decisión hasta que ya
tenía tres meses de embarazo. Entonces, la balanza en su mente
-presionada por las insistencias de su "amiga"- se inclinó contra la
vida y a favor de la idea del aborto.
Así, un día de junio, Ana se encerró, con la parafernalia recetada por
la amiga para acabar con su embarazo, en un baño de la casa que de
pronto se le hizo enorme y frío. Paradójicamente, aquel día escogido
por Ana para abortar, era el cumpleaños de su hijo Elliott. En el día en
que celebraba un año más de vida de uno de sus hijos, Ana decidía
acabar con otro.
Conociendo la verdad
A los 8 años, Audrey era una niña tranquila y relativamente normal,
aunque con algunos miedos secretos. Poco después de cumplir tres
años, en 1955, su hermano Elliott, entonces de 27 años, murió
trágicamente. Pese al evidente dolor, la desaparición del querido
hermano mayor no parecía haber dejado una secuela grave en la
niña. Por el contrario, a esa edad, Audrey se mostraba contenta con
su cambio de una escuela pública a la escuela católica "Saint Joan of
Arc", donde había conocido a nuevos amigos, y donde el ambiente
católico hacía todo más llevadero y gentil.
Sin embargo, pese al transcurso normal de su vida en la mayoría de
aspectos, una sombra alteraba su vida infantil: la pesadilla recurrente
de estar huyendo y no encontrar salida, excepto una, a través de una
ventana. Pero en esa ventana había un enorme cuchillo esperándola y
pese a que su madre estaba cerca, no hacía nada al respecto.
Además de la pesadilla, Ana había notado que Audrey se resistía a
dormir de otra forma que no fuera en posición fetal, acurrucada hasta
la tensión, y siempre en el extremo inferior de la cama, como si el
lecho fuera un lugar peligroso, o aguardara un peligro inminente. no
importaba cómo la acostaran ni cómo la dejaran durmiendo después
de contarle los cuentos de noche, la pequeña Audrey siempre
aparecía en la misma, tensa posición protectiva que tanto inquietaba
a sus padres.
"Nací prematuramente, un 21 de diciembre, cuando estaba previsto
que naciera un 21 de enero; pero vine al mundo sin ningún problema
médico, físicamente fui siempre una persona sana y lo sigo siendo
ahora", cuenta Audrey. "Creo que el daño fue más bien emocional, al
ver a mi madre sufrir tanto desde pequeña".
En efecto, Audrey no había conocido a la mujer jovial y enérgica de la
que hablaban sus hermanos mayores. Para ella, su madre era una
mujer triste, que lloraba con frecuencia, sin ella saber por qué.
Y fue justamente a los ocho años cuando Audrey, regresando un día
de la escuela -estaba en tercer grado- encontró en casa un clima
serio, casi solemne. Papá y mamá estaban en la sala y le dijeron que
tenían algo que contarle.
Así recuerda Audrey ese duro y revelador momento.
"Mis padres estaban allí sentados, me dijeron que tenían algo que
contarme y que me explicarían la razón de mis pesadillas y mi forma
de dormir. Todos los días, cuando mi madre iba a verme dormir, no
importaba cuánto ella tratara de que me enderezara o me pusiera al
centro de la cama, siempre me encontraba de esa manera en la
mañana. Decidió entonces decirme lo que a ella le torturaba cada día,
y especialmente cada vez que me veía en esa posición: que ella había
intentado abortarme".
La niña apenas entendía lo que eso significaba. Comprendía claro,
que el aborto era matar a alguien pequeñito; pero matar no era una
idea asociada con lo que hace una mamá, y menos con sus hijos. Sin
embargo, a pesar del desconcierto, la pequeña Audrey decidió seguir
escuchando, sobre todo porque entendía que lo que le estaban
tratando de comunicar era más importante para su madre que para
ella misma.
"Luego, -sigue Audrey- mi madre comenzó a contarme la historia de
su embarazo a los 40 años y lo que le dijo su amiga, luego que ella
confesara su horror frente a la idea de no poder 'vivir la vida', hacer
viajes, tener un coche...y todas esas cosas. Me contó luego que le
habían enseñado una técnica 'vieja y segura' y que el día 24 de junio,
en el día del cumpleaños de mi hermano mayor, ella abortó en un
baño de la casa."
Hasta allí, Audrey difícilmente podía comprender qué tenía que ver
ella con la historia y qué relación tenía todo esto con su curiosa forma
de dormir y con las terribles pesadillas que la desvelaban con
frecuencia. Pero decidió seguir escuchando el tenso relato que su
madre describía ante su padre silencioso.
Buscando a Gianna
"Hola, haz llamado a ‘Alive! Ministries’ (Apostolado ‘¡Con vida!’). Si
dejas tu número de teléfono al escuchar la señal, te devolveremos la
llamada tan pronto sea posible".
