Está en la página 1de 8

Complejidad… demasiado para un solo concepto

Dexi Azuaje
dazuajel@yahoo.com

“Las teorías científicas, como los icebergs, tienen una enorme parte sumergida
que no es aceptada, y que constituye la zona ciega de la ciencia, pero que es
indispensable para el desarrollo de la
misma”
Morin, 1984

El uso de la palabra complejidad es cada vez más disperso


y confuso; se hace necesario darle claridad, relacionarla y
diferenciarla de la idea de Pensamiento complejo. Es por ello,
que a través de este ensayo se presentan una serie de
conceptos, señalamientos y reflexiones que permiten acercar al
lector a este término.

El pensamiento es la actividad y creación de la mente,


dícese de todo aquello que es traído a existencia mediante la
actividad del intelecto [1]. Para Morin y otros (2002) “El
pensamiento es aquello que es capaz de transformar las
condiciones del pensamiento, es decir de superar una
alternativa insuperable, no esquivándola, sino situándola en un
contexto más rico en el que deja lugar a una nueva alternativa,
la aptitud de devolver y articular lo anti en lo meta….”. Es por
ello que las respuestas que el hombre percibe están
condicionadas por el episteme y el paradigma en que vive.

Una manera de concebir un paradigma es aquello que está


constituido por un cierto tipo de relación lógica extremadamente
fuerte entre nociones maestras, nociones clave, principios clave.
Esa relación y esos principios van a gobernar todos los discursos
que obedecen, inconscientemente, a su gobierno.

Comprender el problema de la complejidad, significa


saber, antes que nada, que hay un paradigma de simplicidad.
Este paradigma de simplicidad se caracteriza por poner orden
en el universo, y perseguir al desorden. El orden se reduce a
una ley, a un principio. El principio de simplicidad o bien separa
lo que está ligado (disyunción), o bien unifica lo que es diverso
(reducción).

Desde un punto de vista etimológico la palabra


complejidad es de origen latino, proviene de “complectere”,
cuya raíz “plectere” significa trenzar, enlazar. Remite al trabajo
de la construcción de cestas que consiste en trozar un círculo
uniendo el principio con el final de las ramitas. El agregado del
prefijo “com” añade el sentido de la dualidad de dos elementos
opuestos que se enlazan íntimamente, pero sin anular su
dualidad.

La complejidad es efectivamente el tejido de eventos,


acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares,
que constituyen nuestro mundo fenoménico. La complejidad no
es complicación. La aparición de la complejidad en las ciencias
permitió dar un giro en la comprensión de este término, que
llevó inclusive a la necesidad de replantear la dinámica misma
del conocimiento y del entendimiento.

La complejidad aparecía al comienzo como una especie de


hiato, de confusión, de dificultad. Hay muchos tipos de
complejidad, están las complejidades ligadas al desorden, y
otras complejidades que están sobre todo ligadas a
contradicciones lógicas. Por eso, Cuando nos referimos a
complejidad, podemos encontrar indistintamente referencias a
la teoría de la complejidad, ciencia del caos, perspectiva de la
complejidad, pensamiento complejo o de la complejidad, entre
otros términos al uso.

Hay pensadores como Prigogine y Stengers para los que la


complejidad es sobre todo un discurso a propósito de la ciencia.
En cambio hay pensadores que, como Morin, defienden que con
el discurso de la complejidad se entra a un problema lógico y
general. La complejidad concierne no solo a la ciencia sino
también a la sociedad, a la ética y a la política; es un problema
de pensamiento y de paradigma; concierne a una epistemología
general.

Con la incorporación de la complejidad y su inserción en el


conocimiento se recupera, por una parte, al mundo empírico, la
incertidumbre, la incapacidad de lograr la certeza, de formular
una ley eterna, de concebir un orden absoluto. Y por otra parte,
se asume la dificultad irremediable para evitar contradicciones
lógicas en el avance de los conocimientos y la comprensión.
Complejidad significa aquí, la emergencia de procesos, hechos u
objetos multidimensionales, multirreferenciales, interactivos y
con componentes de aleatoriedad, azar e indeterminación, que
conforman en su aprehensión grados irreductibles de
incertidumbre.

