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FUNDAMENTOS DE SOCIOLOGIA JOSE CASTILLO CASTILLO FELIX ORTEGA GUTIERREZ GIANFRANCO BETTIN LATTES INTRODUCCION Félix Ortega Gutiérrez Las sociedades no siempre han sido conscientes de s{ mismas, ni los seres huma- nos han sabido en todas las épocas que su destino dependfa de lo que ellos hicieran. Durante largo tiempo, la vida social se regia por la cultura tradicional, que, a través de habitos y costumbres reciamente consolidados, imponfa las pautas a seguir. La re- peticién y la inercia social predominaban en este tipo de sociedad. El acontecer social se explicaba por el recurso a la intervencién de poderes que por lo general escapaban del control humano, y que en cualquier caso no formaban parte de la experiencia di- recta. Pasado y tradici6n constitufan asf el eje esencial en torno al cual discurria tanto la vida, cuanto los saberes que se elaboraban para entenderla. Durante todo este tiempo, la sociedad como realidad con entidad propia puede afirmarse que no exist{a, Su realidad emerge a partir del momento en que el Occidente europeo hace crisis el modelo tradicional. Es precisamente con la Modernidad cuando los seres humanos se cuestionardn sus formas de vida tradicionales, e iran asumiendo que la sociedad es el resultado de sus acciones. Pero es a partir de este momento cuando la sociedad nece- sita ser explicada, y explicada de manera racional. Esto es, se requiere un esquema in- terpretativo que posibilite pensar sobre Ia sociedad a partir de las propias capacidades mentales del ser humano; un esquema que permita dar cuenta de lo que sucede en virtud de las propias caracteristicas sociales de cada época. Ahora, la sociedad adquie- re realidad propia, mas una realidad problemética que ha de ser explicada por medio de los recursos que esa misma sociedad pone a disposicién del ser humano. De este modo, surge la Sociologia dentro de un proceso més amplio de racionali- zacién, que es el que caracteriza a las sociedades europeas modernas. Racionalizacion que implica la ruptura con el orden tradicional -Ia critica de la tradicién-, asf como la secularizacién -la critica de la religion-. A partir de estos presupuestos, la sociedad se entendera como una realidad construida por los humanos; como un producto de sus vidas y actos. Son estas condiciones las que permiten que la sociedad aparezca; mas para ello es necesario que los seres humanos se vuelvan reflexivos, esto es, conscientes de sus actos, de los que, ademés, han de dar cuenta. Para hacerlo, son inadecuados los antiguos saberes, los religiosos y los filoséficos. Se trata ahora de explicar la sociedad a partir de sus propios componentes. Y el tinico modo verdadero de hacerlo es recu- 1rir a ese nuevo esquema racional de la modernidad que es la ciencia social, 10 Introduccién La Sociologia se configura como la ciencia encargada de explicar la realidad so- cial. Y lo hace como teoria empirica. Como teorfa, la Sociologia elabora una serie de enunciados 0 proposiciones acerca de la realidad. Pero estos enunciados, para ser cientfficos, han de corroborarse empiricamente, es decir, con informacién extraida de la experiencia observable. Por lo tanto, queda con ello dicho que la Sociologia no es un mero conjunto de elucubraciones, mds o menos afortunadas 0 brillantes, sobre lo social. ¥ tampoco es una simple recogida o acumulacién de datos. La Sociologfa re- quiere de esa conjuncién de marcos conceptuales capaces de explicar la realidad, pero siempre a partir de los contenidos mismos que la realidad social proporciona. Dista la Sociologia de ser tanto un empirismo ciego (conjunto de datos sin més), cuanto una teorfa abstracta (meramente deductiva). Al proponerse explicar la sociedad, la Sociologia se encuentra en primer lugar con un hecho primario: que la sociedad son individuos mituamente referidos que atribu- yen un significado a sus acciones. Pero, en segundo lugar, la vida social est4 compues- ta por algo mas que los individuos. Estos se encuentran, al nacer, con un orden social ya constituido, y a lo largo de su vida relacional iran produciendo una realidad (cultu- ra, instituciones) que van més all de su propia vida. De esta manera, la vida social que se trata de explicar es la interseccién de tres vectores temporales: el pasado, el presente y el futuro. En consecuencia, la Sociologia ha de tener en cuenta estas tres perspectivas: ha de ser hist6rica, ha de dar cuenta del presente y en alguna medida ha de predecir el futuro. Resulta a todas