No es fácil comunicarse con Gianna Jessen. Los números de teléfono
disponibles, o conducen a una compañía de representantes o
directamente a la grabación de ‘Alive! Ministries’. La voz pausada,
leve, es la de Gianna.
Gianna se toma su tiempo para devolver las llamadas. Y es que, pese
a que la joven de rostro pálido y sonrisa rápida es alegre, bromista y
extrovertida con los suyos; es prudente y casi tímida con la gente de
la prensa.
Alguien alguna vez comentó que esta prudencia se debe tal vez a que
las secuelas de su palasia cerebral –que incluyen una nada leve
cojera- la hacen insegura; pero esa es una hipótesis difícil de admitir
para cualquiera que ha visto la seguridad y humor con los que esta
frágil mujercita sobreviviente de un aborto enfrenta auditorios de
todo tipo alrededor del mundo.
Más plausible parece ser la hipótesis de quienes sostienen que
Gianna debe filtrar sus llamadas porque, junto con las multitudinarias
muestras de admiración, también ha sabido atraer oscuros e
inimaginables odios de quienes defienden el aborto. Que esa sea la
razón por la cual no contesta directamente el teléfono es solo una
hipótesis, y no algo que Gianna diga de sí. Sin embargo, que hay
personas que tienen un encono contra ella no es una hipótesis. Es
una increíble realidad.
¿Cómo es posible que esta mujer con cara de niña y andar frágil, que
ha convertido su vida en un testimonio a favor de la vida, desde cómo
sobrevivió a un aborto, cómo perdonó a su madre biológica y cómo
comprende a las mujeres que abortan, pueda atraer el odio de alguna
gente? Difícil saberlo. Los teólogos dirían simplemente "mysterium
iniquitatis", el misterio de la iniquidad. Para un periodista,
simplemente no hay explicación.
Pero los insultos, las burlas, los gritos furiosos y hasta las amenazas
que ha enfrentado Gianna en su vida pública no son una invención. Ni
han abundado, ni han sido parte importante de su vida, es cierto,
pero están allí, concretos, con su misteriosa y oscura presencia.
Gianna no pretende llevar estos episodios de su vida de imparable
promotora de la vida, ni como cicatrices ni como condecoraciones...
pero si una máquina contestadora puede ahorrarle algunos
encuentros con ese mundo de mezquindad, a buena hora... Aunque
eso haya influido en que fueren necesarias seis semanas y más de 50
llamadas para ponerse en contacto con ella.
Una sobreviviente ante el Congreso
"Mi nombre es Gianna Jessen. Tengo 19 años de edad. Soy originaria
de California pero ahora vivo en la ciudad de Franklin, en Tennessee.
Soy adoptada y sufro de Palasia Cerebral".
Alguien dijo alguna vez que la escena que sirvió de marco para estas
palabras se prestaba para un remake contemporáneo de "Daniel ante
el Foso de los Leones". Una exageración, sin duda, pero no una
invención. La que hablaba era una Gianna Jessen que aparecía
demasiado pequeña, demasiado leve frente al micrófono que
amplificaba su voz -en la primavera de 1986- ante el Subcomité de
Constitución del Congreso más poderoso del mundo en la ciudad de
Washington D.C.
Pequeña, pero ni temblorosa ni insegura. Ya no era la Gianna que a
los 14 años acabó su presentación ante un Comité similar en
California temblando y al borde del llanto, en medio de las burlas
vociferantes de un contingente de abortistas, tal vez prometiéndose
no volver más a un estrado. Gianna sonaba ahora serena, firme y
hasta bromista, dispuesta a contar su increíble historia.
"Mi madre biológica tenía 17 años y 7 meses y medio de embarazo
cuando decidió abortarme por el proceso de inyección salina. Yo soy
la persona que ella abortó. Viví en vez de morir", siguió el testimonio
de Gianna ante el Congreso. ¿Cómo apretar una vida tan peculiar, tan
llena de sorprendentes giros, en una exposición de breves minutos?
Eso es lo que Gianna intentaba hacer en el corto tiempo que le había
concedido el Comité para que diera su testimonio. Un testimonio que,
si producía el efecto deseado en los congresistas, podía llevar a una
legislación que salvara la vida de cientos de miles de niños en los
vientres maternos.
"Mi madre estaba en la clínica y programaron el aborto a las 9 de la
manaña -siguió Gianna con su relato-. Afortunadamente para mí, el
abortista no estaba en la clínica al yo nacer a las 6 de la manaña del
6 de Abril de 1977. Me apresuré. Estoy segura que si él hubiera
estado allí, yo no estaría aquí hoy, ya que su trabajo es terminar la
vida, no sostenerla. Hay quien dice que soy un ‘aborto fracasado’, el
resultado de un trabajo mal hecho", dijo Gianna.