Si comprendemos que la complejidad es ante todo un


paradigma, una forma de pensar, nos daremos cuenta de que
cómo la cultura general puede cambiar de aspecto. Cómo
nuestras formas de actuar se pueden diferenciar de aquellas
formas de acción reductoras y excluyentes. Por lo tanto un
fenómeno complejo exige de parte del sujeto una estrategia de
pensamiento, a la vez reflexiva, no reductiva, polifónica y no
totalitaria/totalizante.

Un pionero fundamental para la construcción de una


epistemología de la complejidad fue Niels Bohr quien planteo la
aceptación del principio de “complementariedad” en el terreno
de la microfísica. Para este autor “la síntesis racional de toda
experiencia acumulada, experiencia que desborda los límites
dentro de los cuales se aplican nuestros conceptos ordinarios”
(citado por Morin y otros, 2002).

En este sentido, la complejidad afecta sobre todo nuestros


esquemas lógicos de reflexión y obliga a una redefinición del
papel de la epistemología. Morin y otros (2002) señalan que se
debe hablar de pensamiento complejo para diferenciarlo de las
teorías del caos determinista, porque de esta manera nos
introducimos a una epistemología de segundo orden o “del
conocimiento del conocimiento”. El pensamiento complejo a
diferencia de un pensamiento simplificador que identifica la
lógica con el pensamiento, es un pensamiento que postula como
sus principios más pertinentes a la dialógica, la recursividad, la
hologramaticidad, la holoscópia; además, conoce los límites
aportados por la ciencia contemporánea, es decir la
incertidumbre. Uno de los axiomas de la complejidad es la
imposibilidad, incluso teórica de la omnisciencia “la totalidad no
es la verdad”.

El pensamiento complejo es una forma de pensar que hoy


se considera necesaria. La segmentación de la realidad para
conocerla más profundamente ha desvirtuado la calidad del
conocimiento, porque ninguna parte de la realidad se explica y
justifica por sí misma. Lo que durante mucho tiempo ha sido
considerado como la estrategia mejor para el conocimiento, hoy
con otra visión y conocimiento de la naturaleza de lo existente,
resulta una estrategia radicalmente insuficiente y
potencialmente fuente de error por parcialización de la verdad.
No hay partes aisladas ni seres simples. Todo está religado,
interactivo y es complejo.

Si la ciencia y nuestros modos tradicionales de pensar han


optado por la simplificación, hoy pensamos que las ciencias y
nuestro modo de pensar deben seguir el proceso inverso: ver la
complejidad de lo simple y no quedarnos en la simplicidad. Una
de las características del pensamiento complejo señaladas por
Morin y otros (2002) es que “el pensamiento complejo sabe que
existen dos tipos de ignorancia: la del que no sabe y quiere
aprender y la ignorancia (más peligrosa) de quien cree que el
conocimiento es un proceso lineal, acumulativo, que avanza
haciendo luz allí donde antes había oscuridad, ignorando que
toda luz también produce, como efecto sobras”. Se trata de una
lucha contra el absolutismo y el dogmatismo disfrazados de
verdadero saber. En este sentido, los autores señalan que es
“ciencia con conciencia” el imperativo del pensamiento
complejo.

El pensamiento complejo no rechaza al pensamiento


simplificador, sino que reconfigura sus consecuencias a través
de una crítica a una modalidad de pensar que mutila, reduce y
unidimensionaliza la realidad. Al ser paradigmáticamente
dialógico, el pensamiento complejo muestra otros modos de
usar la lógica. Sin rechazar el análisis, la disyunción o la
reducción, el pensamiento complejo rompe con el paradigma de
la simplificación. El pensamiento complejo es conciente del
movimiento irremediable del pensar y la imaginación que
rebasan el horizonte lógico. Es por ello, que el pensamiento
complejo piensa por medio de macroconceptos, es decir; por
medio de la asociación de conceptos que se excluyen y se
contradicen, pero que una vez críticamente asociados, producen
una realidad lógica más interesante y comprensiva que por
separado.