luces insuficiente una explicacién que se limite a dar cuenta del presente estado de cosas. Este estado es el resultado de un complejo juego de procesos que tuvieron lugar en el pasado, en las acciones que emprendieron cuantos nos antecedieron, y con las cuales enlaza la configuracion social del presente. A su vez, este presente, a diferencia de lo que acontecfa en las sociedades tradiciona- les, est4 ahora inmerso en una dindmica de transformaciones que abocan ineluctable- mente al cambio. Por todo ello, la sociologfa debe, al enfrentarse con algiin aspecto de la realidad, rastrear su génesis, y, de otra parte, descubrir los conflictos y tendencias que hacia el futuro se derivan del actual orden de cosas. La Sociologia pretende explicar la realidad, no valorarla, ni identificarse con ella o negarla. Quiz cualquiera de estas actitudes puedan adoptarse a partir del trabajo socioldgico; pero se trata ya de actitudes politicas, morales 0 ideoldgicas, no sociolégi- cas. Porque la Sociologia, como cualquier otra ciencia, pretende ser objetiva y neutral. O lo que es igual, la perspectiva con la que analiza la realidad trata de captarla en sf misma, conforme a su propia estructura, y no a partir de puntos de vista interesados 0 conscientemente sesgados. Se trata, sin duda, de una pretensi6n diffcil de cumplir, por cuanto el socidlogo no vive fuera del objeto que estudia, y antes de enfrentarse con él como socidlogo, ya dispone de algiin tipo de conocimiento (no cientifico) acerca de aquél. En raz6n de tal dificultad, la neutralidad valorativa que exige el oficio de socié- logo necesita de una continua vigilancia epistemoldgica que permita la constante criti- ca de los presupuestos de los que cada socidlogo parte, asi como una critica de sus propias teorias y recursos metodolégicos. La Sociologia es, por tanto, reflexiva, esto es, consciente de sus posibilidades y limites, en una tensién intelectual que le lleva a dar cuenta y raz6n de sus enfoques y de sus procedimientos. En consecuencia, el so- cidlogo ha de practicar continuamente la duda metédica como un rasgo especifico de su oficio. Pero esta neutralidad tiene otros significados. El primero de ellos es que la Socio- logfa esta alejada de todo dogmatismo, al entender que cualquier elemento compo- nente de la realidad tiene sentido dentro de un marco social determinado. Este tipo Introducci6n 11 de explicacién es, més que relativismo, relacionismo, por cuanto el sociélogo ha de dar cuenta de alguna parte de la realidad en relacién con el resto de partes integrantes que la configuran en un momento determinado. El relativismo, por el contrario, se mueve en el plano moral y conduce al escepticismo nihilista. Nada més alejado de la Sociologia. Si bien ésta, como hemos ya afirmado, no se identifica con ninguna pers- pectiva moral, ello no supone que las acepte todas. Porque, en segundo lugar, la So- ciologfa ha nacido dentro de un contexto cultural concreto: el de las sociedades mo- dernas, dos de cuyos rasgos son el pluralismo y la tolerancia. Estos son valores que forman parte del legado ilustrado al que la Sociologia no puede renunciar, a menos que renuncie a dejar de ser ella misma. Practicar la duda metédica es una actitud cien- tifica, que presupone un clima politico, cultural y social que permita una convivencia civilizada de todas las opciones vitales. La apuesta de la Sociologfa es por el didlogo razonadbo, esto es, la defensa de los propios puntos de vista a partir de argumentos ra- cionales y explicaciones empiricamente fundadas. Este poner en relacién unos elementos con otros hace que la Sociologia tenga que ser una feorfa comparada. En un doble sentido: comparando elementos de una misma sociedad en tiempos sociales distintos, y comparando unas sociedades con otras. Gra- cias a la capacidad de distanciamiento social que la Sociologia proporciona, es posible dar cuenta del cardcter temporal y culturalmente contextualizado de los fenémenos sociales. Asi, se podré comprender mejor la diversidad de vidas sociales posibles, el caracter contigente (pero necesario en su época) de las instituciones sociales, y los (ineludibles) procesos de transformacién que las acompafian. De este modo, se podré comprender también la especificidad de cada configuracién social, asf como la enor- me plasticidad del ser humano, que le permite desarrollarse de formas muy variadas conforme a los procesos de aculturacién que cada medio social desarrolla. En virtud de esta comparacién, se estard en condiciones de comprobar