Una mujer confundida
Gianna, por razones de tiempo y de política, se veía obligada a
sintetizar al máximo su testimonio ante el congreso, pero si hubiera
podido contar todo con calma, hubiera relatado con todos sus detalles
su conmovedora y sorprendente historia. Y es que la historia de
Gianna, la historia de una vida con un final feliz, comienza con un
largo capítulo triste, sin el cual hoy sería imposible comprender su
vida y su propio compromiso a favor de la vida: la historia de Tina.
La vida de Tina, la madre biológica de Gianna, no sería hoy conocida
si no fuera por la tenacidad de Jessica Shaver, una reportera pro-vida
norteamericana que no quiso concluir la primera biografía de Gianna
-un inspirador libro titulado "Gianna: Abortada… y vivió para contarlo"
sin contar con todas las piezas del rompecabezas. Y para dar con la
madre biológica de Gianna –la pieza clave que Shaver no quiso dejar
de lado en su reconstrucción biográfica-, no dudó en contratar a un
veterano investigador privado para reconstruir pacientemente la
azarosa vida de la joven de 17 años que en abril de 1977, confundida
y aletargada, llegó a una ciudad de Los Angeles amenazadora e
iridiscente para hacerse un aborto que, de haber concluido como
estaba previsto -y como concluyen la inmensa mayoría de los
abortos- hoy nadie podría contar la historia de Gianna.
Tras un paciente trabajo, y cuando parecía que era imposible
encontrar la aguja llamada Tina en la inmensidad del pajar
norteamericano, en marzo de 1992, el investigador privado se
comunicó con Shaver para darle la buena noticia, a la que la
periodista casi había renunciado: había encontrado a Tina. Más aún,
no sólo la había hallado, sino que actualmente estaba casada,
recordaba todo lo acontecido aquel día del aborto y tras algunos
momentos de duda y confusión, había aceptado llamar a Shaver y
concertar una cita para aportar su propio lado, el lado faltante del
inicio de la historia de Gianna y de las "razones" por las que estuvo a
punto de perder la vida.
Pero la periodista sólo pudo escuchar la tremenda historia de Tina en
abril de 1993, cuando ésta llamó a Shaver para decirle, no sin temor,
que se sentía lista para contar su historia.
Ambas mujeres se encontraron en un restaurante de la popular
cadena Denny’s y en medio del provocativo olor de patatas fritas, la
oculta historia de Tina fue, poco a poco, saliendo a la luz
- LA ÉTICA
- LA EXCLUSIÓN FEMENINA
Ahora bien, nos resulta un tanto llamativo el hecho de que tanto los
defensores del aborto, quienes por lo general apelan a argumentos
consecuencialistas, como sus detractores, quienes suelen sostener en
la mayor parte de los casos posiciones deontologistas, dan por
supuesta la existencia de un conflicto de intereses básico entre la
madre y el feto, en virtud del cual siempre el beneficio de uno acarrea
el perjuicio del otro, y a la inversa. De este modo, ambas posiciones
suelen coincidir en que la prohibición del aborto acarrea un beneficio
para el feto, pero un perjuicio para la madre; mientras que su
permisión implica un beneficio para la madre y un perjuicio para el
feto.
Ahora bien, dado que el criterio de la calidad de vida sólo puede ser
aplicado a la valoración o evaluación de vidas efectivamente
existentes, pues en apariencia sólo nos es lícito emitir juicios con
algún grado de corrección acerca de lo que es o existe y no acerca de
lo que aun no existe, la pregunta que pretendo formular aquí es la
siguiente ¿es lícito tomar decisiones fundadas en el criterio de una
posible calidad de vida futura, aplicadas a los fetos en tanto
individuos potencialmente existentes?
En los hechos, los únicos casos en los que se aplica efectivamente tal
criterio son aquellos en los que se detecta algún tipo de malformación
genética o problema en el embarazo que permite predecir de modo
casi determinístico una discapacidad grave que impedirá al niño
llevar una vida normal, pero en tal caso la predicción suele no dejar
lugar a dudas, de modo tal que la evaluación de la futura calidad de
vida de ese niño puede ser en cierto modo equiparada con la
evaluación de la calidad de vida de un sujeto existente que padezca
la misma enfermedad. Lo que pretendo aquí es evaluar si en alguna
medida sería legítimo aplicar esta consideración, fundada en
predicciones acerca de la posible calidad de vida futura del feto,
cuando la misma no se basa en cuestiones genéticas sino
ambientales.
El aborto debe ser legal porque todo niño debe ser deseado.