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Investigadores británicos se muestran preocupados por el surgimiento en Inglaterra y

Gales de nuevas cepas de gonorrea resistentes a medicamentos. En pruebas llevadas a


cabo en muestras de la infección que se transmite por vía sexual, los científicos
encontraron "altos niveles" de resistencia a la azitromicina, un antibiótico utilizado
comúnmente para tratar el trastorno. Los investigadores de la Agencia de Protección a la
Salud del Reino Unido, que llevaron a cabo los estudios, afirman que el hallazgo es "un
asunto muy preocupante de salud pública". En el Reino Unido, igual que en muchos otros
países del mundo, la gonorrea es la segunda infección sexualmente transmitida -después
de la clamidia- y la población que está más en riesgo de contagio son los jóvenes. La
enfermedad es causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae o gonococo. Los primeros
síntomas de la infección suelen ser leves y muchas veces la gente puede no saber que está
contagiada. Pero si no se le trata puede traer consecuencias graves, especialmente en las
mujeres, que pueden desarrollar enfermedad inflamatoria pélvica la cual puede dañar las
trompas de falopio y causar infertilidad. La Agencia de Protección a la Salud (HPA)
estableció un programa de control en 2001 para monitorear de manera específica si los
antibióticos seguían siendo efectivos contra la infección de gonorrea. En 2007, los
científicos detectaron seis casos que eran resistentes a la azitromicina. Análisis
posteriores, publicados en Journal of Antimicrobial Chemotherapy (Revista de
Quimioterapia Antimicrobiana), demostraron que en años recientes ha surgido una
tendencia generalizada hacia la resistencia a antibióticos. Esto, dicen los investigadores,
significa que es muy poco probable que los tratamientos funcionen, aún si se aumentan
las dosis. Otros estudios de monitoreo en Estados Unidos y Escocia han encontrado
evidencias similares.

Opciones

La azitromicina no es recomendada actualmente como un tratamiento de primera línea


para los pacientes con gonorrea porque se supone que es un medicamento de respaldo
cuando los fármacos estándar dejan de funcionar. Los científicos afirman que la
resistencia pudo haber ocurrido porque se comenzó a usar el medicamento en contra de
la recomendación oficial. Otra fuente potencial de la resistencia es que comúnmente el
antibiótico se usa en dosis bajas para tratar la clamidia. Es probable que algunos de estos
pacientes tuvieran también gonorrea y no se les diagnosticó, y si la enfermedad no fue
tratada adecuadamente esto pudo provocar el desarrollo de la resistencia. La doctora
Stephanie Chisholm, quien dirigió el estudio, afirma que la bacteria que causa la gonorrea
puede haberse tornado resistente a los antibióticos muy fácilmente. Y se ha visto que
tanto la ciprofloxacina, la tetraciclina y la penicilina se han vuelto inútiles en el combate
de la infección. Tal como señala la doctora Chisholm, si se propaga más la resistencia de
alto nivel a la azitromicina, habrá una opción menos en el tratamiento del trastorno.

Un tratamiento menos

El control de las enfermedades de transmisión sexual presenta una nueva amenaza: la


cefixima, el antibiótico que se utiliza desde hace años para combatir la gonorrea, está
empezando a no ser efectiva. La última voz de alarma viene de Canadá, donde un estudio
realizado por un equipo capitaneado por la microbióloga Vanessa G. Allen muestra que el
7% de los pacientes tratados con este fármaco demostraron una resistencia al
tratamiento, un porcentaje que crece en toda Norteamérica desde el año 2000. De los 133
pacientes que se sometieron a una prueba de curación tras el tratamiento en una clínica
de Ontario, 13 de ellos mostraban aún la enfermedad tras el tratamiento con el
antibiótico. Según los autores del estudio, el fracaso clínico ocurrió en 4 de 76 infecciones
uretrales (5,26%), 2 de 7 infecciones faríngeas (28,6%), y 3 de 39 infecciones rectales
(7,69%).

