El Estado tenía un doble interés, primero hacer bajar los precios de
los servicios que las empresas extranjeras prestaban, los cuales eran caros ya que su objetivo era obtener ganancias. Segundo, dificultar o impedir la salida de importantes capitales del país. Para cumplir con estos dos objetivos, el Estado desarrolló su política de lucha contra el “empresismo” extranjero, nacionalizando actividades o empresas. La lucha del Estado contra la dependencia de capitales ingleses, se vio facilitada por que se recurrió a otra gran potencia rival; Estados Unidos, en busca de empréstitos y abastecimientos. A esto se le suma además la Guerra Mundial, la cual debilitó a Inglaterra. por medio de éste “relevo imperial” las dos potencias se reparten la dependencia en el Río de la Plata. En el plano financiero, existió por parte del Ejecutivo, el deseo de lograr una independencia del financiamiento inglés intentando conseguir empréstitos de otras procedencias, como es el caso de Francia. Se intentó nacionalizar también la deuda del Estado. Según Claps estos planteos son más que un pre-concepto respecto a un Batllismo que en su política de nacionalización fue anti- imperialismo inglés (de ahí la concepción de su "lucha contra el capital extranjero) . Para el autor esta mirada debe ser desterrada, ya que en realidad primero en Argentina, y luego en Uruguay, el margen de inversiones inglesas no disminuyeron en lo más mínimo. De alguna forma -afirma el autor- se buscó no espantar el capital extranjero sino compartirlo (el BSE es un claro ejemplo de esta política). A su vez, el problema se manifestaba en la sustitución de una dependencia por otra: la inglesa por la estadounidense. Si se piensa en este sentido la política de nacionalización de ferrocarriles y tranvías, la misma implicaba la construcción -de forma paralela a las vías de tren- de carreteras (recordar política de caminos y carreteras). Esto significaba una clara complementariedad entre el transporte ferrocarril (columna vertebral de la circulación de bienes y personas) y las ramificaciones de una nueva red de carreteras. Pero lo que interesa es destacar que éstas últimas más que complementar, competían con los trenes en el rubro transporte, y detrás de esta competencia se asomaba la presencia de los intereses estadounidenses deseosos de explotar un mercado automotriz uruguayo. Esto se aprecia claramente en las inversiones que la Standard Oil realizó para construir carreteras. Lo mismo puede decirse respecto al capital extranjero y la instalación de un Frigorífico Nacional. Existió un intento de creación del mismo, el cual no se concretó (hasta 1928) por la cantidad de frigoríficos privados que se estaban instalando en el país.
En el plano social, el movimiento obrero hizo sentir sus reclamos
de mejoras de salario y la disminución de la jornada de trabajo, por lo que en febrero de 1905, Carlos Roxlo y Luis Alberto de Herrera presentaron un proyecto de ley que fijaba la jornada en diez horas, limitaba el trabajo a mujeres y niños, compensaba accidentes de trabajo y establecía norma de higiene en los talleres. Batlle envía un proyecto similar donde se establecía que la jornada de trabajo sin interrupción no duraría más de ocho horas, establecía un día de descanso para el obrero y un mes de descanso para las mujeres después del parto. Además disminuye la jornada de trabajo de los menores. Este proyecto no se concreto. En 1904 se sancionó el proyecto de Antonio María Rodríguez sobre la “Caja de Jubilaciones Civiles”, por lo cual los empleados públicos tenían derecho a jubilarse si tenían más de diez años de trabajo y recibirían ¾ partes su sueldo, y la viuda recibiría la mitad como pensión. En el plano doctrinario, en 1905 un diputado cercano al Presidente presentó un proyecto de ley sobre divorcio que causó una gran conmoción, al punto que se afirmó un petitorio de rechazo, firmado por miles de mujeres acusando a Batlle de tomar una medida que se consideraba destructora de la vida familiar. Algo similar sucedió cuando el Gobierno ordenó