que cada sociedad es el resultado de optar por una modalidad determinada de organizacién social, dentro de las diversas formas posibles de hacerlo. Finalmente, esta heterogeneidad de lo social posibilita a los seres humanos, en cuanto seres sociales, hacerse cargo de su destino, asumirlo como una tarea que a ellos -y s6lo a ellos- les compete, por lo que han de ser responsables del mismo. Asi entendida, la Sociologfa se diferencia claramente de otras modalidades de co- nocimiento social: el sentido comin y la competencia social que proporciona el vivir en sociedad. Es cierto que en ocasiones, el conocimiento sociolégico puede coincidir con algunas de las aseveraciones que sostienen aquellas formas de conocimiento so- cial. Pero por lo general Ia Sociologia viene a desmontar y a poner en cuestién gran parte del mismo. De hecho, no pocas veces se llega al conocimiento sociolégico des- pués de trascender los saberes que el sentido comtin y las pautas que nos permiten ac- tuar en sociedad nos proporcionan. Y es que estas modalidades de saber se distinguen radicalmente del conocimiento sociolégico en que éste es reflexivo, actua de acuerdo con la duda metédica y requiere, para su validez, ser corroborado por la evidencia empirica. Nada de esto acontece con los saberes que interiorizamos en nuestra vida cotidiana y que nos sirven para orientarnos; se trata, en este tiltimo caso, de certezas que hemos aprendido en la socializacién, y que no sometemos (casi) nunca a ninguna comprobacién. Certezas que, por lo demés, la Sociologfa no pretende sustituir (el co- nocimiento sociolégico no es una moral o una religidn), sino simplemente trata de ex- plicar para que se comprendan mejor. Como resultado de lo anterior, la Sociologia avanza muchas veces en contra del sentido comtin, porque, a diferencia de éste, no siempre confirma que las cosas son lo 12 Introduccién que parecen. La Sociologia trata de ir més alld de los fenémenos tal y como se nos aparecen a los sentidos; trata, igualmente, de analizar y comprender el sentido y los efectos que se desprenden de habitos, practicas y valores sociales, con independencia de las atribuciones efectuadas por el sentido comtin. Por todo ello, la Sociologia es trambién una critica de la vida cotidiana y de los supuestos en que la misma se basa. Este rasgo la hace, en ocasiones, pertubadora de las rutinas a las que todos estamos acostumbrados; en otras, la hace molesta para las multiples formas de control social, que se fundan en la incuestionabilidad del sentido comin; en fin, no pocas veces entra en contradiccién con las representaciones colectivas y los valores predominantes en una determinada sociedad. La Sociologfa no pretende sustituir estas formas de cono- cimiento, ofreciendo sw alternativa. Su pretensién es muy otra: mostrar cémo han Ile- gado a formarse estas representaciones (por lo general, de modo “natural” y difuso a lo largo del proceso de socializaci6n); a qué presupuestos e intereses responden, y por Ultimo establecer que las cosas pueden ser de manera distinta a como las representan los grupos poderosos. Frente a las representaciones ¢ imagenes parciales y a veces de- formadas de la realidad que forman parte de la cultura social, la Sociologia sirve para hacernos conscientes del cardcter particular (socialmente configurado) de las mismas. Frente al criterio, tantas veces empleado, del “todo vale” con tal de ser eficaz (para los fines ¢ intereses particulares), la Sociologia proporciona criterios validados (uni- versales) para alcanzar un conocimiento que responde a la naturaleza de las cosas. Este cardcter critico, su tomar distancia respecto del sentido comin y poner en cuestion tantas imagenes interesadas de la realidad, convierten a la Sociologfa en una ciencia que mantiene unas dificiles y contradictorias relaciones con el poder. En efec- to, la Sociologfa proporciona informaci6n realista de la sociedad, y en esa misma me- dida sus productos interesan a todos los grupos sociales con poder. El conocimiento sociolégico puede resultar sumamente aprovechable para ejercer un dominio més so- fisticado sobre la sociedad. Es éste un rasgo que la Sociologia comparte con otras ciencias, y que tiene que ver con la utilidad que se deriva de todo descubrimiento cientifico. Sobre el particular, slo cabe afiadit que es necesario que los sociélogos evaluen mejor las consecuencias précticas que se derivan de su oficio; asimismo, han de replantearse continuamente sus relaciones con el poder. Pero, de otra parte, la