No es la primera vez que la gonorrea esquiva a los fármacos. En los años cuarenta se trató
con sulfonamidas, en los años setenta con penicilinas y tetraciclinas, y en 2007, con
fluoroquinolonas. Pero la gonorrea termina por hacerse inmune a los tratamientos. Las
cefalosporinas son ahora mismo el único antibiótico recomendado para el tratamiento de
esta enfermedad. “Sin embargo, la sensibilidad a las cefalosporinas orales está
disminuyendo, y la eficacia de estos fármacos está amenazada”, concluye el estudio.

Ya en 2012 los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados


Unidos (CDC) actualizaron su recomendación para tratar la gonorrea. Aconsejaban
sustituir la cefixima por otros antibióticos como azitromicina o doxiciclina.

La Organización Mundial de la Salud advirtió en 2012 de una 'supergonorrea' resistente al


tratamiento

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió ese mismo año de la creación de


una supergonorrea resistente al tratamiento. Se trata de cepas de esta enfermedad
venérea que resisten a los antibióticos y que se están expandiendo por diferentes países
desde que se descubriera en Japón en 2011. Ante la potencia de la bacteria y sin la ayuda
de los fármacos, la única solución sería la detección temprana.

Julio Vázquez, investigador experto en microbiología del Instituto Carlos III tiene la clave
de por qué la gonorrea se vuelve resistente: “El gonococo es una bacteria muy promiscua,
es decir, intercambia mucho material genético con otras bacterias de su especie y
entorno. Los cambios son al azar, pero solo se estabilizan en su ADN aquellos que son una
ventaja evolutiva para las bacterias”. Eso explica por qué la sífilis se trata desde siempre
con penicilina y la gonorrea se escapa cada pocos años a su tratamiento. El gonococo es
una población de bacterias “claramente sexual” remacha Vázquez.

Cada año se estima que hay más de 700.000 casos de gonorrea en todo el mundo, es una
de las infecciones sexuales más comunes. En países como Australia, Francia, Noruega,
Suecia y Reino Unido no solo repunta el número de enfermos, sino los casos de
resistencia. Lola Bou, de la Asociación Española de Dermatología y Venereología, explica
que la pérdida de miedo ante el sida está haciendo que la gente se desproteja, por lo que
aumenta el número de enfermedades de transmisión sexual y no solo la gonorrea. Para
esta especialista, además de la protección son importantes dos factores más: “Hacer
seguimiento a los enfermos para asegurar la curación y que no solo sea una fase
asintomática y evitar automedicarse, fuente de la mayoría de las resistencias”.

Cada año se estima que hay más de 700.000 casos de gonorrea en todo el mundo

Lola Bou explica que las enfermedades venéreas están aumentando también en España.
Por ejemplo, en Barcelona reapareció con fuerza en 2011 el linfogramulona venéreo, una
infección que llevaba más de 20 años sin afectar a nadie en nuestro país. La sífilis creció un
16% durante 2010. La gonorrea se diagnostica por sus síntomas: secreciones, dolor al
orinar y en las gónadas o el bajo abdomen. A veces aparece sin síntomas, por lo que es
más difícil de diagnosticar. Entre sus consecuencias más feroces están la infertilidad y la
creación de otras infecciones como conjuntivitis o uretritis.

Jorge Del Romero, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y


Microbiología Clínica, dirige el Centro Sandoval de Madrid, el centro nacional de
referencia en enfermedades de transmisión sexual en España. Confirma el aumento de
casos en nuestro país: de los 91 casos que trataron en 2004 a los 369 durante el año
pasado. Entre ellos ha aparecido un posible caso de resistencia al tratamiento. “Es un reto,
porque las cepas resistentes suelen ser las que más se transmiten y de momento no hay
más tratamientos que los conocidos. Esperemos que se descubra otro”, sentencia el
doctor del Romero.

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