retirar las imágenes religiosas de los hospitales. En 1906 Batlle presentó un proyecto para abolir la pena de muerte, sustituyéndola por una reclusión mínima de treinta años o una máxima de cuarenta, con la posibilidad de libertad condicional a la mitad del plazo. El único proyecto de ley favorable a la clase obrera dentro del Gobierno de Williman fue enviado por el Poder Ejecutivo a la Asamblea. Era una iniciativa sobre accidentes de trabajo. Este proyecto fue aprobado recién en 1920. La ley de ocho horas: como analizamos anteriormente, la ley de ocho horas tiene como objetivos, los afirmados por el propio Batlle, que el obrero pudiera vivir además de trabajar, recrearse, leer, interesarse en la política y convertirse en un ciudadano. En el plano internacional, transforma al Uruguay en un país adelantado y al nivel de las potencias europeas (Francia e Inglaterra). Ley sobre prevención de accidentes de trabajo; en 1914 el Poder Ejecutivo envía al Parlamento un proyecto de ley donde se le encomendaba vigilar a las distintas industrias para prevenir accidentes de trabajo. Incluía normas de seguridad muy severas. Esta ley sancionada recién en 1920, completando con los pagos de indemnización por accidentes de trabajo. Proyecto de ley sobre pensiones a la vejez, este proyecto fue enviado por el Poder Ejecutivo en 1914. Fue una iniciativa típicamente humanitaria, por la cual establecía que toda persona mayor de 65 años que se encontraba en indigencia, tenía derecho a recibir una pensión. Un proyecto similar a éste se aprobó en 1919. Proyecto de ley sobre diversos problemas de trabajo, en 1914 dos diputados presentaron ante las cámaras un proyecto de Eduardo Acevedo que reunía varios problemas específicos de los trabajadores y les daba una solución muy avanzada para la época. Incluía cláusulas del control del trabajo relativas a salario, jornada obrera y reglamentos de taller. Serían materia de acuerdo entre sindicatos de empresarios o patronos y los sindicatos obreros de cada departamento, también se implantaba la semana inglesa, etc. Este proyecto no fue aprobado globalmente. Proyecto de ley sobre indemnización por despido, al estallar la Primera Guerra Mundial muchos empleados fueron despedidos por temor a una crisis económica, pero la constitución sólo acreditaba un mes de indemnización. Para remendar esta situación, el Poder Ejecutivo envió un proyecto a la Asamblea que establecía que el empleado despedido que hubiera servido dos años tenía derecho a algunos días de sueldo como compensación; el que hubiera trabajado más tiempo, un mes de sueldo cada dos años de trabajo y que en todos los casos el patrón tenía que dar un preaviso. Esta ley es la primera protección contra el despido en nuestro país, fue aprobada el 1/12/1914.
La política social del Batllismo debe entenderse en los marcos de
búsqueda de una base social de poder. Para Carlos Zubillaga esta búsqueda se relaciona con el papel del Estado, el Partido y el Líder en la conformación de un proceso de carácter populista (ver análisis sobre populismo pregunta 4). Más allá de esta postura, es claro sí el Rol amortiguador que el Estado quiere imponer en la resolución de las contradicciones reales (lucha de clases) a través de la anticipación ("Estado Providente" - según Zubillaga) al conflicto social. esta anticipación se manifiesta en la proyección y concresión de un marco jurídico que otorga de hecho y de derecho beneficios a las clases populares. Por otra parte, el Estado Batllista no solo debe conformar y amortiguar las reivindicaciones de una clase popular, sino también debe conformar a una clase media en ascenso, también a través de una intensa obra legislativa, y a su vez, de la creación de una burocracia clientelística al servicio del Estado y del Partido. Puede que en estos marcos, la política batllista se haya centrado más en el medio urbano que el rural. Para Claps esto es muy claro ya que el Batllismo pretendía la integración política y socio-económica (desarrollo de mercado interno) que conformara a una clase media.