So- ciologfa es también un poderoso medio para desvelar mejor las entraiias del poder, para contribuir a desmitificarlo, razén por la cual no siempre es bien vista por los po. derosos. Por todo ello, el oficio de socidlogo transcurre dentro de una situacién com- pleja caracterizada por actitudes contradictorias, que van del distanciamiento al com- promiso. Pero sean cuales fueren las opciones ideolégicas de cada socidlogo, parece légico en nuestra época que el tinico compromiso posible del sociélogo debe serlo con los requisitos cientificos de su préctica, asf como con los valores que han hecho posi- ble su prdctica y que no son otros que los ya mencionados de pluralidad y tolerancia. Estos son algunos de los supuestos de los que partimos en la elaboracién de este libro. Digamos ahora algo sobre su estructura y contenido. Se trata de una introduc- cién bésica a la Sociologia, organizada en torno a algunos grandes conceptos. Hemos prescindido de abordar en él casi todo lo relacionado con la “estructura social” yen nada nos ocupamos de la “metodologfa”, para centrarnos en los argumentos que con- sideramos clave para entender el funcionamiento de nuestras sociedades, de confor- midad con los resultados de algunas de las tradiciones sociolégicas mas consolidadas. Asif, tras dar cuenta en el Capitulo 1 de las caracterfsticas de la teoria sociolégica (su Iniroduccién 13 origen, desarrollo y estado actual), dedicamos los cinco capitulos siguientes a desarro- lar la naturaleza de la sociedad a partir de las relaciones existentes entre individuo y sociedad, otorgando un especial relieve al conocimiento que permite definirlas y re- presentarlas; ello requerfa plantearse el problema de la cultura en nuestras sociedades en conexién con la principal institucién productora de la misma, los medios de comu- nicacién. Los Capitulos 6 y 8 analizan dos dimensiones muy relacionadas de la socie- dad, las desigualdades y la organizacién del trabajo. Los tres tiltimos capitulos se con- centran en el estudio de tres aspectos muy ligados entre sf: la autoridad, la desviacién y el control, y el conflicto social. Pensamos que este marco conceptual permite una aproximacién muy precisa tanto a la Sociologia, cuanto a la sociedad, de la que pro- porciona los recursos intelectuales esenciales para ulteriores aproximaciones y estu- dios sociolégicos. Por tales caracteristicas, consideramos que esta introduccién es su- mamente Util a cuantos universitarios se aproximan por primera vez a la Sociologia, especialmente aquéllos que lo hacen en estudios vinculados a la Comunicacion e In. formacién. Cada capitulo se ha estructurado de acuerdo con unos criterios comunes. Sin pres- cindir de la perspectiva que cada autor tiene, se ha dado prioridad a la exposicién que sobre el tema han elaborado socidlogos (clisicos y actuales) de reconocido prestigio. Hemos querido que el libro sea lo mas comprensivo posible de las diversas tradiciones e interpretaciones del acervo sociolégico. A partir de estos conocimientos, el lector estard en condiciones de aventurarse por su cuenta en otros derroteros, y de hacer frente, con fundamento, a cuestiones mas especificas. Es ésta una obra colectiva, y como tal contiene la pluralidad de enfoques que co- rresponden a cada uno de sus autores. Mas es también una obra coherente, porque expresa orientaciones intelectuales compartidas. En efecto, no se trata de un libro en el que sus autores se hayan reunido de manera fortuita para abordar su redaccion. Pot el contrario, se trata de un trabajo que refleja un intercambio estable y duradero de ideas, asf como el compartir diversos proyectos académicos. Asimismo, este libro pre- tende trascender los localismos que con frecuencia impone la vida universitaria, para enriquecerlo con las perspectivas que proporciona la insercién en marcos sociales ¢ institucionales heterogéneos. Pensamos que una colaboracién més estrecha entre so- cidlogos de distintas latitudes es importante no sdélo desde el punto de vista de la in- vestigacién, sino también en 1o que concierne a la labor docente. Por tal razén, va siendo hora de que los materiales diddcticos tengan en nuestras universidades el ca- récter supranacional que. corresponde a Ia naturaleza de la instituci6n misma. Estos intercambios, si se mantienen de forma sistematica, son quiz4 el medio més idéneo para superar el limitado horizonte particularista y endogémico que aqueja hoy a la vi- da de nuestras universidades.

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