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Autoformación no es auto-guía
Al iniciar la etapa de teología, mis formadores me indicaron que tenía que realizar
el examen psicológico (requisito fundamental para ingresar a teología), al principio
me incomodó tal indicación, me pareció falta de confianza hacia mi persona, por
otra parte, sentí un poco de temor, dado que nunca había realizado un examen de
ese tipo. Pero al mismo tiempo, me sentía seguro, con capacidad de poder realizar
aquél examen y con certeza que todo saldría bien. Realizado el examen, vino la
entrevista con la psicóloga, y no era necesaria ya otra cita. Supongo que todo salió
bien, ya que nunca vi el resultado, imagino que quedaron en manos de los
formadores. Después de está experiencia he querido recurrir a los documentos
escritos sobre psicología y formación para identificar el “por qué” el “para qué” y el
“cómo” del examen psicológico que los seminaristas “deben” realizar.
¿Cuáles son las cualidades que se tienen en cuenta para la elección de los
psicólogos?
En el caso de una petición de consulta psicológica por parte del padre espiritual, es
de desear que el candidato, además de informar al padre espiritual de los
resultados de la consulta, informe también al formador de fuero externo,
especialmente si el mismo padre espiritual le hubiera invitado a ello.
No. Es útil que el Rector y los demás formadores puedan contar con la
colaboración de psicólogos, que, en todo caso, no pueden formar parte del equipo
de formadores.
¿Los formadores pueden hacer uso de técnicas psicológicas o
psicoterapéuticas?
En el caso de que el candidato, ante una petición formulada por parte de los
formadores, rechazase acceder a una consulta psicológica, ellos no forzarán de
ningún modo su voluntad y procederán prudentemente en la obra de
discernimiento con los conocimientos que dispongan, teniendo en cuenta el c.
1052 § 1. [6]
La psicología, a pesar de las ayudas que puede dar al formador, nunca podrá
sustituir el trabajo que el formador debe realizar. Mientras que el acompañamiento,
es un camino en la fe en donde el formador ayuda al joven a responder a la
llamada de Dios y discernir su vocación al sacerdocio, el saber psicológico
(examen-acompañamiento), le dará luz para conocer, aceptar e integrar el aspecto
humano, desde la fe, en la respuesta a su vocación. No hay que caer ni en un
fideísmo, ni en absolutizar la ciencia psicológica, como si fuese una solución a
todos los problemas formativos. Ser conscientes, que lo que pueda descubrir a
través de la psicología no debe tener un carácter definitivo. De lo contrario,
podemos caer en un reducir la vocación a una serie de factores humanos, dejando
a un lado la acción de la gracia y la libertad del candidato. Puede ser de grande
ayuda pero ni es un recurso omnímodo, ni puede ser el centro del discernimiento.
No es de recibido el que un formador diga: el psicólogo dice fulanito puede
ordenarse. No podemos dejar en manos del psicólogo un discernimiento que no
corresponda a su papel. Que esto quede claro[7].