Educar en el pensamiento complejo debe ayudarnos a salir


del estado de desarticulación y fragmentación del saber
contemporáneo… del resbaladizo terreno que comparten el
conocimiento científico, el conocimiento práctico, las creencias y
la evidencia del no saber, de las tendencias unidimensionales
del pensamiento positivo, del funcionalismo y de la reducción
del logo a la lógica. La cultura de la complejidad es la que debe
acabar con un ser humano intelectualmente hemipléjico. Aquel
que no tiene sentido de la relación entre el todo y la parte; lo
global y contextual. Aquel que corta totalmente las relaciones
entre ciencia y filosofía. Aquel que afirmando su identidad
ignora su relación indispensable con el otro. Necesitamos un ser
humano con la perspectiva poliescópica de lo global y lo local en
un mismo espacio mental para responder a los desafíos
planetarios que ponen ya en relación áreas dependientes unas
de otras al mismo tiempo que están alejadas.

Las herramientas conceptuales con las que contamos son


insuficientes, y hasta podría señalarse de alguna manera
inapropiadas. Los seres humanos, la sociedad, la empresa, son
máquinas no triviales. Podemos predecir su comportamiento en
función de las entradas; sin embargo, sus salidas o resultados
no son siempre los esperados. Todo lo que nos rodea está
inmerso de un ambiente plegado de incertidumbres. Es por ello
que la complejidad no es una receta, pero nos vuelve
cautelosos, proactivos. Bajo este paradigma no se rechaza la
claridad, el orden o el determinismo; pero se sabe que no son
suficientes. Pensar de forma paradigmáticamente compleja es
pensar de forma relacional; es saber separar pero también unir;
es saber organizar (no totalizar). Saber analizar y también
sintetizar. Más aún, practicar el bucle entre ambos momentos
del pensamiento. De ahí la necesidad fundamental del sujeto-
estratega.

El pensamiento complejo, no propone en su dialogo un


programa, sino un camino (método) donde poner a prueba
ciertas estrategias que se verán fructíferas o no en el mismo
caminar dialógico, lo programado muchas veces no es buen
compañero de viaje del sujeto complejo. Pensar de forma
compleja es saber que no hay explicación sin comprensión. Es
introducir la cualidad en un mundo gobernado por la cantidad. El
espacio de la complejidad, es aquel espacio y aquella cultura en
los que los seres humanos son considerados como sujetos.
Seres humanos que saben que su autonomía se nutre de
múltiples dependencias con sus semejantes. Seres que saben
que su subjetividad depende de su relación con el nosotros de la
sociedad y que ese nosotros depende de la autonomía de
pensamiento y acción de cada uno. Por todo ello la complejidad
es la cultura de la solidaridad, donde se vive entendiendo que
nuestra realidad es cambiante “nada está escrito”.
“Un abordaje que haga honor a la complejidad debe
ser capaz de conjugar de múltiples maneras los
distintos niveles del cambio, explorar sus
articulaciones, construir itinerarios según las
problemáticas particulares que se presenten en cada
indagación específica. Considero que la complejidad no
debe ser un “imperativo” sino una elección. Una
elección que abarca tanto el plano cognitivo como el
ético, el estético, el práctico, el emocional. No se trata
de un mero cambio de paradigmas, sino de formas de
experimentar el mundo y producir sentido, de
interactuar y de convivir, una transformación
multidimensional en una permanente evolución.”
(Najmanovich, 2002).

Referencias Bibliográficas

Andrade,R., Cadenas, E., Pachano, E., Pereira, L., Torres, A.


(2001). El Paradigma Complejo. Un cadáver
exquisito. Universidad Interamericana de Educación a
Distancia de Panamá. UNIEDPA. (Consultado: 11-10-2005).

Morin, E. (2004). La Epistemología de la


Complejidad. Fuente: Gazeta de Antropología Nº 20, 2004
Texto 20-02. (Consultado: 11-10-2005).
http://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/Morin%2DEdgar
%20Epistemologia%20de%20la%20Complejidad%2Epdf

Morin,E., R., E., Domingo, R. (2002). Educar en la Era


Planetaria. Unesco.

Najmanovich, D. (2002). La complejidad: De los paradigmas


a las figuras del pensar. Universidad CAECE, Buenos
Aires, Argentina.(Consultado 11-10-2005).
http://www.sintesys.cl/complexus/revista2/articulos2/denise
%20najmanovich.pdf
Romero, C. (s/f). Paradigma de la complejidad, modelos
científicos y conocimiento educativo. Universidad de Huelva.
(Consultado: 11-10-2005).
http://www.uhu.es/agora/digital/numeros/06/06-
articulos/monografico/html_6/clara_romero.htm

También podría gustarte